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INTERVENCIÓN ARQUEOLÓGICA EN LA VEGA BAJA DE TOLEDO. CARACTERÍSTICAS DEL CENTRO POLÍTICO Y RELIGIOSO DEL REINO VISIGODO POR

JUAN MANUEL ROJAS RODRÍGUEZ-MALO y ANTONIO J. GÓMEZ LAGUNA1 J. M. Rojas-Arqueología S. L.

«…no ai duda pues, que en la Vega todo estuvo sembrado de edificios en lo antiguo» Cardenal Lorenzana (siglo XVIII)

RESUMEN La intervención arqueológica asociada al proyecto de urbanización de 1.300 viviendas en la Vega Baja (Toledo), ha permitido localizar los restos del «suburbium» de la capital del reino visigodo. De él, hasta el momento, sólo se conocía su existencia por las fuentes escritas. Los recientes descubrimientos de parte del Complejo Palatino (Basílica de San Pedro y San Pablo), unidos a los edificios monumentales de la zona: circo romano, Cristo de la Vega (antigua basílica de Santa Leocadia), indican que el yacimiento excede, en cuanto a su superficie, el propio proyecto urbanístico, y se extiende por toda la Vega Baja hasta el casco histórico de la ciudad. La cronología de las estructuras localizadas se han situado entre los siglos IV y IX d. C. La presencia de niveles de ocupación islámicos (Emirato Dependiente) en la ocupación final de múltiples recintos, permite asegurar, que es el yacimiento clave para analizar el surgimiento, desarrollo y caída del reino visigodo, y tras el 711, el surgimiento del poder islámico en la Península.

test stratigraphical levels, which enables to ensure that this is a key site to analyse the origin, development and fall of the Visigothic kingdom and, after the 711, the beginning of the Islamic power in the Iberian peninsula. PALABRAS CLAVE: Suburbium, sedes regia, urbanismo, tardorromano, visigodo, emiral. KEY WORDS: Suburb, sedes regia, urbanism, Late Roman, Visigothic, Emiral.

1. INTRODUCCIÓN

Linked to the housing development that included new 1300 buildings in Vega Baja (Toledo), the archaeological excavation of this area allowed locating the remains of the Visigothic capital’s «suburbium», which was hitherto known thanks to the written sources. The recent discovery of the Basilica of Saint Peter and Saint Paul, part of the Palatine Complex, together with other monumental buildings in the area, such as the roman circus and Cristo de la Vega (former basilica of Santa Leocadia), show that the archaeological site goes beyond the limits of the housing development area and ranges from Vega Baja to the historic centre of the city. The structures found out there are thought to date from the fourth to the ninth centuries. The Arabic occupation (Dependent Emirate) can be identified in the la-

La excavación en extensión del yacimiento de la Vega Baja comenzó en marzo del 2005 y se extendió en el tiempo hasta mayo de 2006, momento en el que se dio por finalizada.2 Con anterioridad, se ejecutaron varias actuaciones previas: fase de sondeo (2001) y la excavación parcial de 400 m2 en la intersección de los Viales 5 y 10 (2004). Ambas mostraron y, especialmente, la fase de sondeo la enorme extensión del yacimiento que albergaba la zona elegida para el proyecto urbanístico. De forma simultánea, y no menos importante, en una parcela anexa al proyecto, se localizó en el 2001, los cimientos de un gran edificio que ha sido identificado, sin género de dudas, como parte del Complejo Palatino Visigodo (Fig. 1) De esta forma, la arqueología parecía haber demostrado que

1 Directores de los trabajos arqueológicos desarrollados para el Proyecto de Urbanización de la Unidad Urbanística Vega Baja 1 de Toledo y de las parcelas R1, R2, R8 y C1. Mail: jmrojasarqueologia@telefonica.net.

2 Promoción realizada por la Empresa Municipal Vega Baja, que financió la intervención arqueológica en la zona de urbanización, con una inversión directa de más 3,5 millones de euros.

SUMMARY


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Fig. 1. Vista general de la ubicaci贸n de la Vega Baja y situaci贸n de los hallazgos conocidos antes de comenzar los trabajos de excavaci贸n


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en la Vega Baja de Toledo se levantó el suburbium de la capital visigoda, tal y como las diferentes fuentes bibliográficas indicaban. En esta zona se encontraban algunos de los edificios públicos más importantes de la Toletum romana (Circo, Teatro) y, por ende, de la Toleto visigoda (Palacio Real, Basílicas, Monasterios). En época emiral, continuó siendo una importante área habitada, aunque la instauración del Emirato independiente, parece haber sido el inicio de un lento proceso de abandono que culminó, muy probablemente, a principios del siglo IX, desapareciendo por completo con el Califato de Córdoba en el siglo X. El yacimiento parece seguir un proceso similar al documentado en yacimientos análogos, como Recópolis (Zorita de los Canes, Guadalajara), la Rex-polis o «Ciudad del Rey» (Collins, 2004: 53) que levantó Leovigildo y en donde, tras una ocupación no muy prolongada, los nuevos invasores prefieren encastillarse en una zona cercana (Olmo, 1995: 214). En Toledo, esta zona a los pies de la ciudad se continuó utilizando, aunque con fines productivos (huertas, cantera de materiales, etc.) y rituales (maqbaras), como las localizadas en el circo y su entorno (De Juan, 1987) o en el Vial 12 del proyecto de la Vega Baja (Fig. 3). Este uso como cementerio se mantuvo en la Baja Edad Media, tal y como han mostrado varias excavaciones desarrolladas en los últimos años (Maquedano et alii, 2002: 34) La importancia arqueológica e histórica que tiene el yacimiento es enorme (Gómez y Rojas, en prensa; García Lerga et alii, 2007: 115-139). Su estudio abre la posibilidad de empezar a conocer la capital de uno de los reinos más poderosos nacidos de la descomposición del Imperio Romano de Occidente. A pesar de lo cual, es uno de los períodos más desconocidos de la historia de España (siglos V-VIII). Tal ha llegado a ser ese desconocimiento de la que fuera capital del reino visigodo, que alguno de los más destacados medievalistas de Toledo ha llegado a afirmar que «a pesar de la importancia que Toledo llegó a alcanzar durante los dos siglos largos que duró el llamado Reino de Toledo, apenas se sabe nada de la ciudad en aquella época» (Izquierdo, 1997: 117-121 y 2002: 43) o más recientemente, que «…son muy pocos los datos con los que contamos sobre la Toletum visigoda.» (Gamo, 2006: 229). De hecho, hasta este momento, había más datos arqueológicos sobre el hinterland toledano a partir de varios yacimientos visigodos que rodean la ciudad, que sobre la capital del reino (Caballero, 1980, 1989, 2003). Desde el punto de vista de la arqueología, la historia de estos cuatro siglos (V-IX) se ha venido completando con los estudios de algunos yacimientos, sin

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duda, importantes e interesantes pero alejados del centro de poder, como el ya citado de Recópolis (Olmo, 1995: 214), el Tolmo de Minateda (Gutiérrez et alii, 2003: 119-168), Mérida (Alba y Feijoo, 2003: 483-504) o las ciudades de Cartagena (Murcia y Guillermo, 2003: 169-223), Complutum-Alcalá de Henares (Méndez y Rascón, 1985: 179-181), Córdoba (Camino e Hidalgo, 2003: 505-539), Barcino (Bonnet y Beltrán de Heredia, 2001: 74-96); Valencia (Pascual Pacheco y Soriano Sánchez, 1993: 67-74; Pascual et alii 2003: 67-118), etc.; además del sin fin de yacimientos rurales entre los que podemos citar el de El Bovalar (Palol, 1986: 513-525; Manzano, 2006: 43; Collins, 2004: 224), Pla de Nadal (Juan Navarro y Pastor Cubillo, 1989a: 357-373), Fuente la Mora, Gózquez (Leganés) o La Indiana (Pinto) en el entorno de Madrid (Vigil-Escalera, 1997: 205-211; 2003: 371-387), complejos religiosos como Melque (Caballero et alii, 2003: 225-272) o necrópolis como la de El Carpio de Tajo (Ripoll 1985: 31, 49, 53). Frente a ellos, Vega Baja aporta por fin, una parte fundamental de la urbs regia, un asentamiento urbano, denso y complejo, que ayudará a conocer a través del escenario creado por la monarquía visigoda, cómo se desarrolló el poder político, económico y religioso del reino (Fig. 3). 2. SITUACIÓN DE LA VEGA BAJA La Vega Baja de Toledo comienza a poco más cien metros al nor-noroeste de las murallas del casco histórico y se extiende a lo largo de más de cuarenta hectáreas. Es una zona relativamente llana, formada por aportes de rellenos detríticos del río (llanura aluvial) durante el Cuaternario o la última fase del Holoceno. Esta llanura está bien definida al oeste por la orilla del río Tajo y al norte y este por las laderas de los cerros erosionados del Mioceno que rodean la ciudad por este lado. Es la salida natural de la ciudad por su lado oeste y noreste, y parece probable que, a través de la Vega, saliese la antigua vía romana que conducía hacia Emérita Augusta. Hacia la Vega Baja está orientada la puerta del Cambrón, que conduce directamente a los pies del circo romano y a la Basílica de Santa Leocadia (actual Cristo de la Vega). La zona en la que se asienta la parte del yacimiento en la que se ha actuado está atravesaba en sentido noroeste-sureste por la «Terraza + 1» del río. A esto hay que añadir la presencia de pequeñas barras laterales, ligeramente elevadas, por entre las cuales, en algún momento ha discurrido algún ramal del río. En la zona se localizan arcillas carbonatadas y decantadas, ideales


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Fig. 2. Orografía de la llanura. Terraza +1 del Tajo.

para la fabricación de tapial, adobes y cerámicas (Fig. 2). En la actualidad, el río está situado a unos 5 m por debajo de la cota de la llanura. Aún así, en la última gran crecida (1947), llegó a inundar una parte de la Vega (Parcelas R8 y R9. Díez-Herrero, 2006). A pesar de este factor, se trata de una zona muy atractiva para el asentamiento humano. Cercana al cerro en el que se asienta la ciudad y bien comunicada, tanto por tierra como por el río (puerto fluvial). Con el conocimiento que tenemos del yacimiento en la actualidad, era la única zona en la que se puede desarrollar un asentamiento de esta magnitud fuera del recinto amurallado, tanto en época romana, como visigoda. 3. EL CONOCIMIENTO DEL SUBURBIUM DE LA SEDES REGIA ANTES DE LA INTERVENCIÓN: FUENTES ARQUEOLÓGICAS Y BIBLIOGRÁFICAS El entorno del yacimiento de la Vega Baja, reunía los edificios arqueológicos más representativos de la ciudad de época romana y visigoda. El Circo Romano

(Sánchez Palencia y Sainz Pascual, 2001: 97-116), la Villa de la Fábrica de Armas (Rojas, 2002: 48), la Basílica de Santa Leocadía (Palol, 1991: 788) y, por último, el Complejo Palatino, en el que se encontraría la Basílica de San Pedro y San Pablo. Sobre ella se levantó la ermita de San Pedro Verde3 (Fig. 1 y 3). Sin embargo, con anterioridad a la excavación de la Vega, sólo se tenían noticias dispersas de la riqueza arqueológica de esta zona de Toledo, a pesar de que una gran parte de la colección de piedras labradas que alberga el Museo de los Concilios de Toledo, entre la que se encontraba el famoso Credo Epigráfico (Cristo de la Vega), procedían de su entorno (Aragoneses 1957). Las excavaciones arqueológicas modernas en el ámbito de la Vega, no se iniciaron hasta finales del siglo XX (Maquedano et alii, 2002: 32). Podemos citar

3 Los datos referentes a la ubicación concreta de esta ermita eran prácticamente inexistentes, aunque todos daban como seguro su ubicación en las cercanías de la Fábrica de Armas, en su lado septentrional. En esta zona, concretamente en el nº 25 de la calle De San Pedro Verde, fue donde se localizaron en el 2001 los cimientos del gran edificio.


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Fig. 3. Planta general de los restos localizados en la zona de intervención. Viales y Parcelas R1, R2, R8 y C1.

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las desarrolladas en el solar del Colegio de Carlos III, frente al camping y el Circo romano (Fig. 1); el aulario de la Universidad, junto a la rotonda de entrada de la Fábrica de Armas, actual sede de la Universidad de Castilla La Mancha (Fig. 1) o la intervención en la Consejería de Obras Públicas (Fig. 3). En todas se documentaron, fundamentalmente, restos de época romana y visigoda, tanto de hábitat, como de necrópolis (Maquedano et alii, 2002: 12; Parro, 1978: 268-270). No deja de ser lamentable que varias de ellas se produjeran tras una denuncia previa de las obras.4 En época romana, destacaba el complejo de edificios formado por el circo y el teatro, de los que sólo se conserva el primero. Éste es uno de los pocos ejemplos que quedan en la Península, junto con los de Emerita Augusta, similar al de Toledo, y el de Tarraco. No se trataría de un edificio aislado, junto a él, hoy completamente desaparecido bajo el solar de un colegio anexo, se encontraría otro gran edificio público que, en los siglos XVIII y XIX, se le identificaba con un templo romano (Martín Gamero, 1979), aunque, recientes estudios, han concluido que se trataría de un teatro de esa misma época (Carrobles, 2001. Fig. 1). El Circo5 tenía unas medidas de 423,10 m de longitud por 100,80 m de anchura (48.000 m2) y estaba orientado en sentido noreste-suroeste. El lado NE se cierra en forma de hemiciclo, mientras que en el extremo opuesto, con el radio más abierto, estarían las doce carceres de salida. Este extremo sería el más cercano a la basílica de Santa Leocadia (Sainz Pascual, 1991: 49-55). Una parte del circo está reutilizado por la «…la construcción del convento de los frailes mínimos o de Los Bartolos…» en el siglo XVI. En su fábrica debieron emplear abundante material expoliado del circo o de edificios posteriores tal vez la propia Basílica de Santa Leocadia (Sánchez Palencia y Sainz Pascual, 2001: 02). La cronología del edificio es alto imperial, segunda mitad del siglo I d. C, dinastía Julio-Claudia y

4 Todavía, en los dos últimos años, en plena fase de excavación de la Vega Baja, se han realizado distintas obras, con vaciado del terreno, sin que hubiera ningún tipo de control arqueológico del proceso. 5 Entre las intervenciones recientes desarrolladas en él, podemos citar las efectuadas por Marcelo Vigil (1963-1964) y Ricardo Izquierdo (1972). Las primeras que buscan analizar por completo el edificio y aplican, por fin, una metodología moderna son las efectuadas por Sánchez Palencia, Sainz Pascual, Martínez Lillo, A. de Juan García, Pereira y Ricardo Izquierdo, autorizadas por el Ministerio de Cultura. Otras intervenciones modernas desarrolladas en las proximidades del circo son las de la Consejería de Presidencia (1985) y la desarrollada con motivo de la construcción del colegio de E.G.B. en la Avda. de Carlos III (1988). La última intervención se llevó a cabo los años 1998-1999 por Sainz y Rojas y se centró en la zona ajardinada, pero sólo en las fases medievales.

