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Las crisis son cíclicas históricamente

Hoy, en el mes de abril del año 2023, transcurrido una cuarta parte del año de crisis, incluso de tsunamis financieros, surgidas alrededor del mundo. Pero a la par, grandes hombres, de Norteamérica y Europa, inclusive ganadores del premio nobel de economía, visionan que la alternativa para enfrentar esta crisis es la economía solidaria. Que poco o nada le ponen atención en los altos clubes donde con un buen vaso con whisky determinan las políticas para que unos pocos amplíen desmedidamente sus riquezas frente a la inmensa población que se vuelve cada día más pobre llegando al sometimiento total por tener la posibilidad de conseguir dos comidas diarias.

Estas crisis son cíclicas, en periodos cortos entre uno y otro. Dependiendo de la avaricia que tengan los dueños del capital para obtener un poder no solo económico, sino político y científico, como sucedió con la pasada crisis del coronavirus. Pero haciendo historia del cooperativismo en Colombia, recuperando el libro titulado “Guía de Formación Cooperativa” de los autores Azucena Vélez Rodríguez y Julio Cesar Montoya; impreso y comercializado en el año de 1990 en Colombia, con un prólogo de un estudioso promotor y practicante de cooperativismo como lo fue Francisco Luis Jiménez, todos ellos con sello de origen paisa. El prologuista en uno de sus apartes escribe textualmente: “pudiera decirse hoy la crisis no obedece a tantos factores externos, como si internos. Son los mismos administradores de muchas cooperativas que al dedicarse solo a lo económico de la empresa, olvidan el aspecto asociativo y doctrinario, que son la razón de ser de la entidad que dice dirigir como cooperativa y a la que niegan por autenticidad, puesto que solo de palabra dicen conservarla”.

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Que palabras tan propias para analizarlas después de 33 años, escritas en el inicio de la crisis económica de la década del 90, que con ello se liquidaron decenas de cooperativas en el país, incluidas 6 de ahorro y crédito y una financiera en el Huila. Pero siguieron con vida cerca de dos centenas de cooperativas de ahorro y crédito. Las que se liquidaron simplemente porque quisieron ser vacas siendo ranas, no más por la ambición económica del gerente, como también de cuerpo directivo olvidando “el verdadero propósito de las cooperativas y de la inquietud sobre si están desempeñando un papel claro y preciso como clase de empresa”; según palabras del profesor Laidlaw

Pero al anterior escrito también es importante tener en cuenta que los partidos políticos que existían desde el nacimiento del cooperativismo en Colombia, han querido frenar el crecimiento como sucedió en 1926 y 1927, el gobierno nacional decidió impulsar el cooperativismo como medida de emergencia ante la crisis financiera de la década de 1930 a nivel mundial, hasta hizo concurso sobre sociedades cooperativas en 1928, fue ganado por Juan María Agudelo, y a partir de él se presentan tres proyectos de ley en 1930 con una hegemonía del partido conservador sin la aprobación de ninguna ley, solo buenas intenciones. Pero en 1931 en el gobierno de Enrique Olaya Herrera, se aprueba y publica la ley 134 desestimando todo tipo de opinión que daban contra este tipo de organización asociativa de las comunidades.

En conclusión, el desarrollo del cooperativismo ha sido lento y hasta maquillado, más aun, en manos de gobernantes de estos últimos 30 años que se han comprometido con programas de desarrollo financiero como el neoliberal con sus tratados de libre comercio que incluyeron días sin IVA, aranceles bien económicos para importar y bien altos y difíciles para exportar los productos agrícolas por los reglamentos fitosanitarios imposibles para cooperativas agrícolas; pero al mismo tiempo nos han hecho creer a los gerentes y directivos de cooperativas de ahorro y crédito que somos bancos llevándonos a presentar imágenes corporativas de especulación financiera más que una imagen solidaria. Solo con el propósito de llevarnos al abismo, no teniendo otra salida que cumplir con normas internacionales de la banca que hacen menos posible la inversión del excedente en el desarrollo de la localidad donde se encuentre la cooperativa negando el empoderamiento como proceso por el que las personas fortalecen su confianza, pertenencia, solidaridad y protagonismo como grupo social para impulsar cambios positivos en las situaciones que viven.

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