Trémulos. Tomo I. Version I

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Revista digital literaria

aĂąo 1, nĂşmero 1, diciembre 2015


Editorial Somos un conjunto estridente deformados por el aleteo de un cenzontle apenas ciego. Nuestros ideales se enarbolan en busca de la crisálida del pensamiento, vagamos a tientas por laberintos encefálicos sin fin, brotamos del vacío eterno de la palabra. Surcamos los sueños explorando sus íntimos rincones, nos develamos a la par que el tiempo muere. Nuestro propósito es crear una oportunidad para autores nuevos dentro de la marquesina literaria en la contemporaneidad. De ahí emerge esta Revista literaria en la cual se muestran textos e imágenes de distintos géneros literarios.

EQUIPO EDITORIAL Paola Gabriela Magaña silva Karla Carrizales Rodríguez Corrección Guillermo García Díaz Saúl Emanuel Domínguez Barajas Promoción y difusión Ingmar Istasse Virgen Natalia Delgado Angulo Edición


Bagaje ........ encefรกlico


De la homosexualidad Pepe (monaguillo de la Iglesia San Cristobal) De la voz de un cristiano escuché algo como lo siguiente: “La condición natural del hombre es el procrear, cualquier acto para satisfacer vicios de la libido es considerado contra natura, por ende es pecado ir en contra de la base principal del hombre: continuar con su misma especie. Utilizar algo para lo que no está hecho como tal es caer en una degeneración” Y en base a esto defendía sus concepciones de la homosexualidad y cualquier tendencia “desviada” en la contemporaneidad. Una homofobia vislumbrada desde cualquier concepción razonable, pero que me llevo a la reflexión en estas palabras de quién quizá fuere un reprimido. En base a estas cuestiones ortodoxas mi pensamiento se desvió hacia lo consiguiente, si “Utilizar algo para lo que no está hecho como tal es caer en una degeneración” y esto se conjuga directamente al PECADO, ¿quiere decir que solo aquellos a quienes no les fue concedida la gracia de procrear están en su libre derecho eclesiástico de ejercer conductas homosexuales o lésbicas sin represalia alguna de la sociedad religiosa o un ser omnisciente? Habrá puritanos adoptando la postura de que a quienes este derecho les fue arrebatado sufren de un castigo divino derivado de actos de la misma índole ejercidos por sus predecesores y son exhibidos para el escarmiento de generaciones futuras. Pero he aquí donde mi duda se acrecienta (no hablare de cuestiones justas o injustas en las decisiones de este ser “… que todo lo ve y todo lo oye…”), pero al poner a alguien en un mundo cuyo objetivo principal es la procreación (viéndolo desde tal punto de vista) sin poder cumplir con este requisito vital para la eternidad ¿no es caer ya en una degeneración? (Recordemos que cualquier cosa a la que no se le dé el uso para el que fue concebido cae en esta monstruosa acción.) Pero si volteamos aún más hacia arriba, adoptaremos un modo de herejía tremendo pues estaremos juzgando a este ser maravilloso (cosa que con todo el dolor de mi alma hoy me atreveré a ser). ¿No es el Dios mismo quien degenera? Según se dice debemos seguir el ejemplo del hijo que nos concedió para llevarnos de la mano al umbral del bien vivir (cabe mencionar que según la biblia este no dejo descendencia). Nosotros como fieles siervos debemos seguir el ejemplo de Dios para ganar su gloria. Pero tomando en cuenta el ejemplo de la infertilidad. ¿Qué acaso no es Dios mismo quien degenera? Y en este sentido ¿No es degenerar la condición natural del hombre?


Alejados

Saúl Emanuel Domínguez Barajas La palabra “alejados” puede ser un símbolo de estar seguros en determinado lugar, es decir, si estamos alejados del fuego no nos quemaremos o si estamos alejados de algún vicio es más seguro que no seamos dependientes de él, bueno lo mismo sucede con las personas. Al alejarnos de alguien nos sentimos seguros por el simple hecho que no corremos el riesgo de ser traicionados, calumniados o lastimados, puede que sea así hasta determinado punto, pero primero analicemos algunos niveles de alejamiento, el principal cuando nos alejamos de alguien y jamás volvemos a hablarle y el segundo cuando nos alejamos porque nos lastimaron y tratamos de hacerle daño a los demás aunque nos hayamos alejado ya , podríamos llamarle a esto como una guerra a distancia donde los proyectiles son las palabras y las acciones, esta acción es muy ilógica, si ya desististe alejarte lo más lógico sería que dejar todo en orden, y no seguir provocando un acercamiento verbal y ofensivo, pero bueno estaremos de acuerdo en que no podemos llevarnos de maravilla con todos, pero si podemos ser empáticos con los demás, y si por lo menos no se llevan de maravilla hay que intentar no caer en este juego arcaico de ofensas a larga distancia, sino cortar de raíz este mal que aqueja a gran mayoría del alumnado. Hay que recordar que para romper un círculo vicioso se tienen que hacer sacrificios como perdonar y ser humildes, cosas que son un gran regalo para el alma, pero cuestan mucho. Aun así es más nocivo seguir con lo mismo que terminar de una vez con la problemática, puede ser que la disputa haya sido por motivos grandes como alguna ofensa o acción dañina a ti o a tus seres queridos o por el contrario por simples prejuicios y vanidades por cualquiera que haya sido de estas dos, vuelvo y repito es más saludable perdonar que seguir viviendo con el mismo rencor, para ampliar un poco esta opinión citare a algunos grandes pensadores “Cuanto más pequeño es el corazón, más odio alberga” (Víctor Hugo) . Tengamos amor asía nosotros mismos, dejémonos de rencores y amarguras, que solo nos putrefacta el pecho, que solo nos constriñen la garganta, pues es mejor vivir sin ataduras como el odio y el resentimiento y un montón de cadenas más que degeneran de esto. “La celebración del rencor no hace daño a la persona contra la que se celebra el rencor, sino que perjudica a la persona que lo ejerce” ( Booker T. Washington) Así es el rencor afecta más a la persona que lo aplica que a la persona se le quiere aplicar, puesto que a la otra persona muy probablemente no le importe y quizá el ya te haya perdonado, el problema es que la parte más difícil nos toca a cada quien como el tomar la decisión de terminar con el odio y el rencor de una buena ves sin importar si la otra persona aun me sigue odiando o guardando rencor. La recompensa será que tú quedáras libre de esa prisión mientras los que aún no se decidan a salir seguirán presos por el resto de sus vidas cargando con un peso extra.


Andamios -------------------


Transportes públicos Paola Magaña

Mi única adicción era mirar por la ventana la hermosa ciudad, sus árboles verdosos y pájaros revoloteando en ellos, a veces me aburría la rutina de ver casi a diario el paisaje; me sentaba en la segunda fila, penúltima columna, segundo asiento. Ya lo había visto antes, señor de la 3ra edad casi casi, barba de candado y canosa, ojos azules, vestía formal e intimidante. Semana después iría a una cita, me puse un vestido pegado color vino tinto con un largo hasta las rodillas y un escote lo bastante provocativo dejando al descubierto mis lunares, me subí al transporte público y vaya que fue una sorpresa muy desagradable, el señor tuvo el cinismo de sentarse en el primer asiento, segunda fila, penúltima columna, no quería incomodar más la escena así que mejor me senté delante suyo (segunda fila, antepenúltima columna, primer asiento), sentía una mirada que atravesaba mi nuca y un oleaje de mi pelo hizo que me estremeciera y esto provocó una emoción extraña al pasajero de atrás. Una mano tocó mi hombro izquierdo y escuché una voz diciendo… - Que linda te ves el día de hoy, oye ¿me podrías decir la hora? Esto hizo que respondiera con un tono quebradizo - Una y cuarto. Sentía que el viaje se estaba haciendo más largo que de costumbre pero apenas habían pasado 10 minutos de mi parada, faltaban otros 5 para bajar e ir al café solicitado el día de ayer; caminando pensaba en lo sucedido anteriormente y traté de llegar a una solución inconclusa, *Sólo fue un alago, nada personal, tranquila*. Llegué a mi casa exhausta y para soportar los gritos de mis padres esta algo difícil; entre a mi recámara para darme una ducha y de ahí partir a casa de mi novio o a lo que se le puede llamar novio si solo es uno de mis acompañantes. Bañándome me di cuenta que tenía un chupetón en el glúteo derecho y otro debajo del pezón izquierdo, esto me dio a entender que le había encantado el sexo. Guardé el dinero en mi caja de zapatos, me vestí un poco elegante y salí de casa. Siempre llegaba a las dos, tres de la madrugada y a esa hora se escuchaban los gemidos de mi madre lo cual significaba que se estaban reconciliando; marqué en el calendario una cruz, para que mis hermanos no los fuesen a despertar porque estarían agotados, ellos piensan que es cuando a la hermana mayor le toca hacer el desayuno (casi siempre). Yo soy una mujer flaca y lo bastante deportista, hago ejercicio a diario con dos o tres hombres a lo mucho, una hora cada quién. Conforme pasaba el tiempo me iba dando una idea de cómo iría vestida a mis próximas citas, formal, elegante, era muy pesado decidir entre tanta ropa que me compraba con las ganancias del mes. Cuando caminaba hacia la parada dos tipos me chiflaron y decían vulgaridades que no alcanzaba a percatar lo dicho, me detuve en la parada del transporte público, se me acercó un anciano preguntándome: - ¿Qué número de transporte es? - La 21, de nada. Me subí y él también; dos, tres, cuatro, cinco asientos desocupados y justamente se sentó a lado mío, empezó a filosofarme de la vida y una hora después terminé bañada en su líquido seminal, le cobré unos cien pesos menos, puesto que me dio lástima porque quizá esa haya sido su última noche con una mujer. Por noche cobro mil, por hombre quinientos, y por decir, sí son tres hombres en una noche serían dos mil, por felación nunca cobro, es por eso que me buscan varios. No pasó mucho tiempo para volverme a encontrar con aquél de la barba canosa, se sentó a lado mío puesto que era el único asiento desocupado - Oye, ¿te han dicho que eres hermosa? Me dijo, guardé silencio como si no hubiese escuchado nada.