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comienzos de la Flavia (Sánchez Palencia y Sainz Pascual, 1988) y permaneció en uso hasta finales del siglo IV o principios del V (Sánchez Palencia, 1989: 377401). Una vez perdida su función original, comienza a servir de cantera para la construcción de otros edificios. De época visigoda no se ha atestiguado la existencia de ningún tipo de contexto o actividad, además del posible expolio de sillares y otros elementos constructivos. Esta ausencia de uso resulta extraña debido a que la monarquía visigoda, a imitación de lo realizado por Constantino en Bizancio, eligen la zona anexa al Circo Romano como el área en la que situar los edificios más importantes y simbólicos de su poder y prestigio, en la nueva Capital del Reino (Ripoll, 2000: 371-401; Palol, 1991: 790). Además, estos edificios fueron reutilizados de forma efectiva como lugares fuertes y encastillados en momentos de crisis en otras ciudades, como, por ejemplo, la célebre arena de Nimes en el enfrentamiento entre Paulo y Wamba en el 673 (Orlandis, 1999: 242; Collins, 2004: 212). Durante la ocupación islámica de la ciudad, además de cómo cantera al continuar el expolio de los elementos constructivos, en su interior se situó una zona de producción de cerámica (Martínez Lillo, 1987: 73-93). El principal uso que tuvo fue como «maqbara» durante los mismos siglos X y XI, fecha que Antonio de Juan, retrae hasta el siglo VIII (De Juan, 1987). Son tumbas del tipo fosas simples en alcaén, que se extienden fuera del perímetro del edificio, hacia la puerta de Bisagra (Sainz Pascual, 1991: 49-55). En el cerco de la ciudad, por parte de Abderramán III, debió sufrir alguna demolición para evitar posibles emboscadas por parte de los sitiados (Porres 1985: 42-44). El otro tipo de hábitat romano que se conocía en la zona era el de las villas romanas de recreo. La descubierta dentro del recinto de la Fábrica de Armas, a escasos 100 m del edificio de la Consejería de Obras Públicas, apareció oculta bajo más de 2 m de sedimento, aunque todavía se puede acceder a ella (Rojas, 2001: 41-47). Es la villa más cercana a la ciudad; las demás se han detectado en distintos puntos de La Vega Alta (Rojas y Villa, 1996a: 67-81; Carrobles y Rodríguez, 1988). De la localizada en la Fábrica de Armas, se han encontrado dos partes del edificio, posiblemente, relacionadas entre sí. Su vinculación al río parece evidente «…tanto desde el punto de vista lúdico, como de aprovechamiento de sus recursos» (Rojas, 2001: 42). La parte noble se localizó a comienzos del siglo pasado durante unas obras realizadas en esta zona de la Fábrica. Se trataba de parte de un salón y una fuente de planta octogonal «impluvium» construidos mediante «opus caementicium»,


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ambos decorados con mosaicos con escenas relacionadas con el mar y la actividad portuaria6 (Balil, 196162: 123-137). Se han fechado entre los siglos III y IV. Asociada al edificio romano se detectó en el año 1993, durante las obras de construcción de la Consejería de Obras públicas, un estanque de grandes dimensiones, de planta rectangular, cuya función podría ser almacenar y regular ciertas cantidades de agua que necesitaría la villa cercana (Rojas y Villa, 1996b: 225-237). En las cercanías, diferentes intervenciones urbanas han permitido detectar una zona de necrópolis del mismo período. Podemos citar las localizadas en el Bloque Nº 2 de la Vega Baja (Rojas y Villa, 1996b: 236) y una tumba romana con sarcófago de plomo descubierta en el edificio de Telefónica (Palol, 1972: 133-146), ambas en la avenida de la Reconquista junto al circo romano (Fig. 1). Por último, dentro del perímetro de la Fábrica de Armas se localizó un conjunto de tumbas infantiles, en las obras del pabellón polideportivo del campus universitario (Maquedano et alii, 2002: 36), aunque este tipo de enterramiento se puede asociar de forma habitual a un área de hábitat. Además de todos estos elementos, la Vega estaba atravesada por la vía que comunicaba Toletum con Caesarobriga (Talavera de la Reina) y Emerita Augusta, por un lado, y con Complutum y Caesaraugusta, por otro. Los datos parecen confirmar que la Toletum de inicios del siglo V gozaba de una cierta pujanza. Como el resto de las ciudades de esta época no estaba forzosamente arruinada o decadente (Arce, 2005: 149). Presentaba una élite social capaz de construirse una serie de villas en esta fase tardía (Izquierdo, 2002: 23). Desde el punto de vista económico y comercial, además de una riqueza agrícola, estaba bien comunicada tanto por vía terrestre, como fluvial (Collins, 1989: 210). Socialmente, entre su población aparecía asentada una comunidad judía estable (Izquierdo, 2002: 23). Su circo estaba todavía en uso, lo mismo que gran parte del complejo sistema de abastecimiento de agua y tenía un suburbium relativamente desarrollado (Ripoll, 2000: 388-390; Carrobles, 1997: 91 y ss). Además sus defensas naturales y murallas es probable que la salvasen de los ataques de los diferentes pueblos bárbaros que entraban en Hispania. Las murallas constituían un elemento disuasorio que no parecen tener respuesta militar, frente a lo que sucede en Emerita Augusta con el rey visigodo Teodorico (Arce, 2005: 214).

6 La posición de este edificio respecto al río y la temática del mosaico, tal vez indiquen la existencia de un puerto fluvial en el Tajo, en esta zona concreta de la urbe.

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Esta fue la ciudad que conocieron los visigodos cuando arribaron a ella a finales del siglo V o principios del VI. Tras un período de itinerancia de la corte, Toletum, por diversos factores, fue elegida capital del Reino Visigodo («urbs regia») entre todas las ciudades romanas de la Península. Aparece con este rango tal vez desde Teudis, en la denominada fase ostrogoda del reino (546), aunque quien la consolida es Atanagildo que muere en Toletum de muerte natural (Velázquez y Ripoll, 2000: 528-529) y, definitivamente, Leovilgido hacia el año 567 (Ripoll, 2000: 394). La capitalidad quedó asentada a partir de la celebración del III Concilio de Toledo (589) con Recadero en el poder (Ripoll, 2000: 394 y ss; Orlandis, 2006: 65 y ss; Palol, 1991: 787-832). A partir de entonces toda la administración del reino visigodo se centraliza en ella. Los nuevos edificios se basaban en el esfuerzo realizado por Leovigildo y, sobre todo, por su hijo Recadero para crear una liturgia cortesana y urbana imperial, de fuerte mimetismo con Roma y Constantinopla (Palol, 1991: 787; Velázquez y Ripoll, 2000: 559; Cortés, 2007: 42). Leovigildo comienza a adoptar símbolos reales y derechos como el de regalia en la acuñación de moneda, convocatoria de los Concilios como «Vicarius Dei» a la manera como llamaba Eusebio de Cesarea a Constantino. También religiosos, como la consagración de la Catedral a la Virgen María, de forma simultánea al culto de la Theotokos en Bizancio, como protectora de la ciudad e importante elemento propiciatorio de un Sistema de Gobierno Teocrático (Palol 1991: 788). Una vez integrada la aristocracia romana en los centros de decisión visigodos, las ciudades romanas, entre las que Toletum no fue una excepción, pasaron de ser centros de la administración civil del Imperio a transformarse en los centros del poder real y eclesiástico del reino visigodo. Estos cambios fueron de gran calado al ser elegida como urbs regia y debieron provocar que la vida de la ciudad fuera mucho más pródiga en acontecimientos sociales que en las demás ciudades de Hispania. En ella se instaló la aristocracia visigoda que debió exigir recintos y edificios acordes a su importancia (Orlandis, 2006: 141-149). Para la mentalidad de los visigodos, la ciudad constituía la continuidad e identificación con el pasado romano del que se apropian y reutilizan de acuerdo con sus modos de vidas y, en muchas ocasiones, tienden a imitar: sistemas constructivos, uso de complejos termales, ocupación de las domus o villas y establecimiento en los espacios públicos o en el suburbium (Arce, 2005: 148 y 149). La iglesia se acomodó a la organización administrativa nueva nombrando en cada capital obispos bajo la primacía del metropolitano de Toledo.


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Este proceso también se debió producir en el clero arrianista y en la iglesia católica, a partir del siglo VI, tras la elección de Toledo como sede del metropolitano. Todos estos factores provocaron una gran actividad constructiva durante el siglo siguiente (siglo VII. Velázquez y Ripoll, 2000: 546 y ss). La monarquía visigoda parece que dotó a la ciudad y al suburbium de un sistema defensivo, construyendo nuevas murallas (Wamba) o rehaciendo las murallas anteriores (Gamo, 2006: 229). Aunque, de momento, no se han localizado evidencias que permitan confirmarlo, a partir del Codex Vigilanus se cita la existencia de, al menos, dos puertas y dos sistemas de murallas. Una que rodearía la urbs y otra, posiblemente, asociada al conjunto palatino o, tal vez, al suburbium (Velázquez y Ripoll, 2000: 562). En la excavación, el único resto que se ha localizado en relación con una actividad defensiva, entendiéndola como un elemento que limita el acceso a un espacio restringido, está situado en el supuesto entorno del conjunto palatino (Fig. 3-nº 4). Se trata de un muro y una puerta de dimensiones apreciables: 1,20 m de anchura el muro y 2,7 m de luz la puerta, construidos mediante sillares trabados con mortero de cal, aunque el expolio al que fueron sometidos sólo ha dejado la cimentación con la que se reconstruye su traza (Fig. 3 nº 5 y 6; fig 18). Desde mediados del VI, como ha mostrado la excavación de la Vega Baja, el suburbium debió empezar su lenta transformación urbanística para acoger a la Corte. Se trataba de una zona fácilmente defendible de enemigos internos y externos y su amplio espacio permitía construir los edificios para albergar a todos los representantes de la jerarquía eclesiástica, civil y militar. En él se levantaron los edificios principales del reino y, asociados a ellos, otros edificios de menor importancia y porte. Los historiadores locales recogieron abundantes noticias sobre estos edificios. Entre otros, Francisco de Pisa (Pisa, 1976: 120 y 121), Martín Gamero (Martín Gamero, 1979: 345), Sixto Ramón Parro (Parro, 1978: 268-270) y Madoz (Madoz, 1987: 377) indicaban la presencia en la Vega Baja de grandes edificios de cronología visigoda. Son de sobra conocidas las relaciones de edificios que debieron crearse de nueva planta o rehabilitarse para asumir las funciones administrativas, militares, religiosas o de ocio (circo y teatro) que necesitaba el reino. Por encima de todos destacaba uno, el Aula Regia-Palatium Regis o Senatus. Este complejo, sede del Oficcium Palatinum era el centro de poder de la monarquía visigoda y el principal edificio del reino. Se construyó en el suburbium junto al circo, de igual

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forma que Constantino lo organiza en Bizancio (Velázquez y Ripoll, 2000: 548). Como sede del Oficcium Palatinum, en él estarían, entre otras, las dependencias del Conde del tesoro (jefe de los tesoreros regios), del Conde del Patrimonio (jefe de la administración del fisco público y el patrimonio de la corona), del Conde de los notarios (jefe de la cancillería donde se inscribían los documentos reales), del Conde de los espatarios (comandante de los porta espadas de la guardia del rey), etc. Era además la sede del tribunal superior de justicia, el tribunal real o Audiencia regis y albergaba la biblioteca del Rey (Orlandis, 2006: 143). La Basílica Pretoriense (San Pedro y San Pablo), el segundo edificio en importancia del reino (Palol 1991: 790), estaba construida asociada al Palacio Real (Figs. 3 y 4). En esta basílica, se celebraron, al menos, cinco de los concilios toledanos: VIII (653), XII (681), XV (688), XVI (693 o 696) y posiblemente el XVIII (703. Parro, 1857; Velázquez y Ripoll, 2000: 553-556; Puertas, 1975: 31; Balmaseda, 2007: 204205). Cumple además una función de defensa espiritual de la ciudad. Fue sede de la diócesis creada por Wamba y en él, entre otros rituales, se entronizaba y ungía al nuevo rey, entre ellos el propio Wamba tras la muerte de Recesvinto: «at ubi est quo Sanctae untionis susciperet signum in pretoriensium eclesia sanctorum scilicet Petri et Pauli» (Palol, 1991: 790; Puertas Tricas, 1975: 32). También era el sitio elegido para la ceremonia de partida del rey a la guerra (Collins, 2004: 101; Balmaseda, 2007: 205-206). En las cercanías y dentro del suburbium se encontraba el tercer edificio en importancia del reino, la basílica martirial de Santa Leocadia (actual Cristo de la Vega. Palol, 1991: 787-832). Las fuentes escritas, indican la presencia de otros edificios (Velázquez-Ripoll, 2000: 569), como el edificio del tesoro, hospitales, iglesias y conventos, de los cuales, el más importante era el monasterio Agaliense (¿San Cosme y San Damián?). En los monasterios también se cita la existencia de escuelas monásticas, en las que se formaron los obispos Heladio, Justo, Eugenio I o San Ildefonso y bibliotecas o scriptoria, etc. (Orlandis, 2006). Las escuelas episcopales (domus ecclesiae) se instalaron junto a alguna basílica de importancia, mientras que las escuelas destinadas a la formación de los jóvenes de la aristocracia estaban en el Palatium. El elemento militar tenía los cuarteles del Comitatus Real, etc. (Orlandis, 2006: 142 y ss). Esta actividad constructiva debió generar una presencia masiva de comerciantes, artesanos, profesionales de la administración, etc. que cubrieran las necesidades de la corte, entre ellas, una próspera colonia judía. El


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Fig. 4. Hipótesis del edificio detectado en San Pedro el Verde, nº 25 con la distribución de las habitaciones documentadas y vista general de la intervención de 2002/2003


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Fig. 5. Edificio de San Pedro el Verde. Cata 4-2001 - Habitaciones 1, 2 y 3; y Área de excavación 2003.


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siglo VII frente a otras ciudades de Hispania, Toleto debió experimentar un aumento de la población y, en consecuencia, un notable crecimiento urbano, motivados, fundamentalmente, por la consolidación de la capital (Velázquez y Ripoll, 2000: 533, 546 y 547; Orlandis 1999: 200). De esa relación, aparentemente precisa, de edificios o recintos construidos en el suburbium, tal y como citan las fuentes,7 desde el punto de vista arqueológico, sólo se conocían la Basílica de Santa Leocadia, identificada en el lado sur del Cristo de la Vega en los años 1972-1975 (Palol, 1991: 788) y parte de un edificio localizado el año 2001 en el solar nº 25, de la calle San Pedro Verde,8 junto al perímetro occidental de los terrenos de la urbanización de Vega Baja.9 Esta última intervención permitió analizar los restos de un gran edificio que, muy probablemente, formaba parte del complejo arquitectónico del palacio real, tal vez, la propia Basílica de San Pedro y San Pablo (Rojas, 2001: 41-47. Figs. 3 y 4). Ambos edificios, levantados según las fuentes en el primer tercio del siglo VII, presentan sistemas constructivos similares que muestran la capacidad técnica y poder económico de la monarquía visigoda. Los restos localizados en San Pedro el Verde, nº 25, correspondían a un edificio integrado por grandes muros dispuestos en retícula que ocupaban un solar de más de 900 m cuadrados y se introducían de forma evidente en las parcelas colindantes.10 Los res7 Al situar todos estos edificios fuera de la ciudad, las fuentes escritas cobran sentido. Las investigaciones que tratan de encajar en el casco histórico la relación de edificios visigodos suelen llegar a conclusiones algo forzadas (ver Olmo 1987 y Balmaseda 2007: 205). Un dato que parece confirmarlo es que en ninguna de las intervenciones desarrolladas en el casco histórico de la ciudad, en los últimos 20 años y que suman varios centenares incluyendo espacios tan significativos como el Alcázar y algunas de las iglesias que se suponen de fundación visigoda como San Sebastián o Santa Eulalia, se han detectado, de momento, contextos arqueológicos que se puedan encuadrar entre los siglos VI al VIII. 8 La intervención se produjo como consecuencia de una denuncia de las obras que se estaban llevando a cabo sin control arqueológico. Para cuando se iniciaron los trabajos arqueológicos sólo se pudieron analizar los perfiles/taludes dejados por el vaciado (agosto-octubre de 2001). 9 La primera intervención en el solar, a finales del verano de 2001, se limitó a la documentación y análisis de las estratigrafías y la excavación de pequeños sondeos en los taludes dejados por el vaciado en el lado norte del solar. En la segunda fase de intervención se pudo excavar una pequeña zona de unos 200 m2, situada en la zona de acceso a la clínica. En ambos casos se emplearon cotas absolutas, lo que permitió poder comparar los restos localizados en esta intervención con los hallados en la urbanización de la Vega. 10 En el 2006, la excavación de la Zona 2 del Vial 1 documentó la existencia de parte de unas termas asociadas a este complejo y grandes áreas de expolios asociadas a la construcción de la Fábrica de Armas de Carlos III.

