Residencia Británica 1917-2017 - Ex Residencia Madero-Unzue

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RESIDENCIA BRITÁNICA 1917-2017 Ex Residencia Madero-Unzué


GUIÓN Y TEXTOS

Jorge Daniel Tartarini INVESTIGACIÓN HISTÓRICA

Pablo Juan Chiesa Jorge Daniel Tartarini Lucía Juárez (UK) FOTOGRAFÍA

Gustavo Sosa Pinilla CORRECCIÓN DE TEXTOS

Nora Manrique DISEÑO GRÁFICO EDITORIAL

Dominique Cortondo

AGRADECIMIENTOS

Nuestro especial agradecimiento a todas las personas que contribuyeron a la realización de la presente obra. Particularmente a los equipos de la Embajada y de la Residencia Británica, que nos acompañaron en esta tarea de reconstruir una historia que, en gran parte, les pertenece. Y en especial a quienes han trabajado allí largos años como las señoras Inés Rinaldini y Frances Evans MBE, y su actual mayordomo, el señor Samuel Victoria. Vaya también nuestro reconocimiento a los señores Julián Bengolea Madero y Héctor José Ayerza Madero, quienes han vivido su niñez en la Residencia Madero-Unzué y generosamente nos brindaron sus recuerdos y muchas de las fotografías históricas que ilustran la obra. Finalmente, deseamos agradecer a: Christian Untoiglich, Inés Bárbara Bengolea, Inés Mercado Ayerza, Adela Casal (Sotheby´s Argentina), Steven Collcutt, Mark Bertram, Miguel Patiño, Héctor Saavedra, Miguel Campi, Rafael Montes de Oca, Bruno Iván Correia, Alejandro Arbaizar, Alejandro Machado, Esteban Güerri, Daniel Sale, Oscar A. De Masi, Sergio López Martínez, Celina B. Noya y Juan Carlos Borra.

Tartarini, Jorge Daniel Residencia Británica 1917-2017 : ex Residencia Madero Unzué / Jorge Daniel Tartarini. - 1a ed . - La Plata : Jorge Daniel Tartarini, 2017. 144 p. ; 30 x 25 cm. ISBN 978-987-42-5993-6 1. Arquitectura Historicista . I. Título. CDD 720.9


RESIDENCIA BRITÁNICA 1917-2017 Ex Residencia Madero-Unzué



Índice Prólogo del embajador de Gran Bretaña en la Argentina, Mark Kent

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EMBAJADORES DEL REINO UNIDO EN LA ARGENTINA (1823-2017)

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Capítulo 1. Las primeras residencias británicas en Buenos Aires Una presencia histórica De quintas y miradores con vista al río Del Hotel Phoenix a la casona de Mr. Hale

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Capítulo 2. La Residencia Madero-Unzué

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15 17 27

El lugar: La Isla

De la Quinta de Hale a la urbanización de Monsieur Bouvard

47

La familia Madero-Unzué

La vida en la residencia (1917-1945)

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Los autores

Walter Bassett Smith & Bertie Hawkins Collcutt

68

La arquitectura

Estilo y composición

76

Los interiores

82

Capítulo 3. La Residencia Británica

92

De hôtel particulier a residencia diplomática

El sitio adecuado, en el momento oportuno

95

El patrimonio cultural mueble

Mobiliario y objetos de arte

107

Vida social

Una residencia de puertas abiertas

129

Un patrimonio vivo

Continuidad y cambio, aliados inseparables

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notas bibliografía créditos fotográficos agradecimientos

138 140 141 143


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Prólogo del embajador de Gran Bretaña en la Argentina, Mark Kent

¿Nacen los edificios con un futuro predeterminado? ¿Puede una residencia tener inscripto en sus genes un destino que solo será desplegado con el paso del tiempo? Mirada en retrospectiva, la historia de este magnífico edificio que hoy me toca habitar nos muestra que fue, desde su misma concepción, un representante arquitectónico de la cultura británica en la Argentina. Creada originalmente por los arquitectos londinenses Walter Bassett Smith y Bertie Hawkins Collcutt para servir de residencia a la familia Madero-Unzué, se convirtió pronto en uno de los más acabados ejemplos del estilo Eduardiano por estas tierras. Y casi tres décadas después, la propiedad pasó a manos del Gobierno británico para convertirse en la Residencia oficial del embajador en la Argentina. Cuando finalizó su construcción, Gran Bretaña se encontraba inmersa en la Primera Guerra Mundial y a Su Majestad Jorge V todavía le quedaban casi dos décadas de reinado por delante. En la Argentina, acababa de asumir el primer presidente elegido mediante el sufragio secreto y obligatorio. Muchas cosas han sucedido desde entonces en nuestros países y en el mundo en general, y sin embargo las paredes, los pórticos, las ventanas, los muebles, los jardines y, hasta diría, el espíritu de esta Residencia, han logrado mantenerse fieles a su concepción original. Hoy constituyen un testigo de lujo de acontecimientos pasados y, a la vez, un firme recordatorio de que no somos entidades aisladas en el tiempo: tenemos un pasado y un futuro que también forman parte de nuestra identidad. 9


Sería un error pensar que la Residencia de un embajador es únicamente el domicilio temporario de un representante diplomático. Es mucho más que eso: constituye un elemento vital en la vinculación que tenemos los embajadores con las sociedades que nos cobijan. Es nuestra carta de presentación, es la herramienta para agasajar a nuestros invitados, es el lugar en el que alojamos a altos funcionarios y miembros de la Familia Real cuando llegan en visita oficial. Y es también un vínculo material con nuestra historia y un símbolo de esa continuidad; desde hace siete décadas, todos mis predecesores han habitado estas mismas paredes y así lo harán también quienes me sucedan en tan gratificante cargo. Aunque parezca una obviedad, corresponde reconocer que constituye un verdadero placer ser el inquilino de turno de una de las joyas arquitectónicas de Buenos Aires. Pero debo aclarar que es también una gran responsabilidad. Vivo en un edificio que está catalogado como Monumento Histórico Nacional de la Argentina y todo el equipo de la Embajada Británica es muy consciente de lo importante que es mantenerla y preservarla para las generaciones futuras. Y digo también que es una gran responsabilidad por la historia que este lugar guarda. Una historia que los lectores podrán apreciar en las páginas de este libro: comienza con algunas de las familias más tradicionales de la Argentina y llega hasta nuestros días, luego de un siglo lleno de acontecimientos de la más diversa índole, algunos de cuyos protagonistas han visitado e incluso pernoctado en este noble edificio. La Argentina y el Reino Unido tienen una larga e intensa relación, que ha atravesado diversas etapas y que abarca a prácticamente todos los ámbitos de la vida política, económica, cultural y social de nuestros países. Quienes trabajamos en el Foreign Office, y en la Embajada Británica en Buenos Aires en particular, sentimos que una obra tan fina constituye un digno símbolo de la envergadura y riqueza que guarda dicho vínculo bilateral. Los invito a adentrarse en esa historia, nuestra historia, a través de los textos e imágenes que aquí les presentamos.

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EMBAJADORES DEL REINO UNIDO EN LA ARGENTINA

Ministros

Enviados

Embajadores

Plenipotenciarios

Extraordinarios

Extraordinarios

y Ministros

y Plenipotenciarios

Plenipotenciarios

1824–1826: Woodbine Parish

1879–1881: Horace Rumbold

1927–1929: Malcolm Robertson

1826–1828: John Ponsonby

1881–1884: George Glynn Petre

1930–1933: Ronald Macleay

1828–1830: Woodbine Parish

1884–1885: Edmund Monson

1933–1935: Henry Chilton

1830–1832: Henry Stephen Fox

1885–1896: Francis Pakenham

1935–1937: Nevile Henderson

1832–1834: Philip Yorke Gore

1896–1902: William Barrington

1937–1942: Esmond Ovey

1834–1836: Hamilton Charles James Hamilton

1902–1906: William Haggard

1942–1946: David Victor Kelly

1835–1844: William Henry Mandeville

1906–1910: Walter Beaupré Townley

1946–1948: Reginald Leeper

1844–1845: William Gore Ouseley

1910–1919: Reginald Tower

1948–1952: John Balfour

1845–1847: Bloqueo anglo-francés

1919–1922: Ronald Macleay

1951–1955: Henry Mack

1923–1925: Beilby Alston

1955–1957: Francis Evans

1925–1927: Malcolm Robertson

1957–1961: John Guthrie Ward

del Río de la Plata

1847 (mayo-junio): John Hobart Caradoc 1847–1848: Bloqueo anglo-francés

1961–1964: George Humphrey Middleton

1964–1969: Michael Creswell

del Río de la Plata

1848–1851: Henry Southern

1969–1972: Michael Hadow

1851–1852: Robert Gore, encargado de negocios

1973–1975: Donald Hopson

1854-1858: William Dougal Christie

1975–1977: Derrick Ashe

1859–1864: Edward Thornton

1980–1982: Anthony James Williams

1864–1867: George Buckley Mathew

1982-1990: Conflicto del Atlántico Sur

1868–1872: William Stuart

1990–1993: Humphrey Maud

1872–1878: Lionel Sackville-West

1994–1997: Peter Hall

1878–1879: Clare Ford

1997–2000: William Marsden 2000–2004: Robin Christopher 2004–2008: John Hughes 2008–2012: Shan Morgan 2012–2016: John Freeman 2016 - presente: Mark Kent

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Las primeras residencias británicas en Buenos Aires

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na presencia histórica Desde su llegada a estas tierras, los británicos establecieron lazos profundos y dejaron su huella en distintos aspectos de la vida económica, social, cultural y educativa de la Argentina. Vínculos que permanecen hoy presentes en testimonios de ese particular proceso de transferencia cultural que vivió este país desde mediados del siglo XIX hasta las primeras décadas del XX. A pesar de no encontrarse entre las comunidades extranjeras de mayor número, desde un inicio fue una de las más influyentes. Ya en los años que siguieron a la Revolución de Mayo de 1810, hecho que marcó el nacimiento del movimiento de la independencia en la Argentina y significó la apertura económica y cultural de la ciudad, encontramos a emprendedores británicos atraídos por el libre comercio y la tolerancia de los nuevos gobiernos. Un signo evidente de tal atracción fue que, dentro de la población extranjera, la británica durante las dos décadas siguientes fue la más importante. Sus saberes, habilidades y modos de vida no tardaron en difundirse en el amplio espectro social. Desde sus comienzos, a través de intentos de poblamiento con colonias agrícolas e inversiones en áreas rurales, los apellidos de origen inglés, escocés e irlandés se hicieron cada vez más frecuentes, primero en los alrededores de la ciudad de Buenos Aires y, luego, en los campos argentinos, dentro de un área que entonces incluía Entre Ríos, Santa Fe y el sur de Córdoba, además de Buenos Aires y la Banda Oriental.

Portada del primer ejemplar de The British Packet and Argentine News, 4 de agosto de 1826. Uno de los referentes más valiosos para la historia del siglo XIX en Buenos Aires. Su fundador fue el comerciante Thomas George Love, que presidió la Cámara de Comercio de la colectividad británica. Se publicó hasta 1859.

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El desembarco de los pasajeros a tierra. Desde el barco a la “chalupa” y de esta a la “carretilla”. Hombres y animales, en duro trance. Acuarela de Emeric Essex Vidal, c. 1820.

Más tarde, con el surgimiento y desarrollo de la Argentina moderna, el capital y el trabajo británicos estuvieron estrechamente ligados a la construcción de grandes redes de comunicaciones y de infraestructuras de servicios en las principales ciudades del país. Entre 1857 y 1940 ingresaron 75.000 británicos, es decir, el 1,1% del total de extranjeros. Sin embargo, la colectividad británica en la Argentina fue la más numerosa fuera de Gran Bretaña y sus ex colonias. De su acción entre nosotros hoy queda un patrimonio histórico cultural rico y diverso, presente en múltiples manifestaciones, como cientos de edificaciones ferroviarias, fenomenales puentes de hierro, clubes sociales y deportivos, establecimientos educativos, edificios religiosos, una arquitectura residencial que hizo escuela entre nosotros, y centros urbanos nacidos de su iniciativa, desde la Patagonia hasta los más apartados confines de nuestro territorio. Desde luego, nuestra intención no es abordar la historia de una relación tan rica como compleja. Pero sí deseamos detenernos en un aspecto de las relaciones diplomáticas argentino-británicas, relacionado con la historia de las legaciones y embajadas británicas en la ciudad de Buenos Aires, para arribar finalmente 16


Una esquina de Buenos Aires, con pulpería, vendedores y otros personajes cotidianos de la ciudad. Acuarela de Carlos E. Pellegrini, c. 1830.

a la actual Residencia Británica, motivo del presente trabajo. Un recorrido que equivale, además, a sumergirnos en las transformaciones sociales, urbanas y arquitectónicas que vivió la urbe, desde las primeras décadas del siglo XIX hasta mediados del siglo XX.

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e quintas y miradores con vista al río En 1822, apenas doce años después de la Revolución de Mayo, el ministro de Asuntos Exteriores británico George Canning designó a Woodbine Parish como primer cónsul general y plenipotenciario del Reino Unido, encargado de negocios en Buenos Aires. Parish desempeñó sus funciones entre 1824 y 1826 y fue el primero de una larga lista de diplomáticos británicos que actuaron en Buenos Aires. A él se debe el Tratado de Amistad, Comercio y Navegación entre la Argentina y el Reino Unido firmado en 1825, considerado el inicio de las relaciones formales entre ambos países y el reconocimiento de la independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata. 17


Tras alojarse en un hotel, Parish se trasladó provisoriamente a una casa céntrica. En aquella ciudad de unos 60.000 habitantes, no había viviendas que gozaran de las comodidades habituales en residencias europeas. Su nuevo hogar era frío y húmedo, con habitaciones de pisos de ladrillos, calentadas por braseros, sin chimeneas, con techos de tirantes a la vista y paredes blanqueadas a la cal. Afortunadamente, Mariquita Sánchez de Mendeville, una patriota argentina cuya tertulia convocó a los principales personajes de su tiempo, le propuso arrendar la Quinta1 de Los Olivos, al norte de la ciudad, en la zona de la Recoleta. En la primera mitad del siglo XIX las tierras al norte de la ciudad estaban poco pobladas. La ocupación de la ribera había comenzado en la época colonial con la distribución de los terrenos 18

La Quinta de Woodbine Parish. En primer plano, un gaucho y un esclavo labriego. Emplazada dentro de la antigua Quinta de Altolaguirre, la residencia se encontraba en la línea de la actual Avenida Alvear, entre las calles Libertad y Montevideo. Óleo del arquitecto Richard Adams, 1826.


divididos en “suertes de chacra” con cabeceras sobre el río.2 Con el paso del tiempo, la ribera fue perdiendo su aspecto rural y, promediando el siglo XIX, estaba poblada de quintas de residentes en Buenos Aires, entre ellos muchos de origen extranjero, y sobre todo británicos. Luis Cánepa, en su Buenos Aires de antaño, señala que los ingleses fueron los primeros que acostumbraron tener quintas cerca de la ciudad y en la ciudad misma. Lo barato del terreno hacía que a pocas cuadras de la Plaza de Mayo se viesen quintas con terrenos más o menos extensos, cercadas generalmente con cinacinas, tunas, etcétera, pues los tapiales resultaban caros y el alambrado era apenas conocido. Recordemos que el primer alambrado de campo recién fue introducido en 1845 por el británico Richard Newton.3 Parish era un agudo observador de la naturaleza, y aquella casona con parque, barranca propia y vista privilegiada cumplía con sus expectativas. De allí que optó por mudarse, no sin antes realizar algunas modificaciones, como la incorporación de bay windows, cielorrasos, chimeneas con hogares en todos los ambientes, pisos de madera, empapelados de colores pastel en las paredes, y algunos adelantos en materia sanitaria.4 Para la decoración utilizó muebles ingleses, relojes de pie, arañas, acuarelas y grabados, etcétera. En el cerco exterior empleó plantas de pita, una especie que le fascinaba, pues las vacas comían sus frutos hasta que aparentemente se embriagaban. Parish sabía que tales flores se utilizaban en México para elaborar una chicha o licor llamado pulque.5 El predio de la Quinta Los Olivos se prolongaba desde la calle Libertad, en las cinco esquinas, sobre toda la extensión de la Calle Larga de la Recoleta, hoy Av. Quintana, hasta llegar a las inmediaciones de la Iglesia del Pilar. Dentro de esta propiedad, se fueron construyendo varias casas sobre la barranca del río, en el trayecto de la actual Av. Alvear. La de Parish estaba emplazada entre las actuales calles Libertad y Montevideo. A mediados de 1826, el inglés Thomas Whitfield compró la Quinta de Los Olivos de Altolaguirre, con sus edificios, plantas y

Aviso que anuncia el remate de los muebles de Woodbine Parish, publicado en el British Packet, 7 de marzo de 1831.

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Bit alis ea nectep. Ebis dolecatus aut adit placcum eat magnam nam hillorum eum est alic

sembrados, incluyendo la casona que habitaban Parish y su familia.6 Whitfield tomó posesión de la quinta en los mismos días en que Parish y sus criados se aprestaban para recibir a su sucesor, lord John Ponsonby (1826-1828), enviado extraordinario y ministro plenipotenciario, acreditado ante el Gobierno de Buenos Aires durante la guerra con Brasil. De aquel año es un óleo pintado por el arquitecto escocés Richard Adams de la Quinta de Parish, que en aquel momento también habitaba Ponsonby. 7 Otra pintura de Adams (1832), quien había llegado a Buenos Aires con un grupo de colonos escoceses en 1825, mostraba una vista de la ribera norte de la ciudad en la que aparecían el Fuerte, las cúpulas de los templos de la Merced, la Catedral, San Francisco y la iglesia Anglicana, esta última un valioso ejemplo de neoclasicismo proyectado por el propio Adams. También se ven banderas 20

Vista de Buenos Aires, óleo del arquitecto Richard Adams, 1832. Aguateros, troperos y lavanderas en la ribera del río, al norte de la ciudad.


nacionales y un nutrido grupo de personajes de la ribera en plena actividad: los encargados del sistema de botes y carretas para llevar a los pasajeros desde los barcos a tierra, lavanderas, un aguatero abasteciéndose en el río, troperos y demás oficios populares.8 Recordemos que no solo al norte de la ciudad, sobre la barranca desde el Retiro hasta más allá de Recoleta, había quintas. Las más cercanas al centro estaban ubicadas al sur en las zonas del Alto de San Pedro y Barracas, y al oeste, sobre la Calle del Callao. Más lejos, las quintas se agrupaban en zonas determinadas, en general donde el terreno era más elevado (Flores, Belgrano, Lomas de Zamora) o sobre la barranca que daba al río (San Isidro).9 Desde principios del siglo XIX, al sur, en la zona del actual Parque Lezama se encontraba la quinta de Daniel Mackinlay, conocida como la Quinta de los Ingleses por tener un pabellón de esa nacionalidad en lo alto de la residencia. Con los años, el lugar fue poblándose de quintas con familias que pasaban las temporadas de verano. En aquella zona del sur se encontraba la residencia del ministro William Gore Ouseley (1844-1845), diplomático, escritor y

Quintas mirando al río, con cercos vivos de plantas de pita. La quinta más cercana, con galería y pórtico de columnas clásicas, era la de Thomas Whitfield, ubicada en la Calle Larga de la Recoleta (hoy Av. Quintana y Ayacucho). La más lejana era la quinta que ocupó Parish. Acuarela atribuida al ministro de la legación británica, William Gore Ouseley, 1848.