- Hola, tengo dos mil pesos y quiero dárselos a alguien, no quiero incomodar pero en tres cuadras Es mi parada, si los quieres sígueme. Faltaban dos cuadras para llegar a su casa y yo ya me había cansado de caminar, doblamos en la esquina y su casa era uno de esos departamentos lujosos de por ahí, abrió la puerta. - Entra, te invito a pasar. Me adentré a su recámara porque sabía que quería pagarme por sexo, me quité mis zapatillas y baje lentamente el cierre de mi vestido floreado, sentía besos en el cuello y su barba hacía que cosquilleará mis entrañas. Hizo que me sentara en su cama y empezó acariciándome los pies con sus labios mientras sus manos bajaban mis pantaletas, movía mi pelo, lo acariciaba, me quitó mi coleta y al olerlo empezó a masturbarse, era lo más raro que había visto y lo más asqueroso. - Disculpe, esto no está en mi contrato, sabe bien que eso no se puede, que me da asco. Le dije - ¡Cállate!, tú viniste por dinero y para eso y más te pagan, cállate que yo te daré más de lo que cobras. Contestó. Pasaron cinco minutos y seguía en esa posición, me cansé de estar así, pareciera como si nunca acabase - Tengo ganas de vomitar. Le replique - ¿Qué no ves que estoy ocupado?, vomita, sirve que me excito más. Me dieron unas ganas inmensas de regurgitar, pensaba en lo más hermoso del paisaje, solo quería que se acabara esto. - Hay vienen, hay vienen, abre la boca mujer, ¡que la abras te estoy diciendo!, chupa, chúpale, qué no escuchas ¿o qué? Empecé su felación y se vino en mi boca, vomité… Me pagó lo acordado e hizo que cogiera con él, al final ya sabemos dónde quedó su semen. - Cámbiate que no tarda en llegar mi esposa, cámbiate y vete. Me retiré como siempre lo hago después de tener copulación con alguien. Llegué a mi casa y escuché unos gemidos, es raro puesto que mi madre todavía no llegaba y no era la hora de coger, seguí los gemidos y me llevaron al cuarto de servicio, abrí la puerta, fue una gran sorpresa ver a mi padre con la sirvienta, estaban en la posición del misionero, después se posó en sus cuatro patas y al último ahogo a la mujer con su pene; empecé a acariciarme el clítoris mientras escuchaba el atraganto y el llanto de aquella mujer. - Vamos, vete, no tienes que estar aquí. Me advirtió mi padre, me retiré y fui a mi recámara, estaban mis hermanos jugando con mis consoladores. - Dejen ahí, no es para jugar, no son muñecos, no se besan, ¡dejen ahí! Me sentí algo triste pues no quería que mis hermanos supiesen de qué “vivo”, me resigné y me la pasé una semana en mi casa sin contacto alguno con cualquier hombre (excepto mis hermanos y padre). Me di cuenta que mi padre siempre a las tres y cacho de la tarde cogía con la sirvienta y de dos a tres de la madrugada con mi madre. Nadie sabía de la vida de nadie, mis hermanos se la pasaban en la escuela, yo con los hombres, mi padre cogiendo con la mujer y de mi madre nunca supe a donde iba todas las tardes.


Inútiles inocentes Natalia Delgado Angulo

Cada diez minutos cae, una vez más, un cuerpo blando y manchado en la vereda. Los líquidos escarlatas recorren las calles. Los estruendos idiotizan mis sentidos. Inocentes lamentan su vida. Los corazones ambiciosos solo desean ganar, sin importar cuanto les cueste, maldito gobierno, si tan sólo pensaran con la cabeza y no con los bolsillos, que importa si muero. . . ¡No quiero ser quién mire a mi gente destruirse! Un frío tubo de acero apunta mi columna y puedo ver lento y a detalle como mis entrañas chocan en la acera, acompañando a otros inútiles inocentes.


¡Puercos, puercos! Guillermo García

La balacera lava la acera, los proyectiles rompen el aire, juguetean con el sonido y terminan impregnados en los muros. Rostros bañados en el valor que les da el miedo. ¡Dedos en el gatillo! Dedos. Juego de autoridades (la del estado y la del Estado). La muerte colgada del cuello toma cadencia de péndulo, y recibe los labios del hombre que deshabita el cuerpo. Personajes sudados, músculos heridos. Azul y rojo, azul y rojo atosigando el timpano. Las miradas se buscan. Las balas arremeten al viento. ¡El niño que iba a la tienda! Charcos delatan el escape de la vida. Almas prófugas. ¡Ay! ese afán de demostrarle al patrón quién es el mejor elemento.


Estrellas y gusanos

Carolina López Herrejón

Me fastidiaron las Medias, así que me he puesto calzones morados y un tutú gris transparente. “Las princesas no perecen en los ríos” escucho berrear con suma presunción a la gerente Vilche. “Las princesas no alborozan con sus uñas las carnes umbrías” “Las princesas no desnucan” “Las princesas no se drogan Male, no andan con la mirada perdida por las calles” “Las princesas no son presas, son princesas” Me despierto. El sueño, ilógico como cada noche, me ha dejado abatida y con el corazón amoratado. Un día vomitaré sangre negra. El espejo refleja mi aspecto mañanero: rímel corrido, delineador que ahora es una mancha en cada párpado, labial seco en las comisuras de la boca, una tez muy blanca, unos ojos muy grandes, una mente muy abierta, cabello enmarañado, revuelto, púrpura, con nudos y orzuela. Así me representa ese reflejo, como si al describirme existiera de por sí, no basta que sea una mujer que anda y pisa charcos, el mundo para que exista hay que nombrarlo. La resaca será con mucho sol y poco aliento. Beber con alguien ingre más que tomarse de las manos. Y qué mejor si a ese alguien lo puedes llevar a la cama. Cantando por los pasillos del edificio, besando las escaleras de sopetón, bailándole a las plantas para que se alegren un poco. Así se ha esfumado la noche, así se vive una borrachera. Las señoritas han de asombrarse por este abrupto comportamiento, mira que una mujer se ve muy mal alcoholizada, pero mucho peor pensando en “cosas importantes”. ¿Qué cosas importantes? Pues ya lo sabes, el tiempo, la muerte, el amor, maldito, devastador, efímero amor y la política, hombre ¿Creías que me iba a olvidar de las ideologías? Para nada, para nada se olvida una de eso, para nada lo perdemos de vista aunque nos hagamos las ciegas, las tontas, las banales. ¡Ay! Este dolor de cabeza es algo así como orgásmico: A ratitos, que viene, te llena y se despide con un gemido involuntario. Esta vida no me va, este lugar no se acomoda a mí o yo no me amoldo a él. La ciudad es muy tranquila, el barrio es muy tranquilo, las plazas son muy tranquilas, excepto por las manchas de sangre que cubren todo el radio de la urbe. Entiende que la sangre no es ruidosa Male, sólo mancha. El sonido se da anterior al brote de la sangre: un golpe, una caída, una bala o muchas. Pero me dejo de especular pendejadas. Debo trabajar. El trabajo, hoy en día, está muy venido a menos, muy sobrevalorado. Creerás tú que a las putas de élite les pagan más que a mí, freidora de papas fritas. En serio. Y me vas a responder que freír papas es hasta nocivo para la salud, pura fritanga que engorda con químicos y no sé qué tanto más… pues, las prostitutas engordan los taburetes del estado, y eso señores, se llama traición. Se llama explotación, tiranía, corrupción coital en su máximo esplendor. Un par de nalgas bien puestas y todo el sistema se derrumba. Bueno ya me calmo, luego con el coraje en el cogote no opera una. Y las papas se me queman. Después de toda esta alharaca y guaguareada me voy a presentar: Me llamo María Elena Soria Parra, tengo veintinueve años, soy ordinaria desde los pies hasta las cejas, de la frente hacia arriba me hago grande nomás pensando y pensando. No soy una mujer sola aunque lo parezca. Vivo con Daniel Beto. Daniel Beto es mi hermano menor, anda todo el día con una sonrisa que encanta, agita sus manos, brinca, brinca, hacia arriba, hacia el cielo. Vivimos en la misma casa, sin padres, sin reglas, sin ley más que la nuestra, cada quién hace de su cuarto un papalote y de su vida lo que le plazca. Nos vemos de vez en cuando y si eso pasa, vivir es una fiesta, los días se hacen más claros a su lado, la música sale de las cosas, todo tiene un sonido y un por qué. Sin embargo eso ocurre muy poco ya que el pobre con sus dieciséis años a cuestas sufre de largos lapsos de letargo existencial, pazguato como el mismo, tibio, no sale de la cama por andar buscando el hilo negro de la partícula de Dios. Tiene un amigo, Micky Chuy, y… no vale la pena hablar de ellos, ya lo saben las que predican: ningún hombre vale la pena. (Encendida y afrentada ¿dónde?) Los he distraído durante estos minutos y me disculpo. Este monólogo fue pensado para confesar el asesinato de


