Revista
Cuadernos Hispanoamericanos de
Psicología
Volumen 13 Número 1 Enero - junio de 2013 pp. 1-66 ISSN 1657-3412 (Impresa) ISSN 2346-0253 (En línea)
Misión La revista Cuadernos Hispanoamericanos de Psicología es una publicación seriada cuyo primer número apareció en el año 2000 y es editada por la Facultad de Psicología de la Universidad El Bosque, con sede en la ciudad de Bogotá, Colombia. Es una revista arbitrada e indexada en la categoría C del Índice Bibliográfico Nacional – Publindex e incluida en Latindex y en el Directory of Open Access Journals – DOAJ. La revista existe para difundir la producción científica del campo de la psicología y tiene como marco referencial una perspectiva multidimensional en términos del denominado, modelo bio-psico-social. Es decir, que su fundamentación, coherencia y significación está contextualizada dentro del marco de la teoría de la co-evolución biológica, socio-cultural y deóntica de nuestra especie. En consonancia con el marco epistemológico planteado en la misión, la visión de las publicaciones de la Facultad de Psicología de la Universidad El Bosque se orienta a mostrar el estado actual de la Psicología desde la siguiente perspectiva: a) como un campo interdisciplinario más allá de las “escuelas tradicionales” y de los “ismos” reduccionistas ideologizados; b) dar cuenta de una manera crítica sobre los avances del conocimiento basado en la investigación, a lo largo de sus diversas modalidades y procesos; c) en cooperación interdisciplinaria con redes de investigadores, docentes y practicantes de Hispanoamérica y de otros países.
©Editorial Universidad El Bosque ©Revista Cuadernos Hispanoamericanos de Psicología ISSN 1657-3412 (Impresa) ISSN 2346-0253 (En línea) Volumen 13 Número 1 Enero - junio de 2013 Editor Eduardo Ponce de León Díaz
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Impresión Javegraf
Contenido La mujer en la economía informal: sus características y la legitimidad en el contexto intergeneracional. Divya Avasthy, Amlan Kanti Ray y Roumi Deb........................................................................................................ 4
Reestructuración de la conducta y activación social como estrategias de autocontrol frente al consumo de alcohol en adultos. Diana Obando-Posada, Telmo Peña-Correal......................................................................................................... 13
Pruebas ICFES Saber 11 y su relación con el desempeño académico en estudiantes de primer semestre de psicología. Andrés Duque-Castillo, José Gregorio Ortiz-Rodríguez......................................................................................... 26
Características de los celos en un grupo de estudiantes universitarios de la ciudad de Bogotá. Nancy Consuelo Martínez-León, Leonardo García-Rincón, Diana Sofía Barreto-Cortes, Angélica Alfonso, Adriana Parra, Blanca Duque, Laura Ávila, y Nicolás Rojas................................................ 36
Revisión de algunos avances en la literatura sobre variables predictoras concernientes al “Bienestar Subjetivo”. Gloria Cajiao, Dennis Lissete Morales Arias, Genny Carolina Garzón Romero, Liliana Benavides Basante y José Leonardo Acevedo Rincón............................................................................... 45
Los artículos publicados en esta revista son responsabilidad del editor y los autores, la universidad no se responsabiliza por el contenido del material aquí publicado. Se autoriza la reproducción total o parcial de los artículos citando la fuente y el autor.
Contents Women informal economy: its characteristics and legitimacy in the intergenerational context. Divya Avasthy, Amlan Kanti Ray y Roumi Deb........................................................................................................ 4
Behavior restructuring and social activation as self-control strategies facing alcohol consumption in adults. Diana Obando-Posada, Telmo Peña-Correal......................................................................................................... 13
Saber 11 ICFES tests and their relationship to the academic performance of first semester psychology students. Andrés Duque-Castillo, José Gregorio Ortiz-Rodríguez......................................................................................... 26
Characteristis of jealousy in a group of university students at Bogota city. Nancy Consuelo Martínez-León, Leonardo García-Rincón, Diana Sofía Barreto-Cortés, Angélica Alfonso, Adriana Parra, Blanca Duque, Laura Ávila, y Nicolás Rojas.............................................................................. 36
Review of some advances of the literature about predictive variables concerning subjective well-being. Gloria Cajiao, Dennis Lissete Morales Arias, Genny Carolina Garzón Romero, Liliana Benavides Basante y José Leonardo Acevedo Rincón............................................................................................................................. 45
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Women informal economy: its characteristics and legitimacy in the intergenerational context Divya Avasthy. 1 Amlan Kanti Ray. 2 Roumi Deb. 3 Amity University, India
Abstract Informal economy is a quasi-permanent off-shoot of the rapid urbanization. It is omnipresent in every one’s life, in every day’s event. Moreover, this type of economy is capable of challenging the formal economy and political structure of the nation. The trend of involuntary entry of migrant women for domestic help - caring children, cleaning home, doing shopping, or cooking- in the apartment based urban nuclear family is almost a normal practice with a certain level of legitimacy. So, this study aims to relate socioeconomic trends and issues of legitimacy concerning women employed in the informal sector in Delhi. From data collected, it was intended to assess the motivating factors behind migration and employment in the informal sector. The study, though conducted on a small-scale, alludes to the structure of informal economy in Delhi. Besides, it gives a picture of the interplay of socioeconomic and cultural factors in these women’s life. Keywords: Informal economy; women entrepreneurs; inter-generational mobility; illegal settlements.
Resumen La economía informal es una ramificación casi permanente de la rápida urbanización; está omnipresente en la vida de cada uno, en los sucesos cotidianos. Además, este tipo de economía es capaz de retar a la economía formal y a la estructura política de la nación. La tendencia de que las mujeres inmigrantes asuman de forma involuntaria labores domésticas (cuidado de los niños, aseo del hogar, hacer mercado o cocinar) en el núcleo de la familia urbana es casi una práctica normal con cierto nivel de legitimidad. Entonces, esta investigación pretende relacionar las tendencias socio-económicas y los aspectos de legitimidad concernientes a las mujeres empleadas en el sector informal de Nueva Delhi. A partir de la recolección de datos se pretendió evaluar los factores motivantes detrás de la migración y el empleo en el sector informal. El estudio, si bien realizado en una muestra reducida, alude a la estructura de la economía informal en Nueva Delhi. Además, presenta una semblanza de la relación entre los factores socioeconómicos y culturales en la vida de estas mujeres. Palabras clave: economía informal, mujeres empresarias, movilidad intergeneracional, asentamientos ilegales
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Cuadernos Hispanoamericanos de Psicología l Enero-Junio 2013, Vol. 13 No. 1, pp 4-12 ISSN 1657-3412 (Impresa) l ISSN 2346-0253 (En línea)
Recibido: 10 de abril de 2013 Aceptado: 22 de abril de 2013 1. Student, Amity Institute of Anthropology, Amity University, Sector-125, Noida 2. Project Development Officer, IVF & Infertility Research Centre, Kolkata-700 078,India 3. Professor & Assistant Director, Amity Institute of Anthropology, Amity University, Sector-125, Noida Phone No.: 0120-4392169, 09868183689, Email: rdev@amity.edu
Divya Avasthy, Amlan Kanti Ray, Roumi Deb
Introduction Over the past decade, it has been widely recognized that informal employment is a sizeable and growing feature of the contemporary global economy (Charmes, 2009; Feige & Urban, 2008; ILO, 2002a, b; Ju¨tting and Laiglesia, 2009; Rodgers& Williams, 2009; Schneider, 2008). Indeed, a recent OECD report finds that out of a global working population of some three billion, nearly two-thirds (1.8 billion) are informal workers ( Ju¨tting and Laiglesia, 2009). Informal work can be described as monetary transactions not declared to the state for tax and/or benefit purposes, but which are legal in all other respects (European Commission, 2007; Evans et al., 2006; Williams, 2006). The aim of this paper is to contribute to the literature on informal subsistence by reporting on findings from a study of women informal workers in India.
means of maintaining a low cost of living by providing cheaper goods and services (Bhatt, 2006; Kapoor, 2007; Pradhan, 1989; Williams, 2005a, b; Nelson & Bruijn, 2005). Indeed, although the correlation is not perfect, jobs like cart vending, hawking, small-store vendors, road side cobbling, pedal rickshaw driving and domestic home-help are seen as heavily interrelated to poverty, and such entrepreneurship is portrayed as comprising highly insecure and unstable work, long hours, poor conditions, no legal or social protection, limited access to credit and very limited bargaining power (ILO, 2002a, b; Lund & Srinivas, 2000; Kapoor, 2007).
The most dominant portrayal of informal work depicts it as a form of low-quality work conducted under poor conditions for low pay by populations marginalized from the formal economy. Such endeavor is conducted out of necessity in the absence of alternative means of livelihood. From this perspective, modern-day informal entrepreneurship is often believed to have emerged as a direct by-product of the advent of a de-regulated open world economy (Amin& Hudson, 2002; Castells & Portes, 1989; Gallin, 2001; Hudson, 2005; Portes, 1994; Sassen, 1997). From street sellers in the Dominican Republic (Itzigsohn, 2000) and Somalia (Little, 2003), through informal self-employment in the garment businesses in India (Das, 2003; Unni& Rani, 2003) and the Philippines (Doane, Srikajon, & Ofrenco, 2003), to homebased micro-enterprises in Mexico (Staudt, 1998) and Martinique (Browne, 2004), the common belief is that this is a sphere which people enter out of necessity as a survival strategy and that it is low-paid insecure work conducted under poor conditions (Itzigsohn, 2000; Otero, 1994; Rakowski, 1994). Informal entrepreneurs, put another way, are depicted as unwilling and unfortunate pawns within an exploitative global economic order in which working conditions are becoming ever more precarious and poorly paid. This explanation is particularly prevalent when discussing the informal economy in India, where around 93 percent of its working population is employed; furthermore, near 30 percent of this workforce are women (ILO, 2002a, b).
Previous studies in India have identified how several women are engaged in the informal sector (ILO, 2006a, b; Bhatt, 2006; Mehrotra & Biggeri, 2002). However, most of this literature on women informal economy has concentrated on measuring the amount and nature of their access to credit, welfare funds, insurance and so forth. These studies reveal four key findings. First, their work typically operates at very low levels of organization and scale, and they have little or no access to institutional credit (Schneider & Bajada, 2005). Second, they lack formal space for operations, have to protect themselves from harassment by local authorities, and face a number of serious health and safety risks, including dangerous working conditions and gender violence (ILO, 2002a, 2006b; Bhatt, 2006; Nelson, 1997). Third, their work is not often constituted as a separate legal entity, independent from the household (Chen et al., 1999, 2004; Bhatt, 2006; Charmes, 1998a, b). However, these transactions are totally market based, conceded by any formal system or government intervention ( Williams & Windebank, 2003; Williams, 2009b; Carr & Chen, 2002, 2004). Fourth and finally, their activities tend to get locked within the traditional roles such as selling flowers at the temple and keeping a basket of fruit. Mobility in search of a better location and more customers is limited as they balance vending with taking care of their children (Bhatt, 2006; Kapoor, 2007). Hence, they often contend with insufficient infrastructure and a range of time and space constraints for productivity (Lund & Srinivas, 2000; Chant, 2007a, b; Gates, 2002). In this paper, we explore occupational variations for women within this sector and investigate the women’s work-life perceptions and their social acceptance.
Through this interpretation, the informal sector is portrayed as an absorber of surplus labor, provider of income-earning opportunities for the poor and a primary
Women surveyed in our present study were found to be migrant workers from different states of India, most notably from West Bengal. Most of the women were first-generation
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Women informal economy
migrants while a few were second- or third-generation migrants, i.e. their parents or grandparents had migrated to the city. Most of them had traditionally been employed in agriculture, either on their own land or as waged laborers. All of them cited the promise of better remuneration or work opportunities as the main reason for migration. This trend of migration is significantly altering not only their lives but also the face of the cities they are migrating to, in terms of economic services and opportunities they have created. Migration implies movement of persons from one region (generally birthplace) to another with a permanent change in residence because of social, cultural, economic or noneconomic factors. It plays an important role in population growth and in the process improving economic and social condition of the migrants. Although marriage continues to be a predominant reason for the overwhelming presence of women amongst the migrants, the increase is also because of the gender-specific pattern of labor movement (SassenKoob, 1984; Shanti, 1991; Ghosh, 2002). Recently, the emergence of nuclear families, increasing participation of women outside homes and changing pattern of consumption, have resulted in demand for women-centered services such as domestic helps, full-time home-based maids and childcare givers, etc (Majumdar, 1980; Martin, 2004; Pillai, 2007). The influx of migrants from rural areas into the cities has raised many questions on the social and economic legitimacy of these women as perceived by the residents of cities who use their services and involve them in the voluntary exchange. The migrant population in turn legitimately or illegitimately avails many of the facilities provided by the urban infrastructure, such as housing, electricity, water, cable television, cell phone services etc. On the other hand, familial legitimacy of women, i.e. the prospect of acceptance of the new role of women by family, outside the traditional setup opens new doors of inquiry into the changing face of women’s role in informal sector and their social status. In our study, we aim to address all these issues along with analyzing the relationship of these factors with women’s occupational life.
for the study after taking prior consent. Qualitative data was collected to understand the reasons behind their employment in the particular vocation in informal sector. The survey employed two structured interview schedules. The first structured interview schedule was designed to record baseline information on age, religion, place of earlier residence, education, income, family structure, parental or ancestral origin, traditional occupations, motivations for moving to urban area, incentives confronting them and challenges inherent in their work/life. The survey also includes questions on legitimacy issues associated with urban sprawl such as home ownership/renting, payment for urban facilities of water, electricity, cable TV, cell phone services etc., as well as questions on acceptance of their role as working women by their families. A separate interview schedule was prepared to survey employers who employ them or utilize their services. The schedule was designed to gauge the acceptance and perceived legitimacy of the women informal workers by their employers. The data collected from both the schedules was used to analyze the interplay of occupational trends and legitimacy issues in intergenerational context.
Results This survey was conducted in slum areas of Delhi/NCR. Most of the subjects interviewed were from Bengal, while the rest of them were mainly from Bihar and UP. The women worked in informal sector, i.e. in the unorganized sector of the economy. Most of the women surveyed worked as domestic helps, while a few of them worked as tailors in garment factories. A very small percentage worked as wage earners in construction while an even smaller percentage worked in manufacturing. Slum areas selected for the survey are: • Slum in Tughlaquabad region, Delhi (referred to a Slum 1). • Slum in Sector 56, Gurgaon (referred to as Slum 2).
Methods One hundred and fifty families residing in two slum areas1 of Delhi/NCR were selected randomly. A door-todoor survey was carried out. The subjects of our study were women who are living in slum localities and employed in informal sector. Women above the age of 15 were selected
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Cuadernos Hispanoamericanos de Psicología
Eighty eight percent of the women are first-generation migrants (Table 1). They cite better remuneration as a main motivation behind migrating to cities. They say they had been referred to the cities by their relatives. Even those who cited marriage as a reason for migrating to city agreed that the promise of better opportunities has been a major motivation as well. About 73% of the women were employed as
Divya Avasthy, Amlan Kanti Ray, Roumi Deb
domestic helps. For most of the women, setting themselves up as domestic helps was easy. They were satisfied with their remuneration, and did not have significant complaints from their jobs. For many, the job (domestic work) provided ample flexibility and the work hours were not strenuous. But women employed as wage earners in construction and as salaried labor in factories complained of long hours and physical stress. Thus, from the many options available to women, domestic help profile offers better remuneration, comparatively less working hours, more flexibility, and better work environment. Many respondents did not view domestic service as a dignified profession. Some of the women working as tailors in garment factories complained of long hours and low income. Anyway, they still preferred working in garment factories than being domestic helps. Table 1 Migration History of Women Parameters
Parameters Low and irregular income
12
8 8.7
N/A
13
8.7
No disadvantages
99
66
Long hours and low income
7
4.7
Laborious and physically taxing
2
1.3
150
100
Total
The ancestors of almost all of the women were employed in agriculture; some of them cultivated on their own land while others were employed as waged labor on fields. Most of the women reported that their mothers and grandmothers were housewives who also helped in fields. A majority of the women said that their mothers and grandmothers were illiterate. Only about 15% of the women were literate and 80% were completely illiterate (Table 2). It was found that most of the women sent their children to schools. The respondents in slum 1 send their children to nearby schools. Women in slum 2 reported that there were no schools nearby. So, they keep their children in village (with their mothers or mother-in-laws) and send regular money for their education and living expenses in villages. Most of the women felt constrained by circumstances and lack of resources and were not committed to support their children through higher studies. Only about 17% of the women were determined to provide higher education for their children so that they could be eligible for white-collar jobs. Nevertheless, an upward trend in inter-generational literacy levels and a relative shift from agriculture to services was observed in the present generation.
132
88
Mother’s Generation
17
11.3
Grandparent’s Generation
1
0.7
150
100
Loss of Agriculture
10
6.7
Promise of better remuneration and job opportunities
124
82.7
Better services in cities
1
0.7
Marriage/Family
15
10
Total
150
100
109
72.7
Sewing/Semi-Skilled salaried
7
4.7
Wage earner
2
1.3
Self-employed Unskilled
8
5.3
Self-employed Semi-Skilled/ Skilled
3
2
Housewife
15
10
Other unskilled salaried
2
1.3
Not literate Literate
No more works due to old age
4
2.7
150
100
Occupation (self) Domestic Help
Total Disadvantages-Vocation
2.7
13
Present Generation
Reason for Migration
4
Not significant
Percent
Total
Percent
Long hours
Frequency
Migrating Generation
Frequency
Table 2 Frequency and Percentage Distribution of the Level of Education of the Women and Children Parameters
Frequency
Percent
119
79.3
22
14.7
10th -12th Standard
8
5.3
Graduate
1
0.7
150
100
Education (Self)
Total
7
Women informal economy
Parameters
Percent
Under 15 children Working
1
0.7
Under15/Adult children- All working
1
0.7
Under 15 children Studying
73
48.7
Under 15/Over 15 children Some Working/Studying
9
6
Under 15/Adult children-Some literate-working, some educated
11
7.3
Over 15/Adult literate children working
15
10
Over 15 children studying
11
7.3
Religion/Nativity-Maids matters to employers?
Adult educated children
1
0.7
Does not matter
30
100
Adult illiterate children working
2
1.3
Does matter
0
0
Kids younger than 7
22
14.6
Total
30
100
No Children/NA
4
2.7
Yes
28
93.3
150
100
No
2
6.7
Total
30
100
Work/Education Status-Children
Total
*Criteria of classification of literacy levels: < = 3rd standard → Not literate 4th standard – 9th standard → Literate 10th – 12th standard → Semi-Educated Bachelor’s → Educated (graduate)
The employers who employ women as domestic helps were also surveyed. Most of the employers were from Delhi. All of them were highly educated young women, aged between 25 – 30 years. About 83% of the respondents had a part-time domestic help (Table 3). The rest had employed a full-time maid. All of the employers find maids through references. None of them employed maids through agencies. All of them considered their helps trustworthy. About 43% of the employers regularly help their domestic helps financially by contributing towards their medical expenses, children’s school fee etc. The rest of them financially assist their domestic helps only when asked to. Religion or nativity of the domestic helps was irrelevant to the employers. About 96% of the employers were satisfied with their maids’ work. Most of them admitted they cannot manage their daily chores without the domestic helps.
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Table 3 Work and legitimacy status of domestic helps
Frequency
Cuadernos Hispanoamericanos de Psicología
Parameters
Frequency
Percent
Full Time
1
3.3
Part Time
25
83.3
Both (More than 1)
4
13.3
Total
30
100
Yes
13
43.3
Yes sometimes when they ask
17
56.7
Total
30
100
Domestic Help Type
Childcare/Healthcare for maids
Are domestic helps a necessity?
The two slums that were surveyed were segregated from the main construction and residential areas. The roads leading to both the slum areas stretched over a kilometer in the interiors, and were unpaved. Slum 1 was a relatively old settlement where many of the one-room houses were built of bricks and cement. The slum in Gurgaon/NCR was a relatively new settlement and most of the one-room ‘kholis’ or rooms were made of rags covered with tin roof. Both the slums were standing on unauthorized areas. But people living in the settlements were paying regular rents on their ‘kholis’/rooms. Slum 1 was a larger settlement, where different houses had different ‘owners’ who had sublet the rooms. But in slum 2, all residents were paying rent to one person who ‘controlled’ the land. People living in both slums had unauthorized access to electricity, which they were also paying for. Slum 1 had different lanes of houses, and most of the lanes depended on an outside source of water, but people living in one of the lanes had “illegally” dug a bore which supplied water to their houses regularly for which they paid a monthly fee. Recently, the residents of slum 1 had been told to evacuate the area (as the slum
Divya Avasthy, Amlan Kanti Ray, Roumi Deb
had been illegally constructed). Though the houses, rooms, and ‘kholis’ are constructed on unauthorized land, they are ‘owned’ and rented. A ‘market system’ is seen at work here, even in illegally-built communes. This survey reveals that 84.7% of the women lived in nuclear families, while 7.3% lived in joint families and the rest 8% lived in extended family setup with one or more relatives staying with them (Table 4). As also seen in Table 4, 96% percent of the women received sufficient support from their household members; only 2% contended that they did not get support from their household members. For almost all of the working women, the necessity to work was well understood by the spouses. 94% of the women made their decisions independently or after mutual consultation with their husbands; 6% of the women reported that they did not take their decisions independently. Interestingly, about half of these ones lived in joint families. Table 4 Family and Social status of the women working in informal sector Parameters
Frequency
Percent
Family Type Nuclear
127
84.7
Joint
11
7.3
Extended
12
8
Total
150
100
Support/Approval from family members Yes
144
96
No
3
2
Somewhat
3
2
150
100
Yes
141
94
No
9
6
150
100
Total Independent decision-making
Total
Discussion In our survey, most of the migrant women were found to be living in nuclear families. This departure from traditional family structure is a result of migration to distant places
in search of better opportunities, which in turn drastically affects the family dynamics. Women earlier had a subdued status in their in-laws’ home and were subjected solely to the duties of household. They were not allowed to take independent decisions and their outdoor employment did not always get support from their household members. But now due to the shift from a joint family to a nuclear family setup, the power equation and the role of women in their family appears to be changing. The migrant women were filling in the role of co-providers in their homes, mostly working as domestic helps. According to Banerjee & Raju (2009), stereotypical constructions of women’s place in the household continue to influence migrant women’s employment pattern in urban areas. Though valid, this does not seem to be the sole reason for the overwhelming employment of women as domestic helps. Low skill levels and unavailability of jobs in manufacturing, construction, etc. are other reasons for the particular pattern of employment in informal sector. Reciprocally, nowadays women’s place in the household as an equal is also shaped by other factors such as an altered family structure (as a result of migration) and necessity of earning a livelihood which is well-understood by their family members. Another dimension of legitimacy of women informal workers relates to their acceptance by their employers and the families with whom they spend most of their time. The employers we surveyed came from middle-class working families. Emergence of urban nuclear families and increasing participation of educated women outside homes (owing to booming urban economy) have resulted in demand for domestic helps, full-time home-based maids and childcare givers, etc. (Majumdar 1980; Martin 2004; Pillai 2007). In this context, the “Otherization” of domestic help and informal service providers has always been a matter of interest for the academics studying informal labor. It is often claimed that employers who receive services from domestic helps categorize them as the “Other”. This “otherization” of domestic helps is associated with superior and self-aggrandizing attitude of the employers. It appears that the institution of domestic labor fosters social boundaries between “us” and “them” (Lan, 2003). But our survey on employers of domestic helps gives us an impression that the necessity for the domestic helps itself creates legitimacy for them in the microcosm of the life of their employers. It seems there is a general social acceptance for the domestic helps and other women employed in informal sector because of the services they offer. It can be postulated that the relationship between employers and employees is dependent
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Women informal economy
on the functional significance of the work and the relative availability of the employees. In any situation, the alleged attitudes of “us” and “them” are not fixed and unyielding but dependent on changing social conditions, increasing income levels and pressure of demand for domestic work. Finally, a key aspect in the integration of informal women workers in the urban populace depends on the legitimacy attributed to their settlements. It was observed that both slums where we surveyed these participants were constructed on unauthorized land. From the standpoint of state administration, these slums are illegally constructed and services accessed there are illegally provided for. But from the standpoint of the slum dwellers, they were lawfully and rightfully living there as they were paying regular rent on the houses and services. The practical reality confronting these slum dwellers is that they would need more financial resources to buy/rent a house on ‘legal’ constructions, whilst access to legal housing and services is disproportionately expensive relative to their remuneration levels. Government has clearly led policies and projects for low-income settlements, which direct allocation of urban resources to marginalized sections of society. But these policies have never materialized fully on ground level due to implementation constraints (Ahmad & Choi, 2011). Ironically, given all the prevailing circumstances and options available, the present system is a compromised adaptation between the slum dwellers who come to the cities for a better living and other non-slum residents who are able to obtain cheap services from informal entrepreneurship operating from unauthorized urban sprawls.
