Julio de 2013. No. 41 De igual forma, dentro de estas revisiones teóricas se abordan las relaciones existentes con la psicología del desarrollo y su impacto dentro del ciclo de vida del ser humano.
Editorial Por: Sandra Milena Briceño Sánchez Msc Educación Docente Facultad de Psicología
Demencia: resultado de toda una historia de evolución. Guzmán, J., Castillo, Y., Forero, C. y Peña, C. Estudiantes Facultad de Psicología La demencia se define como la falla severa en el conocimiento que se genera en la corteza prefrontal de la parte del hipocampo (Victoroff, 2000); consiste en la pérdida progresiva de las capacidades cognitivas que caracterizan al ser humano, como la memoria, el aprendizaje, el lenguaje y la capacidad de pensamiento abstracto (Bufill, 2009). Esta patología cuenta con varios tipos como (a) las demencias fronto-temporales (DFT), que son la segunda causa de demencias y que se caracterizan porque, desde su inicio, ocurren alteraciones en el comportamiento; en ésta se destacan tres subdivisiones: la variante frontal, la demencia semántica y la afasia primaria progresiva (Cano, 2007); (b) la demencia causada por la enfermedad de cuerpos de lewy (DSM-IV-TR, 2007); (c) la enfermedad de Parkinson, que es la más conocida y prevalente de las demencias subcorticales y se caracteriza por el enlentecimiento motor y cognoscitivo, así como por la disfunción de la capacidad de ejecución y el deterioro en la memoria de evocación (Cano, 2007). El tipo más frecuente de demencia es la enfermedad de Alzheimer (EA), la más prevalente en el mundo occidental; esta enfermedad va acompañada de lesiones vasculares y corresponde a un subtipo diferente, que suele tener una presentación clínica
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Para esta edición del boletín, se reúnen 4 revisiones conceptuales hechas por estudiantes de la facultad de psicología referentes a los temas de: demencia, menopausia, inmortalidad y vejez, enfatizando en los procesos evolutivos del concepto así como en su estudio a lo largo de la historia.
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Boletín de la Facultad de Psicología de la Universidad El Bosque ///Abril 2013 No. 40 con rasgos subcorticales en etapas avanzadas (Cano, 2007). La EA también es considerada como la causa más frecuente de demencia, caracterizada por la pérdida de sinapsis y la destrucción neuronal; suele presentarse a partir de los 65 años y su prevalencia es de 20 a 40% en las personas mayores de 85 años, de países desarrollados (Bufill, 2009). Por otra parte, el origen de esta enfermedad se le ha atribuido a diversos factores: fisiológico, ambiental y genético. En primer lugar, desde una perspectiva fisiológica, se puede plantear que la EA es causada por la acumulación de péptidos neurotóxicos que conllevan a la destrucción neuronal; algunos se encuentran en el interior de la neurona. Tal es el caso de los ovillos neurofibrilares (NF), formados por agregados de proteínas Tau hiperfosforiladas que producen la distorsión del citoesqueleto neuronal; otros se hallan en el espacio extracelular, como las placas neuríticas del péptido B-amiloide (AB). Dichas placas están constituidas por fragmentos de una proteína de la membrana neuronal: proteína precursora de la amiloide (APP) (Bufill, 2009; Bufill y Blesa, 2006). Por otra parte, existe evidencia que sustenta el origen de la enfermedad en la evolución de los virus, ya que la mayoría de las enfermedades crónicas, como la EA, se han asociado con agentes infecciosos ilustrados por el alelo ε4, relacionado directamente con su desarrollo. Este alelo aumenta la vulnerabilidad a, por lo menos, una causa infecciosa; por ejemplo, el patógeno Chlamydia pneumoniae, cuya persistencia es favorecida por la transmisión sexual, se ha asociado con todas estas enfermedades (Ewald, 2004). Otra explicación del origen de la EA se basa en su relación con el factor ambiental; en los últimos 35.000 años se ha producido un decremento del 10% en el tamaño cerebral medio, simultáneamente con la disminución del tamaño corporal, que se dio durante el Paleolítico Superior (Holloway, Henneberg, como se citó en Bufill y Carbonell, 2004). Este decremento en el tamaño cerebral concuerda con el progreso cultural que tuvo lugar en dicho período, así como con el comercio y el transporte de materiales a grandes distancias, la fabricación de vestidos de pieles, el surgimiento de adornos personales, la sistematización del arte, la pintura y la escultura, y las primeras creencias y rituales religiosos (Klein, Mellars, como se citó en Bufill y Carbonell, 2004). En las sociedades preliterarias, la transmisión cultural dependía exclusivamente de la memoria biológica. Esto hizo necesario mantener la integridad cognitiva a lo largo de la vida, lo cual podría haber propiciado la selección de dichos genes (Bufill y Carbonell, 2004).
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Por otro lado, el aprendizaje implica la constante remodelación sináptica, sinaptogénesis y neurogénesis, por lo que cualquier gen o grupo de genes con la capacidad de propiciar mejoras en la neuroplasticidad podrían haberse seleccionado en la especie humana. Esto habría dado lugar al desarrollo de una co-evolución gen-cultura, en la cual la conducta simbólica, al parecer, promovió la selección de los genes capaces de mejorar el aprendizaje y la memoria. Así, se introducirían mejoras en la capacidad de crear, transmitir y almacenar la cultura. La expresión de la conducta simbólica, la acumulación y expansión de la cultura compleja, junto con los cambios técnicos y sociales que ello implica, podrían haber sido las principales fuerzas selectivas que favorecen el incremento de los alelos y las variaciones en la expresión de las proteínas capaces de mejorar la neuroplasticidad cerebral (Bufill y Carbonell, 2004). Con respecto al origen genético, la EA se caracteriza por su inicio precoz y transmisión genética en forma autosómica dominante, causada por mutaciones en genes de los cromosomas 1, 14 y 21. En estos genes, se codifican las proteínas Presenilina 1(PS1), Presenilina 2 (PS2) y APP, relacionadas con la plasticidad genética (Bufill, 2009; Bufill y Blesa, 2006; Neill, 2012). Además, hay un polimorfismo en la Apoliproteína E (apoE), que interviene en el transporte y la recaptación del colesterol de la membrana neuronal; en los alelos ApoE: ε2, ε3 y ε4, que se codifican por un gen del cromosoma 19 (Bufill y Carbonell, 2004). El alelo ε4 está asociado con la disminución en la neuroplasticidad y la capacidad de reparación sináptica, lo que aumenta la vulnerabilidad para el desarrollo de esta enfermedad a edad avanzada. (Bufill, 2009; Bufill y Blesa, 2006; Bufill y Carbonell, 2004). Los alelos de la ApoE ε2 y ε3 podrían dar beneficios neurológicos, protección contra la EA, así como menor cantidad de ovillos y placas en los adultos