LAS FILÓSOFAS PLATÓNICAS

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LAS FILÓSOFAS PLATÓNICAS HISTORIA DE LAS MUJERES “DOROTEA SANTOS” LAS PLATONICAS https://sites.google.com/site/laruecadeaspasia/3-platonismo

Tras la escuela pitagórica, con sus 28 filósofas, la siguiente escuela en importancia por el número de filósofas que contuvo fue el platonismo. Aquí tenemos que contar hasta con un total de 13 filósofas seguidoras del platonismo, a través de las distintas transformaciones que la escuela fue sufriendo desde que la fundara Platón hasta el neoplatonismo de Hipatia. Pero además de estas 13 filósofas, las fuentes históricas nos hablan de otras tres mujeres filósofas que sin ser platónicas, podrían haber influido notablemente en la filosofía de Platón como maestras. Este es el caso de su madre Perictione, así como de las dos maestras de Sócrates, como fueron Aspasia y Diotima. Así pues, podemos considerar como filósofas del platonismo a dos grupos: el formado por aquellas que influyeron en la formación de Platón: Perictione, Aspasia y Diotima, y sus alumnas directas en la Academia: Lasthenia y Axiotea; así como las filósofas del neoplatonismo. Mènage menciona a cinco mujeres que fueron platónicas: Arria, Gémina madre e hija, Anfilia e Hipatia. Es curioso que cuando consultamos las fuentes sobre los seguidores del platonismo, en una primera aproximación podemos ver que ni Axiotea ni Lasthenia son incluidas como discípulas de Platón. Ni siquiera se menciona el hecho de que impartieran clases en la Academia. Mucho menos son mencionadas otras como Arria, Gémina o Anfilia. La academia antigua, media y nueva, parece caracterizarse por la ausencia total de filósofas. Tampoco las encontramos en el platonismo medio, salvo que integremos aquí a dos posibles filósofas que estarían ligadas como discípulas a Plutarco, al menos así lo cita él, se trata de Clea y Euridice. Donde sí parece que abundan es en el neoplatonismo, pues aquí tenemos a Sosipatra, Hipatia, Asclepigenia y Aedesia, faltando otras figuras que aparecen como Página 1 de 16


LAS FILÓSOFAS PLATÓNICAS HISTORIA DE LAS MUJERES “DOROTEA SANTOS” seguidoras de distintos filósofos neoplatónicos, como es el caso de Quione, Gemina y Anficlea alumnas de Plotino, Marcela esposa de Porfirio, Arete a quien Jámblico dirige una carta, o por último Arria quien parece que fue conocedora de la obra platónica. En total 18 filósofas, de las cuales nos ha quedado una información muy desproporcionada. Aunque al menos hoy sabemos que existieron. Sus nombres son: Perictione, Aspasia, Diotima, Lasthenia, Axiotea, Arria, Gémina madre e hija, Clea, Eurídice, Anfilia, Quione, Marcela, Arete, Sosipatra, Hipatia, Asclepigenia y Aedesia.

DIOTIMA DE MANTINEA

¿PERSONA O PERSONAJE? Contemporánea de Aspasia, al decir de Platón, con la diferencia de que ésta fue una persona real y de Diotima tenemos serias dudas acerca de si existió o no. La hipótesis de las fuentes históricas es que se trata de un personaje, así Bury, Wilamowitz y Natorp sostienen su carácter ficticio con dos argumentos, uno fuerte y otro débil. El argumento fuerte hace referencia al hecho de que no existan otros testimonios históricos antiguos diferentes a los de Platón en el Banquete que hablen de ella. Sobre su persona sólo Platón en época clásica ha hablado, no así algún otro de los discípulos de Sócrates, como sí hicieron de Aspasia. Después de Platón, en época pos imperial, ha sido mencionada por autores como Luciano, Clemente y Proclo, entre otros. El argumento débil que la hace personaje de ficción es su condición femenina. Es bien sabido que todos los interlocutores de los diálogos platónicos son hombres. Sólo en dos ocasiones Platón utiliza a dos mujeres para exponer algún tipo de opinión. En los dos casos será Sócrates quien hable por ellas, ya que nunca están presentes, sino a través del recuerdo. En el caso de Diotima, dada la imposibilidad-dificultad de que una mujer, sacerdotisa de Apolo, asistiese a un banquete, lugar reservado sólo para mujeres de mala reputación. ¿Pero y en el caso de Aspasia? El Menéxeno no es un banquete. En este segundo caso, entiendo que Platón no se molesta en presenciarla dado que su discurso, esencialmente retórico, es un constructo artificial, muerto y memorístico, conforme a guion, en el cual no se manifiesta la verdad de la mayéutica. En cualquier caso, nunca Platón se atrevió a ceder la palabra a ninguna mujer. Ni a enfrentar a Sócrates con ninguna. Hubiese estado bien hacerlo en el Menéxeno, como en el Gorgias. Defendiendo el carácter real y existente de Diotima se encuentran W. Kranz, A.E. Taylor o M. E. Waithe. El argumento más fuerte utilizado es que todos los otros personajes de sus diálogos son reales, históricos. Es curioso el paralelismo que existe en los orígenes de la filosofía entre filosofía y mántica. Según Laercio, Themistoclea, sacerdotisa délfica, fue maestra de Pitágoras en asuntos morales. Diotima lo sería de Sócrates, al decir de Platón en Banquete 201d, en asuntos amorosos o en los misterios de Eros. Así Diotima, sacerdotisa y filósofa, enseña a Sócrates-Platón porque ella es sabia en el amor y otras muchas cosas. Página 2 de 16


