FULGOR DE CENIZAS

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Fulgor de cenizas

(Poesia 1998-2008)

Jose Moreno Garrido





A Mari Angeles, la mujer de mi vida, que inspiro este libro de poemas y siempre supo que lo acabaria. Ella mantiene esta voz y sus cenizas.

A mis hijas, Marta, Irene y Alejandra, que han heredado el coraje, la bondad y la sonrisa de su madre.



Fulgor de cenizas (Poesia 1.998 - 2.008)

Jose Moreno Garrido



Aunque sea ceniza cuanto tengo hasta ahora, cuanto se me ha tendido a modo de esperanza José Ángel Valente

Si el hombre pudiera decir lo que ama Luis Cernuda Un pájaro de papel en el pecho dice que el tiempo de los besos no ha llegado Vicente Aleixandre

Un incendio de sombras te ilumina Francisca Aguirre



Secreta mujer (1998)

arránqueme señora la ropa, desnúdeme, arránqueme señora las dudas, desdúdeme Joan Manuel Serrat



I

Nunca quise encontrarte en mi mirada torpe y oscura, sino en la luna que ahoga mis besos, en el agua que derrama mi sangre intacta, bajo mi piel que delata sueños olvidados. No olvides que la noche tiene celos escondidos y prefiere descubrir los ojos y temblar. Acaso un abrazo desolado, un roce imperfecto de tu vientre de espuma, un reflejo oceánico de tu pelo que despierta la luz en un mar infinito de sombras y presagios. Si te acercas con el viento me verás solo, imitando tu cuerpo con mis manos, modelando tus ojos de miel en un instante irrepetible, interminable y sonoro. Así quiero encontrarte. 5



II

La tarde no tiene nombre, ni nadie la conoce. Solo tú puedes pasar por ella sin tocarla, sin romper sus hojas de aromas, de fiebre y desencanto. Se parece a ti la tarde, cadencia de luz, imagen de sueños sutiles, rumor de árboles enamorados, estela candorosa de cielos inciertos. El sol no se esconde, se refugia bajo tus ojos de luna, lanzando destellos que la tristeza anhela, emulando un aire imaginario y sublime. Tiene celos de ti la tarde. Solo tú vuelas sobre los pájaros en un vuelo azul e inalcanzable. Solo tú atraviesas el viento y lo desangras en pétalos de amor y melancolía. 6



III

Te he visto volar con los pájaros y caer en picado sobre mi corazón, deshaciéndolo y volviéndolo a juntar, como un juguete desesperado y frágil que añora la vida y desvaría y enmudece de amor y de locura. Te he visto serpentear sobre mi cuerpo, buscándole huecos a mi piel abrasada, descubriendo nidos de inexplicable ternura, y ocultarte entre sollozos, y olvidarte. Nadie me buscó como tú. Nada supe de ti hasta mi muerte. ¡Oh paloma inalcanzable! Vives a mi alrededor despertándome con susurros de aroma cruel que me desvelan y me desviven y me desarman la voz cada mañana, amaneciéndome húmedo y desolado. Acerca tu vuelo a mi boca y surca mi herida más profunda. Acaba tu misión más venturosa desgranando un poco de luz sobre mis pálidos ojos e inunda de vida mi cuerpo con un soplo alado y certero. 7



IV

Hay un enjambre de amor en mi azotea y una luna que desvela las sombras y las oculta, soñando que vendrás esta noche e iluminarás mi casa desierta de luces y de deseo. Hay un reflejo de amor en esta estancia parecido a la luz que no conozco, y a la imagen que añoro y resucito cada día y cada instante en un esfuerzo inútil y rutinario. Hay una sombra de amor en mi almohada y una niebla blanca que me abraza y se compadece, humedeciendo mi cuerpo en un sudor que me delata. Hay un instante de amor entre las sábanas que ignora los rincones oscuros que me atormentan y que te descubre interminable y serena en un intento desesperado y último. 8



V

Cuando la luna me recuerda que no hay final en mi amargura sino túneles desiertos de aromas y parques solitarios donde los niños no juegan. Cuando tu voz, indescriptible y sonora me descubre, que no hay nada más cercano y sublime que una mirada tuya. Cuando ni el viento te socava, ni la tormenta te abruma, ni la soledad te aflige, ni mi amor te desconcierta. Con azotes de luz me acerco para tocarte siempre viva y luminosa, deshojando verso a verso mi osadía. Para sentir el miedo de tenerte y ocupar el hueco de tus brazos, abandonando en tu regazo mis sueños mas oscuros. Para ahogar en tu frente mi latido más perfecto y revivir en tus ojos una tarde deshojada de otoño. 9



VI

Secreta Mujer

Y llegas así cada tarde, solitaria y serena, rodeada tu boca de oro y violetas, agitando tu cintura de agua en interminables lamentos hasta romper el aire que nos separa Y te acercas y me envuelves y no sabes qué decirme y yo, mustio de mí, no sé cómo tocarte, si descubrir tus ojos por un instante o quedarme quieto, inerme, esperando un gesto de ternura y desangrarme hasta morir a tus pies como un ave enamorada que ignora la luz y se inmola. Y levantas la cabeza, deshaciendo la distancia con tu aliento caluroso y único que me hace temblar y estremecer mis labios en un latido inolvidable, y me das la vida que me falta para contemplar el cielo cada mañana. 10



Cuerpo desnudo (2000)

si soplaras en mi corazón, cerca del mar, llorando Pablo Neruda



El beso

Cuando echó a rodar sus ojos verdes nunca pensé que cayeran en mis manos Emilio García Montiel

