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Gloria Careaga ACTIVISTA
En 1992 se abriría uno de los grupos lésbicos más antiguos del país: El Closet de Sor Juana, un espacio para que mujeres de la diversidad sexual contarán sus vivencias, violencias y pensamientos. Este espacio fue cofundado, junto con otras 15 personas, por Gloria Careaga, psicóloga social, activista feminista y LGBT. Hoy es profesora de la UNAM, directora de Fundación Arcoíris, e integrante suplente del Grupo Asesor de la Sociedad Civil de ONU Mujeres.
¿Cómo empezó tu activismo?
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Inicié mi trabajo en favor de los derechos LGBT hasta finales de los ochenta y principios de los noventa. En ese tiempo estaba muy enfocada en el movimiento feminista, fue hasta que yo conocí a Patria Jiménez que ella empezó a compartirme lo que había sido la lucha del movimiento LGBT de los setentas, eso me sorprendió muchísimo. Ahí tuvimos la oportunidad de convocar a otras lesbianas para apoyarla. Este espacio que construimos en favor de la candidatura nos llevó a reflexionar en torno a las carencias que teníamos como movimiento lésbico, de ahí se decidió construir El Clóset de Sor Juana, una organización que abrió sus puertas para que las lesbianas pudieran acudir. Para mí, El Closet de Sor Juana fue determinante porque me permitió conocer de primera mano los testimonios de muchas chicas y todo lo que enfrentaban.
¿Crees que en particular la experiencia de las mujeres lesbianas o bisexuales se llegue a invisibilizar?
Sí, por supuesto. El sexismo en nuestra sociedad es muy profundo, las cifras que tenemos de asesinatos de mujeres en México son de las más altas en el mundo. Enfrentamos lo que algunas autoras llaman “la doble discriminación”: por ser mujeres y por ser lesbianas.
¿Cúal fue la primera marcha del orgullo en la que participaste?
Yo he estado presente en la marcha desde 1991. Me habré perdido una o dos pero he estado en casi cada marcha, es una actividad que me parece muy importante. Y sí, por supuesto [que ha cambiado], la marcha ha generado una expectativa muy grande. El comité que la ha venido coordinando principalmente en los últimos tiempos, ha tenido criterios muy claros para las empresas que participan. Por ejemplo, no puede participar cualquier empresa, sino solamente aquellas que tengan un Comité de Diversidad y que estén realmente contratando personas LGBT. Mucha gente ve mal que estén las empresas, pero no saben que hay un criterio de participación, que no cualquiera participa, sino que tienen que ser quienes se comprometen.
¿Por qué aspectos hay que seguir luchando?
Se podría decir que hoy peleamos por dos elementos principales; que formemos parte del registro nacional, es decir, que en todas aquellas encuestas que el INEGI realiza incluya a la orientación sexual, la identidad, la expresión de género y las características sexuales. El otro desafío es el ser incluidas en el Plan Nacional de Desarrollo.
Fue en 1978 que Xabier Lizárraga fundó, de la mano de Claudia Hinojosa, Alma Aldana y Max Mejía, el grupo Lambda de Liberación Homosexual. Organización que además de atacar la homofobia, tenía una mirada antipatriarcal y feminista. Ese mismo año, sucedería la primera Marcha del Orgullo Homosexual en la CDMX. Además de activista, Xabier es antropólogo y ha estado involucrado de alguna u otra forma en la comunidad por más de cuatro décadas.
¿Cómo era el activismo en los setenta en México?
Para muchos, era un lugar para conocer gente. En los setenta era muy peligroso ser homosexual. Aquí [En la hoy Ciudad de México], por tantos que somos, se podía pasar más o menos inadvertido. Además, a principios de los setenta habían bares gay, pero en ellos no se podía bailar, no se podía agarrar de la mano a la pareja o al amigo o lo que fuera, mucho menos darle un beso. Éramos jotos decentes [risas]. Moderados por las reglas de los lugares.
¿Les daba miedo la represión policiaca en la marcha?
Obviamente sí. Las primeras marchas, tuvimos cierto temor a que fueran reprimidas. Y no solamente reprimidas por la policía, sino que incluso fueran atacadas e insultadas por parte del público. Pero este miedo se nos quitó rápidamente por el entusiasmo y porque no hubo respuestas realmente negativas. Siempre hubo algún comentario negativo, pero eran los menos.
Este año, en la marcha, van a desaparecer los automotores. ¿Qué piensa de ello?
Mira, no estoy en contra de que haya empresas, pero estoy en contra de que en la realidad les importa un soberano cacahuate. Tampoco estoy en contra de los automotores, yo ya soy mayor, ya no puedo salir a marchar porque me canso.
¿Qué cambios te gustaría ver en el colectivo a partir de ahora?
[Ver a una] comunidad de verdad. Me gustaría que hubiera una unión en intereses comunes. Y que lucháramos sin protagonismos. Por eso estoy en contra del acrónimo de la sopa de letras y de tanta bandera diferente. Pareciera que cada quien va a lucir su identidad y a ser protagonista. Yo no soy importante, es importante el activismo de las sexualidades no hegemónicas.
Ángel Arroyo