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EL ORFANATO: SU PRIMER ACADEMIA DE MODA

EL ORFANATO: SU PRIMERA ACADEMIA DE MODAS.

Gracias a su aprendizaje y su dedicación en el monasterio de Aubazine, Coco Chanel logró desarrollar grandes habilidades en la alta costura, posicionándose como una de las mejores diseñadoras de la historia.

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Con sus colecciones, Coco (Gabrielle) Chanel no solo cambió radicalmente la apariencia de la mujer y sentó las bases de la moda moderna, sino que logró transformar la mentalidad de las féminas de la época, plasmando una manera más cómoda de vestir. Su pasión por la moda nació gracias a su formación en el monasterio de Aubazine, ubicado en Corréze, Francia, un orfanato de monjas donde fue acogida junto a sus hermanas Julia y Antoinette, quienes fueron llevadas por su padre Albert Chanel, tras la muerte de su madre

Eugenie Jeanne Devolle. Gabrielle vivió en este monasterio, perteneciente a la Congragación del Santo Corazón de Maria, durante seis años, lugar que se fue convirtiendo en una verdadera academia donde pudo desarrollar sus primeras ideas y sus gustos por la costura. Aqui Chanel recibió una estricta diciplina la cual influyo en su caractér y en su dedicación por dicha labor. Durante su estancia aprendio a coser, bordar a mano y planchar. Chanel nunca habló de Aubazine, pero la belleza austera de esta abadía cisterciense del siglo XII, determinó en gran medida lo que seria más tarde su estilo unico, reinterpretando varios de los detalles arquitectonicos del lugar y del uniforme que usaban las niñas del orfanato. El monasterio se encuentra en un eremitorio (lugar solitario) establecido por el obispo Esteba de Vielzot y su compañero Pedro el cual comenzo a operar tras recibir un permiso espicopal en el año de 1127.

“Hay quien piensa que el lujo es lo contrario a ser pobre. No, es lo contrario a la vulgaridad”. Es una de las frases que la revista Time recogió en una entrevista con Coco Chanel, quien sabía de lo que hablaba cuando se refería a la pobreza.

Al poco de morir su madre, Chanel fue abandonada por su padre en el orfanato de Aubazine, un antiguo monasterio del siglo XII dirigido por unas monjas con mano de hierro. La pequeña Coco detestaba aquel lugar pero marcó irremediablemente ese sentido estético que la hizo única.

Ya desde entonces, la imaginación de Chanel no conocía límites y le sirvió para crearse un universo paralelo y más atractivo que su realidad. A sus compañeras de orfanato les contaba que su padre había tomado rumbo a las Américas y que volvería a por ella en cuando se hiciera rico. Aquello, por supuesto, nunca ocurrió.

En los siete años que Coco Chanel estuvo allí siguió la recta rutina de Aubazine que incluía clases durante seis días a la semana, misa a primera hora de la mañana y oraciones al acostarse. Los domingos debían de atravesar el bosque para asistir a la iglesia y el silencio era la máxima del orfanato.

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