Expansión de Guayaquil hacia el oeste. Entre la dispersión y la fragmentación

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EXPANSIÓN DE GUAYAQUIL HACIA EL OESTE

ENTRE LA DISPERSIÓN Y FRAGMENTACIÓN Teresa Pérez de Murzi



Expansión de Guayaquil hacia el oeste

Entre la dispersión y fragmentación



Expansión de Guayaquil hacia el oeste

Entre la dispersión y fragmentación Teresa Pérez de Murzi


Instituto de Investigación e Innovación en Hábitat, Diseño y Construcciones (IHADIC) Observatorio Urbano y Territorial (OUT) Dirección de Publicaciones Universidad Católica de Santiago de Guayaquil, 2019. Depósito legal: GYE:-010569 ISBN: 978-9942-769-72-5 Primera Edición 185 páginas Diseño, elaboración de figuras y diagramación: Gaudy Orejuela Corrección de textos: Janet Lara Mora Impreso en Guayaquil - Ecuador


Prólogo

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Introducción

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Capítulo 1 Guayaquil, una ciudad en plena transformación Imprecisiones administrativas en la expansión de Guayaquil

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Ampliación de la poligonal urbana versus crecimiento de la ciudad

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La expansión se estructura a partir de un eje

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Capítulo 2 Formas de crecimiento urbano. Expresión de la fragmentación territorial

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La propiedad del suelo define las formas de ocupación

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Formas de crecimiento residencial. Introducción a su caracterización.

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Capítulo 3 Territorio de expansión. Paisaje híbrido, escenario de conflictos

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El soporte territorial. Atributos físicos

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La huella de la actividad humana. Atributos estructurales

104

Visiones fragmentadas. Atributos estéticos

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Capítulo 4 Discontinuidad, dispersión y baja densidad

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Discontinuidad y fragmentación. Preeminencia de vacíos intersticiales

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Dispersión territorial. Un crecimiento signado por la baja densidad, baja compacidad y desconcentración urbana.

150

Modelo de crecimiento según los planes vigentes

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Implicaciones ambientales de la ocupación del territorio

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Conclusiones

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Bibliografía

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Créditos fotográficos

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A Guayaquil y sus habitantes



Agradezco a los integrantes del equipo de trabajo que participó en la investigación “Estudio de la morfología urbana y de la dinámica de ocupación del suelo en la parroquia Chongón. Análisis del modelo de crecimiento de la ciudad de Guayaquil hacia el oeste”; a la Arquitecta Gaudy Orejuela, por su significativo aporte en todas las etapas del trabajo, incluyendo la elaboración de figuras en versiones iniciales y definitivas, conciliación gráfica de textos, figuras, fotografías y tablas; al Ingeniero Juan Carlos Pindo por hacernos partícipes de su conocimiento acerca de los Sistemas de Información Geográfica y herramientas de análisis espacial e importante contribución en la discusión de métodos y construcción de información; a la Ingeniera Ivonne Villamagua por su participación en el análisis ambiental. A los pasantes Olger Damián, Luigi Forestieri y Alejandra Tello; a los estudiantes de Estructura Urbana y Ordenamiento Territorial, muchas gracias. Finalmente, un especial reconocimiento a las autoridades y personal del Vicerrectorado de Investigación y Posgrado, Sistema de Investigación y Desarrollo, Facultad de Arquitectura y Diseño e Instituto de Hábitat, Diseño y Construcciones, por su apoyo.



Prólogo

Guayaquil en la segunda década de este siglo XXI se mantiene como la mayor aglomeración urbana del país y posee particularidades de ocupación del espacio que, desde la segunda mitad del siglo anterior, han sido marcadas definitivamente por una agresiva promoción inmobiliaria privada, objetivamente orientada a sus beneficios directos, sin consideraciones ambientales ni de funcionalidad urbana, y que han conllevado una violenta dispersión y fragmentación territorial. Uno de los ejes de desarrollo de este tipo de crecimiento lo constituye la carretera que conduce hacia la península de Santa Elena, conocida como “vía a la Costa”. La orientación del desarrollo cantonal está enfocada justamente hacia esa dirección, principalmente con el nuevo puerto de aguas profundas en la parroquia Posorja y el próximo aeropuerto internacional en la zona de Daular, con sus necesarios accesos y vinculaciones a la ciudad y el resto de la región. En este libro, meditadamente escrito, Teresa Pérez trata de mostrar las posibilidades de aplicación de conceptos urbanísticos y variables técnicas y políticas en la interpretación de un fenómeno urbano que se ha desarrollado en Guayaquil en las últimas décadas, constituyéndose en “marca de fábrica” del Guayaquil metropolitano: “la expansión urbana reñida con la sostenibilidad”, en palabras de Pérez. Utilizando una estructura expositiva clara, se va adentrando en la complejidad del hecho urbano presente en la vía a la Costa, apoyándose en fuentes sólidas que favorecen y apoyan el nivel de explicaciones propuesto, lo que realiza con un lenguaje didácticamente contundente, a lo cual se suma una apreciable y adecuada cantidad de interpretaciones gráficas y cuadros que dan mayor legibilidad a la exposición. Su intención es tender un puente entre los aspectos teóricos del urbanismo actual y la experiencia empírica de una investigación en proceso, lo cual permitiría construir solventemente un corpus tecno político que apoye las posibilidades de nuevos lineamientos y orientaciones para enfrentar sosteniblemente el futuro inmediato de este sector urbano. Libro de análisis y elaboración práctica, de certidumbres y también de dudas; a los urbanistas, gestores urbanos y estudiosos de la ciudad, así como a los futuros arquitectos, les resultará sumamente útil asimilar este caso de estudio, ya que la reflexión sobre lo aquí expuesto permitirá debatir con mayor solvencia y redundará en una mejor calidad de proposiciones. Desde hace cinco años que Teresa Pérez se incorporó a la Facultad de Arquitectura y Diseño de la UCSG, tanto a través de la cátedra como de investigaciones sobre la ciudad, ha logrado motivar equipos de trabajos interdisciplinarios, noveles y experimentados, llegando a estructurar el Observatorio Urbano Territorial de Guayaquil – en proceso de consolidación – y otras investigaciones, como la presente. Podemos considerar los resultados de su investigación expuestos en este libro, como un punto de llegada a la comprensión de esta realidad urbana, pero también lo es de partida hacia nuevas reflexiones para comprender la ciudad en que vivimos y que abren las posibilidades para aclarar los diversos niveles de propuestas posibles. Milton Rojas Mosquera. |13



Introducción

Uno de los principales problemas que afronta la ciudad contemporánea es la dispersión territorial, una forma de expansión urbana reñida con la sostenibilidad. Esta situación, generalizada en distintos países, ha despertado el interés general por sus implicaciones de riesgo medioambiental. La dispersión conlleva el decrecimiento de la densidad de población seguida de un mayor consumo del suelo, sectorización en la localización de diferentes actividades, generando una estructura urbana discontinua que atenta contra la cohesión social y propicia, además, grandes costes sociales y económicos. El aumento desmesurado de la población y la demanda de nuevo territorio ha impuesto nuevas condicionantes en el uso del espacio; las ciudades dejaron atrás el ritmo pausado que caracterizaba su crecimiento para adentrarse de modo agresivo en los espacios rurales y naturales; trazados de vías y edificaciones surgen por doquier, imprimiendo su señal de identidad y conduciendo al paisaje a un viaje sin retorno, “…está en juego la capacidad de adaptación de la sociedad contemporánea a la naturaleza y sus procesos” (De las Rivas Sanz, 2006, p. 11). Pero no sólo se trata de la desvinculación del hombre con su soporte territorial, la proximidad entre las personas tampoco se considera importante. El crecimiento urbano ocurre independientemente del contexto ambiental, causando la degradación ecológica y funcional de diversos paisajes. Fernández (2003) señala al respecto, “Son muchos los paisajes antropomorfizados en la superficie de la Tierra (…) pero ninguno de ellos se puede asemejar ni remotamente a las transformaciones y cambios que sobre el medio ambiente natural están imprimiendo las ciudades” (p. 474). Una situación que separa a las personas de los procesos ecológicos naturales y los beneficios que podrían proporcionarles. Los sistemas urbanos se vuelven insostenibles al ignorar los valores económicos, culturales y ecológicos del medio en el que se desarrollan (Hauer, 2015). Desde hace unas décadas se ha propuesto una serie de términos desde los cuales se intenta explicar el origen, composición y características de los paisajes que surgen del encuentro entre los espacios rurales y urbanos, entre los más comunes se encuentran, interfase rural-urbana, paisajes suburbanos, paisajes periurbanos y rururbanos (González, 1987; Dematteis, 1998; López, Delgado y Vinasco, 2005). Algunos autores establecen diferencias entre el uso de estas expresiones a partir de ciertas características (Robles, 2017) o contextos geográficos donde se desarrollaron inicialmente (Dematteis, 1998); sin embargo, ante el dinamismo y complejidad de los procesos de transformación de las ciudades, dificulta decantarse particularmente por uno de estos conceptos para adjetivar los paisajes; en consecuencia, no existe un acuerdo definitivo acerca del uso adecuado en cada caso (Entrena, 2005; López et al., 2005; Hernández, 2016). Lo cierto es que los cambios transcurren ante nuestra vista; las ciudades, hoy más que nunca, deben ser apreciadas en su escala territorial; los problemas son de distinto origen con diferentes dinámicas. Robles (2017) asocia a los paisajes resultantes con el proceso de metropolización y los describe por sus cualidades, entre éstas, su hibridez,

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…características poco precisas (…) mixtura de cualidades, valores, significados, comportamientos y realidades, que además están en constante transición (…) aunque pueden estar dispersos y cada uno de ellos presentar elementos distintos, en su conjunto conforman una unidad, resultando un paisaje de carácter heterogéneo (p. 108).

A estas cualidades se podrían agregar otras: indefinición de límites geográficos, ocupación heterogénea del suelo y sometida a constantes cambios, bajas densidades, discontinuidad y dispersión, difusión del modo de vida urbano (Font, 2007), fragmentos destinados a actividades económicas primarias localizados junto a aglomeraciones residenciales, reservas naturales y espacios intersticiales, reflejando una morfología indefinida y constituyendo “un escenario de incertidumbre urbanística” (Hernández, 2016, p. 3); una incertidumbre que alcanza aspectos relacionados con la propiedad del suelo. La planificación territorial está sujeta a conflictos de competencia entre distintos ámbitos administrativos y se declara incapaz para abordar la complejidad de las estructuras resultantes y problemas en el uso del espacio; antes bien, puede ser el responsable directo de esta situación (Hernández, 2016). El proceso de crecimiento de las principales ciudades del Ecuador, entre éstas, Guayaquil, ha estado signado por esta realidad; así se ha expresado en documentos elaborados en distintas instancias gubernamentales, tanto nacionales como locales. Se ha ocupado el suelo de manera caótica, en detrimento de las condiciones físicas de acogida del territorio. Eso ha generado conflictos ambientales y sociales, la degradación de los bienes naturales, así como el incremento de la exposición y vulnerabilidad de la población a fenómenos naturales y problemas de acceso a servicios básicos (Senplades, 2013, p. 358).

En el caso particular de Guayaquil, su crecimiento acelerado y la ocupación del territorio circundante hasta conurbarse con localidades cercanas, constituye uno de sus rasgos más relevantes. En su afán de crecimiento, ha puesto en peligro espacios naturales de importancia; grandes extensiones de manglares, cursos de agua, bosques y cerros, se encuentran constantemente amenazados por el creciente proceso urbanizador, a la vez que extensas superficies destinadas al cultivo de insumos básicos, han sido alcanzadas por la producción inmobiliaria. Así, en la expansión de Guayaquil ha predominado la “ocupación extensiva y dispersa del territorio con una tendencia hacia una cada vez menor densidad poblacional, causando importantes problemas de movilidad, conectividad y provisión de servicios, así como una fuerte inequidad social territorial” (Miduvi-BID, 2011, p. 8). La preferencia de los ciudadanos por la vivienda unifamiliar en ciudadelas cerradas ha propiciado el derroche considerable de suelo y minimización del espacio público; para acceder a servicios comerciales, educativos, de salud y ocio, resultan imprescindibles largas movilizaciones y horas perdidas en trayectos interminables. Por otra parte, la ampliación del límite urbano de la ciudad de Guayaquil ha atendido, principalmente, a las tendencias en los procesos de ocupación del suelo por parte de diferentes sectores de la población y por requerimientos derivados del desarrollo de macroproyectos para el cantón. Sobre este particular, es de destacar la modificación 16|


de la poligonal urbana realizada en 19911, por la importante incorporación de suelo para la urbanización y la última, realizada en 2011 para responder al proyecto de un nuevo aeropuerto en Daular2 , al suroeste. Geográficamente, el territorio constituido para responder a esta expansión, denominado por la Municipalidad de Guayaquil como Zona de Planificación Chongón, posee una extensión de 177,28 km2 e incluye ecosistemas naturales de importancia. En este entorno, las formas residenciales adquieren una presencia notoria y van estableciendo su impronta en el territorio, transformando el paisaje y demandando la presencia de servicios y equipamientos; sin embargo, no mantienen la exclusividad en el uso del suelo, conviven con otras actividades, entre las que destacan la agricultura, extracción de materia prima para la construcción (canteras a cielo abierto), instalaciones dedicadas a procesos industriales y camaroneras, presentando conflictos en su convivencia. Se trata de un contexto en plena transformación que se proyecta como un área de gran importancia en la expansión de Guayaquil. En este texto se presenta el estudio de la morfología y dinámica de ocupación del territorio de la zona de planificación Chongón, con el propósito de aproximarse al conocimiento del modelo que singulariza el proceso de crecimiento de la urbe porteña. Esta ambiciosa pretensión requirió de la revisión de una gran cantidad de información proveniente de fuentes oficiales y del relevamiento en sitio. Al mismo tiempo, se generó una importante base de datos y su representación en mapas temáticos, mediante el uso de herramientas de análisis de los Sistemas de Información Geográfica. El libro se estructura en cuatro capítulos, en el primero se presenta a Guayaquil como una ciudad en plena transformación, un acercamiento a datos demográficos, huella urbana, precisiones e imprecisiones en la división político administrativa. El segundo capítulo está dedicado a destacar las formas de crecimiento urbano derivadas de la actuación de distintos agentes sociales, como camino para comprender el modelo de crecimiento que está teniendo lugar. Se trata de visualizar no tanto las formas resultantes como los procesos que conllevan; determinar sus orígenes y posibles causas (SolàMorales, 1997); la relación entre morfología y localización. La complejidad de la realidad urbana y territorial requirió asumir como ruta metodológica su desagregación, con el fin de analizar los componentes en cuanto a características, interrelaciones y asociaciones.

Ordenanza Reformatoria de Delimitación Urbana de la Ciudad de Santiago de Guayaquil aprobada por el M.I. Concejo Cantonal de Guayaquil el 8 y 15 de noviembre de 1991 y publicada en Registro Oficial No.828 del 9 de diciembre de 1991.

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2 Ordenanza de Ordenamiento Territorial del Cantón Guayaquil, publicada en Gaceta Oficial, 10 de enero de 2012.

En el tercer capítulo se presenta el área de expansión como un territorio de conflictos. A partir de la descripción de las cualidades del paisaje en sus atributos físicos, estructurales y estéticos, se dibuja el soporte físico sobre el que se asienta la sociedad y la proyección de su realización; se visualizan los cambios en los usos del suelo, así como los conflictos que se generan entre las diferentes actividades. El paisaje es una obra colectiva en constante evolución, una composición altamente vulnerable que es interpretada, generalmente, de forma errónea. En el cuarto capítulo se presenta el modelo territorial actual. El cálculo de indicadores de densidad, compacidad y concentración urbana con su representación en mapas temáticos permitió cuantificar y visualizar el grado de dispersión existente, afinar aspectos teóricos y metodológicos en el análisis del modelo de crecimiento urbano. |17


Las particularidades del ámbito de estudio mostraron nuevos carices del fenómeno de dispersión territorial, causas y consecuencias; así como las características de los espacios periurbanos y conformación de los paisajes metropolitanos. A efectos de considerar el modelo de crecimiento propuesto por el gobierno local, se contrastan los usos actuales y propuestos. Se presenta el índice de sensibilidad para un escenario actual y futuro, considerando, en el segundo caso, las propuestas contenidas en el Plan de Ordenamiento Territorial del cantón Guayaquil, 2015, en cuanto a la implantación del aeropuerto, red vial proyectada y usos del suelo. Para finalizar se presentan unas breves conclusiones. Con este libro se pretende contribuir modestamente al conocimiento de la dinámica de ocupación del suelo en la expansión de esta importante urbe ecuatoriana, aportando una visión que se suma al trabajo de otros autores, a la vez que pone de manifiesto la necesidad de ahondar en investigaciones sobre diversos temas urbanos que permitan enriquecer el conocimiento y contribuyan a la toma de decisiones certeras en beneficio de los habitantes. La escala regional y la dimensión paisajística deben ser activadas para ello. La planificación espacial plantea la necesidad de una visión general y articuladora de las interacciones que cualquier sociedad introduce en el espacio, una visión que puede moderar la transformación del paisaje (De las Rivas Sanz, 2006, p. 20).

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...los planes y la realidad urbana han mantenido relaciones contradictorias. Producir ciudad empieza a ser más importante que asumir compromisos sociales y sus condiciones materiales. Fernando Roch Peña


Figura 1. Localización del ámbito de estudio.

Guayaquil es la ciudad más poblada de la República del Ecuador; para el año 2017 supera los 2,5 millones de habitantes, además recibe diariamente cerca de 120.000 personas3 provenientes de cantones aledaños. Es considerada como el mayor centro financiero, comercial e industrial del país; su posición privilegiada, muy cerca de la costa del Pacífico, la ha convertido en el centro portuario nacional más importante. El aumento de la población y la demanda creciente de territorio en las últimas décadas ha impuesto nuevas condicionantes, invadiendo los espacios rurales y naturales, y transformando drásticamente el paisaje. Inicia la década de los cincuenta con 258.966 habitantes, cifra que sería triplicada veinte años más tarde. La tasas de crecimiento interanual han superado los promedios nacionales en todos los períodos intercensales, siendo la más alta, la registrada entre 1950 y 1962 con un 5,67%. En las dos décadas siguientes, esta proporción baja ligeramente para situarse en 4,14% y 4,44%, respectivamente, e irá disminuyendo gradualmente en períodos intercensales posteriores; no obstante, ello no quiere decir que la ciudad haya paralizado su expansión, antes bien, ha seguido aumentando sus fronteras sumando territorio para fines urbanos. 3 Resultados del VII Censo de Población y VI de Vivienda. Cfr. http://especiales.eluniverso.com/ censo2010/2011/11/14/poblacion-flotante/ 4 Perteneciente al cantón Guayaquil, es erigida en cantón mediante la Ley No. 15 expedida por el Congreso Nacional el 18 de diciembre de 1985, sancionada por el Ejecutivo el 27 del mismo mes y año, publicada en el Registro Oficial No. 352 del 10 de enero de 1986. 5 Ley N° 42 publicada en Registro Oficial N° 253 del 15 de agosto de 1989. 6 Registro Oficial N° 165 del 14 de diciembre de 2005. 7

GAD Municipal de Samborondón, 2015.

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Registro Oficial N° 397 del 24 de agosto de 2001.

9 El 20 de Mayo de 2013 el GAD de la Ilustre Municipalidad del cantón Daule expide una ordenanza ampliando su superficie de 1.935,15 ha a 8.585 ha.

La disminución de las cifras poblacionales puede ser explicada tanto en la división político administrativa promulgada en 1985 que transformó la parroquia Durán en un nuevo cantón4, la formación del cantón General Villamil (Playas)5 y en la migración continuada de la población hacia el cantón Samborondón, a partir de la construcción del Puente de la Unidad Nacional, inaugurado el 25 de julio de 1970. Esta importante comunicación desencadenó una incesante actividad inmobiliaria, que aún al día de hoy se mantiene, dando lugar, en 2005, a la creación de la Parroquia urbana La Puntilla6, cuyos límites debieron ser modificados en 2013 para adaptarse a las transformaciones experimentadas en su territorio. De acuerdo a cifras proyectadas se estima, para el 2022, una población de 85.691 habitantes7. Al norte del río Daule, en jurisdicción del cantón del mismo nombre, la situación es muy similar, su cercanía a la ciudad de Guayaquil propicia la apetencia de propietarios de terrenos y constructoras. La presión sobre el suelo perteneciente a la parroquia Los Lojas, influyó en la conformación de una nueva división política administrativa; surge así la Parroquia Satélite La Aurora8, arrebatándole superficie a la actividad rural9.

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Durante la última década, la ocupación del suelo ha sido incesante, estimándose, para el año 2017, aproximadamente 90.000 habitantes, es decir, un incremento poblacional de más del 300% y 2000%, con respecto a los años 2010 y 2006 (González, 2017), respectivamente. La mayoría de sus habitantes realiza actividades cotidianas de trabajo y estudio en Guayaquil. La conurbación existente entre Guayaquil, Durán, Parroquia La Puntilla y Parroquia Satélite La Aurora posee una superficie aproximada10 de 357,77 km2, lo que equivale al 6,83% de la superficie de los cantones de Guayaquil, Durán, Daule y Samborondón. Actualmente la expansión de Guayaquil avanza hacia el noroeste, en terrenos adyacentes al parcelamiento Mi Lote, construido por la Municipalidad11; hacia el norte en las inmediaciones de la vía Guayaquil- El Empalme (E48) conocida comúnmente como Vía a Daule, la cual comunica la ciudad con Nobol y Daule. Al oeste, la Transversal Austral (E40) o vía a La Costa, actúa como eje de crecimiento, enlaza a Guayaquil con las poblaciones de Chongón y Salinas, esta última en la Provincia de Santa Elena. Tabla 1. Población de la conurbación entre Guayaquil, Durán Daule y Samborondón. Fuente: Elaboración propia, basada en INEC (2010).

Tabla 2. Superficie de la conurbación según cantones.

10 El perímetro de la huella urbana fue dibujado a escala sobre la imagen satelital de 2013. 11 Localizado cerca del relleno sanitario Las Iguanas, se encuentra fuera de la actual poligonal urbana.

