Libro de experiencias

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Argentina es perfecta para vivir una experiencia maravillosa:

Viajar


Autoridades Presidenta de la Nación

Dra. Cristina Fernández de Kirchner Ministro de Turismo de la Nación

Sr. Carlos Enrique Meyer Secretario de Turismo de la Nación

Sr. Pablo Daniel Aguilera Subsecretaria de Promoción Turística Nacional

Sra. Patricia Vismara Subsecretaria de Desarrollo Turístico Nacional

Lic. Valeria Pellizza Subsecretario de Coordinación

Dr. Alejandro Schiavi Subsecretario de Calidad Turística

Dr. Gonzalo Casanova Ferro Secretario Ejecutivo INPROTUR

Lic. Roberto Palais

equipo técnico Director Nacional de Promoción y Marketing Turístico

Lic. Oscar Suarez Directora de Planes y Programas de Marketing Turístico

Lic. Mora Dicembrino

Presidente de Parques Nacionales

Directora de Acciones de Promoción Directa

Gpque. Carlos Corvalán

Lic. Alicia García Tuñon


COnstruir un país de experiencias Somos las experiencias que vivimos y eso lo saben muy bien los turistas actuales, buscadores de emociones capaces de despertar, activar y potenciar sus sentidos. En el camino de convertir a la Argentina en el destino preferido de sus habitantes, es crucial entender las necesidades de estos nuevos viajeros, sus motivaciones y deseos. Hoy, a la hora de realizar un viaje, prima la búsqueda de experiencias que marquen un cambio y enriquezcan el desarrollo personal. Por eso, desde el Ministerio de Turismo hemos trabajado en la concepción de Argentina como un país de experiencias, capaz de ofrecer propuestas de valor para los diferentes segmentos del mercado. El diferencial turístico del destino Argentina es su amplio abanico de propuestas y este libro condensa desde el norte hasta el sur la variedad de experiencias auténticas y memorables que todo viajero puede vivenciar en nuestro país.

Como parte de la estrategia de acción de conectAR, el plan de Marketing de Turismo Interno, en un trabajo conjunto con los destinos, el esfuerzo se puso en detectar y priorizar los productos que actualmente comercializan las provincias para el mercado nacional y a partir de ello, y mediante una metodología específica comenzó el minucioso trabajo de transformarlos en experiencias, interpretando las virtudes de la oferta de cada destino y contemplando las motivaciones de la demanda. Esta colección de experiencias resume la variedad de contrastes, culturas y paisajes que se expresan en todas las regiones de nuestro país. Pretende ser la fuente de inspiración y el puntapié inicial para que los futuros viajeros y actores vinculados al sector descubran y exploren cada rincón de la Argentina.

Carlos Enrique Meyer Ministro de Turismo Presidente del INPROTUR


Salta

09

Tucumán

19

Santiago del Estero

29

La Rioja

39

Jujuy

49

Catamarca

59

Entre Ríos

69

Santa Fe

79

Corrientes

89

Formosa

99

Misiones 109

NORTE

09

Paisajes de puna y altas cumbres, llanuras, salares y selvas subtropicales conviven con pueblos ancestrales en armonía con la naturaleza, donde las huellas de la historia se mantienen tan vivas como las tradiciones.

LITORAL

69

Exuberante riqueza natural en la región de los grandes ríos, humedales, tierra roja y selva virgen. La naturaleza se fusiona con el legado histórico, las fiestas tradicionales, caminos de yerba mate y la alegría del carnaval.

Chaco 119

Mendoza 129 San Juan 139 San Luis 149

CUYO

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Extensos viñedos y olivares, huellas de dinosaurios, ríos de agua pura y picos nevados con las cumbres más altas de América: una mezcla única, con la magia de un pueblo cálido y paisajes que invitan a la aventura.


CÓRDOBA

159

159 Córdoba

Tradicional y al mismo tiempo moderna. En la tierra de los festivales, pueblos, reliquias históricas y pinturas rupestres se combinan en un apacible paisaje de ríos calmos, valles, quebradas y el encanto de las serranías.

BUENOS AIRES

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Una de las ciudades más grandes del mundo junto al campo y sus tradiciones. Recovecos en los que se viven la cultura y el tango; mientras más allá se extienden la vida rural, el sol y el mar, la aventura, el delta y sus misterios.

PATAGONIA

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Bajo el hechizo de bosques milenarios, lagos cristalinos y cumbres nevadas sorprenden encantadoras ciudades. Costas llenas de vida y un universo que se extiende desde la pampa hasta la ciudad más austral del mundo, puerta a la misteriosa Antártida.

169 Provincia de Buenos Aires 179 Ciudad de Buenos Aires

189 Neuquén 199 La Pampa 209 Chubut 219 Río Negro 229 Santa Cruz 239 Tierra del Fuego


Norte

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Salta


La inmensidad de la puna salteña En el altiplano, los picos y volcanes con nieves eternas custodian el paisaje, en el que sorprenden lagunas repletas de flamencos, cuencas salinas y vicuñas que se mimetizan con el paisaje desierto y culturas milenarias. Durante todo el año, las huellas de ciudades prehispánicas enseñan sobre la historia de la zona, donde los pueblos de adobe y antiguas iglesias reciben a los visitantes. Seguir el ritmo del lugar es necesario para adaptar el cuerpo a las condiciones de este espacio, árido y atrapante. Entonces sí, se visita el mercado artesanal de San Antonio de los Cobres o Tolar Grande, donde rebasan los colores vivos y los diseños de la cosmovisión andina, y se admira la destreza de las técnicas que aplican desde hace siglos hombres y mujeres de la zona, para tejer con agujas de espinas de cardón y peines de hueso lana pura de llama y ovejas. Atravesar los paisajes entre pueblo y pueblo permite entender cómo cada uno de ellos surgió en medio de la inmensidad. Ver el reflejo del sol en los ojos de agua y sentir la amplitud térmica, cada detalle forma parte de la experiencia de la Puna, siempre vestida de los colores del atardecer, del turquesa del cielo diáfano y de la Pachamama.

Andar a ritmo calmo y descubrir pueblitos encantadores. Paisajes de tierra, cardones, montañas y la cultura andina en su máxima expresión. 9


Salta: diversidad natural y aves en libertad Cientos de aves vuelan por la provincia de Salta: desde águilas hasta flamencos e incluso especies endémicas se lucen entre las selvas y los desiertos, los cerros y los valles.

Los binoculares están siempre al alcance de la mano. Ante cualquier sonido la mirada en alto va en busca de un próximo descubrimiento. La amplitud térmica y la variedad de paisajes llenan de aventura este viaje donde nunca falta el canto de las aves dando un concierto. Los guías son el aroma a tierra húmeda y los contrastes de la vegetación.

Salta: calidez y cultura al pie de los cerros Creció al abrigo de los cerros y es un orgullo su riqueza arquitectónica. Enamora con su cocina y sus vinos, pero también con los sonidos de un pueblo musical y sus grandes tesoros arqueológicos.

El encanto se percibe en cada fachada colonial y en la calidez de los salteños que comparten amablemente su historia y su tradición. Hay mucho para hacer: pasear por los espacios verdes, subir en teleférico hasta la cima del Cerro San Bernardo y apreciar la panorámica, conocer el parque del Bicentenario y de noche probar empanadas y vino en alguna peña.

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Gastronomía y peñas, una costumbre salteña Hasta altas horas de la madrugada, cantores y poetas se reúnen en un ambiente cargado de bohemia. En la peña, entre vasos de vino y folklore, nacieron y nacen zambas, chacareras, entuertos y amoríos. Son las raíces de la tradición local de las que todos quieren ser testigos en la provincia de Salta. Embeberse del ambiente cultural y la gastronomía norteña es una posibilidad en cada rincón de la provincia. Hay empanadas salteñas de carne cortada a cuchillo y papas con pimentón del valle, chiquitas y jugosas. Hay vino torrontés y platos con ingredientes frescos de la zona. La humita en chala, el dulce de cayote, un asado de cabrito hecho a la estaca, cordero, quesillo y charqui, todo con chicha o aloja para brindar. Hay cosas que se disfrutan en el momento, como el locro en una noche fría y las especias y la miel de caña se llevan de recuerdo. Los sabores norteños combinan la cultura andina, la española y la de los pueblos originarios, basada en la materia prima local y en los frutos de sus propios sistemas de cultivos, con técnicas ancestrales y de conservación. La ceremonia se enriquece al comer en una vasija de barro y en recibir esa energía “pulsuda” para estar fuerte y encarar una excursión o el baile toda la noche, en una antigua casona tradicional.

Tamales, empanadas, vino torrontés y quesillo: sabores salteños que se reúnen alrededor de la mesa y todos quieren probar.

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SALTA, Aventuras que despiertan los sentidos Entre montañas, valles y quebradas los paisajes contrastan con la adrenalina. Las selvas tupidas y los ríos inquietos presentan tanto desafío como las grandes alturas y los desiertos. La provincia de Salta guarda todas esas opciones para los aventureros. Hay que optar por unas horas de rafting en el río Juramento o en el dique Cabra Corral hacer una travesía en kayak, navegaciones a vela o esquí acuático. Los más osados no dudarán en practicar bungee jumping, tirolesa, puenting o parapente con hermosas panorámicas. Ser parte de la naturaleza es posible y la conexión toma forma terrestre en un trekking de altura o algo de montañismo para descubrir las cumbres de los Andes. Las bicicletas también tienen sus rutas por las quebradas, las cuestas y los senderos del Parque Nacional Los Cardones, mientras que los desiertos y salares se cruzan en 4x4. Las huellas de antiguas civilizaciones, de la cultura inca y los gauchos atraviesan cada postal. Se disfruta el olor a tierra mojada y los paisajes imponentes, el placer de pisar diferentes superficies o sentirse suspendido en el aire. Ante tanta inmensidad, de algo no quedan dudas: así sí es un gusto sentirse chiquito.

Entre paisajes llenos de historia hay que animarse a volar, ir contra la corriente o seguir las huellas de los gauchos.

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Semblanza y tradición del gaucho salteño La historia de Güemes, el mayor prócer de la provincia, se conoce entre museos, turismo rural y homenajes emocionantes. El esplendor llega cada junio, cuando se celebra el Festival de la Patria Grande y el desfile de gauchos más importante del país. Es destreza y astucia gaucha en el mismo lugar donde se forjó la historia del pueblo salteño.

El sonido de las espuelas se mezcla con el del trote de los caballos y hay aroma y sabores a mate, pan casero y tortillas a la parrilla. Los clásicos ponchos rojos con la banda negra mantienen vivo el legado del caudillo salteño.

Rosario de la Frontera, termas de relax absoluto En Rosario de la Frontera, descansan nueve manantiales de aguas termales. Visitar el Hotel Termas es transportarse en el tiempo: situado en un edificio del siglo XIX, despliega su mobiliario original y las tradiciones de antaño. En ese entorno, las piletas exteriores e interiores se disfrutan en todo su esplendor.

El calor de las aguas y el aroma a los minerales renuevan la energía para volver a casa con mayor bienestar. Se suman las caminatas por el verde prado y el deporte en las canchas de golf, de tenis y de bochas. Alma y cuerpo, agradecidos.

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Salta, cuna de fe La forma en que los salteños viven la religión y la contagian da ganas de participar o ser testigo de su devoción. El fenómeno une a todos, esparciendo paz y esperanza.

Admirando el patrimonio de las iglesias, participando de una procesión o en una visita guiada se viven las escenas de fe más conmovedoras. El enriquecimiento espiritual llega de la mano de las fiestas religiosas, como la del Señor y la Virgen del Milagro. Cada 15 de septiembre, la gente de los pueblos baja hacia la ciudad, las ofrendas florales aportan color y los gauchos resguardan la tradición.

Tren a las Nubes: sobre rieles y muy cerca del cielo En uno de los trenes más altos del mundo es posible tocar el cielo con las manos. El recorrido comienza en Salta, sigue por Campo Quijano, Quebrada del Toro y San Antonio de los Cobres; y atraviesa desde la ciudad hasta lo más árido de la montaña.

El aroma a coca y la sensación del viento en el cuerpo abren un contacto directo con el cielo azul y la cultura ancestral de la puna. Los puentes y viaductos que se cruzan desafían la gravedad y en el camino los pobladores dan la bienvenida a los visitantes. De recuerdo, los sikus suenan a lo lejos mientras se atesora para siempre un pedacito de nube.

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Qhapac Ñan, el gran camino andino en la provincia de Salta Los caminos andinos de la provincia de Salta están acompañados de paisajes de montaña, surcan valles y quebradas, atraviesan volcanes y se recortan en un cielo bien celeste cargado de historias, leyendas y mitos. Conforman una red que vale la pena transitar, en una experiencia marcada por ritos ancestrales y una cosmovisión única. A 6700 msnm, un trekking de alta montaña por el sitio arqueológico más alto del mundo –el complejo ceremonial Volcán Llullaillaco– lleva a comprender la dureza de la naturaleza en estas alturas y a querer saber más de los rituales que impulsaron la visita de los Incas a este lugar, donde hace más de 500 años fueron ofrendados tres niños, hallados en 1999 en perfecto estado de conservación. Variedad de paisajes naturales, alturas y amplitud térmica acompañan la experiencia de transitar el Qhapaq Ñan, Patrimonio Mundial que atraviesa siete provincias argentinas y seis países andinos. Un guía explica las ceremonias asociadas a estos sitios y los viajeros las ven regresar en cantos y danzas típicas de las comunidades locales que mantienen vivas las tradiciones.

Una travesía a cientos de años de antigüedad rodeada de paisajes increíbles y de mística, en los restos arqueológicos más altos del mundo. 16


Salta, placer y relax en las viñas del cielo La ruta del vino en Salta se enmarca en el paisaje de los Valles Calchaquíes, en la cultura local, la gastronomía y la historia. Es un camino que invita a degustar los exquisitos varietales de altura de la provincia. La historia del elixir del Baco en Salta comenzó con los jesuitas y continúa creciendo. Por eso, las degustaciones y visitas a bodegas se funden con el patrimonio arquitectónico de la época colonial. Camino a los viñedos se atraviesan el Parque Nacional Los Cardones o la Reserva Provincial Quebrada de las Conchas, paradas obligadas. En Cachi, Molinos y Cafayate se prueban vinos de altura y maravillan los torrontés. Imperdible maridar esta cepa frutal, especialidad de la zona, con sabores regionales. Una picada de quesos de cabra con pimientos del norte o una cazuela de cabrito sorprenden en un almuerzo entre viñedos y, de postre, cayote o helado de torrontés, a tono con la experiencia. En la época de vendimia, participar en la cosecha conecta con lo más profundo del ritual del vino. Cada detalle se disfruta, no hay horarios para brindar y siempre quedan ganas de más charlas y más cielos estrellados junto a la calidez de la gente de los valles.

Probar y maravillarse con los vinos de altura. Cerros nevados, viñas al sol y tratamientos de spa con técnicas de vinoterapia.

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Norte

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Tucumรกn


San Miguel de tucumán, reviviendo el camino hacia la libertad Cada 9 de julio en la Casa Histórica de Tucumán se festeja el Día de la Independencia. Se realiza una vigilia, cambios de guardia y homenajes, el sentido patrio está a flor de piel y los aires coloniales de la zona se fusionan con la historia. Todo el año San Miguel mantiene en alto la identidad argentina. Firmar el libro de visitas en El Salón de la Jura, pisar el mismo suelo que pisaron quienes intentaban darle rumbo al país y recorrer la galería de placas que acompañan el proceso histórico permite revivir la independencia y emociona. A la noche, un espectáculo de luces y sonidos muestra los hechos del pasado, que culminan con el canto del Himno Nacional. Contiguo a la casa, un mural-línea del tiempo repasa desde el éxodo jujeño hasta la declaración de la independencia. A unas cuadras, la Iglesia de la Merced cobija el bastón de mando que le entregó Manuel Belgrano a la virgen como ofrenda para ganar la batalla de Tucumán. Un paseo por una reproducción de la casa en la que se alojó el prócer, una caminata por el centro cívico y una visita al polo gastronómico del abasto coronan la jornada. Después de un descanso, habrá que volver a salir para vivir los encantos de la noche por la plaza Urquiza.

