LA CASA PARTICULAR
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ÍNDICE PRÓLOGO .................................................................... 9 INTRODUCCIÓN ............................................................ 17 1 La casa como SUSTENTO TEÓRICO ........................... 23 2 La casa como PENSAMIENTO .................................. 39 3 La casa como espacio de las PRÁCTICAS SOCIALES ...... 57 4 La casa como SEDE DE LA INSTITUCIÓN FAMILIA ........ 71 5 La casa como MITO ................................................ 85 6 La casa como ESPACIO POÉTICO ............................. 101 7 La casa como ARQUETIPO ..................................... 127 8 La casa como EXPRESIÓN POPULAR ....................... 169 9 La casa como PRODUCTO ...................................... 191 EPÍLOGO .................................................................... 219
Gustavo Cerati en su casa (2001)
6 La casa como ESPACIO POÉTICO
Para un estudio fenomenológico de los valores de intimidad del espacio interior, la casa es, sin duda alguna, un ser privilegiado, siempre y cuando se considere la casa a la vez en su unidad y su complejidad, tratando de integrar todos sus valores particulares en un valor fundamental. La casa nos brindará a un tiempo imágenes dispersas y un cuerpo de imágenes. En ambos casos la imaginación aumenta los valores de la realidad. Una especie de atracción de imágenes concentra a éstas en torno de la casa. A través de todos los recuerdos de todas las casas que nos han albergado, y allende todas las casas que soñamos habitar… Bachelard, Gastón “La poética del espacio”. México, FCE, 1965.
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En general los arquitectos privilegiamos a la imagen visual por sobre otras, sin embargo, la palabra en sí misma, sobre todo aquella palabra poética, es capaz de evocar un sinfín de imágenes, y no únicamente las visuales. De esa manera, a través de la poesía podríamos nutrirnos de otros sistemas expresivos capaces de ampliar nuestros horizontes del conocimiento. Hoy en día, tal como se refiere Guy Debord en “La Sociedad del Espectáculo”, consumimos principalmente con el sentido de la vista, y hasta las relaciones sociales se ven mediatizadas por imágenes donde el interlocutor es un sujeto pasivo. En cambio, agrega, las palabras de los poetas demandan de lo que él llama la “otredad”, de la entrega de un participante activo en el acto comunicacional. Martin Heidegger sostiene que “Poetizar y pensar son dos modos de hacerse cargo de lo real bien diferentes”, y que el hecho poético es “la confirmación más decisiva del sentido fenomenológico de la experiencia”. Gastón Bachelard a su vez agrega: “… la imagen poética tiene un ser propio, un dinamismo propio procede de una ontología directa” y reivindica a la casa como una de aquellas imágenes simples que son capaces de potenciar el fenómeno de la liberación poética pura. Una aprehensión emotiva de los espacios arquitectónicos a través de la poesía podría abrir entonces una puerta de acceso al saber cuando los medios analíticos son insuficientes para abarcarlo y desde ese lugar podríamos reconocer a la casa en los fragmentos de un collage hecho de sensaciones, experiencias y recuerdos, evidencias de una realidad compleja y llena de matices donde quizás se encuentre la esencia del habitar. A continuación se presentan una serie de piezas literarias cuyo orden y selección no ha sido guiado por una lógica académica, sino por la sensibilidad y la memoria de quien escribe estas líneas, de modo que mantienen un orden personal, como lo es también el tono o el punto de vista con el que se describen las casas en los poemas. Se ha situado la mirada en la casa popular en Latinoamérica, particularmente en Argentina y en el relato de artistas referentes de nuestra identidad, para ello se han seleccionado un conjunto heterogéneo de escritos donde una serie de
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casas imaginarias se van construyendo a sí mismas a partir de su descripción. Sobre la elección del número de obras y sus autores, puede decirse que todo proceso de selección de algunos implica la exclusión de tantos otros, que la construcción de totalidades puede comenzar a partir de los fragmentos, y que la síntesis será luego un proceso que ocurra en el interior de cada uno. Las casas aquí descriptas no componen una taxonomía restringida exclusivamente al ámbito de lo doméstico, los poemas también hablan necesariamente del alma de sus habitantes, de sus recuerdos y sus nostalgias. Todos los textos discurren en lugares diferentes pero tienen como rasgo común su emotividad, una manifestación humana que puede dirigir el pensamiento en direcciones imprevisibles. También los poemas han sido utilizados como excusa para una revisión (incompleta) de las más populares tipologías de vivienda que caracterizaron a las poblaciones del centro del territorio argentino. Martín Fierro /José Hernández (1872)
