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Turismo Solidario: viajo, luego ayudo y disfruto
Con un crecimiento anual de casi un 20%, estas escapadas con compromiso ‘atrapan’ a miles de personas que apuestan por vacaciones diferentes.
La pandemia lo frenó en seco, pero el año pasado personas de todo el mundo han retomado un turismo muy diferente. Se trata de viajar, pero, sobre todo, se trata de ayudar. Cada vez son más los que comparten esta visión de turismo y se deciden por ayudar a los demás de manera altruista. Según la Organización Mundial del Turismo (OMT), el turismo solidario es una tendencia cada vez más importante ya que, los viajes que tienen como objetivo una actividad solidaria están creciendo, anualmente, un 20%. El 51 % de los viajeros tienen entre 25 y 44 años y casi la mitad cuenta con un título superior.
¿Qué tiene este tipo de turismo que atrae cada año a miles de personas?, ¿Cómo se convirtieron en destinos ‘turísticos’ zonas paupérrimas y abandonadas del planeta?. Dicen que el ser humano solo puede obtener la felicidad de una forma: compartiendo con los demás.
Así lo explica el profesor de Harvard Tal Ben-Shahar, doctor en Psicología. Sus clases de felicidad son las más seguidas de esta prestigiosa Universidad. Para el creador de la ‘Happiness Studies Academy’, “ayudar, agradecer y compartir” son claves para lograr una felicidad plena.
“ Hay algo de egoísmo en ayudar a los demás porque te hace sentir taaaan bien… ”, explica el estudiante de Derecho Alfonso Jadraque. No es la primera vez que él y sus amigos buscan destinos solidarios. “ Queríamos ir a África, pero una amiga que se había ido a recorrer América con su mochila y su bicicleta nos habló de Guatemala ”. Cambiar de rumbo no suele ser un problema para los viajeros espontáneos. Otros más organizados apuestan por entidades con experiencia en este tipo de viajes.
“Aproveché dos semanas que me dieron de vacaciones en febrero para coger la mochila y emprender la aventura”, explica Pilar, voluntaria de Cooperatour, desde la web de esta organización. Ella cambió su destino inicial, Perú, por Costa Rica, donde ha ayudado en una escuela de niños sin recursos. Al final, los que me ayudaron fueron ellos a mí. Ahora, en Madrid, añoro cada día, cada instante, ese cariño y esos valores que me enseñaron en Esparza. Después de vivir esta maravillosa experiencia, volví a casa con otro espíritu. Con otra manera de pensar y de ver las cosas”.