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Figura 2. Área de conurbación de Guayaquil. Fuente: Elaboración propia, basada en Google Earth y Senplades (2017).

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Imprecisiones administrativas en la expansión de Guayaquil En términos generales, en la definición del territorio de la ciudad de Guayaquil se superponen distintos límites establecidos con diversos propósitos; su explicación permite entender la situación del ámbito geográfico considerado. La división política administrativa en parroquias, que ha acompañado a la ciudad en su historia12 , da cuenta de la transformación afrontada por el territorio; de espacio natural o dedicado a las labores propias del campo, pasa a cumplir una función primordial en la producción inmobiliaria, necesaria para albergar a la creciente población y modernizar la vida ciudadana. Así, el aumento de las fronteras urbanas está íntimamente ligado a la subdivisión del espacio, por cuanto constituye una estrategia para ordenar el crecimiento y, sobre todo, ejercer un mayor control político y económico. De acuerdo a información registrada por la M.I. Municipalidad de Guayaquil y el INEC, el área urbana del cantón Guayaquil está conformado actualmente por 16 parroquias, las cuales albergan casi un 97% de la población cantonal en una superficie de 2.493,86 km2. Existen, además, cinco parroquias rurales, cuya población para el año 2010 se situaba en 59.757 habitantes. En la periferia de la cabecera cantonal, considerada rural, el INEC registraba, en ese mismo año, 12.467 habitantes. A inicios del siglo XX, destacaba la presencia de cinco parroquias: Carbo, Rocafuerte, Bolívar, Olmedo y Ayacucho, según información contenida en el plano de 190913. Los siguientes cincuenta años serían cruciales en la subdivisión política del territorio. La Ordenanza de División de la ciudad de Guayaquil, sancionada el 19 de febrero de 1956, da cuenta de la existencia de catorce parroquias, cifra que sería aumentada con la anexión de la parroquia Pascuales, al norte de Guayaquil, aprobada por el M.I. Concejo Cantonal de Guayaquil el 11 y 18 de junio de 200914. En lo que concierne a la parroquia urbana Chongón, aún se encuentran algunas imprecisiones en su conformación; si bien la cabecera parroquial (San Pedro de Chongón) fue incorporada al área urbana del cantón Guayaquil desde 199115, una porción de su espacio geográfico sigue, para 2017, en régimen comunal. Para 1974, de acuerdo al Mapa Censal de la parroquia rural Chongón elaborado por la Oficina de Censos Nacionales, su superficie (1300 km2) se extiende desde los términos de la parroquia Pascuales, al norte, hasta la parroquia El Morro, al sur. Al este, el Estero Salado constituye el límite y al oeste, las parroquias Julio Moreno (cantón Santa Elena) y Juan Gómez Rendón-Progreso (cantón Guayaquil) demarcan el final de su jurisdicción. Los sectores censales —trece, en total— incluían lugares que actualmente son referentes, al igual que una gran cantidad de haciendas. Estos detalles son destacados, nuevamente, en el Mapa Censal de 1990 elaborado por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC). A su vez, la parroquia estaba integrada por las Comunas Casas Viejas16 , San Pedro de Chongón, Daular y parte de los territorios de las Comunas Limoncito y San Lorenzo del Mate, además de otros terrenos de propiedad particular.

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12 De acuerdo a la división territorial de 1824, el partido de Guayaquil estaba constituido por las parroquias de la Iglesia Matriz, La Concepción y la vice-parroquia de San Alejo (Hamerly, 1987). 13 Elaborado por Francisco Landín, Agrimensor Municipal. 14 Publicada en Registro Oficial N° 59 de fecha 4 de noviembre de 2009.

De acuerdo a lo dispuesto en la Ordenanza Reformatoria de Delimitación Urbana de la Ciudad de Santiago de Guayaquil aprobada por el M.I. Concejo Cantonal de Guayaquil el 8 y 15 de noviembre de 1991 y publicada en Registro Oficial No.828 del 9 de diciembre de 1991, se suprimen las parroquias rurales Chongón y Pascuales, sus cabeceras parroquiales se anexan al área urbana de la ciudad.

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Si bien la Comuna Casas Viejas había sido liquidada según Acuerdo del Ministerio de Agricultura No 052 del 4 de febrero de 1980, existe una demanda de inconstitucionalidad de los actos administrativos relacionados con tal liquidación, admitida por la Corte Constitucional del Ecuador el 5 de febrero de 2015. Caso No. 004-14-IA 16


Figura 3. División parroquial del cantón Guayaquil. Fuente: Elaboración propia, basada en INEC (2010).

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Entre los centros poblados destacados por la Autoridad Aeroportuaria de Guayaquil (AAG, 2009) se encuentran 24 de Mayo; Puerto Hondo; Nueva Esperanza/Las Américas/ Sara Patricia y Casas Viejas, San Jerónimo 1, San Gerónimo 2, Chongón, Chongoncito, El Consuelo, El Cristal, San Andrés, Limoncito, Daular, Safando, Sabana Grande y Puerto Sabana Grande. Según el mapa suministrado por la máxima autoridad del Cabildo de Chongón, los poblados Nueva Esperanza/Las Américas/Sara Patricia y Casas Viejas, se encuentran en la Comuna Casas Viejas; San Jerónimo 1, San Gerónimo 217, Chongón y Chongoncito en la Comuna de San Pedro de Chongón y Daular en la comuna del mismo nombre. Las comunas son formas de organización, cuyos orígenes se remontan al período colonial; se asocian tanto al mundo indígena como mestizo. Según Álvarez (2004) esta forma política de gestión del territorio “resistió la etapa colonial y republicana” (p. 36). Por su parte, Martínez (1998) refiere que a partir de la Ley de Organización y Régimen de las Comunas expedida en 193718, “la comuna se convirtió en la unidad poblacional mínima del medio rural para efectos de la división política administrativa” (p. 3). Con respecto a la importancia de las comunas, Álvarez (2002a) refiere el control sobre las tierras asociado a este régimen de organización, lo cual además del derecho de propiedad constituye “un indicador de territorialidad política para el grupo” (p. 7). Aspecto que está amparado en la mencionada Ley de 1937, la codificación realizada en 200419, la Constitución vigente del Ecuador y, más recientemente, por la Ley Orgánica de Tierras Rurales y Territorios Ancestrales20. Las acciones emprendidas por la Municipalidad de Guayaquil para convertir este territorio en parroquia urbana ha originado malestar en las autoridades comunales y vecinos; diferencias que han sido planteadas en distintas instancias, incluyendo la Corte Constitucional, para dejar sin efecto el contenido de la Ordenanza Municipal Reformatoria de Delimitación Urbana de la ciudad de Guayaquil y lograr “la restitución de la propiedad de las tierras ancestrales de las comunas de San Pedro de Chongón, Adular (sic), Casas Viejas, Limoncito y sus recintos”21. Esta situación no plantea ninguna novedad, ya en 1981 la Federación de Comunas del Guayas22, había realizado “una gran concentración de Comunas en el pueblo de Santa Elena, como reacción y rechazo a un Proyecto de Ley que se presenta en el Congreso, para municipalizar las tierras comunales, y abrir así la puerta al mercado privado de tierras” (Álvarez, 2002b, p. 31). Así, el tema del derecho de la propiedad comunal se torna en un aspecto muy sensible, agudizándose, en este caso, debido a las grandes apetencias que se generan sobre el territorio, como consecuencia de la ocupación acelerada que acarreará la construcción del nuevo aeropuerto. Estos desacuerdos entre la población y el gobierno municipal, obstaculizan, de alguna manera, la toma de decisiones y plantean muchas interrogantes acerca de la definición de la poligonal urbana hasta incluir las comunas mencionadas, propuesta de usos del suelo e implantación de los proyectos que demandará el crecimiento en esta dirección.

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17 En el caso de San Jerónimo 1 y San Gerónimo 2, aún falta precisar su situación, algunos de los terrenos han sido objeto de venta a particulares.

Mediante Decreto Supremo 142 del 30 de julio de 1937 y promulgado en el Registro Oficial 558 del 6 de agosto del mismo año.

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19 Registro Oficial, Suplemento 315 del 16 de abril de 2004. 20 Registro Oficial Suplemento No 711 del 14 de marzo de 2016. 21

Causa No 0935-11-EP

Fundada el 13 de noviembre de 1965, agrupaba a 62 organizaciones (Álvarez, 2002b).

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Figura 4. Comunas de la parroquia rural Chongón. Fuente: Elaboración propia, basada en Cabildo de la Comuna de Chongón (2017).

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Ampliación de la poligonal urbana versus crecimiento de la ciudad Referirse a la expansión de los límites urbanos lleva, necesariamente, a la consideración del crecimiento demográfico, ocupación del territorio y decisiones asumidas desde los gobiernos locales. En un proceso complejo en el que están involucrados diversos actores sociales e intereses contrapuestos, marcado, además, por una cadena de acciones imprevistas, prever el crecimiento ha resultado, al menos en Guayaquil, una tarea imposible de lograr. La dinámica de expansión en el territorio ha ido superando la capacidad de los responsables de la planificación y gestión de la ciudad; la urbe porteña crece a su ritmo y cualquier esfuerzo por alcanzarla ha sido inútil. Aludir al crecimiento de Guayaquil durante el siglo XX, conlleva mencionar la crisis cacaotera que tuvo lugar en 1922 y el crack de la Bolsa de Nueva York de 1929, cuya repercusión se extendió a la década de los treinta y los cuarenta, e influyó directamente en las migraciones internas que se sucedieron en Ecuador y afectaron a Guayaquil. La población recién llegada se localiza, principalmente, al oeste y suroeste, en la zona conocida como Suburbio. La ciudad se ve obligada a atenderles; el Cabildo Municipal promulga en 1928 la Ordenanza de Límites Urbanos donde se establecen los linderos, destacando la dirección hacia donde se estaba expandiendo la ciudad; la poligonal abarca una extensión de 12 km2. En 1934 se anexa una pequeña zona al sur de la ciudad, en terrenos de la hacienda La Saiba, modificando muy ligeramente, el límite en esta dirección. Con el surgimiento de la Avenida Las Américas y el desarrollo inmobiliario que tiene lugar en jurisdicción de la hacienda La Atarazana23, entre estos, Urdesa, Guayaquil se extiende hacia el norte y oeste, obligando al Gobierno Municipal a proponer nuevos límites. Así, en el Plan Regulador Municipal de Guayaquil de 1955, suscrito por el alcalde Emilio Estrada, se establece la nueva división parroquial y se modifican los linderos urbanos24. La superficie urbana aumenta casi tres veces la correspondiente a 1928; en total son 31 km2. En 1968, nuevamente, se modifican los límites. Al norte, se incluye el aeropuerto y los desarrollos localizados a ambos lados de la carretera a Daule; al oeste, destaca la incorporación de la urbanización Los Ceibos; mientras que hacia el sur, la sinuosidad del sistema estuarino va marcando el límite, para incluir los terrenos del Puerto Nuevo y bordear el río Guayas al este. Once años más tarde, en 1979, se promulga otra Ordenanza para incorporar nuevo territorio a los términos urbanos de Guayaquil (Rojas y Villavicencio, 1988). Entre este plano y el de 1968 se acusan importantes diferencias, destaca la anexión de grandes superficies al norte hasta alcanzar el kilómetro 20 de la vía a Daule; al este, el límite traspone el río Guayas hasta llegar a la población de Durán e incluir a la Isla Santay como área de reserva urbana; una consideración similar se realiza con respecto a la Isla Trinitaria, al suroeste. Al oeste, la poligonal incluye a ambos lados de la vía a La Costa hasta el kilómetro 17. La superficie urbana se incrementa tres veces y media con respecto a la de 1955, alcanzando 109 km2.

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23 Esta hacienda comprendía 3.600 hectáreas y se extendía desde el Río Guayas, al norte del cerro Santa Ana hasta Cerro Azul, actual Ciudadela Los Ceibos y Puerto Azul (Rojas y Villavicencio, 1988).

Plano elaborado a escala 1:10.000 basado en el levantamiento aereofotográfico del Servicio Aereofotográfico USA.

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Figura 5. Expansión de la poligonal urbana y huella urbana Fuente: Elaboración propia. basada en Rojas y Villavicencio (1988) y M.I. Municipalidad de Guayaquil (2012).

La expansión del área urbana en dirección hacia el oeste, responde a la creciente ocupación del territorio; allí conviven áreas destinadas al uso residencial e industrial con espacios destinados a sembradíos y cría de ganado. Al norte de la vía, había comenzado la explotación de Cerro Azul con la presencia de las canteras Santa Mónica, Eulalia y Cantera Nacional. Durante las sesiones del Muy Ilustre Concejo Cantonal de Guayaquil que tienen lugar los días 8 y 15 de noviembre de 1991, se modifica nuevamente la poligonal urbana25, hasta alcanzar unos 326 km2. Al norte, el río Daule se constituye en el límite, mientras que al este, el río Guayas se erige en la frontera definitiva, una vez que tiene lugar la cantonización de Durán, en cuyo territorio se incluye a la Isla Santay. La creciente ocupación del territorio al oeste, lleva a la incorporación del área localizada a 1.000 metros a ambos lados de la vía a La Costa; igualmente, se anexa la cabecera de la parroquia rural Chongón, incorporándose a la parroquia Tarqui. El resto del territorio es considerado rural. En el Mapa Censal de la Parroquia Chongón elaborado por el INEC en 1990, se aprecia la importancia de la Vía a La Costa en la jerarquía nacional. Al sur, el sistema estuarino ha facilitado la implantación de camaroneras.

Acuerdo Ministerial 1259, Ordenanza publicada en R.O 828, del 9 de diciembre de 1991.

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La decisión tomada por la M.I. Municipalidad de Guayaquil para la realización del nuevo aeropuerto en la zona Daular - Chongón obligará a expandir el área urbana y “…elaborar un Programa de Desarrollo que permita atender las necesidades y demandas más urgentes o prioritarias, pero sobre todo, los programas y proyectos a mediano y largo plazo con el propósito de lograr el desarrollo integral de la población de la zona” (AAG, 2009). |31


Figura 6. Expansión de la poligonal urbana.

De esta manera, en la Ordenanza de Ordenamiento Territorial del cantón Guayaquil, publicada en la Gaceta Oficial N° 28 del 10 de enero de 2012, artículo 3, se establece la anexión de “la franja destinada para la construcción, funcionamiento y protección del Nuevo Aeropuerto Internacional de Guayaquil”. Así, se incorporan 93 km2 al área urbana, alcanzando 419 km2. Esta anexión de una porción considerable de territorio natural o dedicado principalmente a la agricultura ha desatado grandes apetencias por parte de propietarios de terrenos y promotoras inmobiliarias que proyectan enormes cambios en un futuro cercano. Una situación que refleja, de manera explícita, la forma de aupar la expansión de la ciudad por parte de la Municipalidad, contrastando vivamente con la situación al noroeste de la ciudad, en lo que se conoce como Monte Sinaí. Allí, a pesar del crecimiento experimentado a partir de la década de los ochenta, y el cruce del límite urbano desde inicios del siglo XXI, se mantiene intacto el trazado de la poligonal urbana de 1991. Con el propósito de ajustarse a las modificaciones realizadas a la poligonal urbana, el M.I. Concejo Municipal de Guayaquil, realiza cambios a la delimitación de las zonas de planificación que había sido promulgada doce años antes26 . Así, quedan registradas nueve zonas27, entre estas, Chongón (I), que incluye la Zona del Aeropuerto de Daular, y abarca la mayor superficie, 177,28 km2. Tabla 3. Zonas de planificación de Guayaquil.

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Registro Oficial No 127 del 25 de julio de 2000.

Ordenanza de Ordenamiento Territorial del Cantón Guayaquil. Gaceta Oficial N° 28 de la M.I. Municipalidad de Guayaquil de fecha 10 de enero de 2012, capítulo 8, correspondiente al ordenamiento del territorio. 27

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Figura 7. Zonas de planificación de Guayaquil. Fuente: Elaboración propia, basada en GAD Municipal de Guayaquil (2012).

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La expansión se estructura a partir de un eje El territorio inscrito dentro de la poligonal de la zona de planificación Chongón (I) se encuentra estructurado según el trazado de la vía que conduce a la costa ecuatoriana (carretera E-40). Incluye terrenos localizados al norte y sur de la vía hasta los límites del embalse de Chongón, además del territorio al sur de la carretera hasta la población de Daular, según los alcances del proyecto del nuevo aeropuerto. La carretera E-40, importante vía de carácter interprovincial, denominada también Autovía Guayaquil-Progreso, se desarrolla, dentro de los términos del ámbito de estudio, desde la abscisa 7+500, en el cruce con la vía Perimetral hasta la abscisa 26+000, en la entrada a la población de San Pedro de Chongón —donde se localiza actualmente la estación de peaje— para continuar hasta el asentamiento San Andrés en la abscisa 51+000, en un recorrido de aproximadamente 43,5 km (AAG, 2009). Inaugurada en 2006 y ampliada en 2010 y 2014, posee actualmente tres carriles de circulación en cada sentido, sendos carriles de resguardo, además de vías de servicio entre Puerto Azul y Puerto Hondo y espacio destinado a ciclo vía que permite desplazarse hasta Cerecita en la Provincia de Santa Elena. Su vinculación con la vía Perimetral permite la comunicación con el resto de vías que integran la ciudad de Guayaquil. La ocupación del suelo dentro de los términos del ámbito de estudio ha estado íntimamente relacionada con el trazado de la vía que, históricamente, comunicaba a Guayaquil con las poblaciones costeras. Es así como la cartografía de finales de siglo XVIII e inicios del siglo XIX, destaca a Chongón como sitio entre Guayaquil y Santa Elena. Así lo presenta Hamerly (1987) al mencionar que “Había una especie de camino de Santiago de Guayaquil hacia Chongón y Santa Elena en el oeste, (p. 42). Información que es descrita, igualmente por Laviana (2002) El llamado camino de la Costa o de la Legua era en realidad el único camino importante que salía directamente de Guayaquil, y se dirigía a La Punta de Santa Elena a través del pueblo de Chongón. Se trataba de un camino llano, transitable todo el año por estar fuera de la zona inundada en invierno, siendo el principal obstáculo que tenía que salvar el paso del estero Salado en las proximidades de la ciudad de Guayaquil (p.66).

Poblaciones como Puerto Hondo, Nueva Esperanza, Las Américas y Sara Patricia, además de urbanizaciones realizadas por las promotoras inmobiliarias, conjuntamente con otras edificaciones que dan soporte al crecimiento experimentado en la zona, se han apoyado en esta importante infraestructura de comunicación, como históricamente lo habían hecho las diferentes haciendas localizadas en este entorno, otrora rural, para sacar sus productos hacia los sitios de comercialización.

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Figuras 8-11. Vía a La Costa, carriles centrales, y calles de servicio.

Figuras 12-15. Vía a La Costa, acceso a áreas residenciales y canteras.

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A partir de la vía a La Costa, estructurante en el proceso de ocupación, han ido surgiendo otras vías que se internan en terrenos localizados al norte y sur; algunas para servir a los asentamientos poblacionales, otras, para permitir el acceso a las zonas de extracción de material para la construcción e instalaciones industriales. La mayoría de estas vías lucen como incursiones aisladas, de carácter unitario —se accede y retorna por el mismo sitio—; sólo en algunos casos han ido conformando circuitos. Las calles de servicio que discurren paralelas a la vía a La Costa y que permiten la comunicación del tráfico local, han impedido que se sobrepase la capacidad de esta importante infraestructura vial, a excepción de los días feriados que son aprovechados por la población guayaquileña para dirigirse a las playas vecinas. Internamente, en la zona, se aprecian otras vías que permiten unir asentamientos de referencia en el lugar, Chongón, Chongoncito y Daular. Se trata de caminos secundarios que han surgido para responder a las necesidades de los habitantes y que terminan surcando el espacio como prueba de la más elemental intromisión del hombre en el territorio, en su afán de colonizarlo y ponerlo a su servicio.

Figuras 16-17. Vía a Daular.

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Figura 18. Vía a la Costa, relación con otras vías de Guayaaquil.

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En Cloe, gran ciudad, las personas que pasan por las calles no se conocen. Al verse imaginan mil cosas las unas de las otras, los encuentros que podrían ocurrir entre ellas, las conversaciones, las sorpresas, las caricias, los mordiscos. Pero nadie saluda a nadie, las miradas se cruzan un segundo y después huyen, buscan otras miradas, no se detienen. Italo Calvino


La morfología urbana está referida a la forma, disposición y relaciones de los elementos naturales y edificados en el espacio, es decir, los modos de organización y escala de los diferentes componentes. No obstante, esta simplicidad en la definición del término para explicar la ciudad y el territorio es sólo aparente, pues trasciende el aspecto físico, apreciable en el paisaje resultante. Es necesario incluir, además, las causas que subyacen en la transformación del territorio, es decir, los modos en que actúan los distintos agentes sociales tanto públicos como privados. Conforme con esta visión de la morfología, resulta interesante la teoría propuesta por Solà–Morales (1997) sobre el estudio de las formas de crecimiento como camino para comprender la ciudad contemporánea. Este autor propone el binomio morfologíatipología para entender, clasificar y valorar las diferentes partes de la ciudad, a partir de las maneras en que se organizan las calles, las parcelas y las casas. Así surgen los conceptos de urbanización, parcelación y edificación; la urbanización referida a la construcción de obras de infraestructura, es decir, los elementos físicos colectivos; la parcelación, como el procedimiento físico de demarcación del lote, manzana y vías de acceso y por último, la edificación, que es su construcción, propiamente dicha. Pero, no sólo se trata de la visualización de las formas resultantes, sino de los procesos que conllevan “…diferentes entre sí, con leyes y razonamientos propios de su lógica, con ritmos y condicionante social e histórico diferentes, con diferente impacto visual y estético, proyectados a veces conjuntamente y a veces con total independencia” (Solà-Morales, 1997, p.15). Como variables a considerar, el autor menciona las particularidades de las diferentes ciudades: las causas tanto estructurales (migración, desequilibrios regionales, industrialización) como indirectas (mercado del suelo, políticas y planificación) que han influido en su crecimiento; la relación entre morfología y localización y el conjunto de procesos tipológicos como resultado de las especificidades territoriales, la localización de usos y grupos sociales y económicos. Así, se propone la definición de tipos dentro del análisis de las formas de crecimiento; la complejidad de la realidad urbana y territorial requiere asumir como ruta metodológica su desagregación, con el fin de analizar los componentes en cuanto a características, interrelaciones y asociaciones; de esta manera, se opera desde un enfoque holístico. Para sistematizar la caracterización de los tipos de formas de crecimiento se procedió a la identificación y clasificación de las áreas residenciales en función de su origen y relación entre los procesos de urbanización, parcelación y edificación, por cuanto el análisis de los tejidos residenciales constituye el camino más utilizado para comprender los procesos de transformación de las ciudades contemporáneas. Un aspecto que es destacado por Rossi (1999 [1966]), “La forma en que se realizan los tipos edificatorios residenciales, el aspecto tipológico que les caracteriza, está estrechamente vinculado a la forma urbana” (p.126), concluyendo que “el estudio de la residencia puede ser un buen método para el estudio de la ciudad, y viceversa” (p. 129).

