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Opinión: La nostalgia que sentí al entrar al restaurante Pokez
Un espacio mexicano en el corazón de la ciudad de San Diego
por Juan Zubia CONTRIBUYENTE
Uno de los sentimientos claves que la mayoría de migrantes comparten, es la nostalgia. No importa de donde vengamos, o hacia donde vayamos, siempre habrá algo en nuestro recuerdo que nos trae de vuelta a casa. Ya sea si lo hacemos al recordar los lugares donde crecimos y las experiencias que vivimos, extrañar nuestras raíces nos une aún más a otros con historias similares, especialmente en un país extranjero. Muchas veces, con solo probar un platillo de nuestra tierra, podemos viajar de vuelta a nuestro lugar de origen, aunque sea momentáneamente.
A pesar de haberme criado en México, nunca comprendí el profundo amor que le tenía a la comida casera, en especial al arroz y a los frijoles, al menos hasta que me vine a vivir a San Diego. Aunque es una ciudad fronteriza, me fue un poco difícil encontrar un lugar que, a través de olores y sabores, me trajera a la mente bellos recuerdos de mi hogar en Sonora.
Llegué a Pokez por primera vez una tarde fría en febrero del 2008. Yo me había vuelto vegano unas semanas antes y pedí recomendaciones de restaurantes a otros compañeros veganos. Yo llevaba viviendo en San Diego desde agosto del año anterior, y hasta ese punto la buena comida mexicana en San Diego me había evadido.
Pasando por Pokez, vi por las ventanas que estaba completamente lleno. Lo que me llamó la atención inmediatamente fue que a pesar de estar en una cuadra alejada de las áreas concurridas de Downtown, la clientela era una mezcla de personas, estilos y edades.
Una gran atracción del restaurante siempre han sido sus opciones vegetarianas y veganas, especialmente entre los miembros de las escenas punk, hardcore, reggae, y muchas personas religiosas como budistas, hare-krishnas e incluso, católicos mexicanos durante la cuaresma.
Inmediatamente reconocí ese olor de hogar lo cual me sorprendió tras varios meses de añorar. La rocola en ese entonces tocaba canciones de Marco Antonio Solís, seguidas por Johnny Cash, David Bowie y Manu Chao, una mezcla muy peculiar de música con la que también había crecido escuchando en casa. Antes de saber que este restaurante era operado por una familia mexicana, logré sentir ahí una conexión a aquello que me traía nostalgia, y extrañaba de mi tierra: arroz y frijoles.
Mike Rancourt, profesor del departamento de Retórica y Estudios de Escritura en San Diego State University, vivió una experiencia muy parecida en 1998. El se mudó a San Diego desde Massachusetts ese mismo año y se dio cuenta que este restaurante formaba parte especial en la comunidad de San Diego.
“Me sorprendió mucho ver que la comunidad vegana y straight-edge estaba tan conectada con este restaurante, y viceversa”, dijo Rancourt. “Había visitado otros restaurantes que trataban bien a los veganos, pero en este lugar siempre nos daban la bienvenida y estaban al tanto de lo que sucedía en nuestra escena (de hardcore). El ambiente aquí era diferente porque podías ver que a la gente que lo operaba le importaba su comunidad, y a la comunidad le agradaba reunirse en lugares donde otros formaban parte de su escena”.
Una de las características más peculiares que encontré desde mi primera visita a Pokez, fue la atención de la familia Reyes quienes son dueños del restaurante. Hasta la fecha, no importa que día sea, siempre hay un miembro de la familia trabajando, listo para atenderte.
El restaurante fue abierto en marzo de 1994 por el padre de la familia, Don Alfonso, y el hijo mayor, Rafael. Actualmente, tres de los seis hermanos operan el restaurante: Alfonso “Poki”, Carlos, y Salvador “Chavo”, quienes hablan fluido el idioma de la cocina desde muy pequeños. Los tres están de acuerdo que el trabajo en familia es algo que les fue inculcado desde niños y que su ética de trabajo la aprendieron de sus padres, ambos originarios de Michoacán, la cual buscan heredar a las siguientes generaciones de la familia Reyes.
Después de casi tres décadas de operación, Poki, Carlos y Chavo continúan el legado familiar diariamente, representando quienes son y de dónde vienen a través del trabajo que hacen.
Poki explica que una parte muy singular del restaurante es la manera en que siempre ha reunido gente.
“El concepto de un restaurante mexicano, operado por una familia joven siempre causó un efecto de ‘paracaídas’ ya que en algún punto u otro, las personas terminaban cayendo aquí”, dijo Poki. “Parando a preguntar si necesitábamos ayuda, pero en verdad, la dinámica que tenían mi padre y mi hermano mayor causaba que otras personas sintieran nostalgia por sus propios hogares, por lo que en muchas ocasiones se ofrecían a trabajar lavando trastes por un burrito, solo para estar en compañía familiar”.
Pokez se encuentra en 947 E Street, en el centro de San Diego, el cual es fácilmente accesible desde el campus de SDSU, solo con tomar el autobús 215 hasta la parada de City College.