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PETRÓLEO Y OPERACIONES DE BANDERA FALSA “Podemos concebir un mundo dominado por una tiranía invisible que utilice las formas de gobierno democrático” Kenneth Boulding Desde el siglo pasado y de lo que va de este, el imperio norteamericano y sus aliados han bañado en sangre todo el planeta en su largo, pero seguro desplome definitivo. La crisis financiera del 2008, la colosal deuda gringa, la pérdida absoluta de credibilidad de sus líderes y las constantes y desesperadas guerras, han conducido a las potencias imperialistas a los peores crímenes. Desde la voladura del acorazado Maine en La Habana, una operación de bandera falsa de EEUU contra España en 1898, donde murieron más de 200 marineros y oficiales, pretexto para entrar en la guerra de independencia cubana y apropiarse de Cuba y Puerto Rico. Se añade a estos planes las acusaciones al gobierno de Siria de usar armas químicas tanto en Hama, Guta Oriental o Alepo y las amenazas del gobierno de EEUU por boca de John Bolton, se demostró que el uso de esta funesta arma mediática ha sido efectiva. Ya sus promotores no les importa que sea o no creíble la operación. Sólo se trata de una formalidad, de un pretexto irracional a fin de justificar la acción bélica. Basta recordar las “armas de destrucción masiva” de Sadam Hussein que nunca se encontraron, pero abrió paso a la invasión de un país que dejó un millón de iraquíes muertos, que provocaría la burla esquizofrénica de la Sra. Hillary Clinton. Hans Blix, diplomático sueco y alto funcionario de la ONU, advirtió sobre: “...la habilidad de los servicios de inteligencia anglo-americanos para mostrar evidencias falsas...”. habría que decir también que el intelectual francés y fundador de la Red Voltaire, Thierry Meyssan, afirma y documenta en su libro “La Gran impostura” que el ataque a las Torres Gemelas en Nueva York fue una operación criminal enmarcada en la acción de bandera falsa para dar inicio a la intervención en Afganistán. Conviene señalar que mientras más absurda es la bandera falsa más creíble resultará para un público intoxicado por la vulgaridad y empobrecimiento de la conciencia provocada por los medios. Resultará entonces inverosímil que un gobierno de una potencia mundial provoque la muerte de más de cinco mil de sus conciudadanos enterrando dos aviones en los edificios de un centro financiero mundial, y otro en el centro de la maquinaria bélica de EEUU sin ningún fin aparente, aduciendo que se trató de “mentes criminales que odian a nuestro país”. De forma similar, la historia nos señala al ministro de propaganda del III Reich, Joseph Goebbels como el verdadero autor del incendio del Reichtag en Berlin en 1933, quizá la más espectacular y osada operación de bandera falsa para el momento, donde se acusó a un joven comunista. Esta operación le abrió las puertas al reinado del terror hitleriano y en consecuencia le otorgó plenos poderes a Hitler, desatando una feroz persecución contra el Partido Comunista Alemán, para proscribirlo, perseguir, encarcelar y asesinar a sus dirigentes y militantes, así como a socialdemócratas y judíos. De esta manera se consolidó
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un gobierno corporativo brutal y violento que se preparaba para convertir a toda Europa en una gigantesca hoguera. Ese mismo año se inició el preludio a la llamada Shoah, es decir el exterminio de los judíos por los nazis desde 1938, con la llamada Kristallnacht, es decir la Noche de los Cristales Rotos, bajo el pretexto del asesinato de un diplomático alemán en París a manos de un joven judío, que fue otra acción de bandera falsa. Tampoco se olvidará, que para dar inicio a la invasión a Polonia, Heinrich Himmler, jefe de las temidas Schutzstaffel (SS), escenificó otra acción de bandera falsa en el año 1939 con el ataque a una estación de radio en Gleiwitz, en la frontera con Polonia, ejecutada por un grupo de nazis pero acuñada a los polacos y dar inicio a la II Guerra Mundial con un saldo de 60 millones de muertos. Este monstruoso hecho, solo comparable a la de las Torres Gemelas, por su desfachatez homicida, es suficiente para percatarse que el imperialismo no se detiene en detalles para conquistar sus objetivos criminales. De nuevo, el petróleo aparece como punto de ignición de la guerra, y el uso de esta práctica terrorista. En junio de 1941 se