Tuve en mi pago en un tiempo Hijos, hacienda y mujer, Pero empecé a padecer, Me echaron a la frontera, ¡Y que iba a hallar al volver! Tan solo hallé la tapera. Sosegao vivía en mi rancho Como el pájaro en su nido, Allí mis hijos queridos Iban creciendo a mi lao... Sólo queda al desgraciao Lamentar el bien perdido
En el poema fundamental de la literatura argentina, el Martín Fierro, José Hernández pinta un momento histórico en el que, a espaldas de la ciudad de fines del siglo XIX modernizada y embellecida, quedaba la pampa donde aún los gauchos quieren seguir viviendo dentro de su mundo tradicional a pesar de
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que la realidad del alambrado, el ferrocarril y de la inmigración en masa, dejaba vislumbrar una nueva perspectiva de la vida, de la economía y de la sociedad. La tapera, esa ruina de un rancho abandonado, es también el rastro metafórico de un tiempo que se fue, es muestra también del anacronismo de aquel cobijo original del gaucho que mantuvo su esencia formal, funcional y técnica desde que el criollo se dispuso a conquistar la pampa y que ahora es superado por un mundo que está cambiando aceleradamente. Como la cabaña primitiva de Laugier, el rancho nace libre, solo, como un hito en el paisaje con su propio “locus”. Desde la lejanía se lo percibe rodeado de una masa arbórea, de una copa protectora que le adiciona una extensión sombreada indispensable para la vida. El rancho entabla así una relación simbiótica con el árbol que le sirve de cobijo, le condiciona el clima y oficia de extensión semicubierta. El interior sólo protege una cantidad limitada de enseres y lo demás cuelga o se recuesta en el árbol, que es depósito, ropero y despensa. El entorno completa al rancho, donde sólo se está por las noches o cuando llueve, la vida cotidiana gira a su alrededor cuando el clima así lo permite. Entre la habitación cerrada y la abierta intemperie, una galería sirve de filtro, provocando un lugar intermedio donde prácticamente se vive toda la jornada. El territorio del rancho se configura entonces como una serie de capas espaciales que rodean al morador y producen una transición acompasada hacia la inmensidad de la llanura. En el poema, el gaucho se lamenta de lo perdido y su añoranza la expresa a partir de la idea del “nido vacío”, de la casa deshabitada: la tapera, que ejerce sobre “el que la habitó”, el poder de atracción de la mirada distante del recuerdo, de la contemplación alejada del desarraigo. En otra de las manifestaciones poéticas más genuinamente argentinas, el tango, el sujeto poético característico es un personaje doliente que también se lamenta del pasado perdido. Para el tango, el espacio de la casa, es mucho menos importante que la calidad con la que está dotado poéticamente y que, en general, es una cualidad con valor imaginario o figurativo que puede nombrar y sentir.
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Enrique Cadícamo en La casita de mis viejos a partir del retorno a la casa natal encuentra en ese refugio, los recuerdos del primer gran resguardo de nuestra vida: la madre, no sólo en los términos físicos sino también de aquel regazo protector: La casita de mis viejos/ Enrique Cadícamo (1932)
Vuelvo vencido a la casita de mis viejos, cada cosa es un recuerdo que se agita en mi memoria, mis veinte abriles me llevaron lejos... locuras juveniles, la falta de consejo. Hay en la casa un hondo y cruel silencio huraño, y al golpear, como un extraño, me recibe el viejo criado... Habré cambiado totalmente, que el anciano por la voz tan sólo me reconoció.
Para Hector Pedro Blomberg en “Las Casas que hemos Vivido” la casa es el territorio de la evocación a través del cual el pasado se llena de significaciones como, al decir de Bachelard, “En esta región lejana, memoria e imaginación no permiten que se las disocie”. En una suerte de poética del pasado, el hombre vuelve a habitar su casa natal por el recuerdo de ese tiempo biográfico. Las casas donde hemos vivido / Héctor Pedro Blomberg (1940)
¡Casas, donde vivimos los días que se fueron para siempre! Hoy hay rostros extraños, se oyen vibrar desconocidas voces y se escuchan los pasos de otras gentes en las habitaciones donde un día, enloquecidos de dolor, cerramos las pupilas sin luz de nuestros muertos… Ajenos corazones laten bajo los techos familiares, viven, lloran, esperan, sufren y aman, lo mismo que nosotros bajo la estrella roja de la vida.
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Otras sombras divagan por los patios de antaño; otras lágrimas corren detrás de los cristales, cuando nieva la luna en la ventana; el rumor de otros besos ahuyentan nuestras sombras en esas casas donde ayer vivimos. Allí, en los aposentos olvidados, donde bendijo Dios nuestros amores, donde mecimos, trémulos, las cunas y creímos morir junto a los féretros; allí se ha quedado algo de nosotros, de los días que huyeron para siempre; amor, dolor, ensueño y esperanza, recuerdo y juventud... Nuestros ojos se nublan cuando pasamos por las viejas casas y las poblamos con las cosas muertas que sólo viven en nosotros mismos… Esos extraños rostros, voces desconocidas, esas vidas ajenas y lejanas... ¡Cómo nos hacen daño!
