Barradas [el país]

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Una vanguardia oriental

impone el Vibracionismo en Europa: Siembras en eI

extetior

xiste algo así como una puja respecto a cuál es el mejor de los tres. Los tres constituyen la famosa tríada que conforman Pedro Figari, Rafael Barradas y Joaquín Torres García. Se reciben apuestas. El más opulentamente famoso de los tres, el más cerca de una figura clásica de Ia pintura universal parece ser Joaquín Torres García. Y de los tres, el que motivó la construcción de una iglesia propia. O una capilla, un término más literario. EI más cerca a la esencia rioplatense, se ha dicho, fue Pedro Figari. Y el menos comprendido a nivel local. El que para algunos, que son muchos, ha sido el más dotado de los tres, el más pintor, el autor de series y obras que están a Ia altura de las grandes piezas de la historia del arte es Rafael Barradas, o Rafael PérezGiménez, si se lo quiere identificarpor su nombre real. No fue un desaprovechado por sus compatriotas, como Figari, porque se fue pronto del país y murió tan rápido que hoy día la mayoría sólo podría recordarlo por su labor de caricaturas y por ese alud


de dibujos que rearizó mientras se tomaba un café bien negro. Esa superabundancia de dibujos prolifera hasta ahora, tiñendo de sospechas las obras aLápiz de Barradas; falta de referencias a mano ni entendidos que las autentiquen. La autenticación no es un trabajo fácil.Algunas hijas de Figari se dedicaron a esas tareas, ¿tenían los conocimientos suficientes para hacerlo? caso diferente es el de Torres Garcia: con una viuda que vivió más de cien años, una producción casi totalmente registrada en exposiciones del Taller y una familia integrada mayormente por hijos pintores que no dejaron manipular el patrimonio. Pero fuera del dibujo, copiar a Barradas no es una tarea fácil. Es difícil reproducir al pintor. su serie sobre el vibracionismo, la de Los Magníficos, y el tercer torreón, {üe fueron los estampones que ocuparon su etapa final, junto con la temática religiosa, figuran ala cabeza de Ia plástica rracronar.

I


Nació el 4 de enero de 1890 en una casa de la Aguada, situada en Ejido al 29. Es el segundo de los tres hijos que tuvieron los inmigrantes españoles Rafael PérezBarradas y Santos Giménez Rojas. El padre tenía 2g años y provenía de Valencia de las Torres,

provincia de Badajoz, Extremadura. La madre, de 23, era oriunda de SevilIa. Habían tenido una hija mayor, Car-

men. Y luego vendría un tercero, Antonio, que elegiría la literatura como

oficio bajo el seudónimo de Antonio de Ignacios. Por extrañas razones de elección, el que elegiría la familia posteriormente para identificarse sería el apellido materno del padre. Rafael Pérez Barradas era decorador de frisos y otros motivos ornamentales que antes se usaban en las casas de la burguesía capitalina, aun las de escasos recursos, y pintor de bodegones para

aumentar un salario que le resultaba insuficiente para mantener a su familia. Los trabajos iban desde hileras florales al tromp-l'oeil entonces de moda. Rafael Barradas sería finalmente su nombre de bataIla, ya instalado hace tiempo en Europa.

En la página opuesta: CALLE SARANDí


La muerte del padre en 1899 dejó a la

familia en un estado crítico.

Se contaba

apenas con 1o que ganaba Santos como

BARRIO REUS.

Montevideo - Uruguáy DAMAS DEL Í{OVECIENÍOS -

\lontevideo Uruguay

costurera. Los Barradas constituyeron un ejemplo de frugalidad y sin una parentela de apoyo, aunque en Ia historia familiar aparecen dos tíos (los Giménez Rojas) como referencias personales, Vivieron en Uruguay de finales del siglo XIX, principios del )X, cuando se engrosaron las corrientes migratorias y el país era sólo el final de un largo viaje a través del Atlántico que terminaba, la mayoría de las veces, en una cuarentena en la Isla de Flores. Allí, en las bocas del puerto de Montevideo, el Estado había montado una de sus mayores estructuras edilicias: faro, puerto, hospital, alojamientos que luego servirían de hoteles o de cárceles (según Ia ocasión política del pais), terrazas con enormes macetones como las de los lagos italianos y un cementerio. Montevideo tenía teatros, periódicos, hoteles de diferentes categorías, pero ocupado como estaba en las obras de infraestructura educacional y sanitaria, encarada Ia de servicios por los ingleses, serían los particulares los que se encargarían de la urbanización de los nuevos barrios que recibirían al país que crecía. Caso de Reus y de Piria.


Fl arn¡:arr.¡ rJe las cc,ea.ii¡sa#*s y fe S*¡*dad dS j:. i:r. ::::".¡",,§f&S. '. -' i*I .', b", -+ i , .' L# J iUUli+ ¡ i,i,.:"{, ¿¿i'Jiief" ,

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Las tempranas inmigraciones fueron francesas y vascas, y las más recurrentes, españolas e italianas, que

llegaron después. Esas colectividades, Ia judía, el enorme bloque otomano que arribaba con pasaporte turco que odiaba, estaba formado en realidad por sirios, libaneses y armenios. Las más privilegiadas, inglesas y alemanas, multiplicaron la población de Uruguay y plantearon el nuevo organigrama de costumbres y tradiciones. Nucleados en Ia Ciudad Vieja, en los alrededores del Puerto, los árabes y los judíos vivieron en armonía y solidaridad como lo descubrió en carne propia Manuel Pailós. A é1lo amparaban los círculos amistosos, los parientes y las profesiones paternas: comerciantes, zapateros, tenderos, dueños de casas de comidas. Pero Barradas no tuvo esa suerte. Un padre artista es un vínculo elitista. Y la Aguada, pese a que luego se trasladaron al Barrio Sur, era un poco Ia periferia. Todo eso lo aisló.

AVENIDA 18 DE JUUO -

Monteüdeo - Uruguay


Montevideo hasta 1913 Era un outsider con un regalo de los dioses entre sus

manos; no tenía un real en sus bolsillos y se escapó de un hogar atribulado por los problemas económicos; su padre fue un artista, sí, pero la figura del pintor de bodegones era un atributo menor en un país que empezaba mirarse en el espejo de la intelectualidad, y ni siquiera tenía amigos capaces de insertarlo en un sector social a

brindarle seguridad. Todo eso lo tenía erl contra. Pero venía con una estrella en la frente: era un dibujante excepcional capaz de hacerse notar pocos minutos capaz de

después que agarraba un lápiz, o en el mejor de los casos

auxiliado por la tinta china. Tenía 15 años y un aspecto desgarbado cuando empezó a frecuentar las mesas del Polo Bamba, del Británico, del Royalty, del Carlitos, del Ateneo o del Suizo, algunos de los bares de moda. Rafael

GIIA¡{A 19ü¿

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Acua¡et¿ soü[!

