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Edicion: Denisse T.C. “Denisse4ever”

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HolaPregunta

El cuerpo -mi casa Mi caballo, mi sabueso ¿Qué voy un hacer Cuando se caiga?

Donde voy un dormir Cómo voy un montar Qué voy un buscar Donde puedo ir peque mi montura todo impaciente y rápido Como voy a saber si en el matorral de delante está el peligro o el tesoro cuando el cuerpo mi bien brillante perro esté muerto

Cómo lo voy a hacer para mentir en el cielo sin azotea o puerta y el viento por ojo ¿Con la nube para moverme cómo me ocultaré?

May Swenson

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Prólogo – Insertada El nombre del Curandero era Fords Deep Waters. Como era un alma, por naturaleza tenía cosas buenas: era compasivo, paciente, honesto, virtuoso, y estaba lleno de amor. La ansiedad era una emoción inusual para Fords Deep Waters. La irritación era aún más rara en él. Sin embargo, como Fords Deep Waters vivía dentro de un cuerpo humano, la irritación era a veces ineludible. A medida que los cuchicheos de los estudiantes a medicina zumbaban en la lejana Esquina del quirófano, sus labios se juntaron en una fina línea. Esa expresión parecía estar fuera de lugar en una cara que a menudo se daba a la Sonrisa. Darren, su ayudante, vio su mueca y le dio unas palmaditas en el hombro.

“Solamente están curioseando” Dijo en voz baja. “Una inserción no es precisamente un procedimiento interesante o exigente. Cualquier Alma que encuentres por la calle podría llevarla a cabo en una emergencia. Hoy no van a aprender nada observando” Fords se sorprendió de oír el tono cortante de su voz.

“Nunca antes habían visto a un humano desarrollado” Dijo Darren. Fords arqueó una ceja “¿Están tan ciegos como para no verse las caras los unos a los Otros? ¿Es que no tienen espejos?”

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“Sabes a qué me refiero–un humano salvaje. Sin ninguna alma dentro. Uno de los rebeldes.” Fords observó al cuerpo inconsciente de la chica, bocabajo en la tabla de operaciones. Una oleada de compasión en su corazón le hizo recordar la condición que su cuerpo pobre y roto había aguantado cuando los Buscadores la trajeron al Centro Médico. El dolor que ella había soportado... Por supuesto, ella estaba en perfectas condiciones ahora–completamente sana. Fords lo había comprobado.

“Es como uno de los nuestros” Murmuró Fords a Darren “Todos nosotros tenemos rostros humanos. Y además, cuando despierte, será uno de los nuestros de verdad.”

“A ellos les parece emocionante, ¡eso es todo!” “El alma que implantamos hoy merece más respeto que tener el cuerpo de su anfitrión inconsciente de esta forma. Ya tendrá suficiente con relacionarse mientras se habitúa. No es justo meterla en medio de todo esto.” Por “esto” no se refería al hecho de poseer un cuerpo. Fords volvió a notar el tono cortante de su voz. Darren le dio una palmadita de nuevo.

“Estará bien. El buscador necesita información y...”

A la palabra “buscador”, Fords le regaló a Darren una mirada que sólo podría ser descrita como fulminante. Darren parpadeó escandalizado.

“Perdona” Ford se disculpó por fin “No quería reaccionar de forma tan negativa. Es sólo que temo por esta alma.” Sus ojos se movieron hacia el tanque de criogenización que se encontraba detrás de la mesa. La luz era constante, de un rojo pálido, lo cual indicaba que estaba ocupado y en modo hibernación.

“Esa alma fue elegida especialmente para esta tarea” Dijo Darren con dulzura “Es excepcional entre los de nuestra especie–más valiente que la mayoría. Sus vidas hablan por sí mismas. Creo que ella misma se ofrecería si fuera posible preguntárselo.”

“¿Quién entre nosotros no se ofrecería si nos pidieran hacer algo por el bien común? ¿Es este el caso? ¿Sirve de algo para el bien común? La pregunta no es si está dispuesta, sino si es correcto pedirle a un alma aguantar esa carga.” Los estudiantes de medicina también estaban discutiendo sobre el alma hibernada. Fords podía oír los susurros claramente; sus voces empezaban a alzarse, cada vez más ruidosas con el entusiasmo.

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“Ella ha vivido en seis planetas” “Yo he oído que en siete” “Yo he oído que nunca ha vivido dos veces en la misma especie de anfitrión” “¿Es posible?” “Ha sido casi todo. Una flor, un oso, una araña...” “Un alga, un murciélago...” “¡Incluso un dragón!” “Yo no lo creo... no en siete planetas” “Al menos en siete. Ella comenzó en el Origen” “¿En serio? ¿En El Origen?” “Silencio, por favor.” Interrumpió Fords “Si no podéis observar profesional y silenciosamente, entonces tendré que pediros que os larguéis” Avergonzados, los seis estudiantes se callaron y se alejaron un poco los unos de los otros.

“Vamos a empezar con esto, Darren” Todo estaba preparado. Los medicamentos adecuados estaban colocados detrás de la chica humana. Su largo y oscuro pelo estaba recogido debajo de un gorro quirúrgico, exponiendo su fino cuello. Su piel bronceada tenía apenas una marca que demostrara su... accidente.

“Que comience la descongelación ahora, por favor, Darren” El canoso ayudante ya estaba esperando detrás del tanque de criogenización. Su mano reposaba sobre el botón. La luz roja en lo alto del cilindro pequeño y gris empezó a parpadear, destellando cada vez más deprisa y cambiando de color. Fords se concentró en el cuerpo inconsciente; acercó el bisturí a la piel de la base del cráneo del paciente, con movimientos precisos, y luego aplicó un medicamento que frenaba un poco el flujo de sangre antes de abrir más la fisura. Fords hurgó delicadamente debajo de los músculos del cuello, con cuidado de no herirlos, exponiendo los pálidos huesos de la parte superior de la columna vertebral.

“El alma está preparada, Fords,” le informó Darren.

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“Yo también lo estoy. Cógela.” Fords percibió a Darren en su codo y supo, sin mirarle, que su ayudante estaba preparado. Su mano se extendió y esperó; habían estado trabajando juntos durante muchos años. Fords agarró un espacio vacío.

“Envíala al hogar,” susurró. Apareció la mano de Darren, el reflejo dorado de un alma despertándose en sus manos ahuecadas. Fords nunca había visto un alma expuesta sin haber sido golpeado por la belleza de ésta. El alma resplandecía con las luces brillantes del quirófano, aún más resplandeciente que el dorado y reflectante instrumento en su mano. Como un lazo viviente, se retorcía y se rizaba, expandiéndose, feliz de estar fuera del tanque de criogenización. Con cuidado, Darren colocó a la criatura brillante dentro de la obertura que Fords había hecho en el cuello de la humana. El alma se deslizó suavemente dentro del espacio ofrecido. Fords admiró la habilidad con la que ella poseía a su nuevo hogar. Era muy rápida, muy firme en sus movimientos. Pronto, solo era visible un pequeño segmento de su cuerpo brillante.

“Bien hecho” Le susurró, aunque sabía que no podía oírle. La chica humana tenía oídos, pero dormía profundamente. Acabar el trabajo era rutinario. Limpió y cicatrizó la herida, aplicando un ungüento que sellaba la incisión, y luego cepilló el polvo de la débil cicatriz.

“Perfecto, como siempre” Dijo el ayudante, quien, por alguna razón incomprensible para Fords, nunca había cambiado el nombre original de su anfitrión humano, Darren. Fords suspiró “Me arrepiento de este día de trabajo”

“Solamente estás haciendo tu trabajo como Curandero” “Esta es una de las extrañas ocasiones en las que un Curandero provoca una herida” Darren empezó a recoger la terminal de trabajo. No parecía saber qué responder. Fords estaba desempañando su profesión. Eso era suficiente para Darren. Pero no era suficiente para Fords Deep Waters, quien era un verdadero Curandero desde el principio de su origen. Miró ansiosamente al femenil cuerpo humano, que dormía tranquilamente, sabiendo que esa paz sería destrozada tan pronto como se despertara. La inocente alma que él mismo acababa de introducir dentro de ella tendría que soportar todo el horror del fin de esa joven mujer.

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A medida que Fords se inclinaba hacia la humana y susurraba en su oído, deseaba fervientemente que el alma en el interior de la humana pudiera oírle en ese momento.

“Buena suerte, pequeño trotamundos, buena suerte. Cuanto desearía que no la necesitaras.”

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Capítulo 1 - Recordada Sabía que empezaría por el final, y el final parecería la muerte para estos ojos. Estaba advertida. No estos ojos. Mis ojos. Míos. Esto que soy ahora. El lenguaje que me encontré usando era extraño, pero tenía sentido. Picado, encajado, ciego y lineal. Increíblemente tullido en comparación con otros tantos que he usado, me las arreglo para encontrar fluidez y expresión. A veces es bonita. Mi lengua nativa. Con el verdadero instinto de los de mi raza, me vinculé firmemente en el centro del cuerpo de pensamiento, me entretejí ineludiblemente en toda su respiración y reflejo hasta que no haya un ente separado. Era yo. No el cuerpo, mi cuerpo. Sentí que la anestesia se pasaba, y la lucidez tomaba lugar. Me preparé para el violento ataque de mi primer recuerdo, el que realmente era mi último recuerdo–el último momento en que el cuerpo tuvo la experiencia, la memoria del fin. Estaba bien preparada, perfectamente advertida de que iba a pasar ahora. Esas emociones humanas podían ser fuertes, más vitales que los sentimientos de las otras especies en las que había estado. El recuerdo vino. Y, aunque estaba advertida, no había nadie que pudiera estar preparado para aquello. Me quemé con colores afilados y sonidos zumbantes. Frío en su piel, dolor asiendo sus miembros, quemándolos. El sabor era ferozmente metálico, en su boca. Y allí estaba el nuevo sentido, el quinto sentido que nunca tuve, que tomó las partículas de aire y las transformó en extraños mensajes y placeres y advertencias en su cerebro–olfato. Eran molestos, confusos para mí, pero no para la memoria de ella. El recuerdo no tenía tiempo para la novedad del olor. El recuerdo sólo tenía miedo. El miedo la encerró en un vicio, aguijoneando como un cuchillo, los miembros torpes hacia delante, pero obstaculizándolos al mismo tiempo. Escapar, correr–fue todo lo que pudo hacer. He fallado.

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El recuerdo que no era mío fue tan terriblemente fuerte y claro que escapó a mi control–abrumada la imparcialidad, el conocimiento me dijo que era sólo un recuerdo y no yo. Aspiré el infierno que era el último minuto de su vida. Fui ella y estábamos corriendo. Está muy oscuro. No puedo ver. No puedo ver el suelo. No puedo ver mis manos, extendiéndose enfrente de mí. Corro ciega e intento oír la persecución que siento detrás de mí–pero mi corazón es demasiado ruidoso, ahoga todo lo demás. Hace frío. No debería importarme ahora, pero duele. Tengo mucho frío. El aire de su nariz era molesto. Malo. Olía mal. Por un segundo, ese malestar me libró del recuerdo. Pero fue solo un segundo, y entonces estaba allí de nuevo y mis ojos llenos de lágrimas de horror. Estoy perdida, estamos perdidas. Se acabó. Están justo detrás de mí, ruidosos y cercanos. ¡Hay muchos pasos! Estoy sola. He fracasado. Los Buscadores están llamando. Me voy a poner enferma. El sonido de sus voces revuelve mi estómago.

“Está bien, está bien,” miente uno, intentando calmarme, reduciendo mi velocidad. Su voz esta distorsionada por el esfuerzo de su respiración.

“¡Ten cuidado!” grita otro como advertencia. “No te dañes a ti misma” suplica uno de ellos. Una voz profunda, llena de preocupación. ¡Preocupación! Un golpe de calor en mis venas y un violento odio casi me estrangula. Nunca he sentido una emoción como esta ni en todas mis vidas. Por otro segundo, mi repulsión me sacó del recuerdo. Alto, estridente y agudo perforó mis oídos y martilleó en mi cabeza. El sonido araño a través de mis vías respiratorias. Hubo un débil dolor en mi garganta. Gritando , explicaba mi cuerpo.

Estás gritando.

Me quedé helada de aturdimiento y el sonido paró bruscamente. Eso no era un recuerdo. Mi cuerpo– ¡Ella estaba pensando! ¡Hablándome!

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Pero el recuerdo era muy fuerte, en ese momento, más que mi asombro.

“¡Por favor!” gritaron ellos. “¡Hay peligro en frente!” “¡El peligro está atrás!” les respondí. Pero vi a lo que se referían. Un enclenque raudal de luz, viniendo de quien sabe donde, brilló al final del vestíbulo. No es el muro del edificio o la puerta cerrada, la muerte final que temía y esperaba. Es un agujero negro. El hueco del ascensor. Abandonado, deshabilitado y como este edificio. Una vez fue un lugar donde esconderse, ahora una tumba. Una oleada de alivio me inundó. Hay una manera. No una manera de sobrevivir, pero tal vez una manera de ganar. ¡No, no, no!

Este pensamiento era todo mío, y luché por salir fuera de ella, pero

estábamos juntas. Y corrimos hacia el borde de la muerte.

“¡Por favor!” los gritos eran más desesperados. Tuve ganas de reír cuando supe que era lo bastante rápida. Imaginé sus manos, intentando cogerme a escasos centímetros de mi espalda. Pero soy tan rápida como necesito ser. No paré al final del suelo. El agujero subió hasta cubrirme por la mitad. El vació me traga. Mis piernas se sacuden, inútiles. Mis manos agarran el aire, a través de él, buscando algo sólido. El frío me golpea. Oí el ruido sordo antes de sentirlo… el viento soplaba… Y entonces dolor por todas partes… el dolor lo era todo. Hazlo parar.

“No es lo suficientemente alto” me susurré a mi misma a través del dolor. ¿Cuándo parará el dolor? ¿Cuándo…? La negrura se tragó la agonía, y me desperté débil con gratitud de que el recuerdo hubiera llegado al final de sus conclusiones. La negrura lo tomó todo y fui libre. Respiré para calmarme, como este cuerpo tenía costumbre. Mi cuerpo. Pero entonces el color volvió apresuradamente, el recuerdo se alzó y me tragó de nuevo.

“¡No!” me aterré, temiendo el frío y el dolor y al miedo mismo.

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Pero este no era el mismo recuerdo. Este era un recuerdo sin recuerdo-un recuerdo agonizante- de alguna manera, más fuerte que el primero. La negrura lo tomó todo de nuevo: el recuerdo de un rostro. El rostro era tan ajeno a mí como un desconocido, la serpentina de tentáculos de mi último cuerpo era el huésped de este nuevo órgano en que me había convertido. Había visto este tipo de caras en las imágenes que cogí para prepararme para este mundo. Era difícil verlos por separado, ver las minúsculas variaciones de color y forma que eran las únicas formas de individualismo. Más de lo mismo, todos ellos. Narices centradas en mitad de la esfera, los ojos más arriba y las bocas más abajo, las orejas a los lados. Una colección de sentidos, tacto, concentrado en un lugar. La piel alrededor de los huesos, el pelo creciendo en la coronilla y extrañas líneas peludas sobre los ojos. Algunos tenían más pelo debajo de la mandíbula; estos eran siempre machos. El color iba en la escala del marrón desde el crema pálido a más oscuro, casi negro. A parte de esto ¿cómo diferenciar uno de otro? Esa cara la hubiera reconocido entre millones. El rostro era un rectángulo duro, la forma de los huesos fuerte bajo la piel. El color era luminoso, marrón dorado. El pelo era unos tonos más oscuros que la piel, excepto donde los reflejos rubios brillaban, y eso solo cubría la cabeza y el extraño pelo sobre los ojos. Los irises circulares en los blancos globos oculares eran más oscuros que el cabello, pero, como el pelo, manchados con luz. Tenía pequeñas líneas alrededor de los ojos, y sus recuerdos me dijeron que las líneas eran de sonreír, y mirar al sol. No sabía nada de lo que pasaba con la belleza con esos extraños, y entonces supe que ese rostro era hermoso. Quería seguir mirándolo. Tan pronto como me di cuenta de ellos, desapareció. Mío, dijo la ajena que no debería existir. De nuevo, estaba congelada, aturdida. Allí no debería haber nadie más que yo. ¡Y entonces ese pensamiento fue tan fuerte y consciente! Imposible. ¿Cómo podía ella estar aquí? Ella era yo ahora. Mío , me reprochó ella, el poder y la autoridad que me pertenecían sólo a mi fluía a través de la palabra.

Todo es mío

.

Así que, ¿por qué estaba respondiéndole? Me preguntaba como las voces interrumpían mis pensamientos.

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Capítulo 2 - Escuchada Las voces estaban cerca, y aunque recién me había dado cuenta, parecían estar discutiendo en susurros.

“Temo que esto sea demasiado para ella,” dijo la primera voz. Era baja pero profunda, masculina. “Y para cualquiera. ¡Cuanta violencia!” Había disgusto en sus palabras.

“Gritó solo una vez,” dijo una voz aguda, sutil, femenina, y su comentario dejaba notar una cierta satisfacción, como si los hechos le dieran razón.

“Lo sé” admitió el hombre. “Es realmente fuerte. Otros tuvieron traumas mayores por causas menos importantes.”

“Estoy segura va a estar bien, ya te lo he dicho.” “Quizás equivocaste tu Vocación” había algo de entusiasmo en la voz del hombre. Mi mente le llamó

sarcasmo

. “Quizás deberías ser una Curandera, como yo.”

La mujer rió, divertida. “Lo dudo. Los Buscadores preferimos un tipo distinto de diagnóstico.” Mi cuerpo conocía esa palabra: Buscador. Me corrió un escalofrío por el cuerpo. Lo que sobraba de una reacción. Yo no tenía ningún motivo para temer a los Buscadores, obviamente.

“A veces pienso que en tu profesión fueron contagiados por la infección de la humanidad” comentó el hombre, la voz siempre ácida y molesta. “La violencia es congénita en vuestro modo de vivir. ¿Conservan ese resto de índole humana que les hace complacerse del horror?” Me sorprendí por el tono de la acusación. La discusión parecía más a...una pelea. Algo familiar para mi huésped, aunque para mí desconocida. La mujer estaba en la defensiva. “No somos nosotros a elegir la violencia. La enfrentamos cuando debemos. Ustedes tienen suerte de que algunos de nosotros fuertes como para soportarla. Si no hiciéramos nuestro trabajo vuestra paz se rompería.

“Un tiempo era así. Creo que dentro de poco vuestra vocación será superada.” “Te equivocas, y esta cama es la prueba.” “¡Una joven humana, sola y desarmada! Realmente una grande amenaza contra nuestra paz.”

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La mujer respiro profundamente. Resopló. “Si, ¿pero de donde viene? ¿Cómo pudo aparecer en el corazón de Chicago, una ciudad civilizada desde hace tiempo, a unos cientos de kilómetros de cualquier pista de actividad de los rebeldes? ¿Pudo hacerlo sola?” Decía rápidamente las preguntas como si no estuviera pretendiendo una respuesta, ya habiéndoselas repetido varias veces.

“Ese es un problema tuyo” dijo el hombre. “Mi deber es ayudar esta alma a que se acostumbre a su nueva huésped sin traumas ni dolores inútiles. Y tu estas interfiriendo con mi trabajo.” Mientras estaba aun ocupada en retomar conocimiento, en orientarme en un mundo con nuevos sentidos, me di cuenta de que estaban discutiendo sobre mí. Era yo el alma de la que hablaban. Una palabra nueva, una palabra que para mi huésped había tenido muchos otros significados. Nuestro nombre cambiaba de planeta en planeta. Alma. Creo fuese la definición justa. La fuerza invisible guía al cuerpo.

“Tener respuestas para mis preguntas es importante cuanto tus responsabilidades sobre esta alma.”

“Esto se verá.” Sentí un movimiento, y la voz femenina se volvió un susurro. “¿Cuándo va a reaccionar? El efecto de la anestesia se fue casi del todo.

“Cuando esté lista. Déjala en paz. Tiene derecho de enfrentar la situación en el modo que crea más simple. ¡Imagina la sorpresa de despertar en el cuerpo de una rebelde, herida a muerte mientras intentaba escapar! ¡Un trauma de este tipo no debería suceder a nadie en tiempos de paz!” La voz masculina era màs intensa, llena de emoción.

“Es fuerte” le aseguró la voz femenina “Mira como ha enfrentado bien el primer recuerdo, el peor. Cualquier cosa se estuviera esperando, lo logró.”

“¿Por el nombre de qué?” refunfuñó el hombre, pero no parecía esperar una respuesta. La mujer rebatió igualmente: “Para obtener las respuestas que necesitamos...”

“Que necesitamos lo dices tu. Si fuera en ti diría, que pretendemos.” “Alguien tiene que hacerse cargo de las cosas desagradables” siguió ella, ignorando la interrupción “Y por lo que sé, esta alma hubiera aceptado el encargo si hubiera habido un modo de proponérselo. ¿Que nombre le pusiste?” El hombre se quedo en silencio largo rato. La mujer esperó.

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“Trotamundos” dijo al final. “Es adecuado” comentó ella. “No tengo estadísticas oficiales, pero ella debe ser una de las pocas, sino la única, que llega tan lejos. Si, trotamundos le quedará bien, hasta que se elija sola un nombre nuevo. El se quedó en silencio.

“Obviamente, puede quedarse con el nombre del huésped. En los archivos no encontramos nombres que correspondieran a las huellas digitales ni al escanéo de retina. No sabría decirte cual era su nombre.”

“No se va a quedar con el nombre humano” masculló el hombre. “Cada uno busca el confort a su modo” respondió ella, conciliadora. “A Wanderer le va a hacer mucha falta, gracias a tu estilo de Búsqueda” Oí ruidos fuertes y pasos sobre el piso duro. Cuando habló de nuevo, la mujer estaba del otro lado del cuarto.

“Si hubieras participado cuando empezó la ocupación hubieras reaccionado muy mal.” “Quizás eres tu que reaccionas mal a la paz” La mujer se rió en modo falso. Mi mente parecía aferrar los significados escondidos en el tono y en las inflexiones de la voz.

“No te debe quedar claro lo que implica mi vocación. Largas horas, hundida en archivos y mapas. Más que nada trabajo de oficina. No se trata siempre en conflictos o violencia como quizás crees.”

“Cuando hace diez días encontraste este cuerpo estabas bien armada.” “Te aseguro que era la excepción, no la regla. No te olvides que las armas que tanto te disgustan fueron usadas contra nuestra especie cada vez que nosotros Buscadores bajamos la guardia. Los humanos son felices de matarnos cuando pueden. Los que fueron tocados por su hostilidad nos considera héroes.”

“Hablas como si estuviéramos en el medio de una guerra.” “Si, la guerra contra los humanos que quedan.” Esas palabras me rebotaron en las orejas. Mi cuerpo reaccionó; sentí mi respiro acelerar, el latido del corazón palpitar mas fuerte de lo común. Al lado de la cama en la que

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estaba un aparato registró el aumento del ritmo con un bip ahogado. El Curandero y la Buscadora estaban demasiado ocupados en la discusión para darse cuenta.