LAS FILÓSOFAS PLATÓNICAS HISTORIA DE LAS MUJERES “DOROTEA SANTOS” La época clásica de la Cultura Griega abarcó el siglo V a. C. —llamado el Siglo de Pericles— y la primera mitad del siglo IV a. C. Esta edad dorada de la Humanidad, especialmente en la ciudad de Atenas, vio nacer a muchos grandes filósofos, artistas y sabios de toda índole, que cimentaron nada menos que nuestra actual Cultura Occidental. Tal riqueza de conocimientos sigue influyendo en las mejores iniciativas actuales. En esa época, destacaron una fundamental tríada de filósofos griegos: Sócrates, maestro de Platón, a su vez maestro de Aristóteles. Gracias a los primeros dos sabemos acerca de una singular mujer, poco conocida y de enorme inteligencia: DIOTIMA DE MANTINEA. Platón en su obra El Banquete consignó que Sócrates conoció en persona a esta sacerdotisa del dios Apolo en el 440 a. C. Fue después de oficiar una efectiva ceremonia de purificación, invitada por Pericles, pues Atenas había sufrido por 10 años una epidemia de peste bubónica, ocasionada por una bacteria transmitida por la picadura de las pulgas de las ratas. Ese encuentro fue decisivo en el joven Sócrates, pues Diotima lo inició en los misterios del semidiós Eros o Cupido (el amor), pertenecientes a la ancestral tradición órfica. Esta sabia provenía de la ciudad de Mantinea, situada en la bucólica Arcadia, en el centro del Peloponeso, Grecia continental. Además de sacerdotisa, fue filósofa, vidente, y terapeuta. En el hermoso diálogo El Simposio o Banquete, Platón da a conocer su idea del amor perfecto, o platónico. Se desarrolla en casa del poeta trágico Agatón para celebrar su victoria en las fiestas Leneas del 416 a. C. Tras la comida, Erixímaco propone que cada uno de los invitados improvise un elogio a Eros, pues, según comentarios de Fedro, siendo este dios uno de los más importantes, rara vez es enaltecido como merecía. La intervención más relevante es la de Sócrates, quien recuerda las enseñanzas de Diotima de Mantinea y expone su inmortal doctrina sobre el amor. Algunos académicos piensan que Platón basó al personaje de Diotima en Aspasia de Mileto, compañera de Pericles, quien lo impresionaba muchísimo por su inteligencia, decisión y belleza física. También se ha especulado que Diotima, en realidad, encarna el pensamiento de Sócrates y del propio Platón sobre el amor. Este asunto está por resolverse; sin embargo, algunos especialistas afirman concluyentemente que Diotima de Mantinea realmente fue un personaje histórico, pues casi todos los personajes que aparecen en los diálogos de Platón, realmente vivieron en Atenas: prueba de ello es un bajorrelieve que data del siglo IV a. C. en el cual se la representa. FUENTE: http://www.prensalibre.com/escenario/cultura/Diotima-Mantinea-sacerdotisa-amor_0_645535524.html

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LAS FILÓSOFAS PLATÓNICAS HISTORIA DE LAS MUJERES “DOROTEA SANTOS” EMILIO LLEDÓ. El Eros de Diotima Un tesoro de mujeres excepcionales nos ha legado la cultura griega. El dolor, la fidelidad, la justicia, la alegría, la belleza, la amistad, la bondad, llenan las páginas de la épica o la tragedia y a las que "no muerde el diente envidioso del tiempo". Esos sentimientos ideales los encarnan personajes femeninos que han llegado vivos hasta nuestros días como Ifigenia, Helena, Creusa, Calipso, Fedra, Danae, Antígona, Penélope, Electra, Nausicaa, Dafne, Casandra. Pero entre estas maravillosas mujeres aparece una genial desconocida de la que sólo sabemos su existencia por El banquete, de Platón, esa obra maestra sobre el amor. Su nombre es Diotima, "la extranjera de Mantinea", que destaca entre todos los personajes femeninos que pueblan este fabuloso universo, este Partenón ideal. De Antígona, Nausicaa, Helena, sabemos sus historias, lo que hicieron y padecieron. A Diotima la cerca un gran silencio. Sólo muchos siglos después aparece una Diotima luminosa y amorosa en el Hiperion de Hölderlin. Ninguna otra referencia encontramos en la literatura griega, y se supone que, como la Dulcinea cervantina, fue ese nombre "músico y peregrino" también un invento de Platón. Es sorprendente que en boca de esa misteriosa mujer aparezca la primera interpretación y teoría del Eros. El dios del amor llena con sus hazañas toda la literatura griega, pero es precisamente en El banquete, en el que varios hombres intentan definir el origen y sentido del Eros, donde brilla el discurso y la interpretación de la clarividente mujer. En el diálogo platónico hay, como es sabido, varios discursos explicando el fenómeno amoroso. Por ejemplo, el de Aristófanes donde se cuenta la historia de una naturaleza humana hecha de extraños seres con cuatro brazos, cuatro piernas, dos órganos sexuales y dos rostros. A esos seres redondos de extraordinaria fuerza e inteligencia, los dioses, por temor a su poder, los partieron en dos. Tal fractura es la razón de que esos seres rotos anden continuamente buscando la mitad perdida. La característica esencial de la vida será, pues, esa sustancial insuficiencia. No somos autárquicos: necesitamos del mundo que nos rodea y de los otros seres que nos acompañan en el camino. Una necesidad que se manifiesta en el amor como expresión de la natural pobreza. Lo mismo que las palabras nos hacen animales distintos de los otros mamíferos y nos posibilitan la mutua comunicación y comprensión a través del universo ideal del lenguaje, el amor nos empuja a otra forma de identificación a través de los múltiples reclamos del bien y la belleza en el cálido universo afectivo de los sentimientos. DIOTIMA, "QUE ME ENSEÑÓ LAS COSAS DEL EROS", según recuerda Sócrates, añade varios matices fundamentales a todo lo que han dicho quienes hablaron antes que ella. La extranjera de Mantinea cuenta, además, el origen de este dios o daimon que "no es ni bello ni feo, ni bueno ni malo", sino algo intermedio -metaxy- entre los dioses y los humanos. Y precisamente en ese carácter de mediador radica la fuerza de Eros, que levanta en los mortales un impulso hacia la hermosura, hacia el bien, hacia la sabiduría. Los dioses no filosofan, "porque ya tienen el saber". Tampoco, refiere Diotima, filosofan los ignorantes, porque la ignorancia en la que están sumidos les impide añorar el saber que se hace presente como filosofía, como forma incesante de amor, de tendencia y apego al verdadero conocimiento de la naturaleza que somos, de la naturaleza en la que estamos. La ignorancia es el castigo supremo de los hombres, y su reino es el de la oscuridad. Sólo el Eros, como divinidad mediadora, como comunicador de ideas, como alumbrador de miradas y sentimientos, quiere salir de la ignorancia levantando esa inagotable fuente de deseo que embellece e ilumina, a pesar de tantas limitaciones, nuestra siempre admirable condición carnal. El carácter de mediador lo debe Eros a su propio origen: cuando nació Afrodita, los dioses celebraron también un banquete. Allí llegó a mendigar Penía, la pobreza. Poros, el hijo de Metis, diosa de la prudencia, del saber y de la astucia, "entró embriagado en el jardín de Zeus y se durmió". Penía, ansiosa por salir de su miseria, se acostó junto a Poros y engendró a Eros con él. Página 4 de 16


