Profesionalidad del Trabajo Social Chileno

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20 09

Política y práctica social basada en la evidencia:

¿Una nueva ideología o un imperativo de Derechos Humanos? ANN BUCHANAN

¿Cómo hacen investigación los trabajadores sociales?

Una primera aproximación a las experiencias de investigación de una generación de profesionales chilenos MARÍA GABRIELA RUBILAR

Miradas del Trabajo Social sobre violencia y criminalidad en el Brasil contemporáneo MYRIAM MITJAVILA

Y

PRISCILLA GOMES MATHES

Entendiendo la supervisión

Una ayuda para enfrentar nuevos desafíos MAUREEN COLE

Argumentación y toma de decisiones en Trabajo Social: Desafíos para la formación profesional

FABIOLA CORTEZ-MONROY

Escuela de Trabajo Social

Palabras y cosas para el Trabajo Social:

Sentidos y significados presentes en las estrategias de intervención utilizadas por los y las trabajadores sociales en la Región Metropolitana ALEJANDRA GONZÁLEZ

Y

LORENA PÉREZ

Equipos interdisciplinarios:

Nuevas formas de prestar servicios de salud, nuevas oportunidades para el Trabajo Social KARLA GONZÁLEZ

El voluntariado juvenil en América del Sur: Un análisis de su orientación y formalización utilizando la teoría de los orígenes sociales de la sociedad civil RENÉ OLATE

Profesionalidad del Trabajo Social chileno PATRICIA CASTAÑEDA

Y

ANA MARÍA SALAMÉ

Familias, Estado y políticas sociales.

La trama de nuevas formas de gobierno MÓNICA

DE

MARTINO


Facultad de Ciencias Sociales

J U L I O

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Política y práctica social basada en la evidencia:

¿Una nueva ideología o un imperativo de Derechos Humanos? ANN BUCHANAN

¿Cómo hacen investigación los trabajadores sociales?

Una primera aproximación a las experiencias de investigación de una generación de profesionales chilenos MARÍA GABRIELA RUBILAR

Miradas del Trabajo Social sobre violencia y criminalidad en el Brasil contemporáneo MYRIAM MITJAVILA

Entendiendo la Supervisión

- una ayuda para enfrentar nuevos desafíos MAUREEN COLE

Argumentación y toma de decisiones en Trabajo Social:

Desafíos para la formación profesional FABIOLA CORTEZ-MONROY

Escuela de Trabajo Social

Palabras y cosas para el Trabajo Social:

Sentidos y significados presentes en las estrategias de intervención utilizadas por los y las trabajadores sociales en la Región Metropolitana ALEJANDRA GONZÁLEZ

Y

LORENA PÉREZ

Equipos interdisciplinarios:

Nuevas formas de prestar servicios de salud, nuevas oportunidades para el Trabajo Social KARLA GONZÁLEZ

El voluntariado juvenil en América del Sur: Un análisis de su orientación y formalización utilizando la teoría de los orígenes sociales de la sociedad civil RENÉ OLATE

Profesionalidad del Trabajo Social chileno PATRICIA CASTAÑEDA

Y

ANA MARÍA SALAMÉ

Familias, Estado y Políticas Sociales. La trama de nuevas formas de gobierno MÓNICA DE MARTINO


Revista Trabajo Social Julio / No 76 / 2009

FICHA TÉCNICA La Revista de Trabajo Social es una publicación semestral de la Escuela de Trabajo Social de la Universidad Católica de Chile. Revista fundada en 1970. Permitida la reproducción total o parcial de los artículos, citando la fuente. ISSN 0716-9736 Santiago/ Chile. DIRECTOR RESPONSABLE

Mg. Margarita Quezada Venegas EDITORA

PhD. © Carolina Muñoz Guzmán COMITÉ ASESOR EDITORIAL

Mg. Margarita Quezada Directora Escuela de Trabajo Social U, mquezada@uc.cl

PhD. © Fabiola Cortez-Monroy Académica Escuela de Trabajo Social UC, fcortezm@puc.cl

PhD. Teresa Matus Académica Escuela de Trabajo Social UC, tmatus@uc.cl

Mg. María Olga Solar Silva Académica Escuela de Trabajo Social UC, msolar@uc.cl

PhD. Rodrigo Flores Académico Escuela de Trabajo Social UC, rfloresu@uc.cl

Mg. Liliana Guerra Académica Escuela de Trabajo Social UC, ldguerra@uc.cl

PhD. Pablo Salvat Académico Departamento Ciencias Políticas y Gobierno UAH, psalvat@uahurtado.cl

PhD. Aldo Mascareño Director Departamento Sociología Universidad Alberto Hurtado, amascaren@uahurtado.cl

PhD. Leonardo Onetto Académico Escuela de Trabajo Social Universidad Católica de Valparaíso, loneto@ucv.cl COMITÉ ASESOR INTERNACIONAL

Mg. Maestra Graciela Casas Torres Escuela de Trabajo Social UNAM, direccion.trabajosocial@gmail.com

PhD. Lena Dominelli School of Applies Social Science, Durham University, lena.dominelli@durham.ac.uk

PhD. Edward Lawlor Prof. George Warren Brown School of Social Work, Washington University en St. Louis, elawlor@wustl.edu

PhD. James Midgley University of California, Berkeley, midg@berkeley.edu

PhD. José Paulo Netto UFRJ Brasil, jpnetto@uol.com.br

Prof. Alberto Parisi Universidad Nacional de Córdoba, maestria@ets.unc.edu.ar

PhD. Ana María Quiroga ISER Río de Janeiro, qquiroga@terra.com.br

PhD. Margarita Rozas Universidad de la Plata, tsocial@isis.unlp.edu.ar

Prof. Saúl Karsz Asociación Prácticas Sociales de París, saul.karsz@wanadoo.fr

PhD. Luis Zayas Prof. George Warren Brown School of Social Work, Washington University en St. Louis, lzayas@wustl.edu

PhD. Clifton David Hollister School of Social Work, University of Minnesota, dhollist@umn.edu

PhD. Dario Menanteu Social Work, University of Minnesota; dmenante@umn.edu

PhD Alberto Godenzi Dean School of Social Work Boston College, godenzi@bc.edu

PhD. James Lubben Director PhD. Program, School of Social Work, Boston College, lubben@bc.edu DISEÑO Y DIAGRAMACIÓN Diseño Corporativo UC de la Vicerrectoría de Comunicaciones y Asuntos Públicos IMPRESIÓN Salviat Impresores Escuela de Trabajo Social, Facultad de Ciencias Sociales Universidad Católica de Chile, Campus San Joaquín. Vicuña Mackena 4860, Teléfono 0056-2-354 4606, Fax 0056-2-354 4667 www.trabajosocialuc.cl

Escuela de Trabajo Social Pontificia Universidad Católica de Chile


Sumario Editorial 7

Política y práctica Social basada en la evidencia: ¿Una nueva ideología o un imperativo de Derechos Humanos? Evidence based social policy and practice: a new ideology or a Human Rights imperative? ANN BUCHANAN

17 ¿Cómo hacen investigación los trabajadores sociales? Una primera aproximación a las experiencias de investigación de una generación de profesionales chilenos How research is done by social workers? A first approach to the research experiences of a generation of Chilean professionals MARIA GABRIELA RUBILAR

35 Miradas del Trabajo Social sobre violencia y criminalidad en el Brasil contemporáneo Some glances of Social Work on urban violence and criminality in Contemporary Brazil MYRIAM MITJAVILA

43 Entendiendo la supervisión - una ayuda para enfrentar nuevos desafíos Understanding supervision-helping to meet new challenges MAUREEN COLE

53 Argumentación y toma de decisiones en Trabajo Social: Desafíos para la formación profesional Argumentation and decision making in Social Work: Challenges for Social Work education FABIOLA CORTEZ-MONROY

65 Palabras y cosas para el Trabajo Social: Sentidos y significados presentes en las estrategias de intervención utilizadas por los y las trabajadores sociales en la Región Metropolitana Words and artifacts for Social Work: perspectives and meanings of intervention strategies applied by social workers in Metropolitan Region ALEJANDRA GONZÁLEZ Y LORENA PÉREZ

79 Equipos interdisciplinarios: Nuevas formas de prestar servicios de salud, nuevas oportunidades para el Trabajo Social Interdisciplinary teams: New ways of delivering health services, new opportunities for Social Work Education KARLA GONZÁLEZ

93 El Voluntariado juvenil en América del Sur: Un análisis de su orientación y formalización utilizando la teoría de los orígenes sociales de la sociedad civil Youth Volunteerism in South America: An analysis of its orientation and formalization using the theory of social origins of civil society RENÉ OLATE

111 Profesionalidad del Trabajo Social chileno Chilean Social Work professionalization PATRICIA CASTAÑEDA Y ANA MARÍA SALAMÉ

119 Familias, Estado y Políticas Sociales. La trama de nuevas formas de gobierno Families, State and Social Policy. The plot of the new forms of government MÓNICA DE MARTINO



Editorial La Escuela de Trabajo Social de la Universidad Católica de Chile cumple 80 años desde su fundación en 1929. Por el afán que ha marcado su existencia de ‘cambiar para permanecer’, es que podemos sostener que después de 80 años, esta Escuela es vieja y nueva, en el sentido de resguardar incólumes a través del tiempo el principio de la excelencia académica, de la innovación y del vinculación al medio. Pero también en el sentido de entender que las formas de llegar a la excelencia, la innovación y la vinculación al medio son históricas, contextuales y por lo tanto, siempre nuevas. No es extraño entonces que en sus primeros treinta y cinco años el origen diferenciador y constitutivo de la Escuela estuviera centrado en la docencia, y en promover la caridad estando ésta al servicio de la justicia social y de la dignidad de las personas; buscando como sello diferenciador su carácter católico y su énfasis en la noción de vocación. A partir de 1965 se vislumbra una nueva época donde la misión de la Escuela se define un continuo entre investigación e intervención social en proceso interactivo. En este marco es que emerge la necesidad de plasmar el conocimiento en una Revista, así, en 1970 se publicó el primer número de la Revista Trabajo Social, manteniéndose su divulgación hasta la fecha, con breves intercepciones de períodos de reflexión y renovación. Los distintos hitos del Trabajo Social fueron registrados por la Revista, entre ellos el movimiento de reconceptualización, el cual influyó la docencia, la intervención y la investigación. En este período, que finaliza en 1991, en la Escuela se avanza pioneramente en la formación de postgrado de los académicos, y en el establecimiento de ámbitos propios de la intervención social. Posteriormente, entre 1992 y el año 2002, la Escuela consolida su cuerpo académico, da valor a la investigación articulada con la intervención y asume la existencia de una relación insustituible entre intervención y un sistema de interpretación social construido en base al contexto, las diversas perspectivas conceptuales y enfoques epistemológicos,

a los marcos ético/políticos y los mecanismos de gestión que operacionalizan los tres anteriores. En una tercera etapa, reflejada en los últimos 6 años, la Escuela de Trabajo Social de la Universidad Católica de Chile se ha consolidado como un centro de formación académico de primer nivel nacional, desarrollando investigaciones e intervenciones sociales y además ha complejizado su oferta académica, avanzando en la formación de postgrado: a partir del 2003, la Escuela ofrece el primer Programa de Magíster en Trabajo Social del país. Sumado a lo anterior, la Escuela reconoce el nuevo orden global como un imperativo desde donde comprender lo social, y consolida sus vínculos internacionales con prestigiosas universidades y asegura la formación de nivel de doctorado para su planta académica, facilitando su inserción en centros académicos de calidad, con la expectativa de contar al año 2011, con un cuerpo académico que, en su gran mayoría, cuente con el grado de doctor. Los diversos énfasis puestos en cada una de las etapas descritas evidencian el esfuerzo de esta Escuela por estar atenta a los signos de los tiempos, y, siendo fiel a sus principios originales, lograr apropiarse y dar respuestas a las nuevas demandas contextuales, buscando en cada una de esas respuestas un fundamento en la excelencia, la innovación y la vinculación con el medio. Queda todavía mucho camino por recorrer, y precisamente por esto, es que en este número hemos querido convocar a distintos académicos y profesionales del Trabajo Social del mundo, a dar cuenta de sus estudios sobre formación en Trabajo Social y sobre intervención social. Son justamente estos temas los que han ocupado gran parte del quehacer de nuestra Escuela y a través de este número, esperamos plasmar nuevos desafíos de la disciplina y hallazgos reveladores de buenas intervenciones sociales, de modo de establecer parámetros y preguntas para la permanente labor intelectual a la que es llamada el Trabajo Social Margarita Quezada Venegas Directora ESCUELA DE TRABAJO SOCIAL PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DE CHILE 5



ISSN 0716-9736 / Revista Trabajo Social / No 76 / Julio / 2009 / P. 7-16

Política y práctica social basada en la evidencia: ¿Una nueva ideología o un imperativo de Derechos Humanos?* Evidence based social policy and practice: A new ideology or a Human Rights imperative? PHD. ANN BUCHANAN Ann Buchanan, PhD, M.A (Oxon), CQSW; es Directora del Oxford Centre for Research into Parenting and Children, además es profesora en Work at Bamett House y Fellow de St Hilda’s College. Dirección postal: Department of Social Policy and Social Work, Barnett House, 32 Wellington Square, Oxford OX1 2ER, UK Dirección de e-mail: ann.buchanan@socres.ox.ac.uk

Resumen En este artículo se sostiene que el Trabajo Social y la política social basados en la evidencia son un imperativo de derechos humanos. Ya no es aceptable que al momento de formular políticas sociales los gobiernos o los agentes de Trabajo Social, como los trabajadores sociales, se involucren en la vida de las personas sin una evidencia que demuestre que lo que hacen puede ser beneficioso -o al menos no dañino- para quienes son el objetivo de la política o la intervención. Este estudio sostiene que cuando los profesionales y legisladores intervienen en la vida de los demás sin una evidencia que muestre que lo que hacen podría ser beneficioso para los involucrados, no son menos culpables del daño causado y de abuso de derechos humanos simplemente porque pretendían hacer el bien. Este trabajo se divide en dos partes. La primera considera el caso del Trabajo Social y sus implicancias para la enseñanza de Trabajo Social, y la segunda considera la política social. Palabras clave. Trabajo Social, política social, práctica basad en la evidencia, derechos humanos.

Abstract This paper argues that evidence based social work and social policy is a human rights imperative. It is no longer acceptable, for governments when formulating social policies or social work agents, such as social workers, to become involved in people’s lives without some evidence that what they are doing may be beneficial or at the very least not harmful to those who are the target of the policy or intervention. This paper suggests where professionals and policy makers intervene in the lives of others without evidence that what they are doing is likely to be beneficial to the individuals involved, they are no less culpable of harm caused and human rights abuse simply because they intended to do good. This paper is in two parts. The first part considers the case of social work and it implications for the teaching of social work and the second part considers social policy. Key works. Social work, social policy, evidence based practice, human rights.

Introducción En las dos últimas décadas, ha nacido un movimiento dinámico para mejorar la protección social y de salud entregada por profesionales. Una revisión rápida de “Google Scholar” en marzo de 2005 arroja que 8.600 artículos en inglés contenían las palabras ‘evidence-based social’ (‘social basado en la evidencia’) en el título: ‘Trabajo Social basado en la evidencia’; ‘protección so-

cial basada en la evidencia’; ‘servicios sociales basados en la evidencia’; política social basada en la evidencia’. En marzo de 2006, un estudio similar reveló un total de 1.500.000 artículos, libros y ponencias sobre ‘Trabajo Social basado en la evidencia’ y ‘asistencia social basada en la evidencia’, y 1.260.000 sobre ‘política basada en la evidencia’. ¿Por qué ha aumentado tan masivamente el interés? ¿Se trata solamente de una nueva ideología o es más que eso?

* Ponencia presentada en el 33° Congreso Mundial de Trabajo Social IFSW/IASSW, Chile 2006.

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ANN BUCHANAN

En este artículo se sostiene que el Trabajo Social y la política social basados en la evidencia son un imperativo de derechos humanos. Ya no es aceptable que al momento de formular políticas sociales los gobiernos o los agentes de Trabajo Social, como los trabajadores sociales, se involucren en la vida de las personas sin una evidencia que demuestre que lo que hacen puede ser beneficioso –o al menos no dañino– para quienes son el objetivo de la política o la intervención. La historia está llena de ejemplos de abusos de derechos humanos perpetrados por profesionales supuestamente “bondadosos”, quienes han sometido a otras personas a experimentos deliberados. Este estudio sostiene que cuando los profesionales y legisladores intervienen en la vida de los demás sin una evidencia que muestre que lo que hacen podría ser beneficioso para los involucrados, no son menos culpables del daño causado y de abuso de derechos humanos simplemente porque pretendían hacer el bien. Este trabajo se divide en dos partes. La primera considera el caso del Trabajo Social y sus implicancias para la enseñanza de Trabajo Social, y la segunda considera la política social.

Los principios de los Derechos Humanos son la esencia del Trabajo Social En este encuentro de trabajadores sociales y profesores de Trabajo Social, resulta apropiado que recordemos los objetivos del Trabajo Social y sus metodologías. Resultó interesante leer el documento final de discusión que circuló sobre “Estándares globales para la educación y capacitación en Trabajo Social” (IASSW, 2004). Dadas las amplias diferencia internacionales en la práctica de Trabajo Social, debe haber sido

un documento difícil de preparar. El escrito resume de manera excelente los estándares en cuanto a la diversidad cultural y étnica, además de la inclusividad de género. Los estándares acerca de currículos centrales también están bien presentados, y se enfatiza la importancia de un entendimiento cabal de deficiencias socio-estructurales: un conocimiento del comportamiento humano y de la transacción persona –en– ambiente y cómo las creencias y costumbres culturales influyen en el funcionamiento humano; conocimiento de profesiones afines para facilitar la colaboración interprofesional; conocimiento de políticas, servicios y leyes de bienestar social; la importancia de la defensa y empoderamiento de las personas, la identificación de fortalezas en las familias y una apreciación de la diversidad. Si bien los currículos recomendados son de utilidad para comprender estos temas, parecían deficientes en cuanto a lo que el trabajador social hace realmente “para promover el cambio social, la resolución de problemas en las relaciones humanas y el empoderamiento y la liberación del pueblo para incrementar el bienestar”. Más preocupante resulta el hecho de que mientras el trabajador social tenga los valores correctos, hay muy poco que sugiera que él o ella realmente puede hacer daño. Si bien la definición de Trabajo Social indica que sus metodologías se basan en “un cuerpo sistemático de conocimientos sustentados en la experiencia y derivados tanto de la investigación y evaluación de la práctica”, existe poca evidencia de esto en los currículos recomendados. Quizás deberíamos dudar de que podemos estar seguros de que los derechos humanos y la justicia social son realmente la esencia del Trabajo Social, mientras soltamos un ejército de trabajadores sociales en el mundo con el potencial de hacer un daño considerable (IASSW, 2004).

Definición IFSW de Trabajo Social “La profesión de Trabajo Social promueve el cambio social, la resolución de problemas en las relaciones humanas y el fortalecimiento y la liberación del pueblo para incrementar el bienestar. Mediante la utilización de teorías sobre comportamiento humano y los sistemas sociales, el Trabajo Social interviene en los puntos en los que las personas interactúan con su entorno. Los principios de los Derechos Humanos y la Justicia Social son fundamentales para el Trabajo Social”. Metodología “... El Trabajo Social basa su metodología en un cuerpo sistemático de conocimientos sustentados en la experiencia y derivados tanto de la investigación y evaluación de la práctica, incluyendo los contextos locales e indígenas” (IFSW, 2006).

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POLÍTICA Y PRÁCTICA SOCIAL BASADA EN LA EVIDENCIA: ¿UNA NUEVA IDEOLOGÍA O UN IMPERATIVO DE DERECHOS HUMANOS?

Ejemplos de daño Para quienes nos recibimos en los años 70, una lectura obligatoria era Medical Nemesis de Ivan Illich (Illich 1976). La esencia de su provocador mensaje era la nueva epidemia de lo que él llamó “iatrogénesis”. “Iatrogénico” hacía referencia a un trastorno o enfermedad causada de manera involuntaria por el médico, debido a un diagnóstico o tratamiento incorrecto. Según Illich, “el médico se convierte en el agente patógeno”. El libro contenía buenos argumentos y ejemplos excelentes. Cuarenta años más tarde, todavía lo tengo grabado en mi memoria. A pesar de que leí el libro Can Social Work Survive? de Brewer y Lait (1978), nadie sugirió que lo que yo haría podría empeorar la vida de mis pacientes. Recuerdo que cuando comencé la práctica, pensaba que se me había entregado mucha información acerca de cómo ocurrían los problemas sociales, pero muy poca sobre qué hacer con dichos problemas. Ahí estaba yo, con una licencia de Trabajo Social para experimentar con la vida de las personas. Los ejemplos de daño abundan. Está la historia del estudio Cambridge-Somerville. En este estudio, un grupo de niños con un alto riesgo de convertirse en delincuentes se repartieron al azar entre la opción de no intervención y la opción de entrar a una estrategia planificada de apoyo social y psicológico. Treinta años después, se descubrió que la intervención había hecho una diferencia muy significativa en cuanto a criminalidad, alcoholismo, psicosis y muerte temprana. Aquellos que participaron en el programa de apoyo social habían tenido más problemas que quienes no participaron en el programa (McCord, 1992). En otro ejemplo más práctico, muchos creen que un debriefing1 psicológico tras un incidente grave previene el trastorno por estrés postraumático (TEPT). Las investigaciones no respaldan esta creencia. Hasta ahora, los datos acerca de la efectividad del debriefing son abrumadoramente negativos, particularmente en evaluaciones de seguimiento. Por ejemplo, según Carlier et al. (1998), entre los policías que acudieron a un accidente aéreo, aquellos que se sometieron a un debriefing mostraron un número significativamente mayor de síntomas de hiper-alerta relativos al desastre en un seguimiento 18 meses después que quienes no recibieron el tratamiento. De acuerdo a Mayou et al. (2000),

entre las personas que acudieron a un hospital tras un accidente de tránsito, aquellas que recibieron CISD2 tenían un resultado significativamente peor en tres años, en términos de síntomas psiquiátricos generales, ansiedad de viaje y nivel general de funcionamiento. Según Bisson et al. (1993), entre una muestra de víctimas de trauma de quemadura un 26% del grupo de debriefing tuvo TEPT en el seguimiento tras 13 meses, comparado con un 9% del grupo control. Es importante señalar que de acuerdo al Informe Cochrane de 11 ensayos clínicos no se encontró evidencia de que el debriefing redujera la morbilidad psicológica general, depresión o ansiedad, y se recomendaba la suspensión del debriefing obligatorio para víctimas de trauma (Rose, et al. 2001). Sin embargo, el debriefing de incidentes graves continúa siendo una terapia generalizada, a pesar de la evidencia que muestra que hace daño. En un área más parecida a la política social, otro ejemplo es la emigración de niños y niñas sin acompañamiento a Canadá y Australia. Hasta la década de los 60 y de manera bien intencionada, Barnardo’s –una respetada ONG del Reino Unido– envió a niños y niñas sin acompañamiento desde sus hogares residenciales, en el Reino Unido a una nueva vida en Canadá. Muchos padres no estaban del todo conscientes de lo que ocurría con sus hijos e hijas. Se estima que Barnardo’s llevó más de 20.000 niños y niñas a Canadá (Barnardo’s 2005). De manera similar, entre 1947 y 1953 se recibieron en Australia más de 3.200 niños y niñas desde el Reino Unido y Malta. En muchos de estos proyectos, los niños y niñas fueron ubicados en hogares dirigidos por instituciones religiosas y grupos de protección social como Christian Brothers, Barnardo’s y el movimiento Fairbridge (National Archives of Australia 2006). Si bien a muchos de estos niños les ha ido bien, otros recibieron un cuidado deficiente y/o sufrieron de negligencia o abuso, y muchos dicen hoy estar traumatizados por la experiencia de haberse separado de sus familias y no tener un sentido de identidad. En esa época se creía que la emigración les daría a los niños un maravilloso nuevo comienzo en un mundo nuevo. En 2004 los representantes de estos niños emprendieron acciones legales en contra de Barnardo’s por el daño que habían sufrido (Barnardo’s 2005). Existen muchos otros ejemplos,

1 Análisis, revisión (N. E). 2 Critical Incident Stress Debriefing (CISD), o revisión de un incidente crítico de stress, es un tipo de intervención basada en una sesión grupal única, para víctimas expuestas a un evento traumático usado para prevenir post traumatic stress disorder. (N.E.).

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ANN BUCHANAN

pero todos refuerzan el hecho de que los trabajadores sociales deben saber más acerca de la práctica basada en la evidencia si no quieren convertirse en “el agente patógeno”.

lo que hacemos”. Por muy bien intencionadas que sean, las costumbres más tradicionales pueden hacer daño, como lo demuestran numerosos ejemplos en todo el mundo.

¿Qué es el Trabajo Social basado en la evidencia?

¿Qué debe hacerse antes de llegar a las intervenciones basadas en la evidencia?

Definición de Trabajo Social basado en la evidencia: “Es la integración de la mejor evidencia científica con experiencia clínica y valores” (Sackett, Straus, Richardson, Rosenberg & Haynes, 2000 p1) “Es el uso conciente, explícito y juicioso de la mejor evidencia actual en la toma de decisiones sobre la atención de pacientes individuales” (Sackett et al, 1997, p2) “La atención de salud basada en la evidencia se refiere al uso de los mejores conocimientos actuales en la toma de decisiones sobre grupos y poblaciones” (Gray 2001) En la primera definición se destacan los tres componentes: mejor evidencia científica, experiencia clínica y valores. Los valores no sólo se relacionan con comprender la diversidad y los valores culturales. Se sostiene que es éticamente inaceptable experimentar con la vida de las personas a menos de que exista alguna evidencia que indique que lo que se hace en el nombre del bien realmente puede ser de ayuda. Implementar enfoques basados en la evidencia es un gran desafío. Implica un cambio de actitud y humildad para aceptar nuevos perspectivas. Una de las mayores barreras en la práctica basada en la evidencia es la tradición: “siempre hemos hecho las cosas de esta manera”. Otra es: “a las personas les gusta

Hay cinco etapas en el desarrollo de la práctica basada en la evidencia. El punto de partida es la identificación de un comportamiento o una condición como problema social. Al decidir qué es un problema social, deberá contextualizarse de acuerdo a las normas y valores, ética y moralidad, y la identidad grupal/nacional en una sociedad en particular. Distintas sociedades en épocas diferentes tendrán visiones distintas acerca de lo que es o lo que no es un problema social (Buchanan, 2000). Cuando se ha definido un problema social, las siguientes dos etapas son descubrir el alcance del problema social (o epidemiología) y lo que se cree son las causas (etiología). A nivel de Trabajo Social, en un área local se pude querer establecer un proyecto para prevenir que los jóvenes cometan delitos. En este caso, se recopilará información acerca de la cantidad de delitos, el número de delincuentes juveniles conocidos y las características de los delincuentes juveniles, y se investigará la literatura internacional para ver si los delincuentes juveniles de occidente compartían características similares. De ser así, podría ser adecuado “replicar” una terapia “efectiva” de los Estados Unidos y adaptarla a las necesidades locales. En los Estados Unidos se ha invertido en numerosos Ensayos Clínicos Aleatorizados y Controlados (ECAC). Al igual que en la medicina, los pacientes –o en este caso los delincuentes juveniles– se reparten de manera aleatoria en dos tipos de tratamiento. Al final del tratamiento,

FIGURA 1

ETAPAS PARA LA PRÁCTICA BASADA EN LA EVIDENCIA (de Buchanan et al 2000)

Un problema social en su contexto cultural

Epidemiología

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Etiología

Pruebas de eficacia

Pruebas de efectividad

Difusión


POLÍTICA Y PRÁCTICA SOCIAL BASADA EN LA EVIDENCIA: ¿UNA NUEVA IDEOLOGÍA O UN IMPERATIVO DE DERECHOS HUMANOS?

se ve a qué grupo le ha ido mejor. Estos ensayos se llaman Pruebas de Eficacia y suelen llevarse a cabo en centros de excelencia. En este caso se procede a las Pruebas de Efectividad, lo que implica poner a prueba el programa modelo en un entorno no clínico. ¿Funciona este modelo de tratamiento en nuestro entorno? La etapa final es la difusión, donde se replica un programa efectivo en un país o área que tenga características similares (Buchanan, 2000). En la actualidad, muchos programas ofrecen capacitación a los profesionales para garantizar “fidelidad”, es decir, que el programa se lleve a cabo según lo esperado. Existen otros problemas sociales que pueden ser más complejos. Por ejemplo, el VIH/SIDA tiene una etiología muy diferente en distintas partes del mundo. En los Estados Unidos se trata de un problema que afecta principalmente a la comunidad homosexual, en África es un problema heterosexual y en algunos lugares de Asia es un problema que afecta a las mujeres afectadas por el comercio sexual. Por lo tanto, no tendría sentido “replicar” un programa de Estados Unidos que podría tener como objetivo un sector equivocado de la población. Antes debe llevarse a cabo un análisis de necesidades o buscarse más información acerca de la epidemiología y la etiología (los factores de riesgo y protección). Existe mucho debate acerca de los estándares de evidencia. Se necesita una evidencia científica sólida para evitar conclusiones, resultados o resultados esperados inválidos. Generalmente se aceptan los Ensayos

Clínicos Aleatorizados y Controlados (ECAC) como el “patrón oro” en las investigaciones. Sin embargo, muchas intervenciones de Trabajo Social involucran a poblaciones, escuelas y comunidades enteras donde puede ser más difícil y costoso organizar ECAC. Acá pueden ser muy útiles los datos estadísticos. Otros diseños, como los cuasi-experimentales y los estudios cualitativos donde el consumidor comparte sus experiencias, también pueden ser de real utilidad. Quizás la evidencia más sólida venga de diversos estudios de investigación utilizando distintas metodologías en diferentes contextos. Al final, el trabajador social debe tomar una decisión en base a las investigaciones disponibles y en el contexto en el que trabaja, con respecto a qué intervenciones tienen las mejores probabilidades de ser útiles y las menores probabilidades de causar daño.

El profesional competente Trabajo Social basado en la evidencia Eileen Gambrill (2005) cree que cuando se trabaja a nivel del individuo, la evidencia científica es solo una parte del todo: Primero el profesional debe comprender las características del paciente y las circunstancias en las que vive él/ella o la familia. En este sentido, los trabajadores sociales deben conocer tanto el alcance del problema como sus posibles causas. Luego, el profesional competente debe establecer las preferencias y deseos del paciente. En un mundo ideal

FIGURA 2

UN MODELO PARA LAS DECISIONES BASADAS EN LA EVIDENCIA EN LA PROTECCIÓN SOCIAL (Gambrill, 2005)

Características del cliente y sus circunstancias

Pericia clínica

Preferencias y acciones del cliente

Evidencia científica

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ANN BUCHANAN

se podría preguntar al paciente: “¿cuál sería su escenario ideal?” Luego, este “escenario ideal” debe ajustarse a las realidades actuales de la situación de cada paciente. Por ejemplo, en casos de delincuencia, maltrato infantil y salud mental, esto puede significar asegurarse de que el paciente comprenda las repercusiones legales de sus actos. Posteriormente, el profesional aplica lo que conoce en base a la evidencia científica. Por ejemplo, en una situación de maltrato infantil donde el padre es muy agresivo, puede haber un programa local para el control de la ira que podría ayudar. Pero esto no es todo. Cada persona es única. Al final existe un elemento de experiencia clínica al decidir cuáles pueden ser las mejores intervenciones para ayudar al paciente.

Oxford - un centro de actividad basada en la evidencia En el Reino Unido, Oxford ha estado en el centro de gran parte de este movimiento. En 1993 Sir Ian Chalmers fundó la Cochrane Collaboration. Sir Ian era un médico general que sentía que los médicos se confundían con la cantidad de investigaciones y los distintos tratamientos recomendados para los mismos síntomas. El juramento hipocrático “no hacer daño” sustenta la práctica médica en todo el mundo, pero ¿cómo podría un médico general moderno asegurarse de que su práctica se basa en “la mejor evidencia” de que está ayudando a no dañar al paciente? Ian Chalmers refinó la metodología de las “revisiones sistemáticas”. Se trata de revisiones que analizan sistemáticamente los hallazgos de diversos estudios de investigación acerca de un tema en particular y llegan a una conclusión general acerca de los méritos de tratamientos específicos para problemas específicos. Actualmente la Cochrane Collaboration es una organización internacional e independiente sin fines de lucro, dedicada a elaborar información actualizada y precisa sobre los efectos de la atención médica disponible en el mundo. Produce y circula revisiones sistemáticas de intervenciones de atención médica y promueve la búsqueda de evidencia en la forma de ensayos clínicos y otros estudios de intervenciones. El principal producto de la Collaboration es la Cochrane Database of Systematic Reviews [Base de Datos Cochrane de Revisiones Sistemáticas], que se recopilan en The Cochrane Library (Cochrane, 2006) y que están disponibles en Internet sin costo. Muchos de nuestros estudiantes utilizan revisiones publicadas por Cochrane Libray para sus tesis de Magíster. 12

La Campbell Collaboration - la división de educación, bienestar social y justicia penal El siguiente paso lógico fue la idea de que las investigaciones sobre intervenciones sociales también debían revisarse de manera más sistemática. En diciembre de 2000, el Centro Cochrane en el Reino Unido transfirió los elementos de educación, bienestar social y justicia penal de su trabajo a una nueva organización, la Campbell Collaboration. Esta organización comenzó a aumentar el archivo de inmediato. Hoy existen casi 12.000 ensayos aleatorios y posiblemente aleatorios sobre educación, bienestar social y justicia penal. Cada registro en el archivo contiene información sobre citaciones y disponibilidad, y por lo general incluye un resumen. El público puede acceder a ellos sin costo a través de Internet. Magíster en Trabajo Social basado en la evidencia de la Universidad de Oxford La Barnett House, en la Universidad de Oxford, tiene una larga trayectoria en investigaciones sobre problemas sociales, enseñanza y práctica. Como tal, quizás fue la precursora del actual movimiento basado en la evidencia. Se estableció en 1914 en memoria de Canon Barnett, un antiguo rector de Toynbee Hall, la primera residencia universitaria que se había fundado en Whitechapel 30 años antes para dedicarse a los ideales del servicio social e investigación social. La nueva institución en Oxford sería un centro para el estudio de problemas sociales y económicos, además de la educación y preparación de hombres y mujeres para el Trabajo Social y la investigación social. En años recientes, ha habido dos corrientes interrelacionadas en el Departamento. Por un lado, existe un Programa de Magíster en Política Social Comparativa, y por otro está el Magíster en Trabajo Social Profesional. En los diversos centros de investigación se realizan importantes programas de investigación, particularmente: el Centro de Investigación Basado en la Evidencia, del cual soy miembro, el Centro de Investigación sobre Desventaja Social, el Centro Oxford para el Derecho de Familia; mi propio centro, el Centro para la Investigación de Paternidad e Hijos y el Proyecto Oxford de Población (OXPOP). En el año 2003, en un emocionante nuevo desarrollo, nació el Magíster en Trabajo Social Basado en la Evidencia. Con él se reemplazaba el programa de capacitación profesional anterior para trabajadores sociales, y se expandía la corriente doctoral (www. apsoc.ox.ac.uk). Recientemente los gobiernos del Reino Unido, Suecia, Noruega y otros han solici-


POLÍTICA Y PRÁCTICA SOCIAL BASADA EN LA EVIDENCIA: ¿UNA NUEVA IDEOLOGÍA O UN IMPERATIVO DE DERECHOS HUMANOS?

tado al Departamento que realice un número de revisiones sistemáticas para informar sobre políticas y prácticas futuras. Importantes ensayos de intervención también dicen relación con intervenciones de paternidad, divorcio y una importante nueva corriente liderada por Don Operario sobre intervenciones sociales para el VIH/SIDA.

Entonces, ¿qué hemos aprendido? Los últimos tres años han sido una rápida curva de aprendizaje. Nuestros estudiantes vienen de todos los continentes en el mundo: Chile, Argentina (todavía no Brasil), los Estados Unidos, Canadá, países europeos post-comunistas, Rusia, India, China y Australasia. Al comenzar el curso nos propusimos encontrar “intervenciones basadas en la evidencia”. Los estudiantes utilizaron Internet para encontrar evidencia que apoyara las intervenciones para condiciones como la depresión posparto, el VIH y el abuso de drogas. Recuerdo muy bien el primer año. En el grupo de depresión, el alumno de los Estados Unidos encontró diversos ECAC que mostraban que la Terapia Cognitivo-Conductual individual era efectiva para tratar a mujeres con depresión. El alumno de Rumania señaló que “era espléndido, pero en Rumania había un trabajador social por al menos cada 1.000 mujeres con depresión, y no había cómo organizar un tratamiento individual”. El alumno de India dijo que él también tenía un problema, ya que “en India no existe la palabra depresión”. Los estudiantes continuaron la discusión. No se trataba de que en India no hubiese madres con depresión. La tasa de suicidios de madres lo desmentía, pero era un tema sensible. Entonces, ¿cómo podían ayudar a estas madres sin causarles un estigma potencialmente dañino? Finalmente los estudiantes decidieron que, ya que la mayoría de las madres asistían a algún tipo de clínica de servicio social para niños y niñas, era necesario capacitar a los trabajadores para identificar y obtener un apoyo discreto para las madres con depresión. La enseñanza sobre VIH ha sido igualmente dramática. Actualmente Don Operario trabaja en una investigación sobre intervenciones sociales para reducir la frecuencia de VIH/SIDA en China. En ese país la homosexualidad es ilegal, por lo que el VIH/ SIDA contraído mediante ese tipo de relaciones debe manejarse con especial sensibilidad. Muchas personas también se han infectado al comprar sangre que venden las personas pobres de las áreas rurales, algunas de las cuales están infectadas con VIH. Lo que Don debe hacer es comprender la naturaleza de las sensibilidades del problema antes de que pueda

realizarse alguna intervención. El potencial de hacer más daño es muy alto. Tal vez lo más importante es que hemos aprendido que existe una jerarquía de evidencias. Si bien el Ensayo Clínico Aleatorizado y Controlado puede ser el patrón oro, este mismo tiene sus limitaciones, ya que solo hace referencia a una muestra en particular, en un momento en particular, y puede no ser culturalmente apropiado. Ahora sabemos que la mejor evidencia tiene múltiples focos que vienen de distintas investigaciones, y que ha utilizado metodologías y muestras diferentes en distintas partes del mundo. Lo que hemos debido hacer es entrenar a nuestros estudiantes para que sean críticos con respecto a la investigación y que comprendan lo que las investigaciones pueden y no pueden decir. Principalmente, hemos aprendido que quienes intervienen en la vida de los demás, particularmente como agentes del estado, sin importar en qué parte del mundo trabajen, necesitan estar conscientes de que pueden hacer daño. El hecho de que no existan investigaciones disponibles en su área o en su tema no es excusa. El trabajador social debe descubrir lo que se sabe de otras áreas, juzgar cuán relevantes pueden ser los hallazgos para su trabajo y luego decidir si una intervención efectiva conocida de otra área debe adaptarse a las necesidades de sus pacientes. Además, debe asegurarse de evaluar lo que está haciendo e informar a otros sobre sus hallazgos. Es así como construimos el banco del conocimiento.

Política social basada en la evidencia En cuanto a la política social, la tarea es más difícil. La política basada en la evidencia todavía se encuentra en una etapa embrionaria. En muchas sociedades, las fuerzas políticas dominantes son fuertemente ideológicas, y estos gobiernos están menos interesados en utilizar las investigaciones para informar acerca de políticas. A John Milton Keynes se le atribuye el haber dicho: “no hay nada que los gobiernos odien más que estar bien informados, porque hace que los procesos de tomar decisiones sean mucho más complicados y difíciles”. También se dice que Ronald Reagan tomó la mayoría de sus decisiones basado en la astrología, ¡y la verdad es que le sirvió bastante! (Mulgan, 2006). Pero los tiempos están cambiando. Actualmente, las instituciones globales, la OCDE, el Banco Mundial, las reformas de mercado europeas y el PNUD están haciendo estudios comparativos for13


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males acerca de cuán bien les va a los distintos países (por ejemplo, el Informe de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo, 2004). Una de las fuerzas para el cambio más potentes del gobierno británico ha sido aprender cuán bien les ha ido comparado con otros países. Esto demostró que el Reino Unido tendía a compararse con los Estados Unidos, pero a los Estados Unidos por lo general les iba mucho peor que al Reino Unido en temas como el crimen, la política social y los niños y niñas viviendo en la pobreza, mientras que a otros países en Europa les estaba yendo mucho mejor. La globalización del conocimiento hace difícil esconder los resultados de malas políticas de gobierno. Los medios están en todos lados, demostrando distintos estándares de vida, discriminación y abusos de derechos humanos. Con Google, en 0,14 segundos cualquier ciudadano puede reunir un conjunto creíble de información sobre cualquier asunto para el cual desee buscar una respuesta. Pero ¿hasta qué punto podemos discutir que un mal gobierno - o un gobierno que ignora la evidencia para implementar mejores políticas - está cometiendo abusos de derechos humanos? La Enciclopedia Filosófica Stanford (0,84 segundos en Google) resume los derechos inherentes en la Declaración Universal de Derechos Humanos, 1948. Declaración Universal de Derechos Humanos (Naciones Unidas 1948)

a. Derechos de seguridad - protección contra el asesinato, masacre, tortura y violación. b.Derechos de libertad: protección de la libertad en áreas como creencia, expresión, asociación, reunión y movimiento. c. Derechos políticos: reuniones, protestas, votaciones, servicios en cargos públicos. d.Derechos al debido proceso que protegen contra los abusos del sistema legal, como encarcelamiento sin juicio, juicios secretos y castigos excesivos. e. Derechos de igualdad; ciudadanía igualitaria, igualdad ante la ley. f. Derechos de bienestar (o derechos económicos y sociales): provisión de educación, protecciones contra propiedad y hambre. Cualquier país que ratifica un acuerdo de derechos humanos de las Naciones Unidas se compromete a respetar e implementar los derechos cubiertos por el acuerdo. También se compromete a aceptar y responder a un escrutinio internacional y crítica de 14

su cumplimiento. El PIDCP señala que los estados participantes deben informar periódicamente acerca de su cumplimiento del acuerdo. “Los derechos humanos son una aspiración... se trata de evitar lo terrible en lugar de lograr los mejores estándares mínimos” (Stanford Encyclopedia, 2006). El dilema es que en un mundo globalizado los estándares están cambiando y que lo “terrible” y lo “mínimo” son objetivos en movimiento. ¿Deberían los ciudadanos estar felices con políticas ineficaces para aliviar la pobreza y mejorar la educación y la salud cuando las investigaciones pueden demostrar que hay mejores maneras de alcanzar los mismos fines por un costo similar? Los gobiernos democráticos pueden estar impulsados por las ideologías y ser bien intencionados, pero ¿no es un abuso de los derechos humanos negar remedios eficaces a los ciudadanos para sus males sociales? Por supuesto, los gobiernos tienen otras consideraciones. La evidencia o el conocimiento viene en muchas formas (Mulgan, 2006). Existe el conocimiento de política: por ejemplo, ¿qué funciona para combatir el crimen? Luego está el conocimiento científico: ¿qué es responsable del cambio climático? También está el conocimiento profesional, el conocimiento que viene de enseñar acerca de la práctica médica o de bienestar social. Algo muy importante en las sociedades democráticas es el conocimiento de la opinión pública, que puede o no coincidir con el conocimiento científico. El desafío para el servicio público en cualquier país es cómo entender todos estos distintos tipos de conocimiento. Otra dificultad es que en algunas áreas existe un amplio consenso acerca de lo que se sabe, por ejemplo, microeconomía, mercados laborales, algunas áreas de la medicina - acá el conocimiento de política es similar a la ciencia natural. Pero en otras áreas existe un gran desacuerdo sobre lo que se sabe, y la evidencia es muy delgada. En estos campos, los gobiernos democráticos tal vez deban adelantarse a las investigaciones para responder a los requerimientos de sus constituyentes, pero siempre estará disponible una fuente de conocimiento bastante confiable. Cuando falta conocimiento, quienes experimentan los males sociales pueden ser informantes confiables sobre el impacto de las políticas de gobierno.

¿Cómo puede la política basarse en la evidencia? En el Reino Unido, recientemente concluí una revisión sobre el impacto de políticas gubernamentales en niños y familias en riesgo de exclusión social (Buchanan et al. 2004). Esto puso en relieve las


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muchas maneras –aunque aun son imperfectas– en que el Reino Unido de Blair intenta incorporar la evidencia a los procesos de elaboración de políticas. En la etapa de formación de políticas, grupos interesados claves realizan sondeos, generalmente en focus groups en los que participan académicos, y en las mismas condiciones con usuarios y proveedores de servicios. Le sigue un proceso más amplio de consulta, tal vez en la forma de un Libro Verde. Una vez que se formula una política el gobierno publica Acuerdos de Servicio Público (PSA, por sus siglas en inglés), que señalan los objetivos de la política en un área en particular, por ejemplo para aumentar logros educativos entre los jóvenes. Para monitorear la política, los documentos gubernamentales describen indicadores de desempeño, que mostrarán si la política va por buen camino. Estos serán, por ejemplo, los niveles que han logrado niños que viven en la pobreza en las Pruebas de Rendimiento Estandarizado (SAT, por sus siglas en inglés) a los 7, 11 y 14 años en diversos colegios. Otro indicador es la cantidad de ausentismos escolares en un período en particular. Se publican objetivos acerca de lo que el gobierno espera lograr mediante sus políticas: por ejemplo, para aumentar el número de niños que reciben comidas gratis o que alcanzan el nivel 4 en las SAT, o para reducir el número de días educativos perdidos por ausentismos injustificados. Luego se entregan fondos a las organizaciones para enfrentar bajos niveles de desempeño y altos niveles de ausentismo. Para evaluar la política, el gobierno tiene una variedad de datos potenciales. Tiene los “datos de tendencia” o las estadísticas de los indicadores de desempeño recopilados por estadísticos gubernamentales. En muchos casos estos se publican para “nombrar y avergonzar”, por ejemplo, autoridades educacionales con bajo desempeño. El Gobierno también solicita evaluaciones de distintos aspectos de sus políticas a evaluadores externos. Para nuestro trabajo para la Unidad de Exclusión Social, se nos pidió que hiciéramos una revisión de todas las evaluaciones y de la literatura formal y “gris”. Finalmente, para este proyecto también solicitaron estudios de caso: entrevistas cualitativas en profundidad con padres e hijos que podrían verse afectados por el problema. En los Proyectos de las Naciones Unidas para el Desarrollo se utiliza un enfoque muy similar. Por ejemplo, los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) representan un conjunto de metas y objetivos mensurables y sujetos a limitaciones de tiempo para combatir la pobreza, el hambre, las enfermedades,

el analfabetismo, la degradación medioambiental y la discriminación hacia las mujeres. Surgidos de la Cumbre del Milenio de las Naciones Unidas de 2000, los objetivos son el medio para acelerar el paso del desarrollo en el mundo y para medir resultados concretos (UNDP 2004). En un mundo globalizado es difícil ignorar la evidencia, en especial cuando hay sólidas investigaciones sobre cómo se puede mejorar la protección y el bienestar de los ciudadanos, respetando costumbres culturales y reconociendo la disponibilidad de recursos económicos. En este trabajo diríamos que hacer eso –ignorar la evidencia– sería un abuso de derechos humanos.

Trabajo Social y política social basados en la evidencia. ¿Una nueva ideología o un imperativo de Derechos Humanos? El viaje recién ha comenzado. En el Trabajo Social y en la educación de trabajadores sociales tenemos un largo camino que seguir antes de que podamos decir que nuestra práctica está “basada en la evidencia”. Cuando comencé mi práctica como trabajadora social, un sabio psiquiatra mayor me dijo en 1970: “en mi vida, no hemos sabido realmente lo que les haremos a las personas, pero en tu vida podrían saberlo”. El banco de conocimientos en el Trabajo Social está creciendo. La política social basada en la evidencia tiene tal vez un viaje mucho más largo. Recién estamos comenzando a saber cómo hacer un mejor uso del conocimiento que está disponible. Sin embargo, insisto en que la política y práctica basadas en la evidencia no son solo una nueva ideología; son un imperativo de derechos humanos. El solo hecho de que tengamos buenas intenciones no nos hace menos culpables del daño hecho a los demás que si nuestros actos fuesen deliberados.

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ISSN 0716-9736 / Revista Trabajo Social / No 76 / Julio / 2009 / P. 17-34

¿Cómo hacen investigación los trabajadores sociales? Una primera aproximación a las experiencias de investigación de una generación de profesionales chilenos How research is done by social workers? A first approach to the research experiences of a generation of Chilean professionals MARÍA GABRIELA RUBILAR María Gabriela Rubilar es © Doctor por la Universidad Complutense de Madrid, actualmente es académica de la Escuela de Trabajo Social, P. Universidad Católica de Chile. Su dirección postal es Av. Vicuña Mackenna 4860, Macul - Campus San Joaquín. Su correo electrónico: grubilad@uc.cl

Resumen En este artículo sintetiza los resultados de una investigación que analizó el quehacer investigativo de un grupo de trabajadores sociales chilenos, titulados entre 1995 y 2005. Se asume como punto de partida de este trabajo, que el quehacer de los trabajadores sociales se encuentra estrechamente vinculado con prácticas investigativas, que desde distintos caminos complementan y enriquecen el desarrollo profesional. El estudio se realizó siguiendo las directrices del método biográfico interpretativo, lo que hizo posible la construcción de una tipología que identifica tres perfiles profesionales, diferenciados de acuerdo al modo cómo los trabajadores sociales se aproximan a la investigación social y la forma como la desarrollan. Estos perfiles, constituyen un primer paso en la construcción de una tipología de investigación en Trabajo Social, dado que fueron elaborados a partir de las identidades de los profesionales que participaron en este estudio, la que se espera continuar profundizando con aportes provenientes de otras investigaciones. Palabras claves. Práctica Investigadora - Método biográfico/interpretativo —Investigación Social—

Quehacer profesional.

Abstract This abstract analyzes the investigation developed by a group of Chilean social workers graduated between 1995 and 2005. It is assumed —as a starting point— that, though this investigation constitutes a field that is still developing for this profession, the social workers‘ work is closely linked with investigative practices which, through different ways, complement and nurture the professional development. The study of the social workers’ research was carried out following the guidelines of the biographical interpretation method. This allowed the construction of a typology that identifies three professional profiles which are differentiated according to the way in which the social workers get nearer to we social investigation and to the way in which it is developed. These profiles constitute a first typological construction because they were drawn up starting from the professionals’ identities who participated in this investigation. This investigation is expected to deepen thanks to contributions coming from other investigations. Key words. Investigative practices —biographical interpretative method— social investigation -

workers work. 17


MARÍA GABRIELA RUBILAR

Introducción El sentido de una indagación del oficio investigativo de los trabajadores sociales Reconociendo que la articulación entre investigación e intervención, constituye en una preocupación de larga data para el Trabajo Social, este artículo muestra qué hay más allá de la tensión inicial1, qué puentes o conexiones se producen entre investigación y acción social, y el modo como ésta se expresa en determinadas actuaciones. El trabajo se inicia constatando que la preocupación en torno a la relación entre investigación e intervención estaba presente, aunque con otras denominaciones, en los primeros escritos de la profesión2. En el contexto latinoamericano, algunos autores como Grassi (1995), Kisnerman (1998), Heler (2002) y Matus, Aylwin y Forttes (2004) plantean que, desde el inicio del Trabajo Social, los profesionales han hecho investigación, pero ésta suele encontrarse encapsulada o silenciada. Y, por lo mismo, se desarrolla en forma marginal o desde ámbitos que cuentan con escasa difusión e incidencia pública. Desde esta perspectiva, la investigación no sería antagónica a la intervención, sino más bien una dimensión a potenciar y complementar, reconociendo con ello el carácter complejo de ambos procesos y sus múltiples interrelaciones3. Este planteamiento, encuentra entre sus fundamentos un supuesto central, que este artículo aborda cuando se propone desentrañar el modo cómo hacen investigación los trabajadores sociales. Constituyéndose en la pregunta guía de esta investigación, que

toma como referente inicial una serie de escritos y publicaciones que abordan la historia del Trabajo Social y que señalan que, desde sus orígenes, los trabajadores sociales han contado con instrumentos y herramientas orientadas a conocer e indagar en las en problemáticas sociales que afectan a determinadas personas y colectivos4. El diagnóstico social, la visita domiciliaria, el informe social y la entrevista sociofamiliar son instrumentos metodológicos presentes desde el inicio de la formación de los trabajadores sociales. Estas técnicas, que fueron impulsadas con el propósito de objetivar, obtener evidencia, y asignar un carácter científico a la asistencia social (Richmond, 1917), han sido reinterpretadas en el transcurso del desarrollo de la profesión, alcanzando hoy en día distintas aproximaciones según los enfoques o perspectivas que las sustentan5. Desde la perspectiva de esta investigación, estos instrumentos tradicionales de intervención profesional, presentan importantes similitudes con algunas de las técnicas e instrumentos utilizados en la investigación social, especialmente aquella que se desarrollan desde un enfoque cualitativo. La observación, la conversación, el uso de técnicas narrativas6, se encuentran a la base de estas aproximaciones que, aparentemente, persiguen propósitos distintos. Callejo y Viedma (2005) en una publicación reciente dan cuenta precisamente de esta relación, al profundizar en las orientaciones actuales de la investigación y los alcances que la investigación puede lograr desde la perspectiva de la intervención social. Especial atención brindan en su trabajo

1 Por lo general, los debates y discusiones sobre esta cuestión suelen abordarse desde dos polos: uno, dedicado a conocer, describir e interpretar; y el otro dedicado a la acción. Desde una mirada tradicional cada polo se opone al otro, percibiéndose como una tensión que hace que los profesionales del Trabajo Social se ubiquen preferentemente en el plano de la acción, dejando de lado la generación de conocimiento. 2 En los años 20, la estadounidense Mary Richmond (1917 y 1922) planteaba la necesidad aplicar técnicas e instrumentos que permitieran asignar un carácter científico a la asistencia. Unas décadas antes, en España, Concepción Arenal asumía una posición similar en su libro La beneficencia, la filantropía y la caridad, publicado en 1894. 3 Los planteamientos de Daniel Bertaux reafirman lo anterior cuando señala “... lo social no es fijo; es político y “opera” bajo la presión de fuerzas contrarias y cambiantes. Si estructura el campo de la praxis, es a su vez el objeto, el foco de la praxis. Una sociología que no se limitara a analizar el orden establecido, sino que tratara de aprehender las contradicciones que dicho orden engendra y las transformaciones estructurales resultantes, debería esforzarse por unificar el pensamiento de lo estructural y el de lo simbólico, y sobrepasarlos para llegar a un pensamiento de la praxis” (1999, p. 6). 4 Matus, Aylwin y Forttes en La reinvención de la memoria, señalaron que desde sus inicios como profesión, el Servicio Social cuenta con “una tradición escrita, donde existen narrativas, modelos y formas de registro de sus intervenciones y donde se le asigna tempranamente un papel de relevancia a la investigación social” (2004, p. 28). Sus argumentos coinciden con los planteamientos de Haluk Soydan (2004) y Carlos Marchevsky (2006) 5 Desde distintas posiciones, autores como Karsz, 2007; Mazzola, 1998; Seden, 1999; Vass, 1986, dan cuenta de estos elementos como componentes esenciales de la habilidades y competencias de los trabajadores sociales. 6 Especialmente entrevistas. Constatando que a las ya tradicionales orientaciones entregadas por Mary Richmond (1917 y 1922), le han seguido una serie de manuales y compendios entre los que se destacan los trabajos recientes de Cáceres, Oblitas y Parra, 2000; Rosell, 1989; y Travi, 2006, por sus especificidades para el Trabajo Social.

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a las conexiones entre proyectos de investigación e intervención, aportando nuevas reflexiones metodológicas en el campo de la investigación-acción e investigación social participativa, así como en el diseño de investigaciones que combinan técnicas diversas de recopilación y análisis de información. Sus argumentos encuentran importantes similitudes con los planteamientos desarrollados por el norteamericano Donald Shön (1983 y 1987) quien dos década antes, analizó las prácticas de los trabajadores sociales, centrando su investigación en la forma cómo los profesionales aprenden. Al estudiar el quehacer de los trabajadores sociales, Shön7 descubrió que en el Trabajo Social hay una distancia entre la teoría y la práctica profesional, como la hay en toda situación donde la teoría analiza aquello que llamamos realidad. Tomando en cuenta lo señalado por Shön, esta investigación concibe la relación entre investigación y Trabajo Social como una realidad con múltiples interconexiones y significaciones. Y es desde esta posición, que se analiza de manera exploratoria, las vinculaciones que los profesionales establecen entre investigación y acción profesional, y los significados que le atribuyen. La investigación se desarrolló siguiendo las directrices y orientaciones que proporciona el enfoque interpretativo8, dado que se consideran que las visiones y concepciones que los profesionales tienen de la investigación social, son dependientes de las interpretaciones que tienen los sujetos participantes en este estudio, incluidas las visiones de la autora de esta investigación9. Desde este enfoque se entiende que la propuesta tipológica que se ofrece en el cuerpo principal de este artículo es una interpretación, entre otras, que avanza en la construcción de perfiles o tipologías profesionales. Otras lecturas son posibles, y desde

ya queda abierta la invitación a pensar en otras posibilidades que contribuyan a la reflexión disciplinar en torno a la relación entre investigación y Trabajo Social10.