En la ciudad colonial y, al mismo tiempo, cosmopolita de San Miguel de Tucumán, un paseo para revivir la declaración de la independencia. 19


Una vuelta por las yungas tucumanas A minutos de San Miguel de Tucumán las yungas se abren paso creando un paisaje selvático sorprendente. En el cerro San Javier, el ecosistema propio de la provincia cobija árboles y flores, aves, cascadas y ríos. Es una montaña de vegetación por la que se sube en busca de aire puro y conexión natural. El camino avanza entre las nubes y se despeja hacia la zona llamada Loma Bola, dando una excelente perspectiva de la ciudad y la yunga desde arriba. Puerta del Cielo es el punto ideal para recibir el viento en la cara mezclado con el aroma de la vegetación y entender el porqué de su nombre. Bajando por Valle de la Sala, se llega a la cascada del río Noque, donde el sonido del agua golpeando las piedras seda a los visitantes y la humedad tienta con una siesta, una charla o una meditación. Los vuelos en parapente parten de Loma Bola y Los Pinos, hasta donde llegan también cabalgatas desde San Pablo. Dicen que el mejor mirador es el del Cristo Bendicente, que con sus 1200 metros de altura marca el final del recorrido. Allí hay un centro de interpretación para descubrir más detalles de San Javier y de las yungas, con la felicidad de haberse adentrado en la selva norteña.

Un día en medio del verde tucumano incluye ciclismo, caminatas y la mejor vista de la ciudad, entre vegetación frondosa y cascadas de ensueño. 20


Valles calchaquíes tucumanos, la mística de la Madre Tierra Para entrar en contacto con la naturaleza y lo ancestral, los Valles Calchaquíes en Tucumán llevan a cambiar de aire. La yunga acompaña a los viajeros hasta Tafí del Valle, con un verde que hace sentir la inmensidad. El cambio al valle en medio del camino es impactante y el “alpa-puyo”, un manto de nubes que baja y tapa Tafí a la mañana y a la tarde, da la bienvenida entre cardones. Allí se emprende la Ruta de los Artesanos y se visitan estancias productoras de queso. En Amaicha del Valle se refleja la descendencia de diaguitas calchaquíes. Las ruinas de Quilmes reciben con guías locales que muestran la ciudadela, donde es inevitable imaginar como vivían y emociona saberlos fuertes. El pueblo es uno de los mejor conservados y la amabilidad está siempre presente para compartir una copla o un mate, o llevar a los viajeros a ver el salar cercano. Las ofrendas a la Pachamama –apachetasse observan a lo largo del camino y en febrero la fiesta que le rinde homenaje a la tierra es inolvidable. En el último tramo del valle está el sector vitivinícola y de dulces; y en los pueblos de Colalao y El Pichao, las casas de piedra y Ruinas de Condorhuasi. Todo invita a dejarse llevar en medio de estos paisajes increíbles.

Amor por la Pachamama, gastronomía y relax en medio de yungas, cerros verdes y ocres, ruinas históricas y cálidas comunidades. 21


Feria de Simoca: tres siglos de encuentros en el mercado multicolor Cada sábado, cientos de sulkys con filetes de colores llegan a la localidad de Simoca cargados de productos de todo tipo. En un enorme predio, 800 feriantes llenan los puestos de ropa, sabores típicos y hasta animales.

Parece un mercado de abasto de otro siglo, donde se pasea entre los aromas de las comidas y el bullicio de la gente. El fuego de la leña chispea en el horno de barro, los animales de granja andan por ahí ante las sonrisas de los niños y los ranchos alrededor ofrecen humita a la olla, empanadas y locro calentito. Entre tantas opciones, sólo resta entregarse al disfrute.

Reunión de sabores tucumanos La tucumana no es una empanada cualquiera: es una obra maestra, y una buena excusa para adentrarse en un recorrido culinario. Basta con decidir si probar primero un sándwich de milanesa en San Miguel o emprender viaje hacia los tambos de Tafí, donde se realiza queso manchego con técnicas jesuitas.

Dulce de cayote, higos y zapallos en almíbar, humita en olla; la gastronomía regional aporta magia a los paisajes tucumanos. A la mística de los aromas y sabores se suman las estancias por conocer y las vistas que acompañan cada comida.

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Tafí del Valle, una puerta de entrada espléndida Al costado del camino, una llama se pasea tranquila. Un poco más allá una oveja pasta alejada del rebaño y un chico acaricia un caballo manso. Muchos viajeros se maravillan ante esas escenas, pero acá son cotidianas, el hombre convive con la naturaleza y las horas parecen andar más lento, están teñidas de la paz de este valle, al que se llega atravesando el hermoso pasaje de las yungas. Taktillkta es la puerta de entrada y recibe a todos con los brazos abiertos. Brilla la identidad norteña y hay todo lo necesario para una estadía. Cualquiera se queda horas tomando mate admirando el paisaje o disfrutando de charlas eternas bajo las estrellas. El rugir del río, los valles, el sonido del viento y los cascos de los caballos musicalizan las jornadas, entre comidas regionales. La Ruta del Artesano invita a entrar en contacto con los artistas de la zona, que dan forma a sus creaciones con técnicas ancestrales. Tejen prendas con telares, tallan piedras, moldean cerámica y comparten su trabajo con los visitantes. No faltan las granjas, en las que se siembran hierbas medicinales. Es un oasis de un microclima amable y es una aldea única, de esas en las que uno quisiera quedarse a vivir o, al menos, durante una temporada.

En Tafí del Valle el descanso está asegurado. Sólo hay que entregarse a su gastronomía, sus paisajes llenos de colores y su gente cálida.

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Tras los pasos de los jesuitas en Tucumán La historia jesuítica se revive en Tucumán caminando por los mismos claustros, estancias y valles en los que la orden religiosa construyó parte de su camino. Producción de alimentos regionales, naturaleza y fe conviven aún en cada rincón.

Todo comienza con las ganas de sumergirse en la historia en medio de valles verdes y un microclima noble. Recorrer los vestigios de sus edificios transporta siglos atrás, es fuerte la emoción por estar pisando el mismo suelo por el que anduvieron a diario. Cada rincón da pistas para dimensionar el estilo de vida que adoptaron los jesuitas y acercarse a su fe.

Tucumán, descubrir un tesoro escondido San Javier y Anfama cobijan a las majestuosas yungas tucumanas, un paraíso selvático que rebalsa de vegetación perenne y atraviesa distintas alturas.

Andando por los senderos selváticos se descubren tesoros ocultos. Las luces y sombras que provoca la luz del sol colándose entre las copas de los árboles hacen que la percepción de los sentidos se agudice. El silencio y los aromas del entorno envuelven la travesía. De a poco, se deja atrás el ritmo agitado de la ciudad y se lo cambia por paisajes nuevos y territorios desconocidos, sólo con la naturaleza como compañía.

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Artesanos de Tafí, anfitriones del valle Sentir la nobleza de la cerámica moldeada; admirar una pieza tallada en una piedra, abrigarse con un poncho tejido.

Las artesanías cobijan un amor que se transmite de generación en generación y en Tafí del Valle eso se respira en el aire. Entre valles y un espejo de agua, La Ruta del Artesano invita a un recorrido para ir al encuentro de la calidez y carisma peculiar de los artesanos que abren sus puertas a los viajeros para mostrar los secretos de sus trabajos.

Tras las huellas de la Ciudacita, vivir el Qhapaq Ñan Aceptar un desafío siempre genera adrenalina y en Tucumán la meta es alcanzar el sitio arqueológico de “La Ciudacita” y recorrer un fragmento del Camino del Inca, el milenario sistema vial andino.

El viento en la cara, las caricias del sol, el frío matutino y el aire puro de la montaña renuevan el espíritu. Caminar por las nacientes de los ríos y oír el sonido del agua para sentir la misma frescura que sintieron los incas al pasar. Cada detalle queda grabado en quienes se animan a esta aventura de colores, con el verde del Parque Nacional Campo los Alisos y el amarillo de los pastizales de altura.

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Tucumán por agua, tierra y aire Tucumán es una provincia pequeña en cuanto a superficie, pero grande en posibilidades. A lo largo y a lo ancho de su dimensión, en apenas dos horas y media en auto, se pasa de los 400 a los 2200 msnm, se vuela en parapente o se entra en contacto con la tierra en un paseo en bicicleta o un picnic en los valles. Disfrutar del agua tomando mate al lado de un río o refrescarse en verano en un dique o una cascada son posibilidades ideales. Sólo es cuestión de abrir el mapa y arrancar hacia la adrenalina, la tranquilidad y la diversión. A media hora de la ciudad de San Miguel, la aventura se adapta al grado de dificultad que se quiera: desde el nivel cero que implica comer un asado en el medio de un cerro hasta sentir el viento en la cara en las pistas de despegue de Loma Bola y Los Pinos, para atravesar la selva y volar sobre la ciudad. Un paseo en lancha en el dique El Cadillal o una cabalgata en San Pablo o Tafí del Valle son tan enriquecedoras como escuchar el canto de los pájaros y el viento meciendo las copas de los árboles. En tierra el contacto es caminando, a caballo o en bicicleta. Los senderos son numerosos y el final de la jornada siempre está cargado de la satisfacción de sentir en el cuerpo el cansancio de un día vivido a pleno.

Una travesía a caballo, en parapente o en lancha son sólo algunas de las opciones para descubrir los más encantadores paisajes norteños. 26


Ciudad Sagrada de Quilmes, tierra ancestral Recorrer la Ciudad Sagrada de Quilmes junto a un descendiente del pueblo es un honor para cualquier viajero. Bajo una antigua algarroba, comienza el relato de voz de un habitante originario que con una rama ilustra la historia sobre la tierra, grabando una línea del tiempo con los hechos que marcaron la vida de su gente en la provincia de Tucumán. En la ciudadela, el guía introduce a los visitantes en el mundo calchaquí. Comparte sus costumbres y se siente su lucha, el amor y el respeto a la tierra. En la falda del cerro, sorprenden las reconstrucciones de la zona residencial, una fortaleza y dos fortines a ambos costados; y al llegar a la cima de la ciudad sagrada, la vista ayuda a dimensionar la importancia de aquella población. Es el lugar preciso para rendir tributo a la Pachamama con una “apacheta”, altar en la que cada visitante participa con una ofrenda. El último bastión de resistencia de la conquista, ese escenario de lucha calchaquí mantiene intacta sus raíces incaicas. A lo lejos, la postal del valle despide a los viajeros; tocan las paredes de piedras por última vez y saludan en silencio a ese lugar que vivirá para siempre en sus memorias.

De la mano de los habitantes originarios se llega a este punto mítico de la cultura calchaquí, donde admirar vistas panorámicas de los valles. 27


Norte

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Santiago del Estero


Santiago del Estero, noches azules con patios de chacarera Desde varios metros antes de llegar, perfumado por las flores silvestres y el trinar de los pájaros, hasta el primer contacto con la magia del patio santiagueño, ya se percibe que el corazón va a pedir quedarse hasta el final de la fiesta. A lo largo y a lo ancho de la provincia hay patios que se abren de manera espontánea. La autenticidad es un distintivo santiagueño. Desde la tonada de la gente hasta la seducción de sus danzas brillan en estos pequeños universos sombreados y techados de estrellas. El latir del bombo despierta en el ADN emocional de los argentinos. El sonido remonta a los orígenes del ser, que se manifiestan en el ritmo de la chacarera. Se disfruta de consagrados y nuevos artistas que encuentran la oportunidad de expresarse; y hay referentes como la Feria Productiva y Artesanal de Upianita, y en Santiago Capital el Patio del Indio Froilán, lutier de bombos. Es inevitable terminar bailando y marcar compases de chacarera, animarse a perderse en cada giro y ver los pañuelos al viento. Los aromas van preparando a los corazones para disfrutar empanadas jugosas, locros, tamales y arropes. En Santiago, como dice la canción, “serán las noches azules con patios de chacarera”.

Música, mateadas y comidas tradicionales, son los ingredientes de las celebraciones en una provincia donde nunca faltan las fiestas.

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Termas de Río Hondo, relax en la ciudad termal “Sos otro”, les dicen a quienes vuelven de Termas de Río Hondo. Es que el relax en este destino ícono de Santiago del Estero llega a tal punto que la mente se relaja y encuentra paz, el ceño y el cuerpo se distienden; las arrugas parecen desaparecer y los dolores que se traían se van junto con el estrés. El bienestar que generan estas aguas se siente en cada rincón y la tentación de sumergirse en ellas es irresistible. Quizás eso explique la tranquilidad y alegría de la gente de la zona, siempre calma. Las termas más grandes de Latinoamérica reciben a los viajeros durante todo el año y se combinan con el ambiente histórico y cultural de la región. Conversando con los artesanos, se aprende que ya los antiguos pobladores y los incas hacían viajes a esta zona por las propiedades curativas del agua. A esta motivación se le sumaron masajes y tratamientos de spa a los que nadie puede negarse. La famosa “hora de la siesta” quedó atrás en el tiempo. La ciudad está renovada y hay actividades todo el día y también de noche, cuando los bares, boliches y las peñas despliegan su magia. El encuentro con uno mismo y el disfrute están a la orden del día en cualquier momento del año.

Nada como una escapada a las aguas termales para olvidarse del estrés y alcanzar un profundo bienestar en cuerpo, mente y espíritu.

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Santiago del Estero, con sabor auténtico En cualquier rincón de Santiago del Estero, sentarse a comer está lejos de ser un trámite y es pura celebración; por eso el pueblo conjuga su identidad con las recetas, traspasando el espíritu festivo a la mesa. Cada plato es una amalgama de delicias y culturas que se expresan. En familia o con amigos en un restaurante, de parado en medio de un paseo o en una extensa velada bajo las estrellas en el patio de una casa, la gastronomía remonta a los orígenes y va acompañada de música tradicional. Los sabores del monte se transmiten en cada bocado. La dieta de los pueblos originarios sigue latente, como la de aquellos que se mixturaron con la colonia. Otros se unen con Latinoamérica y no faltan las recetas de la cultura árabe, presente en la provincia. La crianza de ganado con formas ancestrales transmite a la carne un sabor único y los alimentos se elaboran con productos de la naturaleza. Patay, arropes, bolanchao y alhoja se mezclan con tunas o los pescados del río Dulce. La producción del maíz da vida al locro, la mazamorra, tamales, chipacos y moroncitos, una masa de harina de algarroba, arrope de chañar y ralladura de limón o naranja. Para acompañar unos mates (¡con poleo!) aparecen los deliciosos rosquetes y los quesillos caseros.

La mezcla de culturas y la identidad latinoamericana enaltecen los sabores de esta región, que vienen acompañados de cuentos y leyendas. 32


Descubriendo senderos en las sierras de Villa la Punta Las sierras santiagueñas se extienden como alfombras verdes salpicadas por tejas rojas y coronadas de un cielo celeste. A lo lejos, la localidad de Villa la Punta se deja entrever con sus construcciones de techos altos, capillas y caminos zigzagueantes. Musicalizada apenas por el canto de las aves y el viento, la tranquilidad llega rápido y la sensación es la de que el tiempo se detiene. Ni frío ni demasiado caluroso, el clima es ideal y acompaña en cualquier paseo que se emprenda, sea a pie, en sulky, a caballo o en bicicleta. A la mañana, el rocío hace brillar cada detalle, los aromas del chañar y el mistol embriagan dulcemente y el saberse cercanos al antiguo trazado del Camino Real –Maquijata– motiva a encarar una travesía hacia los restos arqueológicos. En 54 kilómetros sorprenden tres capillas antiguas, allí la gente de la comunidad es muy hospitalaria y recibe a todos con alegría; mientras sirven un chivito pasan historias sobre la mesa, y a la tarde aparece el pan casero con dulce de leche de cabra. El monte santiagueño seduce todo el año, en especial en primavera y verano y cada Viernes Santo, cuando se realiza una peregrinación al cerro La Cruz, lugar que también maravilla en los paseos nocturnos.

