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LA UMA No. 35 - Enero 2015

Revista digital de Egresados

LE DA LA BIENVENIDA AL

2015 @AE_UMA/

Egresado UMA


Semena de Egresados Octubre 2014

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Semena de Egresados Octubre 2014

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Semena de Egresados Octubre 2014

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Semena de Egresados Octubre 2014

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GAITAS UMA 2014

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TARJETA DE NAVIDAD 2014

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Dra. Mercedes Malavé Profesora de Pensamiento y literatura Iberoamericana, temporalidad y trascendencia e Historia de Iberoamericana

ESCRITO DE LOS PROFSOES UMA

Laicidad positiva Desde hace algunas décadas se viene hablando del ocaso de la civilización occidental. Se trata de una especie de agotamiento ideológico, con una creciente desconfianza y pérdida de fe en los valores fundamentales de nuestra tradición cultural. Me refiero al valor sagrado e inviolable de la vida, a la verdad, la libertad, la democracia con todas sus instituciones y métodos de autorregulación; a la familia, la fe y las costumbres religiosas y morales que nos han caracterizado como civilización. ¿Qué nos ha pasado? A partir de un cierto momento de la historia, específicamente a fines del medioevo, los países que conforman la vieja Europa comenzaron a atravesar por un período fascinante, tanto desde el punto de vista humano y cultural como teológico, que se conoce con el nombre de proceso de secularización. Algunos lo consideran como haber llegado a la etapa de mayoría de edad de la razón humana, que se emancipa de la fe, de los dogmas, del misterio y de la providencia; pero también puede verse como la hora de reconocer y de asumir, con mayor propiedad, los problemas del mundo; de emplear armónicamente la fe y la razón en el ejercicio de las tareas propias de la comunidad humana, toda vez que Dios, desde tiempos inmemoriales, ha querido dejar al libre y voluntario albedrío una serie de asuntos muy importantes y cero triviales. Me refiero a la política, la economía, la ciencia y la investigación, las artes, la literatura, la sociología, la comunicación, la moda, el marketing, las nuevas tecnologías, la salud, la ecología, la física nuclear, la astronomía y un larguísimo etc. ¿Y la religión? La religión cristiana fue la primera impulsora de la secularizaición. Hay personas que, abandonando las tareas seculares o temporales, asuman el cuidado pastoral de las almas, la guía y conducción de la religión. La iglesia católica tiene una larga tradición sacerdotal y clerical, que se remonta nada menos que a los doce apóstoles que siguieron las enseñanzas de Jesús de Nazaret y las difundieron por el mundo. El clero, la jerarquía de la iglesia y las órdenes religiosas, prepararon el terreno para este proceso de secularización. No se dedicaron sólo a la cura de almas, en un primer momento, sino que se afanaron en proporcionar las directrices, la formación, las instituciones y los instrumentos necesarios para poner en marcha toda una civilización, de modo que fuera concebida al servicio de la persona humana. No hay razón alguna -más que la mesquindad- para no reconocerle al catolicismo sus incansables esfuerzos a favor de casi todas las áreas humanas arriba mencionadas ¡Hasta la banca, los intereses y los sistemas de crédito y finanzas se los debemos a los monjes medievales! Digamos que la religión cristiana formó hombres e instituciones preparados para asumir, libre y responsablemente, las tareas seculares. Como una buena madre forma a sus hijos y luego los deja actuar libremente, así lo hizo la Iglesia en Europa.


