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TRAIDORES “Entre los vicios del hombre, la traición es el más abyecto” Esquilo (460 aC) “Perdono a todos los que me hicieron mal, o a quien quiso hacerlo, con la excepción de quien nos traicionó para salvar su pellejo...” Mikkel Manouchian (Resistente francés antes de ser fusilado) ¿Qué es un traidor? En realidad, es aquel que oculta el rostro entre las sombras, que cruza las esquinas mirando hacia atrás para constatar que no lo sigue nadie, que mira encorvado y exhibe una mueca fúnebre como sonrisa, que duerme con sobresaltos sudorosos. Un traidor tiene una pelota negra y espesa de grasa como corazón. Un traidor es un tipo resbaladizo, cobarde, inmoral. No actúa por convicción sino por conveniencia en resguardo de sus ambiciones o recompensas mientras defiende los intereses de una nación en detrimento de su patria convencido de la victoria final de su protector. Un traidor vive intranquilo, agitado. Un traidor nunca admitirá su traición. No entiende porque sufre de tormentos inexplicables. Un traidor se presenta como un salvador de la patria a la cual traiciona por orden de su amo. Quiere destruir ciudades enteras, bosques, puentes, templos. Un traidor pierde la vergüenza, cauteriza el remordimiento, asfixia la dignidad. Se convierte en un abominable criminal. Un traidor vive bajo el desprecio de todos, aún de aquellos que lo indujeron a la traición, y muere como una rata infectada de peste bubónica. Muere solo y desesperado como Hipias, tapiado como Pausanias, ahorcado como Vidkun Quisling o frente a un pelotón de fusilamiento como Pierre Laval y Arnaldo Ochoa. HIPIAS DE ATENAS
Tres batallas cruciales sellaron el destino de Europa y de la llamada civilización occidental: Maratón, Salamina y Platea. En las tres los helenos se batieron contra el Imperio persa, el mayos y más poderoso imperio de esa época. Su mayor ambición fue ocupar Grecia y Laconia. Muchos héroes se destacaron en esa lucha feroz en contra del intento de dominio de los llamados Medos, entre ellos Fidípides, quien corrió 42 kilómetros para solicitar la ayuda de los espartanos. La historia no olvida las hazañas, no solo de los generales conductores de estas grandes batallas, sino del heroísmo de un pueblo combativo, que henchido de ardor patriota luchó fieramente contra el intento de dominación de los persas. Entre ellos el mismo Esquilo quien se distinguió por su arrojo y su firme decisión de defender la patria hasta su última gota de sangre. Esquilo, inspirado en esta experiencia, escribió una de sus ´piezas teatrales más célebres: “Los Persas”. Pero en medio de aquel fervor patriótico surgió la mancha pestilente de la traición: Hipias de Atenas, quien no debe ser confundido con el gran filósofo sofista Hipias de Élide, quien reflexionó sobre la naturaleza de lo bello. Hipias había surgido de las huestes de aquellos griegos enemigos de la naciente democracia helena. Pérfido y ambicioso no dudó en aliarse con los enemigos de Gracia para conquistar el poder que había perdido. Los persas le prometieron reponerlo en el poder y de inmediato se convirtió en uno de los arquitectos de la invasión a la península griega en la creencia que aquella batalla, la de Maratón, sería breve y fácil. Hipias le confió al rey persa Darío I información confidencial en contra de su propio país y le recomendó
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que el mejor sitio para la conquista era desembarcar en Maratón. El rey persa, entusiasmado por las delaciones de Hipias, armó un ejército de más de 300 mil hombres y 600 naves y se lanzó a la conquista confiado en la superioridad militar de su ejército. Consideraba que los atenienses con apenas un poco más de 10 mil hoplitas para defenderse podrían ser aplastados fácilmente. Las huestes de Darío e Hipias nunca lograron desembarcar en tierras griegas. Fueron derrotados por la sagacidad, valentía y capacidad de sacrificio de un pueblo henchido de patriotismo. Hipias huyó hacia la tierra de sus capataces, humillado y despreciado por su propio protector por el fracaso. No le sirvió de nada su traición. La historia apenas lo recuerda asociado al más vil proceder frente a un heroico pueblo. Hipias murió como un sirviente más a la orden de sus amos persas, sin gloria y con la nauseabunda e imborrable mancha de la traición. PAUSANIAS
