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¿QUE ES EL HOMBRE? El hombre glorificado - 51 El regreso al punto de partida

Y volvió Abraham a sus siervos, y se levantaron y se fueron juntos a Beerseba; y habitó Abraham en Beerseba (Génesis 22:19). La revelación de Dios en la Escritura contiene momentos estelares y otros cotidianos. Lo trascendente y temporal se dan la mano continuamente. No existe un misticismo estático y perenne. Hay días buenos y malos. Días de revelación y otros de monótono sopor. No todos los días son viernes. Después de la subida al monte Moriah, hay un descenso y regreso a la vida cotidiana. Lo hubo también en el monte de la transfiguración. Arriba gloria, abajo un padre impotente con un hijo atormentado por un demonio, y los discípulos sin capacidad para poder ayudarle. Ambas escenas forman parte de la vida. Abraham aúna todas ellas. Después de hacer un pacto con Abimelec en Beerseba, el patriarca plantó un árbol tamarisco, e invocó allí el nombre de YHWH Dios eterno. Y moró Abraham en tierra de los filisteos muchos días (Gn. 21:32-34). Luego, súbitamente, de manera inesperada, «probó Dios a Abraham» (22:1). Muchos días viviendo plácidamente en Beerseba y de pronto surge la prueba. Se inicia todo el recorrido que hemos visto en las meditaciones anteriores, culminando en la provisión, la bendición y la ratificación del pacto de Dios con el padre de la fe. Ahora la cortina del escenario abierto se cierra, la revelación da paso a la vida diaria. Pero lo que ha nacido de Dios, lo que ha salido de su boca, tiene cumplimiento. Ha sido establecido en el cielo y ratificado en la tierra. Lo acontecido en el monte Moriah quedará recogido en el Libro para todos los pueblos. La vida de Abraham continuará algunos años más, unos treinta ocho años. En ese tiempo el patriarca no volverá a tener más relevaciones recogidas en la Escritura. La vida contidiana se impuso. Varios sucesos del peregrinaje de Abraham son relatados: la muerte de Sara, la boda de Isaac con Rebeca, el nuevo matrimonio de Abraham con Cetura del que nacieron al menos seis hijos más. Todo ello en los treinta y ocho años siguientes a la bajada del monte Moriah. Abraham volvió a sus siervos, a quienes había dicho: «Esperad aquí con el asno, y yo y el muchacho iremos hasta allí y adoraremos, y volveremos a vosotros» (22:5). Y juntos regresaron a Beerseba de donde habían partido. Debemos estar dispuestos a regresar a la vida cotidiana después de haber andado en obediencia como hizo Abraham en su regreso de Moriah.


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