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Cuadernos Hispanoamericanos de Psicología
Reestructuración de la conducta y activación social como estrategias de autocontrol frente al consumo de alcohol en adultos Diana Obando-Posada1 Universidad de La Sabana, Colombia Telmo Peña-Correal2 Universidad del Rosario, Colombia
Resumen El consumo de alcohol se mantiene como una de las principales problemáticas en el mundo debido a que afecta a más de media población mundial. Está relacionado con múltiples enfermedades físicas y psicológicas, con la violencia intrafamiliar, accidentes de tránsito, pérdidas económicas, dificultades laborales y académicas, entre otras. El objetivo del presente estudio es evaluar el efecto de las técnicas intervención basadas en la reestructuración de la conducta y activación social, entendidas como estrategias de autocontrol, en tres adultos hombres de 21, 39 y 42 años, quienes reportaron problemáticas relacionadas con el consumo de la sustancia. Se implementó un diseño intrasujeto de series temporales A-B-A-BC, para el desarrollo del estudio. Los resultados indican que la intervención dirigida a modificar patrones conductuales a partir de las técnicas planteadas, tuvo un efecto positivo. En la fase de seguimiento, los tres participantes presentaron una disminución en los gramos de alcohol ingeridos y en el tiempo invertido en el consumo, en comparación con la fase de evaluación. Palabras clave: consumo de alcohol, autocontrol, reestructuración de la conducta y activación social.
Abstract Alcohol consumption remains a world major problem because it affects more than a half of the world population and it is associated with multiple physical and psychological illnesses, domestic violence, traffic accidents, financial, labor and academic problems, among others. The purpose of this study is to assess the effect of behavior restructuring and social activation as self-control techniques, in three male adults of 21, 39 and 42 years old, who reported problems related with substance use. An intrasubject temporary series A-B-A-BC design was conducted. Results indicate that intervention aimed to modify behavioral patterns based on the suggested techniques, had a positive effect. In monitoring phase, all participants showed a decrease in consumed grams of alcohol and invested time on consumption, compared with the assessment phase. Keywords: alcohol use, self-control, behavior restructuring and social activation.
Recibido: 21 de enero de 2013 Aceptado: 19 de abril de 2013 1. M.Cs. en Psicología Clínica. Docente de la Universidad de La Sabana. Correspondencia: Diana Obando Posada, Facultad de Psicología, Universidad de La Sabana. Campus del Puente del Común, Km. 7, Autopista Norte de Bogotá. Chía, Cundinamarca, Colombia. Correo electrónico: diana.obando@ unisabana.edu.co 2. Ph.D en Psicología Experimental. Docente de la Universidad del Rosario.
Cuadernos Hispanoamericanos de Psicología l Enero-Junio 2013, Vol. 13 No. 1, pp 13-25 ISSN 1657-3412 (Impresa) l ISSN 2346-0253 (En línea)
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Estrategias de autocontrol frente al consumo de alcohol
Introducción El presente estudio se centra en una comprensión molar y multicausal del consumo de alcohol, una problemática que sigue manteniéndose como una de las más representativas en el mundo. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2011), 2,5 millones de muertes cada año están relacionadas con el consumo de alcohol, entre las cuales 320,000 son jóvenes entre 15 y 29 años. Según los datos, la problemática de consumo se encuentra en el tercer lugar de factores de morbilidad a nivel mundial y en el primer lugar para las Américas.
presenta en forma hiperbólica y consiste en un efecto inicial de rápida disminución del valor de un bien, seguido de una disminución mínima de dicho valor con el paso del tiempo. De esta forma, la preferencia entre una alternativa pequeñainmediata y una grande-demorada, depende de la distancia (en tiempo) de la que se encuentre la persona al momento de hacer la elección (Luhmann, 2009). Y
En este estudio se hace un acercamiento a la problemática de consumo de alcohol desde la teoría del autocontrol. El objetivo es identificar cuál es el efecto de la reestructuración de la conducta y la activación social, entendidas como estrategias de autocontrol, sobre la conducta de consumo de la sustancia en tres adultos.
El consumo de alcohol como un problema de autocontrol Diferentes estudios presentan una relación entre el consumo de alcohol, y otras sustancias psicoactivas, y el autocontrol (Cicua, Méndez y Muñoz, 2008; López, Martín, De la Fuente y Godoy, 2000; López-Torrecillas, Peralta, Muñoz-Rivas y Godoy, 2003; Pérez de la Barrera, 2012; Salazar, Varela, Cáceres de Rodríguez y Tovar, 2006). De esta forma, se plantea el autocontrol como un factor de protección frente al consumo, un predictor del consumo, como una habilidad cognitiva o como una variable de personalidad que influye en la probabilidad de consumo. Para efectos de esta investigación, el autocontrol se describe como la elección de una alternativa a largo plazo, pero más valiosa para la persona, sobre otra alternativa de menor valor, pero que se obtiene a más corto plazo. La elección de dichas alternativas inmediatas, pero menos gratificantes, se denomina comportamiento impulsivo (Ainslie y Monterosso, 2003; Dixon, Hayes, Binder, Mathey, Sigman, y Zdanowski, 1998; Green y Rachlin, 1996; Logue, Peña-Correal, Rodríguez, y Kabela, 1986; Rachlin, 1995; Siegel y Rachlin, 1995; Vollmer, Borrero, Lalli, y Daniel, 1999). La elección de alternativas se relaciona con la expresión matemática de función de descuento temporal o descuento hiperbólico (Cano, Araque y Cándido, 2011; Killen, 2009; Rachlin, 2000). La función de descuento temporal se
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Cuadernos Hispanoamericanos de Psicología
X
Valor
TB
TA
Tiempo
Figura 1. Función de descuento temporal (adaptado de Rachilin, 2000).
De acuerdo con el modelo matemático, como se indica en la Figura 1, cuando la escogencia se hace en un tiempo lejano de las dos alternativas (tA), el valor total de la alternativa demorada (y) es mayor, razón por la cual suele ser escogida por la persona en un primer momento. Sin embargo, el valor de la recompensa a corto plazo (x) aumenta a medida que se acerca en el tiempo y tendrá aún más valor para la persona cuando sea inmediata, lo cual puede generar una reversión en la escogencia en un momento determinado, conocido como punto de cruce (tB). El cambio en la escogencia se explica a partir del supuesto de que el valor total de una alternativa es función directa del tamaño de la recompensa y función inversa de la demora para recibirla. En ese orden de ideas, las personas se comportan impulsivamente mediante el cambio en la preferencia de la alternativa a largo plazo por la alternativa inmediata en el punto de cruce (Ainslie y Monterosso, 2003; Ariely y Wertenbroch, 2002; Rachlin, 2000). El autocontrol consiste entonces en que la persona desarrolle estrategias para mantener, su escogencia en el tiempo, evitando la reversión de la elección en el punto de cruce.
Diana Obando-Posada, Telmo Peña-Correal
De esta forma, las situaciones de autocontrol se presentan en un contexto de ambivalencia. Rachlin (1995) describe dos tipos de ambivalencia: la ambivalencia simple y la compleja. La primera describe la situación en que las personas eligen entre dos alternativas conmensurables, frente a las cuales se identifican periodos o contextos claros en que se prefiere una alternativa y otros en que se prefiere la otra. La ambivalencia compleja describe la situación en que las personas se encuentran frente a dos alternativas que no son conmensurables: por ejemplo, comerse un pastel de chocolate ahora mismo (actividad específica que se desarrolla en un momento particular) o mantener una buena salud a futuro (lo cual implica un conjunto de comportamientos que se extienden en el tiempo). Según Plata, Córdoba y Clavijo (2009), la mayoría de situaciones de autocontrol se presentan en el contexto de la ambivalencia compleja. Las personas que consumen alcohol con frecuencia se enfrentan a situaciones de ambivalencia compleja en las que deben elegir entre dos alternativas no conmensurables; beber un trago ahora mismo o permanecer sobrio, la cual no se define como una acción concreta, sino que es, más bien, un concepto “abstracto” que puede involucrar muchos comportamientos que deben su valor, en gran parte, a su organización temporal a más largo plazo (Rachlin, 2000). Es más probable que en las situaciones de elección, las personas escojan actuar de forma impulsiva (Dixo Et al, 1998; Plata et al, 2009). Estudios con palomas, como el realizado por Siegel y Rachlin (1995), han demostrado que en las situaciones de ambivalencia compleja, tanto los animales como las personas optan por la elección de recompensas menos gratificantes, pero inmediatas. Otra forma de comprender el consumo de alcohol como un problema de autocontrol es a partir de la relación entre el consumo y la actividad social, o la falta de la misma. Tal relación constituye la teoría de la adicción relativa (Heather, 2003; Rachlin, 2000).El planteamiento indica que es más probable que una persona que carece de soporte social, o que lo percibe como inadecuado o insuficiente, presente comportamientos de abuso de alcohol. La adicción relativa implica dos condiciones: primero, una relación recíproca entre la conducta adictiva y la actividad social -mientras una incrementa, la otra disminuye-; y segundo, que son sustituibles entre ellas, es decir, que cuando la actividad social disminuye o desaparece, la acti-
vidad adictiva puede sustituir, en alguna medida, la actividad social que se perdió, y viceversa.
Una propuesta de intervención para el consumo de alcohol a partir de la reestructuración de la conducta y la activación social La reestructuración de la conducta se plantea como una herramienta para favorecer comportamientos autocontrolados. Mediante la reestructuración se pretende organizar el comportamiento en patrones temporales, reestructurando las alternativas de escogencia en unidades de tiempo más largas, en patrones más globales. Cuando se inicia un nuevo patrón de comportamiento, a un nivel más molar, su interrupción implica un costo más alto. Esto se relaciona con el hecho que las actividades largas son valiosas en virtud de su organización en el tiempo. Entre más perdure el nuevo patrón, más costosa será su interrupción. Según Rachlin (2000), interrumpir la organización de un nuevo patrón de comportamiento por un placer momentáneo debe generar un costo para quien se comporta. Dicho costo debe ser contingente con la conducta impulsiva y debe ser impuesto antes o durante la misma. Rachlin (2000) establece el compromiso como método para favorecer la reestructuración del comportamiento. Este autor definió el compromiso como la opción actual que restringe el rango de futuras elecciones. El compromiso moderado consiste en que la persona que ha iniciado un nuevo patrón conductual, contrario al impulsivo, puede interrumpirlo en cualquier momento. Por esa característica, es moderado; además, se considera como compromiso puesto que dicha interrupción generará un costo. Así, el compromiso moderado consiste en ejercer una acción en el momento en que se elige la opción más valiosa, aunque más demorada (antes del punto de cruce), que reduzca la posibilidad del cambio futuro de dicha elección, pero si se presenta el cambio, éste debe implicar algún costo para la persona (Rachlin y Green, 1972; Siegel y Rachlin, 1995). El autocontrol en situaciones de ambivalencia compleja puede ser facilitado por el compromiso moderado, el cual se fundamenta en la tendencia de las personas a continuar la realización de una actividad luego de haber hecho una inversión conductual de tiempo, esfuerzo o de dinero, para no perder lo invertido: esto se conoce como el efecto del costo enterrado (Rachlin, 2000). Al respecto, estudios acerca
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Estrategias de autocontrol frente al consumo de alcohol
de la teoría del costo enterrado, explican cómo se generan conductas de autocontrol en las personas y en los animales (Arkes y Blumer, 1985; Hackenberg, y Vaidya, 2003; Navarro y Fantino, 2005; Piedad, Field y Rachlin, 2006), relacionadas con la persistencia en la finalización de las tareas iniciadas con el objetivo de no perder la inversión. Así, el compromiso moderado se considera como una herramienta para la reestructuración del comportamiento. Para efectos de este estudio, consistirá en el aumento del tiempo de permanecer sobrio –como el nuevo patrón-, lo cual favorece la elección de alternativas más valiosas para la persona. El compromiso moderado permitirá indicar metas concretas y establecer un costo si se interrumpe la acción. De manera complementaria, mediante la activación social se busca crear un nuevo patrón conductual de conductas autocontroladas, el cual se basa en la participación de la persona en actividades de tipo social.
Método Diseño En el presente estudio, se desarrolló un diseño cuasiexperimental intrasujeto de series temporales intraseries, con diseño A-B-A-BC. Las letras indican las diferentes fases del estudio, de la siguiente manera: fase A: fase de línea de base, donde se mide la conducta blanco (consumo de alcohol), sin implementar ningún tratamiento; fase B: implementación de la técnica de reestructuración; fase A: retirada del tratamiento B; y fase BC: implementación de la técnica de reestructuración y de activación social. Según Arnau (2001), el diseño intrasujeto corresponde a los diseños conductuales, los cuales “consisten en examinar la influencia que ejercen uno o más tratamientos sobre la conducta del sujeto a lo largo del tiempo” (p. 236). El diseño intraseries implica que, durante un tiempo continuo, el participante reciba más de un tipo de intervención. Luego de implementar las técnicas de intervención, se evalúan los cambios en la conducta blanco, a partir de la comparación de las respuestas en las diferentes fases del estudio.
Participantes Se contó con la participación de tres hombres adultos de 21, 39 y 42 años, quienes reportaron consumo problemático de alcohol, en términos de los conflictos que se presen-
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Cuadernos Hispanoamericanos de Psicología
taban en las diferentes áreas de ajuste. Los participantes solicitaron ayuda en un centro de atención psicológica universitaria; allí, fueron seleccionados para participar en el estudio, debido a que se podía explicar el consumo a partir de la teoría del auto-control. Los tres consultantes aceptaron participar de forma voluntaria. A continuación, se presentan las principales características sociodemográficas de los tres participantes. Caso 1. Participante de 21 años, estudiante de sexto semestre de una carrera técnica, nivel socioeconómico bajo, soltero, convivía con su abuela y una tía materna y dependía económicamente de ellas. Tenía una relación afectiva desde hace dos años con una mujer mayor que tenía dos hijos de 6 y 12 años. Caso 2. Participante de 39 años, administrador de un negocio familiar y profesional en arquitectura, nivel socioeconómico alto, quien convivía con su pareja y el hijo de 8 años de una relación anterior de su pareja. Tenía dos hijas de dos matrimonios anteriores, de 8 y 15 años, con quienes mantenía una relación cercana, aunque no convivían con él. El participante reportó ser motociclista aficionado. Caso 3. Participante de 42 años, contador de una empresa privada y estudiante de administración de empresas a distancia, nivel socioeconómico medio, soltero, convivía con la madre, quien padecía enfermedad de Alzheimer.
Instrumentos Formato de entrevista conductual inicial. Recolección de datos generales, áreas de ajuste y grado de afectación percibido en cada una, en relación con el consumo de alcohol. Se identificaron factores de riesgo (red de apoyo limitada, consumo de pares o familiares, problemáticas psicosociales y/o familiares, acceso al alcohol, consumo de otras sustancias) y factores protectores (red social eficaz, apoyo familiar, motivación frente al cambio, estrategias de cambio, interés en actividades alternativas). Formato de auto-registro. Reporte diario de información acerca del consumo: descripción del lugar y persona(s) con quien(es) consumió, cantidad de alcohol ingerida (en tragos y; luego, era convertida en gramos), tiempo invertido, hora del consumo y actividad no realizada o aplazada por el consumo. El participante también debía registrar los comportamientos autocontrolados (actividades alternativas).
Diana Obando-Posada, Telmo Peña-Correal
Formato de análisis funcional. Identificación de antecedentes históricos y contextuales del consumo, la expectativa social acerca de su comportamiento en las situaciones en que ingiere la sustancia, el comportamiento real y las consecuencias del comportamiento. Formato de compromiso moderado. Reporte de los tiempos de abstinencia de consumo de la sustancia, la elección actividades alternativas al consumo y el costo por el incumplimiento del compromiso.
Procedimiento Etapa de evaluación. De manera individual, se inició con la entrevista conductual inicial y la firma del consentimiento informado. A partir de la primera sesión, se entrenó a los participantes en el diligenciamiento del formato de auto-registro. Durante las siguientes sesiones, se llevó a cabo la revisión del auto-registro. En las primeras sesiones, se realizó el análisis funcional de la conducta impulsiva, para identificar los factores ambientales que cambian sistemáticamente cuando se modifica la conducta, y se continuó con el proceso de evaluación, mediante la revisión de los auto-registros. Durante las primeras sesiones, se estableció la frecuencia e intensidad de la conducta impulsiva. Fase de tratamiento 1. La primera etapa del proceso de intervención (B) se inició con la implementación de la técnica de reestructuración a partir del compromiso moderado. En primer lugar, se les presentó a los participantes los resultados de la etapa de evaluación mediante el formato de análisis funcional. A continuación, se llevó a cabo el diligenciamiento del formato de compromiso moderado, donde se establecieron tres aspectos: (a) tiempos de abstinencia de consumo. Aquí, se especificó el tiempo, en días o semanas, en que el participante se compromete a no consumir alcohol; (b) la elección de una o varias actividades, alternativas al consumo, que el consultante se comprometía a realizar. Estas actividades no deben ser de tipo social, puesto que este tipo de actividades constituyen la segunda fase de intervención; y (c) el costo que implicaba el no cumplimiento del compromiso. Las actividades alternativas del compromiso se programaron atendiendo a las características contextuales (día, persona, hora y espacio) en las que aumentaba la probabilidad de que se presentara el consumo, según el análisis funcional. En las siguientes sesiones, se aumentó el tiempo de abstinencia cuando el participante cumplió el tiempo previamente establecido. En
los casos en los que no se cumplió el compromiso, se llevó a cabo una reducción del mismo, hasta que el participante cumpliera la meta. Retiro del tratamiento. Antes de iniciar la segunda fase de intervención se retiró el tratamiento de reestructuración mediante el compromiso moderado y se continuó el registro de la conducta de consumo. Fase de tratamiento 2. Se implementaron las técnicas de reestructuración y de activación social (BC). Se evaluó por áreas (social, familiar, afectiva, académica y laboral) el nivel de actividad social de cada participante; así mismo, se identificaron las actividades en las que participaba actualmente, el nivel de satisfacción con las mismas y el tiempo invertido en su ejecución. Luego, se identificaron nuevas actividades sociales en cada una de las áreas. Para esta fase, en el compromiso moderado, las actividades alternativas debían ser de tipo social. En las siguientes sesiones, se llevó a cabo un seguimiento de la ejecución de las nuevas actividades y el nivel de satisfacción; además, se plantearon nuevas actividades para desarrollar. Seguimiento. Consistió en un periodo en el cual se evaluó si los cambios presentados se mantuvieron estables. En las sesiones, se revisó el auto-registro para evidenciar el impacto de la intervención.
Resultados Caso 1 A continuación, se presentan los datos recogidos de los auto-registros realizados por el participante de 21 años, donde se evidencia la frecuencia de consumo de alcohol en días por semana, desde el inicio del proceso de evaluación (línea de base) hasta el seguimiento. En la figura 2, se observa la frecuencia de consumo del participante durante las fases del estudio. En la fase de A, se identifica una frecuencia de consumo de 2 a 3 veces por semana. Luego de la implementación de la estrategia de reestructuración de la conducta (B), se evidencia una disminución en la frecuencia de consumo. En la fase de retirada del tratamiento (A), hay una tendencia irregular de los datos. En la fase BC, el participante presentó una disminución más significativa, en comparación con las otras fases. En la fase de seguimiento, se evidencia que se mantuvo la disminución del consumo, en comparación con la fase inicial.
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Días de consumo de Alcohol
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Reestructuración (B)
Línea de base
Restructuración y activación social (BC)
Retirada
Seguimiento
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Semanas
Figura 2. Frecuencia de la conducta de consumo de alcohol en días por semana en las diferentes fases del estudio en el caso 1.
El participante relacionó el consumo con la conducta de jugar billar, el estar “aburrido”, el encontrarse con amigos que consumen o asistir a reuniones sociales donde se consume alcohol. El consumo se presentó con mayor frecuencia los días sábados y domingos. El participante identificó que debido al consumo, no realizaba actividades académicas, incumplía citas con su pareja, tenía discusiones con su familia y aplazaba actividades de interés a la mañana siguiente, tales como realizar ejercicio o repasar para los exámenes. Según el reporte verbal del participante, la realización de estas actividades fue en aumento, a medida que el tiempo invertido en el consumo disminuyó. En la figura 3, se indican los días de la semana cuando se presentó la ingesta de alcohol en las fases donde no se implementó el tratamiento (fase A y retirada), días en que se llevó a cabo el compromiso moderado en la consulta, días en que consumió e incumplió el compromiso y días de consumo, sin que se hubiera establecido compromiso de abstinencia. En la fase de evaluación, la frecuencia de
consumo fue de 2 a 3 veces por semana y el Tiempo Entre Consumos (TEC) máximo fue de 5 días. En la primera fase de tratamiento, se evidencia una disminución del consumo y se identifica un TEC de 7 días. Así mismo, durante esta fase, presentó 1 incumplimiento del compromiso, de 5 establecidos. En el retorno a la fase A, se evidencia aumento en la frecuencia de consumo en la primera semana, seguido de un TEC de 9 días. En la segunda fase de tratamiento, el TEC fue de 16 días, con una frecuencia de consumo de 1 a 0 veces por semana, la frecuencia más baja de todas las fases del estudio. En esta fase, incumplió un compromiso de los 6 establecidos. En la fase de seguimiento, se observa que la disminución en la frecuencia se mantiene, y el TEC es mayor si se compara con la fase de línea de base, con un registro de hasta 9 días sin consumo. Las actividades que se incluyeron dentro del compromiso moderado en la fase B fueron: (a) consiguió empleo los días sábado y domingo de once de la mañana a seis de la tarde, (b) se comprometió a trabajar al menos una vez por semana en la miscelánea de la abuela, (c) se comprometió a realizar
Fase A
Fase B
V S D L M M J
V S D L M M J
V S D L M M J V S D L M M J V V D L M M J V S D Fase BC
Fase A Retirada L M M J
V S D L M M J V S D L M M J
V S D L M M J
V S D L M M J
V S D L M M
Seguimiento J
V S D L M M J V S D L M M J V S D L M M J V S D L M M J Consumo de alcohol
Consumo con incumplimineto del compromiso
Consumo de alcohol sin compromiso
Figura 3. Reestructuración de la conducta a partir del compromiso moderado en el caso 1.