Rosita Tinaja Espuria, y sí, el apellido de la madre me lo he inventado, por el placer de difamar a esta persona. Así de simple. Ya ven que la especie humana se regocija con la podredumbre del otro. No era mi amiga, no sentí nada cuando la rematé con la tabla para picar. No concebí pena, remordimiento, asco o dolor por su cerebro que salía de un orificio cerca de su oído derecho. Nada. Para entonces mi conciencia estaba bastante vacunada. Miren que perseguir a una mujer adicta a las compras es una tarea cansada. La intención era meterle una bala a la altura de la nuca, dadas las circunstancias, me tuve que conformar con un balazo en el tobillo izquierdo y matarla, bien muerta, con la tabla que ella usaba para cocinar. ¡Plam! Y se murió. Es cierto que algunas horas antes mi mente, estómago y corazón estaban inflados por el odio. No paraba de maldecir a Rosita, a sus ojos con ojeras, a su afilada nariz y sus delgados labios. Odiaba todo de ella. Los paisajes que haya visto, la comida que haya probado, la música que escuchaba, incluso a los cantantes que le gustaban. Los detestaba con mi hígado y entrañas. Pobre mujer estarán pensando. Se lo merecía, así las cosas. Llevo cinco años en mi trabajo de freidora de papas fritas, la empresa que me contrató es de gran renombre. Un día entre tantos que conforman las semanas, los meses y los años, cruzó por la puerta Rosita Tinaja, yo aún no sabía su nombre, me lo dijo al darle el saludo memorizado: “Buenas tardes ¿qué le ofrezco?” Y se burló, su única respuesta fue reírse con sorna de mis palabras, de mi apariencia, de lo que yo represento. Carcajada tras carcajada, yo parada esperando su respuesta. Al terminar sus convulsiones sarcásticas sólo me dijo: Soy Rosa Tinaja. Ofréceme el paquete dos con coca de dieta y papas grandes, ponlo para llevar. Dio media vuelta, su diputado en turno pagó con tarjeta de crédito y se la llevó de la cintura a otro lado donde yo no estuviera. La perseguí y acosé algunos meses, me aprendí sus horarios, las actividades de recreación que practicaba, no era complicado: despertar, gimnasio, ir de compras, comer, tarde libre para prostituirse con el susodicho (que siempre era un senador o un diputado), dormir. Las primeras tres actividades las ejecutaba en solitario, no le gustaban los gorilas, por lo tanto me facilitó trazar el homicidio. Sencillo, la seguí del gimnasio al centro comercial, luego a su casa, cuando se encontraba apurada buscando sus llaves me ofrecí a sostener sus bolsas. Logró abrir la puerta de su casa y la empujé en las primeras fracciones de un minuto, saqué la pistola y la muy idiota corrió hacia las escaleras, como ya lo dije, le di en el tobillo, se trozaron su largos tacones. Se arrastró hasta la cocina y al no ver otro objeto le di con la tabla una, dos, tres veces seguidas. Su cara de sapo cogelón se desfiguró, el cuello se le dobló y su nuca sonó fuerte. ¡Plam! Bien muerta. Y ahora yo reí, tanto como lo hizo ella, me convulsioné de forma sarcástica y le pedí el paquete dos, una coca de dieta y papas grandes. Bebo frecuentemente desde entonces, Daniel Beto se percata de ello pero no me molesta, he llegado a pensar que toma el asesinato como un acto de justicia a la nación. ¡Por una patria libre de zorras traicioneras! A Rosita Tinaja Espurio ya se la comen los gusanos. Cuando cierro los ojos recuerdo todas esas estrellas que iluminaban mis movimientos al enterrarla. Me adentro en esa visión, me dejo llevar, me invade la dicha, me sonrió, repito en voz baja, varias veces: estrellas y gusanos. Todo se calma, pero los sueños no. Siguen ilógicos, como ésta historia, les aviso.


Lili

Karla Gisella

Se sentaron. A la hora, sus cuerpos reposaban ya y la vista se fijaba en el techo, como si las líneas de cemento pintado con un tenue matiz castaño les pudieran desentrañar el misterio del universo. Su tez relajada, las horas que corrían con vaguedad, la sutil distancia separándolos, aquella línea que se quebraría en cualquier momento. Lili se acercó con un ligero movimiento lleno de gracia, con el rostro radiante, para besarlo. Emilio, a pesar de todo, alejó sus labios. Lo siguiente fue una trágica escena en noir et blanc con el dulce semblante, Lili deformándose hacia los abismos lúgubres del más auténtico horror. Ya lo había hecho antes por lo que no le tomó más que unos segundos tornar la piel de Emilio en viento, la pasiva expresión de su rostro de rasgos afilados, en silencio, en el último resquicio del túnel que conduce a un inmenso grito final. Una vez hecho, Lili se dedicó a delinear en un gesto de singular elegancia, el cadáver con el cuchillo.


El dramaturgo que espera Ingmar Istasse Virgen

Había mucho tráfico, las personas iban como siempre, cruzando las calles, tomando el metro, taxis, esperando a que el semáforo pasara de rojo a verde, hablando por teléfono, siguiendo su rutina y su camino, ignorando lo demás, yo solo soy consciente de las personas que pasan a esperar el metro, ya que yo vivo muy cerca de allí, solo veo lo apurada que va la gente apenas a las seis de la mañana y me estremece lo complicado que se hacen sus mañanas. Mi caso es diferente, no solo no tengo rutina, soy mi propio reloj, podría decirse que hago lo que se me antoje, aunque el bachillerato y mi carrera en dramaturgia la termine, vivo solo, en un departamento barato, en el que personas como tú y él no pasarían allí una noche aún que les pagaran, llegue a escuchar que hubo una asesina, o al menos eso dijeron los vecinos. Yo no soy supersticioso, ni muy religioso pero soy creyente de lo positivo y lo negativo, por lo que trato de remediar los malos días con una buena sonrisa, antes era muy reconocido por mis guiones que presentaba en el Teatro Romántica, de los cuales me gané buenas críticas, aunque por desgracia en mi caso la fama fue muy corta, la gente dejó de interesarle la clase de historias que presentaba, recorría parques, centros y plazas, pero ni las avenidas o las calles de la misma ciudad me daban algo nuevo para poder escribir, de esa manera traté de ilustrarme con mi vieja compañera “Betty”, una guitarra que conservaba desde los diez años, pero ni su tremulante sonido me hacía calmar los nervios que me asechaban. Llegué a pasar por insomnios severos, pero lo feo todavía no llegaba, todo empeoró cuando llegó el recibo de luz, el inodoro y el tubo que soltaba agua helada que usaba para ducharme, era lo único que servía para extraer agua, por lo que el recibo de agua no solía ser un problema, pero la cantidad del recibo de luz era estremecedora y con solo unos centavos en el bolsillo tuve que hacer algo para sobrevivir. Por desgracia sólo tenía una colchoneta y mi ropa personal, por lo que no tenía pertenencia valiosa que poder empeñar, pero mi vieja “Betty” me dio ánimos, con su música en la que trataba de adentrarme me llegó la idea de tocar canciones en los túneles del metro, después de todo soy excelente con la guitarra. Eso hice entonces, desde esa ocasión cada día voy a ese lugar en el que salgo de mi departamento, me dirijo a un lugar abierto donde hay suficientes personas para que escuchen lo que toco, e incluso llevo la funda de “Betty” en donde la gente puede dar lo que sea de su preferencia, pero a pesar de llevar dos años allí ninguna persona se ha tomado la molestia de darme un centavo siquiera. Al viejo Dewey le va casi igual, quien vive como vagabundo en el túnel de las limosnas que le dan las personas; Jerry, por otra parte, pasó de vagabundo a ladrón, se enfadó de recibir centavos y prefirió arrebatar lo grande aunque se quedara en su consciencia, la policía suele buscarlo, aunque a pesar de conocerle de vista por estar en la misma zona, nunca nos han venido a preguntar nada, yo suelo tocar cosas emotivas pero dependiendo el día, la hora y su momento toco melodías deprimentes, llenas de lo que guardo en el fondo de mí. Hoy la gente casi no pasa, trato de preguntarme porqué. Es noche buena, pero muchos no lo celebran y aun así guardan un árbol en su casa, yo por mi parte pienso seguir tocando hasta la mañana, no me molesta el desvelo por que cuando regrese descansaré tanto que despertaré hasta el próximo año. Las cuerdas de mi guitarra ya están muy desgastadas, afinarlas cada quince minutos no sirve de nada, el hambre se apodera de mis entrañas y la música ya no suena tan variada, sigo pensando que habrá algo que me ayude a seguir, algo que me aparte de aquí, tal vez una oportunidad del destino o un empujón de la vida, que la alegría que le brindo a mis días sean recompensados de esos trágicos fracasos. Pasa la gente, se oyen apuradas, esta vez se amontonan muchos, empujan mi espalda, muchos toman cualquier metro, ya que el cielo se oscurece, la gente se aleja y yo sigo tocando, mi mano congelada tiembla entre las enredadas cuerdas de “Betty”, las yemas de mis dedos están moradas y lastimadas, mi mano izquierda se atreve junto a la derecha, acaban la canción con un si bemol.