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tos documentados entre los años 2001 y 2003 mostraban un edificio de nueva planta que parecía reutilizar un espacio con construcciones anteriores, dada la presencia de algunos muros de mampostería cortados por los nuevos cimientos (Fig. 5). Para su construcción se niveló por completo todo el terreno natural en el que se iba a levantar el edificio, en torno a la cota 445,00. En el nivel de limos arcillosos se excavaron pequeñas fosas de cimentación, de 0,40 m de profundidad y 1,60 m de anchura, rellenadas con cimientos de piedra y argamasa y sobre los que se levantaron muros de 1,25 m de anchura, de tongadas de mampostería y argamasa y sillares de granito en esquinas y entronques, trabados también con argamasa de buena calidad.11 Se llegaron a documentar los residuos y el nivel de la obra, con amplias rebabas de mortero a los pies de los muros y sobre la nivelación del terreno (Figs. 4, 5 y 6). Los recintos resultantes eran espacios rectangulares y cuadrados, orientados en sentido norte-sur y este-oeste, e interconectados formando una posible planta en forma de cruz. Los recintos cuadrados presentaban unas dimensiones de 6,20 m de lado y los rectangulares variaban entre los 6,20 m de longitud por 2,92 m de anchura, y los 4,92 m de longitud por 2,92 m de anchura. Los niveles inferiores de algunos recintos aparecieron colmatados con niveles superpuestos de cantos y arcillas.12 En este relleno no se localizó ningún tipo de material arqueológico. Suponemos que sobre él se situó el primer nivel de suelo ya que no se documentó ninguna puerta en los muros localizados. Por este motivo creemos que el nivel de hábitat de una parte del edificio se levantó sobre esta plataforma artificial. En los recintos del ángulo noreste, los suelos conservados de la fase de uso visigoda eran de mortero de cal y cantos (Fig. 8). De los doce espacios documentados, en tres de los situados en el lado nordeste, nº 1, 5 y 6 y 2, se pudieron detectar evidencias de cuatro momentos culturales: visigodo (siglos VII-VIII), emiral (siglos VIII-IX), bajomedieval (siglos XIII-XIV) y Edad Moderna (siglo XVIII). La excavación permitió constatar que, al menos, dos de las habitaciones fueron utilizadas

11 En algunos casos sólo se conservaba la mampostería de la fosa de cimentación. Pero en la zona noreste del solar de FREMAP, bajo el sótano del almacén de una tienda de alimentación anexa al solar, los muros conservaban 1,60 m de altura. Estos muros son visibles todavía en los sótanos de la clínica. 12 En los trabajos de excavación de la Vega, en especial en la excavación de los grandes recintos del Vial 5 y de la Parcela C1, se documentaron rellenos similares, mezclados con los materiales procedentes del derrumbe de las cubiertas.


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Fig. 6. Intervenci贸n en San Pedro el Verde-2001. Vista general del solar tras el vaciado sin control arqueol贸gico y el estudio de los perfiles de las Catas 2 y 3 (Habitaci贸n 5) y 4 (Habitaci贸n 1)


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Figura 7. San Pedro el Verde 25. Habitación 5. Muro, suelo de cantos y recipientes reutilizado como anafe. Nivel de ocupación posterior al 711.

como áreas de enterramiento. Se localizaron dos tipos de tumbas. La de mayor importancia se localizó bajo un gran número de niveles de suelo. Se trataba de una gran tumba excavada en el terreno natural, con capacidad para depositar dos cuerpos superpuestos. En el fondo de la fosa se localizaron restos de dos individuos removidos. En la misma habitación se documentó una tumba infantil y varias de adultos. Éstas últimas aparecieron excavadas también en el nivel de base de arcillas y delimitadas por piedras, con cubierta de lajas. Al igual que la anterior, se encontraban dispuestas en sentido este- oeste y ortogonales respecto a los cimientos (Fig. 8). La fase de expolio del edificio comenzó casi de forma inmediata al abandono, posiblemente, en el siglo VIII, tras la invasión musulmana. Los restos de este expolio inicial eran niveles superpuestos de cal, procedentes, tal vez, de retirar los enlucidos de las paredes. Sobre esta fase de abandono-expolio, que cubren las tumbas de la fase anterior, se localizaron varios niveles de ocupación formados por suelos de

arcillas y cantos de pequeño tamaño, similares a los detectados en otros edificios de Vega Baja. Una parte del edificio se amortizó y otra parte se reutilizó con un cambio de función, pasando a ser una zona de vivienda. Los recintos se subdividieron mediante muros de mampostería trabados con barro y unas dimensiones de dos pies de ancho (0.50 m; cata 1). Sobre uno de ellos se localizó un recipiente reutilizado como anafe (Fig. 8). En estas fases de uso no se detectaron cerámicas vidriadas ni otros materiales de cronología califal, o posteriores. Tras esta fase de reaprovechamiento, se documentó el abandono definitivo de esta parte del edificio, con el derrumbe de los muros de varias habitaciones. Sobre los niveles de abandono de la fase anterior, en dos de las habitaciones se localizaron tumbas de fosa simple dispuestas de forma ortogonal a los recintos (Figs. 5 y 6). Estas inhumaciones debían estar relacionadas con la construcción de la ermita de San Pedro el Verde que se levantó sobre los restos de la Basílica de San Pedro y San Pablo tras la toma de la ciu-


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Fig. 8. San Pedro el Verde 25. Cata 2-Habitaci贸n 5. Inicio/secci贸n de la tumba de grandes dimensiones y enterramiento infantil.


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dad por parte de Alfonso VI, en 1085. Esta ermita13 era la que citaba Francisco de Pisa (Pisa, 1976: 120-121) y cuyas noticias recogen otros historiadores (Martin Gamero, 1979: 400-405). Pisa lo identifica como el lugar «adonde al presente es la ermita de San Pedro el Verde, que se reedificó en memoria de aquella antigua (basílica Pretoriense de San Pedro y San Pablo)». Respecto a la denominación de «pretoriense», este historiador indica que era «por estar fundada esta iglesia no lejos del pretorio, que se entiende del alcázar o casa real». En el siglo XVIII, es posible que todavía fueran visibles algunos restos del edificio visigodo integrados en el edificio medieval. Las labores de expolio desarrolladas hasta ese momento y en los siglos precedentes parece que todavía no habían afectado a una parte de los muros. Pero sería con motivo de la construcción de la Real Fábrica de Armas, que Carlos III manda construir en un solar anexo, cuando se realizó la última gran fase de su expolio. De la extracción de sillares y mampostería da cuenta el propio Cardenal Lorenzana, y los restos de dicho expolio se han documentado, tanto en la excavación de San Pedro el Verde 25, como en el Vial 1 de la Vega Baja. El edificio visigodo terminó de ser expoliado, al igual que la ermita, en el siglo XIX. Sobre el solar se levantó una vaquería en el siglo XX, aunque sin llegar a destruir los cimentos que todavía se conservaban14 (Fig. 6). Respecto al edificio localizado por Palol en el Cristo de la Vega, son varios los datos que coinciden en poder identificarlo con la Basílica de Santa Leocadia15 (Aragoneses, 1957; Palol, 1991: 787-832). Las fuentes documentales indican que se trataba de un edificio situado extramuros de la ciudad «apud urben Toletanam, quae est in suburbio Toletano», asociado a un núcleo cementerial (García Sánchez de Pedro, 1996: 143-157) o a las reliquias de Santa Leocadia.16 Vincu-

13 Los datos referentes a su ubicación concreta son prácticamente inexistentes, aunque todos dan como segura su ubicación en las cercanías de la Fábrica de Armas, en su lado septentrional. 14 Por último, a principios de la última década del siglo XX, sobre una parte de él se levantó, sin ningún tipo de control arqueológico, una urbanización que debió arrasar una gran parte del complejo palaciego. 15 Está situada a los pies de la salida de la ciudad por la Puerta del Cambrón, al inicio del suburbium y al lado suroeste del Circo. Sería el tercer edificio religioso en importancia de la Capital, detrás de la Catedral de Santa María y la Basílica del Pretorio. 16 La definición de esta santa toledana cambia entre los concilios VI y XVII. En el Concilio VI (638), es citada como mártir, mientras que en el Concilio XVII (694), aparece como «…virginis et confesiones Christi…», pero no como mártir. Esta diferencia tal vez se deba a un intento por aumentar su importancia en el resto de Hispania por ser Toledo la capital del reino, ya que Santa Leocadia, frente a Santa Eulalia de Mérida, no generó peregrinajes ni literatura hagiográfica abundante (Palol 1991: 791).

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lado a él debió existir un monasterio (Puertas Tricas 1975: 20). Algunos textos sitúan la fundación de la Basílica el día 29 de octubre17 del año 618 por el Rey Sisebuto (Apologeticus de San Eulogio) «tempore Heraclii imperatoris anno imperio eius septimo, currente era DCLVI…/…Toleto quoque beatae Leocadiae aula miro opere, iubente preadicto Principe culmine alto extenditur» (Palol, 1991: 791). Fue sede posible de los concilios II (531), IV (634-Sisenando), V (636- Chintila), VI (638- Chintila) y, tal vez, del VII (638) y XVII (694-Egica). Además, panteón de los reyes Suintila, Sisenando, Wamba y Witiza y lugar de enterramiento de obispos como San Ildefonso y Eugenio II (Velázquez y Ripoll, 2002: 557; Palol, 1991: 791). Aparece confundida en los concilios VI y VII con la basílica Pretoriense. Tras la caída del Reino, en tiempos de Cixila, arzobispo de la ciudad en el siglo VIII (745-754), el sepulcro de la Santa se mantenía aún en la Basílica, ya que poco después se trasladaron sus restos a Oviedo, durante el emirato de Abderraman I (756-788). Posiblemente, en este momento comenzó su declive y, tal vez, su expolio. Las excavaciones desarrolladas por Pere de Palol en la zona del Cristo de la Vega, entre los años 1975 y 1977, permitieron determinar tres fases de uso del espacio analizado. La más moderna era eclesiástica (siglo XIII), la intermedia de necrópolis mozárabe, mientras que la inferior correspondía a un gran edificio asentado sobre los niveles geológicos.18 A esta última pertenecían dos muros de 2 m de anchura, algo más gruesos que los localizados en San Pedro el Verde, separados entre sí por 2 m. Al igual que en el edificio de San Pedro Verde, se trata de muros fabricados mediante sillares de granito, trabados con mortero de cal y orientados en el mismo sentido que el cercano edificio del circo. Se apreciaban los restos del nivel de obra así como el relleno de fragmentos de cal con pie-

17 Existen discrepancias sobre la interpretación de esta fecha y su significado. Una línea de investigación indica que esta fecha recoge solo la reforma de un edifico anterior, tal vez una pequeña basílica construida o sobre la tumba de la Santa o en la que se guardaban algunas reliquias. Sobre ella el rey Sisebuto, o bien construye un edificio de nueva planta sobre el anterior, de ahí su nueva consagración, o bien remodela el edificio original. Otros consideran que es la primera y que no hay ningún edificio anterior, como parece indicar la excavación desarrollada por Palol. También podría haber estado vinculada a un complejo monacal del mismo nombre como aparece en el XI Concilio (675). Para más información Ripoll 2000, Velázquez y Ripoll 2000, Palol 1991 y Balmaseda 2007. 18 Este espacio arqueológico se mantuvo abierto y abandonado hasta el año 2001, momento en el que se tapó tras ser limpiadas y documentadas sus estructuras. Estos trabajos se realizaron en dos fases, bajo la dirección de Soledad SánchezChiquito, la primera, y de Elena. I. Sánchez, la segunda.


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dra menuda entre los dos muros. De ambos, el situado más al norte reforzaba su esquina noreste con un murete informe de piedra y cal. Uno de ellos conservaba «contrafuertes exteriores» cada 3,50 m, también realizados a base de sillares de granito. El situado al sur era similar, pero sin contrafuertes. Todo ello apareció cubierto por un potente nivel de arenas limpias que, según el arqueólogo, se trataba de «una espesa capa de arenas de aluvión fluvial limpias sin restos de cerámicos o de otro tipo arqueológico» (Palol, 1991: 793), similar al localizado en algunos de los espacios del edificio de FREMAP. Al no tener ningún paralelo cercano, Palol lo identifica con «una gran obra romana más que obra de tiempos de los visigodos», entre otras cosas porque se trata de un edificio de gran tamaño con «la precisión de la técnica y el uso abundante de la cal entre la mampostería de los bloques de granito, está más afín a fórmulas de romanas que no visigodas». Aunque se extraña por la presencia de contrafuertes, relacionados con los sistemas constructivos visigodos y ausentes de la arquitectura romana salvo, en construcciones asociadas a la contención de terrazas. Por ese motivo, lo relaciona con el cercano circo y no con la construcción de la basílica de Santa Leocadia. Según él, sería parte de un edifico áulico relacionado con un conjunto palaciego tardorromano, similar a los palacios del Bajo Imperio como aparecen en Roma, Milán, Tréveris o al descubierto a principios de los años noventa en Cercadilla, Córdoba (Fuertes y González, 1994: 771-778). En la planimetría realizada por Palol sobre las estructuras descubiertas en la excavación del Cristo de la Vega, aparece un recinto asociado a este edificio (no descrito en el texto) que muestra una serie de muros de mampostería ordinaria trabada con mortero de tierra y orientados en sentido noreste-suroeste, diferente al gran edificio y bajo la fase de enterramiento situada inmediatamente por encima. Estas construcciones conforman, al menos, 4 o 5 recintos diferentes, aunque desconocemos cómo están relacionados con el gran edificio y su cronología. Las demás noticias del posible yacimiento visigodo en la Vega, antes del inicio de los trabajos de sondeo en el 2001, además de las ya citadas, como las del Colegio Carlos III y el solar que iba a ser destinado a aulario universitario, indicaban la presencia de áreas de necrópolis. Estaban situadas en el lado sur de la llanura y en la zona más cercana a Toledo, entre el circo y las puertas del Cambrón y Bisagra. Se trata de una de las zonas de enterramiento de épocas romana, islámica y bajomedieval. Así lo han puesto de manifiesto casi todas las intervenciones arqueológicas desarrolladas en la zona (de Juan, 1987; Ma-

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quedano et alii, 2002: 19-51). De cronología visigoda, se puede situar una zona de necrópolis en el entorno de Santa Leocadia, como demuestra la tumba de carácter más o menos monumental descubierta en el antiguo vivero, en 1918-1921, por J. Moraleda y Esteban. De esta época son también las tumbas que aparecieron en el control arqueológico de las obra de construcción del edificio de la Consejería de Obras Públicas, en 1993 (Rojas y Villa, 1996b: 225-237). Destaca la fase de enterramiento de esta cronología descubierta en 1992, entre la antigua ermita de San Ildefonso y el actual edificio del Cristo de la Vega (García Sánchez de Pedro, 1996: 143-157).19 4. LA INTERVENCIÓN ARQUEOLÓGICA ADSCRITA AL PROYECTO URBANÍSTICO DE LA VEGA BAJA La excavación adscrita al proyecto urbanístico de la Vega Baja permitió determinar que todos estos edificios descritos (circo, basílicas de Santa Leocadia y San Pedro y Pablo) no se encontraban aislados, sino integrados dentro de un amplio y complejo espacio urbano, desarrollado en la llanura, que, posiblemente, reutilizó parte de un suburbium tardorromano. La intervención se dividió en cuatro grandes fases, comenzó en el año 2001 y finalizó en mayo de 2006. Estas fases han sido: sondeos (2001), excavación parcial en los viales 5 y 10 (2004) y, por último, la intervención general desarrollada en gran parte de los viales y en algunas parcelas de la urbanización proyectada (C1, R-1, R-8, etc. Fig. 9). Fase de sondeos (verano de 2001). Esta intervención sirvió para confirmar la presencia de vestigios arqueológicos en el subsuelo de la mayor parte de los terrenos de la Vega Baja. En total, se realizaron 242 sondeos distribuidos en cuatro sectores: A (145), B (40), C (44) y D (13), éste último en la orilla suroeste del río Tajo, único en el que se produjo un resultado negativo. Las conclusiones que se obtuvieron indicaban una homogeneidad constructiva y cronológica de los restos, la mayoría se encuadraban entre los siglos VI y VIII, que aparecían a escasos centímetros de la superficie, entre 0,20 y 0,30 m.

