Palabra wayúu magazine

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La palabra Wayúu La palabra y el palabrero Opinión Documental en festival de cine de Berlín Entretenimiento Mitología Wayúu Cultura Hamacas Artesanías

Friche Gastronomía Wayúus Guajira hoy



Editorial

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Editorial El equipo editorial realizó una serie de investigaciones y reportajes centradas en la cultura Wayúu. En nuestra sección de entretenimiento hicimos una reseña sobre el documental La eterna noche de las doce lunas, el cuál va a ser presentado en el festival de cine de Berlín y una entrevista a la directora sobre cómo fue el proceso de creación del documental. En la sección de cultura, optamos por investigar la mitología Wayúu y presentar uno de los mitos más emblemáticos de su cultura, La leyenda de Wareke, para que el lector conozca y disfrute este relato mítico. Además, en la sección de gastronomía escogimos para este mes la receta típica Wayúu: el Friche; que tiene como ingrediente principal el chivo. Nuestra sección principal, en esta edición se trata de un reportaje realizado acerca de la figura del palabrero y presenta una perspectiva crítica que expone cuáles son los problemas principales que esta imagen abarca. En la sección de artesanías decidimos hablar acerca del tejido de hamacas, su origen, su importancia y sus curiosidades. En nuestra última sección, Guajira hoy, sobre estadísticas; exhibimos datos relevantes para que nuestro lector comprenda de una forma más detallada el desarrollo cultural de los Wayúu.


4 Revista de curiosidad cultural Palabra Wayúu Año 1, N°1, septiembre-octubre de 2017 es una publicación bimestral editada por DL & MC Ediciones. Pontificia Universidad Javeriana - Carrera 7 No. 40 - 62 Tel: (57 1) 3208320 - Bogotá D.C.- Colombia www.dl&mcediciones.com. Directoras y editoras responsables: Daniela Latorre y Melissa Castaño. Reserva de derecho al uso exclusivo n° 04-2013- 101814413100-102. ISSN: 2007-7483 Otorgado por el Instituto Nacional del Derecho de Autor, Secretaria de Educación Pública. Responsable de la última actualización de este número: Daniela Latorre. Fecha de la última actualización: agosto de 2017 Queda estrictamente prohibida la reproducción total o parcial de los contenidos e imágenes de la publicación sin previa autorización de LD & MC Ediciones. Los textos publicados son propiedad intelectual de sus autores y de la revista. Pueden utilizarse libremente para usos educativos y académicos, siempre que se cite el autor y la publicación, con su dirección electrónica exacta. En cualquier otro caso deberá comunicarse el uso y pedirse autorización al director de la revista. La utilización de los textos en otros sitios web o la copia y reproducción de la revista, deben tener su respectivo crédito y enlace. Las opiniones contenidas en los artículos son responsabilidad exclusiva de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de la Revista.


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Contenido 11

Entretenimiento

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Cultura

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Gastronomía

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Opinión

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Artesanías

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Guajira hoy

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Entretenimiento

Documental sobre tradición Wayúu participa en Festival de Cine de Berlín

Colombia y su realidad indígena están presentes en la 63 edición de la Berlinale con el documental “La eterna noche de las doce lunas” de Priscila Padilla, que con su cámara inmortalizó una antigua tradición de la comunidad Wayúu El filme acompaña a la joven Pili, en su camino hacia la vida adulta a través de su encierro —desde su primera menstruación—, aislada en una cabaña durante un año en el que se prepara para su futuro papel como mujer. Para ello Padilla tuvo que realizar un proceso de investigación de unos tres años. Durante este tiempo recorrió el departamento de la Guajira, hasta dar con una ranchería —pequeña comunidad que conforman los parientes cercanos de un clan— y personas que le permitieran contar en que consistía el ritual del encierro. Cuando conoció a Pili y su ranchería empezó por mostrarles su trabajo de documentalista, en especial “historias de mujeres contadas por mujeres”. Con eso comenzó el proceso de hacerse su amiga y participar en la comunidad haciendo cosas como traer agua y leña, cocinar con las mujeres, “para así poder entablar

una relación con ellos”. Uno de los primeros retos de Padilla fue aprender el Wayúunaiki, que no habla, pero sí entiende, porque “en la medida en que aprendía la lengua de ellos, podía entender mejor su cultura”. Durante los primeros tres meses, etapa en la que nadie extraño debía ver a Pili, la realizadora optó por no entrar a su encierro, a pesar de contar con el permiso de la abuela. En estos meses, las “partes más sagradas” de este ritual fueron tomadas por una de las niñas que vivía allí, mientras el equipo de