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¿Demasiada independencia? Era justo emprender un proceso de separación para poder llegar a más, haciendo cada uno lo propio que le corresponde. Darle autonomía al pueblo creyente, a los laicos, es el mejor invento y la actitud más respetuosa de la libertad humana. A partir del Renacimiento este fenómeno se manifestó con más intensidad, y la primera interesada en promoverlo fue la misma conciencia cristiana, es decir, no hizo falta una invasión bárbara, ni ruptura con la tradición, ni incursión de otro credo religioso para que la Iglesia como institución, con susórganos de gobierno, reconociera los limites y ámbitos de su específica misión y de su poder. Progresivamente, el occidente cristiano fue cambiando, y fue cambiando para bien. Sin duda hemos llegado a más en todo, en lo divino y en lo humano. ¿Qué fue lo negativo? Pero hay una corriente dolorosa, una herida profunda en todo este proceso. Me refiero a la lamentable división de la Cristiandad occidental en distintas confesiones cristianas; división que se debió más a los desórdenes morales de sus fundadores, que a las necesidades de una cultura local determinada, o al proyecto europeo, universal y civilizatorio, que comenzócon el Imperio Romano y terminó de afinarse gracias a la influencia del humanismo cristiano. Hay que decirlo con respeto pero con claridad: Si hubo un proyecto que la cultura protestante alteró éste fue el proceso de secularización: los reyes y príncipes volvieron a tomar las riendas de la fe y de la religión; la cultura se mezcló con los distintos credos y ritos como si éstos últimos fueran un asunto folklórico y local; la salvación se asoció con la riqueza material y el trabajo. Todo se divinizó, volvimos atrás. Incluso se justificó de nuevo la guerra de religiones, dejando un saldo tremendo en vidas humanas. El descubrimiento de América por parte de una monarquía católica abrió nuevos cauces a la evangelización y a las tareas propias de los clérigos. Pero la Monarquía, como cualquier hijo de su tiempo, también retrasó el proceso de secularización y volvió a implementar un mandato omniabarcante y clerical en "estos nuestros reinos" católicos. ¿Todo se perdió? El proceso de secularización es indetenible en la mentalidad cristiana. Los primeros pasos hacia la laicidad del estado los dio Francia con sus ideales republicanos. La ilustración fue, sin duda, un movimiento secularizante, tendiente a resaltar el papel de la razón en la construcción de una sociedad más justa e igualitaria, y en la revitalización del sistema democrático. El republicanismo tiene la virtud de basarse en valores elementales, otorgando libertad en todo lo demás. No posee dogmas de fe ni proclama una religión oficial. Aunque los valores en los que se sustenta son de matriz cristiana, los seculariza, es decir, extrae de ellos su contenido religioso y se queda con lo humano. Mientras los demás países de Europa seguían sumidos en una fe religiosa al rey, los franceses se declararon en contra de una autoridad absoluta. Quizás ello fue así porque fueron los que más sufrieron más las arbitrariedades del absolutismo monárquico.


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¿Y qué pasó después? Los ideales de la Revolución Francesa se extendieron por todo lo largo y ancho de la cultura occidental, a excepción, quizás, de Estados Unidos que promovió su propio modo de entender el secularismo, un tanto más abierto a la trascendencia y a lo divino, y menos receloso de la presencia de Dios en la cosa pública. La razón ilustrada se fue agotando por su excesivo radicalismo ateo. Sus ideales se convirtieron prácticamente en consignas de guerra, frases de una nueva revolución. Los ilustrados quisieron cortar con la tradición; instaurar un nuevo sistema de signos y símbolos culturales; una nueva historia, una nueva moral y una nueva legislación. La revolución fue una especie de emancipación de la razón a ultranza que pretendió barrer de la cultura todo aquello que no fuera totalmente aprehensible y dominable por ella. Nuevas heridas Lógicamente, aquí se asoma el otro peligro de la secularidad que es el ateísmo. Prescindir absolutamente de Dios al punto de considerarlo un estorbo para el progreso humano; más aún, conviene eliminarlo de la cultura, de las costumbres y de las tradiciones. La segunda herida casi mortal al proceso de secularización, sin duda, han sido las ideologías ateas con la consecuente intención de burlar, perseguir y abominar de toda fe religiosa. Entre ellas, la más agresiva es el marxismo, tanto por su interpretación del materialismo histórico como por sus ideas acerca del súperhombre que se basta a sí mismo, que puede ser revolucionario y modificar todo el status de la sociedad, a base de voluntad y manipulación ideológica. El marxismo ha permeado todos los ámbitos de la cultura occidental: la economía, el arte, la cultura, la concepción de la familia y del sexo, la política y la sociología. Se ha instalado en la universidad y ha sido el esquema de estudio de jóvenes, maestros e intelectuales. El marxismo no sólo inspiró el comunismo alemán, soviético, chino y cubano, sino también el movimiento estudiantil que originó el mayo francés, las protestas de los años 60, la revolución sexual anti-familia, los hippies, la droga, el feminismo y la contracepción como reivindicación de la mujer occidental. Este neomarxismo no es rojo, es multicolor y posee un enorme atractivo cultural. Detrás de él están las ideas de Marx y de Freud: un cóctel de materialismo y determinismo puro que empujó a las personas a plantearse la felicidad como placer, la economía como lucha de clases, la familia como comuna de libertinaje, y el sacrificio por el otro como una infeliz sumisión o mecanismo de auto-represión. El marxismo comunista y totalitarista que se instaló en la Unión Soviética no ha rendido los frutos culturales del neomarxismo, que aún sigue inspirando un estilo de vida sin compromisos ni amor más allá del enamoramiento momentáneo: el amor entendido únicamente como satisfacción.