“Guerra que ellos mismos saben haber ya perdido. Les superamos en número... ¿Cuánto? ¿Un millón contra 1? Imagino que tú ya lo sabes.

“Según calculamos nosotros estamos en ventaja” admitió ella a regañadientes. El Curandero se mostró feliz en cerrar la conversación con esa precisión. Ella se quedo en silencio un rato. Yo lo aproveché para reflexionar sobre mi situación. Muchas cosas eran obvias. Me encontraba en un laboratorio de curación, recuperándome de una inserción algo complicada. Estaba segura de que el cuerpo que me habían dado estaba completamente curado, antes de que me lo dieran. La mayor parte de las veces se liberaban de los cuerpos perjudicados. Considere el conflicto de opiniones del Curandero y de la Buscadora. Según las informaciones que me habían dado el Curandero tenía razón. La hostilidad contra el resto de los humanos se había acabado. El planeta llamado Tierra era pacifico y sereno como se veía desde el espacio, una esfera de forma atrayente verde y azul, rodeada por vapores blancos e inocuos. Como siempre desde la llegada de las almas, la armonía reinaba en todas partes. La pelea entre el Curandero y la Buscadora estaba fuera de lugar, demasiado agresivo para nuestra raza. Me quedé maravillada. Eran acaso ciertas las voces que habían corrido de los...de los... Me perdí buscando el nombre de mi última especie. Teníamos un nombre, lo sabía. Lejos de mi antigua huésped no lo recordaba, el lenguaje que había usado era mucho mas simple que este, un lenguaje mudo de pensamientos que nos unía a todos en una sola grande mente. Cosa necesaria si vives enraizado en un terreno húmedo y negro. Podía describir esa especie con mi nuevo lenguaje humano. Vivíamos en el fondo del grande océano que cubría toda la superficie del planeta... del cual no recordaba el nombre. Teníamos cien brazos, y por cada brazo mil ojos, gracias a eso, y a la unión de nuestros pensamientos, nada en el fondo del océano pasaba desapercibido. No estaba la necesidad de los sonidos, ya que no teníamos orejas. Sentíamos el sabor del agua, que junto a la vista nos decía todo lo que debíamos saber. Y sentíamos el sol, lejano arriba del océano, que se convertía en nutrimento para nosotros. Podía describirnos, pero no podía darnos un nombre. Suspiré triste por ese conocimiento perdido, y volví a reflexionar sobre la conversación que había escuchado.

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Usualmente, las almas dicen solo la verdad. Los Buscadores, obviamente, debían seguir las reglas de su vocación, pero entre almas no había necesidad de mentir. El lenguaje mental de mi última especie hacía que no pudiera mentir. Enraizados en la tierra como estábamos, luchando contra el aburrimiento narrando historias. Saber contar historias era el màs apreciado de los talentos, porque todos gozaban de ello. A veces la realidad se mezclaba con la fantasía al punto que empezábamos a dudar, aunque no se pudiera mentir, que cosa era cierta y que cosa no lo era. Cuando pensábamos en el nuevo planeta-la Tierra, tan seca, tan variada, llena de habitantes violentos y destructivos, que apenas les podíamos imaginar-el terror principalmente era sustituido por el entusiasmo. Nacían enseguida historias sobre el nuevo y emocionante tema. Las guerras-¡Las guerras! ¡Nuestra raza obligada a luchar!eran discretas primero detalladamente, embellecidas y transformadas en cuentos. Cuando los cuentos se deformaban demasiado buscaba informaciones oficiales. Pero se hablaba también de otras cosas: Huéspedes tan fuertes que obligaban a las almas a que los abandonaran. Huéspedes con una mente indomable. Almas que adoptaban la personalidad del cuerpo en vez de imponer la propia. Historias. Voces incontrolables. Locura. Parecía la acusación del Curandero... Descarté la sospecha. Probablemente la protesta del Curandero era solo un reflejo de la antipatía de todas las almas sobre la vocación de los Buscadores. Pero, ¿cómo era posible desear una vida de duelos y perseguimientos? ¿Sentir atracción en individuar y capturar los huéspedes mal dispuestos? ¿Tener bastante coraje como para enfrentar la violencia de esa especie hostil, los humanos, que mataban tan fácilmente? En este planeta los Buscadores se habían vuelto un verdadero... ejército: Mi nuevo cerebro sugirió la mejor definición sobre un concepto para mí totalmente desconocido. La mayoría de las almas creían que solamente los menos evolucionados, inferiores, se volvían Buscadores. Aún así, en la Tierra, ellos gozaban un nuevo estatus. Nunca antes había ocurrido que una vocación saliera mal. Nunca antes se había transformado en una batalla cruel y sangrienta. Los Buscadores eran un potente escudo, y las almas de este mundo estaban triplemente en deuda con ellos: Porque habían transformado el caos en seguridad, porque cada día arriesgaban voluntariamente sus vidas y porque traían constantemente nuevos cuerpos. Ahora que el peligro había pasado, la gratitud se iba debilitando. Y, para esta Buscadora, el cambio no era placentero. Era fácil imaginar lo que me iba a preguntar. Aunque el Curandero intentara darme más tiempo para acostumbrarme a mi nuevo cuerpo sabía que iba a dar lo mejor de mí para ayudar a la Buscadora.

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El sentido cívico era algo indispensable en cada alma. Así que respire profundamente para prepararme. El monitor señalo mi movimiento. Me sentía algo indecisa, odiaba admitirlo, pero tenía miedo. Para recuperar las informaciones que necesitaba la Buscadora iba a tener que explorar los recuerdos violentos que me habían hecho gritar por el terror. Pero sobretodo tenía miedo de la voz que había escuchado fuerte en mi cabeza. En aquel momento, como debía ser, la voz callaba. También ella era solo un recuerdo. No debía temer, después de todo mi nuevo nombre era Trotamundos, me lo había ganado. Con otro respiro profundo enfrenté los recuerdos que me asustaban, y hurgué en ellos serrando los dientes. Ahora podía omitir el final, ya que había superado el miedo. Rápidamente volví, estremeciéndome, a la corrida en la oscuridad, intentando no hacer caso a las sensaciones. Me salí de eso rápidamente. Una vez superada la barrera pude fluctuar entre las cosas y los lugares menos alarmantes, en busca de información. Vi como había llegado a esa ciudad fría, de noche, manejando un auto robado, elegido a propósito por su aspecto anónimo. Había caminado por las calles de Chicago en la oscuridad, temblando y envuelta en una chaqueta. También ella la estaba buscando. Había otro como ella, al menos eso esperaba. Una persona en particular. Una amiga...no, una pariente. No era una hermana...una prima. Las palabras tenían dificultad en salir, y al principio no entendí porqué. ¿Era un particular que se había olvidado? ¿Perdido durante el trauma de haber casi muerto? ¿Estaba aún confundida porque había perdido conocimiento? Intenté razonar. Que sensación tan poco familiar. ¿Quizás aun seguía bajo sedativos? Me sentía lucida, pero a mi mente le costaba buscar las respuestas que quería y que no encontraba. Intenté usando otra vía, en la esperanza de tener una visión mas clara. ¿Cual era su objetivo? Debía encontrar a...Sharon-no sé de donde lo saqué-y con ella quería... Choqué contra una pared. Había un vacío, la nada. Traté de darle la vuelta, pero no encontraba el final. Como si la información que buscaba hubiese sido borrada. Como si mi cerebro estuviese perjudicado. Una rabia ardiente y salvaje me invadió. Una reacción inesperada, que me dejó sin aire. Había oído sobre la instabilidad emocional de los cuerpos humanos, pero esto iba más

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allá de mi habilidad de prever. En ocho vidas ninguna otra emoción me había tomado con tanta fuerza. Sentí la sangre pulsar en mi cuello, retumbar en las orejas. Apreté los puños. El monitor a mi lado registró la aceleración de mis latidos. En el cuarto alguien se movió: Los pasos fuertes de la Buscadora se aproximaron hacia mí, junto a un calmo arrastrar de pies que debían ser los del Curandero.

“Bienvenida a la Tierra Wanderer,” dijo ella.

Capítulo 3 - Resistida

“Ella no reconocerá el nuevo nombre,” murmuró el Curandero. Una nueva sensación me distrajo. Algo agradable, un cambio en el aire cuando la Buscadora se colocó a mi lado. Un aroma, deduje. Algo diferente que el cuarto estéril, inodoro. Perfume, me dijo mi nueva mente. Floral, exuberante…

“¿Puedes escucharme?” preguntó la Buscadora, interrumpiendo mi análisis. “¿Estas consciente?”

“Toma tu tiempo” pidió el Curandero en una voz mas suave que la que había usado antes. Yo no abrí mis ojos. No quería ser distraída. Mi mente me daba las palabras que necesitaba, y el tono que transmitiría lo que no podría decir sin usar muchas palabras.

“¿He sido colocada en un huésped dañado para obtener la información que tú necesitas, Buscadora?” Hubo un jadeo–mezcla de sorpresa e indignación–y algo cálido toco mi piel, cubrió mi mano.

“Desde luego que no, Wanderer” dijo el hombre tranquilizadoramente. “Incluso un Buscador se detendría en algunas cosas.” La Buscadora jadeó nuevamente. Silbó, corrigió mi memoria.

“¿Entonces por qué esta mente no funciona correctamente?” Hubo una pausa.

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“Las exploraciones fueron perfectas” dijo la Buscadora. Sus palabras no eran tranquilizadoras sino argumentativas. ¿Pretendía discutir conmigo? “El cuerpo fue curado completamente.”

“De un intento de suicido que estuvo peligrosamente cerca de tener éxito” mi tono fue severo, aún enojado. Yo no estaba acostumbrada a la cólera. Era difícil contenerla.

“Todo estuvo en perfecto orden…” El Medico la interrumpió “¿Qué falla?” Él preguntó. “Claramente, has conseguido acceso al habla.”

“Memoria. Estaba tratando de encontrar lo que la Buscadora quiere.” Aunque no hubo ningún sonido, hubo un cambio. La atmósfera, que se había puesto tensa con mi acusación, se relajó. Me pregunté como sabía esto. Tenía la extraña sensación de que estaba de alguna manera recibiendo más de lo que los cinco sentidos me daban… casi el presentimiento de que había otro sentido, en los bordes, no totalmente aprovechado. ¿Intuición? Esa era casi la palabra correcta. Como si cualquier criatura necesitara más de cinco sentidos. La Buscadora aclaró su garganta, pero fue el Médico quien contestó.

“Ah” dijo “No te pongas ansiosa acerca de algunas… dificultades parciales de la memoria. Eso es, bueno, no que sea esperado, exactamente, pero no considerablemente sorprendente.”

“No entiendo a lo que se refiere.” “Este huésped era parte de la resistencia humana–ahora había un pizca de entusiasmo en la voz de la Buscadora–Aquellos seres humanos que fueron consientes de nosotros antes de la inserción son mas difíciles de dominar. Éste todavía resiste.” Hubo un momento de silencio mientras ellos esperaban por mi respuesta. ¿Resistencia? ¿El huésped estaba bloqueando mi acceso? De nuevo, el calor de mi cólera me sorprendió.

“¿Estoy correctamente vinculada?” pregunté, mi voz distorsionada porque salió a través de mis dientes.

“Sí” dijo el Curandero. “Todos los ochocientos veintisiete puntos están ligados correctamente en las posiciones óptimas.”

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Esta mente usaba más de mis adhesiones que cualquier huésped anterior, dejándome solo ciento ochenta y un adhesiones de repuesto. Tal vez los numerosos atascamientos eran la razón de que las emociones fueran tan vívidas. Decidí abrir mis ojos. Sentí la necesidad de volver a fijarme lo que dijo el Curandero y asegurarme de que el resto de mí funcionaba. Luz. Brillante, doloroso. Cerré mis ojos nuevamente. La última luz que había visto había sido filtrada por cientos de brazas de océano. Pero estos ojos habían visto más brillante y podían soportarlo. Los abrí estrechamente, manteniendo mis pestañas emplumadas sobre la abertura.

“¿Te gustaría que apague las luces?” “No, Curandero. Mis ojos se ajustarán.” “Muy bien” dijo, y entendí que su aprobación se refería a mi casual uso del posesivo. Los dos esperaron tranquilamente mientras mis ojos se ensanchaban lentamente. Mi mente reconoció esto como un cuarto promedio en una institución medica. Un hospital. Los azulejos del techo eran blancos con puntos más oscuros. Las luces eran rectangulares y del mismo tamaño que los azulejos, reemplazándolos a intervalos regulares. Las paredes eran verde-claro, un color calmante, pero también el color de la enfermedad. Una pobre elección, en mi opinión rápidamente formada. Las personas que me rodeaban eran más interesantes que el cuarto. La palabra doctor sonó en mi cabeza tan pronto como mis ojos se fijaron en el Médico. Él usaba ropa holgada azul-verde que dejaba sus brazos al descubierto. Scrubs. El tenía cabello en su cara, un color extraño que mi memoria llamó rojo.

¡Rojo! Habían sido tres mundos desde que vi el color o cualquiera parecido. Incluso este pelirrojo dorado me llenó de nostalgia. Su cara me pareció como la de cualquier humano, pero el conocimiento en mi memoria aplicó la palabra amable. Una respiración impaciente cambió mi atención a la Buscadora. Ella era muy pequeña. Si ella hubiera permanecido quieta, me hubiera llevado un rato notarla ahí al lado del Curandero. Parecía una mancha, algo oscuro en el brillante cuarto. Usaba negro desde la barbilla hasta las muñecas–un traje conservador de seda, con cuello de tortuga debajo. Su cabello era negro, también. Le llegaba hasta la barbilla y lo tenía colocado detrás de sus orejas. Su piel era más oscura que la del Curandero. Tono oliva.

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Los pocos cambios en las expresiones de los humanos eran tan mínimos que eran bastante difíciles de leer. Mi memoria llamaría la expresión de la cara de esta mujer, pensativa. Las cejas negras, inclinadas hacia abajo sobre los ojos ligeramente hinchados, creaban un diseño familiar. No precisamente cólera. Intensidad. Irritación.

“¿Con qué frecuencia pasa esto?” pregunté, mirando nuevamente al Médico. “No mucha” admitió el Médico “Tenemos muy pocos huéspedes adultos disponibles. Los huéspedes jóvenes son enteramente flexibles. Pero tú indicaste que preferías comenzar como un adulto.”

“Sí.” “La mayoría pide lo opuesto. La vida humana es mucho mas corta de lo que estas acostumbrada.”

“Tengo buen conocimiento acerca de todo eso, Curandero. ¿Ha usted tratado con este tipo de… resistencia antes?”

“Solo una vez, por mi mismo.” “Dígame los hechos del caso.” Me detuve brevemente. “Por favor” añadí, sintiendo la carencia de cortesía en mi petición. El Médico suspiró. La Buscadora comenzó a tamborilear sus dedos contra su brazo. Un signo de impaciencia. No le haría daño esperar por lo que ella quería.

“Esto ocurrió hace cuatro años” comenzó el Médico. “El alma en cuestión había pedido como huésped un hombre adulto. El primero disponible fue un humano que había estado viviendo en un grupo de la resistencia desde los primeros años de la ocupación. El humano… sabía qué pasaría cuando fue capturado.”

“Igual que mi huésped.” “Um, si” él aclaró su garganta. “Esta era apenas la segunda vida del alma. Él venía del Blind World.”

“¿Blind World?” pregunté, girando mi cabeza a un lado reflexivamente. “Oh, disculpa, tú no conoces nuestros sobrenombres. Este fue uno de los tuyos, creo, ¿no lo fue?” sacó un artefacto de su bolsillo, una computadora, y rebuscó rápidamente. “Sí, tu séptimo planeta. En el sector ochenta y uno.”

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“¿Blind World?” dije nuevamente, mi voz ahora era desaprobatoria. “Si, bueno, algunos de los que han vivido allí prefieren llamarlo el Singing World.” Asentí lentamente. Me gustaba más ese.

“Y algunos de los que nunca han estado ahí lo llaman Planet of the Bats” murmuró la Buscadora. Giré mis ojos hacia ella, sintiéndolos estrecharse mientras mi mente recordaba la imagen del feo roedor volador al que ella se refería.

“Asumo que tú eres una de las que nunca ha vivido allí, Buscadora” dijo el Curandero suavemente. “En un principio llamamos a esta alma Racing Song, que era una floja traducción de su nombre en el Singing World. Pero él pronto optó por tomar el nombre de su huésped, Kevin. A pesar de que él estaba considerado para llevar a cabo un trabajo relacionado con la música, dado su precedente, él dijo que se sentiría mejor continuando con la línea de trabajo que tenía previamente su huésped, que era mecánico.”

“Estas cosas eran algo preocupantes para su Consolador asignado, pero seguían estando dentro de los límites de lo normal.”

“Entonces Kevin comenzó a quejarse de que tenía bloqueos por periodos de tiempo. Ellos lo trajeron conmigo, y nosotros realizamos muchas pruebas para asegurarnos de que no había defectos en el cerebro del huésped. Durante las pruebas, muchos Médicos encontraron marcadas diferencias en su comportamiento y personalidad. Cuando le preguntamos sobre esto, él dijo no recordar nada de ciertas declaraciones y acciones. Continuamos observándolo, junto con su Consolador, y eventualmente descubrimos que el huésped estaba tomando el control del cuerpo de Kevin periódicamente.”

“¿Tomando control?” Mis ojos se abrieron de par en par “¿Con el alma inconsciente? ¿El huésped recuperó el control del cuerpo?”

“Lamentablemente, si. Kevin no fue suficientemente fuerte para suprimir a su huésped.” No suficientemente fuerte. ¿Ellos pensaban que yo era débil también? ¿Yo era débil, por eso no podía forzar a esta mente para contestar a mis preguntas? ¿Más débil aun, porque sus pensamiento vivos existían en mi cabeza donde no debe haber nada sino memoria? Yo siempre me había considerado fuerte. Esta idea de la debilidad me hizo estremecerme. Me hizo sentir vergüenza. El Curandero continuó. “Ciertos eventos ocurrieron, y fue decidido…”

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“¿Qué eventos?” El Curandero miro hacía abajo sin contestar.

“¿Qué eventos?” Exigí otra vez. “Creo que tengo el derecho a saber.” El Curandero suspiró. “Lo tienes. Kevin… atacó físicamente a un Curandero mientras no… era él mismo” hizo una mueca de dolor. “Noqueó al Curandero y encontró un escalpelo. Lo encontramos insensible. El huésped había tratado de sacar el alma fuera de su cuerpo. Me tomó un momento antes de poder hablar. Incluso entonces, mi voz fue solo un respiro. “¿Qué les sucedió?”

“Afortunadamente, el huésped no era capaz de permanecer consiente suficiente tiempo como para infligir un daño verdadero. Kevin fue recolocado, dentro de un huésped joven esta vez. El problemático huésped estaba en reparación, y fue decidido que no tenía ningún caso tratar de salvarlo.”

“Kevin es ahora un humano de siete años de edad perfectamente normal… aparte del hecho de que conserva el nombre Kevin. Sus guardianes están ocupándose de exponerlo bastante a la música, y esta yendo muy bien…” lo último lo agregó como si fueran buenas nuevas, noticias que pueden de alguna manera anular el resto.

“¿Por qué?” Aclaré mi garganta para que mi voz pudiera ganar algo de volumen. “¿Por qué estos riesgos no se han compartido?”

“En realidad,” la Buscadora interrumpió “se indica muy claramente en toda la propaganda de reclutamiento que la asimilación de un humano adulto es mucho mas desafiante que la asimilación de un niño. Un huésped joven es altamente recomendable.”

“La palabra desafiante no cubre muy bien la historia de Kevin” susurré. “Si, bueno, tú preferiste ignorar la recomendación.” Ella subió sus manos en un gesto de paz cuando mi cuerpo se tensó, haciendo que la estrecha cama crujiera suavemente. “No que yo te culpe. La infancia es extremadamente aburrida. Y tú claramente no eres un alma común. Tengo confianza que esto es algo que tus habilidades pueden controlar. Éste es solo otro huésped. Estoy segura de que pronto tendrás acceso y control total.” Por este punto en mis observaciones de la Buscadora, yo estaba sorprendida de que ella hubiera tenido la paciencia para esperar cualquier retardo, incluso mi adaptación personal. Detecté su decepción por mi carencia de información, y sentí de nuevo algunas de las desconcertantes sensaciones de cólera.

“¿No se te ocurrió que podrías obtener las respuestas que buscas insertándote a ti misma dentro de este cuerpo?” pregunté.

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Ella se puso tiesa. “No soy un Skipper” Mis cejas se levantaron automáticamente.

“Otro sobrenombre” explicó el Curandero. “Para esos que no terminan una vida entera en su huésped.” Asentí en entendimiento. Nosotros teníamos otro nombre para esto en mis otros mundos. En ningún mundo era algo agradable. Así que mejor dejar de interrogar a la Buscadora y darle lo que pueda.

“Su nombre era Melanie Stryder. Nació en Albuquerque, Nuevo México. Estaba en los Ángeles cuando se enteró de la ocupación, y se ocultó en el desierto por algunos años antes de encontrar… Hmmmm. Disculpa, trataré esa mas tarde. El cuerpo tiene veinte años. Manejaba de Chicago a…” sacudí mi cabeza. “El vehículo fue robado. Ella estaba buscando a una prima llamado Sharon, que ella tenía razones para creer que continuaba humano. Ni encontró ni contactó a nadie antes de ser capturada. Pero… - me concentré, luchando contra otra pared en blanco. – Creo… no puedo estar segura… creo que ella dejó una nota… en alguna parte.

“¿Así que ella esperaba que alguien la buscara?” preguntó la Buscadora impaciente. “Si. La considerarán… perdida. Si ella no se presenta a la cita con…” cerré mis dientes fuertemente, luchando realmente ahora. La pared era negra, y no podría decir que tan densa era. Luché contra la pared, el sudor goteando por mi frente. La Buscadora y el Curandero estaban muy quietos, permitiéndome concentrarme. Traté pensando en algo mas… los ruidosos, desconocidos sonidos que el motor de un carro había hecho, el torrente de adrenalina cada vez que las luces de otro vehículo se veían cerca del camino. Ya tenía esto, y nada luchó contra mí. Dejé que la memoria me transportara, la dejé saltar sobre el frío a través de la ciudad bajo la acogedora oscuridad de la noche, la dejé volar libremente por el camino al edificio donde ellos me encontraron. No a mí, a ella. Mi cuerpo se estremeció.

“No te sobrepases…” comenzó el Médico. La Buscadora lo silenció. Dejé a mi mente morar en el horror del descubrimiento, el odio ardiente de los Buscadores que dominaba casi todo. El odio era malvado; era doloroso. Apenas podía soportarlo. Pero lo dejé seguir su curso, con la esperanza de que distraería la resistencia, debilitaría las defensas.

