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Los enigmáticos Túmulos de Anillo en Andía, Urbasa y Saldise
Aunque no hay una definición clara, hay similares en Inglaterra y Jordania
Alberto Gonzalez-otia@basozaina.com
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Nadie sabe qué son o para qué se hicieron, tampoco se ha descifrado quienes fueron sus constructores, ni en qué época se levantaron, son los túmulos de anillo, enormes monumentos quizás megalíticos que tienen la característica exclusiva de encontrarse sólo en las sierras de Andía, Urbasa y Saldise. Todo parecen ser incógnitas, veamos lo poco que sabemos de ellos.
¿Qué es un túmulo de anillo? No es fácil la respuesta, y aunque por mucho que me lo explicaban, hasta que los pisé, pateé y sentí su Este y Oeste allí mismo donde están, sobre el terreno, en la sierra, no entendí la estructura real que hoy tienen.
Imagina que ponemos un donut en una tabla. Vamos a cortarlo por la mitad, pero de una forma especial, no con un corte de arriba a abajo, como lo haríamos a bote pronto, sino con la hoja del cuchillo paralela a la tabla y con un movimiento de corte de derecha a izquierda, o viceversa si eres zurdo. Así tendremos dos medios donut, pero con la particularidad de que las dos mitades conservan completo el círculo central del pastel. Si ponemos las dos mitades con la masa interior contra la tabla, tendremos, salvando las distancias y escalas, dos túmulos anulares, como por ejemplo la pareja de Gaztansao en Andia.
Inventariados A poco más de 1 km. de distancia de las ventas del túnel de Lizarraga, a 1060 m de altitud, a 430 m. al sur de los espectaculares arcos de Portupekoleze, el túmulo Gaztansao 1 fue descubierto en 1954 por J. Elosegi y clasificado como dolmen. Este y otros muchos más anillos fueron inventariados de esa forma hasta que Apellaniz en 1973 muestra desconfianza de que lo sean. Los túmulos anulares no tienen cámara central de sepultura, el anillo sólo levanta entre 30 y 50 cm. de la cota cero y tampoco hay piedras singulares como en los chromlech.
A escasos 25 metros de Gaztansao 1, A. Martínez del grupo de prospección Hilharriak descubre en 2001, Gaztansao 2, preciosa es también la visita en Urbasa de los túmulos Larragoiko 1, descubierto por J. M. Barandiaran en 1921, y Larragoiko 2 descubierto por M. K. Manzanas e I. Gaztelu en 1979. Alfonso M. e Iñaki G. auténticos expertos que han descubierto decenas de ellos, comentan que no tienen cómoda explicación del origen y uso principal de los anillos.
Entre las tres sierras se han encontrado más de 130 túmulos, un túmulo de anillo por lo tanto es una construcción circular, algunos de tamaño inmenso, superando los 30 metros de diámetro, los más pequeños hasta 15 m., levantando no más de medio metro del suelo. La elevación del anillo está formado por piedras de tamaño medio compactadas con el terreno, sin relación alguna por lo tanto con los fondos de cabaña.
Excavaciones
Solamente ha sido excavado Larragoiko 2, y sólo de forma parcial, por lo que la interpretación de los resultados de la exploración debe ser cautelosa. Se encontraron nueve fragmentos de cerámica manufacturada, con datación de la edad de bronce, y dos lascas de sílex, material de prestigio en esa época. En 2010 Txoperena informa que en Wadi Mujib, Jordania, hay un túmulo de anillo de similares características a los que nos ocupan.
En Norfolk, Inglaterra, se encuentra el yacimiento neolítico de Grimes Graves compuesto por más de 430 pozos mineros de sílex. Lo que a primera vista parece un auténtico campo de cráteres tras unas maniobras militares, cada túmulo de forma individual presenta una estructura similar a los anillos.
¿Podrían ser los túmulos de anillo restos de catas o prácticas mineras? La idea parece descabellada, pero hay que tener en cuenta la importancia del sílex en Andia-Urbasa. Se ha encontrado sílex de Urbasa en Asturias o en el Pirineo central francés. Se han realizado excavaciones en los talleres de sílex de Portugain o Mugarduia en Urbasa, y la etnografía dice que hasta mediados del siglo XX, el uso de sílex era habitual en la zona, en trillos de cereal, chisqueros artesanales o diversas herramientas. Parece que todavía vivimos en la Edad de Piedra, gobernados por un chip de silicio oculto en nuestro egoísta celular.