El tango refleja una cultura eminentemente urbana y en su poesía está siempre presente la ciudad, sus calles, sus barrios y sus casas. Los personajes habitan o añoran espacios domésticos cargados de significado donde la familia y los afectos jugaron un rol esencial. La casa del tango es la vivienda de principios del siglo veinte que aún conservaba algunos rasgos de la primera casa unifamiliar urbana en el territorio, la llamada “casa colonial”. Aquel tipo de vivienda derivado directamente de la casa romana enriquecida por la influencia árabe en el sur de España y trasladada a Sudamérica por los colonizadores con una estructura de planta concebida hacia adentro, austera hacia el exterior, a la que se penetra por una especie de pequeño zaguán
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que antecede y deja entrever un patio derivado del esquema de la domus, que es su corazón y centro espacial y funcional. En estas tipologías típicamente urbanas, el patio se mantiene en el tiempo como espacio simbólico, fuertemente configurado y limitado, la casa rodea al patio, lo celebra y lo incorpora como una suerte de habitación sin techo. y es un escenario privilegiado del drama familiar. Borges, como uno de los autores que más conscientemente ha usado el recurso del espacio arquitectónico en sus relatos hace quizás una de las descripciones más precisas y maravillosas de la herencia de aquellos patios coloniales: Un patio / Jorge Luis Borges (1923)
Con la tarde se cansaron los dos o tres colores del patio. Esta noche, la luna, el claro círculo, no domina su espacio. Patio, cielo encauzado. El patio es el declive por el cual se derrama el cielo en la casa. Serena, la eternidad espera en la encrucijada de estrellas. Grato es vivir en la amistad oscura de un zaguán, de una parra y de un aljibe.
Es de destacar, que el esquema de la casa colonial sobrevive en el período 1810-1870, a pesar de los relevantes cambios producidos en el seno familiar y en el orden social con la abolición de esclavitud en 1813. Por lo que podríamos decir que la arquitectura doméstica urbana argentina no presenta importantes modificaciones hasta fines del S XIX a pesar de las grandes variaciones ocurridas en el orden institucional y social. Pero el tipo edificatorio dominante en la ciudad contemporánea al tango y al Borges de estos poemas no era ya el de la casa colonial sino el de su derivado: “la casa chorizo” que surge de la división sobre el eje longitudinal de aquella y que con el tiempo se convertiría en la tipología característica del paisaje de la mayoría de las ciudades argentinas.
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Esta tipología, resulta de la acelerada modificación del suelo rural en suelo urbano a causa de una mayor demanda de vivienda, por el extraordinario crecimiento de la ciudad que se da a partir de la década 1870-1880. En este período se evidencian una migración interna del campo a la ciudad y una masiva llegada de nuevos residentes extranjeros que generan un impacto histórico con gran poder transformador. La expansión de la ciudad y el nuevo fraccionamiento de la tierra, hicieron que la vivienda colonial “mutara” en la casa de medios patios y adquiriera, en casi todo el territorio argentino, el carácter de prototipo construyéndose en lotes cada vez más angostos. “La nueva tipología (la casa entre medianeras) comienza a construirse a partir del tipo de vivienda generado por la subdivisión de la casa de patios colonial, que se transforma en la casa de “medios patios” por la simple introducción de una medianera que divide la construcción original.” 1
El acceso se da por el clásico zaguán con puerta cancel, que comunica con un patio lateral flanqueado por habitaciones de gran altura. Estos cuartos se ubican en hilera y se comunican entre sí mediante puertas internas entre una y otra y por una galería externa, cada habitación puede cumplir diferentes funciones, dormitorio, sala, comedor o lugar de trabajo. Usualmente cierra el primer patio un comedor atravesado que se comunica por un pasillo con el segundo patio, al que dan la cocina y alguna que otra dependencia de servicio. Quizás una de las razones de la gran aceptación que tuvo la casa chorizo era su gran flexibilidad que le permitía adaptarse a diferentes necesidades y niveles económicos y asegurar un crecimiento a lo largo del lote a medida que se modificaban las necesidades de las familias. A partir de 1880, las “casas chorizo” se alejan del lenguaje colonial: liso y despojado, para expresarse mediante fachadas, que variaban en sus ornamentaciones (traídas de Francia o Italia) de acuerdo a la posición económica del propietario. Constructivamente se resolvía con muros de mampostería de ladrillo común asentados con barro. Los techos primero, eran estructuras de vigas de madera, alfajías y chapa y luego de
1 Foglia-GoytiaGiordanoFregugliaMartínezGambone-CamissaMalik-VenturiniOrtega-FranchelloDemarco-Boixados La cuadrícula en el desarrollo de la ciudad hispanoamericana. El caso Córdoba 1810 – 1816. Tomo II. Departamento de Publicaciones. FAU. UNC. Marzo 1994
La Casa colonial
La Casa chorizo
La Casa en tira (Ilustraci贸n: Julio C茅sar Carli)
La Casa del hogar burgu茅s
La Casa Caj贸n
La Casa Pintoresquista
El Country
El Loft
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1880 se resuelven con bovedillas soportadas por vigas de perfiles de hierro. Las puertas interiores generalmente consistían en dos altas hojas vidriadas, con una banderola de cadena que aseguraba la ventilación de las habitaciones hacia el patio central. No hay duda, que la memoria Borges era la de los barrios porteños conformados por estas casonas con patios, zaguanes y aljibes, era la memoria del Buenos Aires de ayer y hasta de una “mitología de un Buenos Aires, que jamás existió”, pero que él tramó mediante una poética espacial atravesada por una idea metafísica desarrollada con una asombrosa economía de recursos: El sur / Jorge Luis Borges (1923)
Desde uno de tus patios haber mirado las antiguas estrellas, desde el banco de sombra haber mirado esas luces dispersas, que mi ignorancia no ha aprendido a nombrar ni a ordenar en constelaciones, haber sentido el círculo del agua en el secreto aljibe, el olor del jazmín y la madreselva, el silencio del pájaro dormido, al arco del zaguán, la humedad -esas cosas, acaso, son el poema.