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La propiedad del suelo define las formas de ocupación En la precisión de los orígenes de los distintos asentamientos localizados en el ámbito de estudio, destacan dos formas de tenencia del suelo que han definido el proceso de ocupación: la propiedad comunal y la propiedad privada; a estas se agrega la ocupación informal, materializada en algunas localizaciones, lo cual guarda correspondencia con las condiciones periféricas de este espacio geográfico; algunas de estas ocupaciones son, inclusive, muy recientes. El origen de Chongón —poblado más antiguo según los registros encontrados— se relaciona con los chongones (Álvarez, 2002b), una de las etnias de los Huancavilcas que en el siglo XVIII se encontraba en posesión de una considerable extensión de territorio dentro de la Península de Santa Elena (AAG, 2009). Esta forma de propiedad comunal, que ha acompañado a la población desde sus orígenes, fue legitimada el 12 de agosto de 1980 cuando se inscribe en el Registro de Propiedad del Cantón Guayaquil, la Sentencia de Restitución total de las tierras comunales a favor de la Comuna San Pedro de Chongón por el Ministerio de Agricultura y Ganadería. La protocolización de documentos y plano de amanzanamiento de la cabecera parroquial de Chongón se lleva a cabo el 9 de diciembre de 1987 y unos meses más tarde, el 19 de mayo de 1988 se inscribe la Resolución con la nómina de comuneros y posesores autorizando otorgar las escrituras a su favor (AAG, 2009). La comuna de Daular fue fundada el 1 de septiembre de 193828; con respecto a la Comuna Casas Viejas, la lotización data, igualmente, de 1938, siendo inscrita en el Registro de la Propiedad, el 29 de junio de 1981. De acuerdo al Plan de Desarrollo de la Zona del aeropuerto Daular-Chongón elaborado por la Autoridad Aeroportuaria de Guayaquil en 2009, la comuna San Pedro de Chongón tenía, para ese año, una extensión de 44.000 hectáreas de propiedad comunal; Casas Viejas, 12.959 hectáreas y Daular, 10.654 hectáreas. En los casos de San Pedro de Chongón y Casas Viejas que limitan con la vía a la costa, el inicio y expansión de los asentamientos allí localizados, han sido influenciados, sin lugar a dudas, por esta circunstancia. La vinculación con la ciudad de Guayaquil facilitada por esta importante vía, ha determinado su crecimiento, recibiendo al día de hoy una gran presión por la ocupación del suelo. En el caso de Daular, su localización ha propiciado una situación muy diferente, aún no recibe los embates de la producción inmobiliaria, aunque tal como se perfila su futuro, esto no será por mucho tiempo. Con respecto a la propiedad privada, su origen se encuentra, principalmente, en las grandes posesiones destinadas a la producción agrícola y pecuaria; al norte, sin embargo, existían desde la década de los 70, algunas explotaciones mineras. De acuerdo al mapa censal de la Parroquia Chongón correspondiente a 1974, en los primeros kilómetros de la Vía a La Costa, próximo a la Urbanización Puerto Azul, destacaba la Hacienda Tres Marías; en las inmediaciones de Puerto Hondo se encontraba la Hacienda Palobamba. A medida que la ciudad se fue acercando, los propietarios sucumbieron a la tentación de ofertar el suelo para la construcción de viviendas e incursionar en el mercado inmobiliario. Así, el espacio ha sido dividido y

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En la fachada de la sede del Cabildo está inscrita la fecha de la fundación de la Comuna y del documento oficial que les avala como propietarios comunales. Registro Oficial No 0423 del 20 de octubre de 1970.

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subdividido para conformar urbanizaciones con formas y tamaños diferentes, aunque todas bajo el esquema unificado de las ciudadelas cerradas. No obstante, las haciendas no han conformado el único espacio para la incursión de los promotores privados, a ello se ha sumado la pérdida de territorio comunal. Una situación que, de acuerdo a Álvarez (2004), se debe a “ventas bajo presión, invasiones de terceros, enajenaciones del Estado, o negociaciones con empresarios” (p. 39). En el caso de la Comuna Casas Viejas, el proceso de liquidación emprendido en 1980, desencadenó una serie de acontecimientos que han llevado tanto a la venta indiscriminada de lotes como a la ocupación informal (“Comuneros de Casas Viejas”, 2014); (“En Casas Viejas vecinos”, 2017). A objeto de facilitar la visualización de la información acerca del período en que han surgido los asentamientos, se ha dividido la zona de estudio en tres tramos. En el tramo A, comprendido entre Puertas del Sol y Puerto Hondo, destaca este último como el más antiguo, erigido como una referencia importante tal como se aprecia en el mapa censal de la Parroquia Chongón (1974). Le siguen Puerto Azul, 24 de Mayo, y Puertas del Sol, como asentamientos pioneros en la zona, el primero de promoción privada y los otros dos, ocupaciones informales. De alguna manera, Puerto Azul abrió las puertas a la ocupación de un espacio dedicado, hasta entonces, a las labores agrícolas. Entre las urbanizaciones más recientes, se encuentran Bosques de la Costa, Portal al Sol II, Colinas del Bosque y Portoalegre. Dentro del tramo B predominan los asentamientos más antiguos del ámbito de estudio: San Jerónimo 1, San Gerónimo 2, Chongón y Chongoncito, localizados en la Comuna San Pedro de Chongón; Casas Viejas, Las Américas, Nueva Esperanza y Sara Patricia ubicados en la Comuna Casas Viejas. Más recientemente, dentro de la misma Comuna, se aprecia la Lotización Tiffany, cuya ocupación y venta han sido cuestionadas, según se desprende de la Resolución del M.I. Concejo Municipal de Guayaquil, publicada en fecha 15 de enero de 2016. Las urbanizaciones Oporto, Costa Real, Villas del Bosque y Ciudad Olimpo son las más recientes. En el tramo C, donde se encuentran los terrenos del futuro aeropuerto, la ocupación sólo está representada por Daular, cuyo origen como asiento de la comuna ya legalizada, se remonta a 1938, aunque probablemente haya iniciado la ocupación antes de esa fecha.

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Figura 19. Áreas residenciales, según décadas.

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Formas de crecimiento residencial. Introducción a su caracterización El inventario de los asentamientos localizados en el ámbito de estudio ha permitido realizar una clasificación basada en la forma de ocupación del suelo y agentes sociales involucrados. En el primer grupo se encuentran los asentamientos asociados a productores anónimos, vinculados originalmente a la actividad agropecuaria, es decir, los de origen comunal, donde el proceso de ocupación ha seguido, fundamentalmente, el itinerario edificación-parcelación-urbanización, aunque sin precisar el tiempo transcurrido entre las fases; muy probablemente, las dos primeras fueron desarrolladas de manera simultánea. El segundo grupo, representado por un menor número de asentamientos, está relacionado con las ocupaciones de origen informal. La posibilidad de comunicación aportada por la Autovía Guayaquil-Progreso, el avance de la ciudad y la escasez de suelo asequible en el perímetro urbano, llevó a algunas familias a organizarse para lograr una porción de suelo donde residir. Al igual que el caso anterior, el proceso siguió la ruta edificación-parcelación y luego la fase de urbanización, aunque en el caso del asentamiento 24 de Mayo, aún se mantiene una situación precaria en cuanto a prestación de servicios. En el tercer grupo se incluyen las lotizaciones, localizadas en diferentes sectores del ámbito de estudio; se trata de macrolotes ocupados por la actividad industrial y plazas comerciales; otros, muy pocos, destinados a residencias implantadas de forma aislada en parcelas de dimensiones generosas. El proceso sigue el itinerario parcelaciónurbanización-edificación. Por último, se encuentran las actuaciones de carácter unitario según el proceso urbanización y parcelación simultánea, seguidos de la edificación. Corresponde a las urbanizaciones según la modalidad de ciudadelas cerradas. Se elaboraron fichas contentivas de una muestra equivalente al 57% de las urbanizaciones de promoción privada. Allí se incluyó información relativa a localización, acceso, superficie, población, número de viviendas, año de construcción, promotora, trazado, número de lotes, áreas comunes, secciones de vías, entre otras. Estas fichas permiten visualizar las características comunes entre los diferentes fragmentos que conforman el ámbito de estudio; el interés no se centra en la individualidad o singularidad de las actuaciones sino en su vinculación a la totalidad; es decir, actuaciones aisladas que, en conjunto, van formando una realidad.

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Figura 20. Formas de crecimiento urbano.

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Las cooperativas Las Américas, Nueva Esperanza y Sara Patricia son nombres utilizados para identificar tres localidades que, a simple vista, se presentan sin diferencias, más allá del imaginario de sus habitantes. Ubicadas dentro de la jurisdicción de la Comuna Casas Viejas en el kilómetro 20, al norte de la Vía a La Costa, poseen cuatro accesos independientes desde la calle de servicio que acompaña a la vía de mayor jerarquía. Las calles se disponen de forma paralela, dos de las cuales se interceptan en un intento por conformar circuitos. Las viviendas se implantan en hilera, según lo determinan los trazados de las calles que les sirven de acceso. Al igual que las cooperativas mencionadas anteriormente, a Casas Viejas se accede desde la Vía a La Costa; su localización estratégica le ha convertido en centro de grandes apetencias inmobiliarias; diariamente se observan avisos ofertando terrenos, proyectando importantes cambios en los usos actuales. En su origen se advierte el proceso de edificación-parcelación-urbanización con temporalidades distintas. San Jerónimo 1 y San Gerónimo 2 constituyen dos asentamientos localizados sobre la Vía a La Costa, separados por la vía de ingreso al poblado de Chongón. Sus orígenes están relacionados, justamente, con el trazado de esta vía. Además de los lotes, de menores dimensiones, destinados a viviendas, se encuentran macrolotes destinados a actividades industriales y otros servicios de apoyo. Uno de los macrolotes localizados en San Gerónimo 2 fue vendido a particulares para la construcción de la urbanización denominada Ciudad Olimpo. Chongón conforma el asentamiento de mayor antigüedad en la zona de estudio, si bien el trazado actual posee una organización en forma de cuadrícula, no ha sido siempre así. De acuerdo a testimonio de un vecino referido por Burmester (2005), a mediados del siglo XX, había apenas, unas catorce casas de caña y madera localizadas alrededor de la albarrada en el centro del poblado; posteriormente, a finales de la década de los setenta, la Comuna realizó una lotización y procedió a vender terrenos tanto a los inscritos en la Comuna de Chongón como a particulares29. En la delimitación del poblado destacan, al norte, Ciudad Olimpo y tierras comunales, al este y sur, terrenos de propiedad privada y al oeste, el río Cerezo. Daular constituye el asentamiento más importante dentro de la comuna del mismo nombre. Sus orígenes están vinculados a la labranza de la tierra y si bien no se puede precisar la fecha en que se inició la ocupación, se conoce que para septiembre de 1938 tuvo lugar el registro oficial de la constitución de la comuna que lleva su nombre, fungiendo este centro poblado como sede del Cabildo de gobierno. En la primera década del siglo XXI, la superficie ocupada era de unas 25 hectáreas (AAG), en el 2017 casi se ha duplicado. La importancia adquirida en los últimos años radica en su cercanía —tan solo dista 2 kilómetros— al terreno donde se proyecta la construcción del futuro aeropuerto, parte del cual fue expropiado en 1989 a la comuna de Daular, en total, unas 600 hectáreas. El sitio donde se implanta luce como un cruce de caminos que le permiten vincularse con otras poblaciones, Chongón, Chongoncito y Safando; destaca, igualmente, una vía de aproximadamente 10 kilómetros que le vincula a la Autovía Guayaquil-Progreso (E-40). 48|

29 Los lotes están registrados en el Plano urbano de Chongón. Levantamiento planimétrico de solares y manzanas, 1987 y 2002.


Tanto en el trazado como en la implantación de las viviendas, se advierte el crecimiento orgánico, según lo ha permitido la topografía y el principal curso de agua, el río Daular, que cruza la zona y que les ha causado algunos estragos. Como forma de crecimiento se asocia al proceso edificación-parcelación y más adelante, la fase de urbanización.

Tabla 4. Asentamientos de origen comunal.

Figura 21. Chongón.

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Figura 22. Casas Viejas.

Figura 23. San Jerónimo 1 y San Gerónimo 2.

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Figura 24. Las Américas, Nueva Esperanza y Sara Patricia.

Figura 25. Daular.

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Puertas del Sol se localiza al sur de la vía a La Costa, desde la cual se ingresa en el kilómetro 8,5; se comunica, a su vez, con la vía Perimetral, al este. Un muro le separa de la urbanización Puerto Azul ubicada al oeste, mientras que al sur, la Reserva Faunística Los Manglares del Salado se impone como borde. Inicialmente denominada Vicente Rocafuerte, surge en 1982 como producto de la ocupación de terrenos de la Junta de Beneficencia por parte de un grupo de veinte personas (“Puertas del sol es el primer asentamiento”, 2013) lo cual da cuenta del proceso de su formación, edificaciónparcelación-urbanización, aunque esta última fase tardaría años en concretarse. En efecto, en 2004 se lleva a cabo la regularización de la propiedad y con ello la dotación de servicios y mejora de las vías. Actualmente cuenta con comercio variado, iglesia y escuela. En su trazado predomina la retícula, con manzanas de dimensiones variadas. La cooperativa 24 de mayo se encuentra al sur de la vía a La Costa, ingresando a la altura del Kilómetro 14,5, limita al norte con Logos Academy, al sur con la Reserva Faunística Los Manglares del Salado, al este con la urbanización Terranostra y al oeste con terrenos baldíos. De acuerdo a información suministrada por los vecinos, su origen se remonta a 1987 y habitan, en la actualidad, unas 300 familias (“En 24 de Mayo los vecinos”, 2017). A pesar del tiempo transcurrido, las condiciones físicas son bastante deplorables. Sigue siendo un sitio lleno de lodo y mosquitos. No tenemos un buen sistema de alcantarillado; cada vez que llueve las calles se inundan y tenemos que salir a coger carro a la carretera que está a más de un kilómetro de distancia. Los recolectores de basura vienen 2 veces por semana y eso no es suficiente (“En 24 de Mayo los vecinos”, 25 de febrero de 2017).

En el Mapa Censal de 1974 se advierte la presencia de Puerto Hondo como sitio de referencia. Se inicia con la ocupación de terrenos pertenecientes a la Hacienda Palobamba por parte de algunos agricultores; posteriormente, el 12 de octubre de 1976 es constituido como Recinto por la Asociación de Pequeños Agricultores . En la imagen actual se aprecia la estructuración del trazado a partir de una vía principal (diagonal a la Vía a La Costa) que marca la localización de la plaza, la iglesia, centro de salud y un campo deportivo. Esta vía lleva directamente hasta el balneario localizado a orillas del estero Puerto Hondo, donde se ha construido un parque acuático con gran afluencia de visitantes. Su promoción como espacio recreacional se advierte en la proximidad al acceso.

Tabla 5. Barrios de origen informal.

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Figura 26. Puertas del Sol.

Figura 27. Puerto Hondo.

Figura 28. Cooperativa 24 de mayo.

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En diferentes sectores del ámbito de estudio se aprecian algunas vías que ingresan al territorio tanto al norte como al sur de la Vía a La Costa, cuya finalidad es dar servicio a los diferentes lotes en que se ha dividido el espacio. Estas vías lucen como intromisiones unitarias, sin intención de enlazarse a otros lugares vecinos, contribuyendo en la fragmentación del espacio. Dentro de esta clasificación destaca la Lotización Fincas Vacacionales Tiffany localizada en jurisdicción de la Comuna Casas Viejas. Este proyecto se encuentra apenas en la parcelación como primer momento del proceso de formación. Predominan los vacíos o terrain vagues, característicos de los paisajes periféricos. Se perciben viviendas rurales unifamiliares con espacios dedicados a la actividad agrícola o cría de animales; los lotes se encuentran delimitados por paredes o cercas y algunas construcciones han quedado inconclusas, posiblemente, por la ausencia de servicios básicos y equipamientos; predomina la altura entre 1 y 2 pisos. En general, corresponde a los denominados “territorios morfológicos” de baja densidad (Font, 2007), aún indefinido en su estructuración y constitución.

Figura 29. Lotización Tiffany. Fuente: Canal TV UCSG (2017).

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Constituye la forma de crecimiento más numerosa en el sector de estudio, en total, se contabilizaron 28 urbanizaciones, de las cuales, el 40% se encuentran en el primer tramo, lo cual resulta lógico por la cercanía a Guayaquil. A excepción de Ciudad Olimpo ubicada en San Gerónimo 2, todas las agrupaciones de vivienda poseen su acceso desde la Vía a La Costa, o desde la calle de servicio. La imagen ofrecida por el conjunto de las urbanizaciones es de una diversidad de fragmentos autónomos que “cuelgan” de la vía. La diferencia entre las urbanizaciones localizadas al norte y las ubicadas al sur es notoria; las primeras tienen sobre sí la amenaza de las canteras, traducida en polución, ruido, etc.; al sur, por el contrario, las urbanizaciones van intimidando el espacio natural circundante, invaden los límites impuestos por los manglares, ganando, solapadamente, mayor espacio para la comercialización. Existe una gran diversidad de urbanizaciones en cuanto a superficie, geometría, trazados y parcelarios, así van adaptando su diseño a las divisiones y subdivisiones realizadas por propietarios y promotores. Puerto Azul, la de mayor superficie, posee 131,91 hectáreas, aproximadamente; la más pequeña, Colinas del Bosque, posee 1,20 hectáreas. Un aspecto destacable es el aislamiento en que se sumergen algunas de estas ciudadelas, fragmentos dentro de fragmentos; entre estas, Bosques de la Costa y Belo Horizonte. En cuanto al tipo edificatorio, predominan las viviendas unifamiliares, algunas como Puerto Azul han incorporado residencias multifamiliares; otras como Costalmar y Villas del Bosque son exclusivamente multifamiliares. Cada una reserva dentro de su espacio, lugar para las áreas comunes, las cuales incluyen salón de fiesta, parque infantil o piscina. A excepción de Puerto Azul que ha incorporado comercio y otros servicios, todas las urbanizaciones dependen de lo ofrecido por el resto de la ciudad para satisfacer sus necesidades. Tabla 6. Urbanizaciones privadas.

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Figura 30. Arcadia.

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Figura 31. Costalmar I.

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Figura 32. Casa Club.

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Figura 33. Porto Vita.

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Figura 34. Vía al Sol.

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Figura 35. Puerto Seymour.

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Figura 36. Punta Esmeralda.

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Figura 37. Portal al Sol.

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Figura 38. Portofino.

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Figura 39. Laguna Club.

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Figura 40. Valle Alto.

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Figura 41. Torres del Salado.

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Figura 42. Belo Horizonte.

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Figura 43. Terra Nostra.

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Figura 44. Bosques de la Costa.

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Figura 45. Puerto Azul.

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En la expansión de Guayaquil se ponen de manifiesto fenómenos característicos de las urbes contemporáneas, entre estos, la privatización de los espacios y la fragmentación territorial. Asociado a conceptos de desintegración o descomposición, este término multidimensional intenta denotar la creciente fractura experimentada en distintos planos: sociales, espaciales y administrativos. En los orígenes de la fragmentación se subrayan, reiteradamente, aspectos relativos a la compartimentación funcional, ruptura espacial y segregación social; sin embargo, el proceso de fraccionamiento que afrontan las urbes contemporáneas requiere de nuevas explicaciones. En tal sentido, diversos autores han venido enfatizando la incidencia de la globalización en las dinámicas sociales actuales y los consecuentes efectos en el espacio de las ciudades (Cuervo, 2003; Ciccolella, 2011). Debates intensos y ópticas disímiles para explicar las consecuencias de este proceso de carácter mundial, han puesto de manifiesto la faceta individualista en que se ha sumergido la sociedad actual; aspecto destacado por Castoriadis en entrevista realizada por Terré y Malaurie (2006) y que había sido mencionado, igualmente, por Morin (1998). Marcuse (2004) [1994] en su introducción del término Quartered city refiere a la partición de las ciudades por motivos funcionales y sociales. Enfatiza la vinculación existente entre las diferencias sociales y el espacio que ocupan los distintos grupos e identifica cinco tipos de “ciudades separadas pero interdependientes” (Marcuse, 2004, p. 85). Asociados a estas ciudades describe los muros, que funcionan unas veces como barreras simbólicas y, en otras ocasiones, como límites reales. La fragmentación también es atribuida a la adopción de modelos exógenos en la configuración de las periferias metropolitanas. El modelo de crecimiento norteamericano y los patrones de ocupación del territorio, impulsados por los agentes inmobiliarios, se erigen como símbolos de la descomposición urbana. Al respecto, De Mattos (2007) refiere que como consecuencia “…las ciudades están viviendo una aguda intensificación de la mercantilización del desarrollo urbano”, (p.83), lo que lleva a “la agudización o la preservación de una ciudad desigual y fragmentada en América Latina” De Mattos (2007, p. 94). Cada vez se extiende la imposición de lo privado sobre lo público en distintos grupos de la población “…tienden a valorizar (…) la casa sobre la calle, el hogar con relación a la salida comunitaria, la urbanización encerrada frente a la ciudad integrada” (Lacabana y Cariola, 2001, p. 27). Obviamente, las áreas residenciales representan, proporcionalmente, la mayor parte del espacio de las ciudades y contribuyen, significativamente, a denotar sus cualidades. Lindón (2006) refiere el aporte que realizan las viviendas a la deconstrucción de la ciudad, bien sea a través de la ocupación de terrenos en sitios cada vez más alejados o en los intersticios y vacíos localizados en su interior. Cuando refiere a la casa búnker, propia de los suburbios latinoamericanos, esta autora alude a la existencia de una doble frontera que fomenta el ensimismamiento de los individuos. De manera similar, Muxi (2004) destaca este fenómeno en Buenos Aires. Esta investigadora denota la intromisión de las nuevas áreas residenciales en la ciudad construida, donde el tejido urbano existente sólo sirve de soporte; las edificaciones se instalan de espaldas a la ciudad. “La fachada como conformadora esencial del espacio urbano de la calle se 72|


transforma en empalizada o reja, perdiéndose así el espacio permeable de transición y relación entre lo público y lo privado” (p. 69). La presencia casi absoluta de las ciudadelas cerradas como tipo residencial denota la pérdida de valores relacionados con la sostenibilidad urbana, así se conforman fragmentos aislados tanto morfológica como funcionalmente, donde es indispensable el vehículo privado para la movilización y que sugieren una débil vinculación social (Barba y Mercadé, 2007). La implantación de ciudadelas cerradas, como tipos habitacionales casi exclusivos de las últimas décadas, denota serios problemas en el comportamiento de esta importante metrópoli de la costa ecuatoriana. La incursión inmobiliaria se encuentra apegada a idénticos modelos privatizadores del espacio; así, en el avance sobre territorios periféricos, el paisaje resultante refleja una marcada monotonía, ausencia de significación urbana, y dificultad para cohesionar actividades y población. El excesivo control a la movilización de las personas atenta contra la libertad individual y colectiva, va compartimentando la ciudad y segregando a los diferentes componentes de la sociedad. En Guayaquil la magnitud del fenómeno del enclaustramiento y privatización de la ciudad, demanda de mayor atención, no sólo en lo morfológico sino en lo económico y social. Es importante, por lo tanto, reconocer las dinámicas en curso y buscar otras alternativas que permitan manejar eficientemente la gestión urbana y territorial.