Como un relámpago surgió en la noche mi boca, como siglos de luces derrumbándose a tu lado, sobre un clarísimo mar de verdes recuerdos, donde las caracolas lloran conmovidas y solas. Herida caliente donde olvidar mis deseos, donde desatar la angustia de haberte recobrado para un mundo en desatino y perverso que no conoce otro cielo que tu cuerpo desnudo. Lengua rápida y voraz que me desarma, que igual que destruye crea firmamentos dorados sobre horizontes desconocidos y ciegos y nutre de amor y de odio mi melancolía La mies en verano sobre tu frente limpia, reflejando soles lejanos de rubio perfil, donde el oriente confunde la orilla mojada con un campo fértil de girasoles y amapolas Viento huracanado de tu boca a mi boca, de mi sangre a tu sangre en una noche perfecta, desoyendo la distancia, el infortunio y la ira y amontonando los ojos en un guiño desolado Beso robado a una tarde de rojos sueños. Beso sin límite, beso claro y desbocado. Después, un largo penar y un desierto extensísimo donde sobrevivir angustiado porque nadie lo sabe. 12



No eras tú quien yo buscaba

Recorrí tus sueños por un instante pero ya te habías ido. No supe regresar sin despertarte, sin descubrir tu cuerpo blanco y esbelto como un nardo. Y no eras tú quien yo buscaba, quien rememoraba cada tarde en un intento desesperado. Pero apareciste sin remedio, sin ninguna otra esperanza que desnudarme y olvidarme. No, no eras tú quien yo buscaba, quien descubría interminable todas las mañanas en mi cama, tu cuerpo como espuma, como un mar sin retorno, más allá de un cruel horizonte. Desoí mi sangre acostumbrada, mi conocido perfil de hombre adulto y sobrevolé tu cuerpo desnudo como un águila enamorada que no escoge donde precipitarse y hundirse. No, no eras tú quien yo buscaba. 13



El amor es una boca mojada

El amor es una boca mojada, un fulgor de cenizas, un torrente de miel donde remar para siempre. Tiene bocas el amor desiertas, vientos sin aire, aires sin bocas donde olvidarse y recobrar lo vivido. No es futuro el amor, sino vivir temprano la osadĂ­a de tocar tu piel y no llorar en el intento. El amor es el agua, transparencia imperfecta donde olvidar la angustia, roce inmaculado de lluvia. Tiene luces el amor, intrĂŠpidas pasiones donde desnudar la sangre y no morir. No es venganza el amor, sino un altar sagrado donde inmolarse como ave ciega. El amor es infortunio, un llanto secreto, un cuerpo transparente donde cobijar la muerte. El amor es un cuerpo desnudo que ilumina mi estancia, un salto al vacĂ­o sobre una boca mojada. 14



Adiós a la vida

Adiós a la vida, inesperado intento de resucitar el mundo. Universo sutil donde esconder mis sombras. Realidad vivida, inútil transparencia de un cuerpo que muere. Desatino imposible de una tarde inmensa. Despedirme de ti, o buscarte, o perderte, inexorable destino de quien no tiene más miedo que saber que te vas. Adiós a este mundo derrumbado a tus pies por una vida, indestructible y destruida. Espacio sonoro donde ocultar mi sangre. Realidad fingida sin saber que era tuya la distancia, sin recordar siquiera que eres de mi soledad la piel. Desoirte o ignorarte, descifrar el mundo sin ti. Maldito destino de quien no tiene más luz que tu cuerpo desnudo. 15



Preludio

Allí...... donde la raíz se esconde sonora, donde la imagen que venero resucita, donde tu luz de sirena desconcierta, donde mi anhelo se vuelve infortunio. Allí te encuentro. Enamorada sola, sola de luces, sola de azules sueños. En la mirada roja de deshabitados ojos. En la inesperada imagen de la mañana. Allí...... donde el mar no es tan verde como tus ojos, donde nadie conoce tu cuerpo desnudo, donde el sol se oculta sin olvidarte, donde no hay color para definir la tarde. Allí estoy yo, enamorado solo, Impertérrito, obcecado contigo, muriendo en el intento rutinario de recobrarte, batiendo mis alas en un último salto. Solo deseo una cárdena luz, igual que tu deseas un aire templado. Vidas divergentes en este crudo invierno y nada me dice que vaya a cambiar. 16



Transparencia

Detrás de ti, una luz rotunda, cegadora, donde te escudas ante mi presencia siempre inquietante. Con un halo de misterio bajo tus párpados, avanzas hacia mi, serena y deslumbrante, intimidándome y retándome. Y yo no sé cómo mirarte, cómo descubrirte sin que tú lo sepas, cómo hablarte sin que me oigas, cómo explorar tu piel y no despertarte. Porque yo soy el vello que recorre tu geografía intacta, el gusano que escondes entre tus manos de seda, el agua que derramas entre los dedos cuando mojas tu frente. Yo soy transparente y sutil, como la luz vespertina. Y aunque no me ves ni me oyes, sabes que vago por tus pliegues, que recorro cuadrícula a cuadrícula tu cuerpo extenso y deslutado. No me abandones ahora, no me expulses ni me olvides. Solo déjame arder incendiado cuando el deseo te descubra. 17



Deseo

Acaso un cuerpo blanco se detenga en mi alcoba y arroje de mi los pensamientos mรกs cรกlidos y lujuriosos. Mientras lo miro, una nube cรกrdena enloquece mis pรกrpados. Mientras lo rozo, una explosiรณn de silencio me sacude la piel. Nada es tan perfecto ni tan quieto. Nadie lo conoce. Solo yo estoy conmovido. 18