Hacia fines del siglo XIX y principios del XX, se produce en las ciudades argentinas un acelerado crecimiento demográfico causado en parte por la masiva inmigración de origen europeo. Una nueva tipología aparece fundamentalmente en los pueblos de la pampa gringa y que se resuelve como una reducción de la casa chorizo: la llamada “casa en tira” o “casa del Gringo” según la denomina Cesar Carli en “Los tiempos, los patios y las casas” Es una construcción fundamentalmente abierta y de factura sencilla caracterizada por una serie de habitaciones comunicadas entre sí a lo largo de un estrecho corredor descubierto o galería soportada por esbeltas columnas de hierro que sustituye al medio patio precedente. Se constru-
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yeron fundamentalmente para adecuarse a los mecanismos económicos propios de los inmigrantes en la que mezclaban actividades productivas (huertas, gallineros, frutales) con las domésticas. El espacio lateral posibilitaba conectar el frente con los fondos donde se realizaban las actividades laborales y la salida de los productos que se recolectaban, a su vez facilitaba la ubicación de un galpón de depósito o un taller accesible por medio de vehículos usualmente un tractor, un acoplado y todo tipo de enseres y máquinas agrícolas. José Pedroni, poeta nacido en 1899 en Gálvez Provincia de Santa Fe, por entonces un típico pueblo de la pampa gringa, retiene en muchas de sus obras las imágenes registradas en su niñez de hijo de inmigrantes piamonteses en esos entornos a medio camino entre lo urbano y lo rural. La trilladora (fragmento)
Ahora la niñez es de avión por el cielo. La mía fue de nube... No cambio mi recuerdo. Aquél rancho, aquél árbol, aquel trigal inmenso. Aquella trilladora que atravesaba el pueblo. Ahora la niñez es de coche en el viento. La mía fue de pájaro sobre caballo suelto. Aquél carro, aquél árbol, aquél poste de hornero. Con música en el alma... No cambio mi recuerdo.
Característicos de la vida del inmigrante en los grandes centros urbanos de la época son también los conventillos y las casas de pensión, que funcionaban en edificaciones que mantenían aún el esquema de la casa chorizo pero ahora convertidas en una suerte de vivienda colectiva. El esquema tipológico se resolvía mediante una serie de habitaciones que se alineaban en torno a patios que fueron el ámbito propicio para inéditas maneras de vida comunitaria. En “El Conventillo de la Paloma” Alberto Vacarezza convoca en el espacio del patio del conventillo a los extranjeros llegados de distintas partes del mundo, como
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resultado de las grandes corrientes inmigratorias, “el tano, el gallego, el turco y el porteño” y utiliza a ese particular espacio arquitectónico como escenario de los conflictos propios de tan singular forma de cohabitación. Los poemas de Raúl González Tuñón son un reconocimiento apasionado no sólo de la gente sino de estos escenarios poco prestigiosos de la ciudad durante los años ‘20. Es en el puerto, en los suburbios, y en el conventillo donde encontrará los motivos de su literatura. “Poema del conventillo” / Raúl González Tuñón (1926)
“A la luz de tu farol cansado, conventillo yo también quiero cantar tu cosmopolitismo abigarrado, el turbio biombo amarillo de tu fachada, tu babélico altar, y tu vestido gris y verde y rosa”.
Mientras tanto en las zonas más acomodadas de las ciudades, las familias tradicionales y una clase ascendente de profesionales y prósperos comerciantes comienza a habitar según la usanza europea el típico hogar burgués. Una idea de casa que nació como santuario de lo propio y lo privado; donde se prioriza la comodidad, la eficiencia, la domesticidad y la intimidad. Una tipología en la que, como ya hemos mencionado, cada habitación tiene asignado un rol específico en la organización física del hogar, sirviendo de escenario para la representación de papeles sociales bien diferenciados. Ya sea construida como casa individual o como amplios departamentos en edificios de vivienda colectiva, este tipo habitacional se habita como una multiplicidad de microcosmos, donde cada uno de sus ambientes se identifica a través de sus propios y diferentes atributos topológicos. No importa la coherencia entre las partes, por el contrario, se requiere de la fragmentación del conjunto en una suma de ambientes autónomos para que cada espacio cuente su historia particular y pueda preservar las huellas del pasado familiar.