jóvenes (Ghebremedhin et al, Braak et al., como se citó en Glass y Arnold, 2012). Por su parte, el alelo ε4 aún persiste dada una selección contraria, pues podría proteger contra el daño hepático en pacientes con el virus de la hepatitis C, reducción en la respuesta cardiovascular al estrés mental y disminución de probabilidad de aborto espontáneo en los fetos (Wozniak et al, Ravaja et al., Zetterberg et al., como se citó en Glass y Arnold, 2012). Por otra parte, desde el surgimiento del Homo Habilis (550690 cm3), hace dos mil millones de años, el volumen cerebral aumentó en las ramas 3-4 de la evolución: Homo Georgicus (700800 cm3), Homo Florensis (sólo 380 cm3), Homo Neandertalis (1750 cm3) y; finalmente, el Homo Ergaster-Erectus, que evolucionó hacia el Homo sapiens sapiens (1350-2650 cm3); la marcha bípeda, la manipulación fina de la mano, el desarrollo de nuevas funciones cognitivas, la autopercepción, la adquisición de nuevas reglas sociales y una mejor capacidad de adaptación a un entorno complejo, le permitieron al Homo sapiens sapiens conquistar el planeta y “domesticar” el medio ambiente (La Cerra y Bingham, como se citó en Ghika, 2008). Ahora bien, al parecer, gran parte del aumento en el tamaño cerebral fue alométrico, proporcional al incremento de masa corporal (Bufill y Carbonell, 2004); esto introdujo cambios en la organización cerebral, como la expansión del neocortex, el aumento en el número de circunvoluciones de las áreas de asociación y el incremento en las conexiones neuronales y el tamaño de la sustancia blanca prefrontal (Bufill y Carbonell, 2004). A través de los cambios en el control autonómico de la postura erguida y las nuevas demandas del ambiente, aparecieron nuevas áreas corticales en la corteza prefrontal medial y lateral, los ganglios basales, el lóbulo parietal, tronco cerebral, el cerebelo y los centros loco-
motores de la médula espinal (Shik et al., Mori et al., García-Rill et al., Tagliavini et al., Matano et al., Rilling et al., Mc Leod et al., Gramsbregen y Weaver, como se citó en Ghika, 2008). Del mismo modo, se desarrollaron los centros de la ínsula, el diencéfalo y el tallo cerebral, para la regulación del sistema nervioso periférico autonómico (Kesarev., Vlahovitch y Fuentes, como se citó en Ghika, 2008). Además, las áreas corticales sensorio-motoras secundarias y los núcleos pontinos evolucionaron para permitir los nuevos patrones de motricidad fina de la mano y la laringe; así mismo, la manipulación de objetos hacia nuevas áreas de formación conceptual llevaron a la fabricación de herramientas, y la comunicación verbal, escrita y gestual, propiciaron el surgimiento de la creatividad y las emociones (Johnson, Stout et al., Wiesendanger, Wagener., Rail., como se citó en Ghika, 2008). En este orden de ideas, cabe anotar que la memoria de almacenamiento explícito, episódico, semántico y de recuperación, se desarrolló a partir de la expansión de los lóbulos temporales, el hipocampo, el parahipocampo y la corteza entorrinal (Gross, Ullman, Manns et al., Barco et al., Lu et al; como se citó en Ghika, 2008). Por lo tanto, el lóbulo olfativo perdió su importancia, lo que generó algunos cambios en la amígdala; esto permitió la asociación de la memoria explícita a la memoria afectiva (Sander et al., como se citó en Ghika, 2008). Por último, el desarrollo del lóbulo prefrontal en los seres humanos hizo posible la adaptación a nuevas situaciones complejas y necesidades superiores, así como el desarrollo del razonamiento abstracto y el surgimiento de la inteligencia social y afectiva (Davidson, Parr et al., Kanazawa, como se citó en Ghika, 2008). El desarrollo del lóbulo prefrontal también supuso la aparición de la metacognición, con la percepción de las propias capacidades cerebrales, el conocimiento del tiempo, la autoconciencia, la autodeterminación y la percepción de los límites de los sentidos, entre otros (Ghika, 2008). Estos cambios, ocurridos en la expresión genética del córtex cerebral humano, constituyen adaptaciones para el mantenimiento de niveles elevados de actividad neuronal a lo largo de la vida. Sin embargo, el aumento en el número de sinapsis y la mielinización incompleta de neuronas ubicadas en áreas relacionadas con la memoria, el aprendizaje y otras funciones cognitivas, produjeron un incremento en el consumo metabólico neuronal, lo que generaría un envejecimiento neuronal más rápido, lo cual podría facilitar la aparición de la EA (Braak, como se citó en Rapoport y Nelson, 2011; Buffil, 2009). Según un estudio realizado por Cáceres et al., (2003), se identificaron 169 genes que evidenciaron diferencias entre la corteza cerebral del humano y el chimpancé. Lo anterior indica que el cerebro humano tiene una forma distinta en la expresión génica con respecto a los primates; la expresión de estos genes podría proporcionar la base para las extensas modificaciones en la morfofisiología cerebral, generando altos niveles de actividad neuronal. En este sentido, algunos cambios asociados con la neuroplasticidad cerebral podrían facilitar la aparición de enfermedades neurodegenerativas, como el Alzheimer, e indirectamente podrían tener una función neuroprotectora ante dicha enfermedad (Bufill y Carbonell, 2004).Una mayor neuroplasticidad podría producir probablemente diferencias en ciertas habilidades cognitivas, como el aprendizaje, la memoria y el lenguaje. Esto disminuye la probabilidad de desarrollar la enfermedad de Alzheimer en una edad avanzada, ya que la expresión de los cambios neuropatológicos que caracterizan esta enfermedad se han atribuido a la baja habilidad mental en la juventud (Snowdon et al, como se citó en Bufill y Carbonell, 2004).
Cabe mencionar que las lesiones propias de la enfermedad sólo se desarrollan en la especie humana debido a los cambios genéticos y morfofisiológicos que se dieron a los largo de la evolución cerebral en el género Homo, ya que la selección natural eligió algunos de los genes que se relacionan con la enfermedad para promover ciertas ventajas en la especie, como el desarrollo de la locomoción bípeda y la cognición (Bufill y Blesa, 2006). En la Enfermedad de Alzheimer se presenta una pérdida selectiva de las neuronas que se ubican en el hipocampo y la corteza, y se evidencian dos lesiones características: las placas seniles o de amiloide (extracelulares) y los ovillos neurofibrilares (intracelulares), que se conforman por agregados de proteína Tau hiperfosforilada (Bernhardi, 2005). Por otra parte, la Asociación Colombiana de psiquiatría (2000) afirma que la enfermedad de Alzheimer es la causa más común de demencia y la edad es su principal factor de riesgo; además, la disfunción de la memoria comprende la alteración del aprendizaje de nueva información: amnesia de corto término. Esto afecta principalmente la memoria episódica, la cual constituye el conjunto de recuerdos