Entre mates con pan casero y dulce de leche de cabra, coloridos valles invitan a cabalgatas y paseos en sulky, en bicicleta y a pie. 33


Vértigo y adrenalina en los pagos santiagueños Santiago del Estero es una meca para los fierreros, que allí ven competencias nacionales e internacionales, practican y aprenden sobre motociclismo, bicicross y automovilismo. Tanto en la capital de la provincia como en Termas de Río Hondo, la adrenalina se cuenta en kilómetros por hora. La provincia luce el único autódromo para competencias internacionales de motociclismo en Sudamérica y allí se disputan las carreras nacionales de automovilismo y los campeonatos mundiales WTCC y Moto GP. El Museo del Automóvil Termas de Río Hondo luce el histórico Delahaye de 1934, un casco original de Valentino Rossi y autos originales de Turismo Carretera; un auto de F1 en exhibición y motos clásicas. Tomar un café entre una colección de autos a escala hace sentir a los fanáticos como niños con juguetes nuevos y la salida se corona con la vista del Embalse Río Hondo. Durante las competencias, el rugir de los motores genera una sensación que sólo comprende otro apasionado del tema y el público hincha con pasión por su piloto favorito. Basta con chequear el calendario de eventos de la provincia para organizar cuándo ir. Y quién sabe, después de una noche en Santiago del Estero alguno se termine anotando en la única escuela de pilotos de motociclismo de la Argentina.

Los mejores pilotos del mundo conducen en una escena perfecta, en la que el río y el dique frontal son el broche de oro.

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Santiago, madre de ciudades Santiago del Estero fue la primera ciudad de nuestro país y desde aquí partieron las expediciones fundacionales de las ciudades de Cuyo y el Norte argentino. También es donde nació la primera diócesis de la nación y la primera catedral. Cada hecho cuenta un pedacito del pasado y el presente de esta metrópoli, que recibe con los brazos abiertos para darse a conocer a través de sus reliquias culturales y religiosas. Una caminata por la plaza principal, Libertad, muestra edificios representativos y antiguos de la zona, y cada uno tiene algo que contar. El puente carretero que une a Santiago con La Banda es una muestra de lo que puede hacer el hombre, y en el convento e iglesia de Santo Domingo, la réplica de la Sábana Santa emociona a los creyentes. La chacarera suena en las calles y en casi todas las casas hay bombos y guitarras. Entre los instrumentos, sorprende la sachaguitarra, pues es el único lugar donde se realiza. En una visita a los talleres de algunos lutieres se comprende cómo se construyen y se admira su pasión, mientras estos comparten los detalles de su trabajo. La comida regional, las peñas y la vida nocturna de la avenida Roca completan un viaje en el que, derribando mitos, se hará de todo menos dormir la siesta.

A pura chacarera, la alegría de los santiagueños acompaña un recorrido por la capital más antigua de la Argentina.

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Bailando como santiagueño Si hay algo que sabe la gente de Santiago del Estero es festejar y eso se plasma en celebraciones y festivales los 365 días del año. Los momentos de disfrute se valoran y se comparten siempre. Aquí todos son iguales y las diferencias se esfuman al ritmo de la música, mientras los lugareños contagian su ánimo a los visitantes. Hay festivales que revalorizan la cultura, la historia y las creencias del pueblo. Otros que celebran la producción local y algunos incluyen rituales ancestrales. La gente sale a la pista descalza, otros van en alpargatas que “barren” el piso con una gracia difícil de imitar. Sea una fiesta en el patio de un vecino que abrió su casa o algo masivo, en Santiago todo se vive con la misma felicidad. Los músicos locales hacen marchar chacareras. Instrumentos típicos como las sachaguitarras, los violines y los bombos están a la orden del día y no importa si se sabe bailar. Luego será hora de sentarse un rato a reponer energías degustando unas jugosas empanadas santiagueñas, unos tamales o un buen plato de locro, conversando con los anfitriones o con la siempre cálida gente de la zona.

Hay que dejar la vergüenza de lado y disfrutar la música, la danza y la comida local en cualquier rincón santiagueño y durante todo el año. 37


Norte

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La Rioja


Parque Nacional Talampaya, un espacio, todos los tiempos El Parque Nacional Talampaya, en Villa Unión, hace gala de haber sido declarado Patrimonio Mundial. El arte rupestre de las culturas aguada y diaguita cohabita con sierras, valles y bolsones y la conexión espiritual es inmediata al llegar. El contraste y los colores, la aridez del suelo, la altitud de los murallones y la fauna y flora autóctona de la zona hacen de este rincón de La Rioja un destino irresistible. Los viajeros recorren las formaciones rocosas en las que adivinan figuras y no hay cámara de foto que logre captar tanta belleza. Las murallas compiten con el cañón y pasan todos a la final. Acceder al interior de este último y verlo desde su centro es impactante al reconocer los vestigios que, explica un guardaparques, corresponden a siete períodos triásicos en su morfología. Especialistas se acercan a estudiar las pinturas de antaño y la existencia de la cultura precolombina de cóndorhuasi. Por diversos circuitos se va explorando esta meca de la biodiversidad, que cobija zonas productivas de viñedos en su área de influencia. Degustar un torrontés resulta tan placentero como oír el eco de las aves en los cañones durante una excursión nocturna bajo la luna llena.

Arte rupestre y el imponente paisaje de un cañón conviven como huellas de un pasado lleno de esplendor que aún brilla.

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Todos los suelos, La Rioja off road Por los caminos montañosos de La Rioja, la aventura tienta hacia donde se mire, y todo el corredor del Bermejo es escenario propicio para emprender travesías 4x4 y off road.

El rugir del motor, que ostenta su potencia, marca el inicio del recorrido por variados paisajes. Las condiciones del terreno entusiasman, porque los suelos son aptos para andar por agua, arena, piedra e incluso nieve y laja. El aroma a tierra mojada reconforta tanto como cruzar un río, encontrar miradores que obligan a detenerse y respirar hondo y espacios donde probar sabores regionales.

Bajo la atenta mirada del cóndor andino en La Rioja Los viajeros observan el cielo durante minutos. El paisaje está lleno de belleza, pero todos esperan algo más y La Rioja no decepciona.

Un cóndor andino aparece recortando el aire con sus alas extendidas, y la sonrisa de los visitantes es automática. La Reserva Natural Quebrada de los Cóndores, hasta Sierra de los Quinteros, regala tranquilidad. El microclima colabora a disfrutar el paseo y dos miradores permiten admirar a estos reyes alados desde muy cerca. Pinturas rupestres, actividades rurales y cuantiosa naturaleza activan los sentidos y alejan de la rutina cotidiana.

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Sabores riojanos con perfume a torrontés El sol cubre con sus rayos la tierra riojana, los cerros enmarcan el paisaje y, en medio de esa postal divina, se disfruta de una copa de vino torrontés bajo la sombra de un árbol centenario. La única cepa nacional de origen, es un orgullo local y se cuela en las comidas y los dulces para satisfacer a los viajeros con sabores inesperados. Probar el vino en el mismo lugar donde crecen las uvas con las que fue realizado es un privilegio que se da en estas bodegas, que reciben visitas con atención personalizada. Es un placer caminar por los viñedos y las barricas de roble, conocer los procesos de producción y, finalmente, degustar diferentes etiquetas y maridarlas con productos regionales. El blanco elixir hace sonreír a los más sibaritas y nunca faltan con los brindis unas aceitunas típicas para acompañarlos. El broche de oro llega alrededor de la mesa, cuando se comparte un chivito al torrontés, un cabrito o un cordero; cuando se come una empanada o se disfruta un pan casero mojado en aceite de oliva. Los dulces llegan de la mano de las nueces, el membrillo y el alfajor de turrón e incluso se realizan en la provincia los originales alfajores de torrontés. Una escapada es suficiente para probar cada una de estas tentadoras delicias.

El buen vivir está a la orden del día para degustar vinos, aceitunas, chivitos y dulces regionales entre bodegas, cerros y naturaleza plena.

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Laguna Brava, el lenguaje del viento El ecosistema se expresa de manera salvaje creando paisajes llenos de fuerza e identidad. Eso sucede en Laguna Brava, en Vinchina y Villa Castelli, donde la aventura tienta a los viajeros entre montañas y refugios. Se trata de un área protegida en donde explorar lleva a descubrir tesoros y sensaciones en un marco que presenta desafíos entre la cordillera y la diversidad. En este sitio Ramsar vuelan cientos de especies de aves y hay cerros de once colores que contrastan con el cielo. Huellas de dinosaurios en la Quebrada de la Troya dan pie a historias sobre el pasado y lo mismo sucede en el cerro El Veladero, donde se realizaban rituales incaicos. La fauna autóctona, donde reinan las vicuñas y los flamencos junto a la fuerza del viento hacen sentir pequeñitos a los visitantes. Los guías especializados acompañan el recorrido entre refugios históricos, huellas incas, españolas y de criollos que fueron hacia Chile; volcanes, picos nevados y hasta géiseres. Por el clima, de diciembre hasta abril es el momento ideal para hacer una escapada hasta este tesoro escondido que los viajeros logran descubrir en las alturas.

Volcanes, flamencos y vicuñas, espejos de agua y hasta géiseres se divisan en un recorrido por este tesoro riojano, en donde todo es descubrimiento.

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La Mejicana, una aventura de altura Desde la última de las nueve estaciones del cablecarril La Mejicana, la vista de Chilecito y Famatina es una postal inmensa. A 4200 msnm, parece mentira que todo el recorrido -el segundo más grande de este tipo en el mundo- haya sido construido allá por 1903, con condiciones climáticas cambiantes y escasos recursos. Dicen que con sus 35 kilómetros, este Monumento Histórico Nacional es una de las mayores obras de ingeniería del hombre. Un guía cuenta a los viajeros que la construyó una empresa inglesa que, misteriosamente, escapó de un día para el otro dejando el cablecarril abandonado. Teorías y aventuras se tejen en este descomunal paisaje en donde la tecnología de épocas pasadas se funde con la naturaleza y el aire puro. El atractivo se extiende desde las cercanías de Chilecito hasta el cordón del Famatina, y en su base se visita un museo que exhibe objetos de la época de esplendor del lugar. Las dos primeras estaciones se visitan de manera independiente, a pie o en vehículo, y a partir de la 3 se recorre el cablecarril con guía. Algunos llegan en cabalgatas hasta la estación 5 y los más osados realizan travesías hasta la 9, donde se ve la entrada a la mina y un escenario increíble enmarcado por el rugido del viento.

Con una interesante historia, un cablecarril atraviesa nueve estaciones para alcanzar paisajes inesperados.

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Raíces, chaya y tradición riojana Cada febrero, miles de visitantes corren con las caras manchadas de harina. Es que durante tres días se festeja la Fiesta Nacional de la Chaya, que invita a dejar de lado cualquier pena en La Rioja, para darle paso a la alegría en una celebración que gira en torno a una leyenda.

La diversión se experimenta al máximo en estas jornadas, en las que los barrios se llenan de agua, harina y vino, con vidalas de fondo. No falta el aroma de la albahaca fresca, los sonidos de cajas chayeras, y la vestimenta de los Allys que llenan de color la provincia en días inolvidables.

Aventuras entre naturaleza y dinosaurios en La Rioja El mismo lugar donde anidaban y empollaban sus huevos animales prehistóricos hoy recibe a los viajeros que buscan conocer el pasado y admirar las formaciones cretácicas, de curiosas siluetas en el bolsón de Huaco.

Remontarse millones de años atrás es posible y hay mucho que aprender por los senderos rojizos de Sanagasta. La riqueza de este rincón dio pie a la creación de los sitios naturales protegidos, donde, imponentes, las réplicas de los gigantes dinosaurios no pueden más que deslumbrar.

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La Rioja, paisajes intensamente libres La Rioja luce viento propicio y aptitud para vuelo, superficies planas para el carrovelismo y montañas para descubrir mediante travesías. Por todo eso se convirtió en una meca de los deportes extremos y los viajeros llegan aquí en busca de adrenalina. En toda la provincia hay destinos donde sentir vértigo y vivir aventuras, desde longboard hasta vuelos biplaza en parapente. La fraternidad que surge es inmediata entre los aficionados que se reúnen; la población local ofrece servicios y cuida el medio ambiente para seguir disfrutando de estos paisajes con el correr de los años. Por aire o por tierra las posibilidades son variadas y se dan en un entorno silencioso y natural; a medida que se asciende en el paisaje, el ruido de la ciudad desaparece y da lugar a impactantes vistas. La Rioja es el único destino del norte donde se practica carrovelismo, gracias a que el viento dice presente todos los días. Los recursos se disfrutan con una filosofía de vida ecológica, y entre octubre y noviembre copan la zona los amantes del parapente que quieren aprovechar las condiciones climáticas. Jóvenes y adultos con buen estado físico se reúnen aquí para practicar hasta el cansancio. Las tribus deportivas valoran la provincia y la viven al máximo, dispuestos a trascender sus metas.

Los apasionados por los deportes extremos encuentran en esta provincia un paraíso lleno de desafíos.

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Ruta 40 en La Rioja: un camino, toda la magia La Ruta 40 pasa por La Rioja y, a través de ella, viajeros que se adentran por los caminos, esos que por estos pagos atraviesan incluso dos sitios declarados Patrimonio Mundial: el Parque Nacional Talampaya y el Sistema Vial Andino Qhapaq Ñan, además de otros lugares pintorescos del trazado de la provincia. Admirados ante tanto para ver, en el distrito de Guandacol se llega a la antigua casa de Felipe Varela, quien fuera uno de los tres caudillos más importantes de la comarca. Villa Unión es el centro de servicios más importante del valle del Bermejo y en este punto se vinculan las rutas hacia el Parque Nacional Talampaya y a la Reserva Laguna Brava. Los viajeros se conectan con la naturaleza y la cultura de antaño, que se posa en petroglifos de La Banda Florida y el Cañón de Anchumbil, con pinturas rupestres. La Cuesta de Miranda es un punto esperado por los que conocen el mapa de la provincia. Su tramo más alto regala vistas de tonos rojizos que contrastan con el cielo, y pintorescos poblados se suceden, siempre con un habitante dispuesto a calentar agua para el mate. Saborear exquisitas nueces en Sañogasta o visitar bodegas de renombre en Chilecito; hay muchos encantos a lo largo del camino y hay que darse tiempo para abarcar todos.

Una ruta que sorprende en tierras riojanas con pueblos pintorescos, valles llenos de aventuras y sitios históricos.

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Norte

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Jujuy


Purmamarca, tierra encantada El silencio de Purmamarca brinda una tranquilidad ideal para la contemplación. Pareciera que el paisaje dejó sin palabras a todos y algo de eso hay. El Cerro de los Siete Colores, ícono del norte argentino, con sus tonos escalonados conecta a una sensación de paz que acompaña todo el viaje. Esta localidad –emplazada en la Quebrada de Humahuaca, Patrimonio Mundial– se jacta de tener el cabildo más pequeño del país y un algarrobo de más de 600 años. Todo tiene un pasado asombroso, desde la iglesia Santa Rosa de Lima, Monumento Histórico Nacional, hasta las casas de adobe, que se funden con el paisaje. La gente local espera con su calidez entrañable, la plaza principal aguarda con sus puestos de artesanías y las callecitas de tierra brindan una postal única. Es como un viaje en el tiempo, donde es posible cruzarse con un “misachico” (pequeña peregrinación) o escuchar a una dulce coplera para luego volver al presente. Las noches también son únicas en Purmamarca. Las estrellas parecen más cercanas y se juega a descubrir las constelaciones y los planetas. Senderismo, compras, caminatas por el pueblo y gastronomía local satisfacen tanto como las fiestas populares, que se dan todo el año. Sólo hay que mirar la agenda y elegir cuándo ceder a los encantos de esta localidad mágica.

