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#HicieronHistoria María Luz Morales
Desde pequeña, María Luz Morales tuvo una gran fascinación por la literatura y el teatro, arte que con el tiempo se convirtió en la base esencial de su labor periodística. El trabajo de su padre les llevó a asentarse en Barcelona, donde se instruyó en Filosofía y Letras. A principios del siglo XX, María Luz Morales se ganaba la vida con el periodismo literario, pero acostumbraba a firmar sus crónicas con pseudónimos de personajes de ficción. El que más utilizó fue el de Felipe Centeno, en homenaje a la obra de Benito Pérez Galdós.
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Para valorar la trayectoria periodística de María Luz Morales es necesario subrayar que, en su época, la labor desarrollada por las mujeres en la prensa era muy escasa. La mayoría de las mujeres que escribían en medios eran colaboradoras esporádicas. En los años 20, María Luz Morales se hizo un hueco en la profesión periodística gracias también a su bagaje cultural y colaboró con importantes revistas y diarios. Morales trabajó como analista de moda y aportaba a sus escritos una visión sociológica y un novedoso enfoque sobre los temas femeninos. Uno de sus objetivos era, de hecho, promover la emancipación de la mujer.
Durante esta época, el gerente de la productora de cine Paramount quiso conocer al autor de las críticas de cine firmadas por el tal Felipe Centeno y contactó con él. Cuando en lugar de un hombre, apareció María Luz Morales, el gerente de Paramount, gratamente sorprendido, le propuso trabajar como asesora de la productora. Un trabajo que desempeñó de forma continuada y que se tornó fundamental con la llegada del cine sonoro, ya que Morales contribuía con las traducciones y adaptaciones de películas.
Si la época de la II República fue un revulsivo para el papel de la mujer en la sociedad, el estallido de la Guerra Civil supuso un fuerte varapalo. También, para los periódicos, por la situación de censura y por la dificultad para transmitir las noticias. Durante estos años, los medios de comunicación quedaron intervenidos o fueron incautados. Muchos periodistas fueron asesinados y otros acabaron encarcelados o exiliados.
La Vanguardia, uno de los diarios de mayor tirada nacional en aquella época, vivió una situación especialmente crítica al estallar la Guerra Civil. Su director, de ideología conservadora, se vio obligado a huir por las amenazas de los milicianos. El diario, como otros tantos, fue ocupado, en este caso por la CNT-UGT. Era urgente nombrar a un nuevo director, pero la persona que ocupara el cargo debía ser un periodista de prestigio. De manera que tanto redactores como corresponsales coincidieron en que María Luz Morales era la persona perfecta. Ella mantenía buena relación con todos los compañeros, tanto con los periodistas como con los trabajadores de los talleres y los sindicatos. Y así es como la dirección fue a parar a manos de la única mujer de la plantilla en aquel momento. Aunque al principio fue reacia a la idea, Morales terminó aceptando el puesto de directora bajo la premisa del deber profesional.
Fueron momentos difíciles, ella estuvo al frente del rotativo pocos meses, pero en un momento muy decisivo. A pesar de la presión de los interventores, María Luz Morales se negó a publicar algunos comunicados que le querían imponer desde la Generalitat, en coherencia con sus ideales republicanos.
Tras la victoria de los falangistas, se abrió una fase de depuración de todos los periodistas contrarios al régimen, se les retiraron los pasaportes y se les prohibió colaborar en prensa. María Luz Morales, apartada de su cargo, fue recluida en un convento durante un tiempo considerable. Tras ser liberada y pasados los peores momentos, continuó trabajando como redactora en varias revistas y diarios, de nuevo bajo pseudónimo. Así fue como compaginó el periodismo con la literatura y abarcó todos los géneros: novela, poesía, teatro, ensayo, cuentos infantiles…
Sorprendentemente, la figura de esta gran señora de la prensa es muy desconocida para las nuevas generaciones de periodistas y es nuestro deber ponerla en valor. Para todas las mujeres y hombres que nos dedicamos al periodismo, la trayectoria de María Luz Morales resulta inspiradora. Nos recuerda que la vida puede ser mucho más que lo que la sociedad ofrece y que la responsabilidad de quienes empuñamos la pluma y el papel es la de escribir sintiéndonos libres.