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Compromiso moderado
Diana Obando-Posada, Telmo Peña-Correal
una rutina diaria de ejercicios en la mañana, (d) estableció un horario diario de estudio para mejorar el rendimiento académico, (e) inició clases de inglés entre semana, (f ) se comprometió a realizar un manual para repasar conocimientos de la universidad, y (g) se comprometió a terminar un rompecabezas y el proyecto de un helicóptero en metal. El incumplimiento de los compromisos acordados en la fase B fue muy bajo; de hecho, sólo incumplió un compromiso. En la fase BC, el participante implementó las siguientes actividades de tipo social: (a) aumentó las actividades en pareja (deportivas y con los hijos de la pareja), (b) se comprometió con la realización de actividades familiares, (c) se contactó con antiguos compañeros de colegio para participar en campeonatos de fútbol, y (f ) comenzó a realizar actividades diferentes al consumo de alcohol con los compañeros de trabajo.
Gramos de alcohol ingeridos
400
Fase A
Fase B
Así mismo, disminuyó el tiempo invertido a un total de 10 horas durante las tres semanas de la fase (0.5 horas diarias, en promedio). En la fase de retirada, el promedio de consumo fue de 16 gramos de alcohol, con un total de 11 horas invertidas, lo que muestra que se mantuvo la disminución. En BC, el promedio de consumo fue de 7 gramos, lo que equivale a media cerveza diaria aproximadamente. El tiempo invertido total fue de 4.5 horas, durante las cuatro semanas de la fase (0.2 horas diarias, en promedio). En la fase de seguimiento, el promedio de alcohol ingerido fue de 15 gramos (1 cerveza diaria aproximadamente), lo que evidencia un leve aumento en el consumo, con un total de 8.5 horas invertidas (0.5 horas diarias, en promedio). Sin embargo, los datos del seguimiento indican una disminución, en comparación con la fase inicial. Fase A
Fase BC
Seguimiento
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V L J D M S M V L J D M S M V L J D M S M V L J D M S M V L J D M S M
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Horas invertidas en consumo
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V L J D M S M V L J D M S M V L J D M S M V L J D M S M V L J D M S
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Días
Figura 4. En el panel superior, cantidad de alcohol en gramos ingerido, en días por semana, durante las fases del estudio. En panel inferior, tiempo invertido en el consumo de alcohol, en horas diarias en el caso 1.
En la figura 4, se identifica durante la fase de evaluación un promedio de consumo de 61 gramos, lo que equivale a 5 cervezas diarias aproximadamente, con un tiempo total invertido de 32 horas durante las cuatro semanas de la fase (1.3 horas diarias en promedio). En la primera fase de tratamiento, los gramos de alcohol ingeridos disminuyeron a un promedio de 13 (1 cerveza diaria aproximadamente).
Caso 2 A continuación, se presentan los datos registrados por el participante de 39 años, donde se evidencia la frecuencia de consumo de alcohol en días por semana, durante las diferentes fases del estudio.
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Estrategias de autocontrol frente al consumo de alcohol
Días de consumo de Alcohol
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Reestructuración (B)
Línea de base
Retirada
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Restructuración y activación (BC)
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Semanas
Figura 5. Frecuencia de la conducta de consumo de alcohol en días por semana en las diferentes fases del estudio en el caso 2.
En la figura 5, se presenta la frecuencia de cosumo del participante en las diferentes fases del estudio. En A, se observa una frecuencia de consumo de una vez por semana, con una ocasión de consumo de 2 veces por semana y no consumo en otra semana. Para la fase B, se evidencia una disminución en el consumo. En la fase de retirada del tratamiento, se observa que la disminución en la frecuencia de consumo se mantuvo. En la fase BC, se presentó una disminución en la frecuencia de consumo, en comparación con las fases anteriores. Para la fase de seguimiento, se mantuvo la disminución en la frecuencia. En las ocasiones en que el participante presentó la conducta de consumo, asoció el comportamiento a factores como “sentirse solo”, no tener otra actividad planeada, o tener sed. La mayoría de las veces en que se presentó el consumo,
lo hizo solo, mientras que, en contadas ocasiones, estuvo con su primo, su pareja o los trabajadores de su negocio. El tiempo invertido en el consumo implicó la no realización de otras actividades que consideraba más importantes, como el pasar tiempo con sus hijas, llevar a cabo las reuniones de trabajo, realizar ejercicio, descansar, o realizar actividades con su pareja, entre otras. En la figura 6, se observan los días en que se presentó la ingesta de alcohol en las fases donde no se implementó el tratamiento, los días en que se llevó a cabo el compromiso moderado, los días en que consumió e incumplió el compromiso y los días de consumo, sin que se hubiera establecido ningún compromiso de abstinencia. Durante la fase inicial, el participante presentó una frecuencia de consumo Fase B
Fase A M M J
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V S D L M M J V S D L M M J V S D L M M J V S D L M M J
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Fase BC S D L M M J V S D L M M J V S D L M M J V S D L M M J
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Seguimiento L M M J V S D L M M J V S D L M M J V S D L M M J
Consumo de alcohol
Consumo con incumplimineto del compromiso
V S D L M M J
Consumo de alcohol sin compromiso
Figura 6. Reestructuración de la conducta a partir del compromiso moderado en el caso 2.
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Cuadernos Hispanoamericanos de Psicología
V S D L
Compromiso moderado
Diana Obando-Posada, Telmo Peña-Correal
de 1 a 2 veces por semana y un TEC de 12 días. En la fase de tratamiento inicial, se identifica que en las últimas dos semanas de la fase, el TEC aumentó a 16 días. En la misma fase, se realizaron 7 compromisos, de los cuales no cumplió con uno. Para la fase BC, también se establecieron 7 compromisos, 2 de los cuales fueron incumplidos. Sin embargo, el TEC aumentó hasta 21 días, el mayor tiempo de abstinencia, en comparación con las otras fases del estudio. En la fase de seguimiento, el aumentó en el TEC se mantuvo con 19 días. En la primera fase de la intervención, el participante se comprometió a realizar actividades relacionadas con la moto, el ejercicio físico (asistir al gimnasio tres veces por semana).En la fase BC, se comprometió a llevar a cabo las siguientes actividades: (a) asistir al gimnasio con su hija de 14 años, (b) retomar la relación con su hija menor (llamarla y programar encuentros cada 15 días), 3) variar las actividades de espacimiento con su pareja, (c) realizar actividades con los amigos de la universidad con quienes tenía contacto hace unos años, y (d) tomar desiciones que había aplazado.
Gramos de alcohol ingeridos
En la figura 7, se encuentra que, durante la fase A, el promedio de consumo durante las cinco semanas fue de 19 gramos (1.5 cervezas diarias, aproximadamente), con un
300
Fase A
Fase B
total de tiempo invertido de 3.7 horas (0.5 horas diarias, en promedio). En la fase B, se observa una disminución en la cantidad ingerida, con un promedio de 12 gramos durante las cuatro semanas, lo que equivale a una cerveza diaria aproximadamente. Tambien, se presentó una disminución del tiempo invertido, con un total de 2.9 horas (0.3 horas diarias, en promedio). Para la fase de retirada, este participante presentó un promedio de consumo de 10 gramos (tres cuartos de cerveza diarios, aproximadamente), con un tiempo total invertido de 2.2 horas (0.1 horas diarias). Para la fase BC, el consumo disminuyó a 5 gramos, en promedio (1 tercio de cerveza diaria) durante las cinco semanas de la fase, manteniendo un tiempo invertido de 2.2. En el seguimiento, se reportó un consumo de 5 gramos en promedio, con un total de 2.5 horas (0.2 horas diarias, aproximadamente), lo que indica que se mantuvo la disminución de la cantidad ingerida.
Caso 3 A continuación, se presentan los datos tomados de los auto-registros realizados por el participante de 42 años, donde se evidencia la frecuencia de consumo de alcohol en días por semana, durante las diferentes fases del estudio.
Fase A
Fase BC
Seguimiento
250 200 150 100 50 0 M J S L M V D M J S L M V DM J S L M V D M J S L M V DM J S L M V D M J S L M V D M J S L M V DM J S L M V D M J S LM V D M J S L M V DM J S L
Horas invertidas en consumo
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M J S L M V D M J S L M V DM J S L M V D M J S L M V DM J S L M V D M J S L M V D M J S L M V DM J S L M V D M J S LM V D M J S L M V DM J S L
Días
Figura 7. En el panel superior, gramos de alcohol ingeridos por día, durante las diferentes fases del estudio. En el panel inferior, tiempo en horas por día, invertidas en el consumo de alcohol, durante las diferentes fases del estudio, en el caso 2.
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Estrategias de autocontrol frente al consumo de alcohol
Línea de base
Días de consumo de Alcohol
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Reestructuración (B)
Retirada
Restructuración y activación social (BC)
Seguimiento
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Figura 8. Frecuencia de la conducta de consumo de alcohol en días por semana en las diferentes fases del estudio.
En la figura 8, se identifica que, durante la fase inicial, el participante presentó una frecuencia de consumo de una o dos veces por semana. Para la fase inicial de tratamiento (B), se evidencia una frecuencia variable de consumo por semana de 0 a 2 ocasiones. En la fase de retirada, el reporte indicó una frecuencia de consumo igual a la presentada en la fase inicial. En la segunda fase de intervención (BC), se evidencia una leve disminución de la frecuencia de consumo, la cual se mantuvo en la fase de seguimiento. En la figura 9, se indican los días de la semana cuando se presentó la ingesta de alcohol en las fases donde no se implementó el tratamiento, días en que se llevó a cabo el compromiso moderado, días en que consumió e incumplió el compromiso y días de consumo, sin que se hubiera establecido ningún compromiso de abstinencia. En la fase A, se encuentra que el TEC fue de 6 días. En la fase B, se establecieron 6 compromisos con el participante, de los cuales incumplió 2, y presentó un TEC de hasta 14 días, lo que indica un aumento de la conducta de abstiFase A J
nencia. En la fase de retirada, se identifica que el TEC fue de 5 días, lo que muestra una disminución en la abstinencia, en comparación con la fase anterior. En la fase BC, no presentó la conducta problema durante 12 días, lo que resulta en un aumento en el TEC, con respecto a la fase anterior. Finalmente, en la fase de seguimiento, el participante reportó 13 días de no consumo continuos, lo que revela que el TEC se mantuvo. Los compromisos planteados para la fase B fueron: (a) retomar el gimnasio, (b) asignar horarios para las reuniones laborales con el fin de aumentar la productividad, y (c) asistir a las clases virtuales y realizar los trabajos académicos con anticipación. Para la fase BC, los compromisos realizados fueron: (a) contactar amigos que no consumen, (b) asistir al gimnasio en compañía de un amigo (esto aumentaba la probabilidad de asistir), (c) reunirse con los hermanos y distribuir las actividades referentes al cuidado de la madre, y (d) realizar actividades con los compañeros de trabajo con quienes reportó tener buenas relaciones.
Fase B
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Fase A Retirada D L M M J
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Fase BC V S D L M M J
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Seguimiento M J V S D L M M J V S D L M M J V S D L M M J
Consumo de alcohol
Consumo con incumplimineto del compromiso
V S D L M M J
Consumo de alcohol sin compromiso
Figura 9. Reestructuración de la conducta a partir del compromiso moderado en el caso 3
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Cuadernos Hispanoamericanos de Psicología
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Compromiso moderado
Diana Obando-Posada, Telmo Peña-Correal
Fase A
Fase B
Fase A
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Gramos de alcohol ingeridos
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Horas invertidas en consumo
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Fase B
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Seguimiento
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J S L M V D M J S L M V D M J S L M V D M J S L M V D M J S L M VD M J S L M V D M J S L M V D M J S L M V D M J S
Figura 10. En el panel superior, gramos de alcohol ingerido en días por semana, en las diferentes fases del estudio. En el panel inferior, tiempo en horas por día invertidos en el consumo de alcohol, en las diferentes fases del estudio, en el caso 3.
En la figura 10, se presentan los gramos de alcohol que el participante ingirió durante las diferentes fases del estudio (panel superior) y las horas que invirtió en la conducta de consumo (panel inferior). En la fase A, el participante presentó un consumo promedio de 38 gramos (equivalente a 3.2 cervezas diarias, aproximadamente), invirtiendo un total de 4.5 horas (1.2 horas diarias, en promedio). En B, el consumo fue de 10 gramos, en promedio, lo que equivale a 1 cerveza durante las cuatro semanas de la fase; esto pone en evidencia una disminución en la ingesta si se compara con la fase anterior. El tiempo total invertido fue de 2.7 horas (0.4 horas diarias, en promedio). Para la fase de retirada, el participante consumió 14 gramos de alcohol, en promedio (equivalente a 1.2 cervezas, aproximadamente); para ello, invirtió un total de 2.3 horas, lo que indica un leve aumento, en contraste con la fase anterior. En la fase BC, el promedio de gramos consumidos fue de 10, lo que equivale a 1 cerveza diaria, aproximadamente; y el tiempo total invertido fue de 1.6 horas (0.2 horas diarias, aproximadamente). En el seguimiento, consumió 8 gramos de alcohol, en promedio (media cerveza, aproximadamente) durante las tres semanas de la fase, con un total de 2.5 horas invertidas (0.3 diarias, en promedio). La disminución en la cantidad ingerida se mantuvo, en comparación con la fase inicial del estudio.
Comentarios A partir de los resultados obtenidos tras implementar los tratamientos, cuyo objetivo era la disminución del consumo de alcohol como resultado de un cambio en el patrón conductual (mediante el incremento en la participación en actividades alternativas), se puede concluir que las técnicas empleadas fueron efectivas. En los tres casos, el reporte de los participantes acerca de la frecuencia de consumo y la cantidad ingerida en gramos de la sustancia, disminuyó en la etapa de seguimiento, en contraste con los registros de la fase de línea de base (A). De igual manera, el reporte acerca de la frecuencia de participación en las actividades alternativas al consumo, indica un incremento a lo largo de las fases del estudio. La frecuencia de consumo registrada por los tres participantes en la línea de base A, así como la cantidad de alcohol ingerida, se identificaron como un problema de auto control. Según la OMS (2011), los episodios de consumo de más de 60 gramos de alcohol, son considerados una ingesta excesiva de la sustancia: los tres participantes presentaron episodios de consumo de hasta más de 60 gramos durante la fase A.
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Estrategias de autocontrol frente al consumo de alcohol
La técnica de reestructuración de la conducta (fase B) conllevó a una disminución, en términos de la frecuencia de consumo y la cantidad de alcohol ingerido con respecto a la fase inicial, en los tres participantes. El objetivo de la técnica se cumplió, teniendo como resultado Tiempos Entre Consumos (TEC) más amplios, así como un aumento en la frecuencia de la conducta de abstinencia y la aparición de nuevos patrones de comportamiento. En la fase de retirada del tratamiento, los tres participantes mantuvieron la disminución en la frecuencia y cantidad de alcohol ingerido, en comparación con la línea de base. No obstante, se evidenció un leve aumento en los gramos de alcohol ingeridos, en comparación con la fase B, para los casos 1 y 3. En esta fase, los participantes continuaron su participación en las actividades alternativas iniciadas, debido a que habían adquirido compromisos con terceros (como en el caso del trabajo). Esto, en conjunto con el hecho de que ya habían realizado algún tipo de inversión (tiempo o dinero, por ejemplo), dificultaba más el abandono de la actividad (además, por la ganancia económica), pues no estaban dispuestos a perder (como en el caso del gimnasio, o el inicio de clases, por mencionar algunas). La implementación de la técnica de activación social, en conjunto con la técnica de reestructuración (BC), demostró ser la más efectiva en los casos 1 y 2, específicamente en términos de disminución de la frecuencia de consumo y los gramos de alcohol ingeridos, en comparación con las fases anteriores. En el caso 3, en la fase BC, el participante reportó el mismo promedio de alcohol ingerido que en la fase B. De esta manera, se puede pensar que las actividades sociales, además de las actividades iniciadas en B, favorecieron la disminución del tiempo invertido en el consumo. En la fase de seguimiento, los tres participantes reportaron una frecuencia de consumo y una cantidad de alcohol ingerida menor a la registrada en la línea de base. Realizando un traslape entre las técnicas de reestructuración de la conducta y activación social, se encuentra que la activación social, al desarrollar patrones conductuales nuevos basados en la participación en actividades de tipo social, constituye la técnica más efectiva. Lo anterior se puede establecer, teniendo en cuenta la teoría de la adicción relativa. Según esta teoría, es probable que al implementar una técnica que favorezca la generación de patrones nuevos alternativos al consumo, la conducta de ingesta de alcohol disminuya.
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Cuadernos Hispanoamericanos de Psicología
En relación con la teoría del autocontrol, se identificó que el consumo de alcohol representa la conducta impulsiva cercana en el tiempo. Así mismo, los comportamientos alternativos al consumo se identificaron como los más valiosos para los participantes (como un buen estado físico, buenas relaciones familiares y de pareja, buenos resultados a nivel laboral y la percepción de una red social más sólida). Retomando los planteamientos de la teoría del costo enterrado, se identificó que los tres participantes, tras iniciar las actividades alternativas al consumo, no interrumpieron su realización e identificaron como consecuencias negativas la pérdida del tiempo ya invertido, la pérdida de los resultados obtenidos descritos como positivos y la pérdida del dinero invertido. De esta forma, los resultados del presente estudio son un aporte a la práctica en el contexto de la psicología clínica. Este tipo de investigación puede resultar particularmente relevante en lo que respecta a la intervención de problemas relacionados con el consumo de sustancias, en especial cuando éstos se presenten y se evalúen desde la perspectiva teórica del auto control. La principal limitación del estudio se relaciona con el número de participantes, lo cual no favorece la evaluación de la eficacia del tratamiento de manera generalizada para un tipo de población particular. Así, se considera que es pertinente realizar un nuevo estudio con un mayor número de casos, para evaluar el efecto de las estrategias de intervención en una muestra más representativa.
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Pruebas ICFES Saber 11 y su relación con el desempeño académico en estudiantes de primer semestre de psicología Resumen
Andrés Duque-Castillo1 José Gregorio Ortiz-Rodríguez2 Universidad Nacional de Colombia
Las pruebas de evaluación de competencias “Saber 11” realizadas por el ICFES son consideradas como un referente para el ingreso a la educación superior, desde el supuesto que indica que estas predicen el desempeño académico en la formación superior. A partir de las teorías de competencias, de las que se asume la evaluación objetiva de atributos psicológicos y la relación entre el dato y la competencia misma, se realizó un estudio descriptivo correlacional en el que se indagó la relación existente entre los resultados de las pruebas ICFES y las calificaciones obtenidas en las asignaturas disciplinares en el primer semestre del programa de psicología de la Corporación Universitaria del Minuto de Dios en Bogotá Colombia. Se encontró una relación positiva entre el puntaje global de la prueba y el desempeño académico en las asignaturas disciplinares del programa, además de relaciones especificas entre éstas últimas y los puntajes en las áreas de lenguaje, matemáticas y sociales. Esto lleva a considerar que el desempeño en dichas áreas es un predictor de los resultados en las asignaturas disciplinares. Palabras clave: evaluación por competencias, desempeño académico, pruebas saber 11 ICFES.
Abstract The competencies assessment tests “Saber 11” made by the ICFES are considered a benchmark for entry to higher education, since it is assumed that these predict academic performance. From the theoretical framework of evaluation and measurement and the Competencies Theory, which state an objective assessment of psychological attributes and the relationship between the data and the competence itself, a descriptive correlational study was made. Through this study, it was intended to establish the relationship between the ICFES Exam scores and the grades achieved in disciplinary subjects in the first semester of the psychology program at the Corporación Universitaria Minuto de Dios in Bogota, Colombia. It was found a positive relationship between the overall scores in the ICFES exam and academic performance in disciplinary subjects of the program. Moreover, specific relationships between the scores in the areas of language, mathematics and social sciences, and disciplinary subjects were found. For this reason, it is concluded that performance in these areas is a predictor of performance in disciplinary subjects. Keywords: competencies Evaluation, academic performance, Saber 11 ICFES Exam.