23,5r32@Ar¿rF

Museo AgustÍE

Treinta yTrcs

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se sentaba en una silla

arrimada a una mesa y dibujaba a los transeúntes que pasaban, lustrabotas, vendedores ambulantes, damas coquetas, adolescente con gorray muchacha con sombrero. Dibujaba en 30 segundos y en un par de golpes eléctricos. Entre las mesas circulaban Florencio Sánchez, a quien imitaría luego en el peinado, Leoncio Lasso de la Vega, José Pedro Bellán -una de cuyas novelas se convertiría en piedra angular del teatro nacional-, Eduardo Bianchi, Ovidio Fernández Ríos, su admirado Herrerita, y los popes Julio Herrera y Reissig y Roberto de las Carreras.

n dibuja nte prodrsroso se mueve entre /as mesas de café, repletas por los escritores de moda. U


Los nuevos amigos, y su nueva clien-

tela, eran, ante todo, escritores y no sus colegas, Ios pintores. No se tiene siquie-

ra una imagen aproximada de Rafael Barradas, como terminará llamándose después, si no se conoce lo expansivo de su personalidad. Era un orador nato; un conversador expansivo que se nutría de todos los temas culturales; un muchacho de buenhumoryun flamante pintor que no quería perder el tiempo. Tenía planes ambiciosos y los llevaría adelante, aunque con ello se rifara la vida. Su

hermano menor, testigo de varios de sus momentos de gloria y de miseria, se

AI."FREDO MEDICI, 1913. ÓIeo sobre ca¡tón, 60 x 50

.m.

Mrxeo Nacional de A¡tes Visu¿les Montevideo - Uruguáy

cAMPES[{O,1912. Acuárel.e sobre papel, 49 ,( 46 cm.

Museo Nácional de Artes Visuales

Montevideo

-

Uruguáy

inclinaría por la literatura bajo el seudónimo de Antonio de lgnacios. Escribió un libro sobre Rafael, al que llamó "Historial, Rafael Barradas" (el título es bastante ajustado al tema), y -como dice Raquel Pereda- es puramente apologético y tapizado de datos aleatorios donde se crvzan artículos de prensa sin datar ni fechar, supuestas declaraciones de Rafael y un entreverado montón de datos. Pereda descree del material, pero no tiene más remedio que usarlo. Pese a sus investigaciones en torno al plástico, hay etapas enteras en eI anonimato: la de la niñez, la de varios momentos europeos. Confuso, deslumbrado por el genio de su hermano, poco coherente por instantes, las referencias de Antonio de Ignacios son inevitables.


GITANAS, 1913. Óteo sobre tele,

1OO x

100 cm. Colección pa¡ticular.

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ESfUDtO,1911. ÓIeo sobre cartón, 46 x 54cm. ]!useo NacionáI de Artes Visual€s \!ont€§ideo Uruguay

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la págha opu€sta:

LOS EMIGRAI{TES, 1912. Oleo sob¡e tela, 122 x 140 cm. U'¿s€o Nacional de Artes Visuales

\foDt*ideo

-

Uruguáy

ffi En 1908, Barradas empezó a ser notorio en la pren-

por sus dibujos y caricaturas. Colaboraba en publicaciones rioplatenses como El Tiempo, La Semana, Bohemia. Ent910, reaTízó su primera exposición de pinturas en la Galería Moretti y Catelli y Cía., de Montevideo. Se trató de siete óleos. Entre 1911 y 1912 se hizo ver en dos nuevas muestras: la segunda en Galería Moretti y otra en Maveroff. Paralelamente, expuso en la calle Sarandí una serie de figuras a las que denominó La Carícatura Semanal. En el medio existió un viaje a Buenos Aires, acompañado por tío materno, y allí se instaló una conocida polémica. En 1913, Barradas, acompañado de Miguel H. Escuder y José Noya, fundó el periódico El Monigote. El nuevo santuario de la caricatura. Pero fue una empresa a corto plazo porque su amigo Alfredo Médici aceptó compartir con é1 una beca que ganó para estudiar música en Italia, y en agosto de ese año partían hacia Génova. sa


I

Los Emigraintes es

un cuadro de la prec oz madurez de

Barradas. Está fechado originalmente en 1912, cuando el

pintor tení a sólo 22 años y una trayectoria casi inexis-

tente. Hay opiniones diferentes en cuanto a la fecha y al momento en que fue creado. Apareció por primera vez en Montevideo cuando todavía no se había ido al extranjero. Reapareció en Europa, llevado por el pintor (¿el original o una segunda versión?) y se lo clasificó como hecho en Buenos Aires. Ese dato contradictorio hace que

Raquel Pereda conjeture que realmente Ia obra se hizo durante elfugaz viaje a Buenos Aires, cuando el joven

uruguayo entró en contacto con los pintores argentinos de visión proletaria como Pío Collivadino. Pero la preocupación de Barradas por las clases bajas y la gente del pueblo sería una constante en su vida que reaparecería en las piezas de Aragón, en varios de Los Magníficos y en sus estampones ñnales.


Italia y Francia

(1e13-ts!4)

Resulta paradójico, pero eI menos preparado de los pintores uruguayos fue el que más rápidamente entró en contacto con las vanguardias e incluso fundó una. Hasta eI punto que el "vibracionismo" es considerado como la segunda vanguardia española del siglo )O(. De ahí que en este nuevo milenio desde ese país, homenajeen y celebren el pionerismo de Barradas y subrayen su importancia artística a nivel europeo. Lo de Barradas fue una especie de experiencia sin antecedentes. Desde diferentes tiendas, se admite que la cimentada calidad de la pintura nacional tiene su principal razón de ser en un ADN formado durante décadas en el estudio europeo de sucesivas generaciones de artistas uruguayos. Ese es un dato que se admite sin discusión. Pero no signiñga que los estudiantes uruguayos en Europa, a lo largo deJ XIX y el )O(, vinieran estimulados por las vanguardias. Muchos de ellos las traían incorporadas a su modo operativo sin darse cuenta. La contaminación visual es una bendición, no un defecto. De cualquier manera, los viajeros orientales no venían montados en el lomo de una nueva escuela. Un ejemplo: el Maestro Joaquín Torres García, antes de codearse con las vanguardias en ParÍs, en Ia época de Cercle et Carré, fue un representante de la pintura mediterránea y un admirador de Puvis de Chavannes, autor de un estilo decorativo que después caÉ en desgracia.

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El urusuayo más permeable a las van§uardias europeas; autor, él mismo, de vanÉluardia prap¡a.


I

AI contrario de los otros viajeros urugruryos que venían precedidos por estudios en el Círculo de Bellas Artes, la mayoría de ellos becarios, Rafael Barradas sólo había tenido estudios informales con el pintor catalán Vicente Casanova. Y ningún otro costado formativo. Manso, pero volcánico en sus decisiones, obsesionado por marchar a Europa, logró que su amigo, el tenor Alfredo Médici, ganador de una beca para perfeccionarse en Milán, le ofreciera compartir el viaje dividiendo en dos el viático. Médici y Barradas eran amigos cercanos en Monteüdeo e incluso habían compartido un viaje artístico a Melo. EI dúo viajó en tercera clase, en el vapor Provence,pero el talento de dibujante de Barradas le hizo

RETRATO DE

1914, detáIe.

AI}REDO MEDICI,

ganar adeptos de inmediato, y serían inütados incluso a las fiestas que el capitán ofrecía cuando se pasaba por el Ecuador. Barradas hace dos retratos de Médici, de quien se separa no bien avanza la etapa italiana. Arribados a

Génova, los uruguayos partieron hacia Milán, donde al cantante

1o

esperaba Ia Escuela de Ópera del Teatro Sca1a.

De esos días son los retratos a lápiz que Barradas hace de

Mascagni, Toscanini, Puccini y Leoncavallo, entre otros. Luego los caminos se separan. Barradas parte a Suiza y luego viaja a París, de donde proviene la famosa foto que

le envía a su madre. A1lí, en Francia, se encontró con el grupo de becarios uruguayos que conformaban Causa, Laborde, Etchebarne Bidart, Carmelo de Arzadun, luego barridos por los aires de guerra. Regresaron a Urugua¡ menos Barradas, que se refugió en la neutral España.


