Las Aventuras de Tolde en la Escuela de los Clones

Page 1

Las aventuras de Tolde en la escuela de los Clones

...


Aquel año, después de muchos inviernos, llegó el progreso. Abrieron con grandes máquinas el Paso y los niños del pueblo pudieron ir a la Escuela Clon.

Después de formar en el patio y cantar el Himno Local, el Nacional y el Continental, les explicaron las normas a los nuevos.

No se podía corretear por los pasillos, ni llevar el pelo largo, ni hacer pompas, ni silbar. Era preceptivo el uso de uniforme y estaban estrictamente prohibidos los petardos, las bombetas y los pirapedos por tratarse de artículos ruidosos y peligrosos.


Tolde era de los mayores y le toco en la A-113 con Doña Invención que le dio la bienvenida. Lo presentó a la clase y pidió mucha paciencia y comprensión con el niño nuevo que se había criado ignorante en el pueblo sin escuela.

-No te preocupes -le dijo a Tolde -aquí tenemos un libro con todas las respuestas-

A Tolde le pareció fantástico lo bien pensado que tenían todo -Es lo que tiene un sistema educativo organizado- y decidió que la escuela le iba a gustar.

...


A la hora del recreo los profesores se reunieron con impaciencia para intercambiar impresiones sobre los nuevos. -No parece nada tonto este muchacho para haberse criado salvaje -Informo Doña Invención - Pero no sabe nada. Cosas de bichos o de campo, poco masTolde le había explicado que como en el pueblo no tenían escuela, si querían saber algo, se lo preguntaban a alguien y si no lo sabía, les ayudaba a buscar la respuesta hasta que entre todos daban con alguna solución.

-Un sistema caótico y sin ningún propósito - Terció el Director justo cuando sonó la sirena que anunciaba el final del descanso.

...


Tolde se aburría un montón. Para memorizar cada pregunta la repetían de viva voz unas quinientas veces. No hacía falta de lo entendieran, pero era imprescindible que se lo supieran de memoria. Cuando no les entraba en la mollera, los profesores recurrían al capón, al tirón de orejas (o de patilla) y al zapatillazo. Ya no era la agresión indiscriminada de otros tiempos, la nueva pedagogía se imponía y cada cachete tenía su justificación educativa.

-Me duele más que a ti- solían decir, para reforzar el castigo físico con la humillación moral de la culpa. El miedo era el complemento perfecto para el aburrimiento feroz.


El libro, hasta donde habían leído, solo hablaba de cosas de Misa y vidas de Santos. Eran pequeños y en sus diminutas mentes no tenían cabida conocimientos más elevados, así que la parte interesante: si el agua arde o no, que comen los dragones, si puede llegar un pájaro, volando, volando hasta la luna o si la luz de la nevera sigue luciendo cuando se cierra la puerta, no llegaba nunca y Tolde se desesperaba. Algunas cosas importantes, como el enigma de la luz de la nevera, las iba descubriendo por su cuenta, era cuestión de ir probando.

Durante las aburridas sesiones, cuando no estaba dibujando, Tolde jugueteaba con los tornillos que armaban las tablas de su pupitre. Les daba vueltas hasta que los desenroscaba y los volvía a enroscar. Los desmontaba, colocaba tuercas en fila o hacía montoncitos antes de


volverlas a poner en su sitio. Se dio cuenta que la misma rosca encajaba perfectamente en varios de los tornillos y que en el mismo tornillo se podían enroscar varias tuercas. Se maravillaba de la perfección de un objeto tan sencillo. Como veis, era un niño que se aburría muchísimo.

-¿Se puede saber que haces con esa tuerca, que no estás atendiendo?- Bramó Doña Invención. -Me gustaría saber como se hacen los tornillos y las tuercas para que encajen todas con todos- Respondió Tolde. La clase estallo en carcajadas. La disponía a quitarse la zapatilla, disculpo al niño y aprovechó afortunadamente los niños de la

profesora, que ya se se lo pensó mejor, para explicar que escuela no tendrían


porque aprender esas cosas, destinadas a la gente sin estudios. Pero Tolde insistió: -Lo miré en el libro, donde usted dijo que estaban todas las respuestas y no lo encontré.-Te deberás esperar a que, por edad, llegues al libro que contiene dicha pregunta.- Dijo, condescendientemente Doña invención. Tolde no se daba por vencido -¿y si para entonces ya no me interesa? -Lo deberás aprender igual o suspenderás- Replicó Doña Invención, que viendo clara la oportunidad de dar una lección al muchacho, prosiguió- Serás un desgraciado y desperdiciarás tu vida haciendo los tornillos que tanto te gustan-

La clase volvió a reír y así se zanjó la cuestión.


... A pesar de sus rarezas y su obstinación por aprender cosas que no estaban en el libro, Tolde era un muchacho simpático y no tardó en hacerse amigos. El hermano de uno de ellos trabajaba en la fábrica y por eso les propuso acercarse por allí el viernes por la tarde, que la cosa estaba más tranquila -a preguntar cosas- como hubiera hecho de estar en su pueblo. La idea cayó en gracia y para allí se fueron.

Es lo que tienen los niños siempre pensando en hacer trastadas.

Los empleados de la fabrica les enseñaron todo aquello, estaban encantados en que alguien se interesase por su trabajo. Pasaron la tarde trasteando con todas las maquinas -no solo las de hacer tornillos- las montaron y desmontaron para desvelar todos sus secretos. Se embadurnaron de grasa y acabaron sucios y felices, con la sensación de que aquella tarde todos, niños y obreros, habían aprendido algo.

Tolde cogió el último autobús por los pelos

...


El lunes amaneció gris y después se puso a nevar La hazaña de los muchachos en la fabrica había corrido para entonces por todo el lugar. A muchos les hizo gracia y otros opinaban que algo habrían aprendido. Afortunadamente en el lugar había gente seria, gente sensata, cabal y capaz de ver claramente los peligros de todo aquello. Después de algunas deliberaciones decidieron despedir a los empleados que habían permitido a los niños el acceso a la fabrica. -¿Quien se creen que son para sustituir a padres y profesores en la sagrada labor educativa? Además !Podría haber ocurrido una desgracia!No quedó ahí la cosa. Se colocaron carteles sobre el uso obligatorio del casco y otras normas de seguridad.

Los niños recibieron severísimos castigos, por su bien.


Como la nevada arreciaba se cerró el Paso, por seguridad. Anunciaron que se abriría en cuanto las condiciones meteorológicas lo permitiesen. Los del pueblo no fueron aquella mañana a clase y la Escuela Clon aprovecho para recobrar la normalidad y dictar nuevas normas para garantizar una educación de Calidad, libre para siempre de amenazas disruptivas.

... Guillermo Tostón ilustraciones robadas de "Paracuellos" de Carlos Giménez


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.