En ese momento ocurre algo extraño, no es como si la navidad me salvara o la vida haya escuchado mi mensaje, es como si la respuesta que mi mente buscaba estuviera en ese dinero que dejó aquella persona, una linda joven, muy bien abrigada, me sentía emocionado, por fin alguien había contestado mi canción y, aunque lenta la sentía, lo motivado no se desvanecía. Mi vida se llenaba de nuevo de una sonrisa honesta, mi apetito y mi imaginación hacían que me doliera la cabeza, pero me sentía como en una realidad innata, en la que sentía una extraña frustración, veía el dinero de la joven, el cual no estaba en la funda de “Betty” sino a un lado, pensé rápido, sentía que debía agradecérselo por ayudarme a encontrar la puerta para reanimar mi alma, la joven se encontraba muy cerca de las vías, creí que revelaría, me arrojé hacia ella, pero extrañamente cayó a la vía, con el metro aplastándole las rodillas, hasta dejarla destruida. Me recorría una extraña sensación en la que pensé que ella me había atravesado, primero mi mano en su brazo, luego mi cuerpo a través del impulso, no lo comprendía, su cuerpo seguía en las vías, pero luego la joven pareció justo en la esquina, personas llegaron al lugar, los federales cubrieron todo, trataba de escucharlos, me acerqué a uno, ellos me ignoraban, nadie me miraba, tan rápido volví a las dudas, pero trataba de no buscarlas, solo porque no quería enredarlas. La ambulancia llegó, los paramédicos pedían una explicación, dijeron que la joven se suicidó, pero antes su dinero se le cayó cerca de donde tocaba música un dramaturgo olvidado, quien había fracasado después de una mala crítica, este fue asesinado en su departamento por Jerry, un ladrón envidioso quien le quitó su guitarra y le dio muerte junto a su amigo, un vagabundo de nombre Dewey. En lo personal, nunca pensé que fueran así las cosas, esperaba que fuera una pesadilla en la que había caído por aguantarme el sueño cada día, pero dejé de esperar al pensar que tenían razón, no hay más lógica que lo que dijo el señor, ya que después de mi último guion, caí en el rencor de las opiniones y traté de superarlo cantando felices canciones, conocí a un hombre con una vida aún más trágica, envuelto en problemas que trajo a mi hogar donde fuimos asesinados por el mismo hombre, y esa noche el caso quedó como el tropiezo en el túnel. Yo esperaba que pudiera continuar, que apareciera la luz del más allá, pero no sé si por no ser fiel creyente que mi alma continuó vagando por los túneles de la ciudad, cada año, supongo que hasta que alguien me vea, escuche la canción de “Betty” o mire ese lugar. Tal vez sigan arrojándose a las vías, pero yo no dejaré de tocar la misma melodía, hasta que alguien pase, me vea y me deje una moneda que me llene de nuevo de alegría.


El refrán del pez José Juan Zárate

No me la creía. De verdad. Pensé que era una broma de un amigo o no sé. Pero cuando despierto, me doy cuenta que la voz en el teléfono es la de mi papá, hablándome en chinga, pero yo no le entendía. Me decía algo así como de su apuro por tomar un avión y que regresaba en dos días. Que no iba a estar en mi cumpleaños, pero que ya me había comprado mi regalo en una tienda de electrónicos… …si, escúchame. Te compré una cámara de video cómo esa que vimos en el aparador... Sí, esa. Es para ti. Es tu regalo de cumpleaños, pero no voy a poder llevártela; la dejé ahí, en la tienda, para que tú vayas a recogerla. Ya les di tus datos y les dije que tú vas a ir por ella. Bueno, felicidades y pásatela bien. Nos vemos cuando regrese. Cuídate. Entonces, antes de que colgara le pido el teléfono de la tienda, para comprobarlo, ¿no? No, pues ya, me da el número y marco. Quería estar seguro de que no lo había soñado… …arp electronics. Dígame ¿en qué puedo servirle? Sí. Mire, esteeee… quisiera saber si tiene un paquete para mí… Sí, mi apellido es Favela, digo, me llamo Roberto Favela… sí, la espero… ¿Una cámara de video?... Sí, sí. Muy bien, muy bien... Sí, sí, yo paso a recogerla más tarde. Disculpe, ¿Puedo pedirle que tenga cargada la batería?... Sí, gracias. Es cierto. Una cámara de video para mí. No, pues, ¡Qué chingón regalo de mi papá! Ahorita me levanto hecho madre y después de desayunar me voy a la tienda. Quiero tener la cámara esta noche y estrenarla en la fiesta con mis compas. Desde hoy empiezo a filmar largos, medios y cortometrajes. Me voy a convertir en todo un videoasta... Eso pensaba, pero terminé siendo un stringer. Aunque de eso me enteré hasta esa noche. Pero más allá del placer del voyeur que descubrí, me di cuenta de que disfrutaba con la desgracia de los demás… Cuando salí de la tienda, lo primero que hice fue encender la cámara para grabar las calles. Empecé un travelling de un edificio cuando, de repente, escucho el chirrido de unas llantas. Entonces, enfoco una de las esquinas de la calle y un auto venía en chinga. Llega al cruce, no frena… y ¡Madres! se estrella con otro que estaba esperando la luz para cruzar. Adentro del carro estaban tres personas. Un hombre, una mujer y un niño pequeño. Haz de cuenta que grabé la imagen del conductor con los ojos abiertos un-segundo-antes-del-impacto… ¡Madres! muerte instantánea. Corro hasta el auto y enfoco bien a los tres. De la mujer y el niño, el niño fue el que más la libró. Estaba tirado atrás del asiento de su mamá con una pierna quebrada. La cara de la mujer estaba llena de sangre y uno de sus hombros enseñaba la clavícula rota. La gente alrededor: ¿es una película o qué pedo? porque no hicieron nada. Se quedaron ahí parados, sin hacer nada, viendo un auto y el otro. Todo en un instante de tomas en cámara lenta. La ciudad callada. No se oía nada más fuerte que los gritos de la mujer: ¡Ayúdeme! ¡Ayúdeme, por favor! ¡Saque a mi hijo! ¡Ayúdeme! Yo no hice nada. Me dediqué a grabar desde todos los ángulos que pude. Estaba hipnotizado con la secuencia: Close up a la mujer mirándo con su rostro ensangrentado y con la mano extendida en suplica de ayuda. Zoom in a los cristales rotos y esparcidos en el interior del carro. Tilt up a la sangre que se escurre de la frente del hombre en el volante. Traveling a la fractura expuesta en la pierna del niño. Otro tilt up, al llanto mezclado con el dolor en la cara del güerco. ¡Fue chingón! Grabé mi primer corto ¡y de qué forma! La gente se acercaba. Se empezaron a dar cuenta de que no era una película. Aullidos de sirenas de ambulancia cada vez más cerca. Reaccioné. El tiempo terminaba. Tenía que moverme rápido si quería grabarlo todo. Corrí hacia el otro auto, ocho o diez metros adelante. Abrí la toma en el encuadre a varios acercamientos; al rostro del conductor, que tenía la mitad de la cabeza aprisionada, así… entre el volante y el marco de la puerta. Tenía los dedos blancos por la presión sobre la rueda del volante. Pero aún no estaba muerto, sus quejidos se mezclaban con la sangre que escupía. Me quedé ahí, filmando. Luego exhaló su vida y se quedó inmóvil mientras yo grabé su muerte con el claxon del auto como música de fondo. Los dos coches estaban destrozados. Las sirenas llegaban al lugar. Todo se movía en chinga. No, pues, abro el encuadre y camino de espaldas hasta detenerme en la esquina para enfocar mejor. Los gritos de la mujer.