Entretenimiento Padilla ideó “toda una parafernalia” para colocar el micrófono y una cámara obturada en el exterior de la cabaña. Lo más complicado fue encontrar una ranchería con mujeres que aún practicaran este ritual, pues se está perdiendo y ya “no todas las niñas Wayúu pasan por el encierro”, dijo Padilla. Hoy en día las niñas Wayúu, “están invadidas por la cultura occidental y ya no se quieren encerrar”. “La ranchería de Pili tiene una tradición de 200 años de encierro. La bisabuela fue encerrada, la abuela fue encerrada y por lo tanto las hijas de esa ranchería todas van a seguir practicando este ritual”, explicó. Por otra parte, este documental ha servido para que el encierro no suponga un parón en los estudios de las menores, pues siguen estudiando allí. Tras su encierro, las niñas se convierten en mujeres muy valiosas a ojos de sus posibles pretendientes y las hace merecedoras de una elevada dote. “Los Wayúu se están replanteando esto. Son los hombres los que deciden si se le da la dote por la niña, pero no son las mujeres”, aunque en el caso de Pili sí que fue su abuela la que decidió. También esta tradición se está perdiendo, pues los Wayúu “ya están de acuerdo en que la niña debe decidir una vez crezca, una vez estudie, con quien se quiere casar y que quiere hacer”. La cultura Wayúu es matrilineal, pero no matriarcal, pues la mujer es “la que da el clan”, pero “no son ellas las que toman las decisiones más importantes”. “Los Wayúu toman de Occidente lo que les conviene, pero manteniendo a pesar de ello su tradición”, comenta Padilla al respecto. Pili, que ha salido por primera vez de su comunidad, dijo estar “contenta” y “muy orgullosa” de estar en Berlín con su película, y confirmó que quiere acabar el bachillerato y estudiar para doctora. “No sentí nada, la cámara no hace nada, no le come a uno, no es un tigre. Nosotros no tenemos miedo a la cámara, ni las corrientes, ni nada”, aseguró la protagonista del filme, que por su valentía se llevó una gran y merecida ovación del público.

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Cultura

Mitología Wayúu

Los Wayúu tienen una muy interesante, peculiar y rica cultura, la cual incluye bailes, costumbres y relatos entre los que están los mitos y las leyendas.

La palabra mito aparece definida como ‘‘relato tradicional que dice acontecimientos prodigiosos. Protagonizados por seres sobrenaturales, extraordinarios, tales como dioses, semidioses, héroes, monstruos o personajes fantásticos” y la leyenda como ‘‘una narración de hechos naturales, sobrenaturales o mezclados, que se trasmite de generación en generación de forma oral o escrita”. Aclarado esto y ya habiendo hecho un detallado análisis de las muestras recogidas sobre mitología Wayúu se pudo concluir lo

siguiente. Los Wayúu son supersticiosos y conducen su vida teniendo en cuenta todos los mitos y leyendas que hacen parte de su cultura y han pasado de una generación a otra. Para apoyar esta afirmación expondremos argumentos apoyados en relatos pertenecientes a esta cultura. Para empezar, la superstición es muy común en esta clase de culturas y esta no es la excepción, las normas que ellos establecen toman muy en cuenta aquellos relatos que sus ancestros crearon. Un ejemplo es la leyenda de los


Cultura

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duendes, según ellos estas criaturas son los niñitos Wayúu que mueren sin bautizarse o sin que los presentaran a Mareiwa o algún chaman. Estos solo aparecen en invierno silbando por las calles, y se dice que si se encuentran a alguna persona la despedazan; pero no son capaces de acercarse mucho a las rancherías porque les temen a los perros y al fuego que prenden los indígenas afuera, justo para ahuyentar a los macabros chiquillos. Pero este no es el único mito que

ellos creen real, también se encuentra el relato de Keralia. Se dice que, si se camina después de media noche por las salinas de Manaure o por la playa se presentara el espíritu de Keralia en forma humana o en forma animal, si es un hombre el que camina y Keralia lo ve a los ojos este morirá, y si es una mujer quien pasa y es mirada a los ojos quedara embarazada; pero no de un bebe normal sino deforme y en ocasiones pueden tener el aspecto de sapos, serpientes o muchos otros