LAS FILÓSOFAS PLATÓNICAS HISTORIA DE LAS MUJERES “DOROTEA SANTOS” ESTA TENSIÓN CONTINUA, esta búsqueda de unión y de compañía, esta lucha entre la pobreza y la riqueza, entre la muerte y la pervivencia, arranca del supuesto desequilibrio en el nacimiento de Eros. Como hijo de la pobreza, está lleno de necesidades, "vive al borde de los caminos" y anda siempre, en su desamparo, buscando cobijo; mas por parte de su padre "está al acecho de lo bello y de lo bueno y es ávido de sabiduría". Un seguidor eterno de aquello a lo que aspira. Esa búsqueda es, precisamente, lo que da sentido al vivir. La tensión amorosa engaña a los seres humanos haciéndoles creer que va a ser definitivamente suyo aquello a lo que aspiran. Un engaño que, paradójicamente, da aliento y felicidad, porque aunque la indigencia se mantenga a lo largo de cada tiempo, esa insistencia del deseo en el pervivir es una forma memoriosa de dicha. El Eros nos hace salir de nosotros mismos, nos arranca de la soledad y nos inserta en un mundo distinto y perenne donde la efímera individualidad se alza hasta la verdad y la belleza "con lo que todo bueno está emparentado". Ese ascenso es una muestra de cómo en el desvelo amoroso, sometido a la propia estructura corporal, brota la esperanza que es, en el río del amor y la memoria, la forma humana de eternidad. Todo lo otro que ha montado el gran engaño de la ignorancia es pura miseria y, en el peor de los casos, pura perversión lastimosa del inabarcable territorio del amor. "En él sí que merece la pena vivir", dijo la mujer de Mantinea. * ESTE ARTÍCULO APARECIÓ EN LA EDICIÓN IMPRESA DEL DOMINGO, 4 DE OCTUBRE DE 2009. https://elpais.com/diario/2009/10/04/eps/1254637623_850215.html

LASTHENIA DE MANTINEA Y AXIOTHEA DE FLIUNTE (s. IV a. C.) De ambas hablan Laercio en Vida de Platón, III, 23; Espeusipo, IV, 1; Clemente de Alejandría, Stromata, IV; Temistio, discurso XII, Sofista. Sabemos por Laercio que ambas fueron discípulas de Platón y posteriormente de su sobrino Espeusipo. Que Axiotea acudía a clase vestida de hombre y que en época de Espeusipo hubieron de pagar por asistir. Desconocemos todos los datos biográficos relativos a sus nacimientos y familias. Aunque sí podemos situarlas en el siglo IV a. C. Aunque Dionisio hace referencia a que enseñaba filosofía una de las dos, no conocemos nada de sus actividades filosóficas. Conocemos la motivación que llevó a Axiotea a viajar hasta Atenas para estudiar en la Academia después de haber leído la República de Platón. ¿Cómo debió sentirse Axiotea ante la incongruencia platónica entre la República, donde hombres y mujeres eran iguales y la Academia, donde tenían que asistir vestidas de hombres? Lo curioso de todo esto es que siendo Platón un pensador revolucionario en el tratamiento de la justicia y el reconocimiento de las capacidades igualitarias de mujeres y hombres, en cambio, no admitió mujeres en su escuela. Es más, incluso las dos que sabemos que asistieron al final, lo hicieron vestidas de hombres. Hay muchas incongruencias en Platón en lo relativo a si fue un protofeminista o un misógino. Existe una contradicción, al menos aparente, en el hecho de que tanto Axiotea como Lasthenia asistieran disfrazadas. ¿Por qué la Academia, con el protofeminismo platónico, no las aceptó simplemente como mujeres? Página 5 de 16


LAS FILÓSOFAS PLATÓNICAS HISTORIA DE LAS MUJERES “DOROTEA SANTOS” BIOGRAFÍA DE ESPEUSIPO Esto es cuanto he podido recoger acerca de Platón, con el cuidado posible, de lo que de este varón escribieron otros. Sucedióle Espeusipo, natural de Mirrina en el territorio de Atenas, hijo de Eurimedonte y de Potona su hermana (257). Regentó su escuela ocho años, empezando de la Olimpíada CVIII. Puso las estatuas de las Gracias (258) en el museo que Platón había fundado en la Academia. Siguió enseñando los dogmas de Platón, sin embargo de que sus costumbres eran otras; pues era iracundo, y los deleites lo tenían avasallado. Se dice que una vez, tomado de la ira, arrojó un perrito en el pozo; y que arrastrado del deleite de la comida fue a Macedonia a las nupcias de Casandro. Dicen asimismo que fueron discípulas suyas Lastenia Mantineense y Axiotea Fliasica, que lo habían antes sido de Platón. Así, Dionisio le escribió mordazmente diciendo: «Aun de tu Arcade discípula aprenderemos filosofía». Y también: «Platón enseñaba sin paga a los que concurrían a su escuela; pero tú recoges tributo y paga de grado y por fuerza». http://www.e-torredebabel.com/Biblioteca/Diogenes-Laercio/Vida-Filosofos-IlustresEspeusipo.htm