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Observé cuidadosamente cuando ella intentó ocultar algo y después supo que no podría. Una nota, rayada en una pieza de escombro con un lápiz roto. Empujado precipitadamente debajo de una puerta. No cualquier puerta. - El patrón es la quinta puerta a lo largo del quinto pasillo en el quinto piso. Su comunicación esta ahí. La Buscadora tenía un pequeño teléfono en su mano; murmuró algo rápidamente en éste.

“Se suponía que el edificio era seguro” continué. “Ellos sabía que fue condenado. Ella no sabe como la descubrieron. ¿Encontraron ellos a Sharon?” El frío del horror subió por mis brazos poniéndome la piel de gallina. La pregunta no era mía. La pregunta no era mía, pero fluyó naturalmente a través de mis labios como si lo fuera. La Buscadora no notó nada mal.

“¿La prima? No, ellos no encontraron a ningún otro humano” respondió ella, y mi cuerpo se relajó en respuesta. “Este huésped fue capturado entrando al edificio. Desde que el edificio fue condenado públicamente, el ciudadano que la observaba a ella se preocupó. Él nos llamo, y nosotros observamos el edificio para ver si podíamos atrapar a más de uno, y nos fuimos cuando pareció improbable. ¿Puedes encontrar el lugar de la cita? Traté. Tantas memorias. Todas ellas tan coloridas y definidas. Vi cientos de lugares que nunca había visto, escuché sus nombres por primera vez. Una casa en Los Ángeles, alineada con altos y frondosos árboles. Un prado en un bosque, con una tienda y una fogata, fuera de Winslow, Arizona. Una playa rocosa abandonada en México. Una cueva, la entrada a resguardo de la lluvia, en algún lugar en Oregon. Tiendas, chozas, abrigos rudos. Mientras pasaba el tiempo, los nombres eran menos específicos. Ella no sabia donde estaba, ni le importaba. Mi nombre era Wanderer ahora, sus memorias lo encajaron tan bien como yo. Excepto que mi paseo era por elección. Estos flashes de recuerdos estaban siempre teñidos por el miedo de la presa. No vagabundeando, sino corriendo. Traté de no sentir compasión. En lugar de eso, trabaje para enfocarme en las memorias. No necesitaba ver donde había estado ella, solo a dónde estaba yendo. Analice los diversos cuadros relacionadas con la palabra Chicago, pero ninguna parecía ser nada mas que imágenes al azar. Amplié mi red de visión. ¿Qué estaba ahí? ¿Chicago? Frío, pensé. Era frío, y había una cierta preocupación sobre eso.

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¿Dónde? Presioné, y la pared regresó. Exhalé. “Fuera de la ciudad, en el desierto… un parque del estado, lejos de cualquier edificio. No es un lugar en el que ella haya estado antes, pero ella sabía como llegar ahí.”

“¿Qué tan pronto?” preguntó la Buscadora. “Pronto” la respuesta fue automática. “¿Qué tanto he estado aquí?” “Dejamos al huésped sanar durante nueve días, para estar completamente seguros de que ella estaba recuperada” me dijo el Médico. “La inserción fue hoy, el décimo día.” Diez días. Mi cuerpo sintió una extraña ola de alivio.

“Muy tarde” dije. “Para el punto de la cita… o incluso la nota.” Podía sentir la reacción del huésped ante esto, podía sentirlo muy fuerte. El huésped estaba casi… satisfecho. Permití que las palabras que ella pensó fueran dichas, así yo podría aprender de ellas “Él no estará ahí.”

“¿Él?” La Buscadora saltó con el pronombre. “¿Quién?” La pared en blanco apareció con más fuerza de la que ella había usado antes. Pero ella lo hizo una pequeña fracción de segundo demasiado tarde. Nuevamente, el rostro llenó mi mente. El hermoso rostro con la piel dorada y los ojos brillantes. El rostro que revolvió un extraño, profundo placer dentro de mí mientras lo veía claramente en mi mente. A pesar de que la pared apareció nuevamente acompañada con una sensación de vicioso resentimiento, no fue lo suficientemente rápida.

“Jared” respondí. Tan rápido como si hubiera venido de mí, el pensamiento que no era mío siguió el nombre a través de mis labios. “Jared está a salvo.”

Capítulo 4 - Soñado Estaba muy oscuro para estar tan caluroso, o tal vez muy caluroso para estar tan oscuro. Una de las dos esta en lo correcto. Me puse en cuclillas en la oscuridad detrás de la débil protección de maleza del arbusto de creosota, sudando toda el agua que había en mi cuerpo. Estuve quince minutos en el auto se había ido del garaje. No había luces encendidas. La puerta estaba abierta por

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dos pulgadas, dejando que el refrigerador haga el trabajo. Pude imaginar la sensación del húmedo, frío aire sopando a través de éste. Ojalá pudiese alcanzarlo desde aquí. Mi estómago gruñó, y me agarré mis abdominales para amortiguar el sonido. Había demasiado silencio como para que el murmuro se escuchara. Tenía tanta hambre. Había otra necesidad que era más fuerte–otro estómago con hambre escondido seguro muy lejos en la oscuridad, esperando solo en la áspera cueva que era temporalmente nuestro hogar. Un lugar diminuto, dentado con una roca volcánica. ¿Qué iba a hacer si no volvía? Toda la presión maternal con nada de conocimiento o experiencia. Me siento tan odiosamente indefensa. Jamie tenía hambre. No había otra casa cerca que ésta. Estuve observando desde que el sol todavía estaba brillando en el cielo, y no pensaba que hubiese un perro, tampoco. Me levanté de mi posición agachada, mis pantorrillas gritaban en protesta, pero me mantuve encorvada, tratando de ser más pequeña que el arbusto. La subida era de suave arena, una pálida senda en las luces de las estrellas. No había sonidos de autos en la carretera. Sabía que ellos iban a darse cuenta cuando volvieran, los monstruos que se parecían a una buena pareja en sus precoses cincuenta. Ellos iban a saber exactamente que era, y me iban a buscar al momento. Necesitaba estar lejos. Realmente deseaba que ellos estuviesen afuera por una noche en la ciudad. Creo que es viernes. Ellos toman nuestros hábitos a la perfección, es difícil ver alguna diferencia. Lo cual es como ellos ganaron el primer lugar. La reja que estaba alrededor del patio era solo alta hasta la cintura. La pasé fácil, silenciosamente. El patio estaba cubierto de grava, no obstante, y tuve que caminar con cuidado turnando mi peso. Logré llegar a la tabla del patio. Las persianas estaban abiertas. La luz de las estrellas era suficiente para ver que las habitaciones no habían movimiento. Esa pareja tenía un look ascético, y estaba agradecida. Era difícil para alguien esconderse. Por supuesto, eso no dejaba un lugar para esconderme, tampoco, pero si me tenía que esconder por ahí, era demasiado tarde de todos modos. Primero abrí el mosquitero, y después la puerta de vidrio. Las dos se deslizaron silenciosamente. Puse mi pie despacio en el azulejo, pero eso era sólo por un hábito. No había nadie esperando por mí allí. El aire fresco se sentía como el cielo. La cocina estaba a mi izquierda. Pude ver el destello del mostrador de granito.

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Tiré de la bolsa de tela de mi brazo y empecé por el refrigerador. Hubo un momento de ansiedad cuando la luz se prendió cuando la puerta se abrió, pero encontré el botón y lo sostuve con mi pie. Mis ojos estaban cegados. No tuve tiempo de adaptarme. Iba palpando. Leche, lonchas de queso, restos en un envase de plástico. Deseé que fuera el pollo-conarroz, cosa que vi de él cuando cocinaba para la cena. Vamos a comer eso esa noche. Jugo, una bolsa de manzanas. Pequeñas zanahorias. Eso iba a estar bueno para mañana. Me apuré hacia la despensa. Necesitaba cosas para que duraran. Empezaba a ver mejor mientras agarraba mas cosas para poder llevarme. Mmm, galletas con chispas de chocolate. Estaba muriéndome por abrir la bolsa en este momento, pero me contuve e ignoré la contorción de mi estómago vacío. La bolsa se hizo pesada muy pronto. Eso iba a durarnos por una semana, sólo si teníamos cuidado. Y no me sentía como si fuese a ser cuidadosa; Tenía ganas de atragantarme. Empujé una barra de granola dentro de mi bolsillo. Una cosa más. Me apuré a ir al fregadero y llené mi cantimplora. Después puse mi cabeza debajo del flujo y tomé directamente de ahí. El agua hizo un ruido extraño cuando golpeó mi vacío estomago. Empecé a sentir pánico ahora que mi trabajo estaba hecho. Quería estar fuera de aquí. La civilización es mortífera. Miré el suelo en mi camino hacia la salida, preocupada por mi velocidad con mi pesada bolsa, que era el porque no había visto una figura negra en el patio hasta que mi mano estuvo en la puerta. Lo escuché maldecir al mismo tiempo que un estúpido grito de miedo escapó de mi boca. Giré para correr a toda velocidad, deseando que las cerraduras no estuvieran trabadas, o por lo menos no sea difícil. Ni siquiera pude dar dos pasos antes de que sus groseras manos me agarraran de mis hombros y hacerme torcer hacia atrás contra su cuerpo. Muy grande, muy fuerte para ser una mujer. Su voz grave me lo confirmó.

“Un sonido y mueres,” amenazó bruscamente. Estaba shockeada al sentir un fino y cortante filo apoyado en mi piel debajo de mi mandíbula.

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No lo entiendo. No le tuve que haber dado una oportunidad. ¿Quién es este monstruo? Nunca he oído a alguno que rompiera las reglas. Le respondí de la única manera que podía.

“Hazlo,” escupí a través de mis dientes. “Sólo hazlo. ¡No quiero ser un sucio parásito!” Esperé por el cuchillo, y mi corazón me dolía. Ese dolor tenía un nombre. Jamie, Jamie, Jamie. ¿Qué va a ser de ti ahora?

“Limpio,” el hombre murmuró, y no sonó como si me estuviese hablando a mí. “Debes ser un Buscador. Y eso significa una trampa. ¿Qué saben ellos?” El acero desapareció de mi garganta, sólo para ser reemplazado por una mano más fuerte que el hierro. Podía apenas respirar debajo de su apretón.

“¿Dónde están los demás?” me demandó, apretándome. “¡Sólo soy yo!” Jadeé. No podía guiarlo a Jamie. ¿Qué iba a hacer Jamie cuando no regresara? ¡Jamie tiene hambre! Tiré mi codo hacia su intestino–y eso realmente dolió. Sus musculos eran como hierro duro como su mano. Lo que era muy raro. Músculos como esos eran producto de una vida dura u obsesión, y los parásitos tenían eso tampoco. Él ni siquiera soltó un suspiró por mi golpe. Desesperada, clavé mi talón en su empeine. Eso lo atrapó desprevenido y se tambaleó. Puede salir, pero él agarro mi bolso, tirándome devuelta con fuerza sobre su cuerpo. Sus manos estaban nuevamente en mi garganta.

“Llena de fuerzas por una ladrona de cuerpos amante-de-la-paz, ¿no lo crees?” Sus palabras no tenían sentido. Tal vez los aliens eran siempre lo mismo. Supongo que ellos tienen sus locuras, después de todo. Me giré y lo arañé, tratando de salir de su presión. Mis uñas agarraron sus brazos, pero eso solo hizo que él apretara más su presión en mi garganta.

“Te voy a matar, inútil ladrón de cuerpo. No estoy alardeando.” “¡Hazlo, entonces!” De repente jadeó, y me pregunté si alguna de mis extremidades habían hecho contacto. No sentí ningún moretón nuevo.

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Él dejó mi brazo y me agarró mi cabello. Eso debía ser así. Iba a cortar mi garganta. Espere por el corte del cuchillo. Pero la mano que estaba en mi garganta se aflojó, y entonces sus dedos palparon la parte de atrás de mi cuello, ásperos y calientes en mi piel.

“Imposible,” susurró. Algo golpeó el suelo con un ruido sordo. ¿Él tiró el cuchillo? Traté de pensar una manera de escapar. Tal vez si me caería. La mano de mi cuello no estaban lo suficientes fuertes para librarme. Creo que escuché donde la cuchilla cayó. Me rodó de repente. Hubo un clic, y una luz me cegó my ojo izquierdo. Jadeé y automáticamente traté por escaparme de él. Sus manos se tensaron en mi cabello. La luz fue para mi ojo derecho.

“No puedo creerlo,” susurró. “Todavía eres humana” Sus manos agarraron mi cara en ambos lados, y antes de que pueda alejarme, sus labios vinieron duramente hacia los míos. Me congelé por un segundo. Nadie me había besado en mi vida. No un beso real. Sólo los besos de mis padres en mis mejillas o en mi frente, hace años atrás. Esto era algo que pensé que nunca iba a sentir. No estoy segura exactamente a que se sentía, en realidad. Había mucho pánico, mucho terror, mucha adrenalina. Subí mi rodilla con un fuerte impulso. Él sofocó un jadeo, y era libre. En vez de correr hacia el frente de la casa otra vez como él esperaba, lo me agaché debajo de su brazo y me dirigí hasta la ventana abierta. Pensé que podía correr más que él, incluso con mi carga. Tenía ventaja, y él todavía estaba hacía ruidos de dolor. Sabía donde ir–no iba a dejar un camino que pudiese ver en la oscuridad. Nunca solté la comida, y eso era bueno. Pienso que las barra de granola eran una pérdida, sin embargo.

“¡Espera!” Me gritó. Cállate , pensé, pero no le respondí el grito. Estaba corriendo detrás de mí. Pude escuchar su voz acercándose. “¡No soy uno de ellos!”

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Seguro . Mantuve mis ojos en la arena y corrí a toda velocidad. Mi papá solía decir que corría como un leopardo. Era la más rápida de mi equipo, campeona estatal, volviendo antes del fin del mundo.

“¡Escúchame!” Él todavía gritaba a todo volumen. “¡Mírame! Voy a probarlo. ¡Sólo para y mírame!” Probablemente no .

Seguí corriendo.

“¿No pensé que hubiese alguien por aquí! Por favor, ¡necesito hablar contigo!” Su voz me sorprendió–estaba muy cerca.

“¡Perdón por besarte! ¡Fue estúpido! ¡Es que he estado solo por tanto tiempo!” “¡Cállate!” No lo dije muy alto, pero sabía que el iba a escuchar. Él se estaba acercando demasiado. Nunca había estado alcanzada antes. Empujé mis piernas más rápido. Había un pequeño gruñido en su respiración mientras aceleraba, también. Algo grande voló hacia mi espalda, y caí. Sentí la suciedad en mi boca, y estaba debajo de algo tan pesado que me costaba respirar.

“Espera. Un. Minuto,” resopló. Cambió su peso y rodó encima de mí. Se puso en horcajadas arriba de mi pecho, atrapando mis brazos debajo de sus piernas. Estaba mirando mi comida. Gruñí y me retorcí tratando de salir encima de él.

“¡Mira, mira, mira!” dijo. Tiró de un pequeño cilindro desde su bolsillo de su cadera y rodó la parte de arriba. Un rayo de luz se disparó desde el fin. Dio vuelta la linterna hacia su cara. La luz hacía su piel amarilla. Eso me mostró su prominente pómulo junto con una fina y larga nariz y una mandíbula cuadrada. Sus labios estaban estirados dentro de una sonrisa, pero pude ver que eran justos, para un hombre. Sus cejas y pestañas estaban descoloradas fuera del sol. Pero eso no fue lo que me estaba mostrando. Sus ojos, líquidos cristalinos de color sienna en la iluminación, brillaban no mas allá de la reflexión humana. Él rebotó la luz entre izquierda y derecha.

“¿Ves? ¿Ves? Soy como tú.”

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“Déjame ver tu cuello.” La sospecha se hizo espesa en mi voz. No iba a dejarme creer que esto no era más que un truco. No entendía el punto de la farsa, pero estaba segura de que ese era uno. No había más esperanza. Sus labios se torcieron. “Bueno... Eso no va a ayudar en nada. ¿Es que los ojos no fueron suficientes? Tú sabes que no soy uno de ellos.”

“¿Por qué no me quieres mostrar tu cuello?” “Porque tengo una cicatriz ahí,” admitió. Traté de retorcerme debajo de él nuevamente, y su mano atrapó mi hombro.

“Es fingida,” explicó. “Pienso que hice un muy buen trabajo, pero la herida es horrible. No tengo ese lindo pelo para cubrir mi cuello. La cicatriz ayuda a mezclarme.”

“Sal de encima mío.” Él vaciló, entonces se puso de pie en un fácil sólo movimiento, sin necesitar de sus manos. Él estiro una hacia mí.

“Por favor no te vayas. Y, um, preferiría que no me patearas otra vez, tampoco.” No me moví. Sabía que el podía agarrarme si trataba de correr. “¿Quién eres?” murmuré. Su sonrisa se ensanchó. “Mi nombre es Jared Howe. No he hablado con ningún humano desde hace más de dos años, por eso estoy seguro de que debí de parecerte... algo loco para ti. Por favor, perdóname por eso y dime tu nombre, de todos modos.”

“Melanie,” susurré. “Melanie,” repitió. “No puedo decirte cuan encantado estoy de conocerte” Agarré mi bolsa fuertemente, manteniendo mis ojos en él. Alcanzó a bajar sus manos hacia mí lentamente. Y la tomé. No me di cuenta hasta que vi mi mano voluntariamente alrededor de la suya que le creía. Él me ayudo a ponerme de pie y no soltó mi mano cuando me paré.

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“¿Ahora qué?” Pregunté cautelosa. “Bueno. No podemos quedarnos aquí por mucho tiempo. ¿Podemos volver a la casa? Dejé mi bolso. Tú me golpeaste en la nevera.” Sacudí mi cabeza. Pareció como si se hubiese dado cuenta de cuan frágil estoy, como casi por quebrarme.

“¿Puedes esperarme aquí, entonces?” preguntó con voy gentil. “Seré muy rápido. Déjame conseguir un poco más de comida para nosotros.”

“¿Nosotros?” “¿Realmente piensas que te voy a dejar desaparecer? Te seguiré aunque me digas que no lo haga.” No quería desaparecer de él.

“Yo...” ¿Como podría no confiar en otro humano completamente? Éramos familia–ambos éramos parte de la hermandad en extinción. “No tengo tiempo. Tengo tanto para ir y... Jamie me esta esperando.”

“No estas sola” se dio cuenta. Su expresión mostraba incertidumbre por primera vez. “Mi hermano. Tiene sólo nueve años, y se asusta tanto cuando me voy. Me va a tomar la mitad de la noche para volver a él. No sabe si me han atrapado, Tiene mucha hambre.” Como si estuviese haciendo mi punto, mi estómago gruño fuertemente. La sonrisa de Jared volvió, deslumbrante como antes. “¿Podrá ayudarte si te doy un paseo?”

“¿Un paseo?” repetí. “Te propongo un trato. Tú esperas aquí mientras busco más comida y te llevo donde tú quieras en mi jeep. Es mas rápido que ir corriendo–incluso más rápido que tú.”

“¿Tienes un auto?” “Por supuesto. ¿Piensas que vine caminando hasta aquí?” Pensé en las seis horas que me tomó caminar hasta aquí, y mi frente se arrugó.

“Vamos a ir por tu hermano en nada de tiempo,” me prometió. “No te muevas de este lugar, ¿Okay?” Asentí.

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“Y come algo, por favor. No quiero que tu estómago nos deje.” Él río, y sus ojos se arrugaron, haciendo líneas en sus bordes. Mi corazón dio un fuerte latido, y supe que podría esperar por él toda la noche. Todavía sostenía mi mano. La dejó lentamente, sus ojos no dejaron los míos. Él tomó un paso hacia atrás, y entonces se pausó.

“Por favor, no me patees,” pidió, inclinándose hacia delante y agarrando mi barbilla. Me besó otra vez, y esta vez lo sentí. Sus labios eran más livianos que sus manos, y calientes, incluso en la cálida noche del desierto. Una bandada de mariposas, revolotearon en mi estómago y me robaron la respiración. Mis manos alcanzaron a él instintivamente. Toqué su cálida piel de su pómulo, su áspero pelo de su cuello. Mis dedos rozaron una línea de su arrugada piel, una arruga levantada justo debajo del nacimiento. Grité. Me desperté cubierta de sudor. Incluso antes de despertarme, mis dedos estaban en la parte de atrás de mi cuello, trazando la corta línea dejada por la inserción. Apenas pude detectar la débil rosada mancha con las yemas de mis dedos. Las medicinas del Médico que había usado, habían hecho su trabajo. La cicatriz mal curada de Jared nunca fue suficiente para ser un disfraz. Golpeé ligeramente la luz que estaba al lado de mi cama, esperando a que mi respiración sea más lenta, que estaba llena de adrenalina por ese sueño realista. Un nuevo sueño, pero en esencia muy parecido a los otros que me habían plagado en los meses pasados. No, no un sueño. Seguramente una memoria. Pude todavía sentir la presión de los labios de Jared en los míos. Mis manos alargándose sin mi permiso, buscando a través de las arrugadas sábanas por algo que no encontraron. Mi corazón dolió cuando se dieron por vencidas, cayendo sobre la cama, flojas y vacías. Parpadeé fuera de la inoportuna humedad de mis ojos. No sabía como mucho más que esto me pude levantar. ¿Como nadie sobrevivió en este mundo, con este cuerpo que las memorias no podían quedarse en el pasado que es donde deberían estar? ¿Con esas emociones que eran más fuertes de lo que no se podía contar que era lo que más sentía?

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Iba a estar exhausta mañana, pero me sentía muy lejos de dormirme sabiendo que necesitaría horas antes de poder relajarme. Podría hacer mi deber y sacármelo de encima. Tal vez me ayudaría sacar de mi mente cosas que preferiría no pensar. Rodé de mi cama y me dirigí a la computadora que estaba en el escritorio vacío. Me tomo unos pocos segundos para que se prendiera la pantalla, y otros pocos segundos para abrir mi programa de mail. En este no era difícil encontrar la dirección de la Buscadora. Tenía sólo cuatro contactos: La buscadora, el Curandero, mi nuevo jefe, y su esposa, mi Consoladora. Había otro humano con mi huésped. Tecleé, sin molestarme para saludar. Se llama Jamie Stryder; él es su hermano. Por un momento de pánico, me pregunté por su control. Todo este tiempo, y nunca había ni siquiera sospechado de la existencia del chico–no porque no era de importancia para ella, sino porque ella lo protegía con más fiereza que sus otros secretos que había revelado. ¿Es que ella tiene más secretos así de grandes, tan importantes? ¿Así de sagrados para que ella los guarde incluso de mis sueños? ¿Era tan fuerte? Mis dedos temblaron mientras que escribía el resto de la información. Creo que es un joven adolescente ahora. Tal vez trece. Ellos vienen viviendo en un campamento temporal, y creo que está en el norte de Cave Creek, en Arizona. Eso fue muchos años atrás, sin embargo. Todavía podrías comparar el mapa con las líneas que recordé antes. Como siempre, te contaré si tengo algo más

.

