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PERFILES UNISIMÓN

PERFILES UNISIMÓN

ELIÉCER DURÁN LOGRÓ EL "TÍTULO PROFESIONAL DE LA PERSISTENCIA"

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Hijo de padres campesinos, nacido en Villa Caro, Elíecer Durán Ramírez en sus primeros años recorrió distintos lugares con su familia, entre esos, San José del Ávila en Valle del Cauca y El Carmen de Nazaret y Chinácota, en Norte de Santander; siendo este último, el municipio que lo adoptó para cimentar las bases de su proyecto de vida.

Sus seis años de bachillerato los estudió en horario nocturno, por medios propios, ya que de día trabajaba como vigilante en algunos estaderos de Chinácota. Un tiempo después, prestó el servicio militar en la Policía Nacional y al terminarlo, tomó la decisión de irse a vivir a Bogotá con su esposa, quien en ese momento era su novia, ciudad en la que permanecieron aproximadamente doce años.

En la capital trabajaba como vigilante del edificio en el que funcionaba Avianca, un oficio que, por su exigencia y horarios, no le permitía estudiar. En el mismo edificio quedaban las oficinas del Banco de la República y poco a poco su atención empezó a voltear la mirada hacia esa institución. Gracias a su dedicación e impecable desempeño laboral, Eliécer se ganó la confianza de las personas que trabajaban allí y le ofrecieron trabajar con el Banco, dándole la posibilidad de trasladarse a Cúcuta.

“Yo no decidí estudiar en la adultez, prácticamente me tocó”, son las palabras de Eliécer cuando le preguntan por qué culminó sus estudios universitarios a sus 48

años, algo poco común en las Instituciones de Educación Superior, en las cuales, en su mayoría, se ven jóvenes recién salidos del colegio iniciando su camino hacia el gran sueño de ser profesionales. El destino de Eliécer fue diferente; siempre tuvo la ilusión de estudiar en una Universidad, pero las circunstancias económicas y sus compromisos laborales, hicieron que los años pasaran sin dar ese anhelado primer paso.

Cuando inició en el Banco de la República, apareció la oportunidad. Las políticas de la entidad ofrecían a sus empleados la posibilidad de adelantar estudios profesionales. Lo intentó por primera vez en el 2015, pero se le hizo bastante difícil por los extensos turnos laborales; lo que le generaba un mal ritmo de vida, ya que tenía otras responsabilidades como estar a cargo de sus hijos, acompañar a su esposa y cumplir económicamente con los gastos del hogar.

“Pero quien persiste, lo logra. Decidí estudiar. Hice el intento de buscar en varias universidades con sede en Cúcuta, pero la atención no fue buena. En la Universidad Simón Bolívar la amabilidad y el cariño con el que me recibió su personal me cautivó y fue la Administración de Empresas mi elección.”

MÁS CONTRATIEMPOS QUE SE SUPERARON

Los estudios no iniciaron de la mejor manera. Su trabajo como vigilante y los turnos de seis de la mañana a seis de la tarde complicaron la puntualidad a las clases y afectaron su rendimiento en los diferentes trabajos, parciales y actividades. Afortunadamente, contó con un grupo de compañeros excelente y tuvo el impulso de una compañera de trabajo, considerándola como su madrina de estudios.

Además, Eliécer recibió ayuda constante por parte de la Universidad, ya que los profesores y colaboradores lo apoyaron en el proceso, facilitando el aprendizaje y el cumplimiento de compromisos. Por su parte, el Banco de la República le costeó la carrera universitaria como fruto de su entrega y dedicación.

La ayuda y comprensión incondicional de su familia lo motivaron. Su esposa y sus hijos, ya un poco más grandes, hicieron un gran sacrificio, pues era muy poco el tiempo que compartían, debido a que el horario nocturno lo disponía para las clases e incluso también asistía los sábados.

Actualmente, con catorce años de estar en Cúcuta y trabajar para el Banco, Eliécer es supervisor y operador de monitoreo. Desde allí vigila, por medio del circuito cerrado de televisión el control de puertas, compuertas y el acceso de personal y vehículos durante las 24 horas. Le asignaron ser el conductor del camión blindado en los días que se necesite, es el encargado de llevar a mantenimiento y control los cuatro vehículos y responsable del parque automotor.