ligados a espacio y tiempo y, en particular, se refiere a una memoria autobiográfica (Cano, 2007). En los estados tempranos, leves y moderados de la enfermedad, los recuerdos remotos que han sido bien aprendidos parecen estar conservados; sin embargo, la nueva información no se incorpora en la memoria. En el estado tardío, no se pueden recordar datos de aprendizaje previo, como los nombres de los familiares (Asociación Colombiana de psiquiatría, 2000). Del mismo modo, en la EA se presentan alteraciones en el lenguaje, como la dificultad para recordar palabras durante una conversación espontánea. Por lo tanto, el lenguaje se torna inespecífico. Además, se presentan otros déficits cognitivos focales tales como: acalculia, desorientación de lateralidad y afectación de la capacidad para resolver problemas. En estos pacientes, los cambios de personalidad son frecuentes en las fases iniciales de la enfermedad, por lo que se puede mostrar una disminución en sus expresiones emocionales y afectivas (Asociación Colombiana de psiquiatría, 2000). Así mismo, la enfermedad de Alzheimer se presenta exclusivamente en humanos, pero se manifiesta de forma incompleta en otros mamíferos (Bufill y Blesa, 2006), tales como perros, cabras y ovejas, en los cuales se han observado lesiones similares a los ovillos neurofibrilares sin depósitos de amiloide (Head et al., como se citó en bufill y Blesa, 2006). Las alteraciones neuropatológicas que se relacionan con la acumulación de amiloide o proteína Tau fosforilada son muy raras fuera del orden primate. No obstante, en la mayoría de subórdenes, familias, géneros y especies de primates, se ha encontrado que algunos individuos seniles presentan acumulaciones amiloides en el cerebro. También, algunos tipos de alteraciones cognitivo-comportamentales se presentan con mayor intensidad en ciertos individuos seniles, en relación con los individuos normales de su especie (Toledano et al., 2012). Para concluir, la demencia se puede definir como una falla severa y progresiva en las áreas cognitiva, conductual y funcional (Cabacelos, 2011; Victoroff, 2000). Desde la perspectiva biológica, se ha planteado que el estrés oxidativo es importante en la enfermedad del Alzheimer ya que se ha considerado como un mecanismo causal, el cual tiene implicaciones en una propagación del daño neuronal y afecta significativamente toda la actividad que se lleva a cabo en los canales iónicos y transportadores, la neurotransmisión y el transporte neuronal (Bufill, 2009). Así mismo, la adaptación del género Homo al nicho cognitivo requirió un aumento
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Boletín de la Facultad de Psicología de la Universidad El Bosque ///Abril 2013 No. 40 en la actividad cerebral y la plasticidad sináptica; por lo tanto, la EA podría ser el resultado del desarrollo de una mayor longevidad y las capacidades cognitivas del ser humano (Bernhardi, 2005; Buffil, 2009; Ewald, 2004). Genéticamente, se ha planteado que la EA surge por una incompatibilidad del genoma que se desarrolló en el entorno primitivo con el genoma humano actual; en este sentido, se plantea que el alelo ApoE4 puede ser una variable de predisposición al desarrollo de la enfermedad. Por otra parte, el tamaño cerebral en el género Homo ha aumentado su tamaño en los últimos 2.5 millones de años, triplicandose de 450 a 1345cm3, lo cual ha generado cambios en la organización cerebral como el aumento del tamaño del neo córtex. Tales cambios que tuvieron lugar durante la evolución se han relacionado con adaptaciones a los nuevos nichos ecológicos y con cambios conductuales y dietéticos, los cuales serían determinantes para el origen de la enfermedad del Alzheimer (Bufill, 2009; Bufill y Blesa, 2006).
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• Toledano, A., Álvares, M., López, A., Toledano- Díaz, A. y Fernández, C. (2012). Does Alzheimer´s disease exist in all primates? Alzheimer pathology in non-human primates and its pathophysiological implications. Neurología, 27, 354-369. • Victoroff, J. (2000). Evolution and Brain Aging. The Harvard Mental Health Letter.
Evolución y menopausia Toro, M., Brito, Y., Alfonso, K. y Puello, E. Estudiantes Facultad de Psicología La menopausia es el envejecimiento reproductivo y el desgaste folicular; una de sus características son los bajos niveles estrógenos séricos y alteraciones metabólicas en el cuerpo de la mujer ( Pollicove, Naftolin y Simon, 2011). El supuesto desgaste folicular ronda la edad de los 40 y 50 años (Kuhle,2007), mientras que la edad en que la mujer concibe su último hijo está cerca de los 38 años; aproximadamente 10 años más tarde, aparece la menopausia, pero la mujer puede tener 20 años de vida reproductiva activa antes del fenómeno (Johnstone y Cant, 2010). Actualmente se conoce el promedio de edad en que se inicia la menopausia, así como los acontecimientos, las características y los cambios fisiológicos que se presentan en torno a ella. También, se tiene conocimiento de que la hembra humana se caracteriza por tener un ciclo de vida extraño, en comparación con otras especies, pues ella posee una vida larga y su vida reproductiva termina mucho antes de que aparezcan signos fisiológicos de envejecimiento. En un análisis, Emery Thompson (2007) demostró que mientras que las tasas medias de fecundidad del chimpancé declinan hacia el final de la vida, la fecundidad en las mujeres
• Cacabelos, R. (2001). Enfermedad de Alzheimer: Presente terapéutico y retos futuros. Revista colombiana de psiquiatría, 30 (003), 215 - 238. Tomado el 18 de Octubre, de la Base de datos Redalyc. • Cáceres, M., Lachuer, J., Zapala, M., Redmond, J., Kudo, L., Geschwind, D., Lockhard, D., Preuss, T. y Barlow, C. (2003).Elevated gene expression level distinguish human non-human primate brains. PNAS, 100 (22), 13030-13035. doi:10.1073. • Cano, C. (2007).Tratamiento de las demencias.Revista colombiana de psiquiatría, 36, (1), 157-174. Tomado el 18 de Octubre de 2012, de la Base de datos Redalyc. • DSM-IV-TR.(2007). Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales. Barcelona, España: Elservier Masson. • Ewald, P. (2004). Evolution of virulence. Infectious Disease Clinics of North America, 18, 1-15. • Ghika, J. (2008). Paleoneurology: Neurodegenerative diseases are age-related diseases of specific brain regions recently development by homo sapiens.Medical Hypotheses, 71, 788-801. • Glass, D. y Arnold, S. (2012). some evolutionary perspectives on Alzheimer`s disease pathogenesis and pathology. Alzheimer`s & Dementia, 8, 343-351. • Neill, D. (2012). Should Alzheimer`s disease de equated with human brain ageing?: A maladaptative interaction between brain evolution and senescence. Ageing Research Reviews, 11, 104-122. • Rapoport, S. y Nelson, P. (2011). Biomarkers and evolution in Alzheimer disease. Progress in Neurobiology, 95, 510-513.