19 Aunque los hallazgos visigodos han sido relativamente numerosos, no han provocado una ingente bibliografía, análisis o reuniones que analicen los hallazgos. Basta citar que en la obra Historia de la Ciudad de Toledo, de las 621 paginas que tiene el libro, apenas se dedican cinco páginas a la fase visigoda de la ciudad (Izquierdo 1997: 117-121).


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Fig. 9. Cuadros con los metros cuadrados abiertos en las diferentes fases de la intervención.

Fase de excavación parcial en los viales 5 y 10 (noviembre de 2004). Esta fase sirvió para confirmar que los restos localizados en la fase de sondeos formaban parte de recintos de hábitat (casas), con contextos arqueológicos relativamente bien conservados. Se localizaron varias fases constructivas asociadas a un marco cronológico-cultural visigodo. Fase de desbroce. Se llevó a cabo en marzo-abril de 2005 y consistió en la retirada, por medios mecánicos, de la capa de tierra vegetal que cubría los viales 1, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 12 y 14. La superficie desbrozada con control arqueológico alcanzó, aproximadamente, unos 70.000 m2. En total se localizaron 415 hallazgos de todo tipo, cimientos, suelos, enterramientos, estructuras, etc. Además de una ficha individualizada de cada uno de ellos se realizó un levantamiento topográfico de los hallazgos, para obtener la primera planimetría general del asentamiento. Fase de excavación en área. Se inició en junio de 2005 y duró hasta mayo del 2006.20 La intervención 20 Después de que se detuvieran los trabajos arqueológicos en mayo de 2006, el presidente de Castilla-La Mancha anunciaba, el 26 de julio, la «creación de un yacimiento arqueológico en la Vega Baja de Toledo», con lo que se paralizó el proceso de urbanización. A partir de ese momento, se ha incoado expediente para declaración de BIC, aunque, curiosamente, el ámbito declarado abarca, tan sólo, el espacio del Proyecto de Urbanización. Deja fuera los terrenos de la antigua Fábrica

consistió primero en la excavación manual de los restos del nivel superficial dejado tras el desbroce. A esta excavación se la denominó, de forma genérica, Nivel I. Alcanzaron un total de 53.270 m2, de los que 24.606 m2 correspondían sólo al Vial 1.21 Para realizarla se trazó un doble sistema de retícula con diferente orientación, formada por cuadrículas de 25 × 25 m que cubrían por completo toda la zona de la intervención y que podía ser ampliada a otras zonas anexas22 (Fig. 3). Por su parte, los trabajos de excavación, entre los diferentes viales y parcelas, de los recintos y unidades estratigráficas se desarrollaron hasta alcanzar los de Armas y de las urbanizaciones de la calle San Pedro el Verde donde, además de los restos arqueológicos de una villa romana, se encuentran las estructuras del palacio real y de la basílica de San Pedro y San Pablo. En la actualidad hay un nuevo proyecto arqueológico auspiciado por la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha. 21 Los 24.626 m2 que se han excavado del Nivel I en el Vial 1 se realizaron de forma simultánea a la excavación por UU.EE en el Vial 6 y las diferentes zonas de los Viales 1, 5 y 12. También, se llevaron a cabo los seguimientos de obra, entre los que cabe destacar, la ejecución de la zanja del colector en los viales 1 y 6, autorizada por la Dirección General de Patrimonio y Museos de la Consejería de Cultura. 22 En total, se han replanteado 325 en la zona septentrional y 263 en la meridional. Cada estaca que delimita las cuadrículas se numeró de forma correlativa, además de obtener sus coordenadas UTM. De igual forma, a cada cuadrícula se identificó mediante un número, también correlativo. Este sistema sirvió sólo en la fase del Nivel I para controlar el avance de la excavación y, en la fase siguiente, para establecer los ejes de dibujo y permitir orientar, de forma similar, los hallazgos de todas las zonas intervenidas (parcelas y viales).


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22.789 m2. Sólo se completaron en el Vial 6 (3.540 m2) ya que el resto se abandonaron en pleno proceso de excavación: Vial 5, 2.252 m2; Vial 12, 2.279 m2; y Vial 1, 15.000 m2, éste último distribuido en diferentes áreas. En ésta fase se excavaron, de forma individualizada, cada una de las unidades estratigráficas que colmatan los espacios identificados: recintos, habitaciones, zonas de paso, agujeros de expolio, tumbas, etc. (Harris, 1991; Carandini, 1997). Para llevarlo a cabo, se tuvo que crear un sistema de registro de campo similar para todas las áreas de excavación (viales o parcelas). Se emplearon dos listados y una ficha de excavación individualizada por U.E. En cada zona se aplicó una numeración independiente, pero correlativa entre sí, tanto para las UU.EE. (listados de unidades constructivas y sedimentarias), bolsas, números de inventario,23 recintos, etc. Ejemplo: Vial 1 (0-9.999), Parcela C1 (10.000 a 10.999), etc. Este sistema impidió duplicar los números de cada una de ellas.24 En los listados de bolsas, se registraron, de forma correlativa, las bolsas del material, incluyendo el número, la unidad o nivel de procedencia, cota, día, etc. En los listados de unidades estratigráficas se identificaban las unidades localizadas en el transcurso de la excavación. Se recogía de cada una el número, tipo, cota inicial y final, posición, correlación estratigráfica, plano de dibujo de referencia y día. Por último, se desarrollaron varias fichas de excavación individual para las unidades estratigráficas sedimentarias, enterramientos, estructuras de tipo Hoya, etc., que eran la base del registro. Lejos de ser fichas cerradas, se incorporaron nuevos apartados a medida que avanzó la intervención, aunque manteniendo los establecidos con anterioridad. Estos planteamientos metodológicos trataron de abordar y respetar la secuencia integral del yacimiento, sin despreciar ninguna de las fases de ocupación, como pedían diversos investigadores para yacimientos de este tipo (Alba, 2003: 298). Una de las más ingentes tareas que exigió esta fase fue la realización de la documentación gráfica (dibujo y fotografía) de la superficie excavada. Se realizaron unos 4.500 planos A3 a escala 1/40, que fueron digitalizados tanto en Corel Draw-12 como en Autocad 2006, mientras que las fotografías digitales superan las 60.000. La excavación manual del Nivel I general sirvió para retirar por completo el nivel de tierra vegetal y

cualquier intrusión moderno-contemporánea (siglos XIX y XX), hasta alcanzar los derrumbes del último nivel de ocupación. Las plantas obtenidas de los edificios en esta fase mostraban todas las estructuras sin clarificar su cronología, debido a que la sucesión de suelos y reformas ocultaban su traza original sin permitir observarla. Esta fase de la intervención sólo permitió analizar la orientación de los recintos y determinar la existencia de diferencias de orientación apreciables entre ellos. A partir de esta cota y una vez dibujados, numerados y descritos todos los restos y unidades sedimentarias y constructivas, se procedió a excavar por UU.EE25 cada uno de los recintos, calles, basureros, etc., hasta alcanzar el primer nivel de suelo de cada espacio identificado. Una vez aislado el primer nivel de suelo de una habitación se trató de localizar esa misma fase de ocupación en los recintos adyacentes. El objetivo básico de este proceso de excavación fue aislar en cada espacio (habitación-recinto, etc.) delimitado por más de un muro, cada una de las fases de ocupación, sin contaminar con el material procedente de otras fases. Por este motivo, en muchos recintos sólo se alcanzó el nivel de ocupación perteneciente a una fase emiral. Este sistema garantizó documentar el proceso de abandono de los edificios. Se observó que muchos de ellos dejaban de utilizar habitaciones mediante el tapiado de las puertas y la subida consecuente del nivel de suelo en las todavía utilizadas, lo que propició, casi con total seguridad, un cambio de funcionalidad de los espacios analizados. Podemos asegurar que cada edificio y, dentro de ellos, cada recinto tuvo una evolución diferente entre los siglos VII y IX. Gracias a este método, se observó que el asentamiento no se abandonó de forma brusca, ni fue arrasado tras el 711. Al contrario, mostraba que se abandonó de forma paulatina, sin «ninguna ruptura topográfica o estratigráfica» como sucede en el Tolmo de Minateda (Gutiérrez et alii, 2003: 121). Este proceso se ha sido interpretado como una continuidad de los espacios urbanos tras la invasión (Manzano, 2006: 43-44), bien por pactos como parece suceder con Teodomiro (Collins, 1989: 44) o por conquista, como parece ocurrir en las ciudades más importantes del reino, como Mérida, Córdoba, Sevilla, Cartagena y, obviamente, en la capital. Este proceso de excavación permitió también identificar la configuración final de los edificios antes del

23 Material que por su importancia requiere un análisis individualizado: monedas, capiteles, columnas, etc. 24 En la actualidad se ha informatizado toda esta información mediante listados desarrollados en Excel como paso previo a la creación de una base de datos.

25 En un primer momento se vaciaron las zanjas de las canalizaciones realizadas en las décadas de los 50-60. Su vaciado permitió acceder a la estratigrafía completa de amplias zonas del asentamiento y observar los múltiples niveles de uso de los edificios, en concreto los situados en el Vial 5.


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abandono del asentamiento, pero no acceder a las fases más antiguas. Por este motivo, a excepción de algunos casos como en las termas, no se ha logrado determinar todavía la funcionalidad de la mayor parte de los edificios detectados. Respecto a la cronología, en algún edificio aislado, como en el situado en el Vial 5 abandonado desde un momento muy antiguo, se ha logrado alcanzar, de forma parcial, los niveles originales del edificio (nº 11, fig. 3). Gracias al estudio del material recuperado se ha determinado que tiene un origen claramente visigodo (siglos VII-VIII. Fig. 23). La reutilización en época emiral de algunas de las habitaciones de este edificio ha permitido situar el arco cronológico de gran parte de los edificios de la Vega, entre el siglo VI y el inicio del IX (Fig. 24). A ambos habría que añadir la fase tardorromana detectada en varios recintos: como en las termas 2 (siglos IV-V) de la parcela C1 o en el horno de la zona de producción (siglo III. Fig. 3). Ésta secuencia se intentó aislar con métodos de datación absoluta, con fechas de C-14 aportadas por el Laboratorio BETA26 y arqueomagnetismo.27 Con ambos sistemas se han datado el citado edificio del Vial 5, las dos termas y un horno localizado en el área de producción. Fase de estudio de materiales. Los trabajos se iniciaron en agosto de 2005, aunque, se iniciaron de forma sistemática a lo largo de 2006.28 Para desarrollarlo se crearon fichas de catalogación de los diferentes materiales analizados. Entre los resultados de estos análisis, aún en proceso, se puede avanzar la clasificación completa de la colección numismática recuperada y de una parte interesante de la cerámica emiral (Gómez y Rojas, en prensa; García Lerga et alii, 2007: 115-138). 5. EL YACIMIENTO DE LA VEGA BAJA La llanura de la Vega Baja, junto al conjunto lúdico del circo romano, fue elegida por la monarquía visigoda para erigir un gran complejo real, tras la elección de Toletum como la sede regia a mediados del siglo VI. Sin embargo esta zona de la ciudad no es-

Dirigido por el Dr. Darden Hood (Miami, U.S.A.). Realizado por parte de Gianluca Catanzariti, dentro del proyecto AARCH (Archeological Aplication for de Rescue the Cultural Heritage), dirigido por Mª Luisa Fonsete López (Facultad de Ciencias Físicas. Laboratorio de Palomagnetismo y Arqueomagnetismo. Universidad Complutense de Madrid). 28 Estos trabajos se llevaron a cabo bajo la dirección del Dr. Manuel Retuerce. 26 27

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taba vacía de construcciones, pues contenía elementos de la ocupación romana. Hemos llegado a estas conclusiones tras el descubrimiento de cerámicas altoimperiales (siglo I d. C.) y de construcciones de los siglos III al V, que, lejos de pertenecer a un grupo de villas dispersas29 (Velázquez y Ripoll, 2000: 534), parecen mostrar que el suburbium romano tenía unas características urbanas muy desarrolladas, que fueron parcialmente reutilizadas en el asentamiento visigodo. El resultado, tal y como muestran las planimetrías realizadas, es un yacimiento urbano, denso y complejo, organizado a partir de una serie de calles, en el que existen áreas con funciones específicas. Se han identificado áreas de producción30 y necrópolis, bien diferenciadas de las zonas residenciales, en las diferentes fases que tuvo (Figs. 3 y 10). El área de producción está integrada por un gran número de áreas de extracción de arcillas de cronología romana, visigoda y emiral, lo que parece indicar que era una zona en explotación desde época romana (Fig. 3 y 14). En ella se documentó el fondo de una pila o balsa, fabricada en opus camenticium, con un cuarto bocel en los laterales, junto a un horno (UC 30023-nº 1, fig. 3) fechado por arqueomagnetismo entre el 115 y el 415.31 Otra zona específica detectada es un área de necrópolis islámica, con hasta ahora 68 tumbas identificadas, localizada en el Vial 12. Está situada entre los caminos 17, 18 y 23, en un espacio en el que los edificios de cronología visigoda aparecen muy desmontados (Figs. 3 y 11). Podría estar relacionada con el hábitat islámico emiral de la Vega, al estar muy alejada del núcleo de la maqbara principal situada en los alrededores de la puerta de Bisagra y el circo. Ambas tienen una tipología de tumbas similares, por lo que podría fecharse en torno a los siglos VIII al XI (de Juan, 1987; Maquedano et alii, 2002: 19-51). De momento, no se ha localizado una zona similar para los enterramientos cristianos (visigodos o tardorromanos). Estas, un total de 29, aparecen por toda la zona excavada sin una localización específica

29 Al ser sólo el inicio de los trabajos en el yacimiento, las conclusiones que podemos indicar son preliminares. Podrían evolucionar a medida que la excavación del asentamiento se desarrolle en mayor profundidad. 30 La existencia de agujeros de extracción de arcillas bajo algunos de los edificios de cronología visigoda (campaña de 2004, Vial 6-2006) parece indicar que la llanura se utilizó de forma generalizada como zona de acopio de este material en un momento anterior a la construcción de los edificios. 31 Gianluca Catanzariti, Universidad Complutense de Madrid. Proyecto AARCH (Archeological Aplication for de Rescue the Cultural Heritage), dirigida por Mª Luisa Fonsete López.


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Fig. 10. Superposici贸n de calles y zonas de paso detectadas en la intervenci贸n.

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Fig. 11. Vial 6. Trazado de calles superpuestas. Nº 22-Vado (izquierda) y nº 28 camino (derecha).