Las opciones metodológicas de esta investigación:

El enfoque histórico biográfico, los testimonios de investigación y la identificación de una tipología. Siguiendo como lineamiento central la pregunta ¿cómo hacen investigación los trabajadores sociales? se desarrolló una práctica investigadora, cuyos resultados se suman a aquellas posiciones que dan cuenta de la existencia de interconexiones entre las herramientas e instrumentos que los trabajadores sociales utilizan en sus actuaciones profesionales y determinadas técnicas de investigación social. Se optó por analizar en profundidad el quehacer investigativo de un número acotado de trabajadores sociales con el propósito de estudiar y analizar las prácticas de investigación que estos profesionales han desarrollado; la formación recibida en este ámbito; los enfoques y perspectivas metodológicas utilizadas en el desarrollo de sus investigaciones, así como la valoración de los alcances asignados a su trabajo. Del mismo modo, se analizaron las motivaciones que les llevaron a estudiar la carrera, la forma como conciben la relación entre investigación e intervención, y en el modo cómo articulan los conocimientos allí generados a su quehacer profesional11. El enfoque histórico biográfico fue la propuesta metodológica utilizada para el desarrollo de esta investigación, cuyo principal referente investigativo fue la construcción de ocho testimonios de

Este autor plantea en su trabajo que el estudio de la práctica profesional es un reto para la investigación, en la medida que los profesionales utilizan en su quehacer una mezcla de acciones, ideas, retazos de diversas teorías, habilidades personales, adaptaciones a las situaciones particulares, entre otros elementos (Shön, 1983). Plantearse el estudio de las prácticas investigativas de los trabajadores sociales significa, de alguna forma, asumir este desafío, al intentar develar un ámbito de la profesión oscurecido por creencias, debates, polémicas y tensiones hasta ahora no resueltas. 8 Al respecto Claudio Ramos señala: “en el paradigma interpretativo las relaciones estudiadas remiten más bien a entrecruzamientos de eventos, a secuencias de procesos históricos” (2005, p. 108). 9 Este posicionamiento se hace tomando la sugerencia formulada por Denzin y Lincoln (2005) acerca de la conveniencia de iniciar una investigación haciendo un reconocimiento de los condicionamientos históricos y socioculturales del investigador. 10 En este contexto, resulta especialmente significativas lo escrito por Juan Francisco Marsal (1979) en Pensar bajo al Franquismo, cuando reconoce el carácter condicionado de su análisis, y por lo mismo invita al lector a formular sus propias interpretaciones. 11 Específicamente con esta investigación se esperaba: (1) Indagar en la formación investigativa de los trabajadores sociales, analizando el papel que ha jugado la formación a lo largo del desarrollo profesional; (2) Conocer su quehacer investigativo, analizando el modo como hacen investigación, los enfoques o perspectivas utilizadas, el tipo de conocimiento generado, así como las técnicas e instrumentos privilegiados en este labor; y (3) Analizar la forma como se dan las interacciones entre intervención e investigación desde el Trabajo Social. 7

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MARÍA GABRIELA RUBILAR

investigación de trabajadores sociales titulados de una universidad chilena entre 1994 y 200512. Este enfoque que articula dimensiones sociales e individuales extraídas de los testimonios, permite abordar el problema de la investigación desde la narración de la propia historia profesional, donde el relato es comprendido en sí como una expresión identitaria, ya que implica un trabajo de construcción y reflexión sobre sí mismo y sus circunstancias. Este enfoque ha tomado una fuerza inusual en las últimas décadas, producto de una serie de trabajo publicados a inicio del 2000 entre los que se destacan las aportaciones de Prue Chamberlayne, Johanna Bornat & Tom Wengraf, 2000; Tom Wengraf, 200113; Gabriele Rosenthal 2004; Kip Jones 2004, entre otros14. Pese a su actual vigencia, en esta investigación el acercamiento histórico-sociológico se sustenta básicamente en las orientaciones metodológicas entregadas por Daniel Bertaux a principios de los 80, que buscaban hacer visible, a través de testimonios, las coordenadas histórico-biográficas de los participantes en la investigación. Además de las aportaciones de este autor, el énfasis otorgado al método biográfico sigue esencialmente las tradiciones de las historias de vida de William Thomas y Florián Znaniecki (1919); William Whyte (1953); Oscar Lewis (1961 y 1964), y Juan Francisco Marsal (1979). De igual forma, se consideraron las orientaciones metodológicas que brindan practicantes contemporáneos del método biográfico en Hispanoamérica, como Juan José Pujadas (1992), Ana Lía Kornblit (2004), y Miguel Valles (2006 y 2007). Para el análisis de las prácticas investigadoras y la construcción de los perfiles sociobiográficos, se siguió la tradición investigativa de los testimonios escritos, en directa vinculación con los relatos e historias orales (Lejeune, 1994). Siete de los ocho

testimonios presentados fueron elaborados a partir de entrevistas cualitativas, mientras que el testimonio restante siguió la tradición de las autobiografías o autoentrevistas, en la línea propuesta por ReedDanahay (1979), Boufoy-Bastick, (2004) y Miguel Valles (2006) La identificación de regularidades al interior de cada testimonio y entre los testimonios fue lo que hizo posible la construcción de tres perfiles de trabajadores sociales, diferenciados a partir del modo cómo estos profesionales conciben y hacen investigación social. Cada perfil se configura a partir de un eje o tópico central, desde el cual se despliegan elementos y rasgos que le caracterizan: El primer perfil posee como componente central los procesos de toma de decisiones de políticas sociales, y es desarrollado en su mayoría por consultores y expertos quienes recurren a la investigación para orientar las actuaciones públicas. El elemento central que caracteriza a los profesionales que integran el segundo perfil es precisamente la investigación y el interés que han demostrado estos trabajadores sociales por dedicarse profesionalmente a ella. A diferencia del perfil anterior, en el tercer y último perfil, será la intervención la que determina el modo y la forma como se desarrolla el quehacer investigativo.

Una propuesta de análisis con tres perfiles de trabajadores sociales Las primeras referencias que evidenciaron la existencia de rasgos o elementos diferenciadores entre los entrevistados, surgieron al momento construir los testimonios autobiográficos15. Fue en esta fase donde emergieron los primeros elementos y relaciones que conforman una tipología que identifica tres perfiles de profesionales. Cada perfil daría cuenta de un modo o forma de entender y hacer investigación desde el Trabajo Social.

Utilizando entrevistas biográficas, se construyeron los testimonios de investigación de ocho trabajadores sociales, titulados en una de las primeras Escuelas de Trabajo Social del país que impartió la Licenciatura en Trabajo Social, con ello ampliando la formación investigativa de sus egresados. Sus testimonios y experiencias de investigación se constituyen en el principal material empírico utilizado en esta investigación, que recurre a un número acotado de casos para analizar en profundidad una experiencia o quehacer determinado. 13 Especial relevancia adquiere en esta investigación el trabajo de Tom Wengraf, quien ha utilizado el enfoque biográfico en el estudio de las prácticas de profesionales. Su estudio publicado en el año 2004 con el título “Boundaries and Relationships in Homelessness Work: Lola, an Agency Manager” analiza el quehacer profesional de una administradora de servicios sociales y los conflictos que ella enfrenta en su labor, realzando el papel de las experiencias personales en sus investigaciones. 14 La mayor parte de estos autores utilizan una técnica de entrevista que consiste en una sola sugerente pregunta narrativa inicial (pasiva, minimalista), para provocar una extensa e ininterrumpida narración. 15 Las entrevistas fueron trabajadas bajo el formato de testimonios, siguiendo esencialmente las orientaciones de edición proporcionadas por Miguel Valles, el que toma como referente el trabajo de Oscar Lewis (1973), quien a propósito de la preparación de su libro Los hijos de Sánchez, escribió: “al preparar las entrevistas para su publicación, he eliminado mis preguntas y seleccionado, ordenado y organizado sus materiales en autobiografías congruentes[0]”. Con ello se sigue una tradición ya iniciada por Allport en 1942, quien señalaba que las autobiografías podían ser, además de completas, temáticas y corregidas” (en Valles, 2008, p.20). 12

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¿CÓMO HACEN INVESTIGACIÓN LOS TRABAJADORES SOCIALES? UNA PRIMERA APROXIMACIÓN A LAS EXPERIENCIAS DE INVESTIGACIÓN DE UNA GENERACIÓN DE PROFESIONALES CHILENOS

Antes de presentar los rasgos que caracterizan a cada perfil, se considera conveniente precisar que los perfiles sociobiográficos no son tipologías puras, sino más bien, el encadenamiento de un conjunto de visiones y concepciones en torno a la investigación social que van conformando un modo de hacer de los trabajadores sociales. Hay, por tanto, perfiles mixtos y, posiblemente más posibilidades que las que se exploran inicialmente en esta investigación16. Por lo mismo, se reitera en este estudio que los tres perfiles identificados son más bien aproximaciones iniciales, en torno a los cuales es posible continuar investigando, y de ellos deviene su carácter inacabado. El último de los perfiles es el que presenta mayor imbricación (o indefinición) y por lo mismo es una construcción sujeta a revisión y análisis en una siguiente etapa de investigación. Tampoco existe una relación unívoca entre los testimonios y los perfiles identificados, de hecho es posible encontrar testimonios que responden a tipos mixtos17 o que combinan rasgos que pertenecen a más de un perfil. Las diferencias se establecen con mayor claridad entre los profesionales de Trabajo Social que corresponden a un perfil, que denominamos “experto” y aquellos trabajadores sociales cuyo quehacer se asemeja más a un investigador en formación, cuyo perfil hemos denominado “investigadores académicos”. El tercer perfil tuvo distintas apelaciones en el transcurso de la investigación, lo que denota desde un principio la dificultad de nombrar una categoría que sigue siendo imprecisa18. A continuación se delinean los rasgos que caracterizan y conforman cada uno de los perfiles, siguiendo un esquema que intenta responder a las preguntas directrices planteadas al inicio de esta investigación: ¿Qué hacen los profesionales que se identifican con este perfil? ¿Qué los caracteriza o diferencia de otros profesionales de Trabajo Social? ¿Cómo y desde qué referentes conciben la investigación? y ¿Cómo hacen investigación?

Perfil uno. Expertos, analistas y asesores de políticas sociales La primera imagen que se puede vincular a este perfil que hemos denominado “experto” se asocia con un tipo de profesional que se desempeña en funciones de analista o asesor en temas o problemáticas de interés público. Siguiendo el testimonio de los entrevistados, este perfil se correspondería mejor con un tipo de profesional, especializado en una temática o problemática social que le vuelve en algún sentido experto19 o informante clave ante otros investigadores y decidores públicos. Por lo general, la autoridad de estos profesionales ha sido forjada a partir de su experiencia profesional20, que se constituye en una plataforma privilegiada para la observación y análisis de fenómenos sociales concretos. Por lo mismo su experticia posee una dimensión práctica, que los entrevistados reconocen con claridad. Se autoconciben como operativos de ideas, por su capacidad de plasmar y poner en marcos de posibilidad, los planteamientos y decisiones de los directivos. En su quehacer profesional, suelen desarrollar un rol de analista, o de apoyo a una dirección o unidad institucional determinada, aportando elementos para la toma de decisiones que, articulan tanto aspectos político e institucionales, como dimensiones operativas relacionadas con las propuestas e iniciativas que se esperan implementar. Entre los rasgos que caracterizan a estos profesionales se encuentra la capacidad de mediar y articular mundos y realidades, que por lo general se encuentran separadas (como las condiciones que enfrentan las personas que viven en situación de pobreza o exclusión social, con las decisiones que respecto de ellos, toman las autoridades políticas o administrativas). Lo que nos remite a un modelo de generación de políticas públicas que combina elementos de un diseño top down, donde las decisiones públicas son tomadas desde arriba hacia abajo; con un modelo bottom up, donde la gestación de alternativas de

Al inicio de este artículo se señalaba que en esta investigación no hay una sola lectura interpretativa. De hecho un mismo actor puede realizar más de una lectura, tal como ha ocurrido en este proceso investigativo cada vez que se revisan los materiales reunidos. 17 La existencia de perfiles mixtos, ya había sido advertida por Miguel Valles en su investigación I+D Medición de la Xenofobia en España (2007c y 2008). 18 Cabe señalar que los nombres de los perfiles que aquí se presentan son provisorios, y sujeto a las revisiones y aportaciones que los propios lectores puedan realizar. Desde ya, queda abierta la invitación a pensar y revisar estas categorías iniciales. 19 En el sentido señalado por Dexter (1970). 20 Los protagonistas de los testimonios uno y dos, son quienes que más se acercan a este perfil. Ambos tienen más de 10 años de experiencia profesional y la mayor parte del tiempo se han desempeñado en la misma temática. Sin embargo, es importante constatar que el tiempo trabajado en un ámbito determinado, no es una condición unívoca para transformase en experto, hay elementos claves para su conformación como la validación por parte de una contraparte o de sus propios pares. 16

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política se produce desde dimensiones o factores que se encuentran en el origen del problema21. La idea de la mediación, aportada por uno de los testimonios, resultó especialmente interesante al momento de analizar la relación entre intervención e investigación y la forma cómo hacen investigación estos trabajadores sociales22. Tomando en cuenta lo anterior, no resulta extraño que los profesionales más vinculados a este perfil, se conciben desarrollando un rol de mediador entre distintos espacios y ámbitos, siempre desde un plano que los entrevistados denominan técnico u operativo, dado que en ellos no recae directamente la toma de decisiones. Por lo mismo, se autodefinen como traductores, puentes o vinculadores para la toma de decisiones de otros. Si bien, estos profesionales señalan que su labor de apoyo o asesoría se circunscribe a un ámbito esencialmente temático, gradualmente observan que su espacio de influencia se va ampliando, involucrando otros aspectos decisionales, más vinculado a dimensiones políticas o estratégicas de carácter organizacional23. Dado lo anterior, los protagonistas de los testimonios uno y dos son enfáticos en reconocer la autoridad e influencia que manejan, la que definen como ‘poder tras las sombras’. Estatus que se ha cimentado en buena medida por el dominio que poseen de información y la capacidad de relacionar y anticipar eventos relevantes24. La ambigüedad, la tensión constante y la inestabilidad, son los elementos que caracterizan el quehacer de estos asesores, quienes en ocasiones desarrollan su labor sin contar con especificidades acerca de sus competencias o responsabilidades. Los entrevistados definen su papel como un cargo de confianza

y por lo mismo, su estabilidad depende esencialmente del mantenimiento de esta condición en la relación con sus superiores o con quien actúa como contraparte25. Por las características de su práctica profesional, declaran estar sometidos a tensión constante, especialmente por la expectativa que se generan acerca de su labor y la necesidad de decir algo interesante. Se asume que, por el cargo o función que desempeñan, poseen una competencia o especialidad que en ocasiones trasciende a su formación inicial. En sus relatos se observa que los fantasmas y amenazas que enfrenta este ser experto están asociados a la temporalidad y futilidad de su rol, que pone permanentemente a prueba a quien lo desempeña26. Es precisamente este carácter ambiguo e inestable, que caracteriza el rol de experto, el que determina el modo y la forma como estos profesionales se aproximan y entienden la investigación social27. En términos generales se puede afirmar que los trabajadores sociales que integran este perfil: Tienen una visión parcial de la investigación, por lo general acotada a determinados momentos del proceso (delimitación del problema, criterios para la selección de informantes, revisión de instrumentos y retroalimentación de los resultados y conclusiones). Dado que su contribución se encuentra centralmente circunscrita a lo temático, su participación en las investigaciones es acotada metodológicamente y relevada por su aporte programático. Delimitan los problemas y definen agendas: desde esta posición de experto, reconocen la

De acuerdo a lo señalado por Eugenio Lahera (2002) es posible identificar dos lógicas o racionalidades que han predominado en la implementación de políticas públicas y programas sociales. La implementación desde arriba hacia abajo o modelo top down y las perspectivas de implementación que invierten esta lógica predominante, denominada modelo bottom-up. 22 En este perfil, se observa también que la función mediadora podría ser asimilada a la noción de “personas puente”, concepto tomado por Miguel Valles, a partir del trabajo de Richard Sennett (2003: 34), y que corresponde a uno de los tipos estratégicos identificados en el proyecto I+D Medición de la Xenofobia en España (2007, p.15 y 2008. p. 16).[0] 23 A la luz de los propios entrevistados, los expertos son personas informadas, “saben lo que pasa en su tema y en ámbitos relacionados” como ciencias sociales, política, y economía. Articulan sus observaciones con experiencias y aprendizajes de otros países y establecen conexiones entre distintos ámbitos. 24 Los protagonista de los testimonios uno y dos, reconocen que por lo general a un experto ‘se le pide una opinión’ y por lo mismo, ambos imprimen una perspectiva de análisis estratégico a su quehacer profesional, que les lleva a esforzarse por ‘hacer las cosas bien y a poner en práctica lo aprendido’. 25 En este caso la confianza es entendida como lealtad a un proyecto o a unas directrices por lo general de tipo político o institucional. 26 Reconocen que es una labor solitaria, aunque paradójicamente detrás de cada entrevistado se constata la existencia de un equipo de profesionales, técnicos y recursos que dan sustento a su rol. 27 Del análisis de los testimonios se puede colegir también que existía algo así como un camino de ‘hacerse experto’, lo que podría explicar el carácter ambiguo de este rol, en la medida que se puede situar a los entrevistados en tránsito o en una dirección que gradualmente los va conduciendo por este camino. 21

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posibilidad de instalar e insertar, en la agenda de investigación, determinados temas, como resultado del poder que se les atribuye en este contexto, a quienes son identificados como informantes claves. Pos lo mismo, son actores que conocen con detalle la agenda investigadora, a los equipos, investigadores y a los centros de estudio que desarrollan investigación en su respectiva área28. Su visión de la investigación se construye contradictoriamente: se aprecia desencanto con el resultado de las investigaciones en las que han participado, reconocen una cierta instrumentalización de su trabajo, y escasa incidencia de esta en las problemáticas que les atañen. De lo anterior se desprende que la investigación en estos actores es vista como un insumo o respaldo para la intervención a mediano y largo plazo, dado que reconocen que hay urgencias y necesidades que la investigación social no puede abordar con los tiempos y prioridades requeridas. Se ubican en el polo de las investigaciones aplicadas: principalmente de tipo consultorial, dado que sus trabajos se encuentran vinculados a estudios e indagaciones financiadas por la misma institución donde se desempeñan y cuyos resultados permanecen en la esfera interna. De sus testimonios se desprenden, también importantes críticas a la investigación social base, especialmente cuando observan la distancia que ésta presenta con los contextos y necesidades en los cuales se desenvuelven. La investigación base la conciben como un reducto de las universidades y de institutos espe-

cializados y por lo mismo, sus visiones incluyen importantes observaciones al modo cómo se realiza la investigación en estos organismos, la que es connotada como una comunidad elitista y en algún sentido cuestionada por los fines o propósitos con que ésta se realiza29. Es esta visión crítica, la que les lleva a plantear la necesidad de traducir los resultados de la investigación, tanto a los destinatarios como a los directivos públicos. Con ello ponen en evidencia la necesidad de difundir y presentar sus resultados en formatos y lenguajes más accesibles que los que imperan en la investigación académica, reafirmando su concepción como puentes o mediadores de realidades30. Si se toman en cuenta estas concepciones, es posible comprender mejor el quehacer de los trabajadores sociales que conforman este perfil. Éstos se apresuran en clarificar que el trabajo que realizan no responde a las investigaciones científicas convencionales. Su labor consiste más bien en realizar estudios breves en ámbitos o temáticas muy determinadas, con reportes recurrentes a quienes los han encargado y con formatos bastante definidos31. Este tipo de investigación, que uno de los entrevistados denomina ‘investigación de ámbito político-institucional’, se desarrolla bajo un esquema que se distancia bastante del modelo de investigación base o investigación académica, que estos profesionales aprendieron durante su formación universitaria. Declaran que el modelo de investigación que desarrollan, presenta más semejanzas con las directrices y referentes investigativos que utilizan las ONGs y consultoras que realizan estudios de opinión y de mercado32, con ello reconocen las distancias entre

Lo anterior se observa al constatar que desarrollan un seguimiento sistemático de su tema en la prensa especializada y de opinión pública en general. 29 Especial relevancia adquieren sus observaciones acerca de la utilización de las vivencias de las personas pobres o en situación de vulnerabilidad, por parte de investigadores y agencia de investigación. Cuestionamiento que los ubica en el centro de los debates que en torno a este tema se han desarrollado en el país, y que a llevado a organismos como el Fondo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (FONDECYT) a la creación, en el año 2005, de un Comité Asesor en Bioética responsable de velar por el cumplimiento de los estándares éticos y bioéticos que regulan la actividad científica y la protección de quienes forman parte de la investigación. Recuperado el 27 de marzo de 2009 de http://www.fondecyt.cl/578/propertyvalue-57382.html. 30 Señalan que los directivos esperan que uno resuma los resultados del trabajo en tres hojas e idealmente vaya acompañado de una presentación en Power Point. Esta visión también es compartida por el FONDECYT, quien en sus sugerencias para escribir un consentimiento informado en estudios con personas señala: “el texto debe ser fácilmente legible, utilizando frases cortas, párrafos breves, evitando términos técnicos y recurriendo a un lenguaje comprensible para personas sin educación científica”. Recuperado el 27 de marzo de 2009 de http://www.fondecyt.cl/578/articles-27522_recurso_1.pdf. 31 En sus reportes se consignan los antecedentes del problema a estudiar, se analizan las alternativas y cursos de asignación y se incluye una opinión o sugerencia a seguir. 32 Las empresas consultoras que realizan estudios e investigaciones surgen en Chile a mediados de los años 80, coincidiendo con el proceso de transición a la democracia y a la redefinición del rol desempeñado por las ONGs hasta ese momento. De hecho, en los 90 un número significativo de Organismos No Gubernamentales formaron sus propias empresas de consultoría y estudio, o se afiliaron a otras para conformar empresas asociadas. 28

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su trabajo y la investigación académica que se genera en centros especializados y universidades. Los estudios que realizan, responden a una demanda o requerimiento institucional, y por lo mismo, se mueven en el campo de las investigaciones por encargo y no publicables. Tal vez sea el carácter de estos estudios, lo que explique la invisibilidad de su quehacer investigativo, a tal punto que se vuelve casi imperceptible para los propios entrevistados, quienes declaran que “no saber mucho de investigación” o reconocen importantes debilidades metodológicas en este campo. El carácter o estatus ambiguo de los expertos, es una condición que afecta también a la investigación que ellos realizan y a la forma como conciben su incidencia. Pese a autodefinirse con poder en la toma de decisiones, presentan problemas al momento de reconocer la incidencia pública de su trabajo investigativo, precisamente cuando se constata o confronta la capacidad de estos personajes para instalar o poner determinados temas en la agenda investigativa. Al momento de realizar sus investigaciones, ambos profesionales declaran sus preferencias por un enfoque de investigación cualitativo-interpretativo, que relacione contextos y situaciones. Para ello resulta esencial el uso combinado de técnicas e instrumentos de recopilación de información de distintas tradiciones disciplinarias. Entre estas técnicas, cobra especial protagonismo el seguimiento sistemático de prensa y las observaciones directas33, que permiten articular y poner en contexto a los distintos actores y elementos estudiados. A la observación en prensa y en los contextos naturales se suma el desarrollo de prácticas conversacionales recurrentes (con distintos actores y a distintos niveles) que permiten a estos profesionales ir contrastando realidades y agregando información para la toma de decisiones. Se conciben especialmente fuertes en este ámbito, capaces de entablar diálogo con otros y a partir de ahí generar propuestas y caminos de análisis. En su práctica investigadora se constata el uso de preguntas directrices y de provocaciones que movilizan y desencadenan conversaciones, especialmente orientadas a desarrollar esta función mediadora o

de puente ya mencionada. Tras sus planteamientos se puede rastrear la idea de estallido conversacional, desarrollada por Jesús Ibáñez, cuando señala: “Una de las cosas que más sorprenden y encantan a los observadores –y a los protagonistas– de un suceso revolucionario, prerrevolucionario o pararrevolucionario, es el estallido conversacional. Todos hablan de todo con todos: se disuelven como azucarillos las barreras que separan a unos de otros y a cada uno de sí mismo (...) Una revolución es una inmensa conversación: un rescate del ser de las garras del valor” (1994, p. 73). De este modo, vuelve a emerger como un rasgo esencial de este perfil el modo cómo los actores vinculan su investigación con la realidad social, además de la capacidad de conectar elementos y establecer relaciones. Desde sus planteamientos, el análisis constituye una función principal de su labor, lo que explica la alta valoración que los trabajadores sociales que integran este perfil le asignan a las herramientas e instrumentos analíticos, y la necesidad de profundizar y completar su formación en este ámbito, que incluye además de las herramientas en boga de investigación social cualitativa y cuantitativa, temas de gestión y el análisis estratégico.

Perfil dos. Investigadores en formación El segundo perfil agrupa a aquellos profesionales que desarrollan principalmente labores relacionadas con el quehacer científico-investigativo, por lo general, circunscrita a contextos académicos e institutos de investigación. Integran este perfil aquellos trabajadores sociales que se encuentran cursando estudios de postgrado o que tenían inquietudes de desarrollar una formación en este ámbito34. Es importante precisar, que los profesionales que más se identifican con este perfil, presentan una formación mixta que combina Trabajo Social con otras disciplinas35, situación que les ubica en un punto intermedio entre dos tradiciones profesionales, cuyas interconexiones hacen posible la generación de categorías más abstractas y la ampliación de las perspectivas con las cuales se concibe el quehacer profesional. No obstante su formación híbrida, se sienten y se autodefinen como

Además del seguimiento de prensa, son herramientas esenciales para estos profesionales la observación y las entrevistas. La primera es concebida por lo general desde una tradición etnográfica y antropológica, aunque no siempre vaya acompañada de un sistema de registro sistemático, por su parte las entrevistas que desarrollan estos profesionales suelen seguir dos tradiciones: una más periodística que recuerda las aportaciones de Mayhew (citado en Valles, 2002, p. 12) y otra que sigue la orientación de las entrevistas focalizada, atribuida a Merton y Kendall (1946). 34 Serán los protagonistas de los testimonios tres y cuatro, los que se asocian más directamente con este perfil. Aunque es posible encontrar varios de los elementos que le caracterizan en el quinto testimonio. 35 Por lo general en Sociología, aunque el protagonista de uno de los testimonios poseía una licenciatura vinculada a las artes. 33

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trabajadores sociales, encontrando en este caso con una identidad profesional reafirmada, en un sentido inverso a la identidad deteriorada, desarrollada por Goffman en su trabajo publicado originalmente en 1963. Del análisis de sus testimonios se observa que la investigación forma parte de su quehacer profesional. La posición que ocupa la investigación en su trayectoria profesional se constituye en el principal elemento diferenciador de los profesionales que integran los otros perfiles, quienes visualizan la investigación como un componente que complementa, y en algunos casos tensiona, su acción profesional. Su educación ha tenido un marcado acento investigativo. Durante su formación universitaria mostraron preferencias por las cátedras que abordaban estas temáticas y colaboraron tempranamente en investigaciones y estudios de profesores. El desarrollo de esta opción investigadora ha implicado la generación de una serie de estrategias y mecanismos que les permiten ubicarse en un oficio investigador36. Los profesionales que se vinculan a este grupo tipológico, experimentaron un tipo de inserción laboral que resultó reveladora en la definición de su trayectoria profesional. Su incorporación a centros académicos y de investigación vinculados a una universidad, les posibilitó el desarrollo de prácticas de trabajo interdisciplinarias y de articulaciones entre docencia, investigación y extensión37. Es en este contexto, donde se aproximan y aprenden una forma distinta de hacer investigación, que amplía los horizontes y referentes adquiridos durante su formación universitaria. Es en este ámbito, donde los trabajadores sociales, logran evidenciar con mayor claridad las articulaciones y conexiones que se

producen entre investigación e intervención, lo que marca sus concepciones futuras y el modo como éstos se aproximan a la investigación social. En sus testimonios van a reconocer la existencia de una serie de limitaciones y obstáculos para el desarrollo de un quehacer investigativo en Chile, que incluyen tanto interpelaciones a la forma como se hace investigación en el país38, así como elementos que constituyen el imaginario tradicional de la profesión, que no concibe que los trabajadores sociales se dediquen exclusivamente a la investigación. Declaran expresamente que les gusta hacer investigación y que esperan dedicarse profesionalmente a ello. Así mismo, reconocen la necesidad de completar su formación y desarrollar una práctica en este ámbito que, les permita validar los conocimientos y competencias aprendidas, e incorporar nuevas perspectivas y referentes investigativos. A lo anterior se suma, que los profesionales que integran este perfil han desarrollado o esperan desarrollar estudios de postgrado en el extranjero, logrando formas y acercamientos investigativos, que complementan y profundizan sus aproximaciones iniciales. Tomando en cuenta lo anterior, es posible afirmar que los estudios de postgrado constituyen una alternativa para concretar este proyecto, dado que los profesionales van constatando que esta opción investigadora es compleja de materializar únicamente con una formación de licenciado39. Desde el inicio de su formación profesional, los trabajadores sociales que más se vinculan con este perfil, se han ido formando como investigadores, participado primero como ayudantes o becarios, muchas veces ad honorem o en forma voluntaria, para luego ir asumiendo otras funciones y roles40. De ahí la idea de noveles investigadores, cuando se constata que, quienes integran este perfil, han ido

En términos generales se constata que los trabajadores sociales, que conforman este perfil, poseen una experiencia profesional distinta a la mayoría de sus compañeros de generación, quienes suelen centrar su quehacer en torno a la intervención social. 37 Dos entrevistados desarrollaron sus primeras actuaciones profesionales en programas y centros que realizan extensión, investigación y docencia en temas de salud. Las vinculaciones entre salud y Trabajo Social, se pueden rastrear desde el origen de la profesión. Las primeras Escuelas de Visitadoras Sociales en Latinoamérica surgen bajo el alero de centros de beneficencia pública y de filantropía privada que prestaban una labor esencialmente sanitaria e higienista (Matus, Aylwin y Forttes, 2004). 38 En la visión de integrantes de este perfil, la investigación en Chile se acota a un grupo de actores determinados y a una comunidad investigativa relativamente pequeña. Visión que presenta coincidencias con los resultados de un estudio elaborado para CONICYT en el año 2004, que señalaba que en el país habían 15 graduados de doctorado por cada millón de habitantes y algo así como 3 investigadores cada mil empleados. En este mismo informe se consigna, que en el año 2004 la inversión en I+D que se destina no superaba el 0,7% del PIB. Recuperado el 30 de marzo de 2009 de http://www.conicyt.cl/573/article-7399.html. El sistema bicentenario Becas Chile, recientemente impulsados por el gobierno pretenden revertir esta situación, formando capital humano en el extranjero, con una meta estimada de 30 mil profesionales en 10 años. Recuperado el 30 de marzo de 2009 de http://www.becaschile.cl/que_es/ 39 En el relato de los testimonios tres y siete se observan elementos que denotan una cierta frustración ante un escenario laboral que se ofrece como posible, pero cuya concreción es relativa, lo que se traduce en un quiebre de expectativa con el proyecto laboral inicialmente forjado. 40 En este caso, se suma la protagonista del testimonio cinco, quien ha desarrollado actuaciones similares en este ámbito. 36

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desarrollando un camino de formación en investigación, en el que gradualmente van asumiendo mayores responsabilidades y tareas, lo que les permite una cierta validación como investigadores ante sus pares y otros profesionales del ámbito social. Como se ha señalado, la experiencia profesional de estos trabajadores sociales es diferente a la de sus compañeros de generación, y por lo mismo son enfáticos en afirmar que en su quehacer profesional han realizado una opción profesional que toma a la investigación como principal campo de desarrollo. Desde su perspectiva, la investigación se concibe como un ámbito de trabajo, que fue descubierto durante su formación profesional, iniciando un camino que ha permanecido en el tiempo. Por su acercamiento al tema, los profesionales que integran este perfil poseen concepciones particulares sobre la investigación social, a la que conciben como: Un ámbito esencial de su quehacer profesional: los integrantes de este perfil se autoconciben profesionalmente haciendo investigación. Dado lo anterior, la investigación es considerada una dimensión central y en algún sentido omnipresente de su desempeño profesional. En consecuencia con ello, a futuro, se ven investigando41. Poseen una visión crítica de la investigación: En sus testimonios ponen énfasis en las trabas y dificultades que existen para hacer investigación en el país, a la vez que emergen algunos cuestionamientos a la forma como se concibe y hace la investigación social42. En forma complementaria, uno de los entrevistados, da cuenta de la falta de elementos teóricos y conceptuales que sustenten la investigación que se genera desde el Trabajo Social, así como la existencia de menor rigurosidad en sus planteamientos metodológicos. De sus argumentos se desprende que, en la investigación de Trabajo Social habría una

sobrevaloración de aquellos estudios que desarrollan una indagación empírica, en detrimento de las formulaciones teóricas o conceptuales, lo que incidiría directamente en su desarrollo como disciplina. Desde su perspectiva, se vuelve relevante la necesidad de pensar la investigación en Trabajo Social como un fenómeno en sí y no en función de la intervención social o de problemas sociales específicos Al mismo tiempo reconocen: La necesidad de aumentar la complejidad de las investigaciones que realizan43 Sus argumentaciones dan cuenta de la necesidad de repensar la secuencia con la que se hace investigación desde el Trabajo Social y reafirman la importancia de desarrollar análisis más sofisticados, tanto para aquellas investigaciones que se desarrollan bajo un enfoque cuantitativo, como las que se construyen desde un enfoque cualitativo. Es en este contexto que uno de los entrevistados plantea también la necesidad de romper con una secuencia de investigación que se inicia con la delimitación de un problema y finaliza extrayendo conclusiones y sugerencias, por lo general orientadas a la intervención, y avanzar en la el desarrollo de otras posibilidades investigativas. Fortalecer la formación investigativa de los trabajadores sociales: Los integrantes de este perfil valoran positivamente aquellas apuestas educativas orientadas a hacer más robusta la formación en investigación de los trabajadores sociales, no obstante reconocer la existencia de algunas dificultades y limitaciones, particularmente en la forma como la investigación se presenta a los estudiantes44. Observan, además, que las dificultades que presenta la investigación de los trabajadores sociales no serían muy distintas a los obstáculos que encuentran quienes hacen investigación social en Chile, con la diferencia que los trabajadores sociales presentarían mayores

Por lo general vinculados a un centro de estudios o a un espacio académico, que les permita concretar este proyecto. Esta visión también se encuentra presente en la protagonista del testimonio cinco, en cuyo horizonte profesional, la investigación se sigue presentando como una aspiración futura. 42 La dimensión ética, también emerge en sus relatos, aunque en un sentido distinto a lo expresado en los testimonios del primer perfil, dado que además de poner acento en los sujetos que forman parte de la investigación, se cuestionan los fines y propósitos con los que se usan los resultados de algunas investigaciones así como el manejo de recursos de grandes proyectos. 43 Sus argumentos presentan importantes coincidencia con las hipótesis explicativas desarrolladas por Claudio Ramos a propósito de la falta de complejización de la investigación sociológica en Chile (2005, p. 102 y 103). 44 Como una tarea en extremo compleja y difícil de concretar, al menos en el corto plazo, dado que el principal referente de investigación es aquella que se produce a nivel de investigación base y que es financiada mediante concurso público. El Concurso Regular FONDECYT se constituye en un icono al respecto, dado que desde el año 1981 financia vía concurso investigaciones básicas en ciencia y tecnología. 41

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dificultades al momento de escribir y publicar los resultados de sus trabajos. La importancia de analizar las interacciones entre investigación e intervención: Como se ha señalado, para algunos de estos profesionales, la investigación en Trabajo Social presenta como riesgo el tema de la utilidad o aplicabilidad, al considerar que se suelen forzar sus conexiones o vinculaciones con los procesos de intervención. No se aprecian acuerdos en este ámbito, dado que en otros testimonios se valora precisamente esta vinculación, concibiéndola como uno de los rasgos característicos del tipo de investigación que se desarrollaría desde el Trabajo Social45. De lo anterior se observa, que existen aproximaciones y visiones distintas sobre la investigación entre los trabajadores sociales que integran este perfil, lo que podría constituirse en un rasgo característico de estos profesionales a quienes hemos concebido en proceso de formación como investigadores. El modo o forma como hacen investigación, tiene directa relación con sus experiencias investigadoras, que como se ha señalado, se han forjado a partir de ayudantías y becas de colaboración académica. Por lo mismo, su quehacer investigativo se encuentra acotado a momentos determinados de un proceso de investigación (delimitación del problema, criterios para la selección de informantes, revisión de instrumentos y retroalimentación de los resultados y conclusiones). En sus inicios, se observa que estos profesionales apoyan en la elaboración de bases de datos; elaboran y aplican instrumentos (pretest, encuestas, entrevistas); realizan cruces preliminares de resultados, a partir de un plan de análisis pre definido. Su labor se concentra esencialmente en la fase de elaboración de instrumentos y recopilación de información, y por lo mismo, es concebida como una participación parcelada, en la cual se pierde la globalidad del proceso investigativo. Se han vuelto en algún sentido “expertos” en la aplicación de técnicas e instrumentos y poseen menor experticia en el análisis, dado que esta es una tarea por lo general reservada a los investigadores principales. Son ellos los que proveen de insumos y elementos para que otros analicen. Y por lo mismo, no resulta extraño que uno de los aspectos más

débiles de su quehacer se encuentra en la redacción de informes y publicación de los resultados de sus investigaciones. Son estas colaboraciones y ayudas, las que les van aproximando al oficio de investigador y les permiten ir desarrollando una práctica en este ámbito. En este proceso van acumulando experiencia; completan los vacíos detectados en su formación; y definen algunos lineamientos y ámbitos temáticos en torno a los cuales proyectar su quehacer. En sus itinerarios profesionales se observa que, progresivamente, asumen mayores responsabilidades y participan en procesos de toma de decisiones de aspectos sustantivos de los proyecto de investigación en que participan Su labor investigativa y en buena forma sus intereses, se centran en temas emergentes y poco explorados en el ámbito social, donde la investigación se concibe como un elemento esencial para la generación de conocimiento y en un insumo para la intervención, como ocurre por ejemplo con el fenómeno migratorio. Se observa que poco a poco van delimitando sus intereses y competencias en temas y enfoques específicos lo que podría ser el germen de una futura línea de investigación. De lo anterior se desprende la idea que este segundo perfil sería, al menos en esta fase de formación, más generalista y con capacidades investigativas más amplias, que el perfil uno, que en algún sentido se encuentra especializado temáticamente. Ante esta distinción, cabría preguntarse si alguno de los profesionales, que hoy en día se asocian con el perfil dos, podría llegar a trasformarse en experto, y terminar desarrollando una labor más similar a la que caracteriza a este primer perfil46. Si bien, los trabajadores sociales que más se vinculan con este perfil declaran su preferencia por desarrollar investigaciones bajo un enfoque cualitativo, reconocen que no tienen dificultades en el abordaje de enfoques cuantitativos, dado que declaran poseer una excelente formación de base en estadística y un manejo avanzado de programas informáticos de procesamiento de datos. En su quehacer, se observa también, cómo van incorporando a su quehacer investigativo, prácticas y enfoques de otras disciplinas como el análisis jurídico y la perspectiva que ofrecen los estudios culturales y de

Este elemento, que también abordan los otros testimonios, se constituiría en otro de los rasgos que caracterizan transversalmente el quehacer investigativo de los trabajadores sociales. 46 Al inicio de este artículo se señalaba la existencia de perfiles mixtos, agregando ahora la posibilidad de interconexiones al interior de cada perfil. 45

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género, que se sustentan desde un paradigma eminentemente interpretativo. Lo que habría detrás de esta polivalencia de enfoques y perspectivas, es precisamente el interés de estos profesionales por ir desarrollando una práctica investigadora (ir aprendiendo el oficio), lo que cobra especial sentido cuando se constata su necesidad de hacer entrenamiento investigativo, de poner en práctica técnicas y herramientas de investigación diversas así como tradiciones investigativas distintas. Lo anterior se comprende mejor, cuando se observa que la mayoría de los trabajadores sociales que participan en esta investigación reconocen que, en su formación, la dimensión teórica ha sido más fuerte que la práctica investigadora. Así se entiende la valoración que tienen los profesionales que se vinculan con este perfil, del entrenamiento adquirido en la aplicación de ciertas técnicas de investigación, como entrevistas y focus groups. A la práctica investigadora se suma su interés en evaluar y retroalimentar su quehacer. En sus testimonios, los trabajadores sociales que se asocian a este perfil, insisten en la necesidad de obtener feedback y aprender de sus errores. Consideran esenciales las experiencias de retroalimentación para su formación como investigadores, dedicando especial atención en sus testimonios, a la revisión de las experiencias de este tipo en las que han participado. De sus relatos se desprende que lo que buscan es contar con referentes y maestros, que no sólo les devuelvan la imagen de lo que hacen, sino una valoración de su práctica investigadora, lo que se constituye en un elemento clave de quienes se están formando como investigadores.

Perfil tres. Profesionales de la intervención Como anticipamos al inicio de este artículo, los rasgos que caracterizan a este último grupo presentan mayores indefiniciones y fluctuaciones que los perfiles anteriores, por lo que su delimitación se concibe desde el inicio como un ejercicio preliminar y sujeto a revisión. Este aspecto adquiere mayor sentido cuando se consideran las trayectorias profesionales, las perspectivas y proyecciones de aquellos trabajadores sociales que se vinculan a esta categoría, y que permite incluso conside-

rar que no sea un perfil propiamente tal, sino una transición entre los perfiles uno y dos47. Quienes lo conforman son profesionales en transición, en búsqueda de un nicho o espacio profesional, lo que resulta bastante coherente con la edad de sus protagonistas48. A diferencia de los profesionales que se vinculan con el segundo perfil, estas trabajadoras sociales construyen su identidad a partir de las intervenciones sociales que desarrollan, y por lo mismo, es desde esta posición que estructuran sus aproximaciones y concepciones en torno a la investigación. Esencialmente, las trabajadoras sociales de este perfil han desarrollado su itinerario profesional vinculadas a procesos de gestión participativa e intervenciones comunitarias, con especial énfasis en el fortalecimiento o impulso de estrategias de desarrollo local y territorial. Dimensión que también se constituye en un elemento clave para poder comprender la forma como estas profesionales conciben las articulaciones entre investigación e intervención. Las tres declaran sus intereses por un tipo de Trabajo Social más comunitario y participativo, además comparten la motivación por desarrollar un trabajo vinculados al sector público, sobre todo a nivel de municipios u otros servicios descentralizados. A futuro se visualizan asentadas en un territorio y promoviendo procesos de participación social. Tomando en cuenta lo anterior, no resulta extraño que estas entrevistadas se refieren esencialmente a la investigación desde un enfoque que realza esta dimensión, que construye y genera conocimiento desde abajo hacia arriba, y que, por lo mismo, toma algunos de los elementos del modelo bottom-up de generación de políticas públicas (Lahera, 2002)49. Uno de los rasgos que caracteriza a este perfil, es el hecho que estas profesionales se encuentran en búsqueda, en tránsito desde un estadio a otro. Desencadenado, en la mayoría de los casos, por la salida de la universidad, que marca el fin de la juventud y el inicio de la vida adulta. Es este proceso de búsqueda el que nos permite comprender que las integrantes de este perfil se encuentren explorando distintos ámbitos de trabajo, revisando opciones y asumiendo ciertas alternativas encaminadas a de-

Las protagonistas de los testimonios seis y siete formarían parte de este perfil, al igual que la protagonista del quinto testimonio, cuyo perfil mixto posee elementos comunes con el perfil dos. 48 En este grupo, la mayor de las entrevistadas tiene más de 30 años y corresponde a la profesional a quien se le ha atribuido un perfil mixto. 49 Este modelo alternativo de implementación de políticas públicas que surge en la década de los setenta se ha intensificado como modalidad de gestión, en particular en el desarrollo de programas y políticas sociales focalizados en los ámbitos de integración social, superación de la pobreza y participación social (Silva, 1996). 47

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limitar mejor su lugar o espacio en lo social. Lo anterior, refuerza los argumentos que lleva a definir a este perfil a partir de la búsqueda (rasgo que emergió en las primeras fases de análisis y que permaneció como una constante en el transcurso de esta investigación). En esta exploración de un espacio profesional, la intervención aparece como un referente sustancial del cual asirse. No ocurre lo mismo con la investigación, que se observa como una experiencia ajena, que la ser rememorada les recuerda su paso por la universidad. A partir de lo anterior, se constata quela intervención se constituye en el elemento articulante del tercer perfil, donde el quehacer profesional se nutre de la labor investigativa desarrollada por otros trabajadores sociales u otros profesionales. De sus relatos autobiográficos se desprende que estas profesionales se autoconciben manejando herramientas y competencias específicas de intervención social comunitaria, adquiridas inicialmente durante su proceso de formación profesional, y luego perfeccionadas en sus experiencias laborales. La investigación formaría parte de esas herramientas profesionales (una entre otras) y desde esta perspectiva, se concibe directamente vinculada con el quehacer profesional. Principalmente se refieren a un tipo de investigación aplicada, que se emplea para analizar fenómenos y problemáticas concretas, y cuyos resultados permiten iluminar propuestas y acciones de intervención específicas. En términos generales se puede afirmar que estos trabajadores sociales visualizan la investigación: Como la generación de conocimientos que se orientan a la intervención: en la medida que refuerzan su importancia por los alcances que esta tiene en el conocimiento y comprensión de determinados fenómenos sociales. De una forma u otra, en los tres testimonios vinculados este perfil se insiste en la dimensión aplicada de la investigación, ajustándola a las necesidades de intervención. Esta visión de la investigación, estructura tanto las visiones que las profesionales tienen de la investigación, como el modo como ésta se materializa. Por lo mismo, en este perfil, es bastante claro que la investigación estaría su-

bordinada (o acomodada) a la intervención50. Dado lo anterior, no resulta extraño que estas tres profesionales asimilen y homologuen la investigación con otras estrategias profesionales como el diagnóstico social e incluso la sistematización, en la medida que las conciben como herramientas de generación de conocimiento, que conducen a un proyecto o una intervención concreta. Como un modelo-tipo ideal: concebida como parte de este horizonte de búsqueda, el que esperan concretar a mediano plazo, dado que reconocen que su actual ejercicio profesional presenta una serie de dificultades y obstáculos, que les impiden concretar sus intereses investigativos. En sus testimonios, la investigación es entendida como un proceso estructurado, sistemático y ordenado. Lo que deja en evidencia una determinada forma de hacer y concebir la investigación, marcada en este caso por un modelo de investigación que se desarrolla esencialmente bajo un paradigma postpositivista y donde predominan los abordajes metodológicos analítico/cuantitativos. Se reconoce la influencia de un esquema investigativo que utiliza el marco lógico, para definir y marcar las principales etapas y pasos a seguir en la investigación. Tomando en cuenta lo anterior dan cuenta de: Escasa práctica investigadora: Donde la investigación concebida como una tarea que se realiza en contextos específicos, principalmente académicos y distintos a los espacios laborales donde estas profesionales suelen intervenir. Sus concepciones sobre investigación se sustentan en sus escasas experiencias investigadoras, por lo general circunscritas a sus trabajos de finalización de carrera51. Falta de repertorios analíticos: si bien las asistentes sociales de este perfil valoran la formación obtenida en la carrera de Trabajo Social, y destacan particularmente su preparación en estadística. Reconocen que tienen limitaciones en el análisis, especialmente porque en esta fase se enfrentan a interrogantes y dilemas que no pueden responder con los esquemas y marco interpretativos en

Es precisamente esta concepción funcional de la investigación lo que critica el protagonista del cuarto testimonio cuando observa la secuencia que conduce a toda investigación hacia la intervención. Y ante lo cual reafirma la necesidad de pensar la investigación como un fenómeno en si mismo. 51 Con excepción de la protagonista del quinto testimonio que presenta una experiencia investigadora más amplia y vinculada con otros espacios, lo que nos vuelve a la idea de un perfil mixto entre dos y tres, más ajustado a las particularidades de esta profesional. 50

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los cuales fueron formadas. Dado lo anterior, se observa que quienes integran este perfil aún no han logrado desarrollar una posición crítica respecto de la investigación social y el quehacer investigativo de la profesión. Su incipiente experiencia de investigadora, sumada a la actitud de búsqueda de un espacio profesional, las hace especialmente sensibles a cuestionamientos e interrogantes sobre este tema. Como las trabajadoras sociales que conforman este perfil se autodefinen como novatas en materia de investigación, refuerzan constantemente la necesidad de contar con apoyos y referentes al momento de plantearse una práctica investigadora, aspecto que se constituye en una característica de este perfil52. En sus relatos autobiográficos, es significativa la existencia de ambigüedades e incertidumbres relacionadas tanto con el proceso de investigación como con la utilidad de sus resultados. Estas profesionales suelen exponer abiertamente estas interrogantes, ampliando sus cuestionamientos a otros actores y contextos, a quienes interpelan directamente. Será precisamente esta capacidad de preguntar y preguntarse, la que forma parte de la actitud investigativa que al final de este trabajo se identifica como uno de los componentes que caracterizan a la investigación que se practica desde el Trabajo Social. En algunos casos es posible constatar que la incertidumbre y la falta de respuestas, profundiza sus búsquedas, a tal punto que las lleva a visualizar escenarios de formación o especialización que a futuro les permitan abordar sus interrogantes y preocupaciones en este ámbito. Tras estas aproximaciones permanecen aquellas aproximaciones que conciben a la investigación como un medio o herramienta para el desarrollo profesional53. Es probable que esta concepción instrumental de la investigación esté vinculada precisamente con su escasa experiencia investigadora. Y que se comprende mejor cuando se observa que en sus concepciones de investigación, sólo existe como referente investigativo la tesis o tesina de grado, cuyo imaginario lleva a estos profesionales a

considerar la investigación como una tarea ajena al ejercicio profesional, y más vinculada a propósito académicos-administrativos que marca el fin de los requisitos de la formación y la obtención del título profesional. De algún modo en sus relatos, la investigación es visualizada como una tarea de dedicación exclusiva54, y por lo mismo, difícil y poco compatible con su trabajo cotidiano. Bajo esta aproximación la investigación rivalizaría y tensionaría el quehacer profesional, dado que requiere de tiempo, conocimientos y destrezas específicas Tensión que se encuentra presente en los relatos autobiográficos de estas trabajadoras sociales a quienes les parece importante y quieren hacer investigación, pero no logran desarrollarla en sus actuales inserciones laborales. Esta falta de concreción, que surge como consecuencia de una multiplicidad de factores (donde el tiempo resulta el elemento articulante), es la que les hace pasar por el lado de la investigación, sin lograr ponerse en su camino. A diferencia de los perfiles anteriores, en este perfil sociobiográfico, la tensión entre hacer y conocer se vuelve más evidente. Lo que lleva a que en determinados momentos, las trabajadoras sociales visualicen ambos procesos en forma separada y por caminos paralelos (no conciliables). Un ejemplo de ello, lo encontramos en la protagonista del quinto testimonio, quien declara que a futuro le gustaría dedicarse en forma exclusiva a la investigación, lo que nos recuerda que en su caso se observan rasgos de un perfil mixto, que combina elementos del segundo y tercer perfil. En términos generales se podría decir que, por sus experiencias investigadoras, la investigación adquiere una connotación de proceso abierto, perfeccionable y en alguna medida aún por desarrollar. Pese a ello, la mayoría de las profesionales que integran este grupo tienen una visión positiva de la investigación realizada, y resulta válido suponer que en estos casos, puede haber un cambio en sus concepciones iniciales. Tal vez por lo mismo, la mayor parte de sus de-

La protagonistas de los testimonio cinco y siete se refieren explícitamente a la necesidad de contar con un guía que les indique los caminos a seguir en materia de investigación, reconociendo precisamente esta cualidad en algunos profesionales con los que se ha vinculado. 53 Se considera relevante relacionar estas aproximaciones que los trabajadores sociales tienen de la investigación con la metáfora de la caja de herramienta, de la cual los profesionales van extrayendo distintas herramientas e instrumentos con usos y funciones determinadas. Metáfora que fue desarrollada por Gilles Deleuze hace más de 30 años. 54 Que se realiza cuando se dan ciertas condiciones específicas como encontrarse en la fase final de un proceso de formación o inserto laboralmente en un espacio laboral que sólo se dedique a hacer investigación. Esta última situación se asemeja bastante a las opciones laborales que se han forjado los protagonistas vinculados con el segundo perfil. 52

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mandas van por el lado del saber investigar en contextos distintos a los académicos, y para ello buscan referentes, esquemas y modelos que les permitan concretar este anhelo investigativo. Ante estas demandas, los marcos investigativos del enfoque cuantitativo55 parecen ofrecerles mayores garantías, lo que les lleva a dos exponentes de este perfil a reconocer sus preferencias por este tipo de aproximaciones. Con anterioridad se ha comentado que la búsqueda de certezas y referentes constituye en un rasgo que caracteriza a este perfil y determina en buena medida sus acercamientos hacia la investigación, evidenciando que en esta posición, los trabajadores sociales suelen pedir recetas y orientaciones bastante precisas que guíen su quehacer, eviten errores y les den seguridad en un ámbito que no es visto como una fortaleza. En este caso se aprecia que la inseguridad de estas profesionales podría estar asociada al estatus de los trabajadores sociales y los imaginarios sociales que se construyen respecto de esta profesión, a la que se le atribuyen una serie de atributos y repertorios esperados, que no siempre consideran como parte del quehacer profesional el desarrollo sistemático de prácticas investigadoras56.

Como hacen investigación... trazos de la investigación que se practica desde el Trabajo Social Situados en una posición distinta a algunas concepciones sobre los trabajadores sociales, en este artículo se asume el reconocimiento de la existencia de un oficio investigativo del Trabajo Social, y se analizan en profundidad las concepciones y prácticas investigadoras de un grupo de profesionales, que perteneciendo a una misma generación profesional, han desarrollado aproximaciones y visiones distintas de la investigación y sus posibilidades articuladoras con la intervención profesional. El análisis de los testimonios autobiográficos permitió la identificación de tres perfiles de trabajadores sociales, diferenciados a partir del modo como conciben y hacen investigación social. Como se indicó en el punto anterior, cada perfil se configura a partir de un eje o tópico central, desde el cual se despliegan elementos y rasgos específicos que le constituyen.

Más allá de los elementos que les diferencian, estos perfiles profesionales comparten aspectos y perspectivas de investigación social, lo que permite evidenciar algunos rasgos y componentes esenciales que constituirían el quehacer investigativo de los trabajadores sociales. Surgen de esta forma tres dimensiones o ámbitos que se identifican como característicos de la investigación que realizan estos profesionales en tanto interpelan a un posicionamiento ético determinado, una forma articulante de relacionar investigación e intervención y al modo como estos profesionales desarrollan su formación investigadora. La primera dimensión que ha sido denominada relación ética, se encuentra presente en la totalidad de los testimonios analizados, en la medida que interpela y aboga por el papel de los sujetos en los procesos de investigación. La segunda dimensión, menos explícita, se ha construido a partir del estudio transversal de los perfiles presentados, y da cuenta de las vinculaciones entre investigación e intervención, identificando una serie de repertorios comunes, al interior de los cuales se aglutinan una serie de técnicas e instrumentos, que operarían en ambos procesos, y que permite identificar distintas posibilidades de articulación entre intervención e investigación. La tercera dimensión observa la formación y competencias con la que los trabajadores sociales emprenden la tarea investigadora, con especial énfasis en la forma como estos profesionales van completando y actualizando sus conocimientos, así como en las limitaciones y vacíos que presentan de cara a la investigación. Como se indicó al inicio de este artículo, estos elementos no tienen la pretensión de ser concluyentes, sino más bien buscan poner en evidencia los derroteros o lineamientos en torno a los cuales es posible continuar investigando. La principal idea que se depura del análisis de los testimonios autobiográficos, indica que los trabajadores sociales tienden a realizar una investigación éticamente situada. Y se habla de situada, porque es explícitamente reflexiva en este punto, que conlleva un cuestionamiento acerca de las consecuencias, efectos e impactos de su trabajo investigativo. Observar que la investigación de los trabajadores sociales

Si bien la lógica de investigación analítica es un elemento que atraviesa a todos los entrevistados, es especialmente evidente en el caso de las profesionales que integran este perfil. 56 La necesidad de autoafirmación o validación en esta materia, podrá vincularse con la noción de identidad deteriorada desarrollada por Goffman, en su clásico trabajo Estigma (original de 1963), donde analiza los medios y mecanismos que establece la sociedad para categorizar a las personas 55

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conlleva un trasfondo u horizonte ético, no significa que las otras profesiones no lo posean. Lo que se quiere connotar en este trabajo es que, en este tipo de profesionales, la investigación con perspectiva ética no emerge como una opción, sino que se constituye en un rasgo dominante, a tal extremo que podría llegar a concebirse como un imperativo. En los testimonios de los profesionales se puede rastrear, con bastante claridad, el modo como esta perspectiva se va instalando desde la etapa de formación en los profesionales de Trabajo Social57 Madurando en algunos casos o quedando como una inquietud posible de profundizar. Con las interpelaciones a esta dimensión, los profesionales buscan hacer explícita las situaciones y dilemas éticos presentes en las investigaciones sociales, exponiéndola a la revisión y consideraciones de otros investigadores. Con menos, presencia que la dimensión ética, constatamos también que los trabajadores sociales se caracterizarían por desarrollar una investigación articulada con otros contextos y realidades. Lo que se quiere explicitar en este punto son las múltiples interconexiones que los protagonistas de los testimonios, establecen entre los procesos de indagación y generación de conocimiento y las prácticas o actuaciones determinadas. Sería precisamente este carácter articulante de la investigación de los trabajadores sociales, lo que imprime un rasgo diferenciador de la investigación de otros profesionales. Del análisis realizado se desprende que los puentes y caminos a recorrer entre investigación e intervención (entre hacer y conocer, entre teoría y práctica), tienen múltiples sentidos y no se restringen a un modo u otro. Si bien en los testimonios se observa una secuencia que resulta dominante, en la medida que define un recorrido que va de la investigación a la intervención, es posible identificar otros esquemas (distinto a los secuenciales) que avanzan en forma de espiral articulando, a veces fundiendo y otras veces separando prácticas investigativas y de intervención. La figura de una espiral ascendente, que se retroalimenta mutuamente, parece ser en este caso lo suficientemente dinámica para explicar esta complejidad articuladora que se ha querido estudiar. En esta figura tendrían cabida tanto las visiones de los trabajadores sociales que critican el carácter instru-

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mental y funcional que se imprime a la investigación, como aquellas perspectivas que sólo le asignan validez a la generación de conocimiento en la medida que desemboca en una actuación concreta. También quedan contenidas, en este esquema de múltiples posibilidades, las hipótesis iniciales que sustentaron este trabajo y que planteaban desde el origen de la profesión la existencia de vasos comunicantes entre ambos procesos; así como aquellas visiones donde no es posible forma de articulación alguna. Finalmente encontramos en la autoformación y en la actitud de indagación permanente otro de los rasgos que caracteriza el quehacer investigativo de los trabajadores sociales. Esta posición, muy marcada en las profesionales que forman parte del tercer perfil, también se encuentra presente en los otros profesionales entrevistados, quienes entienden esta búsqueda como el germen de una actitud investigadora que se irradia a distintos escenarios, incluidos los ámbitos de investigación e intervención. En términos generales, se advierte que los profesionales de Trabajo Social generan estrategias y mecanismos diversos que les permiten completar sus necesidades de formación, especialmente en aquellos campos donde se consideran más débiles, como ocurre con las herramientas de análisis avanzado en ciencias sociales tanto en investigación cuantitativa como cualitativa. En esta dimensión formativa también resulta esencial la búsqueda de referentes y maestros que apoyen la labor investigativa, y que les permitan completar lo que les falta. De los relatos es posible colegir que de cara a la investigación, los trabajadores sociales se documentan, se informan y aprenden lo más posible. Es probable que esta autonomía formativa, surja ante la necesidad de reafirmar una identidad y capacidad investigadora, que parece cuestionada, o que ha sido concebida como una excepción cuando se observa que, mayoritariamente, los imaginarios de la profesión se encaminan hacia la intervención. Queda aun continuar investigando acerca de las prácticas y posibilidades investigadoras de estas profesiones, que ubicadas en cualquiera de los perfiles construidos en este trabajo se manifestaron deseosas e interesadas por hacer investigación, contribuyendo tanto al mejoramiento social como al desarrollo disciplinar del Trabajo Social. En esta dirección se encaminan nuestros pasos.

Catalina Wainerman en su artículo “Acerca de la formación de investigadores en ciencias sociales” aborda algunas de estos elementos (en Wairnerman y Sautu, 2001).

