Valores 1

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Definición de los valores

Los valores son principios que nos permiten orientar nuestro comportamiento en función de realizarnos como personas. Son creencias fundamentales que nos ayudan a preferir, apreciar y elegir unas cosas en lugar de otras, o un comportamiento en lugar de otro. También son fuente de satisfacción y plenitud. Nos proporcionan una pauta para formular metas y propósitos, personales o colectivos. Reflejan nuestros intereses, sentimientos y convicciones más importantes. Los valores se refieren a necesidades humanas y representan ideales, sueños y aspiraciones, con una importancia independiente de las circunstancias. Por ejemplo, aunque seamos injustos la justicia sigue teniendo valor. Lo mismo ocurre con el bienestar o la felicidad.


Los valores valen por sí mismos. Son importantes por lo que son, lo que significan, y lo que representan, y no por lo que se opine de ellos. Valores, actitudes y conductas están estrechamente relacionados. Cuando hablamos de actitud nos referimos a la disposición de actuar en cualquier momento, de acuerdo con nuestras creencias, sentimientos y valores. Los valores se traducen en pensamientos, conceptos o ideas, pero lo que más apreciamos es el comportamiento, lo que hacen las personas. Una persona valiosa es alguien que vive de acuerdo con los valores en los que cree. Ella vale lo que valen sus valores y la manera cómo los vive. Pero los valores también son la base para vivir en comunidad y relacionarnos con las demás personas. Permiten regular nuestra conducta para el bienestar colectivo y una convivencia armoniosa. Quizás por esta razón tenemos la tendencia a relacionarlos según reglas y normas de comportamiento, pero en realidad son decisiones. Es decir, decidimos actuar de una manera y no de otra con base en lo que es importante para nosotros como valor. Decidimos creer en eso y estimarlo de manera especial.


Al llegar a una organización con valores ya definidos, de manera implícita asumimos aceptarlos y ponerlos en práctica. Es lo que los demás miembros de la organización esperan de nosotros. En una organización los valores son el marco del comportamiento que deben tener sus integrantes, y dependen de la naturaleza de la organización (su razón de ser); del propósito para el cual fue creada (sus objetivos); y de su proyección en el futuro (su visión). Para ello, deberían inspirar las actitudes y acciones necesarias para lograr sus objetivos. Es decir, los valores organizacionales se deben reflejar especialmente en los detalles de lo que hace diariamente la mayoría de los integrantes de la organización, más que en sus enunciados generales. Si esto no ocurre, la organización debe revisar la manera de trabajar sus valores. */-*/*-/-*/-*/

Nuestra definición de valores 1. Los valores son convicciones profundas de los seres humanos que determinan su manera de ser y orientan su conducta. 2. Los valores involucran nuestros sentimientos y emociones. Valores, actitudes y conducta están relacionados. Son creencias o convicciones de que algo es preferible y digno de aprecio. Una actitud es una


disposición a actuar de acuerdo a determinadas creencias, sentimientos y valores. A su vez las actitudes se expresan en comportamientos y opiniones que se manifiestan de manera espontánea. Los valores se jerarquizan por criterios de importancia. Cada persona construye su escala de valores personales, esto quiere decir que las personas preferimos unos valores a otros. Los valores más importantes de la persona forman parten de su identidad, orientan sus decisiones frente a sus deseos e impulsos y fortalecen su sentido del deber ser. Cada persona, de acuerdo a sus experiencias construye un sentido propio de los valores. Aunque a todos nos enseñen que la honestidad es algo deseable, y aunque todos lo aceptamos como cierto, la interpretación que haremos de este valor, el sentido que le encontraremos en nuestra vida, será diferente para cada persona. Los valores y su jerarquización pueden cambiar a lo largo de la vida. Están relacionados con los intereses y necesidades de las personas a lo largo de su desarrollo. Los valores de los niños pequeños están definidos en buena medida por sus necesidades de subsistencia y por la búsqueda de aprobación de sus padres: sustento biológico, amor filial. Los adolescentes guían sus valores personales por su necesidad de experimentación y autonomía: amistad, libertad. Mientras que en la edad adulta se plantean nuevas prioridades: salud, éxito profesional, responsabilidad. Algunos valores permanecen a lo largo de la vida de las personas. Existen diferentes tipos de valores, ¡conócelos! - See more at: http://www.fundaciontelevisa.org/valores/que-sonlos-valores/#sthash.05xNhTB9.dpuf -**/-*/-*/


Amistad: los elementos que forjan amistades para toda la vida. 4 Sección: Valores

enero

2013 explicados

La amistad es un valor universal. Está claro que difícilmente podemos sobrevivir en la soledad y el aislamiento, por eso necesitamos y disfrutamos de los amigos. Enecuentra aquí los principios para una duradera y recta amistad.

Necesitamos a alguien en quién confiar, a quién llamar cuando las cosas se ponen difíciles, y también con quien compartir una buena película. Pero ¿Qué es la amistad? ¿De qué se compone? ¿Cómo tener amistades que duren toda la vida? Caerse bien Las amistades suelen comenzar de imprevisto, y muchas veces sin buscarlas. En el camino de la vida vamos encontrádolas. Y todo comienza porque alguien “nos cae bien”. Convicciones, sentimientos, gustos, aficiones, opiniones, ideas políticas, creencias, religión son algunos de las cosas en común que pueden hacer que nos hagamos amigos de alguien.


Sentirse a gusto con una persona, conversar y compartir sentimientos es el principio de eso que llamamos amistad. Algo en Común Para que la amistad sea verdadera, debe existir algo en común y, sobre todo, estabilidad. El interés común puede ser una misma profesión, una misma carrera, un pasatiempo en común, y la misma vida nos va dando amigos. Dice el refrán Aficiones y caminos hacen amigos. La amistad es un cariño, un apreciarse que promueve un dar, un darse y para ello es necesario encontrarse y conversar. Después, con el tiempo, la amistad puede desarrollarse ne profundiad y en extensión mediante el trato, el conocimiento y el afecto mutuos. La amistad no puede desarrollarse sin estabilidad. Por eso cuando dejamos de ver durante muchos años a nuestros amigos, a veces nos enfrentamos a que parecen personas totalmente diferentes, o simplemente no se pasa de un diálogo superficial que deja un mal sabor de boca. La amistad es algo que requiere estabilidad en el trato. Tratarse Conocer bien al amigo es saber de su historia pasada, de sus quehaceres actuales y de sus planes futuros; y del sentido que da a su vida, de sus convicciones; y de sus gustos y aficiones, y de sus defectos y virtudes. Es saber de su vida, de su forma de ser, de comprenderse; es… comprenderle. Comprender al amigo es meterse en su piel y hacerse cargo. Desinterés Para que una amistad sea verdadera, no basta con carse bien, hay que dar el paso definitivo: ayudarse desinteresadamente, sin esperar nada a cambio. Al amigo se le quiere porque él es él y porque yo soy yo. La amistad se orienta hacia el tú y consiste más en un servir que en un sentir. No es amigo ni el compañero ni el camarada. Tampoco es amigo que el busca aprovecharse del otro. La amistad no es comercio de beneficios. La verdadera amistad es, en gran medida, servicio afectuoso y desinteresado.


Vale la pena Ser amigo de verdad no es fácil, pero vale la pena el esfuerzo. Es un gozo tener amigos de verdad: estar con ellos, charlar, ayudarle o ser ayudad y disfrutar y alegrase con ellos ¡poder contar con ellos! Aunque cueste, vale la pena el esfuerzo que requiere ser un amigo. Tenerse confianza No solamente se cree lo que dice el amigo, hay que creer en él. Tener confianza en el amigo significa que tenemos la seguridad moral de que responderá favorablemente a as esperanzas de amistad que depositemos en él. La confianza mutua hace posible la autenticidad. Dar. Darse. La generosidad nos ayuda y facilita el dar que es esencial en la amistad. El dar y el darse es esencial en la amistad. El amigo de verdad es generoso y da. Da sus cualidades, su tiempo, sus posesiones, sus energías, sus saberes. Y lo hace para procurar ayudar eficazmente al amigo. Debemos mirar generosamente, con respeto y con cariño. El egoísmo se opone radicalmente a la amistad. Un acto de generosidad especialmente difícil es el perdonar. Debemos comprender y saber los motivos de una acción que nos ha hecho daño. Saber perdonar es propio de almas sabias y generosas. Ser leales No hay riqueza más valiosa que un buen amigo seguro. Ser leal supone ser persona de palabra, que responda con fidelidad a los compromiso que la amistad lleva consigo. Leales son los amigos que son nobles y no critican, ni murmura, que no traicionan una confidencia personal, que son veraces. Son verdaderos amigos quienes defienden el interés y el buen nombre de sus amigos. Ser leal también es hablar claro, ser franco. Debemos también ser leales en corregir a un amigo que se equivoca.


Ser agradecidos Dice un refrán que “El agradecimiento es el más efímero de los sentimientos humanos” y con mucha frecuencia parece tener razón. La gratitud es propia de los verdaderos amigos. ¿Cuántas veces nos hemos sentido mal con un amigo porque no ha sido agradecido del tiempo que le damos? Nosotros debemos agradecerle su tiempo, los buenos ratos que nos hace pasar, su ayuda cuando nos sentimos mal. A nosotros nos gustaría que una amistad nos dijera “gracias”, demos entonces nosotros el primer paso. Un enemigo mortal El Yo es un enemigo mortal de la amistad. El orgullo y el egoísmo no caben en la amistad. El orgulloso no mira más allá de su persona, de sus propias cualidades, de sus intereses. No es capaz de ayudar a nadie. Mantener las amistades Las amistades se cultivan, maduran. Es fácil hacer amigos, pero es mucho más difícil mantenerlos. La vida pone a prueba la generosidad, la lealtad, el agradecimiento, y no siempre se sale bien de ella. De aquellos amigos de la universidad, poco a poco la lista se hará menor. De un grupo de 30 o 40 amigos, acabarán quedando, para toda la vida 3 o 4. Hacer nuevos amigos El hecho de que alguien no tenga muchos amigos no es algo que deba permanecer así. El cultivar aficiones o asistir a alguna clase que nos interese es uno de los mejores medios para hacer amigos. Una cosa maravillosa de la amistad, es que incluso la gente más tímida puede hacer amistad ¡Con otros tan tímidos como ellos mismos! Hacer nuevos amigos es abrir horizontes. Si alguna vez algún amigo nos ha pagado mal, no significa que ocurra así con todo el mundo. Lo peor que puede hacer cualquiera es cerrarse. Las amistades cambian


Un punto fundamental al entender la amistad, es que las personas ni somos perfectas y cambiamos poco a poco, es decir, que no siempre encontraremos un “solo mejor amigo”. Habrá quien comparta con nosotros nuestras aficiones, otro quizá nuestros problemas, otro nuestros sueños. Querer buscar que una sola persona llene todas nuestras necesidades de amistad es algo que podría llegar a ser una utopía. Además ¿Quién dijo que no se pueden tener varios amigos? ¿Amistad o complicidad? Así como la amistad sana es un valor esencial para nuestras vidas, el tener una amistad con la persona equivocada puede serla fuente de muchos dolores de cabeza. Problemas de droga, delincuencia, baja en el desempeño profesional, problemas familiares son unos cuantos efectos de las malas amistades. La amistad es compartir, pero no es complicidad. También es importante recordar que somos personas individuales, con una conciencia individual. El hecho de que tal o cual amistad “lo haga”, no significa que nosotros debemos hacerlo. Tampoco podemos esconder nuestra conciencia individual en una conciencia “compartida”. Es el caso típico de alguien que se mete en problemas serios porque salió con los amigos y se perdió el control. “Más vale solo que mal acompañado” es un adagio que, de haber sido practicado a tiempo, podría haber evitado muchos problemas. Conclusión La amistad es tan importante para el desarrollo humano, su estabilidad y el mejoramiento de la sociedad que es un verdadero valor, que debemos cuidar y fomentar.

