Stinkfish Caminar por alguna de las calles de Bogotá es tener un encuentro con la publicidad. Si uno va en un bus, en un taxi, caminando, o en el Transmilenio se encuentra con numerosos avisos de productos listos para el consumo. Las prácticas artísticas son una opción de gran importancia para pensar y reflexionar sobre los espacios que habitamos y hallar significados tanto artísticos, como culturales y políticos. El graffiti es una expresión artística a la que varias personas dedican su tiempo libre pero que incluso es en varios casos su forma de vida y ocupación. Stinkfish y Bastardilla son dos jóvenes que se dedican a pintar las paredes y a hacer intervenciones en cualquier espacio que consideren pertinente. Fueron los ganadores del concurso Ciudad y Patrimonio 2008 organizado por el Instituto Distrital de Patrimonio Cultural con el proyecto Memoria canalla. Éste fue realizado por medio de una exposición de 3 meses en el Museo de Bogotá y algunas conferencias con invitados nacionales e internacionales, como el artista italiano Blu. La idea era mostrar parte de la historia perseguida de los muros de Bogotá, la cual se constituye a su vez en memoria de todos los habitantes de la ciudad. Stinkfish, es un hombre de 28 años que estudió algunos semestres de Diseño Gráfico pero decidió salir de la Academia ya que ahí no encontraba los elementos necesarios para realizar lo que él quería. Para él pintar las paredes no es de canallas. Por el contrario es de esa forma en la que encuentra el sentido de su vida y de habitar esta ciudad. Su forma de vida es un muy diferente a la que tradicionalmente siguen la mayoría de las personas: con horarios que cumplir en el colegio, la universidad o el trabajo. Él mismo decide cuando quiere ir a pintar o rayar y así como a veces puede tener plata para comer bien y pagar sus gastos, pero hay otras en las que no tiene ni un peso en el bolsillo. Pero no por esto convierte el graffiti en un medio de publicidad que le genere millones de pesos. Él trata de vivir de esto pero con proyectos que no se vayan directamente a la parte comercial y publicitaria del asunto. Sus múltiples firmas y graffitis son muestra de que la muralla no es el papel del canalla, sino el de aquellas personas que encuentran alternativas diferentes para expresarse y disfrutar del ocio.