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pintor británico. Por litografías coloreadas realizadas por el propio Ouseley y publicadas en un lujoso álbum editado en Londres (1852), sabemos que su quinta poseía un mirador donde flameaba la bandera británica y que desde su jardín se obtenían espléndidas vistas de la ciudad y la ribera del Río de la Plata.10 En un artículo del británico Illustrated London News (1865), se menciona que esta quinta en Barracas, detrás de lo que es hoy la calle Martín García, era propiedad de Thomas Fair,11 un próspero comerciante local que había llegado desde Escocia 22

Plano topográfico de los alrededores de Buenos Aires, c. 1850, realizado por el ingeniero Adolfo Sordeaux. Se aprecian las dimensiones de la ciudad y zonas aledañas salpicadas de quintas. Hacia el sur las quintas de Barracas; al oeste, el pueblo de San José de Flores; y hacia el norte en la zona de Recoleta las quintas de Whitfield, de Hale y, más lejos, la quinta de Rosas, llamada Palermo de San Benito.


en 1809 y se contaba entre los primeros británicos en establecerse en la ciudad. Estas y otras quintas de la época presentaban los rasgos característicos de la arquitectura poscolonial, con formas de volúmenes simples de muros encalados, techos planos de azotea, y carencia de ornamentación aplicada, con excepción de las cornisas utilizadas para delimitar sus pisos. En octubre de 1848 arribaba a Buenos Aires el ministro inglés Henry Southern (1848-1851), quien tuvo participación en el acuerdo firmado por la Argentina y el Reino Unido para finalizar el bloqueo impuesto a la Confederación Argentina por las

Litografía coloreada realizada por el ministro William Gore Ouseley, que muestra su residencia al sur de la ciudad, 1852. Una vista de Buenos Aires desde el jardín de la quinta del ministro Gore Ouseley. Litografía coloreada de su autoría, 1852.

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escuadras británica y francesa. Fue el denominado Tratado Arana-Southern, ratificado en 1850. Southern, siguiendo la modalidad de sus antecesores, se estableció en una quinta en las afueras de la ciudad, pero esta vez en la zona oeste, en el actual barrio de Villa Crespo, cuando todavía no era un barrio, sino una zona de quintas o más bien un descampado rodeado de pampa. La residencia se encontraba sobre la actual calle Warnes, entre Lavalle y Canning (hoy Scalabrini Ortiz). Esta última vía era el camino de tierra que Southern empleaba para trasladarse al centro de la ciudad y luego desde allí hasta la quinta donde vivía con su familia. Por ello, durante muchos años se conoció como “La Calle Larga o Camino del Ministro Inglés”.12

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Quinta del ministro Henry Southern, en tierras del actual barrio de Villa Crespo, sobre la calle Warnes, entre Lavalle y Scalabrini Ortiz.


Sus formas con muros almenados y galería de arcos apuntados, de inspiración neogótica, no abundaban en la arquitectura residencial porteña de la época, aunque aquí resulten comprensibles por la directa influencia británica. En la década de 1930, todavía se encontraba en pie. Además de las residencias en las afueras, las legaciones británicas tuvieron sedes con oficinas en la parte central de la ciudad donde atendían aspectos administrativos propios de su función. Y, en ocasiones, otros derivados de los avatares políticos que vivía un país sumergido en guerras y rupturas institucionales. Así aconteció en 1852 cuando, luego de la batalla de Caseros, el gobernador Juan Manuel de Rosas se refugió en la legación británica de la calle Santa Rosa 553 (hoy Bolívar). La mañana siguiente a la batalla, el ministro Robert Gore (1851-1852) encontró a Rosas durmiendo en una cama de la legación. Rápidamente, el diplomático esa noche lo condujo, junto con sus hijos Juan y Manuelita, hasta el barco que lo llevaría a su exilio en Gran Bretaña.13 La legación presentaba la típica arquitectura doméstica del período colonial, con muros encalados, frontis, rejas de hierro, tejas españolas y carpintería de madera maciza con tableros moldurados. Esta tradicional casa de patios había pertenecido a Ildefonso Ramos Mexía, y se mantuvo en pie hasta 1922. A medida que avanzaba la segunda mitad del siglo XIX, con el crecimiento demográfico y edilicio de la urbe, la modernización de sus sistemas de transportes y la europeización de la sociedad, las quintas fueron variando su carácter veraniego, y asumieron usos residenciales, semipermanentes primero y definitivos luego, al estrecharse las distancias entre el centro y la periferia. Los cambios en los usos y costumbres de la Gran Aldea cedieron paso a los de una metrópoli cosmopolita y europeizada, y en ese proceso de transformación las relocalizaciones urbanas operadas afectaron también la ubicación de las sedes diplomáticas y su arquitectura. El norte y el centro de la de la ciudad se afianzaron como los lugares preferidos para localizar las residencias y sedes consulares, respectivamente.

Legación británica en la calle Bolívar 553. En ella se refugió Juan Manuel de Rosas luego de la batalla de Caseros en 1852. La foto es de 1899.

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La Avenida de Mayo a principios del siglo XX.

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el Hotel Phoenix a la casona de Mr. Hale A poco de iniciarse el siglo XX, era común que las revistas locales siguieran con interés la actualidad británica y, también, las actividades de su legación en Buenos Aires. En agosto de 1902 una de ellas se ocupaba de los festejos que, por la coronación del rey Eduardo VII, se realizaron en la casa del encargado de negocios, Federico Seymour Clarke. Señalaba un cronista que durante todo el día sábado, concurrieron numerosas delegaciones extranjeras y autoridades del Gobierno, en tanto que un escuadrón de seguridad hacía guardia de honor frente a la casa, ante la cual estacionó numeroso público.14 En noviembre del mismo año, se festejaba el cumpleaños del soberano. En ese momento, se desempeñaba como ministro William Barrington (1896-1902). Al año siguiente, la celebración del cumpleaños real no se realizó en una residencia. La legación optó por los amplios salones de un hotel céntrico vinculado a la colectividad británica, el Hotel Phoenix, ubicado en la esquina de la calle San Martín y la

En agosto de 1902, la coronación del rey Eduardo VII fue motivo de festejo en la casa del encargado de negocios de la legación británica.

Festejo del cumpleaños del rey Eduardo VII en los salones del Hotel Phoenix, donde la legación británica tenía sus oficinas, noviembre de 1903.

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Edificio del ex Hotel Phoenix en la actualidad, en la esquina de la calle San MartĂ­n y la Av. CĂłrdoba.

El Hotel Phoenix en la portada de la revista La Propiedad, 1904.

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Medalla de oro conmemorativa de la coronación del rey Eduardo VII, obsequio del soberano británico al presidente argentino Julio A. Roca, 1903.

Av. Córdoba. Allí, donde funcionaban las oficinas de la legación, el ministro William Haggard (1902-1906) recibió a representantes del Gobierno, de la colectividad británica y a funcionarios del cuerpo diplomático.15 El hotel había sido inaugurado en 1889 y su proximidad con uno de los antiguos muelles frente a la ciudad, a la altura de la calle Paraguay, lo convirtió en preferido de muchos visitantes, en especial los procedentes de Gran Bretaña. Su restaurante, llamado Alexandra en homenaje a la reina consorte, esposa de Eduardo VII, era reconocido por su inigualable roast beef con Yorkshire pudding.16 En 1904 las oficinas del “consulado” británico se encontraban en Reconquista 334.17 Años más tarde, durante los festejos del Centenario de 1910, un Almanaque del Mensajero permitía ubicar la legación en la calle Santa Fe 1206, mientras que el consulado estaba en la calle Reconquista.18 Hacia 1912, los ministros de la legación en Buenos Aires encontraban cada vez más difícil arrendar lugares adecuados para una residencia. Había pocas propiedades disponibles y eran excesivamente caras. El Tesoro británico había aceptado adquirir una propiedad por un monto que no superara las 25.000 libras, pero esta suma, de acuerdo con los valores del mercado local, no era suficiente, de allí que la decisión continuó postergándose durante más de una década.19 En 1914 la legación estaba en Maipú 1220, mientras que el consulado continuaba atendiendo en Reconquista 334.20 Durante los 29


Fachada sobre calle Sarmiento del edificio de la Mala Real Inglesa, proyecto de los arquitectos Chambers y Thomas, 1916.

Esquina del ex Edificio Británico, inaugurado en 1917. Detalle ornamental con alegorías del comercio y la navegación.

dos años venideros tendrá su sede en Paraguay 609 y el consulado en Santa Fe 760.21 Como se ve, en corto tiempo las legaciones iban cambiando de locación dentro de la ciudad, reflejo de que las dificultades no solo comprendían la compra de residencias sino también, quizás, el arrendamiento de oficinas. Esta cuestión encontrará cierto alivio en 1917, cuando el ministro Reginald Tower (1910-1919) inaugura el Edificio Británico, inmueble destinado a alojar un conjunto de compañías navieras de la Mala Real Inglesa, junto con escritorios “de gran lujo” para renta. Allí funcionarán las oficinas de la legación y el consulado general durante muchos años.22 30


Las recepciones brindadas a la delegación británica que arribó en 1918, en el humor ácido de la revista Caras y Caretas.

El Edificio de la Mala Real, que funcionó hasta 1967, se encontraba en la esquina de las calles Sarmiento y Reconquista, en pleno corazón de la zona bancaria y bursátil de la ciudad; tiene 50 metros de altura, con un basamento revestido en granito. Actualmente, en su exterior conserva alguna ornamentación original con motivos alegóricos sobre el comercio y la navegación. Fue proyectado por los arquitectos Paul Bell Chambers y Louis Newbery Thomas, asociados con Lionel Grace de Londres, mientras que la construcción estuvo a cargo de la empresa Scott & Hume, de reconocida trayectoria en la Argentina. Cerca de la finalización de la Gran Guerra, en junio de 1918, arribó a Buenos Aires a bordo del crucero New Castle una nutrida misión diplomática británica, recibida con toda pompa por autoridades del Gobierno argentino. Alojados en el Plaza Hotel, los visitantes fueron objeto de manifestaciones de entusiasmo y simpatía por una multitud reunida en la Plaza San Martín, frente a los balcones del Plaza, desde donde se pronunciaron discursos. El periodismo porteño desplegó una importante cobertura de las recepciones, bajo el título “La Gran Embajada Inglesa”, y hasta en 31


las secciones de humor se disparó alguna ironía sobre los opulentos banquetes ofrecidos.23 Estas y otras misiones británicas, así como las posteriores visitas de la Familia Real, reflejaban los cambios en las relaciones entre países derivadas del conflicto bélico. Era elocuente que la Primera Guerra había afectado la economía argentina, al declinar el flujo de capital, mano de obra y manufacturas provenientes de Europa. Particularmente, las maquinarias para la industria, el equipo ferroviario y los materiales para la construcción. El Reino Unido hasta la guerra había sido el principal proveedor 32


Residencias en el barrio de la Recoleta, vistas desde la actual calle Posadas, con jardines en suave declive hacia la ribera del río, c. 1900.

de manufacturas de la Argentina, pero luego será reemplazado por Estados Unidos, que en 1915 casi duplicó sus exportaciones bilaterales respecto del año anterior, y aumentaba aceleradamente su posición en las importaciones locales. De allí que, en los círculos económicos de Londres, las visitas se interpretaban como una serie de esfuerzos tendientes a la reconquista de la supremacía comercial británica en América del Sur. En la década de 1920, la ciudad alcanzaba los dos millones de habitantes. Su área central lucía erizada de torres, en tanto que la zona de Recoleta era la más elegante, con avenidas y calles de 33


lujosas residencias y espacios verdes parquizados “a la francesa”. La Avenida Alvear era considerada por los viajeros como la más suntuosa de América Latina. Hacia ese exclusivo sector de la ciudad dirigió su mirada la legación británica cuando en 1923 decidió arrendar la propiedad de la familia Gowland Moreno, ubicada en la esquina de las calles Guido y Agüero (Guido 2676). Este petit hotel, diseñado hacia 1919 por su propietario Luis Gowland, pintor y coleccionista de arte, presentaba en su exterior un sobrio neoclasicismo, que recuerda obras de Iñigo Jones. Por dentro, la cargazón y riqueza decorativa de los ambientes denotaban la afición de Gowland por las curiosidades y los objetos antiguos de valor. Poseía una sala ambientada en la antigua Roma, con pavimentos ajedrezados y cielorrasos de artesonados geométricos; locales con muebles afrancesados, un comedor con 34

Vista de la Residencia Británica de calle Guido 2676, enero de 1924. A su frente, las escalinatas construidas por el Municipio en la actual zona de La Isla.


Interiores de la Residencia de calle Guido 2696, ambientados por su propietario, el artista Luis Gowland, 1924.

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“Brillante fiesta social”, en la Residencia Británica de calle Guido 2676, septiembre de 1923.

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mobiliario del renacimiento italiano, un salón estilo Regencia con una litera veneciana del siglo XVIII, y una escalera con (…) barandal y pasamano de roble con tallas que recuerdan las del castillo de los Condes de Durham, en Little Apleton, de donde han sido tomados los detalles. Antiguos cuadros de la familia decoran el alto muro tapizado de damasco rojo.24 En algunos ambientes, acompañaban la decoración pinturas murales realizadas por el dueño de casa, dando un toque personal a una suerte de promenade por la historia del arte europeo, con leves interludios prehispánicos. Esta residencia, ya demolida, fue utilizada durante 1923 y 1924 por el ministro Beilby Francis Alston (1923-1925), y en ella se realizaron fiestas de gran brillo. Se encontraba en las tierras urbanizadas por el Municipio en 1906, que pertenecían a la ex Quinta de Hale. Un área histórica estrechamente vinculada al

Frente de la Residencia de Avenida Alvear 1845. Interior donde pueden verse las colecciones de arte oriental, marzo de 1931.

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Otro de los ambientes de Avenida Alvear 1845, con piezas traídas de Oriente por el ministro de la legación británica, marzo de 1931.

origen de la Residencia Británica, sobre la que volveremos en reiteradas oportunidades. El arrendamiento de estas residencias en general se efectuaba a integrantes de la colectividad británica y, naturalmente, representaba una erogación considerable para el Gobierno británico. Algo que procuró resolverse a fines de 1924, cuando se decidió adquirir una propiedad sobre la Avenida Alvear 1845 en el barrio de la Recoleta. Este petit hotel, propiedad de la familia Drysdale, fue comprado por alrededor de 50.000 libras, y antes de ocuparse fue objeto de algunas modificaciones para adaptarlo a su nuevo destino. Había sido proyectado por el arquitecto alemán Karl Nodmann para Casimiro de Bruyn hacia 1900, y en su contrafrente, sobre la actual calle Posadas, poseía un pequeño jardín. En agosto de 1925 la Argentina recibió la visita del príncipe de Gales, luego la de Eduardo VIII, duque de Windsor, una presencia que conmovió a los porteños y fue registrada por diarios y revis38


tas hasta en sus menores detalles.25 Una publicación mostraba al ministro inglés en su nueva Residencia de la Avenida Alvear. Beilby Alston, quien había cumplido funciones diplomáticas en Pekín, Siberia, Japón y Siam, tenía particular gusto por el arte oriental, tal como se apreciaba en la decoración de la Residencia.26 Durante su estadía, el príncipe Eduardo no se alojó allí, sino en una maravilla de la arquitectura Beaux Arts porteña, el Palacio Ortiz Basualdo, frente a la Plazoleta Carlos Pellegrini. Un hecho importante para las relaciones argentino-británicas tuvo lugar en 1927: la representación diplomática británica cambió su rango de legación por el de embajada. En marzo de 1931, el príncipe Eduardo de Windsor visitó nuevamente el país, esta vez acompañado por su hermano Jorge. Se alojaron en la Residencia de la Avenida Alvear, utilizada entonces por el embajador Ronald Macleay (1919-1922; 1930-1933). Una revista de actualidad señalaba que en sus ambientes había decoraciones en “purísimo estilo chino”, heredadas de su antecesor, una

Visita del príncipe de Gales en agosto de 1925, registrada por la revista Caras y Caretas.

Saludo del embajador británico a la revista Caras y Caretas, en ocasión de la segunda visita del príncipe de Gales, 14 de marzo de 1931.

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Vista aérea del barrio de la Recoleta en la década de 1920. En primer plano, la antigua Planta de Recoleta, donde se potabilizaba el agua para la ciudad, con su edificio de máquinas, hoy Museo Nacional de Bellas Artes. A su frente, Plaza Francia y a la derecha de esta, sobre la actual calle Agote, entre la frondosa vegetación, la casona de la ex Quinta de Hale, Residencia Británica entre 1938 y 1945. Residencia de la ex Quinta de Hale hacia 1906.

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sala con mesitas de bridge, otra con piano para audiciones musicales y un comedor amueblado en genuino “estilo inglés”.27 Promediando la década de 1930, en las oficinas del Edificio Británico los embajadores también solían dar entrevistas a la prensa. En 1935 sir Nevile Henderson (1935-1937) recibía a un cronista que, además, daba su impresión del lugar: El eminente diplomático nos ha fijado una hora matinal en su despacho de la Cancille41


ría, ubicado en uno de los modernos edificios de la parte de nuestra metrópoli que más se parece a la City imperial. Su Excelencia está aquí en su elemento. Su balcón, sobre el hervor del barrio de los bancos, sobre el vasto zumbido de colmenar de la calle Reconquista, se abre en las dos alas de la esquina. Sexto piso; luz natural. Es vasto el recinto. Entre varias litografías exquisitas hay un retrato a lápiz del Príncipe de Gales, firmado por él, que recuerda su visita a nuestro país.28 Hacia 1938, la Residencia de Avenida Alvear presentaba problemas edilicios; entre ellos, no contar con un jardín acorde a sus necesidades. Para mejorar su confort en 1934 se ampliaron sus dependencias superiores y se instaló la calefacción central, pero tales reformas no fueron suficientes. 42

Plano de planta de la ex Quinta de Hale, 1907. En el predio, rodeando la casona, se ven extensos jardines, caballerizas, invernáculos y árboles frutales. El sector de color rojo indica el tramo de muro que se conserva actualmente en los jardines de la Residencia Británica.