(Figs. 21 y 22). Son tumbas aisladas o en pequeños agrupaciones de no más de tres (nº 30 y 32-Fig. 21), dispuestas en fosa simple,32 delimitadas por tejas, piedras o ladrillos, y con orientaciones variadas. En algún caso se conserva parte de la cubierta de lajas. Aunque generalmente aparecen en áreas no destinadas a servir de hábitat, se han detectado varias agrupaciones en el interior de algunos edificios. Además de las del solar de la clínica FREMAP, en la calle S. Pedro el Verde (nº 35-Fig. 21), también se localizaron cuatro dispuestas alrededor a una habitación en el Vial 5 (nº 38-Fig. 21). Destacan los ocho enterramientos infantiles (nº 32, 34, 37, 41, 42, 43, 44 y 46, fig. 21) localizados en el interior de las habitaciones y asociados a niveles de suelo. Generalmente son tumbas de ladrillos paralelos al muro, cerca de los rincones y señaladas por ladrillos o tejas. Todas son individuales, menos una que contenía dos individuos enterrados en dos momentos diferentes. De cronológica bajomedieval en fosa simple, se han localizado sólo en el entorno del gran edificio detectado en San

Pedro Verde 25 y en una habitación del mismo, asociado a la ermita medieval (Figs. 5, 6 y 21). Las calles o zonas de paso parecen ser los ejes de ordenación del espacio y distribución de los edificios. La excavación ha localizado trece de estas vías,33 organizadas en tres retículas diacrónicas, aunque en algunos casos parece que llega a haber coexistencias (Figs. 3 y 10). Un elemento destacado es que muchas presentan reparaciones y nuevos lechos superpuestos, lo que parece evidenciar la existencia de un poder político interesado en mantener las vías públicas en buen estado. Los dos momentos más antiguos tienen un sistema constructivo similar y muestran una selección en la materia prima empleada. Son vías delimitadas por grandes calzos laterales (cantos de cuarcita), entre los que se dispone un suelo de cantos y gravas de cuarcita de pequeño tamaño y bien trabadas entre sí. La retícula más antigua tiene una orientación noreste-suroeste, prácticamente similar a la mantenida por el circo romano. A partir de esta retícula de calles, formada por las vías nº 17, 18, 19, 20, 21 y 22

32 Se han localizado fragmentos de sarcófagos decorados con figuras antropomorfas, reutilizados en los muros.

33 El más moderno es el nº 29, un camino de tierra que va hacia la Fábrica de Armas de Carlos III (fig.10).


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Fig. 12. Vial 12 - Parcela C 1. Calle nº 23 y edificios construidos de forma contemporánea.

(Fig. 10), aparecen grandes edificios construidos de forma ortogonal (Figs. 3 y 13). Podría haber una cierta jerarquía entre ellas. Destaca la gran calzada nº 17 (UC 20001-20002) con una anchura de 6 m, la mayor de todas las detectadas hasta el momento. La importancia de la vía parece atestiguarlo el gran tamaño de los calzos laterales. Su orientación parece indicar que comunicaba el complejo palatino con la basílica de Santa Leocadia y con la urbs. La posición estratigráfica del extremo noroeste (nº 26) muestra que su trazado se extendió y se mantuvo en uso muy reformado hasta un momento muy posterior al año 711. La calle nº 18 (UC 20057), perpendicular a la anterior y de tan sólo 3 m de anchura, presentaba las marcas dejadas por las ruedas de los carros. La única que tiene un sistema constructivo diferente es la nº 22 (UC 3079) localizada en el Vial 6 (Figs. 3 y 11). Tiene una anchura de entre 3 y 4 m, con una curva pronunciada, y está construida mediante un cajeado excavado en las arcillas de casi un metro de profundidad que se rellenó con cantos de cuarcita de un tamaño medio de entre 15 y 25 cm. Al igual que las demás, en el lateral

noreste presentaba una serie de calzos laterales bien asentados. La ejecución, con esa potente cimentación de cantos rodados, parece responder a la finalidad de tener un buen drenaje en esa zona de vaguada para salvar la pequeña corriente de agua localizada en este sector del asentamiento (Fig. 2). La segunda retícula detectada está formada por las vías nº 23 (UC 121), 24 (US 10031) y 25 (UC 724). Están orientadas en sentido norte-sur o esteoeste aunque este nuevo trazado conecta y reaprovecha las calles anteriores mediante intersecciones como los detectadas entre la calles nº 23, 18 y 19. Destaca la calle nº 25 que presenta un buzamiento de más de 2 m hacia el río, como el que todavía mantienen las calles actuales. Este nuevo trazado conserva la misma orientación que el gran edificio detectado en San Pedro Verde, 25 (Basílica de San Pedro y San Pablo. Figs. 3 y 10), por lo que no se puede descartar que, en la primera mitad del siglo VII, se produjera una reurbanización de forma paralela a la construcción de los grandes edificios de la sedes regia (Figs. 10, 12 y 13).


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Fig. 13. Diferencia de orientación entre los edificios detectados en las Zonas B-T1 Inferior y C-T1 Superior. (Viales 5, 12 y la Parcela C1)

De un momento claramente posterior son las vías nº 26 (UC 121), 27 (UC 614) y 28 (UC 3009), debido a la superposición que presentan sobre los muros y rellenos de la ocupación visigoda. En el momento de su construcción, el asentamiento debía encontrarse en una fase de abandono y expolio muy avanzado. Esta situación parece dar a entender que son caminos que conectan distintos puntos de un hábitat más disperso que el de las otras fases precedentes. Tienen un sistema constructivo diferente a las anteriores vías. En el caso de la nº 26, se construye mediante ripio de tejas y piedras, no seleccionadas y amontonadas sin orden, entre dos filas de pequeños calzos sobreelevados respecto a los cimientos (Fig. 10 y 18, nº 26). Las nº 28 y 29 apenas tienen unos centímetros de espesor y están realizadas mediante cantos y piedras de pequeño tamaño. Ninguna presenta reparaciones o niveles de pavimento superpuestos. Otra característica que comparten es que parecen mantener o reaprovechar parte del trazado de algunas de las calles anteriores, como la nº 26 respecto a la nº 17, o la nº 28 respecto al vado nº 22 (Figs. 10 y 11). Sólo el camino nº 27 parece corresponder a un trazado de nueva construcción. Las edificaciones asociadas a estos caminos, son de una entidad inferior a las de los

dos momentos anteriores. Es interesante destacar la posición estratigráfica del nº 26, posterior al gran agujero de expolio asociado al complejo del pretorio y de S. Pedro y S. Pablo (Figs. 3, 10 y 18). Este dato parece indicar que puede tener una cronología tardía, posiblemente bajomedieval, asociado, tal vez, al uso de la ermita de San Pedro el Verde. Respecto a los sistemas constructivos, debido a lo inicial de los trabajos,34 todavía no se pueden determinar las características específicas de cada una de las fases culturales existentes en el yacimiento. De forma general, se puede indicar que la mayoría de los muros de carga aparecen levantados a partir de fosas de fun34 Los resultados obtenidos en el Nivel I sólo han servido para localizar en extensión los restos estructurales que integran el asentamiento. Es una extensa estratigrafía horizontal en la que se perciben las estructuras arqueológicas de todas las fases constructivas y culturales que tenido el asentamiento en un solo plano. Por esta razón sólo la excavación por UU.EE, pudo determinar que la potencia del asentamiento supera en muchos puntos el metro y medio. El grado de arrasamiento del asentamiento es mucho menor del que se suponía en un principio. En algunos puntos, especialmente entre el Vial 1 y el Vial 12, pasando por el Vial 5, se han detectado recintos que superan ampliamente el 1,50-2,00 m de potencia.


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Fig. 14. Hipótesis con las diferentes zonas edificadas.

dación más o menos profundas. Se trata de zócalos de mampostería ordinaria careada, procedentes o no de canteras, organizada en doble paramento, con ripio de tejas o piedras y trabado con barro (Figs. 15 y 16). No aparecen ordenados en cajones y tienen una anchura de entre 0,50 y 0,80 m, aunque los muros de gran tamaño se reservan para los edificios de mayor porte.

Parece existir un estrechamiento de los mismos en las fases más tardías (emiral).35 Los muros asociados a las reformas, como tabiques, en muchos casos se le35 Este tipo de muro se observa en edificios construidos en áreas marginales o en la reutilización de edificios de cronología visigoda.


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vantan directamente sobre los niveles de suelo, sin ejecución de fosas de cimentación. Sobre los zócalos de mampostería se disponían cuerpos de tapial. Aunque no se han conservado muchos ejemplos, podemos indicar que algunas de las paredes interiores se cubrían con revocos de cal de mejor o peor calidad, aplicados sobre una capa-base de limos decantados. Las puertas de las habitaciones aparecen en cualquiera de los lados de los recintos y varían en tamaño. Algunos umbrales están realizados con tejas (completas o fragmentadas), ladrillos o pequeñas piedras, que, en algunos casos, muestran la existencia de una o dos quicialeras. No se han identificado, de momento, huecos de ventanas, o arranques de escaleras, pero sí hay indicios de la existencia de segundos pisos. Gran parte de los recintos de las Zonas B, C y E (Fig. 14) se han construido de esta forma. Un elemento interesante para identificar la adscripción cronológica de algunos edificios es la presencia, en los zócalos, de materiales procedentes del expolio de edificios romanos o visigodos, o ambos, según la cronología del recinto. Se han documentado

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sillares, dinteles, bloques de caliza, fragmentos de columnas, cimacios, etc., en los cimientos. Otro elemento que parece servir como referencia cronológica, es la existencia en los muros más tardíos (tardovisigodos-emirales) de una mayor cantidad de ripios: fragmentos de teja y ladrillos, e incluso cerámica. Sólo en algunos edificios o recintos específicos se han podido apreciar diferencias constructivas entre las diversas fases culturales. Los de cronología romana, como un gran edificio detectado en el extremo norte de la excavación (Fig. 3, nº 3), están formados por grandes muros y recintos de planta rectangular o cuadrada. Los muros están construidos mediante mampostería careada, de bloques de gneis procedente de una misma cantera, sin apenas ripio interior, muy bien trabada con barro y una anchura de 0,85 m. Otros muros de esta cronología están construidos mediante tapial, con una doble fila de cantos de río en la base de ambos paramentos. También de cronología romana, se han detectado sillares alineados y suelos de «opus caementicium», aunque muy arrasados.

Fig. 15. Zona B3. Recintos rectangulares de tres edificios diferentes, organizados a partir de un área abierta o patio. A la derecha aparece la gran alberca construida con opus caementicium.


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Fig. 16. Zona B4. Nave rectangular con múltiples sistemas constructivos y fases de ocupación superpuestas.

Los muros trabados con mortero de cal, de cronología visigoda, parecen estar reservados a edificios de cierta importancia, como las basílicas de Santa Leocadia y San Pedro y San Pablo (Fig. 3 y 14, nº 4), ambas fechadas en el VII (Palol, 1990: 787-832). En ambos casos los muros superan el metro de anchura y presentan sillares en las esquinas, como es característico de la edilicia paleocristiana y visigoda. Los contrafuertes sólo aparecen en Santa Leocadia. En la excavación sólo se han detectado muros de este tipo en el

entorno del complejo palatino, incluidas las termas 1, fechado su abandono por arqueomagnetismo entre el 488-63236 y en un edificio hallado en el Vial 5 e integrado dentro de un complejo de edificios de grandes dimensiones (Fig. 3 y 17, nº 11). Por último, destaca

36 Gianluca Catanzariti, U.niversidad Complutense de Madrid. Facultad de Físicas. Proyecto AARCH (Archeological Aplication for de Rescue the Cultural Heritage), dirigido por Mª Luisa Fonsete López.


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una pequeña muralla o muro de 1,10 m de anchura, con una puerta de casi 3 m en su extremo noreste (Fig. 3 y 18, nº 5 y 6), construida mediante sillares dispuestos de forma vertical trabados con cal, quizás, muralla y puerta, asociadas al complejo palatino, aunque ambas aparecieron muy expoliadas. En los edificios que responden a una finalidad específica, como puede ser el almacenamiento o transporte de agua, se emplea opus camenticium y signinum, con el empleo de fragmentos de teja de color muy rojizo. En el rincón de una zona abierta o patio se ha documentado una balsa de elaboración de este opus de época visigoda (Figs. 13 y 15). Los edificios hidráulicos están construidos de esta forma: cisternas/albercas (Fig. 3, 14 y 15, nº 12), canalizaciones, piscinas de las termas 1 y 2 (Fig. 3, nº 2 y 7). Las cubiertas son de tejas curvas de gran tamaño con digitaciones en la cara convexa. En bastantes recintos se han documentado un gran número de derrumbes con este material. El volumen de tégulas documentadas en ellos, de momento, es insignificante. Los suelos son muy variados: mortero de cal, empedrados, de arcilla compactada, de opus caementicium,37 de baldosas, etc. Además de estos suelos artificiales, se han identificado numerosos niveles de uso, formados por el «pisoteo» continuado de un determinado espacio. El suelo de cada habitación parece responder al tipo de actividad al que está destinado el recinto y la importancia del edificio. Los suelos más complejos (lechadas de cal, etc.), parecen predominar en las fases iniciales y en los edificios más importantes como sucede en el edificio de San Pedro Verde 25 (Fig. 8) o en los recintos de los grandes edificios localizados en la Zonas B y C (Fig. 4). Los suelos de cantos parecen asociados a espacios abiertos, como patios, calles, zonas de paso, etc., mientras que los de arcilla compactada son los más abundantes. Se han identificado en numerosos recintos, incluso en aquellas habitaciones de las grandes naves rectangulares asociadas a edificios de cierto porte. No se han detectado indicios que permitan determinar que sobre la arcilla se hubiesen colocado algún tipo de baldosa. Los suelos de baldosas o tejas se han identificado en recintos tardíos, al reaprovechar ladrillos para construir pequeños suelos irregulares que, en cualquier caso, no llegan a desarrollarse por toda la superficie del recinto, por lo que parece probable que se reservaran a sitios destinados a actividades que requirieran una superficie de este tipo.

Otras estructuras que configuran la vida cotidiana del asentamiento son hogares, silos y bancos o posibles alacenas. Los primeros son muy variados, se sitúan en el centro de las habitaciones o adosados a las paredes y, en menor medida, en los rincones. Los más sencillos son de una sola lechada de arcilla dispuesta sobre el nivel de suelo, con un pequeño paravientos de trozos de teja o ladrillo. Los más complejos están formados por elementos artificiales, que usan como material refractario ladrillos y/o tejas. Se han documentado dispuestos en plantas circulares, rectangulares o cuadradas, colocados directamente sobre el suelo. Los más complejos aparecen delimitados por ladrillos de adobe y en plataformas ligeramente elevadas sobre el piso (Fig. 25, Fase III). Los silos/hoyas se han identificado asociados a momentos tardíos excavados en cualquier zona de los recintos. Se han localizado, en mayor número, en la zona norte del Vial 1, donde, en alguna habitación, existen hasta cinco estructuras de este tipo (Fig. 16). Respecto a las alacenas o poyos son estructuras de planta cuadrada o semicircular dispuesta en los rincones de los recintos. También se ha documentado algún horno de pequeñas dimensiones en el interior de las habitaciones (Fig. 16). La cercanía del Tajo podría hacer pensar que la mayor parte del agua que se consumía en esta parte de la ciudad provendría del río, si bien, todavía no se ha encontrado ninguna evidencia que confirme esta posibilidad. Se han localizado varios pozos y una alberca o cisterna (Figs. 12 y 15). Respecto a las aguas sucias, se han documentado algunas atarjeas o canalizaciones, aunque de momento no han aparecido integradas en una red de alcantarillado general. El único sistema de vaciado documentado es el de las termas 1, formado por una pieza de cerámica cilíndrica integrada de obra, en el muro de la bañera y que da a un canal de desagüe. El grado de expolio del recinto impidió determinar cómo funcionaba el resto del sistema (Fig. 25). Un aspecto interesante que se ha documentado son los procesos de expolio, similares a los ya detectados en el edificio de San Pedro Verde, en 2001. Es una práctica habitual y común desde la antigüedad tardía. En la Vega Baja se han detectado dos grandes fases de expolio, una practicada por la población visigoda y otra, más evidente, desde época tardovisigoda hasta el siglo XVIII. En esta última, la Vega ha servido de cantera de elementos constructivos:38 mampostería/silla-

37 Se han identificado suelos de argamasa de cronología romana. Al igual que los zócalos de mampostería, se observa que fueron expoliados en fases posteriores. No se han documentado, hasta el momento, en ningún recinto tardío.

38 Además de estos expolios que nos dejan una evidencia arqueológica en forma de fosas de expolio, es obvio que con anterioridad se expoliarían otros elementos que no dejan rastro: vigas de madera, puertas, ventanas, etc.


