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gustavo MOSCOSO En un jardín secreto a las afueras de Cuenca
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El diseñador, que este año cumple diez años de carrera, nos invita por primera vez a su jardín secreto para mostrarnos su última colección y compartir algunas confidencias de su vida acompañado de la modelo cuencana Gabriela González y su caballo y amigo íntimo, Rohara Reign
En la foto, Gustavo posa junto a su semental de nombre Rohara Reign, de raza ĂĄrabe. El diseĂąador lleva una chaqueta Roberto Cavalli, pantalones Miller, camisa y corbata GM Gustavo Moscoso y botas de montar.
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«Estoy muy atado a este jardín. Aquí crecí y es donde consigo todo el nivel de inspiración y paz que necesito para mi trabajo y vida personal»
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ras la muerte de su padre, cuando tenía 18, Gustavo supo que tenía que salir adelante valiéndose por sí mismo. Aunque siempre estuvo acompañado y apoyado por su madre y sus tres hermanas, el diseñador ha trabajado en los últimos años para posicionarse como uno de los más destacados de su país. Su sueño: ser uno de los mejores del mundo. Y para empezar ya ha conseguido presentar sus colecciones en las pasarelas de Buenos Aires y Cancún, vistiendo a modelos reconocidas como Nicole Neumann y Alessandra Ambrosio. En esta ocasión, Gustavo, de 33 años, nos habla sobre el recorrido de su vida en una conversación que mantiene con nosotros en su jardín secreto, a las afueras de Cuenca. —¿Qué significado tiene este
jardín para ti? —Esta propiedad la compró mi padre cuando mi madre estaba embarazada de mi. Estoy muy atado a él, aquí crecí, viví, y además aquí es donde logro tener todo este nivel de paz e inspiración que necesito. —Se ve que tienes una gran química con tu caballo. —Mi caballo es mi todo. Desde los cinco años hago equitación y además crío caballos árabes pero este caballo tiene un significado especial. Se llama Rohara Reign. Cuando murió mi padre yo vendí su convertible. Estaba muy arrepentido y sentía que debía suplirlo con algo más. Entonces fui en busca de un caballo árabe. Cuando vi a este caballo, su dueño me dijo inmediatamente que me pertenecía por la química que había entre los dos. Así fue como llegó a mi vida. —¿Podrías nombrar tres episodios que hayan marcado tu vida? —La muerte de mi padre, haber conocido al amor de mi vida y haber encontrado mi vocación que es el diseño. De hecho, este año cumplí 10 años de carrera. —¿Qué es lo que hizo que un niño soñara con ser diseñador? —Creo que nunca pensé que iba a ser diseñador. Sin embargo, (sigue)
A la izquierda, Gustavo sentado sobre su Mercedes-Benz S220 junto a la modelo Gabriela Gonzáles. Él lleva un blazer de cachemir, camisa, pañuelo y un kilt de su marca. Gabriela luce una camisa shantoug y pantalón hecho con el mismo tejido del kilt y botas Gucci. Sobre estas líneas, Gabriela y Gustavo en otro de los rincones del jardín. Él usa pantalones escoceses de cachemir y lana en tonos verdes. Abajo, Gustavo nos abre las puertas de su jardín, situado en las ruinas de la antigua casa familiar, con una chaqueta de algodón satinado de doble solapa en color verde citrón.
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siempre tuve una inmensa admiración por Versace. Mi devoción por su trabajo era algo nunca antes visto. Versace, Valentino, Gianfranco Ferre y Armani fueron mis mentores. Pero además creo que esto estaba en la sangre. Mi madre, May, toda la vida ha hecho los vestidos a mis hermanas y mi abuela era una tejedora fantástica que llegó a hacer una chompa en un solo día. —¿Y quién es la primera persona que ve tus bocetos? Mi mamá, pero por lo general trabajo solo. Yo soy el departamento creativo de mi compañía. Casi no hago bocetos porque creo que el papel aguanta todo. Tu cabeza se imagina un vestido y le pones cierta caída en el papel. Pero
al momento en que me enfrento con la tela descubro que no tiene la misma caída y me frustro. Entonces hago el proceso a la inversa: cojo la tela, me enamoro de la tela y de su «feeling». Si me ves mientras estoy diseñando, estoy tocando la tela constantemente. Entonces manejo el maniquí con alfileres y después hago la descripción en papel. —¿Tienes alguna musa? —Empecé haciendo ropa de mujer en el 2001 pero ahora hago más ropa de hombre. Entonces creo que todavía no he conocido a mi «muso de inspiración». Aunque si me preguntas, me encantaría vestir a Tom Ford. —El tipo de hombre que usa tu ropa.