A.

RETRATO DE ALFREDO MED|Cl, 1914. Óleo sobre cartón,45,5 x 54,5 cm. Museo Nacional de

tutes Visuales - Montevideo - UrugE;


España (1ei-s-1e28) Barcelona, Zar agoza (1915 -1 9 1 B) Período vibracionista

Hacia fines de 1914, Barradas estaba en España y eligió como primer destino Barcelona. Como siempre, buscó trabajo por el lado de la imprenta. Consiguió colaboraciones en L'Esquella de la Torra*.a, por donde también pasó

Torres García, pero su inquietud permanente 1o decidió aviajar a pie a Madrid. El resto es conocido; se enfermó en Zaragoza, donde lo internaron en un hospital y final-

mente se casó con quien le prestara ayuda. Recuperado, realuó su primera exposición en la propia Zaragoza y

fue designado director del semanario Paraninfo. Repitió muestras y resolvió regresar a Barcelona. Esta nueva estadía se extendería desde diciembre de 1915 a julio de 1918.

El ilustrador de libros seguía en acción. En los próximos años, Barradas fue pintor, dibujante, caricaturista, ilus-

trador de libros, especialista en cómics, autor de afiches, diseñador de vestuarios, escenógrafo. La amistad de Torres fue fundamental en sus tiempos

de Barcelona. Se instaló en el primer piso de la calle Di-

putación al 412 y como le era habitual, recorrió galerías y frecuentó cafés. Muchas veces, se iba con Pilar hasta Mon Repos y quedaba el fin de semana junto a los Torres. Ilustró más de 190 números de la revista Un enemíc del poble,unaprhkcación anarquista de Papasseit; y también apareció enArcVoltaic. Intervino en una exposición de afiches, un envío al Salón de Humoristas y antes de partir a Madrid exhibió sus obras en la Galería Laietanes. Como ultimo acto público, apareció en la Exposición de Arte del Palau de Bellas Artes.

GITAÍ{AS,1917. Acuárela sobrE paFl, ,18,5 Museo NacioEal ¿e Art€s

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Visi

Monteüdeo

-

Uruguey


No conviene confiar demasiado en las fechas que Barradas le pone a sus cuadros. Hay

un vibracionista clarísimo fechado en 1913, Montevideo;

dos años después, aparece el naturalismo puro del Vie-

jo Catalán. Los

especialistas

insisten en afirmar que 1917 es el año en que irrumpe el übracionismo, y serán vibracionistas las obras que envía a la Ga1ería Dalmau para com-

partir prestigio con

Torres

García, a fines de 1917, y las que aparecen al año siguien-

te en la Galería Laietanes. El 17 fue un año clave, aunque el período completo abarcó los tres años que van desde 1916 a 1-918 y parte del19. El 17, además, fue el año en que aparecieron los cuadros

vtoLtf{tsTA, 1917. Acuarela sobre (á¡tó8, 52 r ,$ o

frrmados finalmente como Rafael Barradas. El vibracionismo que inventa el pintor es la vibración visual que le produce el bullente movimiento urbano. Torres, en conversación con el autor, dice que el vibracionismo es pues "cierto movimiento", pero otro aspecto importante es la forma geometrizada. Raquel Pereda elige en su libro a Carreteros como iniciador del período, junto con Gitanas y Jugadores de cartas, donde aparece el uso de franjas alternadas azules o rojas. Y, desde luego, una de sus tantas composiciones sobre campesinos.

Museo NacioDal de Art€s

Montevideo - Uruguay

Vis¡¡.


Según Angel Kalenberg,

Barradas tomó el color del orfismo, un color cuya per-

cepción es inestable y por consiguiente contribuye a trasmitir la idea del mo-

vimiento.

Y del futuris-

ta Gino Severino tomó el movimiento. Con ambos elementos, elaboró un lenguaje que la crítica internacional valora como una respuesta personal al futurismo, y a la que el propio artista dominó "VibracioGEllfE El{ EL CAÉ, estudio, 1917-1918. Acu&ela, 23 x 28 cr¡. Mus€o NacioDal de Artes Visuáles

Motrteeideo - Uruguay

nismo". ¿Qué es?, se pregunta Kalenberg. Por de pronto un nuevo ismo, pero no un epigonismo. Y agrega otros datos. Insiste en eI movimiento, que es uno de los fundamentos de Torres para describir el modo de Barradas. Cierto movimiento se determina fatalmente por el paso de una sensación de color a otra correspondiente, siendo, cada uno de esos acordes, diversas notas de armonía fundidas entre sí por más acordes, en gradación cadavez más opaca, subraya

Torres. Para Kalenberg, Barradas está más lejos del cubismo que de Severini, porque no desintegra Ia imagen humana sustituyéndola por la sumatoria, Ia superposición de los distintos puntos de vista que adopta a medida que se va desplazando. Y, más adelante, aclara que no

incorporó expresamente a su temática el maquinismo, pese a compartir ciertos criterios del futurismo.


It ESfUDIO, 1918. Acualelá, 28 x 45 crE. Mus€o Nacional de Attés Visuales - Moatevideo - Uruguay

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§f rnÜviru:i#i¡i,.:

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TRANVIA LA CATALANA, 1918. Óleo sobrc tela, 82,5 x 77 cm. Museo Nacional de A¡tes Visuales - Montevideo - Uyuguay

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Madrid (rgra -fi22)

En agosto de 1918, ya estaba instalado en Madrid, cansado un poco del provincianismo catalán, pese a sus fulgo-

res mediterráneos y su calidad de ciudad condal que Gau-

dí convirtió en una especie de principado. Había hecho varios contactos con los artistas madrileños, por 1o cual no concretó un salto al vacío. En sus primeros pasos ilustró libros para la casa Pagés y trabajó para el periódico "El Fígaro". Paralelamente, operó como dibujante en "Prensa Grande", dirigida por el crítico José Francés. La capital es-

pañola pareció sentarle bien al vanguardista osado y de encendida verba.

TODO

65,1919.

óbo sobre telá,

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Montevid¿o - Uruguet

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Los Barradas se instalaron en un piso de calle del León, cercana al Museo del Prado. El pintor re-

pitió el esquema de sus contactos editoriales. Ilustró Travesuras de Tilóny sus amr'gos. Inventó personajes infantiles como el propio Tilón o como el mono Pachulo. Sus historietas tuvieron éxito. Y a determinada altura, era el dibujante preferido de los libros infantiles. Hacia fines de 1918, principios del 19, conoció a José Francés, eI director de Gráfrca, y continuó con sus envíos a Barcelona. Le iba bien desde el punto de vista artístico, pero la estrechez económica lo sofocaba y pensó regresar a Montevideo, como lo hizo conocer a sus amigos por carta. Colaboró en periódicos como E/ Sol, La Esfera y ABC. El ultraísmo lo considera

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un personaje valioso. Está al borde que la vida le cambie por lo menos desde el punto de üsta mundano. En poco

tiempo conocería escritores tan famosos como estrellas de cine y a la misma gente de la farándula. En abril de 1919 expuso en la Galería Mateu. Y al año siguiente lo hizo en El Ateneo e ilustró elManifiesto UkraístaVerticalylaúnica edición deReflector. Fue un integrante de los círculos alrededor de los cuales se cincelaba la popularidad. EnL922 publicó dibujos en la revista Horizonte, y en noviembre de ese mismo año inició su asociación conAlfar, una publicación de La Coruña que el poeta y cónsul uruguayo Julio J. Casal transformó en un raro experimento cultural.

