Antonio J. Gómez Laguna, * Juan Manuel Rojas Rodríguez-Malo
“…era a la investigación arqueológica la que correspondería obtener una sucesión estratigráfica lo suficientemente clara y con abundancia de material, como para que pudiera servir de marco de referencia en el hipotético hallazgo de otros yacimientos identificables con las noticias de las fuentes escritas.”1 Manuel Acién “…es la dinámica urbanística, y no los intereses científicos, la que ha impuesto el espacio a investigar.”2 Sonia Gutiérrez
El yacimiento de la vega baja de toledo. Avance sobre las cerámicas de la fase emiral
Palabras clave: Cerámica pintada, estratigrafía, emirato. Resumen: Presentamos un avance de la cerámica procedente de las últimas fases de ocupación del yacimiento de la Vega Baja (Toledo), el suburbium de la capital del reino visigodo. Se ha elegido una serie de cerámicas pintadas que aparecen asociadas a recipientes de almacenamiento. La posición estratigráfica de las unidades analizadas, dos basureros (UE 10168 y 10345), un nivel de ocupación (recinto 134A-UE 699) y el tipo de material que han aportado, pueden situar sin excesivos problemas su cronología entre los siglos VIII y IX. La ausencia de cerámica vidriada en estos niveles y en la mayoría de los recintos excavados, parece implicar que el yacimiento se abandona de forma definitiva, en un momento anterior a la instauración del Califato. Key words: Painted pottery, stratigraphy, emirate. *Abstract: This is a study of pottery found at the Vega Baja site which was a suburbium of Toledo at the time the city was the capital of the Visigothic kingdom.The material found dates from the last phases of occupation of the site and presumably belongs to artefacts used as storage devices. The stratigraphic
1. Introduccción. Este trabajo es una primera aportación de lo que, sin duda, llegarán a ser una larga lista de publicaciones que mostrarán, en los próximos años, la riqueza del yacimiento de la Vega Baja de Toledo, tras su identificación como parte del suburbium de la capital del reino visigodo. Este yacimiento habrá de ser la referencia, tanto para el mundo visigodo (s VI-VIII), como para la fase del Emirato dependiente (711-756) y el desarrollo del Emirato (756-856), en los que han sido considerados, hasta hace poco tiempo, como los siglos oscuros (ss. VIII-IX) (manzano, 2003: 541). Es obvio que en este artículo sólo se van a exponer algunas de las impresiones iniciales, dejando para otros trabajos el análisis en profundidad del repertorio cerámico ob-
nature of sites used in the study, two junkyards (UU.EE 10168 and 10345) and the occupation strata levels and the material found in them allow us to date the pottery around the eighth and ninth centuries. The significant absence of glazed pottery in these strata and in all occupation levels of the Vega site implies that the whole settlement was permanently abandoned before the Cordova caliphate was founded. Mots clés : Céramique peinte, stratigraphie, émirat. **Résumé : Nous présentons un premier aperçu de la céramique provenant des dernières phases d’occupation du gisement de la Vega Baja (Tolède), le suburbium de la capitale du royaume visigoth. Nous avons choisi un ensemble de céramiques peintes correspondant à des récipients de conservation. La position stratigraphique des unités analysées, deux dépotoirs (UE 10168 et 10345), le niveau d’occupation (enceinte 134AUE 699) et le type de matériel s’y trouvant, nous permettent de les dater sans trop de difficultés entre les VIIIe et IXe siècles. L’absence de céramique vitrifiée à ces niveaux et dans la plupart des enceintes ayant fait l’objet de fouilles semble indiquer que le gisement fut définitivement abandonné avant l’instauration du Califat.
tenido. Por este motivo, nos hemos centrado en la cerámica asociada a las últimas fases de ocupación, ya que presentan una clara homogeneidad desde el punto de vista técnico-decorativo y estratigráfico. Con la identificación de este suburbio se puede dar por finalizada la ausencia de Toledo en el debate sobre el reino visigodo. El vacío de datos sobre la capital visigoda era evidente. Hasta ahora, sólo aparecía por las numerosas citas de las fuentes escritas, muchas de ellas contradictorias entre sí, además de por las múltiples piedras decoradas 1.“La cultura material de época emiral en el sur de Al-Andalus. Nuevas Perspectivas” en La cerámica altomedieval en el sur de Al-Andalus, A. Malpica edt. pp 155-172. 2. “Algunas consideraciones sobre la cultura material de las épocas visigodas y emiral en el territorio de Tudmir” en Visigodos y Omeyas. Anejos de AEspA XXII, pp 95-116.
* Juan Manuel Rojas, Arqueología S. L., C/ Taller del Moro, nº 7. Esc 3. Bajo derecha. Tf. +34 925 257 305 jmrojasarqueologia@telefonica.net
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que aparecen repartidas por muchos de los muros de edificios medievales de la ciudad, producto del expolio que en su día sufrieron las construcciones visigodas. Otra importante muestra de arte visigótico se encuentra en el Museo Provincial de Santa Cruz, aunque se trata de ejemplares recogidos en los dos últimos siglos, procedentes, en su mayor parte, de hallazgos fortuitos y descontextualizados del área de la Vega Baja3.Tampoco, han arrojado luz sobre esta época, las cientos de intervenciones arqueológicas, de todo tipo, efectuadas en el interior del casco histórico en los últimos quince años4. En ninguna de ellas aparecían contextos arqueológicos con material estratificado que se pueda situar entre los siglos VI y IX. Frente a este vacío, las intervenciones realizadas en el entorno próximo al casco (Vega Baja), como las excavaciones de Palol en el Cristo de la Vega y otras asociadas a la construcción de variantes de carreteras o edificios (rojas, 1996: 67) o en áreas rurales, íntimamente asociadas a la ciudad, como Melque o Arisgotas, mantenían a Toledo y a su capital visigoda dentro del debate (Caballero, 1989, 2001 y 2003). Este panorama comenzó a cambiar en el 2001, año en el que realizamos los primeros trabajos arqueológicos (fase de sondeos) con motivo de la redacción del Proyecto de Urbanización de una gran parte de la Vega Baja de Toledo, además de la localización de algunas de las cimentaciones del complejo palatino, durante la construcción de una clínica en un solar de esa zona (lámina 1). Desde entonces, las intervenciones desarrolladas en 2004 y, sin interrupción, desde junio de 2005 a mayo de 20065, han permitido descubrir una gran parte del suburbium de la capital del Reino Visigodo, levantado en la Vega Baja entre los siglos VI y VII, mencionado en distintas crónicas y concilios (Ripoll, 2000; Rojas & Gómez, 2008). 3. Destaca el famoso credo epigráfico hallado en la terrera de una zanja junto al Cristo de la Vega (Aragoneses, 1957). 4. Entre ellas podemos citar las de las Iglesias de “origen” visigodo como San Sebastián (2007) o Santa Eulalia (2006), el Alcázar de Toledo (2007) o manzanas enteras como la excavación de Madre de Dios (2001-2004). 5. En los trabajos de campo y de laboratorio han participado los siguientes técnicos arqueólogos: Jaime Perera, Jorge de Juan Ares, Yasmina Cáceres Gutiérrez, Luis García Vacas, Javier Pérez LópezTriviño, Alejandro Vicente Navarro, Sergio López García, María José Calvo, Ana Fuentes Marín, Ana Mª. Moreno Llanes, Daniel Martín Arroyo, María Jesús Oliva Pulido, Marcos A. Martelo Fernández, José Luis Chico, Ana de Mesa Gárate, Daniel Casado Rigalt, Carlos Fernández, Marta Mejias, Beatriz Abril Sánchez-Infantes, Rubén Lot García Lerga, José Luís Sánchez Sánchez, Antonio Rodríguez Fernández, Francisco Sánchez Seguido, Miguel Ángel León, Ainara Cano, Justicia Teresa Matamoros, Elena Rosado Tejerizo y Almudena Ruiz Sánchez. La digitalización de los dibujos ha sido realizada por Rubén Seguí.