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desciende significativamente con la edad. Estos hallazgos sugieren que la senescencia reproductiva del chimpancé está estrechamente ligada a la senescencia somática y la vulnerabilidad a la mortalidad (Kaplan, Gurven, Winking, Hooper y Stieglitz, 2010). En otra investigación, se hallaron correlaciones entre la edad y la duración del ciclo menstrual, que explica que la duración del ciclo se mantiene entre los 20 y los 35 años, y desciende a medida que aumenta la edad de la mujer. Además, se encontraron correlaciones positivas entre la producción de hormonas, como la FSH y la LH, y la edad (Videan, Fritz, Heward y Murphy, 2006). En este punto, cabe señalar que éstas y muchas otras observaciones han sido establecidas por biólogos evolutivos, quienes postulan diferentes teorías y explicaciones acerca de la menopausia (Hill y Hurtado, 1991). Ahora bien, según los biólogos evolutivos, la menopausia es el cese reproductivo que se da en los congéneres femeninos hacia el final de la vida adulta promedio. Desde el punto de vista evolutivo, la menopausia es sorprendente, ya que la evolución es aquella que favorece estrategias para dejar individuos de descendencia, y la menopausia es una de esas estrategias. Los biólogos han propuesto dos explicaciones: una es la adaptación y la otra, que la menopausia es un subproducto del proceso evolutivo (Pavard, Metcalf y Heyer, 2008). En el primer postulado, donde se establece que la menopausia es un fenómeno adaptativo, se considera que ésta corresponde a la edad en la cual hay un cese, o una disminución sustancial, de la vida reproductiva; el inicio de la vida reproductiva de la mujer comienza con la primera menarquia, donde intervienen diferentes factores que influyen en preparar a la mujer para la procreación y; posteriormente, viene el descenso de la vida reproductiva. Ahora bien, no se conoce si este resultado es debido a la menopausia, si ésta es adaptativa, de supervivencia, o de heredabilidad (Pavard, Metcalf y Heyer, 2008).También, se habla de las ventajas que la menopausia trajo consigo, como uno de los grandes beneficios de la evolución humana; se dice que ésta permite una intensificación en la calidad y la cantidad; es decir, entre la fertilidad prolongada y el tiempo que se invierte en la maternidad (Jocelyn, 2001). En el segundo postulado, se establece que la menopausia es un resultado adaptativo; se sugiere que la edad en la que ésta comienza está modelada de forma adaptativa, lo que indica que es predecible. La menopausia, como un subproducto del proceso evolutivo, no es un beneficio, sino un efecto de otras características, como el aumento en la tasa de vida de las mujeres. Sin embargo, ésta no explica por qué la vida reproductiva de una mujer termina mucho antes del envejecimiento, o por qué la mujer, en comparación con los hombres, cesa su función reproductiva en determinado tiempo. Otro argumento en contra de este postulado es que la tasa de vida ha sido constante, por lo menos durante 100.000 mil años; es decir, no hay un nivel mayor o menor en la esperanza de vida (Kuhle,2007). Por otra parte, las correlaciones genéticas negativas pueden resultar de compensaciones fisiológicas. En el caso de la reproducción de las mujeres, los genes pleiotrópicos favorecen positivamente a las edades menores, teniendo en cuenta los efectos negativos que perdurarán en la vida. De acuerdo con las teorías evolucionistas del envejecimiento, lo antagónico de la pleiotropía puede existir porque la selección reduce rasgos con la edad (Scott, 2001). Las ventajas y desventajas de la historia de vida implican el costo de la reproducción, o gastos pagados en la reproducción; el
costo genético, representado por la pleiotropía; y el costo fenotípico, representado por las correlaciones entre esfuerzo reproductivo y supervivencia. Por su parte, las compensaciones intraindividuales generan probabilidades de supervivencia en el caso de la hembras; una de esas compensaciones es la reproducción y el esfuerzo al aumentar la supervivencia propia y la de los hijos en las próximas temporadas (Stearns, 1989). Otra posible explicación se halla en la propia historia de la vida humana. En muchos períodos, la estabilidad de la especie ha sido buena, pero por muchos eventos incontrolables, como los desastres naturales, la selección inhibe la inversión reproductiva con el propósito de evitar inversiones costosas. Esto da como resultado la pérdida parcial de ovocitos, mutación que fue provocada por diversos acontecimientos y que dio origen a la menopausia (Rashidi, 2007). Esta perspectiva permite observar la importancia del altruismo, pues al encontrarse en un ambiente difícil, era más probable que la cría perdiera a su madre a una edad temprana. Entonces, los familiares y allegados (con cercanía genética) ayudaban con la crianza de la cría. No obstante, a partir de observaciones interesantes, se ha conocido que este tipo de comportamiento sólo se da en algunas especies, cuya estructura social es más compleja (Kaplan, Hill, Lancaster y Hurtado, 2000). Para encontrar los beneficios indirectos del altruismo, se han realizado estudios en mamíferos inteligentes, como humanos y cetáceos. Se ha encontrado una mayor contribución por parte de las hembras más adultas, debida posiblemente a un mayor y mejor conocimiento (Uematsu, kutsukake, Fukatsu, Shimada y Harunobu, 2010). La aparición de la menopausia ha ayudado a las hembras humanas, formando un rompecabezas evolutivo; pero la pregunta que nos debemos hacer es si ¿este fenómeno se presenta solo en las hembras humanas, o también se presenta en otros animales? Entre los pocos mamíferos que adoptan este sistema de reproducción, se encuentran las orcas. De hecho, se ha demostrado que las diferentes estructuras sociales de los grandes simios y las ballenas menopáusicas dan lugar a un aumento de la edad de la hembra. Gracias a esto, se da un mayor aprovechamiento de la vida después de la reproducción; por lo tanto, este análisis ayuda a explicar el porqué de la larga duración de la vida de los mamíferos sociales, específicamente de los grandes simios y las ballenas dentadas, especies en las cuales la menopausia y la vida post-reproductiva han evolucionado. Ahora bien, el estudio realizado por Foster (2010) arrojó que una especie de áfido, quadrartus yohinomiyai, muestra un comportamiento similar al menopáusico; esta especie vive en Japón, en un árbol llamado distylium racemosum,. Una de las características de esta especie es que la hembra antes utilizaba su abdomen para producir embriones, mientras que ahora éste se encarga de la fabricación y almacenamiento de secreciones defensivas. Así, los áfidos tienen un buen modelo de costo-beneficio en la vida post-reproductiva y un alto grado de altruismo (Johnstone y Cant 2008). Algunos investigadores mencionan que el grado de involucramiento sólo ayudará si la fecundidad involucra directamente a la persona, pues sólo la aptitud determina conjuntamente la evolución dinámica de la ayuda, y sería un desperdicio si ésta se les brinda a personas que no son competencia directa (Lehmann, 2006). La ayuda indiscriminada produce daños al beneficio del grupo, pues el grado de relación sería alto, con poca variabilidad, lo que reduce la selección de parentesco. La ayuda sería mejor si la cantidad de asistencia estuviera determinada por la condición de ayudantes y el costo para el que ayuda (Cornwallis, West y Griffin, 2009). Al mismo tiempo, esta evolución se puede observar en los cetáceos.
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Estos mamíferos placentarios, que viven en un ambiente acuático, no necesitan de tierra firme para procrear; las piloto y las orcas muestran un periodo comparable de vida post reproductiva, lo que es explicado por la hipótesis de la abuela. Esta hipótesis propone que la inversión de la abuela como beneficio o aporte a la evolución de la menopausia supone un alargamiento de la vida. Esto alienta a las hijas a tener un mayor número de hijos. También, se ha propuesto que la reproducción en los humanos es de cooperación, pues la ayuda brindada por la abuela y otros familiares es un factor importante en la crianza de los hijos (Strassmann y Garrard, 2012). En general, tal hipótesis muestra que la selección de parentesco puede favorecer la supervivencia post reproductiva cuando las mujeres mayores ayudan a sus parientes a reproducirse. Una de las explicaciones de la inversión de la abuela se debe a la dependencia de las crías humanas en cuanto a protección y recursos brindados por los adultos, sobre todo por parte de la madre, lo que da la oportunidad de cooperación dentro de los grupos de parentesco. En este punto, vale la pena mencionar que la gran dependencia de los bebés humanos se explica por el gran tamaño del cerebro y la reducción de la pelvis en la mujer debido a la bipedestación. Ahora bien, el riesgo de mortalidad aumenta con la edad, por lo que se considera que tiene sentido dejar de tener hijos cuando son más las desventajas que las ventajas, e invertir no en la reproducción, sino en el cuidado y aprovisionamiento de nietos que llevan genes propios. Así, en la vida post-reproductiva, las abuelas pueden ayudar a sus hijas o hijos adultos a llevar la carga de la crianza de los nietos. Sin embargo, diversos estudios han demostrado que la supervivencia de los hijos depende, en mayor grado, de la presencia de la madre durante los primeros años de vida, y que el papel de la abuela queda restringido a un efecto protector (Shanley, Sear, Mace y Kirkwood, 2012). Por otra parte, la hipótesis del patriarca propone que a los machos, una vez que llegan a ser capaces de mantener un alto estado reproductivo, se les eleva el tiempo de la vida útil máxima; esto se debe a genes relevantes que no están en el cromosoma Y, lo cual también genera mayor vida útil en las mujeres. Sin embargo, el período reproductivo femenino se vio limitado por el agotamiento de los ovocitos viables, lo que resultó en la menopausia (Frank, 1999). Así mismo, la hipótesis de la madre es una de las principales explicaciones adaptativas de la menopausia humana; ésta postula que el cese de la vida reproductiva se debe a una estrategia que se dio durante la evolución humana, ya que las madres, en edades más avanzadas, podrían invertir en recursos de supervivencia y reproducción de sus crías, y así, podrían vivir en un lugar con óptimas condiciones para continuar su reproducción. Se ha demostrado que la menopausia y la vida post-reproductiva son significativamente más ventajosas cuando se da un aumento marcado de muerte fetal, un mayor riesgo de defectos en el nacimiento y un mayor índice de mortalidad, a medida que la madre tiene más edad (Pavard, Metcalf y Heyer, 2008). En conclusión, según los biólogos evolutivos, la menopausia tiene dos explicaciones: una es de tipo adaptativo y la otra sostiene que ésta es un subproducto de un proceso evolutivo. Así mismo, algunos estudios han demostrado que la menopausia ha sido un beneficio de la evolución, que ha traído consigo ciertas ventajas, como favorecer las estrategias a la hora de dejar descendencia, o centrar la atención en el cuidado de personas genéticamente cercanas. Por último, existen múltiples teorías que aportan explicaciones en torno a la existencia de la menopausia, las cuales apoyan que ésta es resultado de la adaptación.