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FIGURA 1919.

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Vitualer - MoDtaeidro - IrrugE¿t DlBlrJO, 1919. Lápi, ib cddroL papel, 27 r 20 <o. Mu.reo

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Está fechada en Madrid en 1919, cuando su autor enfilaba hacia otro ismo. Pero "Casa de apartamen-

tos" es

considerada otro ejemplo del vibracionismo, aunque el movimiento sea sugerido por otros medios que los habituales en é1. Otra vez Ángel Kalenberg, en el trabajo que realiza para la publicación "Barradas-Torres Garcíi', de1 Museo Nacional de Bellas Artes

con patrocinadores Privados, analiza el cuadro de la siguiente manera: La figura de una mujer subiendo por una escalera de caracol los

¡IAI'RE, 1919, 50 x ,16 cm. Müseo Nacional d€ ,trtes Vi6uá1es

ól€o sobre <ártón, Montevideo

-

Uruguáy

varios pisos de un edifrcio, se repite varias veces (una por piso), variando de tamaño, por lo cual puede asociarse a la idea de proximidad o lejanía; pero, simultáneamente con la imagen de la mujer, el artista incluye todos los elementos visuales que ella percibe a medida que asciende los números de los pisos; las palabras inscriptas sobre las paredes, como 2'patio, primero, principal, segundo; las fechas y las manitos señalizados y hasta une las visiones del corredor con las vistas de afuera de la finca' El movimiento en el futurismo, en cambio, procede en sentido longitudinal o diagonal, pero siempre hacia adelante, nunca en profundidad.


Carta de JoaquÍn Torres García

I

MTURALEZA MUERTA CON CARTA DE JOAQUÍN TORRES cARCfA, 1919, detales.

AI frecuentar las tertulias artísticas, conoció a Joaquín Torres García dentro de un grupo de personaies catalanes y diferentes artistas entre los que estaban Papasseit y otros vanguardistas. Torres Garcia ofreció una versión diferente del primer encuentro' Afirmó que Barradas caYó Por su casa en Sarriá, alejado de Barcelona, acompañado Por un amigo. A partir de ese momento, los

encuentros entre ambos Pintores se harían frecuentes, 1o mismo que las recorridas por Barcelona. De entrada, Torres GaYcia declaró su admiración por Barradas Y sus bolsillos cargados de bocetos que luego discutían. El intercambio yla interacción que harían el uno sobre el otro los tornó pintores distintos. Se conocieron entonces en 1916. Un año después, exPusieron juntos en Ia Galería Dalmau. Barradas pintó un retrato de Torres García donde aparece con la cara velada.

Mantendrían luego una nutrida correspondencia entre ellos. En base a una de esas cartas, dirigida a Madrid, en un segundo piso del León 8, Barradas pintaría una naturaleza muerta. Cuando Torres regresó al país, uno de sus Primeros actos fue visitar Ia tumba de Barradas.


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NATURALEZA MUERTA CON CARTA DE JOAQUI TORRES GARCÍA, 1919. Óho sobre tela, 52 x 58,5 cm. Museo Nacional de Artes visuales - UYusuay

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I

La familia es un tanque de oxígeno, pero también un lastre para Rafael. Sus tempranas vinculaciones erl

Montevideo, cuando era casi un adolescente, no tenían relación con su raleado parentesco. Parte a España en 191-3, como si fuera un huérfano, pero los desprendimientos familiares siempre se pagan. En 1916, cuando los vientos de guerra azotan a Europa, intenta conseguir un pasaje gratis para regresar a Uruguay. No lo consigue. Santos Giménez Rojas y su hija Carmen obtienen boletos de inmigrantes y ese mismo año viajan a España a reagrupar la familia. Desde ese momento, su madre y su hermana acompañarán a Rafael, ahora casado y no necesariamente solo. Los parientes uruguayos a¡rdan con lo que pueden. Son habilidosas con sus manos y cosen para afuera. Lo mismo hará Pilar, su esposa. Una carta de Manolita Piña revela que Santos y Carmen, la compositora, eran muy señoritas. A determinada altura, se les suma el hermano Antonio. Mantener ese núcleo era una tarea imposible para un artista mal pago.

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GARC¡A LORCA Y MAROTO, 1920, detalles.

García Lorca y Maroto

I

Federico García Lorca fue una vedette literaria que atrajo de inmediato la atención pública en torno a su persona. Barradas recibió una bendición cuando 1e en-

cargaron, en l-920, los figurines para la obra de Lorca titulada El maleficio de la mariposa. No salió indemne de ese encargo. De inmediato, Rafael ingresó al círculo áureo que rodeaba al poeta granadino en todos sus desplazamientos. Los ultraístas adoraban a Barradas y é1 encontró en ellos los ideales compañeros de ruta para la clase de vida que le gustaba: conocer el ritmo de las calles, ingresar a cuanto café se le cruzabapor el camino y tener modelos y público a mano y gratis. El uruguayo organizó, en 1-921, estando en Madrid, su propia tertulia en el café de Oriente, y se profundizó su amistad con Federico García Lorca, Buñuel, Dalí, Gabriel García Maroto y otras estrellas de la sociedad madrileña. En ese mismo momento, Rafael comenzó a tomar distancia de los vanguardistas. Con Cristóbal Ruiz, el poeta cubanohispano García Maroto yWinthuysen, expuso en el Ateneo sus nuevos trabajos,, Su flamante ámbito fue el grupo de la Residencia de Estudiantes. Rafael Santos Torroella ya escribió el ensayo titulado Barradas y el clownismo, con Dalí y García Lorca al fondo. El clownismo fue Ia nueva onda que practi-

có Barradas, recién salido del vibracionismo, aunque en algunos casos ejerza las vanguardias al mismo tiempo. Si se lo mira con atención, el clownismo se adaptaba con gran facilidad al estilo caricaturesco que el pintor nunca

dejara de lado. ¿Por qué clownismo? Porque los retratos del poeta Maroto y su colega García Lorca


gastaron el maquillaje enharinado de los payasos y la alteración de sus rasgos físicos. Gatcia Lorca es Garcia Lorca gracias a lo reconocible de sus cejas. A Maroto le llevó más tiempo que lo identificaran. Santos Torroella prestigió el catálogo de Rafael Barradas que la Galería Jorge Mara armó en Madrid en l-992.

cARcfa LoRcA Y MARofo,lf

tela,4? x 64 cm. Museo Nacio¡al de Artes Visu¡¡ Óteo sobre

Montevideo - Uruguay


Catalina Bárcena

I

El periodista Vicente Salaverri le escribió a Martí nez Sierra alertándole sobre la calidad plística del uffigua. yo Rafael Barradas. El advertido lo tomó en cuenta, y er

1919 el empresario teatral -del teatro Eslava- contrató a uruguayo como escenógrafo figurista y cartelista, además de ilustrador de libros que administra desde la Bibliote. ca Estrella. Gregorio Martínez Sierra lo puso en contac-

to con Catalina Bárcena, una de las primeras damas del teatro español y su amante secreta. La Bárcena era toda una institución escénica que triunfara después en Buenos