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Conscientes de la importancia del yacimiento, el planteamiento metodológico con el que se abordó la excavación tuvo un objetivo claro: determinar y excavar la secuencia total del yacimiento, sin despreciar ninguna de las fases de ocupación que pudiera albergar. Al aislar las series de material: cerámica, vidrio, monedas, metales, materiales constructivos, de cada una de las fases, permitirá determinar y analizar, de forma precisa, el proceso histórico que tuvo el asentamiento entre siglos VI al IX (Acién, 1993:155; Gutiérrez, 1996: 321; Manzano, 2003: 542; Pérez, 2003:31). 2. El yacimiento de la vega baja. El asentamiento de la Vega Baja está situado al suroeste del actual casco urbano de la ciudad de Toledo. Ocupa una extensión que supera las 40 ha y bordea la orilla norte del río Tajo. Es una zona relativamente llana, formada por aportes de rellenos detríticos del río (llanura aluvial) durante el Cuaternario o la última fase del Holoceno. La zona en la que se ha desarrollado la intervención está atravesaba en sentido NW-SE por la “Terraza +1” del río. El primer paso de la intervención fue cuadricular por completo el área de la Vega mediante cuadros de 25 x 25 m, que servían como ejes de dibujo. A partir de ellas, se excavó un nivel manual denominado Nivel I. Con este nivel, realizado de forma general en toda la zona intervenida, se alcanzó el techo de los niveles arqueológicos. La finalidad que tenía este primer paso era retirar por completo el nivel de tierra vegetal, además de cualquier intrusión moderna. A partir de esta cota y una vez analizada por completo el área de trabajo, se aplicó el “método Harris” y la excavación individualizada por UU.EE. de cada recinto y espacio detectado. Como paso previo, se realizó la numeración y descripción de cada Unidad, empleando unos listados creados al efecto y la documentación gráfica, dibujo (esc. 1/40) y fotografía, de todas las unidades estructurales y sedimentarios identificadas en el Nivel I6. La excavación por UU.EE. sólo alcanzó en profundidad el primer nivel de suelo o uso de cada recinto. Una vez identificado este primer nivel de ocupación, se intentó identificar y aislar esa mis6. En total, hemos abierto con este sistema 56.000 m2y la fase de excavación por UU.EE superó los 25.000 m2.
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ma fase en los recintos adyacentes. La finalidad de este proceso de excavación era aislar cada una de las fases de ocupación, sin contaminar el material procedente de fases anteriores, y poder analizarla en extensión. Por este motivo, en los recintos con múltiples niveles de uso7 sólo se han alcanzado niveles que se pueden situar en un momento paleoandalusí, mientras que en otros, abandonados desde un momento muy inicial (s. VII), se ha alcanzado, claramente, la ocupación visigoda. El yacimiento parece articulado a partir de una extensa y compleja red de calles y zonas de paso. Parece evidente que hay áreas con funciones especializadas: públicas, defensivas, necrópolis (maqbara) o productiva. Esta última formada por un gran área de extracción de arcillas que tiene asociados algunos hornos. Los edificios de la fase inicial son de gran tamaño y están bien estructurados, con una forma recurrente. La presencia de grandes naves rectangulares que parecen estar agrupadas en torno a espacios abiertos (¿patios?). Los muros más potentes conservan más de 2,00 m de altura, y en su construcción se emplearon materiales de mayor calidad (argamasa, sillares esquineros y una anchura de 1,20 m), si bien, la mayoría de las construcciones están levantadas con cimientos y zócalos de mampostería, trabados con tierra, de entre 0,50 y 0,75 m de espesor. Los recintos del mismo edificio suelen ser ortogonales entre sí, aunque son frecuentes las divergencias con las edificaciones adyacentes. Al igual que en sucede en otros yacimientos urbanos, como Mérida o el Tolmo de Minateda, las viviendas tardorromanas o visigodas se reutilizan en las siguientes fases, pero subdivididas y desarticuladas (Alba, 2003: 318; Gutiérrez, 2003: 124). Los edificios de las fases iniciales (tardorromana y visigoda) presentan un proceso de amortización continuo de los espacios interiores. Este proceso desemboca en su abandono, en las últimas fases de uso, lo que suele conllevar el expolio de los elementos constructivos: tejas, pilares, sillares, mampostería, etc. Parece evidente que el proceso de abandono no es similar en todos los edificios. Junto a casas que se abandonan por completo en 7. La excavación de las fosas de expolio ha permitido observar los múltiples niveles de suelo que presentan los recintos y edificios de la Vega. Esta larga pervivencia de las calles y los edificios, se ha documentado en recintos con hasta 10 suelos superpuestos, aunque, hasta el momento de suspender los trabajos, no se habían logrado alcanzar los niveles fundacionales del yacimiento.
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momentos muy iniciales (s. VII), aparecen edificios que tienen una rehabilitación parcial de algunos espacios. Se han documentado habitaciones clausuradas y en fase de abandono, junto a recintos que permanecen en uso durante los siglos VIII y, tal vez, IX. De este momento cronológico, posterior a la caída del reino visigodo, es del que proceden las series de cerámicas estudiadas y las monedas (feluses) localizadas8. La supuesta permanencia de una población estable en una zona llana y, aparentemente, sin capacidad defensiva, parece entrar en contradicción con las noticias históricas que hay sobre la ciudad de Toleto, tan levantisca durante la fase de ocupación musulmana. En el período comprendido entre el 711 y el 856, se suceden con mayor o menor importancia y con diferente origen y finalidad, una serie de revueltas y levantamientos contra el poder cordobés, por parte de algunos o de todos los grupos que forman su población: muladíes, mozárabes o musulmanes (árabes o bereberes). Baste citar que, sólo en el siglo VIII, se conocen siete referencias a estos levantamientos (años 741, 756, 764, 768, 785, 789 y 797) y dos más en el siglo IX (en el 811 y 853). Los primeros datos obtenidos parecen indicar que, a pesar de esta aparente desestabilización continua, existía una población estable en la Vega Baja a lo largo de ambos siglos. Aunque es probable que de carácter residual en las últimas fases. La ausencia de cerámica vidriada o de clara referencia califal en todo el material asociado a los momentos finales de ocupación de los recintos, permite aventurar que una gran parte del asentamiento se abandona de forma definitiva antes de la creación del Califato. Esto nos permite indicar que el yacimiento, con independencia de algunos edificios dispersos de cronología altoimperial (ss. I-II d. C.), tiene un marco cronológico que abarca desde una fase tardorromana (ss. IV-V), con una fundación de los complejos palatinos y religiosos de época visigoda, en un momento aún por determinar del siglo VI, que se prolonga tras la caída del reino hasta el primer tercio del siglo IX. De las fases posteriores que se conocen en Toledo: califal, taifa y medieval cristiano (ss. X-XIV), son muy escasos y dispersos 8. García Lerga, R. L., Gómez Laguna, A. J. y Rojas Rodríguez-malo, J. M., 2007: Aportación de la numismática al conocimiento de las fases de ocupación de la Vega Baja de Toledo, ARSE, Arqueología de Sagunto, Nº 41, pp. 115-138.