da inicio a la “Operación Barbarroja”. Hitler invade la URRSS. Su objetivo no fue sólo la de destruir el primer estado proletario para beneplácito de la oligarquía militarista alemana, sino la conquista de Stalingrado y la captura de los pozos petrolíferos del Cáucaso. La región del Caspio contiene enormes reservas de hidrocarburos sin explotar para el momento, una gran parte situadas en la cuenca del propio Mar Caspio, codiciados por las grandes compañías petroleras de occidente. Y es allí mismo, en Stalingrado, donde el ejército nazi sufre su peor derrota, y según el periodista e historiador francés, Raymond Cartier en su libro “La II Guerra Mundial”, Hitler pierde la guerra. Es ahora cuando se hace evidente que el petróleo es el protagonista privilegiado de las guerras, y del uso del terrorismo de estado teniendo como arma predilecta las operaciones de bandera falsa. El escritor argentino, Walter Graziano, en su libro “Hitler ganó la guerra”, sostiene que ni el Kaiser Wilhelm II de Prusia, ni Hitler lograron abrirse paso hacia el Cáucaso, pero fue finalmente el Canciller alemán Helmut Kohl, que al reconocer la separación de Croacia y Eslovenia de Yugoeslavia dio el primer paso para que se desatara la guerra de los Balcanes y posterior fragmentación de ese país. Kohl, dice Graziano, limpio el camino hacia los ricos pozos petroleros del Cáucaso, verdadero objetivo occidental. Sea derrotar al primer Estado socialista del mundo, la URSS, fin supremo del nazi-fascismo, como lo sostiene Cartier o construir un oleoducto en Afganistán como lo afirma Graziano, los EEUU y sus aliados utilizan cualquier artimaña sucia para conquistar sus objetivos. Un ejemplo emblemático fue el llamado incidente de Golfo de Tonkin en 1964, en el que la administración del presidente estadounidense, Lyndon Johnson acusó a los vietnamitas del Norte de torpedear el barco USS Maddox en la bahía de Tonkin. Este acontecimiento, que nunca ocurrió, fue usado como pretexto y permitió al presidente Johnson solicitar al Congreso yanki la intervención masiva de EEUU en la Guerra de Vietnam, cuya finalidad real fue evitar la ya inexorable derrota del ejército del Sur por el empeño del Vietcong.
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Para Thierry Meissand el sangriento espectáculo de las Torres Gemelas en Nueva York es obra de los pirómanos de Washington, acción que causó más de cinco mil muertos, y que se considera la operación de bandera falsa más osada y asesina cuyo trasfondo final fue el petróleo y la construcción de un oleoducto que atravesaría Afganistán y Pakistán, la mejor y más barata ruta para transportar el combustible hacia los mercados del del sureste asiático yhacia el Golfo Pérsico a través de Irán. Por consiguiente, la compañía petrolera norteamericana UNOCAL (Unocal Oil Corporation) se ha visto señalada, como uno de los protagonistas principales de esta monumental maniobra. A pesar de que la ONU se opuso, ¿quién podía detener aquella locura en el momento? Los EEUU hicieron caso omiso al clamor universal para evitar la guerra. Esta guerra feroz dura hasta nuestros días, sin embargo, EEUU, convencido de que está perdida, anunció el pasado año el incremento de la guerra “para ganarla” según el presidente Trump, desdiciendo de sus promesas electorales y sirviéndole al Complejo Militar Industrial yanki sus viáticos sangrientos. De la misma forma, Afganistán cuenta también con considerables recursos de gas y petróleo, al igual que Pakistán. El presidente Bush lanzó sus bombas sobre Afganistán con el permiso del Congreso, cuyo falso “objetivo” fue la captura de Osama Ben Laden, supuesto autor del atentado en Nueva York que, según el plan de bandera falsa, era protegido por el gobierno talibán afgano. Pero en estricto sentido, Bush, proveniente como se sabe de una prominente familia petrolera, emprende el incendio inmisericorde de esa nación por orden de las transnacionales norteamericanas Chevrón, Exxon, y Arco; de la Royal Dutch Shell, de la francesa Total Final Elf y de la British Petroleum. Por otra parte, con la persecución de Bin Laden, siniestro personaje creado por la CIA en la guerra contra la URSS, se consolida la falsa lucha contra el terrorismo que comienza a dar sus primeros frutos y se entronca de esta manera con las operaciones de bandera falsa con el terrorismo mismo. Como se ha visto estas operaciones nunca han