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¿Es posible la secularidad cristiana? Originariamente, la idea de secularidad y laicidad no excluye la religión ni la moral natural, ni los valores fundamentales del cristianismo. La justa separación entre lo temporal y lo divino no arroja al hombre al abismo de una libertad sin sentido. No priva del conocimiento de lo que es el bien y el fin de la vida humana; no induce a la autodestrucción ni a una vida desordenada o poco saludable. Concebir así la laicidad es hacer de ella una ideología materialista, un tanto irracional en algunos campos, incapaz de Dios, sin duda. ¿Cuál es la ruta? Así con golpes y traspiés avanza la secularización en Europa, que no deja de ser buena y necesaria, aunque le falte, en ocasiones, conducción y doctrina. Hay que encontrar el equilibrio: reivindicar el lugar de Dios en la vida de cada persona, de cada cultura y de cada sociedad. En esto dos siglos los Papas han tenido un papel fundamental. El siglo XX, que se estrenó con un nuevo formato de guerra de magnitudes impensables, nos trajo, quizás, los mejores pontífices que haya conocido la historia de la Iglesia. Comprometidos con los problemas del mundo supieron aportar soluciones sin retroceder en la intención de vivir a cabalidad el norte secular: "al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios". A los cristianos de a pie les toca lidiar con los problemas concretos; la Iglesia estápara orientar, para guiar y para sanar las conciencias. No está para ocupar cargos políticos y mucho menos para declarar la guerra a nadie. En este sentido, me resultan particularmente claras las ideas del Papa Emérito Benedicto XVI, a quién se considera el Papa de la razón, o más bien, de la armonía fe-razón. Fueron muchos los discursos, homilías, escritos, audiencias, etc. en las que glosó reflexiones en torno a la laicidad, la ciencia, la doctrina social, el lugar de la fe hoy, la conciencia cristiana, el relativismo, las nuevas tecnologías, la ética y un largo etcétera. El tema de la laicidad implica sobre todo la formación de la conciencia humana, porque no se trata de imponer dogmas, conductas, principios o ideologías, sino que cada persona encuentre un norte para su libertad. Los recientes asesinatos a los caricaturistas del semanario francés Charlie Hebdo reflejan la actitud fundamentalista de quienes no creen en la libertad. Pero tampoco creeríamos suficientemente en ella si no luchásemos por mejorar, por corregirnos, por convertirnos en seres más respetuosos del otro, en definitiva, si no nos esforzáramos seriamente por amar más y mejor al prójimo, máxima que resume toda la fe cristiana: "La calidad de la vida social y civil, la calidad de la democracia, dependen en buena parte de este punto crítico que es la conciencia, de cómo es comprendida y de cuánto se invierte en su formación (...) Si la conciencia vuelve a descubrirse como lugar de escucha de la verdad y del bien, lugar de la responsabilidad ante Dios y los hermanos en humanidad, que es la fuerza contra cualquier dictadura, entonces hay esperanza de futuro (...) En la formación de las conciencias, la Iglesia ofrece a la sociedad su contribución mas singular y valiosa" (Benedicto XVI, Croacia: 2011).