ARRIA (s. III) De ella sabemos que se dedicó al estudio de los libros de Platón y que fue valorada por los Emperadores, viviendo ella en tiempos del emperador Alejandro Severo. Parece ser, en opinión de Mènage y siguiendo a Reinesius, que fue a Arria a quien Laercio dedicó su obra, llamándola “estudiosa de Platón”. De ella no sabemos que estuviese ligada a pensador alguno. En la Vida de Platón, pár. 22, pág. 195, habla Diógenes con una mujer (a quien parece dedica su libro), diciéndola: Φιλοπλάτονι δέ σοι διχαίως δπαρχούση, etc.: «Y siendo tú con tanta razón aficionada a Platón, e inquieres con suma diligencia los dogmas de este filósofo, etc.» Lo mismo hace en la Vida de Epicuro; pero en ninguno de los dos lugares la nombra. Tomás Reynesio (lib. II, var. lect., cap. XII) conjetura juiciosamente que esta señora pudo ser una filósofa llamada Arria, muy estimada de los emperadores romanos de su tiempo por sus estudios y prendas. El fundamento de Reynesio es un pasaje del libro titulado De la triaca, a Pisón, que anda entre las obras de Galeno, aunque dicen no es suyo. Las palabras del pasaje son: «Mi grande amiga Arria, que los emperadores me recomendaron mucho por su grande aplicación a la filosofía, y que particularmente se deleitaba en la lectura de Platón, sanó de una grave dolencia que tuvo, etc.» Aunque este libro no sea de Galeno, como demuestra Felipe Labbé en su Elogium Galeni, es cierto que su autor fue muy poco posterior a Galeno, y que el libro se compuso en el imperio de Septimio Severo, o en el de Caracalla, esto es, a principio del siglo III. No hay duda de que las palabras de dicho pasaje tienen mucha conformidad con las arriba puestas de Laercio; pero de ello no sacamos más que una conjetura. Vida de Diógenes Laercio, José Ortiz y Sanz[1] [1] Traductor de la obra de Diógenes Laercio "Vidas, opiniones y sentencias de los filósofos más ilustres". En el tomo 1 de la edición publicada por Luis Navarro, Biblioteca Clásica, Madrid, 1887. Ligadas a Plutarco CLEA S. I-II La única referencia que parece tengamos se la debemos a Plutarco, quien le dedicó sus Virtudes de Mujeres y donde comenta que ella era versada en la lectura de libros. Esto permite a Mènage conjeturar que era filósofa. http://filoencandas.zobyhost.com/departamento/textos/mujnombre/clea.pdf http://letras-uruguay.espaciolatino.com/aaa/jimenez_corretjer_zoe/mas_alla_del_canon.htm Página 6 de 16


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EURIDICE (s. I-II) Como en el caso anterior, Plutarco escribe para ella y su marido sus Preceptos conyugales. Dice que había sido educada en la filosofía. Había sido discípula de Plutarco. En esta dirección se puede seguir un estudio sobre la mujer, el amor y el matrimonio en la obra de Putarco: hacer un rastreo con el término Euridice. Clea también es mentada al final del documento. http://www.raco.cat/index.php/Faventia/article/viewFile/50767/55722

NEOPLATONISMO

Si consultamos en un manual quiénes fueron las seguidoras neoplatónicas, encontramos, con suerte, que tan sólo Sosipatra, Hipatia, Asclepigenia y Aedesia aparecen como figuras femeninas ligadas a la escuela. En cambio, hubo una serie de mujeres filósofas que sí estuvieron vinculadas a notables filósofos antiguos, como es el caso de Plotino, Porfirio y Jámblico.

DISCÍPULAS DE PLOTINO A diferencia de la Academia platónica donde no se admitían mujeres, en este relieve romano podemos ver a Plotino rodeado de sus discípulos. Es curioso porque en él podemos apreciar a dos mujeres junto a la figura principal del maestro. Y es que conocemos que al menos hubo tres mujeres vinculadas a él.

Plotino y sus discípulos. Relieve romano

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GEMINA MADRE E HIJA, Y QUIONE (s. III) Gemina madre e hija llegaron a ser discípulas de Plotino cuando éste se encontraba en Roma. Ambas pertenecen al siglo III, como una tal Quione, que, junto a Gemina madre fueron mecenas de Plotino durante su estancia en la ciudad. Gemina hija fue su discípula.

ANFILIA O ANFICLEA (IV) Hija de Aristón y Anónima. Anficlea fue alumna de Plotino, se casó con el hijo de Jámblico, por lo tanto, nuera de Jámblico, pero no del filósofo neoplatónico, sino probablemente de su abuelo. De ella Porfirio también da noticias en Vida de Plotino. La verdad es que no sabemos mucho más de ellas. Si escribieron algo o no. Lo cierto es que las conservamos en la memoria gracias a que autores como Porfirio las han mencionado. “Tuvo también discípulas intensamente dedicadas a la filosofía: Gémina, en cuya casa vivía; la hija de ésta, que se llamaba Gémina, como su madre, y Anficlea, la que estaba casada con Aristón, el hijo de Jámblico. Y muchos señores y señoras de la más granada nobleza, al acercarse a la muerte, traíanle sus hijos, tanto niños como niñas, y le encomendaban su custodia junto con la de su patrimonio como a custodio sagrado y divinio.” Porfirio, Vida de Plotino, 9,

DISCÍPULA DE PORFIRIO MARCELA (III – IV) Todo lo que sabemos de ella es por ser esposa de Porfirio. También estuvo interesada por la filosofía. La fuente que tenemos para aproximarnos a ella es la Carta a Marcela que Porfirio, su marido, le escribe. De ella se desprende que tenía cierta disposición a la filosofía, de donde podría inferirse que podría haber tenido alguna formación filosófica anterior a conocer a Porfirio. Dado que es el primer texto completo que en mucho tiempo hemos podido examinar, quizá desde las pitagóricas, haremos una aproximación a Marcela a través de la epístola de Porfirio. De la biografía de Porfirio destacaremos dos datos, su nacimiento y la fecha de su matrimonio con Marcela. -

Nace en Tiro, 233 y muere en Roma entre el 302-06. 300 se casa con Marcela. Tiene en ese momento 67 años.