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Inmortalidad Prieto, C., Quimbay, P., Tocua, B. y Valero, D. Estudiante Facultad de Psicología El ciclo de vida de los seres humanos se compone de diferentes etapas, comenzando con el nacimiento y culminando con la muerte. En el paso entre estas dos, el cuerpo va pasando por unos cambios biológicos. La ciencia ha intervenido en lo que respecta a dichos cambios para buscar la prolongación de la vida. Este tema ha sido discutido en diferentes ámbitos, y en el presente artículo se hace una revisión teórica al respecto desde la ciencia. El organismo se caracteriza por cinco aspectos importantes, que son: primero, la capacidad de reproducción; segundo, la adaptación al ambiente; tercero, la respuesta y discriminación ante estímulos internos y externos; cuarto, la autogeneración y; por último, la nutrición y transformación de sustancias para poder crecer y, con ello, multiplicarse y mantenerse. Para todo esto, la función básica necesaria es la nutrición porque aporta compuestos esenciales y oxígeno a las células (Echeverría, Goic, Lavados, Quintana, Rojas, Serani y Vacarezza, 2004). La muerte, entonces, es la terminación de este ciclo y la desintegración del cuerpo físico; se identifica que alguien está muerto cuando está inconsciente, no se mueve, no respira y su corazón no late. La muerte celular es un fenómeno que se comprueba en laboratorios, y no se da de forma simultánea ya que está determinada por diversos factores, como el hecho de que hay tejidos más sensibles que otros, debido a la carencia de oxígeno o nutrientes. El sistema nervioso central y el corazón son algunos de estos. Por el contrario, se ha observado movimiento en los cilios pertenecientes al epitelio respiratorio y de los espermatozoides después de ocurrida la muerte. De igual forma, los fanerios, pelos y uñas, continúan creciendo después de la muerte. Es importante destacar que, en el ser vivo, las diversas funciones biológicas que lo caracterizan no operan de forma aislada, sino que están organizadas armónicamente, de tal modo que el funcionamiento del organismo vivo, como un todo, viene dado por la integración de sus partes. Esta organización integrada y unitaria del individuo se pierde al momento de morir (Echeverría, Goic, Lavados, Quintana, Rojas, Serani y Vacarezza, 2004).
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Los primeros acercamientos que se hicieron sobre la inmortalidad fueron investigaciones acerca de las células madre y su manipulación. Éstas se localizan en el tejido de los mamíferos y su función es ayudar a mantener la homeostasis y la reparación de tejidos. Con la edad, hay una disminución en el funcionamiento de éstas, lo que es esencial para la notoriedad de cualquier aplicación terapéutica de las células madre en un campo de la medicina regenerativa con respecto a una lesión de tejido, una enfermedad degenerativa, o alguna disminución funcional, que es medianamente normal con el envejecimiento (Rando, 2006). Éstas se clasifican según su capacidad de repoblación tisular y su potencia: las totipotenciales son las que tienen el potencial de generar un embrión completo, mientras que las pluripotentes son las que originan cualquiera de las tres capas germinales embrionarias: mesodermo, endodermo y ectodermo (Valero-Palencia et.al, 2011). Con el paso del tiempo se han ido proponiendo varios tratamientos, aplicaciones terapéuticas y teorías acerca de la relación de las células madre con la inmortalidad. Cairns, físico y biólogo molecular que recibió su título en medicina en la universidad de Oxford en el año de 1946, sugirió un mecanismo para la protección de los genomas de células madre, como los errores replicativos. Al proponer la hipótesis de la cadena inmortal, abogó por la herencia de una cadena de DNA compuesta por divisiones asimétricas de células madre. Durante las divisiones asimétricas de las células madre y el seguimiento de la replicación semiconservativa del DNA, la cadena mayor (abuela) se pasa a las células madre, mientras que la célula hija, recién creada, hereda la nueva cadena de DNA. Ésta es la base de la hipótesis de la cadena inmortal, propuesta como un mecanismo para proteger contra los errores incurridos durante la replicación, la cual es la mayor fuente de daño tóxico para la célula (Wakeman, Hmadcha, Soria y Mcfarlane, 2012). La segregación asimétrica de los cromosomas no tendría beneficio en una funcionalidad equivalente y simétrica, dividiendo la población de las células madre, ni tampoco en una población asimétrica, dividiendo las células madre, si ésta ha sido precedida por errores propensos de reparación del DNA, lo que destruiría potencialmente regiones inmortales de DNA/cromosomas. Sería interesante determinar si la capacidad de células madre que se someten a tipos específicos de reparación está vinculada a la capacidad de someterse a la cadena de segregación asimétrica. Hasta la fecha, sigue siendo polémico publicar evidencia argumentando a favor o en contra de una cadena inmortal asimétrica dividida por células madre. La evidencia contradictoria se deriva de una serie de diversos estudios acerca de células madre de tipo adulto, que se basan principalmente en el seguimiento del destino de cadenas de DNA marcadas durante los eventos de división celular asimétrica. En general, la teoría de la cadena inmortal nos habla de cómo los organismos pluricelulares pueden proteger los genomas de sus células madre de daños replicativos. Claro está que existen posturas a favor y en contra de la hipótesis de la cadena inmortal, y también se presentan diferentes modelos acerca de la segregación y de por qué los avances en esta hipótesis han sido tan lentos a través del tiempo (Wakeman, Hmadcha, Soria y Mcfarlane, 2012). Los investigadores han propuesto ideas que buscan llegar a la inmortalidad o su acercamiento, con el fin de avanzar en ramas de la genética y de la bioquímica. Desde un punto de vista evolutivo, se plantea una hipótesis para explicar el fenómeno en donde las células madre se mantienen “inmortales”. Se establece que,
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Boletín de la Facultad de Psicología de la Universidad El Bosque ///Abril 2013 No. 40 a través de éstas, se pueden evitar errores en la replicación de DNA en organismos con ciclos de vida largos. De acuerdo con esto, las células madre adultas podrían ser capaces de retener un molde de las hebras de cada división asimétrica, para evitar la acumulación de mutaciones durante el proceso de replicación del DNA (Li, 2007). La existencia de las hebras de DNA inmortal en las células madre se ha venido explicando como el elemento indispensable de la mutación. En este orden de ideas, los estudios realizados por Cairns tratan de describir las posibles funciones de dichas hebras, teniendo en cuenta la actuación de las células madre como elementos influyentes en los procesos de envejecimiento y desarrollo corporal. Por consiguiente, se buscan mecanismos con los cuales las hebras de DNA inmortales, y con ayuda de alteraciones químicas, lleguen a ser esenciales para la restauración y permitan desarrollar estrategias para el rejuvenecimiento de tejidos (Sherley, 2008). Estas estrategias han permitido desarrollar proyectos como el del Dr. Grey, del departamento de genética de la Universidad de Cambridge, quien quiere disminuir el envejecimiento. Según este proyecto, una persona de 70 años se puede sentir como una de 35, basándose en salud y vitalidad. Este programa se basa en daños que ocurren a nivel celular y en la propuesta de recuperación o saneamiento que se pone frente a estos. No obstante, gran parte de esta teoría ha sido criticada, ya que la tildan de fantástica, debido al involucramiento de procesos muy complejos y a que no ha sido demostrada en seres vivos. En general, programas de este tipo todavía están dando en sus primero pasos, pero la idea de muchos científicos es que esta teoría sea implementada, o se destinen más recursos para tratar temas