Comenzó entonces una minuciosa búsqueda de inmuebles con dependencias y espacios verdes de mayores dimensiones.29 La zona norte continuaba siendo la preferida, pero sus valores eran elevados. De allí que el relevamiento de propiedades no fue sencillo, particularmente porque la mayoría de las residencias no contaban con suficientes espacios ajardinados. Finalmente, fue seleccionada una antigua casona en la Recoleta, con amplísimos jardines y añosa arboleda. Se trataba del predio sobreviviente de una propiedad mayor, que había sido subdividida y vendida: la Quinta de Hale, la misma que adquiriera en 1843 el comerciante y empresario norteamericano Samuel Brown Hale. La casona se encontraba sobre la calle Anchorena 2412 (hoy Dr. Luis Agote) y la compra fue realizada a los legatarios de María Manuela Pearson por 1.178.000 pesos, es decir, unas 63.000 libras. La edificación se desarrollaba mayormente en planta baja, con un piso alto de exiguas dimensiones donde tenía sus dependencias el personal de servicio. Poseía siete dormitorios, cinco cuartos, saloncitos, escritorio, sala de billar y biblioteca, comedor, galería, en total unas 37 habitaciones.30 Su parque, además de jardines y construcciones con cocheras para vehículos, guardaba viejos ejemplares de araucarias, palmeras, eucaliptus y robles.31 La idea de comprar esta propiedad, con su laberíntica sucesión de habitaciones, habría estado motivada en futuros planes de refuncionalización o bien de construcción a nuevo en su amplio predio.32 Pero, para diciembre de 1945, tales planes habían cambiado. El Gobierno británico decidió adquirir entonces una nueva propiedad que, paradójicamente, se encontraba a escasos metros de aquella limitada casona. Y aquí es donde comienza otra historia. La que tiene como protagonista principal a la Residencia Madero-Unzué, actual Residencia Británica y, también, al lugar conocido como La Isla, el micromundo que la cobija, sobre cuya historia seguidamente nos detendremos. 43



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La Residencia Madero-Unzué

El lugar: La Isla

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e la Quinta de Hale a la urbanización de Monsieur Bouvard La zona norte de la ciudad ha jugado un papel importante en la historia de las legaciones británicas. Allí se encontraba la quinta de Woodbine Parish, así como las residencias de la calle Guido 2676 y de la Avenida Alvear 1845, y también la casona de la ex Quinta de Hale de la calle Agote 2412, a la que nos referimos en el capítulo anterior. Y en 1945, cuando se decide adquirir una nueva residencia, el Gobierno británico no se apartó de aquel histórico lugar. En efecto, las tierras donde se levanta la actual Residencia Británica se encuentran estrechamente vinculadas a la historia del barrio de la Recoleta y, dentro de este, a la de las tierras conocidas hoy como La Isla, delimitadas por las actuales avenidas General Gregorio de las Heras y del Libertador, y las calles Agüero y Dr. Luis Agote. Estos terrenos, que pertenecían a la ex Quinta de Hale, fueron protagonistas de los cambios acontecidos a lo largo del siglo XIX y las primeras décadas del XX en el paisaje del norte de la ciudad, derivados de las profundas transformaciones en la cultura, la economía y la sociedad de la época. Como afirmamos antes, dichas tierras habían sido propiedad de Samuel Brown Hale, el empresario norteamericano que las adquirió en 1847.1 Las 12 hectáreas estaban ubicadas en una meseta elevada junto al predio de la “Santa Recolección”, y desde ellas se obtenían espléndidas vistas del paisaje de quintas y campos 47


circundantes, del movimiento del puerto y los barcos de la rada, y de las lavanderas, aguateros y pescadores al pie de la barranca. Una placidez solo alterada por el esporádico paso de jinetes, carretas y diligencias. Antes de Hale, ya hacia 1833, se había instalado allí un restaurante con salón de baile, billar y un servicio de diligencias que permitía traer a las familias en 15 minutos desde el centro de la ciudad, cabalgando por la ribera del río. Los propietarios, extranjeros como Hale, además traían plantas de Sudáfrica, Brasil, Estados Unidos y Francia, que luego vendían a cultivadores locales. Poseía establos, áreas plantadas con paraísos y ombúes, variedad de cultivos, jardines de flores, glorieta, panadería, montes de duraznos, viñedos, higueras, limoneros, naranjos. Cuando Hale compró la quinta, mantuvo las principales construcciones en pie, pero incorporó una casa que, a partir de sucesivas modificaciones, conformó una amplia residencia en la que empleó materiales traídos de Boston. Domingo F. Sarmiento, amigo de Hale, realizó numerosas visitas a la quinta. A ella llegaron además muchas de las maestras traídas por Sarmiento de Estados Unidos, a modo de introduc48

Quinta de Hale. Acuarela de Prilidiano Pueyrredón, c. 1860. La calle de tierra, por donde se accedía a la quinta es la actual calle Dr. Luis Agote.


Publicidad de la firma Samuel B. Hale Company, Limited y su cabaña Tatay, s/f.

ción al conocimiento de las costumbres locales. Más tarde, durante el Gobierno de Juan Manuel de Rosas la quinta sirvió de escondite a muchos unitarios que, perseguidos por la Mazorca, huían al Uruguay. Al arribo de Hale, Buenos Aires era una aldea de unos 60 mil habitantes, con un perfil achaparrado sobre el que solo se elevaban las torres de las iglesias y algún que otro mirador. Pero, progresivamente, durante la primera mitad del siglo XIX comenzó un lento poblamiento y hacia 1865 varias quintas entre el Retiro y la Recoleta iniciaron un proceso de subdivisión y loteo. Tres factores aceleraron la localización de familias tradicionales: la epidemia de cólera (1867), la de fiebre amarilla (1870) y la inauguración de tres líneas de tranvías que atravesaban esos barrios. Hacia fines del siglo, la transformación había sido casi total, particularmente luego de la crisis de 1890, con el Barrio Norte afirmándose como zona residencial de las familias acomodadas.

Un patio de la Quinta de Hale, con aljibe y una arquitectura de muros encalados, techos de azotea, rejas de hierro fundido, cortinas de tablillas y hojas de madera. Elemental y austera, característica del período poscolonial.

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Próxima a la Quinta de Hale, y contrastando con sus líneas despojadas y simples, se levantaba la quinta de Mariano Unzué y Mercedes Baudrix, en terrenos comprados a los Saavedra, donde hoy se encuentra la Biblioteca Nacional. Construida entre 1883 y 1887, la arquitectura de esta residencia conjugaba formas de raigambre italiana con otras del clasicismo francés, reflejo de los nuevos tiempos y de los cambios que fueron viviendo las quintas de descanso, que alternaban su uso con una vivienda céntrica, para más tarde convertirse en lugares de residencia permanente.2 En esta quinta vivía Sara Unzué Baudrix, una de las hijas del matrimonio que luego se convertirá en esposa de Carlos Madero. Precisamente, el matrimonio Madero-Unzué, años más tarde, construirá la residencia familiar cuya historia motiva el presente estudio. El fallecimiento de Hale en 1888, y los efectos de la crisis de 1890, afectaron las finanzas de la familia y, consecuentemente, los destinos de la Quinta. Para cancelar parte de la deuda con la 50

Quinta Unzué, levantada entre 1883 y 1887. Se encontraba en el predio de la actual Biblioteca Nacional, vecina a la Quinta de Hale y, más tarde, a la Residencia Madero-Unzué.


firma Baring Brothers & Co. de Londres, en 1893 los descendientes de Hale transfirieron a esta compañía gran parte de la propiedad (82.173 metros cuadrados), mientras que la fracción sobre la calle Anchorena (hoy Dr. Luis Agote) quedó en poder de uno de ellos. Esta fracción fue la adquirida por el Gobierno británico en 1938, como vimos anteriormente. En 1906, el intendente Alberto Casares autorizó la compra a la Baring Brothers & Co. de la propiedad que esta compañía había adquirido a Hale, con frente a las calles Alvear (hoy Av. Libertador), Agüero, Av. Las Heras y Anchorena (hoy Dr. Luis Agote). La operación se realizó por 1.489.000 libras. La intención del Municipio era urbanizar la meseta sobre la barranca y proceder al trazado y el fraccionamiento de las tierras con destino a la construcción de residencias, incorporando de esta manera esa zona de Recoleta al ejido de la ciudad. La revista Caras y Caretas elogiaba la iniciativa de la Comuna, por tratarse de una manera muy acertada de: (…) reparar los males de una enfermedad constitucional, como es la falta de espacios amplios, poblados de árboles y de aspecto agradable, donde los habitantes de esta ciudad puedan respirar oxígeno a pleno pulmón y donde la vista cansada de la monótona perspectiva de líneas rectas encuentre el regocijo de un cuadro estético. Ambos, pues, podrán cumplirse cabalmente con la apertura del nuevo parque.3 En 1907 se produjo la llegada a Buenos Aires del director de los Parques y Paseos de París, el arquitecto Joseph-Antoine Bouvard, contratado por el Municipio para realizar diversos proyectos urbanos. Entre ellos, se encontraba la sistematización de la red viaria y de los espacios verdes, con un proyecto de 32 diagonales, de las que solo se realizaron dos (Diagonal Norte y Diagonal Sur), el mejoramiento del entorno de la Plaza del Congreso, y la urbanización de los terrenos de la Quinta de Hale. En este último caso, se trataba de delinear un plano sobre el cual habría de realizarse el trazado de las calles, la formación de jardines y el loteo de los terrenos.4 La propuesta de Bouvard, llevada a cabo con algunas modificaciones introducidas por concejales del Municipio, presentaba un área en declive e inferior destinada a jardines, en tanto que la parte superior de la barranca se afectaba a usos residenciales, y 51


Plano del remate, diciembre de 1906. Abajo, sobre la calle Anchorena (hoy Dr. Luis Agote) se observa el predio de la Casona de Hale que sobrevivió al loteo; el mismo que en 1938 será adquirido para Residencia Británica.

Una nota periodística sobre los terrenos de la Quinta de Hale antes de ser urbanizados por el Municipio, junio de 1906.

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Proyecto de urbanización de la Quinta de Hale realizado para la Municipalidad por el arquitecto francés Joseph Antoine Bouvard, 1907.

las calles confluían hacia un punto jerarquizado como mirador. Además, se formaba una nueva plaza y terraza sobre los jardines de la barranca, y se abrían calles nuevas (similares a las actuales Galileo y Guido) que convergían hacia la Avenida, articulándose con las calles Agüero y Agote.5 El primer remate se realizó en diciembre de 1907 y lo vendido superó con creces el valor del costo, los intereses y el gasto de la operación. La revista Las Ventas, de la inmobiliaria Bravo Barros y Cía. saludaba la iniciativa, de esta manera: Cuatrocientos trabajadores ejecutan actualmente la tarea de abrir calles, derribar árboles y arreglar caminos de acceso a la descollante meseta para continuar, enseguida, la nivelación de la plaza proyectada en su centro, y la terraza que va a limitar uno de sus extremos, de la cual caerán, hasta la Av. Alvear, primorosos y seductores jardines. La planta del nuevo barrio ha sido trazada por el arquitecto Bouvard, cuyo exquisito tacto y consumada experiencia han aprovechado la oportunidad de manifestarse allí en toda su extensión (…) Las calles Pueyrredón, Larrea, Anchorena, Vicente López y Las Heras, al encontrarse forman una amplia explanada 53


a cuyo extremo NO se levanta el terreno de la Quinta de Hale, cuyo nivel se mantendrá para que el barrio se destaque sobre los macizos de edificación que lo circunden. Será el único lugar de la Capital que gozará de este privilegio. Vivir en las alturas es el desiderátum de la humanidad, y vivir en la meseta de Hale, en el punto culminante del municipio, será, a no dudarlo, el desiderátum de los habitantes de Buenos Aires.6 Definida la urbanización del barrio, en los años subsiguientes se fue efectivizando la parquización de la barranca. Hacia 1909 se hicieron canteros y terraplenes para quitar las antiguas casuarinas, y se plantaron jacarandás desde Anchorena hasta Agüero. Dos años más tarde, la Comuna diseñó las primeras escalinatas, que permitieron salvar las diferencias de nivel y facilitar el acceso a la futura zona residencial. A corta distancia, y como parte de un amplio conjunto de espacios verdes realizados por el Municipio en ocasión del Centenario de la Revolución de Mayo, se inauguraba en 1910 la Plaza Francia, diseñada por el paisajista francés, radicado en el país, Charles Thays. El monumento era obra de otro francés, Émile Peynot. En 1914 se procedió a la apertura de las calles Copérnico, Newton y Galileo y, en mayo del año siguiente, se nominó como Gelly y Obes a la diagonal que comenzaba en la conjunción de las calles Las Heras, Anchorena y Pueyrredón. Diez años después de adquirirse las tierras, en 1917, se concluían las obras de “embellecimiento” de la ex Quinta de Hale so54

Proyecto del Municipio para las escalinatas sobre la calle Agüero, con esculturas que la versión final no incluyó, 1911.

Plano de la ciudad de Buenos Aires, 1916. En la Recoleta, se aprecia el trazado de La Isla, limitado por las calles Anchorena (hoy Dr. Luis Agote), Agüero y las Avenidas Alvear (hoy del Libertador) y General Las Heras. Puede verse la silueta de la casona de Hale sobre Anchorena, así como las terrazas, escalinatas y jardines trazados por el Municipio. Todavía no se ha levantado el Monumento al General Mitre. En torno a La Isla, aparecen la Residencia Álzaga-Unzué, la Plaza Francia y, sobre Av. Alvear, la Planta Potabilizadora de Obras Sanitarias de la Nación, y sus instalaciones de filtrado.


bre Alvear (hoy Avenida Libertador). Desde la terraza o “belvedere” se podía apreciar no solo el horizonte del Río de la Plata, sino amplios jardines primorosamente decorados. A diferencia de la mayor parte de las operaciones de diseño urbano realizadas en la ciudad, en esta oportunidad se había decidido preservar, aprovechar y destacar la topografía histórica de la barranca, favoreciendo sus atributos espaciales y su singularidad. Algo sustancial para el desarrollo paisajístico y residencial del lugar. En el mismo año, se decidía instalar allí la Plaza Mitre, y se concluían en la incipiente urbanización las obras de la Residencia Madero-Unzué, a cuyos lados se construyeron, años más tarde, las escalinatas hacia la barranca. Las obras del Monumento al General Mitre, originariamente pensadas para la Plaza Lorea, comenzaron en 1921, cuando se colocó la piedra inaugural. Su autor fue el escultor David Calandra pero, por su fallecimiento, las concluyó Eduardo Rubino. El conjunto escultórico realizado por los artistas italianos, frente a la avenida Alvear (hoy del Libertador) y los espacios extendidos hacia el río, consta de un pedestal y un basamento de granito pulido rodeado de figuras de mármol, que evocan aspectos de la vida del prócer. A la inauguración de 1927 asistió el presidente de la Nación, Torcuato de Alvear, y su esposa Regina Pacini de Alvear, que llegó acompañada por Delfina Mitre de Drago, hija del prócer.

Uno de los motivos ornamentales que acompañan las escaleras.

La terraza o “belvedere” con escalinatas y jardines, a poco de su inauguración, c. 1917.

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Festejos del centenario del nacimiento del general Bartolomé Mitre y colocación de la piedra inaugural de su monumento. La imagen muestra el palco con autoridades mientras entonan el Himno Nacional y, como fondo, la Residencia Madero-Unzué, 1921.

Inauguración del Monumento, agosto de 1927. Una multitud en los jardines frente al Monumento, por detrás se observa la Residencia, inaugurada diez años antes, con un grupo de personas en su terraza.

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Parterres floridos, césped y caminos de granza, 1924. Por detrás de la columna ornamental, se aprecia un pequeño sector de la Residencia Madero-Unzué.

Por detrás del Monumento se levantaban los lujosos edificios residenciales hasta entonces construidos en el área urbanizada. Entre los más próximos, se encontraba el Palacio Madero-Unzué, cuyos sus espacios verdes circundantes fueron modificados en función de una mejor relación visual con el conjunto escultórico y las flamantes áreas parquizadas. Los últimos lotes fueron vendidos por el Municipio hacia 1930. A las residencias y villas vendidas inicialmente, comenzaron a sumarse edificios en altura, contemplados en la Normativa de Edificación Municipal, aprobada en 1928. A fines de la década de 1930, bajo el título de “Un rincón poco conocido”, una revista de actualidad recoge un conjunto de imágenes con escalinatas, fuentes, parterres y monumentos, acompañadas por comentarios que exaltaban la singularidad y rareza de un lugar ajeno al monótono damero porteño y su topografía sin sorpresas.7 Comenzaba a insinuarse una nueva identidad, la misma que con los años le otorgaría su carácter de verdadera “isla” dentro de la ciudad.

En páginas siguientes, uno de los grupos escultóricos del Monumento al General Mitre en la actualidad.

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LA FAMILIA MADERO-UNZUÉ

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a vida en la Residencia (1917-1945) En el año 1898 se casaban en Buenos Aires Carlos María Madero y Sara Unzué Baudrix.8 Una revista de actualidad, que incluía fotos del matrimonio saliendo de la Iglesia de Nuestra Señora de las Victorias, afirmaba que la joven pareja no había podido: (…) substraerse a las manifestaciones de simpatía con que la alta sociedad porteña quiso celebrar la alianza de dos familias tan representativas en la República como la de Unzué y la de Madero, y resultó de ello una fiesta social brillante y animada.9 En efecto, se trataba de dos familias tradicionales de la Argentina cuyos orígenes se remontaban a los primeros tiempos de vida independiente. Sus integrantes habían participado formando parte de gobiernos y, principalmente, promoviendo el desarrollo de la producción agropecuaria, tanto desde la Sociedad

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Carlos M. Madero (1869-1934). Sara Unzué de Madero (1877-1942).


