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Cultura Profesional para un Horizonte 2030

Elisa McCausland

Afirmaba recientemente Miquel Iceta, ministro de Cultura y Deportes, que «lograr un horizonte de convivencia marcado por la prosperidad económica, la inclusión y la protección medioambiental nos compromete con la cultura». La cultura se constituye por tanto en útil estratégico capaz de contribuir a la definición de perfiles más justos para el futuro de nuestra sociedad. Una idea recogida por otra parte en el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia del Gobierno de España, que considera a la cultura y al deporte una política estratégica para el cambio, en línea con los principios de sostenibilidad marcados por la Unión Europea en sintonía con la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas.

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El debate de hace apenas un lustro sobre por qué la cultura no ha tenido un espacio específico en el marco de la Agenda 2030, más allá de la consideración de su salvaguarda y promoción, parece haber trascendido ese marco para lograr imbricarse en el imaginario como herramienta transversal desde la que contribuir directamente a la consecución de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), muy destacadamente a aquellos ligados al fomento del crecimiento económico y el trabajo decente, la lucha contra la degradación del medio ambiente o la batalla por la igualdad de género.

Capital cultural, moneda de cambio

Las instituciones son más conscientes que nunca de la capital importancia de la actividad cultural para la creación de sociedades más sostenibles, y es por eso que programas como Europa Creativa, la Nueva Bauhaus Europea o el Fondo REACT-EU y los derivados del Marco Financiero Plurianual, donde se encuentran los fondos para la movilización efectiva de los recursos culturales orientados al desarrollo de los Estados y las regiones, han sido concebidos para reconfigurar los espacios rurales y urbanos en espacios culturales donde la ciudadanía pueda desarrollarse. Tal y como recoge la guía para integrar la Agenda 2030 en el sector cultural, editada por la Red Española para el Desarrollo Sostenible (REDS), los ODS ofrecen a las organizaciones unas nuevas lentes a través de las cuales ver y entender el mundo, invitándoles a reinventarse, a reflexionar sobre su visión y misión en un contexto pandémico: «El marco de los ODS supone una triple oportunidad para el sector cultural: por un lado, le permite repensar su relación con las audiencias e identificar nuevos públicos potenciales, desarrollando políticas inclusivas y transformadoras. Por otro lado, le permite generar nuevos servicios a través de la innovación, la experimentación e investigación y la producción de conocimiento. Y por último, los ODS empujan a las entidades y agentes culturales a buscar nuevas vías de financiación en este panorama complejo y cambiante. Probablemente, cualquier iniciativa futura que quiera captar fondos públicos o privados deberá demostrar su alineación y aportación a los ODS». No por nada, 2021 ha sido declarado por Naciones Unidas el Año Internacional de la Economía Creativa, poniendo especial foco en las industrias culturales, así como en la incentivación de sinergias con ámbitos como el social, la salud o la lucha contra el cambio climático que han tenido su reflejo en políticas de recuperación y puesta en valor del patrimonio cultural. Tal y como han apuntado desde la UNESCO, «los aspectos económicos, sociales y medioambientales del desarrollo sostenible contribuyen a salvaguardar el patrimonio cultural y nutrir la creatividad. (...) Asimismo, el patrimonio cultural —tanto el material como el inmaterial— y la creatividad son recursos que se deben gestionar y proteger cuidadosamente». Entender esta doble naturaleza es clave para poder desplegar planes de conservación y puesta en valor que tengan en cuenta patrimonios como los contenidos en la Cultura Profesional, hasta el punto de que hay quienes ya apuntan que a las tres dimensiones que articulan el concepto de desarrollo sostenible —sostenibilidad medioambiental, inclusión social y prosperidad económica— habría que sumar la cultura como cuarta dimensión, dado el papel fundamental que juegan en la sociedad actual. La cultura en el marco del desarrollo sostenible, de un tiempo a esta parte, ha ampliado las fronteras del concepto mismo, lo que ha llevado a las instituciones a abrirse a ideas clave para conectar con las personas como innovación social, participación ciudadana y democrática, derechos humanos, o género y diversidad.

La profesión como cultura

Desde Unión Profesional se lleva trabajando, en el seno de su Plan Estratégico, en el análisis y concreción del acervo cultural que emana de la tradición profesional. Por ello se ha decidido calificar de Cultura Profesional al conjunto de saberes cualificados, especializados y complejos que recogieron a lo largo del siglo XIX el testigo de los oficios tradicionales para constituirse en agentes fundamentales de un progreso humanista, científico, industrial y tecnológico que, en la actualidad, impulsa la actividad de profesiones como las agrupadas en esta asociación. En este proceso analítico, se ha detectado cómo la Cultura Profesional se halla integrada por tres expresiones de patrimonio histórico y cultural relacionadas. Por un lado, el patrimonio tangible, constituido por las instituciones, los textos educativos y técnicos, los útiles e instrumentos de trabajo, y las consecuciones materiales derivadas del mismo. Por otro lado, un patrimonio intangible en virtud de aspectos esenciales como la deontología, la vocación profesional o la misma organización colegial. Y, por último, un patrimonio etnográfico, que abarca aquellos conocimientos y actividades que han sido expresión relevante de una cultura profesional en particular y ponen de manifiesto el carácter de sus actividades laborales y profesionales, arraigadas y transmitidas de generación en generación. Entre los ejemplos más evidentes de la Cultura Profesional se cuentan las bibliotecas de las organizaciones colegiales; centros de saberes técnicos que contienen la historia misma de la profesión, sus conexiones y su evolución, y que permiten el acceso a un conocimiento especializado. En este sentido, es interesante analizar cómo las bibliotecas han asumido que su misma naturaleza responde al espíritu de la Agenda 2030. Son espacios abiertos, inclusivos, libres y gratuitos que, en un espectro más amplio, y como precisa el estudio La implicación de las bibliotecas españolas en la Agenda 2030, se han convertido en «aliadas necesarias de cara al compromiso global de no dejar a nadie atrás. Las bibliotecas están muy presentes en el territorio y son instituciones próximas a la ciudadanía en todas las etapas de su vida».

Tebeos y Agenda 2030

¡Vaya siglo nos espera!: Instrucciones para salvar el mundo (Plan B), de Pedro Cifuentes, es el primero de cuatro volúmenes pensados para explicar la Estrategia de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030 a los más jóvenes; un cómic ideado como herramienta didáctica para el profesorado derivado de otro proyecto en viñetas, Los objetivos del milenio en cómic, en el cual quince profesores vinculados al Premio Nacional por la Educación al Desarrollo, y a petición de la AECID, diseñaron un tebeo de veintiocho páginas como experiencia piloto para llevar a las aulas los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Descargar El desafío de los ODS en Secundaria

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