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La espacialidad rural hace tiempo que ha desaparecido bajo los lazos de la autopista, movilidad y tecnología, suministro y consumo, energía e información reflejan en sus infraestructuras todos los signos de la expansión sin límites, junto a la incapacidad de proyectos críticos e imaginativos para controlar estas hipertrofias del crecimiento urbano. Antonio Fernández Alba


El territorio constituye el soporte físico sobre el que se asienta la sociedad, la cual actúa de diversas maneras dejando una huella, dando forma y proyectando su realización mediante el paisaje resultante; así, el paisaje se conforma como una obra colectiva, una construcción cultural y, como tal, refleja su dinamismo, está en constante evolución, a la vez que guarda relación con la identidad (Aponte, 2003). El concepto de paisaje alberga una gran cantidad de significados, dependiendo de la actividad a la cual se vincule en un determinado momento y desde la óptica que se aprecie. De acuerdo al Convenio Europeo del Paisaje, se define como “…cualquier parte del territorio tal como la percibe la población, cuyo carácter sea el resultado de la acción y la interacción de factores naturales y/o humanos” (Consejo de Europa, 2000). Al denotar el ámbito de aplicación del Convenio se aclara que “…abarcará las áreas naturales, rurales, urbanas y periurbanas. Comprenderá asimismo las zonas terrestre, marítima y las aguas interiores. Se refiere tanto a los paisajes que puedan considerarse excepcionales como a los paisajes cotidianos o degradados” (art. 2). Según esta definición se trata de una expresión de gran amplitud, cuyo significado dependerá de la disciplina desde la cual se analice. En todo caso, es innegable la importancia que ha adquirido su estudio desde la ingeniería y la arquitectura, por su relación con las principales actuaciones que lo transforman, mientras que otros saberes como la ecología, la geografía y el urbanismo han asumido el rol de su estudio, planificación y gestión. Másmela (2010) se refiere a dos enfoques para abordar conceptual y metodológicamente el estudio del paisaje, “el paisaje visual y el paisaje ecológico” (p. 15). El primero, denominado por Gómez (2010) como la dimensión psicológica, está relacionado con las percepciones, integra “… todos aquellos aspectos del aprendizaje y de la cultura que modifican la forma de ver y de interpretar un paisaje” (p. 93); de esta manera, “…pueden existir muchos paisajes subjetivos” (p. 93). La percepción, sin embargo, no debe asociarse a una imagen fija, por cuanto se trata de una experiencia cargada de dinamismo, donde intervienen todos los sentidos; el espectador se involucra activamente para formar parte del paisaje y transformarlo, los paisajes “…se experimentan y se sienten” (Prieto, Castellanos, González y Raigada, 2009, p. 12). El paisaje ecológico denominado por Gómez (2010) como “la dimensión física” o “la realidad objetiva del paisaje” (p. 89), es concebido como un sistema integrado por tres componentes o subsistemas: el abiótico (suelo, relieve, aire, agua, clima); biótico (flora, fauna y seres humanos) y antrópico (elementos construidos por el hombre para el funcionamiento de la vida social y económica) (Gómez, 2010; Pascual, Recatalá, Sánchez, Belenguer y Arnau, 2001). Por su parte, De las Rivas Sanz (2013), refiere al paisaje “…compuesto por una estructura y las unidades espaciales en que se configura su mosaico, además de por los contenidos que lo cualifican” (p. 81). Al referirse a las interacciones entre los componentes del paisaje, Zulaica, Ferraro y Fabiani (2009) afirman que éstas “…expresan en ocasiones desequilibrios que se manifiestan en problemas de incompatibilidad de usos de suelo, procesos de contaminación, insuficiencia de infraestructura y servicios, exposición a situaciones de

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riesgo, fragmentación territorial, etc.” (p. 190). Una realidad que es expresada, igualmente, por Prieto et. al (2009) cuando refieren que la transformación del territorio se trata de “…un proyecto social, a veces inconsciente” (p. 45), con resultados heterogéneos, no siempre deseados. El paisaje es considerado como un compuesto altamente vulnerable (Aponte, 2003). De esta manera, ambos enfoques -visual y ecológico- integran la acepción contemporánea del paisaje, contribuyendo a su comprensión holística. Gómez (2010) al referirse al análisis del paisaje, asevera que “…es necesario estudiar tanto su realidad objetiva, su percepción visual, como también la valoración de su imagen. Estos tres aspectos estudiados integralmente, lo objetivo, lo sensorial y lo simbólico, permiten una visión más consecuente con el desarrollo integral del paisaje” (p. 71). Una afirmación que es seguida por otros autores, entre estos, Fernández (2003). Los problemas derivados de la expansión de las áreas urbanas sobre el territorio circundante y la emergencia del paradigma de la sostenibilidad han llevado a considerar la importancia del estudio del paisaje como eje vertebrador de la ordenación del territorio. Así lo destacan García y Borobio (2012), El paisaje ha reaparecido con fuerza en la cultura contemporánea, a ambos lados del Atlántico. Esta recuperación del término paisaje viene de la mano de una creciente preocupación ambiental y ecológica, de la presión que el turismo ejerce sobre determinados espacios, del trabajo de las regiones por mantener su identidad y del profundo impacto que el crecimiento disperso y difuso está ocasionando en las áreas rurales. Esta nueva fuerza del paisaje tiene que ver con el alcance y las oportunidades que ofrece frente al urbanismo actual, la capacidad de analizar y teorizar territorios, ecosistemas, redes e infraestructuras, así como de planificar vastas extensiones vacías o urbanizadas (p. 115).

En este mismo orden de ideas, De las Rivas Sanz (2013) destaca la importancia de la incorporación del estudio del paisaje en la ordenación del territorio. La planificación del territorio debe propender a la protección, ordenación y gestión del paisaje, a través del establecimiento de directrices y estrategias específicas y lograr, de esta manera, el mejoramiento de la conectividad ecológica, funcional y visual de los elementos que lo integran, preservando la identidad de cada lugar (Generalitat Valenciana, 2012). No obstante esta importancia, De las Rivas Sanz (2013) expone los grandes vacíos existentes en el conocimiento, comprensión e interpretación de los procesos naturales; una deficiencia que podría ser superada mediante “una correcta lectura del paisaje” (p. 80). Para su abordaje se requiere, entonces, el rigor intelectual y metodológico aportado desde distintas disciplinas, entre las que destacan la ecología y la geografía (Vila, Varga, Llausàs y Ribas, 2006; De las Rivas Sanz, 2013), sin desmerecer las contribuciones de otros saberes como la arquitectura del paisaje, historia, economía, sociología y planificación. Se conforma así la denominada ciencia del paisaje (Gómez, 2010; Lucio y Gutiérrez, 2011) o la ecología del paisaje (Vila, et. al, 2006). En el estudio del paisaje han surgido, con igual fuerza, metodologías de carácter cuantitativo y aproximaciones cualitativas, en cuya matización influye directamente el 78|


enfoque dominante en el estudio, el visual o el ecológico. A efectos de estructurar los análisis y las valoraciones, algunos autores se han decantado por la presentación de los atributos (Arévalo, Gómez, Pacheco, Gamarra, Cabrera e Iglesias, 2008; Seia, 2013). Existen tres tipos de atributos para la evaluación del paisaje: biofísicos, estéticos y estructurales. Los atributos biofísicos comprenden la expresión visual de cada uno de sus componentes bióticos, como los animales y la vegetación, y físicos, como el relieve, suelo y agua. Los atributos estructurales consisten en las relaciones espaciales entre los distintos componentes que conforman el paisaje, o entre los distintos ecosistemas presentes (Saura, Elena-Rosello y Gómez-Sanz, 2014). Los atributos estéticos se refieren a las características estéticas propias del lugar, tal y como son percibidas visualmente, en cuanto a color, forma y textura. A efectos de este estudio se optó por la clasificación de los atributos aportada por Seia (2013). Entre los atributos físicos se definieron los rasgos geológicos, geomorfológicos, relieve, hidrografía y ecosistemas. Con este fin se revisaron informes elaborados por distintos organismos e investigaciones previas; se generaron mapas temáticos, a partir de archivos de diferentes fuentes oficiales en formato shapefile y raster. Entre los atributos estructurales se consideraron los usos de suelo, áreas protegidas y bosques protectores, determinando aspectos relativos a los conflictos generados. Para el análisis temporal de variaciones en el uso del suelo se emplearon imágenes multiespectrales correspondientes a los años 2002 y 2016. A continuación, se realizó una clasificación no supervisada, mediante la aplicación de un método matemático de agrupamiento o clustering que identifica grupos de pixeles con un comportamiento espectral similar; estos grupos fueron asignados a una clase particular, en este caso, de cobertura de suelo. Así, para la clasificación no supervisada se incluyeron varias fases: exploración y pre procesamiento de la información, clustering y clasificación de pixeles; finalmente, se llevó a cabo el procedimiento de post clasificación mediante el filtrado de clases y recorrido de campo. Uno de los inconvenientes afrontados fue la exclusión de una porción de territorio al noreste del ámbito de estudio, por la imposibilidad de contar con la imagen adecuada, es decir, con una escena libre de nubosidad y resolución espacial de 15 metros. En el fragmento localizado al suroeste, fue posible completar posteriormente el análisis para el año 2016. La descripción de los atributos estéticos se realizó con el apoyo del relevamiento fotográfico y observación en sitio. Se valoró la calidad visual según la siguiente escala: Destacada, alta, media y baja, dependiendo de la prevalencia en la valoración de los atributos.

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El soporte territorial. Atributos físicos Geología En este aparte se describen las formaciones geológicas, los tipos de rocas y depósitos superficiales que se encuentran en el área de estudio. Estos han sido identificados a partir de la información contenida en los mapas temáticos elaborados por Senplades (2011) y ordenados, según su importancia, en cuanto a extensión (km2). En los límites de la poligonal, al noreste, se encuentra la Formación Cayo, que ocupa 4,88 % de la superficie del área de estudio, aunque su localización no se encuentra inmediata a la carretera Guayaquil – Santa Elena. Aflora a lo largo de la Cordillera Colón Colonche y consta de colinas de 50 hasta 100 m de altura; vertientes de forma cóncava y cimas redondeadas, compuesta de una serie de sedimentos duros y resistentes a la erosión de hasta 3000 metros (Senplades, 2011). Al sur de la Formación Cayo se encuentra la Formación Miembro Guayaquil o Guayaquil; sus colinas varían de 80 a 100 m de altura, con vertientes de tipo cóncavoconvexas; hacia el oeste, en este mismo nivel estratigráfico se pueden encontrar colinas con mayor altura, de 100 hasta 200 m. Esta formación se encuentra en la Cordillera Chongón Colonche. La Formación San Eduardo se ubica contigua a la zona urbanizada. Descansa sobre la Formación Miembro Guayaquil y está conformada principalmente por caliza, una roca sedimentaria que consta de al menos un 50% de carbonato cálcico y por esta propiedad representa un gran interés económico para la industria cementera, metalúrgica y constructiva. Justamente, a lo largo de las Formaciones San Eduardo y Miembro Guayaquil se encuentran ubicadas las canteras que utilizan estos materiales para producir agregados para la construcción. Los impactos ambientales de las actividades de explotación minera, en general, son muy elevados, debido a la afectación de los recursos naturales, disminución de la cobertura vegetal por desbroce de las superficies para poder extraer minerales de las formaciones. El daño causado sobre las Formaciones San Eduardo y Miembro Guayaquil, es principalmente la modificación del relieve y, por consiguiente, del paisaje. Las Formaciones del Grupo Ancón están conformadas por brechas sedimentarias, areniscas poco compactas interestratificadas con argilitas, lutitas y arcillas (Senplades, 2011). En el mapa se perciben a nivel de pequeñas áreas dentro del ámbito de estudio, tanto al norte (Lotización Tiffany) como al sur de la Vía a La Costa. Las Formaciones del Grupo Azúcar se aprecian cercanas al poblado de San Pedro de Chongón, principalmente. Están constituidas por areniscas cuarzosas medianamente compactas y microconglomerados (Senplades, 2011). La Formación Miembro Zapotal se encuentra localizada en los terrenos del futuro aeropuerto y de la población de Daular. Esta formación tiene un alto contenido de areniscas gruesas, con bancos de conglomerados y lutitas; está asociado a relieves ondulados muy bajos, bajos y medios (Senplades, 2011). 80|


Figura 46. Geología. Fuente: Elaboración propia, basada en Senplades (2011).

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La Formación Progreso es casi imperceptible, se encuentra al suroeste en las adyacencias de Daular; está integrada por areniscas blandas, arcillas grises y lutitas (Senplades, 2011). Finalmente, se ubican los Depósitos Coluvio Aluviales, Aluviales y Marinos, que comprenden un poco más del 36,93% de la superficie del área de estudio. Los Depósitos Marinos se encuentran en el área correspondiente al manglar, mientras que los Depósitos Coluvio Aluviales y Aluviales se ubican a la altura de las camaroneras, hacia el sur de la Vía a La Costa. Estas formaciones corresponden a depósitos formados por la acción de arrastre de los cuerpos aluviales y reciben materiales por influencia de los relieves que los rodean (Senplades, 2011). En el mapa correspondiente a las formaciones geológicas, se presentan, igualmente, las fallas geológicas existentes en el sector según información de la Dirección General de Geología y Minas de 1974, identificadas como Falla Colonche, Falla Carrizal y Falla Estero Salado; las indicadas con dirección Noroeste-Sureste son consideradas principales. Tabla 7. Unidades geológicas en el área de estudio.

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Figura 47. Ingreso a una de las zonas de explotación de la roca caliza.

Figuras 48-49. Explotación minera a cielo abierto.

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Geomorfología Guayaquil se puede definir como una ciudad de topografía plana con algunas irregularidades, debidas principalmente, a la influencia de la Cordillera Chongón Colonche, cadena montañosa correspondiente a la eco-región Bosque Seco Ecuatoriano. Esta cordillera se inicia al oeste de la ciudad y avanza hacia la costa en un recorrido de 95 km en sentido sureste - noroeste (Fides, 2012). Constituye una de las cinco unidades ambientales identificadas en el cantón Guayaquil y se encuentra asociada a las formaciones geológicas Piñón, Cayo y San Eduardo. Entre las unidades morfológicas –según la forma del relieve– identificadas en esta Cordillera se encuentran “…relieves ondulados, colinados muy bajos, bajos, medios y altos, superficies de erosión, vertientes de superficie de erosión, superficies y frentes de chevrón” (Senplades, 2011). De acuerdo a lo expresado por la Fundación para la Investigación y Desarrollo Social (Fides, 2012), “…existe un proceso acelerado de deforestación especialmente en la vertiente oriental de la cordillera, por la ampliación de la frontera agrícola, la conversión de bosque en pastizales y por actividades de elaboración de carbón” (p. 10).

Figura 50. Ámbito de estudio. Fuente: Google Earth (2017).

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Figura 51. Modelo de elevación. Fuente: Elaboración propia, basada en SIG (2013).

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Dentro del área de estudio, se pueden identificar 13 unidades geomorfológicas, de acuerdo a los mapas temáticos elaborados por Senplades (2011). Las unidades con mayor presencia son el relieve colinado bajo y muy bajo que corresponden a elevaciones con desniveles relativos hasta de 25 m y 15 m, respectivamente. Estas unidades se encuentran localizadas de manera dispersa, las primeras, hacia el noreste (sede de la Espol) y en las inmediaciones del centro poblado San Pedro de Chongón. El relieve colinado medio y alto se encuentra al norte de la Vía a La Costa, en la Cordillera Chongón Colonche; se trata de elevaciones con desniveles relativos que alcanzan los 100 y 200 metros, respectivamente; allí se encuentran asentadas más del 78,13% de las canteras de Guayaquil (Coello, 2012). El relieve ondulado corresponde al 9,61% de la superficie del ámbito de estudio; corresponde a unidades con desnivel inferior a 5 m y se encuentran al suroeste. La terraza media comprende superficies planas con pendientes hasta de 5%; se encuentran bordeando áreas ocupadas al norte y sur de la Vía a La Costa y al sur y sureste de San Pedro de Chongón. La unidad denominada terraza baja corresponde al lecho del río Chongón y está sujeta a la crecida de este curso de agua. El valle fluvial comprende una forma de relieve principalmente alargada, pendiente inferior al 5%; en el sector se encuentra intercalado entre unidades de relieve ondulado y relieve colinado muy bajo, tiene como ejes a los ríos Daular, Del Medio y Aguas Blancas.

Tabla 8. Rasgos geomorfológicos.

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Figura 52. Unidades morfológicas. Fuente: Elaboración propia, basada en Senplades (2011).

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La vertiente de superficie de erosión es definida como una ladera de pendiente media a fuerte que recorta ampliamente a las superficies de erosión, se encuentra bordeando las instalaciones de Holcim Ecuador, al norte. Colindando con esta unidad se encuentra el glacís de esparcimiento, de suave pendiente, generalmente formada por la erosión y posterior deposición de las partículas finas de un cono de evacuación o una ladera, actúan como área de captación de caudales hídricos, condiciones que han sido minimizadas con la presencia de las canteras. El coluvio aluvial antiguo, con muy pequeña representación en el ámbito de estudio, son pequeñas disecciones que se encuentran entre las unidades de relieve colinado alto y relieve colinado medio, al noreste. La unidad de nivel plano posee pendientes inferiores al 2%, son afectadas por inundaciones, se localiza al sureste del ámbito de estudio. Las superficies de marisma corresponden a áreas habitualmente inundadas, con topografía plana, que no supera el 2% de pendiente, coinciden con las áreas de manglares. Las mayores elevaciones en el ámbito de estudio se encuentran al noreste, hasta 200 metros, información que se corresponde con el tipo de unidades geomorfológicas, correspondiente al relieve alto y medio, de la Cordillera Chongón Colonche. En el sector medio, las mayores cotas son de 25 metros y se localizan al este de San Pedro de Chongón; al suroeste predominan las cotas bajas, entre 0 y 15 metros.

Figuras 53. Relieve cotas altas.

Figuras 54. Relieve cotas bajas.

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Figura 55. Relieve. Fuente: Elaboración propia, basada en Senplades (2011).

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Hidrografía La ciudad de Guayaquil está marcada por la presencia del río Guayas y el estero Salado, afluentes importantes que confluyen en el Golfo de Guayaquil, accidente geográfico que forma parte de la costa sur del litoral ecuatoriano y recibe el caudal de aproximadamente veinte ríos. La fusión del mar y del río Guayas, en su desembocadura en el canal de Jambelí denota una importancia enorme para la actividad pesquera y comunicación con el resto del mundo; constituye uno de los sitios más productivos de la costa este del Pacífico en América del Sur. Las aguas saladas penetran el continente a través del canal del Morro, mediante una gran cantidad de esteros, cuyos meandros conforman un sistema estuarino de gran importancia. El principal estero es el Salado de aproximadamente 60 km de longitud, el cual se encuentra influenciado por corrientes oceánicas, flujo y reflujo de mareas, por la convergencia del agua tropical cálida de poca salinidad procedente del norte y aguas subtropicales frías y salinas provenientes del sur, así como por la intromisión directa de aguas continentales de 15 cuencas hidrográficas que, en conjunto, drenan un área de 1500 km2 (Cárdenas, 2010). Mientras avanza a Guayaquil se ensancha, encontrándose además del canal principal, canales secundarios y riachuelos que se extienden al noreste del continente, el canal principal se estrecha gradualmente, terminando en ramales que se adentran en la ciudad. Guayaquil se encuentra influenciado, además, por el río Guayas, por cuanto se encuentra situada en la cuenca baja de este río. Este importante curso de agua está formado por siete subcuencas; sus afluentes más importantes son los ríos Daule y Babahoyo, que le aportan con un 40% y 60% del caudal, respectivamente (Soledispa, 2002). El área de estudio se encuentra ubicada dentro de la cuenca del río Guayas, que a su vez se subdivide en diferentes subcuencas y microcuencas. Al sur, se encuentra el estero Salado y varios canales y sub canales que drenan hacia el interior de la zona oeste de la ciudad de Guayaquil. En el ámbito de la poligonal de la zona I (Chongón), se identifican cinco cuencas hidrográficas. La cuenca del río Chongón posee una superficie total de 538 km2 ocupando la mayor proporción del ámbito de estudio, aproximadamente 68,05%. Sigue en importancia, la cuenca del estero Bajen, abarcando una superficie de 45,09 km2. Sobre esta cuenca se sitúa Daular y los terrenos donde se construirá el nuevo aeropuerto de Guayaquil. Al noreste del sector se encuentran las cuencas del estero Petrillo, del estero Sin Nombre y la Unidad Hidrográfica 15111. Tabla 9. Cuencas Hidrográficas.