Rural como desde su propia actividad vinculada con el agro. Poseedores de vastas extensiones de tierras y numerosos establecimientos ganaderos, fueron también pródigos en contribuciones y donaciones a instituciones de la época. De su acción benefactora quedan hoy obras de gran valor, como iglesias, hospitales, asilos, escuelas, estaciones ferroviarias, pueblos, etcétera.10 Hacia 1908 Carlos Madero tenía su residencia en la calle Arenales 1047. Probablemente no conforme con sus comodidades, en 1912 decidió construir una nueva propiedad.11 Su elección recayó en la urbanización que entonces estaba realizando el Municipio en tierras de la ex Quinta de Hale. Dentro del trazado, adquirió en la manzana E los lotes 1, 2, 3, 4, 7 y 8. Los lotes 5 y 6 ya habían sido comprados por la hija de Samuel B. Hale, que en aquel momento vivía en la casona del predio lindero, el único que quedaba de la antigua quinta.12 Para la ejecución del proyecto, Carlos Madero contrató el estudio de los arquitectos británicos Walter B. Bassett Smith y Bertie Hawkins Collcutt, autores de importantes obras para familias tradicionales en Mar del Plata, Chapadmalal, Hurlingham, Buenos Aires y Uruguay. Creemos que, además de los antecedentes profesionales del estudio, en su elección Madero fue consecuente con su gusto y admiración por la cultura inglesa y, a la vez, acorde a una personalidad ajena a los excesos y medida en sus expresiones. En su visión, la arquitectura inglesa le permitía contar con una casa tan cómoda y funcional, como proporcionada y bella, algo que el estudio británico sabía resolver con solvencia, desde la elección del estilo hasta los menores detalles arquitectónicos y de equipamiento. En los años de la Gran Guerra, construir un hôtel particulier constituía un desafío en Buenos Aires pues, si bien aquí había excelentes artesanos, ciertos materiales importados escaseaban. Así lo recordaba en 1970 su hija Mercedes Madero de Ayerza: Nuestro padre vivió personalmente la decoración de su casa y la fue amueblando con piezas y objetos que trajo especialmente de cada uno de sus viajes, los que realizó sin desprenderse de los planos de su casa. Pero su orgullo fue demostrar la calidad de los artesanos argentinos. La guerra limitó la importación de materiales y mano de obra extranjera. Entonces se decidió trabajar la

Carlos María Madero y Sara Unzué de Madero, recién casados, retratados en un estudio de París.

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boiserie y el hierro con elementos nacionales. El éxito fue absoluto. Todo lo que ustedes han visto en madera y hierro fue ejecutado en nuestro país.13 Otro detalle que Carlos Madero previó al definir el programa de la residencia es que pudiera albergar a las generaciones venideras, conviviendo e integrándolas al grupo familiar. Así lo expresaba Mercedes: Mi padre fue un hombre con sentido de porvenir, y cuando decidió construir su vivienda definitiva, la edificó con miras de futuro, previendo y reservando espacio para cuando se agrandara la familia. Las calles Agote, Newton, Gelly y Obes, que hoy rodean la residencia de la Embajada Británica, excepto la Avenida del Libertador, que antes era Alvear, eran solitarias, sin edificación y tan oscuras que mi padre debió solicitar vigilancia policial.14 Su hermana, Sara Madero de Demaría, lo reafirmaba de esta manera: Allí nos casamos las tres y vivimos hasta el año 1945, aproximadamente, en que la vendimos a la Embajada. En un principio solo se habitó el primer piso y el segundo, pues el tercero estuvo destinado para 62

Sara Unzué de Madero con sus nietos. De izquierda a derecha, parados: Mercedas Ayerza, Sara Unzué de Madero, Mariano y Fina. Sentados: Bebe Ayerza, Marcos Ayerza, Fernando Demaría. Y sentados en el piso: Carlos y Luli.


cuando nos casáramos. Lo habitamos cuando cada una de nosotras formó su familia. La residencia fue inaugurada en 1917 sin festejos especiales, pues aún se estaba viviendo la guerra del año 1914. Posteriormente, fue el punto de reunión de las personalidades más importantes y destacadas que pasaron por el país.15 A sus impresiones se agregan hoy los recuerdos de quienes nacieron en la casa y estuvieron en ella durante su infancia. Uno de los nietos de Carlos Madero y Sara Unzué, Julián Bengolea Madero, nos dice sobre su abuelo (“Tata”): Era benefactor y adoraba a sus hijas. Viajaba muchísimo, solo y con la familia. A Europa iba casi todos los años, y solían instalarse en París, en un departamento de la Avenue Foch. Mientras que en Londres, vivían en el Hotel Claridge, en una época en la que por Hyde Park se andaba a caballo, y de hecho hay una foto en la que están Tata, Mamama (la abuela) con dos hermanas, a caballo. A propósito de sus viajes, tanto él como Mamama tenían muy buen gusto para las compras que hacían en el exterior. Compraban muebles, cuadros y tantas cosas más.16 Sobre la vida familiar y las vivencias en los espacios de la residencia, recuerda y reflexiona Julián: Al pensar en la grandiosidad de la Mansión Madero, cualquiera podría creer que no era el hogar propio para un niño pequeño. Sin embargo, tanto yo como mi familia nos sentíamos muy a gusto en semejante caserón, y el secreto de ese bienestar lo supe muchos años después. Resulta que la mansión fue mandada a hacer por mi abuelo con un diseño que se conoce como “estilo Adam”, totalmente ajeno a la decoración sobrecargada de las mansiones francesas, una

Los juegos. Nietos de Carlos Madero y Sara Unzué jugando en el espejo de agua del jardín, y también frente al “rancho”, en la parte posterior.

Carlos M. Madero y su hija Mercedes, en el Bois de Boulogne, París.

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arquitectura clásica pero con espíritu inglés, es decir, intimista, cálida y apacible (…) No hay barroquismos, ni estoicismos, ni arabescos extraños (…) Este, al fin, es el secreto de que yo (un niño muy pequeño en un palacio magnífico), estuviera a mis anchas en aquella morada, como en un tibio nido, sin padecer los vértigos y pavores que cualquier niño sufriría al vivir en una casa repleta de habitaciones, pasillos, y mil un recovecos.17 64

Sara Unzué de Madero con sus hijas Marta, Mercedes y Sara. Pintura de Jacques Emille Blanche, 1910.


Otro aspecto de la vida familiar eran los viajes, dentro y fuera del país. Cada uno insumía largo tiempo y preparación, y seguramente se acercaban a la descripción que hace de ellos el escritor Ernesto Schoo: Para una familia argentina el cruce del Atlántico resultaba una experiencia agotadora (…) a eso de las diez de la mañana llegaba al puerto el carro de la casa arrastrado por dos caballos con el cochero y dos o tres peones que cargaban el imponente equipaje. Las dos semanas a bordo requerían muchísima cantidad de ropa (…) los infantes de la familia solían alojarse en un piso superior con sus correspondientes niñeras, cerca del área de los juegos infantiles (…) el ama de llaves y sus acólitos extraían de los baúles-mundo, inventados por Louis Vuitton, donde la ropa iba colgada en perchas para no arrugarse, marcados “barco”, las ropas de dormir, la robe de chambre y las chinelas (…) en la preguerra 1914, una señora elegante se cambiaba no menos de tres veces al día (…) los hombres no tenían un código menos estricto en cuanto a la ropa prescripta para cada hora (…).18 Imaginamos que, una vez instalados en su departamento parisino, además de las cabalgatas en el Bois de Boulogne, a Carlos y Sara les gustaba visitar amigos e ir a recepciones, espectáculos, restaurantes y museos. Un tiempo que matizaban saliendo con sus niñas y, además, comprando mobiliario y obras de arte para la nueva residencia. No descuidaban tampoco la visita a ateliers de famosos retratistas de la Belle Époque, como Jacques-Émile Blanche (1861-1942)19 uno de los preferidos de la alta sociedad local. Blanche, que había pintado retratos para la familia Errázuriz, realizó en 1910 un óleo para la familia Madero-Unzué, que se encontraba en el salón principal de su residencia. En el mismo se puede ver a Sara Unzué Madero con sus tres hijas. Desde París, Sara y Carlos seguramente realizaban viajes a distintas ciudades europeas y, durante la temporada de verano, se trasladaban a Biarritz, el balneario puesto de moda por las casas reinantes europeas, donde podían tomar prolongados baños de mar. También exigía un tiempo considerable preparar los veraneos en Mar del Plata, la ciudad preferida por la aristocracia argentina en los años de la Belle Époque. Era habitual que cada familia contara con un chalet, en ocasiones proyectado por los arquitec-

Mercedes Madero de Ayerza (1902-2007).

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tos que habían realizado los diseños de sus cascos de estancia y residencias urbanas. A este lugar se trasladaban en tren, el británico Ferrocarril del Sud, y las previsiones en cuanto a cantidades de ropa, personal de servicio y demás necesidades, no le iban en zaga. Las vacaciones estivales de las familias eran seguidas con atención por revistas como Caras y Caretas, El Hogar, y periódicos como La Nación y La Prensa, que ilustraban detalles de la llegada y partida, así como sus salidas e indumentaria. En fotos del álbum familiar, Carlos y Sara pasean plácidamente por la Rambla Bristol o “rambla francesa”, inaugurada en 1913, con sus ocho cúpulas sobre el frente marítimo y una extensión de cuatrocientos metros. Sus salidas podían incluir el té o un copetín al atardecer en el Ocean Club, los torneos del Mar del Plata Golf Club, del “Tiro al Pichón” en el Pigeon Club, la asistencia a la carrera anual de bicicletas que organizaba Ernesto Tornquist, y los bailes de carnaval en el Hotel Bristol. 66

El Hotel Bristol de Mar del Plata, en los años de la Belle Epoque.


La vida social también se daba puertas adentro de la residencia, en la que tuvieron lugar eventos sociales a los que asistieron personalidades de la época, como Marcelo T. de Alvear, presidente de la Nación y amigo personal del propietario. Eran reuniones a las que a menudo asistían diplomáticos de la Embajada Británica. El fallecimiento de Carlos M. Madero, y años más tarde el de su esposa Sara Unzué, incidieron en la decisión familiar de proceder a la venta de la residencia, habitada entonces por sus hijas con sus respectivas familias, es decir los matrimonios Ayerza, Bengolea y Demaría. De esta manera, la residencia cerraba un ciclo que podríamos denominar de la Belle Époque a la Segunda Posguerra. Un período iniciado en 1917 como hôtel particulier de una tradicional familia porteña, que en 1945 dará paso a otro que la contará entre una de las sedes diplomáticas más elegantes de la ciudad.

Vista exterior promediando la década de 1930, con los entornos próximos al Monumento al General Mitre ya parquizados.

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LOS AUTORES

W

alter Bassett Smith y Bertie Hawkins Collcutt La vasta labor desplegada por ingenieros y arquitectos británicos en la Argentina se asocia generalmente al proyecto y construcción de tendidos ferroviarios, establecimientos industriales e infraestructuras de cada pueblo y ciudad. Sin embargo, tal aporte lejos estuvo de circunscribirse a obras estrictamente utilitarias. Sus trabajos abarcaron los más variados temas y programas edilicios, desde templos religiosos, bancos, grandes tiendas, clubes deportivos, colegios, hoteles, grandes almacenes, hospitales y, de manera particular, una innumerable variedad de tipos y modelos residenciales. Conjuntos de viviendas, chalets, palacios, villas de verano y cascos de estancias, denotan la proverbial calidad de diseño de la arquitectura doméstica de las islas. 68

Arquitecto Walter Bassett Smith (1859-1933). Arquitecto Bertie Hawkins Collcutt (1883-1937).


Era habitual que dentro de la pléyade de profesionales llegados a estas tierras cada uno trajera consigo saberes y experiencias de origen, y que ello se expresara en sus obras. Pero, en los británicos, su producción multifacética tuvo una fuerte influencia de sus raíces, con variedad de pintoresquismos, revivals históricos y formas de difundido uso en la Gran Bretaña de entonces.20 Finalizando el siglo XIX, dentro de las capitales latinoamericanas, Buenos Aires experimentaba tasas de crecimiento edilicio sin precedentes y se presentaba como un destino por demás próspero. Una verdadera meca para arquitectos que intentaran suerte en una urbe donde casi todo estaba por hacer. Tal como aconteció con los británicos Bassett Smith y Collcutt.21 Walter B. Bassett Smith había nacido en Kilburn, Londres, el 23 de julio de 1859. Era hijo del arquitecto William Smith y de Ana Eliza Hall y fue educado en la Universidad de Christ, en Fincheley. Cursó estudios de arquitectura en la Royal Academy of Arts de Londres, entre 1879 y 1886. En 1881 realizó un viaje desde Liverpool hasta Venecia, recorriendo diversas ciudades del Mediterráneo y, en el mismo año, obtuvo un segundo puesto, con medalla de plata otorgada por la Royal Academy, por el dibujo de una catedral gótica. Realizó trabajos junto a su padre y un hermano en la restauración de la Catedral de Chichester, para luego trasladarse a Cambridge donde construyó las casas de James Geaves y de W. Hobson. Se graduó en 1887. Contratado por la Compañía de Teléfonos del Río de la Plata (The River Plate Telephone Company), llegó a Buenos Aires en 1889 y, al año siguiente, instaló su estudio en Avenida de Mayo 651. En Buenos Aires conoció a Mary Chevallier Boutell, con quien se casó en 1896 en la Iglesia de la Trinidad, de Lomas de Zamora, donde estableció su residencia y comenzó a construir la vivienda familiar. En la zona del sur del Gran Buenos Aires realizó varios trabajos para la colectividad británica, como el Colegio Barker Memorial de Lomas, la Iglesia Presbiteriana Escocesa de Temperley y la Iglesia Anglicana de Todos los Santos en Quilmes (1892). Mientras que al norte de Buenos Aires, proyectó la Iglesia Anglicana de San Salvador en Belgrano (1896). A partir de su casamiento, y durante diez años

Iglesia Presbiteriana Escocesa, Temperley.

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Chalet de Bonorino Udaondo, Mar del Plata, c. 1914.

Casco de la Estancia Chapadmalal, Mar del Plata.

seguidos, Basset Smith viajó asiduamente en tren a Mar del Plata, donde se convirtió en una de las principales figuras del quehacer profesional durante el primer cuarto del siglo XX. Eran los años dorados del balneario, y la arquitectura pintoresquista de raíz inglesa era ideal para expresar su carácter veraniego y descontracturado, ajeno a las rigideces de las grandes urbes. Chalets con empinadas cubiertas de tejas, en variedad de materiales y estilos, pans de bois y baw windows, revestimientos de sillares de piedra, rodeados por amplios espacios verdes parquizados, expresaban la opulencia y el esplendor de la Belle Époque marplatense. En 1906 Bassett Smith proyectó el casco de la Estancia Chapadmalal de Miguel Alfredo Martínez de Hoz. Un castillo con torreones y muros almenados que parece salido de una novela de Walter Scott, y jardines diseñados por Carlos Thays. En él se hospedó el príncipe de Gales en su visita a estas tierras. Otra obra importante fue la Estancia Arroyo Grande en Coronel Vidal, propiedad del diputado José González Balcarce. En la ciudad de Mar del Plata diseñó residencias –en su mayoría chalets pintoresquistas– para las familias de Martínez de Hoz (1905), Adolfo Blaquier (1905, Villa Blaquier), Diógenes de Urquiza (1908, Villa Silvina, desde 1942 propiedad de los escritores Adolfo Bioy Casares y Silvina Ocampo), José B. Sala (1909), Alberto Leloir (1910), 70


Ramona Casado Sastre (1910), José G. y Adolfo Zuberbülher (1913) y Enrique Anchorena (1912). En 1925, Bassett Smith volvió a Inglaterra y luego viajó a Australia, radicándose en Melbourne, donde falleció el 27 de julio de 1933. Bertie Hawkins Collcutt nació en Londres en 1883 y su arribo a Buenos Aires se produjo en 1909, para trabajar en la compañía del F.C. Buenos Aires al Pacífico (The Buenos Aires and Pacific Railway Company). Antes, en Londres, realizó algunas obras, como la Biblioteca Central de Hackney en estilo Queen Anne, un museo y galería de arte en estilo Neobizantino y varias obras menores en Oxford y sus alrededores. Una vez en la Argentina, Collcutt se radicó en Bella Vista donde proyectó una residencia para su uso personal. Desde junio de 1911, comenzó a trabajar con Bassett Smith, sociedad que mantuvo hasta junio de 1924, para luego continuar por su cuenta hasta su fallecimiento. Asociados, de la experiencia ganada por Bassett Smith y la juventud e inspiración innovadora de Collcutt salieron obras mag-

Salón del Prince George Hall, Buenos Aires.

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níficas. Una producción arquitectónica marcadamente ecléctica, que manejaba con acierto, sobriedad y mesura la combinación de estilos ingleses como Queen Anne, Tudor, Elisabethean, Jacobean, Eduardiano. Dentro de una gran variedad temática, se destacaron por el manejo de los estilos pintoresquistas aplicados a viviendas rurales, suburbanas y balnearias.22 En la Capital también desplegaron una intensa labor: realizaron edificios de renta para Josefina Anchorena de Rodríguez Larreta en las calles Presidente Perón 452 y Florida 523, y programas comerciales como la Unión Telefónica de Avenida de Mayo 757 y sus sucursales, hoy en su mayoría demolidas o muy transformadas. A estas, debemos agregar el edificio de la sociedad Prince George´s Hall Limited, salón de fiestas y centro de reuniones de británicos y porteños durante muchísimos años. Sus obras también comprendieron hôtels particuliers. Entre sus mejores creaciones se encuentra la obra que nos ocupa y además la de José González Balcarce y Rosa Aguirre Anchorena (1913-1916), situada en Quintana 161, y la de Axel Aberg Cobo y Sara Pearson Hale en Las Heras 1722 (1919-1922), esta última totalmente decorada por Nordiska. Para esta familia también proyectaron su residencia en Mar del Plata, un chalet pintoresquista de estilo Normando (1917). Fueron autores de varios cascos de estancia. Entre los que vale la pena recordar se encuentran el de la Estancia Bella Vista en Ingeniero Moneta, y el de Cochicó realizados para la familia de Christian H. Lahusen; Especulation de Francisco Barry, y una casa en la Estancia San Jacinto de Saturnino Unzué. Entre 1914 y 1919 hicieron en Córdoba la casa de campo Los Cocos de Pereyra Iraola, y en Tandil la casa de Eduardo Saguier. Desde 1925, Collcutt realizó, en forma unipersonal, el proyecto de la estancia Las Balas (1926) para Casimiro de Bruyn en Vedia, Santa Fe; Las Rosas (1926) para Enriqueta C. de Pradére en Quilmes y la Juan Jerónimo (1927) para Benjamín Muñiz Barreto, en Punta Indio, Provincia de Buenos Aires. A las que debe sumarse en Uruguay, para Aaron de Anchorena, la residencia Barra de San Juan, actual residencia presidencial de este país.23 72


Collcutt falleció en Buenos Aires el 31 de julio de 1937. Después de su muerte, su estudio continuó a cargo de los señores Sidney y Parkinson, que habían trabajado con él durante los últimos veinte años, asociados con el arquitecto Thomas Cavanagh, que poseía diploma argentino, bajo la firma Collcutt Estudio, Thomas Cavanagh, Arquitecto.24 Durante tres décadas, tanto en forma individual como asociados, Bassett Smith y Collcut desarrollaron una intensa actividad profesional, con una gran cantidad de obras. Predomina en ellas la utilización de elementos del neogótico, el neorrománico, Tudor y otros historicismos, adaptados a composiciones de carácter pintoresquista. Su arquitectura tuvo amplia influencia entre los arquitectos argentinos que actuaron entre 1920 y 1940, quienes plasmaron creaciones inspiradas en la calidad de diseño y constructiva del estudio británico.