sido utilizadas para fines benéficos, ni para ”ayuda humanitaria” alguna sino para provocar destrucción de países enteros y generar cuantiosos derramamientos de sangre, casi siempre de civiles inocentes. En Venezuela hemos sufrido serias amenazas, desde que el Presidente Hugo Chávez irrumpió en el escenario político latinoamericano. Varios intentos de magnicidio contra el Comandante y contra el Presidente Nicolás Maduro fueron desmontados por los servicios de inteligencia del país bolivariano. El uso de operaciones de bandera falsa se puede ilustrar con uno de los más trágicamente célebres, que ocurrió durante el golpe de Abril 2002, cuando algunos francotiradores asesinaron a mansalva, indistintamente a revolucionarios y opositores, para culpar el gobierno del Comandante Chávez de la masacre y desatar el golpe y la posible intervención norteamericana cuyas naves merodeaban por el Caribe. Pero les salió el tiro por la culata dado que los delató el video de los generales-gorilas donde confesaban “la masacre del gobierno de Chávez”, que no había ocurrido todavía. Más adelante el ex militar José Antonio Colina junto a Germán Varela y Raúl Díaz Peña, haciéndose pasar por revolucionarios, colocaron unas bombas en las sedes diplomáticas de
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España y Colombia en Caracas “en represalia contra ambos gobiernos por haber reconocido la junta de Carmona de abril 2002”, con la intención de complicar más las ya tensas relaciones de ambos países con la República Bolivariana de Venezuela. Por otro lado, la Guerra en Siria y el intento de acusar a el Presidente Bashar Al-Asad de intentar usar armas químicas en Idlib, una ofensiva que prácticamente es una victoria anunciada para Siria, es una prueba más de que a los EEUU consideran al mundo como un atajo de borregos No le importa sino exhibir un pretexto cualquiera para desatar lo que John Bolton llamó “una contundente respuesta”, es decir bombas, contra el país árabe para proteger el último bastión de sus pupilos terroristas. Demuestra además que EEUU y sus aliados no están dispuestos a abandonar esta práctica terrorista que la consideran tan eficaz como letal. Lo cual no nos exime a nosotros en Venezuela, que estamos en la mira del imperio más perverso de la historia. Lo demuestran los últimos acontecimientos y la digna y explícita voz de Samuel Moncada, Representante de la República Bolivariana de Venezuela en la ONU, y Embajador venezolano en la moribunda OEA, el 06 de septiembre de 2018 en su Consejo Permanente, en defensa de las falsas acusaciones de que es objeto la República Bolivariana de Venezuela. De hecho, la reciente solicitud en el Consejo de Seguridad, para que se endurezca la agresión contra Venezuela es un paso decisivo para comprender que estamos ante un incremento intervencionista que cada día se hace más virulento, aún si la acción militar es desechada por el momento por improcedente y compleja para EEUU. Pero no olvidemos que la demencia a veces no tiene freno y como dice el Presidente Nicolas Maduro, hay que estar alerta todo el tiempo, aún si el imperialismo, después de tantas derrotas, ha retrocedido a considerar como última opción el Golpe de Estado, contando con la suspirada complicidad de ciertos militares cuya única resultante ha sido que algunos de ellos hayan perdido su carrera y otros, que han entrado en las pandillas de los terrorista, estén tras las rejas. Así, la firme e inquebrantable postura de la Fuerza Armada Nacional en la defensa de la patria y del gobierno revolucionario, antes y después del intento frustrado de magnicidio del 4 de agosto pasado, ha desatado en los círculos guerreristas norteamericanos una histeria peligrosa, que induce a pensar que se nos viene encima el recrudecimiento de la guerra no convencional donde las operaciones clandestinas de banderas falsa y los asesinatos selectivos pasarán al primer plano. Prevenir un ataque de esta naturaleza y denunciarlo a tiempo tal como lo ha hecho Rusia con relación al supuesto uso de armas químicas de manos del Presidente sirio y ante la ofensiva en Idlib es una tarea ardua y delicada que los servicios de inteligencia de cualquier nación que se sienta acosado por el Imperio debería tener a disposición un equipo permanente de vigilancia e investigación a fin de evitar el uso de esta arma miserable y letal. Alfredo Lugo. Intelectual venezolano.