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Figura 56. Red hidrográfica de Guayaquil. Fuente: Elaboración propia, basada en Senplades (2011).

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Figura 57. Curso de agua al norte de la Vía a la Costa.

Figura 58. Yacht Club de Puerto Azul, estero Santa Ana. Fuente: El Universo, 9 de julio de 2015.

Figura 59. Estero Puerto Hondo.

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Figura 60. Cuencas hidrográficas del área de estudio. Fuente: Elaboración propia, basada en Senagua (2011).

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Para tener una mejor comprensión de la hidrografía se la describe según tres tramos (A, B y C), estableciendo su lectura de este a oeste. Al sur de la Vía a La Costa, en el tramo (A), se encuentra la influencia directa del estero Salado y sus ramificaciones, justamente, uno de sus ramales constituye el límite de la poligonal del ámbito de estudio, al este. Esta profusión hidrográfica convierte a esta zona, en un área con gran disponibilidad de recursos, sin embargo, está seriamente amenazada debido al acelerado crecimiento urbano que tiene lugar. Al sur de la Urbanización Puerto Azul, se encuentran el estero Plano Seco y el estero Aguas Piedras, derivaciones del estero Santa Ana, en cuyos bordes se encuentra el muelle de la urbanización. El estero Santa Ana recibe, a su vez, las aguas del estero Tres Bocas, en cuya margen se localiza la estación de bombeo de la empresa estatal Hidrocarburos del Ecuador EP PetroEcuador, que funciona como puerto marítimo para el arribo de buques petroleros a nivel nacional. A partir de Tres Bocas, en dirección oeste, se abre paso un nuevo ramal que lleva el nombre de estero Mogollón, que irriga otro brazo denominado estero La Madre. Dentro del mismo cauce del estero Mogollón, internándose hacia la zona urbanizada, se desprenden varios ramales relacionados directamente con algunas de las urbanizaciones. A la altura de la población de Puerto Hondo, se desprende un nuevo brazo con el mismo nombre, el cual más adelante desemboca en el estero Sabana Grande. Esta zona ha sido intervenida con la construcción de camaroneras. Al norte, en el mismo tramo A, se observan algunos cursos de agua, varios de los cuales son de carácter intermitente y se originan en la Cordillera Chongón Colonche, llegando hasta el borde de la vía o desembocando en el sistema estuarino al sur. Destacan en el sector, la quebrada Canoa y el estero Manantial, los cuales se han visto influenciados por el asentamiento de viviendas en sus riberas.

Figura 61. Sección AA, tramo A.

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Figura 62. Topografía e hidrografía, tramo A.

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En el tramo B al norte de la vía, se encuentran varios cursos de agua, entre éstos, el estero Manantial, quebradas Guayjaso y Gallego y ríos Candil y Aneta; tanto las quebradas como los ríos se dirigen hacia el sur, trasponiendo la carretera; en sus alrededores se han instalado edificaciones, afectándolos directamente. Al sur de la vía, se sitúan el estero Seco, estero Nariz del Diablo y el río Chongón, el cual nace a una altura de 300 ms.n.m En la parte baja de su cuenca, cuenta con muchos meandros, que le consienten una mayor retención de agua. El río Chongón es considerado un río estacional, es decir, que se inunda solamente en época lluviosa. Finalmente, a una distancia aproximada de medio kilómetro desde el centro de la población Chongón, se encuentra el estero Cerezo, el cual bordea este poblado. Es de destacar, en este tramo, varios canales de trasvase de agua que descargan en el mayor cuerpo hídrico, el Embalse Chongón, localizado al norte del ámbito de estudio. Entre estos canales se puede mencionar, principalmente, al Canal Trasvase Santa Elena – Chongón, que atraviesa el río Bayanse, ubicado al oeste del último tramo considerado. El embalse Chongón cuenta con una extensión de 2000 hectáreas y 280,000.00 m3 de capacidad hídrica; durante los meses de enero a mayo, recibe aportes significativos del río Chongón (Pacheco y Cabanilla, 2013). Este embalse contribuye en sus áreas de influencia como principal fuente de riego para los cultivos, aportando a 2000 ha en el poblado de Chongón, 2500 ha para Daular y 2200 ha para la zona de Cerecita en la Provincia de Santa Elena, lo cual ayuda a que los dueños de estos terrenos no implementen redes de abastecimiento para riego. En el último tramo de la poligonal, tramo C, en dirección suroeste, se encuentra el estero El Papayo, a una distancia aproximada de 2 kilómetros del centro del poblado Chongón. Destaca, igualmente, el río Aguas Blancas, el cual desemboca en el estero La Perica, y en dirección sur está situado el río En Medio. Por último, bordeando la poligonal urbana de Guayaquil se ubica el río Daular, que atraviesa el poblado homónimo, ocasionando algunos problemas en época de lluvia.

Figura 63. Sección B-B, tramo B.

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Figura 64. Topografía e hidrografía, tramo B.

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Figura 65. Inundación de la población de Daular, mayo de 2017. Fuente: LaHistoria on twitter, 4 de abril de 2015.

Figura 66. Río Daular

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Figura 67.Topografía e hidrografía, tramo C.

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Ecosistemas Geográficamente, el área de estudio se encuentra en una zona del llamado Sistema Tumbesino o Región Tumbesina. Su nombre se debe a las características similares que comparten la eco región de Tumbes-Piura, los bosques secos ecuatorianos y del Chocó colombiano. Se identifican dos tipos de ecosistemas: terrestres y marinocosteros. En este aparte se incluyen los ecosistemas reconocidos en el Sistema de Clasificación de los Ecosistemas del Ecuador Continental, al mismo tiempo que se presentan comunidades vegetales introducidas por el hombre, identificadas como cultivos de zona cálida, cultivos de pasto y pasto cultivado. Las diferencias son establecidas en las definiciones aportadas por Fonag (2016), “Ecosistemas son unidades vegetales naturales que se caracterizan por una alta diversidad de especies y ausencia de intervención humana” (p. 15); por su parte las “…comunidades vegetales son unidades naturales degradadas por actividad humana o unidades creadas por actividad humana como plantaciones, que se caracterizan por una baja diversidad de especies y manejo por seres humanos” (p. 15). Otras zonas como los eriales30 y las áreas pobladas son incluidas igualmente en el mapa, por cuanto revelan las causas de la fragmentación de los ecosistemas, es decir, “…división de un ecosistema, originalmente continuo, en remanentes (parches) más pequeños, lo que origina, en teoría, mayor presión sobre los hábitats de especies vegetales y animales” (MAE, 2005, p. 16). Entre los ecosistemas terrestres identificados en el ámbito de estudio destacan el bosque seco y el matorral seco. El bosque seco ocupa aproximadamente el 34,11% de la superficie. Las formaciones vegetales que lo integran resisten grandes períodos de sequía y en época de lluvia adquieren nuevamente su verdor. Sus árboles pueden tener de 25 a 30 metros de altura, aunque también se observa vegetación intermedia entre 10 y 15 metros. El bosque seco destaca por su importancia debido a que constituye el hábitat de una gran cantidad de especies vegetales y animales, conformando comunidades biológicas únicas, con alto nivel de endemismo, además representa un enorme valor económico, social y cultural para varios segmentos de la población urbana y rural, debido a que poseen un suelo rico en nutrientes, se pueden obtener productos forestales madereros y no madereros de alta calidad (Aguirre, 2012). A pesar de su valor, los bosques secos tropicales se encuentran entre los ecosistemas más amenazados del mundo, debido a la acelerada pérdida de cobertura vegetal, ocasionada por la ganadería y tala ilegal, además de la presión ejercida por las poblaciones que viven a su alrededor, lo que ha ocasionado que, en la actualidad, se encuentren limitados a una mínima fracción de su área de distribución histórica, afrontando una acelerada fragmentación (Espinosa, De la Cruz, Luzuriaga, y Escudero, 2012). Las mayores extensiones dentro del ámbito de estudio se localizan al norte en la Cordillera Chongón Colonche y, al suroeste, cerca de Daular y en terrenos del futuro aeropuerto; en ambos casos se encuentran intercaladas con matorral seco y presencia de cultivos; se observan, igualmente, pequeños remanentes al oeste de la población de 100|

Áreas de escasa vegetación con altos factores erosivos.

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San Pedro de Chongón. Actualmente recibe una gran presión por parte de las actividades minera e inmobiliaria. El matorral seco se encuentra en forma de fragmentos asociados a la presencia del bosque seco y extensas zonas de cultivo. Conforma un ecosistema muy frágil y de alta riqueza biológica que se distingue por la presencia de vegetación seca y dura que rara vez sobrepasa los 3 m de altitud; es propia de territorios con planicies extensas y próximas al océano. Es susceptible a los incendios forestales y utilizados, con frecuencia, para la crianza de ganado caprino. Las zonas de cultivo están distribuidas entre cultivos de zona cálida, cultivos de pasto y pasto cultivado. Los eriales coinciden, principalmente, con las áreas degradadas por las actividades de extracción de material al norte de la vía a La Costa, mientras que las áreas pobladas corresponden al 4,70% del ámbito de estudio. Estas proporciones, muy probablemente, han variado en los últimos años debido a la gran presión inmobiliaria que se cierne sobre la zona. En el ecosistema marino–costero, se incluye el sistema estuarino –identificado en el mapa como depósitos de agua– y los manglares. Tal como se ha mencionado en el aparte correspondiente a la hidrografía, los estuarios constituyen zonas “...donde sistemas fluviales (ríos) y marinos se mezclan, dichas formaciones cumplen una función indispensable en los diferentes ciclos de vida de peces, crustáceos y moluscos, pues sirven de hábitat permanente o temporal para estas especies” (Urquizo, Viejó, Carvajal, Salas y Bustamante, 2011, p. 190). Representa el 4,43% de la superficie del ámbito de estudio. Tabla 10. Ecosistemas.

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El manglar es el hábitat del mangle, grupo de plantas con alta resistencia a las condiciones de salinidad. Tienen la capacidad única de adaptarse a un entorno físico con suelos normalmente anaeróbicos continuamente inundados por las mareas, por lo que viven en las zonas intermareales donde el agua salada, el agua dulce y la tierra se encuentran. Mantienen una gran biodiversidad y productividad; capturan los sedimentos y nutrientes, estabilizan los suelos, lo que previene la erosión, minimizando el riesgo durante la presencia de huracanes, además proporcionan alimentos y medios de subsistencia para las poblaciones que los rodean (Anderson, 2014). Constituyen el hábitat de variadas especies y sitio de refugio para aves (Urquizo et al., 2011). Estos ecosistemas están amenazados por numerosas actividades antropogénicas que los han llevado a la deforestación o la degradación de sus bosques. De acuerdo a lo que señala Anderson (2014), alrededor del 26% de la pérdida de cobertura de manglares en Ecuador se ha atribuido a la extracción de madera, mientras que el 38% se debe a la acuicultura, especificamente la acuicultura del camarón. En el ámbito de estudio la zona de manglares representa el 6,81% de la superficie. Otras áreas identificadas en el mapa constituyen proporciones muy bajas, camaroneras el 2,23% y las áreas salinas, apenas un 0,45%. Esta última, por su ubicación y características, posiblemente se trata de despojos de alguna camaronera.

Figura 68. Zonas de cultivo cerca de la población de Daular.

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Figura 69. Ecosistemas. Fuente: Elaboración propia, basada en Ministerio de Ambiente del Ecuador (2005).

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La huella de la actividad humana. Atributos estructurales Usos del suelo La creciente presión a que se ha visto sometido el territorio correspondiente al ámbito de estudio en las últimas décadas y que ha sido referida anteriormente, ha propiciado cambios importantes en su fisonomía. Estos cambios han podido cuantificarse al realizar una comparación entre las coberturas de vegetación y usos de suelo registrados en dos momentos distintos, 2002 y 2016, según la siguiente clasificación: cobertura vegetal, bosque, cuerpos de agua, manglar, camaroneras, áreas construidas y áreas mineras. La cobertura vegetal representa la mayor superficie en el ámbito de estudio, hace referencia a vegetación de tipo arbustiva y herbácea, incluyendo los cultivos. Para el año 2002 existían 9515 ha, correspondientes al 63% del total del ámbito considerado31, localizándose, principalmente, al suroeste; en 2016 se aprecia un aumento de 566 ha equivalente al 5,96% con respecto al año 2002, posiblemente por el aumento de áreas destinadas a cultivo. El bosque, por su parte, perdió aproximadamente 28,53% de superficie en el período considerado, disminuyendo 485 hectáreas; esta situación ha sido ocasionada tanto por el aumento del área ocupada por urbanizaciones, equipamiento y otras instalaciones, como por la localización de las canteras establecidas en la zona, siendo un indicador de la alta presión existente. El área de manglar experimentó un leve aumento (2,43%), situándose en 38,06 ha.

Figura 70. Cambios de cobertura vegetal y usos de suelo entre los años 2002 y 2016.

La superficie considerada en el año 2002 fue de 2567 hectáreas y para el año 2016, 1568 hectáreas, debido a las condiciones de las imágenes satelitales utilizadas, aspecto que fue aclarado al inicio de este capítulo.

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Figura 71. Camaroneras abandonadas.

Entre los usos de suelo representativos de las actuaciones antrópicas se encuentran las áreas pertenecientes a edificaciones, las cuales han experimentado un aumento significativo, aproximadamente 61,62% con respecto al 2002, situándose en 2235 hectáreas. En su expansión no han encontrado ningún tipo de impedimento, antes bien, se encuentran en franco crecimiento. En el año 2002 destacaban las urbanizaciones sobre la Vía a La Costa muy cercanas a Guayaquil, algunas ocupaciones dispersas al norte de la vía y se apreciaba la huella correspondiente a San Pedro de Chongón. En el año 2016 el proceso edificatorio es perceptible en toda la zona de estudio. Las áreas mineras corresponden a la explotación de rocas calizas y otros materiales pétreos para la industria de la construcción. Para el año 2002 se registran aproximadamente 377 ha de la superficie incluida dentro de la poligonal de estudio, experimentando un crecimiento de 4,54% para el año 2016. Coello (2012) registra unas 16 concesiones en la vía a La Costa; la menor, con una superficie de 2 hectáreas; la mayor con un área de explotación de 2085,32 hectáreas, dentro de las cuales se encuentran las instalaciones de Cementos Guayaquil. Las camaroneras ocupan aproximadamente el 2% de la superficie considerada en el 201632, idéntica proporción de los cuerpos de agua. 32 No se cuenta con datos correspondientes a 2002

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Figura 72. Cobertura vegetal y usos del suelo, 2002.

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Figura 73. Cobertura vegetal y usos del suelo, 2016.

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Áreas protegidas y Bosques protectores De acuerdo a la Ley de Gestión Ambiental de Ecuador, vigente desde 1999, las Áreas Naturales Protegidas son ...territorios de propiedad pública o privada de relevancia ecológica, social, histórica, cultural y escénica establecidas en el país de acuerdo con la Ley, con el fin de impedir su destrucción y procurar el estudio y conservación de especies, de plantas o animales, paisajes naturales y ecosistemas.

En el ámbito de estudio destaca la Reserva de Producción Faunística Los Manglares del Salado. Ubicada al noroeste del estuario interno del Golfo de Guayaquil y suroeste de la ciudad de Guayaquil, esta reserva constituye un espacio natural de importancia social, económica y ambiental para el Ecuador y en particular para la ciudad. Creada el 15 de noviembre de 2002, mediante Acuerdo Ministerial No. 142, publicado en el Registro Oficial No. 5 del 2003; sus límites se ampliaron mediante el Acuerdo Ministerial 110, estableciendo una superficie de 10.635 hectáreas. Tiene como objetivo gestionar de forma sustentable el manglar, por cuanto la Reserva …constituye un área de gran importancia debido a que en ella se realizan múltiples actividades socioeconómicas donde se destaca la extracción de recursos pesqueros como la pesca blanca, extracción de jaibas, cangrejos, ostiones y mejillones, la acuicultura (camarón), navegación y sus recursos turísticos reflejado en Puerto Hondo (MI. Municipalidad de Guayaquil, 2008, p. 2 ).

Al noroeste, en los límites de la poligonal se encuentra el Área Nacional de Recreación Parque Lago, que corresponde a un gran lago artificial, producto del embalse del río Chongón, proyecto creado como un trasvase para beneficio de la Provincia de Santa Elena; alberga una gran variedad de flora y fauna, aves, reptiles e insectos y posee una superficie de 2.283 hectáreas. Su creación fue determinada mediante Ordenanza Municipal de Guayaquil del 3 de agosto del año 2000 y ratificado por el Ministerio del Ambiente mediante Acuerdo Ministerial No. 141 del 15 de noviembre del 2002, publicada en el Registro Oficial No. 5 del 22 de enero del 2003. Uno de los mayores beneficios de su creación ha sido el incremento del paso de aves migratorias y acuáticas. En la Ley Forestal y de Conservación de Áreas Naturales y Vida Silvestre, capítulo III, Art. 6, se considera como bosques y vegetación protectores a las …formaciones vegetales, naturales o cultivadas que cumplan con uno o más de los siguientes requisitos: a) Tener como función principal la conservación del suelo y la vida silvestre; b) Estar situados en áreas que permitan controlar fenómenos pluviales torrenciales o la preservación de cuencas hidrográficas, especialmente en las zonas de escasa precipitación pluvial; c) Ocupar cejas de montaña o áreas contiguas a las fuentes o depósitos de agua; d) Constituir cortinas rompe vientos o de protección del equilibrio del medio ambiente; e) Hallarse en áreas de investigación hidrológico-forestal; f) Estar localizados en zonas estratégicas para la defensa nacional; y, g) Constituir factor de defensa de los recursos naturales y de obras de infraestructura de interés público .

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Figura 74. Áreas protegidas y bosques protectores, 2016. Fuente: Elaboración propia, basada en Ministerio del Ambiente, 2015.

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Dentro del ámbito de estudio destacan, al noreste, La Prosperina y Cerro Blanco; muy cercano, al este, se encuentra Cerro El Paraíso; al norte, el Bosque Protector Papagayo. El Bosque Protector Cerro Blanco se localiza en el extremo sureste de la Cordillera Chongón Colonche, colinda con el Bosque Protector del mismo nombre. Constituye una reserva privada de 6.078 hectáreas y es uno de los últimos remanentes del ecosistema bosque seco tropical de la costa ecuatoriana; se encuentra entre las cotas 50 y 507 ms.n.m, esta última en Cerro Azul. La declaratoria de creación del Bosque Protector Cerro Blanco se realizó mediante Acuerdo Ministerial No 143 del 20 de abril de 1989 , que incluía una superficie de 2.000 hectáreas, en su mayor parte propiedad de Holcim Ecuador; esta superficie sería ampliada en 1994 , 1998 y 2000 (Cun, 2012); aproximadamente un 14% de Cerro Blanco, se encuentra dentro de la poligonal del ámbito de estudio. Este Bosque es administrado por la Fundación Pro Bosque, institución jurídica de derecho privado sin fines de lucro con domicilio en la ciudad de Guayaquil32. Esta Fundación del grupo Holcim (Cemento Nacional) ejecuta el plan de manejo con una estrategia de restauración de la vegetación. Cerro Blanco es uno de los fragmentos más grandes y mejor conservados del bosque seco tropical ecuatoriano, donde habitan, al menos, 100 especies endémicas de la región; sin embargo, se encuentra amenazado por su cercanía a las ocupaciones localizadas al sur (urbanizaciones y asentamientos a lo largo de la vía a La Costa) y al noroeste (barrios de origen informal en lo que se conoce como Monte Sinaí). El Bosque Protector La Prosperina limita al sur y al oeste con el bosque Cerro Blanco. La Declaratoria como Bosque Protector se realizó según Resolución No. 23 del 15 de abril de 1994, publicada en el Registro Oficial No. 472 del 29 de junio de 1994. Posee gran diversidad de flora y fauna. El Bosque protector Papagayo se encuentra al norte de Cerro Blanco, posee una superficie de 3602,12 ha. Su declaratoria se realizó mediante Acuerdo Ministerial No. 105 del 3 de agosto de 201234. En este Bosque se encuentran especies de alta importancia endémica de la región tumbesina; corresponde a una zona de refugio de vida silvestre para las especies típicas. Fue creada, principalmente, para la reintroducción del Guacamayo de Guayaquil, una de las especies más amenazadas del país.

33 Creada bajo el Acuerdo Ministerial No. 119 expedido por el Ministerio de Agricultura y Ganadería el 9 de Noviembre de 1992 para la administración y manejo del Bosque Protector Cerro Blanco.

Registro Oficial No 791 del 18 de septiembre de 2012.

