LA ESTELA
AZTECA-OTOMI DEL CERRO DEL ELEFANTE, CHILCUAUTLA, VALLE DEL MEZQUITAL Carlos Hernández Reyes
En la cima del cerro del Elefante de Tunititlán, municipio de Chilcuautla, Hidalgo, a principios de febrero de 1989, fue descubierta por saqueadores una escultura de basalto gris oscuro. Los saqueadores solo se habían llevado la cabeza de la escultura y al día siguiente regresaron por el resto de la pieza, pero fueron recibidos a balazos por los ejidatarios que se habían dado cuenta del saqueo. Este saqueo fue denunciado al Centro INAH-Hidalgo por el entonces Presidente Municipal de Chilcuautla, el diputado local y el Presidente del Comisariado ejidal de Tunititlán. La estela se encontraba en el interior de un recinto cuadrangular construido de lajas de piedra encimadas. Alumnos de la Escuela Normal del Valle del Mezquital de Progreso, vieron la cabeza de la escultura en poder de un profesor de ese centro educativo, quien mencionó la posibilidad de venderla. Uno de los alumnos lo amenazó con denunciarlo si eso hacia. El arqueólogo Ricardo Martínez Magaña fue comisionado por el Lic. José Vergara, entonces director del INAH-Hidalgo, para trasladarse al lugar del hallazgo. El jueves 23 de febrero el arqueólogo Martínez me invitó al cerro del Elefante para ver la escultura. Poco después los ejidatarios de Tunititlán formaron un comité para la exploración del monumento donde había aparecido la escultura, por lo que solicitaron que fuera comisionado un arqueólogo para dirigir los trabajos. Fue comisionado el arqueólogo Martínez. El Comisariado ejidal proporcionó al arqueólogo personal para la exploración y se contó con la autorización del Centro INAHHidalgo para llevar a cabo los trabajos. Sin embargo, pocos días después, algunas diferencias con los trabajadores hicieron
que el rescate fracasara: el arqueólogo se regresó a las oficinas del INAH en Pachuca y los ejidatarios a sus labores del campo pero antes bajaron la estela, los clavos-cráneo y las almenas que habían aparecido durante los efímeros trabajos y las llevaron a guardar en la oficina de la Comisaría Ejidal de Tunititlán, donde permanecieron por varios años. El 6 de agosto de 2003 fui comisionado para ir a Tunititlán y fotografiar la escultura, los clavos y las almenas en este trabajo fui eficientemente apoyado por el Sr. Antonio Ángeles Hurtado. Actualmente según nos ha dicho Luis Manuel Gamboa, arqueólogo residente de la zona arqueológica de Tula, la estela y los demás objetos se encuentran en la Escuela secundaria Octavio Paz de la comunidad de Tunititlán. El cerro del Elefante se localiza al norte de Mixquiahuala, pasando el río Tula y parece la figura de un elefante con la trompa hacia el poniente, al pie de la cual se encuentra Tunititlán que ya corresponde al municipio de Chilcuahutla. El panorama que se observa desde lo alto es impresionante y al pie destaca el río Tula rodeado en sus márgenes de ahuehuetes. En la parte alta del cerro hay un paraje denominado La Mesa, ahí se localizan restos arqueológicos llamados por los vecinos Donijá, que quiere decir en otomí: Iglesia Vieja. En ese lugar se encontró la escultura. La zona arqueológica es un recinto ceremonial de planta cuadrangular que mide según Ricardo Martínez 30 m por lado, y la estela se encontraba al centro del recinto. Tiene en la esquina sureste un acceso de 1.50 m. Los muros miden de 2 a 3 m de espesor y 2 de altura. Se encuentra aunque escaso, material cerámico Tenochtitlan negro sobre naranja del periodo Azteca III; cerámica café domestica y fragmentos de navajas prismáticas de obsidiana verde botella de las minas de Nopalillo de Epazoyucan y negra-chapopote, de Zacualtipán. La escultura es una lapida rectangular rota en tres partes en que
aparece representado en bajorrelieve un personaje, tal vez una deidad indígena. Mide 1.51 m de alto por 80 cm de ancho y un espesor máximo de 17 cm. El personaje se encuentra de frente con los brazos paralelos al cuerpo y los pies abiertos a los lados en un ángulo de 180 grados. En el cuello ostenta un grueso collar; la cabeza le fue robada durante el saqueo y no ha sido recuperada; el personaje, crudamente tallado, tiene las manos abiertas con el dorso hacia el frente y los dedos extendidos. Los músculos del pecho están sugeridos por líneas a manera de surco y en el abdomen presenta una cavidad rectangular probablemente para contener una incrustación, hoy desaparecida. A los lados de la cadera se observa su máxtlatl de lados triangulares y al centro, la parte frontal de la prenda de forma trapezoidal que está delimitada en la parte inferior por una ancha franja horizontal. Las piernas aparecen separadas y los pies a los lados. El personaje calza sandalias con taloneras altas delimitadas en la parte superior e inferior del tobillo por franjas delgadas y sobre el empeine de cada pie se notan las cintas de los amarres. Al nivel de la planta de los pies -apoyándose en ella- se encuentra la superficie de la estela que no fue rebajada cuando se esculpió el bajorrelieve; ésta parte lisa que mide 45 cm de altura sirvió como espiga para ser empotrada en el piso de un templo o adoratorio. Este templo o adoratorio pudo ser un altar-tzompantli del que se encontraron cerca de la estela numerosos clavos-cráneo de tezontle; que son cráneos de piedra con una espiga para ser empotrados; también aparecieron clavos arquitectónicos lisos, que son como grandes tejolotes usados para decorar los templos. También se encontraron varias almenas de toba volcánica que coronaban el templo. Las almenas tienen forma cuadrangular con un disco en el centro y representadas en la base y en la parte superior tibias humanas y rematando la parte superior un triángulo que representa un rayo solar. En la parte inferior está la espiga rectangular, para ser empotrada.