Otros textos: 1.- Amistad y justicia 2.- El amor de la amistad 3.- Precisiones sobre el método de estudio 4.- Amistad -*-*/-*/-*/-*/


Autenticidad 16 Sección: Valores

julio

2008 explicados

Las experiencias, el conocimiento y la lucha por concretar propósitos de mejora, hacen que con el tiempo se vaya conformando una personalidad propia. Toda obra original es valiosa, sobre todo si pensamos en algunas esculturas y pinturas, cualquier copia tendrá algunos rasgos que la hacen diferente e imperfecta de acuerdo al original. Por el hecho de existir y poseer unas características y cualidades propias, todos somos "originales", pero no quiere decir que somos personas "de una pieza", íntegros, es decir, auténticos. El valor de la autenticidad le da a la persona autoridad sobre sí mismo ante sus gustos y caprichos, iniciativa para proponerse y alcanzar metas altas, carácter estable y sinceridad a toda prueba, lo que le hace tener una coherencia de vida. El deseo de superación siempre será bien visto, pero con relativa frecuencia perdemos tiempo en querer ser precisamente lo que no somos: porque en ocasiones gastamos más de lo que tenemos para dar la apariencia de un muy buen trabajo o una mejor posición económica, no se diga en el modo de comportarse o de vestir según el círculo social al que queremos pertenecer; copiar el estilo de hablar elocuente o gracioso que utiliza otra persona, o la tendencia a participar activamente en conversaciones como conocedor y erudito, sin tener el mínimo conocimiento. En resumidas cuentas, esta manera de ser se debe a la falta de aceptación de sí mismo. En ocasiones la auto-aceptación se hace más difícil por lamentarnos de lo que no tenemos. En distintos momentos y circunstancias personas han dicho: "si hubiera nacido en una familia con mejor posición económica, otra cosa hubiera sido"; "si yo tuviera las cualidades que (aquel) tiene…"; "si hubiera tenido la posibilidad de una mejor educación…"; "si se me hubiera presentado esa oportunidad…" ¿No es también una pérdida de tiempo de la que hablamos al principio? Pensar y analizar lo que somos, nos lleva a encontrar pequeñas -e incluso grandesincongruencias en nuestra persona: si nos dejamos llevar por la opinión general de las personas que frecuentamos, es posible entrever una conducta mecánica, y tal vez contraria a nuestros valores. ¿Cuántas veces callamos nuestro punto de vista


por temor a quedar mal y ser relegado? Se ha visto a personas entrar casi "de incógnitos" a la iglesia, por temor a verse sorprendido por alguno de sus conocidos que pase en ese momento por ahí. Una persona congruente reacciona, opina y actúa siempre de acuerdo a sus convicciones y su formación. Reflexionar sobre lo que queremos ser, debe ir acompañado de propósitos con metas alcanzables. ¿Qué hace la persona que es excelente conversador?, se da tiempo para leer, para informarse, para aprender a contar anécdotas. ¿Cómo es que aquel compañero de trabajo es tan eficiente?, estudió, profundizó y aprendió aquellos temas que eran de su particular interés, además de una autodisciplina que lo hace realizar las cosas con orden. ¿Por qué un amigo es capaz de interpretar cualquier melodía que le piden en una reunión? Seguramente aprendió música y dedica tiempo suficiente para practicar. Toda persona que posee una serie de características distintivas, ha puesto empeño y esfuerzo en lograr "lo que quiere ser". Para ser auténticos hace falta algo más que copiar partes de un modelo, como si quisiéramos adueñarnos de una personalidad que no nos pertenece, o peor aún, pasar la vida esperando "la gran oportunidad" para demostrar lo que somos y lo que podemos lograr. Las experiencias, el conocimiento y la lucha por concretar propósitos de mejora, hacen que con el tiempo se vaya conformando una personalidad propia. ¿Qué hacer entonces para ser auténticos? - Evitar la mentira y la personalidad múltiple. Ser el mismo siempre, independientemente de las circunstancias. - Luchar contra la vanidad. Que nos lleva a elevarnos por encima de lo que somos para cubrir nuestras flaquezas o exaltar nuestras cualidades. Vivir de acuerdo a nuestra posibilidades, evitando lujos fuera de nuestro alcance. - Prepararnos para adquirir aquellas destrezas o habilidades que nos hacen falta para el trabajo o para sacar adelante a la familia. - Cooperación y comprensión para evitar el deseo de dominio sobre los demás, respetando sus derechos y opiniones. - Ser fieles a las promesas que hemos hecho, de esta manera, somos fieles con nosotros mismos. - Cumplir responsablemente con las obligaciones que hemos adquirido en la familia o el trabajo. - Hacer a un lado simpatías e intereses propios, para poder juzgar y obrar justamente. - Esforzarnos por vivir las leyes, normas y costumbres de nuestra sociedad. - No tener miedo a que "me vean como soy". De cualquier manera, mientras no hagamos algo para cambiar, no podemos ser otra cosa.


La autenticidad da a la persona una natural confianza, pues con el paso del tiempo ha sabido cumplir con los deberes que le son propios en el estudio, la familia y el trabajo, procurando perfeccionar el ejercicio de estas labores superando la apatía y la superficialidad, sin quejas ni lamentaciones. Por la integridad que da el cultivo de este valor, nos convertimos en personas dignas de confianza y honorables, poniendo nuestras cualidades y aptitudes al servicio de los demás, pues nuestras miras van más allá de nuestra persona e intereses. /*-/-*/-*/-/-*/

Bondad 5 Sección: Valores

abril

2015 explicados

La bondad perfecciona a la persona porque sabe dar y darse sin temor a verse defraudado, transmitiendo aliento y entusiasmo a quienes lo rodean. En ocasiones el concepto de bondad es confundido con el de debilidad. A nadie le gusta ser “el buenito” de la oficina, de quien todo el mundo se aprovecha. Bondad es exactamente lo contrario, es la fortaleza que tiene quien sabe controlar su carácter, sus pasiones y sus arranques para convertirlos en mansedumbre. La bondad es una inclinación natural a hacer el bien, con una profunda comprensión de las personas y sus necesidades, siempre paciente y con ánimo equilibrado. Este valor, por consiguiente, desarrolla en cada persona la disposición para agradar y complacer en justa medida a todas las personas y en todo momento.


¿En qué momentos nos alejamos de una actitud bondadosa? Es muy sencillo apreciarlo en las actitudes agresivas que se adoptan con los malos modales y la manera de hablar, a veces con palabras altisonantes, con la razón de nuestra parte o sin ella; la indiferencia que manifestamos ante las preocupaciones o inquietudes que tienen los demás, juzgándolas de poca importancia o como producto de la falta de entendimiento y habilidad para resolver problemas. ¡Qué equivocados estamos al considerarnos superiores! Al hacerlo, nos convertimos en seres realmente incapaces de escuchar con interés y tratar con amabilidad a todos los que acuden a nosotros buscando un consejo o una solución. Equivocadamente, nuestro ego puede regocijarse cuando alguien comete un error a pesar de las advertencias, casi saboreando aquellas palabras de: “no quiero decir te lo dije, pero… te lo dije”, y nos empeñamos en poner “el dedo en la llaga”, insistiendo en demostrar lo sabios que son nuestros consejos; seguramente todo esto sale sobrando, pues la persona ya tiene suficiente con haber reconocido su error y quizá en ese momento esta afrontando las consecuencias. La bondad no se detiene a buscar las causas, sino a comprender las circunstancias que han puesto a la persona en la situación actual, sin esperar explicaciones ni justificación y en procurar el encontrar los medios para que no ocurra nuevamente. La bondad tiene tendencia a ver lo bueno de los demás, no por haberlo comprobado, sino porque evita enjuiciar las actitudes de los demás bajo su punto de vista, además de ser capaz de “sentir” de alguna manera lo que otros sienten, haciéndose solidario al ofrecer soluciones . Una persona con el ánimo de “exaltar” su bondad, puede subrayar constantemente “lo bueno que ha sido”, “todo lo que ha hecho por su familia”, “cuánto se ha preocupado por los demás” y eso por supuesto no es bondad. La bondad es generosa y no espera nada a cambio. No necesitamos hacer propaganda de nuestra bondad, porque entonces pierde su valor y su esencia. El hacernos pasar por incomprendidos a costa de mostrar lo malos e injustos que son los demás, denota un gran egoísmo. La bondad no tiene medida, es desinteresada, por lo que


jamás espera retribución. Podemos añadir que nuestro actuar debe ir acompañado de un verdadero deseo de servir, evitando hacer las cosas para quedar bien… para que se hable bien de nosotros. El ser bondadoso tampoco equivale a ser blando, condescendiente con la injusticia, o indiferente ante lo que esta bien o esta mal en las actitudes y palabras de quienes nos rodean, por el contrario, sigue siendo enérgico y exigente, sin dejar de ser comprensivo y amable. Del mismo modo, jamás responde con insultos y desprecio ante quienes así lo tratan, por el dominio que tiene sobre su persona, procura comportarse educadamente a pesar del ambiente adverso. La bondad, como hemos visto, va más allá que un simple ofrecimiento de cosas materiales en condiciones precarias, para fomentar este valor en nuestra vida podemos considerar que debemos: – Sonreír siempre – Evitar ser pesimistas: ver lo bueno y positivo de las personas y circunstancias – Tratar a los demás como quisiéramos que nos trataran: con amabilidad, educación y respeto. – Corresponder a la confianza y buena fe que se deposita en nosotros. – Ante la necesidad de llamar fuertemente la atención (a los hijos, un subalterno, etc.), hacer a un lado el disgusto, la molestia y el deseo de hacer sentir mal al interesado: buscar con nuestra actitud su mejora y aprendizaje. – Visitar a nuestros amigos: especialmente a los que están enfermos, los que sufren un fracaso económico o aquellos que se ven afectados en sus relaciones familiares. – Procurar dar ayuda a los menesterosos, sea con trabajo o económicamente. – Servir desinteresadamente. El valor de la bondad perfecciona a la persona que lo posee porque sus palabras están cargadas de aliento y entusiasmo, facilitando la comunicación amable y sencilla; sabe dar y darse sin temor a verse


defraudado; y sobre todo, tiene la capacidad de comprender y ayudar a los demás olvidándose de sí mismo. */-*/-*/-*/-*/