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En Casa Tomada Julio Cortázar hace transcurrir la fábula en una de esas típicas viviendas burguesas del Buenos Aires de principios de siglo XX. Así como en otros cuentos suyos como “Instrucciones para subir una escalera” o en “No se culpe a nadie” (donde describe de manera asfixiante como un personaje se saca un pulóver), recurre a una suerte de hiperrealismo descriptivo donde los espacios son retratados hasta sus mínimos detalles. Casa Tomada / Julio Cortázar (1951)
… Cómo no acordarme de la distribución de la casa. El comedor, una sala con gobelinos, la biblioteca y tres dormitorios grandes quedaban en la parte más retirada, la que mira hacia Rodríguez Peña. Solamente un pasillo con su maciza puerta de roble aislaba esa parte del ala delantera donde había un baño, la cocina, nuestros dormitorios y el living central, al cual comunicaban los dormitorios y el pasillo. Se entraba a la casa por un zaguán con mayólica, y la puerta cancel daba al living. De manera que uno entraba por el zaguán, abría la cancel y pasaba al living; tenía a los lados las puertas de nuestros dormitorios, y al frente el pasillo que conducía a la parte más retirada; avanzando por el pasillo se franqueaba la puerta de roble y más allá empezaba el otro lado de la casa, o bien se podía girar a la izquierda justamente antes de la puerta y seguir por un pasillo más estrecho que llevaba a la cocina y el baño. Cuando la puerta estaba abierta advertía uno que la casa era muy grande; si no, daba la impresión de un departamento de los que se edifican ahora, apenas para moverse; Irene y yo vivíamos siempre en esta parte de la casa, casi nunca íbamos más allá de la puerta de roble, salvo para hacer la limpieza, pues es increíble cómo se junta tierra en los muebles. Buenos Aires será una ciudad limpia, pero eso lo debe a sus habitantes y no a otra cosa. Hay demasiada tierra en el aire, apenas sopla una ráfaga se palpa el polvo en los mármoles de las consolas y entre los rombos de las carpetas de macramé; da trabajo sacarlo bien con plumero, vuela y se suspende en el aire, un momento después se deposita de nuevo en los muebles y los pianos….
La historia narra cómo dos hermanos son expulsados de su propia casa familiar a causa de “algo” que se va apoderando de ella, desplazándolos poco a poco a lo largo de sus habitaciones hasta la calle. Si bien al personaje principal, al igual
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Bellucci Alberto: “Nacimiento, desarrollo y decadencia de las viviendas-cajón” Summa/Historia. Ediciones Summa. Coordinación: Marina Waisman –Año 1978. 2
que a su hermana, le gusta la casa por ser espaciosa y antigua y, además, por guardar los recuerdos de su familia, ambos viven la situación como si nada estuviera pasando, no se sienten asustados. El cuento, escrito en 1951, sucede en una época de grandes transformaciones económicas, políticas y sociales que iban a cambiar el perfil tradicional de las ciudades argentinas, la Modernidad había calado hondo en el inconsciente colectivo y ya no había lugar para la nostalgia. Los nuevos tiempos harían tabla rasa con el patrimonio arquitectónico ante la mirada atónita y hasta indiferente de vastos sectores de la sociedad. Como una metáfora de lo que iba sucediendo, los personajes toman la apropiación de la casa por lo desconocido como algo normal e irremediable. En un principio, el protagonista y su hermana Irene (la coadyuvante de la historia) se resisten a abandonarla, lamentando tan sólo las pérdidas que les ocasiona ese “algo” cada vez que toma una parte de la casa. Pero, cuando esta es tomada completamente, no tienen más remedio que dejarla, llevándose únicamente consigo un reloj y la llave de la casa, de la cual se deshacen tirándola por el alcantarillado. Según Alberto Bellucci Europa terminó el siglo XIX en 1918, y Argentina lo terminó en 19302 y apunta que a partir de esa fecha se inicia un período de transición e indefinición en los tipos de vivienda urbana, con el surgimiento de un modelo que aún subsiste en los modos constructivos populares: la llamada “casa compacta o casa cajón”. Según el autor este modelo es el tipo emergente más definido e inconfundible de la arquitectura vernácula urbana, cuya eclosión y desarrollo se da posteriormente en la agresiva expansión habitacional del primer Gobierno Peronista (1946-1952), a través de las facilidades crediticias y los planes de vivienda oficiales. Esta tipología zonificada de acuerdo a los preceptos del funcionalismo en estar íntimo, área social y servicios conectados por una zona neutra, no ha sufrido transformaciones fundamentales. Y tal como nos indica Cesar Carli el tipo se mantiene “…hasta llegar a ser el referente insoslayable de las estructuras técnicas de la burocracia. A tal punto que todos los proyectos de vivienda y los préstamos bancarios establecen estándares basados inequívocamente en éste modelo.”