relacionados con el envejecimiento. Así, se podrán sacar conclusiones experimentales y, con base en los resultados, mirar la viabilidad de lo propuesto en estos programas para la población (Naranjo, 2011). Sumado a estos proyectos, se han desarrollado diferentes teorías, con las cuales se ha logrado profundizar y llegar a mayores resultados en el tema. Para tener conocimiento de éstas, se ha realizado la búsqueda de diversos artículos sobre la inmortalidad. Además, se han encontrado diversas teorías que apoyan el estudio de la misma y que dan bases teóricas para lograr mayores progresos en cuanto a la búsqueda de algo que permita ser inmortales, o por lo menos vivir una vida plena, lo que implica que las personas no se enfermen y sean capaces de sentirse jóvenes en una edad avanzada. Una de las teorías más relevantes fue la planteada por Medawar. Ésta se basa en la premisa de que las mutaciones conducen a cambios adversos que se acumulan en generaciones sucesivas, y estos efectos se hacen presentes tiempo después de la edad de éxito reproductivo (Rando, 2006). Dicha teoría va de la mano con la teoría de la pleiotropía antagónica, puesto que ambas se enfocan en hacer suposiciones acerca de la inmortalidad, teniendo como eje central los cambios en la estructura genética de los organismos (mutaciones), y debido a dichas alteraciones, existe una probabilidad muy baja de que un gen siga siendo el mismo durante la descendencia. La teoría de la pleiotropía antagónica postula que el fomento de genes que son beneficiosos para la supervivencia y la aptitud reproductiva, al estar encargados de cambios fenotípicos y caracteres distintos, generan una ventaja de selección que está estrechamente relacionada con la teoría de la evolución (Rando, 2006). Por otra parte, la teoría del soma desechable es muy parecida a la nombrada anteriormente ya que supone que los individuos de determinada especie buscan la manera de sobrevivir y de repro-
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ducirse a través de la evolución de sus genes, con el propósito de buscar la mejor forma de resistir al daño generado por el desgaste de estas dos tareas, lo cual lleva a una adaptación exitosa al ambiente (Rando, 2006). Por último, la teoría de la muerte programada se basa en la hipótesis de que existe un mecanismo específico diseñado por la selección natural para eliminar aquellos individuos que se encuentran en una etapa de vejez. El propósito principal de esta muerte programada de lo viejo o desgastado es limpiar el espacio y dejar más recursos a las generaciones más jóvenes (Gavrilov y Gavrilova, 2002). En general, dichas teorías van encaminadas principalmente a explicar la búsqueda de la inmortalidad, relacionando aspectos importantes de los organismos, tales como la reproducción, la adaptación y la supervivencia (Selección natural). Existen otras teorías elaboradas que explican la inmortalidad, teniendo como referencia factores influyentes como el envejecimiento de las células y las mutaciones. Un ejemplo es la teoría del error catastrófico, la cual plantea que la acumulación de mutaciones de genomas de RNA debería ser ilimitada, para así disipar la ocurrencia de las mismas. Según esta teoría, el resultado de esto sería la producción de genomas hiper mutados con secuencias al azar (Summers y Litwin, 2006). Ahora bien, a la hora de hablar de inmortalidad, lo más importante es referirnos a las células madre, ya que éstas son las que regeneran los tejidos y permiten la homeóstasis en el cuerpo. Debido a esto, la mayoría de investigadores se centran en la búsqueda de un mecanismo en donde éstas perduren por mucho más tiempo y, con ello, lograr la inmortalidad. Para centrarnos en un campo más específico, la mayoría de investigaciones encontradas se basan en células y cadenas de DNA, lo cual muestra avances para que los individuos lleguen a ser inmortales. La experimentación genética y el estado saludable de las células, generan mutaciones que permiten adaptarse a un ambiente, en donde éstas pueden prevalecer para que un individuo viva durante más tiempo. En este punto, vale la pena mencionar que la inmortalidad no se refiere únicamente a la conservación del cuerpo humano. Desde nuestro punto de vista, los organismos quedan inmortalizados desde el momento en que se reproducen, ya que la mitad de sus genes se transmiten a los descendientes, permitiendo que parte de ellos pasen a una siguiente generación y, de esta forma, se extiende la duración de la vida. Por último, si en un futuro se llegase a encontrar un método para ser inmortales, habría sobrepoblación y un desgaste de recursos infinito, lo que generaría enfrentamientos entre individuos de la misma especie y agotamiento de fuentes de alimento, lo que provocaría la muerte de gran parte de la población.
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Teoría de la abuela Garzón, G., Rojas, P., González, L. y Bonilla, C. Estudiantes de Psicología
Para la gran mayoría de los mamíferos, la reproducción y la senescencia somática debe ocurrir simultáneamente, como parte de una forma gradual relacionada con la edad y la disminución de la condición fisiológica. Esto es cierto para la mayoría de los primates. Mientras que los primates no humanos, en ocasiones, sobreviven a su período reproductivo, su periodo post-reproductivo es relativamente corto, tanto en términos absolutos como en relación de su vida útil. Incluso entre los chimpancés, los más cercanos parientes vivos de humanos, es raro que una hembra experimente un considerable período post-menopáusico en la naturaleza. Pero, los seres humanos son diferentes: las mujeres experimentan la pérdida total de fecundidad cerca de la edad media. A menudo, viven durante décadas en un estado post-menopáusico, a pesar de que parece que la selección natural debería favorecer a aquellos que extienden su período reproductivo más a la par con su vida útil. Para aquellos interesados en la explicación de por qué las mujeres presentan una larga vida útil después de la menopausia, la evidencia empírica sugiere que la edad de la menopausia en los seres humanos es ancestral. Es importante destacar que la psicología como campo conceptual se centra en el estudio e investigación de procesos mentales y conductuales individuales del ser humano; entre las ciencias sociales, la psicología es una de las disciplinas que posee mayor diversidad y divergencia de modelos, teorías, enfoques y movimientos (Kuhn y Mahoney, como se citó en, Lecannelier, 2007). De esta forma, es indispensable hablar sobre el ciclo vital, lo cual es una particularidad específica compartida por todos los miembros de Homo sapiens, la cual está genéticamente programada y ambientalmente limitada. En tanto la duración real del ciclo vital es individual; es decir, variable, entre los miembros de una misma especie. Ésta depende de los factores limitantes del ambiente como: la nutrición, los accidentes, las enfermedades infecciosas y otros, capaces de reducir la duración potencial. La duración real del ciclo vital, medida por la esperanza de vida al nacer, presenta gran variabilidad entre poblaciones acaecidas y actuales, en función de sus condiciones ecológicas (Bernis, 2004). Desde la última década del siglo pasado, ha ido emergiendo un enfoque, denominado biología evolucionista. La fundamentación de este enfoque es la teoría evolutiva, formulada por Charles Darwin en 1859; una de las contribuciones de esta teoría a la psicología ha sido la aplicación de sus principios básicos a la psicología para el desarrollo. Esta perspectiva, relativamente nueva, tiene como propósito hacer averiguaciones sobre cómo nuestro pasado evolucionista ha influido en el desarrollo de la ontogenia de los seres humanos. La supervivencia y la perpetuación de nuestras especies han sido dos de los factores determinantes en la explicación de este enfoque que, como podremos identificar a lo largo del texto, influyen continuamente en la explicación del cuidado parental (Seidl, Donato, Vieira y Mauro, 2009).