Coherencia 16 Sección: Valores

julio

2008 explicados

Es el valor que nos hace ser personas de una pieza, actuando siempre de acuerdo a nuestros principios. Coherencia es la correcta conducta que debemos mantener en todo momento, basada en los principios familiares, sociales y religiosos aprendidos a lo largo de nuestra vida. Con este valor somos capaces de cumplir con mayor eficacia nuestras obligaciones, pues hace falta ser honesto y responsable; en nuestras relaciones personales es indispensable para ser sinceros, confiables y ejercer un liderazgo positivo; para nuestra persona, es un medio que fortalecer el carácter y desarrolla la prudencia, con un comportamiento verdaderamente auténtico. En primera instancia, el problema de vivir este valor es que somos muy susceptibles a la influencia de las personas y lugares a los que asistimos; por temor callamos, evitamos contradecir la opinión equivocada, o definitivamente hacemos lo posible por comportarnos según el ambiente para no quedar mal ante nadie. No es posible formar nuestro criterio y carácter, si somos incapaces de defender los principios que rigen nuestra vida. Lo mejor es mantenerse firme, aún a costa del cargo, opinión o amistad que aparentemente está en juego.


Una madre con varios hijos a los que adora y estando felizmente casada, se encontraba en la reunión de los miércoles con sus amigas, cada sorbo de café se acompañaba de comentarios a favor de la familia pequeña (matrimonio, con un hijo o sin él). Nunca en su vida se había visto tan incómoda, sin palabras ni objeciones, avergonzada… ¿Por qué callar? ¿Por qué no defender sus convicciones y lo que representa la razón de su vida? No se trata aquí de discutir sobre el motivo del diálogo, sino de la actitud, de la pasividad con que enfrentamos los temas álgidos, los importantes y los superfluos. ¿De cuántas cosas nos avergonzamos sabiendo que son correctas? Lo mismo sucede con los compañeros de la universidad y sus “aventuras” a veces riesgosas; al disimular ante los negocios poco transparentes que se dan en una empresa; ante la infidelidad de nuestras amistades hacia su pareja… Debemos ser valientes para superar el temor a ser señalados como extraños, anticuados o retrógradas, porque un carácter débil inspira poco respeto y jamás lograremos demostrar la importancia de vivir de acuerdo a unos principios y valores. Podemos suponer que actuando en base a nuestras propias convicciones basta para ser coherentes, pero existe el riesgo de adoptar una actitud traducida en un “soy como soy y así pienso”. Efectivamente, la coherencia exige esa firmeza y postura, pero se necesita un criterio bien formado para no caer en la obstinación. Todo indica que en algunos momentos exigimos coherencia en los demás: recibir un justo salario, colaboración por parte de los compañeros de trabajo, que nos procuren atenciones en casa, la lealtad y ayuda de los amigos. Pero esto debe llevarnos a reflexionar si trabajamos con intensidad y en equipo, si correspondemos con creces a los cuidados que recibimos en casa, si somos leales y verdaderos amigos de nuestros amigos. Siempre debemos estar conscientes que la coherencia hasta cierto punto es flexible. Por una parte es aprender a callar y ceder en las cosas sin importancia; pero en circunstancias en las que el prestigio y la seguridad de las personas, la unidad familiar o la estabilidad social


están en juego, se tiene la obligación de enfrentar la situación para evitar un daño a los derechos de los demás. Este es el motivo por el cual, el ejercicio de la prudencia es determinante, para saber actuar acertadamente en cualquier circunstancia. ¿Qué se necesita para ser coherentes, voluntad o conocimiento de los valores? En estricto sentido, ambos. Voluntad para superar nuestro temor a ser “diferentes” con el implícito deseo de ser mejores y ayudar a los demás a formar los valores en su vida. Con el conocimiento, hacemos más firmes nuestros principios, descubriendo su verdadero sentido y finalidad, lo que necesariamente nos lleva a ejercitarnos en los valores y vivirlos de manera natural. Para la práctica y vivencia de este valor puedes considerar: - Examina si tus actitudes y palabras no cambian radicalmente según el lugar y las personas con quien estés. Que en todo lugar se tenga la misma imagen y opinión de ti. - Piensa en la coherencia que exiges de los demás y si tu actúas y correspondes, al menos, en la misma proporción - Se prudente para elegir amistades, lugares y eventos. Así no tendrás que esconderte, mentir y comportarte en forma contraria a tus principios. - Evita hacer trampa o cumplir con tus obligaciones a medias. Aunque sea lo más fácil y nadie se percate de ello por el momento. - Procura no ser necio. Considera que algunas veces puedes estar equivocado, escucha, reflexiona, infórmate y corrige si es necesario. - Evita discusiones y enfrentamientos por cosas sin importancia. Si hay algo que defender o aclarar, no pierdas la cordura. Serenidad, cortesía y comprensión La experiencia demuestra que vivimos con mayor tranquilidad y nuestras decisiones son más firmes, al comportarnos de manera única; que a la larga, todos aquellos que alguna vez se burlaron de nuestros principios, terminan por reconocer y apreciar la integridad de nuestra persona. Por este motivo, la unidad de vida aumenta nuestro prestigio


personal, profesional y moral, lo cual garantiza incondicionalmente la estima, el respeto y la confianza de los demás. */-*/-/-*/-*/*/

Compasión 16 Sección: Valores

julio

2008 explicados

La compasión se enfoca en descubrir a las personas, sus necesidades y padecimientos, con una actitud permanente de servicio. Parece ser que la compasión sólo puede tenerse en algunos momentos de nuestra vida, con aquellos que han caído en desgracia y los desvalidos. La capacidad de conmovernos ante las circunstancias que afectan a los demás se pierde día a día, recuperar esa sensibilidad requiere acciones urgentes para lograr una mejor calidad de vida en nuestra sociedad. Compadecerse es una forma de compartir y participar de los tropiezos materiales, personales y espirituales que aquejan a los demás, con el interés y la decisión de emprender acciones que les faciliten y ayuden a superar las condiciones adversas. Diariamente ocurren todo género de desgracias: las fuerzas naturales, la violencia entre los hombres y los accidentes. En casos tan lamentables la compasión nos mueve a realizar campañas, colectas o prestar servicios para apoyar en las labores de ayuda humanitaria. Ante todo, debe quedar claro que tener compasión y sentir lástima no es lo mismo. Contemplamos la desgracia muchas veces como algo sin remedio y sentimos escalofrío al pensar que sería de nosotros en esa


situación, sin hacer nada, a lo mucho pronunciamos unas cuantas palabras para aparentar condolencia. Por otra parte, pasa el tiempo y vemos con asombro la indeferencia que poco a poco envuelve a los seres humanos, los contratiempos ajenos parecen distantes, y mientras no seamos los afectados todo parece marchar bien. Este desinterés por los demás se solidifica y nos hace indolentes, egoístas y centrados en nuestro propio bienestar Sin embargo, son las personas que nos rodean quienes necesitan de esa compasión que comprende, se identifica y se transforma en actitud de servicio. Podemos descubrir este valor en diversos momentos y circunstancias de la vida, tal vez pequeños, pero cada uno contribuye a elevar de forma significativa nuestra calidad humana: - Quien visita al amigo o familiar que ha sufrido un accidente o padece una grave enfermedad, más que lamentar su estado, está pendiente de su recuperación, en sus visitas regulares procura llevar alegría y tener momentos agradables. - La reacción comprensiva de un padre o madre de familia ante las faltas de los hijos, por inmadurez, descuido o una travesura deliberada, reprenden, animan y confían en la promesa de ser la última vez que ocurra… - En la escuela el profesor que consciente de la edad y las circunstancias particulares, corrige sin enojo pero con firmeza la indisciplina de sus alumnos, o pone todos los recursos al alcance para sacar adelante a ese joven con dificultades en el estudio. - Los jóvenes que participan en actividades de asistencia social en comunidades marginadas, asisten con la ilusión de enseñar doctrina a los niños, festejan y animan a todos en el juego de balompié, conviven sin reparar en lo descuidado de su aspecto y sus modales… - Toda persona en la oficina que roba tiempo a sus ocupaciones para explicar, enseñar y hacer entender a sus compañeros las particularidades de su labor, conocedor de su necesidad de trabajo y de la importancia del trabajo en conjunto.