¿Qué llevó a Porfirio a casarse a los 67 años, máxime con una mujer viuda y con siete hijos, cinco hijas y dos hijos? La motivación y justificación de este hecho la podemos encontrar desde el comienzo de la carta, donde tanto en (1) como en (3), destaca:   

“la admiración que sentía por ti y tu predisposición a seguir la auténtica filosofía;” “guía y sabio protector”. “… y te hice partícipe de la filosofía,”

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LAS FILÓSOFAS PLATÓNICAS HISTORIA DE LAS MUJERES “DOROTEA SANTOS” Conocemos la edad de Porfirio al casarse con Marcela, próximo a los setenta años. No sabemos la de Marcela, pero hay dos datos que nos ayudan a construirla. Primero que tuvo siete hijos, cinco chicas y dos chicos. El segundo teniendo en cuenta que la edad para el matrimonio podría ser los 16-18 años, y a razón de un hijo cada cuatro años, Marcela podía contar con unos 38 y 42 años. En cuanto a su carácter, alabado por Porfirio en (3), es descrita como pobre y de mala salud. Desconocemos su país, (4). Su estilo de vida, acorde a la ética neoplatónica, su deseo de verdad y la necesidad de un guía y sabio protector llevan a Porfirio a casarse con ella, a pesar de las dificultades que ello trae, como son las cargas familiares, las amenazas de muerte por no sabemos qué y las calumnias de que fueron objeto. En realidad, en el momento en que escribe la carta que nunca finalizó, sólo habían convivido diez meses, (4). La carta pretende mandarle consuelo y un serie de recomendaciones, (5), que darán lugar a ser una exhortación a la virtud y no porque Porfirio sospeche o desconfíe de ella, sino para recordarle el camino y que ha de ser fuerte, ya que ahora que ella conoce la ontología neoplatónica por la que nuestras almas están caídas, (5), y debido a su ausencia, junto a los problemas que la rodean, y que suponemos son su salud y hacerse cargo de siete hijos, es preciso que sea fuerte y no ceda a aquello que la alejará de la ascesis inteligible. Le aconseja no desesperar por la adversidad, así como no desear cosas materiales, “cosas ajenas”. No ha de ser el sentimiento quien juzgue la situación, sino que ha de poner a la razón. El fin es el ascenso a los dioses, y para ello no es posible llevar una vida cómoda, rica, hedónica. La clave para ponerse en marcha es por el recuerdo de nuestra caída, y por tener interés filosófico: “pensamiento inquieto”, (6). De la carta inferimos que para Porfirio no hay diferencia entre hombres y mujeres para alcanzar la virtud, ya que no hay nada que indique una diferencia de naturalezas entre ambos: hombre y mujer han de esforzarse en alejarse del lugar de la caída y no temer a la dificultad ya que ésta conduce a la virtud mejor que los placeres, (7). Le dice en (33), “No te preocupe el ser hombre o mujer en cuanto al cuerpo, ni te veas a ti misma como mujer, pues no fue como tal como yo me acerqué a ti. Huye de todo lo que es afeminamiento del alma, como si estuvieras revestida de un cuerpo de varón.” Es Marcela una iniciada en la filosofía de Porfirio a través de rituales divinos, y ella ha dado muestras en sus acciones de hacerla práctica, (8), por estar de acuerdo con ello; lo que no tenemos, en cambio, es la opinión de Marcela, aunque tampoco sé si recibió la carta o qué fue… A partir de (11), comienza una lucha contra los ateos, que vamos a recomponer: por la razón sabemos que lo divino está presente en todas partes y en todos los seres humanos. “Nadie puede llegar a ser bueno y noble a menos que conozca la bondad y la belleza que proceden de la divinidad.” (11) “Es imposible que un hombre que ame a Dios ame también el placer y el cuerpo, pues el que a éstos ama debe amar también forzosamente las riquezas. Y el que ama las riquezas debe ser injusto. Y el que es injusto es impío con Dios y con sus padres y peca contra todos los hombres. Y aunque sacrifique hecatombes y adorne los templos con diez mil dones, no deja de ser impío y ateo, y, en su corazón, un saqueador de lugares sagrados. Por eso debemos evitar a todo adicto al amor al cuerpo como persona atea e impura.” (14). “No te asocies con nadie cuyas opiniones no te aprovechen, ni te embarque con él en conversaciones sobre Dios. Pues no carece de peligro hablar de Dios con quienes están corrompidos por opiniones falsas.” (15)

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LAS FILÓSOFAS PLATÓNICAS HISTORIA DE LAS MUJERES “DOROTEA SANTOS” “Las acciones gratas a Dios deben preceder a nuestras palabras sobre Dios, y en presencia de la multitud debemos guardar silencio respecto a Él, pues el conocimiento de Dios no es adecuado para las opiniones vanas del alma”. (15) “Por otra parte, quienes piensan que los dioses no existen y que el universo no está gobernado por la providencia de Dios, tienen este castigo: ni creen por sí mismos, ni creen a quienes afirman que los dioses existen, sino que piensan que el universo está dirigido por un movimiento vacío de razón. Así se han arrojado en un peligro inefable, confiando en un impulso irracional e incierto en los acontecimientos de la vida”. (22) Está claro que Marcela no pudo ser ni sensualista, ni irracionalista ni atea.

DISCÍPULA DE JÁMBLICO ARETE (III-IV) A quien Jámblico dirige una carta Sobre la virtud de la moderación, es miembro de su círculo[1]. [1] Maria Dzielska, Hipatia, Edt: Siruela SOSIPATRA (300-350 aproximadamente) En este momento aparecen una serie de filósofas que no están ligadas a masculinidad alguna y de las que sólo nos ha quedado su nombre. Aparecen como continuadoras, son neoplatónicas y parecen ser las más importantes. Se trata de Sosipatra, Hipatia de Alejandría, Asclepigenia y Aedesia. Nace en Éfeso, asiática de origen y compatriota de Heráclito. Su vida se desarrolla durante la primera mitad del siglo IV. Sabemos que estuvo casada con Eustacio de Capadocia y que tuvo tres hijos, uno de los cuales, Antonino, llegó a ser un filósofo neoplatónico que ejerció la docencia en la escuela de Canopus, en Egipto, y que según Amalia González Suárez[1] fue alumno de Hipatia. Su biografía nos es transmitida por Eunapio en su obra Vida de los sofistas, donde lleva a cabo un estudio de los principales filósofos neoplatónicos, en total, 23 filósofos. Era tal la admiración de Eunapio por Sosipatra que aunque no la incluyó entre los sofistas importantes, sí fue para poner un retrato suyo en el libro, según cuenta Dzielska. Le debemos a Eunapio la noticia de que Sosipatra era filósofa, además de que fue ella misma quien se la enseño a sus hijos, como Arete de Cirene, la cínica, quien educó personalmente a su hijo Aristipo. Tras la muerte de su marido, Sosipatra se trasladó a Pérgamo, otro importante centro para la filosofía. Allí parece ser que enseñó filosofía no públicamente sino de forma privada, al parecer como también hiciera Hipatia con su círculo de alumnos. Era tal su prestigio, que según nos cuenta Eunapio, su escuela llegó a rivalizar con otra importante escuela, la de Aedesio, discípulo de Jámblico. Al parecer, después de escuchar a Aedesio, los alumnos iban a escuchar a Sosipatra. Como en el caso de Hipatia, no conocemos que tuviese alumnas en sus clases. Página 10 de 16