Sueños

Todas las tardes, cuando el sol ya no quiere dirigirme la palabra, encuentro mi corazón prendido de un volante de tu falda. Voy vagando por tus pies como un elefante herido y descubro cada día en tus gemelos esa infinita soledad que te acompaña. Y en tus muslos blancos, la quieta virtud de quien no ama. Algo revolotea por tu cintura, como un nido de libélulas, que quisieran brillar a un sol que no es propicio. Y subir por tu espalda desolada. Y cansarse de tu vientre de ermitaño. Nalgas de hada de cuentos sobre mi piel olvidada. Nada es tan alto, tan bello ni tan perfecto como tus pechos medidos por mi mano, como si fuera la luna quien en ti descansa. Espuma de oro más allá de tu cuello, dolor de desconsuelo en tu verde mirada. Sueños de tardes, de noches limpias y de mañanas 19



Noviembre

Y cuando el viento quiere destruirse me busca por la puerta de tu casa Luis García Montero

Yo sabía que hablabas como un arrullo en la noche, que articulabas las palabras con hilos de miel, aún así me sorprendí y no pude reponerme a tanta belleza junta. Hacía tanto que no olía tu cuello bajo tus orejas que creí desfallecer cuando abrazaste mis hombros, como buscando un refugio bajo tus ojos helados sin rehuir un cuerpo a cuerpo espeluznante. Fue una mañana sin augurios cuando apareciste. Tu inesperada presencia vino a resucitar el día. Todos te miraban y felicitaban sin saber que tu sonrisa era solo mía e inquietante. ¡Oh malquerida! ¿Cómo hacer que vuelvas volando a mi alrededor aunque sangres al simple contacto de mis manos, aunque un gesto desolado te acompañe en tu aventura? ¡Oh malherida! ¿Quién te ha dicho que la tristeza tiene el color del otoño? ¿Qué ha horadado tu corazón y tus pulmones hasta vaciarlos en un cáliz que no deseo apartar? Tu tristeza es la mía, tu corazón mi sombra, tus ojos, un altar donde sacrificar mi orgullo. Nada de esto hubiera ocurrido si no hubiera estado lloviendo toda la tarde. 20



Reencuentro (2003)

Y con las manos embarradas golpeamos a las puertas del amor Alejandra Pizarnik



Reencuentro

Ayer se paró el tiempo en tu boca. Recorrí hacia atrás una vida llena de sombras y ví que nada era cierto. Redescubrí en tus ojos la ternura y en tu piel el temblor único del amor primero. Me refugié en tu vientre plateado huyendo de la lluvia repentina que partió mi corazón en dos en un suspiro tuyo. Me volví, me miré desolado en el espejo y lloré. 22



Romance de la alameda

Aire templado y nocturno, petunias en el Alcázar, tres amantes y un sueño a la alameda llegaban Paseaban entrelazados, sin miedo a las ventanas, jacarandas de luna nueva en una noche de plata.

amarga de haber perdido el viento de la nostalgia, la luna de entre las manos y el corazón que desangra.

Mirándose por las aceras llenitas de flores blancas, paseaban los tres amantes sin nadie que los turbara.

Tras el beso silencioso quedose la amante calma, sabiendo como sabía que el tiempo todo lo cambia.

Campanas daban las cuatro, las cuatro de la mañana. Ni él, ni ellas, ni nadie querían que se acabara.

Marchose conforme la amante temiendo la luz del alba, dejando a los dos amantes solos en la madrugada.

Pasos lentos, lentos pasos, bajando por calle Armas, temiendo llegar sin aire a la verja del Alcázar.

Quedaron los dos amantes las manos entrelazadas, andando pasito a paso por la alameda blanca.

Daturas y jazmines, llenitas de olores ambas, soñaban a los amantes, llorando tras de la tapia.

Nadie los vio jamás pasear de madrugada, parece que los tragaran las luces de la mañana.

A la altura de la verja, con una mano agarrada, una de las dos amantes dejó caer una lágrima.

Dicen los viejos del sitio que todas las madrugadas se oyen lamentos y llantos en la verja del Alcázar

Lágrima que él con un beso quiso, amoroso, borrarla. Ella no le dejó y le ofreció la boca amarga,

Son las petunias que lloran, desde el anochecer al alba, a los amantes perdidos por la alameda blanca. 23



Desamparado

Desamparado, lejos de ti, como un incierto volcĂĄn que no tiene quien le oiga, sino un inmenso cielo sobre su boca. Desamparado, desolado y perdido, como un mar sin retorno que desconoce la espuma y no interpreta el horizonte. Desamparado, sin nadie que lo contemple, como un hĂŠroe de silencio que olvidĂł la distancia entre la vida y la muerte. Desamparado, escenificando una muerte sin remedio, llorando lo vivido, lo no vivido sin nadie que lo olvide. Desamparado. 24



Sollozando en la ventana

Sollozando en la ventana, como un murciélago enamorado que ignora la sangre y desafía la luz en un arrebato de locura. Llanto en esta tarde inmensa donde las aves regresan a mi hogar solitario y buscan en mi espejo rincones olvidados donde el tiempo durmió su amargura. Lágrimas de desconsuelo por no haber tenido la osadía de abrazarte y descubrir tus manos en las sombras, pintando con tu pelo mis paredes y anidar en tu boca para siempre. Penar sin remedio. Recorrer el mundo sin ti, buscando donde morir olvidado o intentar recobrarte, deshaciendo el mundo hostil que nos separa ... Y amarnos.... 25



