El Jardin Rampante

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El Jardín Rampante Una propuesta de Rodrigo Díaz

Intervención artística Patio del Museo de Bellas Artes de Córdoba [Plaza del Potro s/n] 07-27 / mayo / 2013



Lejos de tu jardĂ­n quema la tarde Antonio Machado


CONSEJERÍA DE CULTURA Y DEPORTE DE LA JUNTA DE ANDALUCÍA Luciano Alonso Alonso Consejero de Cultura y Deporte Elia Rosa Maldonado Maldonado Directora General de Bienes Culturales e Instituciones Museísticas Manuela Gómez Camacho Delegada Territorial de Educación, Cultura y Deporte en Córdoba José María Palencia Cerezo Director del Museo de Bellas Artes de Córdoba EDITA JUNTA DE ANDALUCÍA. Consejería de Cultura y Deporte PATROCINA (Material) Grupo SOJO TEXTOS José María Palencia Cerezo Rodrigo Díaz Núñez MAQUETACIÓN Rodrigo Díaz Núñez



El patio del Museo de Bellas Artes de Córdoba en el siglo XXI. A propósito de una intervención de Rodrigo Díaz.

El patio o jardín principal del Museo de Bellas Artes de Córdoba ha tenido siempre una especial relevancia, no solo para el propio museo en tanto que antesala y receptáculo acogedor del público que se acerca al mismo, sino especialmente para toda una ciudad como Córdoba, que tiene en Julio Romero de Torres uno de sus símbolos universales y que acoge también desde 1931 el Museo dedicado al artista. Lejos quedan ya -como ancianas- aquellas fotografías en que podía verse a toda la familia Romero de Torres posando en antecedencia y descendencia; entre piezas arqueológicas de aquellas que formaban parte del antiguo Museo Arqueológico Provincial, que junto a la Escuela Provincial de Bellas Artes, la Real Academia y el propio Museo de Bellas Artes, formaban el póquer de ases con el que se jugaba su prestigio cultural y su talla intelectual la cultura decimonónica cordobesa. Durante buena parte del siglo XX tuvo un aire clásico que, al compás de las intervenciones restauradoras de Velázquez Bosco y Francisco Javier de Luque, le vino dando Enrique Romero de Torres a base de mezclar en él elementos de la arquitectura y jardinería vernáculas


cordobesas con copias de esculturas griegas de la colección Cristina de Suecia depositadas en su día por el Museo del Prado, y retratos más propiamente romanos del mismo Bellas Artes. Aquellas, después de ocho décadas de exposición a la intemperie, hicieron aconsejable su retirada con objeto, por un lado de frenar su avanzado deterioro, y por otro, no dificultar el paso de unos visitantes finiseculares que llegaban al museo como “tropíos”, al compás de un turismo de masas que la globalización y los adelantos técnicos no han hecho más que incrementar. Sabemos también que ya desde la postguerra, el Patio del Museo entraba a formar parte de los festivales de patios – con o sin concursoque en la ciudad se venían desarrollando como manifestación de la espontaneidad popular, en la relación de esta peculiar ciudad con la primavera y los motivos que en ella despliega la naturaleza. Todo ello escenografiado sobre un casco histórico de genuina belleza, que ya desde 1912 iba a tener una protección especifica defendida especialmente también por los Romero de Torres – Enrique a la cabeza –, que hoy, a más de un siglo de distancia, se puede valorar como muy positiva en lo que respecta a la pervivencia de la arquitectura autóctona tradicional, cuyo consiguiente casticismo popular se convierte en escenario ideal para esta fiesta, ahora declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO. Ha sido también en el siglo XXI cuando este patio, que por su función simbólica podemos considerar o calificar como el patio de los artistas, se ha abierto a la posibilidad de que alguno de ellos intervenga en el mismo, apropiándose así de su arquitectura y sus valores estéticos,


en función del trabajo planteado por estos para interactuar con sus elementos en función de lo que cada uno disponga. Tal sucedió en 2006 cuando, formando parte del proyecto titulado Cuidadores de patios, impulsado por la Diputación a través e la Fundación de Artes Plásticas Rafael Botí , intervino en una de sus paredes la artista Maru Calmaestra (Málaga, 1977), que con su peculiar estilo, efigió y evocó la figura de doña Rosario de Torres Delgado, madre de la saga Romero de Torres, lo que se hizo efectivo el 18 de mayo, Día Internacional del Museo. Aunque concebida como arte efímero por estar situada al aire libre, su intervención todavía puede contemplarse hoy junto a la puerta de entrada a lo que fuera hogar Romero de Torres durante casi siglo y medio. Tres años después, el patio del Museo de Bellas Artes fue también el lugar escogido por Gerardo Mosquera para formar parte de un proyecto en el que dieciséis patios relevantes de la ciudad iban a ser intervenidos por otros tantos artistas de ámbito internacional. Fue titulado El patio de mi casa y quedó articulado en torno al conjunto de actuaciones que sirvieron de preámbulo al fallo de la designación de Capitalidad Cultural Europea para 2016, tristemente fallido para la candidatura cordobesa. Entonces fue el artista brasileño Rubens Mano el que utilizó sus espacios para invitar al espectador, por medio de cámaras y videos, a entrar en un juego de magia entre lo visible y lo invisible, la imagen y el sonido, en dialéctico juego con la cambiante naturaleza, las salas