LAS FILÓSOFAS PLATÓNICAS HISTORIA DE LAS MUJERES “DOROTEA SANTOS” En opinión de Dzielska[2], se trataría de la filósofa más influyente de la primera mitad del siglo IV. Su filosofía integraba el platonismo místico con prácticas teúrgicas (mágicas) encaminadas a la adivinación y previsión del futuro; práctica bastante antigua en la peculiar manera de filosofar de las mujeres y que tendría antecedentes tanto en Themistoclea, Hipo, Antusa, como en Aglaonice. [1] Amalia González Suárez, Hipatia (¿?-415 d. C.) Ediciones del Orto, pg 55. [2] Maria Dzielska, Hipatia, Edt: Siruela, pg 127 HIPATIA DE ALEJANDRÍA (355-415) "Hubo en Alejandría una mujer de nombre Hipatia, hija del filósofo Teón. Ésta alcanzó tanto saber que superó en mucho a todos los filósofos de su tiempo, sucedió a Plotino en la escuela platónica por él fundada y expuso a sus oyentes todas las ramas de la filosofía. Por eso, a ella acudían de todas partes estudiosos de la filosofía. Además, a pesar de la confianza en sí misma y de la autoridad que le confería el saber, también con singular modestia aceptaba a veces las críticas. Y no tenía pudor en presentarse a menudo entre los hombres.” Sócrates escolástico, Historia, libro VII, cap. XV. Si nos situamos en el siglo IV y el siglo V, encontramos a cuatro mujeres que destacaron en distinta medida, como filósofas. Cada una de ellas en una de las principales ciudades del Imperio Romano. Sosipatra en Pérgamo, Hipatia en Alejandría, Atenais en Constantinopla y Asclepigenia en Atenas. El caso de Atenais es muy parecido al de Julia Domna, tanto por lo sorprendente de su destino para ser emperatriz, como por el hecho de haber sido una mecenas de la filosofía. De las tres restantes, Hipatia y Asclepigenia llegaron a dirigir una escuela filosófica, Hipatia una en su ciudad natal y Asclepigenia la escuela de Atenas a la muerte de su padre Plutarco de Atenas, habiendo llegado a ser maestra de un importante filósofo neoplatónico, Proclo. Sosipatra también tuvo su propia escuela privada, actividad que comparte con Hipatia quien también enseñaba en su casa. Sin embargo, ha sido de Hipatia de quien más información nos ha quedado, por ello podemos valorarla como la más importante. Nació en Alejandría en torno al 355 y murió en esa misma ciudad, a manos de un grupo de cristianos, en marzo del 415. Hija del filósofo Teón y una vez más, de madre Anónima. Retrato de una mujer, probablemente de er-Rubayat, Museo Británico, de Londres, una idea de cómo podría haberse visto Hipatia FUENTES: De ella sabemos por varios autores. Algunos contemporáneos suyos como el caso de Sinesio de Cirene, que fue alumno suyo y quien le dirige 7 cartas y la menciona en al menos otras cuatro o cinco. De ella, en cambio, hacia él o hacia otro alumno, no nos ha quedado tampoco nada. La fuente más importante es la de Sócrates Escolástico, quien escribió una historia de la iglesia y donde la menciona tan sólo 20 años después de su muerte. Éste fue contemporáneo suyo pero no llegó a conocerla, como Sinesio, quien sí la conoció. Otros autores fueron Damascio, cincuenta Página 11 de 16


LAS FILÓSOFAS PLATÓNICAS HISTORIA DE LAS MUJERES “DOROTEA SANTOS” años después, y que será el último director de la Academia alejandrina, antes de que Justiniano cerrase la Academia Platónica en 529 y expulsase a los filósofos. Suidas también la menciona. Otro autor fue el obispo cristiano Juan de Nikiu. Juan Malalas, Hesiquio y Niceforo. Hesiquio nos ha dicho que son obras suyas una serie de comentarios: sobre Apolonio de Pérgamo y sus secciones cónicas, geometría, sobre Diofante y sobre El canon astronómico. Esta información ha servido, junto a algunas cartas de Sinesio para recomponer en parte lo que se estudiaba en su escuela: matemáticas y astronomía. Malalas nos dice que al morir era una persona mayor. Juan de Nikiu la relaciona con prácticas mágicas malvadas, posiblemente para justificar si cabe, su asesinato, el cual consideramos prácticamente terrorismo de Estado, en concreto, del poder religioso cristiano de Cirilo, que se vale del asesinato para la consecución de sus metas religiosas; pero también del poder político y civil, pues nadie fue castigado por este hecho, quedando impune para la memoria histórica. Se aprecia en Juan de Nikiu cierta animadversión hacia Hipatia y mucha ignorancia, pues la acusa de prácticas satánicas, engañadora de hombres, y honrada en exceso por Orestes, discípulo de Hipatia y preceptor de Alejandría. ¡Bastante mezquino el obispo! Damascio nos la sitúa sociopolíticamente al decir de ella que era un personaje importante social y políticamente, al que los políticos alejandrinos estimaban y tenían en cuenta para tomar decisiones. También alaba su prestigio espiritual y su popularidad filosófica. Incluso se atreve a compararla con la situación vivida en Atenas en el s. V a. C. entre el poder político y los círculos filosóficos. Enseñaba a Platón y Aristóteles. Enseñaba públicamente con el tribón (el manto propio del filósofo). Sócrates Escolástico comenta sus buenas relaciones con Orestes y cómo éste la consultaba y visitaba. Y halaga a Hipatia al hablar de su franqueza. Dice de ella que enseñaba a Plotino. FORMACIÓN: En cuanto a su formación matemática la recibe de su padre, con quien trabaja como discípula y asociada (si tenemos en cuenta que “asociada” es un eufemismo para designar a lo largo de la historia a auténticas talentos, no dejándolas pasar de meras ayudantes), y de quien está muy orgulloso. En cambio su formación filosófica deja dudas acerca de si se formó sólo en Alejandría o también visitó Atenas. Para Dzielska[1] no hay pruebas o testimonios que la hagan en Atenas, así tampoco para Gregorovius[2], quien mantiene que no hay pruebas de ello, mientras que para Margaret Alic[3] y para Gibbon[4] no hay dudas de que enseñó tanto en Alejandría como en Atenas. Así, aunque no conozcamos su formación, sí nos ha quedado por Sócrates Escolástico que superó a todos los filósofos de la época y que continuó la filosofía de Plotino. Según Damascio, echándose el tribón salía a la calle a explicar filosofía a quien la quisiera escuchar, Platón y Aristóteles principalmente, y otros filósofos, que no nos dejó dicho. Situamos a Hipatia dentro del grupo de las filósofas neoplatónicas por haber tenido una escuela filosófico-científica en Alejandría, pero no sabemos casi nada de las enseñanzas que realizaba, pues no nos han llegado documentos filosóficos suyos, ni tan siquiera, como en el caso de otras filósofas, se nos han transmitido citadas sus obras. Sí en cambio tenemos los títulos de algunos Página 12 de 16