animales grotescos. Por eso cuando una mujer Wayúu da a luz a un niño incompleto o especial dicen que fue por culpa de Keralia y que anduvo por las salinas en la madrugada. Por otro lado, encontramos el mito de la piedra del destino que dice que, en Puerto Espada, un lugar sin ningún recurso turístico existe una piedra mágica que marca el destino; según los Wayúu esta mide la prolongación de la vida, dicha piedra se introduce por la boca si pasa fácil se dice que tendrá larga vida, pero si pasa forzada o no entra morirá pronto. Debido a esto mucha gente, en especial los Wayúu, suben allá

para someterse a esta situación un poco incomoda solamente para saber si vivirán o morirán, e incluso llegan a pagar mucho dinero. Bien, ya se ha mencionado que los Wayúu son supersticiosos y cuales son los mitos más tenidos en cuenta por ellos, pero ¿cuál es la razón de la superstición? Esta cultura es antigua y por mucho tiempo vivieron aislados, en el sentido de que solo se relacionaban con los suyos; y solo tenían sus relatos y creencias para regirse y dar respuestas a sus inquietudes. Y aunque se ha transformado y ya no solo pertenecen a su cultura, sino que también



Cultura conocen y viven con relación a otras, la superstición sigue vigente. Los Wayúu son supersticiosos porque a pesar de la desaculturación que ha venido presentando en las

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etnias Wayúu aún no han perdido la superstición, pero la pregunta es ¿se perderá en futuro a causa de la influencia de otras culturas la creencia de dichos relatos?

La leyenda de Wareke Hace muchísimos años, en el principio del pueblo Wayúu, un chico salió una vez a cazar. Iba con su flecha y su arco, cuando en el monte escuchó un ruido. El muchacho pensó que eran espíritus, y se asustó. Volvió a escuchar, y oyó como una cancioncita en medio del monte. Se asomó, y vio que era una niña muy fea. Era ojona, barrigona, toda negrita, feíta. El muchacho le preguntó que ella qué hacía ahí, y ella no le contestó. Ella jugaba con las hormigas sin decir nada. Y de tanto insistirle qué hacía, si venía de algún sitio, si tenía papás, la niña finalmente le contestó. Le dijo que se había perdido, que sus padres hacía mucho tiempo habían fallecido, y que se llamaba Cocorona. Él se la llevó para su casa donde tenía dos hermanas. Cuando llegaron, él presentó a la niña y le pidió a las hermanas que por favor la cuidaran y se encargaran de ella. Él iba a cazar todas las noches, como es tradicional en las rancherías y comunidades, sobre todo cuando es luna llena. Mientras él cazaba, las hermanas, en vez de cuidar a la niña,

lo que hacían era maltratarla debido a su fealdad. El muchacho había dejado un chinchorro para Cocorona, pero las hermanas se lo quitaron y la hicieron dormir en el suelo. Cuando él llegaba en la mañana, la niña no le contaba nada, solo lloraba, lloraba y lo abrazaba. Él ya sentía como un cariño de padre hacia la niña, pero no entendía por qué ella estaba llorando. Y las hermanas le decían cosas: mira que la niña que trajiste no hace caso, nos trata mal… Pasó un buen tiempo y una noche las hermanas obligaron a la niña a dormir fuera de la casa; y ella no sabía qué hacer y fue a dormir por allá en el monte. Esa noche, la niña tuvo un sueño, como una revelación: ella se transformó en la noche, de repente se convirtió en una hermosa muchacha Wayúu y de su boca salían hilos, como las telarañas que hacían las arañas. De ahí viene la leyenda de Wareke, que significa araña tejedora.


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Gastronomía

Receta para preparar Friche Plato típico de los Wayúu, hecho a partir de un chivo biche, que es primero cocido y después, frito.

Ingredientes

3 libras de chivo 2 tazas de sangre batida con sal 1 libra de menudencias del chivo 6 dientes de ajo picados 3 cebollas cabezonas blancas 1 unidad de pimentón verde picado 1 taza de aceite 4 limones Sal y pimienta al gusto

Preparación

Tiempo de preparación: 1 horas 30 minutos Número de porciones: 10

1. En un recipiente coloque la carne de chivo con limón, sal, pimienta y comino al gusto. Deje adobar por unos 20 minutos. 2. En una olla con agua caliente, coloque las menudencias de chivo con un poco de sal por un aproximado de 15 minutos. 3. En un sartén añada el aceite, la carne, la cebolla, el ajo y el pimentón. 4. Bata la sangre de chivo con sal y agréguela a la preparación, deje a fuego lento por un aproximado de 20 minutos y revuelva constantemente. 5. Sírvalo en una arepa o bollo.