Los cuerpos todos desmadrados... Las tomas que hice están perfectamente firmes. No vacilé un momento. Todo iba bien hasta que un policía se acercó gritando. Esa fue la última toma. Después se grabó el pavimento mientras corría. Llego a la casa y lo primero que hago es ponerlo en la televisión una y otra vez. Hasta se me olvidó la fiesta. Al llegar mis amigos, yo veía la secuencia del accidente por enésima vez. Les dije: vengan, vengan, miren lo que acabo de grabar. Todos se quedaron mudos y con los ojos cuadrados al ver las imágenes que filmé. Yo no sabía qué hacer con el video. La neta, no tenía idea. ¿Qué hago con él? Todos mis amigos me preguntaron lo mismo. Al principio pensé en una exposición alternativa con algún nombre gore, o algo así. Algo experimental. Pero cuando alguien mencionó lo de venderla y ganar dinero, entonces me interesé. Así fue que descubrí lo qué eran los stringers. Estuvimos hablando de eso toda la noche. Alguien se acordó de la grabación del asesinato de un candidato político y que el que lo hizo, después vendió la cinta de video a una cadena de televisión en Estados Unidos. Y que al parecer le habían pagado bien. Sí, ese sería un buen principio. Podía hacer algo con mi cinta. Al día siguiente fui a varias televisoras y al final la vendí. Pero en este país sólo los programas sensacionalistas se interesaron por ella. Nadie quiso transmitir las imágenes completas. Pero bueno, a mí de todas formas me pagaron. Ese fue mi primer “trabajo”. Luego me puse a recorrer las calles en mi moto, siempre en busca de más “acontecimientos”. Incluso me compré un radio de onda corta para escuchar la frecuencia de la policía y de las ambulancias. Me olvidé de la escuela y comencé mi vida de stringer. Las primeras semanas no ocurrió nada interesante. Sólo uno o dos accidentes, pero yo no llegué a tiempo. Dormía de día y trabajaba de noche. Se convirtió en rutina. Una forma de ganar dinero fácil. Incluso llegué a tener un convenio con varios periódicos. Me compraban muy bien las imágenes, sobre todo los más amarillistas. A mí ni me importaba que no apareciera mi nombre impreso en el pie de foto. Yo estaba orgulloso al saber que esas imágenes que les digitalizaba, eran mías. La verdad no, nunca pensé en ayudar. Mi lema era: No intervención. Mi prioridad siempre fue grabarlo todo y salir rápido de la escena antes de que llegara la policía. Me anticipaba a los reporteros de la televisión. Siempre llegaban tarde. Ellos nunca lograron una exclusiva. Sus tomas siempre las hacían después de los sucesos. Yo estaba un paso adelante. Siempre me lo propuse y lo logré. Estar un paso adelante. Recorría la ciudad durante la noche y la madrugada. Sobre todo los fines de semana. Empecé a llevar una bitácora con la fluctuación de los accidentes que grabé. Es más, tengo un archivo repleto de cintas de video en mi departamento. Estrellamientos de autos, explosiones en fábricas, riñas callejeras, incendios en casas, suicidas saltando al vacío. Toda una colección. Sí, incluye el video de… eso. Podrás pensar que la conservo como un recuerdo morboso, pero esa fue la última vez que lo vi con vida. Fue hace tres meses. Yo estaba tomando café en una tienda de veinticuatro horas cuando escuché el reporte del accidente en mi radio. Salí lo más rápido que pude para llegar antes que nadie. Llegué, y cuando lo ví, pensé que sería otro accidente más, pero lo que encontré fue distinto. No, yo no sabía. El auto que conducía mi papá esa noche, era el de su amante. Ella también murió en el accidente. Fue un momento de emociones encontradas. ¿Qué hacía? ¿Ayudarlo o dejarlo ahí mientras llegaba la ambulancia? Tenía las piernas prensadas bajo el tablero y la palanca de las velocidades incrustada en el estómago. Se desangraba. El impacto con el contenedor de basura fue paradójico: Una basura llegaba a su destino. Estaba ebrio y entre sus gritos de ayuda ahí mismo me lo confesó todo. Yo creo que de verdad sintió que ahí se iba a morir. Lo tengo grabado. Cuando le exigí una respuesta me lo dijo. Llevaba un año engañándonos a mi madre y a mí. Sus supuestos viajes eran la excusa que utilizaba para estar con su “querida”. Ahora está muerto y mi madre no ha visto la cinta. No, nunca se la he mostrado. No creo que pueda soportar la idea de la infidelidad de mi papá. Yo nunca le he dicho que filmé el accidente y ninguna palabra sobre la confesión de mi padre. Por eso, cuando tú leas esto, entonces seremos sólo tú y yo los que conoceremos la verdad.


Medio eslabón Karla Janith Carrizales Rodríguez

El pequeño niño se levanta en medio del desierto, se levanta y se pregunta por qué repentinamente se encuentra aquí, sin mucha vestimenta, delgado, más moreno de lo que recordaba. Con la mirada seca del calor busca a alguien para preguntar lo sucedido… nadie… pero alguien debió traerlo mientras estaba profundamente dormido de una gran anomalía de sueño de varios días. Así tiene lógica. El pequeño príncipe se dispone a caminar por el desierto, capas y está pisando su futuro reino ahora mismo o como mínimo estar cerca del reino de su padre. Descalzo y acostumbrado al calor de los años anda a buscar señal sobre cualquier mínimo de habitantes. Mil quinientos años antes de cristo, temporada de verano, en horas de ver al sol encima del cielo y las nubes, en Egipto. Ausur finalmente puede escuchar los gritos ensordecedores de los esclavos. No los extrañaba en lo absoluto, el dolor que le provoca en el espíritu es inmenso, de alguna forma el silencio se oye mejor, además, es esa sensación de sufrirlo también… se pone a reflexionar, su reino algún día podría seguir con ese hermoso sonido que además de consolar, cura. De repente al verse encima de una duna, se espanta por todo lo que ve, pues es peor que la de por si agonizante esclavitud del faraón: los cuerpos agotados de estas personas están más marcadas de rojo que ya se pueden ver señales de sangre; anoréxicos y sedientos mezclan barro sin agua, si no con su propio sudor; cargan varios bloques sin ayuda de carruajes ni cuerdas; cada que uno cae cansado, otro lo levanta y si no es así una autoridad lo haría para después azotarlo. Sus ojos están casi tan abiertos como su boca, el terror lo invade y no piensa en nada, luego ve un

monumento puesto en medio de la agonizante escena, una figura con la imagen jeroglífica de Anubis… Ausur esta muerto. Él se da la vuelta y no alcanza ni a dar una paso para huir cuando de repente un humano con cabeza de ave lo jaloneo del cabello, Ausur ve su rostro, es Montu. A fuerzas lo lleva a una pequeña y bonita edificación. Lo azota en el suelo con ayuda de sus poderosos brazos y tapa la entrada. El niño no deja de llorar, esta perturbado y confundido (a de más le entro un gran hambre y sed), pero nada comparado con el gran sentimiento del deseo de estar a los brazos de sus papas. -¿Ya viste a toda tu dinastía en cadena de castigo? Me dan asco, pero no puedo evitar verlo… te ves bien, tu podrías consolar un poco esa imagen, eres un niño encantador. Ausur se abraza a sí mismo, negando con la cabeza suplica clemencia mientras derrama sus últimas gotas guardadas en su seco cuerpo. -¿No?, a, de todos modos no puedo llevarte ahí… maldito Anubis y sus códigos morales. Ten, tómalo antes de que rompa las sagradas reglas de la muerte. El niño se levanta y recibe en sus manos media pluma blanca. -Representa el valor de tu alma… es muy mediana, no sé qué hacer en estos casos, pero sería un gran placer que regresaras conmigo y tu emm, fea familia. Ausur ve la puerta con las ansias de salir huyendo, pero la fría mirada de Montu lo tiene tan clavado de los pies que no puede caminar del miedo. Además, no ha dicho a donde tiene que llegar exactamente… -Ahí donde veas el templo de Anubis- dice leyendo su mente y suspira- ¿pero cómo te voy a dejar ir, Ausur?... pero también tengo poder… sabes. Algo


tiene Anubis que el dios de la guerra no tiene; ustedes lo llaman compasión. Montu toma su látigo y alza su mano a punto de abusar de la inmensa fuerza de su poder. El niño reacciona rápidamente y se aparta de la vista de Montu, dando la consecuencia de azotar la mesa hecha de oro, tanto es la fuerza que esta se rompe, pero Montu no se inmuta de su objetivo, entonces gira tras de sí y nuevamente usa el látigo, sin embargo el niño alcanza a tirarse al suelo, qué provoco la caída de algunos ladrillos al momento que el látigo golpeo la pared, gatea rápidamente y se levanta para correr de ese maldito lugar. Montu ríe a carcajadas mientras ve como el cobarde huye. -¡Corre Ausur! ¡Eres muy chico para trabajar así!... y débil…emotivo…-nota que no lo está escuchando-… ojala lo traigan a trabajar. Cruzar es difícil, Montu solo fue una parte de la exigente prueba del valor espiritual. En el camino se ha encontrado con más y más esclavos, con diferentes castigos. Encontró a familiares que nunca conoció, pero los había visto en los muros de su templo, derrotados por el camino de la prueba del valor del alma. Después de Montu es “la plaga de Ibis”, estas están enfermas y no las tiene que tocar, algunos están luchando débiles contra ellas, Ausur se tuvo que esconder entre la hierba; después encontró “el río”, lleno de grandes cocodrilos, es triste ver como otros no han logrado salir y ver renacer sus extremidades, el niño cruzo en bote; después está “la estampida de toros” que al mismo tiempo estos bravos animales empujaban hacia atrás por un pozo, ahí había personas que trataban de escalar pero el niño cruzo lento para no llamar su atención; más adelante, arena, arena y más arena, uno que otro escarabajo que quiere arrancar la piel de sus pies… ya no hay nadie alrededor… pobres de las almas que por no poder cruzar se han quedado a trabajar en medio del camino. Días más tarde y sin ningún momento de haber visto la luna ni las estrellas, Ausur encuentra el

templo de Anubis… no debe estar alucinando porque le dijeron que si un día pasa algo así, las imágenes estarán moviéndose y cambiarían de color a cada rato y este no es el caso. Se encuentra dentro del templo, ahí una fila para ver a Anubis, aun lado de él esta un humano con cabeza de Ibi, es nadie más y nadie menos que Tot con un papiro en la mano. Ambos dioses se encuentran en medio de una balanza dorada, de un lado tiene una piedra negra, bastante brillante y es muy preciosa, del otro lado no hay nada… la pluma. Ausur revisa sus bolsillos y encuentra el pluma, aliviado… media pluma, ¡pero así se lo dieron! El niño voltea a ver al escuchar el grito aterrorizado de un hombre, su pluma entera es muy ligera. Anubis asiente con la cabeza a su compañero, Tot escribe en su lista. De repente un gran monstruo llega y se lo lleva arrastrando lejos del templó a una gran velocidad. Ausur se asusta y comienza a temblar, de rente una niña detrás de él lo empuja para que avance la fila, el niño sin ningún ánimo, avanza. Las personas pasan, las plumas se colocan, la balanza sube y baja para luego ver que tienen varios de esos monstruos ahí sirviéndolos. Con el tiempo la niña empieza a llorar, al parecer la “valiente” también llora y Ausur la voltea a ver un segundo… ya la había visto antes pero… se escucha un chillante graznido interrumpiendo el momento, maldito Tot, no puede esperar. El niño pasa en frente y muestra su media pluma, Anubis lo ve asqueado, probablemente no va a pasar. De todos modos se acerca y de pronto la niña deja de llorar y jala al niño de la ropa, se ven fijamente… ¡Heket!, es su hermana gemela, pero ¿Cuándo murió también? Ella muestra su media pluma, ¡pero si es la pieza que faltaba! Anubis los ve sorprendido sin saber en qué pensar y por eso consulta a su compañero, Tot se encoje de hombros, lo piensa un momento para entonces afirmar con la cabeza. Entonces ambos colocan su pluma en la balanza al mismo tiempo y se apartan para ver el resultado… las plumas están pesadas…