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Hay autores que sostienen que el ideario político y social de la Modernidad aplicado a la construcción de las casas se reconoce en la arquitectura popular argentina solamente en el reduccionismo morfológico y dimensional de este tipo arquitectónico. La casa cajón aparece como el final de un proceso que va disminuyendo el tamaño de la vivienda y del lote. Su distribución funcional y compacidad deriva directamente de la restricción de superficies y de alturas de los locales. A diferencia de la colonial y la chorizo, la casa cajón se estructura de manera centrífuga, extrovertida, abriendo dos o tres de sus lados es antecedida usualmente por un pequeño jardín de uso indefinido y el patio se presenta al fondo como un residuo espacial al que usualmente abren los dormitorios. El living-cocina se ubica al frente y aparece el porche o alero como transición hacia la calle. Excluyentemente se las construye con techo plano de hormigón y se las termina solamente con revoques a la cal grueso y fino, su morfología elemental despoja a la arquitectura de la vivienda popular de toda connotación poética para llevarla a una abstracción geométrica extrema guiada no por una voluntad expresiva sino por la lógica de los menores costos. Mediante una retórica descarnada y rotunda, Alfonsina Storni describe de manera sobria y sintética, ese nuevo universo visual que comenzaba a modificar los paisajes urbanos de la primera mitad del siglo XX. Cuadrados y ángulos/ Alfonsina Storni (1919)
Casas enfiladas, casas enfiladas, Casas enfiladas. Cuadrados, cuadrados, cuadrados, Casas enfiladas. Las gentes ya tienen el alma cuadrada, Ideas en fila Y ángulo en la espalda. Yo misma he vertido ayer una lágrima, Dios mío, cuadrada.
Pero si hubiera que reducir a una única imagen la impronta de la arquitectura argentina de mediados del siglo XX podríamos
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mencionar al “clasicismo peronista”, que podría sintetizarse en el consabido chalet californiano para un único modelo familiar: la familia tipo de clase media. Es el período en que los migrantes internos fueron empujados a la ciudad por la explosión industrializadora del primer peronismo, el chalet californiano fue visto así como símbolo de ascenso social por vastos sectores que pugnaban por incorporarse a la clase media argentina. Aboy.Rosa ”Viviendas para el pueblo, espacio urbano y sociabilidad en el barrio Los Perales 19461955”. Ediorial Fondo de Cultura Económica. Universidad de San Andrés. Buenos Aires (2005) 3
Su inspiración habría sido la arquitectura de la colonización española de Norteamérica —explica—, el llamado mission style, y se introdujo en el país (y en muchos otros) por la creciente influencia norteamericana.”. El tipo, había sido introducido en el país por los sectores burgueses, hallando excelente receptividad por la creciente influencia del cine de Hollywood de la época. “El estilo Doris Day en su chalet californiano delante de un parque verde, la botella de leche en el umbral de la puerta... esa típica aparición publicitaria de un estado de bienestar que parece cuidar y necesitar a sus habitantes.” 3
Lo que hace el peronismo y sobre todo Evita es trasladar esa arquitectura al mundo popular, y por lo tanto, se apropia de los símbolos del bienestar norteamericano y los redistribuye. La casa ahora es un derecho, es símbolo de la dignidad humana, es el cobijo de la ilusión de la familia tipo y de la creciente clase media argentina. Es a partir de allí que la vivienda propia es emblema de estabilidad para un sujeto que ha visto cíclicamente diluirse todo aquello que le daba seguridad como las instituciones, el ahorro o el trabajo. La frase popular “Pase lo que pase, sé que tengo un techo” parecen estar antecedida por algo no dicho: “cuando ya no hay instituciones que me den seguridades”… y al mismo tiempo, se puede descifrar un contenido implícito: “la seguridad me la da el techo que yo he conseguido”. Mario Benedetti, quien transitó todos los géneros posibles, supo anclar en la poesía los temas que más inquietan a la condición humana de una manera simple y directa. Verdadero cronista de su ciudad (Montevideo) y de su tiempo, transíta la crítica literaria, el ensayo prolífico, la poesía y, por supuesto, la narrativa. Sus textos, inteligentes y cálidos, recuperan
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un país que ha transitado el memorioso recuerdo, el costumbrismo, pero también el dolor de las épocas difíciles de la dictadura. El amor, la muerte, el tiempo, la injusticia, la soledad o la esperanza fueron encarados desde escenarios cotidianos y propios de las clases medias rioplatenses como son el del barrio, la oficina o el de la casa. Como emergente de una clase social que busca afirmar el proyecto de su existencia en un contexto cultural, político y económico en permanente transformación, la casa se erige en su obra como refugio, cobijo y como una de las grandes fuerzas de integración de sus pensamientos y sus recuerdos. Ésta es mi casa / Mario Benedetti (1948-1950)
No cabe duda. Ésta es mi casa aquí sucedo, aquí me engaño inmensamente. Ésta es mi casa detenida en el tiempo. Llega el otoño y me defiende, la primavera y me condena. Tengo millones de huéspedes que ríen y comen, copulan y duermen, juegan y piensan, millones de huéspedes que se aburren y tienen pesadillas y ataques de nervios. No cabe duda. Ésta es mi casa. Todos los perros y campanarios pasan frente a ella. Pero a mi casa la azotan los rayos y un día se va a partir en dos. Y yo no sabré dónde guarecerme porque todas las puertas dan afuera del mundo.