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Cuadernos Hispanoamericanos de Psicología l Enero-Junio 2013, Vol. 13 No. 1, pp 26-35 ISSN 1657-3412 (Impresa) l ISSN 2346-0253 (En línea)
Recibido: 08 de marzo de 2013 Aceptado: 20 de mayo de 2013 1. Psicólogo egresado de la Universidad Nacional de Colombia, Magíster en Psicología Clínica Infanto Juvenil de la Universidad de Chile, Docente Investigador Corporación Universitaria del Minuto de Dios, Bogotá, Colombia; correo electrónico: psicologoinfantojuvenil.ms@gmail.com 2. Psicólogo egresado de la Universidad Nacional de Colombia, Magíster (c) en Psicología de la Universidad Nacional de Colombia, Docente Investigador Corporación Universitaria del Minuto de Dios, Bogotá, Colombia; correo electrónico: jgregorioortizr@gmail.com
Andrés Duque-Castillo, José Gregorio Ortiz-Rodríguez
Introducción En Colombia, la psicología ha estado vinculada, desde su inicio, con la evaluación y medición de atributos psicológicos; esto se empezó a vislumbrar por medio de la aplicación de pruebas con la llegada al país de la psicóloga Mercedes Rodrigo (López-Jiménez, 2007). Dicha tradición continúa, en tanto que una de las exigencias sociales de la profesión es dar cuenta de manera conmensurable de aspectos antes considerados inconmensurables. Uno de los contextos representativos de esta exigencia es el ámbito educativo; si bien no es tarea exclusiva de esta disciplina, es una labor interdisciplinaria que permite detectar las variables implicadas en la relación de enseñanza y aprendizaje, y a su vez, permite identificar aspectos críticos en la misma relación. Para efectos de la presente investigación, el eje de análisis se ubica principalmente en el paso que dan los estudiantes de la educación media a la superior universitaria. En Colombia, el estudio de la deserción está abordado desde múltiples factores, correspondientes a las características propias del estudiante, al igual que a los aspectos externos e internos de la institución educativa (SalcedoEscarria, 2010). Este tipo de estudios se han realizado sin contar con indicadores que permitan saber cuántos estudiantes no terminan en el tiempo que estipula el plan de estudios. En Colombia, se ha detectado que el 52% de los estudiantes, la mayoría pertenecientes a cursos de primer semestre, abandonan sus estudios universitarios (Correa, como se citó en Villamizar y Romero, 2011) como consecuencia del bajo rendimiento académico. Huesca-Ramírez y Castaño-Corvo (2007) mencionan que, en América Latina, el tema debe ser analizado a partir de los factores sociales y económicos propios de cada región, partiendo de una visión general del sistema educativo. Por su parte, el Instituto internacional para la Educación Superior en América Latina y el Caribe (IESALC, como se citó en González-Fiegehen, 2005) realizó un estudio cuyo objetivo fue dimensionar la deserción y la repitencia en los países de estas regiones. Se describieron los factores psicosociales y sus consecuencias, para plantear propuestas de prevención. Según el informe, como causas de la deserción se mencionan las condiciones socioeconómicas, tanto del estudiante como de la familia, además de características propias del sistema educativo, como el incremento en las matrículas, los mecanismos de financiamiento, el sistema de ayudas estudiantiles, el desconocimiento de la carrera, el ambiente
educativo y el reducido establecimiento de vínculos afectivos con los demás miembros de la institución educativa, sin dejar de lado las aspiraciones y motivaciones personales. En cuanto a las causas de orden académico se destacan: la formación educativa previa, los exámenes de ingreso, la falta de información para elegir la carrera, entre otros. En el mismo informe se sugieren algunas líneas de acción en las que el sistema de educación superior deberá profundizar; entre éstas, cabe mencionar el diagnóstico a partir de estudios a nivel nacional que brinden esquemas de medición, la detección temprana de grupos de riesgo, el desarrollo y aplicación de herramientas para mejorar la orientación vocacional y el seguimiento a las calificaciones (González-Fiegehen, 2005). Al respecto, existen modelos que explican la deserción estudiantil, los cuales sugieren analizarla a partir de diversos criterios. Entre dichos criterios, se encuentran las variables propias del estudiante, de su medio familiar y social y del rendimiento académico. En síntesis, se deduce que en la deserción y en la integración académica confluyen varios factores como los preuniversitarios, los institucionales, los familiares, los individuales y las expectativas laborales. Por su parte, el Ministerio de Educación Nacional (MEN, 2008) admite que existen apoyos fundamentales para la permanencia, tales como: el bienestar universitario, el apoyo a la inserción en el mercado laboral y la orientación vocacional, entre otros. Estos factores son importantes para la adaptación a la educación superior, junto con los antecedentes familiares, el nivel socioeconómico de la familia, las características propias del individuo, como sus experiencias previas a la vida universitaria (Tinto, como se citó en Sánchez, 2011). Por su parte, Safree y Adawiah (2009) mencionan la importancia de trabajar en el bienestar psicológico de los estudiantes a partir del seguimiento de algunos problemas individuales con frecuencia presentes en esta población, tales como la depresión, la ansiedad o el estrés, los cuales afectan el rendimiento académico. Entonces, como parte de la misión formativa de las universidades, se debe considerar la tarea de identificar, de manera anticipada, los posibles recursos de los estudiantes para su ingreso y adaptación a las demandas propias de la vida universitaria y de la carrera que eligen. Un factor que ha mostrado ser predictor del desempeño futuro del estudiante es su puntaje en las pruebas de estado del Instituto
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Desempeño escolar y la relación con las pruebas ICFES
Colombiano para el Fomento de la Educación Superior ICFES (Castaño-Castrillón, 2008). De hecho, algunas instituciones colombianas establecen un puntaje mínimo como criterio de admisión, desde la asunción de la correlación positiva entre dicho puntaje, o uno de sus componentes, y el futuro desempeño del estudiante durante su carrera. Castaño-Castrillón (2008) señala que es necesario un nivel de acierto en los procesos de admisión y selección en las universidades, que resulta importante para evitar pérdidas de recursos por parte de los estudiantes, las familias, las facultades y los programas. Igualmente, del acierto en dichos procesos depende que disminuyan los índices de deserción y, a su vez, se eviten implicaciones psicológicas, como la carga de frustración que esto conlleva. En relación con lo anterior, resulta conveniente tener en cuenta las competencias específicas requeridas para el estudio y posterior ejercicio de cada carrera; por ejemplo, la relatividad entre competencias lógico-matemáticas o de comprensión de lectura, entre distintas disciplinas. En este sentido, esta investigación pretendió contestar a la pregunta: ¿Puede predecirse el futuro desempeño de un estudiante colombiano que recién ingresa a la carrera de Psicología a partir de su puntaje ICFES total o algún(os) componente(s) de dicha prueba? De manera particular, una competencia de gran importancia en las ciencias sociales es la comprensión de lectura. Calderón-Ibañez y Quijano-Peñuela (2010) hacen una reflexión acerca del bajo nivel de comprensión lectora en los primeros semestres en estudiantes universitarios. Estos autores realizaron un estudio durante los años 2007 y 2008 a estudiantes de las carreras de Derecho (4° y 5° semestres) y Psicología (3° semestre) de la Universidad Cooperativa de Colombia, seccional Barrancabermeja. Se trazaron como objetivo identificar las características y habilidades de comprensión lectora en esta población. Los autores emplearon el test de comprensión lectora CLOZE e hicieron entrevistas a docentes; también, consideraron como variables intervinientes las socioculturales y sociodemográficas. A partir de los resultados del test, los autores afirman que estos estudiantes “no evidencian el manejo gramatical del lenguaje entendido como competencia lingüística por la aplicación acertada de una sintaxis de la lengua, una fonética y la semántica en las micro y macroestructuras.” (p. 339). Además, agregan que dichos estudiantes se hallan en un nivel de comprensión literal, de modo que se limita la
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Cuadernos Hispanoamericanos de Psicología
abstracción de conceptos, la aplicación a nuevas situaciones y la lectura entre líneas. Por su parte, Chica-Gómez, Galvis-Gutiérrez y RamírezHassan (2010) realizaron un estudio en el que toman los resultados en las áreas de matemáticas y lenguaje en las pruebas del ICFES Saber 11° del segundo semestre de 2009. El objetivo del estudio era identificar los determinantes del rendimiento académico en Colombia. Utilizaron un modelo ordenado equivalente a una serie de regresiones logísticas binarias, donde las categorías de la variable dependiente están combinadas según el orden intrínseco que ésta tiene. Encontraron como relevantes las variables socioeconómicas para ambas áreas, principalmente las variables nivel de ingreso y nivel de escolaridad de los progenitores, que tendrían una influencia positiva en el resultado de las pruebas. También, reportaron que los estudiantes que realizaban jornada completa obtuvieron puntajes más altos, en comparación con aquellos que asistían a otro tipo de jornada. Las dificultades en matemáticas pueden considerarse como un problema generalizado en las instituciones de educación superior en Colombia. Carvajal-Olaya, Mosquera y Artamonova (2009) reportan los factores que influyen significativamente en el rendimiento académico en la asignatura de Matemáticas I en estudiantes de las carreras de ingenierías y tecnologías de la Universidad Tecnológica de Pereira (UTP). A partir de un modelo de regresión logística múltiple, encontraron que el puntaje del examen del ICFES, el nivel de lectura literal y el nivel de razonamiento lógico abstracto son factores que predicen el rendimiento de los estudiantes de las carreras mencionadas en la asignatura de Matemáticas I. A partir de una base de datos de pruebas hechas a los estudiantes que entran a primer semestre, especialmente a ingenierías y tecnologías, sobre los factores que pueden influir en el rendimiento en Matemáticas I, se puede predecir el 61.8% de la proporción de la varianza de las puntuaciones en Matemática I a partir de tres factores: puntaje total del ICFES, nivel de lectura y riesgo de uso de sustancias psicoactivas. De tales resultados, Carvajal et al. (2009) señalan que la pérdida del curso “Matemáticas I” presentó diferencias amplias entre las distintas carreras de ingeniería y de tecnología durante el 2008. El modelo de regresión logística les permitió identificar que los estudiantes con bajo rendimiento en “Matemática I” fueron aquellos con puntajes de ICFES menores de 47,23, especialmente quienes pertenecen a las carreras de ingeniería o tecnología eléctrica,
Andrés Duque-Castillo, José Gregorio Ortiz-Rodríguez
ingeniería o tecnología industrial o ingeniería electrónica, y todos aquellos estudiantes con puntajes ICFES entre 47,23 y 55,30 puntos, que presentaron un nivel deficiente o insuficiente de lectura literal. De la misma investigación, encontraron como factores influyentes: puntaje total del ICFES, nivel de lectura literal y nivel del pensamiento lógico abstracto. Cabe mencionar que descartaron factores como la edad, el género, el estrato socio-económico y el tipo de colegio. Igualmente, descartaron los factores de riesgo de salud física y mental, riesgo de cobertura de salud y consumo de sustancias psicoactivas, entre otros. Para el segundo semestre de 2007, la influencia del riesgo de consumo de sustancias psicoactivas fue considerable, pero para el primer semestre de 2008 no lo fue. Según los autores, las acciones de prevención realizadas por la Gerencia Estratégica para Disminuir la Deserción en la UTP y por bienestar universitario, al parecer, lograron disminuir la influencia de este factor. Como vemos aquí, es importante mantener dentro de las instituciones acciones de prevención de consumo de sustancias psicoactivas, así como las ayudas ofrecidas a los estudiantes (bonos de alimentación, transporte y créditos educativos). Por otra parte, Castaño-Castrillón (2008) en un estudio realizado en la Universidad de Manizales, trata de responder a la pregunta ¿Qué determina el rendimiento académico? Este autor plantea que “en general, las universidades colombianas han establecido criterios de selección basados fundamentalmente en el rendimiento en los estudios de enseñanza media (puntaje ICFES) y el rendimiento en pruebas cuantitativas (de conocimientos y aptitudes) y cualitativas (entrevista personal o pruebas psicológicas al momento de postular). No obstante, la ponderación de cada factor varía, dependiendo de cada universidad” (p. 136). El objetivo del mencionado estudio de Castaño-Castrillón (2008) fue “verificar la capacidad predictiva de las pruebas de ingreso académico (aptitud psicológica, prueba de conocimientos anatómicos, biológicos, entrevista, puntaje en los exámenes de estado administrados por el Instituto Colombiano para el Fomento de la Educación superior (ICFES) en relación con el rendimiento académico de los estudiantes de Medicina” (p. 138). Se hicieron correlaciones entre variables de admisión y variables que definen el rendimiento académico. El análisis se efectuó por cohorte y semestre, con dos variables de medida de rendimiento académico: por un lado, el promedio aritmético de las materias cursadas por cada estudiante cada semestre; y por otro, la nota de la materia
biomédica principal que el estudiante debería cursar si fuera al día en sus estudios. Como muestra, se tomaron 13 cohortes de estudiantes que ingresaron a Medicina en la U. de Manizales entre el primer semestre del 2000 y el primer semestre del 2007. El tratamiento estadístico consistió en una matriz de correlación de Pearson para las variables: PROM (promedio aritmético de las materias cursadas por estudiante en un semestre, o en todos los semestres, o nota de la materia biomédica principal para cada estudiante, o promedio aritmético de todas las materias biomédicas principales cursadas), ICFES (ponderado del examen del ICFES para cada estudiante), PSICO (puntaje de la prueba de personalidad aplicada para cada estudiante), ENTREV (puntaje de la Entrevista efectuada a cada estudiante, en el momento de admisión), CONOC (puntaje de la prueba de conocimientos para cada estudiante elaborada por docentes de la Facultad) y TOTAL (promedio ponderado de las otras cuatro variables de admisión). El análisis estadístico se efectuó por semestre, a partir de la primera cohorte del 2002, cuando comenzaron a tener en cuenta como criterio de admisión el examen de estado ICFES, y hasta la primera cohorte del año 2007. Se encontró que en 34 de los 66 análisis efectuados a partir de la primera cohorte del año 2002, la variable ICFES presentó significancia estadística. Se reporta que todas las demás variables presentaron significancia en muy pocos casos. En conclusión, el principal hallazgo del estudio de Castaño-Castrillón (2008) es que la única variable de admisión que mostró correlación significativa con las dos variables de rendimiento académico empleadas en este trabajo es la variable ponderado ICFES. Estos antecedentes llevan a suponer la relación entre los resultados de las pruebas saber 11 ICFES y el desempeño académico en educación superior. La pregunta que surge es si dicha relación se evidencia en la población especifica de estudiantes de psicología de la Corporación Universitaria del Minuto de Dios. Como hipótesis de investigación, y a partir de los resultados de investigaciones previas en el área, se espera que los resultados en las pruebas del estado se relacionen positivamente con los resultados en las notas de las asignaturas disciplinares cursadas durante el primer semestre. Igualmente, se busca que a partir de los hallazgos del estudio pueda predecirse el futuro rendimiento académico de los estudiantes en aras de emprender acciones de apoyo institucional en los casos en que el bajo rendimiento pueda llevar a la deserción o a situaciones de malestar psicológico.
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Desempeño escolar y la relación con las pruebas ICFES
Método Participantes En la presente investigación, participaron 539 estudiantes de primer semestre del programa de psicología de la Corporación Universitaria Minuto de Dios en Bogotá Colombia, con promedio de edad de 18,28 años (desviación típica 2,36), moda 17 años; 82,6% (445) de sexo femenino y 17,4% (94) hombres. Los participantes corresponden a tres cortes de ingreso a primer semestre: 302 que ingresaron en el primer semestre del 2011; 64, que ingresaron en el segundo semestre del 2011; y 173, en el primer semestre del 2012. Cada estudiante de primer semestre suministró dicha información en la semana de inducción. La variabilidad en el número de participantes obedece a cambios en la cantidad de estudiantes admitidos. Del total, 420 reportaron completamente sus puntajes de las pruebas de Estado ICFES; de 463, se verificaron en el sistema promedios académicos; y del total, estos 346 contaban con ambos registros.
Instrumentos Para esta investigación se utilizaron los siguientes instrumentos: los resultados de las pruebas de Estado ICFES Saber 11, que evalúan las competencias y conocimientos para la educación básica y secundaria para Colombia, como requisito de ingreso a la educación superior. El examen arroja resultados parciales de desempeño en las siguientes áreas: lenguaje, matemáticas, sociales, filosofía, biología, química, física, e inglés; también, cuenta con un resultado en algún área de profundización, que para este estudio no se considerará. Los resultados de cada área corresponden a una escala cuantitativa de 0 a 100 agrupados en los siguientes rangos: bajo, de 0 a 30; medio, de 30 a 70 (medio bajo, 31 a 45; medio alto, de 46 a70); y alto, de 70 a 100. Como segunda fuente de información se tomaron las calificaciones finales de las asignaturas disciplinares obtenidas en el primer semestre: antropología filosófica, introducción a la psicología, historia de la psicología y psicobiología. Estas son asignaturas propias del programa de psicología. Cabe anotar que otras asignaturas que corresponden a los componentes de la institución y auxiliares a la formación no fueron consideradas (a conveniencia, en tanto que el estudio pretende mostrar la relación entre ICFES y desempeño en la disciplina). El rango de calificación está establecido de 0 a 5, con nota mínima aprobatoria de 3.
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Cuadernos Hispanoamericanos de Psicología
Procedimiento Al ingreso de los estudiantes al programa académico de psicología se les solicitó el reporte de resultados de la prueba ICFES saber 11; luego, tras finalizar cada semestre se recopiló, por sistema informático de la Institución Universitaria, el resultado de cada asignatura disciplinar cursada. El registro de información permitió realizar los estadísticos descriptivos en términos de frecuencias, promedios y desviaciones típicas. Para los estadísticos analíticos se utilizó la correlación bivariada de Pearson.
Resultados En primera instancia, como información que contextualiza el nivel de desempeño de la muestra estudiada y los análisis que de estos se harán, en la Tabla 1 se presentan los descriptivos en términos de promedios y desviaciones estándar (DS) de los puntajes en las áreas evaluadas por el examen de estado ICFES, junto con los promedios y DS de notas en cada una de las asignaturas universitarias. Tabla 1 Puntajes de las áreas del examen de ICFES Media
Desv típica
N
Lenguaje
50,67
8,55
420
Matemáticas
48,06
8,81
420
Sociales
49,62
8,41
391
Filosofía
48,78
9,42
414
Biología
48,67
8,12
418
Química
47,20
8,10
416
Física
46,73
8,84
417
Inglés
46,61
8,71
411
Promedio
48,22
5,83
420
Tabla 2 Puntajes en las asignaturas disciplinares de primer semestre de Psicología Media
Desviación típica
N
Introducción a la psicología
2,90
0,77
461
Historia de la psicología
2,88
0,70
458
Psicobiología
2,64
0,82
460
Andrés Duque-Castillo, José Gregorio Ortiz-Rodríguez
Media
Desviación típica
N
Antropología filosófica
3,04
0,93
403
Promedio
2,81
0,67
465
Como se observa en la Tabla 1, las áreas evaluadas en el examen de lenguaje y sociales presentan los promedios más altos, mientras que las áreas de física e inglés son las de menor promedio. En cuanto a las asignaturas del componente disciplinar (Tabla 2), la asignatura con mayor promedio es antropología filosófica, mientras que psicobiología tiene el menor promedio. A continuación se hace una exposición de las principales correlaciones halladas entre las distintas variables académicas consideradas en el estudio, tales como: la correlación entre el promedio de notas de asignaturas disciplinares de primer semestre de psicología y el promedio del puntaje total del examen de entre unas asignaturas disciplinares y otras (Tabla 3) y entre el nivel de desempeño en dichas asignaturas y los puntajes obtenidos en las distintas áreas del examen del ICFES (Tabla 4). Para evitar confusiones, se hará referencia a los componentes de la prueba ICFES con el término áreas, mientras que las distintas materias del componente disciplinar de Psicología serán llamadas asignaturas.
En primer lugar, entre el promedio de notas de primer semestre y el puntaje ICFES se encontró una correlación significativa de 0,225 para una muestra de 348 estudiantes que tenían los registros completos para todas las variables; esto podría indicar que el puntaje ICFES predice el nivel de desempeño que tendrán los estudiantes para las asignaturas disciplinares de primer semestre. En relación con el componente disciplinar de primer semestre, se encontraron correlaciones significativas (bilateral, al nivel 0,01) entre unas asignaturas y otras, las cuales se presentan en la tabla 3. La correlación más alta se dio entre las asignaturas de historia de la psicología y psicobiología (0,591). Adicionalmente, en la Tabla 4 se presentan las correlaciones entre las áreas evaluadas en el ICFES y las asignaturas del componente disciplinar. En ésta se pueden apreciar correlaciones significativas entre los resultados del ICFES para las materias lenguaje y las cuatro asignaturas disciplinares. El nivel de desempeño en el área de matemáticas también correlacionó de manera significativa con las cuatro asignaturas ya mencionadas, en especial con historia de la psicología y psicobiología. Como era de esperar, el área de sociales también presentó correlación significativa con las cuatro asignaturas disciplinares, presentándose la correlación más alta de todas con la asignatura de psicobiología. Es
Tabla 3 Correlaciones entre las notas en las asignaturas del componente disciplinar de primer semestre de Psicología. Introducción a la psicología
Historia de la psicología
Psicobiología
Antropología filosófica
.496**
.477**
.431**
Significancia
.000
.000
.000
N
456
459
401
.496**
.591**
.495**
Significancia
.000
.000
.000
N
456
456
398
Introducción a la psicología
Historia de la psicología
Psicobiología
.477**
.591**
.515**
Significancia
.000
.000
.000
N
459
456
400
.431**
.495**
.515**
Significancia
.000
.000
.000
N
401
398
400
Antropología filosófica
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Desempeño escolar y la relación con las pruebas ICFES
importante resaltar que estas correlaciones y las de lenguaje son más altas que aquellas establecidas entre el puntaje del ICFES en filosofía y las asignaturas disciplinares; esta última área presentó sólo correlación significativa (al nivel 0,01 bilateral) con la asignatura de psicobiología. En otras palabras, el nivel de desempeño en las áreas de lenguaje y sociales parecen ser mejores predictores del desempeño en las asignaturas disciplinares, que el nivel de desempeño en el área de Filosofía.
Se encuentra también una correlación entre el área de biología y todas las asignaturas disciplinares; estas correlaciones también son mayores que las presentadas entre filosofía y las asignaturas disciplinares. El desempeño en el área de química correlaciona con las asignaturas de historia de la psicología y antropología filosófica. Por otra parte, se encuentra que el desempeño en el área de Física no correlaciona con el desempeño de ninguna asignatura disciplinar. Finalmente, el área de inglés presenta correlación únicamente con la asignatura de psicobiología.
Tabla 4 Correlaciones entre los puntajes en las áreas del examen de ICFES y las notas en las asignaturas disciplinares de primer semestre de Psicología. Introducción a la psicología
Historia de la psicología
Psicobiología
Antropología filosófica
Lenguaje
.161**
.158**
.164**
.196**
Significancia
.003
.003
.002
.001
N
345
342
343
290
Matemáticas
.110*
.139*
.127*
.145*
Significancia
.041
.010
.019
.014
N
345
342
343
290
Sociales
.135*
.137*
.254**
.172**
Significancia
.015
.015
.000
.004
N
322
319
320
274
Filosofía
.077
.091
.139*
.133*
Significancia
.154
.094
.010
.024
N
342
339
340
288
.149**
.129*
.146**
.177**
Significancia
.006
.017
.007
.003
N
343
340
341
288
Química
.053
.184**
.116*
.186**
Significancia
.332
.001
.033
.002
N
341
338
339
288
Física
-.019
.064
.042
.069
Significancia
.728
.240
.435
.242
N
343
340
341
289
Inglés
.074
.086
.148**
.113
Significancia
.177
.115
.006
.057
N
338
335
336
286
Biología
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Cuadernos Hispanoamericanos de Psicología
Andrés Duque-Castillo, José Gregorio Ortiz-Rodríguez
Comentarios El propósito de este estudio fue establecer la posible relación entre el nivel de desempeño entre las pruebas del estado ICFES y el desempeño en asignaturas disciplinares de primer semestre de la carrera de Psicología en estudiantes de la Corporación Universitaria Minuto de Dios. Con base en los resultados anteriormente expuestos se pueden señalar las siguientes consideraciones: en primer lugar, el perfil de los estudiantes de primer semestre de Psicología corresponde, entre otros aspectos, a jóvenes que mostraron mayor desempeño principalmente en las áreas de sociales, lenguaje y en menor medida en filosofía y biología. Por supuesto, detrás de este mayor desempeño se deben considerar, por una parte, las aptitudes para ciertos campos de conocimiento; y por otra, los intereses o motivaciones hacia éstos. No obstante, y dado que la asignatura con mayor promedio fue antropología filosófica, sorprende no haber encontrado mayores valores en las correlaciones entre el nivel de desempeño en filosofía y las asignaturas del componente disciplinar de primer semestre de Psicología, en tanto que se considera, desde el saber común, la relación entre los contenidos y métodos de la filosofía en la psicología. Vale mencionar que los contenidos de todas estas asignaturas pueden considerarse semejantes, dado que requieren bases o aptitudes filosóficas; sin embargo, Psicobiología es diferente en cuanto a las competencias requeridas. A pesar de esto, también se presentaron correlaciones altas entre el promedio definitivo en esta última asignatura y el de las demás asignaturas disciplinares. Ahora bien, cabe señalar que en la educación colombiana se han venido manejando en los últimos años tres categorías correspondientes a tres tipos de competencias básicas: interpretativa, argumentativa y propositiva (Rodríguez-Zambrano, 2007). Por otra parte, una clasificación muy difundida en educación, si bien proviene en su origen del mundo laboral, es la que propone Mertens (1996, citado por Rodríguez-Zambrano, 2007), quien divide las competencias en básicas, genéricas y específicas. Las competencias de interés en esta discusión son las básicas, las cuales son “las que se adquieren en la formación básica y permiten el ingreso al trabajo” (Rodríguez-Zambrano, 2007, p. 16). Las altas correlaciones positivas entre todas las asignaturas de primer semestre (a pesar de los contenidos claramente distintos de Psicobiología) indican que si un estudiante
muestra un buen rendimiento en una asignatura, lo hará en las demás. Estas correlaciones también permiten inferir que existen competencias básicas que atraviesan a todas estas asignaturas; entre ellas, podríamos mencionar las estrategias de estudio, de autorregulación académica, de metacognición, o la comprensión de lectura. Esto puede estar relacionado con el hecho de que el nivel de desempeño en el área de lenguaje haya mostrado alta correlación con el desempeño en las asignaturas del componente disciplinar, lo cual lleva a suponer que la competencia básica podría estar relacionada con los contenidos del área de lenguaje. Es posible plantear como primera opción la competencia de comprensión de lectura. Así, una posibilidad es que estudiantes con alto nivel en comprensión de lectura tendrán buen desempeño en las diferentes asignaturas, mientras que estudiantes con bajo nivel en comprensión de lectura tendrán bajo desempeño en las asignaturas de primer semestre. Otra opción es que la competencia básica se halle más relacionada con el área de sociales que con la de lenguaje, con lo que se puede postular como central la formación que tengan los estudiantes en humanidades. En estas asociaciones, resulta interesante encontrar que la correlación significativa más alta se presentó entre las asignaturas de historia de la psicología y psicobiología, lo cual conlleva a la pregunta ¿Qué tienen en común estas asignaturas para que se presente tal relación? Es posible asumir que dicha correlación sea producto de mero azar o consecuencia de los procedimientos de evaluación que puedan ser similares en ambas asignaturas. Sin embargo, también es posible considerar que las dos asignaturas son las que presentan cuerpos de conocimiento con características de estructura diferentes a introducción a la psicología y antropología filosófica. Entonces, las primeras implicarían mayor esquematización de conocimientos fácticos, mientras que las segundas darían lugar a mayor interpretación y opinión. O, sencillamente, se puede asumir que en estas últimas asignaturas se presenta mayor información, lo cual lleva a que sean más difíciles y; por tanto, presenten correlación en su nivel de desempeño. La correlación entre el área de biología y las asignaturas disciplinares permiten también predecir que el estudiante con buen desempeño en biología tendrá buen desempeño en las asignaturas disciplinares. Esta alta correlación puede interpretarse a partir de la noción de la Psicología como ciencia que se ubica entre las ciencias sociales y las ciencias naturales. Ese componente natural de la Psicología como ciencia la hace cercana al campo de conocimiento de la
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Desempeño escolar y la relación con las pruebas ICFES
biología; de este modo, se puede sugerir que la manera en que se organizan los conceptos en biología y su metodología de investigación guarde relación con las características particulares del programa en estudio.
pueden generar estigmatización. Así, desde esta área, se impone el debate frente a los esquemas de selección y la discrepancia con la inclusión y participación social, como valor compartido en el tiempo actual.