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Darwin comienza observando que, en el caso de muchas especies y especialmente de los mamíferos, es necesario el cuidado parental prolongado para asegurar el éxito reproductivo. Sostiene que tal cuidado, por una extrapolación de la propia experiencia animal, se ve motivado y facilitado por ciertas emociones intensas que los mamíferos adultos (en algunas especies, sólo por parte de las hembras) experimentan hacia su descendencia: amor parental. La capacidad para albergar tal sentimiento sería seleccionada, pues, como parte del perfil psicológico de una especie, y tal capacidad contribuirá poderosamente al éxito reproductivo (Callicolt, 2001).
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Boletín de la Facultad de Psicología de la Universidad El Bosque ///Abril 2013 No. 40 Dentro del proceso evolutivo, es evidente que el hombre no se puede alejar de los criterios de progresividad que aparentemente tienen una considerable validez objetiva. Uno de esos criterios hace referencia al cuidado parental (promovido por la fertilización interna) que proporciona el potencial para transferir información genética de una generación a la siguiente. La posesión de tal información es considerada como un valor representativo en la lucha por la existencia (Barahona, Suárez y Martínez, 2004). La inversión parental fue originalmente definida como cualquier inversión por parte del padre a una descendencia individual, lo que hace más probable que esta última sobreviva (y; por ende, el éxito reproductivo) y promueve la habilidad del padre para invertir en otra descendencia (Trivers 1972, como se citó en, Coall y Hertwig, 2010). El punto crucial de Trivers es que la moneda circulante de inversión parental es el costo del padre para invertir en otra descendencia. Por consiguiente, la definición de inversión parental fue altamente restrictiva. Sin Embargo, en la definición más amplia, argumenta que la inversión parental constituye: cualquier característica o acción por parte de los padres que supongan un aumento de la adaptabilidad de su descendencia, sin importar el costo que traiga consigo la cautela parental. Todo con el fin de proveer el subsiguiente éxito copulativo del padre, la supervivencia, la fecundidad, el crecimiento; además, con el propósito de incluir costos a la adaptabilidad de otra descendencia o cualquier otro pariente. Cabe mencionar que esta inversión parental se hace extensiva a la inversión por parte del abuelo (Coall y Hertwing, 2010). Ahora bien, el cuidado parental no se circunscribe a la modificación o regulación de las variables bióticas; hay conductas parentales que incrementan la viabilidad de la descendencia, modificando las condiciones físico-químicas en las que se encuentra la progenie (Trivers, 1982). El cuidado parental ha surgido de manera independiente en muchos organismos emparentados; sin embargo, no se puede afirmar que exista alguna tendencia evolutiva hacia el cuidado parental, dado que las tendencias evolutivas con trayectorias determinadas e inmutables han sido descartadas, tanto en el plano conceptual como en estudios de biología comparada (Clutton Brock, 1991).
este sentido, como el tamaño del cuerpo humano, orientación de la pelvis, la posición bípeda y la posición de la apertura magnum (el hueco en la base de nuestra caja craneana, que señala el inicio de la columna vertebral), que da la orientación de la cabeza. Esta serie de acontecimientos sobre el tiempo evolucionista recibió el nombre de neotecnia, que es un proceso que da como resultado la “retención de juventud”, la retención de características embrionarias menores, o un retraso en el desarrollo (Seidl, Donato, Vieira y Mauro,2009). Es necesario comprender que uno de los aspectos más importantes de desarrollo humano es el período prolongado de inmadurez y dependencia para los adultos, lo cual es enfocado no sólo en las características físicas del recién nacido, sino en la manera en que los individuos viven como especies. Comparados con otros primates, los humanos tardan una cantidad desproporcionada de tiempo en alcanzar la madurez reproductiva. Además, los seres humanos son la única especie que continúa cuidando y alimentando a sus niños hasta la adolescencia o unos años más tarde, lo cual implica un costo energético alto (Bjorklundy Pellegrini 2002). Ahora bien, hoy en día, los abuelos se encuentran más presentes en la vida de sus nietos y, contrario a lo que culturalmente se pueda pensar, este comportamiento de protección y ayuda en la crianza no es únicamente por “amor”. Un factor poco conocido, pero muy importante, es el “altruismo egoísta” que se ejerce para la prolongación de los genes. Así, la atención de las abuelas hacia su descendencia puede evolucionar por selección de parentesco. Estudios previos han mostrado que esta selección causa un altruismo sobre su nietos, lo que genera un conflicto entre sus genes autosómicos y cromosómicos, que a su vez interviene en la evolución de cada uno de este tipo de genes altruistas (Seki, 2012).
Por otra parte, el cambio evolutivo de la pérdida de pelo fue un factor que trajo consigo beneficios en cuanto al desarrollo de un cerebro de mayor tamaño y la dependencia del lenguaje; es decir, el desarrollo del pensamiento simbólico, entendido como la capacidad de crear y manejar una amplia variedad de representaciones, las cuales permiten transmitir la información de una generación a otra, desarrollar una cultura y adquirir conocimientos. El pensamiento simbólico es, en gran medida, la diferencia más marcada e importante entre los seres humanos y el resto de animales. Así bien, los cerebros más grandes producen comportamientos sociales más complejos (Jablonski, 2010).