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los restos detectados. Sólo de forma puntual se han documentado algunas cerámicas y monedas, asociadas a fosas de expolio y a algunos recintos (fuera de la zona que hemos excavado), que se pueden situar entre los siglos XIV y XVI. 3. Estudio de la cerámica de la vega baja de toledo. El estudio de la cerámica se ha realizado desde varios puntos de vista: morfo-tipológico-decorativo, tecnológico y funcional, siguiendo el método desarrollado por Manuel Retuerce9. Aun así, nos ha sido imposible no caer en algunos subjetivismos respecto a los tipos de desgrasantes o a la proporción en la que aparece, como ya se ha puesto de manifiesto en otros yacimientos (Vigil-escalera, 2003: 374). De forma somera vamos a indicar las características analizadas. Funcionalidad. Se ha adoptado la terminología propuesta por Manuel Retuerce y aceptada también por otros investigadores en yacimientos tan señeros como Melque (Caballero, Retuerce & Sáez, 2003: 225), para clasificar cerámicas de este período concreto (ss.VII-IX) (Alba, 2001: 334) o inmediatamente posterior (ss. IX-XII) (Retuerce, 1988). En esta propuesta de clasificación se establecen varios grupos: Grupo A: Útiles para comer; Grupo C: Almacenamiento líquidos; Grupo D: Útiles para beber, transportar líquidos, etc. Aunque, con toda seguridad, la continuidad del análisis de la cerámica va a dar nuevos grupos, el material analizado se ha reducido a los siguientes: vajilla de mesa (beber y consumir), cocina, almacenamiento y transporte (líquidos y sólidos), lavar, tapar, quemar/iluminar e indeterminados. Las dificultades de reconocimiento de los recipientes en algunos casos se ha debido a la ambigüedad formal que presentan, debido a la variabilidad de formas y su mayor versatilidad como consecuencia de la reducción del ajuar doméstico en los siglos VIII y IX. Esto ha dado pie a que algunos pueden ser encuadrados, hasta en cinco tipos diferentes: cántaros, jarras, jarros, botellas, etc. (ALBA, 2003: 299). En el caso de la Vega Baja, a esta dificultad se ve aumentada por el índice de fragmentación que presentan en las fases finales de la ocupación del asentamiento y el hecho que las formas completas sean, de momento, escasas. 9. A quien agradecemos la inestimable colaboración prestada durante el proceso de clasificación de los materiales recuperados en la excavación.
Morfología. En él se establece qué tipo de fragmento se está analizado: borde, base, asa, galbo o si se trata de un recipiente completo. Se ha tomado el diámetro de la boca, de la base, el diámetro máximo, la altura conservada del recipiente y el espesor de la pared. Características morfológicas del recipiente. Tipo de borde, tipo de labio, tipo de cuello, sección del recipiente, presencia de inflexiones (carena, hombro) y tipo de base. En el caso de haber elementos de prensión (aletas, mamelones o asas), se indica su posición y desarrollo en la pieza (bordecuello, borde-panza, etc.), el tipo, si está decorada y, sobre todo, su altura respecto al borde de la pieza y si lo sobrepasa o no. Técnica. En este apartado se analiza el tipo de modelado a mano o a torno, y si es rápido o lento (torneta), aunque se ha puesto de manifiesto que algunas veces no se puede distinguir si es torno rápido o lento, debido a la destreza del artesano (Alba, 2003: 314). El tipo de cocción regular: oxidante o reductora o irregular, el color resultante de la pasta, tanto al interior como al exterior y el nervio de cocción si es un cocción irregular. Tipo de desgrasante: mineral (mica, cuarzo, caliza, feldespato), concha, cerámica espolvoreada, como la detectada en la cerámica procedente de Navalvillar (Colmenar Viejo, Madrid) (Caballero, 1989: 82); su granulometría (fina, media, gruesa) y su proporción (débil, media, fuerte). Este apartado termina con el tipo de acabado que ha recibido la pieza, tanto al interior como al exterior: alisado, bruñido, peinado, aguada, engobe y el color aplicado (blanco, ocre, marrón, etc.). Decoración. En ellas se han incluido seis apartados, en función del tipo de decoración. - Pintada. Incluye los siguientes apartados: anchura del motivo, color, posición, orientación y origen. - Modelada. En ella se han determinado la presencia de cordón y pastillas. Como en la anterior se establece su posición dentro de la pieza. - Incisa. Se indica qué tipo de motivo (lineal, ondas), orientación (vertical-horizontal) y su situación en la pieza. - Impresa. Al igual que la anterior, se indica qué tipo de motivo (lineal, ondas), orientación (vertical-horizontal) y su situación en la pieza.
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- Vidriada. Aunque no es un elemento decorativo, sino funcional, se han incluido en este apartado por ser una forma de terminar el recipiente. Pueden ser sencilla, cuerda seca o verde y manganeso. - Epigrafía. Se ha incluido por la detección de una posible impresión con grafía islámica. 4. Cerámica de las UU.EE. 10345 (basurero) 10168 (basurero) y 699 (nivel de hábitat). Las tres series estudiadas denotan diferencias por la distinta funcionalidad, en especial el nivel de hábitat, en el que predominan los recipientes de uso común y de almacenamiento. El fósil guía común entre las tres son una serie de cerámicas pintadas mediante trazos finos sinuosos verticales, aplicados tanto sobre recipientes de mesa, como de almacenaje, que dan un marco cronológico similar a las tres series de materiales. La posición estratigráfica parece confirmar esta impresión al proceder de los niveles finales de la ocupación. Aunque la serie pintada supera los 200 fragmentos, sólo se han incluido las formas. El no haber analizado por completo todas las series de cerámica recuperadas en la excavación, impide determinar, de momento, cómo es la evolución de los tipos, atributos, pastas y técnicas desde la etapa visigoda (ss.VI-VII) hasta el siglo IX. Además, la ausencia de formas completas ha impedido precisar la adscripción de algunos recipientes a determinados grupos: jarros-cuencos, ollas-jarros, etc. 4.1. Cerámica U.S. 10345-basurero. Procede de un gran agujero de extracción de tierras y piedras que es reutilizado en un momento posterior como basurero. Este agujero perfora el lateral sureste de un gran edificio de época visigoda, que se encontraba ya en una fase de abandono y expolio. Se trata de un gran edificio formado por nueve recintos y un gran espacio abierto (patio). Se han podido documentar las tres fases de ocupación final que implican un abandono lento y muy gradual del edificio, articulado a partir de las puertas tapiadas entre los recintos. Esto parece indicar que llegan a convivir habitaciones todavía en uso con otras ya en un proceso de ruina y expolio de los materiales constructivos (tejas, pilares, maderas, etc.). Tras su abandono definitivo, se produce una gran fase de expolio de la mampostería de algunos de los muros. El basurero del que procede la cerá-