Con el cerro de los Siete Colores como regalo milenario, este pueblo sorprende con sus artesanías, su historia y su gastronomía. 49


Jujuy: el lugar para redescubrir lo esencial En una casa rural, ayudar con las tareas cotidianas y aprender los secretos del campo es tan rico como probar la gastronomía típica.

Pisar la tierra, sentir el olor de la leña, probar el agua de vertiente o un pan recién horneado llena el espíritu. Desde bien temprano, después de un desayuno de api con tortillas, es momento de ordeñar las cabras y obtener la leche para el queso, cuidar los cultivos o aprender las técnicas ancestrales de tejido. Cosechar hortalizas, pasear a los animales o hacer un guiso de papa oca: cada opción contacta con el legado de cientos de generaciones y la Pachamama.

San Salvador de Jujuy, la historia a cada paso Por las calles de la ciudad de San Salvador de Jujuy, ataviadas por los colores de los lapachos y una arquitectura de contrastes, los gauchos viven fervorosos la Gesta Heroica del Éxodo Jujeño y mantienen las tradiciones de la vida rural.

Aquí se custodia la Bandera Nacional que Belgrano legó al pueblo jujeño y en los edificios históricos se respira el pasado heroico de la ciudad. Como complemento, almuerzos en restaurantes regionales y de clase gourmet y luego sí, llegan la siesta o un tratamiento de spa con vista a los cerros. Más tarde, se disfruta de las noches estrelladas con música en vivo y el hechizo de las peñas.

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Tilcara, corazón de la Quebrada En Jujuy, la RN 9 hacia el norte se vive tomando mate con unas hojas de coca. Se observan formaciones rocosas únicas y la emoción crece a medida que se avanza hasta llegar a Tilcara, el pueblo que se levanta en medio de la Quebrada como una apacheta en la montaña. Los cardones protegen la villa elegida para vivir por pintores, músicos y poetas. El aire bohemio se respira en las calles, donde milenios de cultura y de historia conviven en un ambiente noble. En el mercado, los colores se mezclan con los aromas de las especias, mientras el azul del cielo contrasta con las casas de adobe. Formar parte de una caravana de llamas desde la plaza principal hasta el ingreso al Pucará es tan conmovedor como admirar la Quebrada de Humahuaca desde esta fortaleza construida por los tilcaras, símbolo de resistencia. La capital arqueológica y museística de Jujuy da paso también a la aventura, con caminatas por los cerros circundantes o por el cauce del río Huasamayo hasta la Garganta del Diablo. Hay bares, casas de té y peñas en cada esquina. A estas últimas vale disfrutarlas de noche, comiendo unas empanadas con vino jujeño mientras musicaliza la velada el folklore local. El pueblo comparte sus encantos, entre la calma absoluta y fiestas populares.

Un pueblo para descubrir la vigencia de sus tradiciones ancestrales y la particularidad de sabores que reflejan sus raíces originarias.

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La fe, el coraje y la tradición salen al ruedo en Jujuy Lugareños y visitantes se unen para honrar a la Virgen de la Asunción y a la Pachamama, dando lugar a un momento de puro festejo.

Una fiesta única, donde la tradición y la alegría puneña se encuentran en la celebración del Toreo de la Vincha. En Casabindo, cada 15 de agosto, los lugareños rescatan la vincha roja del toro una y otra vez para ofrendarla a la Virgen. Desde bien temprano, se mezclan corpachadas y baile de cuartos, entre oraciones, cantos y sikuris. El espíritu kolla de los pueblos puneños dice presente en esta manifestación de religiosidad.

Como reyes en Jujuy, un descanso natural Termas de Reyes es sinónimo de relax absoluto. En medio de una imponente quebrada las piscinas de aguas termales aportan todo lo necesario para ceder al ritmo tranquilo de la zona.

La mirada se pierde en los cerros que custodian el lugar y comienza la desconexión de la rutina y el encuentro con uno mismo. Antiguamente, los monarcas incas llegaban a este lugar en busca de bienestar y hoy los viajeros alternan relax con caminatas o cabalgatas, un plato gourmet y la sensación energizante de un masaje con el sonido de la naturaleza de fondo. No falta nada para que el descanso sea completo.

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Humahuaca, tierra heroica de la independencia argentina En la Ciudad Histórica de Humahuaca, cuna de hombres que lucharon en la Guerra de la Independencia, el sonido de las bandas de sikuris se mezcla con las campanas de la iglesia o los niños copleros. Allí, la arquitectura hispánica brilla por las calles empedradas, mientras desde el reloj del Cabildo una figura de San Francisco Solano imparte su bendición.

Pasear por este rincón jujeño resguardado por los cerros es transitar miles de años de expresiones culturales originarias. Al caer la tarde, se encienden los faroles y se siente la amplitud térmica, pero del otro lado de la estación de trenes, las casas de adobe siempre cobijan a los visitantes.

Jujuy, en lo más alto de la Ruta 40 En la Quiaca, en el kilómetro 5000 de la Ruta 40, las emociones florecen. Es el punto inicial o final de un camino que une a toda la Argentina en un recorrido extraordinario que incluye salares, puna, lagunas y muchas historias.

El sol tiñe el cielo de diferentes tonos y el olor a leña que brindan los hogares permite deleitarse con el lugar. En medio de la cultura kolla y atacameña se escucha una copla, se aprende sobre geología y se visita una casa rural en la que hacer noche aislados del mundo.

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Entre quebrada y yungas: por el Qhapaq Ñan Hay cosas que no suceden todos los días, como atravesar dos sitios declarados Patrimonio Mundial, una Reserva de Biósfera y un Parque Nacional en un mismo viaje, en el que selva, colores guaraníes, desierto y puna llevan al magnífico Camino Inca.

El Qhapaq Ñan sorprende, y en un cambio muy marcado se pasa de la aridez a la vegetación exuberante. Los lapachos enmarcan los senderos en medio de la montaña. Caminar por estas huellas míticas es viajar al pasado, y la inmensidad se nota en el silencio, sólo interrumpido por el sonido del viento que silba como un mantra.

Quebrada de Humahuaca: sabores de la Pachamama De la mano de sus vegetales, granos y especies, los lugareños dan la bienvenida. Aquí el pan calentito es casero y el queso es de cabra.

El viento cálido acerca los aromas y los viajeros se sorprenden con las más de cien variedades de coloridas papas andinas y los matices del maíz. La comida va “de la tierra al plato” y lo gourmet toma sus raíces para modernizarse. Sólo queda agradecerle y pedirle a la Pachamama, que mantenga girando a esta rueda de sabores. A la orden del día está la quinoa -alimento sagrado-, bebidas fermentadas, tamales norteños, guisos, milanesas de quesillo, picantes, humitas y cazuelas de llama. 54


Huella gaucha jujeña, un camino de tradición En la selva, donde las guerrillas gauchas se ocultaban para atacar a los españoles, ahora camina un grupo de viajeros y comprende un poco más la historia. Al este de San Salvador de Jujuy, el barrio San José de Chijra es el punto de partida para seguir por Barro Blanco, Tilquiza, Corral de Piedras, Finca el Quirusillal y Ocloyas.

Entre yungas, aves de cientos de especies y sabores locales, un camino lleno de colores criollos. Una cabalgata por senderos cercanos para comprender el ser criollo impulsa a degustar un dulce de frutas recién cosechadas, un queso, o un bollo en una ronda de mates donde se comparten leyendas o historias.

A pura aventura por los valles de Jujuy La tranquilidad jujeña hace una pausa para ofrecer movimiento y diversión. Pesca, windsurf, tirolesa y otras actividades sorprenden tanto como la Ruta del Tabaco y las tradiciones gauchas con sus cabalgatas, marcadas y pialadas.

Emprender una aventura por los valles está tan al alcance de la mano como la naturaleza y no hay mayor gratificación que sentir la brisa sobre el cuerpo. Los campos de vegetación acompañan una buena caminata y ni hablar del parapente, que regala vistas increíbles de una manera que verán sólo los que se animen. Como premio por la jornada un quesillo con miel de caña o el sabor de unos buñuelos recién hechos. 55


Salinas Grandes: mar de sal en la Puna Rumbo a Salinas Grandes, se sube serpenteando la Cuesta de Lipán. Un té de coca ayuda a evitar el mal de altura y, mientras se degusta, el juego consiste en encontrar vicuñas en el camino. Cada curva tiene escondida una nueva postal. El pasaje de la colorida quebrada a la aridez de la Puna es sorprendente. Al llegar a Salinas, el blanco encandila y las llamas esperan a los visitantes para una caravana. El alto en el camino es para disfrutar productos regionales: hay vino jujeño, queso de cabra y dulces que entretienen hasta que la caída del sol centra la atención de todos. La noche llega junto con el frío y se ven infinidad de estrellas en un cielo diáfano. El ambiente se colma de paz y por un momento todo queda en silencio. Los rituales son inevitables: sentir la sal entre las manos, descalzarse para apreciar su textura en los pies y sacarse fotos saltando. El nevado de Chañi y el de Acay, los picos más altos de la provincia, enmarcan ese paisaje exquisito. Antes de emprender el regreso, las comunidades originarias ofrecen suvenires. Las llamas y los diferentes adornos realizados en sal permiten partir con un recuerdo palpable que guardará la experiencia.

Un espectáculo único. Perderse en la inmensidad blanca justo a la caída del sol y la salida de las estrellas en un paisaje majestuoso. 56


Naturaleza intensa en Calilegua Ver los diversos estratos de las yungas argentinas en cuarenta minutos parece una misión imposible, pero no lo es. En el Parque Nacional Calilegua, en Jujuy, más de 350 especies de aves vuelan libres por la reserva de biósfera que cobija ríos, flora y fauna. Se trata de la segunda región en Argentina con mayor biodiversidad. En este paraíso hay senderos de fácil acceso y es un placer recorrerlos junto a algún guía de la comunidad guaraní, dispuesto a compartir su cultura y sabiduría. En medio de la paz mezclada con la sensación de aventura que genera la selva, se ven tucanes y monos, se escucha un loro alisero y la curiosidad no tarda en llegar al saber que se está en la casa del yaguareté. Entre lapachos, las vistas del río San Lorenzo maravillan tanto como su sonido sedante y el aroma a las flores y las nubes se cuelan entre la vegetación. Las fiestas como el Carnaval Arete Guazú, el Festival del Mango o las peregrinaciones al Santuario de la Virgen de Guadalupe son una buena oportunidad para ir. Durante todo el año el parque recibe a los viajeros dispuestos a hacer trekking y senderismo, andar en bicicleta y, por supuesto, practicar avistajes. La naturaleza toda está aquí para maravillarnos.

El Parque Nacional Calilegua sorprende con aves, fauna y flora rozagantes en un lugar donde la naturaleza vive en estado puro. 57


Norte

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Catamarca


Antofagasta y el cráter más grande del mundo La conformación geológica del planeta cambió y continúa cambiando, y en Catamarca se aprecia en directo a través de sus salares, sus volcanes y sus elevaciones. La historia de la tierra, la Puna y la naturaleza conforman un atractivo irresistible, que en Antofagasta de la Sierra emociona con paisajes inmensos. La estrella es el volcán Galán. Con sus 36 kilómetros de radio, es el cráter más grande del mundo, se recorre y conduce hasta las ruinas Incahuasi. Camino a él hay tres lagunas de altura donde anidan cientos de flamencos andinos y las impresionantes postales continúan. Se atraviesa el salar de Antofalla y un campo de piedra pómez, donde los ojos de los visitantes no encuentran el fin del paisaje y la sensación es la de estar en un espacio lunar. Como curiosidad, contrasta un sector negro del magma. El Salar del Hombre Muerto y las ruinas marcan el final del recorrido. Antofagasta queda a unos 500 kilómetros de San Fernando del Valle, en un trayecto lleno de sorpresas. Los ríos dejan ver a las truchas, las vicuñas acompañan a ambos lados de la ruta, nunca falta un restaurante de comida regional y memorable es cruzar El Peñón, un pequeño pueblo andino. Es tanto atractivo que habrá que preparar los ojos, la cámara y el corazón.

Lagunas de altura, el campo de piedra pómez, salares, el volcán Galán y el cráter más grande del mundo invitan a una experiencia inolvidable.

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Laguna Blanca: un oasis lleno de contrastes Entre los departamentos de Belén y Antofagasta, se levanta la Reserva de Biósfera Laguna Blanca. El agua cristalina que deja entrever el fondo de la superficie se mezcla con la aridez del paisaje y esa combinación atrae a los viajeros. La gente del pueblo aprecia el recorrido hecho para llegar hasta aquí y lo demuestra cordial y afectuosamente. Alrededor de la laguna salina el amor por la tierra y el respeto por la vicuña se traducen en las costumbres regionales. En un recorrido por las construcciones de adobe y pirca, el animal silvestre se deja acariciar como si se jactara de la suavidad de su lana. La comunidad local respeta mucho a la ancestral vicuña; realiza artesanías con su lana y luego de la esquila, se las devuelve a su entorno en una ceremonia sagrada llamada “chaku”, que se realiza cuatro veces al año y en la que pueden participar los visitantes. Después de la esquila, hay una gran fiesta popular. El primero de agosto se celebra el día de la Pachamama y tiene lugar la corpachada puneña, un rito en la plaza central. El nevado de la laguna corona el entorno, en donde se suman opciones como la pesca, los mercados artesanales y una caminata hasta una cascada que regala una vista privilegiada.

Picos nevados, agua cristalina y un fondo lleno de sal conforman un paisaje mágico en esta reserva natural.

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El Shincal, la capital incaica más austral El aire que se respira en el sitio arqueológico El Shincal guarda la energía de miles de años. El canto de los pájaros acompaña el recorrido y genera una unión con las culturas ancestrales de la zona que dejaron su legado en este rincón de Catamarca. Subir los escalones hacia los cerros ceremoniales es adentrarse en el sitio arqueológico inca más grande de la Argentina. La escalera invita a llegar a la cima por peldaños que asombran por la perfección con la que están recortados, para contemplar las más de cien construcciones incas bien conservadas. La alineación de los edificios con el espacio cósmico genera una postal preciosa y, en el punto más alto del camino, la vista del paisaje serrano maravilla. Un guía explica que “shinki” es la planta presente en toda la zona; de ahí el nombre de este paraíso: lugar donde abunda el shinki. Entre los matices de la flora y los sonidos de la fauna escondida, el ambiente sorprende por su limpidez y las cámaras de fotos buscan plasmar los colores que se dan. Pisar el suelo rocoso, sentir el aire puro y el sol pegando en la cara; los ríos corriente abajo y los arbustos que se mecen con el viento conectan con un pasado majestuoso. Hay una civilización que aún vive y tiene una historia que contar.

Un encantador paisaje enmarca más de cien construcciones que conforman una postal maravillosa y llena de historia.

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Un paseo por la inspiradora Cuesta del Portezuelo “Desde la Cuesta del Portezuelo, mirando abajo parece un sueño. Un pueblito aquí, otro más allá, y un camino largo que baja y se pierde”, cantan Los Chalchaleros en una de sus zambas, Paisajes de Catamarca. Pero no sólo por eso esta cuesta es la más famosa de la provincia. Su belleza justifica haber inspirado la canción y regala una vista privilegiada de la ciudad y de sus valles. En una escapada para la conexión con la naturaleza y con uno mismo, visitar este rincón es sumergirse en un cuadro lleno de bondades. El aire puro, los colores de la vegetación en contraste con el cielo y los ranchitos sencillos con patios de tierra invitan al desapego. Es un paisaje típico de la zona y el camino que une al este con el valle central. La vista desde la cumbre, la brisa que alivia el recorrido y el avistamiento de cóndores extendiendo sus alas hacen sentir la libertad. Desde San Fernando del Valle se realiza el paseo a la cuesta. Es una oportunidad única para conocer este paraje que inspiró nuestro folklore popular y también para degustar dulces, licores y confituras locales. Los gaznates, los rosquetes, la torta de turrón, los dulces de lima, cayote e higo, y las típicas nueces confitadas coronan el placer, así que a no olvidar el equipo de mate.