Residencia González Balcarce (1913-1916). Hueco del núcleo de escalera con iluminación cenital.

En páginas siguientes, frente principal de la Residencia Madero-Unzué sobre Gelly y Obes, a mediados de la década de 1930.

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LA ARQUITECTURA

E

stilo y composición La construcción de la Residencia Madero-Unzué tuvo lugar entre 1913 y 1917, y sus obras corrieron paralelas a las de La Isla, un entorno donde se abrían calles y se construían las escalinatas que hoy conocemos. Como comentamos, la inauguración de la residencia en 1917 coincidió con la del “belvedere” o terraza con vista al río y los jardines sobre la topografía de la barranca. Las dimensiones del predio de la residencia eran de 51 metros de frente sobre la calle Gelly y Obes, por 45 metros de fondo, es decir, de menores dimensiones que las actuales.

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La galería de acceso principal, con pórticos de arcos de medio punto y revoques simulando sillares de piedra.


Estas recién las adquirió cuando, ya en manos de la Embajada Británica, se incorporaron los terrenos posteriores linderos, donde se encontraba la casona de la ex Quinta de Hale, entonces también propiedad de la Embajada. Exteriormente, la residencia presenta un volumen compacto, de planta rectangular, rodeado en tres de sus lados por espacios verdes, mientras que su cuarta fachada, sobre calle Newton, dispone por delante de un patio inglés, que permite ventilar e iluminar los locales de los subsuelos. Tal estructuración le otorga una tipología cour et jardin, es decir, un bloque de planta baja, primer piso o piano nobile, segundo piso, y tercer piso o nivel de mansardas, con un pequeño espacio libre al frente, y un jardín al fondo, de solo 15 metros de profundidad.

Ochavas de accesos vehiculares en las esquinas sobre Gelly y Obes y laterales.

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Vista desde el balcón del primer piso sobre la fachada principal. Se aprecia el Monumento al General Mitre y una perspectiva casi infinita hacia el Río de la Plata.

Sobre la fachada principal frente a la calle Gelly y Obes, en las ochavas sobre las calles Newton y República del Líbano,25 se ubican sendos portones de hierro para el acceso de carruajes y automóviles hasta la entrada principal, situada bajo un pórtico o galería semicubierta con pilares y arcos de medio punto. Curiosamente, si examinamos la fachada posterior frente al pequeño espacio verde, observamos que se comporta como una suerte de medianera, pues no posee un tratamiento arquitectónico que la señale como tal. Solo volcaban a ella un patio de aire y luz con aberturas de escaleras, sanitarios y corredores. Probablemente, las parcelas de este espacio verde fueron incorporadas luego de ejecutado el proyecto de Bassett Smith y Collcutt; o bien la propuesta de diseño lo consideró un espacio secundario, susceptible de ser utilizado para una futura edificación o para una ampliación. Es decir, sin motivos para una arquitectura que justificase su contemplación.26 La envolvente exterior presenta líneas severas, austeras y simples. La ornamentación es escueta, rigurosa y parca, en tanto que la simetría sugerida en la fachada se rompe por variaciones 78


Las superficies verdes circundantes. Una gramínea con austero tratamiento, solo un espejo de agua y escasa vegetación junto al cerco perimetral. En un rincón del fondo, el llamado “rancho”, lugar de juegos infantiles y depósito de enseres.

formales en correspondencia con las funciones internas. Resulta evidente que el diseño procuró amalgamar ideas de confort interior con las doctrinas estéticas que estructuran la composición exterior de sus fachadas. En cuanto a sus lineamientos estilísticos, la Residencia Madero-Unzué es considerada como el más importante ejemplo de estilo Eduardiano y uno de los pocos sobrevivientes entre nosotros. En su planteo combina elementos de influencia borbónica con otros del neopalladiano inglés del siglo XVIII. Sobre la arquitectura eduardiana, comenta Fabio Grementieri: (…) es la que recuperó el clasicismo hacia 1900, luego del largo período victoriano donde primaron el estilo gótico y la estética medievalista del movimiento Arts & Crafts. Se inscribe particularmente dentro de la vertiente denominada neo-georgian que recrea la tradición inglesa del 79


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siglo XVIII y que ha sido utilizada durante todo el siglo XX hasta nuestros días, como lo demuestran las propuestas de contemporáneos arquitectos británicos como Quinlan Terry, enrolados dentro de la visión crítica hacia la arquitectura moderna que lidera el Príncipe de Gales.27 A lo largo del siglo XIX se había producido en Gran Bretaña una “eclosión” de edificios residenciales resueltos en estilo Queen Anne, Old English, Neo-Georgian, etcétera. El neogeorgiano fue el estilo dominante durante el reinado de Eduardo VII, y tuvo buena acogida entre muchos arquitectos del círculo de Shaw, considerándose a sir Edwin Lutyens como su mejor representante. La arquitectura de Lutyens evolucionó desde un Reina Ana “sui generis” que practicó en los últimos años del siglo XIX y en los primeros del XX; para pasar a un neogeorgiano y acabar en un frío clasicismo. Sus obras ejercieron gran influencia fuera de Inglaterra, especialmente en las colonias británicas.28 Un álbum familiar con fotografías de los años 30 muestra el volumen de sobria belleza de la residencia, cubierta de enredaderas, en diálogo con los grupos escultóricos del Monumento a Mitre, los cuidados jardines que caen hacia la barranca y el impecable adoquinado de la calle Gelly y Obes. Tras los muros del cerco perimetral, en torno a la residencia se extiende una parquización tan mesurada como su arquitectura, con una gramínea solo interrumpida por un espejo de agua y árboles que acompañan el cerco circundante. Sobre el espacio verde posterior, el toque pintoresco lo ofrece un “rancho”, así llamado por sus antiguos propietarios, lugar para depósito de enseres, juegos de los niños y tertulia de la servidumbre. En su estructuración funcional y distributiva, Bassett Smith y Collcutt tomaron como modelo al hôtel particulier francés, prototipo de las grandes residencias porteñas de principios del siglo XX, con cuatro plantas y subsuelos, y asignándole a cada una su función específica. La planta baja o basamento era el espacio de recibo donde se encontraba el vestíbulo y el gran hall, junto a áreas de servicio y depósito, y dos habitaciones secundarias. En el primer piso o piano nobile se disponían los ambientes de uso social, tanto para reuniones con invitados como para la vida

En página anterior, plano de la planta baja o basamento de la Residencia Madero-Unzué.

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cotidiana de la familia. Estos eran el gran salón, la sala de estar, la biblioteca y el comedor. Tanto el gran salón como el comedor se abrían con ventanales hacia un amplio balcón con balaustrada, ubicado sobre el pórtico de acceso principal al edificio. En el segundo piso, precedidas por un corredor de amplias proporciones, se disponían las áreas privadas, con dormitorios, budoir, salitas y varios locales destinados a guardarropas. En coincidencia con el sector de servicio de la planta inferior, se encuentra una habitación para el mayordomo, un office y circulaciones secundarias. El tercer piso era el nivel de las mansardas con buhardillas, donde se ubicaban tres dormitorios y los locales destinados al personal de servicio, con espacios de lavado, planchado, lencería, y guardado de baúles, un espacio que, por lo que señalamos al hablar de las travesías familiares, era de suma importancia.

LOS INTERIORES

V

estíbulo Sobre el acceso principal, se abre una sólida puerta de madera de doble hoja que da ingreso al vestíbulo, un espacio de lineamientos neoclásicos, con planta circular, cielorraso bajo y cuatro nichos en los cuales se instalaban figuras escultóricas que representaban las estaciones. El diseño del solado es en damero de mármol blanco y negro, mientras que las paredes poseen revoques almohadillados, recurso también empleado en la envolvente exterior. Una artística verja de hierro colocada en el arco central, en eje con la entrada de la casa, funcionaba como puerta de acceso al gran hall, mientras que las puertas laterales comunicaban hacia la izquierda con el guardarropa, y a la derecha con el toilet. Al igual que otros ambientes de la residencia, en el nacimiento del cielorraso se disponía una cornisa a modo de garganta que ocultaba la instalación de luz difusa, recurso lumínico que se replica en otros ambientes nobles de la casa. 82

Acceso al gran hall desde el vestíbulo.


G

ran hall Traspuesta la reja de hierro, se llega al gran hall, espacio que funciona como una prolongación del vestíbulo y que continúa el solado de baldosas en damero y el acabado símil piedra imitando sillares. Su mobiliario era sobrio y mayormente de estilo Renacimiento, compuesto por una mesa refectorio, sillas tipo Savonarola, sillones fraileros, y una piel de tigre colocada en el centro a modo de alfombra.29 En uno de los muros laterales se encuentra un frente de chimenea realizado en mármol Portoro, y sobre este un altorrelieve con la célebre escena de San Jorge matando al dragón, que mandó realizar el propietario, Carlos Madero.

Vestíbulo. De planta circular y lineamientos neoclásicos.

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La iluminación proviene de los tres ventanales ubicados en el rellano de la escalera, y a través de una araña de bronce patinado cuya ornamentación representa la escena bíblica de la serpiente enroscándose al árbol del fruto prohibido. El principal elemento del gran hall es la escalera de honor, por sus proporciones, materiales y recorrido en dos tramos con descanso, que llega al hall del piano nobile. Su diseño responde estilísticamente al neoclasicismo inglés, aunque su composición, con una puerta situada en la base, evoca a la del Petit Trianon en Versailles, célebre obra del siglo XVIII del arquitecto francés Ange-Jacques Gabriel. Tres puertas comunican este ambiente con locales de apoyo: hacia la izquierda, con un pasaje de servicio; debajo de la escalera con el sótano y, al costado de la chimenea, con el ascensor. 84

Escalera de honor, de dos tramos, hacia el piano nobile.

Frente de chimenea con un altorrelieve de San Jorge matando al dragón.


Hall del primer piso.

H

all del primer piso Al llegar al primer piso o piano nobile, encontramos un hall que continúa los lineamientos estilísticos del vestíbulo y el gran hall situados inmediatamente debajo. El piso, a diferencia de la planta baja, es de parquet de roble cubierto con una alfombra oriental. En el rellano de la escalera había colgados dos grandes tapices y, en el centro, contra la balaustrada del primer piso, una banqueta y una mesa refectorio estilo Isabelino sobre la que se exhibían piezas orientales. Asimismo, apoyadas sobre la pared, se observaba un juego de sillas estilo Chippendale. Hacia la derecha, en el remate de la escalera, se ubica la puerta de acceso al ascensor.

G

ran salón De estilo Neoclásico inglés, se encuentra cubierto con una boiserie de madera, y su ingreso se realizaba a través de dos grandes arcadas cubiertas con cortinados. El mobiliario familiar era sumamente ecléctico, mezclándose entre otras piezas, mesas y sillones ingleses estilo Georgiano con fauteils y 85


Gran salón, de rasgos neoclásicos y predominio de mobiliario inglés. Sobre el muro contiguo al hall del primer piso, se ve el retrato de Sara Unzué de Madero y sus hijas, obra de Jacques E. Blanche.

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bergeres francesas estilo Luis XV, todo en contraste con sillones modernos. Sobre el muro contiguo al gran hall, y entre los dos arcos de ingreso, se encontraba colgado un gran tapiz, y enfrente, entre las dos puertas-ventanas de acceso al balcón sobre la calle Gelly y Obes, el retrato de Sara Unzué de Madero junto a sus hijas Marta, Mercedes y Sara, pintado por Jacques E. Blanche en 1910. En los muros laterales, lindantes al comedor y la sala de estar, se colocaron cuatro pinturas de naturalezas muertas. La iluminación provenía de las dos puertas ventana de la terraza, y dos lámparas de pie ubicadas junto al juego de sillones debajo del tapiz. El cielorraso estaba desprovisto de arañas, pero contaba con una garganta perimetral de iluminación rasante. El piso de parquet estaba parcialmente cubierto con cinco alfombras orientales.

S

ala de estar Ubicada a continuación del gran salón, poseía una organización axial perpendicular a este, con vistas hacia la barranca y al Monumento a Mitre. Decorada con una boiserie de estilo Luis XVI, presentaba dos columnas de fuste estriado y capiteles Jónicos que enmarcaban el trumeau ubicado en la cabecera, compuesto de una chimenea neoclásica de mármol Arabescato y un espejo. Dos vitrinas empotradas en los muros eran utilizadas por la familia para exhibir piezas de porcelana. En las sobrepuertas de los dos accesos al gran salón se colocaron pinturas alegóricas realizadas con la técnica de grisalla. El mobiliario de esta sala estaba compuesto mayormente de fauteils, bergeres, cómodas y consolas estilo Luis XVI, con la excepción de la mesa central estilo Luis XV. Colgados sobre los muros se observan dos retratos, y dos pinturas con arquitectura medieval. El piso de parquet se encontraba cubierto con cuatro alfombras orientales. La luz ingresaba a través de dos ventanales orientados hacia la barranca de la Avenida Alvear (actual Av. del Libertador), y por una araña central de bronce y caireles de cristal, como así también dos apliques de bronce estilo Luis XVI ubicados a ambos lados del espejo. 87


Sala de estar, con boiserie estilo Luis XVI.

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E

studio-biblioteca Este ambiente, adyacente a la sala de estar, y de dimensiones más reducidas, está decorado con una boiserie que llega hasta la altura del guardasillas. El resto del muro se encontraba cubierto con damasco de seda, sobre el que colgaba una pintura y un gran tapiz. En el centro se destacaba el trumeau compuesto de una chimenea estilo Luis XV de mármol Rouge Royale, en el que se exhibía un busto y piezas de porcelana, y a los costados se situaban dos bibliotecas. El mobiliario estaba compuesto principalmente por sillones, bergeres y mesas consolas estilo Luis XV; y el parquet, cubierto con tres alfombras orientales.

Estudio-biblioteca.

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Comedor, con formas inspiradas en el neoclasicismo Georgiano, en su versión Eduardiana.

C

omedor En el otro extremo del gran salón, se encontraba el comedor, con un lenguaje estilístico inspirado en el neoclasicismo Georgiano en su versión Eduardiana. Una boiserie cubre los muros hasta la altura del guardasillas, y el resto se encontraba entelado. Las pilastras de fuste estriado y capiteles corintios se destacan dentro del salón, junto a los enmarques de las puertas con frontones. El mobiliario se componía de un juego de dining chairs, side tables, serving table y una mesa central de estilo Barroco inglés; mientras que el parquet se encontraba cubierto por una gran alfombra oriental. La luz ingresaba por los ventanales orientados a la calle Gelly y Obes, y la puerta-ventana de acceso a la pequeña terraza sobre Newton. Del cielorraso colgaban dos arañas de madera dorada a la hoja al estilo Georgiano. Las puertas laterales comunicaban con locales de apoyo, tales como la habitación de la platería (“argenterie”), office, montaplatos, habitación del mucamo, escaleras y ascensor de servicio.

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Si bien las funciones de los ambientes mencionados no variaron a través del tiempo, sabemos que otros locales sí fueron transformando su uso a medida que el grupo familiar fue creciendo. Cuando las hijas del matrimonio Madero-Unzué se casaron, cada una de sus familias residió en los distintos niveles, quedando el piano nobile como sector social de uso común, para abuelos, padres, hijos y nietos. Como se ve, a diferencia de otras mansiones de la Belle Époque local, consagradas al estilo francés que había ganado la predilección de los porteños, en la residencia predominó el gusto del propietario por los estilos ingleses. Algo que preanunciaba, sin quererlo, la decoración que recibirá años más tarde, cuando se transforme en Residencia Británica. 91



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La Residencia Británica

De hÔtel particulier a residencia diplomática

E

l sitio adecuado, en el momento oportuno Al concluir el capítulo inicial afirmamos que en 1945 el Gobierno británico decidió adquirir una nueva residencia en Buenos Aires pues, la que poseía desde 1938 en la antigua Quinta de Hale, lejos estaba de satisfacer sus requerimientos. Ahora bien, además de estas limitaciones, ¿qué otros factores pudieron llevar a esa determinación? En los años de entreguerras, y también durante la segunda posguerra, con el modelo agroexportador en declive, varias familias de Barrio Norte habían vendido sus grandes residencias. Algunas fueron compradas por el Estado y pasaron a albergar dependencias oficiales; otras, adquiridas por diversos países para instalar sus embajadas. El momento, en cuanto a valores y oportunidades de elección, parecía favorable. Por otra parte, otra cuestión que venía dilatando la compra se había superado. Así lo expresaba, en 1970, una de las hijas del matrimonio Madero-Unzué, Sara Madero de Demaría: Después de la muerte de nuestra madre decidimos vender la residencia. Aunque ya habíamos tenido propuestas de la Embajada Británica que siempre estuvo interesada en adquirirla. Recuerdo que el embajador británico, sir Henderson, le dijo a mi madre que si algún día la pensaba vender hiciera la primera oferta a la Embajada de Gran Bretaña. Posteriormente se interesó la Embajada de Brasil, aunque terminaron por comprar la residencia de la familia Pereda. Finalmente, en 1945 fue adquirida por la Embajada de Gran Bretaña. El primer embajador que la habitó fue el señor David Kelley.1

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Bit alis ea nectep. Ebis dolecatus aut adit placcum eat magnam nam hillorum eum est alic

Bit alis ea nectep. Ebis dolecatus aut adit placcum eat magnam nam hillorum eum est alic

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En efecto, en diciembre de 1945 el Gobierno británico adquirió la residencia que habitara desde 1917 la familia Madero-Unzué en alrededor de 125.000 libras, es decir, unos 2.400.000 pesos de entonces. Con la operación, no solo se incorporaba una obra de excelente arquitectura sino, además, la posibilidad de anexar la propiedad lindera con generosos espacios verdes, donde se encontraba la Residencia Británica anterior. De esta manera las tierras de la casona de Hale, que fue demolida, pasaron a ser parte de los jardines de la Residencia Británica. Como testimonio de aquella edificación de rica historia, quedó un fragmento de muro de ladrillos rojizos con revoques envejecidos, y algunos de los árboles de sus años de esplendor, cuando la rodeaban bellos ejemplares de tipas, araucarias, palmeras, eucaliptus y robles. Antes de que el embajador ocupara la Residencia, durante 1946 se realizaron en la propiedad varias adaptaciones. La más importante fue la nueva configuración de la fachada sobre el jardín posterior, en la que se proyectó una terraza, a modo de galería, con escalera imperial desde el primer piso. Además, para integrar visualmente los ambientes de la residencia con el parque, se

Un sector de La Isla en el barrio de la Recoleta, 1941. Puede verse la situación anterior a la unión de los dos predios propiedad del Gobierno británico. Por un lado, el de la ex casona de Hale (azul), entonces Residencia Británica y, en un terreno lindero, el de su futura sede, la Residencia Madero-Unzué (rojo).