Algo curioso es encontrar que el área de sociales tiene una correlación más alta con la asignatura de psicobiología (de hecho, fue la correlación significativa más alta) que el área de Biología. Tal como se señaló anteriormente, la correlación no implica causalidad y; por tanto, puede ser producto del azar, pero si existe una relación lógica, es posible atribuirla al método más que al contenido.
Por otra parte, la evaluación resulta útil en términos prácticos, pues permite identificar necesidades. Entonces, hace posible el diseño de estrategias de intervención, la evaluación de necesidades con propósitos de intervención. Así mismo, y bajo el criterio del desarrollo humano, cumple un objetivo claro, pero exige el cumplimiento de dicha condición: la generación de alternativas, de recursos para la modificación de aquellos aspectos que se requieran. Esta postura es relativa al contexto y al propósito de la evaluación, para fines educativos y formativos resulta la alternativa de lectura de los datos en esta investigación presentados.
Otro hallazgo interesante es la correlación entre inglés y la asignatura de psicobiología. A este respecto, se puede plantear que en esta asignatura, más que en las otras, dado que su contenido requiere de información especializada y actualizada, se hace uso de competencias en lectura en inglés. Cabe resaltar la importancia de estudios como éste, en tanto que constituyen una evidencia para dar cuenta de posibles aplicaciones de los resultados de pruebas de evaluación de competencias, como el ICFES Saber 11, las cuales otorgan insumos ajustables al campo educativo con miras a favorecer los procesos de formación de los estudiantes que ingresan a la educación superior. La información que se deriva de estas pruebas permite predecir el desempeño académico y; por tanto, diseñar e implementar estrategias preventivas de apoyo académico a los casos que lo requieran. Anteriormente, se mencionó un aspecto que hace que la evaluación inicial sea necesaria: los índices de deserción y costos instrumentales y emocionales que implica al estudiante y su red de soporte ha dicho fenómeno. Al contar con datos que permitan formular hipótesis predictivas de desempeño, es posible direccionar acciones con miras a favorecer el desarrollo académico y humano del estudiante. Además, este tipo de información y de estudios resultan muy relevantes en relación con la prevención de la deserción universitaria, dado que permiten el adecuado direccionamiento del apoyo institucional para los estudiantes recién ingresados, en especial para aquellos que, por su historial académico, estén en riesgo de abandonar los estudios. Sin embargo, también es necesaria la reflexión ética del alcance de dicha información. En la actualidad, las ciencias humanas plantean la preocupación por las posibles implicaciones de los procesos de evaluación, en general, los cuales
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Cuadernos Hispanoamericanos de Psicología
Otro aspecto de reflexión frente a investigaciones con metodología descriptiva correlacional, tiene que ver con la tendencia a suponer relaciones causales en eventos coexistentes. Es necesario resaltar que las correlaciones presentan eventos o atributos que se muestran de manera conjunta (A y B), coexisten y; por tanto, hacen posible suponer la presencia de un atributo (A) en evidencia de un atributo (B). Sin embargo, su valor predictivo es limitado, en tanto que no suponen relaciones causales. Por ello, los datos en este estudio, como en cualquier estudio correlacional, no deben ser leídos como explicaciones, sino como descripciones. El desempeño en las pruebas ICFES predice desempeño académico, en tanto que se presentan usualmente relacionados, pero uno no necesariamente explica al otro. Con el avance de la investigación, podrían presentarse evidencias que den cuenta de variables o atributos que causen tal desempeño, pero por lo pronto, no ha sido el propósito de esta investigación. Debe mencionarse que el estudio realizado presenta algunas limitaciones. En primer lugar, algunas de las correlaciones obtenidas fueron bajas, de modo que no permitirían hacer predicciones totalmente confiables. Con respecto a esto, se sugiere realizar estudios que indaguen la relación entre el desempeño académico en asignaturas de primer semestre y variables de tipo psicosocial, que en conjunto puedan fungir como predictores de dicho desempeño. Por otra parte, resulta conveniente el uso de un modelo de regresión que integre las variables del estudio y otras no consideradas aquí. Adicionalmente, debe tenerse en cuenta que la prueba ICFES y sus áreas están completamente estandarizadas, mientras que el desempeño académico
Andrés Duque-Castillo, José Gregorio Ortiz-Rodríguez
de los estudiantes frente a las asignaturas del componente disciplinar mostrará variedad no sólo en función de sus competencias, sino también en función del nivel de exigencia de los distintos docentes y los métodos de evaluación empleados por cada uno de ellos. Finalmente, de este estudio se pueden proponer las siguientes conclusiones: 1. El puntaje total del ICFES es un predictor adecuado del nivel de desempeño académico que tendrán los estudiantes de primer semestre de Psicología de la Corporación Universitaria del Minuto de Dios, Sede principal, en las asignaturas disciplinares. 2. De las distintas áreas evaluadas por el ICFES, Lenguaje es la que tiene un mayor poder predictivo del nivel de desempeño en las asignaturas disciplinares, por encima de sociales y filosofía. 3. El nivel de desempeño de las áreas de Biología y Sociales también permitiría predecir el nivel académico que tendrían los estudiantes de primer semestre de Psicología en las asignaturas del componente disciplinar.
Chica-Gómez, S. M., Galvis-Gutiérrez, D.M. y Ramírez-Hassan, A. (2010). Determinantes del rendimiento académico en Colombia. Pruebas ICFES - Saber 11o, 2009. Revista Universidad EAFIT, 46, 48-72. González-Fiegehen, L. E. (2005). Informe sobre la Educación Superior en América Latina y el Caribe. Venezuela: Impresión digital Huesca-Ramírez, M.G.E. y Castaño-Corvo, M.B. (2007). Causas de Deserción de Alumnos de Primeros Semestres de una Universidad Privada. Remo, 5, 34-39 López-Jiménez, N.E. (2007). Acerca de la problemática de la Evaluación de la calidad de la educación en Colombia. Revista Latinoamericana de Estudios Educativos, 3, 9-28. Ministerio de Educación Nacional. (2008). Análisis de determinantes de deserción en la educación superior colombiana con base en el SPADIES - Parte 2. Recuperado de http://spadies.uniandes.edu.co/spadies2/recursos/ DeterminantesDesercion2.pdf Rodríguez-Zambrano, H. (2007). El paradigma de las competencias hacia la educación superior. Revista Facultad de Ciencias Económicas: Investigación y Reflexión, 15, 145-165.
4. El nivel de desempeño en una asignatura específica del componente disciplinar permite predecir el nivel de desempeño de cualquiera de las otras asignaturas disciplinares, a pesar de estar constituidas por distintos contenidos o temáticas.
Safree, A. y Adawiah, M. (2009). Differences in Psychological Problems between Low and High Achieving Students. The Journal of Behavioral Science, 4, 49-58.
5. Debe fomentarse la comprensión lectora (y demás habilidades cognitivas y metacognitivas asociadas con ésta) como competencia básica, lo cual promoverá un mayor desempeño en las asignaturas disciplinares y, tal vez, en todas las demás asignaturas.
Sánchez, Y.P. (2011). Factores psicosociales de estudiantes en situación de riesgo académico de la facultad de ciencias humanas [Trabajo de grado]. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia.
Referencias
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Características de los celos en un grupo de estudiantes universitarios de la ciudad de Bogotá
Resumen
Nancy Consuelo Martínez-León1 Leonardo García-Rincón2 Diana Sofía Barreto-Cortes, Angélica Alfonso3 Adriana Parra, Blanca Duque, Laura Ávila y Nicolás Rojas4 Universidad El Bosque, Colombia
El presente estudio es de corte descriptivo – correlacional. Tuvo como objetivo describir el nivel de celos, algunas de sus características y su relación con otras variables como depresión e infidelidad en una muestra de 150 estudiantes universitarios de la ciudad de Bogotá. Se utilizaron los siguientes instrumentos: la escala Interpersonal de Celos (Mathes y Severa, adaptada por Martínez y Rodríguez, 1996) y el Inventario de Depresión de Beck. Los resultados indican que los puntajes de celos tienden a distribuirse de manera normal; el10% de la población tiene un puntaje de celos patológicos, mientras que el 4,7 % ha tenido conductas agresivas contra sí mismo, la pareja o el rival. No se evidencian diferencias significativas en el nivel de celos entre hombres y mujeres; sin embargo, la media de los puntajes en hombres tiende a ser mayor. Así mismo, se encontró que las personas que han sido infieles en algún momento de su vida tienden a puntuar más alto en la escala de celos. Los resultados del estudio evidenciaron que existe una correlación negativa entre el tiempo de la relación y el puntaje de celos, lo que indica que a medida que el tiempo de la relación aumenta, el nivel de celos disminuye. Por otro lado, se evidenció que entre más tiempo de la relación, el nivel de depresión disminuye. Palabras clave: celos, pareja, ansiedad, depresión
Abstract The present study is a descriptive-correlational study. The objective of the study was to describe the level of jealousy, some of its features and its relationship with other variables such as depression and infidelity. It was done in a sample of 150 university students in Bogotá city. The instruments applied were the Interpersonal Jealousy scale (Mathes y Severa, adapted by Martínez & Rodríguez, 1996) and the Beck Depression Inventory. The results indicated that jealousy scores tend to be distributed normally, 10% of the population achieved a score of pathological jealousy and 4,7% of the population had aggressive behaviour against her/his partner, himself or herself or her/his opponent. Besides, there are not significant differences between the level of jealousy comparing men and women. However, the mean scores tended to be higher in men. The study also found that people who have been unfaithful at some point in their lives tend to score higher
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Cuadernos Hispanoamericanos de Psicología l Enero-Junio 2013, Vol. 13 No. 1, pp 36-44 ISSN 1657-3412 (Impresa) l ISSN 2346-0253 (En línea)
Recibido: 03 de diciembre de 2012 Aceptado: 29 de mayo de 2013
1. Psicóloga Mg. Ms., Ph.D (c). , Directora del Macroproyecto de Investigación. Universidad El Bosque 2. Psicólogo Esp., Co-director Macroproyecto de Investigación. Universidad El Bosque 3. Especialistas en Psicología Clínica y Autoeficacia Personal Universidad El Bosque 4. Estudiantes de pregrado de octavo semestre de psicología de la Universidad El Bosque
Martínez-León, García-Rincón, Barreto-Cortes, Alfonso, Parra, Duque, Ávila, Rojas
on the scale of jealousy. The study’s results showed that there was a negative correlation between the time of the relationship and the jealousy score. It indicates that as the time of the relationship increases, the jealousy level decreases. On the other hand, the results confirm that when the time of the relationship is longer, the level of depression decreases. Keywords: jealousy, couples, anxiety, depression
Introducción En la actualidad, los celos han sido una constante problemática en nuestro entorno, por lo que se hace necesario indagar acerca de las variables y componentes fundamentales de esta problemática. De esta manera, se puede hacer una descripción correcta de lo que a los celos se refiere y se pueden hacer inferencias con base en los resultados. Los celos se han definido y caracterizado de diversas maneras; por esta razón, existe una gran dificultad para dar una definición exacta. Diversos autores, entre ellos Costa y Silva; Reidl; Sommers (como se citarón en González, 2005), han definido los celos como una emoción compuesta y compleja, caracterizada por diversas reacciones afectivas y sentimentales. En la mayoría de las ocasiones, estos se refieren a emociones básicas como: el miedo, el enojo y la tristeza. “La depresión, la ansiedad, la ira, el incremento dela excitación sexual y el amor son las emociones más asociadas a los celos” (Mathes, Adams y Davies, como se citaron en Canto y Burgos, 2009, p.123). Ellis (1993) afirma que los celos son emociones que experimentan las personas que hacen parte de culturas con filosofías monogámicas y románticas del sexo, del amor y del matrimonio; las culturas que tienen tendencia a generar celos son aquellas que tienen en cuenta ideas de posesividad o de derechos de propiedad, en las cuales las mujeres son consideradas una propiedad y los hombres cuentan con derechos patriarcales. De igual forma, Nazaré y Romariz (2008) definen los celos como una respuesta emocional que es provocada por una situación de competencia por refuerzos primarios y secundarios, mientras que la conducta celosa es concebida como clase operante; es decir, ésta es reforzada negativamente por el rival, por la eliminación de éste o la atenuación de la situación. Además, la conducta celosa es controlada por la misma situación de competencia y tiene consecuencias como: la cólera, el miedo, la tristeza, etc. Se afirma que puede haber conducta celosa sin necesidad de que exista la emoción como mediador.
García, Gómez y Canto (2001) aseguran que los celos son emociones originadas por la sospecha real o imaginaria de una amenaza hacia las relaciones que se consideran valiosas; además, los celos se encuentran condicionados por un sentido desmesurado de propiedad y de exclusividad y no necesariamente se limitan al deseo sexual. Algunos autores, como Sommers (como se citó en González, 2005), afirman que los celos patológicos son un trastorno de esta emoción, que surgen de una alteración afectiva-emocional anormal, que activa conductas moldeadas por estados afectivos, en las que todas las funciones psicológicas se alteran profundamente. Sumado a lo anterior, Reidl (2005) afirma que los celos son provocados por unas situaciones en las que intervienen por lo menos tres actores: el celoso, el celado y el rival. De igual manera, Ochoa (1998) afirma que los celos son un fenómeno cognoscitivo, psicológico, social y emocional, que se fundamenta en las ideas respecto a cómo deben actuar las personas entre sí, y que éstas están determinadas por las normas culturales, así como por las motivaciones personales. Los celos se pueden clasificar como patológicos y normales. Reidl (2005) afirma que “el calificativo normal se propone para la reacción emocional de miedo puntual y transitoria que la persona puede experimentar ante la posibilidad de sentirse abandonada por la persona que quiere. Frente a esta reacción, se definen los celos patológicos, los cuales constituyen una estructura más estable que se instala en la relación de pareja y que provoca en la persona celosa distorsiones cognitivas, un estado permanente de hipervigilancia y un intenso comportamiento de control hacia la pareja. Con respecto a los celos patológicos, hay tres características nucleares: la ausencia de una causa real desencadenante, la extraña naturaleza de las sospechas y la reacción irracional, con una pérdida de control” (p.91)
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Nivel de celos en un grupo de estudiantes universitarios
Un buen resumen que integra elementos de las diferentes propuestas previamente mencionadas y que se centra en los propósitos del presente estudio es el que hace García (2010) al sostener que “Los celos son una emoción que surge como consecuencia de un exagerado afán de poseer algo de forma exclusiva y cuya base es la infidelidad, real o imaginaria, de la persona amada. Entre lo que se considera como un nivel de celos normales, se puede señalar una muestra de preocupación e interés hacia la pareja, lo que puede ser un reflejo del amor experimentado. Sin embargo, la aparición de unos celos intensos refleja frecuentemente la existencia de inseguridad personal, así como un sentimiento de posesión sobre la pareja y un temor a perderla en beneficio de un rival, por lo que resulta extremadamente difícil establecer el límite entre los celos normales y los celos patológicos; estos últimos constituyen un trastorno caracterizado por una preocupación excesiva e irracional sobre la infidelidad de la pareja, que provoca una intensa alteración emocional y que lleva al sujeto a desarrollar una serie de conductas comprobatorias (auténticos rituales compulsivos), con el objetivo de controlar a la otra persona” (p.49). Por consiguiente, para determinar una patología de los celos, hay que partir de la ausencia de una causa real de los mismos, la intensidad desaforada de la reacción emocional y el gran sufrimiento personal derivado de ellos; además, de una notable interferencia sobre diferentes aspectos de la vida cotidiana (Alario, 2002). Con base en lo anterior, se concluye que existen múltiples definiciones de celos; sin embargo, para el presente estudio se parte de la definición de celos propuesta por Martínez y Rodríguez (1996), en donde los celos patológicos se entienden como: “la amenaza imaginaria de la pérdida o infidelidad de la pareja, que se manifiesta con reacciones desproporcionadas y exageradas ante dicha amenaza”. Los celos se expresan a partir de una amplia gama de comportamientos, emociones y cogniciones, las cuales se manifiestan a través de tres canales de respuesta: motor, cognoscitivo y fisiológico; estos han sido estudiados por diversos autores, en ocasiones como características aisladas. Martínez y Rodríguez (1996) afirman que la persona celosa, ante la amenaza real o imaginaria, responde a través de cada uno de los tres canales, que deben tenerse en cuenta de forma conjunta, de la siguiente manera:
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Cuadernos Hispanoamericanos de Psicología
• Canal fisiológico: respuestas de ansiedad como: taquicardia, inapetencia, dolor de cabeza, en el pecho, etc. • Canal motor: se evidencian generalmente por actos dirigidos a oponerse a la amenaza, ya sea que la acción sea pasiva (miradas, comportamiento no verbal) o agresiva (comportamiento verbal, lenguaje con sarcasmos, golpes, o hasta llegar a matar al “amante”); además de lo anterior, se presenta una hipervigilancia a señales de peligro relacionadas con la pareja. • Canal cognoscitivo: distorsiones cognoscitivas e ideas delirantes de tipo paranoico, en las cuales la percepción de un comportamiento del otro hacia determinada persona (de amabilidad; por ejemplo, dentro de los parámetros de lo aceptado socialmente), se percibe como señal de infidelidad, de rechazo y de desplazamiento. Es, entonces, el nivel de celos el puntaje obtenido en escalas de celos que evalúan la presencia de reacciones fisiológicas, motoras y cognoscitivas desencadenadas por el malestar de ver o imaginar a la pareja siendo infiel. El nivel de celos permite discernir la tipología de la problemática entre normal y patológica, siendo el parámetro de clasificación encontrarse por encima del percentil 70 para determinar la presencia de la problemática (Mathes y Severa como se citó en Martínez y Rodríguez, 1996). Generalmente, cuando el nivel de celos tiende a ser alto, se correlaciona con otras problemáticas. García (2010) afirma que los problemas asociados más frecuentemente a los celos patológicos son los síntomas depresivos (hasta en un 66% de los casos), los sentimientos de baja autoestima, un nivel pobre de asertividad, así como constantes problemas con la pareja y el haber sido infiel. Dichos problemas de pareja tienden a ser ambivalentes en las personas que experimentan los celos, ya que la persona que siente celos, siente amor por su pareja; pero puede también llegar a sentir odio y rabia por una posible infidelidad por parte de la misma. Además de ello, estas personas sienten envidia por el rival; con todo esto, se puede evidenciar la gran combinación de emociones que vive una persona celosa y cómo esto causa una inestabilidad emocional en el individuo, que lo lleva a tener cambios conductuales con su pareja y a presentar problemas en sus áreas de ajuste (Canto y Burgos, 2009). La experiencia de celos no es experimentada por todas las personas de la misma manera; las diferencias individuales y la forma en que se ha establecido el apego, serán
Martínez-León, García-Rincón, Barreto-Cortes, Alfonso, Parra, Duque, Ávila, Rojas
un punto determinante, como lo son también las representaciones cognoscitivas y las expectativas que se tienen acerca de sí mismo y de las figuras de apego. Se ha encontrado que las personas con apego seguro comprenden que las personas cercanas responden a sus necesidades y se perciben capaces de provocar y mantener la atención de los mismos. Estas personas difieren de aquellas que tienen un estilo ansioso o ambivalente, caracterizadas por observar a los demás como intrusivos o inconstantes con sus responsabilidades. Así mismo, se distinguen de los evitativos, quienes se perciben como ignorados o abandonados. De esta forma, cuando las personas han desarrollado cierto estilo de apego, se configura la forma en que se establece y se mantiene una relación de pareja de manera romántica; en la primera infancia, la figura de apego funciona como el primer compañero romántico, así como modelo para determinar patrones de proximidad y seguridad en las relaciones (Sharpsteen y Kirkpatrick, 1997). En otras investigaciones, a nivel internacional y en Colombia, se indica que los celos son más frecuentes en el sexo masculino que en el femenino, sin desconocer que en las mujeres no se presente esta conducta; pero los casos reportados en las entidades públicas demuestran que los hombres son más celosos, conllevando a casos de maltrato intrafamiliar y homicidio (Martínez, Parada, Parra y Rojas, 2011). Se debe, entonces, evaluar hasta qué punto existen diferencias entre hombres y mujeres en la generación de estas emociones negativas y si existen diferentes tipos de infidelidad según las construcciones sociales. Por ello, en diversas investigaciones se ha buscado evaluar qué tipo de infidelidades afectan más a las mujeres y cuáles más a los hombres. “Las mujeres se sienten más preocupadas por la infidelidad emocional, mientras que los hombres se preocupan más por la infidelidad sexual” (Canto, García, y Gómez, 2009, p.50). Con base en estudios previos, se puede concluir que en un porcentaje mayor las mujeres manifiestan experimentar mayor dolor y preocupación cuando contemplan la posibilidad de que su pareja tenga vínculos emocionales con una tercera persona, mientras que los hombres tienen la tendencia a preocuparse más por la posibilidad de una relación sexual, aunque no se revelan puntuaciones extremas (Canto, García, y Gómez, 2009). Por otra parte, Costa y Barros (2008) realizaron un estudio para describir la definición de los celos para cada género, identificando cuáles de las emociones son más frecuentemente asociadas con los celos. Dicho estudio tuvo
como objetivo verificar si hombres y mujeres difieren en relación a los aspectos que se valoran dentro de una relación de compromiso entre parejas y en las situaciones que desencadenan los celos; además, pretendió verificar si los datos variaban de acuerdo con el instrumento utilizado, la edad, el nivel de instrucción, el nivel socioeconómico, el tiempo de relación, la situación afectiva actual y la historia de traición. El estudio se realizó con 201 personas de ambos sexos (101 adultos de 20 años o más y 100 personas de más de 60 años). Los instrumentos utilizados fueron dos cuestionarios: el primero sobre aspectos importantes de una relación amorosa y el segundo sobre situaciones generadoras de celos, en donde evaluaban dos factores, el sexual y el emocional. En el estudio se encontró que las personas que eran celosas presentaban celos, tanto en las situaciones emocionales como sexuales. No obstante, no se halló evidencia de diferencias entre géneros, lo que significa que ambos sexos reaccionan ante los dos tipos de infidelidad. Por último, es necesario aclarar, puesto que es un tema de gran relevancia, que los celos abarcan a gran parte de la población, entre ellas a la población estudiantil; se considera que los jóvenes sienten la necesidad de experimentar nuevas vivencias y desean tener mayor libertad para hacerlo (Bauman, como se citó en Matías, 2008). Sin embargo, muchos de ellos también desean tener relaciones amorosas mucho más estables y duraderas; o sea, de carácter mucho más reflexivo (Beck y Beck-Gernsheim, 2003). Entonces, es preciso hacer estudios acerca de esta población. De hecho, un objetivo de la presente identificación es indagar acerca de la prevalencia de presentación de celos en una muestra de estudiantes universitarios. Además, se pretende identificar si los celos se relacionan con estados depresivos; así mismo, y en función de los resultados no concluyentes acerca de a lo que los hombres y las mujeres los lleva a experimentar celos, se pretende evaluar si existen diferencias de género en relación con este aspecto.