Si tú volvieras

Si tú volvieras y te encontrara de nuevo en esta interminable inexistencia, creería que Dios existe, que el canto indulgente de un ser olvidado merece vivir en el hueco sereno que dibujan tus ojos y tu boca. Si regresaras ahora del mundo desconocido que labró mi desventura, creería que los mares son verdes por la mañana, cuando las gaviotas despiertan sin que nadie las perturbe y descubren, sobre la arena, la vida. Si tú volvieras, el aire que paraliza mi aliento correría hasta tu boca, como una hélice desenfrenada que no conoce el amor ni la ternura, y que suspira por una caricia que un día dejó olvidada, lejos de ti, escondida. Si regresaras a mi vida, Descifraríamos el espacio que nos separa. Volveríamos a sentir la lluvia en la cara, la música de las violetas cuando el viento las abraza. El verdadero amor no tiene tiempo, ni espacio, ni sombras. 26



Me olvidaste

Me olvidaste. Era yo un órdago de luces que solo recogía estupefacto la soledad de tus manos. Era la imagen gris que revolvía tus cajones buscando tus aromas. Y me olvidaste. Fue tan solo un instante. Tu mirada buscó el horizonte más lejano y yo no supe tenderte una mano hacia la desdicha. Era desgarradora tu mirada. Me olvidaste. Fue una noche sin sentido, un trepidar de sueños encontrados, un lamento desbocado que el cielo no ignora. Nada pude hacer por retenerte. No hay pena más honda. Y me olvidaste. Era yo un incierto y ávido deseo que ocultabas cada tarde bajo tu cuerpo húmedo y desnudo. Era la única razón de tu existencia. Y me olvidaste. 27



Sin ti

No sabes cómo te echo de menos, cómo resuelvo las mañanas sin ti, cómo doy trámite a mi vida sin que tú lo sepas. Es como cruzar un bosque sin saber donde acaban las sombras. Como clavar juncos verdes en un desierto y no sentirse fatigado. No hay tarde de luces rojas que merezca un respiro, ni hay tarde de rojos sueños que ilumine mi calle. No sabes cómo te echo de menos. Es como arrastrar mi cuerpo ingrávido por grises calles sin aire, como perfilar la mirada y que nadie te responda. No es la noche quien reconforta, quien recoge mis lágrimas en un altar inaudito. No es la oscuridad mi aliada. No sabes cómo te echo de menos. Es como un velo tupido que oculta los ojos y no te deja temblar, como una madurez sin retorno que no desafía a la muerte. No sabes cómo te echo de menos 28



Preferencias (2004)

“… la paloma sencilla en tu ventana te informa que el dolor empieza a columpiarse en el olvido” Mario Benedetti



El abismo

Tu voz, al otro lado del abismo, como un cristal sonoro donde ocultarse o morir, donde reciclar mis sueños para un mundo nuevo que aún no conozco. Mientras, en este lado oscuro, un silencio ensordecedor, terminal y doloroso, un vagar sin sentido por calles vacías sin nadie que me mire a los ojos. ¡Cuánto daría por un soplo diminuto de tu boca, por saborear tu saliva jugosa y perversa, por reflejar en tus ojos mi figura imperfecta, por conocer de cerca tu vientre inseguro! Nada es posible. Solo el abismo. Tú y yo tan lejos uno del otro. ¡Cuánto daría por tocarte siquiera la mano, por descender sobre tus hombros y contemplarlos tan seguros y sobrios. Cuanto daría , amor mío, por un beso tuyo! Nada es posible. Solo el abismo. 30



Barlovento

Si supieras que no conozco el mar, que nunca he habitado el mar, que solo son piedras lo que recoges de mis manos. Tú dirías entonces que nadie me conoce, que me escoges y me eliges sin ningún placer previo, que me señalas con un ala desnuda y nadie me descubre oscuro y salado. Sabes que soy un desconocido solo para ti. Pero que alumbro mi estancia con tus ojos, que sostengo mi vida en una casa vacía y que cualquier sonido que recuerde unas olas me desorienta y me provoca desconsuelo. ¿Como es posible que el cielo no contenga gotas de este mar que me describes? ¿Como es posible que nadie me consuele, que todo el peso de la vida sea un andar desnudo por calles infinitas de tardes incoloras y aciagas, pero nunca junto al mar? Todo es como un invierno, inhóspito y deshojado. Pero viraré a barlovento y no miraré hacia atrás. Expondré mi rostro al filo del viento del norte y sufriré su doloroso estallido como un soplo. Nadie podrá parar este denodado intento Solo tú puedes apaciguar mi ánimo desabrido y atónito. Solo tú puedes enseñarme el mar 31



Desvelo

¿Dónde estás en esta noche maldita? Nunca debí escucharte. Has roto mi maleficio y ahora soy tuyo sin saberlo, sin poder soltar mis manos de tus sombras, de tu leve mano que sostiene esta noche con asombro ¿Por qué me dejas solo si sabes que contemplo el mundo con tus ojos?. Nada es tan cierto como mi cuerpo en un estanque de insomnio, olvidado del agua y la lujuria, huyendo temprano de una tarde sin color. ¿A dónde voy yo ahora que he descubierto tu piel en un azote de mis labios? Temblor de una noche fría y rauda que no se para a contemplarme y que vuelca toda su angustia en un cuerpo enamorado y solo. 32



Diciembre en soledad

Yo sé que no piensas en mí cuando te desprendes de la ropa y buscas entre las sábanas el temblor más inmediato. Yo sé que es difícil que pienses en mí cuando arrullas a tu amante en tu regazo y le acaricias el pelo, aunque tu perdida mirada me vislumbre una esperanza. Pero, aunque el deseo me conmueve, quedo absorto esperándote, incierto festín que me adormece, canto desgarrado de un pasado efímero. Y recuerdo aquel beso de madrugada, violento despertar de sueño y sentidos, sin más continuidad que un helado paseo por un desierto sin luces ni agua Yo sé que no piensas en mí cuando en la mañana te desperezas y fijas en el techo tu mirada azul, ahogando en tu garganta el gemido más hermoso. Yo sé que es difícil que pienses en mí cuando preparas el café antes de vestirte, cuando, valiente, te expones al frío camino del trabajo. Y llegas a la oficina, y una niebla blanca rodea tu frente. Quizás, entonces, pienses en mí. 33