Lo mandé. Al momento que se había ido, el terror surgió dentro de mí. ¡No Jamie! Su voz en mi cabeza era más clara que si estuviera hablando alto. Me estremecí en horror. Incluso mientras luchaba con el miedo de lo que estaba pasando, estaba atrapada con el loco deseo de mandarle un mail a la Buscadora y disculparme por enviarle mis locos sueños. Para decirle que estuve media dormida y no presté al tonto mensaje que había enviado. El deseo no era mío. Apague la computadora. Te odio , la voz sonó en mi cabeza.

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“Entonces tendrías que irte,” le solté. El sonido de mi voz, respondiéndole a ella alto, me hizo estremecer otra vez. Ella no me había hablado en los primeros momentos que estuve aquí. No había duda que se estaba poniendo más fuerte. Justo como sus sueños. Y no había preguntas para eso. Iba a ir a visitar a mi Consoladora mañana. Lágrimas de decepción y humillación caían de mis ojos ante el pensamiento. Fui devuelta a la cama, puse una almohada arriba de mi cara, y traté de no pensar en absolutamente nada.

Capítulo 5 - Incomodada

“¡Hola, Wanderer! ¿Por qué no tomas asiento y te pones cómoda?” Vacilé en el umbral de la oficina de la Consoladora, con un pie dentro y otro fuera. Ella sonrió, sólo con un leve movimiento en las comisuras de sus labios. Era mucho más fácil leer las expresiones faciales ahora, los pequeños movimientos y cambios musculares se habían vuelto familiares después de tantos meses de exposición. Podía ver que a la Coordinadora le hacía un poco de gracia mi aprehensión. Al mismo tiempo, podía notar su frustración porque todavía me sentía intranquila con ella. Con un silencioso suspiro de resignación, entré en la brillante y colorida habitación, y tomé mi asiento habitual-el grande y rojo, el más alejado de donde ella se sentaba. Frunció los labios. Para evitar su mirada fija, observé a través de las ventanas las nubes que se hundían bajo el sol. El olor ligero y penetrante de del océano salado flotó suavemente por la habitación.

“Bueno, Wanderer. Has tardado mucho en venir a verme.” La miré a los ojos con aire de culpabilidad.

“Dejé un mensaje sobre la cita anterior. Tenía un alumno que necesitaba algo de mi tiempo.”

“Sí, lo sé.” Volvió a mostrar su diminuta sonrisa. “Me llegó tu mensaje.” Era atractiva para ser una mujer mayor, como fueron los humanos. Dejaba que su pelo permaneciera en color gris natural, suave, tirando más a blanco que a plateado. Lo llevaba largo, recogido en una cola de caballo baja. Sus ojos eran de un curioso color verde que nunca había visto en nadie más.

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“Lo siento.” Me disculpé, puesto que ella parecía estar esperando una respuesta. “Está bien. Lo entiendo. Es difícil para ti venir aquí. Desearías que esto no fuera necesario. Nunca antes ha sido necesario para ti. Esto te asusta.” Miré fijamente el suelo de madera.

“Sí, Consoladora.” “Pensé que te pedí que me llamaras Kathy.” “Sí… Kathy.” Se rió suavemente.

“Todavía no tienes facilidad con los nombres humanos, ¿verdad, Wanderer?” “No. Para ser honesta, me parece… como una rendición.” Subí la mirada para ver su lento movimiento de cabeza.

“Bueno, puedo entender por qué tú especialmente te sientes así.” Tragué ruidosamente cuando dijo aquello, y fijé mi vista en el suelo de nuevo.

“Hablemos de algo más sencillo de momento.” Sugirió Kathy. “¿Sigues disfrutando de tu profesión?”

“Claro.” Esto era más fácil. “He empezado un nuevo semestre. Me preguntaba si se me haría más pesado, pero hasta ahora no ha sido así. Tener nuevos oídos hace que las historias sean nuevas otra vez.”

“He oído grandes cosas sobre ti por parte de Curt. Dice que tus clases son las más solicitadas en la universidad.” Mis mejillas enrojecieron un poco por la alabanza. “Es bueno oírlo. ¿Cómo es tu compañero?”

“Curt es genial, gracias. Nuestros huéspedes están en excelente forma para sus edades. Creo que tenemos muchos años por delante.” Sentía curiosidad por si ella permanecería en este mundo, si se trasladaría a otro huésped humano cuando pasara el tiempo o si se iría. Pero no quería hacer preguntas que nos llevaran a una conversación más complicada.

“Me gusta dar clases.” Dije en cambio. “Es algo parecido a mi profesión cuando era una de las Algas Marinas, por lo que es más fácil que si se tratara de algo desconocido. Estoy en deuda con Curt por solicitarme.

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“Son afortunados por tenerte”. Me sonrió calurosamente. “¿Sabes lo difícil que es para un Profesor de Historia tener la experiencia de dos planetas en su currículum? Has vivido un periodo en ambos. ¡Y el Origen, además! No hay escuela en el planeta que no esté deseando llevarte lejos de nosotros. Curt está intentando mantenerte ocupada para que no tengas tiempo de pensar en trasladarte.”

“Profesora Honoraria.” La corregí. Kathy sonrió y luego suspiró, su sonrisa empezó a desaparecer.

“Has tardado tanto en venir a verme que me preguntaba si tus problemas se resolverían. Pero entonces se me ocurrió que tal vez la razón de tu ausencia era que estaban empeorando.” Bajé la vista a mis manos y no dije nada. Estaban ligeramente bronceadas, nunca se decoloraban, sin importar si tomaba el sol o no. Tenía un lunar sobre mi muñeca izquierda. Llevaba las uñas cortas. Tenía aversión por las uñas largas. Fue desagradable cuando arañaron mi piel. Y mis dedos eran tan largos y finos que parecían extraños con la longitud añadida de las uñas, incluso para un humano. Tras un minuto, aclaró su garganta. Supongo que estaba en lo cierto.

“Kathy.” Dije su nombre despacio. Paré “¿Por qué mantuviste tu nombre humano? ¿Te hizo sentir más… unida? A tu huésped, me refiero.” Me habría gustado saber la elección de Curt, pero era una pregunta demasiado personal. Estaría mal preguntarle eso a cualquiera, además de la respuesta de Curt, aun siendo su compañera. Temí haberme mostrado demasiado maleducada, pero entonces ella se rió.

“Cielos, no, Wanderer. ¿No te he hablado de eso? Hmm, quizás no, porque mi trabajo es escuchar, no hablar. La mayoría de las almas con las que hablo no necesitan tanto estímulo como tú. ¿Sabías que vine a la Tierra en una de los primeros emplazamientos que hicimos, antes de que los humanos tuvieran idea alguna de que estábamos aquí? Tenía vecinos humanos en todas partes. Curt y yo tuvimos que fingir ser nuestros huéspedes durante varios años. Incluso cuando establecimos el área inmediata, no sabíamos cuándo podría estar cerca un humano. Así que yo me convertí en Kathy. Además, la traducción de mi antiguo nombre tenía catorce palabras, y no había forma de acortarlo y que quedara bien.” Sonrió abiertamente. La luz de sol que entraba por la ventana incidió en sus ojos, reflejando un destello verde que bailaba sobre la pared. Por un momento, sus iris, esmeralda, brillaron iridiscentes. No sabía cómo una mujer tan suave, tan acogedora podía haber formado parte de las líneas de combate. Me tomé un minuto para procesarlo. La miré fijamente, sorprendida y, de repente, con más respeto. Nunca me

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había tomado muy en serio a los Coordinadores, nunca los había necesitado hasta ahora. Ellos estaban ahí para los que habían luchado, los débiles, y por eso me avergonzaba estar aquí. Saber la historia de Kathy me hizo sentir ligeramente menos incómoda con ella. Lo notó.

“¿Te incomodó?” Inquirí. “¿Fingir ser uno de ellos?” “No, no realmente. Verás, este huésped tenía mucho por hacer, porque era nuevo. Sobrecarga sensorial. Después del sistema patrón, era todo lo que podría dirigir al principio.”

“Y Curt… ¿Decidiste permanecer con el esposo de tu huésped después de que éste hubiera muerto?” Esta pregunta era más mordaz, Kathy lo comprendió inmediatamente. Cambió de postura en su asiento, subiendo sus piernas para sentarse sobre ellas. Miró a algún punto sobre mi cabeza mientras contestaba.

“Sí, escogí a Curt, y él me escogió a mí. Al principio, por supuesto, fue una elección al azar, una asignación. Se creó un vínculo, naturalmente, por pasar tanto tiempo juntos, compartiendo el peligro de nuestra misión. Como presidente de la universidad, Curt tenía muchos contactos, ya sabes. Nuestra casa era un lugar de inserción. Recibíamos a mucha gente. Entraban como seres humanos y salían como nuestra especie. Todo tuvo que ser muy rápido y discreto, ya sabes lo propensos que son nuestros anfitriones a la violencia. Vivíamos cada día sabiendo que el final podría llegar en cualquier momento. Había entusiasmo constante y miedo frecuente. Todas ésas son buenas razones de por qué Curt y yo decidimos quedarnos juntos cuando el secreto ya no era necesario. Podría mentirte, aliviar tus miedos, diciéndote que ésos eran los motivos. Pero…” sacudió la cabeza y se hundió un poco más en la silla, taladrándome con la mirada. “En tantos milenios, los humanos nunca comprendieron el amor. ¿Cuánto es físico, cuánto está en la mente? ¿Cuánto es accidental y cuánto está predestinado? ¿Por qué equipos perfectos fracasaron y prosperaron parejas imposibles? No conozco las respuestas mejor que ellos. El amor simplemente está donde está. Mi huésped amó al huésped de Curt, y ese amor no murió cuando cambió la propiedad de las mentes.” Ella me miró cuidadosamente, frunciendo el ceño levemente cuando me desplomé sobre mi silla.

“Melanie todavía llora por Jared” señaló. Sentí que mi cerebro no respondía a la acción.

“Tú todavía lloras por él.” Cerré los ojos.

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“¿Continúan los sueños?” “Cada noche” mascullé. “Háblame de ellos” su voz era suave, persuasiva. “No me gusta pensar sobre ellos.” “Lo sé. Inténtalo. Puede que eso te ayude.” “¿Cómo? ¿De qué forma me ayudará decirte que veo su cara cada vez que cierro los ojos? ¿Qué me despierto y lloro cuando él no está ahí? ¿Qué los recuerdos son tan fuertes que ya no soy capaz de separar los suyos de los míos? – me detuve bruscamente, apretando los dientes. Kathy sacó un pañuelo blanco de su bolsillo y me lo ofreció. Al ver que no me movía, se levantó, vino hacia mí y lo dejó caer sobre mi regazo. Se sentó en el brazo de la silla y esperó. Me contuve obstinadamente durante medio minuto. Entonces cogí el pequeño cuadrado de tela con ira y me limpié los ojos.

“Odio esto.” “Todos lloran en su primer año. Estas emociones son muy inestables. Somos un poco como niños, queramos o no. Yo solía romper a llorar cada vez que veía una puesta de sol bonita. El sabor de la manteca de cacahuete también me hacía llorara a veces” me acarició la coronilla, pasó sus suavemente sus dedos por un mechón de mi pelo, que siempre mantenía sometido detrás de mi oreja.

“Qué pelo tan bonito y brillante” apuntó. “Cada vez que te veo lo llevas más corto. ¿Por qué lo llevas así?” Entre lágrimas, ya no parecía que me quedara mucha dignidad por defender. ¿Por qué no decía que era porque así era más fácil de cuidar, como hacía siempre? Después de todo, estaba allí para confesar y conseguir ayuda.

“Eso la molesta. Ella lo prefiere largo.” No dio un respingo, como yo había esperado que hiciera. Kathy era buena en su trabajo. Su respuesta llegó sólo un segundo después, y fue sólo un poco incoherente.

“¿Tú… ella… ella está todavía… presente?” La espantosa verdad salió de mis labios.

“Cuando quiere estar. Nuestra historia le aburre. Suele estar inactiva mientras trabajo. Pero está ahí, por supuesto. A veces siento que está tan presente como yo” mi voz se fue convirtiendo en un susurro.

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“¡Wanderer!” exclamó Kathy horrorizada. “¿Por qué no me has dicho que algo iba mal? ¿Cuánto tiempo llevas así?”

“Cada vez va peor. En lugar de ir desvaneciéndose, se va haciendo más fuerte. Todavía no es tan malo como en el caso de la Curandera, hablamos de ella ¿recuerdas? Ella no tiene el control. Ni lo tendrá. ¡Yo no dejaré que eso pase!” el tono de mi voz subió.

“Por supuesto, eso no pasará” me aseguró. “Claro que no. Pero si te sientes… infeliz con respecto a eso, debes decírmelo inmediatamente. Tendremos que llevarte a un Curandero.” Me tomé un momento, emocionalmente distraída como estaba, para entenderla.

“¿Un Curandero? ¿Quiere sacarme?” “Nadie pensaría que es una mala opción, Wanderer. Se entiende que, si un huésped es defectuoso…”

“¿Defectuoso? Ella no es defectuosa. Yo lo soy. ¡Soy demasiado débil para este mundo!” puse la cabeza entre las manos mientras la humillación me llenaba. Lágrimas frescas manaban de mis ojos. Kathy me rodeó los hombros con un brazo. Luchaba tan duramente por controlar mis emociones que no conseguía apartarlas, aunque parecieran demasiado íntimas. Esto molestó a Melanie también. No le gustaba ser abrazada por un extraño. Por supuesto, Melanie estaba muy presente en ese momento, e insoportablemente satisfecha de cómo finalmente había admitido su poder. Ella estaba alegre. Siempre era más difícil controlarla cuando yo estaba distraída por las emociones, como ahora. Intenté calmarme a mí misma, para poder ponerla en su lugar. Tú estás en mi lugar.

Su pensamiento era débil pero inteligible. Cuánto estaba

empeorando; se estaba haciendo tan fuerte que ya podía hablarme cuando lo deseaba. Era tan malo como aquel primer minuto de conciencia. Vete. Ahora éste es mi lugar. Nunca.

“Wanderer, cielo, no. Tú no eres débil, ambas lo sabemos.” “Hmpf.” “Escúchame. Eres fuerte. Sorprendentemente fuerte. Nuestra especie es siempre más de lo mismo, pero tú excedes la norma. Eres tan valiente que me asombras. Tus vidas pasadas son testamento de ello.”

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Mis vidas pasadas puede, pero ¿esta vida? ¿Dónde estaba ahora mi fuerza?

“Pero los humanos están más individualizados que nosotros” continuó Kathy “hay una enorme gama, y algunos de ellos son más fuertes que otros. Pienso realmente que si hubieran metido a cualquier otro este huésped, Melanie lo habría machacado en días. Quizá haya sido un accidente, quizá haya sido el destino, pero me parece que el más fuerte de nuestra especie ha sido introducido en el más fuerte de la suya.”

“Eso no dice mucho sobre nuestra especie, ¿verdad?” Notó la implicación detrás de mis palabras.

“Ella no está ganando, Wanderer. Tú eres esta encantadora persona que está a mi lado. Ella es sólo una sombra en un rincón de tu mente.”

“Ella me habla, Kathy. Todavía tiene sus propios pensamientos. Todavía guarda sus secretos.”

“Pero ella no habla por ti, ¿verdad? Dudo que de que yo fuera capaz de decir lo mismo en tu lugar.” No contesté. Me sentía demasiado miserable.

“Creo que deberías considerar la reimplantación. “ “Kathy, acabas de decir que ella aplastaría a cualquier otra alma. No sé si estoy de acuerdo con eso, probablemente estás intentando hacer tu trabajo, reconfortarme. Pero si ella es tan fuerte, no sería justo entregarle otra alma sólo porque no soy capaz de someterla. ¿A quién decidirías introducir?”

“Yo no he dicho que esté tratando de reconfortarte, querida.” “Entonces ¿qué?” “No creo que se pueda considerar la opción de volver a usar a este huésped.” “¡Ah!” Un escalofrío de horror me recorrió la espina dorsal. Y no era la única asombrada por la idea. La rechacé de inmediato. Yo no me rendía tan fácilmente. Durante las largas revoluciones alrededor de sol de mi anterior planeta-el mundo de las Algas Marinas, como se las llamaba aquí-había esperado. Aunque la situación de estar arraigada había empezado mucho antes de lo que hubiera imaginado, aunque las vidas de las Algas Marinas se midieran por siglos en este planeta, nunca había abandonado el periodo de vida de mi huésped. Hacer algo así sería derrochador, incorrecto, desagradecido. Sería

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como burlarse de lo que éramos como almas. Hacíamos de nuestros mundos lugares mejores; eso era absolutamente esencial, o significaría que no nos los merecíamos. Pero nosotros no éramos derrochadores. Todo lo que tomábamos lo convertíamos en algo mejor, más pacífico y hermoso. Y los humanos eran brutos e ingobernables. Se habían matado unos a otros tan frecuentemente que el asesinato era aceptado como parte de la vida. La cantidad de torturas que habían inventado en los pocos milenios de vida que tenían eran demasiado para mí. No podía soportar siquiera las secas descripciones oficiales. Las guerras habían arrasado en casi todos los continentes. Asesinato consentido, ordenado y brutalmente efectivo. Los que vivían en naciones pacíficas miraban para otro lado mientras miembros de su propia especie morían de hambre a sus puertas. No había ninguna igualdad en la distribución de los generosos recursos del planeta. Más despreciable todavía, su descendencia, la siguiente generación, a quien los de mi especie casi adoraban por su promesa, pues todos habían sido demasiado a menudo víctimas de sus atroces crímenes. Y no sólo a manos de extranjeros, sino también a manos de los vigilantes a quien habían sido confiados. Incluso la enorme esfera del planeta había sido expuesta al peligro por culpa de sus errores descuidados y codiciosos. Nadie podía comparar lo que había sido y lo que era ahora sin admitir que la Tierra era un lugar mucho mejor gracias a nosotros. Asesináis a una especie entera y luego se palmean la espalda. Cerré los puños. Podría haberte eliminado, le recordé. Hazlo, haz oficial mi asesinato. Estaba alardeando, pero Melanie también. Ah, ella pensó que quería morir. Después de todo, se había tirado por el hueco del ascensor. Pero fue un momento de pánico y derrota. Considerarlo sentada en una confortable silla era algo totalmente distinto. Sentía la adrenalina-adrenalina que se había disparado por el miedo-a través de mi cuerpo y contemplé cómo se hacía más flexible. Sería agradable estar sola de nuevo. Tener la mente para mí sola. Este mundo era muy agradable en tantas formas distintas, y sería maravilloso poder apreciarlas sin la distracción de una enfadada y desplazada inexistencia a quien le parecía mejor sobrevivir de esta forma no deseada. Melanie se retorció, en sentido figurado, en los recesos de mi mente cuando intenté considerarlo racionalmente. Tal vez debería rendirme… Las palabras en sí mismas me hicieron estremecer. ¿Yo, Wanderer, rendirme? ¿Abandonar? ¿Admitir la derrota e intentarlo de nuevo con un huésped más débil, invertebrado, que no me diera ningún problema? Sacudí la cabeza. Apenas podía mantenerme de pie cuando pensé en eso.

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Además… éste era mi cuerpo. Me había acostumbrado a él. Me gustaba la forma en la que los músculos se movían sobre los huesos, las uniones y el tirón de los tendones. Conocía el reflejo en el espejo. La piel bronceada por el sol, los huesos altos y agudos de mi cara, la capa corta y sedosa de pelo caoba, el color marrón avellana-verde turbio de mis ojos-eso era yo. Y me quería a mí misma. No dejaría que se destruyera lo que era mío.

Capítulo 6 - Seguida La luz finalmente se fue descolorando fuera de las ventanas. El día, caliente para Marzo, se había dilatado, cómo si rehusase a terminar y dejarme libre. Yo resollaba y retorcía el mojado pañuelo en otro nudo. “Kathy, deberías tener otras obligaciones. Curt se maravillara de donde estás tú.”

“Él entenderá”. “No puedo quedarme aquí para siempre. Y no estamos tan cerca como antes.” “Los arreglos rápidos no son mi especialidad. Tú has decidido en contra de un nuevo huésped-”

“Si.” “Entonces lidia con eso, probablemente tomará algún tiempo.” Apreté mis dientes en frustración.

“Y esto irá rápido y más suavemente si tienes algo de ayuda.” “Estaré mejor cuando haga mis citas, lo prometo.” “Eso no es exactamente lo que quiero decir, aunque espero que si.” “¿Quieres decir ayuda… diferente a ti?” me encogí ente el pensamiento de lidiar con la miseria de hoy con un extraño. “Estoy segura que tú estas calificada como cualquier consolador-aún más.”

“Yo no quise decir otro Consolador.” Ella cambió su peso en la silla y se estiró rígidamente.

“¿Cuántos amigos tienes, Wanderer?”

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“¿Quieres decir gente del trabajo? Veo a unos pocos otros profesores al menos cada día. Hay muchísimos estudiantes, les hablo en los pasillos…”

“¿Fuera de la escuela?” La miré en blanco.

“Los huéspedes humanos necesitan interacción. Tú no eres usada para la soledad, querida. Tú compartes un planeta entero de pensamientos-”

“Nosotras no salimos mucho.” Mi tentativa de humor cayó. Ella sonrió desdeñosamente y continuó. “Tú estás luchando tan duro con tu problema, que esto es todo en lo que te tienes que concentrar. Quizá una respuesta es no concentrarse demasiado. Tú dijiste que Melanie se aburría durante sus horas de trabajo…que ella es más inactiva. Quizás si desarrollas algunas relaciones, eso podría incluirla también.” Fruncí mis labios pensativamente. Melanie, inactiva desde el largo día de tentativa comodidad, realmente pareció más bien estimulada por la idea. Kathy asintió. “Involucrados con la vida, más que con ella.”

“Eso tiene sentido.” “Y luego están los paseos físicos que estos cuerpos tienen. Nunca he visto o me he enterado de uno igual. Una de las cosas más difíciles que los de la primer ola tuvimos que conquistar fue el instinto de acoplamiento. Créeme, los humanos notaron cuando no lo hiciste.” Ella sonrió abiertamente y pasó sus ojos hacia alguna memoria. Cuando no reaccione como ella esperaba, suspiró y cruzó sus brazos impacientemente. “Oh, vamos, Wanderer. Tú debes haberlo notado.”

“Bien, por supuesto,” masculle. Melanie se revolvió agitadamente. “Obviamente. Te he contado acerca de los sueños…”

“No, no pensé en solamente memorias. ¿No has encontrado por casualidad a nadie que su cuerpo haya respondido en el presente en estrictamente a un nivel químico?” Yo pensé su pregunta cuidadosamente. “No lo creo, no he sido notificada.”

“Créeme,” dijo Kathy secamente. “Haz sido notificada.” Ella sacudió su cabeza. “Quizá debiste abrir tus ojos y mirar alrededor por eso específicamente. Esto puede hacerte mucho bien.” Mi cuerpo retrocedió con el pensamiento. Registré la repugnancia de Melanie, reflejada en mí.

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Kathy leyó mi expresión. “No la dejes controlarte como tu interactúas con tu tipo, Wanderer. No la dejes controlarte.” Mis ventanas de la nariz llamearon. Esperaba un momento para contestar, guiando la furia que nunca me había acostumbrado a tenerla.