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Conflictos entre usos del suelo Uno de los aspectos que se aprecia en el ámbito de estudio es el relativo a los conflictos de usos de suelo entre actividades antrópicas —urbanizaciones, equipamientos, instalaciones industriales y áreas de concesiones mineras—, áreas naturales protegidas y bosques protectores. A efectos de cualificar estos conflictos se realizó el análisis espacial a partir de la superposición de los mapas correspondientes a estos usos. La ocupación acelerada al norte de la vía a La Costa ha puesto de manifiesto serios problemas de convivencia entre las explotaciones mineras y las urbanizaciones. Una situación que ha sido reseñada tanto en diarios locales como en estudios ambientales; al respecto Coello (2012) señala: En relación a la percepción social se observó que existe un gran descontento y preocupación de las personas que residen en la lotización Torres del Salado, Urbanización Portal al Sol, lotización Bosque Azul que aducen que el polvo de las canteras causa enfermedades respiratorias en los residentes de la misma, se quejan también del ruido, el daño en las estructuras de sus viviendas por las detonaciones de los explosivos, y por el polvo que generan las vías sin asfaltar (que no son actas (sic) para el tránsito de volquetas). Así mismo indicaron que el impacto ecológico por la deforestación es irremediable. Sugieren que se haga reforestar los límites con las urbanizaciones para que en algo compensen los daños que ocasionan. (p. 159)

El origen de este problema y principalmente el planteamiento de posibles soluciones, causan cierta incertidumbre por cuanto se trata de concesiones que datan de varias décadas atrás y cuentan con los permisos oficiales correspondientes . La cercanía de las urbanizaciones a los sitios de explotación a cielo abierto, solapándose, en algunos casos, con las superficies otorgadas en concesión, pone en entredicho la actuación de las autoridades municipales en la expedición de las autorizaciones a los promotores inmobiliarios. En cuanto al marco legal, es de destacar la Ordenanza que regula la explotación de canteras en el cantón Guayaquil aprobada el 30 de agosto de 2001 y publicada en Registro Oficial No 455, en la cual se establecía la obligatoriedad de localizarse a una distancia no menor de trescientos (300) metros del perímetro de construcciones existentes (artículo 4, numeral 3). Esta Ordenanza fue reformada en 2003, 2008 y 2009; no obstante, la obligatoriedad de mantener la distancia de las canteras a las edificaciones se mantuvo. Más recientemente, el 15 de mayo de 2017, el Municipio aprueba la Ordenanza que regula la explotación minera de materiales áridos, pétreos y otros en el Cantón Guayaquil, derogando las disposiciones anteriores. Publicada en la Gaceta Oficial No 62 del 18 de mayo de 2017, establece que los permisos para llevar a cabo esta actividad estarán sujetos a la obtención de la factibilidad de uso del suelo y podrían suspenderse cuando lo exija la protección de la salud y vida de las comunidades ubicadas en el perímetro del área minera.

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Figura 75. construida.

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Concesiones

mineras

vs.

área


Figura 76. construida.

Concesiones

mineras

vs.

área

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Figura 77. Áreas protegidas vs. Áreas construidas.

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Figura 78. Áreas protegidas vs. Áreas construidas.

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Figura 79. Áreas protegidas vs. concesiones mineras.

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Figura 80. Áreas protegidas vs. concesiones mineras.

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La presión que ejercen la actividad inmobiliaria y el uso minero sobre los Bosques Protectores lleva a la consideración del concepto de zona de amortiguamiento como espacio requerido para el logro de objetivos de conservación y desarrollo de estos espacios naturales. El Proyecto de Ley Especial para la Conservación y uso Sustentable de la Biodiversidad en el Ecuador35, alude a estas zonas en su artículo 19, “son áreas de propiedad pública, privada o comunitaria, colindantes a las áreas del Sistema Nacional de Áreas Naturales Protegidas y que contribuyen a su conservación e integridad”. En Ecuador la delimitación de las zonas de amortiguamiento está sujeta al criterio de la administración de cada área natural, a través de la elaboración del Plan de Manejo. En la revisión bibliográfica realizada no se encontró información cartográfica acerca de las zonas de amortiguamiento de las Áreas Protegidas y Bosques Protectores incluidos en el ámbito de estudio, a excepción de un mapa de zonificación elaborado para el Bosque Protector Cerro Blanco. En este mapa se presenta una superficie de 2.110 hectáreas que bordea al Bosque Protector y lo separa del área destinada a cultivos e industria (canteras), mientras que en los límites con la zona urbana es inexistente. Actualmente, la distancia entre las canteras y el Bosque Protector Cerro Blanco es inferior a los 200 m de distancia, una condición negativa si se considera que la explotación a cielo abierto tiene un gran impacto sobre el ambiente; entre estas afecciones se encuentra el desplazamiento de material particulado. Todas las canteras situadas en la proximidad del área protegida cuentan con autorización para su actividad, a través de concesiones otorgadas por las autoridades competentes, condición que permite considerar la inexistencia de planes adecuados para este bosque protector. Una situación similar se presenta al superponer los mapas de las Áreas Naturales Protegidas y Bosques Protectores con las zonas edificadas. La intensificación de las actividades de construcción en las últimas décadas ha incidido en las afectaciones a la Reserva Faunística Manglares del Salado, llegando hasta sus bordes, obviándose la inclusión de una zona de amortiguamiento que garantice su protección. Si bien esta reserva fue creada en 2002, posterior a la implantación de varios de los asentamientos humanos e industriales; nuevas urbanizaciones avanzan de manera importante poniendo en peligro este ecosistema. La existencia de una zona de amortiguamiento podría haber evitado la tala indiscriminada del manglar y las afectaciones generales derivadas de la ocupación; sin embargo, en la validación del Plan de Manejo de la Reserva Faunística Manglares del Salado, se establecen las razones de tal omisión Hubo comentarios solicitando la inclusión de una zona núcleo y una zona de amortiguamiento alrededor de la reserva. Después que se explicó que la forma y tamaño de la reserva no permitía crear muchas zonas y que el espíritu y fundamento de las zonas núcleo y áreas de amortiguamiento estaban incluidas en la propuesta, hubo aceptación de las zonas a manera general.

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Registro Oficial 559 19 de Abril de 2002


Figura 81. Conflicto entre concesiones mineras y urbanizaciones privadas.

Figura 82. Conflicto entre áreas protegidas y urbanizaciones privadas.

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Mezcla de usos en un entorno privatizado Al referir los usos existentes en la zona de estudio, a escala de las edificaciones, es importante destacar la importancia de las áreas residenciales, seguidas de las instalaciones industriales, representadas por la actividad de extracción de material para la construcción (canteras) y producción agroalimentaria, además de edificaciones implantadas en macrolotes dedicadas al almacenamiento de diversos tipos de productos. En cuanto a las canteras, sus huellas resultan evidentes debido a los enormes y grotescos surcos, que dan cuenta de la actuación invasiva en el paisaje. Las instalaciones industriales son percibidas fácilmente debido al grano edificatorio. En el tramo A1 predominan los usos residenciales, seguidos de las instalaciones industriales, áreas comerciales e instituciones educacionales. En Puertas del Sol, la diversidad de usos, principalmente comerciales y de servicios, constituye un resquicio para el uso colectivo dentro de una zona principalmente privatizada; brinda el apoyo necesario tanto a los habitantes del asentamiento como a los residentes de las urbanizaciones cercanas, cuenta, además, con escuela e iglesia. Puerto Azul, a pesar de ser una urbanización con ciertas limitaciones para su ingreso, posee diversidad de usos en su interior que ha obligado a establecer vínculos con el exterior. En este tramo, además se encuentran, en relación directa con la arteria principal, instalaciones industriales implantadas en macrolotes; gasolinera, ventas de comida rápida, plazas comerciales. Al norte, las canteras compiten con las urbanizaciones por la ocupación del suelo. En el tramo A2 se encuentran los mismos usos, la diferencia estriba en la existencia de un mayor número de espacios vacíos, principalmente al norte. Al sur, algunos terrenos se han lotizado para albergar usos diversos, entre éstos, educacional, industrial. El uso residencial está representado casi exclusivamente por ciudadelas cerradas. Entre las áreas residenciales existentes en el tramo B1 destaca el poblado de Puerto Hondo con el balneario a orillas del estero del mismo nombre y el parque acuático, erigiéndose en un sitio recreacional de referencia para la población guayaquileña. Este uso se advierte desde el mismo ingreso a la población, allí se instalan diversos puestos de comida para los visitantes. El uso recreacional es reforzado con el acondicionamiento realizado en terrenos del Bosque Protector Cerro Blanco, al norte de la Vía a La Costa. Los asentamientos Las Américas, Nueva Esperanza y Sara Patricia, en jurisdicción de la Comuna Casas Viejas, conforman los otros espacios destinados a residencia. Aledaños a la vía principal se encuentran, nuevamente, instalaciones de carácter industrial y uso institucional; sin embargo, lo más destacado es el uso industrial representado por las instalaciones de la empresa Holcim Ecuador, dedicadas a la explotación de las canteras localizadas en la zona. En el tramo B2, las áreas residenciales, representadas por las ciudadelas privadas, se encuentran al sur de la Vía a La Costa; al norte se ubica el asentamiento de Casas Viejas y la lotización Tiffany, esta última con apenas algunas viviendas construidas. Otras edificaciones de carácter religioso o educativo complementan los usos encontrados en este tramo.

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En terrenos localizados en San Gerónimo 2 se encuentra Ciudad Olimpo una urbanización de construcción reciente. En el tramo C2 se ubica Daular, en este poblado de carácter primordialmente residencial, se encuentran otros usos complementarios, comercial, institucional, recreacional y religioso.

Figuras 83-88. Usos de suelo.

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Figura 89. Usos de suelo, tramo A2.

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Figura 90. Usos de suelo, tramo A1.

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Figura 91. Usos de suelo,tramo B2.

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Figura 92. Usos de suelo, tramo B1.

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Figura 93. Usos de suelo, tramo C2.

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Figura 94. Usos de suelo, tramo C1.

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Visiones fragmentadas. Atributos estéticos Luego de haber revisado los atributos físicos y estructurales que cualifican el paisaje, es importante complementar la descripción con los atributos estéticos. La ciudad, considerada como un producto, tiene sus propias características, cualidades y relaciones, los cuales pueden ser fácilmente percibidos. Entre los atributos estéticos se encuentran el color, forma y textura, los cuales devienen en otras cualidades, entre éstas, la diversidad visible, contraste y compatibilidad (Seia, 2013). La evaluación del paisaje se realizó por sectores, dividiendo la poligonal en cuatro tramos, A, B, C1 y C2. Se destacó especialmente el tramo A como espacio intensamente edificado, donde ejerce una enorme influencia el tipo residencial de ciudadelas cerradas, bloqueando las visuales hacia el espacio natural aportado por el sistema estuarino; el disfrute de la naturaleza es restringido a la esfera privada. La inexistencia de límites precisos entre el área de manglar y las urbanizaciones influye en la supremacía del espacio construido sobre los elementos naturales del paisaje, reduciendo la calidad de la zona. En el tramo A se encuentran situadas la mayoría de urbanizaciones y empresas dedicadas a las explotaciones mineras; el paisaje luce altamente alterado o degradado; existe perturbación visual por la intensidad de las construcciones. Las elevaciones correspondientes a los cerros han quedado relegadas a un último plano, destacan la vía principal y las edificaciones construidas casi al pie de la vía, dejando únicamente un pequeño trecho, por donde discurre un curso de agua de carácter intermitente. Es de destacar, sin embargo, el corredor de árboles que dibuja la vía otorgándole intenso color verde, amenidad y frescura. En este tramo destaca, igualmente, Puerto Hondo, donde se pueden apreciar importantes elementos naturales, agua y vegetación, debido a su localización al borde de la Reserva Faunística Los Manglares del Salado; no obstante la actuación del hombre se manifiesta en la presencia de edificaciones dedicadas a las actividades de recreación; así, la representación del paisaje natural queda restringida y focalizada a un sector distante de la vía. A la altura de la entrada a Puerto Hondo, en la vía principal, se ubican varios puestos dedicados a la venta de comida junto a un canal de agua donde se advierte la presencia de residuos, contribuyendo a la valoración negativa del paisaje. En este tramo, existe una alta intervención, los elementos naturales son poco distinguibles. En el tramo B se puede observar una alta intervención antrópica, al igual que en el tramo anterior. Allí se localiza la entrada de una de las más grandes concesiones mineras pertenecientes al Grupo Holcim, la minimización del paisaje natural es evidente, el color verde se restringe a pequeños fragmentos, prevaleciendo el color ocre, debido a las nubes de polvo que se generan dentro de esta industria. A lo largo de la vía se observa vegetación, entre árboles y plantas herbáceas, se trata de pequeños remanentes de la naturaleza, producto del desbroce realizado para la apertura de vías que permiten el acceso a las canteras. Internándose hacia los caminos vecinales se observan viviendas dispersas y unas cuantas urbanizaciones; el desorden y conflicto entre usos es evidente, industria minera, residencia y, la naturaleza tratando de sobrevivir a la intromisión del hombre. Al igual que en el tramo A, la vía a La Costa se encuentra rodeada de grandes árboles mejorando la calidad visual del trayecto. 128|


En el tramo C1 domina la presencia de San Pedro de Chongón, el paisaje se encuentra medianamente intervenido; se percibe cierta convivencia armónica entre el espacio construido y los elementos naturales, destacando el perfil homogéneo del poblado. En los alrededores se aprecia intervención en la vegetación y preeminencia de cultivos. Las características del relieve predominantemente plano, impiden la emergencia de elementos naturales destacables que puedan ser apreciados a corta distancia. En el tramo C2, correspondiente al sector entre San Pedro de Chongón y Daular, se logró identificar una clara intervención humana para la apertura de la vía de comunicación, lo cual afectó la vegetación natural. Sin embargo, debido a que la vía no se encuentra pavimentada, es compatible con los demás elementos de este paisaje. Un aspecto destacable de este tramo es que la calidad visual no ha sido afectada, y, por lo tanto, se conserva una buena composición. Al final del trayecto se ubica el poblado de Daular, donde destacan las edificaciones; sin embargo, la dispersión en la ocupación reduce el contraste visual. Así, el paisaje del tramo A puede clasificar como de calidad baja, concordante con la afectación de los elementos naturales del paisaje y la baja armonía entre los elementos que lo componen. El tramo B, igualmente se obtuvo una categoría baja, dado que existe poca variedad de los atributos evaluados. Para el tramo C1, la valoración de la calidad visual es media; a pesar de las intervenciones, los componentes están en sintonía con el medio natural. Con respecto al tramo C2, la valoración es destacada; aunque se percibe el desbroce de vegetación, existe una mayor relación con el medio natural.

Figura 95. Atributos estéticos.

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Figura 96. Atributos estéticos, tramo A.

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Figura 97. Atributos estéticos, tramo B.

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Figura 98. Atributos estéticos, tramo C1.

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Figura 99. Atributos estéticos, tramo C2.

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La escritura de la ciudad puede ser indescifrable, defectuosa, pero eso no quiere decir que no haya escritura; puede suceder simplemente que nosotros hayamos desarrollado una nueva forma de analfabetismo, una nueva forma de ceguera. Rem Koolhaas


Según cifras referidas por Angel (2012), la población urbana de los países más desarrollados se incrementará entre 2010 y 2050, a razón de 0,6% al año. Durante este mismo período, la población de los países menos desarrollados aumentará 15 veces más, con un promedio de 2,4% cada año. Esta situación requerirá de grandes extensiones de suelo para satisfacer la demanda de vivienda, en detrimento de los territorios de las periferias urbanas. En el proceso de expansión de las ciudades, tal como se aprecia actualmente, la afectación del medio ambiente asume un rol protagónico; el estrecho cerco que se le tiende a los espacios otrora naturales o productivos, ocasiona, sin duda, lamentables pérdidas de la biodiversidad, e impactos irreversibles sobre el planeta en su conjunto. Las ciudades no se encuentran preparadas para afrontar la rapidez en la ocupación del suelo y se tiende “…a generar una espiral de declive que dificulta el crecimiento equitativo y sostenible del entorno urbano” (Terraza, Rubio y Vera, 2016, p. 30). La incursión inmobiliaria en la producción de nuevo suelo urbano, está llevando a una creciente fragmentación y privatización del espacio. A pesar del establecimiento de los límites urbanos, estos son rebasados por las ciudades; no se distingue claramente entre lo urbano y lo rural, produciéndose una gradación compleja entre ambas realidades, dando lugar a paisajes híbridos (Robles, 2017). La conformación de estos paisajes se deriva de modelos de crecimiento urbano discontinuos, radiales y a saltos, donde se quedan atrapados los espacios naturales, rurales y urbanos (Entrena, 2005). Algunos autores como Manzini (2017) denotan esta forma de extensión como parte de la denominada metropolización, es decir, “…el crecimiento demográfico, espacial y operativo de las metrópolis o grandes ciudades caracterizadas por su elevada complejidad; donde el crecimiento de las mismas se va desarrollando en forma de franjas sobre las periferias o a lo largo de las vías de comunicación” (p. 72). Terraza et al. (2016) distinguen cuatro zonas dentro de las ciudades intermedias analizadas, cuyas diferencias responden a los grados de continuidad/discontinuidad y concentración/dispersión. El primer grupo pertenece al área urbana continua, la cual podría dividirse, a su vez, en dos subgrupos, el área urbana consolidada con mayor grado de densidad, consolidación e intensidad y el área urbana en consolidación, que generalmente corresponde a la zona de expansión. El segundo grupo, denominado área periurbana difusa, corresponde a la periferia, la cual mantiene cierta continuidad con la ciudad, posee menores densidades y ciertas características semirurales. El tercer grupo posee características urbanas, son urbanizaciones exteriores y desarrollos lineales, con condiciones suburbanas. En el cuarto grupo se encuentran las áreas rurales y naturales. De esta manera, han surgido desde hace varias décadas ciertas adjetivaciones para los territorios y los paisajes, que denotan los procesos de expansión de las ciudades y su encuentro con las áreas rurales: periurbano, suburbano y rururbano, entre muchas otras. A finales de la década de los ochenta, González (1987) al referirse a los espacios periurbanos destacaba tres características, perfil morfológico mixto, ocupación con menores densidades y existencia de grandes vacíos intersticiales, y vinculación

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funcional con la ciudad, por cuanto los usos dependen de las necesidades y demandas urbanas. Para Entrena (2005), “…los espacios periurbanos se manifiestan como unas zonas en transición entre la ciudad y el campo, en las que, en consecuencia, se mezclan actividades urbanas y agrícolas que compiten por el uso del mismo suelo” (p. 63); debido a esta mixtura, presentan conflictos de usos (Hernández, 2016). Además de estas características, Robles (2017) enfatiza acerca de las grandes y aceleradas transformaciones; debido a que se encuentran vinculados directamente a las ciudades. Están sometidos a una gran presión inmobiliaria, estando a merced de procesos especulativos en el precio del suelo (Capel, 2016; Manzini, 2017). Los espacios suburbanos corresponden a las áreas residenciales localizadas en la periferia urbana (Terraza et al., 2016; Hernández, 2016), surgen como resultado de la construcción de infraestructuras viales; pueden no ser continuas; en muchos casos se asocian a suelos más económicos y están revestidos de una gran complejidad (Robles, 2017). Actualmente, las áreas residenciales adquieren la forma de urbanizaciones privadas de acceso restringido, “…contribuyendo a la banalización del paisaje…” (Manzini, 2017, p. 71). El término rururbano sirve para denominar los territorios originalmente rurales que se utilizan para fines industriales o urbanos con menor intensidad de ocupación (Terraza et al., 2016); generalmente, se encuentran distantes de los núcleos poblacionales, mantienen el aspecto natural y características rurales aunque con ciertos visos citadinos (Robles, 2017). Como producto de esta compleja mezcla de población y actividades, con relaciones predominantemente asimétricas, “…se conjugan sentimientos de pertenencia territorial con presiones urbanas, económicas –nacionales y globales–” (Sereno, Santamaría y Santarelli, 2010, p. 42). Estas presiones son ejercidas por agentes inmobiliarios y otros sectores económicos, así como por los gobiernos nacionales y locales, a través de los planes y proyectos (Sereno et al., 2010; Hernández, Rojas y Sánchez, 2013). De la manera como se localicen los asentamientos humanos, sus características y sus relaciones, depende la estructura, la funcionalidad y el desarrollo territorial. Rasgos de continuidad/discontinuidad mediante la determinación de la superficie ocupada y proporción de usos de suelo; cuantificación y localización de llenos y vacíos; densidad y compacidad, constituyen pistas para verificar cómo se está llevando a cabo la dinámica de ocupación del suelo y determinar el modelo de crecimiento que están siguiendo las ciudades. El estudio del crecimiento de las ciudades constituye una de las maneras para comprenderlas de forma integral. Así lo aseveran Panerai, Depaule, Demorgón y Veyrenche (1983) quienes destacan la importancia de establecer la lógica que sigue este crecimiento, explicar de qué manera va emergiendo la forma urbana y encontrar respuestas a través de la historia; es decir, descubrir cómo se “acentúa, deforma, contradice o ignora esta lógica” (p. 30). Distinguen dos modos de crecimiento, el continuo y el discontinuo. En el primer caso, el crecimiento se realiza por extensión, los 138|


límites entre espacio urbanizado y no urbanizado son fácilmente identificables; en oposición, el crecimiento discontinuo implica la ocupación “a saltos” en el territorio, donde los fragmentos emergentes “han terminado por adquirir una fisonomía urbana aun careciendo de todos los rasgos físicos y morfológicos de la ciudad, es decir, aun careciendo de intensidad, densidad y falta de solución de continuidad” (Indovina, 2007, p.14). La discontinuidad se ha impuesto como uno de los modos distintivos en el crecimiento de las ciudades contemporáneas, así han emergido los conceptos de difusión y dispersión; esta última asociada, igualmente, a la baja densidad. No obstante estas relaciones, Muñiz, García y Calatayud (2006) amplían el concepto de dispersión urbana y lo asocian a un modelo de expansión donde se cumple al menos una de las siguientes características: a) una densidad de población decreciente acompañada de un mayor consumo del suelo, b) un peso creciente de las zonas periféricas respecto a las centrales, c) un mayor aislamiento (falta de proximidad) entre cada una de las partes de la ciudad, d) una menor concentración de la población en un número limitado de zonas densas y compactas, y e) una creciente fragmentación del territorio (p. 5).