Con el valor de la compasión se reafirman y perfeccionan otros valores: Generosidad y Servicio por poner a disposición de los demás el tiempo y recursos personales; Sencillez porque no se hace distinción entre las personas por su condición; Solidaridad por tomar en sus manos los problemas ajenos haciéndolos propios; Comprensión porque al ponerse en el lugar de otros, descubrimos el valor de la ayuda desinteresada. Aunque la compasión nace en el interior como una profunda convicción de procurar el bien de nuestros semejantes, debemos crear conciencia y encaminar nuestros esfuerzos a cultivar este valor tan lleno de oportunidades para nuestra mejora personal: - Evita criticar y juzgar las faltas y errores ajenos. Procura comprender que muchas veces las circunstancias, la falta de formación o de experiencia hacen que las personas actúen equivocadamente. En consecuencia, no permitas que los demás "se las arreglen como puedan" y haz lo necesario para ayudarles. - Observa quienes a tu alrededor padecen una necesidad o sufren contratiempos, determina cómo puedes ayudar y ejecuta tus propósitos. - Centra tu atención en las personas, en sus necesidades y carencias, sin discriminarlas por su posición o el grado de efecto que les tengas. - Rechaza la tentación de hacer notar tu participación o esperar cualquier forma de retribución, lo cual sería soberbia e interés. - Visita centros para la atención de enfermos, ancianos o discapacitados con el firme propósito de llevar medicamentos, alegría, conversación, y de vez en cuando una golosina. Aprenderás que la compasión te llevará a ser útil de verdad. Es tan enriquecedora la compasión porque va más allá de los acontecimientos y las circunstancias, se enfoca en descubrir a las personas, sus necesidades y padecimientos, con una actitud permanente de servicio, ayuda y asistencia, haciendo a un lado el inútil sentimiento de lástima, la indolencia y el egoísmo. /*/*-/*-/*-/-*/-/*/-*/

Gratitud


8 Sección: Valores

febrero

2014 explicados, Vivimos

De personas bien nacidas es ser agradecidas. ¿Cómo vivir mejor este valor? Dicen que de todos los sentimientos humanos la gratitud es el más efímero de todos. Y no deja de haber algo de cierto en ello. El saber agradecer es un valor en el que pocas veces se piensa. Ya nuestras abuelas nos lo decían “de gente bien nacida es ser agradecida”. Para algunos es muy fácil dar las “gracias” por los pequeños servicios cotidianos que recibimos, el desayuno, ropa limpia, la oficina aseada… Pero no siempre es así. Ser agradecido es más que saber pronunciar unas palabras de forma mecánica, la gratitud es aquella actitud que nace del corazón en aprecio a lo que alguien más ha hecho por nosotros. La gratitud no significa “devolver el favor”: si alguien me sirve una taza de café no significa que después debo servir a la misma persona una taza y quedar iguales… El agradecimiento no es pagar una deuda, es reconocer la generosidad ajena. La persona agradecida busca tener otras atenciones con las personas, no pensando en “pagar” por el beneficio recibido, sino en devolver la muestra de afecto o cuidado que tuvo. ¿Has notado como los niños


agradecen los obsequios de sus padres? Lo hacen con una sonrisa, un abrazo y un beso. ¿De que otra manera podría agradecer y corresponder unos niños? Y con eso, a los padres les basta. Las muestras de afecto son una forma visible de agradecimiento; la gratitud nace por la actitud que tuvo la persona, más que por el bien (o beneficio) recibido. Conocemos personas a quienes tenemos especial estima, preferencia o cariño por “todo” lo que nos han dado: padres, maestros, cónyuge, amigos, jefes… El motivo de nuestro agradecimiento se debe al “desinterés” que tuvieron a pesar del cansancio y la rutina. Nos dieron su tiempo, o su cuidado. Nuestro agradecimiento debe surgir de un corazón grande. No siempre contamos con la presencia de alguien conocido para salir de un apuro, resolver un percance o un pequeño accidente. ¡Cómo agradecemos que alguien abra la puerta del auto para colocar las cajas que llevamos, o nos ayude a reemplazar el neumático averiado! El camino para vivir el valor del agradecimiento tiene algunas notas características que implican: – Reconocer en los demás el esfuerzo por servir – Acostumbrarnos a dar las gracias – Tener pequeños detalles de atención con todas las personas: acomodar la silla, abrir la puerta, servir un café, colocar los cubiertos en la mesa, un saludo cordial… La persona que más sirve es la que sabe ser más agradecida. -*/-*/-*/-*/

Honestidad 16 Sección: Valores

julio

2008 explicados

La honestidad es una de las cualidades que nos gustaría encontrar en las personas o mejor aún, que nos gustaría poseer.


Si alguna vez debemos hacer un listado de las cualidades que nos gustaría encontrar en las personas o mejor aún, que nos gustaría poseer, seguramente enunciaremos la Honestidad, porque garantiza confianza, seguridad, respaldo, confidencia, en una palabra integridad. La Honestidad es una forma de vivir congruente entre lo que se piensa y la conducta que se observa hacia el prójimo, que junto a la justicia, exige en dar a cada quien lo que le es debido. Podemos ver como actitudes deshonestas la hipocresía, aparentando una personalidad que no se tiene para ganarse la estimación de los demás; el mentir continuamente; el simular trabajar o estudiar para no recibir una llamada de atención de los padres o del jefe inmediato; el no guardar en confidencia algún asunto del que hemos hecho la promesa de no revelarlo; no cumpliendo con la palabra dada, los compromisos hechos y la infidelidad. Faltar a la honestidad nos lleva a romper los lazos de amistad establecidos, en el trabajo, la familia y en el ambiente social en el que nos desenvolvemos, pensemos que de esta manera la convivencia se hace prácticamente imposible, pues ésta no se da, si las personas somos incapaces de confiar unos en otros. Para ser Honesto hace falta ser sinceros en todo lo que decimos; fieles a las promesas hechas en el matrimonio, en la empresa o negocio en el que trabajamos y con las personas que participan de la misma labor; actuando justamente en el comercio y en las opiniones que damos respecto a los demás. Todos esperan de nosotros un comportamiento serio, correcto, justo, desinteresado, con espíritu de servicio, pues saben que siempre damos un poco más de lo esperado. En la convivencia diaria podemos vivir la honestidad con los demás, no causando daño a la opinión que en general se tiene de ellas, lo cual se


puede dar cuando les atribuimos defectos que no tienen o juzgando con ligereza su actuar; si evitamos sacar provecho u obtener un beneficio a costa de sus debilidades o de su ignorancia; guardando como propio el secreto profesional de aquella información que es particularmente importante para la empresa en la que prestamos nuestros servicios, o de aquel asunto importante o delicado que nos ha confiado el paciente o cliente que ha pedido nuestra ayuda; evitando provocar discordia y malos entendidos entre las personas que conocemos; señalando con firmeza el grave error que se comete al hacer calumnias y difamaciones de quienes que no están presentes; devolviendo con oportunidad las cosas que no nos pertenecen y restituyendo todo aquello que de manera involuntaria o por descuido hayamos dañado.. Si queremos ser Honestos, debemos empezar por enfrentar con valor nuestros defectos y buscando la manera más eficaz de superarlos, con acciones que nos lleven a mejorar todo aquello que afecta a nuestra persona y como consecuencia a nuestros semejantes, rectificando cada vez que nos equivocamos y cumpliendo con nuestro deber en las labores grandes y pequeñas sin hacer distinción. Las relaciones en un ambiente de confianza conducen a la mejora personal y ajena, pues si en todo momento se obra con rectitud, se aprende a vivir como hombre de bien. */*-/-*/-*/-/-

Sencillez 9 Sección: Valores

julio

2012 explicados

Una personalidad sencilla a veces puede pasar inicialmente desapercibida, pero su fortaleza interior y su encanto es mucho más profundo y perdurable. Probablemente no hay nada más chocante que una personalidad "inflada" o quienes se vanaglorian constantemente de sus propios


logros, cualidades y posibilidades. Una personalidad sencilla a veces puede pasar inicialmente desapercibida, pero su fortaleza interior y su encanto es mucho más profundo y perdurable. La personalidad sencilla es única, recia, sin adornos ni artificios, no le hace falta mostrar y poner en un escaparate sus posesiones y cualidades porque son evidentes y naturales. La sencillez nos enseña a saber quienes somos y lo que podemos. Durante una conversación escuchamos en una ocasión a una persona que decía "detesto a las personas "sofisticadas"". Lo había dicho una persona inmensamente rica, con grandes dotes intelectuales, con una posición social privilegiada y con una familia notable durante muchas generaciones. Esa persona era probablemente la que más derecho habría tenido a mostrar la sofisticación de ropa de diseñador, varios automóviles exóticos, una conversación plagada de términos rimbombantes derivada de su profunda cultura, una altivez propia de la dignidad de una familia importante. Y sin embargo decía "detesto a ls personas "sofisticadas"". Y las detestaba porque precisamente en su medio social veía lo peor de la miseria humana: altivez injustificada, grosería constante ante la servidumbre, orgullo de una cultura superficial. La cultura de hoy a veces quiere hacernos creer que valemos por nuestra ropa, por nuestros autos, por estar a la moda, porque somos poderosos, porque podemos humillar. Pero precisamente toda esa cultura es la llave al gran vacío interior que comienza a caracterizar a nuestra sociedad. Es fácil caer en la tentación de "lucir" en cualquier circunstancia: al entrar a un restaurant, al asistir a una fiesta importante… A veces podemos pasar muchísimo tiempo tratando de encontrar la ropa, accesorios adecuados, y podemos caer en la afectación en nuestra postura y tratar de cuidar cada palabra. Esto también con frecuencia puede quitarnos totalmente la espontaneidad y la frescura haciéndonos


francamente insoportables y logramos exactamente el efecto contrario de lo que queríamos, en lugar de agradar desagradamos. La persona humana esta dotada de inteligencia, cualidades y habilidades. Pero ¿Para qué convertir nuestra vida en una eterna competencia? ¿De qué sirve estarme comparando constantemente con los demás? El progreso interno, donde nosotros crecemos es en verdad lo importante. No debemos centrar nuestra vida en querer impresionar a los demás por estar "a la última" en electrónica, moda, autos, muebles, y peor aún es cuando nuestras posibilidades nos permiten llegar al punto de la ostentación. La postura de altivez y menosprecio son un efecto directo de estas ostentaciones. Por otra parte, con frecuencia se desvirtúa la imagen de las personas sencillas, haciéndolos sinónimo de timidez e ingenuidad -en el mejor de los casos-, aunque en otras ocasiones se relaciona la idea a la pobreza y la suciedad. Ni lo uno, ni lo otro. La sencillez no es pobreza ni mendicidad, es tener lo que se necesita pero sin caprichos superficiales. La sencillez no es suciedad, la pulcritud no está reñida con la humildad del corazón. Ahora bien, el valor de la sencillez tiene distintas manifestaciones ¿Qué hace una persona para ser sencilla? En el caso de nuestra forma de hablar podemos citar varios ejemplos. Una persona sencilla… - Utiliza con mesura la palabra, evitando acaparar las conversaciones para convertirse en el centro de atención; del mismo modo su lenguaje es apropiado, sin recurrir a palabras altisonantes, de mal gusto o frases corrientes para hacerse notar. - Tiene un lenguaje comprensible y adecuado a la ocasión, sin caer en el uso de palabras cultas o rimbombantes, para formar una imagen erudita y de vasto conocimiento, lo cual no siempre esta de acuerdo a nuestra realidad. - En una conversación que gira alrededor de su competencia profesional, nunca aprovechará el momento para “dar una cátedra”