“Ella no me controla” Kathy levanto una ceja. La furia apretaba mi garganta. “Tú no viste mas haya que un simple compañero. ¿esa fue una decisión controlada?” Ella ignoró mi furia y considero la pregunta pensativamente.

“Quizás,” dijo finalmente. “Es difícil saberlo. Pero tú has hecho tu punto.” Ella escogió un hilo del dobladillo de su camisa, y luego, como si comprendiera que evitaba mi mirada fija, dobló sus manos con resolución y cuadró sus hombros. “¿Quién sabe cuando viene de algún huésped en algún planeta dado? Como dije antes, pienso que el tiempo es probablemente tu respuesta. Ya sea que ella se ponga apática y silenciosa gradualmente, permitiéndote hacer otra opción además de este Jared, o… bien, los buscadores son muy buenos. Ellos todavía lo están buscando, y tal vez recordarás algo que ayude.” No me moví como su significado. Ella no pareció notar que estaba congelada en el lugar.

“Quizás ellos encuentren el amor de Melanie, y entonces ustedes podrán estar juntos. Si sus sentimientos son tan fervientes como los de ella, la nueva alma probablemente será dócil.”

“¡No!” No estaba segura de quien había gritado. Pude haber sido yo. También estaba llena de horror. Estaba en mis pies, temblando. Las lágrimas vinieron fácilmente, por una vez, ausente, y mis manos temblando con los puños apretados.

“¿Wanderer?” Pero me volví y corrí a la puerta, luchado con las palabras que no podían salir de mi boca. Palabras que no podían ser mis palabras. Palabras sin sentido al menos eran de ella, pero se sentían mías. No podían ser mías. No podían ser habladas.

‘¡Esto lo mataría! ¡Esto hará desistir a él! Yo no quiero alguien más. ¡Yo quiero Jared, no a un extraño en su cuerpo! El cuerpo no significa nada sin él.

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Escuche a Kathy llamándome por mi nombre detrás de mí cuando corrí por el camino. No vivía lejos de la oficina del Consolador, pero la oscuridad de la calle me desorientó. Fue dos cuadras después que me di cuenta que corría en la dirección equivocada. L a gente me miraba, no estaba vestida para ejercicio, y no estaba trotando, estaba escapando. Pero nadie me molestó; ellos educadamente apartaron sus ojos. Ellos supondrían que yo era la nueva para este huésped. Actuando en la manera que un niño haría. Ralenticé hasta caminar, tomando el norte, entonces pude tomar una vuelta sin pasar por la oficina de Kathy de nuevo. Mi caminar era ligeramente más lento que correr. Oí mis pies que golpeaban la acera demasiado rápido, pensé que estaban intentando de encajar en el tiempo de la danza de una canción. Slap, slap, slap a través del concreto. No, esto no era como un toque de tambor. Estaba tan enojada. Como violencia. Slap, slap, slap. Alguien golpeando a alguien más. Me estremecí lejos de la horrible imagen. Pude ver la lámpara sobre la puerta de mi apartamento. No me habría tomado mucho tiempo cubrir la distancia. No crucé la calle, pensé. Me sentí enferma. Recordaba que se sentía como el vómito, pensé que nunca lo tuve. La fría humedad rociando mi frente, el vacío sonido timbró en mis oídos. Estaba bastante segura a cerca de tener que experimentar por mí misma. Hubo un banco de hierba al lado del camino. Alrededor de farol había un seto bien ajustado. No tenía tiempo para buscar un mejor lugar. Tropecé en la luz y me sostuve del poste. Las nauseas me hacían marearme. Si, definitivamente iba a experimentar Vomitar.

“¿Wanderer, eres tú? ¿Wanderer, estas enferma?” La vagamente familiar voz fue imposible concentrarme. Pero hizo las cosas peor, sabiendo que tenía audiencia como apoyé mi rostro cerca del arbusto y violentamente desahogué mi comida más reciente.

“¿Quién es tu curandero aquí? La voz preguntó. Sonaba lejos a través del zumbido en mis oídos. Una mano tocó mi espalda arqueada. “¿Necesitas una ambulancia?” Tosí dos veces y sacudí mi cabeza. Estaba segura que había terminado; mi estómago estaba vacío.

“No estoy enferma,” dije empujándome derecha usando el farol como apoyo. Miré para ver quien estuvo mirando mi momento de desgracia.

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La buscadora de Chicago y su celular en su mano, tratando de decidir a qué autoridad llamar. Tome una buena vista de ella e inclinándome hacia las hojas de nuevo. Con el estómago vacío o no, ella era a la última persona que necesitaba ver ahora mismo. Pero, como mi estómago levantado inútilmente, comprendí que había una razón de su presencia. ¡Oh, no! ¡Oh, no no no no no no!

“¿Por qué?” murmuré, el pánico y enfermedad hurtaron el sonido de mi voz. “¿Por qué estás aquí? ¿Qué ha pasado?” Las palabras desconfortantes del consolador golpeadas en mi cabeza. Miré a las manos agarradas al cuello del traje negro de la buscadora durante dos segundos antes de que comprendiera que eran mías.

“¡Para!” dijo ella, y hubo un ultraje en su cara. Su voz repiqueteó. Yo la sacudía. Tiré mis manos abiertas contra mi cara. “¡Perdóneme!” Resoplé. “Lo siento, no sé que estaba haciendo.” La buscadora frunció el seño y alisó el frente de su vestuario. “No estás bien. Supongo le he asustado.”

“No esperaba verle,” murmure. “¿Por qué esta aquí?” “Permíteme conseguirte la facilidad de instalarnos antes de que hablemos. Si tienes un resfriado, deberías curarte. No hay ninguna razón para en el alquiler, esto desgasta su cuerpo.”

“No tengo un resfriado, no estoy enferma.” “¿Comiste alguna mala comida? Deberías reportar donde la obtuviste.” Su ruego fue bastante anonadador. “Tampoco comí una mala comida, estoy saludable.”

“¿Por qué no te haces una revisión? Un rápido escanéo-No deberías ser negligente con tu huésped. Eso es irresponsable. Especialmente cuando el cuidado de la salud es tan fácil y efectiva.” Tome un profundo respiro y resistí la urgencia de sacudirla de nuevo. Ella estaba una cabeza por debajo de donde yo me encontraba. Si fuese una pelea yo gano.

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¿Una pelea? Me volví lejos de ella y camine rápidamente de regreso a mi hogar. Estaba peligrosamente emocional. Necesitaba calmarme antes de que hiciera algo inexcusable.

“¿Wanderer? Espera! La revisión-” “No necesito revisión” dije sin voltear. “Eso fue justamente… un desbalance emocional. Estoy bien ahora.” La buscadora no respondió. Me maravillo que ella se hiciese responsable de mí. Pude escuchar sus zapatos de tacones altos zapateando después de mi, entonces dejé la puerta abierta, sabiendo que me había seguido hasta adentro. Fui al fregadero y llene un vaso con agua. Ella esperó silenciosamente mientras yo lavaba mi boca y escupía. Cuando estuve a un lado, me incline contra el mostrador, mirando fijamente al baño. Ella se aburrió pronto.

“Entonces, Wanderer… ¿o todavía vas con ese nombre? No quiero decir que sea rudo llamarte así.” No la miré. “todavía me voy por Wanderer.”

“Interesante, te fije para que escogieras uno propio.” “Ya elegí, elegí Wanderer.” Mucho tiempo había sido claro para mí que la polaina suave que yo había oído por casualidad el primer día que desperté en la facilidad de la revisión fue culpa del Buscador. El Buscador era el alma más contenciosa que yo había encontrado por casualidad en nueve vidas. Mi primer Curandero, Fords Deep Waters, había sido tranquilo, amable, y sabio, aún para un alma. Aún él no había sido capaz de ayudarle a reaccionar. Esto me hizo sentirme mejor sobre mi propia respuesta. Giré para afrontarla. Ella estaba sobre mi pequeño canapé, recostada cómodamente como para una larga visita. Su expresión era ufana, los ojos saltones divertidos. Controlé el deseo de fruncir el ceño. "¿Por qué está aquí?" Pregunté otra vez. Mi voz era monótona. Serena. No podía perder el control delante de esta mujer.

“Ha pasado mucho tiempo desde que oído algo de ti, entonces pensé que podría revisarlo personalmente. Todavía no hemos hecho avanzar tu caso.” Mis manos cayeron ancladas hacia el borde del contador detrás de mí, pero me quedé con el socorro salvaje de mi voz.

“Esto parece…excesivo. Además, te envié un mensaje anoche.”

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Sus cejas se juntaron al modo de ella, un modo que la hacía verse furiosa y molesta a la vez, como si nosotras, no ella sola, fuera responsable de su furia. Ella sacó Palm y toco la pantalla unas pocas veces.

“Oh,” dijo ella rígidamente. “No había revisado mi correo hoy.” Ella estuvo quieta cuando leyó lo que yo había escrito.

“Lo envié muy temprano en la mañana,” dije. “Estaba medio dormida en el momento. No estoy muy segura de cuanto de lo que escribí fue una memoria del sueño, o escribiendo dormida, tal vez.” Fui sola con las palabras –las palabras de Melanie- ellas fluyeron fácilmente de mi boca; incluso añadiendo mi propio ligera risa al final. Fue algo deshonesto de mí. Comportamiento vergonzoso. Pero no debía permitir que la buscadora supiese que estaba más débil que mi huésped. Por una vez, no fue Melanie la que estaba satisfecha de tener lo mejor de mí. Ella había relevado demasiado, y estaba tan agradecida que, por mis buenas razones, dejándola fuera.

“Interesante,” Murmuró la buscadora. “Otro suelto.” Sacudió su cabeza. “La paz continua eludiéndonos.” No parecía consternada por la idea de una frágil paz- Tampoco parecía agradarle. Mordí fuerte mi labio. Melanie quería tan malamente hacer otra negación, reclamar que el muchacho solo era parte de un sueño. ‘No seas estúpida’, le dije. ‘Eso podría ser obvio.’ Eso dijo mucho para la repelente naturaleza de la Buscadora que ella podía poner a Melanie y a mí en el mismo lado del argumento. La odio.

Melanie susurro aguda, dolorosamente como una cortadura.

Lo sé, lo sé.

Deseé que pudiera negar lo que sentí…similarmente. El odio era una

emoción imperdonable. Pero la buscadora fue… muy difícil de gustar. Imposible. La Buscadora interrumpió mi conversación interna. “Entonces, otra nueva locación para revisar, ¿no tienes más para ayudarme en los mapas de caminos?” Sentí mi cuerpo reaccionar a su tono crítico. “Nunca dije que ellos fueron por la línea de un mapa de carretera. Eso es lo que tú asumes. Y no, no tengo nada más.” Ella chasqueó su lengua rápidamente tres veces. “Pero dijiste que fueron direcciones.”

“Eso es lo que yo pienso que son. No tengo nada más.”

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“¿Por qué no? ¿No has moderado a los humanos todavía?” ella rió ruidosamente. Riéndose de mí. Volteé mi espalda concentrándome en calmarme. Intentando pretender que ella no estaba allí. Que estaba sola en mi austera cocina, mirando por la ventana al pequeño pedazo de cielo nocturno, a las tres brillante estrellas que puede ver a través de el. Bien, tan sola como nunca había estado. Mientras miré a los pequeños puntos de luz en la oscuridad, las líneas que había visto una y otra vez–en mis sueños en mis memorias rotas, cultivando hasta un extraño, no relacionados momentos-destellaban a través de mi cabeza. El primero: una lenta, áspera curva, luego un giro brusco al norte, otro giro de retorno hacia otra dirección, torciendo atrás del norte por un largo estrecho, y luego una abrupta inclinación al sur que caía dentro de otra curva hundida. El segundo: Un zigzag rasgado, cuatro apretadas espaldas, el quinto punto extrañamente romo, como si estuviese roto. El tercero: una suave ola, interrumpida por un repentino espolón que pasó a un fino, largo dedo fuero del norte y negro. Incomprensible, aparentemente sin sentido. Pero yo supe que esto fue importante para Melanie. Desde el principio lo supe. Ella protegió este secreto más fieramente que cualquier otro, cerca del muchacho, su hermano. No tenía idea de su existencia hasta el sueño de la noche pasada. Maravillada de que esto la hubiese lastimado. Quizá como ella creció ruidosamente en mi cabeza, ella pudo perder más de sus secretos en mí. Quizá ella tuviese un desliz, y pude ver lo que aquella extraña línea significaba. Supe que ellos significaban algo. Que ellos lo llevaron a algún lado. Y en el momento, con el eco de la risa de la Buscadora todavía colgada en el aire, súbitamente me di cuenta de por qué ellos fueron tan importantes. Ellos lo llevaron de vuelta a Jared, por supuesto. De regreso los dos de ellos, Jared y Jamie. ¿Dónde más? ¿Qué otro lugar podría posiblemente guardar algún significado para ella? Solo uno, lo vi fue no atrás porque ninguno de ellos había seguido estas líneas antes. Líneas que habían sido como mucho un misterio para ella como para mí, hasta… La pared lentamente me bloqueó. Ella estaba distraída, prestando más atención a la Buscadora que estaba. Ella aleteaba en mi cabeza como un sonido detrás de mí. Y eso fue lo primero que esperé, el enfoque de la Buscadora. La buscadora suspiró, “Esperaba más de ti. Tu historial parecía ser prometedor.”

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“Esto es una lástima que tu no estabas libre para tu asignamiento. Estoy segura que si tienes un trato con un huésped resistente, podría haber sido un juego de niños.” No voltee a mirarla. Mi voz mantuvo su nivel. Ella inhaló “Las olas tempranas fueron desafiadas suficientemente inclusiva sin un huésped resistente.”

“Si. He experimentado unos pocos deslizamientos.” La buscadora resopló. “¿Vimos a las algas marinas muy difíciles de domesticar? ¿Escaparon?” Mantuve mi voz en calma. “Tuvimos problemas en el polo sur. Por supuesto el norte fue otro significado. Fue mal manejado. Perdimos el bosque entero.” La tristeza de esa época hizo eco debajo de mis palabras. Miles sensibles empezaron, cerrando los ojos para siempre más bien que nos aceptaran, ellos rizaron sus alas para los soles y hambrientos. Bien por ellos

, susurró Melanie. No hubo veneno conectado al pensamiento, únicamente

la aprobación de cómo ella saludó a la tragedia en mi memoria. Fue un desperdicio.

Dejé la agonía del conocimiento, el sentimiento de los pensamientos

que mueren que nos habían atormentado con nuestro dolor del bosque de nuestra hermana, se levantó por mi cabeza. Esto era la muerte de uno u otro modo. La buscadora hablo, y trató de concentrarse solo en una conversación.

“Si.” Su voz fue desconfortante. “Fue pobremente ejecutado.” “Tu nunca puedes ser tan cuidadosa cuando esto venga a repartir poder. Algunos no son tan cuidadosos como deberían.” Ella no respondió, y oí sus movimientos unos pocos pasos atrás. Todos sabían que el error detrás de los masivos suicidios pertenecían a los buscadores, quienes, por que las Algas Marinas no pudieron huir, habían sobreestimado su habilidad para escapar. Ellos debieron proceder imprudentemente, empezando el primer establecimiento antes que hubiésemos adecuado los números en un lugar para una escala natural de asimilación. Por el tiempo ellos asimilaron que las Algas Marinas eran capaces de, estaban dispuestos a hacer, fue demasiado tarde. El siguiente envío de almas invernantes fue muy lejos, y antes de que llegaran el bosque del norte había caído. Ahora enfrenté a la Buscadora, curiosa de juzgar el impacto de mis palabras, ella estaba impaciente, mirando a la nada de la blancura de la pared desnuda a través de la habitación.

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“Siento no poder ayudarte más que eso.” Dije las palabras firmemente, tratando de despedirla claramente. Estaba lista para tener mi casa para mí misma de nuevo. ‘Para nosotras’, añadió Melanie rencorosamente. Suspiré. Ella estaba pagada de sí misma ahora. “Tu realmente no debes tener problemas de venir tan rápido.”

“Este es el trabajo,” dijo la buscadora encogiéndose. “Eres mi única asignación. Hasta que encuentre al resto de ellos, también puedo permanecer cerca de ti y esperar a que tenga suerte.”

Capítulo 7 - Confrontada

“¿Sí, Faces Sunward?” dije, agradecida de que la mano levantada interrumpiera mi conferencia. No me sentía tan cómoda detrás del atril como solía hacer. Mi mayor fuerza, mi único y verdadero credencial-mi cuerpo de huésped había recibido poca enseñanza convencional, rápidamente desde su temprana adolescencia, era la experiencia personal desde la que solía enseñar. Esta era la primera historia del mundo que había presentado este semestre y no tenía de qué echar mano. Estaba segura de que mis alumnos estaban padeciendo la diferencia.

“Siento interrumpir, pero…” el hombre de peno canoso hizo una pausa, luchando para plantear la pregunta. “No estoy seguro de entenderlo. ¿Los Probadores de Fuego realmente… injerían el humo de las Flores Andantes quemadas? ¿Cómo alimento?” intentó reprimir el horror en su tono. Un alma no era quién para juzgar a otra alma. Pero yo no estaba sorprendida, dada su experiencia en el Planeta de las Flores, de su violenta reacción por el destino de una forma de vida similar en otro mundo. Siempre me resultaba asombroso cómo algunas almas se encerraban a sí mismas en los asuntos de cualquier mundo que hubieran habitado e ignoraban al resto del universo. Pero, para ser justos, quizá Faces Sunward había estado hibernando cuando el Mundo del Fuego se dio a conocer.

“Sí, recibían los nutrientes esenciales de este humo. Y ahí reside el dilema fundamental y la controversia del Mundo del fuego, y la razón por la que el planeta no ha sido cerrado, a pesar de que haya habido tiempo de sobra para probarlo. También hay un alto porcentaje de traslado.” >>Cuando se descubrió el Mundo del Fuego, se pensó al principio que las especies dominantes, los Probadores de Fuego, eran las únicas formas de vida inteligente. Los Probadores de Fuego no consideraban a las Flores Andantes como sus iguales (un prejuicio cultural), así que pasó un tiempo, incluso después de la primera ola de

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colonización, hasta que las almas se dieron cuenta de que estaban asesinando a criaturas inteligentes. Desde entonces, los científicos del Mundo del Fuego han centrado sus esfuerzos en tratar de encontrar un remplazo para las necesidades dietéticas de los Probadores de Fuego. Se están transportando allí arañas para ayudar, pero los planetas están a cientos de años luz. Cuando se venza este obstáculo, y estoy segura de que será pronto, se espera que las Flores Andantes puedan ser también asimiladas. De momento, se ha quitado la mayor parte de la brutalidad de la ecuación. La, humm… parte que de quemar seres vivos, por supuesto, y otros aspectos también.”

“¿Cómo pueden…?” Faces Sunward fue bajando el tono, incapaz de terminar la frase. Otra voz completó el pensamiento de Faces Sunward.

“Parece un ecosistema muy cruel. ¿Por qué no se abandonó el planeta?” “Naturalmente, ya se ha discutido sobre eso, Robert. Pero nosotros no abandonamos los planetas a la ligera. Hay muchas almas para las que el Mundo de Fuego es su hogar. No se les hará abandonar su hogar contra su voluntad.” Miré ausente mis notas, dando por terminada la discusión.

“¡Pero es brutal!” Robert era físicamente más joven que el resto de estudiantes; de hecho, se acercaba más a mi edad que ningún otro. Y en verdad era un niño en un sentido más importante. La Tierra era su primer mundo (la Madre, en este caso, había sido también una habitante de la Tierra, antes de entregarse) y no parecía tener tanta perspectiva como las almas mayores y más viajadas. Me pregunté cómo sería nacer en la insoportable sensación y emoción de estos huéspedes sin ninguna experiencia anterior para hace balance. Sería difícil encontrar objetividad. Intenté recordar eso y ser especialmente paciente cuando le respondí.

“Cada mundo es una experiencia única. Si uno no ha vivido en ese mundo, es imposible comprenderlo de verdad.”

“Pero usted nunca ha vivido en el Mundo del Fuego – me interrumpió. – Debe haber sentido lo mismo… A no ser que tuviera usted alguna otra razón para no ir a ese planeta. Ha estado en muchos otros lugares.”

“Elegir un planeta es una decisión muy personal y privada, Robert, como algún día comprobarás – mi tono cortó totalmente el tema.” ¿Por qué no se lo dices? En realidad, piensas que es brutal, cruel e incorrecto. Lo que es bastante irónico, si quieres saber mi opinión-aunque nunca quieres-¿Dónde está el problema? ¿Te avergüenzas de estar de acuerdo con Robert? ¿Porque él es más humano que los demás?

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Melanie, que había encontrado su voz, se había vuelto totalmente insoportable. ¿Cómo se suponía que iba a concentrarme en el trabajo con sus comentarios sonando en mi cabeza todo el tiempo? En el asiento detrás de Robert, una oscura sombra se movió. La Buscadora, vestida de su habitual negro, se inclinó hacia delante, prestando atención por primera vez a la discusión. Resistí el impulso de fruncirle el ceño. No quería que Robert, todavía incómodo, se confundiera y pensara que lo hacía por él. Melanie refunfuñó. Ella quería que no me resistiera. Tener a la Buscadora acechándonos a cada paso había sido educativo para Melanie; ella creía que no podría odiar a nada ni a nadie más de lo que me odiaba a mí.

“Casi se nos ha acabado el tiempo.” anuncié con alivio. “Me complace informaros de que tendremos un conferenciante invitado el próximo martes, que podrá compensar mi ignorancia en este asunto. Flame Tender, una reciente adquisición para nuestro planeta, estará aquí para darnos una versión más personal de la colonización del Mundo de Fuego. Sé que le brindaréis la misma cortesía que me brindáis a mí, y seréis respetuosos con la corta edad de su huésped. Gracias por vuestro tiempo.” La clase empezó a salir lentamente, muchos de los estudiantes se quedaban rezagados hablando con otros compañeros mientras recogían sus cosas. Me vino a la mente lo que Kathy me había contado sobre las relaciones de amistad, pero yo no deseaba hacerme amiga de ellos. Eran extraños. ¿Era así como me sentía? ¿O era como se sentía Melanie? Era muy difícil de decir. Puede que yo fuera de naturaleza antisocial. Mi historia personal apoyaba esa teoría, supongo. Nunca había sentido un cariño lo suficientemente fuerte como para que permaneciera en un planeta durante más de una vida. Me di cuenta de que Robert y Faces Sunward se paraban en la puerta, inmersos en una discusión que parecía intensa. Podía adivinar el tema.

“Las historias sobre el Mundo de Fuego ponen los pelos de punta.” Comencé a decir levemente. La buscadora estaba a mi lado. Normalmente, anunciaba su acercamiento con los golpes de sus duros zapatos. Bajé la vista para ver que llevaba puestas unas zapatillas deportivas por primera vez-negras, por supuesto. Era aún más diminuta sin los centímetros de más.

“Éste no es mi tema favorito,” dije con voz suave. “Prefiero tener experiencia de primera mano para compartir.

