Lima 1885
La presente edición ha respetado la ortografía y gramática del manuscrito original. Elmore
Sería yá muy cerca de media noche, cuando se ordenó hacer alto y que la tropa se acostaría sobre su propio terreno (este no había cambiado de calidad) media hora ó poco más o menos transcurrió, cuando se incorporó al Ejército el señor Coronel Suárez que había quedado en “Dibujos” y según se me ha asegurado esta señor buscó el general Buendía, le manifestó que el Ejército estaba perdido, que á él lo acompañaba parte de un cuerpo de nacionales que se denominaba “Guías de Tarapacá”, y que entre ellos habían algunos conocedores de esos terrenos y que estos podían conducir al Ejército. Con este motivo se dio la orden de seguir la marcha, la que se efectuó quedando la tropa en las mismas condiciones, es decir, interpolados todos los cuerpos. Así conducimos, hasta que al rayar el día se dio orden de hacer alto y de ordenar los cuerpos. En esos momentos los jefes y oficiales de cada uno de ellos, con la voz y con las manos los reunieron con tanta solicitud que antes de que aclarara completamente yá estaban, puede decirse, en perfecto orden y siempre me he hecho la ilusión de creer, que sin embargo de todos los inconvenientes y penalidades que sufrimos en la marcha, si hubo rezagados, estos fueron un pequeñísimo número. Dada la orden de avanzar y recorriendo con la vista el terreno en que nos encontrábamos, descubrí que en las eminencias del cerro que teníamos un poco a la derecha había fuerza enemiga, lo que, como es natural, antes ó después que por mí, fue visto por todos; en seguida el Jefe de E.M.G. en persona, comunicó la de avanzar ciento o doscientos metros más y la de formar en columnas paralelas, abrigándose en una hondonada o sinuosidad que ofrecía el terreno.
III El día había aclarado por completo, el sol que se levantó y caía en esos lugares con una intensidad de calor más o menos igual, principiaba á hacerse ver, y como yo en esos momentos hubiera querido multiplicarme para orientar los medios de salvar al Ejército, me desprendí de la fuerza
A las once, el enemigo emprendió con la infantería sobre la izquierda, en el orden abierto; fué totalmente rechazado, atacó por segunda vez y fué rechazado también, y entiendo que este segundo rechazo animó á nuestros bravos de la izquierda á abandonar sus posiciones que ocupaban, y á lanzarse sobre el enemigo, perdiendo de este modo la gran ventaja de la posición que ocupaban y empeñarse en un combate ofensivo, pero como á los chilenos les sobraba fuerza para reparar cuantos daños sufrieran, emprendieron con fuerzas muy superiores un tercer ataque el que, como era natural, fue coronado del mejor éxito. Desde este momento el combate general y encarnizado en todo la línea, pero como el enemigo había logrado arrollar nuestra izquierda, fué preciso reforzarla con todas las reservas que sucesivamente fueron llegando al punto del conflicto y sucumbiendo, no obstante el arrojo feroz con que atacaban, lo que no podía dejar de suceder, puesto que para llegar tenían que recorrer á paso gimnástico toda ó la mayor parte de la línea, respirando, sin exageración una atmósfera de plomo. Comprendiendo que el enemigo no emprendería ningún movimiento sobre nuestra derecha, dispuse que el señor Solar, saliera con sus fuerzas de la quebrada donde se encontraba y viniera con ellas á recibir órdenes. En los momentos en que estas fuerzas llegaban á nuestra derecha, me encontraba yo al frente del batallón “Cazadores del Rímac” para conducirlo á la línea de fuego, donde poco antes había hecho marchar, á las órdenes del señor coronel Dávila, á los batallones “Lima” y “ Cuzco”, con el objeto de que contuvieran el impulso de las columnas enemigas que habían en el centro, atacándolas ordenadamente por su flanco izquierdo, pero el señor General Campero me ordenó, que ese batallón, así como el “Provisional “Lima” que formaban la División del señor Coronel Canevaro, marcharan á nuestra izquierda, lo que efectuaron con el mayor denuedo y entusiasmo, sin embargo de la espantosa tempestad que tenían sobre sus cabezas. Entonces dispuse que las tres columnas del Dr. Solar, el muy distinguido y valeroso regimiento “Murillo” del ejército boliviano, formado en su totalidad de jóvenes de las mejores familias de La Paz, y los “Zapadores” marcharan á proteger la División Dávila, que estaba empeñada en un combate tan desigual como glorioso, consiguiéndolo pero á costa de centenares de víctimas.