mica US 10345 es la última fase. Corta todos los rellenos procedentes del colapso del edificio y llega a perforar algunos de los suelos. No se ha llegado a la fase de ocupación fundacional, ya que aún quedan 1,20 m de potencia sin analizar con 5 suelos más. Se han documentado recipientes de tres series: almacenamiento, mesa y cocina. Grupo A: útiles para comer: cuencos; Grupo C: almacenamiento líquidos: cántaros; Grupo D: útiles para beber-transportar líquidos: jarras-jarritos, vasos, tazas, botellas; Grupo E: almacenamiento sólidos: orzas; Grupo Fcocina: ollas y jarros; por último, Grupo J: Almacenamiento de sólidos: Tinajas. 4.1.1. Cerámica de almacenaje. Orza (10345-123) y cántaro pintado (10345-66) (lámina 2). Sólo se han identificado estas dos piezas. Las dos tienen una arcilla bien decantada, con desgrasantes minerales finos, mica dorada, cuarzo y, en menor proporción, feldespato. Presentan una cocción oxidante, pastas claras marrón y ocre. En las dos, el acabado es alisado, sobre el que se aplica una aguada o engobe de color marrón claro en el caso de la orza y blanquecino en el cántaro. Sobre él se dispone la decoración pintada consistente en el caso de la orza en trazos verticales sinuosos de color rojizo, largos o cortos, dispuestos en dos filas, que se llegan a superponer. La decoración se extiende desde el borde a la panza del recipiente. En el caso del cántaro, la pintura también de color rojo es más compleja, presenta líneas verticales, a veces enlazadas entre sí, formando triángulos muy irregulares y sin repetición aparente. En el interior de los triángulos aparecen trazos sinuosos o puntos. En el centro de la panza aparece una doble línea incisa. Se han hallado ejemplos similares en Ercávica (Cuenca) (Hidalgo, 1989). 4.1.2. Cerámica de cocina. Ollas (10345-6 y 313) y jarros (10345-34-48-50) (lámina 3). En la serie analizada sólo se han identificado estos cinco recipientes que se puedan incluir en este grupo. La arcilla parece menos decantada que en otras series, presentan desgrasantes minerales gruesos de cuarzo y mica dorada en una proporción mayor. Es el tipo de arcilla adecuada para actuar como material refractario. Las ollas presentan una cocción regular oxidante, mientras que los tres jarros muestran una cocción irregular. En cuanto a las pastas son de color
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marrón claro y sólo la olla 313 presenta una pasta rojiza. El acabado es alisado, de buena calidad. De nuevo, tan sólo la olla 314 presenta estrías marcadas en la panza, que lo relacionan con el acabado omeya A1c de Retuerce (Retuerce, 1990:161). La olla nº 6 tiene el borde de perfil en “S”, con el labio redondeado y en su interior presenta la acanaladura típica para la tapadera. Como se ha indicado, la nº 313 tiene unas características más avanzadas. De borde engrosado, levantado y exvasado, el labio es redondeado-adelgazado por ambos lados, cuello corto y el cuerpo globular. La fractura de las asas impide precisar sus características. Los tres jarros presentan un cuerpo de tendencia globular-ovoide, borde vuelto, cuello corto y marcado. El borde lo presentan exvasado y levantado, con o sin engrosamiento. El labio puede ser redondeado y adelgazado por ambas caras (nº 34) y redondeado (nº 48 y 50). 4.1.3. Vajilla de mesa (láminas 2 y 3). Es la más abundante de toda la serie. Se han identificado 17 recipientes que se pueden incluir en este grupo, incluido un posible tarro o vaso. No se han detectado ataifores y redomas. Desde el punto de vista técnico, todas menos una son de torno rápido. En general, presentan arcillas bien decantadas, con desgrasantes minerales con una granulometría fina o media en los que abunda la mica dorada y el cuarzo. Las cocciones son regulares, oxidantes, aunque en algún caso aparece alguna cocción irregular (nervio). Las pastas son claras, marrones, ocres y en algún caso pajizos. El acabado es alisado, sobre el que se disponen unas aguadas o engobes blancos u ocres muy difíciles de distinguir. Sobre ellas, se dispone la decoración pintada de color rojo, negro, marrón o naranja. Esta similitud de formas y técnicas parece indicar que gran parte de la serie procede de un mismo lugar o área de elaboración. Las piezas se han identificado como dos jarros (10345-18 y 28), un vaso (10345-305), una jarra (10345-57), una botella (10345-72) y 11 cuencos (10345-15, 19, 20, 21, 26, 47, 65, 69, 71, 74, 80 y 321). Jarros (10345-18 y 28) (lámina 2). Son similares a la forma C12b de Melque, asociadas a la Fase IC de destrucción del monasterio. También se han localizado en diferentes yacimientos y zonas de la Península, como Zaragoza, Marroquíes Bajos, Fuente de la Mora y Montefrío (Granada) aunque en este
último sin contexto estratigráfico definido, (Caballero, Retuerce & Sáez, 2003: 253; Motos, 1993: 210, Hernández-bienes, 2003: 318;Vigil-escalera, 2003: 404). Difieren técnicamente del resto de la serie por tener una cocción irregular, el nº 18, y ser reductora, el nº 28. De ambos, sólo se conserva una pequeña parte del borde, lo que impide precisar la forma del cuerpo. Parecen tener un perfil cilíndrico, paredes rectas, labio engrosado al interior, plano y ligeramente biselado en el caso del nº 28, y redondeado en el caso del nº 18. La pintura en ambos casos está muy perdida, pero se observa que se aplica de forma vertical, de color rojizo en el nº 18 y negro en el nº 28. Vasos (10345-21 y 305) (lámina 3). Ambos, con unas diferencias morfo-tipológicas apreciables. El primero tiene sólo 85 mm de diámetro, es de pequeño tamaño, cuerpo cilíndrico, borde entrante, labio biselado y ligeramente apuntado, podría ser también un jarrito de pequeño tamaño. Está decorado con líneas paralelas sinuosas verticales de color negro. El labio presenta algunos trazos pequeños que no se desarrollan en la pared interior. Su decoración es similar al resto del grupo decorado. El segundo, 10345-305, puede ser denominado también como un tarro por sus características formales. Sólo hemos localizado ejemplares más cortos y menos desarrollados en altura, pero también con las bandas incisas horizontales, en Balaguer (Lleida) (GIRALT, 1993:26). El localizado en la Vega Baja es un recipiente de cuerpo cilíndrico, paredes finas y fondo plano, de gran calidad. La decoración es de signos geométricos que le dan un aspecto simbólico. Presenta tres agrupaciones de líneas incisas que sirven para distribuir la decoración pintada, agrupadas en dos bandas. La banda superior está delimitada por una alineación de puntos de pequeñas dimensiones y las dos líneas horizontales superiores. En su interior aparecen semicírculos concéntricos a partir de un pequeño círculo central. Entre los semicírculos se añade un círculo de pequeñas dimensiones. Sobre este círculo, en la línea de pequeños puntos del borde, aparece un punto de mayores dimensiones. La banda inferior está delimitada arriba y abajo por una doble línea horizontal. Entre ambas discurre una sola línea en zig-zag, formando triángulos isósceles. En su interior se disponen dos motivos más, un punto y un círculo, aunque alternando según la orientación del triángulo.