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ISSN 0716-9736 / Revista Trabajo Social / No 76 / Julio / 2009 / P. 35-42

Miradas del Trabajo Social sobre violencia y criminalidad en el Brasil contemporáneo Some glances of Social Work on urban violence and criminality in contemporary Brazil MYRIAM RAQUEL MITJAVILA / PRISCILLA GOMES MATHES Myriam Raquel Mitjavila, es Doctora en Sociología - USP y Asistente Social - PUC/ RS. Actualmente se desempeña como docente del Programa de Posgrado en Trabajo Social - PPGSS. Universidade Federal de Santa Catarina - UFSC / Brasil; dirección electrónica: myriam.mitjavila@pq.cnpq.br o myriam@cse.ufsc.br Priscilla Gomes Mathes es Asistente Social - UFSC. Su dirección electrónica: es priscilla_mathes@yahoo.com.br La dirección postal de ambas autoras es Universidade Federal de Santa Catarina - Centro Socio-Econômico - Programa de Pós-Graduação em Serviço Social - Barrio Trindade - Florianópolis - SC - Brasil - CEP 88040-970

Resumen Este artículo describe y analiza el perfil de la producción científica del Trabajo Social, en torno a las problemáticas de la violencia y la criminalidad a partir de los datos de una investigación que tuvo por finalidad examinar aspectos teórico-metodológicos y socio-institucionales de la construcción de conocimiento en esa área. El material analizado comprende, fundamentalmente, trabajos presentados en los principales eventos científicos y artículos publicados en periódicos calificados durante el periodo comprendido entre 1995 y 2005. Se presenta un mapeo preliminar del perfil de la producción en función de variables referentes al tipo, la estructura y los principales contenidos de los trabajos, y se discuten algunos resultados en términos de los problemas y desafíos conceptuales que resultan de las visiones predominantemente desarrolladas por el Trabajo Social en torno de las problemáticas de la criminalidad y la violencia urbanas en Brasil. Palabras clave. Trabajo social, criminalidad, violencia urbana, Brasil.

Abstract The article describes and analyses the profile of the cientific production of Social Work in relation to the problem of violence and criminality. This was done on the basis of the data gathered in a research whose aim was to analyze theoretical and methodological aspects -as well as socioinstitutional features- of the construction of knowledge in this specific area. The empiric material includes papers and articles published in qualified scientific journals between 1995 and 2005. Thus, we present a preliminary mapping of the production profile of these works, taking into consideration issues like type, structure and the fundamental contents of these works. We have also discussed some findings which put in evidence the glances developed by Social Work concerning urban criminality and violence in Brazil. Keywords. social work, criminality, urban violence, Brazil.

Introducción El objetivo de este artículo es presentar los resultados parciales de una investigación dirigida a describir y analizar el perfil de la producción científica reciente del Trabajo Social brasileño en torno a las problemáticas de la violencia y la criminalidad urbana. Se trata de un mapeo elaborado con el fin de subsidiar una tarea que es tanto compleja como desafiante: la de realizar una observación, en palabras de Niklas Luhmann (1992), de segundo orden, en el sentido de “observar las observaciones de los

observadores”, o, en otros términos, de examinar el contenido y las formas de la construcción de las miradas predominantes en el Trabajo Social en torno a esos temas. Se propone, entonces, emprender lo que puede definirse como un trabajo de etnografía documental, que busca reconstruir tanto el perfil propio de esa producción intelectual y los principios teóricometodológicos en los cuales se sustenta, como, y principalmente, lo que éstos podrían informarnos sobre la posición actual del Trabajo Social como 35


MYRIAM RAQUEL MITJAVILA / PRISCILLA GOMES MATHES

área de conocimiento y como profesión, en función de su trayectoria histórica y de su inserción en la división social y técnica del trabajo en torno de las problemáticas de la violencia y la criminalidad. No se parte aquí de una definición a priori de área criminal y de violencia urbana, y sí de las categorías y conceptos que pueden ayudarnos a aprehender los contornos, así como las condiciones sociopolíticas, culturales y técnicas que estructuran el pensamiento y la acción profesional del Trabajo Social en ese ámbito. En la fase actual de esta línea investigativa se busca, fundamentalmente, identificar las principales estrategias de interpretación desarrolladas por académicos y profesionales del área en torno a problemáticas complejas, estrechamente relacionadas con la gestión de comportamientos que, en términos de respuestas sociales, implican sistemas normativos y mecanismos judiciales de control social, ya sean estos de naturaleza punitiva o educativa. El análisis del problema que se presenta a continuación se apoya en conceptos y categorías provenientes de la sociología de las profesiones y de la sociología jurídica, así como en algunos trabajos producidos en el propio terreno del Trabajo Social. El material empírico tiene origen en una investigación anterior que examinó la producción bibliográfica del Trabajo Social sobre el campo socio-judicial en algunos países de la región. En el contexto de esa investigación, dos características de ese material llamaron la atención del equipo de investigación en relación con el caso brasileño: el volumen relativamente escaso de trabajo intelectual orientado hacia las problemáticas de la violencia y la criminalidad, y las estrategias teórico-metodológicas que habían sido usadas en forma predominante por los investigadores del área, fuertemente basadas en elementos doctrinarios de naturaleza jurídica, en detrimento de referencias conceptuales que provinieran de las ciencias humanas y sociales.

La producción intelectual como reflejo de la posición social de una profesión En el contexto del presente análisis, se le atribuye al ámbito criminal un carácter matricial, tanto en lo que se refiere a la incorporación de conocimiento científico-técnico en los procesos modernos de administración de justicia como en lo que atañe a la construcción de los propios dominios de las disciplinas que participan en los procesos de juzgamiento de delitos y de administración de las penas, como sería el caso de la psiquiatría forense, de la psicología y del Trabajo social (Darmon, 1991). 36

La configuración del área criminal como campo de actuación del Trabajo Social es relativamente reciente en su trayectoria experimentada como área de conocimiento y como profesión en Brasil. Esto puede interpretarse como resultado de la particular inserción del Trabajo Social en la red socio-institucional que forma parte del conjunto de respuestas sociales a los problemas vinculados a la violencia y la criminalidad. En efecto, las instituciones modernas se apoyan permanentemente en agentes y mecanismos que permiten categorizar y evaluar o juzgar individuos, familias o situaciones según las necesidades de toma de decisiones que afectan no sólo las vidas de las instituciones sino además las de las personas (Foucault, 1987; Rabinow, 1991; Foucault, 1992; Elías, 1994; Douglas, 1996; Mitjavila, 2002). La esfera de la justicia se caracteriza por haber desempeñado históricamente un papel relevante en la construcción y regulación de las relaciones entre individuos e instituciones sociales, através de procesos que afectan prácticamente todos los ámbitos de funcionamiento de la vida social (infancia, juventud, familia, actividad económico-financiera, crimen, etc.). El objeto del estudio que aquí se presenta se ubica precisamente en ese espacio analítico que resulta de la relación entre esferas institucionales y constitución de campos profesionales, privilegiando, en este caso, algunos aspectos de la construcción histórica y de los problemas y desafíos experimentados por el Trabajo Social en el abordaje de las problemáticas inherentes a los asuntos de la violencia y la criminalidad. Desde el punto de vista institucional, el campo socio-judicial desempeña un papel articulador entre lo social y lo jurídico, en la medida en que el derecho puede concebirse como medio para la satisfacción de necesidades, acompañando en ese sentido a la formulación de las políticas. Por lo tanto, justicia y políticas no constituyen campos de análisis separados. Su institucionalidad se materializa en mecanismos de regulación social, a partir de los presupuestos que sustentan la funcionalidad del control social en las sociedades modernas, en función de los cuales debe existir alguna especie de correspondencia entre las normas jurídicas y las normas sociales. Además de sus funciones instrumentales y políticas en el arbitraje de los conflictos sociales, el campo socio-judicial abarca un conjunto importante de competencias de naturaleza simbólica al fomentar la socialización de expectativas acerca de la legitimidad de las normas legales y la producción


MIRADAS DEL TRABAJO SOCIAL SOBRE VIOLENCIA Y CRIMINALIDAD EN EL BRASIL CONTEMPORÁNEO

y reproducción de los universos simbólicos dominantes en cada contexto socio-histórico en que se desarrolla. Bajo condiciones de globalización y de reestructuración económica, el papel del campo socio-judicial experimenta un conjunto de transformaciones. En la medida en que la globalización económica profundiza la magnitud y diversifica las formas de desigualdad social, se registra una progresiva simbiosis entre marginalidad económica y marginalidad social, lo que desafía las capacidades del Estado-nación para garantizar la preservación del orden, de la seguridad y de la obediencia (Faria, 2001). De esta manera, se configura un nuevo tipo de escenario que introduce un conjunto de desafíos a las profesiones que trabajan en el campo socio-judicial, principalmente si consideramos que se desempeñan en un contexto que se caracteriza además por la individualización de lo social (Beck, 1997), y, consecuentemente, por la progresiva judicialización y criminalización de las expresiones de la cuestión social (Faria, 2001). El desarrollo de nuevos dispositivos tales como la mediación y el arbitraje también ha contribuido a la formación de nuevas arenas en las cuales dirimir los conflictos sociales, ampliando y/o redefiniendo, según sea el caso, las competencias de algunas profesiones del ámbito socio-judicial y, entre otras, las del Trabajo Social. Ese tipo de procesos se traduce en la emergencia de nuevas influencias políticas, ideológicas y técnicoburocráticas sobre una profesión cuya autonomía técnica se ha construido a partir de una inscripción estatal, asalariada y jerárquicamente dependiente de otras profesiones y campos de conocimiento, entre los cuales se destaca, precisamente, el del Derecho. Sin embargo, como ocurre con todas las profesiones, el Trabajo Social posee, al menos potencialmente, la capacidad de construirse y reconstruirse a medida que lo mismo ocurre con la sociedad de la cual forma parte (Freidson, 1998). Debido a eso, el surgimiento de nuevas formas de expresión de los conflictos sociales y la emergencia además de también nuevas modalidades de gestión de las mismas, imponen una serie de límites estructurales y funcionales al ejercicio de las profesiones en general y del Trabajo Social en particular. Estas nuevas condiciones exigen la movilización de la capacidad de la profesión para crear también nuevos instrumentos y emprender análisis que aborden la aparición de nuevas demandas y condiciones de desarrollo de competencias profesionales apropiadas. En muchos contextos, los trabajadores sociales son llamados a implementar

políticas que entran en conflicto con sus propias habilidades y valores, procesos que por lo general se asocian a la identificación de problemas sociales y al desarrollo de nuevas tecnologías de gestión. (Hugman, 1996). En este sentido, hay que tener en cuenta que, si bien el campo socio-judicial consiste en un espacio socialmente determinado por las circunstancias sociales que le imprimen una determinada dirección social, se convierte también en una realidad vívida y representada en las conciencias de sus agentes, lo que se percibe, por ejemplo, en los discursos ideológicos y teóricos sobre el propio ejercicio profesional (Yasbek, 1999). Ambas dimensiones, esto es, la material y la simbólica, conducen a una unidad contradictoria que los profesionales suelen experimentar ante los desencuentros que se producen entre las intenciones del profesional, el trabajo efectivamente realizado y los resultados que se obtienen, lo que desencadena un permanente cuestionamiento de los principios y metodologías de trabajo. Pese a la existencia de un importante acervo de trabajos sobre el Trabajo Social como profesión (Weisshaupt, 1985; Grassi, 1994; Baptista, 1995; Hugman, 1996; Netto, 1996; Iamamoto, 1997; Simionatto, 1998), el conocimiento acumulado en torno a las condiciones, modalidades y consecuencias sociales de las intervenciones profesionales de los trabajadores sociales en el área criminal del campo socio-judicial se revela aún como insuficiente, situación que justifica plenamente la intencionalidad del estudio cuyos resultados preliminares se presentan en este artículo. De igual forma que otras profesiones, el Trabajo Social puede ser considerado como el resultado de una construcción social (Freidson, 1988; Payne, 1993). Para comprender su trayectoria y configuración actuales es preciso ir más allá de su espacio interno, ya que, en cuanto profesión, el Trabajo Social consiste en un producto histórico (Iamamoto, 1992). Como tal, deriva de una especialización del trabajo colectivo, constituyendo, por lo tanto, una expresión de relaciones sociales vigentes en contextos históricos específicos. Consiste, al mismo tiempo, en un trabajo especializado y remunerado, de carácter socio-técnico, colectivo y complejo, debido a las características de su inscripción en la división social y técnica del trabajo. Sin embargo, su reproducción depende no sólo de las condiciones socio-estructurales de las cuales emerge, sino también de su utilidad social y de la capacidad de producir respuestas frente a las necesidades sociales (Iamamoto, 1998). En la medida en que el Trabajo 37


MYRIAM RAQUEL MITJAVILA / PRISCILLA GOMES MATHES

Social es definido como “competente” para ofrecer respuestas socialmente definidas e institucionalmente sustentadas, se encuentra obligado a demostrar que posee los medios para hacer que esa respuesta resulte satisfactoria. Sin embargo, eso no supone una trayectoria lineal, concebida en términos evolucionistas y sí complejos y prolongados itinerarios caracterizados por avances y retrocesos, contradicciones, crisis de identidad y reformulaciones más o menos periódicas de las bases académicas, técnicas, éticas y corporativas de la profesión. Esos itinerarios son, con frecuencia– aunque no exclusivamente– modelados por la producción intelectual. En forma similar a lo que puede observarse en otras profesiones “interventivas” o “prácticas” (Freidson, 1998), el Trabajo Social se caracteriza por una división interna del trabajo en virtud de la cual los procesos de producción y difusión del conocimiento científico-técnico se concentran en la esfera académica y se materializan en la producción de material escrito. De esta manera, consideramos que la producción escrita es constitutiva del campo profesional, en el sentido de ser una expresión del funcionamiento de los mecanismos internos de regulación de la profesión, principalmente de aquellos que son responsables de la legitimación de las unidades académicas como espacios de producción de conocimiento y de institucionalización de los principales contenidos teóricos, ideológicos y políticos que articulan sus discursos y prácticas. Esto no significa un desconocimiento de los problemas que afectan las relaciones entre el universo académico y el mundo profesional -algo que en sí mismo se mantiene fuera del foco del presente artículo - ni tampoco significa desconocer su relevancia como dato para el análisis. En esos argumentos yace, entonces, la importancia que puede atribuírsele a la producción escrita en la configuración de las bases epistemológicas, teóricas, metodológicas y técnicas de las miradas del Trabajo Social hacia las problemáticas de la violencia y la criminalidad, así como la pertinencia de emprender su análisis con el propósito de identificar sus principales contornos y contenidos.

Estrategia metodológica En lo metodológico, la investigación se basó en el análisis de contenido del universo de los trabajos presentados en torno al amplio campo temático de la violencia y la criminalidad en los principales eventos científicos del Trabajo Social en Brasil, realizados en el periodo que va desde 1995 a 2005 (Encuentro Nacional de Investigadores en Trabajo Social - ENPESS y Congreso Brasileño de Asistencia Social - CBAS) y en una muestra de artículos y otras producciones bibliográficas correspondientes al mismo periodo y seleccionados según criterios de inclusión/exclusión previamente determinados, los cuales fueron: (1) artículos y material divulgados en las revistas Qualis A (Criterio de Clasificación de la CAPES1 para las publicaciones mejor conceptuadas del área del Trabajo Social); (2) trabajos presentados en los eventos nacionales de Trabajo Social : ENPESS e CBAS; (3) libros dedicados a la temática en específico; (4) trabajos presentados en eventos específicamente dedicados a asuntos del campo socio-judicial. A partir de la aplicación de esos criterios a una base de datos elaborada para una investigación más amplia que dio origen a la realización del presente estudio2, fueron seleccionados los 46 trabajos referidos al área criminal de los 1203 que se identificaron por estar dedicados a temas vinculados al Trabajo Social en el campo socio-judicial. Esta base de datos consta de 35 variables, las cuales se utilizaron para clasificar y analizar los textos seleccionados. El software que se utilizó fue Microsoft ACCESS versión 2002. En ese soporte se registraron los siguientes campos temáticos en los que se agruparon las variables: (1) contexto institucional; (2) perfil de los autores; (3) tipo de producción bibliográfica; (4) clasificación temática; (5) tipo de abordaje del objeto; (6) papel del Trabajo Social y del trabajador social en el área criminal. Los tres primeros campos informan sobre variables de valor eminentemente descriptivo, concentrándose el meta- análisis cualitativo, propiamente dicho, en las informaciones contenidas en los campos cuarto a sexto.

Coordinación de Perfeccionamiento del Personal de Nivel Superior del Ministerio de Educación. Proyecto de Investigación “O Serviço Social como profissão no campo sócio-judiciário: construção sócio-histórica, modalidades, problemas e desafios recentes na Argentina, no Brasil e no Uruguai” NEPPI - Núcleo de Estudios e Investigaciones sobre Profesiones e Instituciones /UFSC (Brasil) - UBA (Argentina) - UDELAR (Uruguai). 3 Estos trabajos se seleccionaron según criterios de inclusión/exclusión definidos en el proyecto original, los que operacionalizaron el propósito de reunir los textos publicados en los periódicos más prestigiosos y en los anales de los eventos más importantes sobre la temática en los tres países que integran el estudio. Para información más detallada sobre los critérios de la muestra se puede consultar el informe final de la investigación (Mitjavila, De Martino, & Krmpotic, 2006) 1 2

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MIRADAS DEL TRABAJO SOCIAL SOBRE VIOLENCIA Y CRIMINALIDAD EN EL BRASIL CONTEMPORÁNEO

La investigación bibliográfica no fue exhaustiva debido a las dificultades que se encontraron durante el acceso al material en el corto periodo de desarrollo de la investigación. En este sentido, no fue posible incluir los trabajos sobre el sistema judicial en el IX y X CBAS, material este que se pretende incluir durante las próximas etapas de la investigación4. En particular, la relativa falta de antecedentes de investigación sobre este tema en el Trabajo Social brasileño representó una dificultad adicional ya que no se pudo contar con bases de datos referenciales abarcadoras sobre la producción académica en esta área.

Perfil de la producción intelectual sobre violencia y criminalidad Acerca de la autoría de los trabajos La literatura examinada en la investigación bibliográfica confirma la débil presencia de estudios acerca del campo socio-judicial en general, y sobre el asunto de la criminalidad en particular. Esto se comprueba en la casi inexistencia de trabajos sobre estos temas en los eventos científicos del Trabajo Social en el contexto brasileño (CBAS e ENPESS) en las décadas precedentes. A modo de ilustración, cabe mencionar que la creación de un Grupo de Trabajo sobre el Poder Judicial se ocurrió por primera vez durante el XI CBAS de Fortaleza - CE, realizado en el año 2004, denominado Trabajo Social y Sistema Socio-Judicial. La investigación empírica permitió identificar 46 trabajos que, de acuerdo con los criterios de categorización utilizados para el relevamiento de los datos, se refieren a asuntos que pertenecen al campo de la violencia y de la criminalidad. Los anales del ENPESS han constituido el principal vehículo de difusión de esas producciones, y en menor medida lo han sido los artículos publicados en periódicos (Qualis A) y en los Anales del CBAS, según puede observarse en el gráfico que se presenta a continuación:

GRÁFICO Nº 1 -

PRODUCCIÓN BIBLIOGRÁFICA SEGÚN TIPO DE PUBLICACIÓN (en proporciones)

Anales de los ENPESS 0,44 (N=20)

Anales de los CBAS 0,26 (N=12)

Otros 0,02 (N=1)

Periódicos calidad A (Qualis A) 0,28 (N=13)

Fuente: elaboración propia

La ausencia de libros y capítulos de libros referentes a esta temática sigue el patrón observado en la producción sobre el campo socio-judicial como un todo, ámbito en el cual la publicación de libros sería inferior al 5% del total de los materiales publicados (Mathes e Mitjavila, 2006). En cuanto al perfil de los autores, se destaca la presencia levemente superior de trabajos de autoría individual (0,57), en su mayor parte concentrados en las regiones Sudeste (casi todos concentrados en el eje Río de Janeiro - Sao Paulo) y Sur del país, de acuerdo con la siguiente distribución: GRÁFICO Nº 2 -

DISTRIBUCIÓN DE LOS TRABAJOS SOBRE VIOLENCIA Y CRIMINALIDAD SEGÚN ORIGEN GEOGRÁFICO DE LOS AUTORES (en proporciones)

0,21 (N=8)

0,21 (N=8)

0,29 (N=11)

0,29 (N=11)

0,39 (N=15)

Norte Nordeste Sur Sudeste Centro-Oeste

Fuente: Elaboración propia 4

Aunque la indisponibilidad de los anales del IX y X CBAS haya ocasionado una cierta limitación en la base empírica de la investigación, se considera que la misma no compromete la validez de los resultados por tratarse de un evento dirigido a profesionales y organizado por las organizaciones corporativas que los representan. En este sentido, debe destacarse que se trata de un espacio en el cual la mirada de los investigadores del mundo académico se encuentra representada en menor proporción.

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Se destaca, además, la gran participación de las instituciones públicas como espacios de producción de conocimiento en esta temática, lo que se comprueba en casi tres cuartas partes de los casos sobre los cuales existe información disponible. De este modo se constata, también en esta área temática, que si la producción científica dependiese exclusivamente del sector privado, seguiríamos esperando por ella. CUADRO 1

DISTRIBUCIÓN DE LOS TRABAJOS SOBRE VIOLENCIA Y CRIMINALIDAD SEGÚN TIPO DE INSTITUCIÓN QUE ORIGINA LA INVESTIGACIÓN (en proporciones)

CUADRO 2

DISTRIBUCIÓN DE LOS TRABAJOS SOBRE VIOLENCIA Y CRIMINALIDAD DE ACUERDO CON EL NIVEL DE ANÁLISIS PREDOMINANTE (en proporciones)

Nivel de análisis

Frecuencia

Proporción

16

0,35

Estadual

4

0,09

Regional

14

0,30

Nacional

12

0,26

Total

46

1,00

Local

Fuente: Elaboración propia

Tipo de institución

Frecuencia

Proporción

Pública

25

0,74

Privada

8

0,23

Comunitaria

1

0,03

34

1,00

Total Fuente: Elaboración propia

Por otro lado, en la mayor parte de los trabajos, no fue posible encontrar datos referentes a la titulación y otras características de la inserción institucional de los autores (por ejemplo, universidades, municipios, organismos estaduales, etc.), previéndose, para las próximas etapas de la investigación, la reconstrucción de ese cuadro, hasta donde sea posible, mediante la indagación de los respectivos currículos en la Plataforma Lattes5.

Acerca de la naturaleza, el alcance y la estructura de los trabajos Un poco más de la mitad de la producción (0,54) consiste en la presentación de los resultados de investigaciones, y el resto de los trabajos corresponde a ensayos (0,28) y relatos de experiencias profesionales (0,18). Entre las investigaciones se observa la utilización con relativa mayor frecuencia de métodos cualitativos (0,64) en comparación con la escasa presencia de los enfoques cuantitativos (0,16) y combinados, o cualitativo-cuantitativos (0,20). Desde el punto de vista del alcance analítico y/o empírico de los objetos de estudio, el material se examinó en función del nivel de análisis predominantemente utilizado, resultando la siguiente distribución:

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Y como resultado del agrupamiento de esas categorías, se podría concluir que los asuntos sobre violencia urbana y criminalidad, en el conjunto de la producción aquí examinada, suelen ser objeto de análisis macro-sociales (a nivel del país o de la sociedad) en proporción inferior (0.26) a su tratamiento “meso” (estadual y regional) (0.39) y micro-social (local) (0.35).

Acerca del campo temático de la violencia y criminalidad: notas provisorias Una primera observación en torno al contenido de la producción examinada se refiere a la notoria ausencia de textos analíticamente dedicados a la esfera criminal en sí misma, esto es, como objeto de estudio y de intervención del Trabajo social. En este sentido, no se detectó ningún trabajo que tuviese el propósito de examinar la constitución, las características o cualquier otro atributo de la esfera criminal como campo de actuación del Trabajo Social. Esto no parece ser una novedad, ya que el campo socio-judicial ha sido considerado tradicionalmente por las corrientes de pensamiento hegemónicas en el Trabajo Social brasileño como un verdadero laboratorio para la reproducción ideológica de los universos simbólicos que justifican el orden social capitalista. Su valoración en términos de componente superestructural probablemente haya provocado la falta de interés en este tema por parte del mundo académico del Trabajo Social en Brasil (Mitjavila, Krmpotic & De Martino, 2006). Un segundo aspecto que aparece con bastante frecuencia en la construcción de objetos de estudio en

Sistema electrónico de registro, estandarizado y de dominio público, de los currículos de los estudiantes, profesionales e investigadores, administrado por el Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico - CNPq- del Ministerio de Ciencia y Tecnología.

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MIRADAS DEL TRABAJO SOCIAL SOBRE VIOLENCIA Y CRIMINALIDAD EN EL BRASIL CONTEMPORÁNEO

esta área consiste en la inscripción de las problemáticas abordadas en campos teoreticamente distantes de aquellos construidos por las ciencias humanas y sociales en la producción de conocimientos sobre violencia y criminalidad. Eso puede observarse, por ejemplo, en el casi invariable tratamiento otorgado al “acto infraccional” como problemática rigurosamente limitada al área de infancia y adolescencia en conflicto con la ley. La inscripción históricamente precoz del Trabajo Social brasileño en esta área, así como la fuerza retórica y los impactos del Estatuto de la Niñez y de la Adolescencia (ECA) al interior de la categoría profesional, constituyen indicadores bastante sensibles y específicos de la importancia que adoptan los procesos sociopolíticos y las transformaciones institucionales del campo socio-judicial en la construcción del Trabajo Social como profesión y como área de producción de conocimientos. Hasta cierto punto, ese perfil de la construcción de los objetos de estudio puede interpretarse como el resultado de la histórica inserción de las prácticas profesionales del Trabajo Social (incluyendo aquellas orientadas hacia la producción de conocimientos) en los criterios burocrático-administrativos y jurídicos que nortean o determinan la división social del trabajo en torno a problemas vinculados a la ley y a la administración de la justicia en función de las normas jurisdiccionales que establecen las competencias de los diferentes poderes y organismos involucrados y, en consecuencia, las agendas temáticas de algunos saberes técnicos que participan en ese mismo espacio. Uno de los síntomas de esa institucionalización de los marcos de referencia profesionales se percibe en la absoluta ausencia de trabajos que traten o analicen la norma jurídica como construcción social, lo que se traduce en la consideración, mayoritariamente compartida por los autores, de la norma jurídica como elemento socialmente apriorístico o naturalizado, lo que favorece el desarrollo de miradas que determinan que lo social aparezca apenas en la aplicación, aplicación desigual o no aplicación de la ley. Esto constituiría una característica bastante típica de la producción bibliográfica del Trabajo Social brasileño sobre el campo socio-judicial en general. A modo de ejemplo, bastaría con mencionar el tratamiento más o menos reificado y sacralizado que atribuye la literatura del área al Estatuto de la Niñez y de la Adolescencia, o incluso a las normas constitucionales. El gran peligro que subyace en esta manera de examinar lo jurídico sería el de alimentar una neo-parajudicialización del Trabajo Social, al incrementar la dependencia epistemoló-

gica y conceptual de la profesión en relación con los saberes y dispositivos dominantes en el campo socio-judicial. Una tercera dimensión de la producción examinada en esta área se encuentra, de cierta manera, vinculada a la anterior, y guarda relación con los principales referentes teórico-metodológicos detectados en los trabajos. Aún cuando se trate de un aspecto cuyo análisis aún no se ha concluido, es posible registrar algunas observaciones iniciales. Una de ellas se refiere a la ausencia –con poquísimas excepciones– de estudios que aborden los determinantes sociales de la criminalidad y de las políticas públicas en el área de la seguridad y la lucha contra la violencia. Pese a que las temáticas de cuño macrosocial constituyen la columna vertebral de una tradición intelectual bien establecida en los ámbitos académicos del Trabajo Social, esa característica no se comprueba en este segmento de la producción bibliográfica, predominando en forma crucial los trabajos que privilegian los aspectos microsociales de la criminalidad y de las respuestas sociales que recibe esta problemática a nivel institucional. Así, asuntos tales como las desigualdades de clase, étnicas y de género en el acceso a la justicia y en la aplicación de penas siguen siendo bastante ajenos al universo de los objetos de investigación más reciente del Trabajo Social en Brasil. Otra ausencia llama también la atención: la de trabajos que examinen en forma específica y/o predominante el papel, las funciones institucionales, las modalidades, los contenidos y los aspectos técnicos de la intervención profesional del Trabajo social en el área criminal. Posiblemente estaríamos aquí ante una manifestación específica de un rasgo más general de la investigación en Trabajo Social en el Brasil de las últimas décadas, que pone el acento en el examen de las estructuras y procesos macro-sociales responsables por la organización social, las condiciones de vida y ejercicio de la ciudadanía en los segmentos que pertenecen a los sectores populares.

Para concluir El análisis preliminar de la información relevada en la investigación en torno a la producción bibliográfica de la última década en Brasil permitió constatar el carácter aún tenue, temáticamente difuso y altamente complejo del área criminal como campo de producción de conocimiento y de intervención profesional del Trabajo social. Las observaciones registradas a lo largo del presente trabajo sugieren además la existencia de una fuerte 41


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dependencia epistemológica de los criterios que definen los contornos del área criminal con relación a los parámetros que organizan la división social del trabajo en torno al asunto de la criminalidad. En este sentido, se registra una notoria utilización de conceptos, categorías y expresiones lingüísticas oriundas del derecho como campo de conocimiento dominante en el área del poder judicial y de la administración de justicia. Por último, se hace necesario explicitar que esta primera incursión en el análisis de la producción científica del Trabajo Social brasileño en torno a esta área temática se mantiene, por el momento, en el terreno de un primer mapeo empírico junto al cual las consideraciones de naturaleza analítica aquí vertidas, si bien presentan sustentación conceptual y empírica, no poseen valor conclusivo, permaneciendo aún como hipótesis susceptibles de orientar las próximas etapas de investigación en torno al tema.

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ISSN 0716-9736 / Revista Trabajo Social / No 76 / Julio / 2009 / P. 43-52

Entendiendo la supervisión-una ayuda para enfrentar nuevos desafíos Understanding supervision-helping to meet new challenges PHD. MAUREEN COLE Maureen Cole es BA en Social Work y Ph.D, es miembro del Departamento de Política Social y actualmente está a cargo de la Facultad de Economía, Administración y Contabilidad de la Universidad de Malta. Código Postal University of Malta, MSD 2080 Malta Building Humanities B (FEMA). E-mail: Maureen.cole@um.edu.mt

Resumen Este estudio trata de responder la pregunta: “Respecto de la práctica y experiencia de supervisión en Trabajo Social en Malta - ¿qué es la práctica propiamente tal? ¿Cómo viven esta práctica los supervisores y los supervisados?” La relevancia del estudio se basa en el hecho de que la supervisión es fundamental para el desarrollo profesional continuo de los trabajadores sociales. Kadushin y Harkness (2002) establecen la función educativa de la supervisión como central y como un aspecto clave en el rol de los supervisores. Chernesky (1986:132) también identifica la “profesionalización” como función clave de la supervisión. En este artículo es usado un estudio cualitativo de la práctica y la experiencia de supervisión de Trabajo Social en Malta como base para una mejor comprensión de la supervisión. Este entendimiento debería resultar útil para garantizar el buen uso de la supervisión en la preparación de trabajadores sociales para enfrentar los desafíos del siglo XXI. Palabras clave. Supervisión, educación, funciones, profesionalización.

Abstract This study tries to find out the answer to the question ‘The practice and experience of social work supervision in Malta - what is the practice like? How is this practice experienced by supervisors and supervisees? The relevance of the study is based on the fact that supervision is critical for the continuing professional development of social workers. Kadushin and Harkness (2002) regard the educational function of supervision as one of the core functions and as a significant aspect of supervisors’ activities and responsibilities. Chernesky (1986:132) also identifies a key ‘professionalization’ function for supervision. In this article a qualitative study of the practice and experience of social work supervision in Malta is used as the basis for a better understanding of supervision. This understanding should prove helpful in ensuring good use of supervision for preparing social workers to confront the challenges of the 21st Century. Key words. Supervision, education, functions, professionalization.

Introducción La supervisión es fundamental para el desarrollo profesional continuo de los trabajadores sociales. De acuerdo a Kadushin y Harkness (2002), la función educativa de la supervisión es una de las funciones centrales y un aspecto importante en las actividades y responsabilidades de los supervisores. Caspi y Reid (2002) le dan tanta importancia que incluso proponen un modelo de supervisión enfocado solamente en la función educativa. Chernesky (1986:132) también identifica una función clave

de “profesionalización” para la supervisión. Para ella, este es un proceso fundamental mediante el cual los trabajadores sociales continúan actualizados en temas profesionales tras haber completado su educación. Esto sugiere que la contribución de la supervisión a la formación de trabajadores sociales que pueden responder a los múltiples desafíos planteados por la coexistencia del crecimiento y la desigualdad social es más que evidente. Se utilizará un estudio cualitativo de la práctica y la experiencia de la supervisión en Trabajo Social en 43


MAUREEN COLE

Malta como base para una mejor comprensión de la supervisión (Cole 2003), este entendimiento será de utilidad para asegurar un buen uso de la supervisión en la preparación de trabajadores sociales que han de enfrentar los desafíos del siglo XXI. Los resultados de este estudio de supervisión indicaron que suponer que la supervisión servirá como un medio para la formación de trabajadores sociales en torno a los temas de la coexistencia de crecimiento económico y desigualdad social, es un supuesto riesgoso. Esto se debe a que no todo lo que debía hacerse mediante la supervisión se hizo realmente durante las sesiones de supervisión que se estudiaron. En el artículo se sugieren mecanismos que podrían ayudar a asegurar que el aporte efectivamente se lleve a cabo y que la supervisión pueda contribuir realmente a la formación de trabajadores sociales que estén preparados para abordar futuros desafíos.

pudieron corroborarse mediante el análisis de las entrevistas con los participantes. La explicación que se dio acerca de estas diferencias entre las sesiones de supervisión fue que la complejidad, el carácter múltiple y la posible incompatibilidad de las funciones de supervisión (Austin 1956; Erera y Lazar 1994) hicieron de ésta una tarea potencialmente imposible. Esto llevó a una “resolución” de sesiones de supervisión en una de cuatro direcciones a lo largo de un continuo Agencia/Persona. Se utilizó el término “resolución” ya que sugiere que el efecto fue el resultante de diversas fuerzas. “Resolución” también sugiere que hubo aspectos de la actividad de supervisión esperada que se omitieron e identificaron como “faltantes” en ella por parte de los supervisores y los supervisados. Se identificaron cuatro “tipos” de sesiones de supervisión: la resolución orientada a la agencia (enfocada en asegurar el desempeño), la resolución orientada al caso (enfocada en casos y en la práctica de Trabajo Social), la resolución orientada al trabajador (enfocada en cómo el trabajo afectaba al trabajador) y la resolución orientada a la persona (enfocada en la persona del trabajador). Estas cuatro alternativas se consideraron como parte de un continuo, ya que se considera posible un movimiento entre las orientaciones, incluso si no suele ocurrir durante una sesión en particular. También se observó una división a medio camino de este continuo, donde se notó una separación entre aquellas resoluciones enfocadas en el trabajo y otras enfocadas en el trabajador. El marco general que se desarrolló a partir del análisis de datos es el siguiente:

Marco para comprender la supervisión La pregunta de investigación que condujo este estudio fue “Respecto de la práctica y experiencia de supervisión en Trabajo Social en Malta - ¿qué es la práctica propiamente tal? ¿Cómo viven esta práctica los supervisores y los supervisados?” Se utilizó el enfoque de teoría fundamentada (Strauss y Corbin 1990) para analizar cintas de audio de sesiones de supervisión “en vivo” y entrevistas en profundidad con cada uno de los cincuenta y seis (56) supervisores y supervisados. Durante la investigación se descubrieron diferencias entre las sesiones de supervisión, y estas diferencias

FIGURA 1

MARCO GENERAL PARA EL ANÁLISIS DE SUPERVISIÓN

Funciones incompatible Compleja

Múltiple SUPERVISIÓN “Tarea Imposible” RESOLUCIÓN

AGENCIA Orientada a la Agencia ⇔ (Asegurar el Desempeño)

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PERSONA Orientada al Caso (Práctica de Trabajo Social)

Orientada al Trabajador ⇔ Orientada a la Persona (Cómo el trabajo (La persona afecta al trabajador) del trabajador)


ENTENDIENDO LA SUPERVISIÓN-UNA AYUDA PARA ENFRENTAR NUEVOS DESAFÍOS

FIGURA 2

UN ENFOQUE EN EL TRABAJO O EN EL TRABAJADOR EN SUPERVISIÓN

Enfoque en el Trabajo

Enfoque en el Trabajador

Supervisión Orientada a la Agencia

Supervisión Orientada al Trabajador

Supervisión Orientada al Caso

Supervisión Orientada a la Persona

No puede decirse que las cuatro resoluciones se adhieren estrictamente a las líneas funcionales, a pesar de que algunas resoluciones específicas se ajustan a ciertas funciones de supervisión más que a otras. Se puede ver que la resolución orientada a la agencia, con su énfasis en asegurar el desempeño, está más influenciada por la función administrativa o gerencial de la supervisión. Por otro lado, en la supervisión orientada al caso la función que prima es la educativa, y aquí el foco está en análisis de casos en profundidad y en la práctica de Trabajo Social. En las sesiones de supervisión orientadas al trabajador la función predominante es la de apoyo, donde el foco está en cómo el trabajo que los supervisados discuten con los supervisores los está afectando. En la resolución orientada a la persona, la principal influencia es nuevamente la función de apoyo; sin embargo, en este caso el foco se encuentra tanto en el trabajador como en la persona. Este fuerte vínculo entre resoluciones específicas y funciones de supervisión no significa que no se lleven a cabo otras funciones durante dichas sesiones de supervisión. Estas también se realizan, pero el modo en que se llevan a cabo las otras funciones centrales (Sawdon y Sawdon 1995) se ve influenciado por la dirección de la resolución de la sesión de supervisión.

Una mirada más cercana a las sesiones de supervisión desde cada resolución Supervisión orientada a la agencia Las sesiones de supervisión orientadas a la agencia se centraron en asegurar el desempeño, es decir, en que los trabajadores estuvieran haciendo su trabajo de manera apropiada en el contexto de la agencia. Un indicador importante de este foco es la estrategia inicial de una de estas sesiones de supervisión orientadas a la agencia. El supervisor comenzó la

discusión intentando verificar si el supervisado estaba aplicando los criterios de la agencia para establecer prioridades en los casos: Supervisor: Charles1, comencemos con el sistema que hemos adoptado para establecer prioridades en nuestros casos. Supervisado: De acuerdo. Supervisor: Hemos adoptado criterios específicos, pero tu situación es algo distinta a la de tus colegas porque tu carga de casos es un poco diferente. ¿Has aplicado los mismos criterios para establecer prioridades en tus casos? Supervisado: Sí, los mismos. La cantidad de temas tratados fue entre cuatro (4) y ocho (8), y por lo general se consideraron los casos más que temas generales. Si bien esto no siempre fue factible, se acordó que se discutirían tantos casos como fuera posible. La selección de temas varió y se dio tanto con supervisores como con supervisados. Cuando los supervisados seleccionaron casos, los motivos para la selección fueron generalmente que había algo que bloqueaba el progreso o cuando les era especialmente difícil lidiar con ellos. Los motivos de los supervisores eran similares, ya que normalmente escogieron casos en los que sabían que sus supervisados tenían dificultades o aquellos que llevaban mucho tiempo en su carga de casos. Este supervisado explicó sus motivos para la selección: Entrevistado: Bueno, por lo general le hablo acerca de casos de los que debemos conversar. Sin embargo, si ella se entera acerca de algún caso, si está de turno y se entera de que ha habido avances en algún caso en particular, me pedirá que conversemos al respecto, pero esto casi nunca sucede. Por lo general soy yo quien le sugiere que hablemos acerca de algún caso. Entrevistador: Y ¿cómo decides tú, Philip? Quiero decir, ¿cómo escoges tus casos? Entrevistado: Bueno, normalmente elijo aquellos que están más “calientes” en ese momento, aquellos que requieren de intervención inmediata en crisis. La principal responsabilidad de los supervisores era estructurar y conducir las sesiones. Al comienzo de las sesiones, esto lo hicieron clarificando la pauta

1 Los nombres que aparecen en este trabajo son ficticios y se cambiaron para proteger las identidades de los participantes de la investigación y de los usuarios del servicio.

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para la sesión y luego dirigiendo la sesión en torno a la pauta establecida. Por lo general, las sesiones de supervisión orientadas a la agencia se condujeron aun ritmo dinámico. Los casos que presentaron los supervisados se analizaron con la ayuda de los supervisores, quienes solían sugerir las mejores alternativas para proceder. Por lo general, el cierre de las discusiones ocurrió con bastante rapidez. Una característica frecuente del modo en que se manejó el material fue un elemento de revisión. Generalmente, las estrategias educativas implementadas por los supervisores se centraron en información acerca de las políticas y los procedimientos de las agencias de los supervisados o de otras agencias que podían ser de ayuda para los clientes. Los supervisores tendieron a sugerir el modo en que los supervisados podían proceder para ayudar a sus clientes. En esta cita, tomada de una entrevista con una supervisora, ella explicó que durante las supervisiones se hace una enseñanza acerca de ciertos procedimientos: Entrevistada: ...Durante la sesión de supervisión, incluso durante esta sesión, uno tiende a entregar información, lo que es un tipo de enseñanza. Los supervisados aprenden cómo presentar una solicitud ante la corte, cómo depositarla, qué documentación se necesita en esos casos, etc. En general, los principales aspectos procedimentales destacados por los supervisores durante las sesiones estuvieron orientados por las políticas de la agencia aplicables a los casos que los supervisados estaban manejando. A veces se utilizaron estrategias relativas a procedimientos para destacar asuntos más amplios, como los criterios para establecer prioridades en los casos. En las sesiones de supervisión orientadas a la agencia, el apoyo se hizo en forma de comentarios positivos que hicieron los supervisores con respecto al trabajo de los supervisados. Esto también se dio cuando los supervisores respaldaron ciertas medidas que los supervisados pretendían tomar con sus clientes. Además se los apoyó mediante la información que los supervisores les entregaron con respecto a los procedimientos y a cómo proceder en casos algo difíciles. Los supervisores también apoyaron a sus supervisados al reconocer o preguntar cómo se sentían cuando lidiaban con situaciones complejas de clientes. Los supervisados esperaban que las supervisiones fueran una oportunidad para que los supervisores guiaran, evaluaran y confirmaran su trabajo con los 46

clientes. Los supervisados querían que se los educara mediante las sesiones de supervisión. Ellos consideraron que centrarse en los principales casos era un aspecto esencial de las supervisiones, y esperaban que estas se realizaran de forma regular, posiblemente una vez por semana. Generalmente, esta discusión de casos concluyó en planes de acción acordados que luego podrían seguir. Los supervisores dijeron que ellos utilizan la supervisión para saber cómo progresan los casos, con el fin de poder ayudar a que sus supervisados tomen decisiones apropiadas sobre cuál es la mejor manera de intervenir. Ellos esperaban usar la supervisión para asegurarse de que se cumplieran las políticas y para guiar y enseñar a sus supervisados. Los supervisores señalaron que también esperaban usar las sesiones de supervisión para discutir temas más amplios que afectaban su trabajo y su agencia. Además, indicaron que las sesiones de supervisión son mecanismos importantes para cumplir sus propias responsabilidades para con la dirección de la agencia.

Supervisión orientada al caso Las sesiones de supervisión de Trabajo Social dentro de la resolución orientada al caso se centraron en la práctica del trabajador social. Por lo general, estas sesiones implicaban consideraciones a fondo acerca del trabajo que realizaban los trabajadores sociales con sus clientes. A veces, la sesión se centró en la consideración detallada de un caso, como en el siguiente ejemplo: Supervisor: ¿Veamos entonces el caso que has preparado para hoy para comenzar desde ahí? Sin importar la cantidad de casos tratados, a pesar de que normalmente no superó los cinco (5) o seis (6), estas sesiones se caracterizaron por centrarse en el caso y en la práctica directa del trabajador social con los clientes. El foco en los casos y el trabajo con los clientes condujo a distintos énfasis: en algunas sesiones se consideró principalmente una profundización en la evaluación de un caso presentado por el supervisado y en otras se exploraron opciones y se decidió cuál era el mejor plan de acción para la intervención. Nuevamente, la estrategias iniciales de las sesiones de supervisión fueron indicadores útiles de dónde estaba el foco en las sesiones de supervisión orientadas al caso. El siguiente ejemplo muestra que el foco estaba claramente en los casos y en la discusión de casos: Supervisor: Veamos los casos que quieres discutir hoy. Dame algunos antecedentes sobre los casos


ENTENDIENDO LA SUPERVISIÓN-UNA AYUDA PARA ENFRENTAR NUEVOS DESAFÍOS

y luego podemos discutirlos como normalmente lo hacemos.

• tratar cualquier tema que los supervisados quisieran discutir en la sesión.

Cuando los supervisores implementaron estrategias educativas, estas solían estar asociadas al caso que se estaba estudiando. Estaban relacionadas a:

Los fundamentos de la supervisión para supervisores y supervisados dentro de esta resolución incluyó la discusión de casos, en especial de aquellos casos más difíciles y complejos. También implicaron una reflexión y evaluación de los casos que se estaban tratando para asegurarse de que los trabajadores sociales desarrollaran sus capacidades profesionales en el proceso, porque la supervisión se considera una herramienta de aprendizaje y enseñanza. A esto se unía la noción de que la supervisión era el espacio y tiempo que tenían los supervisados para reflexionar. Los supervisores señalaron que la elección de cómo utilizar la sesión de supervisión recaía en los supervisados. Desde el punto de vista de los supervisados, una dimensión esencial de este tipo de supervisión era la ventaja que ganaban de la perspectiva alternativa en los casos. Esa supervisión está ahí para entregar apoyo, y surgió un fuerte crecimiento por parte de los supervisados. Resulta interesante notar que un supervisado se opuso al uso del término “supervisor”, ya que este sugiere inspeccionar y revisar el trabajo. Propuso que se cambiara el término, ya que para él la supervisión tiene que ver con apoyo y no con revisión:

• necesidades de los clientes; • proponer un plan de acción para el trabajo posterior con los clientes; y • estudiar requerimientos de terceras personas y su efecto en el trabajo con usuarios de servicios. Los procedimientos que se consideraron durante las sesiones de supervisión orientadas al caso solían ser aquellos ligados a los casos, a los clientes o a la práctica misma de Trabajo Social. La orientación al caso también se vio en el apoyo entregado por los supervisores al trabajo de los supervisados con los usuarios del servicio. Los felicitaron por su trabajo con los clientes, reconocieron y mostraron empatía con los sentimientos generados por algunos casos y entregaron retroalimentación con respecto al modo en que se estaba dando la relación con un cliente. Usualmente, las expectativas de los supervisados y los supervisores con respecto a la supervisión se centró en casos y en la práctica de Trabajo Social. Los supervisados esperaban: • una discusión en profundidad de los casos; • una oportunidad para reflexionar acerca de sus casos; • un análisis objetivo de casos; • seguridad de que estaban manejando su trabajo de casos de manera apropiada; • orientación acerca de cuál era la mejor manera de proceder; • una mejor organización de su trabajo con clientes; • apoyo moral y práctico; y • mejores relaciones laborales con sus colegas. Los supervisores esperaban: • ayudar a los supervisados, permitiéndoles exponer sus ideas para darles una opinión; • conocer el trabajo que se hacía con los clientes y saber que los supervisados habían hecho bien ese trabajo; • ayudar a que los supervisados se responsabilizaran por su trabajo con los clientes; y

Entrevistado: Yo no uso el término “supervisión” fuera del ámbito de Trabajo Social porque solía decirlo con cierto orgullo, ya que para mí la supervisión es apoyo, ¿no es así? Pero las personas externas al ámbito de Trabajo Social lo entendían mal... Creo que el término “supervisor” necesita cambiarse... Este aspecto también se apoya en el hecho de que los supervisores y los supervisados describieron sus relaciones de supervisión como de “iguales”. Los supervisados las describieron como oportunidades de consulta y discusión de casos, similar a la consulta entre pares para algunos. La literatura acerca de supervisión indica que las principales funciones de la supervisión son administración o gestión, educación y apoyo (Payne y Scott 1982; Kadushin y Harkness 2002; Tsui 2005). Las descripciones de supervisión entregadas por los participantes de sesiones de supervisión orientadas al caso sugieren que las funciones educativa y de apoyo se llevaron a cabo de manera bastante fuerte, incluso si estaban limitadas y enfocadas en temas relativos a casos. Por otro lado, se mencionó muy poco la función administrativa o gerencial de la supervisión, e incluso en situaciones en las que 47


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se llevaron a cabo algunos aspectos de ella, el foco del caso estuvo siempre en la realización. A pesar de ello, los supervisores y supervisados estaban conscientes de las expectativas más amplias asociadas a la supervisión de Trabajo Social. Estas expectativas más amplias implicaban que había funciones o aspectos de funciones de supervisión que no se realizaban mediante la supervisión, y que por tanto estas no se llevan a cabo en absoluto o se realizan por otros medios.

presentado como punto de partida para descubrir y profundizar en la experiencia de los supervisados con respecto a cada situación. La preocupación de los supervisores era conducir la sesión en la dirección que mejor cumpliría con las necesidades de los supervisados, como lo muestra este extracto de una entrevista con un supervisor:

Supervisión orientada al trabajador El objetivo de las sesiones orientadas al trabajador fue que los supervisores se centraran en los trabajadores, de modo de que pudieran asegurar y mejorar su funcionamiento. En este ejemplo se ve el foco de la supervisora en la trabajadora al preguntarle por su salud, ya que sabía que había estado enferma y que se había ausentado del trabajo por un tiempo:

Entrevistado: ...sus necesidades y la manera en que yo respondo a sus necesidades, y eso también es útil. No, “también” no. Eso es útil, punto.

Supervisora: Has estado enferma, ¿no es así? Supervisada: Bueno, estuve en el extranjero por casi tres semanas, pero en total he estado ausente del trabajo por cuatro semanas. Los temas tratados durante estas sesiones fueron pocos y solían ser asuntos generales en lugar de casos, a pesar de que a veces sí se discutieron los casos. Más allá de lo que se conversara en las sesiones, el foco fue cómo estos temas o casos tenían un impacto en el trabajador, en lugar de cómo el trabajador manejaba los casos. La elección de temas para discutir recayó principalmente en los supervisados. Los supervisores influyeron poco en la selección; normalmente respondieron a lo que los supervisados escogían discutir. Los motivos que tuvieron los supervisados para decidir qué discutir eran que los temas afectaban mucho su trabajo o que no habían sido capaces de resolverlos. Cuando los supervisados llevaron casos a las supervisiones, por lo general eran aquellos casos que les eran difíciles de tratar y sobre los cuales querían conversar. Por lo general, la estructura de las sesiones de supervisión orientadas al trabajador se vio influenciada tanto por los supervisores como por los supervisados, aunque los supervisados tuvieron un efecto muy importante ya que eran ellos quienes decidían lo que se discutiría durante las sesiones. Los supervisores ejercieron su influencia a través de las preguntas que plantearon y los resúmenes que hicieron para conducir las sesiones y para informar a los supervisados acerca de lo que estaban entendiendo. Los supervisores utilizaron el material 48

Entrevistado: ...Yo marco el ritmo, y si no logro marcar el ritmo, diría que el ritmo lo marcan... Entrevistador: Sus necesidades...

En general, las estrategias educativas implementadas durante las sesiones de supervisión orientadas al trabajador se centraron en los trabajadores, y pretendían ayudarlos a convertirse en mejores trabajadores y a desarrollar su autoestima en el proceso. Esta supervisora ayuda a que su supervisado explore lo que lo había ayudado a lidiar con un incidente difícil: Supervisado: Ahora estoy tranquilo, pero en la mañana no estaba muy contento, no estaba muy calmado, así es que... Supervisora: ¿Cómo has logrado tranquilizarte? Supervisado: Ha sido un día ajetreado, con muchos otros casos. Fueron pocas las estrategias relativas a procedimientos implementadas durante las sesiones de supervisión orientadas al trabajador, y se centraron principalmente en ayudar a que los trabajadores funcionaran mejor, en reducir su ansiedad y en alentarlos a que compartieran sus responsabilidades con colegas o directores. Los supervisores apoyaron a los supervisados mostrándoles que estaban interesados en ellos como personas, expresándoles preocupación abiertamente, alabándolos y ayudándolos a tomar las acciones necesarias para cuidarse a sí mismos. Los supervisados esperaban utilizar las sesiones de supervisión para: • ayudarlos a funcionar bien en lugar de ayudarlos con sus casos; • aclarar sus pensamientos; • servir como oportunidades de confirmación y afirmación; • discutir temas problemáticos; • ser desafiados; • ser escuchados; y • desahogarse.


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Los supervisores dijeron que querían utilizar las sesiones de supervisión para: • ayudar a que los trabajadores hagan su trabajo de manera competente; • dar tiempo a los trabajadores para que hablen sobre cosas que para ellos son importantes; • ayudar a que los trabajadores se cuiden; y • ayudar a que los supervisados se sientan cómodos en su relación con ellos. Así es como una supervisora describió lo que considera el punto central de la supervisión: Entrevistada: ...Así percibo la supervisión. Para mí, la supervisión es una interacción entre su vida profesional y personal y el modo en que se entretejen. Para mí, lo ideal sería un poco de enseñanza y un poco de la mezcla entre lo personal y lo profesional. Es como un desarrollo educativo pero a la vez profesional. (iii) Supervisión orientada a la persona En las sesiones de supervisión dentro, de esta resolución, el foco estuvo en el supervisado como persona. Esto lo demuestra la estrategia inicial de una de estas sesiones de supervisión orientadas a la persona. El tono lo dio rápidamente la respuesta de la supervisora ante la ansiedad de la supervisada tras haberle preguntado cómo se sentía, lo que sugiere el comienzo de una sesión de apoyo más que de supervisión: Supervisora: Primero que nada, ¿cómo estás? Supervisada: Tengo algo de sueño, porque estuve toda la noche... Creo que solo dormí una media hora; solo una media hora de sueño profundo. Toda la noche escuchaba... Supervisora: Estabas preocupada. Estabas estresada. En general, la cantidad de temas tratados durante las sesiones de supervisión orientadas a la persona fue uno (1) o dos (2), y fueron más temas que casos. La selección de temas de discusión recayó normalmente en los supervisados, quienes decidieron hablar acerca de asuntos que los preocupaban. Los supervisores sí participaron en este proceso, ya que por medio de su receptividad hacia las preocupaciones de sus supervisados los alentaron a hablar acerca de sus inquietudes. Tanto los supervisores como los supervisados tuvieron una participación a la hora de estructurar y conducir las sesiones de supervisión; no obstante, el papel de los supervisores fue más importante.

Esto lo hicieron mediante preguntas e interpretaciones que tendían a ayudar a que los supervisados ahondaran en las respuestas a las situaciones que enfrentaban. Por lo general, no se acordó una pauta al comienzo de las sesiones de supervisión orientadas a la persona. Usualmente, los supervisores escogieron el material presentado por los supervisados, ayudándolos a profundizar en los análisis de sus reacciones ante las situaciones difíciles de las que conversaron. Las estrategias educativas implementada por los supervisores durante las sesiones de supervisión orientadas a la persona, se centraron en los mismos supervisados y pretendían hacerlos conscientes de sus propios procesos internos y ayudarlos a entenderse mejor a sí mismos y su comportamiento. Los supervisores utilizaron sugerencias, ofrecieron interpretaciones e hicieron recomendaciones para comunicar sus puntos de vista. En esta cita, la supervisora le sugiere a su supervisada una actitud para ayudarla a lidiar con una situación difícil. Supervisora: Al mismo tiempo, debemos darnos cuenta de que la maldad está ahí y seguirá ahí. De ser posible, podemos contrarrestarla con la bondad. Pero en algunas situaciones no podemos hacerlo. Debemos asumir que tenemos límites. ¿Qué te parece? Supervisada: A veces es difícil de aceptar. Pero sé que esa es la realidad. Casi no se implementaron estrategias relativas a procedimientos. Cuando sí las hubo, los supervisores las utilizaron para apoyar a sus supervisados. En las sesiones de supervisión orientadas a la persona prevaleció el apoyo. En muchas ocasiones, los supervisores reaccionaron ante los supervisados con empatía. Comprendieron los sentimientos de los supervisados y reconocieron su dolor. Los supervisores también los apoyaron al ayudarlos a explorar lo que les era útil y lo que podría ser de ayuda en el futuro. Los supervisores esperaban que las sesiones de supervisión orientadas a la persona fueran efectivas de la mejor manera posible para los supervisados. Esperaban utilizar las sesiones de supervisión para: • ayudar a que los supervisados estuvieran más conscientes de asuntos que podrían no percibir; • desafiar a los supervisados ante algún punto ciego; y • ayudar a que los supervisados reconocieran sus limitaciones. 49


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Los supervisados esperaban utilizar las sesiones de supervisión: • para conversar acerca de temas que los preocupaban; • para descargarse de sus preocupaciones;

supervisado. Este mayor conocimiento ayudará a garantizar que las sesiones de supervisión se utilicen como oportunidades para el aprendizaje y el desarrollo en torno a temas más vastos. Algunos mecanismos útiles podrían ser:

• para que se les entregara orientación a nivel personal más que con respecto al trabajo; y

• una evaluación regular de la supervisión desde la perspectiva tanto del supervisado como del supervisor;

• como tiempo para ellos mismos más que para recibir consejos prácticos sobre casos.

• una supervisión de los supervisores; y

¿Cómo puede utilizarse la supervisión para preparar de mejor manera a los trabajadores para los desafíos del siglo XXI?

Como se mencionó anteriormente, uno de los principales resultados del estudio es que se descubrió que las sesiones de supervisión omitieron algunos aspectos de la actividad y que la supervisión de algún modo se “redujo”. Una de las herramientas que pueden ayudar a prevenir esto es un conjunto bien articulado de políticas de supervisión. Estas sirven de estándar para determinar qué sesiones de supervisión podrían evaluarse. La política incluiría una recomendación para una evaluación y revisión regular de la supervisión (Morrison 2005). Los contratos de supervisión también pueden ser de gran ayuda para determinar la pauta de supervisión. Brown y Bourne (1996) señalan que el proceso mismo que llevan a cabo los supervisores y los supervisados al comienzo de su trabajo en conjunto los ayuda a reconocer aquellos temas que deben tratarse mediante la supervisión. Es acá donde podría comenzar el aprendizaje acerca de temas sociales y globales más amplios. El formato para el registro de supervisión también puede contribuir. Diversos autores han recomendado el uso de formularios estandarizados que podrían incluir una nota acerca de los temas discutidos, las acciones a tomar y quién y dónde se realizan (Stanners 1995; Weiner 1995). Estos formularios son útiles; sin embargo, lo importante es que el registro no se relacione estrictamente con temas de clientes sino que también incluya temas más amplios relativos a los trabajadores, que podrían surgir durante las sesiones de supervisión. Estos temas relativos a los trabajadores podrían incluir la necesidad que tiene un supervisado de recibir capacitación adicional respecto de los temas sociales más amplios. La supervisión grupal puede utilizarse en conjunto con conferencias individuales como un foro alternativo mediante el cual puede realizarse la supervisión. Como lo señalan Kadushin y Harkness (2002), y Brown y Bourne (1996), este foro alternativo permite que los supervisores tengan la oportunidad

A modo de conclusión, se entregarán algunas recomendaciones para ayudar a hacer un mejor uso de la supervisión en el contexto de nuevos escenarios del siglo XXI. Una importante conclusión que puede hacerse en base a los resultados de este estudio es que los cuatro tipos de sesiones de supervisión que se identificaron son muy distintos en naturaleza y énfasis. No obstante, si bien el reconocimiento de dichas diferencias es importante, no se trata del punto crucial en este contexto. Lo decisivo es que suponer que la supervisión será el foro para la educación acerca de algunos asuntos específicos que son desafíos importantes del siglo XXI podría ser riesgoso, ya que –como se vio en los resultados del estudio– el modo en que se implementó la función educativa de la supervisión dependió en gran medida de la resolución de la sesión. Esto significa que deben utilizarse otras maneras para garantizarlo.