Opinión

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La palabra y el palabrero:

Entre la tradición y la ignorancia Ignacio Manuel Epinayu Pushaina La palabra mueve a nuestro mundo Wayúu. Hay palabras frías o calientes, palabras de dolor o alegría, palabras que agitan las tranquilas aguas de la historia o aplacan el viento que ensucia nuestra vista… La palabra hace visible lo invisible y mueve a

nuestra historia, el pasado y el presente. Sin la palabra nuevamente seríamos los animales que hoy son los símbolos de nuestro linaje. El palabrero (pütchipuu) lleva la palabra de paz y respeto, las palabras que puede enderezar el curso del camino desviado; él lleva la


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Opinión

palabra para apaciguar los ánimos apasionados de donde brotan las palabras calientes, adoloridas y que ­ensucian la visión. Es el mediador, el arquitecto que construye los caminos de la armonía social, el que tiene capacidad de trazar los caminos para restablecer la armonía que siempre debe darse entre los clanes, entre los hermanos que nacimos de la misma historia Wayúu, sukuaipa Wayúu. Seguiremos siendo Wayúu mientras recibamos con respeto el gesto adusto de nuestros familiares que nos dicen en tono confidencial: esü kasachiki, vienen malos momentos. Cuando el Wayúu escucha que le van a mandar la palabra, hay razón suficiente para preocuparse, se siente en el ambiente los pasos del palabrero, se ha infringido una norma de convivencia entre nuestros semejantes. La palabra del palabrero es una palabra que tiene peso, tiene historia, trae la solemnidad de la tradición que ha sido respetada por nuestros familiares de lejanos tiempos. Es una autoridad moral de nuestra cultura. No se puede confundir al palabrero con un narrador de noticias, o con un abogado que litiga para mantener su sustento diario. La inmaterialidad, declarada patrimonio inmaterial de la humanidad en el año 2010, de este oficio del palabrero radica en que es una actividad que se lleva a cabo sólo cuando hay tensiones entre las familias, cuando se transgrede alguna norma de convivencia. A pesar de toda nuestra riqueza cultural, la sociedad alíjuna (no Wayúu) desconoce la esencia de nuestra

palabra, el significado de nuestros sueños, el valor de nuestras tradiciones. Hemos visto como se usan los elementos de nuestra cultura sin valoración sin comprensión y sin respeto, como el caso de las mantas de nuestras mujeres, de nuestras mochilas. Hemos soportado que nos muestren como parte de la


Opinión

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“He dejado mi palabra en ti, ella es como una semilla para que cultives tu destino…”. Anciano Wayúu


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Opinión

decoración para recibir a los funcionarios públicos vestidos de blanco que visitan las regiones. Hemos visto como muchas empresas se ponen Wayúu (“Wayúu flowers”, “transportes wayúu”…) sin aportar nada a nuestras comunidades, y ver nuestras artesanías en las pasarelas de Milán, silenciando las historias y las mujeres que las hicieron, y hemos visto palabras Wayúu como nombres de instituciones a las que pocas veces el Wayúu tiene acceso (“La-guajirasin-jamusiri”). Es la tradición en manos de la ignorancia. Un caso reciente que revela la ignorancia sobre nuestras costumbres ocurrió cuando el alcalde de

Riohacha anunció que le mandará-la-palabra al presidente y a la Ministra de Educación. Desconoce el señor alcalde y sus asesores que un alíjuna no puede mandar la palabra a otro alíjuna, y mucho menos cuando se trata de un asunto institucional. Desde la perspectiva del sistema normativo Wayúu, donde el palabrero es la figura central, las discrepancias institucionales entre alíjunas no se constituyen en transgresiones a las normas de convivencia Wayúu. En este caso, se pudo usar una metáfora alusiva a la palabra y el palabrero para recordarles al presidente y la ministra, sus compromisos. El segundo caso es un periódico