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Jarra (10345-57) (lámina 3). Tiene un asa de cinta ligeramente elevada respecto al borde, típica de este período, y un amplio y redondeado pico. El borde es levantado, exvasado, ligeramente engrosado y labio redondeado. El cuerpo es globularovoide. El engobe es de color blanquecino, como el cántaro 10345-66, sobre el se disponen cuatro líneas verticales sinuosas de trazo mediano y paralelas de color negro. Botella (10345-72) (lámina 2). Se trata de una base ligeramente cóncava, perteneciente a un pequeño recipiente carenado. Puede ser tanto una botella como una jarra, aunque el escaso fragmento recuperado no permite adscribirlo a un tipo determinado. La decoración está compuesta por pequeños trazos sinuosos de color marrón-rojo vinoso, dispuestos de forma vertical y paralelos entre sí. En Ercávica se han localizado dos recipientes similares, asociados, también a un conjunto de cerámicas pintadas fechadas en el siglo XI (Álvarez, 1987: 406). Cuencos-tazas (10345-15-20-26-47-65-6971-74-80-321). Se han identificado 10 recipientes de este tipo. Dentro de ellos, se han diferenciado dos formas diferentes: carenados y esféricos-bitroncocónicos, de base plana o ligeramente cóncava. Son similares a la forma D14 del cercano lugar de Melque, asociada a la destrucción del monasterio Fase IC. También se han localizado en Montefrío, muestran alguna similitud con el ataifor en forma de cuenco de Bayyana y con los recuperados en Córdoba, donde la serie pintada la sitúan en un momento anterior entre los siglos VII-VIII10, (Camino-hidalgo, 2003: 528; Caballero, Retuerce & Sáez, 2003: 252; Castillo & Martínez, 1993: 86; Motos 1993: 210). Los cuencos carenados-tazas son cinco, 10345-26-47-73-74-80 (lámina 3), aunque es posible que existan más debido a lo fragmentado de la serie. La cocción es regular oxidante, salvo en el caso de las nº 47 y 74, e irregular en el caso del nº 26. El aspecto menos cuidado y las diferencias de técnicas que hay en el nº 80, parece indicar que se trata de un recipiente de diferente procedencia al del resto de la serie. Presentan paredes rectas, borde 10. A pesar de las dificultades que reconocen para identificar el material del siglo VII (preislámico).
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entrante casi recto, con acanaladura junto al labio (nº 74) y múltiples acabados en el labio: redondeado ligeramente adelgazado por las dos caras, redondeado-biselado, redondeado-plano y ligeramente biselado al interior. Presentan una carena media nº 26, 47, 73 y 74 y baja-media en el caso del nº 80. Los diámetros del borde oscilan entre los 124 mm del nº 26 y los 180 mm del nº 74. La decoración pintada está muy perdida, pero siempre se aplica sobre el engobe de color marrón claro o ocre, en motivos lineales sinuosos verticales, muy marcados en el caso de los nos 26 y 47, en trazos de mayor o menor grosor. El color varía del color rojo vinoso (nº 26), pardo (nº 47) y el resto de color negro (nos 74, 73 y 80). Los cuencos esféricos-bitroncocónicos (10345-15, 20, 65, 69, 71 y 321; lámina 2) son la forma más abundante, aunque presentan dos morfologías: ligeramente bitroncocónicos o esféricos. De los primeros se han identificado dos 10345-321 y 71. Tienen un diámetro similar, 170 mm, ambos de borde entrante, labio redondeado o plano, biselado al interior. Destaca la decoración del 321, en rojo oscuro, por la figura geométrica en forma de estrella de cinco puntas, dibujada a partir de dos líneas dobles. La decoración del nº 71 es más sencilla, aunque es el que presenta más líneas sinuosas paralelas verticales de pequeño tamaño. Es similar al nº 740A detectado en la UE 699 (lámina 5). Los cuencos esféricos presentan una mayor variedad de colores y motivos decorados. El diámetro es muy similar alrededor de los 200 mm y sólo varía el nº 69 que es más pequeño (140 mm). La decoración es similar en los tres primeros (15, 20 y 69) líneas sinuosas verticales dispuestas desde el borde. Difieren en el trazo y el color. El del nº 15, con trazo fino y color rojo dispuestas a pares, en el caso del nº 20, de color negro, y color marrón en el 69, en el que la pintura aparece muy marcada en el inicio del trazo y muy diluida e la parte inferior. El número 65 difiere del resto al presentar trazos rectos paralelos verticales irregulares, separados por un punto de gran tamaño, también negro. 4.2. Cerámica Us 10168-basurero. (lámina 4). Como en el caso anterior, se trata de un “sacatierras” o agujero de expolio que fue reutilizado como basurero. Está excavado en los derrumbes
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de tapial del lado norte del recinto 5, perteneciente a un gran edificio de al menos diez habitaciones, dispuestas en torno a un espacio abierto, tal vez un patio. En él se han documentado seis suelos superpuestos, hasta su amortización final. La posición estratigráfica que tiene es similar al basurero UE 10.345, aunque la serie de material es menos numerosa. Se han identificado ocho recipientes, de los cuales, dos están decorados, una escudilla (10.168-26) y un cuenco (10.168-41). El resto son tres ollas de cocina, una posible orza, tal vez, un jarro y una tinaja de aletas, del tipo J.02.A de Retuerce, cuya cronología se aproxima a la primera mitad del siglo IX (Retuerce, 1988). Desde el punto de vista técnico son similares a las anteriores, torno rápido, salvo la tinaja (1016871) que es urdida y el jarro (10168-8), que parece realizado a torno lento. La cocción es regular oxidante en los recipientes de mesa e irregular en los recipientes de almacenaje o cocina. Las pastas son claras, naranjas, marrón claro, ocre y sólo en un caso, la nº36, marrón oscuro. La arcilla aparece bien decantada, especialmente en los recipientes de mesa, que presentan desgrasantes finos con gran proporción de mica dorada. En los de almacenaje, los desgrasantes son gruesos. El acabado exterior es alisado, al que se le ha aplicado un engobe o aguada clara, en el caso de las que han sido decoradas con pintura. 4.2.1. Recipientes de almacenaje. (10168-28 y 71) (lámina 4). Sólo son dos piezas, una tinaja de aletas de pequeño tamaño y una posible orza. La tinaja a la que le faltan las aletas, fabricado con la técnica urdida, cuerpo ovoide, hombro marcado, cuello recto y borde levantado y engrosado. Es del tipo J.02.A de Retuerce (Retuerce, 1988). El otro recipiente de más difícil clasificación, parece una orza o tinaja de almacenamiento, de cuerpo globular ovoide, cuello corto, borde de perfil “S”, labio redondeado y biselado en el interior, preparado para tapadera. La doble asa no supera la línea del borde. Mantiene la tradición de los recipientes de este tipo de cronología visigoda, como los recuperados en el Horizonte I del Tolmo de Minateda o en Melque (Gutiérrez, Gamo & Amorós, 2003; Caballero, Retuerce & Sáez, 2003).