Aires y terminara filmando películas (siete) en Hollywood, Los retratos que Barradas efectuó de ella terminarían al-

gunos como afiches. Cubana de origen, rival de Margari ta Xirgu, María Guerrero y Lola Membrives, es un tótem de la farándula madrileña. En el archivo Martínez Sierra recientemente abierto, aparecen figurines y escenografías

ejecutados por Barradas -como la Dolores- para la estrella hispana. El archivo aglutina 52 bocetos y dibujos del

artista para diferentes obras. La relación del pintor uruguavo con la Rárcena hizr, Ae ál rrn¡ raloh-irlorl


L;na *.,; ,,:-,=sirlá araÉionesa y un pintor l?lt-'1r':.; "',:,' =- :Jfi ü eOnÜfCfA n {AmA nce durmm'*rü qu* s*furcv"'ivi* s la bohemia. P§§ar

I

Pilar es Simona Lainez Saz, una joven de Aragón, nacida en la provincia de Teruel, hija de padres también aragoneses. Y campesinos. A determinada altura, Barradas, en un intercambio epistolar, se ufana de la condición rural de su esposa. "Proviene de campesinos durante 300 años", dice. Aunque él mismo se aPura en

lla- . f:i: r ma, es una señorita que se ha ,'. aclarar que Pilar, como le

,,,,

cultivado y refinado y puede , hablar sin sofocarse de pin- -' tura y literatura modernas. En abril de 1915, el pintor y la campesina se casaron en

la

Iglesia de Pilar, un nombre añorado por Barradas. Pese a las diferencias intelectuales, el matrimonio duró y funcionó como un aporte de singular importancia para el plástico. Pilar es una modelo repetida para Barradas. En el retrato de L920, aparece PIasmado el costado geométrico y pintoresco de la época en que la pinta. El retrato de !922 tiene Ia manufactura monumentalista que hará Ia fama, poco después, de una

§

l

P[-AR,192rAcuár€la sobre paFl, fxi Museo Nacio¡.al &

t,lg @-

á¡s rrs¡l¿s

Montevideo

-

Urugt¡¡t


PtLAR,1922. óleo sobre tela, 114 x 73 cm. Müs€o Nacionál d€ Artes Visuá]es

Mo

eYideo

- Uruguáy

PILAR,1¡120. óleo sobre tela, :.tS x

Ze <m. Moseo Naciorá de Art€s Visua¡es

Moatevnbo - Uruguay

de sus series más famosas. Parada, con los grandes brazos colgando a lo largo del cuerpo, envuelta en un vesti-

do blanco, la cara reducida a unos pocos rasgos (lo mis-

mo que en el retrato anterior) donde prima la actitud más que el parecido físico, Pilar trasmite la fortaleza que Barradas le atribuye y que es la que realmente sostiene a la pareja desde que ella lo encontró desmayado en la nieve y lo trasladó a su casa para después internarlo en

un hospital de Zaragoza, según mentas.


,t i.

PILAR, 1920. óleo sobr€ tela, 82 x 72 ,5 cm. Museo Nacional de

&tes Visuales Montevid€o Uruguay


I

Blanes recayó más de una vez en los retratos de familia. Ninguno fue tan recurrente en el tema como

Carmelo de Arzadun, que aprovechaba sus estadías veraniegas en Las Flores para retratar una y mil veces a los miembros de su familia. El retrato fue una de las grandes tentaciones de Rafael Barradas, como 1o atestiguan los que hizo a diferentes miembros de la cultura uruguaya y española, además de su uso de la caricatura. Una caricatura especial la suya, porque no caía ni en el

humor (como lo hace tan bien Sábat), ni el subrayado de un defecto físico o tic que aI tiempo que facilita la identiñcación, se utiliza como complemento de las herramientas de la sátira. Las caricaturas de Barradas son mínimas de efectos, muy gestuales y de una gran efectividad. Los retratos, como se ha visto, consisten a veces sólo en un contorno y a veces hasta la desaparición de rasgos, como hizo con Torres García y con algunas de sus versiones de Catalina Bárcena o de Pilar. Con un padre desaparecido a los 36 años, los restantes miembros de Ia familia ocuparon sus imágenes y trató el grupo, con madre, esposa, hermanos y sobrina incluida. En la pieza de1922, elretrato es algo más formal por la búsqueda de semejanzas que él encontraba de inmediato. E igual de aséptico.

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EAI{|UA,1922.

óleo sobre tele, 108 x 132 d. Mur€o NacioaáI ¿e Attes Vbual€s Montevid€o - Uruguay


Un fgffmfl¡Sfm rlc f,i:r¡* r1*ií"r*§)ffi*;*ru qu* solm s# ñr##ü{"r## #* fm ,*i*furm; \,4 \l

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i

"

Serof* *ni*nflmd"

I

Si no existieran fotos suyas, igual se 1o identificaría. Desde los Torres Garcia a integrantes de su

familia y amigos se tomaron el trabajo de detallar sus rasgos. Se sabe que era de estatu-

ra regular, tez páIida, cutis cetrino (lo que parece una contradicción, p€ro no lo es), cabello muy negro y una gestualidad muy

expresiva. Los españoles que tienen un costado calé no deberían haberse sorprendido de la condición morena de Barradas. El pelo retinto de Rafael, con raya al medio, suelto, a veces engominado, y esa piel

pálida de color levemente

AUÍORRETRA'O, 1922. Lápiz sobre papel,21 x20,5 .ñ. Mureo Nacio[al d€ Artes VisuáléB Montevid€o - Uruguay

más acentuado, lucen como orgullo nacional), llamaban tanto la atención como su carácter eléctrico. En sus au-

torretratos aparece con lentes de care¡ redondos, tipo alemán, y con bigotito. Lo único que falta es el famoso café negro del que abusaba, según dicen.


/:

I

..


Luco de Jilo ca(1s23-1s24)

EnL923, Rafael Barradas abandonó Madrid para tomar vacaciones y embeberse del estilo rural que tanto necesitaba. La nueva residencia es Luco de Jiloca, en el Teruel, donde vivían familiares de su esposa. La totalidad del Teruel agrupa varias comunidades dispersas en

una extensión de 14.803 kilómetros cuadrados, considerada una de las áreas más pintorescas de Aragón. El lugar que eligió Barradas es poco más que un caserío en la ribera norte del Jiloca. Es en realidad un puñado de viejas casitas, arremolinadas en una vertiente, asomadas a una carretera, SOBRlNO como describe su hermano Ignacio. CAL I XTO "Un río huraño corre entre hileras de chopos, huertos verdes y campos bermejos", describe poéticamente. Están, además, un pequeño puente, una iglesia y una estación de ferrocarril donde nadie baja. Al fondo se perfilan las agrias montañas en cuyas cimas se estacionan los cráteres

/'ll

de niebla. EI plástico utiliza para pintar modelos locales: el Tío Rey, Ramón, Bolín, Juana, Calixto. En el dormitorio del matrimonio campea la Virgen de Luco. Una serie de lienzos y dibujos sobre el mundo rural español que lo rodearon en el Teruel fue uno de los ñlones más importantes de Barradas realizado bajo nuevos cánones estéticos.