Gracias al título profesional obtenido en la Unisimón, en la reciente Ceremonia de Grado que se cumplió el 4 de abril de este año, ha podido participar en concursos de ascenso, proyectándose para otras ciudades como Bucaramanga e Ibagué.

Eliécer reconoce que no fue fácil, pero lo que se quiere se puede. “Siempre le digo a mis hijos: aprovechen la oportunidad que yo no tuve, estudien jóvenes para que digan ‘mi papá hoy es profesional pero cuando yo tenga su edad, seré el gerente o dueño de una empresa´. No dejen de luchar por lo que quieren, con dificultades o sin ellas, hay que lograrlo.”

EL DESAFÍO DE ESTUDIAR DOS CARRERAS SIMULTÁNEAMENTE: A SUS 24 AÑOS, WENDY PARADA SUÁREZ ES ABOGADA Y PSICÓLOGA.

Wendy María del Carmen Parada Suárez es una joven de 24 años. A esa edad se podría decir que la mayoría de sus amigos están terminando con los compromisos académicos de su pregrado: la carrera profesional que decidieron realizar en la escala de los ciclos o niveles de la educación en Colombia. Pero ella rompe los estándares; simultáneamente eligió estudiar Derecho y Psicología… ¡en dos universidades!

La carrera de Derecho la realizó en la Universidad Libre y la de Psicología, en la Universidad Simón Bolívar. Geográficamente separadas y con identidades institucionales diferentes, Wendy se le midió a este gran reto ante las dos casas de estudio. Decidió ampliar su conocimiento que, en palabras de ella, “consistió en fusionar estas dos áreas del saber por ser compatibles y multidisciplinares y así comprender el comportamiento humano y analizarlo, identificar los factores que inciden en el individuo y todas las percepciones adquiridas desde la experiencia mediante la interacción social.”

Escucharla es abrir un libro que tiene innumerables páginas por escribir. Es evidente el entusiasmo y la emoción cuando expresa con conceptos teóricos la complejidad del ser humano, desde las leyes y el estudio de su comportamiento.

A pesar del buen legado académico y profesional que heredó de sus padres, Wendy nunca planeó estudiar ambas carreras. “Las cosas se fueron dando”, dijo, pues

empezó con Derecho e Investigación Criminal, “dado que todo ser humano, desde su perspectiva, debe conocer cuáles son sus derechos, sus obligaciones y sus deberes para la sociedad, para el Estado y el Estado hacia las personas.”

Luego de transcurridos los primeros momentos de la carrera profesional, como una líder estudiante de Derecho que poco a poco iba formándose, la investigación cautivó su atención y empezó a indagar sobre lo que se podía intervenir y conocer desde la psicología, lo cual la motivó y despertó en ella una nueva pasión: decidió inscribirse simultáneamente en el programa académico de Psicología.

La joven cucuteña considera como pilar determinante, enfatizar sus dos profesiones en la práctica laborando con personas que se encuentran en condición de vulnerabilidad, contribuyendo de esta manera a que tengan un trato digno. Una de sus metas a futuro es convertirse en una catalizadora de cambios y hacer felices a las personas que la rodean.

DOBLE COMPROMISO, DOBLE SATISFACCIÓN

Sus años en las dos universidades no fueron nada fáciles. Los compromisos se duplicaban por tener que responder ante las tareas, trabajos, parciales y procesos académicos de las dos Instituciones de Educación Superior. Pero lo superó con creces y reconocimientos. Su estructurada y juiciosa agenda no dejó que se le escapara ningún detalle para proyectarse como la mejor.