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4.2.2. Recipientes de cocina. (10168-33-36-34/35) (lámina 4). Se trata de tres recipientes de cocina. Los tres de cocción irregular, pastas claras u oscuras, desgrasantes minerales, con predominio de la mica dorada y el cuarzo transparente y blanco, de granulometría media o gruesa. El acabado es alisado en la parte exterior en las tres. Una de ellas (nº 34/35) presenta una serie de líneas incisas, mientras que las otras dos (nº 33 y 36) presentan una doble asa, ambas de cinta, ligeramente elevada respecto a la línea del borde. Son recipientes de cuelo corto, borde de perfil en “S”, cuerpo de tendencia globular o bitroncónico (nº 36). 4.2.3. Recipientes de mesa. (10.168-8, 30 y 41) (lámina 4). Son tres recipientes, dos para consumir alimentos, una escudilla (10168-30), un cuenco (1016841) y un tercero para servir líquidos, un posible jarro (10168-8) en el que parece conservarse una grafía árabe impresa. Desde el punto de vista técnico se han realizado a torno rápido, mientras que el jarro parece realizado a torno lento. Presentan una arcilla muy bien decantada, con desgrasantes minerales finos, en los que predomina la mica dorada y pastas de color claro, naranja y marrón claro. Los dos primeros están decorados con motivos de trazos sinuosos verticales, realizados con pintura de color naranja, en el caso de la escudilla, y roja, por ambas caras, en el caso del cuenco (10168-41). La cerámica decorada con pinturas se ha detectado asociada a la destrucción del monasterio de Melque Fase IC-S IX (Caballero, Retuerce & Sáez, 2003: 252), en Ercávica (Álvarez, 1987: 406) Montefrío (MOTOS 1993: 210) o Córdoba (Caminohidalgo, 2003:528). Respecto al posible jarro, hay formas similares en la denominada Fase II del Tolmo de Minateda (Gutiérrez, 2003: 159). 4.3. US 699-708. Nivel de hábitat. Recintos 134A-B y 105 (lámina 5). Ambos recintos forman parte de un edificio de gran tamaño, con un extenso y amplio desarrollo diacrónico. Está construido mediante mampostería trabada con mortero de tierra, con una cimentación de sillares o mampuestos de gran tamaño en la base y una anchura de 0,75 m. Las habitaciones son rectangulares. Gracias a un sondeo desarrollado en la esquina noreste, que no pudo alcanzar los niveles estériles-naturales, se detectaron cinco sue-
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los superpuestos de arcilla apisonada, entre las cotas 444,75 y 446,02 m. Estos cinco suelos indican que el edificio, de probable origen visigodo, se reutilizó de forma continua redistribuyendo los espacios hasta su amortización final. La cerámica que presentamos se localizó en el suelo UC 768, asociado a la fase más moderna de habitación. Por encima de este suelo existe un derrumbe de tapial sobre el que podría existir un nivel de uso de la última fase de ocupación documentada, aunque muy alterada por el nivel de tierra vegetal y las labores agrícolas. A diferencia de la cerámica recuperada en los basureros, se trata de recipientes completos o escasamente fragmentados, dispuestos in situ. En total, presentamos diez recipientes, de los cuales, dos han sido empleados en la cocina: un jarro (nº inv. 733) y una olla (nº inv. 737); cinco son de almacenamiento, dos tinajas (nº 739 y 744), dos orzas (nº 734, 738) y una más procedente del recinto 105 (US 708-bolsa 14103). La cerámica de mesa se reduce a tres recipientes: un cuenco (nº 740b), una jarra (nº 740a) y una botella (nº 736). La presencia de tantos recipientes de almacenaje parece implicar que se trata de un espacio con doble funcionalidad, para almacenamiento y de hábitat, por la presencia del material de cocina y de los recipientes de mesa. Conjuntos de recipientes similares se han localizado, entre otros, en la excavación de un edificio cercano a Ercávica, destruido por un incendio, al que se le ha atribuido una cronología del siglo IX (Álvarez, 1987: 406). 4.3.1. Recipientes de almacenamiento. Tinajas (Nº 739 y 744), orzas (Nº 734, 738 y la US 708) (lámina 5). Se trata de cinco recipientes de almacenaje para elementos sólidos. De cocción irregular y torno rápido, las arcillas están bien decantadas con desgrasantes minerales de cuarzo blanco, feldespato y mica dorada, de granulometría fina o media, en una proporción media o alta. El color de las pastas en los cinco varía entre marrón y marrón claro. Los acabados son alisados, de buena calidad en las tres orzas y la tinaja nº 744, y tosco en el caso de la tinaja nº 739. Sólo dos presentan engobe o aguada muy clara: las orzas 708 y 734. Esta última es el único recipiente de almacenaje decorado con pintura. Presenta líneas sinuosas verticales y paralelas de color negro, dispuestas de forma vertical desde el borde. La altura de las orzas varía entre los 440 mm
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del nº 708 y los 210 mm del nº 734. Son recipientes de cuerpo ovoide-troncónico, cuello corto y borde con moldura, engrosado al exterior de labio redondeado y preparado para recibir una tapadera. Las bases son planas o plano-convexas, como en el caso del nº. 738. Esta última y la nº 734 presentan asas en cintas y un falso cordón en el inicio del cuello (Álvarez, 1987: 406). De la Tinaja nº 744 sólo podemos indicar que tiene una elaboración cuidada, a torno rápido, con un grosor que no supera los 11 mm y una base ligeramente cóncava. En el caso de la tinaja nº 739, está realizada mediante técnica urdida, cocción oxidante, presenta unos desgrasantes minerales de granulometría gruesa y una proporción alta. Tiene borde vuelto y engrosado y está decorada con una doble digitación impresa en el cuello. La altura conservada supera los 600 mm. Existen paralelos en Vascos (Navalmoralejo, Toledo) y es del tipo J-03 de Retuerce, que serviría para contener granos. Su cronología se fija en un momento indeterminado del siglo IX (Retuerce, 1988; RoSselló, 1993: 28). 4.3.2. Recipientes de cocina. Jarro (nº Inv. 733) y una olla (nº Inv. 737) (lámina 5). Sólo se han localizado dos recipientes que muestran un uso cotidiano: un jarro y una olla, ambas de pequeñas dimensiones 165 y 175 mm de altura. Están realizados mediante torno rápido, con cocción regular, pero una oxidante (jarro) y otra reductora (olla). La arcilla, aunque está bien decantada, presenta desgrasantes minerales, mica dorada, cuarzo y cuarzo blanco, de granulometría gruesa o media y proporción media. Se les añade más desgrasantes para que tengan una mayor capacidad de refracción y soporten mejor las dilaciones y contracciones que tienen en su uso (Alba, 2003). Son de cuerpo ovoide-bitroncónico, base plana, borde moldurado y labio redondeado curvado al interior, para la tapa. El jarro presenta un asa en cinta, cuya altura no sobrepasa la línea del borde. El exterior en ambos aparece alisado. En el ajuar doméstico recuperado en Ercávica (Cuenca) hay recipientes similares a los dos (Álvarez, 1987: 406). 4.3.3. Recipientes de mesa (nº Inv 740A cuenco, 740B jarra, 744 botella) (lámina 5). Los tres se han realizado a torno rápido, pero presentan dos cocciones diferentes, regular oxidante en el caso del cuenco e irregular en el caso de los