Saúl Emanuel Domínguez Barajas El cielo se encontraba sitiado por nubarrones grises y negros que simulaban el día perfecto, la hora perfecta el minuto perfecto, el cielo mismo era perfecto en esos momentos, además la luna por fin se colaba prófuga de su cárcel de nubarrones negros y grises dejándola libre para que fluyera con su falsa luz ancestral que matizaba armónicamente el cielo de un amarillo pálido hermoso, tan hermoso que su esplendor había formado un aura azulada que se difuminaba en el centro de todo la bóveda celeste, acompañado de este espectáculo, el viento hacia su aparición repentina con fuertes ráfagas de furia, combatiendo todo aquello que se oponía a su paso, despedazándose los tuétanos al chocar con las paredes de las casas, produciendo así un silbido espectral que conquistaba las calles de la colonia rompiendo la fluctuante armonía fantasmal, inundándola en un caos primigenio donde todo se queda quieto esperando a que la naturaleza desate su fuerza arcaica renovadora. Las hojarascas atascadas en las calles danzaban libremente encontrado un nuevo refugio en otras calles en otras banquetas, hacían el mismo ciclo una y otra vez, arribando siempre en un lugar distinto, poblando nuevos territorios aledaños iluminados por pálido amarillo de la luna y el lúgubre azul endeble del alumbrado público, los únicos sonidos que se escuchaban en las calles era el del viento embravecido y la hojarasca acariciando las banquetas suavemente, además de uno que otro carro despistado que pasaba por la avenida. Mi despertador siempre estaba puesto a las cuatro y media a.m para levantarme muy temprano y tener tiempo para prender inciensos aromáticos por toda la casa, desnudarme totalmente y recitar versos antiguos a manera de coro los cuales muy poca gente conoce, todo esto lo hacía a diario bien temprano antes que la urbe pulsante y vomitiva despertara y alguien me pudiera ver o escuchar, lo hacía cuando la luz del sol aún no brillaba y los astros del cielo nocturno me acompañaban en mis rezos, pero había un pequeño detalle muy molesto, frente a mi casa un vecino también se levantaba muy temprano a las cinco a.m. a barrer la calle repleta de hojarasca por el vaivén del viento

, interrumpiéndome diariamente de golpe con los alaridos que su escoba provocaba al arañar la banqueta , además de dispersaba con su escoba los aromas y energías frescas de la mañana, el sonido y el polvo subían hasta mi balcón plagándolo todo hasta el punto de ser insoportable. Yo llevaba más tiempo viviendo en la colonia que él, de echo vivía allí desde que era un niño y viva con mi abuela, él llegó hace unos cinco años y desde entonces no ha parado de levantarse a las cinco a.m a barrer la banqueta hasta dejarla impecable, yo para aminorar esta horrible acción cerraba todas las ventanas y puertas de la casa, y elevaba mi cantico a lo más profundo del universo, pero aún así, muy seguidamente era interrumpido por el ruido de su escoba y sus coritos en honor a un ente que yo odiaba. El tiempo y la situación siguieron así por muchos días hasta que cierto día no lo vi salir a barrer la calle, que lastima, creo que su madre había muerto; al día siguiente tampoco salió a barrer pues creo que se había roto una pierna, mala suerte diría yo, así paso sucesivamente por toda una semana, le sucedieron cosas malas, hasta que otra vez volvió a salir por la mañana a barrer la calle, solo que ahora lo aguardaba una sorpresa, un gran montón de hojarasca que se elevaba un medio metro del piso, comencé a escuchar nuevamente los arañazos de la escoba contra el piso, yo me asomé al balcón para observar la luna y sentir el viento en el rostro cuando de repente escucho los gritos del tipo escalado por mis oídos, salí desnudo al balcón para observar lo que sucedía y pude ver como las hojarasca se lo tragaba vivo, lo tragaba lentamente casi como si fueran arenas movedizas con vida propia, el tipo gritaba pidiendo auxilio, bramaba de desesperación en busca de una esperanza, pero parecía que en la colonia no había nadie mas que la luna y el viento como testigos, yo me quede quieto en el balcón con una tenúe sonrisa en los labios observando como era tragado lenta y tortuosamente por aquel pulsante montón de hojarasca , uno más me dije, este tardo bastante en irse, me retiré del balcón, cerré las puertas, volví a encender los inciensos y seguí elevando mis rezos a los entes galácticos del universo.


Plastas


León-Guanajuato Fotografía: Natalia Delgado Angulo

Culiacán-Sinaloa Fotografía:Natalia Delgado


Volcán de Colima Fotografía: Natalia Delgado Angulo

Nogueras-Comala Fotografía: Natalia Delgado Angulo


Guanajuato FotografĂ­a: Natalia Delgado Angulo

Playa Paraiso FotografĂ­a: Natalia Delgado Angulo


Playa Paraiso FotografĂ­a: Natalia Delgado Angulo

FotografĂ­a: Natalia Delgado A.


FotografĂ­a:Natalia Delgado Angulo


¿Ya moriste? ¡Estupendo! Elije un portal. Rápido. Tengo prisa... Nada más te digo que estos salen mixtos.

Cuando

ternida

¿Te mortifica?, nada va a cambiar si entras... ‘‘Altar’’ Karla Carrizalez

Limbo

Piensalo diez veces antes de entrar...

ulonulo

S

s

No vuelvo a mirar ahí...

d

Una hora d e

do tenía to s

o sucedido

és de... l

pu

No te incumbe, solo elige otro...

E

Trabajé un tiempo ahí...

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entido...

Fue

ra

l rista

iern Inf o

No lo veas mucho, luego vas a querer entrar...

Ya no te voy a sugerir nada... todo es tetrico...


Enamorados ‘‘Ingmar Istasse’’


Ingmar Istasse


Reflejo Emmelie Selig

Ilustraciones, guion y edici贸n digital por Emmelie Selig


Era un dia normal...

Cuando de repente...


Corrí, no sabía dónde estaba...

Tropecé...


MMe incorporé y seguí corriendo...

Hasta que me topé con una dimension... intenté cruzarla...


Al cruzar me di cuenta de que estaba desapareciendo... Y morĂ­.


Ingmar Istasse


.............

Las brasas de la

palabra .............


Rumbos Divergentes Saúl Emanuel Domínguez Barajas

Saramago dice: “Bien cierto es que lo difícil no es vivir con las personas, lo difícil es comprenderlas” (1995 ensayo sobre la ceguera: pág. 303). Esta cita nos plantea una gran verdad, la cual se emplea todo el tiempo en la sociedad tanto en los vínculos más íntimos como los de la familia ya sea con los tíos las tías, padrinos o parientes lejanos ,esto no importa pues el proceso es el mismo, tanto en estos vínculos como en vínculos un tanto más banales como los de la llamada gente desconocida que nos encontramos en cualquier lugar, en un centro comercial en alguna zapatería o hasta en una cola para las tortillas, lo cierto es que durante este transcurso de tiempo en que nos encontramos en cualquiera de estos sitios comenzamos a interactuar de una forma muy interesante, pues desde que se acerca algún ente desconocido empezamos a mirarlo con unos ojos no más que ciegos pues la vista se va enfocando en ver cómo va vestido, en que modales tiene y si de casualidad aquellos ojos fisgones y ciegos alcanzan a ver, verán, que tanto sabe y pude hacer, en la siguiente cita podremos ver esto caso un poco más a fondo. Saramago dice: “Siempre hay un ciego que se extravía y deja el rebaño, otro que atrapado por la fuerza de gravedad ha sido arrastrado, quizá lo acepten quizá lo expulsen todo depende lo traiga consigo” (1995: pág. 263). No solo se trata de una cuestión de observación y murmuraciones sin sentido, sino también de un aspecto aún más importante “la aceptación”, esa aceptación que es tan necesaria para poder vivir en este mundo. Al llegar a este punto nos damos cuenta de que hoy en día se nos acepta más por lo que tenemos y no por lo que realmente somos, la cita también nos recuerda esta otra cara de la moneda en la cual el más débil es arrastrado por una sociedad revolucionada

en egoísmo, una sociedad que no se detiene ante el lamento de los débiles, una sociedad a la cual se le ha ido la empatía por los dedos en las siguientes dos citas veremos el porqué de esto y el cómo intentamos sanar esta culpa tan arraigada que tenemos. Saramago dice: “Es una vieja costumbre de la humanidad esa de pasar al lado de los muertos y no verlos” (1995: pág. 300). Posiblemente nuestros cuerpos aún no estén muertos, pero ¿qué hay del espíritu?, ¿qué hay de la esperanza?, ¿qué hay de nuestros ideales?, es por eso que este punto se vuelve muy importante pues no revela la gran apatía en la que estamos sumidos como sociedad esa de no querer ver más allá de nuestros propios problemas, esa de ignorar a mas no poder a aquellos que tiene muerta la esperanza a aquellos a los que les han asesinado los ideales, a aquellos a los que necesitan una mano amiga; en la siguiente cita podremos ver como la sociedad intenta sanar sus culpas a través de algo muy interesante. Saramago dice: “Tanto nos cuesta la idea de que tenemos que morir, dijo la mujer del médico, que siempre buscamos disculpas para los muertos, es como si anticipadamente estuviésemos pidiendo que nos disculpen cuando nos llegue la vez” (1995: pág. 290). El miedo puede mover a las masas y esto es muy cierto, pues nos atemoriza el momento en que podemos caer a lo más profundo de un hueco, como si al caer ahí nos enterraran para siempre y no estoy hablando de un cajón sino de ese hueco moral en el cual ya hemos caído y está a punto de ser sellado y del que solo asomamos la cabeza para sanar las culpas con ciertas frases muy populares como “Pobrecito, pero eso le pasa por andar ahí” o “Mira como sufre ojalá alguien le ayudé” todas estos pensamientos y problemas son algo que solo se puede resolver haciendo uso de la conciencia humana y el apoyo colectivo de todos.