En la página anterior, portón de acceso frente al Monumento al General Mitre.

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Arcos de medio punto de la galería frente al acceso principal. Detalles del portal de dos hojas de madera, molduradas, con paños vidriados y sobrios ornamentos metálicos. El diseño de la abertura encuentra continuidad en la magnífica integración formal y estilística de los herrajes.

abrieron ventanas con balcones semicirculares en la biblioteca del primer piso y la habitación principal del segundo piso. En aquel mismo año se procedió a la venta de la residencia en Avenida Alvear 1845, el petit hotel donde se hospedaron en 1931 el príncipe Eduardo de Windsor y su hermano Jorge. Fue demolida hacia 1956. El jardín actual, uno de los más vastos jardines privados de Buenos Aires, alberga una gran variedad de árboles y arbustos nativos. En ese mismo jardín, desde 1992, está emplazada una obra de la escultora Elizabeth Frink, que celebra la reanudación de las relaciones con Gran Bretaña luego del conflicto del Atlántico Sur. La pileta, el solárium y la cancha de tenis bordean el típico jardín inglés con árboles centenarios. Esos ejemplares imponentes fueron, hace años, motivo de elogio por parte del príncipe Carlos de Inglaterra (1999), reconocido defensor del medio ambiente y el patrimonio arquitectónico.

En las páginas siguientes, fachada principal de la Residencia. Un hôtel particulier con basamento, piano nobile o primer piso, segundo piso, y tercero con buhardillas en mansardas.

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Pero el predio anexado, no solo fue útil para ampliar las superficies verdes, sino para, años más tarde, construir en su extremo sur, sobre la calle Dr. Luis Agote, el nuevo edificio de la Embajada. Los trabajos de diseño comenzaron en 1960, y en Buenos Aires estuvieron a cargo de la firma Follet Arquitectos, un estudio con 125 años de trayectoria entre nosotros; mientras que A. J. Truscott fue el arquitecto del Ministerio de Obras Públicas encargado del trabajo en Londres.2 La piedra fundamental se colocó el 6 de octubre de 1966, y al acto asistió el príncipe Felipe, duque de Edimburgo, quien en aquella ocasión plantó un palo borracho sobre la calle Agote y admiró las gigantescas tipas criollas, cuya existencia desconocía, que marcan el límite del jardín sobre la barranca de la Plaza Mitre. El edificio, fue habilitado dos años después. En la década de 1990 su revestimiento original fue sustituido por piedra local, mientras que a inicios de los 2000, su envolvente fue restaurada. Un merecido reconocimiento de los valores patrimoniales de la Residencia Británica se produjo el 11 de junio de 2001, cuando por Decreto N° 767 del Poder Ejecutivo Nacional fue declarada Monumento Histórico Nacional. En los fundamentos de dicha norma se destacan sus atributos estéticos, arquitectónicos y paisajístico-ambientales, respaldados por el notable grado de singularidad y autenticidad de su arquitectura. Consecuente con la declaratoria, el Gobierno británico encaró en 2001 un vasto proyecto de recuperación de la Residencia, restaurándola con criterio y espíritu conservacionista, acorde a las peculiares características y valores del patrimonio de la Belle Époque en Buenos Aires, uno de los más importantes de América Latina. Durante 2002 y 2003 la Residencia fue objeto de un importante proceso de recuperación que modernizó sus servicios e incorporó instalaciones para ser utilizada también como centro de conferencias. A la vez, se recuperó gran parte de los exquisitos detalles originales que poseen su arquitectura y equipamiento, entre ellos, las tallas en madera del comedor y las escalinatas de la planta alta. Cuando se iniciaba tal proceso el embajador sir Robin Christopher, señalaba a un periódico local: La Residencia Madero-Unzué tiene un alto valor patrimonial, pero es también un símbolo de las relaciones

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argentino-británicas, y su conservación es una manera de sellar un futuro de negociaciones fecundas en lo económico y cultural.3 Además de la tarea de los expertos, también jugó un papel importante el interés que despertaron las obras de rescate en quienes a diario trabajaban en la Residencia, con la que mantienen no solo lazos laborales sino de afecto y respeto por su antigua arquitectura. Nos cuenta Inés Rinaldini, quien se desempeñaba como residence manager entonces, que aún recuerda el monitoreo y la supervisión realizados por especialistas del Foreign Office en los trabajos de restauración, como por ejemplo los correspondientes a las arañas de iluminación de los ambientes principales, que se enviaron a Londres y luego llegaron desarmadas: (…) recuerdo que cada pieza numerada se colocó en el piso del Gran Salón, a modo de un enorme rompecabezas que luego se fue armando cuidadosamente. Para nosotros fue

Una vista desde el balcón terraza del primer piso, hacia el Monumento al General Mitre y la Avenida del Libertador. Obra de la escultora Elizabeth Frink (1992), que celebra la reanudación de las relaciones entre Gran Bretaña y la Argentina luego del conflicto del Atlántico Sur. Leyenda en sobrerrelieve que recuerda la visita del príncipe Felipe, duque de Edimburgo, en 1966, cuando plantó un ejemplar de palo borracho.

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una tarea de aprendizaje importante en todo lo relacionado con el mantenimiento y la conservación del patrimonio histórico de la Residencia. El intercambio de ideas con especialistas de aquí y de Londres enriqueció nuestra labor y fortaleció el compromiso que veníamos teniendo en el cuidado diario de los ambientes, su mobiliario y su decoración. Algo esencial para nosotros, por tratarse de lugares que se encuentran en uso casi constante y en los cuales deben tomarse recaudos especiales para que no afecten sus valores originales ni su preservación.4 Tal conjunción de saberes y afectos aplicados a la recuperación de un monumento histórico donde se vive y trabaja a diario, ha favorecido la excelencia de los resultados y su permanencia en el tiempo. En este sentido, los cuidados actuales, a través de una constante tarea de mantenimiento preventivo, contribuyen a tal continuidad y, sobre todo, a resguardar su significación histórica, urbana, arquitectónica, artística y diplomática.

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Muro perteneciente a la casona de la antigua Quinta de Hale, donde funcionara la Residencia Británica entre 1938 y 1945.

En la página anterior, frente principal de la Residencia Británica, desde el rond point de Gelly y Obes.


EL PATRIMONIO CULTURAL MUEBLE

M

obiliario y objetos de arte Al referirnos a la arquitectura de la residencia Madero-Unzué hemos visto que, desde su inauguración en 1917, ha contado con un mobiliario de calidad y en armonía con los lineamientos estilísticos de su arquitectura interior. Tal conjunción de arte y arquitectura continuará, y se enriquecerá a partir de 1945 cuando inicie un nuevo ciclo de vida útil como Residencia Británica. A ello contribuyó la decisión de las autoridades británicas de equipar sus ambientes con una selección de obras de arte y mobiliario de época perteneciente a la Colección de Arte del Gobierno Británico (Government Art Collection). Incluso, figuran en los registros de la Embajada piezas prestadas por el Museo Victoria & Albert de Londres. Asimismo, a través del análisis de antiguas imágenes, se observó que la colección fue complementada con mobiliario traído de sedes anteriores de la Residencia en Buenos Aires.5 En la arquitectura del historicismo, tal tarea de ambientación resultaba esencial, pues la decoración de cada habitación funcionaba como una unidad en sí misma, con prescindencia de los locales adyacentes, aunque acorde a los patrones generales de su arquitectura. Especialistas en conservación de bienes muebles como Christian Untoiglich, señalan que la Residencia Británica posee una de las colecciones más importantes de mobiliario inglés de Buenos Aires, presente en muebles y piezas de arte que va desde el siglo XVII hasta el XX. Tal interés radica, además del valor artístico e histórico intrínseco de cada elemento, en el grupo patrimonial como conjunto, por su calidad, cantidad y criterio de adquisición. La colección se compone de piezas representativas de cada época con sus diferentes estilos, técnicas y tipologías, algo que puede apreciarse al recorrer los ambientes, junto con el criterio enciclopédico y la intención con que fue adquirido este patrimonio.6 Efectuemos un recorrido por los principales ambientes de la Residencia, deteniéndonos en las piezas que integran su magnífico mobiliario, otro de los elementos de valor patrimonial que justifican su condición de Monumento Histórico Nacional.

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V

estíbulo En los nichos se exhiben esculturas que representan las cuatro estaciones, realizadas en plomo patinado de principios del siglo XIX. Es curioso observar que a pesar de haber sido retiradas las obras originales por la familia Madero-Unzué, la Residencia mantuvo la misma temática en la estatuaria de este espacio. El mobiliario está compuesto de cuatro sillones estilo Barroco inglés de respaldo alto, realizados en caoba tallada, y una araña de bronce de seis luces.

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Vestíbulo, de planta circular y solado de diseño ajedrezado. Reja de hierro forjado de acceso al gran hall.


Bit alis ea nectep. Ebis dolecatus aut adit placcum eat magnam nam hillorum eum est alic

G

ran hall En este ambiente predomina el mobiliario estilo Renacimiento destacándose a los costados del frente de chimenea dos Wainscot Armchairs talladas en roble, de finales del siglo XVII. En la base de la escalera se exhibe el baúl de viaje de sir Woodbine Parish, primer representante británico en la Argentina, y a sus costados dos esculturas italianas de bronce patinado de comienzos del siglo XIX, que representan a un hombre junto a su perro y a una mujer acompañada de un Putto.

Escalera de mármol con balaustrada. Antiguo baúl de sir Woodbine Parish. A su lado, dos esculturas italianas de bronce patinado.

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Reloj inglés del siglo XVIII, llamado Tavern o Act of Parliament.

Chimenea con frente de mármol y sobrerrelieve de San Jorge matando al dragón.

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Aún cuelga en su sitio la araña original de bronce patinado y dorado de la colección Madero-Unzué. Sobre el rellano de la escalera cuelga el retrato oficial de Su Majestad la Reina Isabel II, representada en el Salón del Trono del Palacio de Buckingham, vestida con el traje de la coronación, luciendo la diadema de diamantes realizada para el rey Jorge IV, un demi-parure de diamantes de la reina Victoria, y el collar y la insignia de la Orden de la Jarretera. Junto a ella se observa el Trono realizado especialmente para su investidura y las insignias reales: la Corona Imperial y el Cetro. Se trata una de una reproducción del que encargó la Reina a sir Herbert James Gunn en 1953; el original se encuentra en el Salón del Trono del Castillo de Windsor.

Sillón ceremonial español del siglo XVII, uno de un par, de respaldo alto, tallado en nogal con su tapicería original de cuero pintado con diseño de damasco.

G

alería En el espacio ocupado antiguamente por un pasaje, el guardarropa y otras áreas de servicio, la Embajada abrió una galería paralela al eje de recepción que comunica directamente con el jardín de la Residencia. Aquí se expone mobiliario diverso compuesto esencialmente por un conjunto de sillones franceses estilo Luis XIV, de nogal, trasladados desde otras sedes de la Embajada en Buenos Aires; dos arañas de madera dorada a la hoja, estilo Barroco inglés, provenientes de la casa de la familia Drysdale sobre la Avenida Alvear, residencia del embajador inglés entre 1924 y 1946; un par de importantes sillones españoles del siglo XVII de nogal con su tapicería original de cuero damasquinado; un reloj inglés estilo Jorge III del siglo XVIII, llamado Tavern o Act of Parliament,7 decorado con chinoiserie en laca negra y dorada; dos arañas de madera dorada a la hoja estilo Barroco inglés de la colección Madero-Unzué ubicadas originalmente en el comedor del primer piso; y un par de urnas de caoba estilo Adam de finales del siglo XIX, utilizadas originalmente para guardar cuchillos (hoy convertidas en lámparas), que apoyan sobre pedestales neoclásicos de caoba del mismo período.

Knife Boxe de caoba estilo Adam de finales del siglo XIX, una de un par. Su diseño es en forma de urna, decorada con cuatro tallas de cabezas de carneros que sostienen guirnaldas de hojas de roble. Hoy convertida en lámpara, se utilizaba originalmente para guardar cuchillos.

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H

all y galería del primer piso En este hall, sobre una mesa refectorio de roble del siglo XVII se exhibe una fotografía autografiada de Isabel II y, a ambos lados, un par de sillones italianos de nogal del siglo XVII. Sobre la pared se encuentra un reloj a péndulo época Jorge III, circa 1780, realizado en caoba por James Brogden en Londres. Sobre dos consolas se exhiben un par de chenets del siglo XIX, realizados en bronce patinado, que representan a pequeños tritones atacando bestias marinas con sus tridentes.

Cabinet on Stand período William And Mary, circa 1690. Una de las piezas más valiosas de la colección de la Embajada. Enchapado en nogal con corte transversal y trabajo de encastre de maderas en forma de algas. En el centro, dos tapas con trabajo de encastre en ambas caras ocultan los cajones y el compartimiento interno. La base tiene tres cajones en el sector superior y apoyos en doble C trabajados. Detalle del interior con diez cajones y la puerta del compartimiento central, que oculta otro cajón más pequeño.

Cabinet on Stand del siglo XVIII decorado con laca negra y chinoiserie en dorado. Su basamento de madera dorada a la hoja está compuesto de un águila central rodeada de motivos florales.

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Reloj de chimenea francés, estilo Luis XVI, de principios del siglo XIX, realizado en bronce cincelado y dorado al ormolu. La caja, firmada H. Figard, está decorada con guirnaldas de hojas de roble, máscaras de leones y coronada con una urna flamígera.

Reloj período Jorge III, con caja de caoba. Posee un cuadrante de latón firmado James SmithLondon, decorado con motivos rocaille y anillos plateados que indican las horas en números romanos. Presenta una apertura para la fecha y silenciador.


Reloj a péndulo, época Jorge III, circa 1780, con caja de caoba. Presenta un cuadrante de latón firmado James Brogden-London, con las horas indicadas en números romanos, y un cuadrante secundario para los segundos, como así también una apertura para la fecha y silenciador. Las esquinas se encuentran decoradas con figuras de las cuatro estaciones.

Galería del primer piso.

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Bit alis ea nectep. Ebis dolecatus aut adit placcum eat magnam nam hillorum eum est alic

En el área de circulación inmediata a este hall, a la que denominamos galería, encontramos dos de las piezas más importantes de la colección de la Residencia. Se trata de un par de Cabinet on Stand, uno del siglo XVIII decorado en laca con chinoiserie en dorado sobre fondo negro, y su basamento de madera dorada a la hoja; y el otro del período William And Mary, circa 1690, revestido en nogal con marquetería en forma de algas, cuya autoría podría atribuirse a Gerrit Jensen. El resto del mobiliario está compuesto de un par de sillones Gainsborough de caoba, una Table D’Encrier del período Luis XVI enchapada en bois de violette y bois de rose, y un reloj del período Jorge III de caoba de la firma James Smith de Londres. Este corredor está iluminado con una araña inglesa de principios del siglo XIX, decorada con coronas de bronce y colgaduras de pailletes y gotas de cristal tallado.

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Hall del primer piso.

Table D’Encrier época Luis XVI, enchapada en bois de violette y bois de rose, con trama en damero y marqueterie floral sobre el tablero. Posee tapa plegable, cajón, puertas inferiores y apoyos en estípite.


G

ran salón o salón principal En la intervención realizada entre los años 2002 y 2003 se colocaron puertas de vidrio en los arcos de ingreso con el objeto de darle mayor intimidad al espacio, manteniendo de este modo la visión ininterrumpida desde el gran hall. Sobre los muros lindantes a la entrada del comedor destacan los retratos del rey Jorge V y de la reina María vestidos con sus trajes de coronación. Se tratan de reproducciones reducidas de los originales pintados por sir Samuel Luke Fildes y sir William Henry LLewellyn respectivamente, colgados en el Salón Azul del Palacio de Buckingham. Como señala la Royal Collection Trust, numerosas copias del retrato oficial de Jorge V fueron encargadas oficialmente para instituciones, embajadas y clubes de todo el Imperio. Debajo de ellos, sobre dos mesas consolas estilo Jorge II de madera dorada, se exhiben un par de chenets del siglo XIX reali-

Acceso al comedor desde el gran salón, flanqueado por los retratos del rey Jorge V y de la reina María vestidos con sus trajes de coronación.

En la página siguiente, gran salón o sala principal.

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Acceso a la sala de estar o Salรณn Azul desde el gran salรณn.

Espejo, cรณmoda y torcheres.

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Cómoda francesa época Luis XVI, enchapada en nogal y bois de violette, con trabajo de marqueterie que figura trofeos y motivos florales. Presenta un tablero de mármol belga gris Saint-Anne, tres cajones en el nivel superior y dos de mayor tamaño en el inferior. Los herrajes son de bronce dorado al ormolu, y los apoyos con forma troncocónica.

zados en bronce patinado, que representan cazadores con tricornio parados sobre pequeños puentes, uno con su perro y el otro atacando a un jabalí salvaje. Próximas a estos, dos torcheres francesas estilo Luis XIV de madera dorada a la hoja iluminan los retratos. Sobre el muro donde colgaba el retrato de la Sra. Sara Unzué y sus hijas, se colocó un gran tapiz flamenco de comienzos del siglo XVIII, tejido en lana y seda, en el que se representa una escena de cacería, distinguiéndose en el centro un castillo bordeado por un río y sobre las colinas las murallas y edificios de una ciudad. Debajo se ubican dos consolas con forma de águilas de madera dorada a la hoja a la manera de William Kent, del siglo XIX. Haciendo frente a este muro cuelga un importante espejo estilo Chippendale del siglo XIX. Debajo, una cómoda francesa época Luis XVI, realizada en nogal y bois de violette. A ambos lados se encuentran un par de torcheres inglesas estilo Rococó de madera dorada a la hoja, del siglo XVIII. En el centro de la sala, sobre una alfombra Kirman, circa 1890, se encuentra un conjunto de sillones y sofás estilo Jorge III, a la

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manera de John Linnell, de madera dorada a la hoja. En la esquina lindante a la sala de estar, un gran piano de la firma Chappell con caja de caoba, y enfrente, un juego de fauteils y sofá estilo Luis XVI. Del cielorraso cuelgan dos arañas estilo Jorge III de cristal tallado, circa 1820, fabricadas por F. & C. Osler.