Una cuesta inspiradora, que con sus tonos de verde y sus vuelos de cóndor fue musa de la conocida zamba Paisajes de Catamarca.

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San Fernando del Valle de Catamarca, legados de cultura y fe Gastronomía regional, arte, arqueología y religión se conjugan en San Fernando del Valle.

Caminando sin apuro por sus callecitas, se descubre un lugar apacible, donde el mix de estilos arquitectónicos va de lo colonial a lo moderno. La devoción se siente a flor de piel en la catedral local y el camarín de la Virgen del Valle, Patrona del Turismo Nacional. La temperatura siempre es agradable, y predispone a continuar el paseo por numerosos museos y sitios históricos. Los tejidos se llevan todas las miradas y a la noche los sabores toman la posta acompañados por un auténtico vino catamarqueño.

Fiesta Nacional del Poncho, la celebración más cálida del invierno En pleno invierno, cobijarse del frío con el calorcito catamarqueño es posible en la Fiesta Nacional del Poncho, mientras los espectáculos de destreza criolla, bailes y música animan el festejo y la cultura local se da a conocer a través de su gente.

Todo invita al disfrute, desde tocar la suavidad de la lana, hasta probarse algún modelo y admirar los colores que remontan a los orígenes. El bullicio es constante y se respira alegría. Comidas regionales de cada rincón catamarqueño son acompañadas de algún vino o licor del norte.

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Fiambalá, un brindis para el bienestar y la aventura Por la ruta de los Seismiles los escenarios vírgenes florecen ante los viajeros. Casi en la frontera con Chile, el paisaje ofrece más de veinte picos que superan los 6000 msnm y traen consigo grandes contrastes de colores, formaciones geológicas y amplitudes que deslumbran hasta llegar a las termas de Fiambalá, con temperaturas que van de los 38° a los 70º. La unión con la naturaleza está tan presente como la necesidad de contemplación de los viñedos en los paisajes serranos. La tentación lleva a probar los vinos locales de altura y una copa de malbec, syrah o cabernet sauvignon conecta a los viajeros con la tierra catamarqueña, mientras los locales, sencillos y hospitalarios, cuentan cómo es la producción en estas bodegas. Muchas son de adobe, material noble que invita a recorrer la ruta que lleva su nombre. En Fiambalá, sumergirse en los piletones de piedras pircas y sentir el agua caliente que llega de una vertiente natural relaja el cuerpo y nadie se niega ante un placer tan beneficioso para la salud. El hecho de que las piscinas estén adentro de la montaña, literalmente, brinda un espectáculo único en medio de la quebrada. El momento de gloria llega al caer la tarde, cuando se ve desde las termas la luna coronando el paisaje.

Sumergirse en aguas termales de una vertiente natural, placer para la mente y relax para el alma.

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Microclima de verano en las sierras catamarqueñas El Rodeo, Las Juntas, La Puerta, Las Pirquitas, Los Ángeles y Concepción son las villas veraniegas donde los microclimas tientan para pasar la temporada estival, entre las caricias del sol, el verde de los paisajes, los ríos y sus balnearios, preparados para recibir visitantes que se acercan de todo el país. Hay espacio para el descanso y la recreación, para la conexión natural y para un ritmo más activo. En la sierra de Ambato, el sector más verde de Catamarca, la frescura cobija a los viajeros y les ofrece tranquilidad en los pueblos, con tradiciones provincianas, pesca de trucha, y folklore los fines de semana. En Las Pirquitas sorprende el espejo de agua más grande de la zona. Acampar, disfrutar de un té mirando el río, realizar una cabalgata en familia o embarcarse en un trekking por senderos como La Silleta en La Junta o El Cristo en El Rodeo, son vivencias inolvidables. Una muestra de identidad gauchesca de la mano de un desfile de caballos y monturas, una degustación de dulce de membrillo o una compra de productos textiles en un paseo artesanal completan la fórmula: descanso, naturaleza y más descanso, que sólo en lugares tan gratos como estos paraísos se puede vivenciar.

Vegetación verde brillante, sabores locales, identidad y folklore: una excelente combinación al momento de pensar en un verano diferente. 66


Tradiciones ancestrales en la Ruta del Telar En las hebras de la urdimbre del telar criollo se deslizan las rústicas manos de los artesanos. Estos hombres y mujeres tejen con la misma facilidad con la que respiran. Lo hacen desde que habitaban el suelo las culturas originarias, transmitiéndose la técnica abuelas, madres y hermanas. La Ruta del Telar en Catamarca invita a conectarse con el aprendizaje y la cultura en medio de sierras y valles. Sorprende tanto la naturaleza y la noche estrellada como ver a los lugareños motivados con su labor ancestral. En principio la base de la economía era matriarcal, hoy toda la familia trabaja hilando y tejiendo. Conocer a estos artistas en sus mismas casas y comprar ponchos y telas a los productores ayuda a contagiarse de la cadencia suave con la que hilan sin preocupaciones fibras de llama, oveja y vicuña. Nunca faltan el mate, el sol y el aire libre, pues son fábricas a cielo abierto: en cada patio hay un telar. Afuera, el río Belén hilvana el recorrido por una zona llena de sitios arqueológicos para visitar. Las nueve localidades de la ruta, con más de 300 artesanos, tienen sus características únicas de diseño. Hay guardas incaicas, guardas atadas, rústicas y frisados, con los colores de la tierra o con tintes naturales.

Conocer a los artistas en sus mismas casas; comprar ponchos y telas y contagiarse de la cadencia suave con la que hilan.

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Litoral

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Entre RĂ­os


entre ríos, tierra de carnaval Las plumas se mueven al compás de la música y los cuerpos llenos de brillos se lucen bajo las estrellas. Los integrantes de las comparsas dejan todo en la competencia y el público participa sumándose al baile, a los aplausos y ovaciones. En Entre Ríos todo el año se trabaja para llegar al carnaval con el máximo esplendor y eso se siente. Gualeguaychú, Concepción del Uruguay, Concordia, Gualeguay, La Paz, Santa Elena, Federación, Hasenkamp y Victoria despliegan su arsenal para los festejos estivales. Miles de visitantes de todo el país se acercan a vivir la fiesta, y no queda nadie sin entregarse al ritmo y divertirse formando parte de esta expresión cultural que contagia a cualquiera que se cruce en el camino. La música va envolviéndolo todo de a poco con su cadencia alegre, mientras las carrozas alegóricas y los trajes sorprenden con sus colores en cada pasada y lucen un nivel de detalle increíble que enorgullece a los entrerrianos. Coronar un día de playa y termas con este broche de oro deja marcados recuerdos imborrables en los viajeros, que incluso alquilan trajes típicos, compran souvenirs y repiten las letras de las canciones de las comparsas.

Colores, música, brillos y ánimo festivo están siempre presentes durante los veranos entrerrianos a puro baile.

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Tesoros en los espejos de agua entrerrianos Del brillo del rocío a los rayos de sol, de las sombras de la siesta a las estrellas, los pescadores experimentan postales llenas de magia, la pesca con devolución brinda alegría y calma.

Pejerreyes y dorados danzan en los ríos entrerrianos y desafían a los visitantes. Los baqueanos del río dan consejos para tener éxito y las anécdotas se suceden entre mates y risas. El momento del pique se vive con adrenalina y luego, se devuelve la pieza a su hábitat con emoción, en medio de un entorno que impone un ritmo sagrado.

Días de tranquilidad en el campo entrerriano Un desayuno campero llena de energía para empezar el día en los campos entrerrianos, donde acoplarse al ritmo de la naturaleza, alimentar a los animales, cosechar frutos de la tierra y cocinar pan casero renuevan el espíritu.

En las estancias y antiguas casonas del litoral no existen los ruidos de alarmas y el canto de las aves marca el paso de las horas. Una siesta, una comida casera, una cabalgata, una travesía en piragua por un arroyo y como broche de oro el atardecer, el ocaso en medio de un paisaje soberbio.

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Descubriendo la belleza de El Palmar Observar aves atrae a familias, especialistas, ecologistas, fotógrafos y conservacionistas, y cada uno aborda a la naturaleza en el Parque Nacional El Palmar a su manera. El departamento de Colón recibe a los visitantes con pura vida y la calma es tal que cientos de aves eligen este rincón del país para andar en libertad. Ver los comportamientos de cada especie resulta literalmente un regalo del cielo. Los senderos proponen recorridos entre la vegetación densa cruzada por arroyos y lagunas. Los viajeros se conectan con el ecosistema en silencio y los sonidos provienen sólo de la brisa, la fauna y los pájaros que cantan como si dieran pistas para que se los vea. Hay más de 250 especies aladas; los visitantes consultan sus guías y discuten si aquel es un corbatita o un tordo, fotografían cardenales y se embelesan ante los canasteros y las lechuzas. La emoción máxima llega cuando se divisa alguna figurita difícil, por ejemplo un cardenal amarillo, especie en extinción que encontró su casa en este edén litoraleño. La selva se luce como una galería de arte que se recorre a caballo, a pie o en una navegación. La última reserva de palmeras buttia yatay del mundo sorprende a los viajeros con sus atardeceres sobre las playas del Río Uruguay.

Por los senderos de este rincón litoraleño único se aprecian la última reserva de palmeras buttia yatay del mundo y más de 250 especies de aves.

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paraná, Vacaciones al ritmo del río La capital de Entre Ríos se erige sobre barrancas y ostenta una geografía inigualable. Cualquier viajero que llega a la ciudad de Paraná se maravilla con la panorámica que ofrecen el río y la arquitectura ecléctica. Este rincón litoraleño tiene el mismo ritmo que el agua golpeando contra la orilla. La plaza principal -1° de Mayo- es un buen punto donde arrancar un recorrido por los tesoros de esta metrópoli. El Palacio Municipal luce una torre con un icónico reloj y el edificio de Correos y Telecomunicaciones, antigua residencia de Urquiza, es otro edificio imperdible. Por la calle peatonal los viajeros siguen hasta la Plaza Alvear y el Centro Cívico. La Casa de Gobierno está aquí y las cámaras de fotos disparan con ganas ante el estilo barroco y renacentista que data de 1884. Una caminata por la costanera relaja tanto como ver el atardecer o disfrutar unas horas en la playa. Apenas cae el sol, los visitantes buscan comida regional. La boga es la estrella, en albóndigas, empanadas o al escabeche. En esta urbe se come pescado fresco de todas las formas posibles, también frito o a la parrilla. Por eso, es imperdible visitar el Puerto Sánchez, lugar histórico dedicado a la pesca, que regala una postal pintoresca y representativa de este paraíso litoraleño.

“De la ribera soy el peón/ del río hermano pescador/ y en Puerto Sánchez con guitarra soy cantor”. (Los hermanos Cuestas, Canción de Puerto Sánchez)

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Entre Ríos, buenos momentos en la playa Entre Ríos es abrazada por dos grandes ríos, el Paraná y el Uruguay, y el margen derecho de este último despliega un abanico de posibilidades para quienes lo visitan. Suaves arenales llenos de propuestas esperan a los viajeros bajo el sol. Gualeguaychú, Concepción del Uruguay, Colón, San José, Concordia, Federación y Chajarí son algunos de los puntos que viven en plena conexión con la naturaleza. Los trotamundos comprueban esto al dar una caminata descalzos por la orilla, alrededor de una fogata nocturna sobre la arena a metros del sedante arrullo del río y al navegarlo desde adentro. Los lugareños consideran a estos espejos de agua “el patio de su casa” y es un placer experimentar esa sensación. Las aves musicalizan las tardes de mate y los picnics sobre la arena, y la flora acompaña dando color y purificando el ambiente. Las playas, sello de la región, conservan sus arenas blancas y los sauces próximos a la orilla regalan la sombra necesaria para echarse a dormir una siesta y olvidar cualquier pena. Paradores, parrillas para el asadito de extensa sobremesa, zonas de camping, sombrillas y gazebos están al servicio de las parejas, familias y amigos que llegan de noviembre a marzo en busca de un buen momento y vuelven llenos de gratos recuerdos.

La costa del río Uruguay sorprende con aves que se pasean, sauces que regalan sombra a la hora de la siesta, asados y extensas caminatas.

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Diamante, el esplendor del Parque Nacional Predelta Ríos, riachos, arroyos y lagunas dan forma al Parque Nacional Predelta cercano a la ciudad de Diamante. Allí los viajeros se relajan tomando un mate frente al río Paraná y meditan en la naturaleza.

La sensación de libertad se percibe entre el aroma a la vegetación de los humedales. Disfrutar de un fogón en el Paraje La Jaula es una experiencia tan revitalizante como quedarse a ver el cielo estrellado, cediendo a la aventura.

Palacio San José, un día en la casa del general Cerca de Concepción del Uruguay, la historia aguarda en medio de la naturaleza. El legado del general Justo José de Urquiza recibe a los viajeros en este palacio, donde las luces tenues aportan calidez y cada sonido transporta en el tiempo.

Recorriendo los pasillos señoriales de lo que hoy es un museo, se eriza la piel y se respira parte de la historia política, social y cultural de la nación.

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Entre Ríos, entre termas Los viajeros no dejan pasar mucho tiempo entre que llegan a Entre Ríos y se sumergen en las aguas termales. La tentación está ahí, por todos lados y en medio de la naturaleza, en Gualeguaychú, Concepción del Uruguay, Colón, San José, Villa Elisa, Concordia, Villaguay, Federación, Chajarí, La Paz y Basavilbaso. Las cualidades de estas aguas sagradas son únicas y cada visitante lo siente apenas se sumerge, tanto en el cuerpo como en el espíritu. El acuífero guaraní aporta las condiciones necesarias para que las termas oscilen entre los 36 y los 42 grados y esa grata temperatura quita todo rasgo de estrés, acaricia la piel dejándola suave y se lleva los dolores y las preocupaciones. Los complejos se disfrutan con tranquilidad y también entre risas; se dan charlas en el agua y silencios para meditar en paz. El placer y el bienestar es absoluto y el paisaje entrerriano enmarca el cuadro con su vegetación frondosa y su ritmo calmo. La cordialidad de la gente de la zona colabora con el disfrute y hay también servicios de spa y masajes, siestas y parques acuáticos ideales para los más chicos; cabañas y hoteles para mantenerse independiente o darse el gusto de no hacer nada, alquiler de batas y toallas y las oportunidades que brinda el río.

Aguas calientes y relajantes aguardan en complejos llenos de paz, naturaleza y confort para olvidarse de la rutina y el estrés. 76


Selva de Montiel, una escapada a pura naturaleza La formación de Montiel no es una selva pero hizo mérito para ganarse ese apodo. El aspecto enmarañado de este bosque hizo que se instaurara en el lenguaje popular esa denominación y los viajeros aceptan el desafío de recorrerla, desde que los lugareños comenzaron a hacerle fama de impenetrable. Entre cientos de ñandubay y algarrobos negros se recorre el paisaje lleno de troncos retorcidos de los que penden líquenes, enredaderas y claveles de aire, y reina un verdadero gigante: el quebracho blanco. Las palmeras yatay y las caranday se recortan en el cielo dando forma a atardeceres imborrables. Es la única zona de la provincia que cobija palmares mixtos y los amantes de la naturaleza lo saben y valoran. Los ríos y arroyos que surcan la región se complementan con el verde que brilla bajo el sol. Los bañados y tajamares dificultan la circulación y el monte se vuelve aún más mítico para los invitados, que intentan reconocer a la fauna mediante huellas o sonidos misteriosos. Son manchones en los departamentos Federal, San José de Feliciano y Villaguay, que invitan a meditar sobre la importancia de preservar los recursos naturales. Frente a tanta inmensidad se siente la adrenalina y nadie quiere escapar de esta aventura.

Una combinación única de la naturaleza que invita a descubrir un universo repleto de biodiversidad.