Caída libre Odio las caras despreciables de aquellos seres humanos pálidos, desgastados, con miradas cristalinas que observan a venados y chimpancés rosados. Su aroma a madera podrida, ¡orines de gato! Enfermos por convicción propia, tan indecisos, tan frágiles… aquellos que caen al pozo encerrado del descontrol, tortura, pelados de carne. Los huesos se les hunden entre las pieles sangradas, el alma desgarrada. Las uñas que lloran, las piernas que ya no soportan, los brazos que flanquean. No soporto al adicto, a la madre que llora días y noches, al padre que marca… marca las marcas de sus huellas de sus ropas de su ser vacío. No soporto a los hijos, hermanos y parientes. Amo a un adicto y soy adicta de su omnipresente esencia, pero cuando está cerca extraño su irremediable ausencia.

Pasionaria Trejo


Tiempo violento Mi hermana se comió a miradas al gato ayer mientras llovía, eran vacaciones y los días soplaban la arena del mar. Vi a mi madre tomando café frío antes de salir; esa tarde atravesamos el bosque a pie, fue un millón de años en dos kilómetros de verdor. Las estaciones del año se miden con hojas de árbol, dije, mientras Pablo mordía las hojas de pino que le enverdecían la lengua. El termostato se ha robado los números de las horas, el reloj del clima. Al día siguiente entre la neblina de la calle conté las farolas camino a casa, mi cabello me picaba la cara, hacía viento. María escribía su testamento: las once, el despertador; las doce, un baño; la una, un ropero; las dos, un cuarto vacío. Había llegado cinco minutos después y María estaba sola. Un jueves por la tarde volvió al llover y el paso del tiempo se detuvo en el beso último antes de morir.

Yomara Naomi


Jodidamente astral Parece que los astros se alinearon perfectamente para joderme la existencia. No más reproches. No más llantos y caras feas por las tardes. Es verano y el calor se filtra aun cuando por las noches llueve. ¿Y los amigos? Aquellos de antaño se han retirado de mi lado, ¡no más!... ¿Y ahora qué sigue? ¿Acaso tengo que prender la luz para mirar lo que hay detrás de aquella pared desgastada y pálida? ¿Acaso aquella cama vacía de lado a lado es amuleto, recuerdo de tu existencia, tortura nocturna. Verdugo mío, te has marchado y yo que hago? Me despido, o hasta luego...

Pasionaria Trejo


Telúrico Federico. Mi carné de servicio militar. Federico. Mi licencia de conducir. Federico. El charco de agua y el reflejo en la ventana de un autobús que pasa. Corro, miro el reloj, vuelvo a correr. El tiempo corre conmigo y juego a que soy vampiro. Vampiro de corbata y cubículo. Vuelvo a correr y la gente me detiene. Espero un vagón vacío en una ciudad infestada de seres. Voy tarde a la caída del Hotel Regis. A ver morir a diez mil. Ochenta y cinco. Un terremoto en la ciudad y un tsunami en el pecho. Cuarenta y cinco. Un parto; mi nacimiento.

Yomara Naomi


SEA SHORE SMELLS

AROMAS DE LA COSTA

The sea breeze invades my brain Even before I can’t see the ocean I hear the raging waves eating sand And the laughter of children playing A smile strokes in my face While the sea shore smells And a salty and sweaty drop travels down in sneaky ways. I love the sea breeze scent Because it reminds me When I was a little boy Running Playing Fighting Sailing Swimming Jumping into the ocean waves. I smell sea food, tuna with lemon Salty beer glasses and chile jalapeño. I long for those silly days When the only worry Was how big and real A sand castle could be Meanwhile the ocean Let us built it to believe We are the greatest architects nowadays, And the prince, the dragon Or the wizard in a magic tale.

La brisa marina invade mi pensamiento incluso antes que el mar pueda ver. Escucho las rugientes olas comiendo arena y la escandalosa risa de los niños jugando. Una sonrisa se pinta en mi cara con los aromas de la costa, mientras una gota de sudor salado resbala y se pierde en mi cuerpo jugando. Amo el aroma del mar porque me recuerda cuando yo era solo un niño que corría, jugaba, peleaba, navegaba, nadaba y brincaba con las olas del mar. Percibo el olor de los mariscos, del atún con limón, vasos de cerveza salados y del chile jalapeño. Añoro esos días tontos cuando lo única preocupación era cuán grande y real podía ser un castillo de arena, mientras el mar nos permitía construirlo, dejándonos creer que éramos los más grandes arquitectos, el príncipe, el dragón o el hechicero de un cuento mágico.


The nasty sun rays burn my head And make an umbrella shadow The safest place on Earth. I enjoy this feeling of not knowing when to end My childish plays of throwing sand Until the sun goes down on the horizont And the sky burns in amazing shades of red The smell of coffee and pan de azúcar Shouts my name And I know it’s time of going to bed The million stars are up now And I cannot help to simply stare Hearing the raging waves devouring endless sand Like saying to me: “hey, come back and play!” All this naughty games are in my head With only thinking about sea shore smells.

Los inclementes rayos solares queman mi mente, y convierten la sombra de una sombrilla en el lugar más seguro del mundo. Disfruto este sentimiento de no saber cuándo parar mis juegos infantiles de arena arrojar hasta que el cielo se oculte en el horizonte y el cielo se queme en impresionantes gamas de rojo. El aroma del café y del pan de azúcar grita mi nombre y con ello sé que es tiempo de a la cama volver, pero el millón de estrellas arriba me lo impiden por estarlas viendo, mientras escucho las olas del mar la arena devorando, como diciendo: “¡Hey, regresa a seguir jugando!” Todos estos tontos pensamientos aparecen en mi mente cuando el aroma de la costa aparece en mi pensamiento.

Guillermo Flores


Sonrisas falsas Han pasado tantas cosas, han pasado tantas personas. mi corazón ha sufrido ya que nadie lo ha querido. Ocupando una cura sin hacer una locura. en un mundo sombrío en el que el sol me hace frío. Las parejas se quieren y yo solo las miro. Trátame tanto como un café en una tasa ya que probablemente mi sonrisa sea falsa.

Sergio Villarreal


Versos a la mar Todas las formas de vida surgieron desde tu profundidad, madre de todas las criaturas eres perfecta en tu totalidad. En vos existe la regla universal de la dualidad, cuando duermes en calma, no hay ser que no embriaguez de paz. cuando te manifiestas en tormenta, no hay fuerza alguna que te haga parar, y hasta el marinero más valiente, se arrodilla suplicando piedad. Nadie sabe que habita en el seno de tu oscuridad, y todo hombre sueña en develar los tesoros preciosos de tu profundidad. Pero eres impenetrable, misteriosa, bella, y sólo poder el de la luna el que te hace suspirar.

Miguel Durán Luna


¡Acabemos con el cuervo! Vi el rojo recorrer su frente, un líquido salado rondaba por su mejilla. - ¡Basta! gritaban unos - ¡Alto!, ¡Paren! suplicaban los niños. En este pueblo el rojo triunfa, ese líquido salado salir por los ojos de los indefensos y las armas apuntando sobre ellos. Los niños ya no juegan ahora salen hacer asesinados, luchan por algo incomprendido… Pobres de aquellos, los jodidos, nosotros. Judíos, católicos y cristianos, todos ruegan por vivir, los judíos le rezan a dios y los otros le dan súplicas a Satán para que no les arrebaten la vida. Debemos dejar de conquistar países para poder conquistar cuerpos ajenos,


que los gritos de cada orgasmo sustituyan los gritos del hombre y la desesperación del pueblo. El sudor recorre los cuerpos, en el maíz se posa el cuervo y empieza a matar al hombre; susodicho cuervo carga armas, apunta, dispara. Acabemos con la forma de pensar hipócrita y cruel, paremos la esclavitud, aceptémonos tal y como somos, cuidemos nuestros cuerpos como tal y no los mutilemos. ¡Acabemos con el cuervo!

Paola Magaña


Es probable Es probable que te diga que te quiero, es probable que te sonrojes, que te toque y me arrepienta es probable que te invite a mi cama, que te recuestes y sin querer hagamos el amor… Quizá toque tus pechos, quizá te diga que son los más lindos. Es probable que te diga cosas lindas al oído, es probable que baje lentamente a tu cuello y de ahí surja un orgasmo.

Paola Magaña


No estás Guillermo García

Umbral de nada, carbón pueril, donde resbala el transpirar de la ausencia -elixir que en somnolencia bebo-. Sangre seca al resguardo de uñas, gritos, golpes, patadas (el crujir del plato): Estructuras del beso, cimiento de falacias. ¡No hay! ¡No hay! objetos para buscar o ausencias que romper, nunca las ha habido, ronca el silencio: rugir de la soledad. ¡No hay!