Preferencias

Me gustas porque nunca me preguntas de donde vengo, ni me enredas en tus manos como si te perteneciera. Me gustas porque has creado entre tu y yo una distancia lĂĄnguida pero corta indestructible y sonora que me incentiva y conmueve. Me gustas porque sĂŠ que escondes cada noche mi sombra bajo tu ventana y me alimentas de futuro sin que nadie lo sepa. Me gustas porque me lanzas tu mirada con asombro, como si quisieras descubrirme y no llegas a entender mi sufrimiento. Me gustas porque eres distinta a las aves que dibujan mi ojos y puedes alcanzar el cielo sin tocar las nubes. Me gustas porque nadie sabe que me gustas. 34



Olor de sirena (2008)

Nunca podrá volver, pero su aliento empaña los cristales. Y su aroma Francisco Bejarano



Acaso esta noche

Acaso esté solo esta noche. Acaso no me recuerdes, pero llevo aquí toda tu vida, moldeándote con mis manos, heridas de los sueños que perdí. Solo, sin futuros, sin pasados, en un instante irreconocible, he descubierto tus ojos, cuando creía que no había más infinito que el horizonte. No es posible que un mar desierto venga a descubrirme ahora lo que daba por perdido. No es verdad que mis huesos, acostumbrados al silencio y a las sombras del miedo, descubran de repente un universo que ya solo tú conoces, desde la única galaxia que habito, hasta la última estrella que deseo. Me quedo aquí, esperándote en esta noche de desaciertos, donde intuí que el Amor me hacia un regalo que nunca podría agradecer lo suficiente. 36



Quiero

Quiero que me enseñes el mundo, que descubras para mi un mar de cielos infinitos, que seas el trueno que desvele la levedad de mi cuerpo, que alcances con tus manos un trozo de luna y lo deposites en mi vientre como un tesoro guardado en tu boca. Quiero que regreses cada día a mi estancia y leas mis poemas en las tardes de hastío, con esa voz que se parece al viento y que no puedo olvidar cuando me alejo. Quiero que dibujes de azul mi universo, mi hogar con tintas excitantes, y de olvidados colores mis sueños. Quiero que encuentres mis soles perdidos, Mis sueños perdidos, mi dicha perdida. Quiero que siembres mi jardín de silencio. Quiero que me regreses a la vida. Aún conservo tu aroma en mis manos, quiero que lo hagas esculpir a fuego en mi cuerpo. Enséñame el mundo, descubre para mí la torpeza del miedo. 37



Dejarás de amarme

Dejarás de amarme y un silencio a ciegas recorrerá mi sangre perturbada, y contemplaré, entonces, la vida desde el infierno. Como el capitán naufragado, perdido tras la estela dorada de una sirena sin rumbo fijo, no encontraré el camino de regreso, ni mi sueño más soñado. Dejarás de amarme, y un temblor único de estrellas sacudirá mi espalda en un recuerdo de caricias agotadas, cuando tus ojos rompan, de pronto, mi soledad más terrible. Como un pájaro ebrio de celos me encontrarás perdido en las cantinas de sabor azul, lanzando gritos y fados arrancados para ti de mi garganta más cantora y marinera. Pero no habrá nada que hacer Porque dejarás de amarme. 38



Encadenado

Encadenado estoy a tu boca, sin poder partir ni regresar, y entre las bocas perfiladas, un infierno de ocĂŠanos bravĂ­os y deslumbrantes. Tus ojos, oscuros de lascivia, me proponen un universo de locura, una tierra dorada de guirnaldas o una playa de arenas desbocadas. Y yo, absorto de ti, no encuentro miradas complacientes alrededor, ni sonidos solidarios. Pero estoy encadenado a tu boca, y un aire de aromas nuevos ha sacudido mi piel, y sueĂąo con dormir atrapado. 39



A partir de hoy

A partir de hoy, tu misión más certera y venturosa será controlar mis ojos, vigilar su fondo estrellado, conservar mis miradas de asombro. O dibujar mi boca con tu boca, recorriendo su contorno con tu lengua temblorosa y mojar mis dientes de lujuria. O recortar mi cintura con tus manos más precisas, incendiar mi vientre con tu vientre de hierba y magnolias. O proteger mi sexo ante la adversidad del miedo, acariciando la yerta presencia sobre sábanas mojadas por tu honda melancolía. 40



Infortunio

Ahora soy yo quien de repente sueña. Ahora soy yo quien descubre la soledad a solas. Quien construye un silencio doloroso alrededor de tu boca. ¿Qué es morir sino extrañarte en esta noche de luces inciertas, en esta madrugada inmensa que me vuelve la espalda y resuelve sin mi el infortunio? Estoy solo sin saberlo, y no es el amor mi refugio. Es el miedo de tenerte el que procuro olvidar. Es muy tarde y no es preciso soñarte para sufrir a solas. 41



Tus ojos

y la golondrina que durmiendo y llorando vive en tus ojos. Pablo Neruda

Me pides que defina tu mirada. Es compromiso estéril dibujar tus ojos, fotografiar su brillo. Nada se parece, es un arrebato de locura instalado bajo las cejas, Es el universo estrellado recreándose en sí mismo, un rayo de luz amontonado en silencios, una imagen inaudita de un sol enamorado. ¿Quien es capaz de reconocerla?, ¿Quien puede mirar tus ojos sin sentirse solo un instante?. Tu mirada es extensa, deslutada, milagro de un solo color, reflejo perdido de una vida contenida. Son tus ojos una lágrima, una voz cándida que recita poemas, una lucha encarnizada por ganar besos a la noche. No me pidas que defina tus ojos, porque me pierdo al mirarlos, que la ciencia no ha encontrado aun el secreto. Son únicos e inescrutables. 42



