Presentamos los cuentos y dibujos ganadores de la sexta ediciĂłn del concurso La ciencia es todo un cuento, organizado por la Universidad de los niĂąos EAFIT. Se trata de creaciones de los participantes del programa inspiradas en las preguntas desarrolladas en 2017.
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Categoría Cuento Primer lugar
Ideas Subterráneas Violeta Ríos Hoyos, 11 años
Colegio Colombo Británico Inspirado en la pregunta: ¿Cómo cambia una idea?
“La tribu yariguíes pintaba en sus cuevas secretas subterráneas sus problemas. El chamán tenía sueños dando la solución, y ellos la pintaban” Extracto de La vida de los Yariguíes. Arqueólogos Camille y Frank Baker Tengo 15 años y mi nombre es Taylor Baker, futura arqueóloga como mis papás. Vivo en una población a orillas del río Magdalena, cerca de un páramo, con aproximadamente 500 habitantes. La mayoría de habitantes son arqueólogos que ayudan a mis papás en sus investigaciones, aunque también hay indígenas, mineros y otros pobladores. Aquí no llega el agua directo, la tenemos que sacar del río Magdalena. En este momento mis padres están en Egipto por unos meses, así que estoy prácticamente sola con los científicos y otros niños del campamento. Dirían que tengo una vida perfecta, pero no. El pueblo es frecuentemente azotado por incendios cuando estamos en época de sequía y el sol está en su punto más alto, lo cual es una tragedia para las casas de los indígenas que no son hechas de madera inmunizada como las del equipo de científicos de mis papás.
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Estos incendios además arrasan con las diferentes plantas y con los cultivos para la comida de los pobladores, como la papa y la cebolla. Como no tenemos suficiente agua, es muy difícil apagar estos incendios porque habría que ir al río Magdalena, recoger el agua y volver. En ese tiempo, el incendio ya habría quemado mucho o se habría extinguido. Era el último fin de semana antes de que regresaran mis papás y decidí una mañana, en la que ya estábamos en oleada de calor, hacer una larga caminata. Empaqué en mi maleta mucha agua, un sánduche de atún, mi brújula, una linterna, un kit básico de arqueología, que me habían dado en mi cuarto cumpleaños, y una pelota dorada, regalo de mi mamá, que me daba buena suerte. Salí de mi casa rebotando mi pelota pero se me deslizó de las manos y empezó a rodar. Corrí detrás de ella, pues no la quería perder, y rodó por los cultivos hasta llegar a la orilla del río Magdalena y… desapareció. Seguí por donde había pasado la pelota, y, de repente, ¡PUM!, caí en un hueco. Era bastante profundo. Estaba sentada en una montaña de polvo. Me levanté y sacudí, pero me dolía levemente el tobillo y no veía absolutamente nada. Abrí mi maleta y saqué la linterna. Me encontraba en un tipo de caverna subterránea circular y pequeña, con las paredes hechas de barro. A juzgar por mi pequeña experiencia como arqueóloga, la estructura tenía más o menos entre 600 y 1000 años. Recogí mi pelota, la guardé e iluminé otra zona de la pared y encontré muchos dibujos. El primero era de un río seco y al lado había algo que interpreté como una represa. Después había unas flores muertas y al lado más flores, solo que plantadas cerca al río. Un poco más apartado había unos sembrados de lo que parecía ser papa y cebolla, con canales de agua rodeándolos para el riego. Este último me llamó mucho la atención. Me lo grabé en la mente y me concentré en una forma de subir. Los desniveles del barro en un extremo de la caverna me ayudaron a salir. Regresé adolorida a casa y fui a ayudar en los cultivos. Aún era temprano. Llamé a mis papás, los saludé, y les conté lo que me había pasado. Ellos me dijeron que debía haber encontrado una de las cuevas de los yariguíes, que fue una tribu 5