La amenaza persa se ceñía constantemente contra Grecia y Lacedemonia como una maldición de Zeus. Un Imperio que controlaba Asia Menor, Mesopotamia y Egipto. Después de la batalla de Maratón y Salamina el ejército persa estaba debilitado. Pero pronto emprendieron una nueva arremetida colonizadora. Darío I había muerto y al frente del Imperio persa estaba su hijo, Jerjes. Nuevamente se prepara una nueva batalla: la de Platea donde se repite un enfrentamiento desfavorable para los griegos y espartanos en este caso. Según Heródoto los persas contaban con 240 mil hombres contra la coalición griego/espartana de apenas 38 a 40 mil soldados. Nuevamente la superioridad numérica hace pensar a Jerjes que la victoria estará indefectiblemente de su lado. Cada ejército, sin embargo, tiene su jefe. Los griegos son conducidos por Arístides y los espartanos por Pausanias. La batalla de Platea fue una gran victoria para los helenos que selló la derrota persa y el inicio del fin de aquel todopoderoso imperio. Pero no cesó la traición. Ya Pausanias se había distinguido por ser un déspota. Una vez finalizada la guerra se atribuyó él solo la victoria. Los espías persas eran unos expertos en el soborno para convertir a los griegos y espartanos en colaboracionistas después de la guerra. Pausanias fue uno de ellos. Su actitud frente al Imperio persa fue muy evidente que muy pronto se convirtió en sumisión. Después de la guerra comenzó con la devolución de los prisioneros pertenecientes a la nobleza persa, luego a la adopción de costumbres típicamente persas, y finalmente el compromiso de matrimonio con la hija de uno de hombres de confianza del rey Jerjes. Aquellos pasos se interpretaron, no como contactos propios de un rey espartano, sino como una conducta sumisa, cuyas intenciones no eran otras que plantear una coalición con el todavía poderoso Imperio persa. Todos estos desafueros condujeron a su destitución y enjuiciamiento. Pausanias se refugió entre los persas y desde allí comenzó a conspirar contra su propio estado Regresó clandestinamente y participó en la organización de la revuelta de los hilotas, especie de siervos espartanos, contra su patria. Fue condenado a muerte. Cuando iba a ser capturado, intentó huir nuevamente hacia el Imperio persa, pero fue cercado y se refugió en un templo de la diosa Atenea, donde fue tapiado para que muriera de hambre. Lo sacaron agonizante, cadavérico, pidiendo agua, y lo sepultaron muy cerca de allí para evitar el sacrilegio. VIDKUN QUISLING
La II Guerra Mundial dejó 60 millones de muertos y casi toda Europa en escombros. Los campos de concentración nazi se llenaron de comunistas, socialistas, socialdemócratas, judíos, gitanos y homosexuales. Los partidos de extrema derecha se aprovecharon del poderío militar que exhibía
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la oligarquía militarista alemana que había puesto a la cabeza de aquella nación a un grupo de fanáticos criminales y esquizofrénicos como Adolf Hitler, Himmler, Goebbels, Mengele y Bormann. El historiador francés Raymond Cartier en su libro la II Guerra Mundial sostiene que las ambiciones de la burguesía alemana consistían fundamentalmente en extirpar el Poder Proletario implantado en la Unión Soviética y apropiarse de los campos petroleros del Cáucaso. La Revolución Bolchevique les hacía temblar. Pero antes debía doblegar a la burguesía de aquellos países que todavía vacilaban ante la envergadura de aquella empresa “liberadora”, para luego darle el zarpazo final a la URSS. Era necesario la colaboración de los partidos fascistas o filonazistas europeos para concretar aquella magna operación. Uno de los primeros pasos dado por la oligarquía militarista alemana no fue dirigirse de inmediato hacia la URSS, antes decidió ocupar Europa Occidental. Noruega fue una de las primeras víctimas. Y el partido fascista, el Nasjonal Samling, estaba listo para entregarle el país a una nación extranjera. Llegó el año 1940 y las hordas de Hitler ocuparon el país. Vidkun Quisling se puso a la orden del partido nazi que lo ayudó a dar un golpe de estado. Fue