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otros dos. El cuenco y la base de la jarra aparecieron uno dentro de otro. La jarra presenta una base umbilicada y aunque sólo conserva una parte de la base, su presencia dentro del cuenco y en el nivel de uso, parece indicar que se reaprovechó todavía en un momento posterior a su rotura. El cuenco tiene una morfología esférica-bitroncocónica, con el borde entrante, labio plano biselado al interior y base plano-convexa, similar a los detectados en los dos contextos anteriores. La arcilla de ambas está bien decantada, presenta desgrasantes minerales de mica dorada, cuarzo, granulometría fina, en una proporción media. El cuenco es similar tanto en morfología y decoración a los analizados en las UU.EE anteriores y a los descritos en la Fase IC de Melque (Caballero, Retuerce & Sáez, 2003: 253). La botella es de cuerpo cilíndrico con doble asa y gruesas acanaladuras verticales que van de la base hasta el cuello. En su cocción se han cambiado/alterado la temperatura del horno y el oxígeno dentro de la cámara cuatro veces, lo que provoca que tenga tres nervios de cocción: marrón, naranja, gris oscuro y naranja. La arcilla no está bien decantada, presenta desgrasantes minerales de cuarzo y mica dorada, de granulometría media y proporción media. La selección de los tipos de arcillas, su morfología y los cuatro tiempos de cocción diferentes, hasta lograr una capa exterior refractaria, parecen indicar que el recipiente se fabricó expresamente para una función de calentamiento del líquido contenido, tal vez, a modo de bolsa de agua caliente. 5. Conclusiones. Es obvio que sólo con el análisis de la cerámica procedente de tres unidades no se pueden extrapolar las características generales de la fase de ocupación emiral de la Vega Baja de Toledo; pero permite observar las características del material relacionado con las fases finales, antes del abandono definitivo de algunos de los edificios localizados11. Gracias a que se ha completado el inventario de materiales de las campañas de 2001, 2004, 2005 y 2006, disponemos de una visión general del tipo de cerámica localizada y, con ello, sabemos en qué recintos aparece y qué unidades estratigráficas presentan cerámicas pintadas similares a las presentadas. 11. Todavía falta por completar el análisis del material procedente de las UU.EE situadas por debajo, recibir los resultados de las fechas absolutas de C-14 y realizar, entre otras analíticas, el análisis de pastas para determinar el origen, local o foráneo, de algunos recipientes
La U.E. 699, como se ha visto, es un nivel de hábitat con una actividad de vida cotidiana. En ella aparecen recipientes completos, de almacenamiento, cocina y vajilla de mesa (lámina 5). Las otras dos, sendos contextos de “basurero” (10345 y 10168), la cerámica está ya amortizada y presenta un índice de fragmentación elevado, aunque aporta algunas formas completas (lámina 3). Desde el punto de vista técnico no hay piezas elaboradas a mano, mayoritariamente, están realizadas a torno rápido y parecen mostrar una alta especialización en su ejecución. Se aplican diferentes técnicas en función de la finalidad que vaya a tener el recipiente, como parece mostrar la botella 699nº inv. 744 (lámina 5). Respecto al repertorio de tipos y formas, las tres presentan unas formas similares: ollas, cuencos, escudillas, orzas, jarras, jarros, tinajas. Sin embargo, hasta el momento, y esto nos parece interesante remarcarlo, no se han identificado formas como ataifores, redomas, cazuelas, candiles y ollas de escotadura, un material asociado a un momento islámico más avanzado12. A esto hay que sumar que, según el inventario de materiales, en los recintos excavados no se ha localizado cerámica vidriada que permita suponer que el asentamiento se encontraba habitado en un momento califal (s. X) o incluso desde mediados del siglo XI. Las tres unidades proceden de los últimos niveles de ocupación de los edificios, antes de su amortización definitiva. Sobre ellas, hasta el momento, no se han localizado otras ocupaciones, a excepción de algunas fosas de expolio de muros realizados en períodos muy posteriores (Baja Edad Media). Este abandono antes o en un momento inmediatamente posterior a la instauración del Califato, no es un fenómeno extraño y se ha detectado en otros yacimientos, tanto rurales (Fase IC de Melque, Toledo), como urbanos (Cercadilla, Córdoba). En ambos, también aparece una serie de cerámicas pintadas en las fases finales (Caballero, Retuerce & Sáez, 2003: 253, Manzano, 2003: 552). La cerámica de cocina, reducida a jarros y ollas, tiene un mayor número de técnicas de elaboración, aunque siempre a torno rápido. La cocción es variada con ejemplos de los tres tipos, regular oxidan12. En otras unidades analizadas tampoco se han detectado este tipo de recipientes. Aunque no se han terminado el estudio, nos parece significativa su ausencia. Incluso si aparecieran creemos sería en un número escaso en comparación con el resto formas y concentradas en determinados edificios.
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te, reductora e irregular. La arcilla aparece menos decantada que en la cerámica de mesa, presenta desgrasantes minerales gruesos de cuarzo y mica dorada, con una granulometría media o gruesa y una proporción media fuerte. Es el tipo de arcilla adecuada para actuar como material refractario. Las pastas son de color marrón, marrón claro, oscuro y negro. Solo hay una olla (10345-314) que presente un acabado en estrías marcadas en la panza, que lo relacionan con el grupo de cerámica omeya A1c de Retuerce (1990: 161). El resto tienen una morfología que las sitúan más en una tradición visigoda (Alba & Feijoo, 2001: 367; Caballero, 1989: 104; Álvarez, 1987: 406). La cerámica de almacenamiento muestra una buena factura. Además de las tinajas clásicas, entre ellas, una de aletas (nº 71) una de tipo “dolia” (nº inv. 739-lám. 4 y 5) y la base de un gran recipiente nº 744 (lámina 5), el resto son grandes orzas (nº 738 y 708-14103) elaboradas mediante torno rápido. La cocción es oxidante e irregular (nervio de cocción), las arcillas están bien decantadas y el grosor de las paredes es fino, menos de de 10 mm. Las Pastas son de colores claros y presentan buenos acabados, incluidos algún engobe/aguada y un ejemplo decorado con pintura (lámina 5-nº inv. 734). Desde el punto de vista económico, no sólo prueban la existencia de alfareros muy cualificados y “profesionales” por la gran técnica de elaboración que tienen (Alba, 2003: 169), sino también, que se está desarrollando una acumulación de productos, probablemente de alimentos, en un ambiente urbano. La vajilla de mesa, con o sin decoración pintada, esta realizada mediante torno rápido, empleando arcillas bien decantadas, desgrasantes minerales en los que abunda la mica dorada y el cuarzo y, en menor medida, el feldespato y el cuarzo blanco. Tienen una granulometría fina o media y las cocciones son regulares-oxidantes, con algún ejemplo de cocción irregular (nervio) o reductora. Las pastas son claras, marrones y ocres. El acabado predominante es el alisado, sobre el que se disponen unas aguadas o engobes blanquecinos, ocres o marrones. Sobre ellas aparece la decoración pintada, de color rojo, negro, marrón o naranja. Las formas son escasas y muy repetitivas: botellas, cuencos carenados o esféricos, escudillas, vasos, jarras y jarros. Los tres contextos presentan cerámicas decoradas similares, mediante trazos sinuosos pintados en rojo, negros, marrones y naranjas, que permiten indicar un horizonte cronológico similar a las tres