sobre el tema; es de muy mal gusto, sobre todo si en ningún momento se ha pedido la opinión profesional. - Evita hablar en todo momento de sus logros, aciertos y reconocimientos alcanzados. Si bien es molesto escuchar hablar “de la buena fortuna” presente, llega al punto de intolerable, exaltar las glorias pasadas (yo hice, yo tuve…), que en nada concuerdan con la situación actual. Lo más digno, es omitir toda manifestación ostentosa de nuestra inteligencia, habilidades y bienes materiales. Podemos decir que internamente, nuestras ideas y pensamientos deben estar libres de todo rebuscamiento y complicación. - Se debe evitar a toda costa hacer preguntas y comentarios que sólo redundan y reafirman lo expuesto, queriendo encontrar problemas y dificultades donde no los hay. Es fácil reconocer esta actitud cuando se requiere tomar una decisión o llevar a cabo una actividad; normalmente la persona pretende sobresalir en la reunión de trabajo, mostrando equivocadamente su interés atención, comprensión y conocimiento del asunto. - No perder el tiempo buscando una segunda intención o significado en las actitudes y palabras en los demás. Posiblemente, la manifestación más clara de la sencillez se encuentra en el aspecto exterior de la persona: - Porque viste con decoro, sin llegar a ser estrafalario, de acuerdo a la ocasión y procurando usar aquellas prendas que están más de acuerdo a su persona, sin dejarse seducir por la exageración caprichosa de la moda, las joyas o los colores llamativos. - Los modales distan mucho de ser artificiosos y estudiados especialmente para cada situación concreta, desde la forma de saludar, utilizar los cubiertos, leer la carta, ordenar un platillo o una bebida especial… La sencillez es cortesía, la altivez grosería. - Siempre puede contarse con su apoyo, no tiene miedo a prestar un Servicio porque no existen actividades de “segunda categoría”, todo es importante y necesario.


Es de igual importancia la forma en la que se aprecian los bienes materiales, porque la sencillez nos hace: - Adquirir, poseer y utilizar aquellos bienes que son necesarios, evitando el lujo inútil o el capricho. Es bueno comprar cosas de buena calidad que duren y que nos presten el servicio que se desea durante más tiempo y con más eficiencia, pero no por la presunción y la manifestación de una desahogada posición económica. - Nuestra forma de ser, de vestir debe ser acorde con nuestra circunstancia personal. Un estudiante debe vestirse como estudiante y no como ejecutivo. Nada sería más ridículo que un ejecutivo vestido como estudiante. - Todos debemos luchar por superarnos, tener una forma de vida más digna, superarnos profesionalmente, pero siempre con sencillez. La persona sencilla no se exalta ni menosprecia, aprecia a las personas por lo que son, lo cual permite un diálogo amable y una amistad sincera. Todos sus bienes y posesiones están a disposición de los demás. El valor de la sencillez nos ayuda a superar el deseo desmedido por sobresalir, sentirnos distinguidos y admirados sólo por la apariencia externa. Nuestro interior, nuestro corazón es lo que verdaderamente cuenta. Una persona sencilla gana más corazones. /-/-/-/*/

Optimismo 7 Sección: Valores

julio

2008 explicados

Forjar un modo de ser entusiasta, dinámico, emprendedor y con los pies sobre la tierra, son algunas de las cualidades que distinguen a la persona optimista. El optimismo es el valor que nos ayuda a enfrentar las dificultades con buen ánimo y perseverancia , descubriendo lo positivo que tienen las


personas y las circunstancias, confiando en nuestras capacidades y posibilidades junto con la ayuda que podemos recibir. La principal diferencia que existe entre una actitud optimista y su contraparte –el pesimismo- radica en el enfoque con que se aprecian las cosas: empeñarnos en descubrir inconvenientes y dificultades nos provoca apatía y desánimo. El optimismo supone hacer ese mismo esfuerzo para encontrar soluciones, ventajas y posibilidades; la diferencia es mínima, pero tan significativa que nos invita a cambiar de una vez por todas nuestra actitud. Alcanzar el éxito no siempre es la consecuencia lógica del optimismo, por mucho esfuerzo, empeño y sacrificio que pongamos, algunas veces las cosas no resultan como deseábamos. El optimismo es una actitud permanente de “recomenzar”, de volver al análisis y al estudio de las situaciones para comprender mejor la naturaleza de las fallas, errores y contratiempos, sólo así estaremos en condiciones de superarnos y de lograr nuestras metas. Si las cosas no fallaran o nunca nos equivocáramos, no haría falta ser optimistas. Normalmente la frustración se produce por un fracaso, lo cual supone un pesimismo posterior para actuar en situaciones similares. La realidad es que la mayoría de nuestro tropiezos se dan por falta de cuidado y reflexión. ¿Para qué sirve entonces la experiencia? Para aprender, rectificar y ser más previsores en lo futuro. El optimista sabe buscar ayuda como una alternativa para mejorar o alcanzar los objetivos que se ha propuesto, es una actitud sencilla y sensata que en nada demerita el esfuerzo personal o la iniciativa. Sería muy soberbio de nuestra parte, pensar que poseemos el conocimiento y los recursos necesarios para salir triunfantes en toda circunstancia. Cualquiera que ha sido campeón en alguna disciplina, llegó a colocarse en la cima por su esfuerzo, perseverancia y sacrificio, pero pocas veces,


o mejor dicho nunca, se hace alusión a su optimismo, a esa entrega apasionada por alcanzar su fin, conservando la confianza en sí mismo y en las personas que colaboraron para su realización. El optimismo refuerza y alienta a la perseverancia. El optimista no es ingenuo ni se deja llevar por ideas prometedoras, procura pensar y considerar detenidamente todas las posibilidades antes de tomar decisiones. Si una persona desea iniciar un negocio propio sin el capital suficiente, sin conocer a fondo el ramo o con una vaga idea de la administración requerida, por muy optimista que sea seguramente fracasará en su empeño, ya que carece de las herramientas y fundamentos esenciales para lograrlo. En otras circunstancias nos engañamos e inventamos una falsa realidad para hacernos la vida más fácil y cómoda. Basta mencionar al estudiante que se prepara poco y mal antes de sus evaluaciones, esperando obtener la calificación mínima y necesaria para “salir del paso”, sin darse cuenta que su falso optimismo lo llevará –tarde o temprano- al fracaso. Se podría pensar que el optimismo nada tiene que ver con el resto de las personas, sin embargo, este valor nos hace tener una mejor disposición hacia los demás: cuando conocemos a alguien esperamos una actitud positiva y abierta; en el trabajo, una personalidad emprendedora; en la escuela, profesores y alumnos dedicados. Si nuestras expectativas no se cumplen, lo mejor es pensar que las personas pueden cambiar, aprender y adaptarse con nuestra ayuda. El optimista reconoce el momento adecuado para dar aliento, para motivar, para servir. En la amistad y en la búsqueda de pareja también es necesario ser optimista. Algunas personas se encierran en sí mismos después de los fracasos y las desilusiones, como si ya no existiera alguien más en quien confiar. El optimismo supone reconocer que cada persona tiene algo bueno, con sus cualidades y aptitudes, pero también sus defectos, los cuales debemos aceptar y buscar la manera de ayudarles a superarlos.


El paso hacia una actitud optimista requiere de una disposición más entusiasta y positiva, es tanto como darle la vuelta a una moneda y ver todo con una apariencia distinta: - Analiza las cosas a partir de los puntos buenos y positivos, seguramente con esto se solucionarán muchos de los inconvenientes. Curiosamente, no siempre funciona igual a la inversa. - Haz el esfuerzo por dar sugerencias y soluciones, en vez de hacer críticas o pronunciar quejas. - Procura descubrir las cualidades y capacidades de los demás, reconociendo el esfuerzo, el interés y la dedicación. Esto es lo más justo y honesto. - Aprende a ser sencillo y pide ayuda, generalmente otras personas encuentran la solución más rápido. - No hagas alarde de seguridad en ti mismo tomando decisiones a la ligera, considera todo antes de actuar pues las cosas no se solucionan por sí mismas. De lo contrario es imprudencia, no optimismo. No es más optimista el que menos ha fracasado, sino quien ha sabido encontrar en la adversidad un estímulo para superarse, fortaleciendo su voluntad y empeño; en los errores y equivocaciones una experiencia positiva de aprendizaje. Todo requiere esfuerzo y el optimismo es la alegre manifestación del mismo, de esta forma, las dificultades y contrariedades dejan de ser una carga, convirtiéndonos en personas productivas y emprendedoras. /*-/-*/-/*

Lealtad 4 Sección: Valores

julio

2008 explicados

Conoce este valor sin el cual nos quedamos solos y que debemos vivir nosotros antes que nadie.


Probablemente nadie entienda mejor la lealtad que aquel a quien le han traicionado alguna vez. Todos esperamos la lealtad de los demás. A nadie le gusta ser traicionado, o saber que un amigo habló mal de nosotros. Por supuesto que nos parece terrible cuando, tras muchos años de trabajar en un empresa, somos despedidos sin pensar en todos los años que le invertimos. Detectar la lealtad (o deselaltad) en los demás es fácil, pero ¿Cómo estoy viviendo yo la lealtad? ¿Realmente sé qué es? ¿Qué esperan los demás de mí?. La lealtad es un corresponder, una obligación que se tiene al haber obtenido algo provechoso. Es un compromiso a defender lo que creemos y en quien creemos. Por eso el concepto de la lealtad se da en temas como la Patria, el trabajo, la familia o la amistad. Cuando algo o alguien nos ha dado algo bueno, le debemos mucho más que agradecimiento. La lealtad es un valor, pues quien es traidor se queda solo. Debemos ser leales con aquello que nos ha ayudado: un amigo que nos defendió, un país que nos acoge como patria, una empresa que nos da trabajo. La lealtad es defender a quien nos ha ayudado, "sacar la cara". Cuando somos leales, logramos llevar la amistad y cualquier otra relación a su etapa más profunda. Todos podemos tener un amigo superficial, o trabajar en un sitio simplemente porque nos pagan. Sin embargo la lealtad implica un compromiso que va más hondo: es el estar con un amigo en las buenas y en las malas, es el trabajar no solo porque nos pagan, sino porque tenemos un compromiso más profunda con la empresa en donde trabajamos, y con la sociedad misma. La lealtad es una llave que nos permite tener auténtico éxito cuando nos relacionamos. La lealtad es un valor que no es fácil de encontrar. Es, por supuesto, más común aquella persona que al saber que puede


