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“Yo, profe”

Nuestro paso por la universidad ciertamente está teñido de muchos aspectos. Cada cual pondrá en una lista aquellos recuerdos que marcaron su vida universitaria.

Mi lista está llena de momentos que compartí fuera de las aulas, de las oficinas y que se vivencian junto con otros en tantos lugares remotos que el Voluntariado me permitió conocer. Esos momentos compartidos con profesores y estudiantes son únicos: ni pizarras, ni bancos, ni apuntes, ni computadoras median esos encuentros. Allí, donde todos interactúan desde el rol de compartir, enseñar y aprender, se crean momentos únicos que marcan tanto que cada vez que el profe pregunta quién puede viajar para instalar, por ejemplo, otro panel solar, se levantan las mismas manos queriendo sumarse.

“Cuando la experiencia directa toca al corazón, la mente puede sentirse desafiada a cambiar”, decía Kolvenbach, sj, y ciertamente, el compartir junto con otros, ver y tocar, oler y sentir con el corazón te marcan profundamente. Más aún, cuando tu presencia posibilitó que otra persona pueda mejorar, en parte, su calidad de vida entre la desidia de muchos que no son capaces de reconocer, ver y tocar esas realidades olvidadas.

Apuesto por más experiencias universitarias que les permitan a nuestros estudiantes levantar la mano, diciendo “yo, profe”, “yo me sumo”. Que al final del recorrido y con título en mano, esos recuerdos nos sigan tocando el corazón para que cada día la mente nos convenza que vale la pena seguir apostando por otros que no tienen voz, por aquellos olvidados del sistema. Sigamos levantando la mano para hacer la diferencia.

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