¿Cuáles son las acciones que pueden tomarse y los mecanismos que se pueden emplear? Un aspecto general en este contexto es la importancia de promover las organizaciones del sector servicios que apoyan a las culturas y organizaciones de aprendizaje (Hopkins y Austin 2004). Hopkins y Austin (2004:5) corroboran la visión de que “los supervisores y su personal toman parte de un aprendizaje continuo”. Además, señalan que esta visión requiere de un cambio en el modo en que las organizaciones del sector servicios perciben la supervisión. Este cambio en la visión es el que acá se aprueba. Los resultados de la investigación indican que se necesitan mecanismos que conduzcan a que lo que ocurre durante el encuentro de supervisión individualizada amplíe y profundice la visión del 50

• una revisión de los registros de supervisión.


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de usar una variedad más amplia de experiencias de enseñanza y aprendizaje. Kadushin y Harkness (2002) mencionan como ejemplos el uso de dramatizaciones, videos, cintas de audio, presentaciones de panel y presentaciones por parte de un especialista. La sesión de supervisión grupal se presta para enseñar acerca de temas sociales más amplios, como la desigualdad social. Gitterman y Miller (1977) indican que no se le ha puesto suficiente atención a las responsabilidades educativas de los supervisores, y que se le ha prestado demasiada atención a percibir la relación supervisor-trabajador como análoga a la relación trabajador-cliente. Esta noción ha traído consecuencias en los programas de capacitación para supervisores, que se han enfocado principalmente en estos aspectos. La capacitación de supervisores puede utilizarse como una oportunidad para estudiar la función educativa en mayor detalle, y también para entregar un aporte acerca del modo en que se lleva a cabo el aprendizaje sobre temas sociales y globales más amplios. El principal objetivo de este estudio fue reafirmar el rol de la supervisión como uno de los mejores foros de educación de trabajadores sociales para responder a múltiples desafíos impuestos por los nuevos escenarios del siglo XXI. Esta afirmación se hizo usando como telón de fondo los resultados de un estudio de supervisión de Trabajo Social en Malta.

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ISSN 0716-9736 / Revista Trabajo Social / No 76 / Julio / 2009 / P. 53-64

Argumentación y toma de decisiones en Trabajo Social: Desafíos para la formación profesional Argumentation and decision making in Social Work: Challenges for Social Work education FABIOLA CORTEZ-MONROY / LEONARDO ONETO / ISABEL SAAVEDRA / MARÍA OLGA SOLAR

Fabiola Cortez-Monroy, PhD © en Sociología, es académica de la Escuela de Trabajo Social de la Universidad Católica de Chile, su dirección postal es Universidad Católica, Campus San Joaquín Av. Vicuña Mackenna 4860; su dirección electrónica es: fcortezm@uc.cl Leonardo Onetto es Asistente Social, Doctor en Lingüística. Departamento de Lingüística y Ciencias del Lenguaje. Universidad Católica de Valparaíso. Actualmente es profesor de la Escuela de Trabajo Social, Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. Isabel Saavedra es Asistente Social, Master in Education for Social Work, de The National Catholic School of Social Service de The Catholic University of America. Washington. Actualmente es profesora de la Escuela de Trabajo Social Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. María Olga Solar es Asistente Social, Master in Education for Social Work, de The National Catholic School of Social Service de The Catholic University of America. Washington. Actualmente es Profesora de la Escuela de Trabajo Social de la Pontificia Universidad Católica de Chile.

Resumen Este artículo discute, a partir de los hallazgos previos de la investigación “Infancia y riesgo social. Argumentos que utilizan los trabajadores sociales para tomar decisiones frente a situaciones de riesgo social que afectan al niño en su familia”1, la necesidad de repensar la formación de los estudiantes de Trabajo Social introduciendo marcos conceptuales que les permitan comprender y mejorar los procesos a través de los cuales los profesionales toman decisiones en aquellas situaciones en las que les corresponde intervenir. Dos enfoques conceptuales son relevados: la teoría de la argumentación y la práctica basada en la evidencia. Palabras claves. argumentación, toma de decisiones, formación en Trabajo Social, práctica basada en

la evidencia.

Abstract This article is based on previous findings of the investigation “Children and social risk, arguments used by social workers to make decisions in situations of social risk that affect children and their families”, and discuss the need to rethink the training of students entering social work, introducing conceptual frameworks that enable them to understand and improve the processes through professionals make decisions. Two conceptual approaches were surveyed: the theory of argumentation and evidence-based practice. Key words. argumentation, decision making, social work education, evidence based practice.

Introducción Este artículo trabaja sobre los resultados preliminares de la investigación “Infancia y riesgo social. Argumentos que utilizan los trabajadores sociales para tomar decisiones frente a situaciones de riesgo social que afectan al niño en su familia”. Su propó-

1

sito es analizar la importancia de la argumentación y toma de decisiones en Trabajo Social, reflexionando en torno a la necesidad de repensar la formación profesional. En la investigación citada, se analizan y comparan los argumentos explícitos que ofrecen los trabaja-

Investigación presentada en el 33° Congreso Mundial de Escuelas de Trabajo Social, realizado en Santiago, Agosto de 2006.

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FABIOLA CORTEZ-MONROY / LEONARDO ONETO / ISABEL SAAVEDRA / MARÍA OLGA SOLAR

dores sociales cuando ponderan y toman decisiones respecto a la forma de enfrentar situaciones de riesgo social que afectan a los niños en sus familias. Cabe señalar, que la investigación replica en Chile una línea iniciada por Rujla Osmo en Israel y proseguida en Canadá, la cual busca comprender y mejorar los procesos a través de los cuales los profesionales toman decisiones en aquellas situaciones en las que les corresponde intervenir. No se trata de evaluar si las decisiones que los profesionales adoptan, son o no correctas, sino de profundizar en las razones que ellos ofrecen para ponderar una situación y proponer una intervención. La comparación se realizó contrastando los resultados obtenidos en Chile con aquellos logrados en las mismas dimensiones por Rujla Osmo en su investigación “Children at risk: Rationales for risk assessments and interventions”2. Para analizar los argumentos explícitos que ofrecen los trabajadores sociales, se utilizaron los modelos propuestos por Stephen Toulmin (1984, 2007) y Aaron Rosen et al. (1995), los cuales permiten examinar tanto los contenidos como la estructura de sus argumentos. Se asumió que por tratarse de una investigación pionera en Chile, sus resultados debían ser considerados como iniciales y exploratorios. Sin embargo, ellos permitieron abrir la discusión sobre temas importantes acerca de la formación en Trabajo Social, como lo es la incorporación de enfoques que permitan fortalecer los procesos de argumentación y de toma de decisiones en la intervención social. El artículo ha sido estructurado en tres partes. En la primera de ellas se analiza conceptualmente la racionalidad de la argumentación. En la segunda, se presentan algunos de los principales hallazgos de la investigación, analizando la argumentación y toma de decisiones en Trabajo Social. Finalmente, se aborda la formación profesional y el desafío de mejorar los procesos de argumentación y toma de decisiones. Al respecto, se apela a la teoría de la argumentación y a la práctica basada en la evidencia.

Racionalidad de la argumentación La argumentación está presente en la vida cotidiana, pues permanentemente la persona se enfrenta la necesidad de justificar, fundar o dar credibilidad a sus afirmaciones, de modo que éstas sean consideradas en su entorno social o profesional. “La argumentación implica razonamiento. Aristóteles fue uno de los primeros en descubrir la existencia de una lógica 2

Hebrew University, Jerusalem Israel, junio 2002.

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argumentativa, de naturaleza inductiva en los discursos sociales, diferente a la silogística y valorada en la actualidad en función de parámetros como coherencia y adecuación. Una línea de argumentación inductiva permite inferir a partir de una evidencia particular con el fin de derivar unas conclusiones” (Rodríguez, 2004: 3). Por argumentación, se entiende la actividad de realizar aserciones, cambiándolas, apoyándolas con razones, criticando estas razones y refutando las críticas (Toulmin et al., 1984). Involucrarse en las acciones de justificar los propios puntos de vista y enfrentar la oposición, introduce en el campo psicológico del individuo un nuevo objetivo de reflexión, a saber, sus propias cogniciones respecto al fenómeno del mundo (Leitão 2007). La argumentación “contempla la exposición de una tesis controvertida, el examen de sus consecuencias, el intercambio de pruebas y de buenas razones que la sostienen y una clausura bien o mal establecida” (Marafioti, 1998: 216). El argumento es una aserción/declarativa, en la compañía de su justificación (Osmo & Benbennishty, 2002). Toulmin (2007), define seis tipos de declaraciones. Las tres primeras constituyen el nivel básico del argumento: • Conclusión: declaración de una afirmación o aserción • Dato: provee a la conclusión de evidencias • Ley de pasaje: garantía o justificación de la conexión entre el dato y la conclusión por medio de la apelación a una ley de inferencias Las otros tres tipos de declaraciones, conforman el argumento complementario: • Modalizador: expresa los grados de confianza y probabilidad de que la conclusión sea cierta. • Refutación: señala bajo qué condiciones no se sostiene la conclusión. Introduce reservas mostrando los límites a la aserción. • Soporte: justificaciones, respaldos o apoyo a la garantía, mediante la apelación a generalizaciones, que explicitan el cuerpo de conocimientos usados para establecer la confiabilidad de la garantía Ej.: datos empíricos, conocimiento común, práctica profesional o teoría científica. El marco conceptual propuesto por Toulmin (2007) es posible complementarlo –dada la utilidad para nuestra disciplina– con la propuesta de Rosen y sus


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colaboradores (1995), quienes analizan el uso del conocimiento realizado por los trabajadores sociales en el proceso de tomar y justificar las decisiones prácticas. Rosen et al. (1995), identifican tipos de conocimientos usados por estos profesionales al justificar sus decisiones prácticas: • Conocimiento General: declaraciones de conocimientos personales adquiridos articulados en términos generales, sin especificar su origen. • Teoría: declaración que invoca o menciona con nombre una teoría o un teórico o un vínculo entre dos conceptos profesionales. • Política: cualquier declaración referente a reglas, normas o directivas del servicio, agencia u otra unidad administrativa. • Valor: declaración de valor o aserción categorial de verdad o norma universal. • Evidencia empírica: afirmación de evidencia empírica (publicada o no) o referente a un “estudio”. • Experiencia práctica: mención a la práctica propia y de colegas, o la práctica colectiva de varios colegas. En relación al conocimiento proveniente de la teoría, Rosen et al. (1995) distinguen tres tipos de conocimientos: descriptivo, explicativo y de control. El conocimiento descriptivo: guía a los trabajadores sociales para clasificar los fenómenos que encuentran, en categorías conceptuales significativas. El conocimiento descriptivo incluye la información sobre las características, los indicadores o las incidencias del fenómeno en la preocupación pro-

fesional (por ejemplo, pobreza, maltrato infantil, comportamiento mal adaptativos, los desórdenes mentales, violencia en la comunidad, entre otros). El conocimiento explicativo: es aquel que proporciona la profundidad para entender los fenómenos a tratar, sus dinámicas, los factores que influencian su variabilidad, y sus consecuencias. Alerta a los trabajadores sociales acerca de los factores que contribuyen probablemente al desarrollo y a la persistencia de problemas y, lo más importante, provee a los profesionales de una base para predecir el tipo y el grado de otras condiciones indeseables, asociadas probablemente a problemas. La comprensión de esa dinámica guía las decisiones de los trabajadores sociales acerca de si la intervención es necesaria y en qué condiciones resulta indicada. Cabe señalar que el conocimiento de tipo descriptivo y explicativo se requiere para evaluar, explicar o anticipar el curso natural de los acontecimientos (incluyendo los vistos como problemas), esto es proporcionando explicaciones ex post facto con respecto a factores o antecedentes, o prediciendo las consecuencias naturales de los acontecimientos. El conocimiento de control: permite a los trabajadores sociales controlar un fenómeno de preocupación, esto es, la capacidad de mantener su curso deseado. El conocimiento satisface sus funciones de control, cuando es capaz de guiar a los profesionales en la selección y puesta en práctica de las intervenciones que logran con éxito los resultados deseados. El modelo de análisis, considerando el marco propuesto por Stephen Toulmin (1984, 2007) y Aaron Rosen et al. (1995), queda como se presenta a continuación:

ANÁLISIS DE LA ARGUMENTACIÓN (Modelo de Stephen Toulmin - Categorías de Aaron Rosen et al.)

Datos (Grounds)

Conclusión (Claim) Modalizado R (Qualify)

Ley de pasaje (Warrant)

Categorías de Aaron Rosen:

Soporte (Backing)

Refutación (Rebuttal)

• Conocimiento general • Descriptiva • Teoría • Explicativa • Política • Control • Valores • Evidencia empírica • Experiencia práctica 55


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El modelo de Toulmin (1984, 2007), permite examinar tanto los contenidos como la estructura de los argumentos, identificando si ellos son de nivel básico o complementario. Esta estructura de análisis, devela el nivel de complejidad de la argumentación. Una argumentación compleja es aquella que es capaz de precisar mejor las condiciones bajo las cuales un evento ocurre y la ponderación de la probabilidad de su ocurrencia. De esta forma, ella refleja mayor dominio del campo decisional, permitiendo inferir con mayor seguridad que las decisiones están fundadas en un juicio profesional adecuado. Asimismo, conocer el tipo de justificación o fundamento al que se apela cuando se establece un juicio diagnóstico o decide una intervención específica denotaría un mayor o menor dominio de conocimientos del tipo predictivo validado, en este caso se trata de la calidad del argumento, es decir, de la validación disciplinaria de éste (Osmo & Benbennishty, 2002).

Argumentación y toma de decisiones en Trabajo Social En la investigación “Infancia y riesgo social. Argumentos que utilizan los trabajadores sociales para tomar decisiones frente a situaciones de riesgo social que afectan al niño en su familia”, se analizaron y compararon los argumentos explícitos que ofrecen los trabajadores sociales cuando ponderan y toman decisiones respecto a la forma de enfrentar situaciones de riesgo social que afectan a los niños en sus familias. La idea no era evaluar si las decisiones que los profesionales adoptan son o no correctas, sino profundizar en las razones que ellos ofrecían para ponderar una situación y proponer una intervención. La comparación se realizó contrastando los resultados obtenidos en Chile con aquellos logrados en las mismas dimensiones por Rujla Osmo en su investigación “Children at risk: Rationales for risk assessments and interventions”, realizada en el año 2002 en Israel. La muestra de la investigación contempló a 52 Trabajadores Sociales de las regiones Quinta y Metropolitana, que trabajaban con niños vulnerados en sus derechos y cuya función principal era diagnosticar su situación. La experiencia profesional promedio del grupo es de 8,5 años y la experiencia promedio en el ámbito de la infancia, igual a 6,5 años. La recolección de la información se realizó entre los meses de enero y mayo de 2006. Cabe señalar que en la intervención con la infancia en riesgo social, el diagnóstico es considerado un momento clave. Él constituye una de las puertas de 56

ingreso de la demanda de atención de los niños/as y sus familias (SENAME, 2005). El Servicio Nacional de Menores de Chile, define el diagnóstico como “una acción centrada en el niño/a y adolescente víctima de vulneración de sus derechos y sus familias, y que está enmarcada en la protección integral y la Convención de los Derechos del Niño. Es un tipo de atención que se debe realizar en el más breve plazo y preferentemente en forma ambulatoria, de manera que los niños/as no sean desarraigados de sus familias y localidades de pertenencia” (SENAME, 2005). Para analizar la racionalidad en el proceso de toma de decisiones de los trabajadores sociales, se asumió un enfoque de “incidente crítico”. Se trata de una estrategia común para estudiar el proceso de toma de decisiones (Drury-Hudson, 1999; Osmo & Rosen, 2002, en Osmo & Benbennishty, 2002). Para ello se presentó a los profesionales un caso de análisis que muestra la situación de un niño y su familia. Este caso fue el mismo usado por Osmo, R. Benbennishty R, (2002) en su investigación “Children at risk: Rationales for risk assessments and interventions”. El contenido del caso se elaboró a partir de registros originales de situaciones auténticas de Israel. En dicho caso se relata una situación ambigua que requiere discreción y una deliberación cuidadosa. Como una forma de asegurar la autenticidad del caso, se realizaron pequeños ajustes de modo de adaptarlo a la realidad chilena. En la investigación en Chile, siguiendo a Osmo, R. & Benbennishty R, (2002), quienes a su vez continúan la línea de investigación de Berbenishty & Shapira (1993, en Osmo & Benbennishty, 2002), se estudió la racionalidad proveniente de dos tipos de decisiones: el grado de riesgo en el niño y la recomendación de la intervención. El grado de riesgo en el niño, fue medido en una escala de Likert, en un rango de 1 (sin ningún riesgo) a 6 (riesgo extremo). De esta forma, para analizar la racionalidad dada por los profesionales, se utilizaron dos aserciones: la evaluación del riesgo y la intervención recomendada. El análisis de la estructura de la racionalización, se llevó a cabo revisando las razones que los profesionales ofrecían su evaluación de riesgo e intervención recomendada. Se indagó en los seis componentes del argumento, tomando como base la conceptualización de Toulmin: Aserción (“¿Qué pide usted?”), Evidencias (“¿Qué dato tiene?”), Garantía (¿Qué garantiza su conclusión?”), Soporte (“Cual es la justificación de su línea argumentativa?”), Refutación (“¿Bajo que condiciones su argumento se desmoro-


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na, haciendo que usted debiera cambiar su idea?”). El análisis del contenido del componente soporte, se realizó considerando como referente conceptual Rosen et al. (1995). Se consideraron las seis categorías propuestas por este autor y el número de veces en que cada profesional las utilizó: conocimiento general, teoría (descriptiva, explicativa o de control), política, valor, evidencia empírica y experiencia práctica. Cabe señalar que dado que esta investigación es pionera en Chile en analizar el contenido de los argumentos y las razones de los Trabajadores Sociales para tomar decisiones en el campo de los niños en riesgo social, sus resultados, deben ser considerados como iniciales y exploratorios. Hecha esta salvedad, se ofrecerá a continuación una síntesis de la discusión de los principales resultados. Al analizar los componentes utilizados por los Trabajadores Sociales, se observó que prácticamente la totalidad de los profesionales formulan argumentos de nivel básico. Esto se ve reflejado en que el 100% de los profesionales presentan evidencias del caso, consideradas relevantes para avalar sus juicios, y la mayoría se refiere a alguna regla de inferencia que explicaría la conexión entre la evidencia que ellos ofrecen y el juicio que realizan, es decir, presentan ley de pasaje. Esto muestra que los profesionales al momento de emitir un juicio, consideran las evidencias del caso y las articulan de acuerdo a ciertas reglas que estiman relevantes. Tal como lo expresan Osmo & Benbennishty (2002), sus respuestas no son automáticas o solamente burocráticas; ellas están basadas en el examen de las características específicas del caso. En el nivel complementario de argumentación, el cual contempla soporte, refutación y modalizador, se observa una situación muy diferente, constatándose que la mayoría de los trabajadores sociales no logra este nivel. En efecto, sólo un 8% de los trabajadores sociales de Chile y un 6% de los profesionales de Israel, cuando ponderan el riesgo del niño, alcanzan este nivel argumentación. Al momento de proponer una intervención, el panorama anterior se reproduce para el caso de Israel, donde están más ausentes la refutación y los modalizadores, alcanzando este nivel solo un 13% de los profesionales. Sin embargo, en el caso de Chile este porcentaje aumenta, llegando a un 22%, debiéndose ello básicamente a que el componente refutación adquiere mayor presencia en este grupo. Es preciso llamar la atención sobre el bajo porcentaje de profesionales que logra el nivel complementario de argumentación, pues como lo expresa Osmo &

Benbennishty (2002), dicho nivel refleja competencias basadas en la educación y el entrenamiento, que son claves para la argumentación profesional. Especialmente ausente estuvieron la refutación y los modalizadores. Para el caso de Chile, esto es más evidente al momento en que los profesionales evalúan el riesgo. Estos componentes adquieren mayor presencia, cuando los profesionales son estimulados a entregarlos. Los resultados parecen sugerir que los trabajadores sociales no estarían usando ese razonamiento complejo que tendemos a atribuirle (e.g.Drury & Hudson,1999; Shanteau, 1992 en Osmo & Landau, 2001). En efecto, estos componentes mejoran la probabilidad de que se emitan juicios profesionales más sólidos. Cabe señalar, que los modalizadores, remiten a grados de confianza en los juicios, reconociendo la posibilidad de un error. Por su parte, las refutaciones consideran posibles escenarios alternativos, y posibles cambios en el contexto, que llevaría a requerir de ajustes y modificaciones en el juicio Osmo & Benbennishty (2002). El bajo nivel de refutaciones presentes en las argumentaciones de los trabajadores sociales, cuando ellas no son inducidas, podría evidenciar, como lo plantea Osmo & Landau (2001), que los trabajadores sociales son vulnerables a confirmar prejuicios, que podrían impactar negativamente en la toma de decisiones. Esto último reforzaría la tesis de esta investigación, en el sentido “a igual nivel de complejidad en las situaciones a intervenir, un elemento diferenciador en la evaluación del riesgo social y en los cursos de acción propuestos, es el tipo de respaldo y estructura argumental utilizada por el trabajador social”. Cabe señalar, que el marco conceptual propuesto por Toulmin, supone aceptar hacer de la verdad un concepto no binario (verdadero/falso), sino gradual (Marafioti, 1998: 215). Al incluir la refutación en el proceso de toma de decisiones, el Trabajador Social permanece atento y abierto a considerar cómo información nueva y diferente podría impactar en la decisión (Osmo & Benbennishty, 2002). El uso mínimo de refutaciones debiera interpelar a la formación profesional de los trabajadores sociales actualmente en terreno y a la educación del Trabajo Social, de modo de frente a este hecho y fortalecer el entrenamiento que se centra en las habilidades de pensamiento crítico. El pensamiento crítico se define y caracteriza por ser una destreza de tipo cognitiva que cuestiona, pone en tela de juicio y problematiza cualquier verdad o conocimiento que, sin un juicio crítico previo, contextualizado, 57


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del fenómeno en la preocupación profesional (por ejemplo, pobreza, abuso de niños, los desórdenes mentales, violencia en la comunidad, entre otros). Este resultado, invita a continuar la exploración en esta línea, pues para el contexto chileno existe sólo un estudio con el cual se podrían contrastar los resultados de esta investigación. Dicho estudio (Miranda, 2006), aborda el rol de las teorías éticas en los procesos decisionales. En él se examinan los argumentos de 103 trabajadores sociales de Chile, relativos a sus opciones, en términos de principios éticos en general y dilemas éticos en particular. El autor muestra que la argumentación dominante observada en los discursos de los trabajadores sociales que constituyeron la muestra, es “no teórica”. Al analizar sus argumentos, Miranda (2006) constata que solo un 32% de ellos tienen una relación de adecuación con las teorías éticas estudiadas. Por otra parte, no deja de llamar la atención que tanto los profesionales de Israel como los de Chile, no utilizan la evidencia empírica como soporte de sus juicios profesionales, es decir, no avalan sus argumentaciones apelando a la investigación empírica. Una posible explicación de estos resultados es que los trabajadores sociales si usan el conocimiento empírico, pero no están habituados a citar estos resultados en un discurso coloquial Osmo & Landau, 2001). Otros autores observan que el uso de los resultados de la investigación es un proceso mucho más variado, complejo, sutil e indirecto que lo pensado anteriormente, y no se captura solitariamente por referencia directa sobre

pretenda erigirse como único, definitivo y absoluto (Miranda, 2003). Por otra parte, como se indicó anteriormente, esta investigación indagó en el contenido de los argumentos que realizan los trabajadores sociales. Para ello, se utilizó como referente conceptual el marco propuesto por Rosen et al (1995), que permite identificar el tipo de conocimiento que fundamenta sus razonamientos (juicios y toma de decisiones) en casos de riesgo social. A igual que en el caso de Israel, en Chile la categoría más usada como soporte de la evaluación del riesgo es el “conocimiento general”. En la intervención recomendada, los soportes se diversifican. De esta forma, si bien la mayoría usa el conocimiento general, también adquieren fuerza como soporte la experiencia profesional y la política. Ahora bien, a diferencia de los hallazgos encontrados en Israel, en que existe una tendencia por parte los trabajadores sociales a equilibrar en sus juicios (Ver Tabla N°1), el uso del conocimiento general con el conocimiento orientado a la teoría, para el caso de Chile, solo una profesional usa explícitamente la teoría como soporte de su argumentación (Ver tabla N°1). Al analizar la teoría utilizada por el profesional, según tipos (descriptiva, explicativa y de control) propuestos por Rosen et al. (1999), se aprecia que ella es descriptiva, en el sentido que es utilizada como una guía para clasificar los fenómenos en categorías conceptuales significativas. Este tipo de teoría incluye la información sobre las características, los indicadores, o las incidencias

TABLA Nº1

CATEGORÍAS DE CONOCIMIENTO UTILIZADAS POR LOS TRABAJADORES SOCIALES COMO SOPORTE EN LA PONDERACIÓN DEL RIESGO Y EN LA INTERVENCIÓN RECOMENDADA (EN %)

País Categorías

Chile

Israel (*)

Evaluación del riesgo

Intervención recomendada

Evaluación del riesgo

Intervención recomendada

%

%

%

%

42,3

55,8

46

25

1,9

1,9

38

29

Experiencia

0

42,3

9

22

Valores

0

11,5

7

15

Evidencia empírica

0

0

0

0

Política

0

34,6

0

9

Conocimiento general Teoría

(*) Osmo, R. Benbennishty R., (2002). Children at risk: Rationales for risk assesments and interventions. Hebrew University, Jerusalem Israel.

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un estudio particular (Fortune & Reid 1999 en Osmo & Landau, 2001). Así es posible que los hallazgos empíricos sean internalizados y asimilados en el proceso de pensamiento en tal medida que sean considerados conocimiento general. Entonces, cuando los trabajadores sociales dijeron que usaron el conocimiento general, ellos pueden haber estado refiriéndose a la investigación empírica (Osmo & Landau, 2001). Para Rujla Osmo & Landau (2001), refiriéndose al caso de Israel, la posibilidad de que los trabajadores sociales no usen evidencia de investigación en la práctica, tal vez sea la más probable explicación. Según la autora, el patrón total de los hallazgos indica que los trabajadores usan una mezcla de conocimiento basado en la práctica y la teoría, y no basan sus juicios en ningún grupo específico de estudios empíricos relevantes. Otros autores, refiriéndose a ámbitos diferentes, llegan a conclusiones similares. En efecto, Joaquín Brunner (1993), cita un estudio de Guillermo Briones (1990), referido a Chile en el área de la educación. En dicha investigación, que abarca el período 1980-1989, se entrevistaron 41 investigadores educacionales -un 90% contestó positivamente a la pregunta sobre si “algunos resultados de sus investigaciones han tenido alguna forma de utilización, cualquiera sea su modo o nivel”. Sin embargo, un 80% de ellos estima que en Chile, en general, el nivel de utilización de los resultados de la investigación educacional es “bajo”, mientras que los demás sostienen que es apenas “regular”. Este mismo estudio se replicó -pero esta vez se trabajó sobre la base de una pequeña muestra de altos decidores del Ministerio de Educación. En él, se arriba a la conclusión de que el uso efectivo de resultados de investigación, en ese ámbito, es en extremo modesto. Los decidores justifican ese bajo nivel de utilización con argumentos que son conocidos: • Debido a que a la hora de usarlos, los resultados no están disponibles. • Debido al recargo de acciones de administración de corto plazo y la falta de equipos estables de asesoría que procesen la información. • Debido a los constantes cambios en la investigación y su tendencia a “autoalimentarse” de investigaciones similares. • Debido a la ausencia de investigaciones pertinentes. • Debido a la desconfianza que provocan investigaciones cuyas premisas se expresan como dogmas, etc.

Brunner (1993) después de constatar que los decidores no tenían conocimiento prácticamente de ninguna de las investigaciones publicadas a lo largo del período 1980-1989, concluye con una cita de Briones (1990), señalando que “no hay utilización de los conocimientos generados por esas investigaciones en la formulación de políticas y toma de decisiones a nivel superior”. En lo relativo al uso de los valores como fundamento de la argumentación profesional, se observa que tanto los trabajadores sociales de Chile como Israel, apelan escasamente a este componente, esto se acentúa aún más en la evaluación del riesgo. En la recomendación de la intervención, el uso de los valores adquiere mayor presencia. Osmo (2003), llama la atención acerca de la posibilidad de que los trabajadores no estén concientes de la dimensión del valor de sus opciones. A juicio de la autora es imperativo que los trabajadores sociales estén concientes de los valores que impactan sus juicios, y que sean capaces de articular y presentar a sí mismos y a otros, los valores que sustentan sus juicios. Esto es importante en la mayoría de las áreas de intervención, pero es esencial en el área de la protección de la infancia. Las decisiones en esta área, tales como apartar al niño de su familia biológica, involucran asuntos éticos y de valor, que los profesionales necesitan conocer. Ellos requieren saber cuáles son las fuentes de sus juicios, y no atribuirlos a ‘expertise objetiva’ (Clark & Asquito, 1985; Maas, 1994 en Osmo y Landau, 2001). De acuerdo a Miranda (2006), darse cuenta del propio punto de vista moral, aparece como un indicio de la mayor o menor reflexividad de los trabajadores sociales en su quehacer profesional. Profundizar en el análisis de la influencia de los valores personales en el proceso de toma de decisiones es relevante, pues como lo plantea Miranda, “reconocerse en un punto de vista moral, posibilita la articulación crítica entre los valores profesionales y los valores personales” (2006: 96).

Pensar la formación en Trabajo Social Los resultados obtenidos en la investigación interpelan los modos de comprender y de formar en Trabajo Social. Para intervenir es preciso ver y comprender qué es esa interpretación, y que sus formas están influyendo fuertemente sobre ese horizonte de intervención (Matus en Ludi, 2003: 20). Los hallazgos descritos en el punto anterior ponen de manifiesto la relevancia que tiene la teoría de la argumentación para la toma de decisiones en Traba59


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jo Social. Los resultados evidencian la necesidad de formar a los estudiantes de la disciplina en marcos conceptuales que les permitan comprender y mejorar los procesos a través de los cuales los trabajadores sociales toman decisiones en aquellas situaciones en las que les corresponde intervenir. El interés en la argumentación al tomar una decisión, radica en que cuando ella está articulada en detalle, es posible evaluar su justificación, aprender de ella y, tal vez, identificar errores que deben rectificarse (Osmo & Landau, 2001). El ejercicio de producción de argumentos orales y textuales facilita a los estudiantes el fortalecimiento de sus competencias comunicativas, además de potenciar el “metadiscurso en sus proceso de aprendizaje” (Sardá & Sanmartí, 2000 en Valle & Cabrera, 2007:151). Involucrarse en las acciones de justificar los propios puntos de vista y enfrentar la oposición, estimula al sujeto a reflexionar sobre sus propias cogniciones respecto al fenómeno del mundo. Asimismo, la reflexión sobre los fundamentos y límites de las propias afirmaciones, le permiten tomar conciencia y aumentar el control sobre su propio conocimiento (Leitão, 2007). Estimular en los estudiantes lograr un nivel complementario de argumentación –en el sentido de Toulmin (1984, 2007)– resulta clave para su ejercicio profesional. Ello porque este nivel de argumentación es el más complejo, incluyendo tres componentes: soporte, refutación y modalizador. Son justamente estos componentes, aquellos que favorecen la solidez de los juicios, previniendo la necesidad de introducir ajustes y modificaciones en los mismos. Lograr este nivel de argumentación, implica alcanzar un nivel de pensamiento complejo, reflexivo y crítico. “El aporte fundamental de la teoría de la argumentación racional consiste, precisamente, en renunciar a la postulación de una verdad en sentido fuerte y centrase en las pretensiones de corrección, en tanto susceptibles de crítica y fundamentación por parte de los participantes (Aldao, 2007:14). Ahora bien, Valle y Cabrera insisten en que “la familiarización de los estudiantes durante un breve período de clases con las técnicas de la argumentación, no logrará desarrollar a cabalidad la habilidad del pensamiento crítico y creativo. Este es un proceso que demanda práctica a través de actividades pedagógicas, sostenibles en el tiempo y en todas las asignaturas, pues argumentar es una competencia transversal a todas las asignaturas” (2007:151). La propuesta de Toulmin (1984, 2007) resulta efectiva en el proceso de enseñanza-aprendizaje, pues al permite comprender el proceso de formar 60

una argumentación, explicitando los elementos de la misma. “Ella se adapta convenientemente a la práctica de la enseñanza en que el estudiante debe reflexionar sobre la estructura del texto argumentativo que construye a partir de los datos o fenómenos observados, justificando con razones (argumentos) y fundamentando con los principios y leyes científicamente aceptados (garantía). Acciones que refuerzan en el estudiante su capacidad para establecer relaciones entre ideas, generar hipótesis y reflexionar sobre las mismas” (Valle y Cabrera, 2007: 151). En el marco del contexto académico y profesional, en los que se preserva, genera y difunde conocimiento, la argumentación lógica es una condición intrínseca del discurso que le aporta solidez y prestigio a su autor (Rodríguez, 2004). De ahí la necesidad entonces de dedicar esfuerzos al ejercicio argumentativo por parte de los estudiantes en su proceso de formación. Asimismo, los resultados de la investigación evidenciaron una clara tendencia por parte los trabajadores sociales que formaron parte de la muestra a sustentar sus juicios en el conocimiento general, más que en la teoría, no apelando a investigaciones empíricas relevantes para su intervención. Esto desafía a pensar en incorporar a la formación en Trabajo Social, metodologías que favorezcan el uso de la teoría y de la evidencia proveniente de la investigación en el ejercicio profesional. En los últimos años en los Estados Unidos, Australia, Canadá y el Reino Unido se ha expandido en Trabajo Social una corriente llamada Práctica Basada en la Evidencia (Evidence-Based Practice), que como su nombre lo indica propone sustentar la toma de decisiones en evidencias. Esta tendencia proviene de Medicina Basada en la Evidencia (MBE). Afirmaciones centrales de la MBE son, que existe un cúmulo de evidencias científicas que deben ser la base de la práctica clínica y que las prácticas clínicas y en poblaciones deben someterse al análisis científico (Jenicek M., 1997 en Bedregal P., Cornejo C., 2005: 997). De esta forma, la evidencia proveniente de la investigación es considerada una elemento central en la toma de decisiones, integrando, además, en este proceso todos los otros elementos necesarios para tomar una decisión (culturales, sociales, valóricos), así como las diversas disciplinas y enfoques que se requieran para que la decisión que se tome sea la más adecuada a las condiciones y necesidades de los pacientes (Biagini, 2005). Para Couturier y Carrier (2003), en los servicios sociales, la práctica basada en la evidencia, pue-


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de comprenderse como el concienzudo, explícito y juicioso uso de la mejor evidencia actual en la toma de decisiones en relación con el bienestar de las personas que necesitan de los servicios sociales. Cabe señalar que para estos autores una evidencia es el producto indiscutible de una actividad de investigación (Couturier & Carrier, 2003). Sin embargo, autores como Bedregal y Cornejo, relevan la necesidad de que “el concepto de «evidencia» debe ser separado de su legado positivista lógico, para incluir también lo que es evidente desde el contexto, la comunidad, y desde otras metodologías además de la experimental. La evidencia, así entendida, nos abre la posibilidad de mirar cómo el significado del lenguaje se modifica respecto de la posición del sujeto (Cornejo, 2004). La gran oportunidad que nos otorga la polisemia del concepto, es recrearla desde abajo hacia arriba, explicitar las distintas suposiciones de práctica de investigación y aplicación clínica cotidiana y examinar los vínculos existentes entre los diversos niveles” (Bedregal & Cornejo, 2005: 981). Cabe señalar que en Trabajo Social la perspectiva de la práctica basada en la evidencia es incipiente. Así como ella ha sido objeto de elogios, también ha recibido objeciones referidas, entre otros aspectos, a los obstáculos para ser asumida como enfoque. Al respecto se pueden mencionar algunas de estas dificultades identificadas por Morago (2004):

predecibles que, por ejemplo, los efectos de un cierto fármaco o una intervención quirúrgica. Las dificultades anteriores, si bien plantean la necesidad de ser consideradas, no opacan las potencialidades y la posibilidad de asumir este enfoque en la formación profesional. Sus adeptos insisten el hecho que la práctica basada en la evidencia permite mejorar la calidad en la prestación de servicios así como hacer un uso más racional de los recursos disponibles. Ella posibilitaría rebatir aquellas opiniones profesionales que sin contar con argumentos sólidos, se realizan a partir de prácticas comúnmente aceptadas: la autoridad, creencias imperantes, información anecdótica, o investigación de escasa calidad metodológica (Morago, 2004). Asimismo, la práctica basada en la evidencia en Trabajo Social respondería a un mandato ético (Gibbs & Garambrill, 2002 en Furman, 2009), pues ella permitiría efectivamente incluir el estado del arte de los conocimientos, lo cual resulta clave para una intervención social compleja, innovadora y de calidad. Ahora bien, Ainsworth y Hansen (2005), llaman la atención sobre el hecho que si se desea incluir en la formación de los trabajadores sociales la perspectiva de la práctica basada en la evidencia, se deben asumir, entre otros aspectos, ciertos compromisos en la estructura, contenidos curriculares y actuación de los docentes. Refiriéndose a este punto, los autores destacan:

• La existencia de obstáculos materiales y organizativos para la implementación de este modelo de la en el área del Trabajo Social. Dentro de éstos, se encuentra la presión bajo la cual, frecuentemente, los trabajadores sociales desarrollan su labor.

• Que desde el inicio de la formación en Trabajo Social, se dé un énfasis mucho más marcado a la enseñanza de habilidades de pensamiento crítico.

• La falta de preparación técnica de un amplio número de profesionales a fin de evaluar críticamente los resultados de investigación • La presencia de factores psico-sociales: temor a cuestionar las opiniones predominantes, en un clima en el que las organizaciones son gestionadas, cada vez más, de acuerdo a criterios gerenciales, no siempre comprensivos con un juicio profesional que cuestione los procedimientos de deliberación y decisión establecidos (Oxman y Flottorp, 2001 en Morago 2004). • El contexto de complejas –y, a veces, caóticas– relaciones humanas, y en el que, con frecuencia, condiciones sociales, culturales, económicas y políticas adversas afectan severamente las vidas de los usuarios, hacen que los efectos de una intervención profesional sean mucho menos

• Que los académicos enfaticen y modelen como un valor básico del Trabajo Social, la construcción del conocimiento a través de la investigación. • Que la enseñanza de la investigación, se convierta en un elemento básico en cada año de estudios conducente a una calificación en Trabajo Social. Los programas deben considerar que los estudiantes requieren demostrar habilidades tanto para el diseño de investigaciones, recopilación y análisis de datos, utilizando técnicas cualitativas y cuantitativas, como competencias para la práctica directa. • Que los docentes se concentren en actividades de investigación, escritura y difusión del conocimiento a través de publicaciones especializadas.

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FABIOLA CORTEZ-MONROY / LEONARDO ONETO / ISABEL SAAVEDRA / MARÍA OLGA SOLAR

Conclusiones

Referencias

Los hallazgos previos de la investigación “Infancia y riesgo social señalan que los Argumentos que utilizan los trabajadores sociales para tomar decisiones frente a situaciones de riesgo social que afectan al niño en su familia”. Si bien estos hallazgos son preliminares y tienen una carácter exploratorio, pues surgen de una investigación pionera en Chile, dan la posibilidad de abrir una discusión acerca de la formación en Trabajo Social. Específicamente, ellos interpelan acerca de la necesidad de incorporar enfoques que permitan fortalecer los procesos de argumentación y de toma de decisiones en la intervención social. La estructura de análisis de la investigación permitió –por una parte– develar que en la argumentación profesional existiría un énfasis de los argumentos básicos por sobre los complementarios, denotando en los profesionales una falta de dominio en conocimientos de tipo predictivo validados por la disciplina, al momento de ponderar una situación y proponer una intervención social. Por otra parte, existiría también un déficit en el uso de la teoría y de la evidencia empírica, como soporte a la argumentación. El déficit en el nivel complementario de argumentación se vincula a competencias basadas en la educación y el entrenamiento, que son claves para la actuación profesional. De ahí la necesidad de repensar la formación en Trabajo Social, introduciendo enfoques que permitan fortalecer el entrenamiento en habilidades de pensamiento crítico, así como en el uso de la teoría y de la evidencia empírica, como soporte a los juicios profesionales. De lo anterior, se hace evidente la necesidad de formar a los estudiantes en marcos conceptuales que les permitan comprender y mejorar los procesos de toma de decisiones, así como el uso de metodologías que favorezcan el uso de la teoría y de la evidencia empírica en el ejercicio profesional. Al respecto, la teoría de la argumentación de Toulmin y el enfoque de la práctica basada en la evidencia, pueden constituirse en uno de los posibles aportes en este sentido. Sin embargo, ello requiere de innovaciones tanto en las prácticas pedagógicas como en los contenidos y estructuras curriculares, constituyéndose en un desafío a pensar por quienes ejercen docencia en Trabajo Social.

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ISSN 0716-9736 / Revista Trabajo Social / No 76 / Julio / 2009 / P. 65-77

Palabras y cosas para el Trabajo Social: sentidos y significados presentes en las estrategias de intervención utilizadas por los y las Trabajadores Sociales en la Región Metropolitana1 Words and artifacts for social work: perspectives and meanings of intervention strategies applied by social workers in Metropolitan Region ALEJANDRA GONZÁLEZ / LORENA PÉREZ

Alejandra González Celis es Magíster en Trabajo Social de la Universidad Católica de Chile, actualmente se desempeña como académica del Departamento de Trabajo Social de la Universidad Alberto Hurtado. Su dirección electrónica es: algonzal@uahurtado.cl. Lorena Pérez Roa es Magíster en Antropología y Desarrollo de la Universidad de Chile, actualmente se desempeña como académica del Departamento de Trabajo Social de la Universidad Alberto Hurtado. Su dirección postal es Cienfuegos 46 A, Santiago Chile su dirección electrónica es: loperez@uahurtado.cl

Resumen Esta investigación realizada el año 2007, buscó explorar los sentidos socioculturales que Trabajadores Sociales de la Región Metropolitana le otorgan a su quehacer, a fin de descubrir los alcances, posibilidades y límites en las estrategias de intervención utilizadas. El proceso consideró: indagación bibliográfica para comprender los contextos políticos y de formación; construcción de categorías que podrían incidir en las estrategias; realización de doce entrevistas semiestructuradas y, reconstrucción analítica de la constelación de factores asociados a la intervención profesional en Trabajo Social. Los resultados muestran que los profesionales vinculan linealmente espacio institucional e intervención, ya sea como limitante o generador de éxito (el poder es condicionante) y donde sus estrategias y técnicas van en un continuo desde lo asistencial (entendida en una relación directa con los sujetos) hasta aquellas potenciadoras y transformadoras (mediante la coordinación de equipos). Aún cuando el estudio no pretende generalizar, sí permite cuestionar las actuales configuraciones profesionales y sus propuestas disciplinares. Palabras clave. Sentidos culturales, Trabajo Social, estrategias de intervención. Abstract This research was conducted in 2007 and sought to explore the sociocultural meanings given by social workers of the Metropolitan Area to their tasks. The pourpose of this study was to observe the richness, possibilities and limitations of the professional intervention strategies that they display. The research included a literature review to understand the political and educational contexts; the construction of categories that could affect the intervention strategies; twelve semi-structured interviews to social workers; and finally, the analysis of findings which may influence Social Wok intervention methods. The main results show that social workers identify the institutional space as a context that singlehandedly determines their possibilities of successful intervention (the power is a condition). The strategies and techniques are developed from assistance (closer relationship with the clients) to empowerment (coordination’s roles into a professional team). The research does not pretend to generalize but is a possibility to inquire the actual social work and their proposals. Key words. Cultural perspectives, social work, intervention strategies 1

Investigación financiada por el Fondo Interno de Investigación de la Universidad Alberto Hurtado, año 2007. Se agradece a los Trabajadores Sociales que generosamente brindaron sus relatos y muy especialmente a Manuel Aris, Carolina Estay y Álvaro Herrera quienes participaron activamente en este proceso, como ayudantes de investigación.

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ALEJANDRA GONZÁLEZ / LORENA PÉREZ

“Las cosas y las palabras van a separarse. El ojo será destinado a ver y sólo a ver; la oreja sólo a oír. El discurso tendrá desde luego como tarea el decir lo que es, pero no será más que lo que dice.” Foucault, Las palabras y las cosas.

De palabras y cosas en el Trabajo Social Hablamos de palabras y hablamos de cosas para el Trabajo Social. Este estudio comparte con Foucault (y de ahí la alusión a la obra del autor francés) que la modernidad establece una relación particular entre el discurso y la acción a representar, es decir, entre el significado y los significantes. Situación que llevada al plano de los propósitos de esta investigación, implica centrarse en las palabras, o “el decir” de nuestra disciplina, para reconocer el significado, o lo real a ser representado. De esta manera las palabras y las cosas en Trabajo Social, refieren a las preguntas: ¿Cuáles son las palabras que estamos utilizando los Trabajadores Sociales para describir nuestro quehacer? ¿Qué palabras usa la disciplina para referirse a ello? ¿Qué cosas intentan representar esas palabras? ¿Hablan esas palabras de cosas similares? ¿Qué mapa podríamos trazar a la luz de estos vectores? La investigación parte de dos supuestos centrales: • Que es necesario aportar al discurso argumentativo para mejor comprender el espacio del Trabajador Social en el Chile actual2. Tal como plantean Camelo y Cifuentes (2006: 170): “La reflexión conceptual en torno a la construcción de categorías que permitan comprender la fundamentación del Trabajo Social en la actualidad constituye el desafío de la producción de conocimientos, para trascender el marco de análisis de la práctica profesional, contextos, problemáticas, aplicación de métodos, que privilegian respuestas institucionales, programáticas”. Hablamos, por ende, de superar la mera descripción del

lugar profesional para contribuir a una comprensión compleja del actuar, desde la cual podamos generar conocimiento frente a los desafíos de la disciplina en el contexto nacional. • Que es necesario generar evidencia empírica que permita conocer el tipo de intervención que los Trabajadores Sociales están ofreciendo a sus sujetos de intervención: aún cuando, es posible observar en las mallas curriculares chilenas y en las discusiones académicas establecidas3 propuestas innovadoras y discusiones que imponen al Trabajador Social desafíos contemporáneos a la luz de la emergencia de nuevos sujetos y sentidos de intervención4, aparece la sensación que en gran parte ese discurso se reproduciría por sobre otro tipo de Trabajo Social, “el real”, que se establece en las instituciones y organizaciones sociales y que en variadas ocasiones no tiene un punto de encuentro con estas propuestas teóricas.5 Frente a ello se ha planteado por objetivo aportar en una primera fase a la comprensión del discurso que los Trabajadores Sociales desarrollan sobre su propio quehacer, para en una fase posterior, observar a la luz de estos discursos, los dispositivos de intervención que los Trabajadores Sociales diseñan e implementan.6 De esta manera y considerando el discurso como “una práctica analítica que opera, simultáneamente en tres dimensiones: a) el discurso en tanto texto –resultado oral o escrito de una producción discursiva–, b) el discurso como práctica discursiva enmarcada en una situación social concreta y c) el discurso como ejemplo de una práctica social, que no sólo expresa o refleja identidades, prácticas, relaciones, sino que las constituye y conforma” (Iñiguez, 2003:94), es que durante la primera fase de investigación, se realizó una indagación bibliográfica orientada a la comprensión historiográfica de

En tanto la producción posible de observar en las revistas y en la disminuida producción de libros disciplinares en Chile. Puede observarse la riqueza de posturas y diferencias en las formas de nombrar presentes en el Congreso Internacional de Trabajo Social realizado en Chile el año 2006. 4 Pueden observar en Chile los aportes de Teresa Matus, y en Latinoamérica, Vicente de Paula Faleiros, Marilda Iamamoto, Susana Malacalza, Susana Cazzaniga, quienes han generado provocadoras propuestas para la profesión. 5 Esta llamada “sensación” las autoras han podido construirla en base a dos experiencias específicas: a) El discurso que los profesionales Trabajadores Sociales entregan a los estudiantes y docentes a cargo de los espacios en práctica de la carrera de Trabajo Social. b) El discurso de los profesionales Trabajadores Sociales que acuden a los distintos diplomados que ofrecemos como Departamento. c) El discurso de los profesionales Trabajadores Sociales insertos en organismos estatales a los cuales como Departamento hemos debido asesorar mediante licitaciones de distinto tipo. 6 Investigación que esperamos realizar durante el año 2010. 2 3

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PALABRAS Y COSAS PARA EL TRABAJO SOCIAL: SENTIDOS Y SIGNIFICADOS PRESENTES EN LAS ESTRATEGIAS DE INTERVENCIÓN UTILIZADAS POR LOS Y LAS TRABAJADORES SOCIALES EN LA REGIÓN METROPOLITANA

los contextos que sobre-determinaron la formación y ejercicio profesional de los Trabajadores Sociales investigados (principalmente a partir de la revisión de revistas de carácter profesional). En esta fase fue posible reconstruir cuatro momentos profesionales en el Trabajo Social Chileno: • 1925 - 1950: Momento fundacional, caracterizado por la valoración de la teoría social y el Trabajo Social internacional (principalmente norteamericano y europeo), valoración del Trabajo Social de caso y grupal. Levantamiento de la cuestión social.7 • 1960 - 1973: Momento comunitario, caracterizado por el desarrollo de la noción de comunidad asociada a un mismo espacio geográfico, identificación disciplinar con el sujeto social. Ebullición del fundamento político en la intervención.8 • 1973 - 1990: Período de resistencia y la pérdida del rango universitario, visibilización de un cierto binarismo profesional - el Trabajo Social de resistencia y localizado en ONGs con su consecuente consolidación del fundamento político en la intervención o el Trabajo Social institucionalizado, orientado al diseño y estructuración de la política social de dictadura vinculada a lo asistencial.9 • 1990 - 2007: Las políticas sociales y el desafío de la exclusión, posición profesional situada en el diseño, implementación y planificación10 de la política social. Cabe señalar que el estudio no considera que estas fases describan una evolución del Trabajo Social chileno, sino que ha observado su propia historia a la luz de contextos que marcaron momentos y vectores específicos de acción que quisimos revelar. Interesa-

ba observar además, si existiría alguna relación entre el momento de formación de los Trabajadores Sociales y sus decisiones estratégicas en la intervención. Dado que la investigación se planteó desde la comprensión de los profesionales que actualmente se encuentran trabajando, es que se decidió centrarla en los tres últimos momentos identificados. Sin embargo, sí se consideraron los elementos metodológicos propios del primer momento durante la construcción de las categorías de análisis, dada su relevancia en la construcción disciplinar y, por tanto, su posible presencia en el discurso actual. Ahora bien, la opción de trabajar con los discursos implicó tomar una serie de opciones de orden metodológico que apuntaron al desarrollo de una investigación de carácter intensiva más que representativa. De esta manera la selección de los casos en estudio fue por medio de métodos de muestreo no probabilísticos, es decir, los sujetos se seleccionaron según los objetivos analíticos. Escogimos 12 casos “paradigmáticos” de Trabajadores Sociales que ejercieran en la Región Metropolitana. La definición de “caso paradigmático” se construyó a partir de la consideración de los elementos que la bibliografía disciplinar configura como posibles relaciones entre los significados atribuidos a la noción de estrategia de intervención social y las siguientes dimensiones: • Formación disciplinar (casa de estudio y grados académicos).11 • Espacios de desarrollo profesional.12 • Consideración de género.13 Para el desarrollo de las entrevistas se construyó una

Para mayor profundidad se puede referir el trabajo de Aylwin, Matus y Fortes “La reinvención de la memoria” Escuela de Trabajo Social, Pontificia Universidad Católica de Chile 2005. 8 Refiérase a los artículos producidos durante el proceso de reconceptualización chileno. Un ejemplo de ello en Ortega, Alicia. El Trabajo Social y la nueva sociedad. Universidad de Chile, 1972. 9 Véase los trabajos de Daniela Sanchez al respecto. 10 Véase los trabajos de Margarita Rozas y Nora Aquín también a modo de ejemplo en el caso latinoamericano y en el caso chileno obsérvese especialmente los publicados a partir de los años 90 (Quezada, Onetto, Aylwin, Jiménez) en la Revista de Trabajo Social de la Pontificia Universidad Católica de Chile (un número especial dedicado al tema, 1996, Nº68, por ejemplo). 11 Se incluyeron Trabajadores Sociales tanto de universidades públicas y privadas de modo de considerar la forma actual del mercado de formación existente. De la misma forma de intencionó la búsqueda de Trabajadores Sociales con grado de licenciatura, magíster y diplomado, de modo de también observar la diversidad de posgraduaciones presentes en el Trabajo Social chileno. No se consideró el grado de doctor, producto de la escasez de profesionales del Trabajo Social que en Chile detenten este grado. 12 Se incluyeron Trabajadores Sociales que pudieran dar cuenta de distintos espacios profesionales. Representan por ende espacios profesionales como: centros de salud públicos, áreas de bienestar de empresas privadas, Ongs dedicadas al trabajo comunitario, organismos colaboradores de Sename y municipalidades. Aún cuando este estudio no tiene pretensión de generalizar, debíamos dar cuenta de la diversidad de espacios profesionales que ocupan los Trabajadores Sociales. 13 Aún cuando nuestra profesión sigue concentrándose en el espacio de lo femenino, la muestra incluyó una proporción de 3 Trabajadores Sociales y 9 trabajadoras sociales de modo de también permitir incluir discursos que provinieran de géneros distintos. 7

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ALEJANDRA GONZÁLEZ / LORENA PÉREZ

Categoría

Descriptor

Rol del Trabajador Social

Cómo nombra su cargo o los cargos que anteriormente tuvo.

Tipo de objetivos o cambios

Tipos de transformaciones que se pretenden alcanzar con la intervención.

Perspectiva ética - valores

Valores o las perspectivas éticas declaradas.

Fundamentos conceptuales

Líneas teóricas explícitamente declaradas que orientan su ejercicio profesional.

Valoración de la teoría y la investigación

Valoración y utilidad de la teoría en el ejercicio profesional. Valoración y utilidad de la investigación en el ejercicio profesional.

Noción de sujeto

Denominación y problematización de los sujetos de intervención.

Contexto institucional Cambios en el contexto

Caracterizar los elementos institucionales o contextuales que influyen en intervención.

Técnicas e instrumentos

Nombre y descripción de los instrumentos y técnicas utilizadas en el ejercicio profesional.

Formación

Valoración de los estudios de postgrado o educación continua. Relación de la formación continua con el espacio de desarrollo laboral.

Trabajo multidisciplinario

Relación y/o valoración del trabajo con otros profesionales.

pauta abierta de categorías construidas a la luz de los elementos que emergieron de la revisión bibliográfica, tal como lo muestra el siguiente esquema: Para validar el instrumento realizamos dos entrevistas que nos permitieron calibrar la intensión y dirección de las preguntas, de modo de evaluar su pertinencia en función de los objetivos de estudio. La recolección de información se realizó en un encuentro, de duración promedio de una hora y media. Se consideró el criterio de saturación de la muestra, es decir no se siguió indagando cuando los discursos emitidos por los y las entrevistadas no entregaban nuevos elementos de investigación. A partir de la información obtenida, se organizaron temáticamente los fragmentos más significativos, los cuales fueron analizados y comentados por las autoras de este estudio. Luego se procedió a la codificación de cada uno de ellos, de acuerdo a las dimensiones extraídas del marco teórico, de manera de validar o corregir las categorías construidas. Las entrevistas fueron digitadas e ingresadas en el software QSR Nvivo. Con esta información se elaboró una matriz de contenido, de la cual se extrajeron los principales resultados. Todo el material primario se encuentra protegido, respetando los protocolos de confidencialidad asumidos para este estudio. Por ende no se especifican ni los lugares de trabajo, ni

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los nombres referidos en las entrevistas a fin de proteger la confidencialidad de nuestros entrevistados. La información obtenida nos permitió establecer relaciones de coincidencia y oposición, probando o refutando las hipótesis que determinamos a partir del marco teórico. Del mismo modo, algunas de las dimensiones en estudio fueron reformuladas a partir de los nuevos conceptos y categorías que emergieron a través del contraste empírico de la teoría.

Análisis Para desarrollar el análisis hemos decidido reagrupar los hallazgos en dos grupos, el primero considerando la significación discursiva de los categorías construidas a partir de la revisión bibliográfica, y en un segundo grupo aquella que refieren a las tipologías de modelos estratégicos de intervención que pudieron surgir de la reconstrucción de lo planteado por la bibliografía y los modos en que los entrevistados nombraron su quehacer. Es importante destacar que esa tipología es una propuesta que surge como resultado de la investigación y que no se asume exhaustiva ni final, sino que permite diferenciar los discursos generando un diálogo con la teoría existente.


PALABRAS Y COSAS PARA EL TRABAJO SOCIAL: SENTIDOS Y SIGNIFICADOS PRESENTES EN LAS ESTRATEGIAS DE INTERVENCIÓN UTILIZADAS POR LOS Y LAS TRABAJADORES SOCIALES EN LA REGIÓN METROPOLITANA

Cosas a la luz de las palabras y palabras a la luz de las cosas “Yo llego a trabajar a un patio de ( ), y me asignan un lugar al interior de ese patio de ( ), ahí está la oficina del Trabajador Social, una cosa que me pareció chocante de llegada, digamos, un Trabajador Social enterrado allí en el patio” (E7 23: 25) Rol profesional: La pregunta por el rol se constituye a partir de dos niveles distintos de significados, uno asociado a la pregunta por el rol del Trabajo Social en las instituciones en las cuales ejercen o han ejercido y otra, desde la pregunta por el nombre que le asignan a su rol especifico. Se genera de este modo una distinción a nivel discursivo entre el rol de la profesión y el ejercicio individual de la misma. En relación al “rol de la profesión” los discursos se movilizan en torno a quienes adscriben a la necesidad de diferenciarse de los otros profesionales de las Ciencias Sociales, en tanto alertan un “peligro” para la identidad profesional en la coexistencia de distintos profesionales en el espacio de la intervención social; y aquellos que consideran que la pregunta por el rol responde más a una necesidad de valoración profesional que disciplinar. “Hemos pecado de dejar que otras profesiones ocupen estos espacios que nos “corresponden” o más que nos corresponden que perfectamente podríamos desarrollarlos” (E11 118:120). “Igual pasa que al menos desde el Trabajo Social, con otras profesiones, no tanto con los psicólogos, pero en el trabajo que uno hace (...) Igual se des... se desdibujan los perfiles profesionales, entonces me cuesta tu pregunta ¿cachay? Me cuesta responderla, en términos de que yo siento que no sé si hubiese estudiado pedagogía, (...) antropología, no se si sería tan distinto a lo que hago ¿me entiende? (...) me cuesta diferenciar los límites (...) pero también me pasa que las otras profesiones no se hacen esta pregunta, el hacerse la pregunta ya es raro, como tan permanentemente preguntarse de su identidad, de su rol (...) como que: como que también es una expresión, un sentimiento de inferioridad ¿cachay?” (E5 96: 103) Ahora bien, en relación al rol profesional que los entrevistados ejercen en sus espacios laborales, se autodescriben en roles asociados directamente a liderazgos en las instituciones utilizando verbos como: dirigir, monitorear, calificar, gestionar y/o coordinar. Se observa una atribución positiva a nivel discursivo en torno a este tipo de funciones, mientras aparece una cierta atribución de minoridad a aquellos verbos asociados a la implementación, los cuales se ubican en el espacio de lo “técnico”, en el espacio del contacto directo con sujetos de intervención.