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Fig. 17. Zona B3-Vial 5. Recinto de planta cuadrada, construido con grandes mampuestos y sillares trabados con mortero de cal. Similares a los cimientos de San Pedro el Verde, nº 25.

res, tejas, dinteles, columnas, pies derechos, piezas labradas,39 etc. para la ciudad de Toledo. Respecto a la primera y más antigua, en diferentes puntos se han detectado materiales arquitectónicos romanos reaprovechados en recintos de cronología visigoda o tardorromana, como grandes fragmentos de «opus caementicium», fustes de columnas, sillares, molduras, incluso algún elemento escultórico-antropomorfo, etc. El empleo de material recuperado de épocas anteriores aparece incluso mencionado en el Codex Theodosianus en una ley del año 397, en la que se recoge la autorización imperial de utilizar materiales constructivos procedentes del derribo de templos paganos (15-1-36), para la construcción o renovación de murallas (Roselló, 1996: 444; Arce, 1982: 74-94; Abad et alii, 2007: 173).

39 En este sentido hay que tener en cuenta que una gran parte de los relieves y piezas que se encuentran en el Museo de Santa Cruz parecen provenir de la Vega Baja (Aragoneses, 1958: 75-87).

A partir de la decadencia o abandono gradual de los edificios de cronología visigoda, este proceso de expolio se debió generalizar. En un primer momento, debió estar limitado a determinados elementos constructivos como tejas, vigas, puertas, columnas, pies derechos, etc. De esta fase se han detectado diversos acopios de tejas almacenados en algunas habitaciones. Es probable que se iniciase antes del 711, debido a la decadencia originada por la crisis social, política y demográfica que vive el reino entre el último cuarto del siglo VII y el inicio del siglo VIII (Zozaya, 2007: 120), si bien, es probable que este proceso se intensificara con la caída del reino. Los expolios masivos que hemos documentado en la Vega se llevaron a cabo cuando los edificios ya habían sufrido un largo período de abandono. En muchos casos la cota de inicio de las fosas de expolio comenzaba por encima de los grandes niveles de derrumbe de los recintos que, por estar construidos en su mayoría con muros de adobes o tapial, terminaban por ocultar los zócalos y cimientos de mampostería. Gracias a esto, el expolio de pie-


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Fig. 18. Zona A3. Camino 26 superpuesto a la puerta y posible cerca o muralla y demás edificios de la Zona B4.

dras no solía afectar a los suelos y otros elementos situados junto a ellos (alacenas, hogares, recipientes, etc.), que no hubieran sido destruidos o expoliados antes de que se produjera el derrumbamiento definitivo del edificio. Los expolios más numerosos son los parciales, limitados a zonas puntuales del cimiento, mientras que los que afectan a grandes espacios de los edificios son escasos. En varios casos el expolio fue selectivo, como ocurre en la posible muralla (UC 155), en la que se dejó el ripio de la cimentación y sólo se retiraron los sillares (Fig. 18). Gran parte de estos expolios se produjeron entre los siglos VIII y IX, aunque hemos localizado algunos agujeros de tamaño medio de cronología islámica o bajomedieval cristiana (siglos XII-XV). Sólo en el entorno del Pretorio y la Basílica y en edificios determinados como el de las termas se han documentado grandes agujeros de varios centenares de metros cuadrados que han eliminado todo rastro de los edificios (Fig. 14 y 20). Lo mismo sucede en el edificio de del Vial 5 (Figs. 3, 4 y 17, nº 11) posiblemente relacionado con la búsqueda de materiales - «sillares grandes de buen edificio» (Pisa, 1976: 121) para la Real Fábrica de Armas de Carlos III (siglo XVIII), efectuada junto a la Ermita de San Pedro el Verde.

A pesar de estos expolios, desde las fases iniciales de la intervención (2001, 2004 y 2005) se observó que el grado de conservación de los edificios que integran el yacimiento era sorprendentemente bueno. En las planimetrías obtenidas, los recintos parecen agrupados entre sí, conformando edificios, y estos, a su vez, organizados en entidades superiores o complejos. En un primer momento identificamos varios de ellos: A, Palacio; B, complejos de edificios asociados pero divergentes, con habitaciones del mismo edificio que se presentaban ortogonales pero que diferían de las de los edificios colindantes; C, complejos de edificios asociados y ortogonales; D, área de producción (Figs. 3, 13 y 14). Aunque no se ha logrado acceder a los niveles fundacionales (visigodos) o anteriores (¿tardorromanos?), parece muy probable que la diferencia de orientación está motivada por fases culturales/constructivas diferentes: romana-tardorromana (siglos IIIV), visigoda (siglos VI-VIII) y emiral (siglos VIII-IX). En esta hipótesis sobre las diferentes fases culturales, los edificios más antiguos detectados parecen corresponderse con la retícula noreste-suroeste del primer momento de las calzadas (Figs. 10 y 13). Están situados sobre la plataforma T1, aunque parece que se extienden en algunos puntos por la zona inferior


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Fig. 19. Zona B1. Edificio con el gran recinto rectangular con pies derechos centrales. En primer plano sondeo, con la puerta tapiada en la fase final de uso y un nivel de suelo anterior.


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(Figs. 2 y 14). Son edificios de grandes dimensiones, con habitaciones ortogonales y distribuidas en torno a grandes espacios abiertos (¿patios?) con suelos de cantos y/o grava. La potencia de los rellenos arqueológicos asociados a este grupo de edificios es, sensiblemente, inferior al resto de las zonas. Está entre 0,50 y 1,00 m, con apenas tres suelos superpuestos por habitación, frente a los diez que se han llegado a documentar en las zonas B y E. Entre los recintos que los integran destacan grandes habitaciones rectangulares de 4 m de anchura y más de 30 m de longitud (Complejo C; figs. 10, 13 y 14). De estos edificios sólo se han excavado una nave rectangular, denominada Recintos 1 y 2 (Fig. 14, C.1) y unas pequeñas termas, posiblemente domésticas (Fig. 13, 14 y 20, Termas 2). En los primeros, la excavación no se pudo completar y sólo alcanzó el suelo más moderno. El material recuperado fue demasiado escaso como para poder obtener una adscripción cultural segura, aunque parece de filiación visigoda. La excavación de las Termas 2 ofreció unos datos más definitivos, a pesar del expolio que ha sufrido.40 De ella, se conservaba la planta de las habitaciones y las fosas del cajeado de los muros, además de varios restos en posición primaria. Está situada a los pies de la llamada «Plataforma superior», junto a los grandes complejos con una orientación similar (Fig. 13 y 20). Se trata de un pequeño establecimiento termal doméstico, con unas dimensiones conservadas de 15,90 por 8,00 m de anchura. En su construcción se han empleado materiales latericios romanos reutilizados. Se pudo identificar la funcionalidad de seis de los recintos de las zonas caliente y fría (Fig. 20). De sur a norte, se ha identificado el prognigea, el praefurnium, el caldarium de planta cuadrada y unos 20 m2, con una bañera por su lado oeste en un alveus absidado, el tepidarium, en el que se conservaban restos de un total de diez pilae del hipocaustum, construidas mediante ladrillos de diferente tamaño y procedencia, dispuestos en cuatro filas paralelas separadas por, tan sólo, 0,16 m. Por último, el lugar del frigidarium/apodyterium, que aparentaba haber sido una gran habitación de planta cuadrada o rectangular, unida a una estructura absidada, identificada como el sitio que debió ocupar una pequeña piscina. Esta disposición de los recintos de estas termas correspondería a un plan lineal simple, según García Entero (García-Entero, 2005: 748), en el que el bañista tiene que volver sobre sus pasos para finalizar el recorrido balneario. 40 El grado de expolio que presentaba el edificio, impidió determinar las posibles fases de reutilización y/o ampliación del complejo.

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Respecto a su cronología, este tipo de balnea experimenta un notable aumento en el siglo IV, en ambientes urbanos o periurbanos (García-Entero, 2005: 740). La posición estratigráfica del conjunto y los materiales reutilizados, mostraban también la antigüedad del complejo. Para confirmarlo, se ha empleado C-14 (Laboratorio Beta-Doctor Dr. Darden Hood), a partir de una muestra de carbón procedente de restos arbustivos, obtenida junto a las pilae en el tepidarium (UE 10.586B). Este método dio un resultado de 1620±40 BP (calibrado a 1 σ, 400 a 440 d. C.)41 que sitúa el uso todavía del edificio en un ambiente bajoimperial-tardorromano (siglo V). La cronología de los edificios con esta orientación y distribución (Zona C) presenta todavía muchas dudas, debido a que apenas se ha iniciado la excavación de los mismos. En ninguno de los recintos se han alcanzado los suelos originales y el único recinto excavado (C1-Fig. 14) presentaba un material de clara filiación visigoda (aún en estudio). Los datos extraídos de la excavación, hasta ahora, sólo nos han permitido intuir que este conjunto de edificios pudieran formar parte de una urbanización ¿anterior al siglo VII e, incluso, al VI? Los edificios están integrados en la primera orientación de la red de calles y los muros con esta orientación son reutilizados en los recintos construidos en el Complejo B, como ha demostrado la excavación del edificio B1 (Fig. 14). La antigüedad de las Termas 1 parece demostrar la existencia de una ocupación tardorromana en la zona, con un tipo de urbanismo en el que existen edificios que llegan a albergar pequeñas termas en los siglos IV y V. Como hipótesis, abierta a los resultados que ofrezcan la excavación en curso y la revisión del material recuperado hasta ahora, consideramos que es muy probable que el suburbium tardorromano, lejos de estar formado por edificios aislados y dispersos, como se pensaba hasta ahora, estuviera integrado por un espacio ordenado por diferentes vías o calles que se extendería por la Vega desde el complejo lúdico formado por el circo y el teatro. Esta ordenación del espacio, de época tardorromana, pudo ser reutilizada por la ocupación visigoda, tras ser elegida Toletum como sedes regia. A partir de ese momento, cabe pensar que se produjera un urbanismo «programado» y

41 Termas 2. MUESTRA BETA-232276. UE 10454. Edad convencional por radiocarbono: 1620+40 BP. Resultado 2 Sigma calibrado (95% probabilidades): 350 a 540 (Cal BP 1600-1410). Resultado 1 Sigma calibrado (68% probabilidades): 400 a 440 (Cal BP 1550-1510) y 490 a 520 (Cal BP 14601430). Intercepción de la edad por radiocarbono con la curva de calibración: 420 (Cal PB 1530). IntC a104: Calibration sigue of Radiocarbon (Volume 46, nr 2004).


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Fig. 20. Zona C. Termas Nº 2. Complejo muy arrasado y expoliado. Fotografía del caldarium, planta original e interpretación de los recintos.

dirigido por los monarcas visigodos, entre los que es posible que se encontraran algunos edificios de la Zona C. Las dudas son menores respecto a los edificios de los Complejos B y E. Presentan apreciables similitudes entre ellos, se hallan en torno al complejo palatino y parecen organizados a partir del segundo momento de las calles (Figs. 10, 13 y 14). El modelo reticular de la fase anterior parece abandonarse por

otro menos ordenado pero igual de efectivo. En el nuevo modelo, los edificios aparecen como una suma de recintos, con amplios espacios abiertos o patios, agrupados pero con divergencias apreciables entre ellos, como se ha observado en Barcino o en el Tolmo de Minateda (Bonnet y Beltrán de Heredia, 2001: 74-96; Abad Casal et alii 2007: 171-185). Aun así, perviven y se mantienen en uso las calles y edificios de la fase anterior.


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Respecto a los edificios del Complejo C, las diferencias son apreciables. Los edificios parecen aprovechar parte del trazado de algunos de los muros del momento anterior. Se trata de recintos con múltiples niveles de uso/suelo y reformas sucesivas dentro de la misma fase cultural (visigoda o emiral): puertas tapiadas, división de los espacios mediante tabiques, etc. que indican una larga pervivencia de los recintos, hasta su abandono definitivo. La potencia de los rellenos arqueológicos supera el metro y medio, llegando a alcanzar los dos metros. En algunos recintos se han identificado hasta diez suelos superpuestos, con claras evidencias de cambios en la funcionalidad de los espacios (Fig. 14, E1-B1, B3). En ellos ha sido donde se han localizado las ocupaciones del emirato dependiente (Gómez y Rojas: en prensa). Aunque se han excavado diferentes áreas de este grupo de edificios, destacan los resultados obtenidos en las zonas B1, B3 y E1. En ellas se ha logrado determinar la cronología visigoda de los edificios y su reutilización en un momento emiral, cuando otros estaban ya en un proceso avanzado de abandonado. El área B1 es el rincón oriental de un edificio anexo al grupo de recintos localizados en 2004 (Figura 14, B5), con el que muy probablemente esté relacionado. Está formado por dieciséis habitaciones de planta cuadrada o rectangular comunicadas entre sí, dispuestas en la esquina sureste de un patio. Todas llegan a funcionar de forma sincrónica.42 La presencia de una gran puerta tapiada en uno de los muros perimetrales, implica que sólo se ha localizado una parte del edificio (Fig. 19). La importancia que tiene radica en que, para su construcción, se reutilizaron muros con la misma orientación que los recintos de la Plataforma T1-Zona C, lo que evidencia que se levantó sobre edificios de una fase anterior (Fig. 13). El sistema de excavación permitió documentar el primer suelo conservado de cada uno de los recintos, aunque impidió alcanzar la fase inicial.43 También se pudo documentar la última fase de ocupación y el proceso gradual de abandono, hasta su colapso definitivo. Hasta ahora, se han detectado tres momentos sucesivos de abandono, identificados por el tapiado de las puertas y la consecuente subida del nivel de suelo de las habitaciones que todavía funcionan y continúan interconectadas entre si. En este abandono gra42 Recintos: 10.016, 10.017, 10.019, 10.020, 10.021, 10.022, 10.023, 10.026, 10.034 (A y B), 10.039, 10.040, 10.041, 10.042, 10.046. 43 El vaciado de las fosas de expolio de los muros permitió observar que la potencia arqueológica superaba los 2 m, con hasta seis suelos superpuestos, de los cuales sólo se ha excavado el primero de ellos.

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dual llegan a convivir, de forma sincrónica, habitaciones todavía en uso con otras ya cerradas y sometidas a acciones de expolio de los materiales constructivos (tejas, pilares, maderas, etc.). En los tres momentos el patio desde el que accede al edificio se mantiene abierto hasta la última fase como área de distribución de las habitaciones que la rodean. El inicio del abandono, por el material detectado en el suelo más antiguo documentado, se debe producir a finales del siglo VII o principios del VIII. Desde el punto de vista estratigráfico, la presencia de un basurero de época emiral que corta todos los rellenos procedentes del colapso y derrumbe definitivo de las habitaciones y las fosas de expolio, implica que el edificio estaba completamente abandonado a finales del siglo VIII o principios del IX (Gómez y Rojas: en prensa). Entre las habitaciones destaca una gran nave rectangular (R-10134A-B) de 7,2 m de anchura por 18 m de longitud, dividida en dos recintos en un momento posterior (Figs. 14 y 19). A ella se accedía desde el patio a través de varias puertas alineadas en sentido noreste suroeste. La puerta del patio, de más de dos metros, daba paso a un zaguán en el que se han documentado la cimentación de dos pilares adosados al muro noroeste. Desde el zaguán, por una puerta de 1,40 m de anchura, alineada con la anterior, se accedía a una nueva habitación interpuesta, que actuaba como distribuidor, ya que en ella se abren otras dos puertas. Por la situada en el lado noreste, también de 1,40 m de luz, se accedía a la gran nave rectangular. Su configuración en el último momento de ocupación, presentaba cinco pies derechos centrales y varios pilares laterales, cuya función sería soportar las vigas de jácena de un posible forjado sobre el que se levantaría una planta superior (Figs. 14 y 19). En su interior debía haber alguna estructura construida mediante ladrillos trabados con mortero de cal. Su configuración invita a pensar que en esta última fase de uso pudo ser un recinto destinado a alguna actividad pública. No podemos determinar la función original y distribución, debido a que no se ha finalizado la excavación de los recintos. Como referencia, sólo podemos indicar que un edificio excavado en el Tolmo de Minateda (Hellín, Albacete), con una configuración similar y asociado a la basílica, se ha interpretado como parte del palatium episcopal (Gamo, 2006: 232; Abad et alii 2007: 173). Estos últimos relacionan el palatium de Eio con otros conjuntos similares localizados en Barcino, Falperra y los existentes en Emerita Augusta, como el edificio central de Morería, aunque situado en un momento emiral, y el templo de Diana.