En un esfuerzo por aclarar algunas imprecisiones conceptuales, Font (2007) establece diferencias entre algunas de estas características. La baja densidad refiere a localidades o fragmentos urbanos cuya población o número de viviendas con relación a la superficie, se encuentra por debajo de los promedios o parámetros recomendados. La dispersión, por su parte, alude a la conformación de una estructura espacial discontinua, mientras que la difusión debe entenderse como la condición de esparcimiento de ciertos valores urbanos por el territorio. Muñoz (2008), por su parte, agrega la diferencia existente entre ciudad difusa, ciudad dispersa, urbanización difusa y urbanización dispersa, destacando la contradicción entre dos pares de conceptos ciudad/urbanización y difusión/dispersión. Para este autor, el término ciudad integra “la práctica social, cultural y política que se engloba en la idea de civitas”, mientras que la urbanización refiere a “la vertiente más física o material del crecimiento urbano y a su expansión sobre el territorio” (p. 33). Así, ante la dificultad para valorar la presencia de urbanidad en el nuevo territorio, así conformado, resulta más adecuado usar las expresiones de urbanización difusa y urbanización dispersa. En el primer caso, se enfatizaría en la desconcentración de actividades urbanas, infraestructuras o población; en la urbanización dispersa se visualizaría la traducción física de esta desconcentración, desde el punto de vista morfológico y locacional; de esta manera, por ejemplo, la vivienda de baja densidad podría considerarse como una característica de la urbanización dispersa. Lo cierto es que estos procesos, considerados tanto de manera aislada como en su vinculación, plantean importantes retos para la gestión urbana y territorial (González, Rubiera y Pérez 2014); así, Indovina (2007) al referirse a la baja densidad, menciona distintos problemas asociados a “movilidad, de consumo del suelo, de mantenimiento de servicios básicos, (luz, agua, alcantarillado, residuos), de seguridad, de inexistencia |139


o baja calidad del espacio público, de riesgo de incendio, de excesivo consumo energético, de falta de equipamientos” (p.10). Una situación que ha sido mencionada, reiteradamente, por otros autores, entre estos, Marín (2014, 2015); Rueda (1996, 1999) y Verdaguer (2013). Si bien es cierto que varias de las causas de esta problemática comprenden aspectos estructurales ajenos, muchas veces, a las condiciones locales, tales como la economía mundializada, hábitos de movilidad enraizados en la sociedad actual y carácter de las nuevas formas de interrelación personal, es importante enfocarse en la manera de visualizar el fenómeno desde el ámbito territorial y confrontar con acciones precisas que reviertan, de alguna manera, la situación. Con esta finalidad se ha intentado idealizar un modelo de ciudad que enaltezca los valores urbanos en consonancia con los rasgos distintivos de la sostenibilidad. Este modelo se asocia a la compacidad como calificativo inverso a los conceptos de difusión y dispersión; de esta manera, cuando se habla de estos dos últimos conceptos, emerge de inmediato la compacidad para ayudar a comprender —desde la visión opuesta— los alcances de los fenómenos urbanos contemporáneos. Justamente, entre los rasgos de la compacidad se mencionan, reiteradamente, la cohesión territorial, la proximidad y continuidad, esta última definida por Oliva (2005) como la fluidez en los recorridos, ausencia de obstáculos y construcción de los espacios públicos al alcance de todos, apostando por la permeabilidad. Es contraria al surgimiento de enclaves diferenciados, disociados del tejido existente. Se apuesta por la escala peatonal, la existencia de espacios públicos y densidades adecuadas. “supone la agrupación de edificaciones con al menos un nivel mínimo de densidad, la suficiente para que pueda existir un nivel de actividades diferentes, y por tanto una transferencia de información y de relaciones” (Ayuntamiento de Málaga y Observatorio de Medio Ambiente Urbano, 2012, p. 22). En términos generales, la compacidad ha sido expuesta como uno de los rasgos distintivos de las ciudades mediterráneas, cuyo rescate constituye actualmente un reto para la gestión urbana. En efecto, transponer estos rasgos a las ciudades actuales ha demostrado ser un ejercicio bastante espinoso, principalmente en aquellas que ya comenzaban a decantarse por la dispersión y difusión territorial. Marín (2014, p. 27) al referirse a Málaga en España, denota la dificultad de “combinar la recuperación de una ciudad hecha a trozos, con los criterios de la ciudad nueva, con el equilibrio de intensidades de edificación y diversidad de usos”. Advierte, además, que detrás de estas falencias se encuentra el desconocimiento del espacio, la inserción de vacíos urbanos y las actuaciones aisladas tanto públicas como privadas (Marín, 2015). Al revelar la necesidad de cambiar el modelo disperso, diversos autores apuestan por la visión de la ciudad y el territorio de manera integral, reconocer las particularidades, regular los modos de producción del suelo y la vivienda, así como mejorar los obsoletos procesos de planificación y diseño urbano. Se trata de monitorear aspectos relativos a “la densidad urbana, compacidad edificatoria, complejidad de usos y funciones, la accesibilidad y proximidad a los 140|


servicios y equipamientos básicos, y la movilidad en el entorno urbano” (Marín, 2014, p. 49), cualidades relacionadas directamente con la ordenación y configuración de la ciudad y el territorio, que conllevará al alcance de otros rasgos positivos como la cohesión social y eficiencia metabólica. El análisis del modelo de crecimiento urbano es complementado con estudios de capacidad y sensibilidad del paisaje. La capacidad refiere al grado en que una unidad de paisaje puede afrontar cambios sin manifestar consecuencias significativas en su carácter, está relacionado con el concepto de resiliencia. El término sensibilidad está asociado a la vulnerabilidad; así la Secretaría de Gestión de Riesgos de Ecuador (SGR, 2014) al referirse a la vulnerabilidad indica su utilización “…para comprender los estados de exposición y sensibilidad del territorio ante determinadas amenazas” (p. 11). El concepto de sensibilidad es usado como sinónimo de susceptibilidad cuando denota “…las características intrínsecas que permiten un grado de afectación en los sistemas o asentamientos humanos llegando a consecuencias o daños potenciales que afectan su funcionalidad” (p. 12). En cada caso se realiza el correspondiente análisis, basado en el diseño de un modelo de sensibilidad ambiental ajustado a las particularidades de cada lugar y se considera tanto el medio físico-natural como el socioeconómico (Zulaica et al., 2009; Rebolledo, 2009). Estos modelos requieren de la descripción del comportamiento del ambiente ante acciones perturbadoras, determinando los componentes y sus variables (Rebolledo, 2009). La sensibilidad ambiental es inversamente proporcional a la capacidad, es decir que “…una alta capacidad de asimilación o atenuación dará por resultado un medio con baja sensibilidad” (Zulaica et al., 2009, p. 190). En este capítulo se analiza la ocupación del suelo en las siguientes vertientes, distribución de los espacios construidos e indicadores de densidad, compacidad y concentración de edificaciones. Igualmente, se compara la situación actual con los planteamientos realizados en los instrumentos de planificación y normativas existentes para la zona, así como una modelación del índice de sensibilidad ambiental en el escenario actual y futuro, una vez construido el aeropuerto.

36 Está relacionado con la subdivisión predial y densidad de elementos. 37 Representación, basada en la teoría de las percepciones, se utiliza en los análisis urbanos para contrastar el espacio edificado (figura) y el espacio vacío (fondo).

Para el análisis de los espacios construidos, se generó la información de las edificaciones del área de estudio por medio de la digitalización directa. Se utilizó como base la imagen satelital pancromática a color del 23 febrero de 2013 con una resolución espacial de 50 centímetros, la misma que permite identificar a detalle las edificaciones existentes en el área, en cuanto a dimensiones, forma e incluso la clasificación según el tipo de edificación, residencial, comercial o industrial, basado en el concepto de grano edificatorio36. Para la actualización de la información al 2017, se usó el mapa base disponible en ArcGis. Adicional a esta información, se utilizaron los datos generados en las fichas de las edificaciones de las diferentes urbanizaciones, presentadas en el capítulo II. El producto de este proceso es el shapefile de edificaciones del área de estudio; con esta información se procedió a elaborar el mapa de figura – fondo37. Seguidamente, se procedió a calcular la proporción de suelo ocupado, cuantificando la superficie de edificaciones, espacios comunales y vías.

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Los cálculos de la densidad se refieren a la densidad bruta, descritas en términos de habitantes/hectárea. Para la densidad bruta se procedió a revisar los datos de población en el ámbito de estudio, de acuerdo a información del INEC. Los espacios habitados se determinaron a partir de la información cartográfica de los sectores censales del área rural para el año 2010 e información editada en el año 2014. Los datos de población de cada sector y manzana censal se obtuvieron a partir de la Base de Datos Provincial generada en REDATAM y procesada con el paquete informático RSP versión 2012. Esta información finalmente fue procesada mediante ArcGis con las herramientas Joint Field que permite enlazar los polígonos censales con sus bases de datos y, de esta manera, calcular los indicadores de densidad de población. La densidad en áreas residenciales fue calculada utilizando la información del número de viviendas existentes en el ámbito de estudio, obtenida en esta investigación. A cada unidad de vivienda se asignó el índice de 3,78 habitantes38, asumiendo un hogar por vivienda. Para el cálculo de la compacidad absoluta se utilizó la metodología propuesta por la Agencia de Ecología Urbana de Barcelona (2012). En este indicador se relaciona el volumen edificado (m3), respecto a una superficie determinada (m2). Para el cálculo de los volúmenes edificados se utilizó la superficie de las edificaciones y la altura (número de plantas39), datos que fueron obtenidos mediante la digitalización de las edificaciones y relevamiento en sitio. Para la representación de la compacidad se dibujó una malla de referencia de 200 x 200 metros sobre el plano, la cual fue interceptada con los polígonos de las edificaciones. El producto de este proceso es un archivo que contiene la codificación de la malla de referencia y las edificaciones, tanto los polígonos de las edificaciones completas que se encuentran dentro de la celda como las porciones de estas. Posteriormente se procedió a realizar la sumatoria de los volúmenes de las edificaciones por cada celda de referencia de acuerdo con la siguiente ecuación:

Una vez que se tienen los volúmenes para toda la malla del área de estudio se procede a calcular la compacidad absoluta, como sigue:

Con los resultados de la compacidad absoluta (CA) calculada por cada celda se toma como referencia el valor de 5 m40, es decir, una zona con un índice de CA mayor o igual que 5 m se considera como área compacta y, en caso contrario, como no compacta. Para el análisis de la concentración urbana se usó la información de la localización de las edificaciones; tomando en cuenta que el cálculo de la densidad está basado en la determinación de núcleos urbanos41; se procedió, en principio, a calcular la densidad del área construida. Con este propósito se calculó el área y el centroide de cada

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Considerando el promedio de personas por hogar obtenido por el INEC para el año 2010.

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39 A cada uno de los pisos se asignó un valor estándar de 3 metros.

Valor propuesto por la Agencia de Ecología Urbana de Barcelona (2012).

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41 En este caso se utiliza como sinónimo de aglomeraciones de edificaciones.


edificación; esta información se convirtió, posteriormente, en geometría de puntos y, a partir de estos elementos se calculó la densidad de Kernel42, tomando como parámetro el área de cada punto. Esto permitió identificar los clusters de áreas construidas y, por lo tanto, los probables núcleos urbanos. Luego se procedió a ubicar una malla de 1 km2 (1km x 1 km) que cubriera toda el área de estudio. Para ello se hizo coincidir el centroide de una de las celdas de referencia con el punto central de mayor densidad identificado en la densidad de Kernel de áreas edificadas. Se propone este procedimiento para evitar el descarte de los posibles centros urbanos, en el caso de que la celda de referencia corte o intercepte a una agrupación de edificaciones dando como resultado indicadores menores. La malla de referencia se interceptó con los polígonos de las edificaciones y se procedió a calcular el área de cada polígono o porción de polígono que se encuentra en cada celda; a continuación, se calculó el indicador de área construida por kilómetro cuadrado de la siguiente manera:

Una vez que se calculó este indicador se procedió a la clasificación de los centros urbanos, considerando que ocupara al menos 1/3 de las celdas correspondientes43. Es decir, si se obtenían valores superiores al 33% se consideraba como núcleos urbanos y a los valores menores se clasificaban como áreas dispersas. Para lograr una mayor desagregación, las áreas dispersas se clasificaron en tres rangos: menor a 10%, entre 10% y 20% y, entre 20% y 30%, para de esta manera identificar las zonas con mayor o menor dispersión. De esta manera, el índice de concentración urbana está relacionado con el índice de dispersión urbana –son complementarios– por cuanto este último se define “…como la probabilidad de encontrar espacio libre alrededor del pixel edificado” (Burchfield, Overman, Puga y Turner (2005), citado por González, Pérez y Rubiera (2017, p. 219). A efectos de considerar el modelo de crecimiento propuesto por el gobierno local, se analizó el Plan de Desarrollo y Ordenamiento Territorial de 2015 procediendo a contrastar los usos de suelo actuales y propuestos. Para complementar esta información se consideró pertinente realizar el estudio correspondiente al índice de sensibilidad ambiental para un escenario actual y futuro, considerando, en el segundo caso, las propuestas contenidas en el Plan de Ordenamiento Territorial del cantón Guayaquil, 2015 en cuanto a implantación del aeropuerto, red vial proyectada y usos del suelo.

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Herramienta de Análisis Espacial de ArcGIS.

Según la propuesta realizada por González, Pérez y Rubiera (2017). 43

Como fase previa a la determinación de la sensibilidad ambiental, se llevó a cabo la reagrupación de las unidades geológicas, rasgos geomorfológicos y categorización de los ecosistemas. Así, para cada unidad geológica obtenida del mapa temático se determinó el área; luego se realizó una reagrupación de los rasgos en cinco categorías. Un método similar fue aplicado para los rasgos geomorfológicos, agrupando, en este caso, en cinco categorías. Se revisó, además, la importancia de los principales ecosistemas y, finalmente, se designaron tres categorías. |143


Los índices parciales de sensibilidad ambiental fueron asignados haciendo corresponder los factores relativos al medio físico con los usos de suelo identificados en el ámbito de estudio. Se utilizó una escala cualitativa de valoración numérica: 0. Sin Afectación; 1. Baja Sensibilidad; 2. Moderada Sensibilidad y 3. Alta Sensibilidad, de acuerdo a la metodología empleada por Zulaica et al. (2009). Esta valoración permitió destacar las posibles amenazas a las cuales se encuentra expuesto el soporte físico natural como consecuencia de las actuaciones antrópicas. A partir de los valores asignados a los distintos usos, según su afectación a los factores ambientales, se procedió a la sumatoria de los índices parciales de sensibilidad ambiental en cada unidad ambiental, agrupando los resultados en tres categorías: alta (7-9); media (4-6); baja (1-3). Para la construcción del escenario futuro se hizo corresponder los factores relativos al medio físico —geología, geomorfología y ecosistemas— con los usos de suelo esperados en el ámbito de estudio a partir del Plan de Ordenamiento Territorial, 2015. De esta manera, se consideró que el área designada para el aeropuerto, su área colindante, las vías de conectividad, conjuntamente con su franja o área de servidumbre estuvieran completamente ocupadas; de igual manera se generó un escenario en donde toda el área clasificada como residencial estuviera completamente construida, considerando que el aeropuerto será un polo de desarrollo que impulsará la instalación de edificaciones residenciales, infraestructura de servicios, hoteles, etc. “Los aeropuertos y aeródromos son infraestructuras de transporte que, además de contribuir a la movilidad de las personas y mercancías, fomentan el desarrollo porque promocionan nuevas actividades, estimulan las iniciativas locales y revalorizan los territorios contiguos” (Gómez Orea, González Morera, Pereira Jerez y Villamarino Valdivieso, 1996, p. 47). La escala de valoración utilizada es la misma tanto para el escenario actual como futuro. Es importante mencionar que a pesar de la importancia de la caracterización socioeconómica en la determinación de las unidades homogéneas e índices de sensibilidad ambiental, se obvió su inclusión en este caso, por cuanto la información disponible proveniente de fuentes oficiales corresponde al censo de 2010 y la situación en casi una década ha variado sustancialmente, por tratarse de un territorio en plena transformación. De esta manera, se ha otorgado prioridad a la capacidad de acogida (Gómez Orea, 1992, p. 25) del medio físico natural hacia las actividades antrópicas.

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Discontinuidad y fragmentación. Preeminencia de vacíos intersticiales En la morfología del ámbito de estudio se pone en evidencia el carácter de espacio periférico en plena transformación; destaca la incorporación de una gran superficie de espacio natural al proceso de urbanización; la ocupación del territorio se encuentra marcada por la dirección del eje vial, incursión fragmentada de los diferentes actores —públicos y privados—; a la vez que se erigen las ciudadelas cerradas como tipos residenciales predominantes y se improvisa en la conformación de los trazados. De acuerdo a las estimaciones realizadas, basadas en el mapa de fondo-figura, el suelo ocupado sólo alcanza el 3% de la superficie total del ámbito de estudio. No obstante, es necesario considerar que cerca del 32% de la superficie de la zona de planificación Chongón corresponde a la Reserva de Producción Faunística Manglares del Salado, los Bosques Protectores Cerro Blanco y La Prosperina, además de los esteros y cursos de agua. Además, de acuerdo a la información contenida en el Plan de Ordenamiento Territorial, aproximadamente un 28% comprende las zonas destinadas a la extracción de material pétreo y cultivos. Así, de los 177,28 km2, un 37% del territorio se encuentra a la espera de ser ocupado, es decir, un área equivalente a 65,6 km2. La ocupación del suelo luce fragmentada, por cuanto ha dependido, principalmente, de la actuación de los promotores privados; grandes vacíos intersticiales se encuentran a la espera de nuevas intervenciones que, muy probablemente, seguirán los mismos esquemas de ocupación, dada la inexistencia de trazados que permitan avizorar una estructuración del territorio. De esta manera, la forma de ocupación dependerá, casi exclusivamente, de las posibilidades que ofrezca la vía a La Costa y la diversidad de lotes resultantes como producto de la división del espacio, aunque esta última podría estar condicionada, además, por la propiedad comunal en una parte del territorio. La vinculación a la ciudad de Guayaquil mediante la carretera E-40, —vía a La Costa—, ha influido definitivamente en la ocupación del espacio; los primeros 8.3 km comprendidos entre Guayaquil y Puerto Hondo poseen la mayor proporción de espacio urbanizado (llenos), colmando casi la capacidad que ofrece el territorio, si se consideran las limitaciones en su expansión, impuestas por el área natural protegida y los bosques protectores, así como por la existencia de las canteras. Los espacios a ocuparse —posiblemente en un breve plazo— están representados por los lotes vacíos que median entre las ciudadelas cerradas, localizadas al sur de la vía a La Costa; la mayoría dependen de esta vía para su acceso directo, muy pocos lotes se encuentran adyacentes a vías secundarias. En los siguientes 7.9 km que marcan la distancia entre Puerto Hondo y el poblado de San Pedro de Chongón, se aprecia un mayor número de espacios vacíos, una situación que puede ser explicada por la propiedad principalmente comunal —Comuna Casas Viejas— que frenó por un tiempo la ocupación. La liquidación de la Comuna en 1980 y su posterior impugnación en 2015, reviste a la ocupación de este sector de gran incertidumbre. Actualmente los terrenos están en posesión del Banco Central del Ecuador y se encuentran sometidos a una gran presión inmobiliaria.

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Figura 100. Llenos y vacíos.

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Figura 95. Llenos y vacíos del ámbito de estudio

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Figura 101. Vacíos intersticiales en Chongón.

En este sector destacan dos superficies de terreno pertenecientes a la Compañía Negocios Generales Tiffany, de aproximadamente 86 hectáreas, al norte de la Vía a La Costa, donde se proyectaron la Lotización Fincas Vacacionales Tiffany44 y Lotización Fincas Vacacionales Tiffany 2, esta última sin aprobación de la Municipalidad45. Actualmente la empresa promotora afronta problemas legales, “Varios terrenos vendidos no coinciden con los linderos, mensuras y áreas de la Lotización Fincas Vacacionales Tiffany”46, en algunos casos, los mismos terrenos se han vendido a distintas personas. Una situación que ha llevado a revisar los registros de propiedad de la Comuna Casas Viejas, específicamente en los sectores Cubachi, 1 y Central. Al sur de la vía, bordeando el poblado de San Pedro de Chongón, se encuentran grandes extensiones de terreno delimitadas por camaroneras, igualmente, dentro del poblado, se encuentran diversos lotes disponibles. El último tramo comprende el espacio con mayor extensión de terrenos vacantes; a excepción de las edificaciones de Daular y de las fincas agrícolas existentes, el territorio luce vacío.

44 Aprobada por el Concejo Cantonal de Guayaquil en sesión ordinaria del 2 de octubre de 1987. 45 Aunque se encuentra inscrita en el Registro de Propiedad de Guayaquil el 2 de agosto de 1994.4 46 M.I. Concejo Municipal de Guayaquil, 22 de noviembre de 2015, publicado en Gaceta Oficial 15 de enero de 2016.

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Figura 102. Llenos y vacíos en San Pedro de Chongón Fuente: Mapeo colaborativo de alumnos de la asignatura Estructura Urbana y Ordenamiento Territorial, 2017.

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Dispersión territorial. Un crecimiento signado por la baja densidad, baja compacidad y desconcentración urbana Para el último censo, el ámbito de estudio estaba dividido en 82 sectores censales de superficie muy heterogénea, con una mayor subdivisión en las urbanizaciones y asentamientos consolidados para la fecha. Para facilitar la lectura se ha hecho una correspondencia entre los sectores censales y los núcleos poblacionales; de esta manera, por ejemplo, la urbanización Puerto Azul comprende 12 sectores censales. En general, el espacio delimitado por la poligonal urbana reflejaba una muy baja ocupación, denotándose la existencia de densidades bajas (entre 10 y 199 hab/ha); y muy bajas (menores a 10 hab/ha), atendiendo a los tipos de densidades propuestas en el Plan de Ordenamiento Territorial vigente. Una superficie de 702,98 hectáreas correspondientes a 57 sectores censales tenían densidades bajas; el resto, densidades muy bajas. Dado que el rango propuesto por el Plan para las densidades bajas es muy amplio, se fraccionó en 5 rangos De esta manera, el 95% del territorio presentaba densidades inferiores a 5 hab/ha; el 2,5% reflejaba densidades entre 5,01 y 25 hab/ha. Los sectores que presentaban valores entre 25,01 y 75 hab/ha apenas representan el 2,1% de la superficie; el resto, poseía densidades superiores a 75 hab/ha. Estos valores corresponden a algunos de los sectores censales donde se encuentra Puerto Hondo, San Gerónimo 2 y Puertas del Sol. Unos resultados que encuentran su lógica en el origen informal, grano edificatorio y antigüedad de los tres asentamientos. Para el análisis de la densidad en áreas residenciales, se escogió una muestra de 30 sectores, de los cuales 23 corresponden a ciudadelas cerradas, 4 están representados por núcleos poblacionales localizados en propiedad comunal y 3 asentamientos de origen informal, 2 de estos últimos ya se encuentran consolidados —Puerto Hondo y Puertas del Sol—. Los resultados obtenidos no reflejan patrones regulares según las diferentes formas de crecimiento; en el caso de las ciudadelas cerradas, la variedad depende del diseño y dimensiones de los lotes. El valor promedio encontrado es bastante bajo, 52,77 hab/ha; el 60% de las áreas residenciales dentro del ámbito de estudio mantiene cifras por debajo de este valor; dentro de este grupo se encuentran los asentamientos comunales como Sara PatriciaNueva Esperanza-Las Américas, Casas Viejas, Daular, San Pedro de Chongón y San Jerónimo 1; la excepción la constituye San Gerónimo 2 con 71,07 hab/ha. El 40% que posee valores por encima del promedio corresponde, en su mayoría, a las ciudadelas cerradas. La mayor densidad se registró en Costalmar 1, conjunto residencial multifamiliar, con 151,34 hab/ha. Destaca dentro del grupo, el asentamiento de origen informal Puertas del Sol que se encuentra al inicio de la vía a La Costa y posee un alto grado de consolidación.