cariñosamente recogida, y desde ese momento no me separé de él, hasta que el 30 de Diciembre tuve que hacerlo, para desempeñar el cargo que se me confió, enunciado por el telegrama siguiente: Telegrama Oficial – Monte Rico 30 de Diciembre de 1880 – Señor Coronel Manuel VelardePor disposición expontánea de S.E. el Jefe Supremo, ha sido Ud. hoy reinscrito en el Escalafón del Ejército en su clase de Coronel, y nombrado primer Jefe de la “Columna de Honor” Se le aviso para que proceda con la prontitud que las circunstancias requieran, y es indispensable en toda nueva organización – García y García.
………………………………………………………………..……………… Al día siguiente se me remitió el decreto que se verá a continuación. ……………………………………………………………..………………… Cuartel General en Chorrillos á 30 de Diciembre de 1880 - Visto el recurso interpuesto por coronel don Manuel Velarde – examinados los documentos que se acompañan, teniendo en consideración la buena conducta observada por el recurrente en la batalla de Tacna, y siendo conveniente ofrecerle, como lo solicita, la ocasión de distinguirse en la próxima función de armas, reinscribirle en el escalafón general del Ejército en la clase de Coronel efectivo que tenía y se le nombra primer Jefe de la Columna de Honor, mandada organizar por decreto de 28 del actual – Comuníquese y regístrese – Rúbrica de S.E. - García y García.
…………………………………………………………………..…………… Impuesto de los documentos que anteceden me puse en marcha sobre Chorrillos en donde se encontraba el Dictador con su Secretaría, á fin de cumplir con el deber de ponerme á las órdenes de él y de recibir las que me quiera impartirme; penoso fué ciertamente, para mí el sacrificio que me imponía, pero mi deber era el presentarme, y lo cual cumplí, habiendo sido sentido por él, con verdadera pero tibia cortesía; en consecuencia me ordenó que viniera á esta capital y que me presentara al Sub-Secretario de Guerra, Señor
Primera Compañía Coronel
Capitán
don Mariano Duran
Coronel
Teniente
don Pablo F. Chocano
Coronel graduado
Teniente
don José Alayza
Coronel graduado
Sub-teniente
don Mariano L. Cornejo
Coronel graduado
Sub-teniente
don José M. Yaquet
Teniente Coronel
Sargento primero
don Florentino Lira
Teniente Coronel
Sargento segundo
don Raymundo Blest
Teniente Coronel graduado
Sargento segundo
don Jacinto F. Silva
Teniente Coronel graduado
Sargento segundo
don Zenón Bellido
Teniente Coronel graduado
Sargento segundo
don Hilario Cornejo
Sargento Mayor
Cabo primero
don Pedro Raygada
Sargento Mayor
Cabo primero
don Pedro Paredes
Sargento Mayor
Cabo primero
don Pablo R. Zuñiga
Sargento Mayor
Cabo primero
don Antonio Ríos
Sargento Mayor
Cabo, primero
don Felipe J. Ampuero
Sargento Mayor graduado
Cabo primero
don Manuel B. Fernandes
Sargento Mayor graduado
Cabo segundo
don Domingo Villagarcía
Sargento Mayor graduado
Cabo segundo
don Pedro Sandoval
Sargento Mayor graduado
Cabo segundo
don José J. Seminario
Sargento Mayor graduado
Cabo segundo
don Bernardo Soto
Sargento Mayor graduado
Cabo segundo
don Federico Silva
Soldados Coronel graduado
don Valeriano Albarracín
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don Miguel Zegarra
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don Manuel Masías
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don Manuel Álvarez Calderón
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don Pedro A. Diez Canseco
Teniente Coronel,
don Emilio de la Flor
Plano elaborado por el Coronel del EjĂŠrcito Boliviano Pedro JosĂŠ Aramayo. Ayudante General. Anexo al Informe del General Narciso Campero al Congreso Nacional de Bolivia. La Paz 1880.
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