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Fig. 22. Vial 6. Enterramiento nº 30 (mujer y recién nacido).

Fig. 21. Enterramientos detectados en la Vega Baja.

El segundo grupo de recintos que se excavaron del Complejo de Edificios B, fue la zona denominada como B3 en el Vial 5. En esta zona se intervino en un total de 27 recintos integrados en tres edificios diferentes, relacionados con un espacio abierto (patio). En el rincón noroeste de este posible patio se localizó el edificio de grandes muros de mampostería y sillares, trabados con argamasa (Figs. 13 y 17). La excavación de cinco de los recintos: R-1, 1A, 2A, 18 y 22, permitió situar la fase de ocupación más antigua (visigoda) y más moderna (emiral), localizadas en un mismo edificio (Figs. 14, 15, 23 y 24). Las tres primeras habitaciones (1, 1A, 2A) eran en origen una sola estancia rectangular de 25 m de longitud por 3,80 m de anchura, denominada Recinto 2. A ella se accedía desde una puerta situada en el lateral sureste. Estaba comunicada con diferentes habitaciones del lado sureste, pero no con las existentes al noroeste (Figs. 13 y 15). Antes de sufrir un aparatoso incendio, tuvo diferentes

reformas ya que se identificaron tres suelos superpuestos, el inferior y de mejor calidad de mortero de cal. Sobre este suelo se localizó el nivel de incendio/madera carbonizada. La muestra de carbón recogida de este nivel aportó una fecha por C-14 (BETA232275-UE 464), de 1550V40 BP (calibrado 1σ: 430 a 560 d. C.),44 que indicaba la probable construcción del edificio (momento en el que se había cortado la madera) entre la segunda mitad del siglo V y la primera del VI. Tras este incendio, la habitación original sufrió una reforma muy apreciable, subdividiéndose en tres habitaciones, Recintos 1, 1A y 2A, dos comunicadas entre sí, R-1A y R-2A, y una separada, denominada R-1, con acceso independiente al exterior por el lado oriental. Después de la división sólo se documentó un nivel de suelo, sobre el que se produjo el derrumbe de la nave. El material localizado sobre el suelo creado tras la división, parece indicar que se trata de recintos

44 VIAL 5. MUESTRA BETA-232275. UE464. Edad convencional por radiocarbono: 1550+40 BP. Resultado 2 Sigma calibrado (95% probabilidades): 420 a 600 (Cal BP 16001410). Resultado 1 Sigma calibrado (68% probabilidades): 430 a 560 (Cal BP 1520-1390). Intercepción de la edad por radiocarbono con la curva de calibración: 540 (Cal PB 1410). IntC a104: Calibration sigue of Radiocarbon (Volume 46, nr 2004).


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Fig. 23. Zona B3-Vial 5. Cerámica de cronología visigoda (US 476-Vial 5).

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Fig. 24. Zona B3. Cerámica de cronología emiral y «felus» (US 495 Y 371).

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de hábitat privados. Se han localizado varios hogares y una alacena (R-1). Entre el material aportado destaca una llave de bronce, un molino, fauna, una cornamenta de ciervo, cerámica de cocina, una jarra trilobulada, jarritos, cántaros decorados, orzas, etc. (Fig. 23). Se trata de un material similar en manufactura y decoración, en especial los cantaros,45 al localizado en niveles de hábitat urbanos visigodos de Mérida, fechados entre los siglos VI-VIII (Alba, 2003: 489) y que no se han detectado en las series recuperadas en sitios cercanos a Toledo como Melque (Caballero et alii, 2003: 225 y ss). En el proceso de ocupación del mismo edificio, los recintos que rodean las habitaciones R1 y 2A, por el lado sureste, ya abandonados, fueron reutilizados de forma continua hasta época emiral (R-22 y 18). Se han detectado cuatro suelos superpuestos desde el nivel de incendio. El más moderno presentaba una ocupación emiral islámica: varios jarros in situ (R-18) y cerámica similar junto a un «felus» del Emirato Dependiente, en el R-22, fechado entre los años 711-750 (García Lerga et alii, 2007: 115-138; Frochoso 2001: 334). Este parece ser el tramo más moderno de la ocupación islámica del suburbium que comienza a declinar a mediados del siglo VIII. La ocupación emiral parece reutilizar el hábitat preexistente, por lo que no debió desarrollar ningún nuevo modelo de urbanismo. Sólo se ha detectado la construcción de nuevos edificios superpuestos a los anteriores en áreas marginales, como al norte de la zona de producción (Fig. 3). Los recintos que forman estas nuevas casas son de menor porte, apenas tienen potencia y conservan sólo una o dos hiladas. Están construidos mediante muros de 0,50 m, con piedras reutilizadas/expoliadas de otros edificios. No aparecen tan organizados y bien estructurados como la fase anterior, aunque parecen disponer de espacios abiertos, en torno a los cuales se articulan las habitaciones de planta cuadrada o rectangular. Parecen asociados a los caminos empedrados nº 26, 27 y 28, el tercer momento de las vías detectadas. En los demás recintos analizados de las zonas E1, B1 y B3 (Fig. 14) se producen ocupaciones similares. La ausencia de cerámica califal en todas las series analizadas, tal y como se ha indicado en otras publicaciones, indica que durante el siglo XI, con el fin del Emirato, el yacimiento debía estar en un proceso de expolio y abandono muy avanzado (Gómez y Rojas, en prensa). Parece que la llanura de la Vega comienza 45 En este caso, su posición estratigráfica y la relación con las habitaciones reutilizadas en época emiral se pueden fechar en el siglo VII.

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a tener nuevas funciones a partir del siglo IX. Además de mantener la zona de extracción de arcillas, todavía en explotación, algunas zonas se transformaron en un uso agrario (huertas), según se deduce de los pozos y norias documentadas junto a los caminos. De igual forma otros espacios de hábitat pasaron a ser áreas de enterramiento (Fig. 13, maqbara-vial 12), a la vez que se generalizarían los procesos de expolio de los materiales constructivos. 6. CONCLUSIONES. TOLETUM, TOLETO Y TULAYTULA EN LA VEGA BAJA Aunque todavía queda una gran parte del trabajo por desarrollar, debido a que apenas se han iniciado los trabajos de excavación, los resultados muestran que los restos hallados en la Vega Baja forman parte del suburbium de la capital del reino Visigodo (siglos VI-VIII). Tal y como las fuentes escritas indicaban, estaba situado «…apud urben Toletanam…», en la llanura de más de 40 hectáreas existente al norte del casco histórico, entre las grandes construcciones romanas (Circo y Teatro) y el río Tajo. Se ha descubierto y documentado un ingente número de elementos muebles e inmuebles adscritos a cuatro fases culturales: romana, visigoda, islámica (emiral) y bajomedieval. De momento, no se han detectado estructuras o contextos de cronología prehistórica y los elementos de cronología califal son escasos y limitados a materiales descontextualizados (nivel superficial) y tal vez a la maqbara del vial 12. De cronología bajomedieval sí hay localizados recintos y diferentes contextos. Sobre las características de cada una de estas fases de ocupación, el estado tan inicial de la investigación sólo permite indicar algunos rasgos de la distribución de los edificios, sistemas constructivos, tipos de materiales empleados, cronología, etc. Sin embargo, el nulo conocimiento que se tiene de la capital del reino visigodo nos ha animado a plantear algunas hipótesis que, sin duda, se ajustarán a medida que la intervención se desarrolle en los próximos años. Uno de los datos más destacados que ha aportado la intervención es la identificación de dos grandes trazados urbanos superpuestos. Los primeros análisis apuntan a que el más antiguo podría pertenecer a la reutilización por parte de la monarquía visigoda del suburbium tardorromano, mientras que el segundo estaría relacionado con un momento avanzado de la fase constructiva visigoda de la civitas regia. Tras el 711, sólo una parte de estos edificios serían reaprovechados por parte de una población cuyo repertorio material presenta elementos con claras diferencias con res-


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Fig. 25. Zona A2. Superposici贸n de fases constructivas en torno al Complejo Termal. N潞 1

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pecto a la fase precedente y que se pueden situar en el emirato (siglos VIII-IX). Este parece ser el momento final de la ocupación de los edificios, aunque no de la utilización con otros fines del asentamiento. Toletum en la Vega Baja. Los datos parecían sugerir que, en época romana, en La Vega Baja debía existir un hábitat disperso con apenas dos o tres villas de mayor o menor importancia y con algunas necrópolis asociadas a las vías de acceso a la ciudad. El extremo sur de la llanura estaba ocupado por un gran complejo lúdico formado por el circo y el teatro (Carrobles, 2001). Sin embargo, los datos obtenidos en la excavación parecen sugerir una realidad diferente. Los elementos más antiguos detectados son diferentes tipos de fragmentos de vasijas de cerámica (T.S.H y T.S.SG) junto a alguna moneda que abarcan desde un momento altoimperial hasta el bajoimperio (García Lerga et alii, 2007: 115-138). Aparecen localizadas preferentemente en torno a la zona de producción y el área que se extiende al norte de la misma, aunque también aparecen en otras zonas de la excavación, como junto a la muralla (Fig. 3 y 14, nº 6). Las únicas estructuras asociadas a este material son un horno46 (Fig. 3, nº 1), una serie de piletas de opus caementicium y algunas áreas de extracción de arcillas, reutilizadas como basureros. Todas las estructuras aparecen muy arrasadas por las diferentes ocupaciones posteriores. Al norte de la zona de producción se localizó un edificio construido mediante muros de grandes dimensiones, con una técnica y orientación diferentes a las del resto de los recintos que le rodean. A pesar de que no se pudo completar la excavación, la posición estratigráfica respecto a los muros de las fases siguientes y la localización en su entorno de T.S.H, parecen sugerir que se trata de un recinto de cronología romana. La presencia de restos romanos tan antiguos en esta zona concreta del yacimiento (área de producción Zona D. Figs. 3 y 14) parece deberse a que es la única zona libre de edificios de las fases constructivas siguientes. Como hemos comentado anteriormente, las calzadas y edificios localizados sobre la Terraza + 1 del Tajo (zona C) muestran la existencia de uno de los primeros momentos que se extiende por gran parte de la Vega Baja (Figs. 2, 3 y 13). Se trata de edificios organizados en recintos ortogonales, de mayores dimensiones que

46 Esta estructura se ha fechado por arqueomagnetismo en el 261 d. C. (+154 años) por parte de Gianluca Catanzariti (Laboratorio de Paleomagnetismo y Arqueomagnetismo, Universidad Complutense de Madrid, Facultad de Ciencias Físicas).

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los de las otras zonas, con un escaso número de suelos superpuestos. Su orientación es similar a la del circo romano y parte de estos muros son reutilizados en fases constructivas posteriores. A esto hay que añadir la presencia de un edifico termal doméstico que podría estar relacionado con alguna de estas construcciones, fechado47 en el siglo V (1620V40 BP; calibrado a 1 σ, 400 a 440 d. C.). Otro dato que parece reforzar esta hipótesis es la reutilización de muros con esta orientación en la construcción de edificios de la que hemos denominado «fase visigoda» (edificio nº 9-figs. 3 y 13). En una organización urbana de este tipo, la conocida como «villa de la Fábrica de Armas», tendría más sentido como parte de una gran «domus» integrada en este espacio urbano que como una villa aislada. La ausencia de materiales de clara filiación islámica parece indicar que no fue reutilizado tras la instauración del Emirato Dependiente, en el VIII. Estos datos sugieren que se trata del modelo urbano más antiguo, tal vez vinculado al modelo desarrollado por el suburbium de cronología tardorromana, pero edificado en la primera fase de ocupación visigoda (siglo VI). De confirmarse esta hipótesis en un futuro, el yacimiento de la Vega no sólo sería un sitio excepcional para analizar el modelo de ciudad del reino visigodo y las primeras fases de ocupación islámica de la Península, sino también para conocer estos aspectos en la transición del Mundo Antiguo a la Alta Edad Media. Toleto. Urbe Regia del Reino Visigodo. La ausencia, hasta ahora, de cualquier referencia arqueológica de los edificios que formaron la Capital del Reino, hacen del asentamiento de la Vega Baja un sitio excepcional para el conocimiento del mundo visigodo en la Península. Los datos obtenidos han permitido confirmar la creación ex novo de grandes edificios de carácter áulico en la zona más cercana al río: el Palacio Real, las basílicas de Santa Eulalia y San Pedro y San Pablo, etc., pero dentro de un nuevo modelo urbanístico que reaprovecha, parcialmente, las construcciones anteriores, en especial en lo que respecta a las vías de comunicación (diferencias entre la primera y la segunda orientación; fig. 10). El resultado es una serie de grandes complejos de edificios relacionados entre sí, pero en los que desaparece el modelo ortogonal de los es47 Las dimensiones reducidas del establecimiento, de unos 150 m2 y el sistema de itinerario retrógrado, en el que el bañista debe volver sobre sus pasos para completar el circuito, son dos características de los balnea urbanos o periurbanos. Respecto a la cronología del edificio y su abandono a principios del siglo V, encajaría dentro del proceso general observado para Hispania (García-Entero 2005: 740 y ss).


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pacios a medida que se avanza en el siglo VII. ¿Se trata, realmente del nacimiento de un modelo de ciudad medieval y del final del modelo reticular romano impuesto en desde el siglo I a. C? En este nuevo modelo, los edificios urbanos parecen presentar una clara tendencia a concentrarse en torno al espacio ocupado por el Pretorio y las basílicas, con lo que ello puede significar como modelo de organización urbana. Lejos de ser una fase «homogénea», la excavación ha permitido determinar un número apreciable de fases constructivas en todos los edificios de las Zonas A, B y E (Fig. 14). Este dato parece confirmar la existencia de pulsaciones constructivas en la capital del reino, asociadas, probablemente, a diferentes reyes. Se consideran seguras las desarrolladas por Leovigildo y Recadero, en la segunda mitad del siglo VI, o Wamba, en el VII, entre otros monarcas. A estas habría que sumar las realizadas por parte de la Iglesia católica a lo largo del siglo VII tras la conversión de Recadero (589-III Concilio de Toledo. Velázquez y Ripoll 2000: 548 y ss.). De todos los complejos, en el que se ha documentado este proceso de forma más exacta es en el del extremo noreste de la zona del Pretorio. Los datos obtenidos en las excavaciones de los años 2001 y 2003 (Fig. 4) y 2005 (Vial 1, A1 y A3; fig. 14 y 25)48 han permitido obtener una imagen más completa de su evolución entre los siglos VI y VIII, a partir de la identificación de tres grandes fases en las que se puede ejemplificar la evolución del asentamiento en época visigoda. Una primera que abarca hasta la segunda mitad del siglo VI («hispano-visigodo inicial»), una segunda que se desarrolla hasta mediados del siglo VII («hispano-visigodo clásico») y una tercera que podría sobrepasar el 711, hasta llegar a mediados del siglo IX («hispano-visigodo final o tardo visigodo»). Fase I. Es la fase más antigua detectada (siglo VI). El complejo palaciego parece tener una pequeña área termal (Termas 1-UC 55, 75, 83, 84 y 122), de la que se conservaba parte del praefurnium, la mitad del caldarium, incluidas algunas de las pilae de la suspensura todavía in situ, los restos de una posible bañera y parte del sistema de evacuación de las aguas (Fig. 3 y Fig. 25, nº 7). Estaba excavada en el nivel de arcillas de base (445,00) y construida mediante muros de mampostería careada y sillares en las esquinas, todo

48 La excavación de esta zona, desarrollada en julio-agosto de 2005, fue una de las más complejas efectuadas en la intervención debido al gran número de agujeros de expolio masivos existentes en la zona. Una vez aislados los rellenos intactos y vaciados, se pudo excavar por UU.EE una parte de los recintos.

