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ciente que la situación en el país decayó. “Sueldos, comida, todo se vino abajo y la delincuencia se incrementó de una manera drástica.

No considero volver a Venezuela, porque siguen en lo mismo. Mientras esté el régimen de Maduro no regresamos”, remarca Eduardo.

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Por su parte, Brandon, el hijo mayor de Eduardo, manifiesta que "sería lo peor del mundo que Honduras viva como Venezuela. Allá hay mucha escasez, los servicios no sirven. Lo más duro es cuando se va la luz hasta por un mes. El agua tarda tres meses en volver. Todo está en decadencia”.

albergue. El pastor Carlos Rovelo de la Iglesia Manantial de Vida, es fiel testigo del calvario que viven los migrantes venezolanos y del porqué abandonan su país. “A muchos les aplaudo porque son gente muy valiente y hay hondureños de buen corazón que los protegen. Dios nos ha dado la voluntad y por eso cada noche vamos a buscarlos para darles un lugar para descansar, asearse, comer y que no se sientan abandonados”, dice el religioso.

Cada noche son entre 80 a 150 migrantes que se atienden en el albergue, ubicado en el sector 6 de la colonia Villanueva de Tegucigalpa. “Han pasado más de cuatro mil venezolanos por el albergue. Conocemos la historia de los que viven en Venezuela".

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