LAS FILÓSOFAS PLATÓNICAS HISTORIA DE LAS MUJERES “DOROTEA SANTOS” de sus trabajos científicos, principalmente matemáticos y astronómicos, aunque estas obras tampoco las tenemos hoy. Así pues, las obras matemáticas y astronómicas no nos han llegado y sí sus títulos (escribió un comentario a la Aritmética de Diofanto, un Canon astronómico y un Comentario a las cónicas de Apolonio, según Suidas); de las obras filosóficas ni las obras ni los títulos. Desde Aspasia, y con las reticencias oportunas a aceptar los discursos fúnebres como suyos, de ninguna otra filósofa sabíamos con anterioridad a Hipatia que hubiese escrito obras filosóficas. La historia no nos ha legado ningún comentario de ellas. Posiblemente haya que remontarse a las pitagóricas para encontrar textos de mujeres filósofas. En cualquier caso, de Hipatia sólo sabemos que escribió, pero no hemos conservado nada. Hipatia vista por Rafael Sanzio. Es curioso que en el cuadro La escuela de Atenas, la única filósofa representada sea Hipatia. Hoy se hacen más visibles sus ausencias. Impartía clases de matemáticas y astronomía en su casa a un grupo de varones bien situados socialmente que ocuparon cargos políticos y eclesiásticos importantes. Sinesio será obispo de Cirene y Orestes preceptor de Alejandría, entre otros funcionarios que asistían a sus clases o a sus conferencias. Además, Hipatia enseña libremente por la ciudad vistiendo el manto de filósofa y explicando filosofía, principalmente Platón, Aristóteles. Esto ya la convierte en una mujer extraordinaria y excepcional. Se ha rodeado de varones influyentes que sienten por ella un gran respeto y a la que conceden gran autoridad moral. Sabemos por la epístola 93 de Sinesio, que la asignatura que enseñaba privadamente se llamaba “geometría divina”. Así, matemáticas y astronomía serían ciencias propedéuticas (enseñanzas preparatorias para el estudio de una disciplina) de una ontoteología (la Ontoteología es la ontología de Dios o la teología de ser. Se refiere a la tradición de teología filosófica conocida entre los estudiosos medievales, especialmente Duns Scotus. En otras acepciones el término hace referencia a la metafísica occidental en general). Filosofía y matemáticas se encuentran en el platonismo desde sus inicios, como suelo epistemológico para alcanzar la Dialéctica. La astronomía además nos permite estudiar analógicamente el orden y la armonía del universo, que son pruebas evidentes de la existencia de una inteligencia (diseño inteligente) y representarían un camino de aproximación a esa inteligencia o Dios. RECAPITULANDO: Así pues: sabemos que fue filósofa y matemática, que vistió el tribón de filósofo y que enseñaba privada y públicamente en la calle. También que tenía una escuela de filosofía a la que acudían jóvenes varones de familias acomodadas y que allí se estudiaba filosofía, matemáticas y astronomía. Que tuvo un papel relevante en la vida cultural y política de Alejandría, siendo admirada tanto por sus conocimientos como por su integridad ética.

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LAS FILÓSOFAS PLATÓNICAS HISTORIA DE LAS MUJERES “DOROTEA SANTOS” Enseñaba a Platón y Aristóteles, así como a Plotino y otros autores. En cualquier caso, una síntesis de Platón y Aristóteles con el neoplatonismo del momento, lo cual la convierte en una filósofa de su tiempo. ¿EL FEMINISMO DE HIPATIA?

Así pues, Hipatia vence el espacio privado e invade el público, tanto en la calle como en lo político. Está a la altura de filósofas como Aspasia o Hiparquía en cuanto a la inversión de los roles culturales y profesionales que socialmente tenían determinados las mujeres, pero no es cierto que, como dice Dzielska[5], por medio de su actividad filosófica y ética “transforme el concepto de feminidad”, ya que no tiene público femenino a quien dirigirse y transformar. Es Damascio quien la compara con la Atenas del siglo V a. C. en sus relaciones entre poder y política. Tal vez Damascio esté pensanado en Aspasia. Pero no es el caso ya que Aspasia enseñó e influyó, a través de su docencia, que otro modelo de mujer era posible. Tuvo a grandes hombres y a mujeres libres escuchándola. Pero Hipatia sólo tiene a hombres y alguno que otro, bastante misógino. De las epístolas 146 y 132. Para Dzielska las mujeres estarían excluidas de su círculo. Es cierto, no tiene Hipatia alumnas, pero este parece que es un hecho que habla más de la sociedad machista que recluye a la mujer, que de la propia Hipatia. Y en cuanto a su mensaje no parece que fuese liberador de opresión alguna, sino más bien una posible mística o ascética neoplatónica o platónica, y que encontramos desde Platón hasta Porfirio, donde el conocimiento es el auténtico guía en la contemplación del Bien, de Lo Uno, o de los dioses. De esta manera, como señala Amalia González Suárez[6], “Así, las enseñanzas de Hipatia son problemáticas en sus detalles, aunque indiscutibles en su importancia.” TAMPOCO ES ATEA Será Juan de Nikiu quien nos diga que era una filósofa pagana. Por lo tanto, no era ni judía ni cristiana. Corrían malos tiempos desde que en 391 Teodosio I prohibió los cultos paganos y Teófilo, patriarca cristiano de Alejandría, familia de Cirilo y quien ocupaba el cargo antes que él, Página 14 de 16