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trabado con argamasa. El empleo de opus signinum, de muy buena calidad, aparecía en las áreas para contener o transportar agua. Su orientación era norestesuroeste, similar a la muralla/muro de grandes dimensiones que rodeaba el complejo por su lado sureste (Fig. 3, nº 5 y 6) y a gran parte de los muros de los complejos B y E (Fig. 14). Las termas de cronología visigoda ya se han comenzado a diferenciar, como la de la calle de Nerja, en Mérida, asociada a una residencia visigoda (¿siglo VI?) y otra posible relacionada con el palacio episcopal de Barcino (García-Entero, 2005: 741; Bonnet y Beltrán de Heredia 2001: 79 y ss). No es de extrañar que la élite política, religiosa y militar visigoda y, más aún, sus reyes, dispusieran de establecimientos de este tipo. La orientación del edificio y el tipo de sistema constructivo podrían indicar que el Pretorio debía estar construido de forma similar y con la misma orientación. Su construcción, al estar en la base de la secuencia, se tendría que situar en la segunda mitad del siglo VI, asociado al primer momento constructivo visigodo. Fase II. En esta fase el edificio termal deja de funcionar, pero el espacio que la rodea se reutiliza para levantar una serie de edificios. En concreto en la zona noreste, en la que se encontraba el agujero excavado en las arcillas (prognigea), situado junto a la boca del praefurnium y en el que se encontraban los restos de cenizas procedentes de la combustión. Las termas, aunque amortizada su función original, en ese momento se mantendrían en pie rigiendo la orientación de los nuevos edificios (noreste-suroeste). Las fechas obtenidas por arqueomagnetismo, sitúan la última actividad del horno en un período comprendido entre el 488 y 63249 (siglo VI o VII). Los nuevos muros eran de mampostería de mediano tamaño, trabados con tierra y cuerpos de tapial. Estos recintos tuvieron una larga duración, como prueban los cinco suelos superpuestos documentados en los recintos localizados. En algunas de estas fases, la cara interna de los muros estaba cubierta con revocos de cal de buena calidad. Fase III. Supone una gran reforma de esta zona del complejo palatino. Para la construcción del edificio detectado en San Pedro el Verde, nº 25, se debieron derribar un número indeterminado de recintos y edificios, entre ellos el complejo termal. Los grandes ci-

49 Gianluca Catanzariti, Universidad Complutense de Madrid. Proyecto AARCH (Archeological Aplication for de Rescue the Cultural Heritage), dirigida por Mª Luisa Fonsete López.


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mientos del edificio de la basílica cortan y destruyen zócalos de mampostería, con la misma orientación y sistema constructivo que los de la Fase II. La orientación que tiene este gran edificio cambia de forma radical. Pasa a ser norte-sur, frente a la noreste-suroeste de los recintos anteriores. Esta nueva orientación parece convivir con las anteriores en las zonas cercanas al palacio y, en concreto, al sur de la zona E (Fig. 14, A2). Las fuentes escritas sitúan la construcción de la basílica de S. Pedro y S. Pablo, asociada al Pretorio, en la primera mitad del siglo VII (VIII Concilio, año 658. Velázquez y Ripoll 2000: 558). En el área de las termas, situada al este de la basílica, esta gran reforma supone que todos los edificios construidos hasta entonces, incluido el complejo termal, son derribados y arrasados hasta los cimientos. A partir de la superficie nivelada o nivel de obra obtenido, se levantaron nuevos recintos con la misma orientación que el gran edificio basilical y una orientación diametralmente diferente respecto a los edificios precedentes. Las fosas de fundación de los nuevos muros llegaron a cortar los restos del complejo termal. Los nuevos recintos están construidos mediante cimientos de mampostería trabados con barro, con sillares en las esquinas y en las jambas de las puertas. Estos sillares y los utilizados para las basas de pies derechos, con los que se levantó un porche anexo, procedían del derribo de los edificios anteriores (Fig. 25). En las nuevas habitaciones se detectaron tres suelos superpuestos (arcilla compactada y gravascantos de río), con varios hogares, algunos muy complejos, sobreelevados respecto al suelo. El edificio basilical y estas habitaciones construidas en su lado oriental eran los edificios que estaban en uso en el 711. Las nuevas habitaciones, como en el resto de los recintos analizados en la Vega Baja, no han ofrecido materiales de época califal asociados a los suelos conservados, por lo que se debieron abandonar entre los siglos VIII y IX. Tras la caída del reino, la basílica se debió mantener en pie, aunque debió ir en clara decadencia a lo largo de los siglos posteriores. Es posible que alguna de sus estructuras sirviera para construir la ermita de San Pedro el Verde, en el siglo XII. De este edificio religioso no se ha localizado ningún muro, a excepción de los enterramientos excavados en 2001 (Fig. 6). Por último, el expolio sistemático de la zona comenzó cuando todavía estaban en pie las habitaciones de este complejo. El análisis de la estratigrafía indica que, en un primer momento, la basílica y los recintos asociados no sufrieron los expolios masivos que se documentaron al sur de las termas. Hay referencias de la obtención de materiales constructivos en el si-

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glo XVI50 (Pisa, 1976: 120-121) y, sobre todo, asociados a la construcción de la Fábrica de Espadas de Carlos III, en el siglo XVIII, en el entorno de San Pedro el Verde, como las excavaciones del 2001 y 2005 se han encargado de documentar (Fig. 25). De Toleto a Tulaytula. Según la documentación analizada hasta ahora, la ocupación emiral de la ciudad parece que no llega a generar un modelo urbanístico nuevo o alternativo al anterior. Es posible que se debiera a que el suburbio entrara en una lenta decadencia a lo largo del siglo VIII que culminara con su casi total desaparición a medidos del IX o en los albores del X. En el conjunto de las zonas excavadas se percibe una clara continuidad en el hábitat del siglo VII, en el que se llevan a cabo notables reformas de los edificios (clausura de puertas originales con apertura de otras nuevas, erección de muros y tabiques que dividen y subdividen estancias, etc.). En definitiva, se reutilizaron una parte de los edificios ya existentes, a la vez que se comenzó un proceso de expolio de los materiales constructivos de otras edificaciones de las fases anteriores, que ya habían sido abandonadas. Los distintos enterramientos cristianos que se han encontrado dispersos por diferentes puntos del asentamiento, además de algunos elementos muebles correspondientes a esta fase, dan a entender que un alto porcentaje de la población seguía siendo cristiana en el siglo VIII y que gran parte de los edificios eran ocupados por altos estamentos. Las cerámicas y otros elementos asociados a estas fases constructivas son de tradición hispano-visigoda. A este registro se incorporan nuevos elementos muy característicos (Gómez y Rojas, en prensa), incluidos los monetarios, en concreto felusses norte-africanos51 de la primera época de dominio islámico (siglo VIII). No se han detectado todavía, en las series de materiales recuperados, cerámicas vidriadas y las formas tipo clásicas como ataifores, redomas, cazuelas, candiles y ollas de escotadura, aso-

Nos referimos a las «excavaciones» desarrolladas, en el por el canónigo de la catedral, Tomás de Borja, de nuevo «en el circuito de la ermita de San Pedro el Verde…», donde «…se hallaron ruinas y cimientos fijos de vara y media en ancho, piedras sillares, mármoles blancos, y debajo de tierra conductos por donde viene el agua a este sitio, y otras muchas cosas, por donde los buenos maestros de obras han dicho ser edificios de en tiempo de los Romanos». 51 Según A. Beltrán, la moneda árabe «… se extendió por la Península de la misma vertiginosa manera que las armas del pequeño ejército musulmán, a partir de la victoria del Guadalete, el 711» y, al menos, durante una gran parte del siglo VIII, en plena ocupación islámica, conviven en el sistema económico monedas romanas, visigodas, bizantinas y árabes. 50

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ciadas a un momento islámico más avanzado (siglos X-XI. Gómez y Rojas, en prensa). Las causas y factores que provocan el abandono definitivo del suburbium parecen ser varias e interconectadas. Estarían asociadas tanto a procesos generales que inciden en toda la Península, como a otras debidas a la particularidad de ser la capital visigoda. Un factor es el cambio de patrón de asentamiento detectado a partir de mediados del siglo VIII, al trasladarse los núcleos de población a hábitats encastillados de fácil defensa. El ejemplo más cercano en el tiempo es el de la ciudad de Recópolis y su traslado al cerro de Zorita de los Canes (Olmo, 1995: 214). Otra posible causa del abandono del suburbium es la serie de conflictos civiles (continuas revueltas o levantamientos contra el Califa o sus representantes) iniciados a partir de la segunda mitad del siglo VIII que, o bien tienen a Toledo como origen, o en las que se ve involucrado por su relevancia (Collins, 1989: 93 y ss). Tras estas guerras tribales, la dinastía Omeya «favorece una creciente islamización de la sociedad andalusí, que se refleja…en la proyección de la medina como un espacio esencialmente musulmán» (Aparicio, 1993: 31), frente al suburbium del modelo urbano anterior. El resultado final de este proceso es el abandono gradual del hábitat en la llanura y la creación de Tulaytula, a partir del siglo IX, sobre el cerro que rodea el río Tajo. Es curioso indicar que los edificios visigodos de la Vega no fueron reutilizados en los siglos siguientes, ni llamaron la atención de los cronistas árabes, pasando a ser borrosas leyendas sin ubicación fija. 7. VALORACIÓN FINAL Las hipótesis de trabajo que se han planteado en este trabajo han de ser consideradas como un punto de inicio para establecer líneas de investigación, actuación y discusión en los próximos años, no como un fin en sí mismas. Reiteramos que el conjunto de los trabajos está aún en una fase embrionaria. La excavación de los diferentes recintos y habitaciones no ha sobrepasado en muchos casos el primer nivel de suelo y en grandes zonas ni tan siquiera se han llegado a delimitar los edificios, cuyas dimensiones, además, superan cualquiera de las conocidas para edificios de este período. Por ejemplo, sólo el Complejo B sobrepasa los 20.000 m2 y es una parte ínfima del yacimiento (Fig. 14). Debido a la complejidad del asentamiento, por las continuas transformaciones y reutilizaciones que muestran las habitaciones hasta su clausura o derribo final, sólo la continuación de la excavación sistemática y ordenada de los rellenos permitirá, a largo

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plazo, establecer las características particulares de cada una de las fases culturales que integran el asentamiento. El estudio sistemático del material recuperado en cada suelo de ocupación, junto con el empleo de métodos de datación absoluta y el análisis estratigráfico podrán permitir enlazar y relacionar las diferentes fases de ocupación y su evolución. Una vez determinada la funcionalidad de los edificios, se estará en condiciones de poder relacionarlos con los acontecimientos históricos del reino y crear un discurso histórico en el que se entrecrucen las fuentes escritas con los datos procedentes de la excavación. Es probable que, a la vista de los resultados que presentamos en este primer avance de la documentación obtenida en las excavaciones de la Vega Baja, sorprendan tanto las dimensiones del hábitat, como su organización urbanística, pero, queremos volver incidir en que todo ese espacio representa un pequeño porcentaje de lo que, en su día, debió ser el suburbium de la urbs regia visigoda.52 En este sentido, creemos que existen indicios suficientes para pensar que la mayor parte de los edificios áulicos, así como las basílicas de San Pedro y Pablo, y Santa Leocadia, ocuparían la mayor parte de la franja que corre paralela al río.53 Situación que no deja lugar a dudas sobre el importante papel que jugó esta zona de las riberas del Tajo al elegirla como ubicación de los principales edificios del reino visigodo, razón por la cual la comprensión de este período histórico hace ineludible su estudio en íntima relación con el río. Por último, indicamos que la localización y el descubrimiento del asentamiento visigodo que hemos realizado tras la fase de sondeos del año 2001 y su posterior identificación como el suburbium de época visigoda y tardorromana (Rojas, 2001: 43), ha permitido ubicar, por fin, la parte más representativa de la urbs regia visigoda en el paisaje de la ciudad de To-

52 Aún queda por analizar, desde el punto de vista arqueológico, una gran franja de terreno sin edificaciones denominada como Actuación Urbanística Vega Baja II, al noreste del área de la excavación que llega hasta el circo romano y el PAU del circo, ocupado hasta el momento por los terrenos de un antiguo camping de la ciudad (fig. 1, nº 13 y 14). 53 Dentro de esta franja se hallan las ruinas descubiertas por Palol en el Cristo de la Vega, la villa romana de la Fábrica de Armas, las grandes cimentaciones de la clínica FREMAP, etc. (fig. 1), si bien, la mayor parte de este terreno se encuentra bajo construcciones del siglo XX. En la Vega Baja, a ambas orillas del Tajo, durante las últimas décadas del siglo XX y primeros años del XXI, se han ejecutado proyectos de construcción sin ningún tipo de control arqueológico. Esta actividad ha supuesto la desaparición de un gran números de estructuras y otros elementos arqueológicos relacionados con el complejo formado por los palacios reales y la basílica de S. Pedro y S. Pablo, entre otros (fig. 14, Zona A).


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ledo. Los descubrimientos de San Pedro el Verde, nº 25 (FREMAP), y la excavación desarrollada hasta el momento han de considerase como una vía directa para el conocimiento del mundo visigodo de la sedes regia Toletanam, basado hasta ahora, en una relectura de las fuentes escritas y en restos materiales descontextualizados. BIBLIOGRAFÍA ABAD CASAL, L.; GAMO PARRAS, B.; CÁNOVAS GUILLÉN, P. Y GUTIÉRREZ LLORET, S., 2007: El complejo episcopal de Eio (El Tolmo de Minateda, Albacete). Últimas aportaciones arqueológicas, I Jornadas de Arqueología de Castilla-La Mancha, Cuenca, 171-185. ALBA CALZADO, M., 2003: «Apuntes sobre la cerámica de época tardoantigua (visigoda) y altomedieval (emiral) en Extremadura a partir del registro arqueológico emeritense». Repertorio de arquitectura cristiana en Extremadura: Épocas tardoantigua y altomedieval, AEspA XXIX, pp 293-332. ALBA CALZADO, M. y FEIJOO, S., 2001: Cerámica emiral de Mérida, GARB, Sitios Islámicos del Sur Peninsular, 329-376. APARICIO BASTARDO, J. A., 1993: Evolución de la topografía religiosa cristiana en la urbe toledana: las iglesias mozárabes, IV Congreso de Arqueología Medieval Española, Tomo II, 31-37. ARAGONESES, J., 1957: El primer credo epigráfico visigodo y otros restos coetáneos descubiertos en Toledo, AEA, nº 120, Madrid. — 1958: Museo arqueológico de Toledo, Guías de los Museos de España, VIII, Dirección General de Bellas Artes, 75-87. ARCE, J., 2005: Bárbaros y romanos en Hispania, 400-507 A. D., ed. Marcial Pons, Madrid. BALIL, A., 1961-62: Mosaico con escenas portuarias halladas en Toledo, Homenaje al Profesor Cayetano de Mergelina, Murcia, 123-137. BALMASEDA MUCHARAD, L. J., 2007: En busca de las Iglesias toledanas de época visigoda, Hispania Gothorum, San Ildefonso y el reino visigodo de Toledo, Catálogo de la exposición, Ed. Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, 197-214. BELTRÁN, A., 1983: Historia de la moneda española, Madrid. BONNET, CH. Y BELTRÁN DE HEREDIA BECERRO, J., 2001: Origen y evolución del conjunto episcopal de Barcino: de los primeros tiempo cristianos a la época visigótica, De Barcino a Barcinona (si-

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