5 minute read

Sakonean: Mugarrieta tumuluak

Ibarra, con el monte Uzturre al fondo. ··· Xabier Agirre

Ibarra, caja de sorpresas

Advertisement

Cuando algo grande quieras que pase desapercibido, colócalo en la mitad

Xabier Agirre

Resulta paradójico que tuvo que ser un virus, el Covid-19, el que, provocando una pandemia nos recluyera en casa con uno de los mayores confinamientos que jamás hayamos experimentado. El estar encerrados avivó nuestras ansias de salir de casa con cualquier excusa, y aunque con cambiantes restricciones, por fin salimos.

Jaso ezazu etxean aldizkaria

Suscríbete y recibirás la revista en casa

hilean

Bete ondorengo datuak eta bidali postaz: ‘Txantxangorri aldizkaria’, Herriko plaza 2 baxua; 20270 Anoeta (Gipuzkoa), edo bidali argazkia txantxangorri@txantxangorri.info helbidera 2,5 € al mes

Izen-abizenak:

Nombre y apellidos:.......................................................................................................................................................................................................................

Helbidea:

Dirección: ....................................................................................................................................................................................

P.K./C.P.: ..............................Telefonoa: ......................................................................................................................

E-maila:....................................................................................................................................................................................................

K. korrontea: (IBAN)

C. Corriente:.............................................................................................................................................................................................................................................................

Hilabeteroko ordainketa - Pago mensual Urteroko ordainketa - Pago anual Eskerrik asko!

Nos permitieron salir primero con un diámetro y espacio perimetral determinado, para a continuación permitirnos acceder a los municipios colindantes.

Ello provocó una multitudinaria y casi diaria salida a los montes cercanos, como única alternativa al ocio y al ejercicio físico y como desentumecimiento de la tortura emocional a la que estábamos sometidos.

Pero como perfectos seres humanos que somos, añorábamos aquello a lo que en aquellos momentos no podíamos acceder, marchar hacia las sierras y parajes a los que acostumbrábamos a ir.

Nos tuvimos que resignar. Repetimos una y otra vez las salidas montañeras hacia los mismos lugares. Y lo que en principio podía parecer monotonía, paradojas de la vida, con el solo gesto de mirar hacia los lados del camino, de ese camino que tan acostumbrados estamos a realizar, con el solo gesto de salirnos de él, y mirar, y rebuscar, podemos ser capaces de convertir lo habitual en un gran y asombroso descubrimiento.

Nadie hubiera pensado que Ibarra, municipio con tan poca extensión de terreno, albergara semejante cantidad y calidad de elementos arqueológicos. Precisamente por la poca apariencia de su entorno, como en tantas otras ocasiones, despreciamos de entrada la posibilidad de que un lugar así pudiera esconder elementos interesantes que hasta ahora solamente los hemos buscado y localizado en las sierras y en lugares con cierta altitud y lejos de la civilización cotidiana. ¿He dicho esconder? Nada de eso. Algunos de ellos ni siquiera están escondidos. Ibarra ha resultado ser toda una caja de sorpresas. A la vista de todo el mundo, allí están. Enormes túmulos funerarios, pertenecientes a nuestros ancestros, que después de algún que otro milenio, todavía permanecen de pie, tal vez por casualidad, tal vez porque el espacio que ocupan es improductivo, o porque no se han necesitado sus piedras para ningún otro menester.

Así, podemos localizar en el monte Uzturre, en su ladera Sur, el túmulo Uzturre, a 335 m. al Sureste de la cruz de dicho monte y a unos 250 m. al Suroeste de su cima.

También en la misma ladera, los campos tumulares Mugarrieta IV, compuesto por once túmulos,

Campo tumular Mugarrieta VI. ··· X. Agirre

Campo tumular Mugarrieta VI. ··· X. Agirre

situado al Noroeste del caserío Orita, y Mugarrieta VI compuesto por al menos ocho túmulos y que se localiza al Noreste de dicho caserío.

Sea como fuere, hasta ahora nadie ha reparado en ellos o los propietarios de los terrenos donde se asientan desconocen su significado.

Cuando tengas algo grande que desees ocultar o quieras que pase desapercibido, colócalo en el medio. La posibilidad de que nadie se aperciba de su existencia te asombrará.

La gran paradoja de esta situación, es que, el virus nos dejó un cúmulo insoportable de muertos, pero como consecuencia de los efectos del confinamiento nos devolvió otros.

Rindamosles nuestro más profundo respeto. Tanto a unos como a los otros.

Ibarra aún nos depara muchas más sorpresas, pero eso lo contemplaremos en el próximo artículo.

La localización exacta de estos elementos y sus coordenadas las encontraréis en www.Euskal-Herria.org. Su conservación depende de tu respeto.

Túmulo Uzturre. ··· Xabier Agirre

Campo tumular Mugarrieta IV. ··· X. Agirre

Jose Antonio Pagola, teólogo

El miedo a la verdad

Pocas frases tan desafiantes y provocativas como las que escuchamos hoy en el evangelio: «Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto».

El pensamiento de Jesús es claro. No se puede engendrar vida sin dar la propia. No se puede hacer vivir a los demás si uno no está dispuesto a ‘desvivirse’ por los otros. La vida es fruto del amor, y brota en la medida en que sabemos entregarnos.

En la metáfora de Jesús, la muerte es condición para que se libere toda la energía vital que contiene el grano. El fruto comienza en el mismo grano que muere. Así sucede también en la vida. El don total de sí es lo que hace que la vida de un hombre pueda ser realmente fecunda.

Los pensadores cristianos no han distinguido siempre con claridad el sufrimiento que está en nuestras manos suprimir, y el sufrimiento que no podemos nosotros eliminar.

Hay un sufrimiento inevitable, reflejo de nuestra condición creatural, y que nos descubre la distancia que todavía existe entre lo que somos y lo que estamos llegados a ser.

Pero hay también un sufrimiento que es fruto de nuestros egoísmos e injusticias. Un sufrimiento con el que los hombres nos herimos mutuamente.

Es natural que los hombres nos apartemos del dolor, que busquemos evitarlo siempre que sea posible, que luchemos por suprimirlo de entre nosotros.

Pero precisamente por eso, hay un sufrimiento que es necesario asumir en la vida. El sufrimiento aceptado como precio y consecuencia de nuestro esfuerzo por hacerlo desaparecer de entre los hombres. «El dolor sólo es bueno si lleva adelante el proceso de su supresión» (D. Sölle).

Es claro que en la vida podríamos evitarnos muchos sufrimientos, amarguras y sinsabores. Bastaría con cerrar los ojos ante los sufrimientos ajenos, y encerrarnos en la búsqueda egoísta de nuestra dicha. Pero siempre sería a un precio demasiado costoso: dejando sencillamente de amar.

Cuando uno ama y vive intensamente la vida, no puede vivir indiferente al dolor grande o pequeño de las gentes. El que ama se hace vulnerable. Amar a las personas incluye sufrimiento, ‘comprensión’, solidaridad en el dolor. «No existe ningún sufrimiento que nos pueda ser ajeno» (K. Simonow).

Esta solidaridad dolorosa hace surgir salvación y liberación para el hombre. Es lo que descubrimos en el crucificado: sólo salva el que comparte el dolor, y se solidariza con el que sufre.

··· madsmith33

This article is from: