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¿Qué significa liberar a la Madre Tierra en las ciudades? Una mirada al proceso de Liberación de la Madre Tierra desde la perspectiva de un huertero urbano en Cali

¿Qué significa liberar a la Madre Tierra en las ciudades? Una mirada al proceso de Liberación de la Madre Tierra desde la perspectiva de un huertero urbano en Cali

by Jean David Rizo

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Pocas personas, incluso el más escéptico, hubieran imaginado que aquella movilización que se convocó para el 28 de abril del 2021 en Colombia sería la chispa que incendiaría las principales ciudades del país después de años de abandono, violencia, pobreza, desigualdad y falta de oportunidades. El estallido social en plena pandemia duró aproximadamente tres meses y concluyó de la peor manera, con cientos de heridos, muertos y desaparecidos.

La causa de las revueltas fue el proyecto de ley que buscaba implementar una reforma tributaria en el país. Mujeres, hombres y jóvenes salieron a las calles para rechazar un alza de impuestos en plena pandemia. Durante estos tres meses hubo diferentes formas de presión a través de la acción directa: concentraciones, marchas, cacerolazos y bloqueos de vías principales.

Las protestas se sintieron con mucha fuerza en la ciudad de Cali, y el estado colombiano, al no encontrar una solución para mitigar el descontento, recurrió a la represión. Las manifestaciones mostraron una de las peores caras del neoliberalismo en Colombia: un gobierno de derecha que se niega a oír las demandas de su pueblo; un gobierno que responde mediante el uso de violencia. Sin embargo, el movimiento también reveló que hay muchas personas dispuestas a luchar por su dignidad. La resistencia tejió lazos de solidaridad y hermandad entre gente del campo y de la ciudad. Esto es lo que propone este escrito: enfatizar las relaciones que se forjaron entre la Minga Indígena y las personas de las ciudades desde la perspectiva de los huerteros urbanos. De este modo, comprenderemos algunos de los principios que sostienen la lucha por la tierra y cómo pueden ser replicados en las metrópolis para defender y cuidar el territorio.

La Minga Indígena, Social y Campesina es un conjunto de organizaciones de los pueblos originarios y campesinos

en Colombia, cuyo objetivo es poner en acción las decisiones que se toman en las asambleas locales. La palabra minga también es un concepto de los indígenas nasa, el cual se refiere a una forma de apoyo mutuo que involucra a toda la comunidad. Por lo tanto, los colectivos que integran la Minga Indígena basan sus acciones en el bien común y la colaboración. Además, los principios de la minga fueron imprescindibles para impulsar la unidad en tiempos de crisis y para imaginar alternativas al modelo neoliberal, represivo e insostenible.

Los nasa, habitantes de las montañas del departamento de Cauca, se han levantado contra el modelo extractivista de la industria cañera en su territorio, contra el oligopolio1 que les quita la tierra y la mantiene esclavizada. Este proceso autónomo de resistencia es llamado Liberación de la Madre Tierra, el cual busca desterrar los monocultivos que envenenan el suelo con agrotóxicos y que están acabando con el agua y la vida.

Su lucha ha inspirado a varios colectivos, entre ellos, a las movilizaciones del 28 de abril. Éstas replicaron una de sus principales formas de protesta: bloqueos de

¹ Los cultivos de caña de azúcar ocupan grandes extensiones en el departamento del Valle del Cauca y en el departamento del mismo nombre. La mayoría son usados en la producción de azúcar y biocombustibles. Aprendimos que es posible compartir el alimento y el fogón para darle abrigo, calor, sabor y color a la lucha por la Tierra.

las vías principales en el Cauca a través de la organización de los movimientos de la Minga Indígena, Social y Campesina. En las ciudades, colectivos de huerteros también han retomado el mandato del movimiento. A través de acciones de siembra, apropiándose de diferentes espacios para cultivar alimento y defender el territorio, ellos siguen los principios de la minga y han organizado encuentros con los indígenas nasa. Dichos encuentros desembocaron en la Marcha de la Comida, parte de las manifestaciones en Cali, donde toneladas de alimentos liberados –aquellos que crecieron donde antes sólo había caña de azúcar2 – se trajeron del campo a la ciudad y se compartieron con las personas de los barrios marginales que padecían escasez por la pandemia.

La Marcha de la Comida apoyó las ollas comunitarias durante las manifestaciones. Éstas se instalaron en los puntos de bloqueo de vialidades, donde unas personas ayudaban en la preparación de comi-

² La Marcha de la Comida pudo traer varias chivas cargadas con plátano, yuca, maíz y frijol, las cuales fueron de gran ayuda en momentos claves de la pandemia y de las protestas sociales, donde escasearon muchos alimentos.