Sin regreso

Ya me fui, y no regreso porque nada recuerdo. Solo un aleteo de mariposas llorando, o un aire resuelto y caliente sobre mi rostro. No regreso al dolor porque en 茅l vivo y nadie puede recobrar lo que nunca perdi贸, salvo el silencio sin sombras, salvo las sombras desnudas, sin recuerdos. 43



Infinito (2008)

Si yo fuese Dios y tuviese el secreto, haría un ser exacto a ti Angel González



23.12.2003

Veinticinco

Madrid como un océano. Cabezas azules sobre una plaza sin nombre. Tú y yo de la mano. Mayor se llamaba la plaza, arcos de luces y paredes doradas. Ahora recuerdo. Por Toledo llegaban tropel de multitudes hacia la adornada plaza Luces de colores, las manos fuertemente agarradas y una mirada de antaño la misma que recordaba. Nunca fui tan feliz paseando por una plaza. Vueltas y más vueltas, al mismo sitio llegaba. Plaza Mayor. Enamorada plaza. Símbolo de mi fortuna, mi destino y tu mirada. Nunca fui tan feliz paseando por una plaza. Olores de entonces Los mismos que recordaba. 45



29.02.2008 | 4:00 am

Habitación 512

Ahora para ti la mañana es eterna, La luz intensa e inextinguible bajo la inmensidad de tus ojos. Ya nadie te vela. Solo las alondras te acompañan enseñándote el camino de la felicidad. Un universo claro te acoge y resucita para ti un mundo de violetas. Nadie ni nada es extraño en ese mar encantado, donde los jardines se suceden en una rueda interminable. Es el centro. Solo silencio. Un lugar para la eternidad donde construirás un sitio para mi. 46



Tu presencia

Ya no puedes ver desde la ventana esta mañana resplandeciente de luz y de sonidos. Ahora eres tú la mañana. Ya no puedes ver las calas de tu jardín erguirse hacia el cielo en un intento desesperado de encontrarte. Eres tú las calas. Ya no puedes ver los árboles que competían por protegerte del sol todas las mañanas. Eres tú los árboles. Ya no puedes ver tus flores que adelantaron su primavera para que pudieras irte. Eres tú las flores. Ya no puedes ver a los pájaros revolotear a tu alrededor buscando tus pequeños pies morenos Eres tú esos pájaros. Ya no puedes pasear por tu casa ordenando nuestra vida y repartiendo tu corazón. Ahora eres tú nuestro corazón, nuestra vida y nuestra casa. 47



Venus Estrella mía, tú que estás tan cerca del cielo, dime si la has visto, que yo desde aquí no puedo verla. Dime, si por las mañanas se levanta con los ojos pletóricos, como una niña llena de vida. Dime si sonríe a cada instante como si el mundo fuera un juego. Dime si llora. Porque así era cuando me pertenecía, como ahora a ti te pertenece, Yo ya no puedo verla, y la vida aquí abajo es como un suplicio, como si el simple aire de poniente no te dejara respirar. No soy capaz de vivir sin verla. Está tan lejos. A veces me parece que volviera, y busco tras la puerta su imagen de lucero, sus ojos encendidos con la miel que alguien depositó bajo sus cejas. Y no creo que sea posible que ya no pueda verla, que su piel de fruta prohibida no pueda ser mi manjar más deleitado, que la luz penetrante de sus ojos solo sea un reflejo en una fotografía. Solo sé que no puedo verla, que la busco sin descanso en el jardín y no soy capaz de ocupar su hueco entre las sábanas. Estrella mía, llévame contigo a buscarla, cruzaremos el universo, con sus mares y galaxias, hasta encontrarla de frente que es como ella miraba. Tendrá una luna bajo su brazo y una sonrisa en su mirada. Yo la miraré de frente y ella acariciará mi espalda. 48



En el tren

Viajo en tren. Un traqueteo suave ayuda a la música inmaculada de Chopin a acercarme a ti. Eres esa nube blanca que se despereza en el cielo y no se atreve a apartarse de mi mirada. Eres tú, inmóvil, extensa y celeste. Una mano de luz se acerca a mi rostro en un instante sublime. Mientras, el tren avanza y el piano gime, y sigues ahí, pegada al cristal de la ventana, sin sonreír, solo limpia y musicada, sin alejarte de mi sombra. 49



Incógnitas

y pude conocer que era la soledad el centro de este mundo Francisco Brines

En esta mañana repleta de pájaros, he descubierto que nada tiene sentido. ¿Qué camino elegirá el mundo sin tu presencia? Las aves y las plantas, los insectos y los árboles, ¿qué dirección tomarán sin el clarísimo objetivo de tus ojos?. ¿Encontrarán los frutos la dulzura añorada sin el elixir de tu boca? ¿Sabrá el aire zigzaguear por las esquinas sin la guía imprescindible de los perfiles de tu cuerpo? Y el mar, ¿podrá resolver su sonido rotundo sin oír tu voz cada día? ¿Podrá ponerse el sol sin contemplarte, o eres tú el horizonte? La soledad tiene los ojos grandes como una casa deshabitada, aunque el jardín sigue lanzando flores como si el tiempo no hubiera transcurrido. 50