En Derecho tuvo un porcentaje del 95% sobre 100% en la prueba Ecaes, por lo tanto, la eximieron de los preparatorios (cinco exámenes orales de todo lo visto durante la carrera). Por su parte, en Psicología, a partir del cuarto hasta el séptimo semestre fue monitora académica, un rol en el cual los estudiantes destacados apoyan a sus demás compañeros en determinados temas de refuerzo. Posteriormente, se vinculó al Semillero de Investigación Psicoex, el cual le ayudó a formarse en el proceso intelectual y experimental que implica la investigación científica, y a su vez, le permitió participar en la RedCOLSI a nivel territorial y regional, poniendo en común sus aportes frente a estudiantes de talla nacional. Así mismo, en varias ocasiones ocupó los primeros lugares en el cuadro de honor por su buen desempeño académico.

Culminando el octavo semestre accedió al programa de movilidad académica en la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL). Allí logró tener conexiones para iniciar un diplomado en Psicoterapia Cognitiva Conductual en el Centro Internacional de Posgrados en la Universidad de CEUSS (México) el cual

actualmente alterna con una maestría en Derecho Internacional Humanitario, Derechos Humanos y Derecho Operacional de la Universidad Nebrija de España.

LA DISCIPLINA COMO ESTILO DE VIDA

Desde sus primeros años de vida Wendy adoptó hábitos en cada proyecto como la disciplina, la planeación, ejecutar las actividades desde un cronograma ordenado, partir con una clara motivación y proyectarse hacia la meta.

La egresada Unisimón también incursionó en el aprendizaje de un segundo idioma dado que, según lo manifestó, contribuye al crecimiento profesional y a destacarse a nivel nacional e internacional.

“Salir de la zona de confort nos permite conocer otros espacios, otras personas y abrirnos al mundo. Hay que decirse a uno mismo: ‘yo soy capaz y yo puedo, aunque tuve que superar muchos obstáculos estoy aquí para cumplir mis sueños’”, aconsejó la joven abogada y psicóloga, mientras prepara la revisión de algunos documentos de la tesis de la maestría, el título que muy pronto se sumará a su imparable récord académico.

SIN CONTAR LOS KILÓMETROS, NI LOS OBSTÁCULOS: ASÍ LOGRÓ SU TÍTULO PROFESIONAL EL ABOGADO EVELIO CABREJO MACÍAS

Nacido en el municipio del Zulia bajo el seno de una numerosa familia, Evelio Cabrejo Macías vivió una infancia en compañía de sus diez hermanos y la protección de sus padres, quienes lo educaron con principios y valores. Creció en la parte alta del barrio Alfonso López, lugar en el que supo desenvolverse como una persona extrovertida, alegre, controvertida, polémica y activista. "No me quedaba callado", destacó. Estas cualidades le permitieron llegar a la personería estudiantil de la Institución Educativa Marco Fidel Suárez, en la que obtuvo el título de bachiller técnico agropecuario en el año 2000.

Esa "chispa" y afinidad por las causas sociales y el rol de "representar a otros y ser su voz" lo catapultaron a ser presidente de la Junta de Acción Comunal de su barrio y encaminar su futuro, guiado por la pasión hacia la justicia social. Por ello, entre varias carreras profesionales a la vista, decidió estudiar Derecho en la Universidad Simón Bolívar, pese a que estaba ubicada bastante lejos de su territorio, lugar de vivienda y de trabajo.

“Siempre me llamó la atención su amplio campo de acción como medio para transformar personas y sociedades, pues desde el derecho se han logrado grandes cambios en el área social, política y económica. Te abre diferentes espacios, te forma y te estructura como persona; es una carrera muy integral que aporta herramientas para explorar más allá de lo básico y elemental. ¡Descubrirla ha sido la mejor experiencia que he tenido en mi vida!”, comentó Evelio.

ALGUNAS VECES LOS SUEÑOS SE HACEN LEJANOS

En el camino emprendido durante la carrera universitaria, el joven líder social del Zulia sorteó diferentes obstáculos, sin embargo, el apoyo de una gran mujer fue la razón más determinante para lograr su objetivo profesional: su esposa Diana Contreras. "Ella supo dirigir mi vida y llenarla por completo al regalarme a mi hija que, a la fecha, ya cumple cinco años dándonos la felicidad más grande del mundo."

Esos días de estudio y preparación en la Universidad solían ser complicados y bastante agitados. “En ocasiones era difícil tomar el transporte, ya que salía a altas horas de la noche de las instalaciones de la Universidad y debía caminar hasta la terminal de trasportes para conseguir vehículo de camino al Zulia”, recordó.

