C
uando el Eros hace estremecer a dos seres en lo más íntimo, tanto que una sonrisa adquiere el poder magnético del uno sobre el otro, que un primer beso los arroja al abismo de una trascendencia desconocida, la naturaleza entera comienza a toca un concierto ¡del que ellos ignoran que son nada menos que los músicos! ¡Qué locura! ¡Locura finamente tejida en el canto del abrazo! ¡Gozo que presagia Júbilo nupcial! El abrazo de los enamorados toca y estremece el deseo contenido desde el paraíso hasta la tierra prometida. El abrazo que nos embriaga. El femenino encuentra a su Elegido y el masculino encuentra a su Prometida, la síntesis del deseo por la multiplicidad de femeninos y la hace a ella, su Única. El abrazo transporta a los amantes más allá de ellos mismos; por sus cuerpos circula una nueva sangre, capaz de embriagarse allí en el corazón del otro corazón, capaz de superar la medida de la insensatez. Un nuevo espacio se abre; los dos se precipitan dentro de él, maravillados y adoloridos al descubrir una cima detrás de la cima alcanzada, y otra más… El tiempo se aniquila. Surgen infinitos espacios, que vuelven transparentes el uno al otro, a estos dos seres desfallecidos y engrandecidos el uno por el otro. Ellos viven por un instante la experiencia de todo lo posible cuya realidad fugitiva no pertenece más que al estado único de la resurrección, como
si el transporte amoroso los llevara en efecto río arriba de su exilio, o más allá de él, “allá donde ya no existen miedos, ni males, ni tormentas, ni quejas, sino la vida eterna”. Este poema cantado no les es ajeno a Andrea y Sergio, pues ellos viven una muerte a lo que antes era trivialidad de un cotidiano vacío del otro para cada uno. Cada uno se hace arpa entre los dedos del otro para extraer sonidos que se eleven en una sólo música. Cuando el amante vibra con esta melodía dejando atrás la soledad, se abre una nueva escucha, a una comunión con el otro, a una alquimia misteriosa que opera la transmutación de la pareja desde donde surge el verdadero Eros. El rostro del otro refleja la belleza primera del mundo, de la creación. Aquel –o aquella- que en ella se sumerja ¡queda entonces revestida de sus propia infinitud! ¡Plenitud del instante que se ha vuelto capaz de eternidad! Bienaventurados Andrea y Sergio que consagran hoy su Amor, al cual estaban destinados en su anhelo desde toda la eternidad. Amor que nunca será saciado ni finito, si comprenden que la soledad del uno no puede exigir por parte de éste que el otro la llene. “Sólo la fuerza del Amor nos vuelve capaces de verdaderas transformaciones”. Texto acorde a las enseñanzas de Annick de Souznelle.
Esposo, De los dos el poeta, soñador y escritor eres tú. Sé que serás tú quien en este día con un puñadito de palabras perfectamente hiladas logrará dejarme extasiada con te quieros. Por mi parte, dibujaré con mis palabras una fotografía de lo que tengo en mi corazón. Esto que te estoy leyendo lo escribí el 4 de Octubre del año pasado. ¿Por qué? Porque desde entonces sabría que hoy estaríamos aquí. Porque hoy por primera vez oí de tus labios, Andrea Te Amo. Se te escapó sin darte cuenta, te delató por completo. Tal vez hoy ni te acuerdas, pero acababas de llegar de un partido de fútbol y me dijiste que habías metido un gol. Te pregunté si me lo dedicaste y me dijiste que claro, que te quitaste la camiseta y debajo decía Andrea Te Amo. Esas dos palabras mágicas se escondieron en la anecdótica conversación, pero nunca quiero olvidar lo que sentí en ese momento. Cuánto significado hay en palabras cortas como amor, casa, hijos, hoy y tú. Y cuánto contenido tienen palabras largas como respeto, construir, compartir, mañana y eternamente. Amo la verdad que veo en tus ojos. Amo la racionalidad de este amor desbordado e inexplicable. Amo cuando me dices que esto que sentimos hoy se va a transformar en algo diferente y aún más fuerte. Ahí estamos tú y yo. Una amalgama entre mi racionalidad apasionada y tu romanticismo lleno de razón. Personajes con trajes diferentes, que se encuentran en escena conectados en la esencia, en lo fundamental. Contigo desaparecen los fantasmas. Derrumbaste esos molinos de viento quijotescos que me aterrorizaban. Te entrego mi corazón descubierto y sin murallas. Te entrego mis errores, mis defectos, mis tristezas y mis inseguridades. Igualmente te entrego mis fortalezas, mis esperanzas, mi positivismo y mi pasión. Te recibo como eres y prometo amarte.