obtener algo de nosotros se nos acerque y cuando dejamos de serle útil nos abandona sin más. Es frecuente saber que alguien frecuenta un grupo contrario porque le da más beneficios. Y lo que acaba ocurriendo es que nadie confía en ese tipo de personas. Podemos ver como actitudes desleales: - Las críticas que se hacen de las personas, haciendo hincapié en sus defectos, lo limitado de sus cualidades o lo mal que hacen su trabajo. - Hablar mal de nuestros jefes, maestros o de las instituciones que representan. - Divulgar las confidencias que se nos han hecho. - Quejarnos del modo de ser de alguien y no ayudarlo para que se supere. - Dejar una amistad por razones injustificadas y de poca trascendencia, como el modo de hablar, vestir o conducirse en público. - El poco esfuerzo que se pone al hacer un trabajo o terminarlo. - Cobrar más del precio pactado Como vemos, la Lealtad se relaciona estrechamente con otro Valores como la Amistad, el Respeto, la Responsabilidad y la Honestidad entre otras. No basta contradecir las actitudes desleales para ser Leal, es necesario detenernos a considerar algunos puntos: - En toda relación se adquiere un deber respecto a las personas. Como la confianza y el respeto que debe haber entre padres e hijos, la empresa con los empleados, entre los amigos, los alumnos hacia su escuela… - Es necesario reconocer los valores que representan las instituciones o aquellos que promueven las personas con sus ideas y actitudes. Nunca será buena idea que una persona que se preocupa por vivir los valores, trabaje en un lugar donde se hacen fraudes o impera la corrupción. - Se deben buscar y conocer los valores permanentes para cualquier situación, de otra forma se es "leal" mientras se comparten las mismas ideas. La persona que convive en un ambiente de diversión malsana y


excesos, pronto se alejará y comenzará a hablar mal de aquellos que dejaron de participar de sus actividades. - La Lealtad no es consecuencia de un sentimiento afectivo, es el resultado de una deliberación mental para elegir lo que es correcto. El mentir para encubrir las faltas de un amigo (en la casa, el trabajo o la escuela) no nos hace leales, sino cómplices. - Si se coloca como valor fundamental el alcance de objetivos, se pierde el sentido de cooperación. La persona que participa de una actividad sólo por el éxito que se tiene, fácilmente abandona la empresa porque las cosas no salen bien o simplemente deja de obtener los beneficios a que estaba acostumbrado. - Lo importante es vivir los valores por lo que representan, no por las personas que en algún momento dictan una norma. Todo trabajo se debe hacer bien, no por "quedar bien" con el jefe. Con todo lo anterior veremos que aún sin darnos cuenta, las relaciones que hemos sabido mantener se deben en gran medida a la vivencia del valor de la Lealtad. No basta conocer los valores, es necesario darlos a conocer y reforzarlos para lograr un cambio de actitud, al hacerlo, logramos madurar la amistad y fortalecer el afecto. /*-/-*/-*/-*/

Puntualidad 7 Sección: Valores

julio

2008 explicados

El valor que se construye por el esfuerzo de estar a tiempo en el lugar adecuado. El valor de la puntualidad es la disciplina de estar a tiempo para cumplir nuestras obligaciones: una cita del trabajo, una reunión de amigos, un compromiso de la oficina, un trabajo pendiente por entregar.


El valor de la puntualidad es necesario para dotar a nuestra personalidad de carácter, orden y eficacia, pues al vivir este valor en plenitud estamos en condiciones de realizar más actividades, desempeñar mejor nuestro trabajo, ser merecedores de confianza. La falta de puntualidad habla por sí misma, de ahí se deduce con facilidad la escasa o nula organización de nuestro tiempo, de planeación en nuestras actividades, y por supuesto de una agenda, pero, ¿qué hay detrás de todo esto? Muchas veces la impuntualidad nace del interés que despierta en nosotros una actividad, por ejemplo, es más atractivo para un joven charlar con los amigos que llegar a tiempo a las clases; para otros es preferible hacer una larga sobremesa y retrasar la llegada a la oficina. El resultado de vivir de acuerdo a nuestros gustos, es la pérdida de formalidad en nuestro actuar y poco a poco se reafirma el vicio de llegar tarde. En este mismo sentido podríamos añadir la importancia que tiene para nosotros un evento, si tenemos una entrevista para solicitar empleo, la reunión para cerrar un negocio o la cita con el director del centro de estudios, hacemos hasta lo imposible para estar a tiempo; pero si es el amigo de siempre, la reunión donde estarán personas que no frecuentamos y conocemos poco, o la persona –según nosotrosrepresenta poca importancia, hacemos lo posible por no estar a tiempo, ¿qué mas da…? Para ser puntual primeramente debemos ser conscientes que toda persona, evento, reunión, actividad o cita tiene un grado particular de importancia. Nuestra palabra debería ser el sinónimo de garantía para contar con nuestra presencia en el momento preciso y necesario. Otro factor que obstaculiza la vivencia de este valor, y es poco visible, se da precisamente en nuestro interior: imaginamos, recordamos, recreamos y supuestamente pensamos cosas diversas a la hora del baño, mientras descansamos un poco en el sofá, cuando pasamos al supermercado a comprar “sólo lo que hace falta”, en el pequeño receso que nos damos en la oficina o entre clases… pero en realidad el tiempo


pasa tan de prisa, que cuando “despertamos” y por equivocación observamos la hora, es poco lo que se puede hacer para remediar el descuido. Un aspecto importante de la puntualidad, es concentrarse en la actividad que estamos realizando, procurando mantener nuestra atención para no divagar y aprovechar mejor el tiempo. Para corregir esto, es de gran utilidad programar la alarma de nuestro reloj o computadora (ordenador), pedirle a un familiar o compañero que nos recuerde la hora (algunas veces para no ser molesto y dependiente), etc., porque es necesario poner un remedio inmediato, de otra forma, imposible. Lo más grave de todo esto, es encontrar a personas que sienten “distinguirse” por su impuntualidad, llegar tarde es una forma de llamar la atención, ¿falta de seguridad y de carácter? Por otra parte algunos lo han dicho: “si quieren, que me esperen”, “para qué llegar a tiempo, si…”, “no pasa nada…”, “es lo mismo siempre”. Estas y otras actitudes son el reflejo del poco respeto, ya no digamos aprecio, que sentimos por las personas, su tiempo y sus actividades Para la persona impuntual los pretextos y justificaciones están agotados, nadie cree en ellos, ¿no es tiempo de hacer algo para cambiar esta actitud? Por el contrario, cada vez que alguien se retrasa de forma extraordinaria, llama la atención y es sujeto de toda credibilidad por su responsabilidad, constancia y sinceridad, pues seguramente algún contratiempo importante ocurrió.. Podemos pensar que el hacerse de una agenda y solicitar ayuda, basta para corregir nuestra situación y por supuesto que nos facilita un poco la vida, pero además de encontrar las causa que provocan nuestra impuntualidad (los ya mencionados: interés, importancia, distracción), se necesita voluntad para cortar a tiempo nuestras actividades, desde el descanso y el trabajo, hasta la reunión de amigos, lo cual supone un esfuerzo extra -sacrificio si se quiere llamar-, de otra manera poco a poco nos alejamos del objetivo.


La cuestión no es decir “quiero ser puntual desde mañana”, lo cual sería retrasar una vez más algo, es hoy, en este momento y poniendo los medios que hagan falta para lograrlo: agenda, recordatorios, alarmas… Para crecer y hacer más firme este valor en tu vida, puedes iniciar con estas sugerencias: - Examínate y descubre las causas de tu impuntualidad: pereza, desorden, irresponsabilidad, olvido, etc. - Establece un medio adecuado para solucionar la causa principal de tu problema (recordando que se necesita voluntad y sacrificio): Reducir distracciones y descansos a lo largo del día; levantarse más temprano para terminar tu arreglo personal con oportunidad; colocar el despertador más lejos… - Aunque sea algo tedioso, elabora por escrito tu horario y plan de actividades del día siguiente. Si tienes muchas cosas que atender y te sirve poco, hazlo para los siguientes siete días. En lo sucesivo será más fácil incluir otros eventos y podrás calcular mejor tus posibilidades de cumplir con todo. Recuerda que con voluntad y sacrificio, lograrás tu propósito. - Implementa un sistema de “alarmas” que te ayuden a tener noción del tiempo (no necesariamente sonoras) y cámbialas con regularidad para que no te acostumbres: usa el reloj en la otra mano; pide acompañar al compañero que entra y sale a tiempo; utiliza notas adheribles… - Establece de manera correcta tus prioridades y dales el lugar adecuado, muy especialmente si tienes que hacer algo importante aunque no te guste. Vivir el valor de la puntualidad es una forma de hacerle a los demás la vida más agradable, mejora nuestro orden y nos convierte en personas digna de confianza. --*/-*/-*/-*/-*/*-/-

Libertad


7 Sección: Valores

julio

2008 explicados

Un valor que todos reconocemos, pero que pocos sabemos defender, o del cual podemos abusar. La libertad es un derecho natural de la persona, sin importar la edad, sexo o cualquier otra diferencia de cualquier índole. Gracias a la libertad podemos realizar aspiraciones: un mejor nivel de vida, formar a los hijos para que aprendan a tomar mejores decisiones, buscar un lugar adecuado para vivir, participar de manera activa en beneficio de la sociedad, llevar una vida congruente con la moral y la ética en todo el quehacer profesional, buscar una educación de calidad… pero estos son los efectos de la libertad, no la libertad misma. La libertad puede entenderse como la capacidad de elegir entre el bien y el mal responsablemente. Esta responsabilidad implica conocer lo bueno o malo de las cosas y proceder de acuerdo con nuestra conciencia, de otra manera, se reduce el concepto a una mera expresión de un impulso o del instinto. Toda decisión se enfrenta a la consideración de lo bueno y lo malo, del beneficio o el perjuicio de una acción. Si no se realiza este juicio se puede incurrir con facilidad en un error pues se hace un uso irresponsable de la libertad. Al igual que en otros aspectos de nuestra vida, el abuso se convierte en un actuar conforme a nuestros impulsos, sin reconocer barreras, límites, moral o ética, es decir, se convierte en libertinaje. El mal uso o abuso de este derecho, siempre tendrá repercusiones en nuestros semejantes. Es inconcebible pensar que nuestro proceder es independiente y único, no podemos obrar como si fuéramos los únicos