Francisco J. Blanco

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Profesor de Comunicación Social y Educación

EL CINE EN VENEZUELA: LO QUE MOSTRAMOS Y LO QUE SOMOS Hablar de Venezuela, siendo venezolano es como ser San Agustín y hablar del tiempo en sus confesiones: “Si me preguntan sobre el tiempo sé que es, pero si me pides explicarlo no puedo hacerlo” . Venezuela es una perla en el Mar Caribe. Es la expresión más subdesarrollada del norte de América y la versión más extranjera del sur del continente. Es el hermano del medio, en esa familia donde el hijo mayor hace lo que dicen los padres y el menor hace lo que quiere, mientras que el del medio está sin atención y flotando en dos aguas. Mi país es un misterio mestizo si lo ves desde fuera, donde el Mundo gira a una velocidad, y donde los paradigmas sociales y políticos van en otro compás; en mi país todo tiene su propio tiempo y nada obedece al movimiento del mundo. En cambio, si lo vez desde adentro, es un país dual, dos colores, dos posturas, dos realidades y dos estaciones. Venezuela sufre una adolescencia histórica con nuestros escasos 200 años de independencia, una infancia política por la ingenuidad de nuestros procesos, y una niñez cultural por la ausencia de identidad que padecemos, pero también por el siempre temible endoracismo que nos caracteriza. Esta realidad se debate día a día, con la alegría, el chiste y el cierto grado de empatía que tenemos en esta orilla del mundo, donde lo que es presa y baldío, a veces se dan la mano, a veces comen juntos y a veces viendo una película se reconocen. Nuestro cine no es una isla solitaria en esta marejada, nuestro cine de ambos lados de la pantalla vive, respira, se alimenta, y sin duda es, una realidad aglutinada que es Venezuela. El cine Venezolano tiene una historia en etapas, desde los experimentos al estilo Lumière de Manuel Trujillo Durán en 1897, hasta la irreverencia Tarantiniana de “Pipí mil, pupú 2 Lucas” del 2014. En 117 años Venezuela se ha querido retratar en celuloide, utilizando historias de nuestra literatura como “La Trepadora” de Rómulo Gallegos dirigida por Enrique Zimmerman (1916), mostrando guiones originales como la primera película de ciencia ficción de Venezuela “EFPEUM” de Mauricio Odremán Nieto, experiencias documentales de Margot Benacerraf e incursiones creativas que van desde lo más artesanal como lo pueden ser las primeras películas de Diego Rísquez, hasta grandes trucos digitales como en “Elipsis” de Eduardo Arias-Nath. Al parecer nuestro cine apunta creativamente a muchos lados, los directores buscan hacer obras realmente artísticas, que expresen la realidad del país, que diviertan al ciudadano, que se vea reflejado, que lo haga pensar, que no sea comercial, pero que los realizadores puedan vivir de eso, que sea creativo… en fin, una suma de cosas que, lamentablemente, no siempre resultan, porque no tenemos una industria formada, hay pocos lugares donde instruirse dentro del arte cinematográfico y como en todas partes del mundo, el campo laboral es muy cerrado. En realidad, el común denominador de nuestro cine es la necesidad de mostrar la “Venezolanidad”, pero, el detalle está, que según las épocas de nuestro cine, en Venezuela solo hay líderes de la independencia, dramas y culebrones en burdeles, policías corruptos, sexualidad que desborda ciertos patrones morales, crímenes a la orden del día, desnudez femenina injustificada y todo, todo con un lenguaje soez.