Método Tipo de Estudio La investigación es de corte descriptivo- correlacional; ésta tiene como finalidad “saber cómo se puede comportar un concepto o una variable conociendo el comportamiento de otras variables relacionadas” (Hernández, Fernández y Baptista, 2003, p. 122).
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Nivel de celos en un grupo de estudiantes universitarios
Participantes La muestra está constituida por 150 estudiantes pertenecientes a diferentes facultades de la Universidad de Ciencias Aplicadas y Ambientales (UDCA) de la ciudad de Bogotá. Las mujeres fueron el sexo predominante, con un porcentaje total de 65.3%, mientras que los hombres participaron en un porcentaje de 34.7%.La edad representativa de la muestra fue de 19 años, seguida por los 18 y 20 años de edad. Se tuvo en cuenta el estado civil, en donde el 53,6% sostenían un noviazgo, el 42,8% no tenían ningún tipo de relación, el 1,4% de los sujetos vivían en unión libre y; por último, el 0,7 de las personas eran separadas. Finalmente, del total de las personas que reportaron estar en una relación actualmente (unión libre y noviazgo) corresponden a 76 sujetos.
Instrumentos Con respecto al procedimiento utilizado en los estudiantes universitarios, se consideró pertinente realizar aplicación de pruebas psicométricas que permitían identificar las distintas relaciones entre variables. Estas pruebas permitieron identificar nivel de depresión, datos sobre la relación de pareja, así como la presencia de cuadros avanzados de celotipia. Las pruebas psicométricas que se emplearon para la investigación fueron: Inventario de depresión de Beck, la Escala Interpersonal de Celos (Mathes y Severa, 1992, adaptada por Rodríguez y Martínez, 1996) y un cuestionario de relación de pareja. Escala Interpersonal de Celos. (Interpersonal Jealous y Scale de Mathes y Severa, 1992, adaptada por Martínez y Rodríguez, 1996). Esta prueba consta de 28 ítems y permite evaluar el nivel de celos de la persona. Tiene una escala de 9 puntos, desde “absolutamente falso, en desacuerdo completamente” (1), “ni verdadero ni falso” (5) hasta “absolutamente verdadero, completamente de acuerdo”. Dicha escala fue validada en población universitaria de la ciudad de Bogotá en el año de 1996. El Inventario de Depresión de Beck. Es un inventario de 21 secciones de 4 ítems cada una. Mide distintos síntomas depresivos, pero le da especial relevancia a los cognitivos. La puntuación global permite estimar la intensidad de la depresión; y el análisis de los ítems permite detectar los síntomas más frecuentes o formular hipótesis sobre su base cognoscitiva.
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Cuadernos Hispanoamericanos de Psicología
Cuestionario de Relación de Pareja. Este cuestionario estaba compuesto por 17 ítems. Las primeras cuatro preguntas eran sobre información sociodemográfica y las otras indagaban sobre la relación de pareja, teniendo en cuenta variables como tiempo de la relación, frecuencia y severidad de los disgustos, infidelidad por parte de alguno en la relación, consideraciones personales del nivel de celos y control sobre estos. Las respuestas se encontraban en una escala Likert.
Procedimiento Inicialmente, se realizó una convocatoria a los estudiantes de la Universidad de Ciencias Aplicadas y Ambientales (U.D.C.A.), en la cual se les preguntaba si querían descubrir que tan celosos eran; se acordaba una fecha, una hora y un lugar. Posteriormente, se inició con la aplicación de las pruebas; en primer lugar, se presentó el consentimiento informado; seguidamente, se entregó la escala interpersonal de celos, validada por Martínez y Rodríguez (1996); y finalmente, se aplicó el Inventario de Depresión de Beck. Después de trascurrido un mes, se le enviaron a cada estudiante los respectivos resultados. Los estudiantes que puntuaron alto en la escala de depresión y necesitaban algún tipo de atención fueron remitidos al bienestar universitario de la U.D.C.A.
Consideraciones Éticas Esta investigación se acogió a la resolución Nº 008430 del 4 de Octubre 1993, por la cual se establecen las normas científicas, técnicas y administrativas para la investigación en salud. La República de Colombia, específicamente el Ministerio de Salud (1993) en ejercicio de sus atribuciones, resuelve en el título dos sobre las investigaciones en seres humanos: Se tendrá en cuenta la ley 1090 de 2006, por la cual se reglamenta el ejercicio de la profesión de psicología, especialmente del título dos disposiciones generales, artículo nueve de la investigación con participantes humanos.
Resultados A partir de la aplicación de los instrumentos se obtuvieron distintos resultados; en primer lugar, se obtuvo una media de 133.57 para la escala de celos; el puntaje más bajo fue de 44 y el más alto, de 232. Lo anterior indica que en la población universitaria se presentan normalmente celos leves, siendo mayor el número de celosos dentro de la población (ver figura 1).
Martínez-León, García-Rincón, Barreto-Cortes, Alfonso, Parra, Duque, Ávila, Rojas
Los resultados arrojaron un mayor porcentaje de personas que puntuaron entre 130 y 150 en la escala de celos, lo que corresponde a celos leves. No obstante, se encontraron datos atípicos: 232 y 44 puntos (ver tabla 1).
N
Media
SI
72
138,33
4
NO
77
128,91
3
Total
149
133,46
2
44 71 87 96 100 103 108 113 161 191 231 261 291 321 351 381 411 441 471 501 531 561 611 651 711 751 831 892 32
1 0
Ha sido infiel
Puntaje de celos
5
Frecuencia
Tabla 3 Promedio de la escala de celos en población que ha sido infiel
Puntaje de celos
Figura 1. Puntaje general en la escala de celos. Tabla 1 Estadísticos descriptivos de la escala general de celos N Puntaje de celos
Se trató de determinar la relación existente entre el nivel de celos y la depresión, utilizando el estadístico de Spearman; los datos arrojados demuestran que no existe una relación entre el nivel de celos y el estado depresivo, ya que a pesar de que se observa una leve tendencia a sufrir de depresión cuando se sufre de celos, este puntaje no es significativo (ver tabla 4). Tabla 4. Correlación entre celos y depresión Puntaje Puntaje de celos Beck
Mínimo Máximo Media Desv. Típ.
150
44
232
133,57
29,192
Por otro lado, a través de la escala de depresión de Beck, se encontró que la población universitaria no presenta niveles de depresión, en donde la media es de 9,6. Esto indica que los altibajos en el estado de ánimo que se presentan son considerados normales. Se obtuvieron puntuaciones mínimas de 0 y máximas de 32 (ver tabla 2).
Coeficiente de correlación
Puntaje Beck
150
Mínimo Máximo Media Desv. Típ. 0
32
9,87
6,975
Se encontró que las personas que han sido infieles a sus parejas (48 %) tienden a ser más celosas que las que nunca han presentado una situación de infidelidad (51, 3%). El promedio en la escala de celos para las personas infieles era 138,33. Por el contrario, las personas que aseguran no haber sido infieles obtienen una media de 128,91; es decir, las personas que tienen historia de infidelidad tienden a ser más celosas que las personas que no lo han sido (ver tabla 3).
,108
.
,187
N
150
150
Coeficiente de correlación
,108
1,000
Sig. (bilateral)
,187
.
N
150
150
Puntaje Sig. (bilateral) de celos
Rho de Spearman
Tabla 2 Estadísticos descriptivos de la prueba de Beck N
1,000
Puntaje Beck
Por otro lado, se evidenció que no existe una correspondencia entre el tiempo de la relación de pareja y el puntaje en celos; es decir, el tiempo que se lleve con la pareja no interfiere en el nivel de celos experimentado. Cabe mencionar que para esta correlación sólo se tuvieron en cuenta 148 sujetos y no los 150, ya que los demás no tenían una relación de pareja en el momento de la evaluación (ver tabla 5).
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Nivel de celos en un grupo de estudiantes universitarios
Tabla 5 Correlación entre los celos y el tiempo de la relación Puntaje Tiempo de de celos la relación Coeficiente de correlación
1,000
,092
.
,265
Puntaje de celos Sig. (bilateral) Rho de Spearman
N
150
148
Coeficiente de correlación
,092
1,000
,265
.
148
148
Tiempo de la Sig. (bilateral) relación N
Como se observa en la tabla 6, se encontró que existe una correlación entre el tiempo de la relación de pareja y el puntaje en Beck; es decir, existe una tendencia a que entre más tiempo dure la relación de pareja, menor es el nivel de depresión que se puede llegar a experimentar, siendo ésta una relación significativa. Tabla 6 Correlación entre depresión y el tiempo que lleva en la relación Tiempo de Puntaje la relación Beck Coeficiente de correlación
Tiempo de la Sig. (bilateral) relación Rho de Spearman
N Coeficiente de correlación Puntaje Sig. (bilateral) Beck N
1,000
-,269**
.
,001
148
148
-,269**
1,000
,001
.
148
150
**. La correlación es significativa al nivel 0,01 (bilateral).
No obstante, sí existe una relación negativa significativa entre el control de los celos y la severidad de los disgustos; es decir, a mayor control que se tiene de los celos, menor es la severidad de los disgustos a raíz de estos (ver tabla 7).
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Tabla 7 Correlación entre la severidad de los disgustos y control de los celos Severidad Controla de los sus celos disgustos Coeficiente de correlación
Rho de Spearman
1,000
-,263**
Severidad de los Sig. (bilateral) disgustos
.
,004
N
120
120
-,263**
1,000
Controla sus celos Sig. (bilateral)
,004
.
N
120
150
Coeficiente de correlación
**. La correlación es significativa al nivel 0,01 (bilateral).
Comentarios Los resultados descritos anteriormente reflejan las puntuaciones obtenidas en las pruebas aplicadas a la muestra. De las 150 personas que participaron en el estudio, 98 eran mujeres y 52, hombres. Esto probablemente se pudo deber a una predisposición biológica que hace que las mujeres tengan mayor sensibilidad a la expresión de emociones y sentimientos, despertando gran curiosidad acerca de estos temas (Mullen y Maack, 1985). Los participantes que asistieron a la prueba sostienen una relación sentimental (unión libre y noviazgo), de uno a setenta y dos meses, situándose con una alta frecuencia el periodo de uno a diez meses; luego, la frecuencia disminuye entre los 15 y 20 meses de la relación. Según Echeburúa (2001), existen momentos críticos de la vida en pareja que propician el surgimiento de la problemática de celos, sin hacer diferencias en el estado civil. Estos resultados pueden estar relacionados con el tiempo de la relación de pareja y el estado de depresión del celoso. Es posible que la convocatoria haya tenido mayor receptividad en las personas que se encuentran en los primeros meses de la relación, aunque como vimos anteriormente, para autores como Echeburúa son más relevantes los eventos
Martínez-León, García-Rincón, Barreto-Cortes, Alfonso, Parra, Duque, Ávila, Rojas
que pueden desencadenar una problemática de celos en cualquier momento de la relación de pareja. Por otra parte, los resultados obtenidos a partir del Inventario de Depresión de Beck (BDI), con una media de 9,66, indican que no se presenta sintomatología clínicamente significativa para el diagnóstico de depresión. Los celos algunas veces se presentan bajo la forma de otros problemas clínicos; uno de los más frecuentes son los síntomas depresivos, que se presentan hasta en un 66% de los casos, como afirma Echeburúa (2001). Partiendo de lo encontrado en nuestro estudio, se evidencia que no se encuentra una correlación significativa entre el nivel de celos y la depresión, pero sí existe una tendencia en la cual se evidencia que a medida que aumentan los celos, la depresión aumenta proporcionalmente. Se puede mencionar que dichos resultados se acercan a lo afirmado por Costa y Silva (2008), quienes aseguran que los celos suelen estar acompañados por reacciones emocionales como el miedo, la tristeza, la preocupación y los sentimientos de inferioridad; que son síntomas relacionados directamente con la depresión. Además, cabe mencionar que dichos síntomas pueden influir tanto en la depresión como en la aparición de otros trastornos del estado de ánimo, en la medida que involucran alteraciones emocionales graves que van del júbilo a una depresión severa (Durand y Barlow, 2007). Finalmente, se identifica que a medida que aumenta el tiempo de relación, el nivel de celos disminuye. Esto puede señalar que el tiempo (periodo largo) en una relación permite un sentimiento de confianza y seguridad en la pareja el cual influye en la disminución de manifestaciones de celos en algunos casos. Adicionalmente, el hecho de presentar niveles de celos en la relación de pareja conlleva a alguna de las partes a presentar cierto tipo de malestar. Éste se asocia a sentimientos y pensamientos irracionales, así como a comportamientos inadecuados (ira y tristeza), lo que los hace más vulnerables a presentar niveles de depresión. Los celos patológicos se evidencian en un sin número de casos que han sido descritos en distintos medios comunicativos. Por ejemplo, en el año 2010, según el Informe Forense de Medicina Legal, 51.182 mujeres fueron víctimas de violencia de pareja. Esto significa que cada 10 minutos hay una agresión tan grave que obliga a un examen de lesiones personales. En Medicina Legal, se presentan 140 casos diarios; en el año 2010, las autoridades de Bogotá recibieron más de siete mil denuncias de mujeres maltratadas, mientras que durante el año 2011, hubo 125 homicidios de
mujeres a manos de su pareja (esposo, compañero sentimental, novio); solo en enero de 2012 hubo tres muertes de mujeres en la misma modalidad (Instituto de Medicina legal, 2012), por lo que se puede considerar que los celos patológicos son un factor de riesgo para la sociedad. Cabe destacar que existe una diferencia entre los celos y los celos patológicos; estos últimos se caracterizan por la carencia de una causa real desencadenante, las reacciones irracionales acompañadas de la pérdida de control y; finalmente, la extraña naturaleza de las sospechas. Por otra parte, los celos normales están constituidos por una reacción normal y no desproporcionada; se asocian al miedo a perder a la pareja, así como a los sentimientos de abandono y las distorsiones cognoscitivas. Sin embargo, en este último caso, no se presentan conductas agresivas y/o destructivas hacia la pareja. En la actualidad, esta conducta ha causado una serie de problemáticas sociales en parejas colombianas, que conllevan al maltrato psicológico, físico, y hasta la muerte. No obstante, es de gran importancia identificar las variables que rodean esta problemática con el fin de crear acciones dirigidas a solucionarla y generar un bienestar social e individual, tanto físico como mental, de las personas que se ven afectadas por esta condición de celos. Esto se traducirá en grandes beneficios, no solo en lo que respecta a los avances en investigación psicológica, sino también para la práctica profesional clínica. Dentro de las limitaciones del estudio, se encuentra el tamaño de la muestra y el hecho de que el sexo femenino fue el que más predominó en ésta. Por lo tanto, se espera que en próximas investigaciones se pueda contar inicialmente con un mayor número de personas participantes, que superen las 150 personas de este estudio, y que se pueda contar con un mayor número de participantes del sexo masculino. Del mismo modo, valdría la pena subdividir a los participantes en grupos representativos, hombres y mujeres en la misma cantidad. Así, se podrá realizar un análisis más profundo. Por último, se encuentra que no todos los participantes tenían una relación de pareja estable, por lo cual se espera que en futuras estudios se cuente con una población con alta probabilidad de experiencia en relaciones de pareja y en el sostenimiento actual de una relación estable o permanente, donde se evidencie la vivencia de la problemática de los celos. Para concluir, es importante continuar realizando más estudios que permitan ver distintas variables que estén relacionadas y que influyan directamente con esta problemática,
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Nivel de celos en un grupo de estudiantes universitarios
y así desarrollar un conocimiento más amplio y sólido acerca de los componentes fundamentales de los celos. De tal manera, se podrá contar con mayor sustento para generar programas de prevención e intervención en el desarrollo de esta problemática que afecta considerablemente al individuo que la padece, a la pareja y a quienes les rodean.
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Revisión de algunos avances en la literatura sobre variables predictoras concernientes al “bienestar subjetivo” Gloria Cajiao1 Dennis Lissete Morales Arias, Genny Carolina Garzón Romero, Liliana Benavides Basante y José Leonardo Acevedo Rincón2. Universidad El Bosque, Colombia
Resumen Este artículo de revisión de literatura presenta algunas tendencias y avances conceptuales, hallazgos empíricos y pruebas que miden las variables predictoras del bienestar subjetivo a partir de la búsqueda en base de datos bibliográficas ProQuest, PsycARTICLES, PsycTEST, OVID SP, libros y trabajos de grado. Se reconocieron dos tipos de variables predictoras, unas internas al individuo y otras externas a él, que igualmente influyen en la obtención de bienestar subjetivo. En las conclusiones se analizan los estudios y conceptualización sobre bienestar subjetivo y algunas de las variables predictoras. Palabras clave: bienestar subjetivo, satisfacción, variables predictoras.
Abstract This review of scientific literature presents some tendencies, conceptual advances, empirical findings and tests that measure the predictive variables of subjective well-being. It was done through the search in bibliographical database like ProQuest, PsycArticles, Psyctest, OVID SP, books and Thesis. Two types of predictive variables were recognized- internal and external to the individual-. Both of them influence the achievement of the subjective well-being. Besides, the studies and conceptualization about Subjetive well-being and some of the Predictive Variables were analyzed in the conclusion. Key words: Subjective Well-Being, Satisfaction, Predictive Variables. Recibido: 03 de diciembre de 2012 Aceptado: 29 de mayo de 2013 1. Psicóloga, Especialista en Docencia Universitaria, Universidad El Bosque, directora de la investigación 2. Especialización en Psicología Clínica y Autoeficacia Personal, auxiliares de investigación
Cuadernos Hispanoamericanos de Psicología l Enero-Junio 2013, Vol. 13 No. 1, pp 45-62 ISSN 1657-3412 (Impresa) l ISSN 2346-0253 (En línea)
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Variables predictoras concernientes al bienestar subjetivo
Introducción El presente trabajo se realizó con el propósito de dar una respuesta preliminar a la necesidad de reconocer aquellos factores que les permiten a las personas la percepción de bienestar en su vida (Gómez, Villegas de Posada, Barrera y Cruz, 2007). Se pretendió describir e identificar tales factores como aspectos que puedan ser trabajados por los psicólogos clínicos y que contribuyan de una manera significativa al desarrollo del bienestar subjetivo de los individuos. En los estudios, se evidencia que el conocimiento y definición de ciertos constructos en la psicología positiva requiere de un mayor estudio y revisión. Lo anterior porque, en la actualidad, dichos constructos aún se manejan de manera indiscriminada con otros, como es el caso de la satisfacción, la felicidad, el bienestar psicológico y la calidad de vida, entre otros (Cajiao y Plata, 2012). Con el presente artículo, se intenta dar continuidad a los trabajos que se han realizado, dentro de la línea de psicología positiva, en el programa de Especialización en Psicología Clínica y Autoeficacia personal de la Universidad El Bosque. Una de las subáreas de dicho programa es la de bienestar subjetivo; en ésta, se han realizado los siguientes ejercicios investigativos: “Bienestar subjetivo: revisión teórico-conceptual y empírica de la evolución del constructo” de Cajiao, Serrano y Suárez (2011) y “Bienestar subjetivo: escalas de medición del constructo” de Cajiao y Plata (2012). En este último se hizo una revisión de las pruebas o escalas que intentan medir el bienestar subjetivo; se encontró que algunas de ellas evalúan las dimensiones constitutivas del constructo, pero no se evalúan en su totalidad. En las conclusiones de los trabajos mencionados anteriormente, se hace la sugerencia de identificar los factores que puedan predecir si los individuos, en una etapa posterior de su vida, pueden percibir y experimentar bienestar subjetivo. Lo anterior con el propósito de diseñar programas que promuevan el fortalecimiento de dichos factores predictores y hagan posible el logro de bienestar en las personas, en general, como un aporte a la calidad de vida. Para la comprensión conceptual, en el presente trabajo, se adopta la definición de bienestar subjetivo de Diener, Suh, Lucas y Smith (1999), para quienes el término se refiere a la evaluación que la persona hace de su vida, en general. Tal evaluación se realiza tanto en los juicios cognoscitivos, como en los recursos afectivos; es decir, las evaluaciones
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cognoscitivas y afectivas que una persona hace de su vida en determinada etapa o momento de su existencia. En la literatura se ha encontrado que los factores o variables con valor predictor son fuente de los elementos valorados por las personas en el momento en el cual ellas evalúan el bienestar subjetivo experimentado (García, 2002). En este artículo, se tuvo en cuenta la propuesta de Lawton (como se citó en García 2002), quien aclara que los factores son dimensiones que reflejan el bienestar interior y exterior, respectivamente. En este sentido, se toma en cuenta la ubicación de cada uno de los factores predictores del bienestar subjetivo, bien sea en el grupo de los predictores externos, o bien en el de los factores predictores internos. Al grupo de los factores predictores externos, pertenecen: la salud, las relaciones positivas, la satisfacción laboral, el ocio, las necesidades vitales satisfechas, los acontecimientos vitales, la cultura y las redes sociales. Por otra parte, en el grupo de los factores predictores internos, se encuentran: la personalidad, como factor que incluye a los demás: las bases genéticas y la heredabilidad, la capacidad de adaptación, la capacidad de recuperarse de la adversidad, el optimismo, el sentido del humor, la autoestima, la extraversión, el afecto positivo y el negativo, el altruismo, la autoeficacia, las estrategias de afrontamiento y la inteligencia emocional. Esta diferenciación entre factores externos e internos es de gran utilidad a la hora de estudiar los procesos a través de los cuales las personas llevan a cabo sus juicios sobre el bienestar. En este sentido, podría considerarse que la valoración de la diferencia entre las aspiraciones y los logros alcanzados parte de una orientación interna, mientras que la confrontación entre lo que uno tiene y lo que poseen los demás es una comparación social con una focalización externa (García 2002).