En mi interior

Si estás adentro y la soledad no toca ni un ápice de tu ser extenso y consagrado. Si vuelas entre mis órganos reordenando sus sentidos como ave migratoria que asienta su vuelo en los lugares más recónditos. Si respiras mi sangre y bebes mi aire destruido, limpiando mis venas y mis bronquios como aceite que recubre la cavidad del amor. Si resuelves mi ira, instalada en la hiel perpetua, con un soplo diligente y certero. Si abres los brazos henchidos cuando a mi corazón alcanzan con un puñal de espuma los ángeles desvalidos de la noche. Si consigues instalar bajo mi piel una luna de domingo donde descansar del sueño. Entonces, absórbeme y viérteme, como trémula sustancia, en el río de la vida, para que pueda alcanzar, en un instante, tu mar infinito. 51



Yo sé que existes ¡Aquí!, donde tú no estarías, si una hermosa mañana, con música de flores, los dioses no te hubieran olvidado. José Agustín Goytosolo

Yo sé que existes, quizás más allá del mar, detrás de las montañas más altas, o en el firmamento, en todas las estrellas que admiro cada noche. Pero sé que existes porque en las mañanas percibo tu aliento como un pájaro de nieve que aletea su hermosura con un vaho encendido y luminoso. Si, estoy seguro de que existes. Solo tengo que abstraerme y recordar tu imagen de luna, clara y perfecta, deshaciendo el mundo con tu mirada, para saber que estás detrás de los cristales cuando llueve silenciosamente, como queriendo abarcar nuestra casa con tus brazos transparentes y limpios. Y en el jardín por las tardes, cuando el sol, como ríos de sangre, se posa sobre los árboles. Allí, en cada hoja te presiento, vigilante y cercana . Por supuesto que existes. Quien si no podría traspasar cada noche el silencio blanquísimo de las sábanas y depositar en mi espalda desgastada el temblor único y misterioso de saber que me velas, que cumples junto a mi el camino sagrado del amor infinito. Y amaneces mañanera en las sombras de la alcoba. No tengo dudas de que existes. 52



Este dolor

Tengo que repetirme que te has muerto, gritarme que te has ido de mis horas Julio Mariscal Este dolor que no encuentra salida, que reverbera en las entrañas como trémula voz de antepasado, que reduce a cenizas el sentido del amor y de la vida. Este dolor que ahuyenta los besos, que aleja las miradas de asombro como agua helada derramada en los ojos abiertos, que renuncia al sol y a las mañanas. Este dolor que habita las arterias que, como corredores solitarios y oscuros recorren mi geografía deslucida y austera, que se alimenta de los besos escondidos en la oquedad de las aurículas. Este dolor es la parte de ti que me queda, la que renuncia a la conciencia infinita por acompañar mis pasos hasta la muerte, la que a diario vierte en mi piel la única luz posible, la del amor. 53



Todo

y nadie a quien poder abrazarse llorando. Idea Vilariño

Todo el universo fundido en palabras. Todas las noches soñadas en la historia del mundo. Toda la luz conmovida en las tardes de otoño. Todo lo entregaría por oirte respirar, por aspirar tu hálito de flor silvestre, por detener en tus ojos mi mirada más profunda. Y levantarme tarde los domingos, junto a tu cuerpo dormido y perezoso, para contemplarte como un pétalo en un lecho de espuma Y quemarme con tu piel de tormenta, encendida por fuegos ancestrales y esquivos. Todo procuraría entregarlo a los seres sin rostro que rodean tu pelo, a los dioses vencidos de esta batalla sin nombre y sin sentido Todo lo daría, si tú volvieras. 54



13.02.2009

F eliz cumpleaños

Sopla a la vela cincuenta y cinco veces que el mar se acaba. Sopla a mis sueños una sola vez que mi aire se agota. Envidio al mar por contenerte. Desafío al aire por dominarme. Tú eres el mar. Yo soy el aire. Tú eres el aire. Yo soy el mar. Miradas cómplices en un día olvidado salvo en las semillas que plantamos con ahínco en la falda de una nube. Todavía sangran mis manos al recordar tu cuerpo desnudo. 55



Morir / Olvidar

....sin mujer en las manos, lo mejor es morir. Félix Grande ¿Alguien sabe si es posible contemplar el mundo desde un río de sombras, desde una luz opaca que estremece los párpados, desde la luna escondida y sanguinaria que revela un infierno? ¿Alguien puede decirme qué tormentas desoladas, qué lugubres cielos desatados y rigurosos, qué perversas cordilleras confunden las miradas inocentes de los seres solitarios? Ahora sé por qué mueren de amor las palomas, por qué se desnudan contra el cielo azul antes de emprender, cautivas, el vuelo picado de regreso al asfalto cruel de las mañanas. Ahora reconozco en los espejos traicioneros la imagen nítida de la piel quebrada por fracasados sueños de creer que la vida es un inmenso azul de miradas posibles. Y mientras, tú, ¿dónde estás que cuando el dolor me convoca a tu mesa, un olor de violetas golpea misteriosamente mi alma y mis sentidos hasta iluminar el camino de inciertos deseos? ¿Desde dónde observas mi desdichada compostura que una luz cuidadísima se aposenta en mi espalda, rauda y eficaz como las alondras del alba para orientar mis ojos y mis huesos al comenzar el día? ¿Por qué te marchas a cada instante dejándome solo? ¿Por qué sigues la estela de los dioses sin consultarme? No sé si morir es más duro que no olvidar, no sé si olvidar es más sensato que morir. 56



