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Prenatal para Briseida inolvidable “fiesta de canastilla” en la que fungieron como excelentes anfitrionas María Luna, Elizabeth Val-

Ana Paula Pulido y Martha Lucía Dabdoub.

dez, Eva Carrillo, Rosalía Solís, Cristina Ibarra, Silvia Quesney y María de la Luz Flores.

Manuel Enríquez.

Rosa Briseida Flores Luna se encuentra en la espera de su primer bebé, por este motivo disfrutó de una

Manuel Enríquez.

Cd. Obregón, Sonora, Miércoles 8 de Abril del 2009

Maru Chávez, Mariana Román, Martha Harrison, Malala Riesgo, Lucía Valenzuela y Mary Flores.

La esposa de Bladimir Valenzuela rodeada de las organizadoras del prenatal.

Vanesa Esther Beltrán, Erika Lucía García, Pamela Puente, Dulce María Peralta y Kathia Gutiérrez.

Jacky Plascencia y Rosa Isela Aguilera.

BANDERAZO DE SALIDA.Mi padre tenía un balandro de cabotaje de dos mástiles en el que hacía viajes a puertos del sur de Veracruz, Tabasco y Campeche llevando carga y pasaje… El barco se llamaba “El Recuerdo”, y transportaba por encargo o para venderlos él por su cuenta, costales de azúcar, arroz, frijol y otros productos que entonces no se conseguían fácilmente en aquellos lugares… Me llevó con él en pocas ocasiones porque no quería que faltara a la escuela, y porque sus viajes duraban a veces más de una semana… Junto a la cabina del timón, a popa, hizo instalar una banca bien sujeta a cubierta exclusiva para mí. *** CURVA PELIGROSA.Aunque en la tripulación había marineros que podían manejar la rueda del timón, a mi papá le gustaba hacerlo porque conocía mejor que nadie cómo sostener la nave con la derivación de la corriente, la profundidad de los canales, y la ubicación de arrecifes y bajos… Un día en que lo acompañé, después de entregar la carga que llevaba, navegamos por una zona conocida como “La Machona”, en la Sonda de Campeche, donde había grandes bancos de ostiones… “La Machona” era una larga muralla que afloraba casi en la superficie del mar, formada por la acumulación de miles de ostiones. Para entrar a la misma se abrían brechas entre las conchas de las ostras con barras, cinceles y grandes marros. *** RECTA FINAL.- Había tanto ostión en esa zona y se reproducía tan rápidamente que entre viaje y viaje tenían que abrirse nuevas brechas entre el muro calizo porque los canales volvían a cerrarse en poco tiempo… Los ostiones allí eran pequeños, jugosos y deliciosos, y los comíamos directamente de la concha, con su caldillo con sabor a tierra. Mi papá y la tripulación los comían golosamente con cerveza fría, y yo los bajaba con un refresco… Después del banquete se llenaban costalillos de ostras y se vendían bien en los puertos que tocábamos. Allí fue donde “El Güero”, que era el cocinero de a bordo, me dio a probar por primera vez toda una comida a base de ostiones: sopa, pastelillos, y una torta deliciosa que preparó con mayonesa, especias y vino blanco. *** META.- A veces, cuando mi padre regresaba a casa llevando un costalillo de ostiones, a la hora que fuera, me despertaba y yo gustaba abrirlos y comerlos. A veces esto ocurría a las dos o tres de la mañana, y aunque a mi madre le disgustaba aquello, mi padre me consentía y a mí me encantaba… Un día mi padre hizo un viaje en “El Recuerdo” a Minatitlán, arriba del Río Coatzacoalcos, y nunca supe con exactitud cómo ocurrió el accidente, pero el barco se hundió. Afortunadamente el percance ocurrió en aguas poco profundas y todos lograron salvarse. Después de aquel naufragio, mi padre jamás regresó al mar.


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