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Estas características que subrayan en gran medida al cine de acá, ha hecho que nuestra audiencia rechace las películas, bien sea por distancia social con el contenido de las historias, por el cliché de las mismas, lo vulgar de las tramas, el hecho de que por su contexto no sean para toda la familia, cosas que debilitan la industria.Por cosas como éstas, la audiencia venezolana se separa de su cine, pero, si bien es cierto lo que dice el cineasta argentino Jorge Coscia, ''Un país sin cine propio es como una casa sin espejos'', este fenómeno lo podemos ver desde dos perspectivas: una es que a los venezolanos no nos gusta vernos en el espejo, y la otra, podría ser que el reflejo de ese espejo, no nos gusta. En la primera perspectiva, hay un problema complicado, porque, si no nos gusta vernos en el espejo, entonces no queremos ver lo que somos, y si no vemos lo que somos, no nos conocemos, no podemos ensimismarnos y el acto introspectivo de la reflexión se anula sin reconocimiento de uno mismo. Si no nos vemos al espejo, entonces, no queremos ver la crudeza fehaciente que representan nuestras películas, nos cegamos ante la posibilidad de ver la realidad del otro, bien sea porque no queremos verla, o tal vez no impacte tanto que la repudiamos, o a lo mejor es que es diametralmente distinta a la mía y no la creemos posible dentro del mismo país, dentro de la misma ciudad, simplemente porque no nos importa, o por miedo a reconocer que al que ponen de malo en la película es alguien como uno, y que si te ves en ese espejo te va a dar miedo tu propio reflejo. En la segunda perspectiva, hay también un problema complicado: no nos gusta lo que vemos reflejado en la pantalla, pero la realidad no se distancia tanto de la ficción. Por ejemplo, criticamos el lenguaje vulgar de las películas, pero hablamos así; nos disgusta la sordidez, el machismo o el trato a la mujer que vemos en las películas, pero la violencia doméstica en Venezuela es preocupante: 1 de cada 10 mujeres en el país denuncia agresión por parte de sus parejas . Nos parece de terrible el morbo injustificado y la moral ambigua que tiñen las tramas, pero la familia en Venezuela es una especie en vía de extinción; nos aterra la inseguridad que lastimosamente vivimos hoy en día, ladrones que sin piedad asesinan a mansalva tengas o no lo que te piden, pero el cine con historias de delincuentes es hoy lo que marca la pauta en Venezuela. Eso es lo que mostramos y lo que somos, pero más allá de todo esto, vivimos en Venezuela momentos interesantes en el cine. Desde inicios del milenio hasta la fecha, se han estrenado cerca 130 películas, estamos hablando de 8 a 14 producciones al año, lo que muestra un claro crecimiento; además existe una ley de cine que obliga a las salas comerciales a promocionar y proyectar las películas fabricadas acá, tenemos cerca de 33 Festivales y muestras de cine al año, hay publicaciones sobre nuestro cine como VISOR (Guía profesional del Cine en Venezuela), institutos gubernamentales como La Villa del Cine, La Cinemateca Nacional y el CENAC (Centro Nacional Autónomo de Cinematografía) financian anualmente cerca de un 90% de las producciones nacionales y beneficia la creación de las llamadas “Salas Comunales” que proyectan películas nacionales y producciones alejadas de los cánones hollywoodenses; también hay al menos seis instituciones académicas de cuarto nivel que forman a futuros cineastas, guionistas y editores, donde su creatividad apunta a nuevos horizontes expresivos del cine. Por lo tanto, nuestro cine es como nuestro país, un misterio mestizo que quiere vivir, una generación que quiere ser escuchada, encontrar su identidad en una industria que se está desarrollando, una audiencia que necesita reconciliarse con su cine, reconocerse con historias más creativas que se convertirán en las películas que mostramos y las que somos.


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RECOMENDACIONES DE PROFESORES

n lac Profesora Mariana Moreno

Facultad de Ciencias de la Comunicación e Inform

ación

Recomienda ver: El estreno de la película “Tres Bellezas” del zuliano Carlos Caridad Montero, periodista, director y guionista de cine.

ndra Casanos va Profesora Aleja Asociación de Egresado Coordinadora de la

: Recomienda el libro de sentido” “El hombre en busca de Viktor Frankl.

Profesor Jose Antonio Dominguez Facultad de Ciencias de la Comunicación e Información

Recomienda leer: El Manual de Comunicación para las Organizaciones Sociales” de la ONG Argentina Comunia. Los interesados pueden escribir al siguiente correo, para solicitar el manual: acasanova@uma.edu.ve

Cordinadora Nacary Flores

Coordinadora de 2do y 4to Coordinadora 2doaño y 4to añoaño dede la Facultad de Ciencias Comunicac ión Social de la Comunicación e Información

Recomienda el libro: “Comportamiento Organizacional” 7ma Edición Autoe Stephen P. Robbins


Johanna Figueira se cas贸

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Gisela Faria se cas贸

SOCIALES

Patricia Bradley se cas贸 por civil

Mariella Goycochea se cas贸


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