Por momentos le fue imposible llegar puntualmente a las clases debido al flujo vehicular a la salida y entrada del municipio, sumado a esas circunstancias, se presentaba el cruce de las obligaciones académicas en el horario laboral.

Como si esto fuera poco, tras el cierre y remodelación del Mariano Ospina Pérez, el único puente de acceso en la vía nacional que comunica el Área Metropolitana con Cúcuta, durante dos años debió hacer trasbordo caminando dos kilómetros a pie bajo el inclemente sol o la oscuridad de la noche.

Y luego sucedió lo impensable. En medio de la pandemia su estilo de vida cambió trascendentalmente. Para Evelio, acostumbrarse a las nuevas rutinas significó un gran reto, fue complejo acceder y apropiar las plataformas tecnológicas que se implementaron en el desarrollo de las clases de manera telepresencial. Pero el factor económico fue el más golpeado, pues la estabilidad que tenía hasta el momento se vio afectada, sin embargo, contó con el apoyo de personas allegadas quienes lo ayudaron superando cada adversidad y enseñándole que “los sueños, aunque parezcan lejanos, siempre tienen una posibilidad para cumplirse.”

¡Evelio lo logró! El pasado 5 de abril recibió su título como abogado. Su familia, amigos, vecinos y compañeros de trabajo del Área Jurídica de Contratación de la Alcaldía Municipal del Zulia celebraron su triunfo.

NUEVOS RETOS EN SU MUNICIPIO

Unas semanas después, el 19 de mayo, se hizo oficial su nombramiento como secretario de Educación, Cultura, Turismo y Desarrollo Comunitario del municipio del Zulia. El joven abogado, entusiasta y comprometido encontró una nueva manera

de aportar a la función pública, que según sus preceptos “debe hacerse bajo la función social que ello demanda: La humanidad y la humildad deben prevalecer.”

Con 41 años, Evelio sigue construyendo su presente y futuro en este cálido municipio de Norte de Santander; disfruta del amor de hogar, la confianza que le ha dado su gente, las costumbres de este territorio y la cercanía con el Área Metropolitana.

“Mi invitación es a que no desistan de su deseo de estudiar. Más allá de quejarnos por los obstáculos y los problemas que puedan presentarse, hay que llenarse de valor, trazarse metas y estar convencidos que la educación es la respuesta para transformar la sociedad, para ser mejores seres humanos y superarnos a nosotros mismos", aconsejó el abogado Unisimón.

MARÍA CRISTINA VILLAMIZAR RAMÍREZ ENCONTRÓ EN LA ABOGACÍA "SU MAYOR DEFENSA"

La tecnóloga en diseño textil, patronaje industrial y técnica en estética facial y corporal nunca imaginó que al llegar a la capital nortesantandereana su vida daría un giro al enfrentarse a uno de los mayores retos para un ser humano: una grave enfermedad que puso a prueba su fuerza mental y espíritu de superación.

“El día que llegamos de Bogotá, a comenzar de cero, mi papá me había dejado un apartamento totalmente vacío y nos quedamos allí. Mi hijo me dijo, ‘mamita, hoy dormimos en la casita nueva’; extendí una toalla en el suelo y con ropa envuelta como cabecera, lo acosté y me acomodé en el piso. La noche entera lloré porque fue un golpe muy fuerte dejar el pasado y empezar una nueva vida. Al otro día me sequé las lágrimas y empecé a trabajar con mis padres. Tuve un restaurante, alquilé lavadoras, hice de todo", contó María Cristina Villamizar Ramírez quien a su edad adulta descubrió su verdadera vocación: la abogacía.

Estudiar Derecho no fue iniciativa de María Cristina, fue una propuesta de sus tíos, quienes se desempeñan en el medio de los abogados, ellos la motivaron a estudiar y ser una profesional en la materia. Inició en la Universidad Simón Bolívar un poco dudosa frente al mundo al que se enfrentaba, pero su hijo fue un apoyo fundamental para seguir y poco a poco "logró enamorarse y ver lo hermosa que era, en especial, una de sus ramas: el derecho penal", en ese momento supo lo que quería hacer el resto de su vida.

