El Dolor De La Razón

Si el amor no trae dolor, preferiría no estar enamorado. Elijo el tormentoso camino de la aflicción a cambio de algo autentico, a transigir en la comodidad del atajo.

Cambio la totalidad de ser amado por siempre, por la mitad de un amor torturante. ¿Qué se sabe si no se sufre hasta alucinar de suplicio? Queda un majestuoso vacio por dentro.

Basta con tocar aunque sea una vez la cima para bajar de inmediato al otro extremo, al ridículo paralelo negativo, con la intención de volver a reproducir ese sentimiento con la misma intensidad. Todo tiende al recuerdo del último pico. Aquel último más alto.

Sin embargo, es una droga que tristemente no se consigue con facilidad, dejándonos en el conformismo del estado plano y sin sobresaltos, en la prosperidad de lo sencillo. No todos somos buscas insaciables y desaforados. Razonamos.

Con el consentimiento de que acarrea penas y desgarros, aun así lo deseamos. Así como el sonido es la ruptura del silencio, la felicidad quiebra el dolor. Vivimos en un estado de dolor permanente con sentimientos que lo equilibran o lo desconcentran; quizás lo distribuyen de manera equitativa al compás del tiempo.

Nos preparamos día a día para sentir el dolor pero no siempre lo soportamos. Con infinitas variables en juego el amor penetra en el cuerpo con padecimiento disfrazado de felicidad. Miente con bienestar y promete un delicioso goce, siendo únicamente sinónimo de sufrimiento. ¡Me cago en el amor! ¿Quién dijo que es para siempre? Ya bastante sufro por el profundo dolor de ser un hombre y no poder hacer una bestia de mí mismo y librarme de las ataduras del razonamiento, para creer que hay algo como la felicidad o el amor que nos llevaran a la plenitud de nuestras vidas... qué insulsez.

La razón evoluciona con el tiempo pero, ¿ocurre lo mismo con nuestra propiedad animal? Se pierde la intuición con tanto cortocircuito cerebral? ¿No sería mejor SENTIR que ENTENDER? Que morir en el sinuoso camino de la duda.

En vez de estar escupiendo preguntas existenciales sin haber ni siquiera contestado la primera. ¿De qué sirve estar escribiendo esto en primer lugar? ¿Ayuda la razón a comprender lo que sentimos y quizás en algún punto muy insignificante, a manejarlo? ¿Alivia o pone el dedo en la yaga? En definitiva… ¿De qué nos sirve? Si los resultados son claros. Ya muchos se preguntaron incontables veces cuestionamientos similares. Rige el sentimiento y obedece la razón, que busca la revolución en una ignorancia absoluta por esa misma arrogancia de no querer ser gobernados por nosotros mismos. En ese inagotable dolor que libera la falta de humildad no aceptamos ser puramente emocionales. Y hasta que no lo aceptemos viviremos como esclavos hasta la muerte, hasta que por fin volvamos a ser parte de la energía, donde podamos fluir en el sentir, manifestados en alguna voluntad del universo.