nombrado Ministro Presidente por los invasores. Bajo su gobierno se prohibieron todos los partidos políticos, los sindicatos y toda organización independiente. Se desató una brutal represión contra los comunistas y se implantaron las leyes antisemitas. Vidkun Quisling celebraba cada crimen de los nazis como una victoria particular. Fue cómplice de la ejecución del dirigente comunista Viggo Hansteen y del sindicalista Rolf Wickstrøm, ambos fusilados por la SS en 1941. El Reichkommisar (Comisario del Reich), Josef Terboven, era quien gobernaba el país ante la sumisión plena y la mirada cómplice del traidor. Quisling recibió al jefe de las SS y criminal de guerra, Heinrich Himmler, en Oslo, y se hizo parte activa de la “Solución Final” hitleriana. Autorizó a las SS la persecución y deportación de judíos y comunistas hacia los campos de exterminio. Al finalizar la guerra en 1945 fue procesado por alta traición a la patria y condenado a muerte. Pedía clemencia ante el pelotón de fusilamiento que terminó con sus crímenes y repugnante vida. Su nombre quedó en la historia como sinónimo de traidor, el más infamante y despreciable remoquete que ser alguno pueda llevar. PIERRE LAVAL
Durante la ocupación nazi en Francia circuló un afiche que invitaba a capturar los miembros de la Resistencia acusado de terroristas. El afiche injuriaba a aquel grupo de patriotas, dirigidos por el maquis Mikkel Manouchian, señalándolos como la “armada del crimen”. El poeta francés Louis Aragon le dedicó un poema a aquellos héroes, y el cantautor Leo Ferré una de sus más célebres canciones: “L’Affiche Rouge”. El periódico del Partido Comunista francés, “L´Humanité” aparecía semanalmente ridiculizando la brutal represión nazi y a los colaboradores franceses. Después de la invasión de la Wehrmacht, el mariscal traidor Philippe Pétain toma el poder y nombra al traidor mayor, Pierre Laval, un fascista declarado, como Jefe de Gobierno, quien se arrodilló ante los invasores alemanes. Laval se reunió directamente con Hitler en varias oportunidades y entregó Francia en las manos del invasor. Más de medio millón de franceses fueron esclavizados y enviados a Alemania a trabajar bajo el mandato de del gobierno colaboracionista de Pierre Laval. El Maquis francés luchaba incansablemente contra el
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ocupante que ya había mostrado su bestialidad con la persecución, tortura y asesinatos. Se estima que 15.000 militantes comunistas fueron ejecutados, según el historiador e investigador francés, Jean Touchard. El imperialismo alemán había cedido un pedazo de su propio país a la Francia ocupada donde Pierre Laval, junto a Pétain, establecieron lo que se dio en llamar el Gobierno de Vichy. Pierre Laval es nombrado Primer Ministro del régimen títere de Vichy. En 1944 con la liberación de Francia, le llegó su hora. Fue capturado, juzgado por colaboración con el enemigo y traición a la patria. Era tanto el odio que este miserable despertaba, que el pueblo francés se volcó ante los tribunales que lo juzgaba para pedir su cabeza. Pierre Laval creyó incluso que sería absuelto y continuaría su carrera política como dirigente de la ultraderecha después de la guerra sin pagar su traición. Finalmente fue condenado a muerte y fusilado. JUAN GUAIDÓ Históricamente, como hemos visto, los imperios buscan siempre a sumisos colaboradores dentro de las filas de los partidos de extrema derecha fascistas o neofascista. Venezuela no ha sido la excepción. Estos partidos abren las puertas al opresor y entregan el país al mejor postor a cambio de prebendas políticas, pero fundamentalmente económicas. El partido neofascista venezolano Voluntad Popular ha sido seleccionado por el Imperialismo norteamericano como la punta de lanza para apropiarse nuevamente de las reservas certificadas más grandes de petróleo del planeta, y demás riquezas de nuestro país. Voluntad Popular ha dado muestras de un servilismo sin límites a los intereses de EEUU como ningún otro partido en Venezuela. Fue capaz de importar mercenarios y paramilitares para el golpe de 2002 contra el Comandante Chávez, reeditar la violencia en varias oportunidades a fin de derrocar el gobierno elegido democráticamente, con