del museo y la prístina imaginación personal. Una intervención ésta que se desarrolló entre el 22 de octubre y el 29 de noviembre de 2009. Y será por fin en este 2013 cuando, de nuevo, Rodrigo Díaz Núñez (Cuenca, 1981) haga uso de su arquitectura para desarrollar en ella su Jardín Rampante, una instalación inspirada en las estructuras vegetales de la naturaleza que entendemos que tiene excelente cabida dentro del ambiente festivo y colorista de las fiestas del mayo cordobés, en que el patio del museo será visitado por miles de personas. Es Rodrigo Díaz un joven conquense licenciado en Bellas Artes por la Universidad de Castilla-La Mancha, que ha realizado ya exposiciones en el ámbito universitario, en la Diputación de su ciudad natal o también, por ejemplo, el Espacio Islandia de Madrid, y se encuentra en la actualidad llevando a cabo sus prácticas del VI Master de Museología de la Universidad de Granada en el propio Museo de Bellas Artes de Córdoba. Es por ello que conoce perfectamente el espacio y bastantes de los entresijos del lugar con el que se enfrenta. Su trabajo como artista parece heredero del espíritu abstracto, informal y objetual, que animó a la avanzada vanguardista española que se relacionó de manera especial con su ciudad, y que tiene hoy su reflejo manifiesto en el Museo de Arte Abstracto Español de Cuenca. Según sus propias palabras, la misión del Jardín Rampante no sólo es trepar por la pared tratando de unir la tierra con el cielo, sino conformar una visión sugerente del universo vegetal y colorista donde se enfrente lo natural con lo artificial, permitiendo e invitando al espectador a deambular en su entramado para ofrecerle una experiencia sensorial activa.


Si entre todos conseguimos que ello se cumpla, habremos abierto el museo a la sociedad y se lo habremos dado para su uso efectivo a los artistas. En todo caso, su intervención marcará también un antes y un después para este tipo de actuaciones, que es de desear que, a partir de este momento, tenga continuidad a lo largo del tiempo. Esa águila Al acecho de Aurelio Teno que desde este año presidirá también el jardín del Museo asombrando al visitante como muestra del particular ingenio artístico cordobés, es la mejor prueba de que el Patio del Museo se siente moderno y ha entrado también de lleno en el siglo XXI. Si todos llegamos a percibirlo así, el trabajo estará bien hecho y la fiesta será para todos muchos más notable. De lo que nos sentiremos especialmente satisfechos.

José María Palencia Cerezo


El Jardín Rampante

El patio es el declive por el cual se derrama el cielo en la casa J.L Borges

Córdoba engalana, generalmente la segunda y tercera semana de mayo, los característicos patios y jardines de sus viviendas. Esta celebración, que se oficializa a mediados del siglo XX pero que tiene sus raíces en costumbres centenarias, se conforma como un incentivo y motivación para la conservación de estas arquitecturas típicas cordobesas. La festividad de los Patios Cordobeses ha sido declarada en diciembre de 2012 como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO. Coincidiendo en fecha, el 18 de Mayo, ICOM celebra el Día Internacional de los Museos, motivo para propiciar las iniciativas que promuevan sus instituciones, destinadas al público, intentando además dirigir la atención de las instituciones de las que dependen y de los gobiernos hacia las funciones y necesidades de los museos, e incrementando el diálogo entre los profesionales y las distintas disciplinas o especialidades. Este año 2013, el lema es MUSEOS (memoria + creatividad) = PROGRESO SOCIAL, ecuación que aúna de manera dinámica conceptos diferentes y esenciales que definen lo que un museo es en la actualidad, insistiendo


en su naturaleza universal y en la influencia positiva que ejercen en la sociedad. Resume también la bifurcación que están experimentando los museos y reitera su misión de contribuir al desarrollo y unión de la comunidad. Con estos Artes de patio del festivo y

motivos, se presenta en el patio de acceso al Museo de Bellas Córdoba El Jardín Rampante, una instalación ubicada en el museo, inspirada en las estructuras vegetales y el ambiente colorista de estas fechas.

Esta propuesta está enmarcada en un proceso de análisis de los territorios y lugares de acción del dibujo. El dibujo como ejercicio mental, como mediador en las relaciones entre sujeto y espacio (físico y simbólico), modificando y desvelando la percepción de los escenarios cotidianos y arquitectónicos. Este estudio se inicia dentro de los proyectos educativos llevados a cabo en distintos ámbitos museísticos en torno a la forma, la materia y el volumen y sus relaciones con el soporte -bidimensional y tridimensional- y los procesos compositivos. Como resultado de dichos procesos, surge Pajitas Delineandi, instalación realizada en Espacio Islandia (Madrid) en enero de 2013, donde se plantea la idea de dibujar (con pajitas flexibles a modo de líneas) eliminando el esbozo, improvisando los gestos y la composición conformando una estructura que deja de ser representación y se convierte en presentación. En la misma linea conceptual, El Jardín Rampante se articula como un juego espacial donde se relaciona lo objetual y lo arquitectónico. La instalación funciona así como un dibujo en el espacio, un ejercicio compositivo tridimensional (que presenta y representa una estructura) formado por líneas quebradas de colores, donde los trazos están definidos por pajitas de coctelería a modo de tallos y ramas que se


expanden de forma caótica –pero equilibrada- y ascendente. El objetivo es conformar una visión sugerente del universo vegetal y colorista, donde se enfrenta lo natural y lo artificial, permitiendo e invitando al espectador a deambular en el entramado y ofreciendo así una experiencia sensorial activa. Rodrigo Díaz Núñez









Foto: Rebeca Blanco

Agradecimientos Al equipo del Museo de Bellas Artes de Córdoba, en especial a José María Palencia, Francisco Godoy y Manuel Aguayo, por confiar desde el principio en esta ocurrencia. A Eva Guzmán, Rebeca Blanco, Mar Carralero, Raquel Gutiérrez y Lizeth Vivó, por la compañía, las risas y la importante ayuda durante el montaje.



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