S

ala de estar o Salón Azul Sobre el frente de chimenea se exhibe una garniture estilo Luis XVI compuesta de un reloj en forma de lira terminado en esmalte Bleu Royal con apliques de bronce dorado, firmado Howell & James Ltd, Regent Street, To the Queen; y dos candelabros del

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Tapiz flamenco de comienzos del siglo XVIII, tejido en lana y seda.


Sala de estar o Salón Azul.

Escritorio con tapa de cilindro época Jorge III, atribuido a un diseño original de Sheraton. Se encuentra enchapado en satinwood y presenta seis pequeños cajones en su interior. Encima de los dos cajones de mayor tamaño ubicados en la base se desliza una tabla para escribir. Los apoyos son en estípite.

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mismo material con cuatro brazos cada uno en forma de ramos de rosas que emergen de un sahumador. Como en época de la familia Madero, en las vitrinas se exhiben diversas piezas de porcelana. El mobiliario de esta sala es sumamente ecléctico, compuesto de piezas inglesas y francesas, destacándose entre ellas un par de consolas medialuna período Jorge III con tableros pintados con motivos florales; un escritorio con tapa de cilindro de la misma época, atribuido a un diseño original de Sheraton; un par de Three-Tier Etagere estilo Luis XVI de mediados del siglo XIX, y un espejo inglés de madera dorada a la hoja estilo Rococó del siglo XIX. La sala se ilumina a través de una araña estilo Jorge III de veinticuatro luces de cristal tallado, fabricada por F. & C. Osler, circa 1820, y dos apliques del mismo material y origen.

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Sala de estar o Salón Azul.

Consola medialuna período Jorge III, una de un par, enchapada en satinwood. El tablero posee un trabajo de encastre de maderas, pintado con una corona y guirnaldas de hiedra, y una guarda con perlas, lazos y motivos florales.


B

iblioteca-estudio Las dos bibliotecas que se situaban a ambos lados del trumeau fueron transformadas en ventanales por la Embajada; mantienen su altura y enmarque de madera. Sobre el frente de chimenea se exhibe un reloj francés época Restauración con las figuras de Cupido y Psique, siguiendo el diseño de Claude Michallon, realizado en bronce patinado y dorado, del primer cuarto del siglo XIX. El mobiliario está compuesto de un conjunto de cinco sillones y una banqueta Gainsborough estilo Jorge II, de finales del siglo XIX, realizadas en caoba parcialmente dorada; un Bureau Plat francés estilo Luis XV del siglo XIX; una Drum Library Table de comienzos del siglo XIX realizada en caoba, y un Breakfront Bookcase estilo Jorge III de caoba del siglo XX.

Escritorio y biblioteca.

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Del cielorraso cuelga una araĂąa estilo Jorge III de doce luces de cristal tallado, de comienzos del siglo XIX, fabricada por F. & C. Osler.

Escritorio y biblioteca.

C

omedor En el centro destaca una mesa extensible de caoba rodeada de un juego de treinta Dining Chairs del mismo material con respaldo alto. En el muro principal, y debajo de un gran tapiz, se encuentra una Serving Table estilo Jorge III que forma parte de un conjunto con dos Sideboard Tables ubicadas en el muro orientado a la calle Newton, todas ellas datadas a finales del siglo XIX.

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PĂĄgina 125 y pĂĄginas siguientes: comedor.



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Sobre estas dos últimas, cuelgan un par de espejos de madera dorada de estilo neoclásico, circa 1900. Completan el resto del mobiliario otras tres Sideboard Tables estilo Chippendale de principios del siglo XX, y un biombo chino de papel de seda pintado del siglo XVIII, compuesto de ocho paneles que representan una escena continua con hombres, mujeres y niños junto a montañas, árboles y ríos. Del centro cuelga una araña estilo Jorge III de cristal tallado con veinticuatro luces.

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Comedor.


VIDA SOCIAL

U

na residencia de puertas abiertas La que fuera la Residencia Madero-Unzué es actualmente una de las residencias más bellas del Reino Unido en el exterior. Su uso es permanente, no solo para las funciones de representación de los embajadores sino también para eventos orientados a fortalecer las relaciones bilaterales entre el Reino Unido y la Argentina. Desde 1947 hasta la actualidad ha recibido la visita de huéspedes de significación como han sido los integrantes de la Familia Real y los representantes de diversos sectores del Gobierno británico, así como de su quehacer financiero, cultural, social y deportivo. Entre las visitas de la Familia Real, se encuentran las realizadas en 1962 y 1966 por el príncipe Felipe, duque de Edimburgo, esposo de la reina Isabel II. Décadas más tarde, un artículo en The Sunday Times reveló que su presencia en marzo de 1962, en medio de una situación interna delicada, se relacionaba con el intento de respaldar al Gobierno democrático del entonces presidente Arturo Frondizi, ante los rumores de desestabilización a través de un golpe militar.8 En la visita de 1966, asistió a la inauguración del Campeonato Ecuestre Mundial, colocó la piedra fundamental del nuevo edificio de oficinas de la Embajada sobre calle Agote y, en los jardines de la Residencia, plantó un ejemplar de palo borracho. Hoy, al pie del mismo, una leyenda en sobrerrelieve recuerda aquella ocasión. Años más tarde visitó nuevamente la Argentina, en misión no oficial, para presidir una reunión sobre medio ambiente. Con la suspensión de las relaciones diplomáticas argentino británicas en 1982, pasó a desempeñar funciones en la Residencia el consejero David Joy, jefe de la Sección de Intereses Británicos, Embajada de Suiza; quien vivió allí junto a su familia. De aquel momento tan particular, recuerda la señora Frances Evans MBE, que trabajó 22 años en la Embajada: Una de las tareas que tuve a mi cargo fue la realización de un inventario minucioso del equipamiento de la Residencia, un trabajo que llevó varios meses y me permitió conocer mejor su rico patrimonio histórico.

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También, recuerdo haber sido designada secretaria social y, en 1984, ocuparme de la organización de la boda de Jennefer Marina, hija del matrimonio Joy, celebrada en los jardines, con gaiteros escoceses y numerosos invitados.9 Las relaciones diplomáticas fueron reanudadas en 1990 y el edificio recuperó entonces su función como residencia oficial del embajador británico. La primera visita oficial luego del conflicto del Atlántico Sur fue la del príncipe Andrés, duque de York, en 1994, durante el Gobierno de Carlos Menem. Con el objetivo de “reforzar el espíritu de reconciliación y mayor confianza de los últimos años”, la visita duró cuatro días y entre sus actividades el príncipe Andrés descubrió una estatua de George Canning.10 En noviembre de 1995 se produjo la visita de la princesa de Gales, Diana Spencer. Durante su permanencia en el país se hospedó en la Residencia Británica, donde mantuvo reuniones y prolongadas estancias al aire libre para disfrutar de la piscina y la excelente vegetación. Los recorridos de Diana incluyeron visitas a hospitales y entidades de bien público, así como a autoridades locales y viajes a la costa patagónica y a la localidad de Gaiman, en Chubut. En la plaza central de esta pequeña población, fundada por colo-

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El príncipe Felipe, duque de Edimburgo, saluda a la concurrencia cuando se retira del Instituto Cultural Británico, marzo de 1962. En su recorrida por el Hospital Británico, el príncipe Felipe visita la Sala de Niños, marzo de 1962.


nos galeses, fue ovacionada por una multitud. En la casa de té Caerdydd, se conserva en una vitrina la taza, el plato y la cuchara que utilizó en aquella oportunidad, así como su firma en el libro de visitas.11 Carlos, príncipe de Gales y heredero del trono británico, visitó la Argentina en 1999. Fue recibido con honores en la Plaza San Martín, con la Torre de los Ingleses de fondo y su presencia constituyó un nuevo hito en la marcha hacia la plena normalización de las relaciones argentino-británicas. Nuevamente, los jardines de la Residencia Británica fueron el ámbito propicio para encuentros de diverso tipo. En uno de ellos, el príncipe compartió charlas con descendientes de la familia Madero-Unzué, como Julián Bengolea Madero, quien vivió sus primeros diez años en esa Residencia, entonces su hogar.12 Una de las personas que recuerda vivamente aquellos años de visitas reales es Samuel Victoria, quien se desempeña como mayordomo en la Residencia desde 1995: (…) Diana nos impactó a todos, era muy simpática. Estuvo varios días en la Residencia y le gustaba mucho disfrutar del jardín y la pileta de natación. Recuerdo que un día en el solario me comentó que nunca había visto un cielo tan celeste como el de aquí. Años después recibimos la visita del príncipe Carlos, a quien le gustó mucho la arquitectura de la casa y tam-

Distintas actividades de Diana Spencer en ocasión de su visita a la Argentina, noviembre de 1995. En las imágenes se puede ver su visita al Hospital Garraham y durante una reunión con personal de la Embajada, en los jardines de la Residencia Británica.

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bién los espacios verdes, en donde plantó un ceibo e inauguró un jardín orgánico, cuyas especias seguimos utilizando en nuestra cocina. Recuerdo que, a solicitud del príncipe, tuve el privilegio de atenderlo personalmente, a pesar de haber viajado hasta aquí con sus propios mayordomos.13 Años más tarde, en 2004, visitaba Buenos Aires el príncipe Harry, hijo menor de Carlos y Diana. Su visita no tuvo carácter oficial. Además de hospedar importantes visitas, en la Residencia Británica año tras año se desarrollan múltiples actividades. Desde 1947 hasta el presente estas se han ido acrecentando y diversificando, hasta abarcar un espectro de temas y público cada vez más amplios. Hoy resulta habitual que, en sus dependencias, junto con sus funciones protocolares tradicionales, se realicen reuniones donde se abordan cuestiones como el cambio climático, el cuidado de los recursos naturales, el apoyo a fundaciones sociales, la ayuda a hospitales y escuelas, y la formación de jóvenes emprendedores, entre otros temas no menos importantes, que enriquecen el objetivo primordial de promover la integración cultural, social y económica británico-argentina. Entre las entidades que han participado se encuentran el Argentine British Community Council (ABCC), The English Speaking Union of Argentina (ESU), British American Benevolent Society (BABS), la Cámara de Comercio Argentino Británica (CCAB) y el Hospital Británico. Dentro de los eventos que habitualmente se celebran podemos mencionar la Kermesse Familiar, la Feria de Navidad y

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El príncipe Carlos durante su visita a la Argentina, marzo de 1999. Se lo puede ver dialogando con el comodoro Güiraldes, plantando un ejemplar de ceibo en los jardines de la Residencia Británica, y cuando recibe el trofeo obtenido al término de un partido de polo.


la Opera Night del ABCC, la gala anual de recaudación de fondos para el Hospital Británico, eventos de recaudación de fondos para BABS, el lanzamiento del Festival Shakespeare, la Harry Potter Book Night, Trafalgar Dinner, Oxbridge Dinner, entre otros. También, la Residencia ha acogido artistas británicos de proyección internacional que visitaron el país como The Rolling Stones, Roger Waters, Coldplay, Blur, New Order, Tom Jones, entre otros. Una muestra de la difusión que adquieren las actividades realizadas en la Residencia ha sido la última edición del Queen´s Birthday Party, un evento que, además de contar con gran concurrencia, reafirmó el claro sentido que otorga a sus realizaciones el término “puertas abiertas”.

Personal de la Embajada y de la Residencia, durante una visita del artista británico Tom Jones.

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UN PATRIMONIO VIVO

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ontinuidad y cambio, aliados inseparables En el terreno de los bienes culturales, una de las claves para conservar el patrimonio histórico es mantenerlo en uso e integrado a las necesidades del presente. Este principio se hace palpable realidad en la Residencia Británica, pues diariamente acontece en ella ese importante desafío que implica “habitar el patrimonio” y mantener el necesario equilibrio que debe existir entre cambio y conservación, entre el respeto a espacios y lugares históricos de altísima singularidad y los requerimientos del mundo diplomático de hoy. Pese a no conservar todo su mobiliario original, gracias a la cuidada ambientación realizada por el Gobierno británico en 1946, quienes hoy recorren los salones de la Residencia pueden revivir el carácter y estilo de un hôtel particulier de la Argentina opulenta, el que Carlos Madero no solo mandó construir, sino que participó activamente con la adquisición de objetos de calidad artística, para

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ambientar el entorno de la vida familiar. Esta espléndida vivienda particular, al igual que otras grandes residencias contemporáneas de la ciudad, constituye un patrimonio de primer orden internacional. A la significación histórica del sitio y de los valores estéticos y arquitectónicos que la convierten en una pieza clave de la Belle Époque local, la Residencia Británica agrega la importancia paisajística de sus entornos parquizados y, a nivel urbano, el conjunto que integra con la plaza Mitre uno de los sitios más originales y valiosos de la ciudad. Situada entre parques públicos y monumentos, y rodeada de edificios diseñados por arquitectos de prestigio, dentro del entorno cultural formado por la Biblioteca Nacional, el Museo Nacional de Bellas Artes y el Centro Cultural Recoleta, la Residencia Británica es un testimonio de alta significación y, sobre todo, un símbolo del vínculo histórico que existe entre ambos países. El mismo que inició en 1824 el primer representante británico ante la Argentina, Woodbine Parish, quien residía en una plácida quinta con vista al río, a pocas cuadras de aquí.

Queen´s Birthday Party en la Residencia Británica, edición 2017.

En las páginas siguientes, el embajador Mark Kent junto a su señora esposa, autoridades y personal de la Embajada y Residencia británicas durante el Queen´s Birthday Party, edición 2017.

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NOTAS

CAPÍTULO 1 1 • El término “quinta”, por definición, se refería a la manera de relacionarse del propietario de una tierra de laboreo con quien la trabajaría. El dueño facilitaba la tierra a laborar y pagaba al obrero con la quinta parte de lo que se cosechara. De ahí “quinta parte”, es decir, un 20% de lo obtenido. A medida que avanza el siglo XIX, más que una forma de arriendo, el significado corriente de “quinta” fue el de un lugar en las afueras con comodidades que la casa de la ciudad no satisfacía, particularmente en verano. Una suerte de “casa de recreo” o de descanso, que permitía gozar del aire puro, con plantaciones de árboles frutales, hortalizas, jardines, cocheras para carruajes y cercados con animales domésticos. 2 • Poco después de que el 11 de junio de 1580 Juan de Garay procediera a la fundación de Buenos Aires, el 24 de octubre del mismo año dejaba este testimonio: (…) yo en nombre de su majestad he empezado a repartir, y les reparto a los dichos pobladores y conquistadores, tierras y caballería y solares y cuadras, las doy y hago merced en nombre de su majestad (...), para que como cosa propia suya puedan en ella edificar, así casas como corrales (...), y hacer cualesquier labranza (...), como si lo hubiesen heredado de su propio patrimonio, y como tal puedan dar y vender y enajenar y hacer lo que por bien tuvieren (...). Con estas potestades adjudicaba a cada uno de aquellos fundadores las 65 suertes o chacras en la costa norte de la incipiente ciudad, mensuradas desde lo que hoy es Plaza San Martín en Buenos Aires, hasta la zona actualmente conocida con el nombre de Punta Chica, en San Fernando. Al sur se adjudicaron suertes de estancia, de mayores dimensiones. En: Pedro De Angelis, Fundación de Buenos Aires. Colección de Obras y Documentos. Buenos Aires, Plus Ultra, 1969, T. III, p. 339. 3 • Luis Cánepa, Buenos Aires de antaño en el Cuarto Centenario de su fundación, 1536-1936. Buenos Aires, Talleres Gráficos Linari, 1936. 4 • Maxine Hanon, Buenos Aires desde las Quintas de Retiro a Recoleta, 1580-1890. Buenos Aires, El Jagüel, 2000, p. 190. 5 • Woodbine Parish, Buenos Aires y las Provincias del Río de la Plata. Buenos Aires, Hachette, 1958, p. 172. 6 • Maxine Hanon, op. cit., p. 211. 7 • La pintura, perteneciente a una colección particular, se encuentra reproducida en las obras de Bonifacio Del Carril: Iconografía de Buenos Aires, Buenos Aires, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, 1982, p. 223 y Monumenta Iconographica. Paisajes, ciudades, tipos, usos y costumbres de la Argentina. 1536-1860, Buenos Aires, Emecé, 1964. Lámina IX. En esta última obra aparece bajo el título: “La residencia del ministro inglés, Buenos Aires”. 8 • La obra pertenece a la colección del Museo Nacional de Bellas Artes. 9 • Silvina Ruiz Moreno de Bunge, Historia de los parques en la pampa. Buenos Aires, El Ateneo, 1998, p. 27.

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10 • Views in South América from original drawing made in Brazil, the River Plate, the Paraná, & C. By William Gore Ouseley Esq. Late her Majesy´s Minister Plenipotentiary to the States for la Plata. And Formerly Charge d´Affaires at the Court of Brazil. London: Thomas M. Lean 26, Hay market. Lithographed and Printed at 70 St. Martins Lane, 1852. Láminas 147 y 148.

25 • El año anterior, el entonces presidente Marcelo T. de Alvear se encontraba en Londres, cuando anunció su decisión de invitarlo al país.

11 • Illustrated London News, Londres, 28 de enero de 1865. El grabado que aparece en la publicación se basa en un dibujo de David Powell, y en otro sobre las huellas de la explosión del polvorín del Cuartel del Retiro del profesor J. T. Dodge.

27 • “La Embajada de Gran Bretaña en Buenos Aires. Residencia oficial del Príncipe de Gales”. En: Revista Caras y Caretas. Buenos Aires, 14 de marzo de 1931, N° 1693.

12 • A. Del Pino, El barrio de Villa Crespo. Buenos Aires, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, 1974. Un decreto del 27 de noviembre de 1893 cambió su nombre por el de George Canning, actual Raúl Scalabrini Ortiz. 13 • “Lo que queda en pie”. En: Revista Caras y Caretas. Buenos Aires, 4 de febrero de 1899, N° 18. 14 • “Coronación de Eduardo VII. La recepción en la casa del ministro inglés”. En: Revista Caras y Caretas. Buenos Aires, 16 de agosto de 1902, N°202. “El cumpleaños de Eduardo VII y Víctor Manuel III”. En: Revista Caras y Caretas. Buenos Aires, 15 de noviembre de 1902, N° 215.

26 • “El ministro inglés en la Argentina”. En: Revista Caras y Caretas. Buenos Aires, 15 de agosto de 1925, N° 1402.

