Existen los Duendes

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ablito vive con su mamá, su abuelita y su perro labrador Fili. Desde hace una semana, algo muy extraño está sucediendo en casa, pues todas las mañanas aparece un dibujo en alguna de las paredes. Cada mañana es un dibujo diferente, en un lugar diferente, con personajes y paisajes mágicos; todos, todos, muy bonitos. Lo curioso es que son dibujados con un tipo de pintura muy brillante. A pesar de eso, a la mamá de Pablito le fastidia mucho tener que limpiar todas las mañanas. Entonces ella decide regalarle un enorme y hermoso block para que deje de pintar en las paredes. Pablito jura que no es él, pero ella se molesta aun más y evidentemente no le cree pues no encuentra otra explicación; es así que lo castiga mandándolo a su habitación. Pablito se siente triste de que no le crean, pero más fuerte que ese sentimiento es la curiosidad de descubrir quién es el responsable de esos dibujos tan bellos y brillantes. En una de esas tardes, Pablito está en su habitación castigado por los dibujos misteriosos en las paredes. Con bastante angustia piensa y trata de imaginar quién podría ser el responsable. No cree que es su mamá porque sería absurdo que fuese ella misma quien pintara las paredes para después volverlas a limpiar. ¿La abuelita acaso?, pues no, no sabe dibujar tan bonito. ¿Y Fili?, ni hablar.


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Descartando esas opciones, llega a la conclusión de que no es alguien de la familia. ¡¿Quién sería entonces?! Pablito está decidido a descubrirlo. Sospecha muy seriamente de dos lugares en donde podría esconderse este artista misterioso: dentro del armario de la abuelita o detrás de la casita de Fili. Por lo tanto, esa misma noche, Pablito hace grandes esfuerzos para no quedarse dormido y a medianoche sale en silencio hacia el cuarto de la abuelita. Está todo un poco oscuro y Pablito siente una emoción fuerte y extraña que nunca antes había experimentado. Escucha como late y golpea cada vez más fuerte su corazón. De pronto, oye unos pasos por el pasadizo lateral que lleva a la cocina. ¡¿Será el artista misterioso?! Pablito emocionado, pensando en que va a descubrirlo, se da media vuelta y corre hacia allá. ¡Bah! Es mamá, quien a veces camina de noche sonámbula. Pobre. Entonces Pablito pausadamente se dirige nuevamente hacia el cuarto de la abuelita. Abre con cuidado la puerta, introduce suavemente su pequeña


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cabecita y los ronquidos lo convencen de que la abuelita está profundamente dormida. A paso lento, se acerca al armario y, con la misma tranquilidad y cautela, abre la puerta. En la oscuridad le parece encontrar a alguien agachado y escondido, pero se da cuenta de que no es más que un montón de ropa acumulada. Sale decepcionado y se va a al segundo lugar a buscar: detrás de la casa de Fili. Está seguro de que el que pinta en las paredes de su casa se esconde ahí. Cuando llega, el perro se despierta y emocionado comienza a ladrar y a hacer mucha bulla. Fili quiere jugar. Pablito no sabe qué hacer, de desespera, tiene que actuar rápido. Pero lo soluciona haciéndole cariñito detrás de la oreja; Fili se relaja y se queda dormidito. Ahora se acerca hacia la parte trasera de la casita, pero no, solo está la manguera para regar el jardín. Pablito siente cómo le abandonan las esperanzas y se entristece mucho. Regresaré a dormir, piensa. Resignado y en plena oscuridad, pasando por la sala de la casa, descubre unas manchas brillantes en el piso. Es pintura. ¡La misma pintura con la que se han hecho esos dibujos misteriosos! Sigue los rastros de pintura que lo llevan hacia el pequeño almacén que se encuentra debajo de la escalera. Pablito ahora se encuentra frente a la puertecita y siente cómo el


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corazón se le va a salir del pecho. Tiene miedo y a la vez está impaciente. Ahí dentro debe estar el artista misterioso. Abre la puerta rápidamente para sorprender al responsable de que lo castiguen una y otra vez. Desde adentro, un fortísimo brillo de colores lo ciega. Pasan unos segundos para que sus pequeños ojos se acostumbren al destello de luz, Pablito se los frota y mira hacia el fondo. ¡No! No puede ser… ¿Es un duende? Sí, un pequeño y gordito duende. Tiene un rostro muy amigable y una blanca y larga barba. Su ropa es de colores, eso le llama mucho la atención a Pablito. En ese momento se da cuenta del porqué los dibujos no pasaban de la altura de la mesa. Pablito no se asusta, por el contrario, se pone contento. Se alegra mucho más aún cuando el duende lo invita a pasar. Le muestra sus pinturas y le promete que le enseñará a pintar. Pablito promete que no dirá nada acerca de él y se hicieron muy buenos amigos en secreto. ¿Y los dibujos en las paredes? El artista misterioso promete que no les causará más problemas a Pablito y su mamá. Desde ahora, solo el block que le habían regalado se llenaría de sus increíbles dibujos.

FIN



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