que habitaba la zona antes que nosotros. También me contaron que no eran muchas las cuevas que estaban registradas, y que los indígenas las utilizaban frecuentemente para ilustrar sus problemas, documentar sus vidas e ideas en imágenes que pintaban con extractos vegetales en las paredes. Luego de ser pintadas, el chamán, que es como el hechicero de la tribu, compartía con todos las repuestas que los dioses le enviaban directamente a él en sus sueños. Antes de colgar, me recomendaron el libro que ellos mismos escribieron de la vida de los Yariguíes. Les agradecí y me dormí, pues pensaba repetir mi expedición. El calor hizo que mi sueño fuera más profundo. Al otro día, intenté levantarme y no pude. Me dolía el tobillo. Un médico vino y me dijo que me había esguinzado. ¡Parece que tenía que posponer mi aventura! Cogí mi kit de arqueóloga y cojeé a los cultivos, saqué una pala y desde el río Magdalena hice un pequeño canal hasta el cultivo, como los que vi en las pinturas subterraneas. De ahí, hice otro que salía para mi casa y la rodeaba, hice eso toda la tarde. Al final, tenía la mayor parte de la tribu llena de canales a los que les verificaba su inclinación con mi pelota dorada. Era increíble que la idea que habían tenido los yariguíes hacía más de 500 años para los cultivos, ahora yo la usara para la protección de nosotros, de nuestros hogares, de los cultivos y de las casas más vulnerables de los indígenas. A esa hora del día el calor ya era insoportable. Varias personas se me acercaron y me preguntaron que hacía y yo les conté todo, también lo que mis papás habían dicho. Ellos me ayudaron a terminar los canales y mandaron a gente a ir a llenar baldes para poner al inicio de la serie de canales. Cuando llegó el agua, la eché en el principio del canal y se fue esparciendo por toda la tribu. Satisfecha con mi trabajo, cojeé a mi casa y me dormí. Me despertó un calor abrazador en la madrugada, salí y vi un incendio acercándose a la aldea. Los vientos rápidamente ayudaron a que el fuego se esparciera y se acercara cada vez más a la aldea. Corrí lo más rápido que me permitió mi tobillo a la casa vecina para decirles que fueran por agua, pero el incendio se extinguió cuando llegó a los canales de agua. Feliz, le conté a los vecinos y ellos les contaron a todos la noticia. 6
Al día siguiente regresaron mis papás de Egipto. Se sorprendieron mucho con la cueva que había encontrado y de cómo había hecho los canales de acuerdo con la pintura que vi en la cueva para salvar al pueblo. Los arqueólogos perfeccionaron mis acueductos para que no se secaran y para que en verano estuviéramos a salvo de las llamas. Guie a mis papás y a los arqueólogos a la cueva. Me explicaron que esos “dibujos” eran pinturas rupestres y que lamentablemente la tribu que los había hecho había desaparecido hacia casi 100 años. La cueva no había sido descubierta porque se inundaba la mayor parte del año. Ahora no nos preocupamos en las temporadas de calor y es más fácil tener agua para cualquier accidente y hasta para el riego, tal cual lo imaginaron quienes antes habitaban estas tierras. Decidí seguir estudiando la vida de los yariguíes para encontrar en sus pinturas rupestres soluciones a situaciones y problemas que aún hoy tenemos…y aunque ellos ya no estén, sus ideas siempre existirán.
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Categoría Dibujo Primer Lugar Inspirado en la pregunta:
¿De dónde surge la imaginación? Juanita Morales Gil, 9 años Colegio Alemán
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Categoría Cuento Segundo lugar
¿A qué llamaríamos naturaleza? Kevin David Restrepo Buitrago, 15 años
Institución Educativa Colegio Maestro La Sierra Inspirado en la pregunta: ¿Por qué es diversa la naturaleza? “Chicos, para la próxima clase traer la respuesta de ¿Por qué es diversa la naturaleza?” dijo la profesora Janet unos minutos antes de que tocaran el timbre para salir del colegio. Todos estaban muy contentos porque se había acabado la semana y el sábado podían descansar, salir a fiestas, jugar, entre otros… En cambio, yo no tenía nada que hacer. Entonces, cuando llegué a mi casa, fui a mi habitación y me puse a investigar por internet la tarea que nos puso la profesora. Pasé horas buscando y no me aparecía información concreta. Decidí buscar diferentes términos como: “¿por qué hay animales en algunos lugares y en otros no?”, “¿por qué hay árboles y climas distintos?”. Aparecieron muchos resultados que me confundían, así que intenté darme respuestas con mis propias ideas y lo que había buscado, pero eso tampoco sirvió de mucho. Desilusionado, me acosté a dormir con la esperanza de que mañana despertara con respuestas. Cuando abrí los ojos, noté que estaba en un lugar desconocido al aire libre. Estaba lleno de hojas grandes, tallos gigantes y el clima era muy cálido como si de una jungla se tratara. No tardé mucho tiempo en notar que yo era una hormiga. Mi sorpresa fue tanta, que me quede paralizado unos segundos por el miedo que sentía en ese momento.