en el mundo o imponer sin ton ni son normas a las cuales deben sujetarse los que nos rodean; si por alguna razón alguien con autoridad o poder de cualquier índole afecta abusando "libremente" en perjuicio del prójimo, está olvidando las bases y principios que le han otorgado esas capacidades para el servicio, bienestar y desarrollo de los demás. Tal es la magnitud de la libertad, que ni Dios la condiciona o restringe, pues forma parte de nuestra naturaleza; sus mandamientos son una guía con la cual se puede ser más humano, nada parecido a un condicionamiento, pues se nota por las acciones, que todos tenemos la capacidad de aceptar o rechazar lo propuesto, de asumirlo con alegría o rechazarlo abiertamente, haciendo lo que mejor nos parece; sin que en este momento se juzgue si esa aceptación o menosprecio sea bueno o malo, podemos afirmar nuevamente que siempre estaremos ejerciendo nuestro derecho de ser Libres. La Libertad no se construye. No es como en el caso de virtudes como la perseverancia, la fortaleza o la paciencia que requieren de un esfuerzo constante y continuo para hacer de ellas una parte integral de nuestra vida. La libertad se ejerce de acuerdo con los principios fundamentales que nacen en la conciencia, en la familia y en la sociedad, es ahí dónde este valor se orienta, forma, educa y respalda, forjando personas íntegras. Puede ocurrir que nuestra libertad se vea obstruida por cualquier motivo, lo peor sería dejarnos llevar por el desánimo o el pesimismo, la Libertad siempre estará latente en nuestro ser y en nuestra mente. Siempre contaremos con la libertad de elegir cómo nos afectan las circunstancias. Nuestra libertad, aún cuando sea obstruida, permanece en nuestro interior cuando elegimos si lo que nos ocurre nos derrota, o permanecemos de pie. Desgraciadamente es en condiciones adversas cuando se considera en toda su magnitud el valor que reside en la Libertad. Por eso mismo se defiende la libertad de expresión, de traslado, de decidir por aquello que nos traiga un beneficio, de trabajar donde se prefiera o de elegir lo mejor para la familia o para la sociedad. Podemos percibir mejor la libertad en nuestra vida diaria en muchos aspectos: En el momento que procuramos enseñarle a los demás (hijos,


empleados, padres, amigos, etc.) a considerar lo bueno y lo malo de cada acto; cuando tenemos acceso a distintos medios de comunicación y encontramos que se puede expresar opiniones con respeto y educación; Cuando usamos correctamente de servicios públicos. Reflexionar en la libertad es una oportunidad para considerar lo que tenemos, cómo lo aprovechamos o desaprovechamos, lo que hemos hecho y dejado de hacer. Vivir libremente es respetar, y al mismo tiempo es decidir, es ejercer un derecho. /-*/-*/-*/-*/

Patriotismo 14 Sección: Valores

septiembre

2015 explicados

El valor que nos hace vivir plenamente nuestro compromiso como ciudadanos y fomentar el respeto que debemos a nuestra nación. En varias ocasiones nos damos tiempo para reflexionar sobre el camino por el que va nuestra vida: trabajo, familia y amigos son la constante necesaria e indispensable para medirnos; pero rara vez o nunca, pensamos en nuestro actuar como ciudadanos, en lo que significa haber nacido en un país y la responsabilidad que se desprende de este hecho.


Patriotismo es el valor que procura cultivar el respeto y amor que debemos a la patria, mediante nuestro trabajo honesto y la contribución personal al bienestar común. Tal vez para muchos, el ser patriota consiste en el orgullo de haber nacido en un país rico en recursos o de gran tradición cultural; para otros significa portar los colores nacionales en un evento deportivo o en el viaje al extranjero; algunos más sólo sienten pertenecer a su país en la fecha de una celebración nacional y sólo como pretexto para organizar una fiesta con sus amigos… Cabe cuestionarnos si el verdadero patriotismo se vive o es un sentimiento ocasional y por tanto pasajero. La conciencia parece despertarse cuando aparecen los desastres, las guerras y otros sucesos extraordinarios resaltando el patriotismo y la solidaridad, pero el todo pasa y volvemos al ritmo de vida habitual. No es posible esperar la aparición de calamidades para darnos cuenta de nuestra capacidad de entrega y trabajo gustoso por los demás. ¿Pero cómo lograr ser patriota en un país que sólo tiene problemas de toda índole? Son muchos los argumentos que podemos enunciar para absolvernos de esta responsabilidad: economía, seguridad, desarrollo, conflictos internos, decadencia cultural, falta de valores… pero debemos asumir que el desarrollo y construcción de un país se logra con el esfuerzo y trabajo personal, sumado al de todos los compatriotas. En lo cotidiano las personas tienden a compararse con otras naciones “en las que se vive mejor”, y tal vez deberíamos comenzar por adquirir las cualidades que admiramos y elogiamos en los habitantes de otras latitudes y colaborar positivamente al enriquecimiento de nuestra cultura, reconociendo que la patria nos ha proporcionado las condiciones indispensables para lograr nuestro desarrollo intelectual, social, moral y económico. Debemos tener cuidado de no caer en el nacionalismo que propone un sentimiento de exclusividad y superioridad; no importa cual sea la cualidad más destacada del país, contribuir productivamente, cultivar los valores cívicos, respetar y amar a la patria es un bien que garantiza


la seguridad y estabilidad de vida que las personas necesitan para desarrollarse. Cuando los valores cívicos están bien cimentados, nace la preocupación por ayudar a los demás, no sólo a nivel comunitario, sino como una extensión que traspasa las fronteras. El patriotismo se manifiesta por los valores que transmitimos como ciudadanos conscientes: trabajo, conducta, modales, respeto a las normas y costumbres, pero podemos suponer que de poco sirve tener una actitud recta cuando se transige con la trampa, el abuso y la pereza. El verdadero patriota puede quejarse de su nación observando su errores y deficiencias, pero al mismo tiempo busca y propone los medios para poder solventarlos, pues no es correcto contemplar como el país se hunde cada día más sin que hagamos algo al respecto. El problema de enseñar los valores cívicos en la escuela, es que fuera del aula los estudiantes no cuentan con el ejemplo y respaldo debido por parte de los adultos, entrando en un ciclo de indiferencia y rechazo hacía los símbolos patrios y todos los actos de la misma índole. ¿Es esta la forma de enseñar a los jóvenes el amor a la patria? La manera de comenzar a vivir y transmitir a los demás la importancia de vivir este valor, no se logra necesariamente con grandes campañas, todas son muy buenas e indispensables, pero se necesita del trabajo y esfuerzo diario de cada uno de nosotros. ¿Cómo adquirir esa conciencia de unidad y pertenencia? – Realiza tu trabajo con dedicación y esmero, es lo más justo y necesario para ser productivos. – Preocúpate por el cuidado del medio ambiente; pagar tus impuestos, si te corresponde; acude a las urnas cuando sean elecciones para cargos públicos. – No menosprecies todo aquello que tu país te facilita: escuela, comunidad, servicios, costumbres… Si no eres capaz de respetar tu entorno, jamás se despertará en ti el amor a la patria. – Participa en actividades de servicio comunitario atendiendo enfermos, ancianos, niños discapacitados… que es una forma de colaborar al desarrollo social.


– Visita museos, asiste o participa en la promoción de actividades culturales que tengan como finalidad el dar a conocer los valores, costumbres y tradiciones nacionales. – Procura conocer la historia, pues nos descubre el esfuerzo por construir una nación, el verdadero sentido de las tradiciones y los hechos que han conformado la situación actual. De esta forma estamos en condiciones de descubrir la raíz de los males, comprenderlos y tomar decisiones para corregirlos y prevenir en la medida posible su repetición. ¿Cumples con todo esto y más? Excelente, pero no olvides que además de vivirlo personalmente y con tu familia, debemos mostrar y enseñar a la gente a realizarlo con ilusión, demostrando que somos capaces de vivir en paz y de ser felices construyendo el país que nos pertenece. -*/-*/-*/-/*

Puntualidad 7 Sección: Valores

julio

2008 explicados

El valor que se construye por el esfuerzo de estar a tiempo en el lugar adecuado. El valor de la puntualidad es la disciplina de estar a tiempo para cumplir nuestras obligaciones: una cita del trabajo, una reunión de amigos, un compromiso de la oficina, un trabajo pendiente por entregar. El valor de la puntualidad es necesario para dotar a nuestra personalidad de carácter, orden y eficacia, pues al vivir este valor en plenitud estamos en condiciones de realizar más actividades, desempeñar mejor nuestro trabajo, ser merecedores de confianza.


La falta de puntualidad habla por sí misma, de ahí se deduce con facilidad la escasa o nula organización de nuestro tiempo, de planeación en nuestras actividades, y por supuesto de una agenda, pero, ¿qué hay detrás de todo esto? Muchas veces la impuntualidad nace del interés que despierta en nosotros una actividad, por ejemplo, es más atractivo para un joven charlar con los amigos que llegar a tiempo a las clases; para otros es preferible hacer una larga sobremesa y retrasar la llegada a la oficina. El resultado de vivir de acuerdo a nuestros gustos, es la pérdida de formalidad en nuestro actuar y poco a poco se reafirma el vicio de llegar tarde. En este mismo sentido podríamos añadir la importancia que tiene para nosotros un evento, si tenemos una entrevista para solicitar empleo, la reunión para cerrar un negocio o la cita con el director del centro de estudios, hacemos hasta lo imposible para estar a tiempo; pero si es el amigo de siempre, la reunión donde estarán personas que no frecuentamos y conocemos poco, o la persona –según nosotrosrepresenta poca importancia, hacemos lo posible por no estar a tiempo, ¿qué mas da…? Para ser puntual primeramente debemos ser conscientes que toda persona, evento, reunión, actividad o cita tiene un grado particular de importancia. Nuestra palabra debería ser el sinónimo de garantía para contar con nuestra presencia en el momento preciso y necesario. Otro factor que obstaculiza la vivencia de este valor, y es poco visible, se da precisamente en nuestro interior: imaginamos, recordamos, recreamos y supuestamente pensamos cosas diversas a la hora del baño, mientras descansamos un poco en el sofá, cuando pasamos al supermercado a comprar “sólo lo que hace falta”, en el pequeño receso que nos damos en la oficina o entre clases… pero en realidad el tiempo pasa tan de prisa, que cuando “despertamos” y por equivocación observamos la hora, es poco lo que se puede hacer para remediar el descuido.