28 • “Caras y Caretas y sir Neville Henderson, nuevo embajador de Gran Bretaña ante el Gobierno y el pueblo argentino”. En: Revista Caras y Caretas. Buenos Aires, 9 de noviembre de 1935, N° 1936. 29 • Mark Bertram, op. cit. 30 • Plano propiedad del Sr. Juan Pearson. Dirección: Calle Anchorena 2412. Año: 1907. Archivo Histórico de Planos de AySA. 31 • Josefina Fornieles. Los Cobo en Argentina: más de 200 años en el país. Buenos Aires, edición de la autora, 2010, p. 34. 32 • Mark Bertram, op. cit.

15 • “Cumpleaños de soberanos. En la Legación de Inglaterra”. En: Revista Caras y Caretas. Buenos Aires, 14 de noviembre de 1903, N°267. 16 • En 2005, el edificio fue restaurado y remodelado, y conserva su uso de hotel. 17 • Gentileza del Sr. Daniel Sale. 18 • Gentileza del Sr. Bruno Iván Correia. 19 • Mark Bertram. “Room for Diplomacy Catalogue of British Embassy and Consulate buildings, 1800-2010. Argentina: Buenos Aires. Residence”. Disponible en: https://roomfordiplomacy.com/america-south/argentina/. Consulta: 30 de junio de 2017. 20 • Gentileza del Sr. Daniel Sale. 21 • Almanaque del Mensajero. Gentileza del Sr. Bruno Iván Correia. 22 • “Edificio de The Royal Mail Steam Packet Company”. En: Revista de Arquitectura. Buenos Aires, enero de 1917, N° 110. 23 • “La Gran Embajada Inglesa. Sir Bunsen saluda a la Argentina, por intermedio de Caras y Caretas”. En: Revista Caras y Caretas. Buenos Aires, 1° de junio de 1918, N° 1026. 24 • “Mansiones señoriales. La casa de los señores de Gowland”. En: Revista Plus Ultra. Buenos Aires, mayo de 1921.

CAPÍTULO 2 1 • Hale nació en 1804 en el condado de Middlesex, Massachusetts y arribó a Buenos Aires en 1833, a los 29 años. Ese mismo año crea la firma Samuel B. Hale & Co., que llega a ser una de las empresas importadoras, exportadoras y consignatarias más fuertes de plaza, con una flota propia de 46 barcos. Asimismo, negociaba con casas inglesas como Baring Brothers, Pierpont, Morgan, etcétera, gestionando empréstitos para el Gobierno nacional y los provinciales. Ocupó cargos importantes en el Banco de la Provincia de Buenos Aires, la Compañía Primitiva de Gas, el F.C. del Oeste, la Sociedad Rural Argentina, entre otros. En 1842 adquirió 12.500 hectáreas en Carmen de Areco, donde formó el establecimiento Tatay, dedicado a la cría de ovejas, exportación de cueros y lanas. Sus productos eran enviados a todas las exposiciones que se realizaban en el país, y obtuvieron más de 300 premios. En: Josefina Fornieles. Los Cobo en Argentina: más de 200 años en el país. Buenos Aires, edición de la autora, 2010, p. 127. 2 • Luego de la muerte de Mariano Unzué en 1906, la viuda continuó viviendo allí hasta su fallecimiento a principios de los años 30. En 1936 el Estado argentino expropió la quinta para destinarla a Residencia Presidencial. Allí murió Eva Perón en 1952. Fue demolida en 1956.


3 • “El futuro parque de la Recoleta”. En: Revista “Caras y Caretas”. Buenos Aires. 9 de junio de 1906. 4 • Jorge D. Tartarini, “La polémica Bouvard-Jaschke”. En: Revista Documentos de Historia Nacional y Americana. Buenos Aires, Instituto Argentino de Investigaciones de Historia de la Arquitectura y del Urbanismo, 1991, N° 30, p. 44. 5 • Diana Rosemberg y Graciela M. Viñuales, Las escalinatas. Buenos Aires, CEDODAL, 1999, p. 12. 6 • Carlos A. Rezzónico, Antiguas Quintas Porteñas. Buenos Aires, Interjuntas, Fundación Nuevas Perspectivas. 1996, p. 37. 7 • Revista Caras y Caretas. Buenos Aires, 29 de octubre de 1938. 8 • Sus nombres eran Carlos María Dionisio Madero Ramos Mejía y Sara Saturnina del Sagrado Corazón de Jesús Unzué Baudrix. 9 • “La boda de Sara Unzué”. En: Revista Caras y Caretas. Buenos Aires, 10 de diciembre de 1898, N° 10. 10 • A modo de ejemplo, Francisco Madero, el padre de Carlos, había fundado el pueblo de Maipú en la Provincia de Buenos Aires, donde poseía una estancia. Fue diputado, senador y ministro de Hacienda de la Provincia, como también presidente del Banco de la Nación, del F.C. del Oeste, y vicepresidente de la Nación durante la primera presidencia de Julio A. Roca (1880-1886). 11 • Otro factor que quizás haya incidido fue la aprobación en 1912 del trazado de la Avenida 9 de Julio. Dicha traza coincidía con la ubicación de su residencia de Arenales. Las obras de esta avenida recién comenzarán en 1936. 12 • Diario La Nación, 27 de noviembre, 7 y 14 de diciembre de 1907. Gentileza del Sr. Alejandro Machado. 13 • “Embajada Británica. Historia, arquitectura y tradición”. En: Revista Decoralia. Buenos Aires, octubre de 1970. 14 • Ibídem. 15 • Ibídem. 16 • Julián Bengolea Madero. Mi vida es sueño. Buenos Aires, Galáctica, 2016, p. 34. 17 • Julián Bengolea Madero. Op. cit., p. 22. 18 • Ernesto Schoo. “El viaje en barco”. En: Alberto Dodero y Philippe Cross. Argentina. Los años dorados, 1889-1939. Buenos Aires, El Ateneo, 2007.

ingleses y franceses del siglo XVIII como Thomas Gainsborough, así como Édouard Manet y John Singer Sargent. Trabajó tanto en Londres como en París, donde expuso en el Salón y la Société Nationale des Beaux-Arts . Uno de sus amigos más cercanos fue Marcel Proust, quien ayudó a editar varias de sus publicaciones, pues también se destacó como escritor. Ganó gran reputación como autor de retratos y su obra se destaca por la atmósfera de refinamiento y elegancia, aunque no exenta de carácter ni vigor. Véase: Sotheby´s. La Belle Époque. Paintings and Esculpture. New York, 1995. 20 • En la elaboración de las biografías colaboraron la Mg. Arq. Lucía Juárez (relevamiento documental en RIBA, UK), el Sr. Steven Collcutt, el Dr. Oscar A. De Masi y el Arq. Sergio López Martínez. 21 • Entre los estudios británicos más importantes debemos mencionar a los integrados por Eustace Lauriston Conder, Sidney B. Follet y Farmer; el de Paul Bell Chambers y el norteamericano Louis Newbery Thomas; el de Charles Evans Medhurst Thomas y Herbert Arthur Inglis; el formado por Robert Harrison Lomax, William Harper y Grant; y desde luego, el binomio que nos ocupa. 22 • Raúl Arnaldo Gómez Crespo. “Walter Bassett Smith y Bertie H. Collcutt. Su contribución a la arquitectura argentina”, s/f. Ejemplar mecanografiado del autor. Colección Oscar Andrés De Masi. 23 • Napoleón Baccino Ponce de León. Aarón de Anchorena. Una vida privilegiada. Buenos Aires, Sudamericana, 1995, p. 133. 24 • Fuente: RIBA Biographical Record. UK. 25 • En los planos de la residencia, fechados el 15 de junio de 1935, bajo el nombre de la Av. Alvear, aparece la leyenda aclaratoria: Antes calle terraza de la Quinta Hale. Fuente: Archivo Histórico de Planos, AySA. 26 • La Residencia con sus jardines al frente y sobre uno de sus laterales se emplazaba sobre cuatro lotes, los números 1, 2, 3 y 8, mientras que el jardín posterior comprende otros dos lotes, los 4 y 7. Véase el plano de loteo. 27 • Fabio Grementieri. “La embajada inglesa en un entorno privilegiado”. En: Diario La Nación, 11 de febrero de 2001.

CAPÍTULO 3 1 • “Embajada Británica. Historia, arquitectura y tradición”. En: Revista Decoralia. Buenos Aires, octubre de 1970. 2 • Mark Bertram, op. cit. 3 • Alicia de Arteaga, “Será restaurada y conservada la Residencia Madero-Unzué”. En: Diario La Nación. Buenos Aires, 21 de mayo de 2001. 4 • Entrevista mantenida con la Sra. Inés Rinaldini en la Residencia Británica, en julio de 2017. 5 • La descripción estilística del mobiliario y la decoración ha sido realizada por el Lic. Pablo Chiesa. 6. Conceptos del restaurador Christian Untoiglich durante una entrevista en la Residencia Británica. Untoiglich tiene a su cargo la restauración de un conjunto de bienes muebles de la Residencia. Junio de 2017. 7 • Su nombre se debe a una ley del Parlamento de 1797, de la época de William Pitt, que gravaba con un impuesto a los relojes de pared y bolsillo de propiedad privada. En consecuencia, relojes como este debieron ser instalados en lugares públicos, ya que mucha gente se deshizo de ellos. Al poco tiempo, esta ley fue anulada. 8 • “Una visita real intentó frenar la caída de Frondizi”. En: Diario Clarín. Buenos Aires. 29 de diciembre de 1997. 9 • Información provista por la Sra. Frances Evans al autor. 10 • “El príncipe Andrés visita la Argentina con las Malvinas como telón de fondo”. En: Diario El País. Madrid, 16 de noviembre de 1994. 11 • “Gaiman, el pueblo donde lady Di fue una vez a tomar el té”. En: Diario Clarín. Bueno Aires. 11 de agosto de 2014. 12 • Entrevista a Julián Bengolea Madero. Buenos Aires, julio de 2017. 13 • Entrevista al Sr. Samuel Victoria en la Residencia Británica, julio de 2017.

28 • Las residencias de Lutyens en estilo Reina Ana: Deaney Garden, en Sonning (1899); Tigbourne Court, en Surrey (1899); en neogeorgiano: en Neathcote Ilkey en Yorkshire (1906); Great Maythan Rolvenden en Sussex (1909). 29 • La descripción estilística del mobiliario y la decoración ha sido realizada por el Lic. Pablo Chiesa.

19 • Jacques-Émile Blanche, pintor de gran talento y figura ineludible de la Belle Époque, es considerado autodidacta, con un estilo derivado de pintores

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ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y COLECCIONES • Archivo General de la Nación. Departamento de Documentos Fotográficos • Archivo Histórico de Planos de AySA • Biblioteca del H. Congreso de la Nación • Biblioteca Nacional • Biblioteca de la Sociedad Central de Arquitectos • Colección Dr. Oscar Andrés De Masi • Colección Sr. Héctor José Ayerza Madero • Colección Sr. Julián Bengolea Madero • Colección Sra. Inés Bárbara Bengolea • Comisión Nacional de Monumentos, de Lugares y de Bienes Históricos

Grementieri, Fabio. “La embajada inglesa en un entorno privilegiado”. En: Diario La Nación. Buenos Aires, 11 de febrero de 2001.

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• Caras y Caretas. Bs. As., 29 de octubre de 1938, N° 2091. • Decoralia. Bs. As., octubre de 1970.


CRÉDITOS FOTOGRÁFICOS

CAPÍTULO 1

Pág. 6 Foto Gustavo Sosa Pinilla. Pág. 8 Foto Gustavo Sosa Pinilla. Pág. 9 Foto Embajada Británica. Pág. 14 Foto Gustavo Sosa Pinilla.

Pág. 31 Revista Caras y Caretas. Buenos Aires, 15 de junio de 1918, N° 1028. Págs. 32 a 35 Archivo General de la Nación. Departamento de Documentos Fotográficos. Pág. 36 Revista Caras y Caretas. Buenos Aires, 1° de septiembre de 1923, N° 1300. Pág. 37-38 Archivo General de la Nación. Departamento de Documentos Fotográficos.

Pág. 15 Biblioteca Nacional: The British Packet, and Argentine News. No. 1. http://trapalanda.bn.gov.ar/ jspui/handle/123456789/13528. Agosto de 2017.

Pág. 39 Revista Caras y Caretas. Buenos Aires, 15 de agosto de 1925, N° 1402. Revista Caras y Caretas. Buenos Aires, 14 de marzo de 1931, N° 1693.

Pág. 16 Guillermo H. Moores, Estampas y vistas de la Ciudad de Buenos Aires, 1599-1895. Volumen I. Buenos Aires, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Edit. Peuser, 1945.

Pág. 40 Revista Caras y Caretas. Buenos Aires, 9 de junio de 1906, N° 401.

Pág. 17 Bonifacio del Carril y Aníbal G. Aguirre Saravia, Iconografía de Buenos Aires. La ciudad de Garay hasta 1852. Buenos Aires, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, 1982. Pág. 18 Colección particular. En: Bonifacio del Carril, Monumenta Iconographica. Paisajes, ciudades, tipos, usos y costumbres de la Argentina. 1536-1860, Buenos Aires, Emecé, 1964. Lámina IX. Pág. 19 Maxine Hanon, Buenos Aires desde las Quintas de Retiro a Recoleta, 1580-1890. Buenos Aires, El Jagüel, 2000. Pág. 20 Colección Museo Nacional de Bellas Artes. Pág. 21 Colección Horacio Porcel. En: Silvina Ruiz Moreno de Bunge, Historia de los parques en la pampa. Buenos Aires, El Ateneo, 1998, p. 27. Pág. 22 Biblioteca Nacional. Pág. 23 Guillermo H. Moores, Estampas y vistas de la Ciudad de Buenos Aires, 1599-1895. Volumen I. Buenos Aires, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Peuser, 1945. Láminas 147 y 148. Págs. 24 a 26. Archivo General de la Nación. Departamento de Documentos Fotográficos. Pág. 27 Revista Caras y Caretas. Buenos Aires, 16 de agosto de 1902, N° 202. Revista Caras y Caretas. Buenos Aires, 14 de noviembre de 1903. Pág. 28 Foto Jorge D. Tartarini. Revista La Propiedad. Buenos Aires, 26 de Mayo de 1904. Pág. 29 Revista Caras y Caretas. Buenos Aires, 25 de abril de 1903. Pág. 30 Fotos Jorge D. Tartarini. Revista de Arquitectura. Buenos Aires, enero de 1917, N° 110.

Pág. 40-41 Foto aérea gentileza de Juan Carlos Borra. Pág. 42 Archivo Histórico de Planos de AySA. Pág. 46 Foto Gustavo Sosa Pinilla.

Pág. 60 Gentileza Sr. Julián Bengolea Madero. Pág. 61 Gentileza Sr. Héctor José Ayerza Madero. Pág. 62 Gentileza Sr. Julián Bengolea Madero. Pág. 63 Gentileza Sr. Héctor José Ayerza Madero. Pág. 64 Gentileza Colección particular Sra. Inés Bárbara Bengolea. Pág. 65 Gentileza Sr. Héctor José Ayerza Madero. Pág. 66 Archivo General de la Nación. Departamento de Documentos Fotográficos. Pág. 67 Gentileza Sr. Héctor José Ayerza Madero. Pág. 68 Biblioteca Sociedad Central de Arquitectos. Foto gentileza Sr. Steven Collcutt. Pág. 69 Foto gentileza Colección Dr. Oscar Andrés De Masi. Pág. 70 Foto gentileza Arq. Sergio López Martínez. Foto gentileza Colección Dr. Oscar Andrés de Masi. Pág. 71 Foto gentileza Dr. Oscar Andrés De Masi.

CAPÍTULO 2

Pág. 72 Fotos gentileza Arq. Sergio López Martínez. Págs. 73 a 79 Gentileza Sr. Héctor José Ayerza Madero.

Pág. 46 Foto Gustavo Sosa Pinilla.

Pág. 80 Archivo Histórico de Planos de AySA.

Pág. 48 Colección Museo de Arte Hispanoamericano Isaac Fernández Blanco.

Págs. 82 a 91 Gentileza Sr. Héctor José Ayerza Madero. Pág. 94 Foto Gustavo Sosa Pinilla.

Pág. 49 Josefina Fornieles, Los Cobo en Argentina: más de 200 años en el país. Buenos Aires, edición de la autora, 2010. Pág. 50 Archivo General de la Nación. Departamento de Documentos Fotográficos. Pág. 52 Revista Caras y Caretas. Buenos Aires, 9 de junio de 1906, N° 401. Carlos A. Rezzónico, Antiguas Quintas Porteñas. Buenos Aires, Interjuntas, Fundación Nuevas Perspectivas. 1996. Pág. 53 “División de la Quinta de Hale”. Diario La Prensa, Buenos Aires, 20 de junio de 1907. Pág. 54 Diana Rosemberg y Graciela M. Viñuales, Las escalinatas. Buenos Aires, CEDODAL, 1999. Archivo Histórico de Planos de AySA. Pág. 55 Foto Gustavo Sosa Pinilla. Archivo General de la Nación. Departamento de Documentos Fotográficos. Pág. 56-57 Archivo General de la Nación. Departamento de Documentos Fotográficos Pág. 58-59 Foto Gustavo Sosa Pinilla.

CAPÍTULO 3

Pág. 94 Foto Gustavo Sosa Pinilla. Pág. 96 Foto Gustavo Sosa Pinilla. Pág. 97 Plano Catastral de la Ciudad de Buenos Aires. Buenos Aires. Impreso Talleres Gráficos del Servicio Hidrográfico del Ministerio de Marina. 1941. Págs. 98 a 128 Fotos Gustavo Sosa Pinilla. Pág. 130 Archivo General de la Nación. Departamento de Documentos Fotográficos. Pág. 131 Gentileza revista Gente. Gentileza Sra. Frances Evans. Pág. 132 Gentileza revista Gente. Pág. 133 Foto gentileza de Sra. Eugenia Cogorno. Págs. 134-137 Fotos Embajada Británica.

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AGRADECIMIENTOS

La Embajada Británica desea agradecer a las siguientes empresas que contribuyeron con la realización de este libro mediante su apoyo a las celebraciones por el cumpleaños de Su Majestad la Reina Isabel II en 2017: Aggreko, Andes Energia PLC, Andina PLC, BP, BT, Compass Group, EY, Foster+Partners, Geometry Global, GSK, HSBC, JLT, PAE, Schroders, Shell, Unilever y Willis Towers Watson.


Esta ediciรณn de 800 ejemplares se terminรณ de imprimir en Talleres Trama S.A, Pje. Garro 3160/70, Ciudad Autรณnoma de Buenos Aires, Argentina, en el mes de noviembre de 2017.




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