Compañeras y Compañeros:
Hemos sido desplazados y subestimados por quienes creen decidir los destinos de este país. Nos encontramos en un escenario en que el gobierno ha tomado la iniciativa, fomentando la confusión y a ratos la perplejidad del movimiento estudiantil. Se ha prometido gratuidad, ¿pero en qué términos?, se ha prometido fomentar la educación pública ¿pero qué se entiende bajo este título? se ha ofrecido diálogo ¿pero bajo qué condiciones? El gobierno pareciera querer avanzar bajo la vieja premisa del “divide y vencerás”, lo que funciona cuando vemos la frágil unidad de la izquierda peligrar por pequeñas discusiones, o en el caso de nuestra Universidad, cuando los procesos democráticos de las mismas instituciones estudiantiles no son respetados. Hay obstinación en conducir espacios que por sí mismos solo tienen un impacto mediático reducido, mientras se descuida el trabajo por la verdadera articulación del movimiento, por su fortalecimiento y su proyección más allá del horizonte de la reforma. Puestas así las cosas, solo hemos conseguido debilitarnos, restarnos credibilidad y simpatía frente al resto del Pueblo. Ante este panorama alicaído llamamos a no descuidar la doble tarea: de mantenerse alertas frente a la reforma y los movimientos del gobierno, y de mantener a la vista el horizonte más amplio de nuestros sueños no dejando de pensar en la educación que queremos construir. Tenemos que aprovechar las situaciones que puedan darnos alguna ventaja, así como resistir los movimientos del gobierno dirigidos a coartar nuestra influencia o a fortalecer la educación de mercado. En el primer caso, respecto a la inminente derogación del DFL 2, no debemos desconocer las potencialidades que se abren con la eliminación de algunos obstáculos a posibilidades de participación efectiva en nuestros espacios locales. Pero no podemos dormirnos en la complacencia. La derogación de ningún decreto conseguirá movilizar al compañero que no se interesa por lo que ocurre a su alrededor. Es tarea nuestra potenciar de manera concreta la democracia en nuestros espacios, con más participación en las asambleas, con más incidencia en las decisiones de los centros de alumnos, con más espacios de encuentro y discusión entre carreras y facultades, y con más movilización social, levantando así un verdadero concepto de lo público que vaya más allá de meros formalismos legales. Frente a los anuncios de gratuidad, frente a la ambigüedad y ambivalencia de propuestas, es necesario expulsar completamente a la banca y apostar porque el Estado sea el garante financiero de la educación por medio de aportes basales de libre disposición a las instituciones, las que deberán ser administradas conjuntamente por sus integrantes (trabajadores docentes, nodocentes y estudiantes), priorizando los pagos del personal y la cobertura de aranceles, y por supuesto, acabando con la vergonzosa práctica del subcontrato al interior de los planteles. ¿Y cómo abordar la cuestión de la calidad? Entendiendo que no podemos dejarla al arbitrio del mercado, comenzando a pensar la calidad de la educación como algo que no puede ser antagónico con el carácter democrático que esperamos de ella, porque antes que todo deberá ser determinada por los actores sociales involucrados en el proceso educativo.
Pero no solo debemos darle más concreción y contenido a nuestras demandas. Para cumplir nuestras metas necesitamos abrirnos camino. Intentar develar las posibilidades reales de incidir en nuestra realidad, y actuar acorde a ellas. Tener en cuenta que la lucha del movimiento estudiantil tomará más tiempo del que a veces desearíamos, ser responsables y no agotar a las fuerzas sociales por la negligencia o miopía frente a la coyuntura más inmediata. Es necesario mantener un equilibrio entre lo que podemos lograr en lo que va quedando del año, y las expectativas que debemos proyectar ante los próximos ciclos de movilizaciones. Para conjugar de buena manera los objetivos a largo plazo y las urgencias más concretas, necesitamos algo más que el análisis de realidad que nos rodea, necesitamos comenzar a discutir entre la izquierda con amplitud de miras, con compañerismo, dejar de hacer política de espaldas al Pueblo, para comenzar a construir hoy la fuerza social que mañana nos permitirá conquistar nuestro futuro.
Fuerza Universitaria Rebelde
Concepción, 5 de Agosto 2014