Factores predictores externos Dentro de la literatura, se evidencia que la teoría e investigación sobre los factores externos surgió con mayores trabajos desde los años 50 del siglo pasado, con grandes producciones desde la década de 1980, hasta la actualidad. Dichos trabajos han sido generados con una tendencia clara en poblaciones americanas, europeas y asiáticas, en
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contraste con una menor proporción en contextos latinoamericanos. Los avances más representativos de cada factor se presentarán a continuación: se aludirá, en primera instancia, a la salud; se continuará, con las relaciones positivas, la satisfacción laboral y el ocio; luego, se hará referencia a las necesidades y acontecimientos vitales, para terminar con la cultura y las redes sociales. Salud. Como primer factor predictor externo se encuentra que éste se ha estudiado, en la actualidad, desde un modelo integral. Se conceptúa como un proceso dinámico y flexible, en el cual se da importancia a las capacidades de los individuos para afrontar las condiciones que la constituyen, fluctuando en un continuo, en cuyos extremos se sitúan la salud y la enfermedad, respectivamente; a lo anterior se agregan aspectos como: el bienestar emocional, el bienestar psicológico y el bienestar social, lo cual hace entender la salud como un concepto que va más allá de la ausencia total de enfermedad, tendiente hacia un equilibrio que interactúa con las condiciones personales, biológicas, sociales, laborales, emocionales, afectivas y cognoscitivas que se vuelven evidentes en los estados satisfactorios de salud física y mental (OMS, 1948; Engel, como se citó en Borrel, 2010; Ryff y Keyes; Keyes; Keyes y Lopez; Keyes y Magyar-Moe, como se citó en Snyder, Lopez y Teramoto, 2011). Además, se toma en cuenta el auto reporte de satisfacción con la salud o salud percibida (Pacheco y Girón, 2009). Los hallazgos empíricos que asocian la salud y el bienestar subjetivo se dirigen en dos direcciones diferentes. La primera, hacia la necesidad de evaluar la salud relacionada con el optimismo, la sensación de control y la promoción de comportamientos saludables desde los ambientes familiares en la infancia temprana (Taylor, 2011; Repetti, Taylor y Seeman, 2002) y la influencia de la autoeficacia (Maddux; Bandura; O´leary y Brown, como se citó en Snyder et al., 2011). La segunda se centra en información interesante y práctica en los auto reportes de salud relacionados con la satisfacción vital (Rodríguez-Marín, Pastro y López - Roig, 1993). Entre algunas de las pruebas que evalúan la salud, en relación con el bienestar subjetivo, están la Escala de la Evaluación Subjetiva de Salud de Ryan y Willits (2007) para los pacientes y sus familias en contextos hospitalarios; también se reconoce el Cuestionario de Evaluación de Salud de Fries, Spitz, Kraines y Holman (1980), con autoadministración únicamente del paciente, cuyo objetivo es mejorar
el compromiso con los tratamientos médicos, psicológicos y psiquiátricos. Relaciones Positivas. Estas relaciones son el siguiente factor externo revisado, entendido como la cimentación y mantenimiento de relaciones que son significativas desde el punto de vista constructivo y activo (Diener, 1984; Rodríguez – Marín, Pastro, y López – Roig, 1993). Los hallazgos empíricos que sustentan estas acepciones siguen siendo pocos y más enfocados hacia el apoyo social (RodríguezCarvajal, Díaz, Moreno-Jiménez, Blanco y Dierendonck, 2010). Según Harrison (2007), las personas que mantienen relaciones positivas con compromiso y adecuada comunicación experimentan bienestar subjetivo. Entre las pruebas que evalúan las relaciones positivas, se encuentra el Test Diario de Evaluación Marital (Buck y Neff, 2012), la cual pone especial énfasis en la evaluación de la satisfacción marital. De igual manera, cabe mencionar el Test de Medida de Resultados Interpersonales de Alden y Taylor (2011), que evalúa a profundidad las relaciones positivas, entendidas, en parte, como: rendimiento interpersonal y funcionamiento social. Satisfacción Laboral. En su modelo teórico, Janssen y Bakker (como se citó en Castro, 2009) especifican cuatro categorías de variables de este factor: características de la tarea, condiciones de trabajo, relaciones sociales/laborales y condiciones del empleo. Estas variables predictoras de la satisfacción laboral se relacionan con tres resultados específicos: la motivación laboral intrínseca, el burnout y la intención de abandonar la organización. La organización personal, las recompensas intrínsecas y los beneficios sociales, también son indicadores de la satisfacción laboral. Parece que la relación entre la satisfacción laboral y la satisfacción vital podría reflejar un proceso de arriba-abajo: las personas que están satisfechas con su vida tienden a encontrar una mayor satisfacción en su trabajo. Así bien, la satisfacción laboral podría estar relacionada con el bienestar subjetivo, debido a que provee un óptimo nivel de estimulación que las personas encuentran placentero (Bretz y Judge, 1994; Stones y Kozma, 1986; Tait, Padgett y Baldwin, 1989). Es importante reconocer que la satisfacción con el trabajo constituye lo que cada individuo podrá experimentar: un grado óptimo con su trabajo -posterior a una evaluación cognoscitiva-, balance y resultado entre sus expectativas y logros alcanzados (Rodríguez y Ramírez, 2010). Por otra parte, Bravo y Jiménez (2011) realizaron una investigación que tuvo como objetivo identificar la relación
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entre la satisfacción laboral, el bienestar psicológico y el apoyo organizacional percibido, en funcionarios penitenciarios. Los principales resultados evidenciaron una relación positiva y significativa entre los factores (o dimensiones) mencionados. Entre las pruebas que evalúan satisfacción laboral se refieren las siguientes: la Escala General de Satisfacción de Warr, Cook y Wall (1979) y la Escala de Apoyo Organizacional Percibido, adaptada de la Encuesta de Apoyo Organizacional Percibido (Bravo y Jiménez, 2011). Ocio. Éste ha sido definido como una experiencia subjetiva, el cual permite; por una parte, observar la interpretación del mundo, de los otros y de uno mismo; y por otra parte, el desarrollo o florecimiento de fortalezas, a través del desarrollo de actividades de ayuda a otros (Anderson y Heyne, 2012); además, se considera que el buen uso del ocio garantiza que las personas construyan buenas relaciones sociales, adquieran habilidades adicionales y experimenten emociones positivas (Brajsˇa-Zˇganec, Merkasˇ y Sˇverko, 2011). Los estudios traen a colación que las actividades de ocio, en términos de tiempo y calidad, son precursoras en la prevención de problemas psicológicos y garantizan estados de bienestar subjetivo, tanto individual como familiar Carruters y Hood (2004); Mausbach, et al., (2012). Se presentan tres pruebas asociadas al ocio, como son: el Test de Medida de las Actividades de Ocio (Agahi y Parker, 2008), el Instrumento de Participación en Ocio (Lu, 2011) y el Cuestionario de Ocio Pasivo y Activo para Niños (Holder, Coleman y Sehn, 2009). Necesidades vitales y condiciones propicias de salubridad. Según la teoría de la autodeterminación de Ryan y Deci (como se citó en Tay y Diener, 2011), las necesidades se clasifican en tres grupos referidos a: las relaciones sociales, la autonomía y el dominio. Estas tres necesidades interactúan en las actividades que llevan a cabo las personas en su vida cotidiana, percibiendo si se da o no el dominio de las mismas en su ejecución, y si éstas, de alguna manera, satisfacen algún tipo de necesidad, lo cual contribuiría a que se pueda experimentar bienestar subjetivo. Según los hallazgos empíricos de autores como Blanco y Díaz (como se citó en Cajiao y Plata, 2012), existe una estrecha relación entre el bienestar subjetivo y la satisfacción de necesidades vitales. Entre tales necesidades se destacan las condiciones propicias de salubridad; dichas condiciones, presentes en la vivienda, los servicios sanitarios de la misma, la seguridad, entre otros, se constituyen
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en factores predictores del bienestar subjetivo. Dentro de las escalas disponibles para medir este factor se encuentran las siguientes: la Escala de Medida de Satisfacción de Necesidades por Parentesco, desarrollada por Sheldon, Abad y Hinsch (2011); La Escala de Satisfacción de Vida (Tepperman y Curtis, 1995); la adaptación de la Escala de las Necesidades Psicológicas Básicas a la Educación Física (Moreno, González, Garzón, y Rojas, 2008); la Escala de Satisfacción de las Necesidades de Dominio (Milyavskaya y Koestner, 2011) y la Escala de Necesidades de Van Beest y Williams (2006). Acontecimientos vitales vividos por el individuo. Brickman y Campbell, Frederick y Loewenstein, Headey y Wearing, Lykken y Tellegen, como se citó en Luhmann, Hoffman, Eid y Lucas (2011), consideran los acontecimientos vitales como eventos importantes de la vida, que sólo tienen efecto en un transcurso de tiempo determinado (unos meses) sobre el bienestar subjetivo. Lo anterior se debe a la adaptación relativamente rápida de las personas a las situaciones adversas. Diversos estudios empíricos demuestran que las personas que experimentan más eventos positivos que negativos presentan puntuaciones de bienestar mayores, en comparación con quienes tienen que hacer frente a mayores adversidades, sin que éstas se vean acompañadas de experiencias positivas (García, 2002). Con relación a las pruebas que evalúan el factor de acontecimientos vitales, cabe mencionar: la Escala de Positivismo, desarrollada por Caprara, Alessandri, Eisenberg, Kupfer, Steca, Caprara, Yamaguchi, Fukuzawa y Abela (2012); la Escala de Estresores Diarios-16 (Cuéllar, Bastida y Braccio, 2004); la Escala de Historia de vida – Estrategias, Comportamientos y Cogniciones, llevada a cabo por Gibbons, et al. (2012) y El Cuestionario de Cambios PostTraumáticos en el Bienestar Psicológico (Regel et al., 2012). Cultura. Con respecto a este factor, en la literatura se presentan múltiples definiciones interdisciplinarias desde el punto de vista psicológico. Myers (2005) la define como “una serie de conductas, ideas, actitudes y tradiciones perdurables, compartidas por un grupo grande de personas y transmitidas de una generación a la siguiente”. Las investigaciones sobre cultura y bienestar subjetivo estudian cómo las personas perciben su bienestar; además, comparan las variables de personalidad, género y expectativas del futuro dentro de cada cultura en particular. Oishi, Wyer y Colcombe, (2000); Schimmack, Radhakrishnan, Oishi, Dzokoto y Ahadi (2002); Kim, Schimmack y Oishi (2012); Kim, Cai, Gilliland,
Gloria Cajiao, Dennis Lissete Morales Arias, Genny Carolina Garzón Romero, Liliana Benavides Basante, José Leonardo Acevedo Rincón
Yue Chiu, Xia y Pong Tam (2012), concluyen en sus estudios que cada cultura, como contexto, favorece o no, la percepción de los individuos de bienestar sujetivo. No obstante, los resultados aún no son definitivos, debido a la influencia de las diferencias individuales. Además, no existen pruebas que evalúen este factor debido a que se refiere a un aspecto general del estudio de las poblaciones. Redes Sociales. Son definidas como la generación de lazos entre las personas, que promueven la cohesión para trabajar por intereses comunes. Éstas se extienden a través de la vida y cambian en coherencia con cada etapa del ciclo vital (Lemos y Fernández, 1990). Los estudios empíricos realizados sobre este factor señalan dos miradas diferentes. La primera de ellas se basa en la relación entre la cantidad, la calidad y las cualidades de las redes sociales a las que tienen acceso las personas (Huxhold, Fiori y Windsor, 2012). La segunda mirada se refiere al uso de las redes sociales informáticas y el bienestar subjetivo; estos estudios revisan el uso de los medios cibernéticos para la construcción y manejo de redes sociales como el facebook, twiter, myspace, messenger, what’s up, entre otros (Ramírez, Malo y Bertran, 2010; Malo, Navarro, Dolores y Casas, 2012); Freis y Regan (2013). Por último, se cuenta con una investigación acerca de los fenómenos de la ciber-agresión y victimización cibernética mediante matoneo entre adolescentes, situaciones que llegan a afectar el bienestar subjetivo (Runions, Shapka, Dooley y Modecki 2013). La única prueba observada sobre redes sociales es la Medida de Apoyo Social para Redes Sociales (Huang y Lin, 2011), que mide el apoyo social recibido en las redes sociales.
Factores predictores internos Al indagar acerca de los factores predictores internos del bienestar subjetivo, se hace mención a aquellas dimensiones que hacen parte de los patrones más permanentes y estables de los seres humanos; es decir, sus características personales y sus potencialidades. Enseguida, se presentarán cada uno de los factores considerados como internos; se empezará con la personalidad; luego, se hará referencia a la base genética y la heredabilidad; después, se hará alusión a la capacidad de adaptación, así como a la capacidad de afrontamiento y protección, entendida en el medio anglosajón como resiliencia. Posteriormente, se aludirá a la autoestima, la extroversión, el afecto positivo y negativo, el sentido de la vida y el altruismo; y por último, se hará refe-
rencia a la autoeficacia, las estrategias de afrontamiento, la inteligencia emocional y el sentido del humor. Personalidad. Para Eysenck y Eysenck (1987), la personalidad es definida como “una organización más o menos estable y duradera del carácter, temperamento, intelecto y físico de una persona, que determina su adaptación única al ambiente”. Según Smith, Nolen, Fredrickson y Loftus (2003); McCrae y Costa (1990), la personalidad se puede definir como las pautas de pensamiento, emoción y conducta, distintivas y características de un individuo. Con relación a las teorías existentes de la personalidad, se han manejado diferentes planteamientos desde los enfoques conductista (Smith et al., 2003), cognoscitivo (con Bandura y Bussey 1999), humanista (Carl Rogers, como se citó en Smith et al., 2003), psicoanalítico y evolucionista (Schultz y Ellen, 2010). Uno de los hallazgos más relevantes ha sido que el bienestar subjetivo posee una fuerte relación con las características personales del sujeto (Diener, 2000; Páramo, Straniero, García, Torrecilla y Escalante, 2012), y que la personalidad es uno de los predictores comprobados del bienestar subjetivo (Diener et al., 1999; García, 2002). De acuerdo con Steel, Schmidt y Shultz (2008), el bienestar subjetivo y la personalidad están relacionados, pues ambos implican mecanismos biológicos comunes o sustratos neurales. Con respecto a los instrumentos relacionados con la personalidad, se encuentran el Inventario Multifacético de Personalidad de Minnesota (MMPI-2) (Smith et al, 2003), el Inventario de Características Personales, creado por Tellegen, Grove y Waller en el año 1991, (como se citó en Benet y Waller, 1995) y el Inventario de Estilo Personal del Adolescente (Lounsbury, et al., 2003). A continuación se describen cada una de las características, componentes y rasgos de la personalidad relacionados con la predicción de bienestar subjetivo. Base Genética - Heredabilidad. Autores como Roysamb, Tambs, Reichborn-Kjennerud, Neale y Harris (2003), sugieren creciente evidencia con respecto a que los genes juegan un papel importante en la etiología del bienestar; sin embargo, las influencias genéticas y ambientales en la covarianza entre la salud física y bienestar subjetivo han sido, en buena parte, inexploradas (Røysamb et al, 2003). Algunas investigaciones empíricas, como las realizadas por De Neve, Christakis, Fowler, y Frey (2012), estiman que la variación
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genética explica alrededor del 33% de la varianza en constructos como la “felicidad”. Este tipo de estudios se centra en los genes específicos relacionados con constructos derivados del bienestar subjetivo como: la “satisfaccion con la vida” y la “felicidad”. Dentro de las escalas disponibles para medir este factor se encuentran la Escala de Experiencias Personales de Winters y Henly (1998) y la Escala de Actitudes desarrollada por Tesser, Whitaker, Martin y Ward (19 98).
(Rutter, 1993; Masten, 2001 Grotberg, 2002; Atkingson, Martin y Rankin, 2009), e implica una adaptación del individuo, sustancialmente mejor, que la que cabría esperar dadas las circunstancias adversas (Luthar, 2003; Kaplan, 1999; Masten y Powell, 2003). Para Wells, Avers y Brooks (2012), la capacidad de protección y recuperación de la adversidad se observa a través del comportamiento adaptativo de las personas, y se refuerza por el entorno familiar y las redes de apoyo.
Capacidad de adaptación. En cuanto a la capacidad de adaptación a las condiciones que se van presentando en la vida, la adaptación a los acontecimientos significa que cuando éstos ocurren por primera vez pueden producir bienestar o malestar, felicidad o tristeza; sin embargo, con el tiempo, los acontecimientos pierden su poder de evocar afecto, siendo éste sensible únicamente a los cambios (García, 2002). Para Shmotkin (2005), las personas se adaptan a las circunstancias, ya sean favorables o desfavorables, y éstas se han caracterizado por tener un impacto de corta duración en el bienestar subjetivo, el cual es detectable por no más de algunos meses.
De acuerdo con Diener (2000), una de las características y cualidades que influye en la capacidad de recuperarse de la adversidad es el bienestar subjetivo. En un estudio realizado por Limonero, Sábano, Fernández, Gómez y Ardilla (2012), se evidenció que las personas con capacidad de protección y recuperación de la adversidad, creen en su habilidad para reconducir las situaciones difíciles, aspecto que se traduciría en un mayor bienestar subjetivo; por otra parte, se encontró que esta capacidad es el mejor predictor del bienestar subjetivo (Noorbakhsh, Besharat y Zarei, como se citó en Limonero et al., 2012), lo cual supone una relación bidireccional.
Para García (2002), algunos individuos necesitan mayor cantidad de tiempo para adaptarse a los acontecimientos de la vida. En el momento en que la persona ha logrado adaptarse a la situación, se incrementarán sus niveles de bienestar subjetivo. Otros estudios revelaron que las personas se adaptan a la mayoría de condiciones muy rápidamente. Diener (2000) encontró que, en menos de tres meses, los efectos de muchos eventos importantes de la vida perdieron su impacto en el bienestar subjetivo; las personas reaccionan fuertemente a los acontecimientos buenos y malos, pero luego tienden a adaptarse con el tiempo y a volver a su nivel original de bienestar. Dentro de los instrumentos que miden adaptación, se encuentra la Escala de Adaptación de Boden y Berenbaum (2004), así como la Medida de Adaptación de Metas Diarias de König, Van Eerde y Burch (2010).
Con relación a las escalas para medir la capacidad de protección y recuperación de la adversidad, se identificaron las siguientes pruebas: Las Medidas de Resiliencia de Gibbons, et., al. (2012); la Escala de Resiliencia de Connor y Davidson (2003); la Escala de Resiliencia construida en 1993 por Gail, Wagnild y Heather (como se citó en Salgado, 2009); la Escala de Resiliencia de Pesce, Assis, Santos y Carvalhaes de Oliveira (2004). La Escala Breve de Estrategias Resilientes de Sinclair y Wallston (2004); y la Escala de Apreciaciones de Resiliencia de Johnson, Gooding, Wood & Tarrier (2010).
Resiliencia o capacidad de protección y recuperación de la adversidad. Aunque no existe un consenso sobre la definición de resiliencia o capacidad de protección y recuperación de la adversidad (resilience, en inglés), en prácticamente todas las descripciones se destacan dos aspectos: resistir a un suceso y rehacerse del mismo (Ruiz y López, 2012). La resiliencia es, entonces, considerada como la capacidad humana de prevalecer, crecer, ser fuerte y obtener buenos resultados a pesar de las adversidades
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Optimismo. Hace referencia al rasgo disposicional que parece mediar entre los eventos externos y su interpretación personal, y varía en su magnitud. Se considera que el optimismo involucra componentes cognoscitivos, emocionales y motivadores (Cuadra y Florenzano, 2003; Peterson, 2000). Al parecer, los optimistas son personas que, sin negar sus problemas, tienen esperanzas y crean estrategias de acción y de afrontamiento de la realidad (Avia y Vazquez, 1999; Abramson, Seligman y Teasdale, 1978). En un estudio transversal, realizado por Vera, Cardovo y Celis (2008), se encontró que el optimismo guarda relación con la mayor parte de los indicadores de bienestar subjetivo. Las personas optimistas están mejor ajustadas psicológicamente, muestran mayor satisfacción con la vida, experimentan más
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emociones positivas y menos negativas; además, informan que alcanzan una mayor satisfacción en algunas áreas de su vida, como en la relación de pareja y la salud. Entre las pruebas que evalúan optimismo, cabe mencionar el Test de Orientación Vital Revisado de Scheier, Carver y Bridges (1994) en la versión española de Otero, Luengo, Romero, Gómez y Castro (1998). Autoestima. Es uno de los factores más relevantes para el bienestar personal; resulta fundamental para que el individuo se relacione con el entorno de una manera satisfactoria (Gazquez, Pérez, Ruíz, Miras y Vicente, 2006). Múltiples trabajos ponen de manifiesto que cuando un sujeto se siente auto competente, se produce un aumento en su implicación activa en el proceso de aprendizaje (Miller, Behrens & Greene, 1993) y que cuando la percepción acerca de su competencia no es tan favorable, se afecta su autoconcepto (Núñez, González, Pumariega y GonzálezPienda, 1995). Un estudio empírico realizado por Rojas, Barahona, Zegers y Förster (2009) establece que la autoestima es un concepto ampliamente relacionado con el bienestar general, y los resultados mostraron que la medición de la autoestima puede ser de gran utilidad para predecir o prevenir trastornos psicopatológicos. Por otra parte, una prueba que evalúa la autoestima es la Escala de Autoestima de Rosenberg (1965), la cual es un instrumento unidimensional que se contesta en una escala de 4 alternativas, que van desde “muy de acuerdo” a “muy en desacuerdo”. Dicha escala ha sido traducida y validada en distintos países e idiomas. Extraversión. Otro factor que se ha identificado como predictor interno del bienestar subjetivo es la extraversión. Para Sisto, Bueno y Rueda (2003); Zelenski, Santoro y Whelan (2012), el rasgo extraversión caracteriza a la persona generalmente como espontánea, despreocupada, activa, optimista y abierta a las relaciones interpersonales; además, esta característica predispone a los individuos hacia el afecto positivo (Emmos y Diener, 1986); en el otro extremo del continuo de la dimensión, se ubica la introversión, que caracteriza a las personas tímidas, que prefieren trabajar solas y que tienden a encerrarse en sí mismas, especialmente en momentos de estrés emocional o conflicto (Smith, Nolen, Fredrickson y Loftus, 2003). En relación con los hallazgos empíricos se encuentra que las personas extrovertidas tienden a reportar mayor
bienestar subjetivo (DeNeve y Cooper, 1998; Robinson, Crawford, Vargas y Tamir, 2003; Diener et al., 1999; Cuadra y Florenzano, 2003). Así mismo, la extraversión es uno de los predictores más significativos de bienestar subjetivo (Zelenski et al., 2012; Robinson et al., 2003; Adkins, Martin y Poon, 1996; Diener y Fujita, 1995; Chico, 2006). Entre los instrumentos utilizados para medir la extraversión, se encuentran el Cuestionario de los Cinco Grandes de Brown y Maydeu-Olivares (2011), la Escala de Medida de la Extraversion de Okun, Pugliese y Rook (2007) y la Escala de Rasgos de Personalidad para Niños, construida por Sisto (como se citó en Fernández, Bartholomeu, Marín, Boulhoça y Sisto, 2005). Afecto positivo y negativo. Watson y Tellegen (1985) sugirieron un modelo en el que diferenciaban el afecto positivo (AP) y el afecto negativo (AN), como los dos principales factores que aparecen consistentemente en el estado de ánimo. El afecto positivo se refiere; por una parte, a una gama amplia de estados de ánimo, dentro de la cual se identifica la felicidad; por otra parte, cuando la persona experimenta entusiasmo, se siente activa y con energía (Sandín, Chorot, Lostao, Joiner, Santed y Valiente, 1999). El afecto negativo hace referencia a estados de ánimo como la depresión y la ansiedad (Chico, 2000). En cuanto a la frecuencia de las dos categorías del afecto, se presentan de manera inversamente proporcional: mientras más frecuentemente se experimente el afecto positivo, menos se experimentará el negativo, y viceversa (Diener, 2000). Costa y McCrae (1980) señalaron que el afecto positivo y negativo están equilibrados por algunas personas, que finalmente logran experimentar un bienestar subjetivo global. Por lo tanto, el afecto positivo y negativo contribuyen independientemente al bienestar subjetivo. Sin embargo, existe un predominio y relación del afecto positivo sobre el negativo en quienes han logrado cierto grado de bienestar subjetivo (García, 2002; Shmotkin, 2005). Con respecto a los instrumentos para medir el afecto positivo y el negativo, se encuentran los siguientes: la Escala PANAS, creada por Watson, Clark y Tellegen, en 1988 (como se citó en Romero, Luengo, Gómez-Fraguela y Sobral, 2002; Sandín et al., 1999); la Escala de afectividad negativa (NA) de Levin y Stokes (1989). Laurent et al., (1999), desarrollaron una versión de la Escala de AP y AN para niños y; finalmente, la Escala Programada de Afecto Positivo y Negativo para niños – Versión padres de Ebesutani, Okamura, Higa-McMillan y Chorpita (2011).