“Mi función básicamente es trabajar, yo tengo una jefatura intermedia como coordinador, tengo que trabajar con educadores que trabajan doce horas con los jóvenes en trato directo, ellos son los que están todos los días con los jóvenes (...) Entonces no hay que ser muy técnico para hablar con los jóvenes, que no implica que uno la verdad no suba el nivel de la conversación, pero si tú quieres plantear ciertas cosas no puedes pensar que estos jóvenes van a entender ciertas palabras que ellos simplemente las desconocen” (E2 57:62). “y yo como sub-jefe me toca coordinar y acompañar el trabajo que realiza este equipo de seis personas en cada zona ¿ya?, velar por su desempeño, velar por el cumplimiento de productos, de informes de evaluación, planificación de gestiones, informes de datos de cifras de cuantos jóvenes participan no sé donde ¿ya?, todo eso es mi rol o sea mi rol es de gestión, de acompañamiento, capacitación, y de evaluación de equipo también poh, porque también está el desempeño profesional poh. (...) nosotros tenemos un plus: o yo tengo un plus, y la gente más cercana a los Trabajadores Sociales, más comunitario que es lo que yo conozco, no descalificando lo otro, eh tenemos ese plus que yo te decía, ser un agente integrador ¿cachay?” (E5 23:30) “Bueno, ehh en la actualidad soy jefe de equipo de una unidad de bienestar aquí en el hospital, y como tal, tengo la responsabilidad de... dirigir y coordinar al equipo de profesionales de esta unidad, y a un resto del personal de enfermería que trabaja en esta unidad. Ligado a ello también, hago labores específicas, del... de Trabajo Social digamos ¿no?, con los pacientes o usuarios, que están en esta unidad que son alrededor de veintidós, tiene que ver ehh en lo específico de esa parte social, o de esos aspectos sociales, ya, digamos, satisfacer sus necesidades ehh personales, como ehh intelectuales, o ehh y otras necesidades que... ellos tienen. Pero también, ojo digamos que..no... no... ehh enmarquemos sólo como la responsabilidad social en esa tarea, digamos, esta misma responsabilidad de ser jefe de equipos, tiene que ver también con un nuevo rol que va asumiendo el Trabajo Social ehh y que tienen que ver con tareas que van más allá de lo netamente asistencial, y que tiene que ver con el desarrollo y la implementación de políticas sociales, ehh en este caso en el ámbito de la salud mental.” (E7 101:112) “En la constructora (xx) yo más bien creé una labor de coordinación del bienestar, yo no era la que iba a terreno, iban otras Asistentes Sociales que dependían de mi (...) yo fui a terreno y (otros trabajos) y además coordinaba harto, en el fondo como que las hacía todas era como más integral mirado como Asistente Social, después no, sabes que uno va adaptando en la profesión que te tienes que ir desligando del... contacto con cada 69


ALEJANDRA GONZÁLEZ / LORENA PÉREZ

trabajador, porque (...) Que lo que pasa que (...) a ver las Asistentes Sociales que están en contacto con trabajadores, no digo que sean las menos calificadas ni mucho menos, precisamente tienes menos experiencia porque en la medida que tu vas avanzando en tu carrera vas ascendiendo un cargo y en la medida que tú vas ascendiendo un cargo tú empiezas a delegar ciertas funciones ¡te fijas!” (E4: 115-124) “Mi rol quizás principal es el tema de coordinar las redes, la red social, estoy quizás un poquito más arriba, pero no por eso dejo de hacer lo otro y me gusta mucho hacer caso, me gusta mucho trabajar con familia, y de hecho todavía a pesar de que el tiempo no me lo permite sigo trabajando con algunas familias del XX, porque me gusta y porque siento que cuando uno está muy a nivel técnico y pierde la visión de abajo como que se pierde el foco, no sé si es como mi cable a tierra, seguir atendiendo familias y siento que lo hago muy bien ahhh” (E9 99:104) El rol de coordinar y gestionar procesos, es asumido a nivel discursivo como un lugar que implica distancia con los sujetos de intervención, como una exigencia de los roles que “están un poquito más arriba”. Se denota una tensión no resuelta entre ejercer cargos de poder organizacional y la “mirada” del Trabajador Social enfocada al reconocimiento de los sujetos y la integralidad en la intervención. Objetivos de intervención: Tal como lo muestran las citas precedentes, los objetivos de intervención se pueden observar en un continuo que va desde aquellos denominados asistenciales, y que según el discurso de los entrevistados estaría asociado a un lugar de trabajo directo y/o implementador, hacia aquellos objetivos de tipo promocional, emancipatorios, los cuales se asocian a lugares profesionales denominados estratégicos, debido a sus mayores cuotas de poder. “Ya... a ver, en el trabajo individual... partamos desde lo más básico, en el trabajo individual primero ehh aportar como para resolver problemas específicos que demanda la persona... como problematizar (... ) como tengo este problema, necesito que me ayude con esto, me permite ver más bien el punto de vista socioeconómico (...) ehh (... ) déjame ordenar (>2 segundos) mi objetivo sería como ese, como resolver, como sí! Es resolver!! (E3 76: 80) “Mira, el objetivo del área comunitaria, es activar un sistema local de protección de derecho y eso uno puede interpretarlo como quiera, nosotros lo interpretamos de la brillante forma (ja), eh... un poco poder articular a todos los actores que tenían que ver con infancia en la comuna, entonces ahí estaba desde el trabajo con los mismos cabros, (hh), eh, coordinamos una radio insti70

tucional de infancia, con profesores, en el ámbito de la salud” (E5 40:44). Valoración de la teoría/valoración de la investigación: En esta misma línea, parece especialmente interesante observar que los Trabajadores Sociales entrevistados describen que habría mayor posibilidad de encontrar vinculaciones entre las teorías sociales y el quehacer profesional en aquellos cargos relacionados con mayor poder y que, por ende, permitirían construir y reconstruir diseños de intervención (políticas sociales y proyectos). Estos cargos facilitarían la dedicación a la realización de investigaciones profesionales que permitirían insumar estos quehaceres. “Me dediqué a trabajar acá más bien en el ámbito asistencialista eh (.) con un modelo de consultorio... luego me he reincorporado al consultorio desde otro ámbito, porque ehh pasaba a ser jefe de programa, entonces yo asumía esta labor (investigación) como más directamente” (E6 45-48). “Yo creo que si tuviera que definir una forma de intervención mía yo creo que sería esa (.)O sea claramente más bien en procesos (re)evaluativos de mejoras que incluyan eh... que le den importancia tanto a los procesos como a los resultados (.) entonces ahí hay para que se dinamice y funcione eso (.) entre gestión, instalarme” (E2 16-19). Puede decirse entonces que los Trabajadores Sociales entrevistados podrían estar asumiendo que a mayor poder profesional en las instituciones tendrían mayor posibilidad de uso de referentes conceptuales, los cuales utilizarían para el diseño de procesos. Mientras que en aquellos espacios profesionales de mayor contingencia cotidiana, relacionados con la atención directa de sujetos esta vinculación se dificultaría (no habría tiempo para fundar teóricamente, ni para realizar algún nivel de investigación que supere los diagnósticos orientados a objetivos). “Pero definitivamente con la teoría yo siento que estoy más bien reñida... ¿Por qué? Porque en definitiva esta maquina es enorme, o sea, siempre está haciendo, haciendo, haciendo, siempre es el hacer... no queda mucho tiempo a veces como para leer... te queda tiempo para pensar con lo que tú ya sabes” (E3 67-70). Ética de la intervención: En términos éticos aparecieron tres posiciones posibles de categorizar. Por un lado aquellas relacionadas a una ética fundada en los derechos humanos y el resguardo de la dignidad de la persona, en segundo lugar una ética que podríamos llamar “ciudadanizante” donde aparecían nociones como participación y democracia como principios orientadores de las estrategias a utilizar, y finalmente una ética relacionada al configurar un desempeño profesional eficiente y efectivo.


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“El tema de la perspectiva de derecho es central en el trabajo que nosotros hacemos tanto para pensar el derecho que tiene el joven, el adolescente o el niño, como para pensar en el derecho que tienen el trabajador frente a la labor que le es encomendada. Eso como principio central, no obstante a eso hay un principio desde mí perspectiva y que va a estar siempre orientado a las intervenciones que yo hago y tiene que ver con la justicia social. Desde ahí cualquier intervención que a mí me mueva, me conmueva tiene que ver justamente con la justicia social” (E5 67- 72). “Yo creo que aquí lo que se juega son principios éticos y políticos, y por lo menos a mí, en mí yo veo mi trayectoria, que es lo que me ha movido, que me ha hecho pensar en que hace es eh (...) (. )a ver, el tema de la toma de conciencia o (...) puede haber sido mucho más fuerte, el tema de la participación, ah? Es decir en qué medida el tema de los sujetos que se involucran en la intervención, se constituyen como sujetos y actores de su intervención” (E8 4-8). “El compromiso como un valor importante, hem... la excelencia y la innovación, esas son como las cosas que debieran llevar la intervención como adquiriendo el compromiso que tú adquieres con las consecuencias que ello implican positivas o negativas de las cosas” (E4 87-89). Cabe señalar que a nivel de discurso todos los entrevistados relacionan las estrategias de intervención con sus respectivos posicionamientos éticos. Es decir, reconocen en su intervención posiciones personales más que profesionales, las que en muchas ocasiones entrarían en tensión con los objetivos orientadores de sus respectivas instituciones. Contextos institucionales/Cambios en el contexto: Si bien originalmente nuestra construcción de categorías había considerado la categoría “contexto institucional” y “cambios en el contexto” como diferentes, a nivel de discurso ambas aparecieron absolutamente relacionadas, puesto que los Trabajadores Sociales entrevistados declaran que su profesión está delimitada por el contexto institucional, el que se explica y determina por un contexto sociopolítico. “Como programa yo creo que el noventa por ciento está financiado por el municipio, por lo tanto somos una dependencia municipal, por lo tanto aplicamos, aplicamos esa política, la política definida desde la alcaldesa ya, y mucha ingerencia en eso tampoco tenemos, más allá de lo que podemos demostrar con resultados” (E9 73-76). “En las instituciones entre más cargay al sujeto, puede ser conflicto con la institución, si tú no compartes claramente la visión del problema que tiene la institución, también es un tema, (...) jodido, si tú no tienes resulta-

dos en tu acción, también te pones en riesgo ¿te fijas? Es decir, siempre yo diría que, que (2 seg.) en ese sentido como que los Trabajadores Sociales, siempre pueden ser como más conflictivos ¿m? son más críticos de las instituciones” (E10 28-32). Es justamente la determinación de la intervención por el espacio institucional una de las principales tensiones compartidas por todos los entrevistados y en la cual descansan sus mayores frustraciones, en tanto la definición de resultados o metas fijadas por la instituciones no necesariamente se condicen con los procesos que los entrevistados plantean desarrollar. Sin embargo, llama la atención cómo esta tensión a nivel discursivo se resuelve asumiendo un rol de poder al interior de la institución, lo que permitiría a nivel simbólico, ampliar los márgenes que limitan la intervención. Fundamentos conceptuales: A través de esta categoría buscábamos que los entrevistados explicitaran las posturas teóricas que orientan su intervención y que le otorgan un horizonte de sentido. Sin embargo, no fue posible visibilizar corrientes teóricas específicas ni posicionamientos conceptuales claros, declarando utilizar una multiplicidad de conceptos, de los cuales los más reiterados fueron: ciudadanía, empoderamiento, pero sin producir una definición mayor. “Mira, yo creo que el, el, el...la metodología que se utiliza o, o, o... la teoría que va detrás van muy apuntados a lo que tú, a lo que tú, a donde tú te formaste y así que por ejemplo mi universidad, en ese tiempo no sé ahora, trabajaba más con enfoques más comunitarios, de educación comunitaria y dentro de esa misma dinámica que te produce, que eso fue lo que yo apliqué en una primera instancia y después aplicamos mucho la teoría sistémica y de ahí desarrollábamos, y de ahí fundamentábamos todos los procesos que queríamos generar, y desde ahí también evaluábamos, ya” (E9 39-45). Cabe señalar que a nivel discursivo se plantea una confusión de niveles en relación a los enfoques teóricos y metodológicos, en tanto no resulta evidente en los discursos la vinculación y determinación de los mismos, sino más bien se plantean metodologías como teorías. Por otro lado, resulta relevante remirar la atribución positiva, que a nivel de discurso, se le otorga a la combinación de teorías a partir de los fenómenos de intervención. Los entrevistados asumen que la realidad con la que trabajan es compleja y frente a ello dicen que es necesario utilizar todo lo que conocen, sin por ello creer que esto podría acarrear alguna incoherencia conceptual. 71


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Noción de sujeto: Aparecieron una variedad interesante de denominaciones las que a su vez se relacionaban con distintas posibilidades estratégicas de intervención. Fue posible encontrar en el discurso de los entrevistados nociones como: sujeto deficitario, sujeto participativo, sujeto de derecho (y su consiguiente tensión con la visión de objeto de política social), sujeto activo, sujeto receptor de servicios (cliente). “Hemos tratado de dejar fuera prácticas que están dentro del área asistencial porque creemos en los sujetos mucho más activos, muchos más responsables de su futuro, darle alternativas y que ellos solucionen, creemos más en el sujeto más que en el objeto de atención” (E9 87-89). “Más que conceptualización en ese tiempo (hh) hablábamos de jóvenes de sectores populares o en riesgo social” (E11 6-7) “En realidad en el ámbito de salud, se habla más bien de usuario... ahora (...) aunque todavía no logramos pasar traspasar la... la... digamos la muralla del paciente (...) hoy en día se está hablando de usuario” (E3 50-53). “Independiente del marco institucional yo he asumido a los sujetos como clientes (...) eh puede ser mi formación de la escuela lo que pasó es que me hizo sentido como a mi me gusta la línea de gestión yo asumo que un cliente es a quien eh quien está en condiciones de demandar el mejor servicio” (E1 36-39). Los matices y enfoques que explican las distinciones en las nociones de sujetos de los entrevistados nos resultan particularmente interesantes, en tanto permitirían intencionar la búsqueda de posibles coherencias o incoherencias en los discursos con las estrategias de intervención que pueden plantearse. ¿Cómo empoderar a un sujeto que se considera deficitario, por ejemplo? Técnicas e instrumentos de intervención: En este punto, los entrevistados mencionaron técnicas e instrumentos sistematizados en la bibliografía existente y utilizados transversalmente durante la historia del Trabajo Social. Se mencionó: informes de sistematización, diagnósticos, entrevistas, talleres (sumamente mencionados: talleres socioeducativos, talleres de formación, capacitaciones) y visitas domiciliarias. “Principalmente ¿el trabajo de acá es hacer, son los talleres (...) sí, y charlas de discusión acerca de los derechos del niño” (E5 69-70). “Visitas domiciliarias siempre se ha hecho dependiendo de la necesidad del caso, pero eso era básicamente el trabajo de talleres y de CASO” (E3 37-38). “La entrevista (...) la entrevista mucho eh... eh... (...) bueno la visita domiciliaria fuerte eh... y ade72

más la visita domiciliaria requería el manejo de una serie de otras técnicas más bien comunicacionales, de relaciones, de empatía eh... de adaptación” (E1 24-26). A nivel de discurso se revela una asimetría en relación a los objetivos de intervención, la noción de sujetos y las técnicas, puesto que se observó dificultad al hablar e intentar dotarle contenido a los instrumentos de intervención que están utilizando. Se observa que, independiente del objetivo a transformar, el medio para hacerlo se limita a multiplicidad de talleres, entrevistas y visitas. O en su defecto, que se hagan “cosas”, al decir Foucaltiano, que no se saben cómo nombrar rotulando de taller, entrevista y visita todo aquello que no se puede decir. Más allá de la indudable potencia de dichas técnicas nos llama la atención que no se mencione en el discurso otro tipo de instrumentos. De hecho al observar las entrevistas en detalle, el discurso de los Trabajadores Sociales se acorta, situación radicalmente diferente a cuando se refieren a los sujetos de intervención de quienes parecen tener mucho que decir. Trabajo interdisciplinario: Este fue un tema donde se pudo observar un discurso discordante entre los Trabajadores Sociales: por un lado se valoraba y reconocía, al trabajo interdisciplinario, como un espacio que permitía la complejización de los procesos de intervención y por ende, su discusión a la luz de distintas disciplinas, que enriquecía el quehacer y por otro lado, se mencionaba a éste como un obstaculizador para el ejercicio profesional, ya que se mencionaba una cierta competencia entre disciplinas que podrían estar teniendo un accionar similar. “Tener un énfasis en la capacidad de trabajar en equipo, no trabajar solo, porque yo creo que de repente también nos creemos los perfectos interventores y las sabemos todas, y nos olvidamos que tenemos compañeros de trabajo” (E11 120-123). “Los psicólogos han ido incorporándose de manera reciente a la atención primaria (.) de hecho nos llevan quitando varios espacios en la atención” (E3 28-29). Sin duda alguna, los temores asociados al trabajo con otros profesionales nos estarían hablando de un Trabajo Social reducido a la operación de ciertas técnicas y diluido por la presencia de otros profesionales de las Ciencias Sociales que dicen hacer “lo mismo”. Esto parece vital, puesto que permite preguntarse si acaso no se reducirá la noción de estrategia de intervención a su operacionalización en


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tanto técnicas, o si el eclecticismo teórico no contribuye a esa posible “difusión” profesional. Cuestión que sigue apareciendo como importante de seguir indagando. Formación profesional: Finalmente respecto a la formación, hay una valoración positiva de ésta en tanto permite complejizar diagnósticos y comprender fenómenos. Sin embargo no aparece con fuerza, en el discurso de los Trabajadores Sociales, que esta formación impacte en términos de los rangos y/o ofertas de estrategias de intervención que ellos podrían estar diseñando e implementando, sino más bien el énfasis está en la oportunidad que les genera de acceder a nuevos espacios laborales y en el cómo observar a sus sujetos de intervención, tal como lo indican las citas precedentes: “¡El magíster completamente! O sea si no fuera por el magíster yo no tendría el cargo que hoy tendría” (E4 29-30). “Yo creo que si no hubiera sido por el magíster yo me habría dormido en los laureles y no estaría donde estoy” (E3 50). “Después tuve la posibilidad de hacer un magíster ¿cachay? en Ciencias Sociales y yo te diría que me aportó un poquito más ¿ya?. No he terminado mi Tesis entre paréntesis, estoy como cinco años atrasao, tengo que retomarla pero bueno (ja). Y después hice un diplomado ¿si?, un diplomado de intervención en mundos juveniles, y ese me enriqueció pero caleta, porque mi tecla ha sido todos estos años el mundo juvenil, desde lo popular” (E11 112 - 116).

Lugares para palabras y cosas A partir de una primera interpretación del quehacer profesional de cada uno de los contenidos que hemos expuesto, nos fue posible como investigadoras levantar una suerte de categorización donde podríamos ubicar las distintas “cosas” que los Trabajadores Sociales dijeron realizar, sobredeterminados por su rol profesional, objetivos de intervención, valoración de la teoría/valoración de la investigación, ética de la intervención, contextos institucionales/ cambios en el contexto, fundamentos conceptuales, noción de sujeto, trabajo interdisciplinario y formación profesional. Decidimos utilizar la noción de estrategia y no la de metodologías o técnicas en base a lo que Faleiros (2003:75) plantea: “Las estrategias son procesos de articulación y mediación de poderes y cambio de relaciones de intereses, referencias y patrimonios en juego, ya sea por la recomposición de recursos, de ventajas y patrimonios personales, ya sea por la efectivización de derechos, de nuevas relaciones o por

el uso de informaciones. Las estrategias implican inversiones en proyectos individuales y colectivos que aporte rearticulación de patrimonios, referencia e intereses con vistas a la re - producción y a la re presentación de los sujetos históricos. Reproducirse es atender a las necesidades de supervivencia en las relaciones sociales dadas históricamente y re - presentarse significa el proceso de re - construcción de la identidad.” Es decir, observamos que en la noción de estrategia se articularían los distintos elementos que forman parte de la constelación profesional, a la luz del proceso de transformación que se pretende llevar a cabo. Utilizamos dicha noción en la construcción de las categorías que constituyen el cuerpo de esta investigación, sin embargo, no representan linealmente el habla de los sujetos entrevistados. Hemos interpretado ese discurso en base a esta noción de estrategia. Es importante reafirmar que esta categorización, vale decir, los tipos de estrategias que a continuación se describen no intentan ser exhaustivas ni comparables en la totalidad de sus dimensiones. Probablemente ese sea una tarea pendiente a realizar a la luz de estos resultados, en tanto no necesariamente los lugares mapeados comparten nivel o tipologías que la bibliografía declara existir en la intervención profesional. Pareció importante respetar las aparentes contradicciones discursivas, ya que precisamente es esa contradicción la que nos daría ciertas luces sobre el tipo de intervención que los Trabajadores Sociales realizan, la cual no necesariamente es lineal. Estrategias Individuales: Relacionadas al Trabajo Social de caso o fundacionalmente llamado case work. Trabajo Social que podría tener contenido terapéutico (dependiendo de la necesidad del sujeto que se encuentra en frente) y que funciona en base a la relación uno a uno (profesional / sujeto). Discursivamente para los Trabajadores Sociales entrevistados tiene un polo relacionado con lo asistencial y cortoplacista mientras en el polo opuesto, se orientaría por objetivos de desarrollo personal e incluso reparatorios de los sujetos. Sin embargo sea cual fuere el polo, aparecería vinculado a espacios de minoridad de poder, vale decir, al trato directo, al trabajo emergente, urgente y tensionado -vastedad de usuarios, variedad de demandas-.Tal como se puede observar en las siguientes citas: “Lo que pasa es que aquí hay un modelo, o sea la idea es que cambie, pero siempre dentro de las instituciones de salud la asistente social es como la que resuelve todo lo que el resto no puede resolver, es como es que este caso no lo puedo... me complica, te lo mando a ti (...) es como 73


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mucho eso (...) y además ehh la comuna en que estoy yo es como bien em (.)a ver ¿Como decirlo? bueno asistencialista, o sea esta cosa como de resolver el problema concreto de la persona sin mirar más allá, o sea acá hay mucho de atención de caso” (E3: 45-50). “Te llegaba el caso revisabas la carpeta entonces (se realizaban) las visitas domiciliarias o entrevistas que eran necesarias y evacuabas el informe y venía el siguiente (...) y a veces volvías a ver a la familia porque los que llegaban por alimentos, después llegaban por visita, después llegaban por tuición y después entonces pasaban por todas las medidas (...) los Trabajadores Sociales que estábamos ahí generalmente una de las cosas que se quejaban era que no se podía hacer intervención en el fondo” (E2 92:97). Es interesante observar esto a la luz de lo planteado por Du Ranquet (1996:XIV) al decir: “Quizás como sostiene Payne (1995), sin estar en el horizonte un cambio de paradigma, pues aunque aparezcan importantes cambios en las teorías y en las prácticas, las Trabajadoras y Trabajadores Sociales conservan un modelo de explicación aún muy influenciado por la psicología dinámica y un modelo de intervención muy condicionado por el Trabajo de Caso Social Individual (social casework)”, situación que podríamos estar observando en la forma en que se configura este tipo de estrategia. Estrategias grupales: Estrategias que se focalizan en sujetos grupales: jóvenes, niños, pandillas, adultos mayores. Parte de la base de una tipología común, y desde allí postula actividades y técnicas grupales que permiten a los sujetos, en su reconocimiento como categorías, superar la individualidad y por tanto, sus problemáticas. Estrategias que se podrían implementar cuando se tiene una cuota mayor de poder -mayor que el de las estrategias clínicas-, pero que no se relaciona con un espacio de poder institucional en tanto sus sujetos de intervención son determinados por contextos institucionales superiores. Aquí la única técnica de intervención que aparece en el discurso de los Trabajadores Sociales es el taller, sin mayor especificidad del modo en el cual éste se configura: “Entonces nosotros a ellos los convocábamos (...) eh: mira primero el trabajo grupal es una de las estrategias que conocí, aprendí desde las metodologías participativas, mucha educación popular ¿ya? Y (...) sin darme cuenta, con el tiempo lo supe mucho construccionismo, construir la intervención grupal y la realidad grupal,

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desde la participación de todos los integrantes ¿ya?” (E11 35- 38). “Hacíamos talleres para las madres de niños, de niños desnutridos, eh talleres de formación, sobre nutrición, sobre cosas muy básicas, sobre cosas muy básicas y básicamente era un trabajo de casa a casa, a través, de cruzábamos largas distancias por que El Monte no es una ci, es ciudad, pero también tiene mucho ámbito rural dentro de eso. (...) talleres de formación, talleres socio-educativos y talleres de formación a personas que trabajaban con, con, con que trabajaban con estas madres, como monitoras de salud” (E6 68:73). “Aquí esto tenía que ver más con un tema grupal, de poder trabajar con las personas que estaban con consumo de alcohol, que ellos pudieran ver que habían otras posibilidades, de otra gente que también estaba en en el mismo proceso, y poder enriquecerse de eso y junto con ellos llevábamos un grupo también de familiares, y ahí venían mucho más las mujeres que ellos, y eso era para ver destrezas específicas que ellos como que tenían que poner... o sea trabajar, para poner en práctica en definitiva, para mantener la conducta del no consumo... y evitar recaídas... eso... emm” (E3 65-71). Estrategias de Resolución de conflictos: Según la bibliografía existente, también sería posible encontrar al Trabajo Social en un rol de mediador, de interfaz, entre sujetos y entre los sujetos y las instituciones. Habría utilización de variadas técnicas –contratos, debates, etc.– Estas estrategias se realizan con sujetos individuales, grupales y comunitarios –mediación familiar, comunitaria, etc.–. Los Trabajadores Sociales pueden mencionar y relatar a la mediación como un lugar distinto de intervención, y probablemente ello tenga relación con el impacto que ha tenido como discurso en nuestra profesión y en otras14. Según el discurso de los Trabajadores Sociales entrevistados, quien realiza mediación es un sujeto con estudios y por ende detenta mayor poder y posibilidad de acción y reflexión. “Bueno; también se hace mediación, mediación entre los miembros de las familias, igual hay parte del equipo que está capacitado en eso, tienen un diplomado” (E5 43:44). Estrategias de Desarrollo Local: El Trabajador Social en un rol de promotor social, articulador de actores y procesos en los espacios locales. Aquí, según el discurso investigado, es posible evidenciar poder y utilización de teorías e investigación. El profesional investiga, reconoce recursos, dirige y

Baste observar cómo el mediador existe como figura en la nueva justicia chilena.

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coordina. Aparece como una suerte de “lugar ideal” de intervención donde el Trabajador Social podría liberarse de dominios institucionales. Sin embargo, escasamente se reconocen a sí mismos como potenciadores de este tipo de estrategias, ya que parece en el discurso un Trabajo Social que pudo haberse realizado antes. “Era el trabajo organizacional, porque los asentamientos tenían una organización, era una organización con una directiva y con diferentes comités, entonces nuestra función era ehm, en ese ámbito era, ehm, orientar, orientarlos acerca del cumplimiento de sus funciones dentro de la organización, hacíamos también trabajo con mujeres, con niños ehh, en el ámbito comunitario (...) la otra dimensión organización comunitaria o vecinales de jóvenes ¿ya? Que es distinta a la institucional, porque en una están los profesionales que intervienen en temáticas en la otra están los mismos jóvenes” (E11 105-108/120-123). “En ese consultorio, el consultorio XX fue, un trabajo de desarrollo social, de desarrollo local, donde trabajé, donde pensamos, donde creamos ¿cierto? La creación.... pensamos la creación de comités de salud, comités locales de salud, comités comunales de salud, fue en Quinta Normal donde se inicia ese trabajo, un poco de recrear, de repensando los antiguos comités de salud, dijéramos en la época de los años setenta, eh repensando esto, y haciéndolo más en la actualidad no, en la idea de que la gente participara en la gestión de la salud... en su comunidad” (E6 86-92). Estrategias de Redes Sociales: El Trabajador Social como un ente provocador de sinergias que superan lo local –redes supralocales, interinstitucionales–; movilizador de recursos. Ubicado en un rol de poder y en un espacio estratégico que le permite relacionarse con distintos tipos de profesionales e instituciones y/o organizaciones. En rol que “coordina” a otros que trabajan directamente con los sujetos. Tal como plantea Acosta (2000:15): “Participar, formar parte de redes sociales, operar desde las mismas no se limita a un cambio de concepciones y valoraciones, sino que exige una praxis de transformación mediante formas organizativas democráticas que generen cambios en la estructura de poder y en la gestión política del Estado. Cambios que se gestan, se construyen en el propio seno de las relaciones sociales”. “Mi rol quizás principal es el tema de coordinar las redes, la red social, estoy quizás un poquito más arriba” (E9 99-100). “Es decir, yo siempre he sido más como de la tendencia de trabajar los ámbitos colectivo que los ámbitos individuales m? o que el ámbito individual que no se resuelve

por yo aislarme y buscar una solución a mi problema, si no, por el contrario mi (...) mi situación de problema que yo ah? Cuestión de derechos humanos ah? o temas de salud, o temas de educación, o temas institucionales, se resuelve en la medida en que... si trabajamos en conjunto, trabajamos en redes, en asociatividad” (E10 57-62). “Y desde esa perspectiva es conocer todas las entidades no solo municipales, si no también redes locales, como ONG´s y entidades que están instaladas dentro de la comuna y en ese ámbito, trabajar colaborativamente, que es lo que efectivamente funciona” (E10 23-25). Estrategias de Empoderamiento o Desarrollo de Capital Social: El Trabajador Social como actor político que puede entregar poder, que puede dirigir y manipular flujos de capitales sociales, y que por ende puede levantar nuevas categorías. Se mencionan aquí procesos de intervención que ya no tienen directa relación con sujetos sociales. El Trabajador Social levanta y promueve, coordina la implementación, empodera equipos y profesionales. “Las acciones concretas pueden ser:: organizarse, las acciones concretas pueden ser eh:: tomar liderazgo de un grupo eh::, las acciones concretas pueden ser hacer algo en conjunto para resolver tal o cual cuestión, eh:: es decir, pero siempre con un foco más de la acción colectiva ah? (.), en vez del beneficio individual, es decir, si uno quiere que los sujetos tomen conciencia, y sean partícipes ah? Tienen que eh: (.) generar acciones pequeñas o más grandes, o más puntuales, (.) más generales, en torno a esa situaciones (3) ehm” (E8 116:122). “Empoderar a la red de infancia, que los actores locales se hagan cargo de su responsabilidad en el sistema de protección local, ese yo creo que ha sido mi trabajo, que es un trabajo con una dimensión simbólica” (E5 85-88). Estrategias de Planificación Social: El Trabajador Social como diseñador y evaluador de la política social. Como constructor de categorías, como investigador –es interesante como los Trabajadores Sociales asumen que solo desde un lugar de planificación pueden realizar investigaciones–. Trabajadores Sociales situados en cargos de reconocido poder son, según los entrevistados, quienes pueden implementar estas estrategias, lugares que por cierto, son escasos. “Por lo tanto acá la asistente social, el rol básicamente que tenía era de levantar el informe de una realidad en un momento determinado, de un corte de esta realidad a la que ella llegaba, a veces muchas veces desconociendo lo anterior y lo posterior, y lo que en ese momento tú te encontrabas, por lo tanto muy parcial, con muy pocas posibilidades de hacer algo, o nada, no era lo que yo necesitaba, o lo que yo quería (...) aquí me toca coordinar 75


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una serie de programas que están en forma transversal, me toca planificar” (E10 46-50). “Bueno, ehh en la actualidad soy jefe de equipo de una unidad de bienestar aquí en el hospital, y como tal, tengo la responsabilidad de... dirigir y coordinar al equipo de profesionales de esta unidad, y a un resto del personal de enfermería que trabaja en esta unidad. Ligado a ello también, hago labores específicas, de el... de Trabajo Social digamos ¿no?, con los pacientes o usuarios, que están en esta unidad que son alrededor de veintidós, tiene que ver ehh en lo específico de esa parte social, o de esos aspectos sociales, ya, digamos, satisfacer sus necesidades ehh personales, como ehh intelectuales, o ehh y otras necesidades que... ellos tienen. Pero también, ojo digamos que..no... no... ehh enmarquemos sólo como la responsabilidad social en esa tarea, digamos, esta misma responsabilidad de ser jefe de equipos, tiene que ver también con un nuevo rol que va asumiendo el Trabajo Social ehh y que tienen que ver con tareas que va más allá de lo netamente asistencial, y que tiene que ver con el desarrollo y la implementación de políticas sociales, ehh en este caso en el ámbito de la salud mental.” (E7 101:112).

Conclusiones La preocupación por el rol del Trabajo Social ha sido sistemática en el discurso latinoamericano. Marcar un horizonte y/o debatir sobre lo que se quiere de la profesión es temática recurrente de congresos y encuentros, sin embargo, parece desconocerse la configuración disciplinar que el Trabajo Social podría estar asumiendo en nuestros días. Esta investigación levantó cuatro momentos profesionales, sin embargo a la hora de observar el discurso de los Trabajadores Sociales entrevistados, no fue posible generar una correlación entre momentos y tipos de estrategias utilizadas, en tanto los profesionales de manera transversal plantearon la determinación de las estrategias y técnicas de intervención utilizadas por las instituciones en las cuales se desenvuelven. Asumiendo que se les entrega un rol y desde ese rol se realiza la intervención. A nuestro modo de ver esto representa un hallazgo necesario de ser remirado en tanto hablamos aquí del discurso de 12 casos paradigmáticos provenientes de distintas casas de estudio y periodos de formación, sin embargo el sentido parece ser coincidente. ¿Formará parte ello de una tendencia en Chile? Por otro lado, se reconocen un sinnúmero de desafíos en torno a las significaciones que estos Trabajadores Sociales exponen en sus discursos y las 76

implicancias de ello en sus estrategias de intervención social. Si bien, esta investigación sólo pretende ser una primera aproximación a los discursos, se abren preguntas extremadamente sensibles para la profesión y para los procesos de intervención profesional, tales como: ¿Qué implicancias puede y/o está teniendo, el hecho que los profesionales consideren en una ubicación de minoridad aquellas estrategias relacionadas con la intervención directa con sus sujetos de intervención? O por el contrario, ¿por qué el rol de coordinador, director, diseñador de la política, pareciera ser “el” espacio de desarrollo fundado y con poder? ¿Qué impacto tiene esto en los cambios sociales hacia los cuales los Trabajadores Sociales intentan aportar (objetivos, propuestas éticas, etc)? A través de esta investigación hemos buscado abrir un espacio que permita aportar y comprender el estado de situación profesional en relación a lo que hacemos y al nombre y lugar en que lo situamos. Con ello hemos querido levantar discursos y provocar preguntas más que proponer interpretaciones. Durante el año 2008 tuvimos la oportunidad de compartir nuestros resultados de investigación en el congreso de Trabajo Social realizado en la ciudad de Montevideo, y es evidente que el contexto sociopolítico chileno ha impactado sobre nuestra disciplina haciendo que el perfil tecnocrático conviva con profesionales que siguen aspirando a aportar a procesos de transformación social. Ello abre, a nuestro parecer, una dualidad entre el tipo de Trabajo Social que se aspira a hacer y del que se habla y el tipo de Trabajo Social que se hace y que se silencia. La fuerza del discurso sobre los sujetos, la convicción en cada uno de los entrevistados de que el nombrar contiene una forma de entender al otro, pareciera hablar de un compromiso profesional con el sujeto claro y fundamentado, sin embargo dicho compromiso se desvanece, a nivel discursivo, cuando hablamos de estrategia. ¿Por qué la coherencia en el discurso se “fija” en las tipologías de sujeto? ¿Por qué es de los sujetos de lo que más puede hablarse, mientras que se asume que es precisamente el lugar de lejanía con el sujeto el que entrega poder de transformación de realidad? ¿Qué implica ello en un contexto institucional que se asume como limitante e intransformable? ¿Cómo se convive en la cotidianeidad de la intervención con este tipo de discursos? A nuestro parecer: Los Trabajadores Sociales que compartieron su discurso se apasionan enormemente cuando hablan de sus sujetos de intervención, se


PALABRAS Y COSAS PARA EL TRABAJO SOCIAL: SENTIDOS Y SIGNIFICADOS PRESENTES EN LAS ESTRATEGIAS DE INTERVENCIÓN UTILIZADAS POR LOS Y LAS TRABAJADORES SOCIALES EN LA REGIÓN METROPOLITANA

frustran cuando hablan de su espacio institucional. Lo que podría interpretarse como un intento por mostrar que se encuentran en un rol de poder cuando no están con esos mismos sujetos que tanto les apasionan. Sin embargo, asumen en otros momentos que cuando están con sus sujetos, otros profesionales también podrían estar desarrollando el mismo trabajo. ¿Qué efectos tiene ello en la intervención que ese profesional puede ofertar? Es precisamente en esa línea que esperamos poder seguir desarrollando investigación.

Referencias ACOSTA, BLANCA. (2000): Redes sociales: una estrategia de gestión comunitaria, en Revista regional de Trabajo Social del Uruguay, Nº 20. AYLWIN, MATUS, FORTES. (2005): La reinvención de la memoria. Escuela de Trabajo Social, Pontificia Universidad Católica de Chile. CAMELO, & CIFUENTES. (2006): Aportes para la fundamentación de la intervención profesional en Trabajo Social en “Tendencias y retos” Revista de la Facultad de Trabajo Social Universidad de La Salle, Nº11. DIVERSOS AUTORES. (1996). Revista de Trabajo Social de la Pontificia Universidad Católica de Chile, Nº68. DU RANQUET, MATILDE. (1996): Los modelos en Trabajo Social, Intervención con personas y familias, Madrid: Editorial Siglo Veintiuno. FOUCAULT, MICHEL. (ed 2002): Las palabras y las cosas, Madrid: Editorial Siglo Veintiuno. IAMAMOTO, MARILDA. (2003): El servicio social en la contemporaneidad, Buenos Aires: Cortez Editora. IÑIGUEZ, LUPICINO. (2003): Manual de análisis de discurso para las Ciencia Sociales. Barcelona UOC. MALACALZA SUSANA. (2007): Hilos y nudos la formación, la intervención y lo político en Trabajo Social. Buenos Aires: Espacio. MATUS, TERESA. (1999): Propuestas contemporáneas en Trabajo Social: hacia una intervención polifónica. Buenos Aires: Espacio. PÉREZ, GLORIA. (1994): Investigación Cualitativa: Retos e Interrogantes. Editorial La Muralla, España. Volumen I. POTTER, JONATHAN. (1998): La representación de la realidad: Discurso, retórica y construcción social. Editorial Paidós.

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ISSN 0716-9736 / Revista Trabajo Social / No 76 / Julio / 2009 / P. 79-92

Equipos interdisciplinarios: Nuevas formas de prestar servicios de salud, nuevas oportunidades para el Trabajo Social Interdisciplinary teams: New ways of delivering health services, new opportunities for Social Work MG.© KARLA GONZÁLEZ Karla González es Asistente Social de la Universidad Católica de Chile, y candidata a magíster en Trabajo Social en la misma Universidad. Actualmente trabaja como Asistente Social en el Centro de Salud Familiar Juan Pablo II, proyecto de los Centros de Salud Familiares Áncora dependiente de la Universidad Católica, cuya función universitaria se expresa en docencia, investigación y desarrollo de innovaciones, orientada hacia el modelo de atención en salud familiar. Su dirección postal es Avenida La primavera 02870, Paradero 31 Santa Rosa, La Pintana y su dirección e-mail es: kgonzalezsuitt@gmail.com

Resumen En este documento se exponen algunas dimensiones claves sobre interdisciplinariedad, identificados en una investigación que estudió las reuniones de equipos interdisciplinarios de salud familiar en uno de los Centros de Salud Familiar del Proyecto Áncora UC, a fines del año 2004. En esta investigación se indagó en los contenidos de las reuniones de equipo y en la interacción de las distintas disciplinas que participan en éstas. Su objetivo general fue “Conocer, comprender y analizar cómo se está desarrollando y conjugando el Modelo Biopsicosocial con el enfoque interdisciplinario al interior de los equipos de salud, a través del análisis de sus reuniones”. El objetivo de este artículo es dar cuenta los resultados de dicha investigación referentes al trabajo interdisciplinario de los equipos de salud familiar y con ello hacer una reflexión en torno a las implicancias que el tema sugiere para la formación en Trabajo Social. Palabras claves. Interdisciplina, equipos de salud, formación en Trabajo Social. Abstract This study analyzes some key dimensions about interdisciplinary work identified through the content analysis of interdisciplinary meetings, these meetings were developed in one of the Project Áncora’s family health center. The study was developed at the end of year 2004. The study’s general aim was “To know, to understand and to analyze how it is developed and brought together the Biopsicosocial Model with the interdisciplinary approach into the teams of health, across the analysis of their meetings”. The objective of this article is to present the results of the above mentioned research related to family health teams’ interdisciplinary work and from there, to develop some implications for training in social work. Key words. Interdiscipline, teams of health, training in social work.

Introducción Existen diversas áreas de reflexión sobre la formación en la profesión de Trabajo Social: respecto del currículum y los contenidos de éste, las prácticas como parte de la formación, la relevancia de la investigación y la esencial articulación dialéctica entre la teoría y la práctica, entre muchos otros temas. Claramente, la profesión ha visto transformaciones en todos aquellos temas, desde su origen hasta hoy, pudiendo apreciarse diversas posturas en torno a cómo se debe formar Trabajadores

Sociales, qué deben aprender, qué deben hacer, en qué momento deben realizar prácticas profesionales, cuáles son los ámbitos a los que deben concurrir y, finalmente en la actualidad, cómo se articulará la teoría y la práctica una vez egresados. Se ha escrito sobre los fenómenos sociales en torno a los cuales actúan las diversas profesiones, Trabajo Social es sin duda una ocupación que se ubica en distintos contextos sociales y el ejercicio profesional se desarrolla desde cada ámbito en relación a otras profesiones apuntando a la comprensión 79


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compleja de los fenómenos. Por ello, es relevante un análisis que traspase la particularidad de diferentes disciplinas cuya incumbencia podría ser específica, la comprensión de las situaciones que se abordan merecen un análisis complejo que ponga en juego las especificidades de los saberes profesionales construyéndose a través de un diálogo fecundo y horizontal, los objetivos de intervención, que den paso a nuevas estrategias de acción e intervenciones particulares que se configuren desde la complementariedad. Desde este punto de vista, no habría una disciplina particular que interviene en lo social, sino una “mirada disciplinar que se hace cargo de ciertos aspectos de una situación que emerge de lo social” (Cazzaniga, 2007, p. 107). El sector salud es un área social específica donde interactúan indudablemente ocupaciones cuyo origen se ubica en variadas disciplinas, dentro de las cuales Trabajo Social en Chile es tradicionalmente incluido1 (Goyeneche, 1927, p. 150-151. En Aylwin et. al., 2004, p. 66-70). Inicialmente, el área de intervención se abocó en gran medida a la educación de la población más necesitada de la sociedad respecto de situaciones de emergencia, como aquellas condiciones de higiene y salud que correspondían a la generación de graves enfermedades infecciosas como la TBC, y enfermedades venéreas, entre otras, trabajando junto a profesionales médicos en la consecución del objetivo de mejorar las condiciones ambientales y sociales para el logro de intervenciones eficaces. Posteriormente, en consecuencia con la transición epidemiológica de Chile y sin duda, con el desarrollo de otras profesiones como la psicología, sociología o terapia ocupacional, el rol de la profesión en el ámbito de la salud ha ido adquiriendo tareas más específicas (Aylwin et. al. 2004, p. 130-140). En este contexto, el concepto de salud ha evolucionado, pasando desde una comprensión como mera ausencia de enfermedades, hacia un estado de completo bienestar físico, psicológico y social (OMS, 2009) que configura lo que se ha denominado Enfoque Biopsicosocial de Salud. Esto a su vez, implica la transición desde un modelo –arraigado

en los equipos de salud– basado en un paradigma que conceptúa salud y enfermedad desde una perspectiva biomédica, hacia otro que ofrezca una perspectiva más amplia y apropiada, para enfrentar los nuevos desafíos en salud. La Facultad de Medicina y en especial el Departamento de Medicina Familiar de la Universidad Católica de Chile, llevaron a cabo un proyecto concreto en relación a la atención primaria y la ejecución del modelo de Salud Familiar que materializa el enfoque biopsicosocial de comprender la salud. Nacen así los Centros de Salud Familiar (CESFAM) Áncora UC, que siendo parte de la Red de Salud UC, prestan un servicio de atención primaria en sectores poblacionales vulnerables del sector Sur Oriente de la Región Metropolitana2. El propósito de Áncora es la implementación de un modelo de atención primaria de alta calidad y eficiencia (...) que sirva para el desarrollo de políticas públicas en el ámbito de la Atención Primaria de Salud chilena (Áncora-UC, 2009). El 1° de abril del año 2004, se abren las puertas del CESFAM Madre Teresa de Calcuta, el cual fue el primero de los centros de atención primaria que incluye la Red de Salud Áncora UC, donde el Equipo de salud interdisciplinario es uno de los pilares fundamentales para implementar el enfoque biopsicosocial, dado que los profesionales que participan son los llamados a hacer efectivos los cambios de enfoque propuestos por la autoridad sanitaria. Entre los miembros del equipo de salud se cuentan: médicos, enfermeros, psicólogos, trabajadores sociales, odontólogos, matrones, y otros. Varios autores han conceptualizado el término interdisciplinario, habiendo en general acuerdo sobre las diferencias de éste con otras expresiones similares tales como lo monodisciplinario, multidisciplinario o transdisciplinario. Martínez (2003) habla de un continuo en donde cada uno de estos conceptos corresponde a un nivel –monodisciplinario, multidisciplinario, interdisciplinario y transdisciplinario– agregando que el énfasis tiene lugar en la naturaleza de la integración que se hace tanto del proceso investigativo como de los resultados o ha-

Cabe mencionar que la primera Escuela de Visitadoras Sociales en Chile fue promovida y fundada en 1925 por un médico, preparando inicialmente Visitadoras Sociales que trabajaban en hospitales, y cuyas tareas consistían en colaborar con el médico en la prevención y cura de enfermedades; evaluar el contexto personal, familiar y socio cultural de los asistidos; realizar diagnóstico social del enfermo y su familia a fin de apoyar en el logro de las indicaciones médicas que se le hayan otorgado; velar por el bienestar de los niños abandonados. 2 Actualmente, se encuentran operativos tres Centros de Salud Familiar en las comunas de Puente Alto y La Pintana que configuran una red de atención. Estos centros se constituyen además en un campo de formación e investigación para alumnos y profesionales de diversas carreras dictadas en la Universidad Católica, entre ellas, medicina, enfermería, psicología, Trabajo Social, kinesiología, entre otros. 1

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llazgos de las diferentes disciplinas. Implícitos en el concepto de “integración” se encuentran los conceptos de “comprensión” y de “extensión” del proceso y del análisis. Conviene por ello establecer al menos la diferenciación conceptual entre estas expresiones. Lo monodisciplinario, de acuerdo a Martínez (2003, p. 114) se orienta a un trabajo dentro del ámbito de una sola disciplina, dando prioridad a la extensión por sobre la comprehensión. Su versión extrema es la hiperespecialización. Por ello, es considerado un enfoque reduccionista e incapaz de abordar las complejidades del mundo actual. Por multidisciplinario se ha entendido una yuxtaposición o agregación de disciplinas. Como lo señala Klein (1990, p. 56), “Es esencialmente aditivo, no integrativo (...) su relación puede ser mutual y acumulativa, pero no interactiva”. Martínez (2003, p. 115) agrega que cada disciplina es independiente en su trabajo sin existir necesidad o interés por conocer el trabajo de las otras. En este sentido, Gyarmati (1991) argumenta que este estilo de trabajo permite organizar diversos estudios en torno a un problema en común, donde cada uno representa el enfoque particular de cada disciplina y los principios, métodos y conceptos principales de cualquier profesión no se modifican por la influencia de los principios de otra. Por su parte, lo interdisciplinario implicaría integración y síntesis, siendo la finalidad lograr que los elementos que constituyen dos o más disciplinas se integren entre sí, orientándose a las bases del conocimiento y contribuyendo a que cada una de las disciplinas implicadas se perfeccione. (Gyarmatti, 1991). Klein (1990, p. 63) complementa el significado de este concepto -apoyándose en diversos autores- integrando la idea de una asimilación recíproca entre las disciplinas participantes, como un elemento fundamental para la interacción, siendo de especial aporte para su desarrollo el trabajo en equipo. Finalmente, Martínez (2003, p. 116) aporta que en una investigación interdisciplinaria “la coordinación, la comunicación, el diálogo y el intercambio son esenciales, para traducir los términos propios, aclarar los lenguajes ambiguos, seguir, aunque sea parcialmente, procedimientos metodológicos similares, y, en general, tratar de compartir algunos de los presupuestos, puntos de vista y lenguajes de los otros”. Un método de trabajo que trasciende a los anteriores es el transdisciplinario, que ha sido conceptualiza-

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do más recientemente como aquel que permite una completa integración teórica y práctica, dando lugar a un nuevo mapa cognitivo sobre el problema en cuestión (Martínez, 2003, p. 117). Indudablemente, cada método es útil en distintos contextos, de acuerdo a los objetivos del equipo y de las investigaciones o acciones que se deseen emprender. Sin embargo, en el caso especifico de un equipo perteneciente a un centro de atención primaria de salud y considerando los desafíos de la implementación del Modelo de Salud Familiar, se desprende que las principales oportunidades que brinda el nuevo paradigma biopsicosocial no reside sólo en la incorporación de equipos de trabajo con integrantes de diversas disciplinas (equipo multididsciplinario) que se dedican a atender a determinada población en aras de facilitar la figura “médico de cabecera”, sino también en la posibilidad de integrar los conocimientos que cada una de aquéllas puede aportar (equipo interdisciplinario) en pro de una mejora en la calidad del servicio otorgado a los usuarios, comprendiendo que estos últimos se desenvuelven en un contexto familiar, perteneciendo a una comunidad y cultura particular. Uno de los desafíos que emergen en este sentido es compatibilizar las lógicas de cada una de las disciplinas, en especial las provenientes del área biomédica con un modelo de atención de salud que involucre disciplinas de otras ramas científicas distintas, precisamente porque biomédica se caracteriza por inculcar que el médico tiene la potestad de un individuo enfermo (Tobeña, 2006, p 11). Frente a lo anterior, los CESFAM Áncora UC han implementado como estrategia de los equipos de salud las reuniones de equipo, realizándose una vez por semana y prolongándose por dos horas. Esta es una de las formas de trabajo, a través de la cual se pretende llevar a la práctica el trabajo en equipo interdisciplinario y con enfoque biopsicosocial que se propone en el Modelo de Atención con Enfoque Familiar. Es aquí donde también surge la posibilidad de reflexionar sobre la formación y educación en Trabajo Social y preguntarse por la vinculación que ambas podrían tener con el modelo interdisciplinario que se describe anteriormente. En las páginas siguientes, se dará cuenta de algunos elementos analizados a la luz del estudio de las reuniones de equipos interdisciplinarios3 de salud familiar en un Centro

En las cuales participan médicos, enfermeras, psicólogos, trabajadores sociales, odontólogos, auxiliares paramédicos, auxiliares dentales, administrativos, becados de medicina familiar, internos de medicina, internos de enfermería, alumnos de Trabajo Social, entre otros.

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de Salud Familiar de la Red de Salud Áncora UC, en el cual –entre otros aspectos– se profundizó en la interacción de los miembros de los equipos y la puesta en práctica de la interdisciplinariedad en las reuniones. Posteriormente, la discusión se centrará en cómo entra en este ámbito la noción de interdisciplina y qué posibilidades se observan a en torno a la formación de trabajadores sociales.

Metodología El proceso de investigación desarrollado, se llevó a cabo a través de una metodología cualitativa, que permitió captar valoraciones, actitudes, conductas y motivaciones, abordando los dinamismos de la realidad particular. El objeto de estudio lo constituyeron los equipos de atención de salud Azul y Verde del CESFAM Madre Teresa de Calcuta, perteneciente a la Red de Salud Áncora UC. La escala del estudio es micro-social, dado que se centró en el contexto específico de dichos equipos de salud, colocando énfasis en los procesos internos que cada uno de éstos llevan a cabo. El nivel de profundidad fue descriptivo, puesto que se buscaba responder principalmente a las preguntas ¿Qué?, ¿Cómo?, ¿Cómo se relacionan sus partes?, entre otras. El análisis se realizó a partir de fuentes primarias como registros escritos de reuniones de equipo y entrevistas en profundidad. El registro consistió en grabaciones de audio de cuatro reuniones semanales de cada equipo asistencial de salud, las cuales fueron transcritas en textos para, posteriormente, ser analizados. Luego de esto se desarrollaron nueve entrevistas en profundidad a diversos profesionales y no profesionales de ambos equipos entre los que se cuentan: una recepcionista, una paramédico, dos asistentes dentales, una matrona, dos asistentes sociales y dos médicos familiares. Entre estos cuatro últimos se incluyó a las dos jefas de equipo. La decisión por cada uno de los entrevistados fue con el objeto de captar las percepciones de aquellos estamentos ocupacionales que participaban menos en las reuniones de equipo (administrativos, paramédicos y matronas), a médicos familiares como referentes de la salud familiar y a trabajadoras sociales como referentes de la profesión en la que se enmarca la investigación. Como técnica de análisis de los datos, se utilizó el método de análisis de contenido, orientado a analizar y estudiar en detalle el contenido de una comunicación escrita, oral o visual (Pérez, 1994, p. 102). Este método comprende un conjunto de técnicas de 82

análisis de comunicaciones tendentes a obtener indicadores por procedimientos sistemáticos y objetivos de descripción del contenido de los mensajes, permitiendo la inferencia de conocimientos relativos a las condiciones de producción/recepción (variables inferidas) de estos mensajes (Bardín, 1996, p. 32).

Presentación de resultados “El problema de acceder y fundamentar el pluralismo sin renunciar a la idea de unidad, radica en comprender que la propia noción de unidad contiene como requisito funcional una matriz de distinciones. Lo anterior posibilita no renunciar sino resignificar un concepto de totalidad y diferenciarla de los mecanismos metafísicos de la totalización” (Jay, 1984 en Matus, 2005, p. 51). Del análisis de las reuniones en el contexto de salud, y a fin de indagar qué método de trabajo se usa a través de las conversaciones registradas, se desprende una serie de contenidos referidos a la particularidad de interacción entre diversas ocupaciones en un equipo de salud familiar en atención primaria. A la luz de los equipos interdisciplinarios, Klein (1990, p. 150) argumenta que el éxito de éstos no se debe sólo a coincidencias o encajes de personalidades, sino un tema que requiere duro trabajo y que permite a su vez identificar nuevas necesidades. En relación a la interdisciplinariedad en sí misma, la autora sostiene que constituye un proceso integrativo que aunque no posee una progresión lineal, incluye algunos pasos, tales como (Klein, 1990, p. 188-189): • Definir el problema, tema o pregunta, • Determinar todos los conocimientos necesarios -incluyendo asignar a representantes disciplinarios y consultores, • Desarrollo de un marco integrativo y preguntas de investigación apropiadas, • Especificación de los estudios que serán asumidos, • Reunir material actual y buscar nueva información, • Resolver conflictos disciplinarios trabajando por un vocabulario común (enfocado al aprendizaje recíproco en equipo de trabajo), • Construir y mantener la comunicación a través de técnicas integrativas, • Recopilar todos los aportes conceptuales y evaluar si son adecuados y relevantes,


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• Ratificar las soluciones propuestas, • Decidir sobre el manejo o disposición futura de la tarea, proyecto, paciente o currículum. Asimismo, se identifican varias técnicas integrativas para desarrollar por los equipos de trabajo o por las personas, entre las cuales destacan las reuniones de equipos, presentaciones internas y externas, articulación continua de educación, articulación de diferencias entre los miembros de un equipo, entrenamiento en habilidades de interacción grupal, reuniones comunes de enseñanza, entre otros (Klein, 1990, p. 189-190). Es importante en esta línea profundizar en las reuniones de equipo, al instaurarse como actividad periódica de los equipos de salud, y por otra parte, al ser un espacio en el cual comparten conversaciones, opiniones y diálogos las variadas disciplinas que forman parte del trabajo en el sector salud. Éste puede ser un lugar que permite y enseña a participar grupalmente, ayudando a democratizar las relaciones y discutir las diferencias, lo cual se vincula con el desarrollo de un equipo capaz de asumir desafíos y de participar creativamente en la solución de los problemas (Cavieres y Valdivieso, 2004, p. 33). Temas en torno al funcionamiento interno del centro de salud, criterios de atención a los usuarios y trabajo con enfoque familiar fueron foco principal de las conversaciones de los equipos de salud. Como ejemplo de interacción de las diversas disciplinas en el equipo de salud, se considera importante destacar la estructura de la presentación de las familias, pues en cada una de ellas se identifican tres procesos interesantes que se producen naturalmente mientras se experimentan los diálogos: presentación, análisis y toma de decisiones. En todos los temas existen protagonistas que acuden al CESFAM con algún síntoma, cada uno de ellos vive en un contexto familiar, social y cultural, información considerada por los equipos en las discusiones. Esto es quizás el valor agregado de la intervención de un Centro de Salud Familiar en una comunidad, pues las reflexiones que se levantan en las reuniones de equipo, son el reflejo de intervenciones que trascienden del modelo biomédico, profundizando en las relaciones que puedan existir entre la enfermedad y el contexto que contiene al sujeto.

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Presentación Indistintamente se presentan las familias en ambos equipos, por lo general, dibujando su genograma4 en una pizarra, donde también se detallan cuales son las características principales de los miembros del grupo familiar, sus actividades, su historia de salud, quienes se atienden en el CESFAM, etc. Asimismo, el o los profesionales que escogen presentar a una familia, solicitan información al equipo, respecto de si alguien más la conoce o ha trabajado con ésta. Con frecuencia se hace alusión al motivo de consulta del “paciente índice” o protagonista de la historia presentada, lo cual suele ser algún síntoma que afecta directamente la salud de la persona, pero que también se refleja o se manifiesta al interior del grupo familiar, generando repercusiones o correlaciones con los procesos que éste vive. En esta etapa, se puede observar como la reunión de equipo es un espacio en el que se transita desde un trabajo multidisciplinario cuya expresión es el trabajo a solas de cada profesional que trabaja con la persona o familia, hacia un estilo interdisciplinario donde tiene lugar interacción de los distintos profesionales que pertenecen al equipo. Klein (1990, p. 141) sostiene en este sentido que, “un equipo interdisciplinario con una mirada comprensiva probablemente tiene mayores posibilidades de obtener un sentido de la realidad objetiva del paciente”, por lo que si todos aquellos profesionales que tienen injerencia con el caso presentado participan y aportan a la descripción inicial, la intervención que se podrá planear hacia el fin de las conversaciones podría tener un impacto más certero. Análisis En esta etapa, uno o más miembros del equipo comienzan a emitir apreciaciones, opiniones y preguntas acerca de la historia relatada, se identifican reflexiones acerca de los procesos que está viviendo la familia (de normas, roles, límites, comunicación, etc.), en torno a por qué podría estar sucediendo tal o cual evento ahora, para luego generar incipientes aproximaciones hacia las posibles acciones y decisiones a tomar y las implicancias que puedan arrastrar. También se aprecia cómo los expositores son interpelados por sus compañeros de equipo, buscando saber cuáles son sus propias inquietudes, exis-

Instrumento de registro gráfico de un árbol genealógico y que facilita un análisis intergeneracional de las familias, desde una perspectiva biopsicosocial.