—Elegante, no le tiene miedo al color –como yo-, tiene mucha seguridad en sí mismo, sabe donde ha estado y sabe hacia donde quiere ir. Es un hombre especial y distinto que le gusta llamar la atención y hacer sonreír a la gente. De hecho, creo que he sido uno de los primeros que le puso rosado a un hombre en Cuenca. Por lo general yo soy la punta de lanza que se arriesga y después la gente pierde el miedo. —¿En qué etapa de tu vida estás? —Estoy en una etapa en donde he abierto muchísimos frentes con mi trabajo. Ahora ya tengo mi compañía constituida, bien institucionalizada y organizada. Además, el 15 de septiembre lanzo una nueva marca de «prêt-à-
porter», con su primera colección, que será una exclusividad para Megamaxi. Se trata de GM757. —¿Por qué la decisión de cambiarte a Guayaquil? —En este momento necesito estar disponible para salir a cualquier lugar. Por logística es mucho más fácil coger un avión desde aquí. Además yo juré la bandera guayaquileña a los 17 años (risas). Tenía un grupo de amigos guayaquileños que iban mucho a Cuenca y después yo empecé a venir. —¿Qué dice tu familia? —Sé que les duele, lo siento porque tengo un gran nivel de empatía con ellos. De hecho tenemos la costumbre (sigue)
«Sé que a mi familia le duele que me haya cambiado a Guayaquil. He tenido que sacrificar muchas cosas pero es aquí donde siempre he querido estar y sé que ellos lo entienden. No hay bendición más grande en la vida que hacer lo que te gusta»
Arriba, Gabriela y Gustavo junto a una moto Triumph antigua. Ella lleva una gabardina a cuadros, camisa blanca de algodón y pantalón verde ácido mientras que Gustavo luce una casaca azul marino, camisa roja de cuadros y pantalón blanco de algodón. A la derecha, los vemos posando con una bicicleta antigua. Gabriela con un vestido de plumas y él con un esmoquin con solapa chal de terciopelo y dibujo de paisley.
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«Mi caballo, Rohara Reign, es mi todo. Desde que lo vi por primera vez tuvimos una gran química. Es parte de la familia»
Sobre estas líneas, Gustavo posa acompañado por Rohara Reign con una chaqueta Roberto Cavalli y corbata GM Gustavo Moscoso. Abajo, el diseñador disfruta de un momento de complicidad con su madre, May Ferrando, en la cocina. Gustavo lleva puesto jeans de algodón y camisa de su propia creación.
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de almorzar todos los martes pero en este momento no me es posible ir. Me ha tocado dejar de lado esas cosas pero es aquí donde siempre he querido estar y sé que ellos lo entienden. —¿Qué haces cuando no estás diseñando? —Disfrutar en familia. Nos encanta hacer carreras de carros de palo en la hacienda. Nos robamos la bicis de mis sobrinas y salimos a hacer carreras. Vamos por unas de las bajadas y nos sacamos los dientes. Esto nos encanta y nos divierte muchísimo. —¿Cuál es tu gran lujo? —Mi salud, con salud uno puede hacer lo que quiera. —El balance de tu vida. —El cielo y el piso. Aprender a caer. Sé que me falta mucho por aprender pero estoy contento, con más inteligencia emocional, balance. Ya no soy tan visceral y eso me ayuda. —¿Y tu sueño? —Seguir siendo feliz y reír más. Creo que por el día a día he perdido eso y no me gustaría perder esa parte de niño que me queda. Y mi meta profesional: llegar a ser uno de los mejores diseñadores del mundo y abrir más puntos de venta dentro y fuera del país. De hecho, ya he vendido mi colección en Nueva York en la tienda Lounge & Soho y en Buenos Aires, en Denim Center. Además, estoy muy contento porque mi colección primavera-verano 2011 estuvo en la última Mean’s Health junto a algunos grandes como Louis Vuitton. Texto: MONSE AROSEMENA Fotos: JUAN PABLO MERCHÁN Producción: PAULA BAQUERIZO Vestuario: GM GUSTAVO MOSCOSO Peinado: MARISA PINO Maquillaje: JUANA RAMÍREZ