María Elena Walsh, al igual que Benedetti convierte a los temas cotidianos en un vehículo de reflexión y expresión poética. La casa, es también para la autora, un refugio ante los
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cambios que le suceden tanto en el mundo externo como en su propio interior. Barco quieto / María Elena Walsh (1969)
No te vayas, te lo pido, de esta casa nuestra donde hemos vivido. Qué nostalgia te puedes llevar si de la ventana no vemos el mar. Y afuera llora la ciudad tanta soledad. Todo cansa, todo pasa, y uno se arrepiente de estar en su casa, y de pronto se asoma a un rincón a mirar con lástima su corazón. Y afuera llora la ciudad tanta soledad. No te vayas, quédate. que ya estamos de vuelta de todo y esta casa es nuestro modo de ser. Tantas charlas, tanta vida, tanto anochecer con olor a comida son una eternidad familiar que en un solo día no puede cambiar. Y afuera llora la ciudad tanta soledad. Estos muros, estas puertas, no son de mentiras, son el alma nuestra, barco quieto, morada interior que viviendo hicimos, igual que el amor. Y afuera llora la ciudad tanta soledad.
Durante la década del sesenta se extiende en el mundo un pensamiento que cuestiona fuertemente a la sociedad de consumo, al capitalismo, al imperialismo y a la guerra. Una con-
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tracultura, que encuentra en un regreso a la vida natural la manera de librarse de los rígidos corsets que le imponía la vida burguesa. Quizás esta generación del Flower Power y el pacifismo haya sido pionera en los cuestionamientos a los modelos familiares tradicionales y a una domesticidad estereotipada por la publicidad y los medios de comunicación. El impacto inicial del hippismo en la Argentina sería minoritario, se expresaría primero a través de la obra de algunos grupos musicales, y más adelante mediante el intento de instalar comunas en el interior del país, en localidades como San Marcos Sierra y El Bolsón con la idea de volver a la una vida natural escindida de los núcleos urbanos tradicionales. En “Una casa con diez pinos” Manal, grupo fundacional del blues en español cuenta la historia real de la tranquila vida fuera de la presión de la ciudad que llevaron alrededor de 20 hippies en un campo de Monte Grande, Buenos Aires, allá por 1968/69. Una casa con diez pinos / Javier Martínez (1970)
Una casa con 10 pinos hacia el sur hay un lugar ahora mismo voy allá, porque ya no aguanto más no aguanto más, no aguanto más vivir en la ciudad solo humo y soledad nada más que respirar nunca mas en la ciudad no hay preguntas que hacer una simple reflexión solo se puede elegir olvidarse o resistir para lograr y conseguir prestigio en la ciudad dinero y nada más sin tiempo de observar un jardín bajo el sol antes de morir Un jardín y mis amigos no se pueden comparar
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con el ruido infernal de esta guerra de ambición para ganar o empatar prefiero sonreír mirar adentro de mi fumar o dibujar para que complicar.
Según Pipo Lernoud, poeta periodista y uno de los primeros hippies argentino: “El movimiento hippie fue un sacudón, comparable con ese cambio de piel que hacen las serpientes para poder crecer y sus consecuencias se pueden ver aún hoy en la cultura que vivimos todos los días. En el yoga, el ideal de la dieta sana o de la ecología, que están instalados definitivamente entre nosotros. Sus aplicaciones prácticas también están a la vista y creo que es lo más útil que quedó una vez pasada la etapa de los excesos: entidades como Greenpeace, Amnesty International o Médicos sin Fronteras no existirían sin los ideales instalados por el hippismo y la generación del ‘60”. En los años ochenta, Charly García después de una estancia en Buzios, Brasil, donde ensaya una vida hippie y en contacto con la naturaleza, vuelve a la Argentina en plena dictadura militar. Los tiempos habían cambiado, los aires de libertad de los sesenta se habían oscurecido en los setenta hasta llegar a un férreo autoritarismo político que impone una ideología neoliberal que tiñe la vida argentina de los años subsiguientes. García en sus canciones de aquella época nos da una visión desesperanzada acerca del futuro. Mientras miro las nuevas olas / Charly García (1980)
…La historia prosigue, pero amigos yo ya la vi. Quiero estar en la playa cuando se han ido los que tapan toda la arena con celofán. Recordar las estrellas que hemos perdido y pensar a suerte y verdad nuestro porvenir. ¿Será cómo yo lo imagino o será un mundo feliz ?...