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tiendo una constante retroalimentación respecto del trabajo ya experimentado y otorgando luces para comenzar a hilar lo que vendrá. Se denotan esfuerzos en los profesionales de los equipos por desarrollar reflexiones a la luz de elementos conceptuales y teóricos que sirven para el análisis de los casos presentados. “Lo que pasa es que ojo también, porque también tiene que ver un tema de, bueno, obviamente, ellos dos como adultos no han marcado pa’ na’ los límites con los niños, pero tampoco límites entre ellos, o sea, está bien va todos los días, almuerza y todo... pero no es tan siquiera de vez en cuando... “

Médico familiar “... Como que yo extraje a partir de esta familia, dos conceptos que tienen que ver como de... de la psicología... en el fondo pero pa’ poder compartir un poco no es la idea profundizar tanto, pero si leerlos y a ver con como lo podemos asociar el tema del mito familiar y ... que es un poco lo que, lo que uno puede captar en el tema del niño y hay dos cosas que vemos como a diario, que lo hemos hablado de los mitos familiares... en como se expresa en los niños...” Psicóloga En esta etapa de la conversación se puede observar con claridad la riqueza de la forma de trabajo interdisciplinaria, pues cada profesional posee el espacio para manifestar su opinión desde su perspectiva y a su vez, para ir integrando nuevos lenguajes que van nutriendo las disciplinas y aportando en la construcción de respuestas integrales a las diversas preguntas que surgen en la interacción de las reuniones. Es así como los aportes y contribuciones de cada miembro del equipo pueden ser revisados, redefinidos y reestructurados teniendo en cuenta a los otros hasta lograr un todo significativo, una integración sistémica, que podría expresarse con un modelo ya existente o de invención propia (Martínez, 2003, p. 116). “¿Has solicitado un poco de ella qué expectativas... se han aterrizado las expectativas? En forma explícita? O sea... hasta aquí podemos llegar, esto no podemos hacer?...” Médico familiar

“A propósito un poco de cómo vamos a iniciar el trabajo con la familia, con lo que decía la doctora, de ordenar lo más armónico posible las intervenciones, no sé si hay acuerdo en el equipo de que la primera intervención sea la citación a los papás para hacer esta invitación como padres, como pareja parental, no como personas individuales separada... ¿Hay acuerdo en eso...? Trabajadora social En este ámbito, se han esbozado consideraciones incluso desde la propia experiencia de vida de los miembros del equipo, donde se evidencia que la participación de los miembros no es del todo teórica y fundamentada en la trayectoria o la disciplina, sino que también proviene de la experiencia práctica y de la vida cotidiana. La etapa del análisis es el espacio donde se puede notar con claridad la interacción de las diversas ocupaciones de los equipos de salud, ya que es posible expresar opiniones, pensamientos, ideas y reflexiones acerca de la práctica cotidiana de éstos. Todo ello constituye también una oportunidad para integrar conocimientos, aprender de los otros, llenar vacíos conceptuales existentes entre las diversas disciplinas y mejorar aspectos que emergen de situaciones críticas y muchas veces no previstas del trabajo diario. Esto es un proceso de co construcción entre quienes participan, que si bien, no son todos5, contribuyen a generar una fructuosa integración de perspectivas diversas. El aporte y la interacción de los miembros de un equipo interdisciplinario se genera cuando cada uno se siente coautor de sus objetivos, actividades y resultados. Para que alcancen su eficiencia esperada, deben desarrollar patrones funcionales de comunicación interna, flexibilización para acomodarse a las circunstancias que les aparezcan durante el trabajo, deben ser reconocidos por su esfuerzo y además tener orgullo de pertenecer a dicha agrupación (Scholters, Joiner & Streible, 1999; Seaburn, 1996; Zurro, Recasens & Cardona, 1999c. En Coimbra, A. 2002).

La toma de decisiones La tercera parte de los diálogos acerca de las familias, se ha denominado de esta forma, justamente porque el sentido de los análisis realizados en cada

5 El tema de quienes participan en las conversaciones se describe posteriormente.

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uno de los casos particulares se dirigió hacia un “qué vamos a hacer”, interrogante que se busca esclarecer hacia el final de las conversaciones. En este sentido, se observan las decisiones, quedando planteadas las ventajas, desventajas e implicancias de tomar tal o cual camino. Cabe señalar que esta etapa es un proceso que se construye a partir de la interacción de quienes participan interviniendo, por lo que comprender por qué se toma un rumbo requiere reconocer que a través de los aportes individuales se va formando una opinión grupal y una decisión de equipo. De este modo, no es posible identificar el acuerdo con la persona que lo enuncia, ya que éste es un producto de toda la conversación. De allí que Martínez (2003, p. 116) señala que en el modelo interdisciplinario “la autoría compartida es la norma”. En general, los diálogos de las reuniones de los equipos de salud estudiados, recogen de manera significativa el trabajo que hay detrás de las atenciones otorgadas por los profesionales, encontrándose reflexiones grupales acerca de cuál determinación es conveniente tomar para los diversos casos. Se puede captar así, el reconocimiento tácito de la diversidad existente entre la población atendida, lo cual permite construir una forma de trabajo flexible y abierto a la evaluación de los avances, retroalimentación, supervisión y posible cambio de rumbo de la intervención. Por otra parte, es importante reconocer la ventaja que se obtiene a partir de la diversidad de disciplinas que participan en las reuniones de equipo, ya que a través de su interacción durante las conversaciones, se genera el espacio propicio para que éstas se complementen, aprendan unas de otras, incorporen nuevos conocimientos y formas de intervenir, que no practicaban por la distancia existente en la formación de una carrera a otra. Klein (1990, p. 142) señala al respecto que el trabajo en equipo podrá tender a desdibujar las fronteras profesionales, por lo que “la comunicación continua es esencial, especialmente cuando el aprendizaje recíproco empieza a producirse”. Claramente, el intercambio de opiniones y apreciaciones respecto de una situación particular, entre un profesional proveniente de una disciplina bíomédica y otro de las ciencias sociales, en diálogos abiertos en los cuales cada uno expone sus perspectivas influido por sus principios profesionales y

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personales, evoca un trabajo interdisciplinario. Así, se complementan e integran las distintas miradas, pasando a formar parte de un cúmulo de saberes comunes de cada equipo y que se relacionan con formas de intervenir, tales como el trabajo en duplas profesionales, la intervención en crisis, la entrevista con los padres, la evaluación de la familia, la evaluación de la funcionalidad del adulto mayor, entre muchas otras.

Participación Se aprecia en las reuniones registradas la tendencia de las trabajadoras sociales, las psicólogas, los médicos y enfermeras a participar en la presentación de la mayoría de las familias, lo cual, si se profundiza el análisis, se puede relacionar con que son los propios profesionales de aquéllas ocupaciones quienes atienden directamente a las familias, con los que a través del diálogo, se crea un vínculo de confianza, permitiendo la creación de un espacio para conocer tanto las fortalezas como las debilidades o dificultades que éstas atraviesan.

Equipos interdisciplinarios: desafíos para Trabajo Social Gabriel Gyarmati (1991) conceptualiza como situs al conjunto de ocupaciones complementarias sobre sí, organizadas en torno de una determinada necesidad social . En el caso de la salud, reconoce la existencia de una profesión directora - la medicina - y otras complementarias - Psicología, Enfermería, Trabajo Social, Nutrición, Odontología, etc. - lo cual concuerda con la estructura de los CESFAM Áncora UC. En cuanto a las percepciones por parte de miembros del equipo acerca de la utilidad de las reuniones, registradas en entrevistas en profundidad realizadas a trabajadores de los equipos de salud6, se denota conformidad y satisfacción respecto a las reuniones, en relación a los contenidos y aportes recibidos a través de su participación. “Me parece que son... un super aporte... pa’l equipo, pa’ la gente, pa’l modelo... pa’ mi... por que yo nunca había trabajado en el área de la salud... no en cosas administrativas... otras cosas, pero nunca en el área de la salud (...). Esa mirada integral que se le da a las personas... super”. Recepcionista

Una matrona, una recepcionista, una paramédico, dos asistentes dentales, dos trabajadoras sociales, dos médicos familiares. (se incluyen entre éstas las dos jefas de los equipos).

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“... Yo no me imagino un trabajo mío, sola... o sea... la reunión de equipo es el espacio para saber que uno pueda compartir que está haciendo, que uno pueda revisar y supervisar lo que está haciendo, que uno pueda nutrir lo que está haciendo, hacerse preguntas que no se ha hecho, poder ver si lo está haciendo bien, efectivamente, si está trabajando integralmente o de repente muy solo, o sea también eso sirve para darte cuenta que a veces, efectivamente se ha ido trabajando temas muy desde lo social y a lo mejor requería mayor apoyo de equipo, o sea, creo que es fundamental...” Trabajadora Social “Para recibir educación... también nos dan educación sobre lo que es familia, lo que es el sistema de salud familiar y eso (...) igual se celebran los cumpleaños... para también para compartir como equipo, como grupo de trabajo (...) es más para aprender (...)” Asistente Dental “(...) Yo creo que como conocer a... al resto del equipo, eso se da sobre todo en las reuniones (...) si tu conoces mas o menos cómo trabajan los otros, tienes una mejor idea de eso (...) que todos tengan la posibilidad de... dar su opinión (...) de conocer la información que está dando vueltas (...) pa’ ir viendo que algunas dudas que tú tienes también le pasan a los otros (...) tienes la posibilidad de compartir esas dudas con alguien más porque también le ha pasado antes...” Médico familiar En consecuencia, el trabajo interdisciplinario puede contribuir a mitigar los elementos tautológicos que tienden a contener las ciencias, ya que éstas emplean conjuntos típicos de preguntas para analizar los fenómenos naturales y sociales que constituyen su campo de estudio, usando un determinado aparataje teórico y metodológico para contestarlas. Al integrar, en vez de simplemente agregar, otra disciplina a los estudios, a menudo lo que se obtiene no es una nueva respuesta a la pregunta original, sino más bien se opera un cambio en la formulación de la pregunta misma (Gyarmati, s.n., p. 9). De acuerdo a Klein (1990, p. 183) habrían ciertas habilidades o capacidades que caracterizan a quienes trabajan interdisciplinariamente. Mirar las cosas desde diferentes perspectivas, además de la capacidad de diferenciar, comparar, contrastar, relacionar, clarificar, reconciliar y sintetizar, serían elementos constituyentes del trabajo interdisciplinario. Saber 86

como aprender nuevas habilidades frente a nuevos escenarios o contextos, saber cómo adquirir los conocimientos básicos de lenguaje, conceptos e información, teniendo capacidad analítica frente a problemas, procesos o fenómenos dados, son otras habilidades interdisciplinarias. Surgen reflexiones durante las propias reuniones en las que se invita explícitamente a realizar un trabajo interdisciplinario, frente a la recurrente participación activa de los médicos familiares y profesionales del área psicosocial. En este sentido, el llamado se dirige al resto de los miembros del equipo (dentistas, enfermeras, matronas, asistentes dentales, paramédicos, recepcionistas, etc.). Dicha invitación refleja una valoración por la discusión e integración de ópticas distintas, para la construcción de respuestas nuevas (biopsicosociales) en relación con el trabajo con familias que se realiza durante la reunión de equipo. “... Yo quería hacer una... en relación a la... a la presentación de la familia, como también hacer un llamado al equipo completo como pa’ presentar. Tal vez, podría cualquiera de nosotros, traer... no sé la matrona, dentista...la enfermera ... y eso no está sucediendo, como que suele pasar que... a veces no traen familias o a veces... no sé, como llamado de atención tal vez, como para... entrar en las otras visiones también...” Trabajadora social “(...) Yo creo que siempre uno se imagina, en el abordaje de familias cuando era un rollo psicosocial pero a veces uno puede plantear un problema de familia (...) que surgen de problemas biomédicos que a veces trasciende un poco más y que están mal manejados porque en el fondo necesitamos coordinarlos, (...) y el tema es que detrás de eso está de que hay descuido de uno mismo, de alimentación y que se yo, y ese tipo de cosas uno también las puede conversar acá y plantear un trabajo en conjunto, de qué forma podemos en conjunto poder coordinar la educación (...)” Médico familiar “...La invitación a que todos y todas estemos como sensibles con la mirada y que nos pongamos con el tema y que traigamos aquí familias pa’... para que a la vez todos participemos en el análisis o en la busca de... mejoras abordables, porque en el fondo, no solamente traerlas, sino que qué podemos aportar cada uno desde sus miradas, desde sus experticias, o sus lugares de acción...” Psicóloga


EQUIPOS INTERDISCIPLINARIOS: NUEVAS FORMAS DE PRESTAR SERVICIOS DE SALUD, NUEVAS OPORTUNIDADES PARA EL TRABAJO SOCIAL

Por otra parte, de acuerdo a los relatos de las reuniones de equipo observadas así como las narraciones de las entrevistas semi estructuradas, se identificaron actividades externas a la reunión de equipo semanal, que forman parte de las diversas instancias de trabajo que se orientan a integrar disciplinas, de manera tal que éstas sean algo más que complementarias. Entre éstas se encuentran: Jornada de Evaluación del CESFAM a la que fueron convocados todos los trabajadores, de todas las ocupaciones para generar reflexiones e ideas comunes en torno al desarrollo y cumplimiento de objetivos, expectativas, etc., de la institución, durante el primer año de funcionamiento. Reuniones de Salud Mental en la cual se integran a participar profesionales de diversas ocupaciones, con el fin de crear una herramienta para la colaboración en casos puntuales que se relacionen con la salud mental de los usuarios. Capacitaciones realizadas por los mismos miembros de los equipos de salud, tanto a sus propios compañeros, como a la comunidad, las cuales se llevan a cabo, integrando a diversos miembros de los equipos. Las capacitaciones que se dirigen hacia los propios equipos de salud, ayudan a generar el espacio para que exista la integración de los aprendizajes entre las diversas ocupaciones. Esto, a su vez, es valorado por los miembros del equipo, como una de las actividades que se han realizado en las reuniones. En torno a la reflexión acerca del trabajo interdisciplinario, Gyarmati señala que existen al menos dos formas de organización de los situs, de las cuales la salud no se escapa: el principio de exclusión hacia abajo y el principio de exclusión hacia arriba. El primero se caracteriza por que cada ocupación trata de incluir la mayor cantidad posible de actividades dentro de su esfera, dejando sólo las que a ella no le interesan para las ocupaciones de un nivel jerárquico inferior, lo cual permite delimitar los conocimientos que se conocen oficialmente a las diversas ocupaciones (Gyarmati, 1991). De esta forma, el autor propone organizar los situs de acuerdo al segundo principio, debiendo preguntarse, qué tipo y volumen de funciones, actualmente desempeñadas por médicos, podrían desempeñar las enfermeras, tal vez, con un poco más de preparación. Con esta propuesta se busca aumentar los conocimientos de las ocupaciones intermedias para ampliar el volumen de responsabilidades que pueden asumir y no disminuir el nivel de preparación de los especialistas de alto nivel (Gyarmati, 1991).

Situación similar puede idearse en aquellas actividades comunes en la interacción entre médicos y profesiones no directoras que participan en la atención primaria de la salud como Psicología y Trabajo Social, donde es posible interactuar conjuntamente a través de la puesta en común de elementos que requieren intervenciones que no necesariamente requieren de la “ultima palabra del médico” para tener resultados positivos. Un ejemplo de lo anterior es la experiencia relatada por Tobeña (2006, p. 17) a la luz de una investigación que aborda las relaciones de poder en un equipo interdisciplinario de salud, en donde las trabajadoras sociales desarrollaron una labor especial, complementaria y valorada por el resto del equipo, y en especial por los médicos, que cumplió un rol contextualizador, intentando construir la trama social en la que se inscriben las problemáticas que los usuarios plantean en las consultas, y asumieron la responsabilidad de ser guardianes del cumplimiento de la interdisciplinar. Un hito que se considera importante destacar a modo de ejemplo en este ámbito, son las Visitas en terreno enunciadas por dos miembros de un equipo (asistente dental y paramédico) durante las entrevistas, lo cual denota una innovación en la forma de trabajar de acuerdo la distribución de las responsabilidades asignadas a los diversos trabajadores y el tipo de interacción que se establece entre los miembros del equipo y los usuarios. Esto, especialmente porque ambas señalan haber ido a terreno con la trabajadora social evidenciando la participación y responsabilidad que conservan ellas en el trabajo del equipo y por consiguiente la capacidad de la profesional para integrar y validar el trabajo de los miembros de su equipo. “Si salí (a terreno) una vez (...) a ver un paciente... con la señorita Trabajadora Social, pero era una... en un terreno netamente de enfermería, o sea... no era como... más que eso... Tenía que ir ella con la enfermera ese día, pero la enfermera no estaba y me pidió que la acompañara... Pero fue entretenido si (...)” Paramédico “(...) Y eso es bueno también porque lo hacen participar... La jefa de equipo me ha llevado a terreno (...)” Asistente dental Finalmente, a través de los registros destaca el trabajo orientado a Contactos con vínculos de la red siendo un tema de conversación respecto de potenciales derivaciones a otras instituciones públicas 87


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o privadas, que permitan la realización de intervenciones integradas, en las que se entregue de la manera más completa la atención a los usuarios. Cabe mencionar que los dos últimos ejemplos de trabajo interdisciplinario -visitas en terreno y contactos con vínculos de la red- se observan en los registros correspondientes al equipo cuya jefa es trabajadora social, quien en la mayoría de los casos marca la pauta, abre el tema y comenta instancias para derivar personas con el fin de optimizar la calidad de la atención. Cazzaniaga (2007, p. 107), señala respecto del segundo ejemplo que uno de los desafíos para el Trabajo Social en aquellos espacios institucionales donde no se cuenta con otros profesionales, es construir el equipo, trabajando interinstitucionalmente. En la práctica del día a día, es común realizar articulaciones con profesionales de diferentes instituciones u organizaciones, el desafío sería trascender la articulación, hacia una construcción interdisciplinaria. En todas las actividades recién expuestas, se puede apreciar cómo a través de acciones como el lenguaje, intercambio de conocimientos, atención a los usuarios, reuniones de equipo, entre otros, los profesionales y no profesionales de los equipos ponen en común aspectos de su práctica cotidiana, los conocimientos que utilizan para ésta y los aprendizajes que han obtenido. Lo que sucede al interior de los equipos de salud del CESFAM estudiado podría considerarse como un incipiente desarrollo de trabajo interdisciplinario, pues paulatinamente se han ido creando espacios en los cuales las diversas ocupaciones adquieren la capacidad para construir en conjunto, nuevas preguntas que contengan la óptica de más de una sola disciplina, lo cual otorga la posibilidad de analizar más a fondo las situaciones. Sin embargo, aún queda camino por recorrer, pues la interdisciplina no se produce con solo agrupar a las distintas profesiones en una reunión, sino que implica avanzar en la integración mutua de las disciplinas, permitiendo que todas participen en el proceso de construcción de nuevas interrogantes a la luz de las intervenciones que se realizan en equipos de salud. La jerarquía y distribución de responsabilidades entre las diversas ocupaciones, adquiere un sentido especial al momento de analizar la interacción de éstas al interior de un equipo interdisciplinario, sin embargo, cabe señalar que cada uno de los equipos de salud observados es liderado por un profesional, que se ha designado por la dirección del CESFAM, siendo en este caso una Médico Familiar y una Trabajadora Social. 88

Esto conlleva diversas implicancias que se vinculan con el enfoque desde el cual cada jefa de equipo construye su liderazgo que se expresa en la información que entrega, en los contenidos de las reuniones, en la interacción grupal, en la construcción de objetivos y en los acuerdos tomados en cada reunión. Respecto del liderazgo en los equipos interdisciplinarios de salud, Klein (1990, p. 143) plantea que el status profesional puede influir en la elección del líder, mostrando una discusión entre varios autores que sostienen posturas distintas en relación a la conducción de este tipo de equipos, donde algunos manifiestan su preferencia por los médicos mientras que otros recomiendan esta tarea para profesionales no médicos. Frente a ello, la autora resalta la importancia de diferenciar el rol de coordinador y de médico, pues si bien éste posee gran responsabilidad en las decisiones que se toman con determinados casos, la coordinación es una tarea distinta. Tobeña agrega que las universidades tendrían un grado de responsabilidad en este tema, y refiere que “la construcción de la figura del médico que realizan las instituciones formadoras de médicos, imprime a fuego en sus estudiantes una imagen desproporcionada de la supremacía de este actor ante cualquier proceso terapéutico” (2006, p. 11). Al respecto, Klein (1990, 157) describe experiencias de interdisciplinariedad en las universidades, donde se ha roto la dicotomía entre educación general y especializada, avanzando hacia una especialización de una disciplina que incluye el trabajo común con otras disciplinas. De acuerdo a Gyarmati (1970), en un equipo interdisciplinario cada profesión va adquiriendo poder sobre las interpretaciones y definiciones de la realidad desplazando las definiciones emanadas por otros sectores. En concordancia con ello, cabe mencionar que el equipo que dirige al CESFAM, llamado Consejo Técnico, está compuesto por miembros de distintas disciplinas, cuyos integrantes son los jefes de cada equipo (médico familiar, trabajador social, jefe administrativo y enfermera universitaria), el coordinador de docencia (médico familiar), un coordinador de temas comunitarios (psicólogo) y el Director (médico familiar). La inclusión de un Trabajador Social tanto en el equipo directivo como en los equipos asistenciales de salud, convoca de inmediato a destacar por una parte, aptitudes personales de quien es escogido para ocupar tal responsabilidad y por otra, reconocer aquellas competencias que tiene o debiera tener el profesional. Sin duda la importancia de la disciplina en los equipos de salud queda puesta en


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evidencia en los relatos mostrados en las páginas precedentes, donde se destacan algunas iniciativas interdisciplinarias protagonizadas por trabajadoras sociales. Ahora bien, ¿son éstas competencias personales o profesionales?, claramente este estudio no pretendía dar cuenta de dicha interrogante, sino de la actuación en conjunto de los equipos, mas vale la pena pensar en el desafío de aportar una visión crítica que desde la profunda reflexión sobre el contexto social contribuya a desnaturalizar y desestigmatizar, generando capacidad reflexiva y dialogante frente a los procesos relacionados con la salud de las comunidades en un contexto de trabajo donde la tendencia es estandarizar y categorizar, prescribir e indicar soluciones. En relación al éxito de los equipos interdisciplinarios y las habilidades o destrezas fundamentales para lograrlo, Klein (2006, p. 150) menciona que los profesionales deben ser capaces de adquirir, evaluar y utilizar la información adquirida desde variadas fuentes, a su vez, debieran ser capaces de juzgar cuales disciplinas son apropiadas para un problema particular y de colaborar con sus compañeros de equipo, además de derivar y ofrecer espacios de educación en caso de ameritarlo. Trabajo Social, al ser una profesión que aporta una visión más bien alternativa a la tradicional biomédica, adquiere la oportunidad de ser escuchado y valorado por las profesiones de dicha tendencia. Por ello, aumentan las posibilidades de generar una transformación acorde al modelo de salud familiar desde dentro de los equipos de salud, que son quienes tienen en sus manos el poder de dar cabida y emprender en su accionar este nuevo enfoque propuesto. Se multiplican entonces las alternativas de contribución de Trabajo Social a la luz de intervenciones interdisciplinarias, que no solo trascienden las parcialidades de estilos positivistas, sino que se abren posibilidades para abordar las demandas en su complejidad, permitiendo tanto la contención grupal de los profesionales como la elaboración de alternativas políticas de conjunto (Cazzaniga, 2007, p. 108).

Formación interdisciplinaria en Trabajo Social: fortalecerla desde la práctica profesional Existen experiencias innovadoras de interdisciplinariedad en la formación de profesionales, a partir de las cuales surge el desafío para que en los centros de educación se implementen a partir de los curri-

culums de las carreras, mallas integradas, cursos que incluyan estudiantes de distintas carreras, campos de práctica en donde los estudiantes de diversas carreras puedan aprender en conjunto su oficio trabajando en equipo (Klein, 1990). Se abre el espacio entonces para discutir acerca de cómo se están gestando desde la formación de la profesión de Trabajo Social las estrategias para enfrentar el desafío de participar en equipos interdisciplinarios. Particularmente, desde el sector salud, se observa la tendencia a incluir cada vez con mayor intensidad la intervención social como parte importante de las acciones de promoción y participación, lugar que ocupan sin duda como profesionales expertos los trabajadores sociales. El modelo de salud familiar es parte de estas acciones que van dando relevancia a una profesión que en sus orígenes cumplió tareas de tendencia higienista con fines de sanidad pública, dado el contexto y las demandas de la época y que poco a poco ha ido resignificándose hasta alcanzar un rol protagónico en relación a la capacidad de gestionar redes, intervenir con familias y coordinar intervenciones interdisciplinarias, trabajando codo a codo con médicos, enfermeras, nutricionistas, psicólogos, en el modelo de salud familiar. Claramente no es el único sector de las políticas sociales en el que Trabajo Social interviene con un rol paulatinamente más importante, ya en justicia, con la reforma procesal penal o el trabajo con población infanto juvenil, los trabajadores sociales están siendo requeridos en carácter de expertos que poseen la formación o al menos debieran tenerla, para intervenir socialmente en ámbitos específicos. No es casual la discusión acerca de la ubicación de la profesión en el lugar del medio, fortaleciendo la concepción de una labor que interviene entre fenómenos y contextos sociales distintos y que muchas veces actúa como nexo entre los sujetos de intervención y determinados contextos sociales, institucionales u otros. De acuerdo con ello, el trabajador social lleva a cabo su accionar justamente en la interacción del sujeto con su entorno, el cual se constituiría por el conjunto de personas y sistemas significativos para el sujeto, potenciales recursos de su red de apoyo (Latorre y Valdivieso, 1997, p. 32). Consecuentemente, en vivienda, educación y cualquier otro sector de las políticas sociales, Trabajo Social aparece como profesión interviniente, con competencias esperables para desempeñarse en equipos de trabajo atingentes a cada uno de los requerimientos específicos del área donde con seguridad, el desafío consiste en generar políticas, 89


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programas e intervenciones sociales a la luz de discusiones al interior de equipos multi o interdisciplinarios. Sin embargo, ¿estamos preparados para ello?, ¿están nuestras escuelas de Trabajo Social preparando profesionales con las competencias para afrontar el desafío de trabajar con otros y distintos? Al menos la historia de la formación en Trabajo Social revela la inclusión de varios de estos ámbitos desde el origen, vale la pena memorar las materias que las escuelas Dr. Alejandro del Río (fundada en 1925) y Elvira Matte (fundada en 1929), incorporaron en la programación de los primeros años en que se dicta la carrera (Cuadro N°1). Es precisamente desde la configuración inicial de las escuelas de Trabajo Social –cuya gestación incluye la revisión y apoyo de profesionales provenientes de escuelas europeas en conjunto con profesionales médicos, diplomáticos, sacerdotes y otros– (Aylwin, et. al., 2004) en donde se aprecia la configuración interdisciplinar de la profesión de Trabajo Social, adquiriendo desde la formalidad del currículum la condición innata de interactuar con otros desde la complejidad de los fenómenos sociales. Ahora bien, en la actualidad las mallas curriculares no distan en gran medida de aquella variedad de contenidos, sin embargo, es preciso hacer la diferenciación entre contenidos, en términos de saber de un tema –herramienta básica para trabajar en los distintos ámbitos potenciales donde se puede ejercer la profesión– y las competencias o habilidades a desarrollar para insertarse en equipos interdisciplinarios.

Llama la atención al menos en la experiencia de formación de la autora de este artículo –en el rol de estudiante y supervisora de prácticas profesionales de Trabajo Social– el constante encuentro con estudiantes de otras disciplinas en los distintos contextos laborales en que se desenvuelve la profesión, sin embargo, pese a la potencial articulación con otras disciplinas y experiencia de trabajo interdisciplinario desde la formación, esto no siempre tiene lugar pues no es parte de los objetivos de la práctica profesional el generar resultados interdisciplinarios. Justamente en relación a lo anterior, Julie Thompson Klein (1990, p. 151) ha descrito cuatro modelos de educación en las ciencias de la salud, al referirse a la formación para un cuidado integral. El modelo tradicional (tradicional model) es el más común y predominantemente multidisciplinario, en éste los contenidos de los cursos son de una sola disciplina. El modelo de interés común (common-interest model) se enfoca en variados aspectos de la entrega de cuidados, incluyendo distintos temas relativos a la salud, tales como financiamiento, problemas éticos y estudios de la conducta. El modelo de presentación de casos (case presentation model) se aboca a analizar el caso particular de un paciente a la luz de elementos de estudio académico. Finalmente, a través del modelo de equipo de salud (health team model), estudiantes de diversas disciplinas se hacen cargo conjuntamente de una tarea en algún equipo de investigación o de cuidados del paciente. Los equipos de investigación estudian un problema en particular, como

CUADRO N° 1

MATERIAS INCLUIDAS EN EL CURRICULUM DE LAS PRIMERAS ESCUELAS DE TRABAJO SOCIAL EN CHILE

Escuela Dr. Alejandro del Río

Escuela Elvira Matte

Derecho y economía política

Religión

Higiene y profilaxis

Psicología

Pprotección a la infancia

Pedagogía

Alimentación y dietética

Sociología y economía social

Atención de enfermos y heridos

Asistencia Social

Prácticas de secretaría

Legislación Social Derecho de instrucción cívica Anatonomía Fisiología Higiene pública y particular Ética profesional

Fuente: Aylwin, N.; Fortes, A: Matus, T. La Reinvención de la Memoria. Indagación sobre el proceso de profesionalización del Trabajo Social Chileno 1925-1965, Ediciones Universidad Católica de Chile, Santiago, 2004, págs 66-70.

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por ejemplo, una encuesta de actitudes de una comunidad a través de métodos de investigación independientes o guiados, en cambio, los equipos de cuidados al paciente son responsables de un cuidado integral en el trabajo clínico. Por lo general, estos estudiantes están preocupados de la definición de su rol, la comunicación interdisciplinaria, el cuidado integral del paciente y el cuidado del paciente no institucionalizado. Claramente, desarrollar el modelo de equipo de salud es un desafío que requiere una coordinación inter-escuelas, muchas veces entre diversas casas de estudios y por supuesto, con las instituciones que reciben practicantes. Es más, probablemente, guarda estrecha relación con las planificaciones estratégicas de las instituciones que incluyen o no la presencia, el trabajo y los resultados esperados de los estudiantes que concurren año tras año. No obstante las numerosas barreras que pudieran oponerse a esta idea, el llamado es para los trabajadores sociales y profesionales de diversas ocupaciones que tengan la posibilidad de influir en sus instituciones. ¿Por qué no? Dada la experiencia mostrada en las páginas precedentes, donde queda en evidencia lo exitoso que puede ser el trabajo en equipos de profesionales que provienen de distintas disciplinas, si se establece el espacio y las condiciones para que todos participen y a través del consenso puedan generar intervenciones que trasciendan la utilidad de la intervención de una sola ocupación y perspectiva, ¿Por qué no incluir estas experiencias en las prácticas profesionales?. La propuesta consiste en generar desde las propias instituciones que reciben practicantes las demandas de estudiantes de distintas disciplinas que se sumen a un plan común e interdisciplinario de intervención, sirviendo efectivamente a los requerimientos del contexto social que intervienen, a la planificación de la misma institución que recibe y supervisa estudiantes en práctica y a los objetivos de formación de sus escuelas. Es claro que la fuerza de un cambio en esta línea requiere voluntades institucionales, sin embargo puede provenir desde al menos dos de los actores involucrados en la toma de decisiones en relación a los alumnos en práctica: • Profesionales que trabajan en la planificación de los programas de sus instituciones u organizaciones, en equipos interdisciplinarios y que reciben alumnos en práctica cada año. • Escuelas de Trabajo Social y otras disciplinas que interactúan con la profesión (profesionales vin-

culados a la supervisión de práctica profesional). • Casas de estudios superiores, instituciones que pueden generar en sus proyectos educativos y programas curriculares la noción de formación interdisciplinaria. Es esta propuesta un desafío que podría contribuir a la generación de competencias y habilidades de trabajo interdisciplinario para los trabajadores sociales y otros profesionales que compartan en un equipo que se proponga intervenir lo social.

Conclusiones La reunión de los equipos estudiados es un lugar privilegiado para desarrollar un trabajo de calidad que se acerca a la noción de modelo de equipo de salud, en el cual el espacio para la reflexión y el análisis de la práctica se encuentra reservado. La experiencia que cada miembro del equipo ha puesto en común con sus compañeros de trabajo, ha sido un gran aporte ya que permite un enriquecimiento de las intervenciones llevadas a cabo, poniendo en evidencia que las reuniones de los equipos de salud estudiados, permiten la puesta en marcha del trabajo interdisciplinario para la integración del modelo de salud familiar, siendo especialmente la participación de todos y la disposición a aprender, elementos que le otorgan un valor agregado a diálogos y al aprendizaje de unos y otros. En relación con el trabajo en equipo, se ha logrado entrever la valoración positiva por parte de los miembros de los equipos hacia las labores que cada cual desempeña y el trabajo en conjunto, demostrando, como antes se dijo, la importancia de las reuniones de equipo para las múltiples necesidades que surgen en los equipos, a partir del quehacer cotidiano y fortaleciendo la noción de proceso integrativo que caracteriza la interdisciplinariedad. Con respecto a la interacción grupal de los equipos ha quedado registrada la percepción positiva de las relaciones humanas que se dan al interior de éstos. De esta forma, los espacios reservados para la reflexión y análisis de la práctica de los trabajadores, la participación de los más posibles en las discusiones, la adecuada y responsable capacitación y formación de éstos en relación a los temas que incorpora el trabajo del CESFAM, la satisfacción con el trabajo, el ambiente laboral, la forma en que se distribuyen las tareas y responsabilidades, son elementos que se identifican a lo largo de este estudio y que dan sentido al trabajo de lo equipos de salud, de acuerdo al modelo de salud familiar y en concordancia con la interdisciplinariedad. 91


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Finalmente y en relación con los desafíos que para Trabajo Social emergen a partir de los resultados del estudio y reflexión precedentes, cabe destacar las múltiples posibilidades y desafíos que ofrece la formación y el campo laboral para la carrera en la actualidad, siendo de gran interés el aporte que potencialmente está llamada a entregar en los diversos ámbitos en los que se desenvuelve. En este sentido, es relevante el training7 que reciben los futuros trabajadores sociales respecto de sus competencias y habilidades para desarrollar su trabajo al integrarse en equipos interdisciplinarios. Si bien ya se encuentran incluidos –a juicio de la autora de este artículo– varios elementos para trabajar interdisciplinariamente, tales como una visión integradora de diversas perspectivas, relacionar y sintetizar, capacidad de aprender nuevas habilidades frente a nuevos escenarios o contextos, saber cómo adquirir los conocimientos básicos de lenguaje, conceptos e información, capacidad analítica y crítica frente a contextos diversos, la experiencia de aprendizaje e integración mutua, con otros profesionales durante la formación y práctica podría ser un gran valor agregado a las competencias. La oportunidad radica en que la contribución de la profesión puede influir en el desarrollo de equipos que trasciendan la multidisciplina y avancen hacia un estilo de trabajo interdisciplinario, el cual implica síntesis e integración de los conocimientos, con el fin de favorecer el mejoramiento de la eficiencia y efectividad del uso de los recursos (tiempo, materiales y humanos) en los diversos contextos en los que se incorpora y además, realizar un auténtico aporte a la calidad de vida de los ciudadanos que usan los distintos servicios públicos que prestan las instituciones en las que los Trabajadores Sociales ejercen su profesión.

Referencias AYLWIN, N., FORTES, A. & MATUS, T. (2004). La Reinvención de la Memoria. Indagación sobre el proceso de profesionalización del Trabajo Social Chileno 1925-1965, Santiago: Pontificia Universidad Católica de Chile, Facultad de Ciencias Sociales, Escuela de Trabajo Social. BARDIN, L. (1996). El Análisis de Contenido (2º Edición), Francia: Ediciones Akal.

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Formación o entrenamiento

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PÁGINAS WEB CONSULTADAS http://www.concienciactiva.org/?seccion=ca21&pagina=6 http://www.who.int/peh-emf/research/agenda/es/index. html http://www.revistakairos.org/k17-05.htm www.Áncora.cl


ISSN 0716-9736 / Revista Trabajo Social / No 76 / Julio / 2009 / P. 93-110

El Voluntariado juvenil en América del Sur: Un análisis de su orientación y formalización utilizando la teoría de los orígenes sociales de la sociedad civil1 Youth Volunteerism in South America: An analysis of its orientation and formalization using the theory of social origins of civil society PHD. RENÉ OLATE

René Olate es Ph.D. in Social Work, Master of Social Work, Licenciado en Ciencias Sociales y Asistente Social. Actualmente se desempeña como académico de Boston College Graduate School of Social Work. Su dirección postal es McGuinn Hall, 209140 Commonwealth Avenue Chestnut Hill, MA 02467 USA. Su e-mail es: olate@bc.edu

Resumen Los programas de voluntariado juvenil se han destacado por su crecimiento y contribución a mejorar los desafíos sociales, económicos, políticos y medioambientales. Usando una muestra de programas de voluntariado juvenil de cinco países de América del sur (n=304) y comparándola con una muestra de países de América Latina (n=533), este documento analiza la orientación y formalización de estos programas utilizando la teoría de los orígenes sociales de la sociedad civil. Se emplea la metodología de “path análisis” (análisis de senderos) para identificar los factores asociados a la orientación y formalización del voluntariado juvenil en el nivel de programa, de organización y de país. El análisis de los datos indica que las relaciones entre la variable “orientación del voluntariado” y las variables multi-niveles no son estadísticamente significativas para ambas regiones. Las relaciones entre las variables “formalización del voluntariado” y “efectividad del gobierno” y “nivel de pobreza” (a nivel nacional), y el “liderazgo juvenil” y los “programas incluyentes” (a nivel de programa) son estadísticamente significativas para América Latina. Para América del Sur solo las variables a nivel de programa son significativas. Por tanto, el análisis ayuda a confirmar parcialmente algunos de los postulados de la teoría de los orígenes sociales de la sociedad civil. Finalmente, se presentan algunas sugerencias para la intervención social. Palabras claves. voluntariado, jóvenes, América Latina, formalización, sociedad civil.

Abstract Youth volunteer programs have been highlighted for their growth and contribution to the alleviation of social, economic, political, and environmental challenges. Employing a sample of youth volunteer programs from five countries in South America (n=304), in comparison with a sample of Latin America and the Caribbean (n=533), this paper analyzes the orientation and formalization of these programs using the theory of social origins of civil society. A path analysis model is employed to identify factors associated with the orientation and formalization of youth volunteer programs at the program, organization, and national levels. The analysis indicates that the relationships between the variable “orientation” and the multi-level indicator are not statistically significant for both models. The variables “effectiveness of government” and “level of poverty” (at the national level), and “leadership” and “inclusiveness” (at the program level) are statistically significant when associated with the “level of formalization” for Latin America. For South America only, the variables at program level are significant. Thus, the analyses partially confirm the claims of the theory of social origins of civil society. Finally, some recommendations for social intervention are presented. Keywords. volunteerism, youth, Latin America, formalization, civil society.

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El autor agradece al Centro para el Desarrollo Social de Washington University por la utilización de la base de datos del estudio “Servicio Voluntario Juvenil en América Latina y el Caribe: Un estudio regional (2006-2007)”. El autor desarrolló su tesis doctoral como uno de los investigadores de este proyecto en el cual tuvo la responsabilidad de desarrollar el cuestionario y analizar los datos.

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Introducción Las organizaciones y programas de voluntariado se han destacado en las últimas décadas por su importante crecimiento y contribución a los importantes desafíos económicos, sociales, políticos y medioambientales que experimenta la región (CIVICUS, IAVE, & UNV, 2008; Naciones Unidas, 2005). Las Naciones Unidas dan un decisivo apoyo a las estrategias de voluntariado al declarar el año 2001 como el Año Internacional del Voluntariado. Además, han identificado el importante rol que puede jugar el voluntariado en el logro de sociedades más cohesionadas, con mayores niveles de confianza e integración social (United Nations, 2008a) y en la consecución de las Metas de Desarrollo del Milenio (United Nations, 2008b). En un contexto de recursos limitados, los programas de voluntariado pueden entregar un aporte significativo en diversas estrategias de combate a la pobreza y desarrollo económico y social (United Nations, 2005b). Se observa que existe un mayor apoyo a los programas de voluntariado, especialmente juvenil, desde las organizaciones de la sociedad civil, los gobiernos nacionales, regionales y locales y los organismos internacionales (Olate, 2007). Este apoyo se ha manifestado en el aumento del financiamiento de las organizaciones y programas de voluntariado (UNV, 2001; United Nations, 2005a). Esta mayor disponibilidad de recursos potencialmente influenciará la orientación y generará un mayor nivel de formalización de estas organizaciones y programas. Los programas de voluntariado no son nuevos (Landim, 2001), están enraizados en la historia y cultura de los países, lo que constituye una novedad son los procesos de institucionalización, formalización, profesionalización, desarrollo y expansión de estas organizaciones (Olate, 2007; Olate, Johnson, & McBride, 2007). El voluntariado ha sido tradicionalmente estudiado desde una perspectiva individual (motivaciones, preferencias, percepciones, valores, etc.) (Wilson, 2000) incluso en los estudios comparativos internacionales la unidad de análisis son los individuos (Inglehart, 2003). Esta investigación analiza los programas de voluntariado juvenil en América del sur utilizando la teoría de los orígenes sociales de la sociedad civil (Salamon & Anheier, 1998) y los conceptos de orientación y formalización del voluntariado. El objetivo de este documento es analizar la relación existente entre la orientación y formalización de los programas de voluntariado juvenil y un conjunto de variables a nivel de programa, organización y país. Este estudio utiliza la base de datos del estudio de94

sarrollado por el Centro para el Desarrollo Social de Washington University titulado “Servicio Voluntario Juvenil en América Latina y el Caribe: Un estudio regional (2006-2007)” (McBride, Olate, & Johnson, 2008). La base de datos incluye 304 programas de voluntariado juvenil (223 organizaciones) de Argentina, Brasil, Colombia, Perú y Venezuela. Además, se utilizan los datos del Banco Mundial (World Bank, 2007) y de la Comisión Económica para América Latina (ECLAC, 2007) para analizar las variables del nivel nacional incluidas en el modelo. Se utiliza la metodología de “path análisis” (análisis de senderos) para identificar los factores asociados a la orientación y formalización del voluntariado juvenil en los niveles nacional, de organización y de programa. Para el cumplimiento de este objetivo, se desarrolla en la primera parte los aspectos conceptuales, en la segunda parte se presenta el modelo conceptual y las hipótesis de investigación, en la tercera parte se abordan los aspectos metodológicos, en la cuarte parte se presentan los resultados para finalmente destacar algunas conclusiones y comentarios finales.

Antecedentes conceptuales Voluntariado. El concepto de voluntariado tiene una pluralidad de significados y una multiplicidad de manifestaciones (García, 1994), el cual varía de acuerdo a los diferentes períodos históricos, niveles de desarrollo, sistemas políticos, culturas y religiones (Cnaan, Handy, & Wadsworth, 1996; Handy, Cnaan, Brudney, Ascoli, Meijs, & Ranade, 2000; Landim, 2001, 2005). Diversos autores sugieren que en la década de 1960 y 1970, debido a factores del contexto político, social y económico de la región, surge una nueva forma de voluntariado mayoritariamente juvenil denominada voluntariado “militante” o “transformador” (Bettoni & Cruz, 2002; Jaramillo, 1993). Entre los factores que influencian el surgimiento de este nuevo tipo de voluntariado se encuentran: la revolución cubana y las ideologías socialistas, la reacción ante los regímenes autoritarios, la teología de la liberación y el número creciente de organizaciones no gubernamentales. Este nuevo voluntariado rechaza las formas tradicionales de voluntariado y sus vínculos con la elite, la caridad y el asistencialismo, proponiendo un modelo orientado a la solidaridad, el desarrollo y las transformaciones sociales (Thompson & Toro, 1999; Bettoni & Cruz, 2002). Mientras el voluntariado tradicional o conservador tiene motivaciones principalmente religiosas, el nuevo voluntariado militante se caracteriza por tener motivaciones


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políticas y por generar fuertes alianzas con los movimientos sociales. Entre la década de 1960 y 1980, la mayoría de los países de América Latina tuvieron gobiernos dictatoriales, los cuales impusieron restricciones a la participación ciudadana organizada y con ello a algunas iniciativas de voluntariado. Muchos de estos gobiernos consideraban que el voluntariado estaba fuertemente asociado a los movimientos sociales insurgentes. A pesar de ello, los programas de voluntariado continuaron realizando sus actividades, pudiéndose distinguir dos grandes tipos: los “oficialistas” y los “alternativos” (Thompson & Toro, 1999). El “voluntariado oficialista” corresponde a un tipo de voluntariado tradicional, centrado en la asistencia social, que fue promovido por los gobiernos autoritarios a través de las esposas de los militares y de institutos de la juventud. Mientras que el “voluntariado alternativo” estaba vinculado a los diversos movimientos sociales que buscaban recuperar la democracia y defender los derechos humanos, entre ellos: los comedores solidarios, talleres laborales, grupos juveniles, grupos de salud y comités sin casas (FLACSO-MORI-CERC, 2002). Otros autores también denominan al “voluntariado alternativo” como “voluntariado social”, el cual surge al interior de grupos católicos influenciados por la teología de la liberación y las metodologías de educación popular. Estas formas de acción voluntaria surgen también como una reacción al voluntariado tradicional impulsado por la Iglesia, al cual se le criticaba la promoción del asistencialismo, ser el hobby de los ricos, y su enfoque en problemas aislados sin atender a las causas de los mismos. De acuerdo a Jaramillo (1993), el voluntariado social requiere sinceridad y compromiso por parte del voluntario para lograr una verdadera inmersión en las vidas de aquellos a los que pretende servir. Ante la fuerte presión de los movimientos sociales, los gobiernos autoritarios disminuyen las restricciones sobre la participación ciudadana dando inicio a los procesos de transición democrática. Los procesos de democratización, asociados a la apertura de las economías y a la tendencia creciente a la globalización facilitaron la entrada de organizaciones internacionales de voluntariado y de programas de servicio de universidades de Europa y Estados Unidos. Estos programas y organizaciones tienen objetivos diversos, entre los cuales se destaca la promoción de sociedades civiles activas a través de una mayor responsabilidad social y participación cívica (Toro & Moret, 2000). En la década de los noventa, como reacción a los

agudos problemas sociales, económicos y ambientales, surgen diversos tipos de organizaciones y programas de voluntariado en la región, con orientaciones plurales, muchos de ellos comprometidos con la protección y preservación del medio ambiente (Butcher, 2008). También emerge una perspectiva de estudio del voluntariado menos abordada para referirse a este fenómeno: la dimensión simbólica y cultural (Landim, 2001), la cual tiene un rol central en la reproducción de los valores e imaginarios sociales de cada país y de la región en general. Comenzando el siglo XXI, se observa en la región una pluralidad de formas de voluntariado con diferentes motivaciones y finalidades, que tienen sus raíces en los tipos anteriormente descritos. En las organizaciones de voluntariado juvenil conviven formas de voluntariado tradicional, caracterizados por su énfasis en la caridad y el asistencialismo, y el militante, “nuevo voluntariado” (Landim, 2005) o voluntariado de la promoción (García, 1994), con su fuerte acento en valores de transformación social y justicia social. Además de existir múltiples maneras de referirse a este fenómeno (voluntariado, trabajo voluntario, voluntariado social, acción voluntaria y servicio voluntario) (OIJ, 2002), también están los nuevos y tradicionales temas asociados al voluntariado: formas de capital social, responsabilidad social y filantropía. Esta pluralidad también se ve reflejada en las distintas entidades que actualmente promueven y financian el voluntariado: el estado, las empresas, organizaciones nacionales del tercer sector y organismos internacionales. Las definiciones de voluntariado son diversas y destacan diferentes dimensiones del concepto (Handy et al., 2000; Landim, 2001; Roitter, 2002) reflejando, de alguna manera, la pluralidad de ideologías y organizaciones en las cuales se desarrolla. Una definición de voluntariado bastante aceptada, pero no por ello exenta de controversia, es planteada por Brown (1999): la entrega de un servicio o el desarrollo de un trabajo sin recibir un pago monetario. De un modo similar, la Cruz Roja define a los voluntarios como aquellos individuos que desarrollan una actividad, no vinculada a su trabajo asalariado o a sus responsabilidades normales, contribuyendo con tiempo y servicio a una causa no lucrativa (Smith, 1989). Estas definiciones recogen uno de los elementos centrales que caracterizan al voluntariado, la idea de ausencia de salario. Sin embargo, esta concepción será puesta en discusión a través del concepto de la acción voluntaria en el contexto de los procesos de institucionalización, formalización y profesionalización del voluntariado. 95


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La acción voluntaria se expresa en diversas organizaciones: sindicales, gremiales, culturales, deportivas, recreativas, educacionales (en sus diversos niveles y tipos de enseñanza), y religiosas (católicas, protestantes, judías, etc.). Además, está vinculada a las actividades y temáticas de los tradicionales y nuevos movimientos sociales (etnias, género, ecología, etc.). Las organizaciones y programas en los cuales se desarrolla el voluntariado son tanto formales, amparadas bajo distintas figuras legales, como informales, tales como organizaciones de mujeres, jóvenes y de la tercera edad (FLACSO-MORI-CERC, 2002). Esta heterogeneidad de manifestaciones del voluntariado genera una serie de dificultades al intentar conceptualizar el tema. En este documento, el concepto de acción voluntaria se entiende a lo largo de un continuum (ver Figura No. 1) que se distingue por varias dimensiones tales como el nivel de estructura, formalidad y compromiso de tiempo (McBride & Sherraden, 2007). En un extremo del continuum se encuentran las actividades solidarias informales de ayuda mutua, de atención y cuidado entre los miembros de una comunidad. En el punto intermedio se encuentran las actividades de voluntariado convencionales, mientras que en el otro extremo del continuum se encuentran modelos más institucionalizados y formales de voluntariado, los cuales se denominan servicio cívico o servicio voluntario. Sherraden (2001a) define el servicio cívico como “un período organizado de compromiso sustancial y contribución a la comunidad mundial, nacional y local, reconocido y valorado por la sociedad, con una compensación monetaria mínima para el participante [o sin ella]” (p. 2). FIGURA NO 1.

CONTINUUM DE LA ACCIÓN VOLUNTARIA

Informal

Expresiones informales de ayuda mutua

Formal

Voluntariado convencional

Servicio voluntario o cívico

Fuente: Basado en McBride & Sherraden (2007)

A continuación se presentan ejemplos para cada uno de las formas de acción voluntaria. Las actividades de ayuda mutua representan una manera informal de cooperación entre los miembros de una comunidad. Constituyen el eje de la asociación grupal primaria de familias y comunidades y se caracte96

rizan por niveles relativamente bajos de estructura, formalidad y compromiso de tiempo. Un ejemplo de esta forma de acción voluntaria son las actividades de apoyo y cooperación de las comunidades ante desastres naturales tales como terremotos, desplazamientos de tierra, inundaciones e incendios. Este tipo de cooperación no está estructurada en organizaciones formales sino que responde a normas sociales y a valores enraizados en la cultura de las comunidades. Al avanzar a lo largo del continuum encontramos las actividades de cooperación algo más formales y estructuradas, las cuales corresponden a organizaciones y programas de voluntariado convencionales o clásicos en la región. Esta forma de voluntariado, preponderante en la región, corresponde a actividades que se dan al interior de una organización o programa pero que tienen una periodicidad y duración limitada. Por ejemplo, la entrega de botiquines de emergencia o un programa de tutoría escolar son actividades que se llevan a cabo en un sólo día o en un fin de semana. Las experiencias de aprendizaje-servicio realizadas por estudiantes de enseñanza primaria y secundaria corresponden a este tipo de voluntariado. Los programas de servicio voluntario o cívico se caracterizan por poseer una estructura, son formales y el compromiso de tiempo de los voluntarios es intensivo y extenso en el tiempo. Los programas “Opción Colombia”, “Servicio País” de Chile, y “Servicio Social” de México son ejemplos de este tipo de programas en la región. El ejemplo norteamericano clásico de estos programas es el “Peace Corps”, en el cual los jóvenes se comprometen a servir en un país por un período de tiempo por el cual reciben una compensación mínima. Para clarificar la idea de continuum de la acción voluntaria, las dimensiones de voluntariado desarrolladas por Smith (1999) son muy útiles (ver Cuadro No. 1). Smith (1999) en el documento de trabajo preparado para la reunión de expertos en voluntariado y desarrollo social de las Naciones Unidas identifica cinco dimensiones del voluntariado: a) recompensa económica, b) libre voluntad, c) naturaleza del beneficio, d) entorno organizacional y e) nivel de compromiso. La idea de recompensa o retribución económica apunta al debate en torno a si los voluntarios deben o no recibir algún tipo de compensación por la actividad que realizan. La idea de libre voluntad se refiere a la ausencia de obligación para participar en las actividades o prestar el servicio. La naturaleza del beneficio se refiere a la necesidad de que exista un beneficiario que sea distinto del voluntario, de manera que no sea el


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voluntario el único que se beneficie de las actividades. El entorno organizacional se refiere a que la actividad voluntaria se desarrolla desde un tipo de organización formal o informal. Finalmente, el nivel de compromiso se refiere a la periodicidad e intensidad de las actividades voluntarias, el debate apunta a establecer si las actividades esporádicas constituyen voluntariado. A diferencia de otras expresiones de la acción voluntaria, el servicio voluntario o cívico puede o no ser voluntario. En general, los participantes en los programas de servicio voluntario reciben alguna forma de compensación monetaria o en bienes y servicios, sirven a una población o grupo específico pero también se benefician ellos mismos a través de su formación, tienen un compromiso de tiempo mayor e intensivo y su participación se da dentro de un contexto organizacional formal. Es conveniente señalar que al interior de una misma organización se pueden encontrar formas de acción voluntaria esporádica, que corresponderían a programas de voluntariado de tipo convencional, y programas de servicio voluntario caracterizados por su mayor nivel de estructura y formalización. Por ejemplo, “Opción Colombia” y un “Techo para Chile” desarrollan programas y actividades con distintos niveles de compromiso de tiempo y que tienen como denominador común un alto grado de formalización de sus estructuras organizativas (Olate, Johnson, & McBride, 2006). En este sentido, se puede señalar que organizaciones de voluntariado en la región ofrecen distintos tipos de programas y actividades voluntarias a los jóvenes

con distintos niveles de compromiso, responsabilidad y remuneración. Por tanto, en una misma organización de voluntariado podemos encontrar una oferta de la acción voluntaria que recorre todo el continuum. Por ejemplo, en un “Techo para Chile” o en “Opción Colombia” se pueden encontrar programas de voluntariado que desarrollan exclusivamente actividades puntuales, asemejándose a un tipo de expresión de la acción voluntaria más informal, programas de voluntariado más convencionales en los cuales las dimensiones de la acción voluntaria se encuentran en una etapa intermedia del continuum, y finalmente, programas que son más estructurados, similares a los modelos de servicio voluntario o cívico en los cuales los participantes reciben una remuneración o incentivos económicos. El continuum de la acción voluntaria puede presentar algún grado de controversia en la región, especialmente en su polo más institucionalizado que corresponde al servicio voluntario o cívico. Algunos investigadores y profesionales vinculados al tema del voluntariado no lo consideran un tipo de acción voluntaria debido a que puede incluir algún tipo de remuneración. Sin embargo, se considera que en los procesos de institucionalización, formalización y profesionalización de los programas de voluntariado, la remuneración o apoyo económico surge como un elemento necesario en la gestión y desarrollo de los programas. Las cinco dimensiones del voluntariado ayudan a entender la complejidad que encierra esta actividad y las dificultades para alcanzar una definición única de voluntariado. Como

CUADRO NO 1

DIMENSIONES DEL VOLUNTARIADO

Expresiones Informales de Ayuda Mutua

Voluntariado Convencional

Servicio Voluntario o Cívico

No

No

Si

Libre Voluntad

Voluntario

Voluntario

Voluntario/ Obligatorio

Naturaleza del Beneficio

Comunidades

Comunidades

Comunidades / Voluntarios

Asociaciones Informales

Organizaciones Formales e Informales

Organizaciones Formales

Ocasional

Ocasional y Corto Periodo de Tiempo

Intensivo y Largo Periodo de Tiempo

Recompensa Económica

Entorno Organizacional Nivel de Compromiso Fuente: el autor

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se mencionó anteriormente, el voluntariado tiene diversos significados y toma distintas formas de acuerdo a las diferentes culturas y contextos institucionales. Organizaciones de voluntariado. Además del continuum de la acción voluntaria, otra conceptualización complementaria para entender el voluntariado es la de organizaciones de voluntariado híbridas con múltiples propósitos (Hasenfeld & Gidron, 2005). De acuerdo a Hasenfeld y Gidron (2005) estas organizaciones poseen cuatro características interrelacionadas: a) tienen como misión la promoción de valores culturales que son muchas veces disonantes con los valores dominantes en la sociedad, b) entregan distintos tipos de servicios a través de los cuales modelan y promueven el cambio social; c) tienen como foco la promoción de una identidad colectiva, y d) poseen múltiples propósitos que incluyen la promoción de valores orientados al cambio social, la entrega de servicios y la ayuda mutua. Hasenfeld y Gidron (2005) señalan que estas organizaciones necesitan ser entendidas en el contexto de tres teorías: de la sociedad civil, de los movimientos sociales y de las organizaciones sin fines de lucro. La utilización de esta perspectiva conceptual, ayuda a entender y explicar más comprehensivamente la emergencia, la movilización de recursos y el compromiso de las organizaciones de voluntariado. La perspectiva de estos autores es importante, sin embargo, las teorías de las organizaciones sin fines de lucro pueden entenderse como parte de las teorías de la sociedad civil. Por tanto, dos extensos y variados cuerpos teóricos pueden ayudar a contextualizar los programas de voluntariado en la región: las teorías de la sociedad civil y las teorías de los movimientos sociales. Las posibilidades de conectar ambas cuerpos teóricos son múltiples (CIVICUS, IAVE, & UNV, 2008; Veltmeyer, 2004) y ofrecen un camino fructífero de reflexión analítica y empírica.