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Siguiendo este orden de ideas, Dierssen (2009) afirma que el cerebro humano es tres veces mayor que el del chimpancé, situándose la divergencia entre las dos especies hace 7-8 millones de años. Estas características del cerebro han generado que los bebés humanos nazcan poco desarrollados y; en general, indefensos. El cerebro se cultiva más lentamente y durante períodos de tiempo más largos que en otros primates. Además, las características de los niños durante las etapas anticipadas de desarrollo son atractivas y actúan como gatillos de sensibilidad parental. Por ejemplo, la vista de jóvenes bebés es un activador de cautela parental. Además, otras características han evolucionado para
A su vez, las mujeres durante la etapa post reproductiva pueden ganar más por la contribución a los eventos reproductivos de sus hijos, por medio de la ayuda en la atención y en abastecimiento, que el que ganarían intentando otra reproducción. Algunos autores identifican estos planteamientos como la teoría de “las abuelas.” La “condición de abuela” podría fortalecer la selección contra las mutaciones dañinas que actúan tardíamente, mediante el incremento de la contribución de genes de mujeres que vivieron mucho a los descendientes, a través del éxito reproductivo de sus hijas. Un estudio de datos demográficos de Gambia demostró que las
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abuelas maternas son determinantes para la supervivencia de sus nietos (Bayarre, Navarro, Pérez, 2007). Entonces, el hecho de que las madres continúan asegurando la supervivencia de sus hijos, aún más allá de la pubertad, así como su apoyo en el cuidado de los nietos, supones ventajas importantes para la supervivencia. Desde la perspectiva de asignación de energía, seguramente llega un momento, con la vejez y la disminución de energía, en que es más eficiente atender a los hijos y realizar otros trabajos en la sociedad que dedicar esa energía al embarazo, el parto y la lactancia. En las sociedades primitivas de cazadores – recolectores, la mujer post reproductiva realizaba una gran parte del trabajo. Por esto, la menopausia supuso una ventaja para la supervivencia y una mayor seguridad en el paso de los genes a la generación subsiguiente (Bayarre, Navarro, Pérez, 2007). En las especies de primates, como los seres humanos, se genera una crianza cooperativa; esta actividad se relaciona con el apoyo a la madre en la crianza de los hijos por parte de otros miembros del grupo social. Esta especie de ayudante normalmente tiene que ser una persona dispuesta a ayudar a la madre en lo que necesite, normalmente es un papel cumplido por las abuelas (Coall y Hertwing, 2010). Una de las explicaciones para esta cooperación de las abuelas es la evolución de la menopausia, la cual evolucionó en razón de que, para las mujeres de más edad, es mayor el beneficio de la atención a bebés ya existentes que el costo de la reproducción (Williams 1957, como se citó en, Coall y Hertwig, 2011). Ahora bien, en los humanos, el canal del parto es complejo, coincidentemente con la evolución hacia la posición erecta. Lo tortuoso y complejo del canal del parto en los humanos es lo que motiva gran parte del riesgo de mortalidad asociado al nacimiento. Debido a que este riesgo es relativamente pequeño en otros mamíferos, no existe una ventaja selectiva para desarrollar infertilidad (menopausia) con vistas a asegurar la supervivencia de las madres y de sus hijos (Bayarre, Navarro, Pérez, 2007). Por su parte, Kristen Hawkes introdujo por primera vez lo que se conoce hoy como la hipótesis de la abuela en su interpretación de los datos empíricos de los hadza, una sociedad recolectora en Tanzania. En este estudio, se encontró que las madres que cuidaban a los niños pasaban menos tiempo buscando alimento, lo cual perjudicaba la nutrición de los niños destetados. Así mismo, se halló una correlación positiva entre el peso de los jóvenes hadza y la cantidad de tiempo que las abuelas de los niños pasaban cuidándolos. Estas observaciones llevaron a la hipótesis de que una abuela podría aumentar su aptitud inclusiva, ayudando a sus parientes de dos formas. En primer lugar, una abuela útil podría disminuir la edad de destete de los lactantes de su hija y, en última instancia, podría influir en el intervalo entre partos de su hija. En segundo lugar, una abuela útil podría aumentar la supervivencia de sus nietos mediante el suministro de alimentos durante los períodos en los cuales la madre no tenía la posibilidad de suministrarlos (Friederok, Premo y Jacques, 2010). Además, en numerosas investigaciones se ha encontrado que las abuelas podrían haber sido los ayudantes más efectivos, experimentados y motivados para las madres reproductoras a lo largo de la historia. Del mismo modo, se ha encontrado que si una abuela es joven en el nacimiento de su nieto, hay una mayor probabilidad de que éste sobreviva con seguridad hasta los 15 años. Así mismo, se dice que la presencia de la abuela a lo largo de la crianza de sus nietos aumenta la posibilidad de supervivencia,
teniendo en cuenta los altos riesgos que se encuentran presentes en la infancia. Un aspecto que se debe destacar es la eficiencia de la abuela materna sobre la abuela paterna; algunos estudios han demostrado que es mayor la probabilidad de sobrevivir del nieto criado con ayuda de la abuela materna (Coall y Hertwing, 2011). Desde la perspectiva evolucionista, las inversiones en el pariente más próximo reflejan el grado de confianza en la relevancia genética; por consiguiente, los parientes por línea paterna, por lo general, son menos anuentes a entregar soporte que los parientes de línea materna. Esto podría explicar el por qué la abuela materna es encontrada a menudo como la más compasiva, seguida por el abuelo materno, la abuela paterna y; finalmente, el abuelo paterno. La literatura demuestra que la perspectiva tiene un valor explicativo alto en lo que se refiere a desmitificar el fenómeno de inversión diferencial del abuelo. En la fertilización, la maternidad es cierta, mientras que la paternidad sólo puede ser tácita (la certeza de paternidad). Por consiguiente, los parientes por línea paterna deberían estar menos anuentes en la inversión parental. Lo anterior es explicado por el grado de confianza en la relevancia genética; mientras la abuela materna puede tener por seguro la relevancia con su hija y su descendencia, la abuela paterna sólo tiene certeza de la relación genética con su hijo, pero no con cualquier niño atribuido para él (Kemkes-Grottenthaler, 2005). De esta forma, según Sear y Cols (2000), y Hawkes y cols (1998), citado por Aguilar, García y Malacara (2008), la teoría de la abuela plantea que las mujeres en la postmenopausia participan en el cuidado de los nietos, beneficiando de esta forma su adaptación. Incluso, las mujeres mayores sin hijos pueden aportar a una mejor aptitud de acompañamiento hacia los niños parientes. Así, tal y como lo plantean Lahdenperä y Cols (2004), citado por Aguilar, García y Malacara (2008), la mujer al cuidar de los nietos recibe el beneficio de una mayor sobrevida. La perspectiva evolucionista no reduce el cuidado parental de los seres humanos únicamente a la historia evolutiva, sino que; por el contrario, permite una perspectiva más amplia de su explicación. Es así como el fundamento de la comprensión de esta temática radica en que los propósitos de los seres humanos están ligados a la supervivencia y la reproducción, propósitos que como bien sabemos han influenciado gran parte de la historia de la psicología. (Larke y Cuadrillas, 2006). El cuidado parental como consecuencia del éxito reproductivo (el producto) requiere de la comprensión de la forma en que el ser humano alcanza la madurez (el proceso). De este modo, una de las áreas privilegiadas en este contexto es el estudio de desarrollo humano, lo cual implica niveles diferentes de análisis, como los biológicos, los psicológicos, los culturales y los sociales (Lee, 2008). En conclusión, se espera que esta revisión bibliográfica le permita al lector contar con una visión más amplia acerca de la teoría de la abuela desde la perspectiva evolucionista, la cual consideramos importante para el estudio de la psicología. Sin embargo, el lector debe tener en cuenta que la comprensión de la teoría de la abuela abarca todo un armazón explicativo más amplio, el cual debe incorporarse, ya que factores como la estructura familiar, los patrones residenciales y la cooperación doméstica entre parientes políticos, influyen de diferentes formas en esta teoría. Es decir, vale la pena mencionar que, en este artículo, presentamos una perspectiva únicamente evolucionista, pero es necesario que el lector comprenda también el trasfondo sociocultural, para así lograr un soporte integrado acerca de la teoría de la abuela.
La calidad del programa es compromiso de todos | 11
Boletín de la Facultad de Psicología de la Universidad El Bosque ///Abril 2013 No. 40
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