Un creciente consumismo caracteriza a los comportamientos sociales emergentes todo es medido con la vara del capi-
La Casa Particular | 123
tal y toda idea puede ser apetecible para el consumo. Aquella ecuación naturaleza-calidad de vida ahora son entornos construidos mediáticamente a través de la publicidad, el cine y la televisión. Se le ha entregado al mercado inmobiliario las herramientas para consolidar un nuevo imaginario que se presenta como un híbrido entre lo urbano y lo rural donde se desarrolla un modo de vida asociado al tan difundido american way of life: los barrios cerrados y los country club. Una idea de vida en la naturaleza pero ahora confinada en comunidades cercadas, con límites precisos, y protegida por reglas de convivencia que son las restricciones que se asumen como el precio a pagar para disfrutar de estos entornos ideales. En el best seller de Claudia Piñeiro “Las viudas de los jueves” se describe de una manera descarnada y precisa un modo de configurar el espacio doméstico que es a la vez una metáfora de la sociedad argentina de los años ‘90. “… Sin duda la casa del Tano era una de las más grandes del country, y eso también marcaba una diferencia. Muchos de nosotros la mirábamos con cierta envidia, aunque ninguno se atrevería a confesarlo. De ladrillo enrasado, con techo de teja pizarra negra a varias aguas y carpintería de madera blanca, tenía dos plantas, seis dormitorios, ocho baños, sin contar el de la pieza de servicio. Salió en dos o tres revistas de decoración gracias a los contactos del arquitecto que la construyó. En la planta alta funcionaba un home theatre, y junto a la cocina, un family con muebles de ratán y una mesa de madera y hierro patinado color óxido. El living estaba frente a la pileta de natación y desde los sillones color arena, frente al ventanal que iba de pared a pared y del piso al techo, uno tenía la sensación de que estaba en el deck de madera que se extendía en cuanto terminaba la galería. En el jardín cada arbusto había sido puesto en un lugar predeterminado de acuerdo con su color, altura, espesor, movimiento. …En su casa no había plantas marchitas ni apestadas no había plantas que hubieran nacido porque sí, porque voló una semilla y allí cayó, no se veían hormigueros ni babosas. El pasto era como una alfombra de un verde intenso, inmaculado, sin matices. En una línea imaginaria, en el punto exacto donde cambiaba el color del pasto, terminaba el jardín y comenzaba la cancha de golf, el hoyo 17; un bunker de arena sobre el costado izquierdo, y un hazard, un pequeño espejo de agua artificial, sobre la derecha, completaban la vista desde la casa…” 4
4 Claudia Piñero Las viudas de los jueves ClarínAlfaguaraBuenos Aires 2010
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Mientras tanto en las ciudades la sociedad se va transformando y hacia principios del siglo XXI los modelos de la domesticidad tradicional como la familia y la paternidad son puestos en duda por una generación que prioriza el desarrollo y la realización personal. Surge un nuevo habitante urbano que demanda residencias transitorias, que habita fugazmente, que sus espacios personales están en el trabajo, en el estudio o mediatizados por la tecnología. La vivienda individual no le es funcional y apela a la vivienda colectiva residiendo en células que van desde la holgura dimensional del loft hasta microscópicos departamentos con espacios al filo de las normativas arquitectónicas. En todos los casos son tipologías que no admitirían proyectos de vida a largo plazo sino que se instalan en la transitoriedad de una etapa “provisoria” de la vida que cada vez se hace más extendida. Esta nueva forma de ser se caracteriza convencionalmente por un aumento de la movilidad y, paralelamente, una disminución de la importancia de la familia y de la razón doméstica. Se pone en crisis esa asociación tradicional establecida entre un lugar, una casa, una familia y una localización física en la que inscribir la propia existencia. Gustavo Cerati, es destacado especialmente por haber conseguido absorber y sacar partido de una buena parte del arte y la cultura actual y por haber logrando integrarse con el medio productivo incluyendo las aportaciones más trasgresoras e inquietantes del mundo presente y además por haberse convertido en mito y referencia para quienes reconocen en él una gran habilidad para crear discursos complejos y de gran capacidad creativa. Casa / Gustavo Cerati (2003)
Quiero una casa quiero un hangar y una torre de lanzamiento hoy nuestra aldea es todo este mundo y no es un mero pretexto a lo mejor tener sed enloquece al desierto será la locura que nos hace bailar
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ya limpiaste la casa ya limpiaste tu cuerpo ahora tienes el tiempo lenguas de sal, un golpe de oídos le doy respiro a los sonidos abandonar la tierra y sentir la ingravidez desordenado es el afán que nos hace bailar, bailar, bailar
Si atendemos a la realidad poético-espacial de los textos seleccionados, cabe volver a recordar la mirada de Bachelard acerca de la casa como ámbito concreto del fenómeno poético y observar la gran intensidad con que se manifiesta la vinculación del artista con ese lugar fuertemente emotivo. Cualquiera de las piezas literarias que aquí se presentaron son capaces de encender una luz diferente en el conocimiento y la comprensión de los espacios que habitamos pero para ello se requiere de un lector que se entregue fenomenológicamente a la experiencia.
C贸rdoba 2012