Estimados estudiantes, padres de familia y docentes:
Hemos arribado al ecuador del periodo escolar 2014-2015. El primer quimestre ha concluido con un periodo intenso de exámenes de índole académico. Los resultados obtenidos, así como nuestra propia percepción del camino recorrido, nos mueven a poner en una balanza las realizaciones y lo que no se pudo hacer, entre los aspectos positivos y negativos, entre los logros y falencias de todos los que formamos la Comunidad Educativa del Colegio San José La Salle de Guayaquil. Por una parte Directivos, cuerpo docente, personal administrativo y de apoyo; y, por otra, padres de familia, somos corresponsables de la formación de nuestros estudiantes, pues la educación es el triángulo: Institución Educativa, Padres de Familia y alumnos, en cuyo centro está siempre Dios, quien da sentido a nuestras vidas. Ambas partes debemos tener plena conciencia que la misión educadora del San José La Salle es la alta calidad de la formación humana y cristiana de nuestros estudiantes. El balance que les propongo realizar permitirá, corregir, mejorar y crecer. Algunos autores modernos dicen que las crisis, producidas por las tensiones entre el ser y deber ser, son también una “oportunidad”. Quizá si detengo su atención en la etimología de la palabra “oportunidad” pueda servirnos de mucho. En latín “oportunitas” está compuesta por dos términos “op” que significa antes y “portus” que significa puerto, y era utilizada por los navegantes que cruzaban los océanos, muchas veces en medio de circunstancias muy peligrosas y cuando llegaban a puerto, sanos y salvos, consideraban que la vida les había dado otro chance para seguir con sus aventuras. En nuestro caso, tomemos como puerto la llegada al segundo quimestre para asumir compromisos, afrontar los problemas, encontrar soluciones y ser mejores.
Desde mayo del 2014 nos propusimos unas metas muy concretas que no podemos de ninguna manera quedarlas a medias: •
Fortalecer los valores humanos y cristianos
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Reanimar la pastoral educativa
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Implantar una cultura de evaluación y acompañamiento
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Mejorar y ampliar la infraestructura de ambos Campus
Estoy seguro que lo vamos lograr y al final vamos a sentir la satisfacción y la felicidad que produce llegar a buen puerto. Alguna vez expresé que si amamos lo que hacemos, si seguimos con pasión un ideal, ni la fatiga, ni siquiera el fracaso hará que abandonemos nuestro propósito. Ustedes padres de familia conocen bien que el hogar es la primera escuela, donde se deben impartir valores de responsabilidad, de cultura, de cortesía. Lo que es el niño o el joven en la casa, lo será en el colegio. La institución educativa es continuadora del primer aprendizaje ya iniciado en la familia. Esta es una verdad que tiene hoy más vigencia que antes. Cada día aparecen numerosos estudios que hablan sobre “Complementary Learning”, de un aprendizaje complementario entre la escuela y la familia. Pero también cada vez más aparecen mayores dificultades para poner esta antigua idea en práctica. José Antonio Marina, biólogo y filósofo muy conocido, repite con frecuencia en sus conferencias que “para educar a un niño hace falta toda la tribu, y para educar bien a un niño hace falta una buena tribu”. Por eso la tarea de formar debe ser compartida y converger en metas comunes. Quien piensa que la familia y la escuela deben marchar por caminos separados no solo que no entiende la educación sino que no entiende el mundo en el que vivimos hoy. Me sentiría sumamente satisfecho si ustedes, estimados padres de familia, se convencen que el San José La Salle será mejor en la medida en que usted colabore más con nosotros. Para ello, estamos dispuestos a recibir cualquier sugerencia oportuna para mejorar esta relación. Estimadas y estimados estudiantes, felicito y animo a continuar cosechando buenos
resultados a quienes han obtenido calificaciones relevantes. Y a los que no lo lograron, déjenme decirles que resultados insuficientes del primer Quimestre no deben ser motivo de desaliento, más bien será la “oportunidad” para corregir desaciertos y falencias de esta primera etapa. No bajen la guardia, no piensen que todo está perdido. Mas bien todo lo contrario, luchen por ser decididos, por proponerse hacer grandes cambios y, si es necesario empezar desde cero, habrá que hacerlo y allí radicará un mayor mérito. La clave de este cambio es la disciplina, entendida como un método personal y estricto que cada uno se autoimpone para conseguir un resultado. La disciplina bien entendida vence cualquier obstáculo y supera todas las limitaciones, hasta la de ser menos inteligente que otro. Los japoneses conocen muy bien este concepto. Ellos a lo largo de la historia han inventado muy pocas cosas. La mayoría de los grandes inventos han nacido en Alemania, Estados Unidos y Gran Bretaña, pero las empresas que los han llevado a los hogares de todo el orbe son Sony, Toshiba, Yamaha, Toyota, Nissan, Hitachi, Mitsubishi, Kawasaki, etc., todas ellas japonesas. La clave de su éxito básicamente ha sido la disciplina. Y por el contrario, si se carece de disciplina por más talento que se tenga, por más inteligente que se sea, nunca se llegará al éxito. La disciplina tiene estrecha relación con el aprendizaje. De hecho, disciplina y discípulo provienen de una misma palabra latina “discere” que significa aprender. Entonces la disciplina es por tanto una forma de ser que incluye reglas, normas, orden y cumplimiento constante para alcanzar un buen resultado, en nuestro caso, aprender. En concreto, implica organización del tiempo, cumplir con lo que se propone, entrenamiento constante y el establecimiento de reglas personales –que muy difícilmente se cambian- que
La clave de este cambio es la disciplina, entendida como un método personal y estricto que cada uno se autoimpone para conseguir un resultado.