Ml s{¡BRtM' CALü t, r.!r¡3, Tinta soúfie tqt€l 47 ! 35 <¡-

&^É!rS*

Museo Na.ürrál MonteeidÉo - Ut[f!ry

DE JILOCA

t925


UH(§ÍAI"ER D'OALLA, 1923. Ti¡rtá sobr€ papel, 34 x 23 cm. Mtúao Nacio¡el dé A¡tes VisuáIe§ Mo¡tevideo - Uñrguay

Lo escribiría un poco más adelante, pero ese orácu1o literario que fue D'Ors distinguió a Barradas como vanguardista entre sus colegas y emitirá ditirambos sobre parte de su obra. "Es posible que, hace unos años, sólo existiesen en Madrid tres personas con noción clara acerca de las orientaciones del arte nuevo. y de las tres, ninguna es españoI". Se refiere a una coleccionista alemana, un crítico rumano y la tercera "un pintor, el uruguayo Rafael Barradas". Y luego D'Ors habla de su obra. 'A mí, aunque reconociera y proclamara su gracia, nunca, la verdad, llegaron a interesarme en demasía los apuntes de Rafael Barradas, aquellos croquis, caricaturas, ilustraciones, decoraciones que le encargaba para la edición o para el teatro. Su pintura sí, y mucho; y de su pintura las piezas más grandes, vastas, difíciles, llenas". Y casi enseguida aclara aun más su criterio: "Bienvenidos sus grandes planos de apagada y terrosa policromía,

los grises de alfarero, los pardos de terrón, entre los cuales se deslizaba, como

una recompensa, un plata o rosa delicados". Y luego elogia los esquematizados contornos, sus huellas de hacha en tronco duro.

B.rñwt?a/,,9¿.t


Madri d egz+-rs26)

Los Magníficos

I

EI nombre parece apropiado. La serie de los Mag-

níficos, que Barradas inicia en 1923, es el paso siguiente a sus inguietudes de vanguardia. É1 h llam¿ los Magníñcos, pero también "España trágica". Raquel Pereda advierte sobre la existencia de un cambio en el uruguayo. Abandonó los ismos que modelaron su trayectoria a partir de su arribo a España, llevados a cabo con un pionerismo que los españoles destacan cadavez más. Y con una calidad artística que lo vuelve un pintor único. No es que le dé la espalda a los movimientos de vanguardia, es que los trabajó tan hondo y tan sostenido que ahora enfila su inquietud hacia otras áreas. No quiere seguir investigando en torno a la inno-

vación. La estadía en Luco de Jiloca no fue un hecho casual. Lo necesitaba su inestable salud. También 1o requería su necesidad de afincarse más en las raíces hispánicas. Ahí está su necesidad de fundirse en la España profunda: "No

le queda otra instancia que refugiarse en sí mismo, interrogarse, sentir intensamente". Y por esa vÍa encauzar su nueva vida. EI molinero aragonés constituye una de las cumbres de su nueva serie. Que no sólo se desarrolló en las soledades de Aragón, sino también en el Madrid rodeado de aldeanos rurales de la época.

rsrs. td¡, s r e,

EL CORREO,

.

aNa.i6.l&Artt'É Motrtevidéo - Ur[t5' óleo sob!€ Museo


'r!

HOMBRE EN LA TABERNA,1923. Óleo sobre tela,1O5 x 82,5 crñ. Muieo Nacionál de Aftes Visual€s - Montevideo- Uruguay


Pueden insertarse dentro de la temática por tratarse de hombres de pueblo de características muy nítidas e incluso por eI tratamiento plástico de los mismos. Pero la crítica más especializada arguye que los verdaderos Magníficos, los Magníficos prototípicos, se perfilan en

CASTEII].ANOS ARAGONESES, 1925. Óleo sobretela,54x 66 c6. Museo Nacional ¿le Art€s Viruáles

Moat€eideo - UrWuaY

las pinturas de un hombre solo captado de frente en más de la mitad del cuerpo con manos llamativamente grandes y las caras, en su mayoría, vaciada de ojos' De apariencia escultóricos castellanos aragoneses están dentro del biotipo. La preocupación siempre latente de Barradas por la gente humilde del pueblo y del campo aledaño. Su visión proletaria se ve desde un inicio, y no sóIo por 1o que vio muy joven en Argentina. A1 denominarlos Magníñcos, los realza y los prestigia desde el nombre,


"Recorriendo España, Barradas concibe la temática de otra de sus series: la de los Magníficos, ñjación de ciertos tipos del pueblo español. Nada más diferente en forma y en espíritu de lo que había sido el vibracionismo. Aquí se busca imponer la presencia de esas figuras características con un agrandamiento expresiüo y con la solemnidad de un concentrado quietismo. Todos los elementos pictóricos se utilizan entonces de acuerdo a esas formalidades

propuestas: la composición se orienta preferentemente, sobre severas ortogonales que indican un estatismo mu-

ralista, Ia figuración se limita por el cerco continuo de un trazo negro, espeso y preciso que subraya los límites de cada cosa. La factura es cerrada, densa y homogénea. La paleta baja corrobora con sus sordos acordes la solidez de la imagen", dice Celina Rolleri López.

CASTETJA OS,192¡1. Óbo sobre telá, 25 ! ,$ cúMuseo Nacionál dé Att€s lfts Monteüdeo - Urug¡¡ey


"Barradas es pintor de pintura plana. Al componer el color elude los contrastes de valores dentro del más ortodoxo sistema tonal: todo el cuadro ad-

quirirá el mismo

grado de luminosidad, sobre la

base de una paleta terrosa y el uso de análogos, 1o cual impondrá el protago-

nismo de los contrastes de temperatura. Por eso frente a los Magníficos, se experimenta la primacía del dibujante, cuyas 1íneas se traban a Ia manera

de Cézanne y Juan Gris, pero, paradójicamente, Ia maestría no es relegada a un papel secundario", dice

EL TRATANTE,1925.

oleo sobre tela, ti5x 5u cm. Museo Nacional de Artes Visuales Montevideo - Uruguay

Ángel Kalenberg. Más adeI ,'"1 . r,', .. it,,.:¡;l,i,i,.§r!j;r;..' lante, especiñca: "En estos -!'$ retratos Barradas se aleja del modelo (y ese alejamiento quizá simbolice otros, del hombre, de la sociedad). Parte de la realidad, de hombres y mujeres concretos, para llegar a la geometría; para arribar -como los griegos- a la formulación de tipos: sus mujeres severas, sus hombres austeros castellanos. Por eso, los personajes de Barradas, como los de Modigliani, tendrán las cavidades oculares huecas, vacías, sin pupilas: quedarán así desindividualizados". Son símbolos de ciertos tipos sociales. Y cierto renglón cultural. Pero sobre todo, son pintura, alta pintura.


HOMBRE EN EL

CAÉ,1925. óIeo sobre tela,89

x 67 cm. Museo Nacionál de Artes Visuales - Monteüdeo

- Uruguay


Cataluñ a (1s26-1e28)

" be alguna manera, cerró su ciclo español. Lo empieza en Barcelona y en Barcelona lo cierra. Ese ciclo abarcó desde 1926 a1928, durante poco más de treinta meses

en los que avaÍLzafi, imparables, su pobreza y la tuberculosis que desde hace años se cebaba en é1. Se hospedó

en el Caserío de Hospitalet de Llobregat, un suburbio de Barcelona que llegará totalmente transformado al nuevo siglo. Vivió como un franciscano, prácticamente sin nada. Los numerosos amigos que lo fueron a visitar se sorprendieron de Ia orfandad de sus recursos. Uno de sus tantos amigos escritores que lo visitaron en su santuario de Hospitalet, efectuó una reflexión que fue una radiografía social. Recuerda los extremos de necesidad que pasó Antonio Machado, los compara con los de Barradas y saca una conclusión salida de la misma sociología: la bohemia de antes, la anterior al consumismo, estaba totalmente fuera del confort. Se movían dentro de una gran fuetzamoral. Es la que sostuvo a Rafael, que carcomido por la tisis siguió investigando nuevos caminos y en ese tramo final no sóIo retrató la tipología catalana de Hospitalet, sino que inició su serie religiosa y la espléndida de los estampones.