Aún despiertas

Aún despiertas entregada en mi regazo y estiras tus brazos sobre mi rostro cargado de asombros, como un ave solitaria que nunca acaba de volar. Aún ocupas estos sueños que transcribo como una leyenda furtiva que rompe la distancia entre mi corazón y el olvido. Y es por tu presencia por la que sobrevivo, por la que construyo torpemente un futuro desierto de amor y de cobijo, por la que sueño cada día con un manantial de luz. Tú me salvaste del abismo, de las palabras rotas que enmudecían el aire, de las miradas de hastío que oscurecían las tardes Pero yo nací en el abismo, o quizás era yo el precipicio por donde caían sin remedio las lágrimas como lluvias efímeras, como silencios rotos por la sangre que abrigaba mi furia. Y sé que mi destino es fundirme contigo y morir desnudo, indemnemente y sin remedio.. 57



Otros corazones (2008)

entre nosotros dos la poesía se toca como piel celeste Pablo Neruda



Tiempos A Juan Sánchez ...nada más que palabras que se encuentran, que se atraen y se juntan irremediablemente. Angel Gonzalez

Imagina dos aves gemelas que, desdeñando los vuelos puros, regresan cada tarde a la vida sin más equipaje que un poema entre las alas. Recuerda la tarde sepia, después de un rojo intensísimo, posarse sobre la mesa soltando miradas de asombro con las ocurrencias amorosas de Neruda. Imagina la luz de aquellos días penetrar en las aulas solitarias, modelando los ecos juveniles y convirtiendo la angustia en un gesto melancólico. Recuerda: "una novia pa los dos", y una imagen de blancura en la mirada. Acaso un temblor único, o un desvelo de noches inquietas. Treinta y cinco años de luces e infortunio no han sido nada para estas dos aves que disfrazan la vida de teatro y melancolía. 59



Lunas de julio A Paqui Vivas Grité al cielo, pedí una señal, el cielo no conoce ni mi nombre Juan Sánchez

Hay lunas de julio que no acontecen. No hay vientos del este que perfumen el aire. Solo hay silencios de estrellas en justa armonía con mi corazón ajado. Pedí auxilio, una señal acaso de un dios olvidado. Pero no es la noche mi aliada. Nadie me conoce ni me anhela. Solo un paseo entre las dalias reconforta mi herida y limpia de herrumbre mi soledad instalada. Pero una rama de olivo en tu boca me convoca la esperanza, y devuelve la luz a las sombras, y resuena la vida de nuevo en la distancia. 60



Intenciones A Carmen Asenjo

Yo solo quer铆a destruirme con un beso tuyo, utilizar tu boca como trampa explosiva, digerir tu lengua como veneno eficaz. Pero una miel imperturbable man贸 de tus labios, tendidos como un horizonte templado. Y embriag贸 mis fauces, reuniendo mis dientes y mi lengua alrededor de la vida. 61



A Federico Pozo Después caí en la cuenta de que los muertos éramos nosotros

Sanlúcar

Angel González

Hoy he ido a ver el mar. La lluvia repentina y obcecada no restó hermosura a una mañana sin luces pero llena de asombros.

Quizás sea el único lugar del mundo donde el horizonte no sea plano, donde la mirada se detiene porque el horizonte te mira, verde y arbolado, como guirnaldas de invierno, casi retándote.

Recorrí las calles mojadas con mis pies mojados y mi aire de marinero en tierra, Hoy no hay juanelos, Federico, es lunes y, aunque llueve, el mar está tranquilo. con la memoria atada a un tiempo Esperaba el milagro sin dudarlo. que creí borrado, pero que descubrí, De repente, malandar se ilumina, absorto, dibujado en mis manos. como un campo de trigo madurado, como una piel de mujer encendida. Lentamente descendí hasta el mar, sin dejar de mirarlo, Es el milagro diario de la luz en Sanlúcar. como si un giro leve de mi mirada A la izquierda, el horizonte me hiciera perder su visión más encantada. es aún más hermoso, Me paré frente al mar, barquitas en las piletas , como estampa derramada bajo un cielo cárdeno alli donde el río se descubre y se revela, de nubes transparentes y ociosas. donde entrega su vida después de infiernos vividos, también de cielos Me marché presuroso porque disfrutados, como, en efecto, es la vida. la lluvia arreciaba. Tengo que volver. 62



El amor el Benalup A Pepa Sánchez

Dice él: El amor es como tú y como yo Pero en silencio. Dice ella: Como una tarde aciaga pero recordándonos. Dice él: Eres tú el silencio Pero no alcanzo a descubrirte. Dice ella: Descubrir el amor es Pintar el cielo de colores Dice él: No tengo más color que tus ojos Dice ella: Entonces descubriste el amor Pero el acto sagrado de mirarnos. No es todo el amor Dice él: Todo el amor no existe Dice ella: Si tú supieras . 63



Indice

Secreta mujer I II III IV V VI

5 6 7 8 9 10

Cuerpo desnudo El beso No eras tú quien yo buscaba El amor es una boca mojada Adiós a la vida Preludio Transparencia Deseo Sueños Noviembre

12 13 14 15 16 17 18 19 20

Reencuentro Reencuentro Romance de la alameda Desamparado Sollozando en la ventana Si tú volvieras Me olvidaste Sin ti

22 23 24 25 26 27 28

Preferencias El abismo Barlovento Desvelo Diciembre en soledad Preferencias

30 31 32 33 34


Olor a sinera 36 37 38 39 40 41 42 43

Acaso esta noche Quiero Dejarás de amarme Encadenado A partir de hoy Infortunio Tus ojos Sin regreso Infinito

45 46 47 48 49 50 51 52 53 54 55 56 57

Veinticinco Habitación 512 Tu presencia Venus En el tren Incógnitas En mi interior Yo sé que existes Este dolor Todo Feliz cumpleaños Morir / Olvidar Aún despiertas Otros corazones

59 60 61 62 63

Tiempos Lunas de julio Intenciones Sanlúcar El amor en Benalup



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