Por ejemplo, las organizaciones de voluntariado con una orientación sociopolítica pueden ser entendidas como expresiones de la sociedad civil y como manifestaciones de nuevos y tradicionales movimientos sociales. Sociedad civil. En este estudio se privilegia la perspectiva conceptual de la sociedad civil, la cual puede ser entendida como la acción colectiva voluntaria basada en intereses, objetivos y valores compartidos, la cual excluye las relaciones de mercado, de familia o del estado. La sociedad civil también se denominada sector sin fines de lucro, no gubernamental, voluntario, independiente o tercer sector. Una de las perspectivas de la sociedad civil que más destaca el rol de las organizaciones de voluntariado es la teoría de los orígenes sociales de la sociedad civil (Salamon & Anheier, 1998; Salamon, Sokolowski, & Anheier, 2000). Esta teoría ha sido utilizada para analizar y comparar variaciones en el tamaño y composición de las organizaciones de voluntariado en más de 40 países. Para analizar las organizaciones del tercer sector, Salamon y Anheier desarrollan la Clasificación Internacional de las Organizaciones sin fines de lucro (ICNPO, por sus siglas en inglés) (Salamon, et al., 2004). De acuerdo a esta clasificación, las organizaciones pueden ubicarse en 14 categorías, utilizando como criterio la actividad principal de la organización. Utilizando esta clasificación Salamon y sus asociados reagrupan a las organizaciones en dos categorías: a) organizaciones orientadas al servicio y b) organizaciones orientación a la expresión de necesidades (Salamon & Anheier, 1992; 1996) (Ver Cuadro No 2). Las organizaciones orientadas al servicio buscan asistir a las personas en sus necesidades más básicas, mientras las orientadas a la expresión concentran sus actividades y objetivos en torno a la cultura, la estética y la promoción de valores políticos.

CUADRO 2

TIPO DE ORGANIZACIÓN

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Servicio

Expresión

a) Educación

a) Cultura, recreación y artes

b) Salud

b) Medio ambiente y protección de animal

c) Servicios a los niños, jóvenes y familias

c) Derecho e incidencia en la política

d) Desarrollo comunitario

d) Filantropía

e) Vivienda

e) promoción del Voluntariado

f) Empleo y capacitación

f) Religión

g) Emergencia y asistencia en desastres

g) Asociación de profesionales y de negocios, y sindicatos


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Salamon y Sokolowski (2001) sostienen que el voluntariado en América Latina presenta bajos niveles, al contextualizarlo en relación al tamaño de las economías de los países, y está orientado a las necesidades de servicio. El Cuadro No 4 presenta algunos hallazgos al utilizar la teoría de los orígenes sociales de la sociedad civil en América Latina. El tamaño del sector sin fines de lucro, el nivel de gasto social del gobierno, el rol de la religión y algunos antecedentes políticos y sociales fueron utilizados como criterios para clasificar a los países de acuerdo al patrón institucional. De acuerdo a lo postulado por la teoría, los datos confirman que en los países de patrón institucional estatista presentan un voluntariado orientado al servicio. Sin embargo, la orientación del voluntariado en México, país con patrón institucional estatista, no fue consistente con los postulados de la teoría que señalaban una orientación al servicio. El voluntariado en México, de acuerdo a los datos recogidos por estos autores, se caracteriza por tener orientación a la expresión de necesidades.

Salamon y Anheier prueban satisfactoriamente la teoría de los orígenes sociales de la sociedad civil al explicar los patrones de desarrollo de las organizaciones sin fines de lucro en varios países. El argumento central de estos autores es que las organizaciones sin fines de lucro están inmersas en instituciones y estructuras sociales y económicas. Esta teoría, considerando amplias relaciones de lo social, lo político y lo económico, identifica cuatro modelos de desarrollo institucional o tipo de régimen del tercer sector: a) el liberal, b) el social demócrata, c) el corporativista, y d) el estatista. El Cuadro No 3 sugiere diversas hipótesis en cuanto a la relación entre el modelo institucional de desarrollo del sector sin fines de lucro y el voluntariado. Salamon y Sokolowski (2001; 2003) sostienen que a medida que el voluntariado aumenta, el rol de estado disminuye y que la mayoría de los tipos de régimen o modelos institucionales enfatizan la orientación al servicio, con la excepción de los regímenes social demócratas donde las organizaciones orientadas a la expresión de necesidades son más comunes.

CUADRO NO 3

HIPÓTESIS DE LAS RELACIONES ENTRE LOS MODELOS INSTITUCIONALES DEL SECTOR SIN FINES DE LUCRO Y LA ESCALA Y TIPO DE VOLUNTARIADO

Patrón Institucional

Tipo de Voluntariado Dominante

Voluntariado

Social-demócrata

Alto

Expresión

Liberal

Alto

Servicio

Corporativista

Moderado

Servicio

Estatista

Bajo

Servicio

Fuente: Salamon y Sokolowksi (2003, p. 81)

CUADRO NO 4

VOLUNTARIADO: PATRÓN INSTITUCIONAL, NIVEL, Y ORIENTACIÓN DOMINANTE POR PAÍS

Country

Patrón Institucional

Nivel (%)

Orientación Dominante (Valores)

Argentina

Corporativista

Moderado (2.5%)

Servicio (70)

Brasil

Estatista

Bajo* (0.3%)

Servicio(94)

Colombia

Estatista

Bajo (0.8%)

Servicio (77)

México

Estatista

Bajo (0.2%)

Ninguna ( Ambos 49)

Perú

Estatista

Bajo (0.5%)

Servicio (99)

*Bajo = <1.5%; Moderado =>1.5% and <3.5% Adaptado de Salamon y Sokolowski (2001)

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Esta teoría también describe el vínculo entre sociedad civil y voluntariado. Salamon y Sokolowski (2001; 2003) analizando datos provenientes de 24 países sugieren que tres fuerzas sociales han dado forma y desarrollo a las funciones del voluntariado: las relaciones de las clases sociales en el período de la industrialización, las políticas sociales gubernamentales y la religión organizada. Estos autores concluyen que el voluntariado puede ser entendido como un instrumento y un resultado de las políticas sociales que están finalmente conectadas con el patrón institucional de desarrollo o tipo de régimen de cada país. Formalización. La formalización de las organizaciones ha sido uno de los focos de la sociología organizacional por más de cinco décadas. La investigación empírica en esta área ha sido guiada por el concepto de burocracia de Weber (Blauner, 1964; Pugh, et al., 1963). Hall (1962, 2002) es uno de los primeros autores que analiza empíricamente la formalización, en sus estudios sobre la dimensión burocrática de las organizaciones, utilizando los conceptos de “sistema de reglas” y “sistema de procedimientos”. En general, los sociólogos organizacionales de la década del ‘60 entienden la formalización como un conjunto de reglas de la estructura organizativa (Blau & Scott, 1962; Walsh & Dewar, 1987). Hall (1968) juntos a otros investigadores enfatizan en la formalización las reglas, procedimientos, comunicaciones e instrucciones escritas. Uno de los primeros trabajos empíricos que analiza la formalización de las organizaciones de voluntariado fue desarrollado por Stuart Chapin y Tsouderos (1955; 1956) quienes analizan a través de métodos cuantitativos y cualitativos las organizaciones de voluntariado de St. Paul en Minnesota. Estos autores definen la formalización como el proceso a través del cual los grupos siguen patrones de procedimiento prescritos (Stuart Chapin & Tsouderos, 1955). Estos autores señalan que la formalización de las organizaciones de voluntariado involucra un desarrollo secuencial de etapas caracterizado por: a) el aumento de la complejidad de la estructura social, b) una progresiva prescripción y estandarización de las relaciones sociales, y c) por un incremento de la burocratización de la organización (Stuart Chapin & Tsouderos, 1956). En su primer estudio, Stuart Chapin y Tsouderos vinculan la formalización con las siguientes características de la estructura social de las organizaciones: a) criterio de membresía formal, b) funciones específicas para sus dirigentes, c) recambio de los 100

directores y comités, d) recambio en los procedimientos de administración, e) incremento de la infraestructura, f) elaboración de políticas de personal, g) número de personas que reciben salario, y h) signos de conflicto dentro del sistema. De acuerdo a estos autores, el resultado final de la formalización corresponde a tres roles de los miembros de la organización: liderazgo, representación y personal administrativo. Stuart Chapin y Tsouderos (1955) también identifican cinco etapas en el proceso de formalización: a) la etapa informal en la cual las organizaciones poseen características de los grupos primarios, tales como carencia de roles formales de autoridad y la autoridad basada en la personalidad del líder; b) la codificación de la estructura en la cual la persona y la posición son diferenciadas, emerge la jerarquía formal, se facilita la elección de las autoridades y surge la rotación de los roles formales; c) la diferenciación del ejecutivo en la cual surgen nuevas instancias tales como los comités y la dirección ejecutiva, se amplía la membresía y comienza el personal administrativo pagado; d) la multiplicación de las unidades de membresía en la cual varias unidades reproducen el proceso de formalización; y e) el control de la estructura en la cual se crean los comités especializados de control. Stuart Chapin y Tsouderos (1956) señalan dos conclusiones principales de sus estudios de formalización del voluntariado: a) es un proceso uniforme y b) es un proceso que coincide con el crecimiento de la membresía. Algunas observaciones específicas de sus estudios incluyen: a) las organizaciones se formalizan independientemente de los objetivos principales de las mismas; b) las organizaciones extensas tienen solo un control relativo sobre la formalización de las organizaciones subsidiarias; c) la edad de la organización no es un factor central para explicar la formalización; y d) la velocidad del proceso de formalización varía enormemente. Walsh y Dewar (1987) sostienen que el concepto de formalización ha sido estudiado principalmente desde una perspectiva empírica postergando su tratamiento teórico. Estos autores sugieren que la formalización puede ser entendida como un código, un canal y un estándar que promueve la eficiencia administrativa, sirve para el ejercicio del poder y las relaciones de autoridad en el contexto del desarrollo del ciclo de vida de la organización. La formalización, de acuerdo a estos autores, es un código en cuanto a que se dictan las reglas y los patrones de la conducta organizacional, un canal cuando conduce las relaciones humanas, y un estándar de la justicia


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distributiva cuando establece medidas para otorgar premios y castigos. Estos autores sostienen que estas tres funciones de la formalización contribuyen a la eficiencia y la influencia. Walsh y Dewar (1987) identifican dos resultados de los procesos de formalización: la efectividad y eficiencia y la ineficacia y declive. Estos autores sostienen que en las primeras etapas del ciclo de desarrollo de las organizaciones, la formalización contribuye a la eficiencia. Sin embargo, en las etapas posteriores contribuye a su ineficiencia y declive. Por tanto, de acuerdo a estos autores los resultados de la formalización varían de acuerdo a las distintas etapas del ciclo de vida de las organizaciones. La formalización ha sido asociada con diferentes características de las organizaciones, tales como tamaño (Mansfield, 1973), centralización, complejidad e innovación (Hall, 1968) y problemas de moral y enajenación, (Hage, 1965; Aiken & Hage, 1966). También ha estado fuertemente asociado con reglas y procedimientos formales que se pueden sintetizar en el concepto de burocracia (Hall, 1962; Stuart Chapin y Tsouderos, 1955; 1956). Los investigadores de este tema también han vinculado la formalización con resultados contradictorios (eficiencia y declive) de acuerdo al desarrollo del ciclo de vida de la organización, y a procesos interrelacionados como el de profesionalización (Vollmer & Mills, 1966). El concepto de formalización casi desapareció de la reflexión académica debido en parte a la amplia y poco precisa utilización del concepto institucionalización. El concepto de institucionalización incluye a una diversidad de realidades y procesos empíricos (Scott, 2007). Este estudio hace una opción por el concepto de formalización debido a su mayor precisión en cuanto a la realidad empírica que pretende capturar: tipos y características de los programas y la participación de los voluntarios.

Modelo conceptual e hipótesis de investigación El argumento central de la teoría de los orígenes sociales de la sociedad civil es que hay factores estructurales que aumentan o reducen el tamaño, composición y orientación del sector sin fines de lucro o sociedad civil. De este modo, las organizaciones y programas de voluntariado juvenil pueden crecer o disminuir de acuerdo a la influencia de macro-variables. En el modelo planteado, las variables a nivel macro consideradas son: el nivel de inequidad (Coeficiente de Gini), el nivel de pobreza y el ingreso nacional.

Para entender el voluntariado desde una perspectiva más comprehensiva es necesario situarlo en el contexto de instituciones y fuerzas sociales amplias. En este estudio el voluntariado es entendido en el contexto de la sociedad civil. De este modo, las concepciones de construcción de ciudadanía, profundización de la democracia y disminución de la pobreza están lógicamente asociadas al voluntariado. También el rol de la cultura y la religión son importantes para situar y comprender el voluntariado. Si bien existen factores individuales y psicológicos asociados al voluntariado (Wilson, 2000) en el cual los valores, creencias y motivaciones son importantes, este estudio se concentra en variables macro y estructurales a nivel de país, organización y programa. Al considerar las teorías y estudios previos, los vacíos en la investigación empírica en esta área son múltiples, sin embargo, al menos tres nuevos aspectos son abordados en este estudio: a) algunos aspectos de la teoría de los orígenes sociales de la sociedad civil serán sometidos a prueba considerando datos de algunos países de América del sur, b) este estudio incluye variables a nivel nacional para entender variaciones del voluntariado juvenil en el contexto de América del sur y c) el foco de estudio son los jóvenes, los cuales constituyen junto a los niños el segmento de la población mayoritario de la región. El modelo propuesto está fortalecido por la incorporación de variables que han sido parcialmente consideradas por la teoría de los orígenes sociales de la sociedad civil: el sector público y la economía. Las variables del sector público incluidas en el modelo son: el presupuesto nacional, la efectividad del gobierno y el nivel de gasto social. Además, el modelo integra tres aspectos cruciales asociados a los problemas centrales de la región: el nivel de pobreza, el nivel de inequidad (Coeficiente de Gini) y el ingreso nacional. El modelo analítico está representado en la Figura No 2, en la cual se observan tres niveles: programa, organización y país (nacional). Las variables dependientes de este modelo son la orientación al servicio y el nivel de formalización. A partir de este esquema, se postulan los siguientes planteamientos teóricos: a) los tres niveles analíticos son importantes para explicar variaciones en las variables dependientes; b) en nivel nacional, las características de la economía y el sector público influencian las variables dependientes; c) las variables organizacionales orientación religiosa, orientación educacional y nivel de operación influencian las variables dependientes; d) Las variables a nivel de 101


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programa liderazgo juvenil, compromiso de tiempo y programa incluyente influencian el nivel de formalización y la orientación al servicio. Considerando el número de variables, los niveles incluidos en el modelo y el carácter exploratorio de esta indagación, las relaciones e hipótesis posibles de plantear son múltiples, sin embargo se especifican sólo algunas. a. Se espera que el ingreso nacional tenga un efecto positivo en la formalización de los programas de voluntariado y negativo con respecto a la orientación al servicio. Mientras mayor ingreso tenga un país, mayores serán los recursos disponibles para las organizaciones de voluntariado, por tanto, se observarán mayores niveles de formalización del voluntariado. Además, las organizaciones y programas de voluntariado estarán más proclives a orientar sus acciones en torno a la satisfacción de las necesidades de expresión, no así a las de servicio. b. El nivel de pobreza e inequidad tendrán una influencia negativa en cuanto al nivel de formalización de las organizaciones y programas de voluntariado, por tanto éstos serán menos formales, y positiva en cuanto a la orientación a las actividades de servicio. c. Se espera que la efectividad del gobierno tenga un efecto negativo en el nivel de formalización de los programas de voluntariado. Esta relación está basada en la idea de que las organizaciones de la sociedad civil complementan la acción del estado (“cubren la brecha”) o estarían desarrollando actividades en las áreas que el estado, por ausencia de recursos u otras razonas, ha descuidado. d. En el nivel organizacional, se espera que la orientación religiosa, la orientación educacional y el nivel de operación influyan positivamente en el nivel de formalización de los programas. Una explicación parcial de esta relación estaría dada por la influencia que tienen las altamente estructuradas y jerarquizadas organizaciones religiosas y educacionales en sus programas. Respecto al nivel de operación, se espera que las organizaciones y programas que desarrollan sus actividades en distintos niveles (local, regional, nacional) tendrán un mayor nivel de formalización. e. En el nivel de programa, se espera que el liderazgo juvenil y el compromiso de tiempo tengan una relación positiva con el nivel de formalización. La mayor participación y nivel de involucramiento de los jóvenes redundará en un mayor nivel de formalización de los programas. Los programas 102

incluyentes estarían negativamente asociados con la formalización del voluntariado debido a que los programas con menores requisitos de elegibilidad (más inclusivos) son menos formales que los programas con mayor número de requisitos para que los jóvenes participen en ellos (más excluyentes). Las hipótesis a nivel de organización y programa están parcialmente basadas en dos estudios de casos realizados por el autor en dos organizaciones de voluntariado: “Un techo para Chile” y “Opción Colombia” (Olate, et al., 2006). Las posibilidades de identificar y profundizar en todas las potenciales relaciones del modelo planteado quedan como una tarea pendiente. Este estudio busca responder específicamente a la pregunta: ¿Cuáles son las variables que influyen en la orientación y formalización de los programas de voluntariado juvenil en el nivel nacional, de organización y de programa? Las hipótesis del estudio están planteadas por nivel: A nivel nacional: 1. La efectividad del gobierno está negativamente asociada con el nivel de formalización. A nivel organizacional: 2. El nivel de operación está positivamente asociado con el nivel de formalización. A nivel de programa: 3. El liderazgo juvenil está positivamente asociado con el nivel de formalización. 4. El compromiso de tiempo está positivamente asociado con el nivel de formalización. 5. Los programas incluyentes están positivamente asociados con el nivel de formalización.


EL VOLUNTARIADO JUVENIL EN AMÉRICA DEL SUR: UN ANÁLISIS DE SU ORIENTACIÓN Y FORMALIZACIÓN UTILIZANDO LA TEORÍA DE LOS ORÍGENES SOCIALES DE LA SOCIEDAD CIVIL

FIGURA NO 2

MODELO CONCEPTUAL: FACTORES QUE INFLUENCIAN LA ORIENTACIÓN Y FORMALIZACIÓN DEL VOLUNTARIADO

NIVEL NACIONAL ECONOMÍA Ingreso nacional PROGRAMA DE SERVICIO VOLUNTARIO JUVENIL

Nivel de pobreza Nivel de inequidad

Orientación al servicio Nivel de formalización SECTOR PÚBLICO Presupuesto nacional Actividad del gobierno Nivel de gasto social

NIVEL ORGANIZACIONAL

NIVEL DE PROGRAMA

Orientación religiosa

Liderazgo juvenil

Orientación educacional

Compromiso de tiempo

Nivel de operación

Programas incluyentes

Metodología y muestra. Este estudio utiliza la base de datos del estudio desarrollado por el Centro para el Desarrollo Social de Washington University titulado “Servicio Voluntario Juvenil en América Latina y el Caribe: Un estudio regional (2006-2007)”. El universo del estudio del Centro para el Desarrollo Social de Washington University estaba constituido por los 26 países miembros del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Debido a diversas restricciones, se utilizó un método cuasi-probabilístico y de múltiples etapas para la construcción de la muestra. La región de América Latina y el Caribe fue estratificada siguiendo dos criterios: geográfico y población de los países. De este modo, se establecieron las subregiones de el Caribe (Guyana Jamaica

y República Dominicana), América Central y México (Guatemala, Nicaragua, México y Panamá), y América del Sur (Ver Cuadro No5). En América del Sur se seleccionó a Brasil por ser el país con mayor población, aproximadamente 195 millones de personas (CEPAL, 2007). Utilizando la técnica de muestro probabilístico proporcional al tamaño, cuatro países adicionales fueron seleccionados en la subregión de América del Sur. Por tanto, la base de datos incluye 304 programas pertenecientes a 223 organizaciones en 5 países. El porcentaje de retorno de las encuestas para América del sur corresponde al 71.93% (223/310). Para América Latina, la base de datos incluye 533 programas pertenecientes a 374 organizaciones en12 países. 103


RENÉ OLATE

CUADRO NO 5

MUESTRA: ORGANIZACIONES Y PROGRAMAS

Número de Organizaciones Identificadas

Número de Organizaciones Encuestadas

Número de Programas Encuestados

Porcentaje de Retorno de Encuestas

63

32

55

50.79%

Brasil - Sao Paulo

101

65

104

64.36%

Colombia - Bogotá

24

21

26

87.50%

101

94

105

93.07%

21

11

14

52.38%

América del Sur

310

223

304

71.93%

América Latina y el Caribe

516

374

533

72.48%

Argentina - Bs. Aires

Perú - Lima Venezuela - Caracas

El método de censo fue utilizado para seleccionar los programas de voluntariado juvenil en la ciudad con mayor población de cada país. La unidad de análisis de esta investigación son los programas de voluntariado definidos como un sistema coordinado formal de actividades con distintos objetivos (McBride, Olate, & Johnson, 2008). Para que los programas de voluntariado fuesen incluidos en la muestra debían cumplir con los siguientes requisitos: a) apoyado por una organización, b) tener un nombre, c) tener un presupuesto, d) tener un rol definido para los voluntarios, y e) que la mayoría de sus voluntarios fuesen jóvenes entre 15 y 29 años. Cuestionario. El cuestionario fue desarrollado por el equipo de investigación del proyecto Servicio Voluntario Juvenil que incluye a la Fundación SES de Argentina, el Programa de Alcance Juvenil del BID (BID Juventud) y el Centro para Desarrollo Social (CDS) de Washington University. El cuestionario contiene preguntas en dos niveles (organización y programa) y fue respondido por los responsables de programas entre septiembre de 2006 y junio de 2007. El cuestionario estuvo disponible en tres idiomas: ingles, español y portugués, e incluyó 48 preguntas relativas al programa (actividades y objetivos, rol del voluntario, características del personal administrativo y de los voluntarios, identidad y administración) y 17 preguntas relativas a la organización (identificación, historia, tipo, nivel de operación, personal administrativo y voluntarios, y financiamiento) donde el programa se desarrolla. El cuestionario fue desarrollado primero en inglés, luego de la primera prueba fue traducido al español y después de la segunda prueba fue traducido al portugués. Se implementaron cuatro pruebas del 104

cuestionario, entre noviembre del 2005 y agosto del 2006, para verificar los procedimientos de recolección de datos y el cuestionario. Estas pruebas evaluaban tres dimensiones: las preguntas específicas (variación, significado, nivel de dificultad e interés de los consultados), el cuestionario como un todo (secuencia de las secciones y orden de las preguntas) (Converse & Presser, 1986), y procedimientos para recolectar los cuestionarios (comunicación entre los investigadores de campo y Fundación SES, BID Juventud y el equipo del CDS). Diferentes versiones del cuestionario fueron probadas entre una y tres veces en 22 organizaciones de voluntariado juvenil de la región. Las organizaciones en las cuales fue probado el cuestionario están localizadas en países o ciudades que no fueron parte de la muestra. Además, varios expertos, académicos, y administradores de programas de voluntariado juvenil fueron consultados acerca del contenido y el formato del cuestionario y los procedimientos de recolección de datos. Las encuestas fueron enviadas como documentos adjuntos por correo electrónico en formato de formulario del programa Microsoft Word a cada administrador o líder de la organización junto a una carta de invitación. Variables. Las Variables dependientes. La primera variable dependiente, orientación al servicio, fue construida a partir de una adaptación de la Clasificación Internacional de las Organizaciones sin fines de lucro (ICNPO). Las organizaciones participantes en el estudio fueron inicialmente clasificadas en 14 categorías, para luego ser reagrupadas en dos categorías: orientación al servicio y orientación a la expresión. La segunda variable dependiente, nivel de forma-


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lización, fue construida a partir de la aplicación de dos técnicas estadísticas: coeficiente Alfa de Cronbach y análisis de factores principales. El coeficiente alfa fue utilizado para determinar el grado de correlación entre las 36 variables iníciales del índice, y posteriormente se utilizó el análisis de factores principales El objetivo de utilizar ambas técnicas fue la búsqueda de unidimensionalidad y consistencia interna. Las variables que incluye el índice de formalización son: 1) Apoyo: Talleres de reflexión; 2) Compensación: Ropas; 3) Reconocimiento: vestimentas y/o libros y mochilas; 4) Reconocimiento: participación en conferencias; 5) Identidad: Gorros; 6) Identidad: Artículos de escritorio; 7) Identidad: Bolsos. El Índice de Formalización tiene siete ítems y un α =.7077, lo cual indica una medida aceptable de la formalización de los programas de voluntariado (Ver Cuadro No 6). Se puede observar que tres de las siete variables corresponden a la dimensión aspectos de la identidad del programa, dos corresponden a la dimensión de reconocimiento, una variable a la dimensión de apoyo al rol del voluntario, y una variable a la dimensión de compensación. De las siete variables del índice, cinco están vinculadas a aspectos de marketing social: gorras, artículos de escritorio, bolsos, ropas, libros y mochilas. Por tanto, este índice sugiere que los programas de voluntariado juvenil tienen una formalización empírica asociada a estrategias de marketing social. CUADRO NO 6

ÍNDICE DE FORMALIZACIÓN POR PAÍS Y SUBREGIÓN

País

Índice de Formalización

Brasil

2.538

Colombia

1.962

Perú

1.886

Argentina

1.673

Venezuela

1.357

América del Sur

2.053

América Latina y el Caribe

1.893

Variables independientes en el nivel de programa y organización. Las variables en el nivel de organización incluyen: orientación religiosa (Si/No), orientación educacional (Si/No) y nivel de operación (rango de 1 a 6). En el nivel de programa

las variables incluyen: liderazgo juvenil (rango de 1 a 6), compromiso de tiempo (rango de 1 a 4), y programas incluyentes (rango de 1 a 12). Las variables del nivel de programa y organización fueron obtenidas de la base de datos del estudio del Centro para el Desarrollo Social de Washington University. Variables independientes en el nivel nacional. Las variables en el nivel nacional fueron organizadas en dos categorías: sector público y economía. Se utilizaron tres variables proxi para la medición del sector público: ingreso nacional, efectividad del gobierno y nivel del gasto social. La economía nacional fue medida utilizando tres variables: ingreso nacional, el nivel de pobreza, y el nivel de equidad (coeficiente Gini). Las fuentes de los datos del nivel nacional corresponden al Banco Mundial (World Bank, 2007) y la Comisión Económica para América Latina (ECLAC, 2007). Análisis de datos. El análisis de los datos involucró un plan de cuatro etapas: a) preparación y limpieza de los datos; b) test de asociación entre variables; c) desarrollo del path análisis; y d) análisis de las hipótesis y preguntas de investigación. En la primera etapa se examinaron distribuciones de frecuencia y datos perdidos. Los datos perdidos de las variables en el nivel organizacional y de programa oscilaron entre menos de un 1% y 4.6 %. Previo a los procedimientos de regresión se realizaron diagnósticos para comprobar que las premisas de la regresión fuesen cumplidas y detectar problemas de multicolinealidad. La segunda etapa buscaba diagnosticar las correlaciones existentes entre la segunda variable dependiente, orientación al servicio, y las variables independientes, para ello se utilizó el t-test. Todas estas técnicas estadísticas fueron ejecutadas utilizando el paquete computacional Stata 10.0. En la tercera parte se realizó el trabajo de preparación y desarrollo del path análisis. Se utilizó inicialmente el análisis multivariable de varianza (MANOVA), Posteriormente se ejecutó el path análisis para lo cual se utilizó el programa estadístico AMOS 16. Para el desarrollo del path análisis se siguieron dos pasos: calce inicial del modelo y depuración del modelo. Para el calce inicial del modelo se utilizó MANOVA, descartando aquellas variables que no estuvieran significativamente asociadas con la variable dependiente. La depuración del modelo consistió en la eliminación de aquellos parámetros no significativos del path análisis (Schumaker & Lomax, 2004). Finalmente, se procedió a responder las preguntas de investigación y a analizar las hipótesis. 105


RENÉ OLATE

Resultados

dos para el nivel nacional (Ver Cuadro No 7). Se encontraron cuatro variables asociadas de manera estadísticamente significativa con la variable dependiente: Liderazgo Juvenil y Programas Incluyentes en el nivel de programa, y Nivel de Pobreza y Efectividad del Gobierno en el nivel nacional. No se encontraron relaciones significativas a nivel de organizacional. En la Figura 3 se observan en el path análisis las variables significativamente asociadas al índice de formalización para la muestra de programas de América Latina y el Caribe (n=533). El RMSEA (root mean square error of approximation), para este modelo es 0, con un 90% de intervalo de confianza que va de un 0 a un .064, lo cual sugiere un buen calce del modelo a los datos. Este enunciado está apoyado por un Chi-cuadrado X2 (p=.543) estadísticamente no significativo de 2.145 con 3 grados de libertad, lo cual indica que el modelo es aceptable. Los resultados indican que este modelo explica el 13% de la varianza del índice de formalización.

Asociaciones con la primera variable dependiente: Orientación al Servicio. Los resultados del análisis de 12 t-tests independientes que buscaban establecer la correlación entre las variables independientes y la Orientación al Servicio no encontraron ninguna diferencia estadísticamente significativa entre las variables. Debido al alto número de t-test ejecutados, es muy posible que este importante hallazgo corresponda a un error Tipo I. Como resultado de estos análisis, la variable orientación al servicio es removida del modelo, por tanto, el Índice de Formalización queda como única variable dependiente en el modelo. Asociaciones con el Índice de Formalización. Las variables encontradas con una asociación estadísticamente significativas a un valor de p=.05 con el análisis multivariable de varianza (MANOVA), fueron incluidas en el path análisis. Las MANOVAs fueron ejecutadas en cuatro regresiones, una para los niveles de programa y organización y

CUADRO NO 7

MANOVAS POR NIVEL

Wilks’ Lambda

eta2

df

F

Prob>F

.8890 .9236 .9993 .9625

.1110 .0764 .0007 .0375

3 1 1 1

21.35 42.45 .33 19.97

.0000* .0000* .5631 .0000*

.9984 .9996 .9998 .9989

.0016 .0004 .0002 .0011

3 1 1 1

.28 .22 .08 .58

.8373 .6359 .7733 .4448

Índice de Formalización Presupuesto Nacional Efectividad del Gobierno Gasto Social

.9610 .9922 .9800 .9919

.0390 .0078 .0200 .0081

3 1 1 1

6.16 3.57 9.33 3.72

.0004* .0594 .0024* .0544

Índice de Formalización Ingreso Nacional Nivel de Pobreza Nivel de Inequidad

.9555 .9946 .9682 .9954

.0445 .0054 .0318 .0046

3 1 1 1

8.21 2.89 17.38 2.44

.0000* .0895 .0000* .1186

Nivel de Programa: Índice de Formalización Liderazgo Juvenil Compromiso de Tiempo Programas Incluyentes Nivel de Organización: Índice de Formalización Orientación Religiosa Orientación Educacional Nivel de Operación Nivel Nacional:

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FIGURA NO 3

FACTORES QUE INFLUENCIAN LA FORMALIZACIÓN DEL VOLUNTARIADO EN AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE

En la Figura No 4 se observan en el path análisis algunas variables significativamente asociadas al índice de formalización para la muestra de programas de América del Sur (n=310). El RMSEA (root mean square error of approximation), para este modelo es .068, con un 90% de intervalo de confianza que va

de un 0 a un .134, lo cual sugiere que el modelo no se ajusta a los datos. Este enunciado es confirmado por Chi-cuadrado X2 (p=.064) estadísticamente significativo de 7.257 con 3 grados de libertad, lo cual indica que el modelo no es aceptable (Ver Cuadro No 8).

FIGURA NO 4

FACTORES QUE INFLUENCIAN LA FORMALIZACIÓN DEL VOLUNTARIADO EN AMÉRICA DEL SUR

CUADRO NO 8

COMPARACIÓN DE LOS CRITERIOS DE AJUSTE DE LOS MODELOS DE ANÁLISIS DE SENDEROS

América Latina N X2 Df P r2 RMSEA LO 90 HI 90

533 2.145 3 .543 .129 .000 .000 .064

América del Sur 304 7.257 3 .064 .08 .068 .000 .134 107


RENÉ OLATE

El modelo No 3 que utiliza los datos de América Latina y el Caribe, es un modelo resuelto y estandarizado que tiene siete parámetros (seis senderos-paths- y la correlación entre las variables a nivel nacional). A continuación se describen las relaciones entre las variables, comenzando por las variables en el nivel nacional (de izquierda a derecha). La percepción de la Efectividad del Gobierno tiene un efecto moderado y negativo (.-10, p=.019) en que los Programas sean Incluyentes y un moderado efecto negativo (.11, p=.010) en el Liderazgo Juvenil. El Nivel de Pobreza tiene un moderado efecto positivo (.13, p=.003) en el Liderazgo Juvenil y también un moderado efecto positivo (.15, p<.001) en el Índice de Formalización. El Liderazgo Juvenil tiene a su vez un fuerte efecto positivo (.26, p<.001) en el Índice de Formalización. Los Programas Incluyentes tienen un moderado efecto positivo (.18, p<.001) en el Índice de Formalización. El modelo No 4 que utiliza los datos de América del Sur, es un modelo no resuelto y no estandarizado que tiene sólo 2 asociaciones estadísticamente significativas: el Liderazgo Juvenil tiene un moderado efecto positivo (.19, p<.001) en el Índice de Formalización y los Programas Incluyentes tienen un moderado efecto positivo (.20, p<.001) en el Índice de Formalización. En conclusión, sólo el modelo que utiliza los datos para América Latina y el Caribe es aceptado como una buena explicación de las relaciones entre el índice de formalización y las variables en el nivel de programa (liderazgo juvenil y programas incluyentes) y en el nivel nacional (nivel de pobreza y efectividad del gobierno). El modelo que utiliza los datos de América del Sur identifica relaciones significativas con el Índice de Formalización sólo en el nivel de programa: Liderazgo Juvenil y Programas Incluyentes. De las cinco hipótesis planteadas, las hipótesis 1, 2 y 4 son rechazadas. Respecto a la hipótesis uno, la Efectividad del Gobierno tiene una relación indirecta con el Índice de Formalización que pasa a través de la relación estadísticamente significativa y negativa de Programas Incluyentes, para los datos de América Latina y el Caribe. Las hipótesis 3 y 5, postuladas en el nivel de programa, encontraron evidencia positiva: a mayor liderazgo juvenil mayores niveles de formalización y los programas más incluyentes son más formales. Por tanto, son aceptadas las hipótesis 3 y 5 tanto para el modelo de América Latina y el Caribe como para el modelo de América del Sur. Respecto al resto de las hipótesis: Hipótesis 2: no se encontró evidencia de relaciones estadísticamente 108

significativas en las variables del nivel organizacional, el Nivel de Operación de la organización no esta relacionado con el Índice de Formalización. Hipótesis 4: no existe una relación estadísticamente significativa entre el Compromiso de Tiempo de los jóvenes para realizar sus actividades voluntarias y el Índice de Formalización.

Conclusión Este estudio constituye un aporte a la investigación empírica respecto a la orientación y formalización del voluntariado en América del sur utilizando un modelo conceptual de tres niveles basado en la teoría de los orígenes sociales de la sociedad civil. El modelo analítico fue desarrollado para entender empíricamente los factores asociados a la orientación y formalización de los programas de voluntariado juvenil. Estos factores son: la efectividad del gobierno y el nivel de pobreza, en el nivel nacional, y el liderazgo juvenil y los programas incluyentes, en el nivel de programa. Estas relaciones encontraron evidencia utilizando los datos para América Latina y el Caribe. Para los datos de América del Sur, sólo el liderazgo juvenil y los programas incluyentes están asociados al nivel de formalización. La intuición básica de la teoría de los orígenes sociales de la sociedad civil pudo ser comprobada en este análisis empírico, existen variables a nivel nacional (efectividad del gobierno y nivel de pobreza) que pueden explicar algunas características del voluntariado (formalización). Sin embargo, el segundo aspecto de esta teoría que fue analizado, la orientación del voluntariado, vinculado a los patrones institucionales de desarrollo del tercer sector no encontró sustento en esta base de datos de programas y organizaciones de voluntariado juvenil. Los resultados de esta investigación deben ser considerados con precaución debido a las limitaciones metodológicas, de recolección de datos, teóricas y de diseño del estudio. Estas limitaciones incluyen: la utilización de varios idiomas en los cuestionarios; la utilización de diferentes técnicas para la recolección de datos (email, teléfono y entrevista); la imposibilidad de que los investigadores de campo accedieran a todas las organizaciones de voluntariado de cada ciudad; el carácter exploratorio de la investigación; las dificultades para acceder a datos confiables en el nivel nacional que permitan la utilización de un diseño multi-niveles; y las obvias limitaciones para establecer causalidad por tratarse de datos transversales. La asociación entre la formalización de los programas de voluntariado juvenil y el impacto que


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estos programas tienen en las comunidades y en los mismos voluntarios se considera un elemento fundamental. Este estudio intenta destacar, a través del desarrollo de una medición estadística y empírica, la importancia de la formalización y orientación de estos programas. Una hipótesis para futuros estudios queda planteada: los programas de voluntariado juvenil con mayores niveles de formalización tienen a través de sus actividades mayores niveles de impacto social, económico y político. Finalmente, considerando el alto porcentaje de jóvenes en la región y el potencial crecimiento de los programas de voluntariado juvenil, es necesario realizar más estudios específicos, especialmente investigaciones y propuestas de programas que incorporen a los jóvenes marginados no sólo como beneficiarios sino como actores del voluntariado.

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ISSN 0716-9736 / Revista Trabajo Social / No 76 / Julio / 2009 / P. 111-117

Profesionalidad del Trabajo Social Chileno Chilean Social Work professionalization PATRICIA CASTAÑEDA / ANA MARÍA SALAMÉ Patricia Castañeda Meneses es Trabajadora Social, Doctora en Ciencias de la Educación y actualmente es Académica e Investigadora de la Escuela de Trabajo Social, de la Universidad de Valparaíso. Dirección postal Avenida Colón 2128, Valparaíso, Chile; email Patricia.Castaneda@uv.cl. Ana María Salamé Coulon es Trabajadora Social, Doctora en Ciencias de la Educación, y actualmente es Académica e Investigadora del Departamento de Trabajo Social de la Universidad de La Frontera. Dirección postal Campus Integrado Andrés Bello Francisco Salazar 01145, Temuco - Chile; email: asalame@ufro.cl

Resumen Este artículo propone un modelo para la comprensión de la profesionalidad del Trabajo Social chileno a partir de la revisión de los cambios que actualmente impactan las profesiones y su ejercicio profesional. Dicho modelo identifica cuatro ejes ordenadores constitutivos de la profesionalidad, los cuales interrelacionados entre sí, permiten identificar ámbitos de desempeño propios de la acción profesional del Trabajo Social en Chile. Palabras claves. Profesionalización, modelo, dimensiones de profesionalismo, Trabajo Social. Abstract This article proposes a model for the understanding of the professionalism of social work through the review of the changes that are currently impacting the social work profession and its professional practice. This model identifies four key dimensions that constitute the professionalization and that interrelated among them allowed the emergency of distinctive areas of performance of professional social work in Chile. Key words. Professionalization, model, dimensions of professionalism, social work.

Presentación El presente artículo propone un modelo para la comprensión de la profesionalidad del Trabajo Social chileno a partir de la revisión de los cambios que actualmente impactan las profesiones y su ejercicio profesional. Dicho modelo identifica cuatro ejes ordenadores constitutivos de la profesionalidad y propone las interrelaciones entre ellos, desde donde emergen cuatro ámbitos de desempeño distintivos de la acción profesional del Trabajo Social en Chile y que corresponden a: intervención directa; gestión y gerencia social; docencia, investigación y formación continua y político decisional. Se proponen a continuación las definiciones y conceptualizaciones de cada uno de los ámbitos identificados, con el propósito de caracterizar las nuevas y emergentes configuraciones de la actual profesionalidad del Trabajo Social.

Profesión, profesionalización, profesionalidad y competencias Según Navarro, R. (2004) se puede definir profesión como una actividad humana que exige un conjunto de conocimientos especializados, que

cuenta con principios básicos y técnicas comunes, que tiene competencias en su ejercicio y que ofrece un servicio a la colectividad. Estos componentes han sido utilizados como estándares de referencia para configurar muchos de los campos ocupacionales. Para Randall y Kindiak (2008) el elemento fundamental de una profesión es el trabajo basado en el dominio de un complejo conjunto de conocimientos y habilidades. Asimismo, es una vocación respecto del conocimiento de algún área de la ciencia, del aprendizaje o de la práctica de un arte, que se utiliza al servicio de los demás. Sus miembros se rigen por códigos de ética y poseen un compromiso de profesar un conjunto de competencias, integridad moral, altruismo y promoción del bien público dentro de su dominio. Estos compromisos forman la base de un contrato social entre la profesión y la sociedad, que en su retorno a la profesión, concede un monopolio de control sobre el uso de su base de conocimientos, el derecho a una autonomía considerable en la práctica y el privilegio de la autorregulación. El diccionario RAE señala que la profesionalización 111


PATRICIA CASTAÑEDA / ANA MARÍA SALAMÉ

refiere al proceso de “conversión de un aficionado o de una actividad en profesional”. Navarro R. (2004) define la profesionalización como un proceso evolutivo que permite el acceso al desarrollo de un campo ocupacional y a la adquisición de un estatus o nivel de calificación profesional que capacita para el desempeño de una ocupación o de un puesto de trabajo. Cada vez, con mayor frecuencia la profesionalización está asociada a procesos abiertos de formación no reglada, en el sentido de que se puede hablar de profesionalización asociada a formación continua, a formación ocupacional, reciclaje, etc. Para Le Boterf (2001:129-153) la profesionalización se comprende como un “cuerpo coherente y estructurado de recursos personales y competencias...”, cuya finalidad es “...saber gestionar una situación profesional compleja...” en que su adquisición y desarrollo ocurre a través de “... la experiencia acumulada en situaciones profesionales y de la formación.” Luego, el mismo autor, avanza en la relación entre profesionalidad y profesionalización, señalando los siguientes principios rectores: • No se profesionaliza a las personas: sólo ellas pueden profesionalizarse si tienen la voluntad para ello (....) La profesionalidad es el resultado de una inversión personal. • La profesionalización está orientada hacia la construcción de una profesionalidad para quienes se comprometen con ella. • La profesionalidad se construye a través de trayectorias de profesionalización que pueden gestionarse, administrarse y dirigirse como trayectorias de navegación. • La profesionalización incluye la formación, pero no se reduce sólo a ella. • La profesionalización supone la instalación de medios para desarrollar la reflexión y la distanciación crítica de los profesionales respecto a sus prácticas, sus competencias y sus recursos, sus representaciones y su forma de actuar y aprender. Por otra parte, las competencias son comprendidas como el resultado de una combinación pertinente de recursos. Señala Le Boterf (2001:92-94): “Frente a los azares y a los acontecimientos, frente a la complejidad de las situaciones, se pide al profesional que no sólo sepa ejecutar en función de lo prescrito, sino que

1

Cursivas y comillas en el libro.

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sepa ir más allá1 de lo prescrito. Así, lo que caracteriza al profesional es, ante todo, el saber innovar y no el conocimiento rutinario. En las situaciones inéditas, él sabe “que es lo que hay que hacer”, es decir pone en práctica conductas y actos pertinentes.” Así, las competencias son saberes combinatorios, a la vez que aprendizajes construidos y son definidas como un saber actuar validado en un contexto particular con vistas a una finalidad. Este concepto se articula en los siguientes rasgos centrales: • “Saber actuar: la competencia se expresa con una acción o un encadenamiento de acciones. Es del orden de un saber actuar y no sólo del conocimiento que se limita a un gesto profesional. Una operación o una acción, puede incluir varios saber hacer. • Saber actuar validado: la competencia sólo existe si ésta ha sido probada ante otros. Si una persona se declara competente, debe correr el riesgo de tener que probarlo y demostrarlo. • En un contexto particular: la competencia siempre es contextualizada. Se trata de un saber actuar en un campo de exigencias, restricciones y recursos (técnicos, humanos, financieros, logísticos, temporales...) determinados. • Con vistas a una finalidad: la competencia en acción está enfocada a un fin. La acción, en la que se ha involucrado, tiene sentido para el sujeto que la pone en práctica. La competencia está guiada por una intencionalidad.” (Le Boterf, 2001:92)

EJES ORDENADORES DE LA PROFESIONALIDAD DEL TRABAJO SOCIAL

Sujetos

Valores, ideas, ideologías

Trabajo Social

Información, conocimiento. datos

Redes, recursos, tecnologías


PROFESIONALIDAD DEL TRABAJO SOCIAL CHILENO

Profesionalidad del Trabajo Social chileno A partir de los resultados obtenidos por los procesos de investigación y sistematización realizados por las autoras en el tema2, puede establecerse que la profesionalidad del Trabajo Social se configura a partir de núcleos centrales de identidad asociados al tratamiento especializado de problemas y necesidades sociales, junto con una valoración social y legitimidad profesional que respaldan su empleabilidad. Dicha profesionalidad se confronta en la actualidad con los requerimientos de nuevas competencias demandadas desde un escenario profesional impactado por transformaciones tecnológicas, económicas y sociales que se encuentran en pleno desarrollo. Lo anterior se traduce en nuevas demandas del mercado laboral, donde los procesos de inserción del colectivo profesional implican requerimientos que superan las competencias técnicas y metodológicas, que aunque han sido centrales en las formas de desempeño tradicionales de la profesión, comienzan a ser desplazadas por las competencias participativas y personales, demandadas con premura, para el enfrentamiento de un mundo en cambio permanente, en donde la incertidumbre y la flexibilidad laboral se transforman en condiciones de desempeño permanentes. El siguiente esquema (adaptado de Vargas, 2001) representa las trayectorias profesionales –ayer– como eran concebidas hasta inicios de los años ochenta. También representa los cambios observados en las trayectorias que siguen las carreras profesionales en la actualidad –hoy–, a la vez que sugiere las principales condiciones requeridas para organización de la carrera profesional en el futuro, mañana.

CARRERAS PROFESIONALES LA ERA DE LA GLOBALIZACIÓN

Las trayectorias precedentes se encuentran presentes en los procesos de inserción que realiza la profesión en diversos contextos laborales. Las inserciones laborales de Trabajo Social comienzan a responder en forma creciente a nuevas demandas tecnológicas, orientadas a entregar respuestas de calidad a problemáticas y necesidades sociales diversas y cambiantes; con estructuras de funcionamiento flexibles y dinámicas y con una mayor tendencia a trabajar en torno a proyectos y productos propias de las trayectorias profesionales definidas desde las columnas de hoy y mañana, más que por actividades estandarizadas predefinidas, propias de la columna ayer. Si bien pueden reconocerse actualmente repertorios de competencias genéricas, comunes a diversas profesiones, como trabajo en equipo, liderazgo técnico o resolución de conflictos, estos repertorios comunes se particularizan para Trabajo Social, en la medida que se cultivan en contextos de conocimiento, organizacionales y de experticia propios de la profesión. Asimismo, levantan la necesidad de un diálogo permanente entre las apreciaciones de instancias empleadoras, profesionales y equipos docentes, en búsqueda de los consensos básicos que aseguren avances consistentes y pertinentes, que permitan incluir explícitamente las competencias genéricas en los procesos formativos. Por su parte las competencias especializadas validan la formación de profesionales competentes en Trabajo Social, en áreas disciplinarias y de intervención social distintivas, estableciendo la particularidad y la diferenciación profesional dentro del espectro disciplinario del ámbito social. Comienza a configurarse, entonces, una profesionalidad de Trabajo Social que reconoce la existencia de los siguientes factores claves en su definición: • Creciente complejidad en los problemas y necesidades sociales emergentes, para los que no siempre el Trabajo Social cuenta oportunamente con respuestas propias. A ello, se agrega la velocidad de las transformaciones, que acentúan los sentimientos de incertidumbre y rezago profesional, respecto a un escenario de cambios. • Desdibujamiento de las fronteras profesionales y la pérdida de exclusividad de las competencias profesionales, que hasta ahora, habían sido consideradas propias y especializadas. Sin embargo, esta misma situación abre nuevas posibilidades de intercambio y relación profesional con pares y la oportunidad de construir nuevas competencias para Trabajo Social.

2

Ver detalle en Bibliografía del presente artículo.

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PATRICIA CASTAÑEDA / ANA MARÍA SALAMÉ

• La constitución de un núcleo de identidad conformado por los aportes derivados de la historia y las tradiciones profesionales son un valioso referente profesional. No obstante, debe reconocerse la importancia de la apertura a nuevas formas y sentidos que emergen de las prácticas sociales, a fin de evitar una autoreferencia que conduzca a una fácil complacencia, evitando la necesaria revisión crítica del quehacer profesional.

Propuesta de matriz de análisis para la profesionalidad del Trabajo Social chileno Considerando la definición de competencias planteada por Le Boterf (2001), se propone el siguiente esquema de equivalencias para el análisis de la profesionalidad del Trabajo Social chileno. Saber actuar validado: la competencia sólo existe si se han realizado pruebas delante de otros. Si una persona se declara competente, debe correr el riesgo de tener que probarlo y demostrarlo. El saber actuar validado del Trabajo Social se relaciona con su acervo histórico en el campo de la intervención directa con sujetos de atención. El primer eje, en consecuencia está constituido por los sujetos, los que son definidos como “individuos que tienen conciencia de sí mismos, una conciencia que los lleva a tener voluntad de definir sobre su yo y su circunstancia, asegurando, por medio de sus actos, la protección y extensión de su libertad. (...) este actor social tiene la vocación de influir sobre su destino, de transformar la vida social en la cual está inserto. (Pinto, J. y otros, 1999: 93). En un escenario particular, la competencia siempre es contextualizada. Se trata de un saber actuar en un campo de exigencias, restricciones y recursos (técnicos, humanos, financieros, logísticos, temporales) determinados. Los contextos se visibilizan específicamente en los entornos institucionales de desempeño profesional de Trabajo Social en un marco definido (información, conocimiento, datos) y por el entorno social en un marco amplio (recursos, redes, tecnologías). Con vistas a una finalidad, la competencia en acción está enfocada a un fin. La acción, en la que se ha involucrado, tiene sentido para el sujeto que la pone en práctica. La competencia está guiada por una intencionalidad.” (Le Boterf, 2001). En la profesión de Trabajo Social las finalidades y/o sentidos de la acción profesional están constituidas por un sustrato centralmente ético-valórico, político o ideológico (ideas-valores-ideologías). 114

Como consecuencia, el esquema de equivalencias resultante para el análisis de la profesionalidad del Trabajo Social chileno, se ilustra a continuación. CONSTRUCCIÓN DE EQUIVALENCIAS

Saber actuar

Sujetos Información, conocimiento, datos

En un contexto particular

Redes, recursos, tecnologías Con visitas a una finalidad

Ideas, valores, ideologías

Las equivalencias propuestas se conciben como los ejes ordenadores de la acción profesional para Trabajo Social y sus ámbitos de desempeño profesional asociados. Los ejes ordenadores de la profesionalidad serán entonces: • los sujetos de atención; • recursos, redes y tecnologías; • conocimiento, información y datos; e, • ideas, valores e ideologías; Dichos ejes se constituyen en coordenadas operativas características de la dinámica de Trabajo Social, resultando el siguiente esquema analítico. En los trazados de entrecruce de dichas coordenadas, se visibilizan como resultado, los ámbitos de desempeño profesional, los que corresponden a: EJES ORDENADORES

ÁMBITO DE DESEMPEÑO

SUJETOS + RECURSOS, REDES, TECNOLOGÍAS

=

INTERVENCIÓN DIRECTA

RECURSOS, REDES, TECNOLOGÍAS + INFORMACIÓN CONOCIMIENTO Y DATOS

=

GESTIÓN Y GERENCIA SOCIAL

INFORMACIÓN CONOCIMIENTO Y DATOS + VALORES, IDEAS, IDEOLOGÍAS

=

DOCENCIA, INVESTIGACIÓN Y FORMACIÓN CONTINUA

VALORES, IDEAS, IDEOLOGÍAS + SUJETOS

=

POLÍTICO DECISIONAL


PROFESIONALIDAD DEL TRABAJO SOCIAL CHILENO

El esquema resultante para el análisis de la profesionalidad de Trabajo Social desde los ejes ordenadores y ámbitos de desempeño, es el siguiente: MAPA DE LA PROFESIONALIDAD DE TRABAJO SOCIAL (Castañeda, Salamé: 2006)

Sujetos Político decisional

Valores, ideas, ideologías

Intervención directa

Recursos, redes, tecnologías

Trabajo Social

Docencia, investigación formación continua

Gestión, gerencia social

Información, conocimientos, datos

A continuación se propone definiciones para cada uno de los ámbitos de desempeño identificados. • El ámbito intervención directa. Resultante de la intersección de los ejes sujetos y recursos, redes y tecnología representa el ámbito histórico distintivo del Trabajo Social, en el que hasta ahora se ha apoyado centralmente su empleabilidad. El concepto intervención se reconoce como la “acción realizada por el trabajador social ante y con el usuario o cliente. Intervenir quiere decir tomar parte voluntariamente, hacerse mediador, imponer su autoridad. Su significación es más fuerte que la de acción, aunque a menudo ambos términos sean usados como sinónimos” (Robertis, 1994: 14). Este ámbito comprende el conjunto de puestos laborales en que el colectivo profesional trabaja directamente –en una relación cara a cara– con los sujetos, independientemente de su carácter, individual o colectivo. Las actividades distintivas de estos puestos laborales son la atención y el trabajo directo con los sujetos, individual o colectivamente, en una escala, generalmente microsocial. En este ámbito concurren las tres dimensiones3 clásicas de la intervención profesional de Trabajo Social: personas y familias, grupo y comunidad, manteniendo presente la consideración que las dimensiones de intervención son interdependientes, tanto desde la perspectiva metodológica como práctica. Las dimensiones de

intervención se constituyen a su vez en los procesos y procedimientos de trabajo formalizados en contenido y secuencia, los que pueden modificarse de acuerdo a las complejidades, imprevistos y contingencias que los sujetos presentan en su situación social. Entre las principales funciones se encuentran la calificación socioeconómica, la orientación y educación social, la entrega de beneficios y servicios derivados de políticas sociales, sean éstas del Estado o de los servicios de asistencia social del sector privado. Así, adquiere sentido el rol profesional de articulador entre necesidades y problemas de los sujetos y los recursos conformados por beneficios y servicios de las políticas sociales. Para desarrollar a plenitud este rol las redes sociales se constituyen en sí mismas en un recurso central que posibilitará el acceso a un conjunto mayor de recursos, que no están bajo la propia administración. • El ámbito gestión, gerencia social: conformado por la intersección de los ejes recursos, redes y tecnología y conocimiento, información y datos. Es un ámbito de acción profesional contemporáneo, conformado por el conjunto de puestos laborales en diferentes organizaciones sociolaborales de acción social propiamente tal y en empresas productivas en que Trabajo Social es responsable de la gestión de recursos, redes e información. Definido a partir de las tareas de administración y coordinación de proyectos y/o programas; en el que el conocimiento de políticas internas, de fuentes de financiamiento internas o externas, de dinámicas institucionales, de orientación hacia las metas y del manejo de recursos, son fundamentales. Los métodos de trabajo empleados en este ámbito son los vinculados a procesos de planificación, tales como la planificación estratégica, diseño de proyectos y la prospectiva, entre otros. Las principales tareas que predominan en este ámbito de acción profesional son la administración, la coordinación, el trabajo en redes, diseño, ejecución y evaluación de proyectos sociales y/ o productivos, junto con la gestión de recursos humanos, materiales y/o económicos, siendo estos en lo general de un volumen moderado. Las redes son un soporte de gran envergadura utilizadas para establecer relaciones entre distintos profesionales e instituciones, tanto a nivel interno como externo. El manejo de tecnologías

3 Se utiliza la denominación de dimensión de intervención en el sentido propuesto por De Robertis (1994) considerando que no establece relación jerárquica entre los diferentes métodos de intervención.

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PATRICIA CASTAÑEDA / ANA MARÍA SALAMÉ

–software y sistemas en línea asociados a bases de datos– es determinante para contar con información actualizada y relevante. • El ámbito docencia, investigación y/o formación continua: Conformada por la intersección entre valores, ideas e ideologías y conocimiento, información y datos. Las actividades distintivas de este ámbito son la práctica pedagógica y el ejercicio de la investigación social. En este ámbito el conocimiento, la información y los datos cumplen un papel central para la transferencia del conocimiento, así como para la reinvención permanente del capital teórico, metodológico y técnico de Trabajo Social; las actividades - docencia e investigación- se desarrollan con el apoyo cada vez más presente de las tecnologías de información y comunicaciones. Las tareas docentes se apoyan en entornos virtuales de aprendizaje destinadas a apoyar el proceso de enseñanza-aprendizaje, a la vez que constituirse en sistemas de registro en línea. Este ámbito se relaciona directamente con los valores, a través de la constante interacción y relación con la comunidad estudiantil, representando el espacio por excelencia del saber actuar profesional. Las ideologías se sitúan en la centralidad de la profesión al otorgar sentido a la acción profesional, y que puesto en perspectiva histórica se ha ido modificando con el tiempo: primero al ser considerada como un apostolados, luego como una práctica política, hasta llegar a la actualidad donde se aprecia un desplazamiento del componente ideológico desde el centro hacia la periferia de los procesos de formación. Los repertorios de desempeño profesionales propios del ámbito, están asociados a la práctica pedagógica en la docencia de pre y post grado, junto con la valorización de la participación de profesionales en actividades de actualización y formación especializada, inscrita en una lógica de aprendizaje permanente, motivada por las rápida obsolescencia del conocimiento. • El ámbito político decisional Ámbito resultante del cruce de los ejes ideas, valores, ideologías y sujetos de atención. Se comprende como el conjunto de puestos laborales cuya finalidad es la adopción de decisiones en contextos políticos relativos a lineamientos de acción para las organizaciones y/o instituciones públicas o privadas. Se vincula al manejo de datos e información de sujetos, como individuos y/o como colectivos, en el marco del respeto a las garantías ciudadanas. Entre las principales tareas profesionales está el diseño de 116

políticas y/o líneas de intervención para grandes colectivos. Las funciones distintivas de este conjunto de puestos laborales son la coordinación, la negociación, la gestión y la administración de importantes volúmenes de recursos humanos, materiales y financieros, en una escala provincia, regional y/o nacional. El campo de autonomía y responsabilidad está determinado por los niveles de información, recursos y decisiones que se manejan profesionalmente, las ideologías y los niveles de concordancia o discrepancia entre los valores profesionales y los grupos de negociación. La relación de coherencia entre valores y decisiones se aprecia con fuerza en este ámbito, encontrando su mayor expresión en el concepto de la transparencia. En este nivel de trabajo, es característica la inserción en equipos multidisciplinarios que asesoran en la toma de decisiones a las autoridades y en las orientaciones de las políticas públicas..

Reflexiones finales El análisis realizado precedentemente permite identificar con precisión cuatro perfiles profesionales básicos, rutas posibles de desarrollo de la profesionalidad del Trabajo Social, redescubriendo el quehacer de una profesión que, desde la consolidación de un núcleo histórico caracterizado por la intervención directa, ha amplificado su desempeño hacia ámbitos político decisionales, gestión y gerencia social, docencia, investigación y formación continua. El esquema propuesto, realiza una función de modelación y desde dicha condición estiliza los ámbitos de Trabajo Social, no obstante reconocer que en ocasiones, estos se superponen y se entrelazan en lo cotidiano. Aún así, cada profesional identifica en su ejercicio profesional la predominancia de un ámbito respecto del que los restantes quedan subordinados. El referente conceptual de competencias utilizado en el análisis, (Le Boterf, 2001: 92-94) y los ámbitos de desempeño identificados, generan una matriz de síntesis, que modela los perfiles profesionales factibles de identificar en los diversos ámbitos de desempeño de Trabajo Social.


