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Despertar a la sensibilidad
¿Has tenido alguna vez la sensación de no estar disfrutando de algo? ¿De no estar sintiendo? ¿De no estar viviendo con toda la intensidad? Yo sí.
Hace aproximadamente un año que estoy con Cristina. Ella es una chica preciosa. Por fuera y por dentro. Lo tiene absolutamente todo. Es amable, sincera, cariñosa, bondadosa, dulce, guapa, alta, delgada, ojos bonitos, labios carnosos… no le falta nada. La mujer perfecta. Pero me he dado cuenta hace unos meses que había dejado de sentir absolutamente todo con ella. Que, pese a tenerlo todo, no sentía nada. Y eso me estaba comiendo por dentro.
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Al principio de la relación todo era perfectamente perfecto. La pasión nos llevaba en volandas. La vida era color de rosa y nosotros, dos enamorados con el corazón lleno de vida. No sé muy bien en qué momento dejé de sentirla. Era como si poco a poco aquellos tiempos de vino y rosas se hubieran cristalizado, como si fueran ya un recuerdo muy lejano. En realidad, entre nosotros todo iba aparentemente bien. Vivíamos juntos desde hace unos meses en un precioso apartamento en el centro, teníamos una vida social muy activa y hacíamos planes de futuro. Viajábamos a lugares de ensueño, teníamos fotos preciosas con nuestro perro. Todo era como de revista. Pero había algo en mí que no acababa de encajar. Tenía una sensación de vacío, de frío, un no se qué interno que no me dejaba terminar de saborear aquello que siempre había deseado.
Alguien me habló del tantra. A mí la verdad es que me sonaba a chino mandarín. Me imaginaba algo tipo kamasutra, orgías o cosas turbias, por el estilo. Me dijeron que el tantra me podría ayudar, que había perdido la sensibilidad, que no sentía mi cuerpo y que tenía que despertarlo. La verdad es que yo quería mucho a Cristina y por intentarlo no perdía nada. Estaba desesperado y me hubiera agarrado a un clavo ardiendo.
Resulta que había un centro de retiros que tenía una semana temática de tantra. Decían que era un tantra de iniciación, un tantra para todos. Llamé por teléfono y desde aquel momento comenzó mi curación, porque me sentí escuchado. No sé cómo pero acabé contándole a aquella mujer al otro lado del teléfono toda mi vida… Y ella me escuchó.
Yo iba acojonado, la verdad. El día anterior estuve a punto de no ir, pero vencí el miedo. Al llegar me encontré con un grupo de personas muy heterogéneo, gente de todo tipo. Había un ambiente muy bueno, una vibración positiva que enseguida me cautivó. Resultó que el tantra no era nada sexual, como yo pensaba. Al cabo de una semana estuvimos inmersos en una energía preciosa que no sabría describir. Era como estar en una nube.
Y descubrí todo el amor que hay en mí. Y descubrí que todo ocurre en mí, que no hay nada fuera. Encontré que todo lo que tenía que hacer era pararme un segundo y percibir las sensaciones que ocurren en mi cuerpo. Lo tenía todo desde el principio. Me percaté del amor que nace de mi corazón cuando estoy conectado. Me revelaron el poder de expresar, y cómo decir la verdad en todo momento hacía que conectara con mi pareja desde el corazón. Que mostrarme vulnerable era lo que hacía que nuestros corazones se unieran de nuevo en uno solo.
Y ahora que he vuelto a casa, sigo queriendo a Cristina, pero no porque sea perfecta, sino porque ahora soy capaz de mostrarme sensible, conectar con su corazón y que ella vea el mío. Ella no sabe dónde he estado, pero sabe que, ahora, vuelvo a estar a su lado al cien por cien.
Sergio Martínez Usuario de Mundo Consciente www.mundoconsciente.es Y ahora vivo. Y ahora siento. Y ahora disfruto. Intensamente. Ahora .