“Reacciones fuertes por parte de la clase.” “Sí.” Me miró expectante, como si estuviera esperando algo más. Guardé mis notas y me volví para meterlas en el bolso.

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“Parecía que tú también reaccionas.” Puse mis notas en el bolso cuidadosamente, sin girarme.

“Me preguntaba por qué no respondiste a la pregunta.” Hubo una pausa, mientras ella esperaba a que contestara. No lo hice.

“Bueno, ¿por qué no contestaste a la pregunta?” Me di la vuelta, sin ocultar la impaciencia en mi rostro.

“Porque no era pertinente para la lección, porque Robert necesita aprender maneras, y porque éste no es el trabajo de nadie más.” Me colgué el bolso del hombro y me dirigí hacia la puerta. Ella permaneció a mi altura, acelerando para seguir el ritmo de mis piernas, más largas que las suyas. Bajamos al vestíbulo en silencio. No fue hasta que estuvimos fuera, donde el sol de la tarde iluminaba las motas de polvo en el aire salado, que volvió a hablar.

“¿Crees que alguna vez te asentarás, Wanderer? ¿En este planeta, quizás? Parece que tienes afinidad con sus… sentimientos.” Me molestó el insulto implícito en su tono. No estaba segura de qué manera me había insultado, pero estaba claro que lo había hecho. Melanie se agitó resentida.

“No estoy segura de lo que quieres decir.” “Dime algo, Wanderer. ¿Te compadeces de ellos?” “¿De quién?” pregunté inexpresivamente. “¿De las Flores Andantes?” “No, de los humanos.” Dejé de andar, y ella se paró a mi lado. Estábamos a unas pocas calles de mi apartamento, y yo me había apresurado, esperando poder deshacerme de ella, pero parecía que no, se había auto invitado a venir. Pero su pregunta me pilló por sorpresa.

“¿De los humanos?” “Sí. ¿Te compadeces de ellos?” “¿Tú no?” “No. Eran una raza absolutamente cruel. Fueron afortunados de sobrevivir los unos a los otros durante todo ese tiempo.”

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“No todos eran malos.” “Tenían una predisposición genética a serlo. La crueldad formaba parte de su especie. Pero tú los compadeces, según parece.”

“Eso es mucho para perder, ¿no crees?” gesticulé a nuestro alrededor. Estábamos en una especie de parque entre dos residencias de es estudiantes cubiertas de hiedra. El verde profundo de la hiedra era agradable a la vista, especialmente en contraste con el rojo descolorido de los viejos ladrillos. El aire era dorado y suave, y el olor del océano le dio un toque salado a la fragancia dulce de la miel de las flores de los arbustos. La brisa acarició la piel desnuda de mis brazos.

“En tus otras vidas, no has podido sentir algo tan vívido. ¿No compadeces a los seres de quienes has tomado esto?” Su expresión permaneció inescrutable, impasible. Intenté hacerla involucrarse, llevarla a considerar otro punto de vista.

“¿En qué otros mundos has vivido?” Vaciló, pero luego cuadró sus hombros.

“En ninguno. Sólo he vivido en la Tierra.” Eso me sorprendió. Era tan niña como Robert.

“¿Sólo un planeta? ¿Y escogiste ser Buscadora en tu primera vida?” Asintió una vez, moviendo la barbilla.

“Vale. Bueno, es asunto tuyo.” Comencé a andar de nuevo. Tal vez, si respetaba su privacidad, ella haría lo mismo conmigo.

“He hablado con tu Consoladora.” O tal vez no

, pensó Melanie amargamente.

“¿Qué?” exclamé. “He averiguado que estás teniendo más problemas que aparte de no poder acceder a la información que necesito. ¿Has considerado intentarlo en otro huésped más flexible? Ella te lo sugirió, ¿no?”

“¡Kathy no te diría nada a ti!” La cara de la Buscadora era de satisfacción.

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“Ella no tuvo que contestarme. Soy muy buena leyendo expresiones faciales humanas. Sé cuándo mis preguntas dan en el clavo.”

“¿Quién te dio permiso? La relación entre un alma y su Coordinadora…” “Es sacrosanta, sí. Me sé la teoría. Pero el término aceptable de investigación no parece funcionar en tu caso. Tengo que ser creativa.”

“¿Crees que te escondo algo?” pregunté, demasiado enfadada para controlar la repugnancia en mi voz. “¿Crees que se lo he contado a mi Coordinadora?” Mi rabia no la achantó. Quizás, dada su extraña personalidad, ya había tenido que enfrentarse a reacciones como la mía.

“No. Creo que me has contado lo que sabes… Pero no creo que estés haciéndolo tan bien como podrías hacerlo. He visto esto antes. Estás sintiendo cierta empatía por tu huésped. Inconscientemente, estás dejando que sus recuerdos se conviertan en tus deseos. Probablemente sea tarde para ponerle remedio. Creo que estarías más cómoda trasladándote a otro huésped. Quizás alguien tenga mejor suerte que tú con ella.”

“¡JA!” grité. “Melanie se lo comería vivo.” Su expresión se congeló. Ella no tenía ni idea, no importaba lo que pensara que había descubierto gracias a Kathy. Ella pensaba que la influencia de Melanie provenía de su memoria, que era algo inconsciente.

“Me parece muy interesante que hables de ella en presente.” Ignoré aquello, intentando fingir que no había metido la pata.

“Si crees que alguien tendría mejor suerte que yo penetrando en sus secretos, estás equivocada.”

“Sólo hay una forma de saberlo.” “¿Tienes a alguien en la mente?” pregunté con la voz llena de aversión. Sonrió abiertamente.

“He conseguido permiso para intentarlo. No debe faltar mucho. Van a sacarme de mi huésped.” Tuve que respirar profundamente. Estaba temblando, y Melanie estaba tan llena de odio que no le salían las palabras.

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La idea de tener a la Buscadora dentro de mí, aunque supiera que yo no estaría ahí, era tan repugnante que sentí que me venía de nuevo la náusea de la última semana.

“Es una pena para tu investigación que yo no sea una Skipper.” Los ojos de la Buscadora se estrecharon.

“Bueno, probablemente eso hará que el intercambio se alargue. La historia nunca me ha interesado mucho, pero ahora parece que voy a tener que tragarme un curso entero.”

“Acabas de decir que es probable que ya sea demasiado tarde para intentar sacar algo más de su memoria.” Le recordé, luchando por calmar mi voz “¿Por qué no vuelves a donde pertenezcas?” Se encogió y mostró una apretada sonrisa.

“Estoy segura de que es muy tarde… para la información voluntaria. Pero si no cooperas, ella me llevará hasta ellos.”

“¿Te llevará?” “Cuando ella tome todo el control, y tú no eres mejor que el débil ése, que un día fue Racing Song, y ahora es Kevin. ¿Lo recuerdas? ¿El que atacó al Curandero?” Fijé mi vista en ella, con los ojos muy abiertos, las aletas de mi nariz abiertas.

“Sí, probablemente sólo sea cuestión de tiempo. Tu Coordinadora no te mostró las estadísticas, ¿verdad? Bueno, aunque lo hubiera hecho, ella no tendría la última información a la que hemos accedido. El porcentaje de éxito a largo plazo para situaciones como la tuya-en la que un huésped humano empieza a resistirse-está por debajo del veinte por ciento. ¿Sabías que eran tan malas? Están cambiando la información que les dan a los colonos potenciales. No se ofrecerán más huéspedes adultos. Los riesgos son demasiado grandes. Estamos perdiendo almas. No pasará mucho tiempo antes de que ella te hable, hable a través de ti, controle tus decisiones.” No me moví ni un centímetro, ni relajé ningún músculo. La Buscadora se inclinó, acercando su cara a la mía. Su voz se volvió baja y suave, en un intento de resultar persuasiva.

“¿Eso es lo que quieres, Wanderer? ¿Perder? ¿Desvanecerte, borrada por otra conciencia? ¿No ser más que el cuerpo de un huésped?” Se me cortó la respiración.

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“Sólo irá a peor. No serás tú nunca más. Te vencerá, y tú desaparecerás. Puede que alguien intervenga… Puede que te trasladen como hicieron con Kevin. Y te convertirás en una niña llamada Melanie a la que le gusta juguetear con coches más que componer música. O lo que sea que ella haga.”

“¿Las probabilidades de éxito están por debajo del 20%?” Susurré. Afirmó con la cabeza, intentando reprimir una sonrisa.

“Te estás perdiendo a ti misma, Wanderer. Todos los mundos que has visto, todas las experiencias que has vivido, habrán sido en vano. Observé en tus archivos que tienes capacidad para la Maternidad. Si te entregaras a ser madre, no estaría todo malgastado. ¿Por qué te desperdicias a ti misma? ¿Has considerado la maternidad?” Me alejé de ella, ruborizándome.

“Lo siento” refunfuñó, enrojeciendo también. “Eso ha sido una falta de educación. Olvida que lo he dicho.”

“Me voy a casa. No me sigas.” “Tengo que hacerlo, Wanderer. Es mi trabajo.” “¿Por qué te preocupas tanto por un puñado de humanos? ¿Por qué? ¿Cómo sigues justificando tu trabajo? ¡Hemos ganado! ¡Ya es hora de que te unas a la sociedad y hagas algo productivo!” Mis preguntas, mis acusaciones implícitas, no la alteraron.

“En cualquier lugar en el que sus márgenes tocan los nuestros, hay muerte.” Dijo las palabras pacíficamente, y por un momento vislumbré a una persona diferente en su rostro. Me sorprendí cuando me di cuenta de que ella creía profundamente en lo que ella misma había dicho. Una parte de mí había supuesto que había elegido ser buscadora porque ansiaba ilícitamente la violencia. “Incluso si un alma se pierde en tu Jared o tu Jamie, esa alma será demasiado. Hasta que haya una paz total en este planeta, mi trabajo estará justificado. Mientras que haya Jareds vivos, soy necesaria para proteger nuestra especie. Mientras haya Melanies dirigiendo a las almas, dominándolas…” Le di la espalda y me dirigí a mi apartamento a grandes zancadas, por lo que tendría que correr si ella quisiera continuar.

“¡No te pierdas a ti misma, Wanderer!” Dijo detrás de mí. “¡Se te acaba el tiempo!” paró, y entonces gritó más alto. “¡Avísame cuando tenga que empezar a llamarte Melanie!”

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Su voz se fue apagando mientras aumentaba la distancia entre nosotras. Yo sabía que ella seguiría a su ritmo. Esta última incómoda semana-viendo su cara en la parte de atrás de cada clase, escuchando sus pasos detrás de mí cuando caminaba cada día-no era nada comparado con lo que estaba por venir. Ella iba a hacer de mi vida una miseria. Sentía como si Melanie estuviera revolviéndose violentamente contra las pareces internas de mi cráneo. Vamos a enlatarla. Diles a tus superiores que ha hecho algo inaceptable. Que nos ha agredido. Es su palabra contra la nuestra. En un mundo humano humano.

, le recordé, casi triste de no poder tener acceso a ese recurso

No hay superiores en ese sentido. Todos trabajan juntos como iguales. Hay

algunos que buscan la información y la dan, para mantener la información organizada, y consejos que toman decisiones sobre la información, pero no la sacarán del puesto que ha elegido. Verás, funciona como… ¿Qué importa cómo funciona si no nos va a ayudar? Ya sé, ¡entonces matémosla! imagen gratuita de mis manos enroscándose alrededor del cuello de la Buscadora llenó mi cabeza. Este tipo de cosas son los motivos por los que este lugar está mejor a cargo de mi especie. No insistas. Disfrutarías de eso tanto como yo.

La imagen volvió, la cara de la

Buscadora volviéndose azul en nuestra imaginación, pero esta vez la acompañó una feroz ola de placer. Ésa eres tú, no yo.

Mi declaración era verdad; la imagen me ponía enferma. Pero estaba

peligrosamente cerca de ser falsa. Disfrutaría muchísimo de no volver a ver nunca a la Buscadora. ¿Qué hacemos ahora? Yo no me rindo. Tú no te rindes. ¡Y esa maldita Buscadora está absolutamente segura de que no se va a rendir! No le contesté. No tenía ninguna respuesta preparada. Mi cabeza se quedó en silencio durante un breve momento. Era agradable. Lamentaba que el silencio no fuera durar mucho. Pero sólo había una manera de comprar mi paz. ¿Estaba dispuesta a pagar el precio? ¿Me quedaba alguna otra opción? Melanie se calmó lentamente. Para cuando atravesé a la puerta delantera, cerrando tras de mí los cerrojos que nunca antes había cerrado-los artefactos humanos no tenían lugar en un mundo pacífico, sus pensamientos eran contemplativos. Nunca había pensado en cómo habéis hecho continuar la especie. No sabía que era así. Nosotros nos lo tomamos muy en serio, como puedes imaginar. Gracias por tu interés. No se molestó por la enorme carga de ironía que llevaban mis pensamientos.

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Ella todavía reflexionaba sobre este descubrimiento mientras yo encendía el ordenador y empezaba a buscar vuelos en avión. Fue un segundo antes de que ella se diera cuenta de lo que estaba haciendo. ¿A dónde vamos?

El pensamiento contenía una nota de pánico. Sentí su conciencia

comenzar a merodear por mi cabeza, su toque, como un suave cepillo de plumas, buscando algo que le estaba ocultando. Decidí ahorrarle la búsqueda. Me voy a Chicago. Ahora había más que una simple nota de pánico en su voz. ¿Por qué? Voy a ver al Curandero. No confío en ella. Quiero hablar con él antes de tomar mi decisión. Hubo un breve silencio antes de que ella volviera a hablar. ¿La decisión de matarme? Sí, ésa.

Capítulo 8 - Amada

“¿Tienes miedo a volar?” la voz de la buscadora estaba llena de incredulidad con algo de burla. “¿Tú viajaste a través del profundo espacio por ocho veces y tienes miedo a tomar un avión a Tucson, Arizona?”

“Primero que nada, no tengo miedo. Segundo, cuando viajé a través del profundo espacio no estaba exactamente consciente en donde estaba, ya que estaba en una cámara de hibernación. Y tercero, este huésped tiende a marearse en los aviones.” La buscadora rodó sus ojos en disgusto. “¡Entonces toma alguna medicina! ¿Qué hubieses hecho si el Curandero Fords no se hubiese transferido a Saint Mary’s? ¿Hubieses conducido hasta Chicago?”

“No. Pero como hasta ahora la opción de manejar es razonable, la voy a tomar. Va a ser bueno ver un pequeño trozo más de este mundo. El desierto podría ser impresionante -”

“El desierto es muy aburrido.”

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“-y no tengo ningún apuro. Tengo muchas cosas en que pensar no obstante, y voy a apreciar un poco de tiempo asolas.” La miré apuntándola mientras remarcaba la última palabra.

“No entiendo el punto en ir a visitar al viejo Curandero de todas formas. Hay muchos Curanderos competentes por aquí.”

“Estoy mas cómoda con el Curandero Fords. Él tiene experiencia en esto, y no confío en que yo tenga toda la información que necesito.” Le di otra mirada significante.

“No tienes tiempo para no apurarte, Wanderer. Reconozco los signos.” “Perdóname si no considero tu información imparcial. Sé lo suficiente del comportamiento humano para reconocer los signos de la manipulación.” Ella me frunció el ceño. Estaba cargando mi auto rentado con algunas cosas que planeé utilizar para mí. Tenía suficientes ropas para ir una semana entre lavados, y las básicas necesidades higiénicas. Aunque no traía mucho, estaba dejando mucho menos detrás. He estado acumulando muy pocas pertenencias personales en mi tiempo. Después de todos esos meses en ese pequeño departamento, las paredes todavía estaban al descubierto, las estanterías vacías. Tal vez nunca había pensado en estar aquí. La Buscadora se había plantado en la acera en frente de mi entrada principal, asaltándome con despreciativas preguntas y comentarios cuando la estaba apenas escuchando. Al menos estaba segura que creía que ella era muy impaciente para buscarme en la carretera. Ella prefería tomar un avión hasta Tucson, justo cuando ella estaba deseando de avergonzarme para que haga lo mismo. Fue un gran alivio. Me imaginaba a ella uniéndose todo el tiempo que paraba a cenar, revoloteándome en los baños de las paradas, sus exhaustivas inquisiciones esperando por mí en vehículo pausado por un semáforo. Me estremecí ante el pensamiento. Si el nuevo cuerpo significa liberarme de la Buscadora... bueno, eso era un gran aliento. No tenía otra opción, tampoco. Podía abandonar todo este mundo como un fracaso y moverme al décimo planeta. Podía trabajar para olvidar toda esta experiencia. La tierra podía ser sólo una pequeña centella en mi otro impecable record. ¿Pero dónde iría? ¿A un planeta donde ya tenía experiencia? El Mundo Cantante fue uno de mis favoritos, ¿pero para renunciar a esta insensata escena? El planeta de las Flores fue encantador... Todavía la base de clorofila como una forma de vivir tenía muy pocos rangos de emoción. Se siente insoportablemente lento después de estar en el lugar de los humanos.

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¿Un nuevo planeta? Había una reciente adquisición-aquí en la tierra lo llamaban nuevos huéspedes Delfines por falta de una mejor comparación, aunque ellos se asemejaban más a libélulas más que los mamíferos marinos. Una especie muy desarrollada, y ciertamente móviles, pero después de mi larga estadía en las Algas Marinas, el pensamiento de otro planeta de agua me repugnaba. No, todavía había tanto en este planeta que no había experimentado. En ningún lugar que conozco del universo me llamaron más fuerte que esta sombría, pequeña y verde patio en esta silenciosa calle. O resistir al atractivo cielo vacío del desierto, el cual he visto sólo en las memorias de Melanie. Melanie no opinó sobre mis opiniones. Ella había estado muy callada desde que tomé la decisión de encontrar a Fords Deep Waters, mi primer Consolador. No estaba segura de lo que significaba eso. ¿Estaba tratando de parecer menos peligrosa, menos para cargar? ¿Se estaba preparando a ella misma para la invasión de la Buscadora? ¿Para morir? ¿O se estaba preparando para enfrentarme? ¿Para sacarme del cuerpo? Cualquiera que sea su plan, ella se guardaba distante. Ella estaba apagada, en la parte de atrás de mi cabeza. Hice mi última mirada dentro, buscando de que no me haya olvidando de nada. El apartamento se veía vacío. Había sólo los básicos muebles dejados por el anterior inquilino. Los mismos platos estaban todavía en los armarios, las almohadas en la cama, las lámparas en las mesas; Si no volvería, había un poco para el próximo inquilino para limpiar. El teléfono sonó mientras estaba parada en la puerta, y volví para atenderlo, pero ya era tarde. Había dejado el contestador para que atendiera en el primer timbre. Sabía que llamado iba a oír: Mi vaga explicación que iba a estar fuera por el resto del semestre, y que mis clases iban a ser canceladas mientras encontraban un reemplazante. No había una razón dada. Miré el reloj de arriba del televisor. Eran pasadas las ocho de la mañana. Estaba segura de que sería Curt en el teléfono, habiendo recibido sólo un único detallado e-mail que le envié la otra noche. Me sentía mal por no cumplir con mi compromiso, casi como si lo estuviese saltando. Tal vez que este paso, este abandono, era el preludio de mi siguiente decisión, de mi mayor vergüenza. El pensamiento era incómodo. Eso me hizo estar poco dispuesta de escuchar el mensaje, pero no estaba realmente apurada en irme. Miré alrededor del vacío apartamento una vez más. No tenía la sensación de haber dejado nada, ninguna apego a esas habitaciones. Tenía el extraño sentimiento que este mundo-no solo Melanie, sino la entera órbita del planeta-no me querían, no importaba cuanto mucho lo quisiera. Sólo no podía verme echar raíces aquí. Sonreí con una mueca al pensamiento de las raíces. Esa sensación era solo una estúpida superstición.

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Nunca he tenido un huésped que era capaz de la superstición. Era una interesante sensación. Como saber que estás vigilada sin poder ser capaz de encontrar al que te esta mirando. Cerré la puerta firmemente detrás de mí pero no toqué las obsoletas cerraduras. Nadie iba a perturbar este lugar solo si volvía o era dado a alguien nuevo. Sin mirar a la Buscadora, me subí al auto. No había manejado mucho, y tampoco Melanie, por lo que me hizo poner un poco nerviosa. Pero estaba segura que iba a acostumbrarme lo suficiente pronto.

“Te estaré esperando en Tucson,” dijo la Buscadora, desde la ventana abierta del pasajero mientras que encendía el motor.

“No tengo dudas de eso,” murmuré. Encontré el panel de control de la puerta. Tratando de esconder una sonrisa, pulse el botón subir el vidrio y vi a ella saltar para atrás.

“Tal vez...” dijo, levantando su voz para casi escucharla entre los ruidos del motor y a través del vidrio cerrado, “tal vez trate de hacer tu camino. Tal vez te vea en la carretera” Ella sonrió y se encogió de hombros. Ella sólo lo estaba diciendo para hacerme disgustar. Traté de no dejarla ver lo que ella quería. Enfoqué mis ojos en la carretera y apreté cuidadosamente el freno. Era suficientemente fácil encontrar el camino y luego seguí las señales que guiaban a San Diego. Pronto no hubo más signos que seguir, ni caminos equivocados para tomar. En ocho horas llegaría a Tucson. No era mucho tiempo. Tal vez estaría en la noche en alguna pequeña ciudad a lo largo del camino. Si estaría segura de que la Buscadora estaría adelante, esperando impacientemente, en lugar de seguir, una parada sería un bonito retraso. Me encontré a mí misma mirándome en el espejo retrovisor seguido, buscando por un signo de búsqueda. Estaba conduciendo más lento que cualquiera, dispuesta a seguir mi destino, y los otros autos me pasaban sin pausa. No había caras que reconocía mientras ellos se movían. No tuve que haber dejado que la burla de la Buscadora me molestara. Ella claramente no tenía el temperamento para ir a ningún lado despacio. Todavía... Continuaba mirando por ella. Había estado al Oeste del océano, norte y sur arriba y abajo de la hermosa costa de California, pero nunca había estado al este de ninguna distancia. La civilización calló

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detrás mío rápido, y pronto estuve rondando en las blancas colinas y rocas que eran precursoras del vacío desierto. Fue relajante estar fuera de la civilización, y eso me molestó. No debería encontrar la soledad acogedora. Las almas eran sociables. Vivíamos y trabajábamos y crecíamos juntos en armonía. Todos éramos lo mismo: pacíficos, amistosos, honestos. ¿Por qué me tendría que sentir mejor fuera de los de mi tipo? ¿Era Melanie la que creó este estado? Busqué por ella, pero sólo la encontré a distancia, soñando en la parte de atrás de mi cabeza. Eso era lo mejor desde que ella había empezado a hablar otra vez. Las millas pasaron rápido. Las oscuras, ásperas rocas y las polvorientas llanuras cubiertas de malezas volaban en monótona uniformidad. Me di cuenta que estaba manejando más rápido de lo que pensaba. No había nada para ocupar mi mente aquí, por eso encontré difícil desistir. Mientras tanto, me preguntaba por qué el desierto era mucho mas colorido en los recuerdos de Melanie, mucho más forzado. Dejé que mi mente se conectara con la suya, tratando de mirar que era tan especial sobre ese lugar vacante. Pero ella no estaba viendo la escasa, muerta tierra que nos rodeaba. Ella estaba soñando con otro desierto, acañoneado y rojo, un lugar mágico. Ella no trato de sacarme. De hecho, parecía como si no estuviese enterada de mi presencia. Me cuestioné nuevamente lo que significaba ese desprendimiento. No sentí un pensamiento de ataque. Me sentía como si estaba preparándome para el fin. Ella estaba viviendo en su lugar feliz de su memoria, como si ella estuviese despidiéndose. Ese era un lugar que ella me había dejado ver antes. Había una cabaña, en ingenioso vivienda escondida dentro de un rincón de arenisca roja, peligrosamente cerca de la línea torrentada. Un lugar improbable, lejos de cualquier camino o sendero, construido en lo que se parecía un lugar sin sentido. Un borrascoso lugar, sin nada de conveniencias de la tecnología moderna. Ella se recordó riendo del fregadero que uno tenía que bombear para que salga el agua.