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Sentido de Vida. Adler (como se citó en Jaramillo, Carvajal, Marín, y Ramírez, 2008) afirma que, para la mayoría de los seres humanos, es difícil dar respuesta a la pregunta acerca de ¿Cuál es el significado que tiene su vida? Otros nunca se la plantean y algunos, a pesar de hacerlo, no logran darle respuesta. Frankl (1984) afirma que el sentido de la vida se vincula con las manifestaciones de espiritualidad, libertad, responsabilidad y conciencia. Sin dichas manifestaciones, se puede presentar en la vida de una persona el vacío existencial, el cual desencadena una necesidad inminente de llenar este faltante, que en ocasiones conduce a decisiones erróneas y, en otras, a estados de insatisfacción permanentes. En relación con el sentido de vida, se realizó un estudio con la Escala Existencial de Langle y Orgler (1994), el cual indica que todos los sujetos evaluados tendieron a responder de la misma manera, lo que fue congruente con el bajo nivel de sentido de la vida obtenido en el test. Cabe anotar que la Escala Existencial de Langle y Orgler (como se citó en Noblejas, 1999) es un instrumento técnico para el abordaje preventivo del diagnóstico terapéutico. Altruismo. Batson (2010) lo describe como la capacidad de promover el bienestar del otro, al tiempo que se aumenta el propio. Esto, a largo plazo, resulta en un incremento del bienestar subjetivo global. Según el estudio empírico de Wernecken y Tomasello (2008), en el cual se investiga sobre la influencia del otorgamiento de recompensas en el comportamiento de altruismo de niños de 20 meses de edad, quienes reciben recompensa material durante una fase de tratamiento, se observó que posteriormente ejecutan menos conductas de ayuda, en comparación con los bebés que no habian recibido nada en absoluto. Uno de los resultados de este estudio muestra que los primeros comportamientos altruistas de los niños están intrínsecamente motivados y el establecimiento de contingencias puede disminuir este comportamiento. Dentro de las pruebas que evalúan altruismo, se encuentran las siguientes: la Escala de altruismo, basada en 4 ítems, de Mowen y Sujan (2005); la Medida de Altruismo en los Servicios de las Redes Sociales (Kwon y Wen, 2010); la Lista de Adjetivos de Gratitud de Emmons y McCullough (2003); la Medida de Altruismo de la Comunidad en Línea, desarrollada por Fang y Chiu (2010); la Medida de Sentido Inicial de Unión, desarrollada por Kaniasty (2012); la Medida para Evaluar el Colapso de la Compasión (Cameron y Payne, 2011); la Medida de Altruismo de Coffey y Joseph (2013); la Encuesta del Legado de Ofrecimiento de Caridad de Wiepking, Madden y McDonald (2010) y el Inventario de
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Motivaciones para el Voluntariado de Cuidado Paliativo (Claxton-Oldfield, Wasylkiw, Mark y Claxton-Oldfield, 2011). Autoeficacia. Bandura (1977) definió la autoeficacia como la capacidad general mediante la que el individuo organiza e instrumenta sus habilidades para lidiar con las diversas demandas y circunstancias que enfrenta en la vida cotidiana. Su relación con el bienestar subjetivo alude a la capacidad de la persona para influir activamente en el ambiente, dejando a un lado la reacción de manera pasiva, por lo que es capaz de controlar y predecir con mayor frecuencia dicho ambiente. Según Gómez, et al (2007), se evidencian estudios empíricos que ponen de manifiesto correlaciones positivas entre el bienestar subjetivo y la autoeficacia, lo cual indica que ésta es una característica importante del individuo, la cual promovería altos niveles de bienestar subjetivo, aún en condiciones de adversidad. Con relación a las pruebas que evalúan autoeficacia, se encuentran la Escala de autoeficacia para tareas de la vida (SELT), elaborada por Finley, Pugh, Noel y Brown (2012) y la Escala de autoeficacia para la depresión en adolescentes (EADA) de Díaz-Santos, Cumba-Aviles, Bernal, RiveraMedina (2008). Estrategias de Afrontamiento. Respecto a las estrategias de afrontamiento, algunos estudios citados por García (2002) refieren que tanto la forma como el individuo soluciona sus problemas, así como la forma en que elige y utiliza las estrategias para dicha solución, se constituirán en factores determinantes del nivel de bienestar que el individuo perciba en el futuro. De esta forma, se identificó que tanto las creencias religiosas, así como otorgar un papel positivo a los sucesos habituales y utilizar estrategias centradas en la solución de problemas, generan mayores niveles de bienestar subjetivo en las personas. Un estudio que relaciona estrategias de afrontamiento con bienestar subjetivo fue el realizado por Paris y Omar (2009), y se llevó a cabo con una muestra de 196 profesionales de la salud; tanto el análisis descriptivo como el correlacional indicaron que los profesionales varones privilegian las estrategias de afrontamiento emocionales, y que tanto las estrategias de resolución de problemas como las de distanciamiento muestran fuertes asociaciones con el bienestar subjetivo. Las pruebas para evaluar este factor son: el Cuestionario de Afrontamiento (Abaied y Rudolph, 2010); La Escala de Factores Estresantes en La Vida Cotidiana ( Yeater, Miller, Rinehart y Nason, 2012); La Escala de Probabilidad de
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Suicidio, desarrollada en el año 1982 por Dancer, Anderson y Derlin (1994); y La Escala de Percepción de Control sobre los Eventos Estresantes (Frazier, Keenan, Anders, Perera, Shallcross y Hintz, 2011). Inteligencia emocional y Sentido del humor. Existe una cantidad considerable de trabajos en los que se analiza el vínculo entre las habilidades socioemocionales y el bienestar subjetivo, cuyos resultados ponen de manifiesto que una de las variables que puede explicar las diferencias individuales en el bienestar es la inteligencia emocional, ya que las personas con alta inteligencia emocional presentan más a menudo, y durante más tiempo, estados emocionales positivos (Mayer y Salovey, 1997). En cuanto al factor sentido del humor (SH), éste se valora en muchas culturas como una de las principales fortalezas humanas que merece especial señalamiento dentro de la psicología positiva; este factor se ha relacionado con el bienestar psicológico, físico y social (Carbelo y Jaúregui, 2006; Simpson y Weiner, 1989). Los estudios empíricos más recientes han permitido concluir que las emociones positivas, en las que se incluye la hilaridad, tienen una serie de funciones psicológicas importantes, entre las que se destacan: la influencia positiva en el procesamiento de la información, en las relaciones interpersonales y en el afrontamiento del estrés (Frederickson y Levenson, 1998). Una prueba que evalúa el sentido del humor es el CASH de García, Monjas, Roman, Cuetos, Polo, y Muñoz (2005).
Conclusiones En principio se plantean algunas conclusiones relacionadas, tanto con la revisión de los aspectos teórico-conceptuales, como de los estudios realizados en relación con los factores predictores; de igual manera, mediante la revisión, se identificaron algunos instrumentos que evalúan dichos factores. Es Importante llegar a algunas precisiones con respecto a los factores predictores, tanto internos como externos, antes de hacer un análisis global acerca de los beneficios que tiene el trabajo realizado, para la población en general, así como para los psicólogos, en particular quienes ejercen la profesión en el campo clínico. La revisión de una variedad de estudios relacionados con el factor salud permite identificarlo como uno de los factores que aporta de manera significativa a la percepción de bienestar subjetivo, en tanto que la salud procura, al indi-
viduo y a su contexto familiar, tanto bienestar emocional, como psicológico y social. Lo anterior significa que el psicólogo clínico debe diseñar estrategias y programas conducentes a promover hábitos de vida saludables en la población, en general, así como a prevenir la reincidencia o la recaída en aquellas personas que han experimentado algún trastorno o desequilibrio emocional. El desarrollo de estos programas se constituiría en una gran contribución para mejorar la calidad de vida de los individuos y para que un número importante de ellos pueda, a futuro, aumentar la percepción de bienestar subjetivo. Las relaciones positivas como factor predictor reflejan un mayor soporte de trabajo conceptual que empírico, lo cual supone que sería importante desarrollar trabajos de investigación acerca de los factores relacionados con el establecimiento y mantenimiento de las relaciones positivas, en razón al valor que éstas tienen en el logro del bienestar subjetivo y en el incremento de la autoestima y la percepción de satisfacción de las personas. Con respecto a la satisfaccion laboral, se observa que es importante que, en el contexto de la terapia, los psicólogos tengan en cuenta, junto a sus consultantes, el establecemiento de logros y expectativas acordes a sus aspiraciones laborales. También, deben considerar que el desarrollo de las tareas realizadas, así como las relaciones sociales dentro del trabajo y el apoyo de la organización, inciden en la consecución del bienestar subjetivo. Por otra parte, el ocio es un factor asociado al tiempo utilizado en actividades reacreativas, consigo mismo y con otros. No obstante, no se identifica mucha evidencia empiríca en relación al bienestar subjetivo. Desde el ámbito de aplicación, la vinculación en actividades de ocio permite a los pacientes un crecimiento personal y social, en el cual se fortalecen habilidades y se pontecian recursos personales que se convierten en factores protectores para el difrute de la vida y la distensión del estrés, el cual es producto de las cargas mentales y fisicas que pueden tener las personas. Ahora bien, quizás uno de los factores más significativos en su aporte a la percepción de bienestar subjetivo es el que se refiere a la construcción y pertenencia a diferentes tipos de redes sociales. Lo anterior, dada la importancia que tiene la pertenencia a un grupo para los seres humanos, así como lograr la atención y el reconocimiento de los demás, prestar ayuda y colaboración a otros, y tener oportunidad de establecer y mantener relaciones significativas con algunos de sus miembros. Los psicólogos pueden promover estas
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redes a través del entrenamiento en comunicación asertiva, más especificamente el manejo de la comunicación verbal y no verbal, y la lectura correcta del contexto donde se está interactuando; de hecho, éstas son herramientas que las personas utilizan para cubrir muchas de las necesidades emocionales y afectivas en las diferentes etapas del desarrollo. Cuando se menciona la personalidad, en relación con el bienestar subjetivo, es necesario hacer claridad respecto a cuál o cuáles características de la personalidad son aquellas que se consideran predictoras del bienestar subjetivo, en qué medida aportan a su percepción y cuáles de ellas impedirían su desarrollo. Lo anterior lleva a sugerir estudios que evalúen la relación individual de algunas de ellas, como la introversión, la extraversión, el optimismo, el sentido del humor, el altruismo y la autoestima, entre otras, y su relación con el logro del bienestar subjetivo. En relación con el campo de la genética, los estudios promovidos por Cloninger (2008) nos muestran cómo la personalidad comprende la organización dinámica dentro del sujeto de sistemas psicológicos adaptados interna y externamente; por lo tanto, la personalidad no se puede comprender como un asunto lineal, sino como una entidad biosocial, biopsicólogica y bioespiritual. En los estudios revisados en relación con las personas que han atravesado situaciones adversas y que han lograron superar y procesar el duelo por pérdidas, tanto materiales como de sus seres queridos, se identifica el desarrollo no sólo de la capacidad de afrontar la adversidad, sino de la tolerancia, el aprecio por sus capacidades y el disfrute de la vida, en general, lo cual se correlaciona de manera directa con la percepción de bienestar. Por otra parte, el sentido de vida es de vital interés para la psicología. Es fundamental adelantar estudios que permitan identificar qué circunstancias, factores, características personales o contextos, han facilitado que los individuos encuentren su propio sentido de vida, puesto que no son muchos los estudios identificados con relación a este factor. Cuando el individuo logra identificar el sentido que para él tiene su vida, puede alcanzar la sufiente motivación para lograr propósitos a nivel personal, familiar, social y profesional. La persona que a través de los años ha procurado darse respuestas con respecto a aspectos trascendentales de su vida, estará en mejores condiciones de experimentar bienestar y satisfacción con la vida. El sentido de vida es quizás
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el factor predictor más fuerte del bienestar subjetivo; éste se constituye en un norte, en una guía que le permite direccionar sus metas y las acciones para lograrlas. Lo anterior le procura certeza y estabilidad, puesto que le reduce la incertidumbre que genera la consecucion del bienestar. En cuanto al factor del Altruismo, no es muy clara su relación con el bienestar subjetivo, según la literatura revisada; sin embargo, el consenso es que el altruismo va ligado directamente, al menos en primera instancia, a buscar satisfacer una necesidad o buscar ayudar al otro. El altruismo, como una de las principales conductas prosociales, aparece desde la primera infancia. Además, se ha demostrado que cuando este factor es mediado directamente por contingencias ambientales, el sentido altruísta suele perderse y, posteriormente, se suelen emprender conductas propiamente egoístas. Entonces, se recomendaría que a medida que se va presentando el proceso del desarrollo psicológico del niño, se vayan desligando las asociaciones directas del empleo de una gratificación, que se puede dar antes o despúes de la ejecución de la conducta altruista. Lo anterior significa que para romper el nexo entre la espera de recompensa frente a la ejecución de la conducta altruista, se debe mostrar a los niños que ser altruista es un comportamiento valorado por sí mismo, lejano a la recompensa que puede o no darse, de tal modo que sería “depurar” la conducta altruista, alejándola de los fines egoístas. Con respecto al factor de la Autoeficacia¸ en relación con la percepción de bienestar subjetivo, se hace imperante tener en cuenta la función que cumple en el individuo incrementar su percepción de control acerca de las cosas que considera importantes para su vida, las cuales están inmersas en un ambiente determinado. Promover espacios académicos y programas terapeúticos que tengan en cuenta la autoeficacia como derrotero principal debe ser uno de los objetivos de la comunidad académica y psicoterapeútica colombiana actual. Mostrarle al individuo que mediante la potencialización de su autoeficacia puede llegar a alcanzar nuevos logros y metas que quizás anteriormente ni siquiera había contemplado, asegura mayores índices de protección en la salud mental de dicho individuo y; por ende, mayores niveles de percepción de bienestar subjetivo. Con base en las estrategias de afrontamiento, debe empezarse por mostrar a las personas en qué consisten realmente tales estrategias, ayudarles a definir qué es el afrontamiento, cuáles estrategias son las más adecuadas para determinados casos y cuáles no. Así mismo, se deben
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identificar diversos tipos de estrategias. En el caso de las estrategias de afrontamiento basadas en la ingesta del alcohol, éstas son estrategias enfocadas en el problema o en la emoción, en contraste con estrategias como el replanteamiento cognitivo del problema, o explorar diversas alternativas de solución, que serían estrategias basadas en la solución. Así, se puede contribuir enormemente en la toma de decisiones, con una mayor probabilidad de éxito para nuestros clientes. Por último, en lo que atañe a la inteligencia emocional, ésta hace posible una mejor adaptación de las personas a los grupos; así mismo, promueve la agilidad para resolver los eventos con tacto y pericia. Las personas con inteligencia emocional podrán servir como modelos favorables en la estabilidad emocional de sus entornos de actuación, lo que conlleva al bienestar subjetivo propio y también influye en los demás. En este orden de ideas, se darán a conocer conclusiones generales derivadas del análisis de la revisión efectuada, en aras de observar la información común entre los estudios, los aspectos que se deben profundizar en posteriores investigaciones y sus implicaciones en la terapia psicológica. En primer lugar, es importante mencionar que el bienestar subjetivo permite, en gran medida, concentrarse en los factores externos e internos que favorecen la condición de vida que una persona pueda percibir, teniendo en cuenta que estos factores van más allá de las ganancias económicas. Es así como el constructo, en el presente trabajo, hace referencia al estado de bienestar percibido por el individuo, producto de un trabajo constante y permanente consigo mismo. Éste se relaciona con el establecimiento de una jerarquía de necesidades más sensatas, así como con darle prioridad a la atención sobre aspectos más trascendentes y valiosos para sí mismo y para los demás. Lo anterior le permite al individuo experimentar estados placenteros y de mayor estabilidad emocional. Visto de esta manera, dicho constructo puede diferenciarse de la felicidad, la satisfacción y otras emociones que se experimentan frente a etapas o circunstancias transitorias de la vida. Del mismo modo, se concluye que el bienestar subjetivo, como constructo, se encuentra, según los estudios y hallazgos empíricos, conformado por otros constructos como el bienestar emocional (afecto positivo y negativo, satisfacción con la vida), el bienestar social (aceptación,
auto eficacia, contribución, coherencia e integración) y el bienestar psicológico (auto aceptación, relaciones positivas, autodominio, vitalidad, propósitos de la vida y crecimiento personal), lo cual dificulta su delimitación conceptual, y puede generar confusión por el trato indiscriminado que se les da a los diferentes conceptos. Es difícil encontrar definiciones definitivas de algunos constructos, entre ellos el de calidad de vida, además del de bienestar subjetivo, que han sido tratados por diferentes disciplinas; cada una de ellas lo definirá desde su propia perspectiva y desde las diferentes posturas epistemológicas. Dichas definiciones son influídas por el momento histórico, el contexto cultural, factores sociales y económicos, entre otros. Se podría concluir que estas definiciones, como lo menciona Sánchez (2012), son de tipo programático, no son definitivas, dependen de la disciplina que lo estudie y de la influencia mayor o menor de cada uno de los factores mencionados anteriormente. Entonces, es necesario que para las próximas investigaciones que se vayan a realizar sobre el tema, se asuma una definición acorde con lo establecido en los trabajos que hasta el presente se han desarrollado en relación con el bienestar subjetivo. Por otra parte, resulta difícil establecer la dirección en la que se relacionan los factores predictores con el bienestar subjetivo. Lo anterior, puesto que tanto en la literatura revisada, como en los estudios de investigación, se hace mención a la contribución de algunos factores en la percepción de bienestar subjetivo. En otros, se ha demostrado que el bienestar subjetivo facilita la adquisición y desarrollo de dichos factores, lo cual, de alguna manera, demuestra una relación bidireccional. Teniendo en cuenta que el objetivo principal de este trabajo consistía en identificar algunos factores que predicen el que los individuos, en alguna etapa de su vida, puedan experimentar satisfacción consigo mismos y puedan disfrutar de un estado de bienestar, asociado con su forma de interpretar los diferentes acontecimientos de su vida, se podría concluir que, de alguna manera, se ha logrado obtener mayor claridad con respecto no sólo a los factores predictores, sino a los instrumentos que evalúan dichos factores y al grado en que cada uno de ellos contribuye al logro del bienestar subjetivo. Los psicólogos clínicos podrán, entonces, disponer de los factores identificados para que en su trabajo terapéutico individual y grupal, y desde la perspectiva de la psicología positiva, se den a la tarea de procurar el establecimiento
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o fortalecimiento de dichos factores en el repertorio de quienes se beneficien con sus servicios profesionales. Esta contribución será de gran significado para que las personas, en general logren una vida más satisfactoria y de mayor calidad, que redunde; además, en beneficio de quienes rodean a dichos individuos en los diferentes contextos en los cuales se desempeñen en su vida cotidiana.
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Para posteriores estudios, se sugiere la elaboración de programas en los que el psicólogo clínico considere incentivar el trabajo de los participantes en el desarrollo de: la autoestima, la capacidad de recuperación de la adversidad, las relaciones positivas, el optimismo, el sentido del humor, las estrategias de afrontamiento, y el mayor reto, en propiciar las estrategias para que las personas puedan encontrar el propio sentido de sus vidas.
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Por último, es imperante continuar desarrollando estudios puntuales de cada uno de los factores predictores y adaptando los instrumentos identificados a nuestro contexto, así como el diseño de los instrumentos pertinentes para evaluar los factores que aún no cuentan con instrumentos apropiados para su evaluación y medición.
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A pesar de que el presente trabajo se considera como un estudio preliminar para la identificación de los factores predictores del bienestar subjetivo y de los instrumentos que los evalúan, ha sido un trabajo realizado con responsabilidad y entusiasmo, que procuró en quienes lo adelantaron la concientización de que el trabajo del clínico es además de riguroso y dispendioso, satisfactorio y gratificante, y requiere de mucho estudio y de trabajos de investigación para poderlo fundamentar sobre las bases sólidas de la evidencia. En fin, lo anterior es una invitación a continuar profundizando sobre el tema del bienestar subjetivo, las variables predictoras, los factores explicativos del mismo y aquellos instrumentos que permitan evaluar las dimensiones que lo constituyen.
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y la ergonomía cognoscitiva; e) el campo de la psicología jurídica; f ) psicología del deporte; g) la comunicación y los grupos y la toma de decisiones. Se aceptarán trabajos de los siguientes prototipos seleccionables por su calidad y su utilidad educativa y su relevancia social; epistemológicos, históricos, tecno-científicos, metodológicos y de desarrollo instrumental; informes sobre investigaciones fácticas bajo diferentes metodologías; estudios de caso único; estudios de meta-análisis. Desde nuestras páginas y conforme a las referentes que acabamos de señalar, está abierto este espacio para recibir, en gran aprecio, las colaboraciones de los psicólogos iberoamericanos y de otras partes del mundo. Gracias anticipadas por su acogida. El Editor
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[-]. Ejemplo: Fernando Martínez-García. Omita títulos y grados académicos. Incluya debajo el nombre de la institución principal a la cual está vinculado o que contribuyó a la investigación y el país que corresponde a la adscripción de cada autor. • Nota del autor: en este apartado se incluyen los reconocimientos, la institución a la cual está afiliado, se declaran exenciones de responsabilidad o conflictos de intereses percibidos y le ofrece al lector alguna dirección en la cual pueda ser contactado. La nota debe organizarse por párrafos, así: 1er párrafo, afiliación institucional; 2do, cambios de afiliación; 3ro, agradecimientos y 4to, correo electrónico. • Según la APA (2010), el resumen (español) y el abstract (inglés) se ubican en la misma página del título principal (primera página) y debe ser: (a) preciso, es decir, que refleje claramente el objetivo de la investigación; (b) no evaluativo, esto es, sin hacer juicios de valor sobre el artículo que publica; (c) en un estilo coherente, breve, formalmente correcto, no repetitivo y que comunique lo que debe comunicar (el resumen no debe exceder de 120 palabras para las investigaciones empíricas, y de 75 para las teóricas o de reseña). • Encabezamientos: la organización del documento científico requiere la utilización de encabezamientos y subencabezamientos, que cumplan la función de destacar la jerarquización de la información. Existen cinco niveles de encabezamiento que se caracterizan por: (a) nivel 1: estar centrado, en negrilla y sólo con mayúscula inicial; (b) nivel 2: alineado a la izquierda, en negrilla y sólo con mayúscula inicial; (c) nivel 3: mostrar un encabezamiento en el mismo renglón, con sangría de 0,7 cm, negrilla, mayúscula inicial y punto final; (d) nivel 4: ser un encabezado en el mismo renglón, con sangría de 0,7 cm, en cursiva, con negrilla, mayúscula inicial y punto final; y (e)nivel 5: encabezamiento en el mismo renglón, con sangría de 0,7 cm, cursiva, mayúscula inicial y punto final. • Citas y referencias: Recuerde que la información proveniente de otras fuentes debe estar citada y referenciada de acuerdo con la normatividad APA. Si la información citada tiene tres a cinco autores cítelos a todos por primera vez, y a partir de la segunda vez indique el primer apellido seguido de las iniciales et al; si son más de seis autores, a partir de la primera vez se indica el apellido del primer autor, seguido de las iniciales et al. Dependiendo de la fuente de la informa-
ción, el modelo de referencia va a cambiar. Según las normas APA (2010) existen 96 modelos de referencias (ver http://www.apastyle.org/) • Tablas y figuras: se deben presentar en el cuerpo del texto e incluirse al final en un anexo. Las figuras deben estar en formato de imagen o estar agrupados todos sus elementos (para evitar desconfiguración o la desorganización de la información). Deben ser claras y con alta resolución. Si tiene alguna duda respecto a las norma de publicación, consulte la siguiente obra: American Psychological Association (2010). Manual de publicaciones. México: Manual Moderno
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