saldos de muertos y heridos, de unidades de transporte público incendiadas, de escuelas, guarderías infantiles y universidades consumidas bajo el fuego, y de quemar vivos a más de 19 venezolanos sólo por ser negros o mulatos, es decir parecer pobres o chavistas. El primer paso dado por este partido fue desconocer las elecciones del 20 de mayo de 2018, plan concebido por el imperialismo norteamericano para posteriormente intentar dar un golpe de estado. Fue un plan premeditado, ordenado por Washington y llevado a término por la actitud sumisa de estos partidos de extrema derecha, estando Voluntad Popular en primera fila. El objetivo del gobierno de EEUU es derrocar a un “dictador y restaurar la democracia”, eufemismos para ocultar los auténticos apetitos de los EEUU, dicho por el propio John Bolton, quien ha expresado claramente que se trata de ponerle la mano al petróleo. No se pueden invalidar unas elecciones por el capricho de tres partidos y menos por orden de un gobierno extranjero, cuando es conocido que participaron 6 candidatos y 16 partidos y el supuesto dictador sacó más del 67% de los votos. Del seno de Voluntad Popular era lógico que fuese escogido un traidor. No apareció de la nada, es un tipo que lo han estado preparando los norteamericanos desde hace tiempo. Juan Guaidó es un sujeto sin pasado político, oscuro, sin carisma ni preparación política, es un agitador a sueldo, cuyo único mérito fue mostrar las nalgas en una manifestación callejera violenta y conocido sólo por recibir instrucciones en EEUU y Yugoeslavia para la acción desestabilizadora, para derrocar un gobierno por la fuerza. Fue seleccionado cuidadosamente para intentar dar un golpe de estado, tal como Quisling lo hizo en
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Noruega bajo la dirección del National Sozialistische Partei Deutschland (Partido Nazi) en Alemania en 1940. Saltó del anonimato a la celebridad por colocarse al lado del agresor en contra de su patria, tal como Hipias, Pausianas o Pierre Laval. Se hizo cómplice de la trampa caza bobos de la “ayuda humanitaria” en la frontera con Colombia que fracasó estrepitosamente. Apostó por los planes criminales junto al enviado del imperio, Marcos Rubio, y junto al cachorro del narco paramilitar Álvaro Uribe, Iván Duque. Pero la subordinación más despreciable e infame de este sujeto es la súplica para que tropas extranjeras pisoteen nuestra tierra y se dé comienzo a la devastación total del país bajo las bombas yankis, como ha ocurrido en Afganistán, Irak, Libia y Siria. ¿Se puede dudar que este individuo sea un traidor? Todos estos renegados siempre son presentados por sus amos como fieros conquistadores de la libertad y la democracia. A cada una de sus fechorías esgrimen una justificación: liberar a su patria, restaurar la democracia, proteger a su pueblo, dar mejores condiciones de vida a su población, pero no cuentan que detrás de ellos está el saqueador comprobado, y en este caso en concreto se trata del bombardero de Vietnam, Irak, Laos y Camboya; el mismo que asaltó a Cuba y fue derrotado en Bahía de Cochino; el que bombardeó Hanoi, después de inventar un incidente en la Bahía de Tonkín, que nunca existió; el que creo los “Escuadrones de la muerte” en El Salvador; el que entregó armas a los contras en Nicaragua disfrazada de “ayuda humanitaria” y bloqueó la bahía de Corinto; el que dio un golpe contra Jacobo Árbenz en Guatemala, contra Joao Goulart en Brasil, contra Perón en Argentina, contra Salvador Allende en Chile; el que asesinó a los presidentes Jaime Roldós y Omar Torrijos; el que dejó un millón de muertos en Irak; el que entrenó , armó y financió un ejército de mercenarios llamado Estado Islámico para tratar de apoderarse de Siria; el que intentó dar un golpe de estado en 2002 en Venezuela contra el Comandante Hugo Chávez y actualmente sostiene una agresión permanente, un acoso brutal con un cerco económico y financiero contra Venezuela. Es con esta potencia con la cual se ha aliado este traidor repulsivo. No existe la pena de muerte en nuestro país, pero las leyes son severas contras todos estos delitos y como Hipias, Pausianas, Quisling y Laval, este miserable algún día debe enfrentar la justicia. AL