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Aprender a perder

José Antonio Pagola, teólogo

Ascesis, renuncia, sacrificio, disciplina... Son palabras muy difíciles de entender en la sociedad actual.

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Lo importante es disfrutar de la vida al máximo, ahora mismo, sin límites. Gozar de todo placer. No detenerse ante nada. Poseer siempre más. No perdernos nada que nos apetezca.

¿Cómo pueden resonar en nuestra sociedad las palabras de Jesús: «Mirad, el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por el evangelio, la salvará»?.

Antes de nada, hemos de entender bien la llamada de Jesús. No se trata de renunciar a esta vida terrena para alcanzar un día la del cielo. No se trata de menospreciar los valores materiales para alcanzar los bienes espirituales. Elegir entre esta vía o la vida futura.

Lo que se le pide al discípulo es entender su vida en términos de entrega y no de posesión. Apostar por el amor y la solidaridad, y no por el egoísmo y el acaparamiento.

Las palabras de Jesús son tajantes. Quien quiera «salvar» su tranquilidad, su cuenta corriente, su vida privada, sus intereses... al margen del evangelio, destruirá su vida para siempre. Se echará a perder como hombre, pues está prescindiendo del amor.

Por el contrario, quien sepa «per- der» dinero, tiempo, comodidad, tranquilidad... por vivir el espíritu del evangelio, salvará su vida. Alcanzará la plenitud de la vida, pues su existencia se alimenta del amor.

Este planteamiento de Jesús puede parecernos desconcertante, pero nos está indicando el verdadero camino de nuestra salvación.

Erich Fromm nos ha mostrado cómo los hombres y mujeres de nuestra época viven obsesionados por «liberarse de» ataduras, dependencias, compromisos y servidumbres. Pero, luego no saben qué hacer con esa libertad. Quieren «salvarse» y terminan «perdiéndose» en el vacío, la superficialidad y la total ausencia de un proyecto de vida enriquecedor.

Por el camino del goce ilimitado y el egoísmo obsesivo nos echamos a perder. Vamos perdiendo la capacidad de amar y crear vida.

Necesitamos aprender a «perder nuestra vida por el evangelio». Descubrir de nuevo la alegría de una ascesis creativa, abierta a la solidaridad.

Debemos aprender a renunciar a muchos placeres para descubrir «el placer», para muchos insospechado, de vivir sencillamente amando de manera gratuita y desinteresada. Un placer que también hoy es posible.

Mugarri de Deskarga | Antzuola, Legazpia y Urretxu

Durante siglos los mugarris o mojones se han utilizado para marcar el territorio, tanto de propiedades privadas como de términos municipales, y hoy en día son muchos los que se pueden encontrar aún en el límite de los terrenos. La mayoría marcan el límite entre dos municipios, pero también los hay de tres, incluso de cuatro. En Gipuzkoa no hay ninguno que limite con más de cuatro.

Uno de los mugarris más fáciles de encontrar es el que está situado en el alto de Descarga, que marca el límite entre Antzuola, Legazpia y Urretxu. Está situado a unos metros de la carretera, una vez pasado el caserío

Deskarga Zar en la subida desde Urretxu a Antzuola, a la izquierda. Es de piedra caliza y destaca entre las demás porque no cumple con las medidas estándares que se daban a este tipo de piedras, sino que es poligonal y mide 1 metro de alto y 40 cm. de ancho y 50 cm. de profundidad; lo común es que sean cuadradas o triangulares y normalmente miden una vara, un pie y un palmo, esto es: 83 cm de alto, 27 de ancho y 19 de profundidad.

Es conocido por ser uno de los más bonitos, ya que no se limita a una piedra con las iniciales talladas.En cada lado correspondiente están tallados los nombres de cada municipio: Anzuola, Legazpia y Villarreal (de Urrechua) que es como se denominaba antiguamente a Urretxu. Asimismo, indica que es el mojón número uno para Antzuola, pero el 13º para Legazpia.

Otra de sus peculiaridades que está coronada por tres cruces de hierro, que representan las tres localidades, y que se unen en la base. Yoseba Alonso ha investigado este mojón y entre la documentación destaca el hecho de que lo movieran 10 metros en el año 1910 para construir la carretera que actualmente cruza el puerto.

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