LAS FILÓSOFAS PLATÓNICAS HISTORIA DE LAS MUJERES “DOROTEA SANTOS” los destruyera. Se dieron cruentas guerras entre cristianos y judíos y entre cristianos y paganos, y viceversa. Escaramuzas, emboscadas, asesinatos, desplazados. En todo esto Hipatia no participó ni a favor ni en defensa de ningún grupo, ni siquiera contra la destrucción del Serapeo, lugar de culto de los dioses paganos. No parece Hipatia una persona muy comprometida con los sucesos religiosos que están ocurriendo en su ciudad y que serán los que determinen el calamitoso final, no merecido para nadie, y menos para una persona que, habiendo perseguido durante toda su vida el orden y la racionalidad, a través de su filosofía, sus matemáticas y su astronomía, encontró la muerte topándose con lo irracional absoluto del obispo sin escrúpulos. Si fue pagana, no fue devota. No sabemos que participara en las prácticas paganas de culto ni que venerase el politeísmo, por lo tanto, ni politeísta ni monoteísta. Lo cual no la convierte en atea, ya que es difícil ver en Hipatia a una atea, ya que entre sus alumnos hubo cristianos. Por lo tanto, podemos verla como agnóstica o escéptica respecto de los dioses de la religión, posiciones éstas no conflictivas ni con el cristianismo ni con las leyes, pues recordemos que el ateísmo ha sido públicamente perseguido por el Estado y la religión: decreto de Diopites: asebeia (literalmente repudio o negación de lo sagrado. No obstante se traduce por impiedad. La asebeia, en la Atenas de Sócrates, era un delito castigado con el destierro o con la muerte). Incluso podríamos aceptar que hubiese en su filosofía algo de mística o de asceta respecto del dios de la filosofía, todo excepto atea. A modo de conclusión: Fue Hipatia probablemente la filósofa más importante de la antigüedad, junto a Aspasia y a Hiparquía. Fue una mujer filósofa que invadió el espacio público y se mezcló con los hombres. Que se midió con ellos y cuya reputación, lejos de estar en duda, como en el caso de Aspasia y tantas otras, fue un modelo de reputación y virtud. Cumple con todos las cualidades que una sociedad patriarcal exigía a una mujer: decoro, pudor, modestia al aceptar las críticas, honestidad en el decir, castidad y prudencia… (texto infra, Niceforo, Historia eclesiástica). ¿Qué más se le podía pedir? No comprendió a la mujer como concepto. No la pensó ni la categorizó. No entendió necesaria una inversión en los valores sociales y se adaptó a la ideología no criticándola. Su interés no fue la filosofía social o política. Su interés se encontraba en la metafísica y la epistemología. Hipatia fue una filósofa, científica y profesora, que vivió en y para su investigación y su docencia. TEXTOS: “… Sucedió a Plotino en la escuela platónica que él había fundado y estaba dispuesta a ofrecer el conocimiento de los saberes a todos los estudiosos. Por consiguiente, todos los que tenían interés por la filosofía acudían a ella no sólo por lo honesta y digna libertad en el decir que le era intrínseca, sino también porque se dirigía a los hombres principales casta y prudentemente. No parecía un acto indecoroso el hecho de que se presentara entre los varones. Todos la reverenciaban y la respetaban por su excelente pudor. Era la admiración de todos, hasta que contra ella se desató la envidia. Pues platicaba a menudo con Orestes, prefecto de Alejandría, y este hecho provocó la calumnia en su contra dentro del clero de Cirilo, arzobispo de Alejandría. Página 15 de 16


LAS FILÓSOFAS PLATÓNICAS HISTORIA DE LAS MUJERES “DOROTEA SANTOS” Además ella misma fue también un impedimento para que hubiera un entendimiento entre el arzobispo y el prefecto…” Niceforo, Historia eclesiástica, libro XIV, cap. XVI. [1] María Dzielska, Hipatia de Alejandría, Edt: Siruela, [2] Ferdinand Gregorovius, Atenais, Edt: Herder [3] Margaret Alic, El legado de Hipatia… Edt: siglo XXI, pág, 59 [4] Edward Gibbon, Historia de la decadencia y caida del Imperio romano. [5] María Dzielska, Hipatia de Alejandría, pg. 73 [6] Amalia González Suárez, Hipatia (¿?-415 d. C.) Ediciones del Orto, pg. 56 ASCLEPIGENIA Contemporánea de Hipatia, enseña en la escuela neoplatónica de Atenas donde su padre era director: Plutarco de Atenas. Filósofa pagana. Practica también, como Sosipatra, un platonismo místico envuelto en la magia de la teúrgia y los oráculos caldeos, en los que parece ser fue formada por su padre. Como alumno suyo estaría Proclo, quien después del 450 se hará cargo de la escuela de Atenas, hasta el 485. Tras la muerte de Plutarco, no queda claro si Asclepigenia asumió compartidamente parte en la dirección de la escuela o si quedó como sacerdotisa de los misterios. Compartió el comienzo del siglo V con Hipatia, sólo que en el otro gran centro cultural del momento, Atenas, a pesar de ser, en opinión de Sinesio, un lugar que ahora vivía de la antigua gloria que le deparara su pasado glorioso (Gregorovius). AEDESIA Edesia, filósofa de la escuela neoplatónica alejandrina, vivió en la segunda mitad del siglo V, esposa y madre de filósofos. Damascio la describe como “la mejor y más hermosa de todas las mujeres de Alejandría”. Su marido es Hermias, filósofo neoplatónico con salario público de la ciudad; tiene dos hijos filósofos: Amonio y Heliodoro; estudian en Atenas, con Proclo. Amonio ocupará cátedra pública en Alejandría enseñando a Platón, Aristóteles y otros filósofos, tendrá por alumno a Damascio. Con Aedesia terminamos las mujeres del platonismo y del neoplatonismo. Han sido Diotima, Lastenia, Axiotea, Arria, Gemina madre e hija, Clea, Euridice, Quione, Anficlea, Marcela, Arete, Sosipatra, Asclepigenia, Hipatia y Edesia; 15 o 16 filósofas según contemos con Diotima; a éstas habría que añadir otras dos mujeres muy importantes para Platón, su madre Perictione y su filósofa Aspasia, de las que hubo de tener claro ejemplo de las posibilidades de las mujeres educadas.

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