RErRAto DE atwoñtrA 1926. Óleo sobre tela, ?9 r 60 @Museo Mü¡icipal Juá¡ M.Ed Blan€s - MoEtecid€o - UrEAo,


lo rodearonpermanentemente y 1o obligaron a ñjar dos días semanales de tertulia, Pese a que los artistas

el incansable Barradas con-

tinuó con las exposiciones. Et marzo, expuso en las Galerías Dalmau y en octubre participó de la muestra colectiva vanguardista. Un mes después, participó en el Salón de Tardor de la Sala Parés, y en1927, antes de partir de regreso a Uruguay, volvió a las Galerías Dalmau, intervino en la exposición de homenaje a Federico Garcia Lorca y siguió con la seguidilla de muestras hasta la ultima en Sitges. Mientras tanto,

CONSTRUCTOR CATAIáN, 1927, óleo sobre tela, 99 x 74 €rn. MUB€o Naciond de Art€s Visuales

Mor¡teüdeo - Urugüay

continuó con sus trabajos, que fueron abandonando los colores vibrantes para asentarse en una paleta mínima, casi tierra. En dos de sus obras, el Constructor catalán y El Tratante", retomó el tratamiento plástico de los Magníficos, los trazos enérgicos y negros, las manos enormes, los rostros como escondidos. Estaba en un

gran momento, falsamente alejado de los ismos porque todo lo que él producía era un ismo propio.


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ry¿J#

i,:=¡:Tt*fl#§ rJüff3{-if*ruf,*s,

#urs earaeter.

#r]ü#ruflr* *¡r su esü¿*dím rJ* f{os pitalet ml r"atm§¡'"¡ifr*m ü#rT s{J *sfrJo"

EL fRATAilTE, 192?. Óleo

rob¡. tcl., 64

x 64 cm.

Mur€o N.cioñd dc

Art.t Vitu¡Lt

- MoDtcvtóeo -

Uluguáy

;.'


Su ultimo asentamiento esPañol fue en Hospitalet de Llobregat, en un edificio de tres Pisos levantado como vivienda económica. Raquel Pereda calificó como un momento de pausa su estancia en 1926, Pero los hechos posteriores demostrarán que acorralado por las necesidades económicas que comParte con su mujer Pilar, su madre Y su hermana Carmen (elhermano Antonio Yavolvió a Uruguay), el espíritu de Rafael sigue enhiesto, se ha inventado un nuevo estudio que tiene un pequeño caballo con alas dibuiado en una de las paredes' Allí funcionará lo que él llama elAteneíllo de Hospitalet que frecuentarán los mayores exPonentes de Ia intelectualidad y del medio artístico español y países vecinos' Funciona como un verdadero faro cultural. Sus visitantes y púb1ique co de las tertulias son García Lorcay Dalí, cada vez pasan por Barcelona, Días Plajas, Sucre, Jules Supervielle, entre muchos otros.

PAISAJE DE

SA S,1927. Óleo sobEtela,66,5 188,5 cm' Müseo Na'ioDál

de Artes

vbuáles - Moatevideo - uruguay

CATIE DE II'(x¡Pf fAIEf , 1Y'. Ótreo sobÉ tela, 67 : 89 coME€o Nacio!ál de Art § lrr§uál.t MoDtevi¿eo - UrWueY


NEGRA Y MARII{EROS, 1927, Lápiz y ecuarela sobre papel, 61,5 x 45,5

cñ. Museo N¡cion.l d. Attes Vtuu¿le.

-

Montevideo

-

Uruguay


NEGRAY MARI ERO,

c. 1928. Acuarela sobre papel, 53 x 37,7

cñ. Mü6eo Nacionál

d€ A.rtes Visuales -

Monteüdeo

-

Uñtguay

§l misnt a f.ünla e fdénfrca nostal§ia. Las añaranzas arrecian y se piensa en las viejas raíces.


XtñtA DE LOS PAIOS, 1928. Óleo sobr€ téla, 60 x 80 cm. Museo Nacionel de Artes Vbua¡es - Montevid€o

-

Uruguay

Es cons iderado uno de sus mayores

cuadros re/§iosos. La espi ritualiCad lo acerca al catolicismo en una etapa que al§unos consideran una de sus mejores series y otros la minimizan"


§*f,*y§=*

k'"

m§"Á*r** {agze-tg2g)

finalmente, el anhelado regreso que hubiera merecido un recibimiento apoteótico. Es un viajero moribundo y no hay forma de armarle un futuro menos apremiante y rodeado de éxitos artísticos como le pasó en España. El 5 de noviembre de 1928, Rafael, su esposa Pilar, su madre y su hermana Carmen toman eI transatlántico Infanta Isabel de Borbón en el puerto de Barcelona. Pasan por Cádiz, como último puerto español, donde 1o espera para saludarlo el cónsul uruguayo e inician el cruce del Atlántico. El deterioro de Rafael es tan notorio que esta vez no participará en las fiestas especiales cuando cruza el Ecuador. En los últimos meses, los amigos catalanes le han hecho una colecta para ayudarlo. Julio Casal se ha cansado de escribir cartas a los hombres públicos e intelectuales uruguayos para que se le conceda una pensión graciable. Acompaña al grupo familiar un enorme cajón de madera con todas sus pertenencias artísticas. En el puerto montevideano, donde arriba el 25 de noviembre, lo espera un grupo de amigos yvarias notabilidades. El centro de recibimiento funcionó en el Círculo de Bellas Artes, que retiene algunas de sus pocas obras de radicación uruguaya. Las envió en 1923 para formar parte del Salón de Primavera. A eso se sumó, en 1924, parte de1 patrimonio de la revistaAlfar. Le prometen Y

compras estatales que no se concretan, y

asistencias económicas demasiado tardías. Lo corroe una extrema pobreza los

últimos meses de su vida. Rafael Barradas fallece el 12 de febrero de1929.

r¡ aDoRActó .

DE

LG

REYES MAGOS, 1928. óleo sobre tela, 93 x 1OS @Mr¡seo Nacioaal de Att€. Visu¿¡¿

Montevideo

-

UrWUáy


Existe cierta lógica, tam-

bién mucho de sentimentalismo, en atribuirle una conexión entre su pintura religiosa con los anuncios de una muerte que se acerca inexorablemente. Desde

luego que el sensible Barradas debe haber sufrido un

incremento de su espiritualidad cuando la muerte se aproximaba. Pero no necesariamente eso se asocia con la religiosidad. Consideraciones de oportunidad aparte, el penúltimo tramo (para algunos es el último compartido con los Estampones nativos) fue elogiado sobremanera por la crítica nacional en su momento. Ya no pasa lo mismo. Algunos encuentran que en esos cuadros suyos sobran las curvas mórbidas que al final ablandan el planteo. Kalenberg observa otros aspectos, aparte de los apuntes rurales de La níña de los patos, el toque étnico de La adoracíón de los Reyes Magos y un personaje en este último cuadro que adelanta lo que será su famoso Gaucho. Un último dato perspicaz. "La gente aprecia los cuadros místicos de Rafael Barradas porque encuentra en ellos un impulso auténtico a través del cual las imágenes reflejan una cierta santificación de la realidad cotidiana".

JosÉ, URGEN MARía EL

y

NIño JEsús,1928.