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Litoral

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Santa Fe


Un verano de diversión en la ribera santafesina Vivir cerca del agua tiene su magia. Siempre hay un río donde bañarse, ir a pescar o escaparse a mirar el horizonte. La gente de Santa Fe sabe de esa magia y la comparte con sus visitantes, en primaveras y veranos de días largos llenos de naturaleza. Apenas comienza la mañana, las playas y las costas comienzan a poblarse. Algunos van con sus reposeras y otros usan las de balnearios y paradores. Unos salen a correr o andar en bicicleta y otros prefieren la pesca. La diversión y la calma están garantizadas tanto como el sol, que deja la arena calentita y hace de la temperatura del agua la exacta para refrescarse. Un paseo en gomón o moto de agua, un poco de surf o alguna actividad náutica; entretienen a los más aventureros mientras otros toman sol. Hay chicos jugando en la arena, gente leyendo y extensas caminatas. Frente a la ciudad de Rosario, las islas proponen días exclusivos en familia o con amigos. Y en la ciudad de Santa Fe, el paisaje con el Puente Colgante de fondo es una postal ideal para ver caer la tarde. Infaltable disfrutar de un partido de vóley playero, un partido de tejo, un café en una confitería o una cervecita. Mientras las aguas de la laguna Setúbal y del Río Paraná refrescan las jornadas estivales, todo es más fácil de realizar.

Frente a Rosario las islas proponen exclusividad y en la ciudad de Santa Fe, el paisaje con el Puente Colgante es ideal para ver caer la tarde. 79


En busca de las aves de Santa Fe Siete sitios AICAs, dos sitios Ramsar y diecinueve áreas protegidas; Santa Fe es un paraíso para los apasionados de los avistajes en espacios acuáticos. Un viaje que se enriquece con leyendas populares y gastronomía regional.

El silencio profundo es interrumpido sólo por el canto de los pájaros que atraen a los visitantes como sirenas. Esta provincia de pastizales, monte y humedales permite disfrutar de especies tan diversas como los charlatanes y los flamencos rosados. La satisfacción del encuentro es inigualable.

Santa Fe y Rosario: dos ciudades que reúnen Santa Fe y Rosario son mecas corporativas y de estudios. Miles de personas intercambian conocimientos, realizan posgrados, cierran negocios, dan y escuchan conferencias. Con dos burós de eventos, estas ciudades resultan amenas para organizar encuentros.

El río recibe a visitantes que disertan, debaten y disfrutan de la provincia. Para completar el combo hay spa, gastronomía, librerías y la costa ribereña donde respirar aire puro.

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Rosario, movimiento a la vera del río Las ciudades con río tienen algo especial, un encanto que se conoce entre la mezcla de urbanidad y naturaleza plena. Rosario sabe eso y lo hace valer: las aguas calmas siempre presentes funcionan como un remanso en la vida cotidiana, y los viajeros descubren lo bien que se la pasa entre la ciudad y la playa. En la cuna de tantos artistas, los festivales a pura alegría santafesina, grandes eventos e incluso reuniones de negocios, se acompañan con la variedad de sabores locales. Estando en la Capital Nacional del Helado, es imposible no ceder a su hechizo; y la cocina gourmet y de autor sorprenden tanto como las delicias nacidas en el lugar, desde el popular aperitivo Amargo Obrero, hasta “el carlito” –típico sándwich oriundo de estos pagos- o los platos elaborados con pescados de río. Los días se pasan entre paseos en la isla, largas caminatas o recorridos en bicicleta por los parques de la ribera, donde el brillo del agua regala toda su tranquilidad; o descubriendo los íconos como el Monumento a la Bandera y los barrios calmos que conviven con áreas modernas. Al caer la tarde, las luces encienden otra postal y nunca falta un bar abierto con buena música o un espectáculo. Jornadas llenas de posibilidades y noches a la altura de las circunstancias.

Rosario tiene ingredientes de sobra para mostrarle a los viajeros qué encantos la llevaron a ser una ciudad con todas las letras.

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Jaaukanigás, el origen de la vida Los esteros reflejan la vegetación que trepa al cielo. El sonido del entorno relaja a los visitantes y las huellas de los animales despiertan curiosidad por encontrar a quienes dieron pasos en medio del ecosistema salvaje. Sucede en Jaaukanigás (“gente de agua”), un humedal del noreste santafecino que con sus 492 mil hectáreas propone decenas de actividades para acercarse a la naturaleza. Este sitio Ramsar se posa sobre el Río Paraná y casi no fue intervenido por el hombre. Son kilómetros de agua dulce en un contexto agreste, a los que se accede por cinco portales. El guía lugareño lleva a un grupo en una embarcación y señala un quebracho, más allá un timbó y un mistol. Son algunas de las especies de árboles de estos pagos, hogar de cientos de animales. Hay lobitos de río, osos mieleros, carpinchos y monos aulladores; yararás, yacarés y hasta anacondas amarillas. Hay que acoplarse al ritmo que el agua propone y disfrutar el aroma de la flora, la textura de los árboles, el roce de los pajonales que rodean la embarcación y las caricias del sol. Los viajeros se llevan de recuerdo artesanías en barro y madera y cientos de imágenes que los acompañarán para siempre recordándoles a la “gente de agua”.

Uno de los mayores humedales de la Argentina recibe a sus visitantes con una orquesta de flora y fauna admirable.

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Recetas de la cuenca santafesina en la ruta de la leche El campo se extiende llano. El rocío de la mañana hace brillar el pasto y sobre el cielo se recortan las siluetas de las vacas que pastan. En ese marco comienza cada día el trabajo rural que los viajeros vivencian en Santa Fe, la principal cuenca lechera del país. En este horizonte se gestó la Argentina productiva y cada jornada se renueva con pintorescos amaneceres y ocasos. Los pueblos rurales parecen detenidos en el tiempo y reciben a los visitantes para mostrarles su cotidianeidad. Las ciudades referentes: Sunchales, Esperanza, Totoras, San Carlos Centro proponen un tour para conocer sus puntos más destacados y hay establecimientos donde acercarse a la vida de campo. Un almuerzo en un club hípico, una merienda en un tambo familiar con huerta orgánica o una visita a una granja bio-experimental acercan a los procesos productivos y a la naturaleza de la mano de cerdos, ovejas, cabras, búfalas y caballos. El estrés queda atrás y aparecen los aromas de la cocina de la abuela, los colores y los sabores de quesos y salames hechos con recetas de los inmigrantes. El camino alimenta el cuerpo, pero también el espíritu.

Los tambos abren sus puertas y reciben con quesos, dulce de leche y otros productos de la región que los viajeros degustan con ganas.

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Historia y religión por las huellas judías de Santa Fe Llegar a Moises Ville, Palacios, Monigotes o Palmeras es volver atrás en el tiempo. Las vivencias de las primeras personas que arribaron con sus valijas cargadas de ilusiones a una tierra inhóspita y agreste, reviven y transmiten la fuerza de toda una cultura de inmigrantes.

En las colonias judías de Santa Fe los pueblos están cargados de historias. Hay mucho que aprender, un legado que abarca tanto la religión como los sabores y las costumbres.

Rosario y el niño que llevamos dentro Rosario tiene algo lúdico que se respira por las calles. Hay opciones para los chicos por toda la ciudad y los grandes disfrutan tanto como ellos, entre la modernidad y el río.

Jugar a ser inventores, artistas, deportistas, grandes…¡Jugar a todo! Un viaje para aprender y divertirse mediante la risa y el asombro. Hacer burbujas gigantes y aprender qué es la genética son algunas de las actividades en la antigua estación de trenes de la ciudad, convertida en la Isla de los Inventos.

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Santa Fe, pesca de buenos momentos en el río Paraná El amanecer aparece en el horizonte. Y con la llegada del sol, una nueva jornada de pesca, que en Santa Fe se extiende a lo largo del río Paraná, el rey de la provincia. Junto a sus afluentes, atraen a las visitas a practicar este deporte con la garantía de dignos ejemplares y gratos momentos. La aventura de navegar en pleno contacto con la naturaleza lleva al descanso y la diversión, en un ritual que implica desde la previa hasta las charlas a la espera del pique y una cenita posterior. El oleaje chocando contra la embarcación o la orilla es una canción de cuna y el aroma a hierbas y árboles nativos completan la escena de ensueño. Cada detalle favorece a la concentración para captar cualquier movimiento en la caña. Cuando la sensación aparece hay que ser rápido; luchar hasta vencer al pez, llevarlo a la embarcación y abrazar la pieza para la foto. Entonces llega el momento de la devolución, para mantener el ecosistema. Una escapada ribereña basta para desconectarse en una cabaña a la vera del río o en un lodge especializado y deleitarse con la gastronomía regional. Amarillos, armados, bogas, dorados, lisas, manduyí, manguruyú, moncholo, pacú, patí, sábalo, surubí; la lista es irresistible para los amantes de la pesca.

Dorado, pacú, pejerrey... Santa Fe sorprende con decenas de especies que desafían a los pescadores en este rincón mágico del litoral. 86


Santa Fe, historia y modernidad al plato Decir que la ciudad de Rosario es la Capital Nacional del Helado Artesanal es sacar un as bajo la manga, y hay más cartas por jugar. En la provincia de Santa Fe hay cervezas bien frías, picadas con charlas extensas y recetas de inmigrantes adaptadas a los recursos locales. El paisaje ribereño ayuda a relajarse y siempre se encuentra un espacio donde degustar algo rico; es placer para el paladar pero también para el espíritu y una excusa para compartir. Un desayuno con un alfajor local, un almuerzo con la pesca del día, una cerveza artesanal mientras cae la tarde y una bagna cauda a la hora de la cena con un vino nacional, ofician los días y las noches. Hay recetas tradicionales y chefs que aportan sus innovaciones para satisfacer la curiosidad de los exigentes sibaritas. Un recorrido por la provincia lleva a bodegones con platos del día y a lujosos restaurantes; a bares con música en vivo y a antiguos salones donde conversar durante horas de fútbol o las noticias. La frutilla de la torta es literal, porque Coronda es la Capital Nacional de este fruto y cada año tiene su Fiesta Nacional. Cientos de viajeros visitan esta ciudad, donde las plantaciones regadas de puntos rojos conforman una dulce postal.

Pescados de río, menús bien caseritos y sabores gourmet conviven en esta provincia de buen comer que gusta de alimentar a sus visitantes. 87


Litoral

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Corrientes


Carnaval correntino, un mundo de sensaciones En los meses previos al carnaval el sonido de tambores y samba copa las calles de Corrientes. Las comparsas ensayan y la música llega a cada rincón de las ciudades marcando lo que se viene. En pleno verano, la fiesta estalla de colores y ritmos para que locales y viajeros disfruten al máximo. Cada carnaval de la provincia tiene su identidad. El de Mercedes maravilla con el lujo de sus trajes; los rasgos brasileros son la característica de la costa del Uruguay, y en los de la costa del Paraná se disfruta de los rasgos de la región. Corrientes Capital cobija un show único, donde cada compañía teatraliza en una puesta esplendorosa la temática de ese año. Eso sí, en todos hay algo que se vive por igual: la samba y los tambores inundan el ambiente y es un disfrute inmerso en el clima tropical de la noche. El color de las plumas y el brillo de piedras y cristales, las horas de baile y la alegría compartida se extienden hasta largas horas de la noche. Los viajeros eligen su comparsa favorita y se pliegan a los cantos de las hinchadas, que agitan y tiran espuma desde la tribuna. Desde fines de enero hasta febrero, Corrientes se viste de gala y espera visitas.

El aire de Carnaval refleja el trabajo de todo un año. La samba inunda el ambiente, los tambores no tienen respiro y el disfrute se esparce por las noches en la provincia.

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Parque Nacional Mburucuyá, biodiversidad con encanto guaraní Camino al Parque Nacional Mburucuyá en la radio se oye un chamamé, se cruza un puente y algún que otro pescador aguarda el pique con paciencia. Todo transcurre con dulzura guaraní, la calma del departamento homónimo es total y la naturaleza aumenta a medida que se llega a la reserva, cuyo nombre refiere a la exótica flor de la pasionaria. Ingresar a la superficie de 15 mil hectáreas es como traspasar las puertas del paraíso. El verde abunda y entre pintorescas construcciones hay naranjas maduras y pétalos de flores regando el piso. Un guardaparque sugiere una caminata y explica que estas tierras fueron donadas por el Doctor Troel Myndel Pedersen, naturalista botánico danés que encontró aquí un edén para sus investigaciones. Allá por 1991 donó al estado esta puerta de entrada a pastizales, montes y bañados en torno a los esteros de Santa Lucía. Hay varios senderos para transitar en esta área protegida donde confluyen tres regiones naturales: la chaqueña, la espinal y la selva paranaense. El aire puro y el sol acompañan el andar y todos van atentos porque ya pasó un gato montés, y es el hogar del aguará guazú. Lobitos de río, yacarés y monos aulladores conviven entre los paisajes de palmeras caranday y yatay y bosques de quebracho blanco y colorado.

La energía de la naturaleza se siente en el cuerpo al entrar en el Parque Nacional Mburucuyá, que regala atardeceres dignos de una postal. 90


Verano correntino: río, música y alegría Dicen que “Corrientes tiene payé” y el verano es el momento ideal para comprobarlo. Ese vocablo de origen guaraní que significa realizar un hechizo para conquistar algo, cobra sentido para los viajeros cuando llegan a esta provincia y viven la playa y el río. Sobre el Paraná y el Uruguay, se engrandece la propuesta estival con escenarios para el relax y la diversión. La ciudad de Corrientes, Paso de la Patria, Ituzaingo, Empedrado, Bella Vista, Santa Lucía, Goya, Esquina y Monte Caseros son algunas de las localidades que llevan al río en su sangre e invitan a contagiarse de su ritmo tranquilo, su paz y los encantos de la región. De cara al agua, jornadas enteras se disfrutan mientras alguien convida unos mates de yerba correntina. Al mediodía, es momento de saborear comida local mientras el chamamé se funde con el rumor del agua y las risas. El sol acompaña y siempre que es necesario cada uno se da un chapuzón. La fragancia de las flores lo envuelve todo, la brisa húmeda acaricia y no es necesario nada más para disfrutar de un rojizo y anaranjado atardecer. La amabilidad de los correntinos recibe a todos los viajeros con ganas de mostrarles la riqueza de su tierra, y no hay forma de escapar del hechizo.

Al compás de la corriente del agua y del chamamé, el verano se disfruta en las playas litoraleñas. Naturaleza y ritmo urbano se fusionan con mucho para ofrecer. 91


Esteros del Iberá, humedales calmos y llenos de vida Sumergirse en el universo del Iberá es descubrir un paraíso enmarcado en la belleza de la provincia de Corrientes y esto es posible hacerlo desde diferentes localidades. Al pisar su tierra y respirar su aire puro se siente la naturaleza y la calma cálida del litoral argentino, siempre contento de abrir las puertas a las visitas. Los baqueanos reciben a los viajeros muy amablemente en sus casas y los deleitan con mate y chipá. Las historias los seducen y llevan a conocer a fondo las tradiciones. Es difícil no sentirse maravillado ante tanta vida silvestre: carpinchos, cientos de especies de aves, ciervos de los pantanos, monos que aúllan en medio del monte, yacarés y muchos otros acompañan las travesías por el paisaje salvaje. Los atardeceres son espectáculos que ofrece el cielo y caminar en las islas flotantes se siente como estar sobre las nubes, mientras se admiran las aguas brillantes que reflejan la magnificencia del Iberá. Los viajeros se dejan llevar por los sonidos de las aves y se sorprenden con tanta diversidad de fauna. Embarcados recorriendo los arroyos, hay que estar atento a ver quién logra descubrir algún ciervo de los pantanos o un venado de las pampas, vigilantes de su tierra, correteando por ahí.

La paz se respira en el aire, y el asombro está a la orden del día. Iberá se conoce desde adentro en compañía de carpinchos, monos y yacarés.