Hacer huerta es una apuesta por la vida como alternativa al neoliberalismo insostenible. Es retomar el ejercicio de producir diversidad de semillas, de plantas y de saberes. Es una forma de sujetar los lazos colectivos para aprender entre todos, a través del diálogo y el intercambio de conocimientos.

da mientras otras avivaban el fuego. Las ollas sirvieron para alimentar a mucha gente que no tenía sustento, para nutrir a los manifestantes y su lucha. Entendimos así que esta resistencia nace del amor, la solidaridad, la empatía y el apoyo mutuo. Aprendimos que es posible compartir el alimento y el fogón para darle abrigo, calor, sabor y color a la lucha por la Tierra.

La Marcha de la Comida se realizó en cinco ocasiones y fue un evento que unió a las comunidades indígenas con los sectores más vulnerables de la ciudad de Cali. Estos principios de solidaridad y colaboración entre los pueblos son los principios del buen vivirque tenemos que recuperar de los pueblos indígenas. La Marcha de la Comida nos enseñó cómo, a través de los alimentos y de la siembra, del contacto directo con la tierra, podemos sanar nuestra relación con ella y ayudar a las personas más necesitadas. Los indígenas nasa nos transmitieron la importancia de sembrar el maíz, de hacer milpa y de trabajar colectivamente.

A raíz de la movilización del 28 de abril y de la convulsión social, ha habido una suerte de crecimiento de las huertas en los barrios más marginales de Cali y en otras partes de la ciudad. Simbólicamente, en cada punto de resistencia nació una huerta y éstas se fueron replicando en muchos barrios de la urbe. Así, nacieron pequeños focos donde se libera la Madre Tierra en la ciudad, lugares donde se resiste y donde reaprendemos lo caminado por nuestros ancestros en barrios y comunidades. Además, impulsados por el elevado precio de los productos básicos, las y los jóvenes empiezan a tener conciencia sobre la importancia de sembrar sus propios alimentos.

Hacer huerta es una apuesta por la vida como alternativa al neoliberalismo insostenible. Es retomar el ejercicio de producir diversidad de semillas, de plantas y de saberes. Es una forma de sujetar los lazos

Volviendo a las raíces, recuperando la memoria, es como vislumbramos el porvenir.

colectivos para aprender entre todos, a través del diálogo y el intercambio de conocimientos. Que los jóvenes se acerquen cada vez más a la siembra llena de esperanza y ayuda a soñar con un mundo donde podamos relacionarnos con la tierra, donde no tenga cabida la idea de guerra.

¿Qué significa entonces liberar a la Madre Tierra en la ciudad? Significa, ante todo, cambiar los paradigmas que destruyen y contaminan el territorio a través de un ejercicio permanente de siembra y recuperación de los suelos. Significa replicar la lucha de los nasa en las urbes para desalambrar el corazón y recuperar el camino en armonía.

Las luchas y las resistencias en nuestros territorios nos llevan a reaprender lo caminado por nuestros ancestros. En este volver a la tierra hemos aprendido una nueva manera de relacionarnos con ella a través de los principios del amor, la libertad, la solidaridad, el apoyo mutuo y el trabajo colectivo. Por eso, nosotros en la ciudad también soñamos con liberar a la Madre Tierra. La lucha de los nasa nos enseña el camino parar resistir en estos tiempos de crisis, los cuales tienen que dar paso a nuevas formas o alternativas. El movimiento de huertas urbanas en Cali nos muestra que es posible pasar de la resistencia a la creatividad. Este acto de sentipensar la tierra3 por medio de la siembra nos indica que la resistencia no es solo aguantar, sino construir algo nuevo.

Volviendo a nuestras raíces, recuperando la memoria, es como vislumbramos el porvenir. Desalambrar la tierra, dicen los nasa, no tendría ningún sentido si no desalambramos nuestro corazón. Para hacerlo es preciso desaprender todos aquellos adoctrinamientos que recibimos. Es necesario volver a la tierra como a nuestra madre. Eso no lo enseñan en ninguna institución, eso lo aprendemos con nuestros mayores. Lo aprendemos en las huertas, que son las verdaderas aulas a través de las cuales cumplimos un mandato ancestral.

3 Sentipensar, según Orlando Fals Borda es “pensar con el corazón y sentir con la cabeza”.

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