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Tabla 11. Densidad bruta según sectores censales 2010.

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Figura 103. Densidad bruta 2010. Fuente: Elaboración propia, basada en INEC (2010).

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Tabla 12. Densidades brutas por urbanizaciones, 2017.

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Figura 104. Densidad bruta de áreas residenciales, 2017.

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Los cálculos relativos a la compacidad representan valores inferiores a 5 m; en algunas urbanizaciones estas cifras se acercan a 3 m, debido a la presencia de edificaciones multifamiliares y zonas industriales de varios pisos, lo que aumenta el volumen construido. En el tramo B1 destaca un conjunto aislado de edificaciones que superan los 5 m, sin embargo, no son representativos, pertenecen a la empresa Cementos Nacional (Holcim). En general, los resultados obtenidos destacan el modelo de ocupación del territorio donde prevalece la escala doméstica representada por el tipo residencial unifamiliar, generalmente de 2 pisos, con una baja ocupación del suelo. Es cierto que aún se encuentra una gran cantidad de espacios vacíos que denotan unos resultados temporales; sin embargo, en los sectores más cercanos a Guayaquil; los lotes han sido ocupados en casi un 100%, apuntando a resultados definitivos. Los sectores con mayor compacidad corresponden a las urbanizaciones de Puerto Azul, Bosques de la Costa, Terra Nostra, Puerto Seymour, Vía al Sol.

Figura 105. Volúmenes edificados para el cálculo de compacidad tramo A.

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Figura 106. Compacidad absoluta en el ámbito de estudio.

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Figura 107. Compacidad absoluta en el ámbito de estudio.

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El cálculo del índice de concentración urbana, realizado en dos fases, de acuerdo a lo explicado al inicio de este capítulo, es expresado en el mapa de densidad de Kernel y en la malla representativa de las proporciones del espacio ocupado por las edificaciones. La mayor concentración en el ámbito de estudio se localiza en los sectores más cercanos a la ciudad de Guayaquil, específicamente en la ciudadela Puerto Azul con valores de 24,84%; no obstante, como se observa en el mapa de densidad, existe un crecimiento continuo hasta San Pedro de Chongón, percibiendo algunas manchas dispersas hacia el suroeste, en las cercanías a la población de Daular. Este indicador permite avizorar la tendencia de crecimiento de Guayaquil hacia este sector e identificar el proceso que se está evidenciando en el cambio de espacio rural a urbano. Los resultados en la ocupación del suelo revelan dos tipos de crecimiento predominantes, uno lineal, apoyado en la vía a la Costa (linear growth) y otro representado por áreas discontinuas con espacios intersticiales (leapfrog growth), según las definiciones presentadas por Harvey y Clark (1971) citados por Santos, Azcárate, Cocero y Muguruza (2013). El crecimiento lineal que se da en los primeros kilómetros responde a una espacialidad urbana periférica en plena consolidación, aunque no con la misma intensidad hacia el norte que hacia el sur de la vía. El espacio periurbano se configura, casi exclusivamente, a partir del tejido residencial extensivo con localización de algunos equipamientos, instalaciones industriales y espacios comerciales; estos últimos han sustituido al espacio público, funcionando como áreas de atracción tanto para los vecinos como para los usuarios de la vía en su recorrido interprovincial. Así, las áreas residenciales y piezas funcionales se implantan de manera discontinua, con una estimable cantidad de espacios intersticiales, indicativo fundamental del fenómeno del sprawl. Esto explica que el aumento relativo de la ocupación del suelo —huella urbana— de Guayaquil no se corresponda con el crecimiento demográfico (superficie/hab); adición de mayor cantidad de suelo y ausencia de límites claros. En el territorio donde se encuentran los asentamientos de origen comunal se está ante la presencia de un espacio rururbano con evidentes rasgos de dispersión; San Pedro de Chongón, sin embargo, se constituye en un núcleo urbano con posibilidad de convertirse en una centralidad del ámbito de estudio, es decir, un lugar para la concentración de diversas funciones que le permitirá organizar el territorio. El resto del territorio, hacia los terrenos del nuevo aeropuerto, es fundamentalmente rural.

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Figura 108. Índice de concentración urbana.

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Figura 109. Densidad de Kernel.

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Modelo de crecimiento según los planes vigentes El Plan de Desarrollo y Ordenamiento Territorial de 2015 constituye una actualización del Plan aprobado en 2012. La mayor parte del contenido del documento se mantiene, a excepción de los planos de Estructura Vial, Calificación del Suelo, Esquema de Ocupación y Usos del Suelo. De acuerdo a las actualizaciones realizadas a este último plano, para el ámbito de estudio, las superficies destinadas a suelo urbanizable y no urbanizable guardan proporciones similares, 88,30 y 88,97 km2, respectivamente. Dentro del primero destacan las superficies destinadas a uso residencial de densidad baja (entre 10 y 199 hab/ha) con un 19,5%; sigue el espacio destinado al aeropuerto con 13,5%. La zona residencial de densidad baja coincide con la ocupación del eje de la vía a La Costa, reforzando el proceso que ha tenido lugar, extendiéndolo hasta la población de El Consuelo en el área de expansión urbana; la vía a La Costa es considerada como un corredor de estructuración urbana. La intensidad de ocupación del suelo relativa a la densidad media (200-399 hab/ha) se asigna al centro poblado de San Pedro de Chongón y su alrededores, lo que probablemente desencadenará las apetencias del sector inmobiliario. Se ratifica el uso industrial en unos pequeños sectores, al igual que el uso comercial. En los alrededores de la población de Daular y terrenos del futuro aeropuerto, se propone uso residencial agrícola.

Tabla 13. Superficie según usos. Fuente: Plan de Ordenamiento Territorial (2015).

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Al contrastar la información relativa a usos de suelo, actuales y propuestos, se pueden verificar algunas inconsistencias, entre éstas, la presencia de canteras en el área destinada a uso residencial de densidad baja y la expansión de las urbanizaciones hacia el área protegida, fuera de los límites del uso propuesto, aspectos que ya habían sido mencionados anteriormente. De igual manera, se hizo la superposición de las vías propuestas y en estudio sobre el mapa de cobertura de vegetación y usos de suelo, determinando la incursión de la infraestructura en la Reserva Faunística Los Manglares del Salado y los bosques protectores Papagayo, Cerro Blanco y La Prosperina. Con la expansión de la ciudad hacia el oeste, el carácter interprovincial de la vía a la Costa ha entrado en conflicto con el rol de eje urbano estructurante que está llamado a cumplir. A pesar de su ampliación y la incorporación de calles de servicio para apoyar su funcionamiento, la capacidad y, por lo tanto, la jerarquía ha disminuido. Esta situación, conjuntamente con las demandas de infraestructura por causa de la construcción del aeropuerto, ha obligado a estudiar otras alternativas de comunicación con la ciudad y de ésta con el territorio que le sirve de soporte, a pesar de las posibles afectaciones al ambiente. Este posible escenario es indicativo de las deficiencias existentes en la visión de la planificación; se aprecian claras inconsistencias en el entendimiento y actuación sobre las realidades emergentes; la ciudad sigue avanzando con sus propias dinámicas, haciendo caso omiso a las características del territorio y a las relaciones que deberían tejerse con ámbitos vecinos. Se requiere el conocimiento detallado de las condiciones, en cuanto a problemas y oportunidades; poner un especial interés en el logro del equilibrio ambiental, conjugar la protección del soporte físico natural y los recursos disponibles, obteniendo, de esta manera, relaciones respetuosas entre ámbitos urbanos, rurales y naturales.

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Figura 110. Superposición de usos de suelo actuales y propuestos. Fuente: Elaboración propia, basada en el Plan de Ordenamiento Territorial (2015).

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Figura 111. Superposición cobertura de usos de suelo y vías propuestas. Fuente: Elaboración propia, basada en el Plan de Ordenamiento Territorial (2015).

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Implicaciones ambientales de la ocupación del territorio Una vez visualizados los diferentes atributos de este espacio geográfico, podríamos afirmar que se trata de una zona periurbana, sometida a un proceso de intensos cambios que le otorgan un gran dinamismo y una gran susceptibilidad a las intervenciones que están teniendo lugar. En su configuración morfológica y funcional se ofrece como un mosaico híbrido donde tiene cabida la residencia para población de altos, medios y bajos ingresos, vinculada tanto a actividades de servicio asociadas a lo urbano como actividades agroproductivas propias del medio rural, ambas conviviendo con la actividad extractiva (minería) y otras industrias. Aunado a esto, el escenario donde se desenvuelven tan heterogéneas actividades ha sido proyectado como área urbana por el Gobierno Municipal, además de la implantación del nuevo aeropuerto, que iniciará sus operaciones en el 2024. Con respecto a este proyecto, llama la atención la ligereza con que se menciona el tema ambiental en el Plan de Ordenamiento Territorial, “…al existir escasa vegetación y poca vida silvestre, se estima que no habrá un impacto ambiental significativo sobre el entorno natural”. Esta situación lleva a plantearse la necesidad de evaluar la sensibilidad ambiental para las diferentes actividades actuales y futuras, considerando los atributos físicos presentes –rasgos geológicos, geomorfológicos y ecosistemas–, los cuales, a su vez, definen unidades de paisaje particulares. Con la finalidad de visualizar los cambios que serían generados por la implantación del aeropuerto y afectación de los ecosistemas existentes, se realizó el análisis y representación del índice de sensibilidad ambiental en los escenarios actual y futuro, de modo que pudieran compararse. Las condiciones asociadas a la geología, geomorfología y ecosistemas fueron agrupadas previamente para facilitar el proceso de cruce con los usos de suelo. Basados en las consideraciones expuestas en el aparte relativo a los ecosistemas, se procedió a agruparlos según su importancia ecológica, estableciendo tres unidades Alta, Media y Baja. Dentro de la primera se incluyeron al bosque seco, depósitos de agua y manglar; el matorral seco se consideró como de media importancia ecológica; el resto, correspondiente a las actuaciones antrópicas, es clasificado de baja importancia ecológica. Posteriormente a la agrupación de los rasgos geológicos, geomorfológicos y ecosistemas se procedió a la superposición de sus límites para obtener distintas unidades de paisaje. Para la definición de los índices parciales de sensibilidad ambiental, es decir, el grado de afectación de las unidades de paisaje por causa de las actividades desarrolladas en el área, se definió una escala cuantitativa según la metodología planteada por Zulaica et al. (2009). Los resultados denotan el aumento de las superficies con una mayor sensibilidad (valoración entre 7 y 9), las cuales se encuentran localizadas en el lugar donde será implantado el aeropuerto, conjuntamente con otros sectores localizados al norte y sur de la vía.

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Tabla 14. Ecosistemas. Importancia ecológica.

Tabla 15. Valoración de factores ambientales y usos de suelos.

Tabla 16. Índice de Sensibilidad ambiental por cada escenario.

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Figura 112. Índice de Sensibilidad ambientalEscenario actual.

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Figura 113. Índice de Sensibilidad ambientalEscenario futuro.

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CONCLUSIONES La dinámica de expansión de Guayaquil sobre el espacio geográfico natural y rural de Chongón pone de relieve rasgos asociados al proceso de crecimiento de las ciudades en la actualidad. Estos rasgos pueden resumirse en formas de crecimiento residencial de baja densidad, construcciones dispersas y difusión del modo de vida urbano (Entrena, 2005; Indovina, 2007; Font, 2007; Salinas y Pérez, 2011; González, Rubiera y Pérez, 2014; Santos et al., 2013; Hernández, 2016). Paisajes rurales y naturales van adquiriendo una fisonomía urbana aunque con distintas carencias y particularidades. Las cualidades del paisaje del ámbito de estudio apuntan a la configuración de un espacio sometido a intensos cambios. La transición entre lo rural y lo urbano evidenciado en la hibridez de formas, funciones y actividades con diversos orígenes, particularidades y dinámicas apuntan a una gran complejidad para su comprensión y, por supuesto, gestión. Tipos residenciales, actividades agrícolas y mineras e instalaciones industriales compiten por la ocupación del espacio, ignorando el soporte físico natural, materializado en importantes ecosistemas; la definición de áreas naturales protegidas y bosques protectores no ha sido óbice para la ocupación indiscriminada y afectación de los recursos, el paisaje luce poco armónico, degradado, conflictivo. Uno de los aspectos más relevantes lo constituye la indefinición administrativa de gran parte del territorio -se debate entre parroquia rural y urbana- y de los límites establecidos en la propiedad del suelo, planteando serios conflictos entre los diferentes actores sociales y gubernamentales. Este rasgo podría asociarse a la “incertidumbre urbanística” mencionada por Hernández (2016) al referirse a los espacios periurbanos. En la expansión de Guayaquil, destaca el exceso de nuevo suelo destinado a uso urbano, sin garantías de disponibilidad de servicios, de 32600 ha existentes en 1991 pasó a tener 41900 ha en 2012, aumentando aproximadamente 28,52%. La densidad bruta de esta importante urbe ecuatoriana es de aproximadamente 54,68 hab/ha, correspondiendo una superficie de 182 m2/hab. En la configuración morfológica se deja entrever un “territorio invertebrado” (Font, 2007), cuya organización depende, casi exclusivamente, de un eje vial (carretera E-40), el escenario es lineal, prevalece la ausencia de recursos viarios secundarios e inexistencia de espacios públicos; estos han sido suplidos por centros comerciales o gasolineras-tiendas (Muñoz, 2007); las formas de crecimiento cuelgan de la vía a modo de fragmentos autónomos. De esta manera, se conforman contextos aislados tanto morfológica como funcionalmente, donde es indispensable el vehículo privado para la movilización y que sugieren una débil vinculación social (Barba y Mercadé, 2007). La estructuración de la zona de expansión urbana a partir de una vía de comunicación de carácter interprovincial, constituye un problema tanto para la capacidad de soporte como para la seguridad de los pobladores, reflejando improvisación en el crecimiento de la ciudad. Con la construcción del nuevo aeropuerto, se requerirá de la construcción de mayor número de arterias viales, infraestructuras y equipamientos, agudizando la problemática de intervención del espacio.

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Desde el punto de vista morfológico, consideramos apropiado acoger el concepto de territorios morfológicos utilizado por Font (2007) para referirse a las modalidades espaciales de los paisajes de baja densidad, por la diversidad de escalas y dinámicas, caracterizadas por la “heterogeneidad y discontinuidad espacial dominantes” (Font, 2007, p. 102) y por la agregación de formas diversas y en constante evolución. Entre estos territorios morfológicos destacamos, para el ámbito de estudio, las ciudadelas cerradas como forma predominante; algunos asentamientos de origen informal, consolidados y en proceso de consolidación, cuyas transformaciones han dependido de su localización y visibilidad en el territorio; tímidas ocupaciones lineales que se debaten entre los usos residenciales e industriales y, por último, las ocupaciones aisladas. Mención aparte requiere la población de San Pedro de Chongón con sus propias dinámicas, evidenciadas en su expansión, ocupación de su periferia, progresiva colmatación de vacíos y heterogeneidad en los usos de suelo, transitando, muy probablemente, hacia la conformación de una centralidad. El espacio geográfico correspondiente al ámbito de estudio posee cualidades naturales muy importantes, aproximadamente el 45% del territorio incluye ecosistemas de alta importancia ecológica, que actualmente se encuentran sometidos a una degradación inminente. Existen tensiones y conflictos entre los usos de suelo; pérdida de los atributos físicos; modificación y homogeneización de la textura producto de la incursión de las construcciones, además de la fragmentación de los ecosistemas. Si bien la medición de la dispersión incluye distintas variables (Ewing, Pendall y Chen, 2002; González et al., 2013; Santos et al., 2014), en esta investigación se optó por el análisis morfológico, incluyendo algunas de sus dimensiones: discontinuidad, baja densidad, baja compacidad y baja concentración urbana. Con respecto a la primera dimensión se determinó la discontinuidad y fragmentación con grandes vacíos intersticiales. El tramo más cercano a Guayaquil luce, a simple vista, con menor número de espacios vacíos; sin embargo, está conformado por fragmentos autónomos desvinculados entre sí. Los resultados obtenidos en cuanto a densidad, se corresponden con los obtenidos en diversas ciudades, que afrontan actualmente un crecimiento extensivo. El valor promedio de la densidad es bastante bajo, contrastando con los resultados presentados en el trabajo de Terraza et al. (2016), con 88 hab/ha. Los resultados de densidad en el ámbito de estudio se complementan con los valores de compacidad, menores al sugerido (5 m), debido a la preeminencia de viviendas unifamiliares. En cuanto a la concentración urbana, se obtuvieron valores inferiores al 33%, porcentaje recomendado por González, et al. (2014) según el método utilizado. De esta manera, los resultados en la ocupación del suelo del ámbito de estudio revelan el modelo de crecimiento de Guayaquil hacia el oeste, caracterizado por la existencia de gradientes entre lo rural y lo urbano, una característica importante de los paisajes metropolitanos contemporáneos (Robles, 2017). En los primeros kilómetros el crecimiento es lineal, apoyado en la vía a la Costa (linear growth) y discontinuo con espacios intersticiales (leapfrog growth), según las definiciones presentadas por Harvey y Clark (1971) citados por Santos et al. (2013). 172|


El crecimiento lineal responde a una espacialidad urbana periférica consolidación. En el territorio donde se encuentran los asentamientos comunal se está ante la presencia de un espacio rururbano (Sereno et al., evidentes rasgos de dispersión. El resto del territorio, hacia los terrenos aeropuerto, es fundamentalmente rural.

en plena de origen 2010), con del nuevo

El modelo territorial propuesto en los planes ratifica la tendencia en la ocupación del suelo, bajas densidades, multiplicación de las ciudadelas cerradas, inexistencia de espacios públicos y localización puntual de equipamientos. Se obvian consideraciones especiales con relación a los ecosistemas existentes, aspecto que ha podido visualizarse en la comparación entre el índice de sensibilidad en la situación actual y en la aplicación del contenido del Plan de Ordenamiento Territorial. Este estudio realizado para un sector de la ciudad en franco crecimiento y conformación, permite establecer, a grandes rasgos, el modelo de crecimiento de la ciudad de Guayaquil. Un modelo con deficientes orientaciones por parte de los organismos que debieran estar comprometidos con la planificación y gestión. La confluencia de intereses de diverso origen señala la existencia de un espacio conflictivo en diferentes vertientes, propiedad, administración política, usos del suelo. Unos conflictos que amenazan con magnificarse con la realización del gran proyecto urbano representado por el aeropuerto. Tal situación demanda de los futuros planes, la inclusión de estudios del paisaje como tema relevante, asumiéndolo como premisa para futuros planes urbanos y territoriales del cantón Guayaquil. Revisar la proporción de áreas urbanizables; éstas deben ser cuidadosamente estudiadas, en función de las necesidades de la población, una vez se hayan colmado los espacios de la ciudad. De igual manera, establecer estudios particulares acerca del capital natural y sus características, capacidad de carga del territorio, considerando aspectos tan sensibles como la fragmentación de los ecosistemas y la vulnerabilidad. Establecer un monitoreo permanente de la situación mediante el uso de indicadores asociados al fenómeno de dispersión territorial. Se impone una revisión de mejores alternativas que permitan formular un modelo territorial adecuado a las profundas transformaciones del territorio.. A partir de estos resultados, quedan pendientes nuevos estudios que podrían complementar los resultados, por ejemplo, localización de empleos, movilidad de los habitantes, cuantificación de los costes sociales y económicos de la dispersión. Urge la revisión de los Planes de Manejo de las áreas naturales protegidas y bosques protectores en cuanto al establecimiento de las zonas de amortiguamiento. Además proponer medidas de reparación para los sectores de Cerro Blanco que han sido afectados por la extracción de material pétreo. Presentar un plan de medidas de mitigación y de compensación sobre el ambiente, por causa de la incursión del proyecto del nuevo aeropuerto.

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CRÉDITOS FOTOGRÁFICOS

(La primera cifra indica el número de ilustración. La cifra entre parentesís, la página del libro) Archivo del proyecto de investigación ”Estudio de la morfología urbana y dinámica de la ocupación del suelo de la Parroquia Chongón. Análisis del modelo de crecimiento de la ciudad de Guayaquil hacia el oeste”, 8-15 (35), 16-17(36), 21 (49), 22-23 (50), 24-25 (51), 26-27 (53), 30-45 (56-71), 47-49 (83), 53-54 (88), 57-59 (92), 66 (98), 67 (102), 8388(121), 95 (129), 96-99 (130-133), 114 (171). Canal de Televisión Universidad Católica Santiago de Guayaquil. Programa Investigación desde la Academia. Portadas de Capítulos (20-21), (38-39), (74-75), (134135), 29 (54), 71 (105), 81 (119), 101 (148). Diario El Universo. 58 (92). LaHistoria Twitter. 65 (98).

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