¡No hay! ausencia. estas en el cenicero, en las tazas rotas, en el carácter de la noche. Estas en el armario, en la ropa sucia, en los edredones (sinónimo de tu desprecio). ¡No hay ausencia! Hay telarañas, libros en la mesa, cuentas por pagar, zapatos en la sala, ¡y tú sigues, sigues, sigues! ¿No te cansas de escurrirte entre las grietas de mi alma? No hay ausencia -para quien desconoce la compañía-.


Deseo Gabriel Govea

Cómo se resbalan los minutos, baba ácida en las paredes de la mente, lenta, viscosa, volcánica, verde. Cómo espero, cómo encarno la llamarada invisible, cómo hospedo en mi ardoroso hueco una horda de fantasmas porque no arribas a este puerto de olvidadas dársenas. Cómo soy mi amante en un rincón oscuro donde moran los buitres al acecho de mi carne, de mi abandono de carne. Cómo sudo el semen de la incertidumbre, cómo siembro truenos en el pedazo que me hace hombre, cómo desvanezco en el espasmo y siempre resucito bañado en sangre, dispuesto al combate. *** Tu ombligo es el ojo del huracán de mi deseo, encarna la espiral, un reposo de lapsos flamígeros y un sueño en remolinos de oquedad; el centro inaudito de mis vértigos, los calendarios cíclicos de eternidades sin retorno, el enorme cráter de mi insomnio. Tu ombligo es mi plenilunio y mis desvelos, el agujero negro de mis ansias donde el mundo se reduce a un punto ciego. *** Estoy herido por desearte, herido como un sepulcro abierto.


El último

Diana Laura Pulido Vargas Y aquí estoy, fumando el último cigarrillo, en el último balcón, del último hotel, del último día, de nuestro último viaje. Donde estuvimos a unos cuantos metros de ser todo, de estar juntos. Pero no, jamás miraste, no abriste la puerta, no hablaste y eso fue suficiente, tu silencio dijo más de lo que encontré en tus ojos. Ojos negros a la distancia de una mezcla cromática de cielos azules y rayos mudos, mudos como mi boca, como mi cuerpo, porque jamás me decidí a buscarte, sólo te seguía con mis faros alumbrados por tu luz morena. Te seguí en cada despertar, en cada terminal, en los amaneceres cegadores y las noches de aire sofocante.

Porque finalmente me di cuenta que esa habitación siempre estuvo vacía, que el último ciego fui yo.


Persigo tu cuerpo, mujer. Persigo tu cuerpo, ¡mujer! no dejo de pensarte, de anhelarte, de seguir tu piel que te enumera, arrebatar esas fronteras, que te crean. No te sientan las flores en tus senos, las he visto, créeme, no van con ellos, el pasto de tus vellos que siguen tu vientre por debajo, los dibujo entre tantos recuerdos. Sabría que tus lagos rojos en tus granos de piel son la suavidad del continente americano, tan atrevido, tan acortejado, entre tanta diplomacia encentro tus pupilas fijas, que no son espejos, no reflejan nada, pero en ellos está la luna iluminada, tan repleta, tan completa, combinándose con el iris del azulejo. No comprendo que es lo que te desata, lo que me acerca, lo que encierra un panorama de posibilidades, son tus cabellos dorados que alcanzan los rayos del tornado, tus orejas que contemplan lo cerca que te encuentras de las sirenas, talvez tu espalda que sube entre corrientes de marea, por las espumas de las olas, baja por la arena mojada, se desliza por tu piel bronceada, envolvía en llamas conquistadas. Esto no es metáfora tus ojos son montañas, las eh subido, las eh recorrido, vivo allí, entre tu alma amarrado con cadenas de cristal, similares al de las piedras del mar, seguiré diciéndote los detalles de su divinidad, como la línea de tus piernas, o el brillo de tus uñas, tus labios rosas que me enamoran y hacen de mi un soñador que se desploma. Me ambiciono, no dejo de seguirte, perseguir tus huellas, seguir tu aroma, perseguir tus piernas, acercarme al sonido de tus paso, a tus cabellos volando, soplados por la brisa, por el cielo que te codicia, tan azul, tan profundo, inundado por tu dedos que siguen por tu fértil imagen, hacen que te encuentre ahogada entre engranajes, alcanzo tu postura, te acompaño en tu hambruna, alcanzo tu sombra, persigo tu cuerpo, despierto en un sueño, recorro la eternidad para volverte a perseguir, volver a decir lo que veo de ti, siguiendo tus perfecciones, mientras tu escapas de mi locura, una obsesión seguida de tu larga vida, donde te escribo, acabando con tu cuerpo , donde lo recorro con mi mirada, lo profano con mi mano, lo domino con el veneno de mi deseo, es que mujer, ya lo eh dominado.

Ingmar Istasse Virgen


Uninstante instante Un

Laura Pulido Vargas DianaDiana Laura Pulido Vargas

Un instante La chica de los cabellos dorados a quien el sol pinta detrás de los más hermosos paisajes. La de piel morena, esa que envenena y no dejo de pensar en ella.

Con quien soñé esas tantas horas de viaje, a la que le escribí sin haberla amado, quien me miró y después se fue, a la que me robaron sin ser mía, la que me hizo querer desaparecer si no la veía por última vez.

Tomada de: http://frenys.com/post/10013101-


Estela de libertad Saúl Emanuel Domínguez Barajas Vemos nuestras manos destruidas, nuestros huesos rotos y las arterias de toda la tierra estancadas de sangre enlodada y aún, no nos preguntamos qué ha pasado. Se nos han desquebrajado las fibras de la piel de los ojos del pecho. Miramos al horizonte, extraviados, dolidos , suspiramos recordando el tiempo donde la tierra Se entremezclaba con nuestra piel y la fina manta verde de su corteza nos arrullaba en un arrumaco de tenues caricias dulces al oído con secretos que solo los cerros entienden, sentíamos el calor. De su vientre maternal recorriendo nuestras espaldas, amábamos al viento Y a sus hijos a la tierra y a sus pechos fríos, al mar y a su mirada al calor y a su regazo, a la vida y a sus más de mil facetas palpitantes, qué ha pasado, acaso se nos ha fugado la voz, las lágrimas, el corazón… no, tan solo ¡amábamos lo que era nuestro! Mira su rostro, mira el mío, lejanos estamos el uno del otro, pero la imagen de su rostro se refleja en las moscas alrededor de su cuerpo en los buitres de la noche que siguen sus huesos esperando ser comidos, en las ya muy tenues líneas resecas de sus labios al sonreír en símbolo de esperanza, sonrisa triste y anémica que no le queda otra cosa más, que aguardar la muerte y su sepulcro, que sople, que el viento sople y se lo lleve todo, la balas, los despojos fúnebres, el campo destajado. Ahora llueve en mis manos, llueve sin nubes, sin cielo, llueve sobre mojado, llueve desde mi lecho, llueve la lluvia amarga, la lluvia impugné, ¡mira!, mira como se acumulan las vidas derramadas, como destilan empapando mi rostro, mi carne, su color ha invadido cada rincón virgen de la tierra, su espesura nos ahoga, nos lleva lento al mismo destino, al sepulcro, al abismo.


Na ch ea rio


Pude usted leer o ignorar esto Saúl Emanuel Domínguez Barajas

Nueva Lista de significados y definiciones para personas mayores a diez años y menores a noventa años. Espejo: Reflejo vivido de uno mismo en cualquier etapa de la juventud o vejez. Definición de guapo: Espejo Definición de Inteligente: Espejo Definición de fuerte: Espejo Definición de agradable: Espejo Definición de pedante: ……. Espejo


Tips para utilizar ask Teófilo Bonifaz Tips para utilizar ask: *Carecer de escrúpulos y valor ante el juicio de los ojos, ser amante de vidas ajenas por carecer de una propia, legitimar una virtud inexistente, saberse sublimado de la nada. Una vez cumplido este paso (que es el que nos llevara al umbral de la gloria en las redes sociales esta cumplido nuestro objetivo, no lo olvidemos somos cocodrilos virtuales: Sangre fría) pasamos al segundo. *Importante, sumamente IMPORTANTE, nunca de los nuncas olvides poner el anónimo esto te otorga la certeza de que nadie sabrá que le odias en secreto (de lo contrario te arriesgas a un brutal ataque y puede que termines sin cabeza). *Hacer preguntas incomodas, por supuesto, no dudes en proyectarte es parte esencial en esta metamorfosis tecnológica. *En caso de posible ligue copia acciones poéticas de google y di que su pareja la engaña, la desconfianza en este siglo impera en las relaciones juveniles (te servirán de mucho, cuidado con la ortografía). *En caso de ser rechazado, no dudes hacer uso de los peores fetiches conocidos y los “piropos” de don Pepe el albañil. (No olvides el segundo paso y si puedes léete algo de Sade). *Inventa “chismes” esto te hará acreedor a la insignia de chico/a interesante y la ansiedad por saber quién se oculta tras el monitor crecerá. Tu popularidad se desbordara, lamentablemente solo tú lo sabrás. *También puedes hacerte el interesante, diciendo que alguien te da lástima o te entristece solo de verle. Recuerda el mejor ataque es el que no se hace a la ofensiva. *Una vez cumplidos estos pasos, puede ser el rey de las redes sociales, pero nunca olvides este último paso que es el más importante ya que de nada te servirán los otros si no llevas acabo el proceso completo. No lo olvides, a todas las personas con quienes socializas en el anonimato sigue saludando de beso como si nada hubiere sucedido, abrázalas, quiéreles, bríndales confianza, recuerda que son tu fuente de trabajo.



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