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Corrientes, emoción por los caminos de nuestros próceres La historia de la Argentina se revive en esta provincia del Litoral, en donde se aprecia la valentía de los padres de la Patria y el encanto del pasado. Volver tras los pasos de Manuel Belgrano y conocer la cuna de San Martín en Yapeyú es descubrir parte de la identidad del país. Nueve son las localidades por las que Belgrano trazó su paso, y en todas se aprende algún episodio de la rica historia que encierra la Campaña del Paraguay. La vida silvestre se mezcla con el pasado y los aires de libertad emocionan, mientras los lugareños reciben amablemente en sus pueblos y comparten anécdotas. La sorpresa al vivenciar entornos de otras épocas remonta al pasado, y la naturaleza reconforta en el camino del Iberá. El viaje continúa en la localidad de Yapeyú, donde conocer la casa natal de José de San Martín es otra vivencia fuerte y conmovedora. En un campamento se reviven las actividades de antaño y los viajeros rememoran el sentimiento patriótico mientras saborean la comida regional o disfrutan el cielo rojo del atardecer tanto como la suave brisa de la noche. Cabalgatas, museos y hasta la actividad que permite ser granadero por un día completan la experiencia: es todo disfrute y conocimiento en pleno Litoral argentino.

Ante la mirada atenta de los visitantes, cada elemento del paisaje cuenta un fragmento de la historia.

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Iberá, la tierra donde todo es posible En Colonia Carlos Pellegrini se observan aves de todos los colores, carpinchos imperturbables y ciervos de los pantanos escurridizos. Por la mañana es el horario perfecto para observar la fauna y sus costumbres, y durante el atardecer los animales despliegan su mayor actividad en la Reserva Provincial Iberá. Los viajeros pasean por las calles de arena de Colonia a pie, en bicicleta o en carros típicos; visitan casas de adobe y disfrutan de la caída del sol en la laguna, cuando empiezan a aparecer las luciérnagas, o de un amanecer en el puente rodeado con el canto de las aves. Caminar regala a los visitantes una visión distinta del Iberá, con palmares y embalsados donde se descubren animales que sólo existen en esta zona. Navegar en lancha por los esteros a metros de yacarés que duermen tranquilos bajo el sol o divisar un ciervo de los pantanos dando saltos con gracia sorprende y llena de emoción a grandes y chicos. Entre el descanso y la contemplación, los viajeros aprenden de ecología en uno de los humedales protegidos más grandes del mundo. Los arroyos, embalsados y bañados son el hogar de cientos de aves, horizontes infinitos y un espíritu cálido y calmo que dan ganas de extender la estadía un poco más.

La flora y fauna de los esteros acompañan el recorrido, el silencio reina y sólo resta dejarse sorprender ante la inmensidad de la naturaleza. 95


Pesca con encanto en Corrientes El pescador del Paraná conoce al río y vive de sus bondades. Los viajeros llegan a Corrientes en busca de empaparse de esa sabiduría litoraleña para atrapar dorados y surubíes de gran tamaño en el paisaje de islas, monte nativo y selva, entre vegetación frondosa, amaneceres y ocasos increíbles. El Paraná es el quinto río más caudaloso del mundo; tiene su aroma particular y su color característico, cobija joyas y regala días encantadores. Por todo eso, hay una cultura alrededor de sus cualidades y los pescadores locales inmortalizan las enseñanzas ancestrales de los guaraníes; conocen los secretos del río y el monte y la gastronomía ribereña, y ofrecen platos como el pescado frito en la olla negra (“morocha”) o a la parrilla. En Ituzaingó, Itá Ibate, Itatí, Paso de la Patria, Corrientes, Empedradro, Bella Vista, Goya, Esquina y otros pesqueros estar en el río a la espera de un pique escuchando el aullido de los monos carayá es inolvidable, tanto como la corriente acariciando las rocas. Es emocionante pelear por capturar uno, atraparlo brinda una satisfacción que llena tanto como su devolución. La alegría se comparte con amigos, al disfrutar en una isla de la pesca del día en platos típicos.

Desde el amanecer y hasta que sale el sol, la alegría del pique colma la jornada entre montes, playas y selvas paradisíacas.

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Corazón de sapucay El acordeón lanza los primeros sonidos, se suma una guitarra y las parejas salen a la pista; las polleras flamean y los hombres gritan ese sapucay que todos los viajeros intentan imitar. La gracia correntina es inigualable, inspira a la diversión y a conectarse con las raíces del Litoral a través de su música todo el año y cuando se celebra la Fiesta Nacional del Chamamé y del Mercosur, y el Festival Nacional del Auténtico Chamamé Tradicional, cada enero. Los músicos que pasan por los escenarios de la Fiesta Nacional van de los consagrados a las nuevas promesas. Miles de personas se endulzan los oídos con esas melodías y admiran a los ballets que danzan con la misma fluidez que los ríos de la zona, en el anfiteatro Mario del Tránsito Cocomarola y otros escenarios de la capital de Corrientes. En Mburucuyá, la Capital Nacional del Chamamé Tradicional, la tranquilidad se va de vacaciones para dejar lugar al festejo a la vera de la laguna Limpia. El anfiteatro Eustaquio Miño es escenario del Festival Nacional del Auténtico Chamamé Tradicional, donde cantores y músicos hacen vibrar a la concurrencia, que baila y canta con alegría contagiosa.

Las risas y los bailes se suceden unos tras otros mientras suena el ritmo correntino por excelencia: la alegría del chamamé flota en el aire. 97


Litoral

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Formosa


Bañado La Estrella, maravillas de un humedal infinito El paisaje frente a los viajeros es como un cuadro surrealista. Pareciera que un bosque quiere emerger desde las profundidades y los colores de la vegetación se hunden en el agua generando una combinación única. Sucede en el Bañado La Estrella, el tercer humedal más grande de Sudamérica, a 45 kilómetros de la localidad de Las Lomitas. La magia de la postal se debe a los desbordes del río Pilcomayo, que lo mantiene inundado de abril a septiembre. Allí se llega mediante excursiones o en vuelo privado, y la tranquilidad que provoca ver el paisaje por primera vez es un tesoro que cada uno va a guardar para siempre. Al ir adentrándose, comienzan a aparecer las sorpresas: cientos de pájaros que habitan la zona y los colores rojo fuego del atardecer se ven recortados a contraluz por las siluetas de la vegetación. El sonido de las aves acuáticas rompe el silencio y las enredaderas en el fondo del agua imprimen una variedad de verdes que maravillan. La comunidad Pilagá ayuda a interpretar el paisaje a través de sus relatos, demostraciones de costumbres, artesanías y alimentos. Un espectáculo natural semejante no se ve todos los días: son 400 mil hectáreas atravesadas en parte por el Trópico de Capricornio. Es una inmensidad sublime.

En navegaciones en medio de árboles y enredaderas sumergidas, se descubre el tercer humedal más grande de Sudamérica.

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Formosa, huellas de fe y culturas ancestrales Volver atrás en la historia. Apreciar las huellas de las órdenes religiosas y el trabajo que realizaban junto a las comunidades originarias: la Ruta de los Franciscanos en Formosa conserva tesoros intactos, desde capillas y conventos hasta la cultura intangible que se transmite de generación en generación. La fe continúa presente en cada rincón. En una caminata por la localidad San Francisco de Laishí, se descubren fábricas, una escuela e incluso una capilla, hecha en base a trozos de rieles, que cobijó en su sótano un correo y una farmacia. Devenido en museo, al recorrerlo se encuentran armas, telégrafos, arcos, flechas, e incluso el Libro de Bautismo de las Misiones Indígenas. Objetos llenos de historia, como vestimentas religiosas y documentos, se exhiben en la localidad de la Misión San Francisco Solano de Tacaaglé, y se respira un pasado con mezclas de cultura, resistencia y religión. Tiempos lejanos aparecen como si estuvieran sucediendo y se mezclan con los aromas de las plantaciones frutales, abriendo paso a la reflexión.

Un viaje al pasado para acercarse a las misiones franciscanas y recorrer la historia en capillas, museos y documentos de hace un siglo.

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Formosa, caminos de arte y madera El aroma del quebracho o el palo santo pulido indica por dónde están los artistas. Desde Gran Guardia hasta Comandante Fontana, la Ruta de la Madera invita a entrar en contacto con los artesanos y a emocionarse al comprender que trabajan con elementos que provienen de la tierra.

Es un placer detenerse a conocer a estos amables lugareños siempre dispuestos a mostrar sus técnicas, llenas de tradición. La tranquilidad formoseña alegra el camino y aleja el estrés en esta majestuosa y sencilla ruta, que fusiona a la naturaleza con la mano del hombre.

Mañanas campestres bajo el sol formoseño Una charla bajo el cielo estrellado puede extenderse dulcemente en Formosa. En medio del campo brillante de rocío y con la luna coronando el paisaje, la gente local comparte sus tareas rurales. Sin apuro y con mucha naturaleza, desde El Colorado a Colonia Cano se experimenta una rutina diferente a la de las ciudades.

Comidas caseras, paseos por paisajes interminables y tareas rurales entre siestas, naturaleza plena y contacto con los animales.

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Formosa, naturaleza y relax en la ciudad de la calma Dejarse fluir al ritmo de esta ciudad natural es fácil, y no pasa mucho tiempo hasta que cualquier ápice de estrés que se trajera en la mochila desaparece. Es entendible, Formosa es urbana, pero está dentro de una Reserva Natural de Biósfera, detalle que la vuelve única para la conexión con la calma más pura. Sólo hace falta salir a caminar para entrar en su sintonía. La primera opción es la costanera, apoyada sobre la margen derecha del río Paraguay, que inspira un paisaje sosegado e irresistible sumado al verde de los árboles nativos que la rodean. La impronta religiosa es fuerte, así que se sigue el recorrido por las pintorescas iglesias de la zona. Museos, casas de artesanías donde ofrecen sus productos las comunidades originarias, teatros y cines son también opciones válidas para quienes llegan, sin olvidar darle un espacio a la siesta, un paréntesis silencioso que hipnotiza. La combinación de verde, paz y amabilidad es incomparable, al igual que las flores multicolores que surgen en cualquier rincón del camino, sea en un balcón, un jardín o un cantero. Tras ellas van las aves, que musicalizan la estadía respetuosamente. Excusas para llegar a Formosa sobran, sólo falta tomar la decisión.

Una ciudad en la que el estrés no tiene lugar, donde se disfrutan sus atractivos culturales y su ritmo acompasado de cara al río Paraguay.

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Un paseo por el paraíso de las aves en Formosa Tucanes, urracas, un tangará, un martín pescador: en Formosa, las aves disfrutan de un ecosistema paradisíaco que les brinda excelentes condiciones para vivir. Es el reino de ellas, y los viajeros llegan a observarlas y admirarlas en medio del paisaje tropical. La observación de aves en las áreas protegidas de la provincia es una de las mejores maneras de conectarse con la naturaleza del Litoral. Basta con llegar a Formosa y emprender excursiones cerca de la ciudad, donde se encuentra a más del 50 por ciento de las especies aladas presentes en el país. Los especialistas con sus cámaras de fotos hacen lo imposible para eternizarlas en imágenes, mientras novatos aprenden a reconocerlas y se maravillan con sus colores y los múltiples sonidos que emiten. Entre los palmares y los humedales, en los esteros, entre los pastos, en los ríos y los bañados, las aves desfilan. Y la emoción se completa junto a los pueblos originarios, que valoran a estos animales y los plasman en trabajos artesanales. Negro como el ébano y con su cola amarilla en contraste, un boyero yapú pasa y se posa sobre una rama como si no existieran los visitantes con sus cámaras, y la gente se mantiene en silencio como ante un cuadro de museo.

Una paleta de colores y sonidos se despliega en Formosa, donde viven más de 600 especies de pájaros, es arte vivo en el Litoral. 104


Formosa, en busca del pez plateado La canoa se desliza por el manto de agua. Sólo se escucha a la orquesta de la naturaleza en la que cada instrumento aporta lo suyo: las aves cantan, el zumbido de un insecto pasa y se aleja, el río choca contra la embarcación emitiendo un sonido que seda. La calma de Formosa invita a pescar. Adentrarse en los caminos profundos donde los riachos zigzaguean entre la vegetación y la armonía del entorno es relajante. En la zona del río Paraguay la corvina es el pez anhelado y para atraparlo se necesita paciencia. Por suerte, los lugareños comparten su sabiduría con los viajeros para lograr el pique. La pesca a remo es un arte en el Litoral y hay que aprender a dominarlo. La presa plateada baila en el río pero no hay por qué apurarse, lo importante es disfrutar. En plena aventura, el paisaje se vive entre mates y charlas hasta que se pesca un buen ejemplar. Ya en tierra firme, hay que darse el gusto de probar la gastronomía basada en corvina y a la mañana siguiente se volverá a embarcar, tantos días como sea necesario hasta alcanzar la meta.

Adentrarse en los caminos profundos del río Paraguay, donde los riachos zigzaguean entre la vegetación y la armonía del entorno. 105


Senderos de manos ancestrales en Formosa La Ruta Nacional 81 se llena de colores y texturas cuando se transita a lo largo de Formosa, partiendo desde la ciudad a Ingeniero Juárez. Es que los habitantes originarios wichis, pilagás y tobas de estos pagos realizan labores con sabiduría y técnicas ancestrales y dieron forma a la Ruta de los Artesanos, por diferentes barrios de la región. El aroma a palo santo llena el ambiente de encanto. Tapices, yicas, caminos de mesa y carteras se lucen en diferentes casas y es difícil elegir qué llevarse, si una alfombra o un recuerdo pequeño. Las expresiones culturales formoseñas se multiplican en este camino inmerso en un paisaje nativo y gentil. En cada casa de artesanías y en cada taller las conversaciones se dan con naturalidad y calma, mientras los artesanos dan muestra y comparten sus maneras de trabajar, heredadas por tradición familiar, y sonríen cuando algún viajero los elogia. El paseo se disfruta entre los paisajes verdes, reservas naturales, cursos de agua, expresiones culturales y la degustación de sabores locales. Los artesanos formoseños están en sus hogares con la paz y la serenidad que los caracteriza, dando forma con todo el corazón a obras de arte que se traen como un recuerdo imborrable.

Los sonidos de las herramientas musicalizan este camino mientras los artesanos dan forma a esculturas en madera o en el tejido de chaguar. 106


Recorrido de historia y fe formoseña Miles de personas marchan llenas de fe por los caminos de Formosa. Llevan cantos y rezos; estampitas, flores y ofrendas. Cientos de visitantes se suman a la Ruta del Vía Crucis más largo del mundo, que va por la Ruta Nacional 81 cargada de naturaleza y corazón. En el camino, que comienza en la ciudad de Formosa, surgen amistades y conversaciones repletas de emoción. Atravesando 500 kilómetros, el Vía Crucis cruza diferentes pueblos y en cada uno, los feligreses aguardan en las postas marcadas para recibir con refrigerios típicos de cada lugar a los viajeros que emprenden la travesía. Son catorce cruces de quebracho y cada una inmortaliza un momento de la historia de la provincia, rinde homenaje a una profesión o un oficio, a los misioneros, a los inmigrantes y a los pueblos originarios. Cada uno va a su ritmo, a pie, en bicicleta o en auto, atentos por si alguien necesita ayuda. Los paisajes que se cruzan llenan de energía para mantenerse en marcha y alimentan la conexión espiritual. Los aromas de la vegetación también acompañan y cada tanto se cruzan en la ruta carpinchos, zorros y osos hormigueros. En 1997 el Monseñor Raúl Marcelo Scozzina concretó este proyecto, y hoy viajeros lo visitan todo el año.

Misioneros, historia, mujeres en lucha y hombres trabajadores son homenajeados en este recorrido.