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unidades13. Su presencia ha sido relacionada con un fenómeno claramente urbano, el de las cerámicas de lujo o de mesa, asociadas a una elite o un grupo determinado (Acién, 1993: 152-173). Se ha detectado en edificios de cierta importancia y de carácter religioso, como el caso de Melque y el localizado en Ercávica. En la Vega aparece en edificios de gran tamaño, ¿religiosos?, pero en los alrededores de la capital también se han detectado en yacimientos de carácter rural14. Lo que parece evidente en la Vega, es que estas cerámicas, por la posición estratigráfica que tienen, son posteriores a al 711. Aun no podemos definir si están asociadas a algún tipo de élite social de carácter religioso. Respecto a la decoración pintada, aparece aplicada en cualquier tipo de recipiente, independientemente de su funcionalidad, pero sobre todo, en la cerámica de mesa: jarras, orcitas, botellas, cántaros, jarros, vasos, escudillas y en especial en los cuencos carenados, esféricos o bitroncocónicos. La escasez de recipientes pintados en otros yacimientos, dificulta determinar su origen y adscripción cronológica. Se han localizado ejemplos en yacimientos urbanos como Cartagena y Cercadilla (Córdoba) y rurales de carácter religioso como Melque, en el que se publican dos fragmentos pintados en sendos cuencos esféricos (D-14) asociados a la fase de destrucción del monasterio (Fase IC), al igual que en Ercávica, que aparecen en un edificio de carácter religioso destruido por un incendio. Su presencia en este último supuso, al no ir acompañadas de un ajuar similar a los detectados hasta ese momento en la Marca Media o de Saq-al Andalus, que se llegará a plantear la existencia de un grupo de población diferente al resto (bereber) asentado en el Sistema Ibérico (Acién, 1993: 152-171; Álvarez, 1989:120; Caballero, Retuerce & Sáez, 2003: 253; Fuertes & Hidalgo, 2003: 529; Manzano, 2003: 556; Murcia & Martínez, 2003:168). Las recuperadas en Cercadilla (Córdoba) se han situado en una clara tradición visigoda, adscritas a un momento pre-islámico, en13. No son las únicas UU.EE detectadas en la Vega que presentan este tipo de decoración pintada. Baste citar que, en el caso de la UE 10345, además de la cerámica expuesta, se han clasificado más de 200 fragmentos con pintura 14. Tras realizar este trabajo, en sendas excavaciones realizadas en 2007 y 2008: Sector IV (Pantoja, Toledo) y Hernán Páez (Toledo) en la Variante Suroeste de Toledo, se han localizado recipientes con los mismos motivos pintados. La primera en un entorno rural, con estructuras de tipo “hoya” o “silo” y en la segunda asociada a un edificio de cierto porte. Ambos se encuentran en proceso de estudio y análisis.
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tre los siglos VII y VIII (Fuertes & Hidalgo, 2003: 529; Manzano, 2003: 556), mientras que en yacimientos como Melque o Ercávica aparecen en la fase final de la ocupación de los edificios y han sido situadas en un momento emiral o paleoandalusí, en la primera mitad del siglo IX (Caballero, Retuerce & Sáez, 2003:253; Álvarez, 1989:120). Incluso se ha propuesto llevarlas hasta el siglo X (Lérida), al indicar que se trata de una tradición decorativa mantenida en el tiempo (Giralt, 1993:34). Respecto a esta discrepancia sobre la cronología y el origen visigodo o islámico, de este tipo de decoración, no podemos decantarnos, de momento, por ninguna de las dos, debido al estado tan inicial del estudio. Podemos indicar que la serie analizada muestra una acusada influencia islámica: estética, morfológica (jarros, cuencos) y tipológica (labios biselados), pero con ausencia de formas tan típicas como ataifores, redomas, cazuelas, candiles, ollas de muesca o elementos vidriados. La presencia de elementos decorados con pintura en algunas UU.EE. por debajo de las 10345 y 10168, podría indicar que su origen puede ser algo más antiguo que la primera mitad del siglo IX, tal vez, la segunda mitad del siglo VIII o incluso anterior. La continuación de los trabajos podrá clarificar algo más estas dudas. Habría que analizar el resto de las series para determinar si hay una evolución en los motivos o en el tipo de recipiente a que aparece asociada. Incluso si llegan a desarrollarse en formas vidriadas o son los antecedentes de algunos de los tipos de cuencos esféricos, tazas y jarros de los siglos X y XI (Tipos D4 y D9) (Retuerce, 1988). En líneas generales, las tres series muestran un repertorio en el que aparecen imbricadas las tradiciones heredadas del mundo romano-visigodo, en especial en los recipientes de cocina y almacenamiento como las ollas y orzas, y las nuevas técnicas mantenidas, traídas o recuperadas por la llegada de los musulmanes. Podemos avanzar una aparente ruptura desde el punto de vista técnico y tipológico con la única serie de cerámica visigoda analizada15. 15. Especialmente, la UE 459-476 del Vial 5 (Recintos 1 y 2), para más información ver Rojas Rodríguez Malo, J.M. y Gómez Laguna, A.J. (2008): Intervención arqueológica en la Vega Baja de Toledo. Características del centro político y religioso del reino Visigodo, en Visigodos y Omeyas. El siglo VII frente al siglo VII. Arquitectura, AEspA (en prensa).
Son novedosas los grandes contenedores de almacenamiento como tinajas de aletas para líquidos (Tipo J-02A) o decoradas con digitaciones impresas (Tipo J-03) habituales en yacimientos musulmanes del interior como Vascos (Retuerce, 1988 y 1991). Parece evidente que la UE 10.168 es la más moderna de las tres series analizadas. La calidad de toda la serie analizada, sitúa su elaboración en el ámbito de alfareros profesionales, con altos conocimientos de la materia prima y de técnicas de elaboración. Este proceso se ha asociado a la recuperación económica y comercial del medio urbano, iniciada en la primera mitad del siglo VIII y consolidada en el IX, aunque ya preexistían en la fase visigoda (Alba, 2003; Manzano, 2003: 554). Lo que no podemos calibrar todavía es si esta calidad, puede deberse al ambiente urbano, reforzado por ser la capital del reino que tiene este asentamiento. Tal vez la capitalidad implique que la crisis económica, demográfica y comercial que pudo afectar a buena parte del resto del territorio, se mostrara de forma más mitigada o, por el contrario, incluso se agudizara y se desarrollara con mayor virulencia (Manzano, 2003: 550). De igual forma, aunque todavía no se han obtenido elementos arqueológicos que lo atestigüen, es obvio que la población asociada a la capital del Reino como elite minoritaria religiosa, social y política, debió ser la receptora y demandante de determinados productos de importación (Manzano, 2003: 547). Esto puede ocasionar la existencia de variantes locales, que no se hayan detectado todavía en otros yacimientos, tanto en momentos visigodos como emirales. Reiteramos nuestro convencimiento en que el inicio de la publicación de parte de la cerámica procedente de las fases finales de ocupación del suburbium de la capital del reino visigodo, supone el final de la ausencia de Toledo en el debate sobre la transición al mundo islámico. La continuidad de los trabajos y analíticas podrá servir para resolver algunas de las dudas y problemas que se han planteado, y determinar nuevas líneas de trabajo. Su presencia puede servir para enriquecer este debate con nuevos datos y, tal vez, permita analizar con mayor información y perspectiva los denominados “siglos oscuros”.
Actas del VIII Congreso Internacional de Cerámica Medieval. Ciudad Real ( 2009 ) TOMO II
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