“Son tuberías fuertes,” dijo Jared, el pliegue entre sus ojos se profundizó, como si sus cejas estuvieran juntas. Parecía preocupado por mi risa. ¿Estaba asustado de que no me gustara? “Nada de rastros, ninguna evidencia de que estuvimos aquí.”

“Me encanta,” dije rápido. “Es como una película vieja. Es perfecta.” La sonrisa que realmente no había dejado su cara-él sonríe incluso en sus sueños-se agrando.

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“Ellos no contaron la peor parte de las películas. Vamos, te voy a mostrar donde está la letrina.” Escuché el eco de la risa de Jamie a través del estrecho cañón mientras corría hacia nosotros. Su pelo negro rebotaba con su cuerpo. Él saltaba todo el tiempo, ese delgado chico con su piel quemada por el sol. No me había dado cuenta de cuanto habían crecido sus estrechos hombros que llevaba. Con Jared, el era positivamente alegre. La expresión ansiosa fue remplazada, convirtiéndose en sonrisas. Los dos más resistentes con lo que yo les daba crédito.

“¿Quién construyó este lugar?” “Mi papá y mis hermanos mayores. Los ayudé, o traté, un poco. Mi papá amaba estar fuera de todo. Y no le importaba mucho los convencionalismos. El nunca se molestó en encontrar de quién era la tierra que actualmente pertenecía o algunos papeles de permiso o cualquier cosa de esas.” Jared río, tirando su cabeza hacia atrás. El sol bailaba arriba de sus reflejos rubios de su cabello. “Oficialmente, este lugar no existe. Conveniente, ¿no?” Sin poder pensar sobre eso, llegó a mí, y me tomó mi mano. Mi piel se quemó cuando se reunió con la de él. Se sentí mejor que bien, pero hizo que apareciera un extraño dolor en mi pecho. Él siempre me tocaba de esa manera, siempre se parecía que lo necesitaba para asegurarse a sí mismo que estaba ahí. ¿Se habrá dado cuenta de lo que era eso para mí, la simple presión de su cálida palma junto a la mía? ¿Hacía que su pulso saltara de sus venas, también? ¿O sólo estaba feliz de no estar más solo? Él osciló nuestros brazos mientras caminábamos por debajo de los árboles, sus verdes tan vívidos contra el rojo que jugaba delante de mis ojos, confundiéndome. Él es feliz aquí, feliz que en otros lugares. Me sentía feliz, también. El sentimiento es todavía desconocido. No me había besado desde la primera noche, cuando estaba asustada, descifrando la cicatriz de su cuello. ¿Es que no me quería besar de nuevo? ¿Tendría que besarlo yo? ¿Qué pasaría si eso no le gustaba? Miró hacia abajo hacia mí y me sonrió, sus líneas alrededor de sus ojos se resaltaron. Me pregunté si el es apuesto como yo pienso que es, o si es sólo que él era la única persona en todo el mundo que estaba entre Jamie y yo. No, no pienso que sea eso. Él era realmente hermoso.

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“¿En qué estas pensando, Mel?” preguntó. “Parece que te estas concentrando en algo realmente importante.” Se río. Me encogí de hombros, y mi estómago se contrajo. “Es muy lindo el lugar.” Él miró alrededor de nosotros. “Si, pero, ¿Es que los hogares no son siempre hermosos?”

“Hogar.” Repetí rápido. “Hogar.” “Es tu hogar, también, si tu quieres.” “Si quiero.” Era como si cada milla que recorrí en tres años los haya hecho para estar en este lugar. No me quería ir de ahí, pero sabía que tendríamos que hacerlo. La comida no nace de los árboles. No en el desierto, por lo menos. Apretó mi mano, y sentí que mi corazón se aceleró. Era como dolor, ese placer. Había una borrosa sensación de Melanie saltando, sus pensamientos bailaban a través del caluroso día hasta horas después de que el sol había caído detrás de las paredes del cañón rojo. Me fui sola, casi hipnotizada por la interminable carretera que se extendía frente a mí, los esqueléticas malezas volaban con mi nublada mente monótona. Miré a hurtadillas dentro de una estrecha y pequeña habitación. El tamaño completo del colchón era sólo de unas pulgadas aproximadas de las ásperas paredes de piedra en ambos lados. Ver a Jamie durmiendo en una verdadera cama, su cabeza en una suave almohada, hacía que sintiera una profunda y abundante alegría. Sus desgarbados brazos y sus piernas desparramadas, dejándome poca habitación para mí que quería dormir. Él es mucho más grande en la realidad que como lo veo en mi cabeza. Casi 10-pronto no va a ser tan chico. Excepto que para mí siempre iba a ser un niño. Jamie respiraba regularmente. No había miedo en su sueño, en este momento por lo menos. Cerré la puerta sin hacer ruido, y volví al sofá, en donde Jared me esperaba.

“Gracias” susurré, aunque sabía que las palabras no iban a despertar a Jame ahora. “Me siento mal. Este sofá es muy corto para ti. Tal vez deberías tomar la cama con Jamie.” Jared ahogó una risa. “Mel, tú eres solo unos pocos centímetros más corta que yo. Duerme cómoda, por una vez. La próxima vez que esté fuera, voy a robar para mí, una cama o algo.”

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No me gustó eso, por muchas razones. ¿Se iría pronto? ¿Nos llevaría con él cuando se vaya? ¿Él ve este lugar como una cosa permanente? Él puso sus brazos alrededor de mis hombros y me arrimó hacia su pecho. Me acerqué a él, aún cuando el calor de su tacto hizo que mi corazón doliera nuevamente.

“¿Por qué esa cara?” preguntó. “¿Cuándo vas... cuándo ‘vamos’ a irnos nuevamente?” Él río. “Carroñaremos lo suficiente en nuestro sitio en donde estamos por unos meses. Puedo hacer incursiones cortas si te quieres quedar en un lugar por un tiempo. Estoy seguro de que estas cansada de estar escapando.”

“Si, lo estoy,” asentí. Tomé un gran aliento para ponerme valiente. “Pero si tu vas, yo voy” Me abrazó con fuerza. “Voy a admitirlo, me gusta más eso. Pensar que me tendría que separar de ti...” Él río por lo bajo. “¿Sonaría loco si te digo que preferiría morir? ¿Muy melodramático?”

“No, se a lo que te refieres.” Él debe sentir lo que sentir lo que yo siento. ¿Él diría esas cosas si el pensaría en mi como cualquier otro humano, y no como mujer? Me di cuenta que esa era la primera vez que habíamos estado realmente solos desde la noche que nos conocimos-el primer momento que había una puerta entre Jamie durmiendo y nosotros. Por eso, muchas noches estuvimos despiertos, hablando entre susurros, contándonos todas nuestras historias, las felices y las peores, siempre con la cabeza de Jamie en mi regazo. Eso hacía que mi respiración se volviera mas rápido, con la simple puerta cerrada.

“No pienso que necesites encontrar una cama, no muy pronto.” Sentí sus ojos en mí, cuestionándome, pero no pude mirarlo. Estaba avergonzada ahora, demasiado tarde. Las palabras habían salido.

“Estaremos aquí por lo menos hasta que se acabe la comida, no te preocupes. He dormido en peores condiciones que este sofá.”

“Eso no es lo que quiero decir,” dije, todavía mirando abajo. “Tú te quedas con la cama, Mel. No estoy bromeando con eso.”

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“Eso no es lo que quiero decir tampoco.” Era casi un susurro. “Pienso que la capa es muy grande para Jamie. Él no crecerá por mucho tiempo. Puede dejar su lado para... ti.” Hubo una pausa. Quise mirarlo, para leer su expresión en su cara, pero estaba muy mortificada. ¿Qué pasaría si se disgustara? ¿Esto haría que él quisiera que me vaya? Sus cálidos dedos levantaron mi barbilla. Mi corazón se detuvo cuando sus ojos me se encontraron con los míos.

“Mel, yo...” Su cara, por única vez, no sonreía. Traté de mirar hacia otro lado, pero sostuvo mi barbilla de manera que no pudiese escapar. ¿Es que él no sentía el fuego entre mi cuerpo y el suyo? ¿Era sólo yo? Me sentía como el pleno sol entre nosotros-apretándonos como una flor entre las páginas de un grueso libro, quemando el papel. ¿Se siente como algo más para él? ¿Algo malo? Después de un momento, su cabeza cambia; Ahora él miraba era el que miraba hacia otro lado, todavía sosteniéndome la barbilla. Su voz era sosegada. “Tú no me debes nada, No me debes nada en absoluto.” Me era difícil tragar. “No estoy diciendo... No estoy diciendo eso por que me siento obligada. Y... Tú no deberías, tampoco. Olvida lo que dije.”

“Probablemente no, Mel.” Suspiró, y yo quería desaparecer. Me rendiría perdiendo mi mente ante los invasores si eso hacía borrar esa enorme metedura de pata. Me transporte al futuro salteando esos dos minutos del pasado. Nada. Jared respiró profundamente. Me miró de soslayo, sus ojos y su mandíbula tensos. “Mel, esto no tiene que ser así. Sólo porque estamos juntos, sólo porque somos el último hombre y la última mujer en la tierra...” Luchó por encontrar las palabras, algo que creo que nunca vi en él antes. “Esto no significa que tengas que hacer algo que tú no quieras. No soy el tipo de hombre que espera... No tienes que...” Él parecía muy enojado, todavía mirando hacia otro lado, que me encontré hablando, aunque sabía desde antes de empezar que era un error. “Eso no era lo que quería decir,” murmuré. “No estaba hablando de hacerlo, y no creo que seas ‘ese tipo de hombre.’ No. Por supuesto que no. Es sólo que -”

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Es solo que lo amo. Apreté mis dientes antes de que me humillara más a mi misma. Tendría que morderme la lengua justo ahora antes de que lo arruinara más.

“¿Sólo que...?” preguntó. Traté de sacudir mi cabeza, pero el todavía sostenía mi barbilla entre sus dedos. “¿Mel?” Me solté y moví mi cabeza con ferocidad. Él se inclinó más cerca de mí, y su cara era diferente ahora. Había un nuevo conflicto que no reconocí en su expresión, e incluso aunque no lo entendía completamente, borraba la sensación de rechazo que estaba haciendo que mis ojos ardieran.

“¿Podrías hablarme? ¿Por favor?” murmuró. Podía sentir su respiración en mi mejilla, y me tomó unos segundos antes de poder pensar por completo. Sus ojos hicieron que me olvidase de que estaba mortificada, y quise no poder hablar otra vez más.

“Si tuviese que elegir a alguien, a cualquiera, para estar hundidos en un planeta desierto, serías tú,” susurré. El sol entre nosotros se quemaba con más calor. “Siempre vas a ser tú. Y no sólo... No sólo hablo por hablar. Cuando me tocas...” Me atreví a permitir a mis dedos rozar despacio la cálida piel de su brazo, y se sintió como si las llamas desprendieran de sus extremidades ahora. Apretó su brazo alrededor mío. ¿Sentía el fuego? “No quiero que esto sea un obstáculo.” Quería ser más exacta, pero no encontré las palabras. Estaba bien. Era suficiente malo tener que admitir esto. “Si no sientes lo mismo, lo entiendo. Tal vez no sea lo mismo para ti. Está bien.” Mentía.

“Oh, Mel,” susurró en mi oído, y empujó mi cara para encontrarme con la suya. Más llamas en sus labios, más feroces que las otras, quemándome. No entendía que estaba haciendo, pero no me parecía un problema. Sus manos estaban en mi pelo, y mi corazón estaba a punto de combustionarse. No podía respirar. No quería respirar. Pero sus labios se movieron a mi oreja, y el sostuvo mi cara cuando traté de seguirlos otra vez.

“Fue un milagro-más que un milagro-cuando te encontré, Melanie. En este momento, si tuviese la oportunidad de volver el mundo a la normalidad y tenerte a ti, no sería capaz de dejarte. No para salvar a cinco billones de vidas.”

“Eso está mal.” “Muy mal pero muy cierto.”

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“Jared,” suspiré. Traté de buscar sus labios otra vez, pero el me tiro hacia atrás, viendo que el tenía algo que decir. ¿Qué más podría haber?

“Pero...” “¿Pero?” ¿Como podría haber un pero? ¿Qué posibilidad había de seguir con todo ese fuego si empezaba con un pero?

“Pero tienes diecisiete, Melanie. Y yo tengo veintiséis.” “¿Y qué tendría que significar eso?” Él no respondió. Sus manos se derramaron por mis brazos lentamente, doliéndome con fuego.

“Tienes que estar bromeando.” Me incliné de nuevo para buscar su cara. “¿Vas a estar preocupado por los convencionalismos cuando estamos en el fin del mundo?” Tragó sonoramente antes de hablar. “Más convencionalismo hay por esa razón, Mel. Me voy a sentir como una mala persona, alguien que toma ventaja. Eres muy joven.”

“Ahora ya nadie es joven. Cualquiera que haya sobrevivido todo este tiempo es anciano.” Hubo una sonrisa torcida en su boca. “Tal vez tengas razón. Pero no es algo que tengamos que precipitarnos.”

“¿Que esperamos?” demandé. Él dudó por un momento, pensando.

“Bueno, por una cosa, hay algunos.... problemas que considerar.” Me pregunté si sólo estaba buscando una distracción, tratando de evadir. Así era como se sentía. Levanté una ceja. No podía creer el cambio de la conversación que se había hecho. Si realmente me quería, esto no tenía sentido.

“Mira,” explicó dudando. Debajo del intenso bronceado dorado de su piel, parecía como si tal vez estuviera ruborizándose. “Cuando vine a este lugar, no lo había planeado mucho para... invitados. Lo que quiero decir es...” Lo demás vino precipitado. “Traer a alguien a este mundo es la última cosa que tengo en mente.” Sentí mi frente llenarse de arrugas. “Oh.”

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La sonrisa desapareció de su cara, y por un corto segundo un momento de ira que nunca le había visto antes. Hizo que luzca peligroso de una manera que nunca pensé que podría llegar a ser. “Este no es el tipo de mundo que quiera para traer a un niño.” Las palabras me hundieron, y me encogí al pensar en un pequeño, inocente bebé abriendo sus ojos en este lugar. Es lo suficientemente malo mirando los ojos de Jamie, sabiendo qué vida tendría que construir, incluso en las mejores circunstancias posibles. Jared es de repente Jared devuelta. Su piel alrededor de sus ojos se arrugó. “Además, tenemos un montón de tiempo para... pensar acerca de esto.” Evadiendo otra vez, supuse. “¿No te das cuenta cuánto, cuán poco tiempo estuvimos juntos? Son sólo cuatro semanas desde que nos encontramos.” Eso me pisó. “No puede ser.”

“Veintinueve días. Estoy contando.” Pensé otra vez. No era posible que haya sido veintinueve días desde que Jared cambió nuestras vidas. Se parece como si hubiésemos estado con Jared todo el tiempo desde que estuvimos solos. Dos o tres años, tal vez.

“Tenemos tiempo.” Dijo Jared una vez más. Un pánico abrupto, como una premonición de advertencia, hizo imposible dejarme hablar por un largo momento. Él miró el cambio de mi cara con los ojos preocupados.

“No sabes eso.” La desesperación se sofocó cuando él me abrazó. “No puedes saber cuánto tiempo tenemos. No sabes si tendríamos que contar en meses o en días o en horas.” Se río con una calida risa, tocando con sus labios el tenso lugar en donde mis cejas estaban juntas.

“No te preocupes, Mel. Los milagros no funcionan de esa manera. Nunca te voy a perder. Nunca voy a dejar que te alejen de mí.” Ella me trajo devuelta al presente-a la delgada cinta de la carretera a través del desierto de Arizona, debajo del fuerte sol del mediodía-sin mi elección de volver. Vi el vacío lugar delante y sentí el vacío lugar dentro de mí. Su pensamiento suspiró ligeramente en mi cabeza:

Nunca se sabe cuánto tiempo tienes.

Las lágrimas que estaba llorando pertenecían a las dos.

Capítulo 9 - Descubierta

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Manejé rápido a través de la unión I-10 con el sol cayendo detrás de mí. No había visto mucho más que las blancas y amarillas líneas de la carretera, y la ocasional señal verde grande que me indicaba el este. Estaba apurada ahora. No sabía exactamente segura por qué estaba apurada, siquiera. Por querer estar afuera de esto, supuse. Fuera del dolor, fuera de la tristeza, fuera del anhelo del perdido y desesperanzado amor. ¿Eso significaría fuera de éste cuerpo? No puedo pensar en otra respuesta. Me gustaría preguntar todavía mis dudas al Curandero, pero se sentía como si la decisión ya estaba hecha.

Skipper. Cobarde

. Probé las palabras en mi cabeza,

tratando de traer más términos con esto. Si pudiera encontrar una manera, me gustaría tener a Melanie fuera de las manos del buscador. Sería muy difícil. No, sería imposible. Pero trataría. Le prometí a ella esto, pero ella no estaba escuchando. Ella todavía estaba soñando. Renunciando, aunque ahora era muy tarde para renunciar a ayudar. Traté de estar despejada del cañón rojo en su cabeza, pero estaba ahí también. No importaba cuán difícil era tratar de ver a los autos zumbando al lado mío, las lanzaderas deslizándose hacia el puerto, las pocas, finas nubes moviéndose sin rumbo por el cielo, no podía estar completamente libre de sus sueños. Memoricé la cara de Jared a través de cientos de ángeles diferentes. Miré a Jaime en una fase acelerada de crecimiento repentino, siempre en carne y huesos. Mis brazos ambos me dolían, lo sentía más nítido que un dolor, como cortada por cuchillas violentamente. Era intolerable. Tuve que salir. Manejé casi sin ver a través de los dos estrechos canales de la autopista. El desierto era, en cierto modo, mas monótono y muerto que antes. Más plano, más incoloro. Me gustaría llegar a Tucson antes de la hora de la cena. Cena. No había comido hoy todavía, y me di cuenta de que mi estomago rugía. El buscador tal vez estaba esperándome por ahí. Mi estomago retumbó entonces, y el hambre momentáneo se había convertido en nauseas. Automáticamente, mi pie soltó el acelerador. Me fijé el mapa en el asiento del pasajero. Pronto llegaría a una parada en un lugar llamado Picacho Peak. Tal vez podría detenerme en la parada a comer algo allí. Pensé en el nombre desconocido–Picacho Peak–que era extraño, imaginando en la reacción de Melanie. No lo logré. ¿Ella habrá venido antes? Busqué en mi memoria, una vista o un olor que correspondía, pero no encontré nada. Picacho Peak. Otra vez, había algo de interés que Melanie reprimía. ¿Qué significaban esas palabras para ella? Ella

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salió de los lejanos recuerdos, evitándome. Eso me hizo sentir curiosa. Manejé más rápido, preguntándome si la vista del lugar podría darme algo. Una solitaria cima de una montaña–no masiva de estándares normales, acercándose despacio, las colinas más cercanas a mí–empezaban a tomar forma de horizonte. Era una inusual, distintiva forma. Melanie miró como crecía mientras viajábamos, pretendiendo indiferencia sobre eso. ¿Por qué ella pretendía no importarle cuando obviamente lo estaba? Estaba preocupada por su fuerza al tratar de descubrirlo. No pude ver nada a través de la pared en blanco. Era más gruesa que de costumbre. Pensé que ya había casi desaparecido. Traté de ignorarla, no queriendo pensar en eso–eso que estaba siendo más fuerte. Miré el lugar, trazando la forma pálida del caluroso cielo. Había algo familiar en eso. Algo que estaba segura que reconocí, aún cuando estaba segura de que ninguna de nosotras había estado aquí. Casi como si ella estaba tratando de distraerme, Melanie me hundió en un vívido recuerdo de Jared, que me sorprendió. Me agarró un escalofrío, estrechando mis ojos para ver el silenciado deslumbramiento del sol bajando detrás de los árboles. Me conté a mí misma que no era frío lo que pensaba que era. Mi cuerpo sólo no estaba acostumbrado a eso. Las manos que estaban de repente en mis hombros no me asustaron, en realidad. Estaba asustada por ese desconocido lugar, y no oí su silencio. Su peso era demasiado familiar.

“Tú no eres buena yéndote a escondidas” Incluso ahora, había una sonrisa en su voz.

“Vi que venías antes de que tomaste el primer paso” Le dije sin girar. “Tengo ojos detrás de mi cabeza” Unos dedos cálidos acariciaron mi cara desde mi barbilla, arrastrando fuego a lo largo de mi piel.

“Te pareces a una dríade escondida en esos árboles,” susurró en mi oído. “Una de ellas. Tan hermosa que tendrías que ser de ficción.”

“Tendríamos que plantar mas árboles alrededor de la cabaña” Él ahogó una risa, y el sonido hizo que mis ojos se cerraran y mis labios se estrecharan en una sonrisa.

“No necesariamente,” dijo. “Tú siempre miras ese camino” “Lo dice el último hombre de la tierra a la última mujer de la tierra, en el momento de su separación”

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Mi sonrisa se desvaneció mientras hablaba. Las sonrisas no podían durar hoy. Él me miró. Su aliento en mi mejilla era cálido comparado con el frío aire del bosque.

“Jaime podría ser reciente en esa implicación” “Jamie es todavía un chico. Por favor, por favor, mantenlo a salvo.” “Haré un trato contigo,” se ofreció Jared. “Tú te mantienes a salvo y haré lo mejor. De lo contrario, no hay trato.” Era sólo una broma, pero no pude tomarla con calma. Una vez que nos separáramos, no había garantías. “No importa lo que pase.” Insistí.

“Nada va a pasar. No te preocupes.” Las palabras tenían algo de sentido. Con innecesario esfuerzo. Pero su voz valía la pena escucharla, sin importar el mensaje.

“Okay” Me giro para estar frente su cara y guió mi cabeza a su pecho. No sabía con qué comparar su aroma. Era el suyo, tan singular como el olor del enebro o la lluvia del desierto.

