“Mamá, ¿quién es ese?” dije señalando a Tino Casal. Ese momento despertó mis ganas de diferenciarme y ser único a través de la vestimenta, utilizándola como expresión artística para mostrarnos a los demás y generar una primera impresión. Como nos vestimos responde a nuestra íntima y legitima necesidad de saber que piensan los demás de nosotros, y adicionalmente si nos follarían un rato. En una sociedad que se empeña en ser mejor que el de al lado hay que poner un punto de cordura y restar importancia a la vestimenta como construcción social, comenzando a jugar con los mecanismos que componen la misma moda para disfrutarla. Como joven diseñador me implico con la moda reivindicativa desde un punto de vista menos serio, y como artista conceptual me fascina tra
bajar con las ideas preconcebidas añadiendo un tono burlón a todas las obras. Comencé a crear mi nuevo mundo alrededor de la gran cantidad de información de la que disponemos actualmente, siguiendo a artistas y diseñadores que trabajan el tema de la identidad. Estas nuevas fuentes como Eda Yorulmazoğlu, Archie Robertson, Charles Jeffrey o el gran Leigh Bowery me adentraron en la cultura Club Kid libre de prejuicios a la que ahora pertenezco. La creación de un personaje de fantasía es mi método creativo a la hora de diseñar, teniendo en cuenta la funcionalidad y las necesidades de este nuevo modelo. Siendo la deconstrucción una pieza importante durante todo el proceso. Es inevitable mezclar mis facetas de artista y diseñador, donde muchas veces, aparte de gama cromática, comparten concepto. Todas las creaciones se caracterizan por el uso del color naranja y la limpieza de las líneas. He realizado varias exposiciones, ninguna como diseñador de moda, y en todas ellas los objetos, dibujos e instalaciones pecan de minimalistas. Estos conocimientos adquiridos con anterioridad ayudan a completar la estética de mis prendas, realizando estampados propios o creando nuevas siluetas escultóricas. Me dirijo a un público masculino, siendo yo el único que utiliza esta ropa y haciendo realidad mi sueño de ser una persona diferente cada día gracias a mi aspecto físico y la manera de mostrarme en sociedad. Tras los Estudios Superiores de Diseño de Moda, realizados en Granada, las ansias de crecer en el ámbito laboral han ido aumentando por el contacto con jóvenes creativos de la ciudad. Triunfar en un sector que está abierto a miles de interpretaciones se hace difícil y disfrutar durante el proceso es indispensable. La moda alberga muchas disciplinas artísticas, y no me importaría acabar como Nick Knight siendo un gran fotógrafo, de director creativo en Maison Margiela, estilista o redactor de revistas importantes como Fucking Young!, cosiendo para Dilara Findikoglu, maquillando a Matty Bovan o de ayudante con Rottingdean Bazaar… gozaría al vivir de lo que me apasiona.
Creación de una colección de ropa para un personaje de fantasía con una fuerte estética de la cultura Club Kid, utilizando los conocimientos sobre la sensibilidad e inteligencia en el mundo vegetal como metáfora proyectual y los métodos de diseño de moda deconstructivistas para confeccionar las prendas.
Un uniforme de trabajo debe ser cómodo y funcional, esto se consigue gracias al diseño y a la selección de tejidos. Las prendas se caracterizan por ser elásticas y ajustables en todos sus anchos, porque nadie es una S, M o L concreta. Están dotadas de múltiples bolsillos de gran capacidad necesarios para los objetos del trabajador, que tiene la posibilidad de usar la chaqueta como mochila gracias a sus asas interiores. Todo ello confeccionado en grandes cantidades de algodón que es la fibra más suave y resistente tras los lavados, sin olvidar que es un gran aislante térmico y absorbente. Obteniendo finalmente un conjunto chandalero formado por una bomber oversize con solapa sastre, un jogging de tiro largo y un polo de triple abotonadura. Esta propuesta desfiló en un evento organizado por la escuela de diseño IED Madrid y Jägermeiser en el Mercado de Vallehermoso de Madrid. La muestra de los nuevos modelos para la marca fue documentada por revistas como METAL, NEO2 y VEIN.
En el evento #4 de “Estudio 35” organizado por EL RAPTO, llené la habitación de objetos que invitaban a jugar al espectador. La instalación seguía la misma gama cromática y una estética definida, pero seguía siendo basura. Juegos de destreza como el “Mikado” aquí alto en hierro, juegos de memoria como “Encuentra las parejas” con un pack indivisible de seis latas, “Pinta y colorea sin quemarte” o juegos de estrategia como el “Tres en valla”, fueron el entretenimeinto de los vistantes.
Dibujos, que no ilustraciones.
¿Sería ridículo pensar que tal vez la ropa urbana ya no sea la ola del futuro? Las marcas y revistas suponen que se basa, cada vez más, en el solo hecho de que está en todas partes en Instagram, sin darse cuenta de que las redes sociales propiedad de Facebook pueden haber interrumpido (cómo odio esa palabra) todo el ciclo de la moda. Solía ser que un aspecto particular de la cultura juvenil sería apropiado por la industria, progresivamente comercializado y diluido hasta que se vendiera a las masas -incluidos los padres de esos niños-, inspirando el nacimiento de una nueva cultura juvenil (por lo general totalmente opuesta No es solo el hecho de que la ropa de calle hoy en día tiene muy poco en común con lo que solía ser. Las furgonetas eran asequibles y prácticas para andar en patineta. Las camisetas eran el uniforme de surfista de todos los surfistas. Las gorras de béisbol y las sudaderas con capucha eran ubicuas desde los primeros días del hip hop. Pero algo no acaba de cuadrar en 2018: algunos de mis amigos más cercanos se ganan la vida con el surf y el patinaje, y -salvo por un tipo obsesionado con el streetwear- ninguno de ellos tocaría las sudaderas Thrasher, Supreme o Palace, y mucho menos Vetements, con un poste de diez pies. Esto es cierto por una serie de razones (sí, sienten que su cultura se ha apropiado, y sí, creen que las personas influyentes que posan con esas marcas en Instagram son chiflados, pero principalmente porque los 750 € que un par de Gucci con logotipo El costo de Rhyton te comprará una tabla de surf seria). Simplemente no entiendo adónde va la ropa de calle en este momento.
El vestido, como moda, es la expresión de la sociedad del momento. La cultura Club Kid trata de manera subversiva la fluidez de género, la moda innovadora y la libertad de expresión. Esta escena fomenta la fantasía personal. Y creo que es importante recordar que todos estamos viviendo nuestras fantasías, creando personajes y personalidades a través de los mecanismos que componen la moda. Y si es así como te sientes, debes vivirlo.