PROFESIONALIDAD DEL TRABAJO SOCIAL CHILENO

PERFILES PROFESIONALES DE TRABAJO SOCIAL COMPETENCIAS COMPONENTES CLAVES EN EL SABER ACTUAR

CONTEXTOS DE DESEMPEÑO

FINALIDAD Y SENTIDOS

VALIDACIÓN SOCIAL

INTERVENCIÓN DIRECTA

Sujetos de atención Redes recursos tecnología

Práctica Social

DEFINIDA POR PROBLEMAS Y NECESIDADES SOCIALES

Profesional de Trabajo Social

POLÍTICO DECISIONAL

Sujetos de atención. Valores ideas ideologías

Modelos y estrategias de desarrollo nacional.

Definida por la agenda pública

Asesoría profesional experta

GESTIÓN SOCIAL GERENCIA SOCIAL

Recursos redes tecnologías. Conocimiento información datos.

Institucional u organizacional

Definida por opciones de desarrollo institucional

Profesional de las Ciencias Sociales

DOCENCIA, INVESTIGACIÓN, FORMACIÓN CONTINUA

Ideas valores ideologías. Conocimiento información datos

Académico

Definida por desarrollo disciplinario

Docencia universitaria

AMBITOS DE DESEMPEÑO

El resultado obtenido es un potente indicador de la creciente transversalización del quehacer profesional, en el marco de contextos de desempeño, finalidades y sentidos cada vez más dinámicos e inciertos, y de una validación social que legitimada permanente, aporta nuevas oportunidades de inserción y desarrollo futuro para Trabajo Social.

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ISSN 0716-9736 / Revista Trabajo Social / No 76 / Julio / 2009 / P. 119-131

Familias, Estado y Políticas Sociales. La trama de nuevas formas de gobierno Families, State and Social Policy. The plot of the new forms of government MÓNICA DE MARTINO La Dra. Mónica De Martino Bermúdez se desempeña en el Departamento de Trabajo Social –Facultad de Ciencias Sociales– Universidad de la República - Montevideo Uruguay, como Profesora Agregada en Régimen de Dedicación Total. Actualmente es coordinadora del Programa de Doctorado en Trabajo Social. Coordinadora del Área de Infancia y Familia. Su dirección postal es Constituyente 1503 Piso 4. CP 11200. Montevideo. Uruguay. Su dirección de correo electrónico: monicad@fcs.edu.uy

Resumen En el artículo se problematizan rasgos de las políticas sociales referidas a familias a partir de la apertura democrática hasta ya iniciado el nuevo milenio, en Uruguay. Retomamos los resultados de una investigación orientada a analizar, en dicho período, las transformaciones en los fundamentos y diseño de las Políticas Sociales involucradas y sus impactos en la intervención del Trabajo Social y en las funciones que le son asignadas. El dominio empírico remitió al Poder Judicial y al Instituto Nacional del Menor (INAME), instituciones claves en la temática. El diseño metodológico fue básicamente cualitativo, aplicándose diversas técnicas: análisis de documentos institucionales, tanto político-burocráticos como profesionales; entrevistas en profundidad a agentes políticos, políticos-institucionales y profesionales que desempeñaron y/o desempeñan funciones en el período analizado, y grupos focalizados de discusión conformados por Trabajadores Sociales con amplia experiencia en el campo familiar. Tanto las autoridades políticas como profesionales de ambas instituciones, así como especialistas externos, pudieron aportar su opinión sobre el objeto de estudio.1 Palabras claves. Políticas sociales, familias, gubernamentalidad, intervenciones técnicas.

Abstract In this article features of social policies related to families from the democratic opening up and started the new millennium in our country are problematized. The research uses results from an investigation that analyses the changes in principles and design of social policies occurred in that period, and the impact of that in social work intervention and the functions assigned to it. The empirical data remits to judicial system and to the National Institute for Minors (INAME), key institutions in the field. The design methodology was primarily qualitative, using various techniques: analysis of institutional documents, political and bureaucratic; professional in-depth interviews with politicians, institutional politicians and professionals performing functions in the period analyzed, and discussion focus groups with social workers with extensive experience in the family. Political authorities as well as professionals and external experts, were able to contribute their views on the subject of study. Keywords. social policy, families, government, technical interventions.

Introducción.2 No es nada original señalar que todo proceso de investigación es sinuoso, una vez iniciado el diálogo

del investigador con su objeto de estudio. Muchas veces desborda manuales o formatos estandarizados y esa suerte de sinergia con el objeto se logra no en

Nos referimos al Proyecto de Investigación Trabajo Social con Familias: Políticas Sociales y modalidades de intervención profesional. (1985-2004), desarrollado en el marco del Área de Infancia y Familia del Departamento de Trabajo Social, bajo el Régimen de Dedicación Total, durante los años 2005-2008. 2 Advertimos a los lectores que todas las traducciones son de nuestra responsabilidad. 1

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MÓNICA DE MARTINO

el momento de formular un proyecto, sino cuando éste comienza a desarrollarse y cobra dinamismo y envergadura. El diseño original del proyecto, con la estrategia metodológica brevemente reseñada en el Resumen, tenía como línea de indagación básica que las transformaciones percibidas en términos de Políticas Sociales destinadas a familias implicaban nuevas formas de control social específicamente destinadas a los segmentos más vulnerables y un fuerte retroceso en términos de gasto público destinado a las mismas. A lo largo de su implementación, quedaron registradas las opiniones de las más altas autoridades de ambas instituciones en el período reseñado. En el caso de I.NA.ME3, es sabido que se trataban de cargos estrictamente políticos, ocupados por representantes de los partidos tradicionales que presidieron los destinos de Uruguay a lo largo de las décadas analizadas. También escuchamos la opinión de parlamentarios de todo el espectro político, especializados en las temáticas de infancia y familia. Del mismo modo, toda la cadena jerárquica de mandos medios de estas instituciones aportaron valiosa información. Desde la entonces Presidenta de la Suprema Corte de Justicia, las directoras del Instituto Técnico Forense –ITF– y la División de Asistencia Social - DAS, jueces de las materias pertinentes –Familia, Adolescentes, Especializados en Violencia Doméstica– y Trabajadoras Sociales de campo, todos estos agentes, pues, dejaron sus palabras grabadas en un largo circuito de diálogos, puntos y contrapuntos. En I.N.A.ME., como ya se dijo, desde las máximas autoridades hasta mandos medios de relevancia y parte del cuerpo de supervisoras del Departamento de Servicio Social. Por último, agentes externos a estas instituciones, con reconocida trayectoria, brindaron su tiempo para debatir en grupos, el objeto de investigación. Otros lo hicieron accediendo a ser entrevistados. Paralelamente, la pródiga legislación sobre infancia y familia que caracterizó el período fue también analizada así como también una muestra de documentos del Banco Interamericano de Desarrollo –BID– y el Banco Mundial - BM, ambos también con fuerte presencia en lo que refiere a recomendaciones y financiamiento. De acuerdo con el análisis del material empírico recolectado, podemos indicar como primera aproximación, sin lugar a dudas, que las décadas investigadas se caracterizan por su fertilidad con

3 INAME: Instituto Nacional del menor.

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relación a la implementación de nuevas políticas y programas que, aunque de forma mediada, abordan a las familias. Del mismo modo la legislación relativa a temáticas vinculadas a la infancia, la familia y a la condición de la mujer se amplió sustantivamente. También estas décadas son sumamente significativas, de acuerdo al relevamiento de los documentos pertinentes, si tenemos en cuenta la incidencia de los organismos internacionales de financiamiento ya mencionados en lo que respecta a las políticas sociales en general y a la Reforma del Estado en particular. Se trata de un período altamente productivo desde el punto de vista de la elaboración de diagnósticos y recomendaciones que, como señala Midaglia (1998, p.85): “... apuntaban, entre otras cosas, a reorganizar y racionalizar la intervención del Estado en el campo social, a incorporar actores privados o comunitarios en el diseño e implementación de servicios públicos y fundamentalmente a redefinir la categoría de beneficiarios, priorizando a los sectores de pobreza extrema...” En las propuestas que se crearon en diversos campos, tres términos se tornaron recurrentes: pobreza, familia y riesgo. Vinculados éstos a tres aspectos claves de las nuevas intervenciones tecno-políticas sobre la cuestión social: (i) focalización de las intervenciones estatales en los sectores pobres, fundamentalmente urbanos; (ii) redefinición del papel de la familia en las nuevas modalidades de gestión de los problemas sociales; e (iii) incorporación del riesgo como criterio para la categorización y ponderación de los problemas y de los grupos de población. Lo cuál no significa que en el período haya existido una política social destinada a familias. Por el contrario, todos los entrevistados así como los documentos analizados, indican la ausencia de políticas de familia no sólo en el período abordado, sino como rasgo típico de nuestra conformación histórica y política. A la hora colectivizar hallazgos no solamente se hace necesario encontrar ese punto de equilibrio entre capacidad de síntesis y claridad conceptual sino seleccionar aquellos que consideramos más pertinentes para expresar el espíritu de una época. A ello nos abocaremos a continuación colocando a disposición del lector algunos elementos del material empírico que, esperamos, funcionen como disparadores.


FAMILIAS, ESTADO Y POLÍTICAS SOCIALES. LA TRAMA DE NUEVAS FORMAS DE GOBIERNO

A la búsqueda de la familia y la comunidad Las siguientes apreciaciones fueron respuestas a la pregunta sobre las expectativas de las instituciones a las que pertenecen los y las entrevistados/as, sobre las expectativas respecto del papel asignado a la familia y la comunidad en el período analizado. Veamos: “Creo que hay una búsqueda más intensiva por rescatar elementos de familia que en el fondo no llegan a constituir todo el ensamblaje tradicional, pero que pueden asegurar un marco afectivo, estable y de protección que pueda hacerlos considerarse una familia, no?. Yo creo que en los inicios de los 85 fines de los 80 hubo una cantidad de políticas, programas, acciones que trataron justamente de evitar la familia que cae, se caiga, desaparezca, que pierda la capacidad de sostener Yo creo que lo que hay es una conciencia de que la familia es la que está con problemas, en que está cayendo, tiene que ser sostenida en algún tipo de reformulación o de reciclaje, no dejarla caer, no dejarla que explote.” (Integrante Directorio I.NA.ME., 1985-1990) “Es decir, más allá de las formas que tengan las familias, yo siempre digo que el gran impacto que ha generado sobre todo la Convención de los Derechos del Niño, pero también las Convenciones vinculadas a los Derechos de la Mujer, es convertir al núcleo familiar, más allá de la forma que tenga, en un ámbito de relaciones donde se deben aplicar los principios del Estado de Derecho” (Ministro General de Apelaciones de Familia, asesor, consultor) “Hay una familia débil por distintas razones (...). Entonces, esas instancia técnicas van a tener como una de sus prerrogativas el ver en qué medida se puede volver a dar a la familia el lugar terapéutico social que se supone que podría tener y que estaba bastante desvalorizado, por lo menos en el trabajo con el tipo de población con que mas comúnmente trabaja el organismo. La idea era hacer el link a familia.” (Ex integrante del Directorio de I.NA.ME, 1995-2000) “La meta era poder insertarlo de vuelta con la familia, desinstitucionalizarlo lo antes que se pudiera, porque además viste como son las cosas, pasa el tiempo, pasa el tiempo, y después, “está bien, está cuidado y saben ponerlo en su sitio...” y el chico va quedando, quedando, quedando. El rol de la familia era que volviera a absorber a sus integrantes”. (Ex integrante del Directorio de I.NA.ME., 1990-1993) “Más allá de eso, creo que hubo en este período, y creo que no es casual que las internaciones bajan, ese es un indicador posible, creo que realmente se recoloca a la familia, por lo menos como alguien que puede, con soporte y con ciertos cuidados acompañar un proceso con el niño

(...) Por otro lado, hoy el Nuevo Código de la Niñez y el discurso de gran parte de la institución es la familia como parte de la población objetivo del Instituto, planteo con el que yo no estoy de acuerdo porque creo que, hasta nuevo aviso, nuestro cometido son los niños(...) en todo caso la familia sí como unidad: el niño y familia. (...) la familia como un sujeto mucho más universal en el plano de las políticas sociales y nuestra responsabilidad: el niño, miembro de una familia. La familia como un recurso en la cual el niño está inserto o no” (Mando medio de I.N.A.ME, consultora) “Que la familia sea lo más normal posible. Lo primero es que la familia dialogue, que pueda ver desde otro punto de vista, que pueda razonar. Se espera que llegue la normalidad” (Ex - Presidenta de la Suprema Corte de Justicia) “Yo creo que lo que nosotros esperamos es que las familias no vengan acá y que cuando vienen, que estén poquito tiempo y se puedan poner de acuerdo y resolver, pasando por encima de lo que son las heridas narcisistas. Creo que lo que esperamos es que, por encima de ese dolor, que sabemos que existe y que es muy fuerte, que puedan resolver, mediar, transar, negociar, poder perder” (Directora del DAS - Poder Judicial) “Yo creo que en el 85, la emergencia de la sociedad civil como actor en la política social es un tema central para mí. Nosotros tuvimos, después de la larga siesta de la dictadura, en los últimos años de la dictadura, una emergencia de distintas organizaciones se constituyeron en un actor, en un momento muy complicado, digamos, incluso, sustitutivo del Estado, en determinados temas: políticas de alimentación, de salud, etcétera, etc. Al recuperar la democracia, el Estado también recupera roles, y ahí se produce toda una -en término de diseño de nuevas políticas públicas- una situación que dio lugar, yo creo que, a dos fenómenos. Por un lado algunas políticas públicas, digamos, estatales, tomaron esa emergencia de la sociedad civil desde el inicio, PLAN CAIF, un ejemplo de eso. Incluso el actor ahí internacional, UNICEF, tiene mucho que ver con el inicio de esto, la posibilidad también de generar un modelo que de alguna manera traía cosas de otros lados. Entonces, yo creo que eso abrió campo a una cosa que después nosotros empezamos a ver en el diseño de una política pública, que fue el tema de la cogestión entre Estado y sociedad civil. O sea, lo que podemos llamar como gestión asociada o gestión concertada. Y que dio lugar al tema de las políticas de convenios que todos conocemos, en el I.NA.ME., Intendencias, incluso en Montevideo y otras, pasaron por ese mecanismo.” (Trabajador Social, Asesor) “El territorio empieza a pesar también en la política pública. Lentamente. Porque este es un tema creo que 121


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mucho más actual. Por lo menos, desde la experiencia que yo más conozco y que pude vivir, que es el Plan CAIF, las organizaciones, las asociaciones civiles, básicamente asociaciones civiles de base territorial, que de alguna manera se convierten en un actor de política pública social” (Trabajador Social, Asesor) “En el tema “Niños en situación de Calle” teníamos tres programas, uno propio que estaba funcionando bastante bien pero con capacidad limitada, otro que se venía manejando y que prácticamente se había caído. Era Plan Trescientos, donde estaba Tienda Inglesa, Canal 4, Tea Deloitte & Touche4. Había una serie de empresas que era para sacar a niños en situación de calle que se pedía colaboración en las cajas de Tienda Inglesa, ese proyecto había quedado un poco (...) las empresas estaban desdibujándose, y nosotros logramos volver a retomar ese tema. Se hizo una auditoria, se hizo una encuesta y se hizo una evaluación de ese proyecto. Realmente fue notoria la ventaja de la salida de los chicos de la situación de calle, y la incorporación a la actividad escolar, donde más o menos el setenta u ochenta por ciento seguían fuera de la situación de calle luego de un año de cerrado el proyecto. Se le daba un dinero a la familia, se firmaba un contrato con la familia que se le daba el dinero mensual si los chicos concurrían a la Escuela, cumplían determinadas actividades y estaban fuera de la zona de la calle y se le entregaban útiles escolares, había una serie de beneficios. Entonces, frente al éxito de eso se logró recomponer la situación, se volvió a largar la tercera etapa del Plan Trescientos, que la llamamos “Plan Quinientos”. (Ex - Integrante del Directorio de I.NA.ME. - 2004) ¿Cómo puede ser interpretado esto? El lugar privilegiado que, desde la apertura democrática, ocupan las familias en la actual ingeniería de las Políticas Sociales puede ser considerado un tanto paradojal. Las familias, conformadas históricamente como entidades privadas, íntimas, o refugios ante un mundo competitivo y complejo, y concebidas como matrices de identidad social y como sustentos de vínculos sociales primarios y básicos, hoy son colocadas en el centro de las preocupaciones de la sociedad pero como recursos activos. (De Martino, 2001). En líneas generales podemos decir que las familias son abordadas como responsables de déficits de socialización que atentan contra la administración eficiente de riesgos múltiples. Esta tendencia expresa una nueva relación entre las tecnologías sobre la vida (Foucualt, 1995) y las familias, incorpora y dota de sentido a aquellas prácticas políticas y 4

profesionales que abordan a las familias como espacios para generar formas de conducir conductas. (Foucault, 2001) En el Siglo XIX, el pauperismo, el higienismo y el voluntarismo educativo fueron principios de interpretación de determinadas prácticas políticas, vinculadas a la preocupación sobre el papel de la familia con relación a la cohesión social, en un contexto societal de profundos y vertiginosos cambios. (Cicchelli-Pugeault, y Cicchelli, 1999). En este nuevo pasaje de siglo, esa nueva relación entre tecnologías sobre la vida y las familias ya no puede considerarse como mero criterio interpretativo, sino como una racionalidad que incorpora a la familia ya no como entidad pasiva ante la colonización o invasión técnica respectivamente. (Donzelot, 1986; Lasch, 1991) sino como un agente activo en la implementación de nuevas formas del ejercicio del poder. Familias y comunidad resurgen. Las primeras como unidades que deben resolver sus problemas, obviamente multicausales y muchos de ellos generados por el propio modelo de desarrollo - pobreza, desempleo, etc. La segunda como compañera del Estado en asumir los costos de los ajustes efectuados a las políticas de protección y reproducción social de los ciudadanos. En otras palabras, ambas son convocadas como co-gestoras de programas y proyectos permitiendo la reducción de sus costos. Lo que subyace en estos procesos es la percepción de la familia como relativamente incapaz, lo que fundamentaría la intervención socio-política pero en otro registro. Si en el Estado de Bienestar, las intervenciones socio-políticas apuntaron a una sustitución de sus funciones por parte de diversos servicios asistenciales. (Donzelot, 1986; Lasch, 1991), en una sociedad neoliberal, se trata de la intrusión de sistemas abstractos - saberes, conocimientos técnicos, formas de monitoreo para ayudar a las familias en el desempeño de sus funciones básicas. Se advierte pues una mutación fundamental: de modalidades de intervención básicamente sustitutivas de las familias hacia modalidades prescriptivas sobre las mismas. “En las últimas décadas, cuando la familia quedó en el limbo, era casi un consenso que Estado o mercado podían sustituir a la familia en su papel formador (...) Hoy se retorna a la familia como anclaje principal de la socialización de sus miembros” (Carvalho, 2000, p. 17). Algo similar ocurre con la comunidad, o más específicamente con la denominada sociedad civil.

Se refiere a diversas empresas. La primer es una cadena de supermercado de capitales nacionales; la segunda un canal de televisión privado asociado a uno de los partidos tradicionales; la tercera es un empresa de comunicaciones y servicios.

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Como se desprende de los discursos transcriptos, la comunidad o sociedad civil se transforma en un recurso para las tareas de gobierno, a través de la instrumentalización de lealtades personales y de activas responsabilidades, pero eliminando el punto de vista social, de la ciudadanía y de una matriz unificadora de solidaridad típicas de la sociedad keynesiana. (Rose&Miller, 1992. Dean 1999) Por un lado el estado apela a las comunidades, promueve su constitución y participación en tareas de gobierno, como lo ilustran los discursos transcriptos. Se trata, por supuesto, de una noción restringida de participación, que a menudo apunta a que los propios gobernados gestionen activa y responsablemente su propia miseria. En el período analizado dos casos pueden ser considerados paradigmáticos y que han sido sumamente señalados por nuestros entrevistados y entrevistadas: el Plan Centros de Atención a la infancia y la Familia –Plan CAIF– y el Programa Nuestros Niños de la Intendencia Municipal de Montevideo - IMM. El primero de ellos, iniciado en la segunda mitad de la década de los ochenta, a iniciativa de I.NA.ME y UNICEF, se caracterizó por su coordinación con otras instituciones públicas (Instituto Nacional de Alimentación –INDA; Ministerio de Salud Pública– MSP, etc.) El segundo, definido ya en la década de los noventa, a iniciativa de la IMM. Los mimos apuntan a la franja etaria de cero a cinco años, brindando servicios a través de jardines de infantes, co-gestionados por asociaciones civiles integradas por simples grupos de vecinos. Tales asociaciones civiles reciben el traslado de fondo por parte del Estado y son responsables de la administración, gestión y control de todos los aspectos del servicio. Desde otra perspectiva, puede también considerarse el desarrollo paulatino y sostenido de la filantropía empresarial, que impulsa iniciativas vinculadas a la temática de estudio. Basta un ejemplo: el Plan Trescientos y Plan Quinientos destinados a niños y niñas en situación de calle. Merece especial atención la abrumante tercerización de servicio en el período. El I.NA.ME posee una fuerte tónica al respecto, que hizo que casi se invirtieran los guarismos históricos relativos a niños y niñas atendidos en el Instituto propiamente dicho y aquellos atendidos por ONGs. “Para que vean el peso que pueden tener las ONGs, en este momento es casi el 80% de la población atendida la que está en ONGs, básicamente el Plan CAIF, el gran peso lo tiene el Plan CAIF, pero no quiero decir cifras porque las tuve en un momento y.... ahora creo que casi un 60% en Plan CAIF y un 20% en otras ONGs por

otros convenios” (Trabajadora Social, mando medio de I.NA.ME, consultora).

El reinado del enfoque de riesgo Algunas de las apreciaciones de las y los entrevistados se presentan a continuación. “Entonces es interesante eso, cómo se van potencializando las dos cosas, el caso a caso y la visión más macro. Ahora hay un rastreo inteligente de situaciones de riesgo en la pobreza y ver cómo se conjuga allí el fenómeno de la familia, no? Entonces no decir: No, en la pobreza no pueden crearse familias”, sino decir: “Bueno, en este contexto de pobreza como podemos detectar los riesgos, prevenir los riesgos, cauterizar esos riesgos, fortalecer las familias de manera que puedan también salir de la pobreza o enfrentarla de una mejor manera” (Ex. Integrante del Directorio de I.NA.ME, 1985-1990). “Sí, yo creo que es una ecuación interesante, sobre todo el concepto de riesgo social, que habría que desagregarlo un poco más, tal vez. Es decir, ¿qué se entiende por Riesgo Social? Yo recuerdo cuando yo era niño, la pobreza no se cruzaba con otros elementos, ciertamente que no se cruzaba con la violencia. Yo jamás, de muchacho, no se me ocurría el concepto de miedo.(...). Entonces, yo creo que ahí hay un elemento: el concepto de la inseguridad. ¿Qué quiere decir riesgo social? ¿ para él o para los demás? Cuando se habla de pobreza, familia y riesgo Social, él (se refiere al niño en general) está en riesgo porque pierde calidad de vida, porque su salud está en riesgo, porque su capacidad de insertarse socialmente, en el inserción laboral está en riesgo Cuando pensamos en término de familia, ahí sí también vemos eso, el riesgo social para la propia familia ya es un riesgo colectivo. (Ex Integrante del Directorio de I.NA.ME, 1995-2000) “Los informes o debates de los equipos técnicos introducen categorías teóricas como riesgo y vulnerabilidad. Si bien hay instancias de supervisión al interior del DAS, como ámbitos de discusión, si se trabaja, por ejemplo, desde la perspectiva de los derechos, no aparecen los ejes teóricos que atraviesan la discusión.” (Trabajadora Social de Campo –D.A.S.– P. Judicial) “Hay riesgo social a veces hasta por conformaciones de familias, hay riesgo social por la pobreza que incrementa el riesgo social, las necesidades básicas insatisfechas. Realmente familia y riesgo social están muy imbrincadas una y otra, ¿no? Entonces, por eso digo, que están muy imbrincadas, y me parece que ese análisis es muy complejo. (Ex.- Integrante del Directorio de I.NA. ME, 2004) “Creo que toda esta cuestión de familia, pobreza, riesgo social, está de la mano, va de la mano con la necesidad 123


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de diseñar nuevas políticas. Tiene que ver con algunas cosas, por ejemplo, focalización-universalización, digamos y que tiene que ver con el tema de los nuevos fenómenos de exclusión social y cómo se responde a esos fenómenos desde la política pública.” (Trabajador Social, Asesor) Más allá de lo señalado por entrevistados o por lo debatido en grupos focalizados, en primer lugar, si la articulación entre programas de gobiernos nacionales y aquellos pertenecientes a organismos financieros internacionales es parte constitutiva del diseño de las políticas sociales analizadas, resulta pertinente, dentro del conjunto de documentos analizados, partir de la lectura de cuatro documentos del Banco Mundial. Estos documentos son sugerentes teóricamente en la medida que plantean el Manejo Social del Riesgo por parte de individuos, familias y diversos agentes públicos de diferente orden. También lo son políticamente ya que señalan que la experiencia del este-asiático y su posterior crisis financiera impulsó al G7 a solicitar al Banco Mundial la formulación de Principios Sociales y Buenas Prácticas de Política Social, tarea que el Banco Mundial cumplió en varios documentos. La implementación de Políticas Sociales focalizadas, en tanto prácticas políticas, tiene precisamente una de sus manifestaciones en la progresiva adopción del enfoque de riesgo –Risk Approach– como forma de implementar la selección de servicios y cuidados y también de las poblaciones objetivo de las mismas. No es necesario aclarar que el concepto de riesgo social se encuentra presente no solamente en muchas políticas y programas destinados a la infancia y la familia, sino también en la legislación del periodo respecto a niñez y adolescencia. Por otra parte, en el campo de la infancia y familia, parece que las nuevas estrategias políticas colocan su razón de ser en el bienestar de aquellas pero paralelamente en la administración y gestión del riesgo (Castel, 1986). La noción ontológica del niño o de familia, como expresiones particulares de tendencias universales, se disuelve ante el reinado de la combinación, políticamente aleatoria y manipulable, de los factores de riesgo. Si bien la noción de riesgo apela a una supuesta objetividad basada en el cálculo de los montos de riesgo, la contingencia o virtualidad es la sustancia de su definición (Douglas, 1990). Ejemplo claro de una economía analítica (Foucault, 1992a) actual, nos atrevemos a decir que los trabajadores sociales –con excepciones, claro está– se presentarían ya no sólo como eficientes operadores sino como agentes a-críticos 124

que facilitan la circulación de construcciones de verdad y conocimiento supuestamente objetivas , al menos de lo derivado del material empírico analizado. Pero el concepto de riesgo también se vincula con la vivencia del tiempo y del espacio. Desde su consolidación el capitalismo se caracterizó por una distribución del espacio y el tiempo perfectamente calculados, buscando extraer de los sujetos el mayor provecho posible. De esta manera, el tiempo fue asumido como mensurable, ordenable y evolutivo, dividido en segmentos definidos, distribuidos analíticamente, que se suceden unos a otros. Se trata del tiempo concebido como lineal. Dicha concepción permitió, a su vez, tener previsibilidad sobre el futuro, habilitó a naciones, grupos, individuos y familias a proyectarse, a mediano y largo plazo, con razonable estabilidad. La sociedad del pleno empleo así lo permitía. En la sociedad del capitalismo flexible (Harvey, 1992) o tardío, las vivencias del tiempo y del espacio han mutado sustancialmente. La característica primordial de estas sociedades: “Es su habilidad para combinar la organización gobernada conforme a reglas con la flexibilidad, con la apertura y la clausura, la descentralización y la dispersión (temporo) espacial” (Fraser, 2003, p. 91). A lo que debería agregarse, apertura y clausura en tiempos de incertidumbre, en palabras de los Teóricos de la Modernización Reflexiva (Beck, Giddens y Lash, 1997). El futuro se concibe como imposible de ser medianamente planificado ante la existencia de riesgos de toda índole y envergadura. Las formas de gobierno deben adecuarse a ello. Deben transmitir, pues, la necesidad de aprehender a vivir en la incertidumbre y en una sociedad de riesgos (Beck, 1988) donde la proyección a largo plazo puede ser distorsionada en cualquier momento. Es en esta dirección que apuntan los referidos documentos del Banco Mundial: individuos, familias, comunidades, empresas, Estados deben asumir singularmente o de manera mancomunada la responsabilidad en la administración social de los riesgos. Pero cabe realizar algunas precisiones al respecto. En primer lugar, si bien para los autores reunidos bajo el rótulo de teóricos de la Modernización Reflexiva, el retiro de las estructuras fordistas otorgan nuevos márgenes a la agencia humana y subrayan que los contextos de incertidumbre y los riesgos se transforman en contextos de construcción reflexiva de biografías, parecería que olvidan el carácter estructural de estos procesos. Dentro de esta corriente de pensamiento, tal vez sea Lash (1997:148) el que coloca este aspecto con más fuerza: “la estructura fuerza a la agencia a ser libre en el sentido de que la acumulación estructural


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de capital es posible solo con la condición de que la agencia pueda liberarse de estructuras “fordistas” vinculadas a las normas” (op. cit5). En segundo lugar, si bien tales autores redescubren un sujeto más libre, multi-identitario, adecuado a los procesos de mundialización, la construcción reflexiva de biografías, individuales o colectivas, que tanto invocan implica necesariamente un sujeto racional, aquel sujeto que, si bien hijo de la Ilustración, no es totalmente transparente para sí. Vaya paradoja: el sujeto reflexivo constructor de su autobiografía en contextos de riesgo e incertidumbre es aquel que ellos mismos intentan demoler en la vorágine globalizadora (Zizek, 2001). En tercer y último término, cabe resaltar que es el propio Beck (1998) el que resalta que el concepto de “riesgo” no tiene un estatuto ontológico sino que es producto de la razón del analista, del científico y por lo tanto, agrega Douglas (1990), altamente manipulable políticamente. Entonces, ¿que significa “población en riesgo” o “familia en riesgo”? Lo que los diseñadores e implementadores de las Políticas Sociales consideren en un contexto socio-histórico específico y ello no implica que el carácter adjetivo de “en riesgo” pueda ser imputado ontológicamente a los sujetos involucrados. Pero lo que sí bien señala y demuestra Mitjavila (1999), es que el enfoque de riesgo se ha transformado tanto en un dispositivo biopolítico como en una nueva tecnología biopolítica para la gestión tecnocrática e individualización de los riesgos.

El entrecruzamiento entre familias, comunidad y riesgo social “Ahí entramos en el Programa Nacional de Complementación Alimentaria, el PNCA. Vimos que la alternativa era hacer llegar víveres a las familias. Entonces condicionábamos lo que dábamos a que si era un niño menor de seis años, la madre tenía que mostrarnos, nosotros tratamos de imponer el carné pediátrico. Tenía que mostrarnos que había llevado al niño a control, nos daba mucho más confianza que lo que nosotros le dábamos en cantidad de alimentos, el hecho de que estábamos involucrando a una madre que iba a tener que llevar al niño al Ministerio de Salud Pública. Lo mismo para las embarazadas, la embarazada tenía una canasta especial, pero tenía que mostrarnos el carné obstétrico ginecológico de ese embarazo controlado”. (Ex Integrante del Directorio de I.NA.ME, sobre sus funciones en el Instituto Nacional de Alimentación en el período 1985-1990) 5

El planteo de Mitjavila (1999) nos da pie para indicar otro de los hallazgos en términos de nuevas formas de ejercicio del poder y las racionalidades en las que se basan. Nos referimos a una sutil y constante individualización de los problemas sociales. “Las grandes transformaciones en juego podrían resumirse diciendo (...), que la flexible figura del mercado transnacional reemplaza a la rígida planificación estatal de la economía nacional; las viejas responsabilidades sociales welfaristas se trastocan y se recodifican en formas mercantilizadas, crecientemente de-socializadas, de previsión individual y familiar; simultáneamente, se inyecta en los sujetos una conducta empresarial que debe reemplazar la “pasividad” y la “dependencia” propias de una época pasada” (De Marinis, 1999, p. 93). En tanto las instituciones sociales que organizaban y canalizaban los comportamientos han perdido su fuerza estructurante como marcos colectivos que funcionaban como orientadores de acciones y estructuradores de identidades, en un proceso que podríamos denominar de desintitucionalización, se percibe esta individualización creciente de las problemáticas sociales abordadas por las instituciones que conforman el dominio empírico de la investigación. Así, la desvinculación respecto de los marcos objetivos que estructuraban la existencia de los sujetos se traducen en un imperativo social que obliga al individuo a ser autónomo y responsable. Del material empírico recogido, especialmente de documentos nacionales e internacionales (BM), cobra fuerza un discurso que apunta a la responsabilidad individual y familiar. Así mismo, tanto la Convención de los Derechos del Niño como nuestro Nuevo Código de la Niñez y Adolescencia aprobado en setiembre de 2004, colocan la responsabilidad de la concreción de los derechos establecidos, tanto en el Estado y la comunidad, como en la familia, aunque las familias vinculadas a las instituciones analizadas tengan, en su amplia mayoría, sus derechos conculcados, lo que paradójicamente sería responsabilidad estatal. Del mismo modo, documentos de organismos financieros internacionales (BID, BM) colocan énfasis en la necesidad de fomentar estilos de vida saludables, lo que encuentra su correlato, de manera homóloga estrictamente- lo que constituye además una falta de imaginación a la hora de titular un servicio - en un sub-programa del Plan CAIF. Tomamos este Plan como modo de ejemplarizar esta tendencia. Para lograr fomentar tales estilos

En definitiva Lash & Urry dedican el Capítulo VI de “Economies of Signs and Space” (1994) al análisis de este tipo de condicionamiento estructural.

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de vida se observan: las orientaciones profesionales en torno de la modificación de los hábitos alimenticios, patrones de consumos, elección y fomento de un determinado recorrido educacional para los hijos, el adiestramiento en técnicas de estimulación temprana, el fomento de la participación en actividades relativas al mantenimiento de los Centros, etc. Estos lineamientos de las prácticas profesionales podrían entenderse como componentes de las tecnologías del yo que se pretende los beneficiarios asuman. En palabras del propio Foucault (1995, p. 98): “Las tecnologías del yo permiten a los individuos efectuar por cuenta propia o con la ayuda de otros, cierto número de operaciones sobre su cuerpo y su alma, pensamientos, conducta o cualquier forma de ser, obteniendo así una transformación de sí mismos con el fin de alcanzar cierto estado de felicidad, pureza, sabiduría o inmortalidad.” Con relación a esto, De Marinis (1999) habla de una racionalidad que apunta a la creación de una nueva subjetividad, que denomina homo prudens, haciendo referencia al imperativo de que cada individuo y familia sea capaz de administrar sus propios riesgos. Los ejemplos colocados son algunas de las posibilidades que tienen los beneficiarios de los servicios analizados de ponerse en movimiento, de transformarse en sujetos activos, que desarrollan técnicas de cuidado de sí, de autocontrol y autogobierno, aún en el limitado campo de acceso a un servicio asistencial. No estarán totalmente solos, obviamente los técnicos o expertos los acompañan, en el limitado marco de sus afectos familiares más cercanos. Un ejemplo claro de este tipo de individualización de los problemas sociales, además del mencionado en la cita que abre este ítem, puede serlo el Plan Trescientos y el Plan Quinientos. Familias a las que se les impulsa a cumplir sus funciones básicas (hijos escolarizados, controles de salud periódicos, etc.) a cambio del acceso a una prestación material. Las palabras de nuestros entrevistados y entrevistadas denotan también esa preocupación sobre la familia para que pueda administrar de la mejor manera posible los riesgos sociales, o, en palabras ya transcriptas y metafóricas, pueda evitar el descenso, el quiebre, la caída, la explosión. Para ello hay que apoyarla, otorgarle instrumentos, o, en palabras de uno de los entrevistados, transformarla, reciclarla. Pero la familia ya no será un simple agente pasivo: controlará la salud de sus hijos, la mujer controlará sus embarazos, la familia abrirá las puertas de sus casas a la psicomotricista del Plan CAIF para acceder a técnicas de estimulación temprana. 126

Derechos Humanos como despolitización de la política y de la ética Es obvio señalar el impacto que tuvo en las décadas analizadas la Convención Internacional de los Derechos del Niño - CIDN y de nuestro Nuevo Código de la Niñez, promulgado en setiembre de 2004. Del mismo modo los avances en materia legislativa como la denominada Ley de Violencia Doméstica. Del mismo modo los avances objetivos en términos de derechos de la mujer. Todo ello se desprende del material empírico analizado. Pero, ¿qué papel juegan, en verdad, en término de políticas sociales e intervenciones familiares? Ya lo ha señalado una trabajadora social de campo del Poder Judicial, a la hora de realizar informes o en los espacios de supervisión, si se trabaja desde una perspectiva de derechos no existen ejes teóricos, predominando el lenguaje del enfoque de riesgo. Agreguemos otros elementos y pedimos disculpas por la larga trascripción: “El año 2002 y el año 2003 hasta el 2004 marca un momento importante en la cantidad de jóvenes privados de la libertad. Son chicos privados en sus derechos. Entonces yo llego a esta conclusión, muy a trazo grueso, que sería una línea muy interesante de investigación que alguien podría tomar, a mi entender estos fenómenos sociales han derivado de una diferenciación de la demanda al Sistema Judicial vinculados al tema de la pobreza y de la exclusión. Entonces hoy tenemos que el peso de la demanda judicial en materia penal de adultos claramente va a la justicia penal, y en personas menores de 18 años de edad pasan por los nuevos Juzgados de Adolescentes, creados en el período que ustedes investigan, que suplen a los antiguos Juzgado de Menores. En materia de familia en general, y la violencia doméstica es materia de familia y el Nuevo Código de la Niñez ha entendido que niños amenazados o vulnerados en sus derechos es un tema importante, el aumento de la demanda se focaliza en esto que podría llamarse los “Juzgados de las Clases Carenciadas”, que son los Juzgados Especializados en Violencia Doméstica y los Juzgados de Adolescentes que entienden el tema de la infracción juvenil. De alguna manera, lo que son los juicios tradicionales de familia , divorcios, tenencias, pensiones alimenticias, quedan cada vez mas reservados a un nivel social que va de la clase media baja hacia arriba, que no se adapta a la investigación social que ustedes realizan. Ocurren también situaciones de violencia doméstica en estos segmentos que no llegan al sistema. Entonces creo que lamentablemente cada vez más la justicia, como valor, como derecho a tenerla, sea más, pese a la ampliación del trabajo y los nuevos juzgados, sea más una cosa reservada a unos pocos. (Ministro General de Apelaciones de Familia, asesor, consultor)


FAMILIAS, ESTADO Y POLÍTICAS SOCIALES. LA TRAMA DE NUEVAS FORMAS DE GOBIERNO

Creemos que el problema es más profundo y trascienda a nuestra disciplina. Los Derechos del Hombre, los Derechos Humanos, los de los niños, niñas y adolescentes, los de las mujeres, minorías étnicas, sexuales, etc. parecerían ser hoy una suerte de panacea frente a lo que nosotros hemos dado en llamar la reproducción ampliada del dolor en nuestras sociedades actuales. Las dosis de violencia, material y simbólica, que se reflejan en los niveles de pobreza de la población beneficiaria de los servicios analizados, en las problemáticas que atraviesan, y en el tipo de respuesta institucional que reciben con relación a la magnitud de sus necesidades, más allá de buenas intenciones, parecerían ser activamente aceptadas, pasivamente contempladas por la sociedad en su conjunto. A ello llama Zizek (2005) , la suspensión política de la ética y ante ella, el discurso basado en derechos parecería ser un contrapeso. No obstante, ese contrapeso aparece como despolitizado, en palabras de Brown (2004, p. 453): “... se presenta como algo antipolítico, una pura defensa de los inocentes y desposeídos contra el poder, una pura defensa del individuo contra las inmensas y potencialmente crueles o despóticas maquinarias de la cultura, el Estado, la guerra, el conflicto étnico, el tribalismo, el partriarcado y otras acciones o decisiones del poder colectivo contra lo individuos.” Pero la pregunta que plantea la autora es interesante: “¿Qué clase de politización ponen en marcha (aquellos que intervienen a favor de los derechos humanos) contra los poderes a los que se oponen? ¿Sostienen una formulación diferente de la justicia o se mantienen contrarios a los proyectos de justicia colectiva? (Brown, 2004, P. 454). Jaques Rancière (2004, p. 305) proporciona otra mirada sobre la antinomia entre derechos humanos y la politización de los derechos civiles y políticos. La antinomia no es entre la universalidad de los derechos humanos y una esfera política específica, la brecha más importante es la que “separa a la totalidad de la comunidad en sí misma.” Podríamos plantear la siguiente paradoja presente en nuestros países: muchas veces los derechos humanos se reducen al ámbito de aquellos que precisamente ya no tiene derechos, son tratados como inhumanos o infrahumanos, pero los derechos son, como ya los sabemos, normas jurídicas de carácter universal y abstracto. Esta paradoja se desliza a umbrales difíciles de superar pero que debemos visualizar. Una vez concebidos los derechos humanos sin hacer referencia a los derechos universales y meta-políticos, perdemos como referencia a la propia política, lo

que constituye una verdadera ingenuidad o perversidad. Reducimos la política a un mero juego de negociación de intereses particulares, ya sea en el ámbito cerrado de la política, ya sea entre los que ya nada tienen y el Estado, vía programas y políticas sociales. Esta sana convocatoria de los Derechos Humanos, en sentido amplio, también debe ser analizada como un componente sustantivo de las políticas sociales que caracterizaron el período. “...cuando no son de utilidad, hacemos lo mismo que las personas caritativas con sus ropas viejas. Se las damos a los pobres. Aquellos derechos que parecen ser inútiles en su lugar son enviados al extranjero junto a remedios y ropas, con destino a gente privada de remedios, ropas y derechos. Es de este modo, como resultado de este proceso, que los derechos se convierten en los derechos de aquellos que no tienen derechos, los derechos de seres humanos desnudos sujetos a una represión inhumana y a condiciones inhumanas de existencia. Se convierten en derechos humanitarios, los derechos de aquellos que no pueden ejercerlos, las víctimas de la negación absoluta de derechos. Por todo esto no son vacíos. Los nombres y lugares políticos nunca se vuelven meramente vacíos. El vacío es llenado por algo o por alguien. (...) El derecho a la intervención humanitaria puede ser descripto como una especie de “retorno al remitente”: los derechos no usados que han sido enviados a los despojados de ellos son devueltos al remitente “Rancière, 2004, ps. 307-309). Siguiendo a Rancière, en obra ya citada, si bien es posible construir ciertas subjetividades políticas en los límites de lo “inhumano”, el problema con el humanismo de los derechos humanos, valga la redundancia, es que oculta la parte demencial y monstruosa de lo humano como tal, dotándola de un barniz de sensibilidad y presencia humana. Oculta lo ya señalado por Lemke (2000): el neo-liberalismo como práctica anti- humanista. Ante tales contradicciones sustantivas - históricamente establecidas, por cierto - del material empírico analizado se desprende una adhesión sin discusión respecto a la CIDN, en términos políticos o ideológicos. Pero paralelamente se identifican prácticas profesionales que no abrevan en ella, sea por su carácter rutinario, sea por la ausencia de innovaciones teórico-metodológicas, como fue señalado en el grupo focalizado de discusión conformado por trabajadores sociales de amplia trayectoria en el tema. La ambigüedad al respecto es clara. Aún permanecen formas del control social más arcaico y riguroso. Las construcciones discursivas y prácticas sobre los 127


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Derechos enfatizan especialmente aquellos vinculados a los niños, niñas y adolescentes, no así los derechos de las familias, reconociendo, en algunas instancias, que algunos dispositivos institucionales expulsan a la familia biológica, hecho históricamente constatado pero que mantiene vigencia en el período analizado. No obstante, surgen en el período políticas que apuntan a subsanar esto. Así, por ejemplo, el Plan CAIF, el Programa Nuestros Niños de la IMM, la tendencia percibida en el INAME de sustituir el internado tradicional por “Pequeños Hogares” y/u “Hogares para Hermanos”. Se rescata, además, la re-edición de dos experiencias desarrolladas en etapas pre-dictatoriales, donde el internado pasa a ser una comunidad autogestionada por los adolescentes. Sin embargo, la ausencia de una reflexión sobre Derechos que supere la mera doctrina y alcance los sentidos de la justicia es un debe en el ejercicio profesional del período. (De Martino, 2007)

Más allá del objeto de estudio: nuevas formas de estado y ejercicios del poder Reconocemos que la riqueza de la investigación no ha podido quedar plasmada en el presente artículo. Quedan otros hallazgos que merecerían igual atención. Así, por ejemplo, una suerte de desprofesionalización en el área temática de familia que ha sido planteada con fuerza por parte de aquellos entrevistados pertenecientes a nuestra disciplina, más allá de nuevos espacios o técnicas que surgen en el período. Tal vez sea este tema objeto de futuros artículos. Pero queremos cerrar este artículo con una mirada más amplia que surgió a partir del material empírico recogido. Si en la formulación del proyecto hablábamos de nuevas formas de disciplinamiento destinadas a los segmentos más empobrecidos de Chile, la implementación del mismo nos impuso una mirada más amplia. A lo largo del texto palabras como tecnologías del yo, ejercicio del poder, han sido deslizadas de manera conciente como forma de ir anunciando otro de los hallazgos que creemos aporta esta investigación. Creemos que en el período analizado, más que de disciplinamiento, nos enfrentamos a un nuevo estado y a nuevas formas de ejercicio del poder. El punto de inflexión que se observa, en la obra de Foucault, a partir de La Historia de la Sexualidad. Volúmen I La Voluntad de Saber y más explícitamente en su conferencia sobre La gubernamentalidad fueron los insumos que nos permitieron ir más allá de nuestro objeto de investigación. En estos textos el autor abandona la 128

hipótesis Nietzsche, para el análisis del poder, en el entendido que la guerra ya no posee capacidad heurística para el análisis del poder en sociedades modernas y complejas. “La gubernamentalidad puede entenderse como una determinada economía del poder –una forma de gobierno definida por la masa de la población, su volumen, su densidad–que apunta a las diversas prácticas, destinadas a controlar individuos y colectivos y a generar las formas de auto-gobierno que se pretenden alcanzar.” (Foucault, 1992b, p. 292-293). El autor coloca de esta manera la problemática del gobierno y del Estado. Foucault modifica, así, su anterior noción de poder, lo que le permite analizar las relaciones entre cómo el ejercicio del poder gubernamental estatal logra fomentar, por un lado, el auto-gobierno o gobierno de sí y, por otro, la conducción de la conducta de los otros, o en otras palabras, el gobierno de una nación. Este nuevo arte de gobierno no consiste en aplicar medidas represivas sino en lograr que tanto la disciplina como el control de sí sean interiorizados. En el orden social así analizado no sólo se fuerza al individuo, a los cuerpos y a las cosas, sino que éstos juegan, paralelamente, un papel activo. Las técnicas de dominio gubernamental no se basan en la regulación exterior de sujetos autónomos y libres sino en la regulación de las relaciones mediante las cuales éstos se constituyen a sí mismos como tales, como sujetos, en el sentido estrictamente foucaultiano (Foucault, 1992b). Si, como ya señalamos, en el primer volumen de Historia de la Sexualidad, Foucault hablaba de las tecnologías de poder sobre la vida, relacionando el disciplinamiento de los cuerpos concretos con el del cuerpo social, en las clases magistrales que dictó en 1978 y 1979 fue aún más allá. Desplegó con mayor énfasis su microfísica del poder hasta llegar a estructuras y procesos macroscópicos (Lemke, 2000, 2001). En estas clases analizó las transformaciones de las tecnologías del poder y su centralización en el estado moderno, en un proceso que dio en llamar gubernamentalización del estado (Foucault, 2006). Entendiendo por tal el entrelazamiento estructural del gobierno de una nación con las técnicas de gobierno de sí (Lemke, 2000). A este Estado Gubernamentalizado, propio del período que analizamos y que fomenta, como ya hemos visto, el autocontrol y la capacidad individual o familiar de administrar riesgos bajo un discurso basado en derechos, le corresponde una específica forma de ejercicio del poder. “El ejercicio del poder consiste en guiar las posibilidades de


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conducta y disponerlas con el propósito de obtener posibles resultados. Básicamente el poder es menos una confrontación entre dos adversarios, o el vínculo de uno respecto del otro, que una cuestión de gobierno (...) El “gobierno” no se refiere sólo a estructuras políticas o a la dirección de los estados; más bien designa la forma en que podría dirigirse la conducta de los individuos o de los grupos (...) Gobernar, en este sentido, es estructurar un campo posible de acción de los otros.” (Foucault, 2001, p. 253-254). Ya hemos visto como familia y comunidad se tornan en elementos centrales para guiar conductas. O, al menos, hemos visto la intencionalidad de las políticas y programas analizados al respecto. Pero esta forma de ejercicio del poder tiene un fundamento: “(...) se trataría de una especie de desinversión. (...) Actualmente el Estado se halla ante una situación tal que no puede ya permitirse ni económica ni socialmente, el lujo de ejercer un poder omnipresente, puntilloso y costoso. Está obligado a economizar su propio ejercicio del poder. Y esta economización va a traducirse, justamente, en ese cambio del estilo y de la forma del orden interior “ (Foucault apud Marinis, 1999, p.79). La economización del ejercicio del propio poder se relaciona, paralelamente, con la complejización del Estado, proceso que como ya vimos, Foucault dio en llamar gubernamentalización del mismo. Se recodifica su función y se replantean las de sus instituciones anexas y complementarias. Pero también se erigen nuevos espacios sociales de intervención y surgen nuevos agentes que desafían la clásica lógica dicotómica Estado - Sociedad Civil. En otras palabras, lo que está en juego, teóricamente, es el esquema analítico establecido hace más de dos siglos por la Filosofía Política en el marco de la crítica liberal a la razón de Estado absolutista. Siguiendo a Foucault estrictamente, lo que está en juego es encontrar respuesta a preguntas tales como: ¿hasta qué punto gobernar? ¿de qué manera economizar el ejercicio del poder estatal? (Foucault, 2006). Así, organismos estatales y supraestatales, ONGs, organismos internacionales financieros o humanitarios, agencias de consultoría, think tanks, conglomerados de medios de comunicación, lobbies, partidos políticos, organizaciones sociales y comunitarias de diverso tipo (empresariales, sindicales, profesionales, vecinales, de base étnica o de género, etc.) pasan a constituir una densa red en cuyo marco se planifican, diseñan, ejecutan y evalúan políticas, planes y programas de gobierno (De Marinis, 1999). Retomando a Foucault y a los autores reunidos bajo el

rótulo de gubernamentality stadies (Dean, 1999; Gordon, 1991; Lemke, 2000,2001; Rose&Millar,1992) se verifica, como medio y como efecto de esta nueva situación, una creciente economía de los medios de gobierno que utiliza el Estado. Esquemáticamente: el Estado economiza, racionaliza, optimiza cada vez más sus energías, aprovechándose, sirviéndose de y apelando a la energía de los gobernados mismos, para gobernarlos mejor. Para ello también apela a ONGs, financiamientos externos (BID - BM), agentes omnipresentes en el período analizado. Se procura la economización más efectiva posible de los medios de gobierno, y se trata entonces de gobernar contando con la mayor cantidad posible de la energía que, para su propio gobierno, aporten los gobernados y otras entidades que clásicamente no han sido entendidas como parte de la estructura estatal. En suma, un Estado “adelgazado” (O´Malley, 1991,1996) pero presente, que imbricado con comunidades activas e individuos y familias (Barman, 2003) conforma la nueva trama de la gubernamentalidad neoliberal. Basta recordar los porcentajes de niños y niñas atendidos en I.NA.ME a través de convenios y en la propia institución, indicados por una de nuestras entrevistadas. Esta economización no implica simplemente, la lisa y llana expansión de la economía sobre la política, sobre el Estado o sobre la sociedad. Tampoco es una suerte de ocupación de la sociedad por parte del mercado, en una suerte de juego de suma cero según el cual a cada avance del mercado le seguiría necesariamente un retroceso del Estado. Si esto fuera así, habría todavía un cierto margen de actuación para una intervención desde la política para recuperar el terreno perdido, para poner límites a los desbordes del capitalismo. De este modo, economización no significa simplemente retirada, retroceso o desaparición del Estado. Tal como lo formula comprimidamente Lemke (2001, p. 198): “Lo que se puede observar no es una disminución de la soberanía estatal o de sus capacidades de planificación, sino un desplazamiento desde formas formales hacia formas informales de gobierno. Esto comprende la relocalización de modelos de acción definidos estatalmente hacia niveles supraestatales, así como el establecimiento de nuevas formas de subpolítica, que al mismo tiempo operan “por debajo” de aquello que tradicionalmente constituyó lo político” Aunque podría sostenerse que el Estado transfirió y delegó algunas de sus tradicionales funciones y responsabilidades, eso no significa de ninguna manera afirmar que haya disminuido su centralidad 129


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como espacio de decisiones, como usina central de gubernamentalidad. Como bien sostiene Garland (1997, p. 175), el Estado sigue siendo un nodal point de las prácticas de gobierno. Aunque, también debe admitirse, ha dejado de ser la única fuente de actividad gubernamental. Asistimos entonces a una autonomización del Estado de otras numerosas entidades de gobierno, con las que, sin embargo, permanece vinculado a través de una compleja cadena de relaciones, responsabilidades, empowerment de diferentes sectores y agencias, distantes del centro estatal. Mecanismos indirectos por los cuales se produce un nuevo tipo de alineación de la conducta personal, social y económica con objetivos sociopolíticos de más amplio espectro. Estos procesos pueden observarse claramente en las décadas analizadas: tercerización de servicios otorgando un papel relevante a ONGs, el surgimiento de la filantropía empresarial –muchas veces vinculada a problemáticas asociadas al mundo de la infancia y de la familia– vínculos cada vez más estrechos con los organismos financieros internacionales, transversalidad en el diseño de políticas y programas dentro de la propia estructura estatal. No es nuestro deseo culminar este artículo sin antes señalar que Foucault no imputa a la gubernamentalidad ni a otros conceptos analizados, valoraciones de tipo positivo o negativo, son en sí mismos descriptivos. Por esa razón Gordon (1991) indica que en la fase de reformulación de lo que el autor entendía por poder, es en la que más se acerca a Weber, con relación a una postura académica prudente axiológicamente hablando. Postura que pretendimos compartir en este artículo.

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• Se debe utilizar comillas solo para citas textuales. Si se desea destacar una palabra o frase, utilizar negrita. Para anglicismos o palabras en idioma distinto a la lengua original en que está escrito el artículo, utilizar cursiva o itálica. • En cuanto a las siglas, debe proporcionarse –al menos la primera vez– la equivalencia completa de las empleadas en el texto, en la bibliografía, en los cuadros y figuras.

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Cuadros y figuras Aparte del texto solo existirán cuadros y figuras. Éstos serán los estrictamente necesarios y deberán explicarse por sí solos (sin tener que recurrir al texto para su comprensión), no incluir abreviaturas, indicar las unidades de medición, y contener todas las notas al pie y las fuentes completas correspondientes. Respecto a los cuadros, cada uno deberá encabezarse con la expresión Cuadro N° y, en la línea siguiente, el título, ambos en minúsculas. Al final se indicará la fuente de la información o del cuadro; si es propio se indicará: Elaboración propia. El título y la fuente se ubicarán fuera del recuadro principal. Su formato deberá ser una hoja de cálculo de Excel. Se numerarán correlativamente con cifras arábigas. Siempre habrá que aludir a ellos explícitamente en el texto (Cuadro N° 7). Con la denominación de figuras se incluyen los gráficos, mapas y fotografías. Cada figura debe encabezarse con la expresión Figura N° y, en la línea siguiente, el título, ambos en minúsculas. Al final se indicará la fuente de la información; si la fotografía es propia se debe indicar. El título y la fuente se ubicarán fuera del recuadro principal. Su formato debe ser JPG, en blanco y negro o en tonos de grises, con una resolución mínima de 300 DPI. Se numerarán correlativamente con cifras arábigas. Deberá aludirse a ellos explícitamente en el texto (Figura N° 51). Cuadros y figuras deberán enviarse de forma separada, en el formato que se indica, y serán incluidos sólo si el autor menciona en el texto la ubicación exacta, entre el título y la fuente respectiva. Una línea limpia y fina que defina el área del cuadro o figura se recomienda como límite visual. Notas y referencias bibliográficas en el texto Las notas deben ser las imprescindibles y se situarán al final de cada página. No se incluirán notas a pie de página con referencias bibliográficas. Para las referencias dentro del texto se usará la normativa APA (American Psychological Association), edición 2001, es decir: apellido del autor, año y página, escrito entre paréntesis: (Christoff, 1996, p. 21). La referencia completa deberá constar en la bibliografía. Referencias bibliográficas Las referencias bibliográficas no deben extenderse innecesariamente (la estrictamente citada en el texto), y deberán aparecer completas al final del artículo, ordenadas alfabéticamente y, para cada autor, en orden cronológico, de más antiguo a más reciente. Las referencias bibliográficas se harán según las normas APA, que establecen, entre otras, las siguientes formas:

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• Libro de un autor: Autor (Apellido e inicial del nombre), Año de publicación (entre paréntesis), Título del libro (cursiva), Edición (entre paréntesis), Lugar de edición (seguido de dos puntos), Editorial. Si no tiene editorial se escribe [s.n] del latín sine nomine que significa sin nombre. Ejemplo: Castel, R. (1997). Las metamorfosis de la cuestión social. Una crónica del asalariado. (1ª ed.). Argentina: Paidós. • Libro con más de un autor: Autor(es) (Apellido e inicial del nombre), Año de publicación, Título del libro (cursiva), Edición (entre paréntesis), Lugar de edición (seguido de dos puntos), Editorial. Ejemplo: De Mattos, C. & Ducci, M. E. (2005). Santiago en la globalización: ¿una nueva ciudad? (2ª ed.). Santiago: Lom. • Artículo de revista científica con un autor: Autor del artículo (Apellido e inicial del nombre), Año de publicación (entre paréntesis), Título del artículo, Título de la revista (en letra cursiva, seguido de coma), Volumen (seguido de coma), Número, Paginación (separadas por un guión). Ejemplo: Winchester, L. (2006). Desafíos para el desarrollo sostenible de las ciudades en América Latina y El Caribe. EURE, 32, 96, 7-25. • Artículo de revista científica disponible en Internet: Autor (es) (apellido e inicial del nombre), Fecha de edición o de publicación (año, día y mes, entre paréntesis), Título del artículo, Título de la revista (en letra cursiva), Volumen, Coloque la expresión “Recuperado el”, Fecha de consulta (día, mes y año), Coloque la expresión “de”, Dirección electrónica. Ejemplo: Winchester, L. (2006, agosto). Desafíos para el desarrollo sostenible de las ciudades en América Latina y El Caribe. EURE, 32, 96. Recuperado el 24 de enero de 2007, de http://www. scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0250-16120060 00200002&lng=es&nrm=iso. Los artículos que cumplan con los requisitos temáticos y formales indicados en estas instrucciones, serán declarados como “recibido” y puestos a consideración del Comité Asesor Internacional para su evaluación. Los artículos que no se ajusten a estas normas serán devueltos a sus autores y serán declarados como “no recibido”. Trabajo Social, se reserva el derecho de hacer los cambios editoriales que considere convenientes. Las consultas y los envíos de artículos para todas las secciones, se deben remitir a Revista Trabajo Social, a la dirección de correo electrónico revistatrabajosocial@uc.cl. El mensaje de los autores que acompaña el artículo debe afirmar que acepta todas las condiciones establecidas por estas normas.



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