La figura humana de la estela, a partir de los hombros se redondea y se estrecha, y se vuelve escultura exenta. Se trata de una inusual combinación de estela y escultura. No se recuperó la cabeza que podría aportar indicios para identificar a la deidad representada; pero como se encontró en la cumbre de un alto cerro y además de clavos y almenas también aparecieron fragmentos de vasos Tláloc pintados de azul, suponemos que podría tratarse de Tláloc dios de la lluvia y del relámpago. ¿Que pueblo esculpió esta singular estela? En la Relación Geográfica del Pueblo de Atengo [ y ] Mixquiahuala, escrita en 1579 por su corregidor Juan de Padilla se dice que: los pobladores de esta región “Tenían sus cúes, que quiere decir 'Iglesias', los c[ua]les estaban en unos cerros muy altos, e iban de noche, cada veinte días, a aquella iglesia a ofrecer sus copales y estos... eran los TLAYACANQUES y los q[ue] mandaban, y se juntaban todos y allí dormían aquella noche. Y, después de haber ofrecido lo dejaban allí, ofrecido al ídolo que allí estaba”. Esta región de Hidalgo, de la que formaban parte Mixquiahuala, Tezontepec y Atengo estaba poblada por otomíes y fue conquistada por Moctezuma I en 1440 y anexada al imperio azteca. La religión azteca fue impuesta a los otomíes. Por cierto, en el barrio de Taxhuadá en Mixquiahuala el arqueólogo Jorge R. Acosta exploró en 1946 una pirámide azteca, encontrando evidencia de las ceremonias del Fuego Nuevo que se celebraron en 1455 y la que se llevó a cabo en 1507. Durante la excavación del drenaje de Mixquiahuala en 1980 también aparecieron evidencias aztecas que fueron reportadas al centro INAH-Hidalgo por el arqueólogo Raziel Mora López. En el mapa que acompaña a la Relación Geográfica de Atengo y Mixquiahuala aparecen en el centro los caciques de esos pueblos y en las orillas los cerros cercanos. Hay un cerro que dada su figura y la posición que guarda respecto a los otros debe
ser el del Elefante. Ahí aparece dibujado el templo que se encuentra en el cerro y que representa la zona arqueológica de la Mesa, donde se localizó la estela. Esta escultura debe ser el ídolo al que los antiguos habitantes de Tezontepec, Tunititlán, Mixquiahuala y Atengo iban a ofrecer sus copales. Durante la exploración de Ricardo Martínez, en los alrededores de la estela, aparecieron clavos-cráneos semejantes a los que decoran los altares del Templo Mayor de México-Tenochtitlán por lo que se trataba de altares parecidos. Las almenas están formadas por un rectángulo delimitado en la parte inferior y superior por tibias humanas y de la parte superior de la almena se proyecta hacia arriba un rayo solar. Este tipo de almenas también han sido encontradas en el relleno constructivo del Templo Mayor, y han sido denominadas “tipo nube” por los arqueólogos Fernando Carrizosa y Alejandra Aguirre del Programa de Arqueología Urbana del D.F.. Ellos suponen que los extremos de las tibias representan la estilización de una nube; han confundido los extremos de las tibias humanas con nubes. Tibias representadas de la misma manera que en estas almenas aparecen en la cerámica azteca ceremonial. Estos elementos arquitectónicos son aztecas, sin embargo la estela no es de este estilo y podría ser obra de los otomíes, por lo que puede tratarse de una estela azteca-otomí. El recinto ceremonial del Cerro del Elefante fue construido para rendir culto a los dioses aztecas, después de la conquista de Mixquiahuala por Moctezuma I en 1440. Esta conquista aparece representada en la lamina VIII del Códice Mendocino. La estela pudo haber sido tallada de 1400 a 1521 D.C., cuando esta región estaba sujeta a México-Tenochtitlan.
El cerro del Elefante de Tunititlรกn, municipio de Chilcuautla
Mapa de la Relaci贸n Geogr谩fica de Atengo y Mixquiahuala
La estela del cerro del Elefante en el lugar en que fue descubierta
El hallazgo atrajo la curiosidad de los vecinos que acudieron a verla
Otra vista de la estela