Óleo sobre ñb¡a, 58 x 4? c¡úColeccióñ particulár


La muerte se le viene encima. Los amigos que 1o espe-

XARIIIEROS Y I{EGRA, 1928. óleo sobre tela, 69,5 x 49 cm. }{úéo Nacional de Artes Visueles Uontsvi¿eo - Uru$¡ay

ran en el puerto montevideano quedaron estupefactos ante las marcas mortales que traía en su rostro. Como forma de a¡rdarle, se armó una exposición en el Teatro Solís. El acto se celebró el 15 de diciembre organizado por el Círculo de la Prensa. Con lo recaudado se adquirió una obra del pintor. Abrió el homenaje Julio J. Casal, lo cerró Emilio Frugoni, y en el medio actuaron los músicos Felisberto Hernández y Telémaco Morales. Pese a sus innumerables contactos en España, no dejó a nadie su obra para que la trabajara. Volvió con alrededor de 80 óleos y cerca de 2.000 dibujos. El Museo de Artes Visuales terminó como destinatario final de la obra importante de Barradas, tanto que en algún momento se pensó en llamarlo Museo Barradas.

enterró con un hábito franciscano. Se lo colocó José Luis Zorrilla de San Martín, y Domingo Bazzurr o r ealizó un dibuj o de su cabeza yacente. Torres Garcíavisitó su tumba no bien llegó a Montevideo. Lo mismo ha hecho antes García Lorca. En España, su muerte motivó homenajes de todo tipo. Y en eI país empieza Ia valoración de sus Estampones nativos. Se 1o


+

\

I

t 1

t

:1

LOS CAJETILLAS, 192E. Lápiz y a.uarela sob!€ pap€I, 58 x 42 cm. Museo Nacional de Art€s VisuáIes - Montevideo - Uruguay


PILAR Y RAFAEL BARRADAS I,IJEGO DE SU BODA,1915. Fotograffa enviada a 1a mad¡e (k Rlael des¿e Zaragoza €l 2:t de iunio de 1915. Colecciód parti.ulár

!.**#. I r¡upmNA

EDAD

frecuenta los centros culturales y dos años más tarde sus dibujos y car¡caturas empiezan a verse en varios medios de prensa. En los años venideros será un personaje típico de los bares capitalinos.

MADRE DE RAFAEL TOR, c.1918 - 1920. Co¡e€.ióñ particular

YELPt

l1-§i?{¡" ¡uc¡ en Montevideo, el 4 de enero, el pintor Rafael Barradas, hrjo de inmigrantes españoles, Antonio Pérez Barradas, pintor de bodegones y decorador de ¡nteriores, y de Santos Giménez Rojas, señora de su casa. Rafael está en el medio del grupo familiar. T¡ene una hermana mayor, Carmen, compositora. Luego

vendrá un tercer miembro del clan, su hermano menor Antonio, que elegirá la literatura como medio de vida bajo el seudónimo de Antonio de lgnacios. Los Pérez Giménez viven en el barrio de la Aguada. ;

:: r :.

'.i-S"¡

Ú.

za la pr¡mera de sus crisis económicas.

su prtmera exposi-

Aires en compañia de un tío materno.

á99É.á3"

REPTTE exposiciones en lvloretti y aparece en la Galería Maveroff.

:f-*iit. n¡ml

la publlcación satÉ rica El MoníÉote,y en agosto de ese año viaja a Europa. con dest¡no in¡cial a ltal¡a, Suiza y Francia, usufructuando parte de la beca que ganó su amigo, el músico Alfredo l\4édici.

:§-3§,§. FALLEGE el padre y emple-

n¡L¡zl

c¡ón y ese mismo año visita Buenos

vl

EsrÁ

r

sraLADo

en Barcelona. En junio aparecen sus d¡bujos en L Esquella de Torratxa. Una súbita decisión lo hace lr caminando a lvadrid, enferma en el


camino y lo recoge, en AragÓn, una pareja de campesinos, con cuya hlja se casa luego.

ii'i-i"*" lo ttosplrAllZAN

en Zaragozai traba)a en la revista turan¡nfo e ¡lustra libros. Expone en la Muestra Reg¡onal de Arte de Zaragoza.

i..:il.i"$.

su

FAMILTA v¡aja desde

Uruguay y a part¡r de ahí deberá mantener, además de su esposa, a su madre y su hermana. Demasia-

dos aprem¡os. Conoce a Torres GarcÍa.

:.*3§,

PAmlc¡PA en et Satón de

Humor¡stas de Madrid. Saca a relucir su obra vibrac¡on¡sta.

l{i-}-lti¡. llupl-il su período vibracionlsta, expone sus obras en Galería La¡etanes. Sus dibujos aparecen en Un enem¡c del poble y en Arc Voltaic. En agosto abandona Barcelona, se traslada a Madr¡d e ¡lustra libros para la Editorial Pagés.

. .

cAFÉ EL MoNtcorE, Pilár y Rafaet en café Barcelonés, 1916-1917. Colección particular De

izquierda

a derecha:

E. GARRÁN, B. JARNÉS

Y R. BARRADAS eu un café de

Madrid,1923.

Colección particular

¡S ofno año

suyo decisiun lo consideran vo. Los ultrarstas héroe. Expone en la Galería Mateu. Cono-

ce a MartÍnez Sierra, importante empresario teatral y editor de libros especializados, y le presentan a la celebridad ¡nternacional Catalina Bárcena, a quien p¡ntará en innumerables retratos. aflches, y se convert¡rá en uno de sus vestuaristas y escenógrafos

izquierda a derecha: B. JARNÉS, R. BARRADAS Y E. GARRÁN en Madri4 De

c.7922-4923. Colecdón particr¡lar


1920, neltlzl

ñgurines Para GarcÍa Lorca. ExPone en el Ateneo e ¡lustra el Man¡f¡esto. Uttraísta Vert¡cal y la edición del " Reflector", rev¡sta de un único ejemplar.

1921. mm¡ce

su serie sobre el Clownismo. Arma su propia tertul¡a en el Café de Oriente que frecuentan desde Buñuel a Dalí.

1922, Pueucn DlBUJos en la revista "Horizonte"

Y

en "Alfar"

'

1923. sr rmsLADA

a Luco de Jiloca, en el Teruel' y comienza serie sobre nuevos cánones estéticos'

1924. vuerv¡

a Madrid

Y

opera

para la editorial Espása Calpe Y la Revista de Occidente. Pasa un tlempo en San Juan de Luz' donde aParecen sus temas marineros.

con su famil¡a Llobregat'

1926. se INSTALA en Hospitalet de

1928. ¡ltlcll

su regreso a Monte-

v¡deo.

1929. nLl-¡ce

el 12 de febrero' De izquierda a

rlereáa.

D€pie:

BENJAMI IARNES' HUMBERÍO PÉREZ DE LA ossaY Luls BuÑuEL. sentádos: RAFAEL BARRADAS Y FEDERtco cARcÍa LoRcA. Madri¿ 1920. Coleccióú Particular

BIBLIOGRAFIA

/

García - MMBA Bafiadas - Raquel Pereda Ba adasÍo¡res Rafael Barradas - Antonio de lgnacios .romo Peluffo Linari Gabriel ll Htsto a de ta ptntuta utuéuaya Banadas Exp. AntotóEtca en en et plásttcas tas aftes Fárnando García Esteban Prcceso 'te Artes Prást cas de t Urueuay enJ "'gt O ta revlsta Alfat Revista de occldente l?uÉuay ).P Aréul Elemptares

H[.to

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