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Me tomó un tiempo aprender a caminar con seis patas, pero con la práctica ya me era normal. Cuando encontré otras hormigas, caminé al lado de ellas. Me miraban raro y se preguntaban entre sí, si me habían visto antes. Al rato de estar recorriendo el lugar, me llamó la atención dos grandes filas que estaban formadas por ellas; la fila de la izquierda iba de ida, y la fila de la derecha de regreso donde las hormigas traían ramas, hojas, comida y a sus amigas que terminaban lastimadas. En un extremo había una hormiga que estaba supervisando el trabajo de las demás. Indecentemente interrumpí su concentración y le pregunté para dónde llevaban todos esos recursos y me respondió: —A la colonia para nuestra reina —me respondió señalándo el sitio. —¿Y por qué lo hacen en este lugar? —pregunté con una mirada curiosa. —Porque este lugar tiene las condiciones que necesitamos, como la temperatura que no es fría y tampoco caliente —me respondió muy alegre. Unos minutos después se empezaron a escuchar sonidos fuertes y todas las hormigas estaban corriendo espantadas hacia la colonia. Mire qué era lo que les causaba tal horror: no era más que un gran armadillo que estaba acabando con todas las hormigas que alcazaba. Traté de salir del lugar a toda costa, pero el armadillo se apresuró y me devoró de un solo bocado. Mientras caía por su cuello se me nubló la vista y perdí el conocimiento por unos segundos. Cuando lo recuperé de nuevo, ya no estaba en ese horrible escenario, ahora estaba en uno más tranquilo y en el viento se escuchaban hermosas melodías. Miré más detenidamente el lugar reposado en una rama de un gran árbol; sus hojas eran claras y combinaban con mis plumas azules celeste. Los demás pájaros que vi me parecieron que bailaban sus canciones como para llamar la atención de sus parejas. Más al fondo vi cómo otros llevaban a sus presas en sus picos para alimentar a sus crías. Yo no me quería mover de la rama en la que estaba, ya que le tenía miedo a las alturas. Un pechirrojo me vio en esa situación, se me acercó y preguntó:
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—¿Por qué no gozas de tus hermosas alas y vuelas como si no hubiera fronteras? —No creo que volar sea lo mío” —respondí con voz tímida—. —No lo sabrás si no lo intentas —complementó él con el canto alegre—. —Tienes razón —dije—. Entonces me enderecé, abrí mis alas, cerré mis ojos y me dejé caer hacia atrás. Yendo en picada como si de un misil se tratara, envuelto en pánico, estaba moviendo mis alas sin ninguna coordinación. A lo lejos escuche el pechirrojo gritando “tienes que respirar y sincronizar el movimiento de tus alas”. Al escucharlo, traté de tranquilizarme a segundos de colapsar con una roca y abrí mis alas para tener equilibro y empecé a moverlas con todas mis fuerzas. Cuando abrí los ojos, esperando lo peor, me topé con que estaba volando en el aire. Eso me tranquilizó y empecé a contemplar la vista del paisaje. Había árboles pequeños, otros coloridos y unos con frutos. Me posé en una rama al lado de otro pájaro. Le pregunté sobre los árboles, que cómo hacían para dormir en ellos tan tranquilos, que cómo los escogían. Él me respondió: —Cada árbol es especial para cada uno de nosotros, nos dan un hogar ideal. Las hojas combinan con nuestras plumas, así nos camuflamos mientras dormimos a una buena altura para el futuro vuelo. También nos ayudan con los fuertes climas. Por ejemplo: para las lluvias nos convienen los de tronco robusto y hojas grandes para que nos tapen de las goteras. —Y ¿para las noches calurosas? —pregunté. —Para las noches calurosas nos hacemos en árboles altos con pocas hojas —me respondió—, pero últimamente nos están quitando nuestros hogares talándolos y estamos muriendo o migrando a otros lugares que no tienen estas condiciones. Así finalizó diciendo con una lágrima asomada y la cabeza agachada. Hubo un momento de silencio pero yo lo interrumpí con otra pregunta: 12
—”Y entonces, ¿por qué los climas son diferentes? —En realidad eso no sé explicarlo, pero lo que sí te puedo decir es que la naturaleza se ayuda entre sí —dijo él. —¿Por ejemplo? —le repliqué. —Por ejemplo, el sol evapora el agua que se convierte en nubes y esta diluvia; el agua cae y riega las plantas, estas dan frutos y posada a los pájaros, que dejan caer sus semillas y estas crecen —dijo él con una sonrisa que de gusto le devolví. Las aves ya se estaban yendo para sus hogares. Luego se escuchó un estruendo, y segundos después empezaron a brillar bengalas en el cielo, y en un abrir y cerrar de ojos todas las aves estaban en jaulas y eran llevadas a vehículos para ser vendidas. Yo estaba pasmado viendo el caótico evento desde la rama de un gran árbol, pero el miedo me hizo evacuar de ese árbol e ir a una zona más segura. Pero inesperadamente un hombre me agarró con yo no sé qué, y cuando me estaba apresando en una jaula me golpeó contra las paredes de esta, haciendo que yo quedara inconsciente y me desmayara. Desperté en mi cama. El sol estaba brillando irradiante en el firmamento. Me senté y me puse a pensar en silencio sobre el sueño. Me salió una lágrima automáticamente, supe que era la diversidad ¡Pero de qué forma! Más tarde ya estando en la clase, la profesora llamó a lista, y a uno por uno nos hizo decir lo que se había investigado. Cuando me tocó a mí, me levanté de mi silla, y mirando a todo el salón definí qué era la diversidad. —La diversidad es todo lo que hace única a la naturaleza. Sin ella, todas las especies vivientes, los climas y lugares serían iguales, o simplemente no serían. Entonces ¿A qué llamaríamos naturaleza?
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CategorĂa Dibujo Segundo Lugar Inspirado en:
Las preguntas de Encuentros con la pregunta 2017 Paulina Villada Tejada, 8 aĂąos Colegio Corazonista
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Vigilada Mineducaciรณn