Este es mi MAPA DEL INSTANTE bienvenidos
Conservar un mapa de una ciudad que ya visitĂŠ es como abandonar una parte del pasado en un cajĂłn. Por eso prefiero otorgarle una nueva existencia. Rearmo imagino recorto selecciono descubro pego creo una capa agrego 10 niveles mas. Y me desplazo en paralelo viviendo hoy, ayer y maĂąana. Persigo al momento en el que estoy sumergida en el papel. Soy ese instante. Separo lo que no quiero. Conservo solo lo que deseo resignificar. Mantengo la memoria de lo que fue y gesto un nuevo plano.
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Quizá como algunos recuerdos, un mapa es efímero y es eterno, pero a la vez es un presente. El mapa de Verónica, hoy, es este libro: es un aquí y ahora, aunque lo que flote capa sobre capa sean formas del pasado, recorridos, experiencias que modelan una mirada afilada a fuerza de reflexión. Su magia es reinventar mapas sobre mapas, crear capas sobre capas, dejar que dialoguen formas y colores y caminos, para descubrir el resplandor de una epifanía: el instante es tan eterno como queramos. Y la decisión está en el que se arriesga al ejercicio zen. ¿Se puede jugar? Para volver, para estar acá, primero hay que irse. El primer movimiento es un mar, o quizás una tierra, naranja que aborda una ciudad de volúmenes desordenados. Qué importa si es real cuando alcanza sentirla como presente, como puerta a esos universos escuetos en palabras porque los pasos, vivos y superpuestos, hacen que todo pase a la vez, hasta la terra incognita. El mapa sedimenta los años, la vida de una ciudad, las persistencias cotidianas que convierten una superficie cualquiera en barrio, un puente en anécdota, una avenida en recuerdo, un paisaje en esa forma de tesoro privada que son las memorias personales. Somos en las ciudades. Es caprichoso el instante, y por eso mismo tiene algo de hechizo. ¿Qué pasa donde parece que no pasa nada? ¿Una ciudad es todas las ciudades? ¿La experiencia ajena es una forma de la propia? ¿Existen los recuerdos enteramente propios? ¿Y los enteramente ajenos? Para saber hay que intentarlo. Ahora.
Soledad Vallejos
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Habito en el presente, no lo advierto. Cierro los ojos respiro hago una pausa percibo soy.
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En el intento de delinear una nueva ruta cuando la capturo, se disipa.
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Gracias a Ale por creer en mí y ser mi apoyo, a Santi y Tomy por ser el mejor regalo que me dió la vida y fuente inagotable de inspiración y aprendizaje. A mi mamá, mi papá y mi hermano Sebita que están siempre a mi lado. A Lu por recorrer el camino conmigo, a mis amigos y maestros, en especial a Marta Zátonyi que cambió para siempre mi manera de mirar el mundo.
Referencias de las obras: 7 / En un instante al azar. Calado sobre papel, 30 x 60 cm, 2013 9 / El presente es la entrada. Calado sobre papel, 43 x 65 cm, 2013 10 / Cada camino anuda y libera. Calado sobre papel, 28 x 22 cm, 2013 11 / Se mueven, se fue. Calado sobre papel, 29 x 22 cm, 2013 12, 13, 14 y 15 / Sucede en paralelo. Serie de 6 obras. Calado sobre papel, 12 x 18 cm, 2014 16 y 17 / Contínuo proceso 1 y 2. Calado sobre papel, 20 x 23 cm, 2014 19 / Encadenado fluir. Calado sobre papel plegado, 10 x 12 cm, 2013 20 / S/t. Ilustración sobre cuaderno de artista, 21 x 26 cm, 2014 22 / Fluir sin fin. Calado sobre papel, 29 x 21 cm, 2014 24 / Espacio tiempo flotante. Calado sobre papel, 42 x 29 cm, 2013 27 / S/t. Ilustración sobre cuaderno de artista, 14 x 21 cm, 2014 28 / S/t. Ilustración con estilógrafo s/ papel, 20 x18 cm, 2014 29 / S/t. Calado sobre papel, 21 x 28 cm, 2014 31 / Lo que fui a buscar, ya lo tenía. Calado sobre papel, 15 x 30 cm, 2014 32 / Al volver lo veo distinto. Calado sobre papel, 29 x 21 cm, 2014 35 / S/t. Calado sobre papel, 23 x 36 cm, 2014 36 / Tapas para el libro “Buenos Aires, Megaciudad”. Calado sobre papel, 60 x 23 cm, 2013 39 / Hacia atras, nada. Calado sobre papel, 29 x 21 cm, 2013