“Nosotros no nos perderemos,” me prometió. “Siempre te voy a volver a encontrar.” Comenzó Jared, él no podía ser completamente serio en mas de de uno o dos latidos de corazón. “No importa cuán bien te escondas. Soy imparable cuando se trata de ocultar y buscar.”

“¿Vas a darme tiempo hasta la cuenta de diez?” “Sin mirar.” “Tú lo dijiste” mascullé, tratando de ocultar el hecho que mi garganta se llenaba de lágrimas.

“No tengas miedo. Vas a estar bien. Eres fuerte, rápida e inteligente.” Estaba tratando de convencerse a sí mismo, también. ¿Porque lo estaba dejando? Era igual a Sharon que todavía era humana. Pero cuando veía su cara en las noticias, estaba muy segura. Era sólo una incursión, una de miles más. Como es habitual cuando nos sentimos bastante aislados, suficientemente seguros, hemos tenido la TV prendida como si limpiáramos el refrigerador o la despensa. Sólo para saber el tiempo meteorológico; no

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había mucha diversión en los reportes de muertes-aburrida o todo-es-perfecto que pasaban en las noticias entre los parásitos. Era el pelo lo que captó mi ojo–el momento intenso rosa rojizo que sólo había visto en una persona. Pude todavía mirar la mirada en su cara como si mirara a escondidas desde el borde de la cámara con un ojo. Era esa mirada que dice mires.

Estoy tratando de ser invisible, no me

Ella caminó no lo suficiente lento, tratando con todas sus fuerzas de caminar con

un paso normal. Tratando desesperadamente de mezclarse dentro. Nadie querría sentirse así. Qué hacía Sharon caminado alrededor de humanos en una enorme ciudad como ¿Chicago? ¿Había otros? Tratando de encontrar en ella a lo que ni siquiera se parecía una opción, realmente. Si había una posibilidad de que allí había más humanos teníamos que localizarlos. Y tenía que ir sola. Sharon podía correr de todos menos de mí–bueno, podía correr de mí también pero tal vez ella podría hacer una pausa suficiente para que me explicara. Estaba segura de que conocer su secreto lugar.

“¿Y tú?” Le pregunté con voz gruesa. No estaba segura si podía psicológicamente este inminente adiós. “¿Vas a estar a salvo?”

“Ni siquiera el cielo o la tierra podrían apartarme de ti, Melanie” Sin darme una oportunidad de aspirar o limpiar las nuevas lágrimas, él se estiró hacia mí. Jamie se enrolló debajo de mi brazo–él no se ajustaba a la forma que solía hacerlo. Él tenía que a veces entrar en él mismo, sus largos, desgarbadas extremidades se formaron torpemente en ángulos. Sus brazos comenzaron a ser más fuertes, pero en ese momento era un chico, estremeciéndose, casi derrumbándose. Jared estaba arrancando el auto. Jamie no quería mostrar ese miedo si él estaba ahí. Jamie quería ser valiente, como Jared.

“Estoy asustado,” me susurró. Besé su pelo oscuro como la noche. Incluso estando aquí entre los penetrantes y resinosos árboles, olía como a polvo y a sol. Se sentía como si él era parte de mí, que si nos separaban se iba a desgarrar la piel que nos unía.

“Estarás bien con Jared.” Tuve que sonar valiente, sin importar si me sentía así o no.

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“Lo sé. Tengo miedo por ti. Tengo miedo de que no vuelvas. Como papá.” Me eché atrás. Cuando papá no volvió–aunque su cuerpo había estado dirigiéndose hacía los buscadores por nosotros–fue el peor horror y el peor temor y el peor dolor que nunca había sentido. ¿Que tendría que hacer con Jamie de vuelta?

“Volveré. Siempre vuelvo.” “Estoy asustado.” Me dijo otra vez. Tenía que ser valiente.

“Te prometo que todo estará bien. Voy a volver. Te lo prometo. Sabes que no rompería una promesa Jamie. No a ti.” Paró de estremecerse. Me creyó. Confió en mí. Y otra cosa: Puede oírlos en el piso de abajo. Ellos me encontrarían en minutos, o segundos. Garabateé las palabras en un sucio fragmento del papel periódico. Casi se entendía, pero si lo encontraban, él iba a entender:

No tan rápido. Te amo Jamie. No

vayas a casa. No sólo iba a romper sus corazones, iba a robarle su refugio, también. Imaginé nuestra pequeña casa abandonada, como lo sería para siempre, ahora. Sino era abandonada, era una tumba. Me veo mi cuerpo guiando a los buscadores a eso. Mi cara sonriendo mientras los agarraba a ellos ahí...

“Basta,” dije fuerte, escapando fuera del dolor. “¡Basta! ¡Tú has mostrado tu punto! No puedo vivir sin ellos tampoco ahora. ¿Eso te hace feliz? Porque esto no me deja muchas opciones, ¿no es cierto? Solo una–desacerme de ti. ¿Quieres al buscador dentro de ti? Ugh!” Hay otra opción

, Melanie pensó suavemente.

“¿De verdad?” Demandé con un pesado sarcasmo. “Muéstrame una.” Observa. Todavía estaba mirando la cima de la montaña. Eso dominaba el paisaje, una improvista elevación de roca rodeada de plana tierra de maleza. Su interés atrajo mis ojos por fuera de la silueta, trazando las dos puntas desiguales de la cima. Una lenta, áspera curva, un giro brusco, otra repentina vuelta de otro sentido, torciéndose al norte del largo estrecho, y un abrupto declive en el sur que se hacía más plano en otra curva.

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No de norte a sur, el camino que siempre he visto las líneas en su fragmentaria memoria; eran de arriba hacía abajo. El perfil de una cima de montaña. Las líneas que guiaban a Jared y Jamie. Esa era la primera línea, el punto de partida. Tenía que encontrarlos.

‘Vamos a encontrarlos,’ me corrigió. ‘Tú no sabes todas las direcciones. Al igual que la cabaña, nunca te di todo.”

“No lo entiendo. ¿Donde nos guía? ¿Cómo una montaña nos guía?” Mi pulso comenzó a latir más rápido cuando pensé en eso: Jared estaba cerca. Jamie, dentro de mi alcance. Ella me mostró la respuesta.

“Son sólo líneas. Y mi tío Jeb es sólo un viejo loco. Es un loco, igual que el resto de la familia de mi papá.” Traté de sacar el libro de las manos de Jared, pero él apenas estaba enterado de mi esfuerzo.

“Un loco, ¿como la mamá de Sharon?” él contó, todavía estudiando el oscuro pincel que marcaba la negra cubierta del viejo álbum de fotos. Es una de las cosas que no perdí en todo el recorrido. Todavía el graffiti del lunático tío Jeb lo dejó durante su última visita tiene un valor sentimental ahora.

“Entiendo.” Si Sharon estaba todavía viva, sería por su madre, la lunática tía Maggie, que podía competir con el lunático del tío Jeb una carrera por el título de Los más locos de los Locos Hermanos Stryder. Mi papá había estado afectado ligeramente por la locura Stryder–él no tenia un secreto o algo parecido. El resto de ellos, sus hermanos y hermanas, Tía Maggie, Tío Jeb, Tío Guy, eras los que más pasaban tiempo en la conspiración teórica. Tío Guy había muerto antes que los otros desaparecieran durante la invasión, en un accidente de auto, muy común, que incluso Maggie y Jeb han luchado para intrigar esto. Mi papa siempre los llamó cariñosamente a ellos ‘Los Locos’ “Pienso que es hora de visitar a los Locos” anunciaba Papá, y mamá se quejaba–lo cual era porque el anuncio sucedía pocas veces. En una de esas raras visitas a Chicago, Sharon me metió dentro de un hoyo escondido de su mamá. Estábamos atrapados–la mujer había puesto trampas por todos lados. Sharon fue regañada en grande, y aunque, te juro un secreto, tuve la sensación de que Tía Maggie tal vez construyera un nuevo santuario. Pero recordé dónde fue el primero. Vi a Sharon ahí ahora, viviendo la vida de Anne Frank en el medio de la ciudad enemiga. Teníamos que encontrarla y traerla a su casa.

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Jared interrumpió mi recuerdo. “Un loco es exactamente el tipo de personas que vamos a necesitar para sobrevivir. Personas que veían a Gran Hermano cuando no estaba ahí. Personas que sospechan del resto de la humanidad tornándose peligroso. Personas con lugares para esconderse listos.” Jared sonrió, todavía estudiando las líneas. Y su voz entonces se hizo más dura. “Personas como mi papá. Si él y mis hermanos se han escondido en vez de luchar… Bueno, todavía estarían aquí.” Mi tono es más livianos, oyendo el dolor de las de él. “Okay, estoy de acuerdo en la teoría. Pero esas líneas no significan nada.”

“Cuéntame otra vez lo que dijo cuando el se las dibujó.” Suspiré. “Ellos estaban argumentando–Tío Jeb y mi papa. Tío Jeb esta tratando de convencerlo a él de que algo anda mal, contándole a el que no confía en nada. Papá se río de eso. Jeb agarró el álbum de fotos del final de la mesa y comenzó… casi tallando las líneas detrás de la contraportada con un lápiz. Papá se volvió loco, dijo mi mamá que se enojó. Jeb dijo, ‘¿La mamá de Linda les preguntó para venir a visitarme, no? ¿Algo extraño, de la nada? ¿No te cayó mal cuando solo Linda vendría? Admite la verdad, Trev, no pienso que Linda estará opinando en nada cuando vuelva. Oh, tal vez actuó de esa manera, pero tú no eres capaz de contar la diferencia’ Eso no tiene sentido en el momento, pero lo que le dijo realmente le cayó mal a mi papá. Él le ordenó a Tío Jeb que se vaya de la casa. Jeb no se quiso ir al principio. Nos dijo que tengamos cuidado a no esperar hasta que sea demasiado tarde. Él agarró mi brazo y me tiró a su lado ‘No los dejes engañarte, cariño,’ me susurró. ‘Sigue las líneas. Empieza desde el principio y sigue las líneas. Tío Jeb va a tener un lugar seguro para tí’ Fue ahí cuando mi papá lo empujó hasta la puerta” Jared guiño asintiendo, todavía estudiando. “El comienzo... el comienzo... Eso tiene que significar algo.”

“¿Si? Son solo líneas, Jared. No es como un mapa–ellos incluso no están conectados.” “Hay algo familiar acerca de la primera, sin embargo. Algo familiar. Podría jurar que lo he visto en alguna parte antes.” Suspiré. “Tal vez el le contó a Tía Maggie. Tal vez ella tenga mejores direcciones.”

“Tal vez,” me dijo, y continuó mirando las líneas de Jeb. Ella me arrastró al pasado, un muy, muy viejo recuerdo–una memoria que ha escapado ella por mucho tiempo. Me sorprendí que ella me pusiera sólo esos recuerdos, el viejo y el nuevo, los dos recientes. Después estaba aquí. Es por eso que las líneas se habían escapado de su cuidadoso control que despistó el hecho que ellos eran uno de los más importantes secretos–por la urgencia de ser descubierta.

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En este borroso recuerdo más antiguo, Melanie se sentó en las piernas de su papá con el mismo álbum–no tan andrajoso entonces–abriéndolo en sus manos. Sus manos eran diminutas, sus dedos tan cortos. Era muy extraño recordar los comienzos de chica en este cuerpo. Estaban en la primera página.

“¿Recuerdas en donde es esto?” Papá preguntó, señalando la vieja foto gris que estaba arriba de la página. El papel se parecía más fino que las otras fotografías, como si estuviese desgastada–planas y planas y más planas–como si la hubiese tomado el tatara-abuelo.

“Es de donde los Stryders venimos,” respondí, repitiendo lo que me habían estado enseñando.

“Exacto. Ese el Viejo rancho de los Stryder. Tú fuiste allí una vez, pero no creo que lo recuerdes. Creo que tenías dieciocho meses. Viene siendo tierra de los Stryder por mucho tiempo atrás...” Y entonces el recuerdo se hizo una imagen. Una imagen que venía viendo, sin haberla visto nunca. Era en blanco y negro, desvanecida en grises. Una pequeña casa rústica de madera muy lejos en el otro lado del campo desierto; en el frente, había una cerca; unos pocas formas de equinos se veían entre la cerca y la casa. Y después, detrás de todo eso, una forma, un perfil familiar... Había palabras escritas, una etiqueta, puesta en lápiz arriba del borde blanco: Rancho Stryder, 1904, en la sombra de mañana en...

“Picacho Peak” dije en voz baja. Él ha estado ahí también, incluso si nunca encuentran a Sharon. Se que Jared los va a poner ahí juntos. Él es más inteligente que yo, y el tiene la foto. Él probablemente tenía la respuesta antes que yo. Él podría estar tan cerca…

El pensamiento que tuvo estaba tan lleno de emoción y anhelo que la pared en blanco de mi cabeza se desvaneció. Pude ver todo el trayecto ahora, viéndola a ella y el cuidadoso trayecto a través del país de Jared y Jamie, siempre de noche en su discreto vehículo robado. Tomó semanas. Lo vi donde ella los había dejado en el preservado arbolado de la ciudad, tan diferente del vacío desierto que ellos estaban acostumbrados. El frío bosque del que Jared y Jamie tenían que ocultarse y esperar se sentía seguro en algunas formas–porque las ramas eran espesas y ocultaban, no como el espigado follaje del desierto que no podías

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esconderte mucho–pero también era más peligroso por los desconocidos sonidos y olores. Entonces la separación, un recuerdo muy doloroso. Luego vino la abandonada construcción que se había estado escondido, mirando la casa a través de la calle por su oportunidad. Ahí, oculta en las paredes o en un sótano secreto, deseando encontrar a Sharon. No debí haberte dejado ver eso

, Melanie pensó. La debilidad de su silenciosa voz

denotaba su fatiga. El asalto de sus recuerdos, la persuasión y la obligación, la habían cansado.

Vas a tener que contarles a ellos donde encontrarla. Tú también la matarás.

“Si,” medité en voz alta. “Tengo que hacer mi deber” ¿Por qué?

murmuró, casi dormida.

¿Qué felicidad te daría?

No quería pelear con ella, por lo que no dije nada. La montaña se veía más larga delante de nosotras. En momentos estaríamos debajo de ésta. Pude ver una pequeña parada con una conveniente tienda y un restaurante de comida rápida bordeando un lado de un espacio plano de concreto–un lugar para las casas rodantes. Había pocos en el lugar ahora, con el color del próximo verano haciendo las cosas inconfortables. ¿Ahora qué? Me pregunté. ¿Paro por un tarde almuerzo o una temprana cena? ¿Lleno el tanque y después continúo hasta Tucson en para revelar mis frescos descubrimientos a la buscadora? El pensamiento fue tan repelente que mi mandíbula fue trabada por la repentina pesadez de mi estómago. Frené reflexivamente, escrutando una parada en el medio del carril. Tuve suerte; no había autos para tirarme hacía atrás. Tampoco había conductores que se detuvieran para mostrar su preocupación y su ayuda. En ese momento, la carretera estaba vacía. El sol golpeaba el pavimento, haciendo que brillara, desapareciera en lugares. Esto no tendría que sentirse como una traición, la idea que continuaba ahí y en mi propio curso. Mi primer lenguaje, el lenguaje verdadero del alma que era hablado sólo en nuestro planeta de origen, no tenía palabras para traidor. O leal–porque sin la existencia de lo opuesto, el concepto no tiene significado. Y todavía me sentía con más culpabilidad por misma la idea de la buscadora. Estuvo mal en contarle a ella lo que sé. Mal, ¿cómo?

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Me contrarresté mi propio pensamiento violentamente. Si me detenía ahí y escuchaba las seductivas sugerencias de mi huésped, sería una traidora. Eso sería imposible. Tenía un alma. Y sin embargo, yo sabía lo que quería, más poderoso y vívido que nada de lo que nunca tuve en todas las ocho vidas que viví. La imagen de la cara de Jared bailando detrás de mis parpadas cuando parpadeé por el sol–no eran los recuerdos de Melanie en ese momento, pero mis recuerdos venían de ella. Ella no forzó nada en mí ahora. Pude apenas sentirla mientras esperaba–me la imagine conteniendo la respiración, lo cual podría ser posible–para mí al hacer mi decisión. No pude separarme de lo que el cuerpo quería. Ella era yo, más que lo que nunca intente ser. ¿Yo lo quería o el cuerpo lo quería? ¿Esa es la distinción que importaría ahora? En mi espejo retrovisor, el brillo del sol que reflejaba un auto cautivó mi ojo. Moví el pie en el acelerador, yendo lentamente hacia la pequeña tienda que quedaba en la sombra de la cima de la montaña. Había solo una cosa por hacer.

Capítulo 10. Cambiada La campana eléctrica sonó, anunciando otro visitante de la tienda de convivencia. Mire con culpa y agaché rápidamente mi cabeza detrás del estante que estábamos examinando. Deja de actuar como una criminal No estoy actuando

, me avisó Melanie.

, repliqué tensa.

Las palmas de mis manos se sentían frías debajo de la capa fina de sudor, aunque el pequeño lugar hacía mucho calor. Las amplias ventanas dejaban entrar mucho sol para las fuertes y laboriosas unidades de aire acondicionado para mantener. ¿Cuál? Demandé. La grande,

me dijo.

Agarré el paquete más grande de los dos que había, una mochila que se veía capaz de tener más de la que podría llevar. Luego caminé del otro lado donde había en u lado botellas de agua. Podemos cargar 3 galeones

, decidió.

Eso nos dará tres días para encontrarlos.

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Respiré profundamente, tratando de convencerme de que no estaba de acuerdo con esto. Simplemente estaba tratando de tener más coordinadas de ella, nada más. Cuando tuviera toda la información, iba a encontrar a alguien-un diferente buscador, tal vez, un poco menos repulsivo del que me asignaron a mí-y pasarle sólo la información. Iba a ser exhaustivo solamente, me prometí a mí misma. Mi tonto intento de mentira era tan patético que Melanie no prestó ninguna atención sobre eso, sin sentirse preocupada. Debía ser muy tarde para mí, como la Buscadora me había advertido. Tal vez tuve que haber tomado el consejo. ¿Muy tarde? ¡Eso quisiera!

Gruñó Melanie.

siquiera puedo mover mi mano!

No puedo hacerte nada que no quieras. ¡Ni

Su pensamiento gimió de frustración.

Miré abajo hacia mi mano, descansando contra mi muslo en lugar de alcanzar el agua como ella quería hacerlo. Pude sentir su impaciencia, su casi desesperado deseo por hacer un movimiento. En las corridas devuelta, sólo como si me existencia era no más que una corta interrupción, una temporada derrochada por estar con ella. Ella me dio algo equivalente a un bufido, y entonces ella estaba devuelta en el trabajo. Vamos,

me urgió.

¡Hagámoslo! Va a oscurecer pronto.

Con un suspiro, empujé la larga mochila con las botellas de agua del estante. Estas casi golpean el suelo después de que las agarré en contra el borde de otro estante más baja. Mis brazos se sintieron como si chasquearan por la mitad fuera de sus encajes.

“¡Estás bromeando!” Exclamé alto. ¡Cállate!

“¿Perdone?” un bajo, encorvado hombre, el otro cliente, preguntó desde el final del pasillo.

“Uh-nada.” Murmuré, sin encontrar su mirada. “Es más pesado de lo que imaginé” “¿Quieres algo de ayuda?” se ofreció. “No, no,” respondí hastiada. “Sólo quiero el más pequeño” Él se volvió a dar vuelta en la sección de papas fritas. No, no lo harás,

Melanie me aseguró.

He llevado cosas más pesadas que ésta. Tienes

que hacerlo más fácil, Wanderer. Lo siento , respondí ausentemente, confundida por el hecho que ella había usado mi nombre por primera vez.

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Anima a tus piernas. Me esforcé con la carga de agua, preguntándome qué tan lejos sería posible esperar a que lo lleve. Logre llevarlo en frente de la registradora, por lo menos. Con un gran esfuerzo, me libré de su peso en el mostrador. Puse la bolsa arriba del agua, y le agregé una caja de barras de granola, donas, y una bolsa de papas fritas. El agua es muchísimo más importante que la comida en el desierto, y podremos solo llevar mucha– Tengo hambre,

le interrumpí.

Es tu espalda, supongo,

Y esto es liviano.

dijo a regañadientes, y después ordenó,

Consigue un mapa.

Puse el que ella quería, un mapa topográfico del lugar, en el mostrador con las otras cosas. No era más que una propiedad en su charada. El cajero, un hombre canoso con una sonrisa dispuesta, escaneó los códigos de barra.

“¿Haciendo algunas excursiones?” preguntó de forma amable. “La montaña es muy hermosa.” “El camino esta justo por–” dijo, empezando un gesto. “Lo encontraré,” prometí rápido, apoyando la pasada y mal balanceada carga fuera del mostrador.

“Quédate en un lugar antes de que oscurezca, cariño. No querrás perderte.” “Lo haré.” Melanie estaba pensando malos pensamientos hacia el hombre mayor. Esta tratando de ser amable. Esta sinceramente preocupado por mi bienestar, le recordé. Eres muy social

, me dijo ácidamente.

¿Nadie te dijo que no hay que hablar con

extraños? Me sentí llena de culpabilidad cuando respondía No hay extraños entre mi tipo. No puedo acostumbrarme a no pagar por los cosas,

me dijo, cambiando de tema.

es el punto de escanear esto? Inventario, por supuesto. ¿Se tiene que acordar de todo lo que tomamos cuando tendría que necesitar ordenar más? Además, ¿Cuál es el punto del dinero cuando todo es

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¿Cuál


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perfectamente honesto? que era doloroso.

Me pausé, sintiendo otra vez la culpabilidad tan fuertemente

Todos menos yo, por supuesto.

Melanie rehuyó de mis sentimientos, preocupada por la profundidad de éstos, por la preocupación de que cambiara de opinión. En cambio, ella se enfocó en su gran deseo de irse de allí, de moverse hacia su objetivo. Su ansiedad se filtró a través de mí, y caminé más rápido. Llevé la carga al auto y la puse en frente de la puerta del pasajero.

“Deja que te ayude con eso.” Divisé hacia arriba para ver otro hombre de la tienda, con una bolsa plástica en su mano, parado frente a mí.

“Ah... Gracias,” gesticulé finalmente, mi pulso se aceleró. Esperamos, Melanie tensa como para correr, muertes que él subía nuestras adquisiciones al auto. No hay nada que temer. También esta siendo amable.

“Gracias,” dije otra vez cuando el cerraba la puerta. “Un placer.” Caminó hacia su propio vehículo sin mirar hacía nosotras. Me subí al auto y agarré la bolsa de papas fritas. Mira el mapa,

me dijo.

Nadie nos está mirando.

Espera hasta que este fuera de vista. Le prometí. Pero con un suspiro, saqué el mapa y comí con una

mano. Era probablemente una buena idea tener algún sentido de donde vamos. ¿Dónde vamos?

Le pregunté.

Mira alrededor,

me comandó.

Tenemos que encontrar el punto de salida, ¿Ahora qué? Si no podemos verlo, trataremos el lado sur de la

montaña. ¿Ver qué?

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