Opinión digital www.elpalabrero.com. co. Tal vez por falta de creatividad o por la costumbre de buscar expresiones Wayúu al azar para nombrar entidades o novedades, se usa la expresión el palabrero a un medio de comunicación cuyo contenido informativo son noticias. El desconocimiento de los elementos esenciales de nuestra cultura, entre ellos la palabra y el palabrero, al final termina negándola, negando con ella la posibilidad de establecer diálogos interculturales basadas en el respeto hacia lo otro. He visto como arrancan de su raíz al pequeño cactus para adornar reuniones oficiales y

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Opinión

luego lo tiran a la basura sin el más elemental respeto por la naturaleza. Como el cactus, los nombres y elementos esenciales de la cultura wayúu, son arrancados sin cuidado de su entorno natural, perdiéndose la posibilidad de darle su verdadero significado y con ella visibilizar a aquellos que hacemos real la multietnicidad y pluriculturalidad de la Nación Colombiana. Esta es mi palabra.


Artesanías

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Hamacas Wayúu Los arqueólogos creen que la hamaca apareció en América hace unos mil años, pero hay otros que dicen que viene de la Polinesia. Por su uso extendido en Centroamérica, muchos aseguran que la inventaron los mayas, pero de acuerdo con los datos antropológicos, es más probable que provenga de la cultura Arawak, un conjunto de pueblos que a la llegada de los españoles

se extendía por todo el norte de Suramérica. El primer registro escrito sobre la hamaca proviene de los diarios de Cristobal Colón y data del miércoles 17 de octubre de 1492. Ese día, el genovés y sus hombres visitaron la isla antillana de Fernandina, donde encontraron que las casas de sus habitantes “eran de dentro muy barridas y limpias, y sus camas y

paramentos de cosas que son como redes de algodón”. Fue el cronista español Gonzalo Fernández de Oviedo, en 1537, quien la describió en detalle por primera vez: “bien es que se diga qué camas tienen los indios de la isla española, a la cual cama llaman hamaca; y es de esta manera: una manta tejida en parte, y en partes abierta, a escaques cruzados, hecha red (para que sea más fresca). Y es de algodón hilado de mano por las indias, la cual tiene de luengo diez o doce palmos, y más o menos, y

del ancho que quieren que tenga...”, dice en su Historia General y Natural de las Indias. Y Fray Bartolomé de Las Casas afirmó que “dormir en ellas es cosa bien descansada” y que en el verano europeo “serían harto muy estimadas”. Sin embargo, mucho antes de que llegaran los conquistadores y los cronistas, los indígenas de Colombia ya tenían su propia imaginería bien establecida sobre la hamaca. Los Wayúu de La Guajira dicen que la araña de nombre Waleker fue la que les enseñó a tejer sus lechos aéreos.


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Artesanías

Consagrada artesana, tenía siempre listos sus tejidos al amanecer y fue además la que les mostró los diseños abstractos con que suelen adornarlos. La hamaca y el chinchorro son parte central de la cultura Wayúu. Los tienen de uso exclusivo, para recibir invitados o llevar de viaje; de uso cotidiano, que permanecen guindadas dentro del rancho, y de descanso, dispuestas fuera del rancho en la enramada, donde se lleva a cabo la vida social de los Wayúu. Los hay sencillos y dobles, de primera y de segunda, de un solo color o multicolores, con franjas, con rayas o con motivos geométricos. O, como en el caso las de las tejedoras de los Montes de María, con imágenes de animales y hombres y con historias enteras narradas en su urdimbre. El chinchorro y la hamaca, “camas colgantes donde el Wayúu descansa, duerme, conversa, atiende visitas, trabaja en los tejidos, procrea y trae hijos al mundo”, son dos tejidos

fundamentales de su cultura. La diferencia entre el chinchorro y la hamaca consiste en que los chinchorros son elásticos y se elaboran con tejidos sueltos y las hamacas son hechas con tejidos compactos y son mucho más pesadas.

Curiosidades sobre los chinchorros Una hamaca hecha por los Wayúu puede pesar hasta seis kilos. Para elaborar una hamaca se necesitan de dos a seis meses de trabajo manual. El trabajo de tejido de las hamacas y los chinchorros empieza por el llamado cuerpo central. Las demás partes se tejen por separado y se juntan. Los chinchorros elaborados por los Wayúu protegen del frío, gracias a su doble faz. Además, poseen “volantes laterales” o “flecos”, hechos de hilo, estos cuelgan de lados del cuerpo del chinchorro y sirven de manta.



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Guajira hoy




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