Se entusiasmó tanto que al culminar el primer semestre obtuvo el promedio académico más alto del grupo y recibió felicitaciones de los profesores por motivar

a sus compañeros a lograr lo mismo, jóvenes de entre 16 y 20 años en su mayoría. Aunque terminó el bachillerato hace muchos años y era la mayor de todos, tenía la energía de sus pares.

El hecho de estar rodeada de tantos chicos la llenó de una vitalidad grandísima, "ella era como la mamá de todos, la respetaban, la querían y la admiraban porque siempre fue buena estudiante", afirmaron varios de sus amigos. En séptimo semestre tuvo una mención de Excelencia Académica, estuvo tres veces en el Cuadro de Honor y en el último semestre de la carrera, repitió Excelencia Académica por lograr un promedio de 4.9.

UNA NOTICIA INESPERADA

María Cristina tuvo unos primeros quebrantos de salud por una lesión en la columna que por poco la deja por fuera de la Universidad. Allí estuvieron sus compañeros pendientes, porque su parálisis fue del cuello hacia abajo y por más de un año dependió de un corpiño de varillas y de un bastón para poder caminar. Eran los muchachos quienes la ayudaban a bajar del carro, al llegar y salir de clases.

A una semana de graduarse del pregrado enDerecho y estando muy entusiasmada, a María Cristina le detectaron la enfermedad del cáncer. Fue por medio de una llamada del Centro de Patología la que le alertó su condición de salud. “Sentí que

se me caía el mundo. Pensé en mis padres, en mi hijo, en los planes que tenía en mi vida y para nosotros como familia.”

Contarles a sus seres queridos lo que estaba sucediendo fue para María Cristina lo más difícil, sin embargo, eso hizo que se unieran como familia. al ser hija única y tener un solo hijo, dentrode sí creció la fuerza más grande que había experimentado en su existencia, se fortaleció el amor, el apoyo y el respeto, fundamentales para afrontar el difícil proceso pues María Cristina se sometió a una cirugía de un vaciamiento axilar y una cuadrantectomía, asistió a treinta y cuatro quimioterapias y radioterapias.

Luego de hacer su práctica judicial en la Fiscalía Séptima de Seguridad Pública y dada su pasión por el Derecho Penal, María Cristina decidió estudiar la maestría en esta área, sin embargo, pensó en aplazarla y darse un tiempo para recuperar su salud porque ya había presenciado un procedimiento oncológico de una tía y sabía lo complicado que era el tratamiento. Por recomendación, los médicos tratantes se negaron, propusieron que se mantuviera ocupada, evitando pensar en la enfermedad para que el tratamiento fuese más efectivo.

Después le comentó a Fabián Enrique Cubillos Álvarez, el director académico de la Maestría en Familias de la Unisimón, lo que ella estaba viviendo y su idea de querer aplazar la maestría. Al recibir otra negación por parte del académico, pues él lo justificó mencionando la excelente estudiante que era, la confianza que tenía en sus capacidades y posibilidades, ella "continuó con más fe, corazón y razón", expresó María Cristina.

Para la abogada fueron días difíciles; pasó por quimioterapias muy fuertes, sentía nauseas, dolores y el insomnio no la dejaba levantarse de la cama. Le tocó estudiar acostada desde su portátil con la ayuda de un tablón, "así presentaba los trabajos y actividades porque este período coincidió con la pandemia por COVID-19."

No solamente el hecho de sobrevivir y ahora, estar sana del cáncer, es motivo de orgullo para María Cristina; también lo fue tomar la decisión de separarse y llegar a Cúcuta con un hijo de ocho años y sin nada, hizo que esta aguerrida mujer cumpliera el sueño de ser profesional y especializarse. "Estar aquí, es recibir un reconocimiento y cumplir mi sueño. Gracias a Dios, al apoyo de mi familia, a la Universidad Simón Bolívar, con mi tenacidad puedo decir que estoy sana del cáncer, que superé ese matrimonio de maltrato y que soy abogada y magíster en Derecho Penal.”

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