Un aspecto importante de la puntualidad, es concentrarse en la actividad que estamos realizando, procurando mantener nuestra atención para no divagar y aprovechar mejor el tiempo. Para corregir esto, es de gran utilidad programar la alarma de nuestro reloj o computadora (ordenador), pedirle a un familiar o compañero que nos recuerde la hora (algunas veces para no ser molesto y dependiente), etc., porque es necesario poner un remedio inmediato, de otra forma, imposible. Lo más grave de todo esto, es encontrar a personas que sienten “distinguirse” por su impuntualidad, llegar tarde es una forma de llamar la atención, ¿falta de seguridad y de carácter? Por otra parte algunos lo han dicho: “si quieren, que me esperen”, “para qué llegar a tiempo, si…”, “no pasa nada…”, “es lo mismo siempre”. Estas y otras actitudes son el reflejo del poco respeto, ya no digamos aprecio, que sentimos por las personas, su tiempo y sus actividades Para la persona impuntual los pretextos y justificaciones están agotados, nadie cree en ellos, ¿no es tiempo de hacer algo para cambiar esta actitud? Por el contrario, cada vez que alguien se retrasa de forma extraordinaria, llama la atención y es sujeto de toda credibilidad por su responsabilidad, constancia y sinceridad, pues seguramente algún contratiempo importante ocurrió.. Podemos pensar que el hacerse de una agenda y solicitar ayuda, basta para corregir nuestra situación y por supuesto que nos facilita un poco la vida, pero además de encontrar las causa que provocan nuestra impuntualidad (los ya mencionados: interés, importancia, distracción), se necesita voluntad para cortar a tiempo nuestras actividades, desde el descanso y el trabajo, hasta la reunión de amigos, lo cual supone un esfuerzo extra -sacrificio si se quiere llamar-, de otra manera poco a poco nos alejamos del objetivo. La cuestión no es decir “quiero ser puntual desde mañana”, lo cual sería retrasar una vez más algo, es hoy, en este momento y poniendo los medios que hagan falta para lograrlo: agenda, recordatorios, alarmas…


Para crecer y hacer más firme este valor en tu vida, puedes iniciar con estas sugerencias: - Examínate y descubre las causas de tu impuntualidad: pereza, desorden, irresponsabilidad, olvido, etc. - Establece un medio adecuado para solucionar la causa principal de tu problema (recordando que se necesita voluntad y sacrificio): Reducir distracciones y descansos a lo largo del día; levantarse más temprano para terminar tu arreglo personal con oportunidad; colocar el despertador más lejos… - Aunque sea algo tedioso, elabora por escrito tu horario y plan de actividades del día siguiente. Si tienes muchas cosas que atender y te sirve poco, hazlo para los siguientes siete días. En lo sucesivo será más fácil incluir otros eventos y podrás calcular mejor tus posibilidades de cumplir con todo. Recuerda que con voluntad y sacrificio, lograrás tu propósito. - Implementa un sistema de “alarmas” que te ayuden a tener noción del tiempo (no necesariamente sonoras) y cámbialas con regularidad para que no te acostumbres: usa el reloj en la otra mano; pide acompañar al compañero que entra y sale a tiempo; utiliza notas adheribles… - Establece de manera correcta tus prioridades y dales el lugar adecuado, muy especialmente si tienes que hacer algo importante aunque no te guste. Vivir el valor de la puntualidad es una forma de hacerle a los demás la vida más agradable, mejora nuestro orden y nos convierte en personas digna de confianza.

Generosidad 16

julio

Sección: Valores

Dar y darse. El valor que nos hace mejorar como personas.

2008 explicados


En esta época nuestra, que exalta como valores supremos la comodidad, el éxito personal y la riqueza material, la generosidad parece ser lo único que verdaderamente vale la pena en esta vida. El egocentrismo nos lleva a la infelicidad, aunque la sociedad actual nos quiera persuadir de lo contrario. Quienes realmente han hecho algo que ha valido la pena en la historia de la humanidad han sido los seres más generosos. Cuando la atención se vuelca hacia el "Yo", se acaba haciendo un doble daño: a los demás mientras se les pasa encima, y a uno mismo, porque a la postre se queda solo. Pero ¿Qué es generosidad? ¿Es dar limosna a un niño de la calle? ¿Es invertir mi tiempo en obras de caridad? Si. Definitivamente eso es generosidad, pero también es generosidad escuchar al amigo en sus venturas y desventuras; generosidad también es llevarle un vaso de agua al hermano, hermana, padre, madre, esposo, esposa, hijo o hija. Generosidad es pensar y actuar hacia los demás, hacia fuera. No hacia adentro. Hace un tiempo hubo un grupo de muchachos que, tras muchos sacrificios suyos y de sus padres, lograron embarcarse hacia Europa para ir a Roma. Querían conocer la Ciudad Eterna, e iban con un grupo de adultos que hacían actividades con universitarios. El recorrido era agotador: una agenda muy apretada, ir corriendo de aquí para allá, muchas horas de autobús, unas caminatas interminables. Uno de los instructores había asistido porque quería conocer Roma a precio módico, pero el viaje comenzó a resultar insoportable. Cuando llegaron a Madrir, su alojamiento estaba a 45 minutos de la capital española. Cuando llegaron estaba lloviendo y el autobús no pudo pasar en un caminito, así que todos tuvieron que bajar porque el albergue se encontraba algunos kilómetros cuesta arriba. Hubo que bajar equipaje y cargarlo bajo la lluvia. Cuando llegaron a su destino, decidieron


tomar un baño, y el agua estaba fría. Este era el comienzo de un viaje que duraría casi 3 semanas, y lo peor estaba aún por llegar. El instructor del que hablábamos quedó un día verdaderamente agotado, se la pasaba terriblemente, estaba exahusto y ya ni siquiera estaba disfrutando el viaje. Lo que quería era ir a casa. Por otra parte, otro de los instructores sentía el mismo cansancio y para él las jornadas eran aún mas agotadoras, pues tenía veinte años más. Sin embargo siempre estaba sonriente, siempre hacia que a los demás el viaje les pareciera apasionante. En medio del peor humor, soltaba un chiste y todos olvidaban las cosas difícil. Este instructor aprovechaba cada oportunidad para hablar con cada uno de los chicos, les preguntaba qué hacían, se preocupaba por ellos. Y cuando no decía algún chiste, o se enteraba de los intereses de aquellos muchachos, los cuidaba silenciosamente, asegurándose de que el autobús no dejara a ninguno, viendo si estaban abrigados o regalándole a alguno de ellos un chocolate. Los dos instructores hicieron el mismo viaje. Uno lo pasó pésimo, el otro fue increiblemente feliz. ¿Cual fue la diferencia? La generosidad. El instructor generoso no tenía ni siquiera tiempo de pensar en que la jornada era agotadora. Y a pesar de que sus pies le recordaban que el día había sido una larguísima caminata, el viaje estaba siendo de utilidad a los muchachos y para él esa era la mejor recompensa. Al preocuparse de los demás solucionaba dos problemas: los de los muchachos que necesitaban atención, y los suyos propios. La generosidad es un concepto que poco a poco se ha ido perdiendo, porque en esta sociedad a veces creemos que cuando alguien nos da algo por nada, es que hay una intención detrás, pero todo lo bueno que hay en la vida de los humanos es fruto de la entrega generosa de alguien, y eso bueno se ha obtenido no a base de acumular bienes materiales ni mucho menos de arrebatarlos, sino a base de cariño a los demás y de olvido propio, a base de sacrificio. A pesar de todo, existen todavía hombres y mujeres dispuestos a ser generosos. Cuando se entrega lo que sólo uno puede dar y que no puede comprarse en ningún centro comercial, es cuando la verdad se ilumina y sobre todo,


entendemos y vivimos la generosidad en su más profundo sentido: la entrega de sí mismo. A pesar de la gran desvalorización de la sociedad, hay que decir que muchos hombres y mujeres son ejemplos silenciosos de generosidad: la madre que hace de comer, se arregla, limpia la casa y además se da tiempo para ir a trabajar; el padre que duerme solo cinco o seis horas diarias para dar el sustento a sus hijos; la trabajadora doméstica que todos los días hace las mismas cosas pero que ya se siente de la familia; el estudiante que hace lo que debe obteniendo las mejores notas que puede; la chica generosa que ayuda a sus amigas cuando tienen problemas. Todos ellos son ejemplos que sin duda deberíamos seguir. Y estos actos de generosidad son de verdad heróicos. Siempre es más fácil hacer un acto grandioso por el cual nos admiren, que simplemente darnos a los demás sin obtener ningún crédito. Y es que todos tendemos a buscar el propio brillo, la propia satisfacción, el prevalecer sobre los demás y solemos evitar el dar nuestra luz a los demás. Es obligado pues, que en nuestro primer encuentro con la generosidad, nos resulte este valor poco atractivo y quizá hasta incomprensible. Pero verdaderamente, la generosidad resuelve muchos problemas. Dar sin esperar nada a cambio, entregar la vida, volcarse a los demás, ayudar a los que nos necesitan, dar consuelo a los que sufren, eso es generosidad. Y no es un valor pasado de moda. La generosidad es la puerta de la amistad, el cimiento del amor, la estrella de la sociedad. Y lo mejor de todo es que nosotros podemos ser generosos muy fácilmente. ¿Cómo?. - Sonriendo a los demás siempre. - Ofreciendo nuestra ayuda. - Poniéndonos en los zapatos del otro. - Teniendo un pequeño detalle con nuestra familia, tan simple como dejar que los demás elijan algo qué hacer: ir al cine, a una comida en el campo, o dejar que los demás escojan la película que se va a ver este fin de semana.


Pero no hay que ser tacaños con la generosidad ni comodones. Hay mucha gente que podría consolarse con nuestra ayuda si hacemos un esfuerzo superior. ¿Cada cuánto tiempo vamos a visitar enfermos a un hospital? ¿Por qué no visitar a enfermos terminales? Sí, es duro, sí a veces es deprimente, y por supuesto que es mas divertido salir a pasear que ir a un hospital público a ver gente que muy pronto se va a morir. ¡Pues precisamente como nadie lo hace, es el momento de que alguien lo haga! Nadie nos va a dar un aplauso, o una medalla por hacerlo, pero vamos a volcarnos hacia los demás, el brillo no importa, lo que importa es que a pesar de nuestros defectos y miserias, podemos hacer una diferencia en la vida de alguien. Ser generosos aunque hoy en día inusual, no es difícil, también es parte de nuestra naturaleza. Entendamos que el Yo debe dejar un poco de lugar a los demás y entregar lo que uno tiene. En silencio, sin reflectores. Ahí, donde está la paz.


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