te autoimpones para alcanzar un ideal. ¿Cómo sabes si estás adquiriendo el valor de la disciplina? Muy fácil, si cumples con tus obligaciones, si haces más de lo que los otros esperan de ti, si tu palabra es sinónimo de garantía y credibilidad para los demás, si cumples los horarios, si tienes tus cosas en orden, si asumes compromisos, no como una carga, sino con alegría y entusiasmo, si no hace falta que te vigilen o controlen porque tú mismo eres capaz de hacerlo. Lo que acabo de expresar es aplicable también a los docentes de nuestra institución. Si en teoría nosotros debemos ser ejemplos de vida para nuestros estudiantes –y la disciplina es parte de ello-, no cabe en nosotros la improvisación, ni el quemeimportismo, ni la desorganización. Tenemos que adquirir el convencimiento de ser un factor decisivo en el camino hacia la excelencia. San Juan Bautista De La Salle, nos dice al respecto que nuestra labor es un “ministerio” que no solo se reduce al encargo que Dios nos ha dado a cada uno para transmitir a los alumnos las verdades de la ciencia, sino la Verdad más importante y hermosa que es su Hijo, Jesucristo. Y todo esto la hacemos, más con nuestras actitudes que nuestras palabras. Nuestras actitudes se manifiestan en situaciones muy específicas y a veces lo hacemos sin darnos cuenta. Por eso, me gustaría compartir algunas preguntas con ustedes y cuyas respuestas revelan lo que somos para los demás: ¿Qué disciplina –entendida como métodoaplico en el aula de clase? ¿Sé cuales son mis limitaciones y he hecho algo para superarlas? ¿Llego a tiempo a ofrecer mi cátedra a los estudiantes? ¿La metodología que aplico se ajusta a la realidad en la que vivo y viven nuestros alumnos? ¿Si cualquier persona me preguntara cuál es la misión del San José La Salle, qué le diría? Sería estupendo si en mi próximo mensaje hiciera público mi reconocimiento a todos ustedes por la forma evidente en que nos hemos renovado, por la dinámica de aprendizaje, por la capacidad de planificar y organizar la clase, por la creatividad e iniciativa. Si lo intentamos, si lo hacemos, si lo evidenciamos estaremos “poniéndonos la camiseta de La Salle” con autenticidad y no solo en apariencia. Reconozco que lo que estoy pidiendo no es fácil, pero me atrevo a hacerlo por dos razones. La primera porque pocas veces me exijo y exijo a los otros lo cómodo o lo que no necesita esfuerzo. Y la segunda, porque estoy convencido que ustedes son capaces de hacerlo. No les pido nada imposible, prueba de ello es ver entre nosotros un número significativo de educadores que vienen haciendo lo que propongo desde hace muchos años y de quienes, quizá valdría la pena, aprender y contagiarnos de su amor por la docencia y por su disciplina. Finalmente, estudiantes, padres de familia y docentes, les invito a vivir esta oportunidad, la ser parte de un nuevo tiempo en que, según mi parecer, debemos impregnar desde Guayaquil para el mundo, el buen aroma y el buen sabor de la fe, la responsabilidad y el servicio, particularmente a quienes más nos necesitan. Si arrimamos el hombro con ello y avanzamos en la misma dirección, no habrá obstáculo que nos detenga en preservar y extender la herencia de Juan Bautista de La Salle en nuestro querido Colegio.
H. Ricardo Orellana Torres