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Litoral

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Misiones


Yabotí, selva adentro La localidad de El Soberbio es la puerta de entrada al descanso, el paisaje se tiñe de verde y entre los cerros se asoma una inmensidad inconmensurable. No hace falta recorrer muchos kilómetros para sentirse en la plenitud de la Reserva de Biósfera Yabotí. El paisaje de selva prima y la ruta es el camino serpenteante hacia la naturaleza. La experiencia principal es recorrer los Saltos del Moconá en una embarcación semi rígida. Esa falla geológica hizo que la formación de los saltos se diera de manera longitudinal al río, lo cual hace que el agua derrame su energía de costado en el río Uruguay, a unos 7 metros de altura. Se llega tan cerca que se tocan con las manos las caídas. De vuelta, un camino por los senderos trasladan a la selva paranaense, por especies endémicas, exóticas y helechos en extinción. La densidad verde se cierra ante los ojos y los sentidos se conectan con el entorno. Se oye la fauna alrededor y el fuerte aroma a follaje y humedad llena cualquier olfato. El atardecer cae sobre los cerros y se emprende la vuelta. El día todavía no terminó, pero ya es hora de regresar al lodge para degustar comidas típicas como los ravioles de ortigas, conversar con los locales y dormir envueltos en la paz de este mítico lugar.

Los famosos Saltos del Moconá regalan energía y se viven de cerca en una navegación por el río Uruguay.

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Posadas, de mi tierra roja Posadas se redescubre y el recorrido se inicia con el circuito Histórico Patrimonial, el pasado y el presente misionero condensados en calles, en barrios y recuerdos. Ingresar a la Bajada Vieja, el barrio más antiguo de la ciudad, es viajar a otro tiempo, donde el río y la navegación eran actores principales. Al final de la calle, atardece y se divisa el río Paraná.

La noche estrellada regala paseos en catamarán, para ver el contraste entre el agua, el cielo y la tierra.

Rutas y secretos de la yerba mate en Misiones Un recorrido por la producción de nuestro “oro verde”, desde las plantaciones hasta la cosecha. Se aprende a catar diferentes tipos de yerbas, se descubren sus propiedades y se conoce en detalle la “ceremonia del mate”.

Degustar un buen mate o un tereré y gastronomía basada en este ingrediente junto a familias rurales es tan enriquecedor como sabroso. Para sentir el perfume de la yerba fresca y tocar las hojas que crecen bajo el sol nada mejor que una cabalgata por las plantaciones.

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Cataratas del Iguazú, maravilla natural Los caminos del Parque Nacional Iguazú invitan a descubrir un sitio mágico a través de dos circuitos que conducen nada menos que a una de las Siete Maravillas del Mundo, las Cataratas, y a la base de los saltos, donde la fuerza del agua se transforma en rocío refrescante. En este rincón de Misiones los pájaros cantan las bellezas de paisajes ocultos y el estruendo de la gran caída de agua es un grito vivo de la naturaleza. Nunca falta un guía que explique que El Parque Nacional Iguazú es un área protegida y conserva uno de los sitios de mayor riqueza biológica de la Argentina: aquí se encuentra la mitad de las especies de aves registradas en el país y la mayor diversidad de orquídeas. El contexto es perfecto para estudiar especies y se pone especial foco en las que se hallan en peligro de extinción, como el yaguareté. Es una escuela al aire libre, donde comprender las múltiples relaciones que existen entre los seres que habitan la selva. En un tren se llega a la pasarela que conduce a los balcones hasta casi el borde del salto más imponente, la Garganta del Diablo. Cuando la calma del curso del río se quiebra ante el precipicio sólo queda disfrutar de la generosidad de la naturaleza.

El agua salpica divertida y las cámaras fotográficas buscan inmortalizar la abrupta caída de una de las 7 Maravillas Naturales del Mundo.

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San Ignacio, secretos del legado jesuítico En una ciudad de tierra enrojecida perdura el pasado precolombino. Los vestigios de la Misión Jesuítica Guaraní de San Ignacio Miní resisten el vital empuje de la selva, en San Ignacio. Allí, en pleno casco urbano de la localidad, los muros de piedras resguardan un imperio que llegó a cobijar a 150 mil habitantes en Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay. El legado de estas Misiones, declaradas Patrimonio Mundial Cultural, se encuentra aún latente en las paredes que permanecen de pie como testigo del encuentro entre la cultura hispana y la guaraní. Desde el ingreso al predio, tras unos cien metros de espesura vegetal, se recorta lo que fue la entrada de la iglesia. Las edificaciones de piedra conforman una ciudadela cuya vida se hizo posible desde la llegada de los sacerdotes jesuitas, a principios del siglo XVII. San Ignacio de Loyola realizó una gran tarea evangelizadora en nuestro país y cautivó hace años a Jorge Bergoglio, nuestro Papa Francisco. Al atardecer, el sol arroja sus últimos rayos sobre las plantaciones de yerba y té y la Reducción de San Ignacio Miní se prepara para reconstruir la historia. Las luces se encienden para dar comienzo al espectáculo y todos se preparan para conocer la gran obra.

En medio de la selva, las reducciones de la Misión Jesuítica Guaraní de San Ignacio Miní resguardan la historia de la fe hispánica.

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Oberá, un encuentro con las raíces inmigrantes En Oberá se entiende por qué tantos inmigrantes decidieron quedarse en la zona: el blanco y el fucsia de las azaleas bordean las calles de tierra roja, se dan vivos contrastes con las plantaciones de té y yerba mate y el sol corona el paisaje. En esta ciudad al sur de Misiones, la gente invita a acoplarse a su ritmo de vida tranquilo, marcado por la naturaleza. La ciudad tiene más de cien templos religiosos y 33 cultos diferentes. Al transitar sus calles, esto se descubre en paseos que enseñan parte de su historia, esa que cuenta que allá por el 1900 llegaron inmigrantes europeos y asiáticos en busca de una vida mejor, trayendo consigo su cultura y su fe. Muchos se conmovieron con la belleza de esta ciudad y es así que hoy conviven más de quince colectividades. En su honor, en septiembre tiene lugar la Fiesta Nacional del Inmigrante. Durante el desfile inaugural cada pueblo despliega su alegría por las calles céntricas. Niños y abuelos pasan a caballo y en carrozas, mientras de fondo suena la música de sus orquestas. Es una excelente oportunidad para ver los bailes tradicionales con sus atuendos típicos y dejarse tentar por los aromas a comida étnica.

Cada septiembre, un festejo que transporta a otros lugares y otros tiempos, donde se renueva la comunión de las culturas.

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Sabores con identidad misionera Las delicias misioneras se prueban en medio de plantaciones de té, tierra roja y el paisaje del río Paraná. Chipa, sopa paraguaya, queso criollo, asado y mandioca son sólo el comienzo de este viaje culinario.

Desde la mañana hasta la noche acompaña el mate amargo, y en los días de calor un fresco tereré permite seguir camino. Una opción para continuar es la Ruta del Té, que propone aprender a cosechar, elaborar y degustar esta infusión.

Huella Guaraní, un sendero ancestral Lo más profundo de la selva misionera se conoce de la mano de sus pueblos originarios.

Los Mbya Guaraní guían el viaje a través de su cultura, tan rica como la biodiversidad del hábitat donde viven. El recorrido por la Huella Guaraní es mágico. Hacia el interior de la Reserva de Biosfera Yabotí, se despiertan los sentidos. Huele a hierba mojada, a lluvia perenne y a tierra colorada.

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Cascadas y saltos encantados Las irregularidades del terreno misionero se combinan con cauces de agua y saltos encantados. Hay arroyos y cascadas que provocan a los visitantes, ansiosos por entrar en la selva. Rememorando los cuentos de Horacio Quiroga, decenas de caídas de agua aparecen en medio del follaje, se respira aire puro y se oye el piropeo de los pájaros y el avanzar de infinidad de gotas hacia abajo. El Salto Encantado es el principal atractivo del Parque Provincial que lleva su nombre. Los visitantes quedan maravillados ante este fenómeno natural y, gracias a los guías, comprenden que el accidente geográfico nace en el arroyo Cuña Pirú, corre encajado y atraviesa la reserva. Por los senderos hay cientos de especies de árboles y plantas por reconocer. La zona es refugio de más de treinta mamíferos y el hogar de más de doscientos tipos de aves. La biodiversidad se manifiesta en los matices verdes que contrastan con la tierra colorada, el aroma de sus flores y los sonidos del monte. En el camino se descubren diferentes vistas del Salto Encantado y otras caídas de agua. Bajando hasta el pie de la cascada mayor por una escalera se accede a otra vista del Salto, donde el agua cae de una altura de sesenta metros. Es impresionante la energía y el despertar de la selva.

Entre vegetación frondosa y tierra rojiza, las caídas de agua más hermosas brindan lloviznas refrescantes que purifican el espíritu. 116


Santa Ana, la cruz de la selva Al llegar a Santa Ana la enorme cruz que hasta un momento se veía desde lejos guía a los visitantes hacia el Parque Temático. Algunos prefieren alcanzar antes la cima y eligen pedalear en bicicleta o subir a carro abierto tirado por un tractor. Otros, en cambio, se deciden por subir a pie. La vista de todos se mantiene fija en el metálico brillo de una cruz de 82 metros que estira con una recta filosa el cuerpo redondeado del cerro más alto de Misiones y acorta la brecha entre el cielo y la tierra. Aquí, la selva paranaense es la dueña de casa y eso se nota desde el primer punto panorámico, que ofrece la vista de las sierras misioneras. A los pies de la cruz, muchas de las 162 especies de aves de la región revolotean como para cortejar a los devotos que llegan. Un orquidiario y un mariposario en el corazón del parque recrean las condiciones óptimas para la reproducción de especies y las coloridas alas se posan en los hombros de los viajeros. A la cruz se sube mediante un ascensor vidriado donde el paisaje deslumbra. El recorrido concluye a la altura de sus brazos. Arriba, la vista panorámica en 360 grados permite visualizar varias poblaciones cercanas, ríos y nacientes. Se mira el horizonte y la selva se dispara sin límites.

Un lugar donde es posible tocar el cielo con las manos y encontrar vistas imperdibles de la selva misionera.

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Litoral

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Chaco


El Impenetrable, un océano verde y misterioso Apenas llegando a Juan José Castelli, la puerta de entrada al Impenetrable, la mezcla de aromas de la vegetación y los sonidos de las aves generan que los sentidos comiencen a despertarse. La naturaleza da una cálida bienvenida, también los criollos nacidos en el lugar, que no dudan en ofrecer a los visitantes unos mates junto a largas anécdotas. Se acerca más gente. Los primeros en llegar son los niños, que juegan y ríen entre ellos, mostrando tímidamente sus ingeniosas manualidades. Después de compartir ese momento, una caminata conduce hasta el río, donde se sigue en piragua hacia el fluir de la corriente mansa. Se ven yacarés, la inmensidad supera cualquier expectativa y la intriga se hace gigante al escuchar sonidos en el monte de animales que no se ven. La vuelta se emprende al caer el sol, por un sendero que permite observar árboles de distintas especies. El crujir de las hojas, partes del suelo húmedo y el eco de los animales nocturnos que ya empiezan a expresarse suman un plus de aventura al recorrido. Cuando llega la noche, cenar un chivo a las brasas con un rico zapallo es el broche de oro. La calma y un firmamento minado de estrellas llenan el ambiente de paz y llaman a seguir atentos para no perder ningún detalle.

Naturaleza exuberante, rústicos paisajes, flora, fauna y amables anfitriones invitan a conocer los secretos del Chaco.

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Bienal Internacional de Esculturas en Resistencia La cantidad de gente es asombrosa. Basta con verla para sospechar que, más que de un encuentro de arte, se trata de una fiesta popular: es la Bienal Internacional de Esculturas, donde seguir cada paso de la obra de los escultores acerca a la magia de la creación.

Es estar en el taller de los mejores artistas del mundo; ver qué herramientas utilizan, a tal punto que parecen una extensión de sus manos. Sólo hay que relajarse y, mientras se degusta un manjar regional, sentir el aroma de los materiales y escuchar el sonido de los creadores trabajando.

Sáenz Peña: tradición en la Fiesta Nacional del Algodón La Fiesta Nacional del Algodón es la excusa para conocer todo sobre Chaco. Costumbres, música, comidas, y expositores invitan a vivir un día memorable.

Probar un tractor de motor rugiente, conocer las diferentes etapas en la vida del algodón y conversar con gente local mate de por medio. Recuerdos para llevarse hay muchos, desde un equipo de mate qom hasta un pequeño fardo de algodón natural, para volver a casa con una nube, todavía envueltos en el compás de la música regional.

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El Impenetrable, santuario ecológico de las culturas originarias Llegar al Impenetrable es adentrarse en lo más profundo de Chaco. Accediendo desde Juan José Castelli, una variada gama de verdes se mezclan, las sensaciones aumentan a medida que uno se hunde en ese refugio natural y poco a poco se descubre por qué lo llaman santuario. Al aproximarse a la comunidad Qom más cercana, las mujeres reciben a los viajeros con sus artesanías, mientras los niños y niñas sonríen pícaramente y llevan hacia los panales en los que los mayores trabajan, el tiempo va pasando y se hace difícil la despedida. La travesía continúa, y entre árboles, tupidas plantas y coloridas mariposas, se llega hasta una comunidad Wichí. Dispuestos al encuentro, comparten su forma de trabajo, sus herramientas y la manera en que se convierten en uno con la naturaleza, dejando claro por qué son los señores indiscutidos de estos pagos. Las mujeres revelan cómo trabajan el chaguar, una planta similar al aloe vera que extraen del monte, la machacan y utilizan para tejer. Adornos, carteras y esculturas en palo santo que perfuman el equipaje son algunos de los recuerdos que se traen del viaje. Es emocionante la sorpresa y el respeto que se siente ante estos habitantes legendarios que supieron conservar sus tradiciones a través del tiempo.

Las costumbres y la sabiduría de las comunidades originarias se hacen presentes en un escenario coronado por la inmensidad.

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Termas de Sáenz Peña: un oasis de relax para sentirse bien Buscando escapar de la rutina se emprende camino a Sáenz Peña, motivados por el agua caliente en pleno invierno y las propiedades curativas de las termas. El plan es llegar al hotel entre mates y chipás, dejar el equipaje y almorzar para ambientarse con la calma del lugar. Ya en el complejo termal, la música suave y los aromas relajantes dan la pauta de que se está en un oasis. El vapor y las burbujas invitan a una pronta inmersión. Durante la estadía –¡una escapada de fin de semana o todo lo posible!– se repiten los baños termales y se sienten los beneficios; el relax en el cuerpo, la mejoría de algún dolor que se acarreaba, el hormigueo en la nuca y la piel más suave. Esta fuente de juventud llena de encantos se combina con masajes o la pileta climatizada del lugar, donde pasar horas enteras hipnotizados por el sonido del agua al caer. En la ciudad y en los alrededores hay mucho por hacer. Desde ser parte de la Fiesta Nacional del Algodón que se realiza cada año, hasta visitar el Parque Ecológico Municipal, o la Casa Cruz de la familia Ivanoff, conocida por sus leyendas que, aseguran, incluyen ruidos nocturnos de sulkys y tranqueras. El relax está garantizado, pero también la diversión.

El gusto de relajarse y olvidarse del estrés en una ciudad llena de encantos.

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Campo del Cielo, donde habita el universo Quizás buscando vivir una nueva experiencia llame la atención el nombre de una reserva provincial en Chaco: “Campo del Cielo”. Un lugar con mucho por descubrir, regado de fragmentos meteoríticos de casi 5 mil años. Un guardaparque recibe a los visitantes que emprenden una caminata entre leyendas y datos científicos sobre los fenómenos que se dieron en la zona. El momento más esperado llega al estar frente a la estrella del parque: el meteorito “El Chaco”, el segundo más grande del mundo. Las cosmovisiones de los pueblos originarios suman a la ocasión sus narraciones de la lluvia de fuego y transportan en el tiempo a los viajeros. En el paraje Las Víboras, el Museo del Cielo expone fragmentos de meteoritos, mientras que en Villa Ángela un observatorio astronómico completa el aprendizaje. Acercarse con curiosidad al universo a través del telescopio es una experiencia sin igual y, para coronar la emoción, cada año se celebra la Fiesta Nacional del Meteorito en la que participa todo el pueblo. Hay música, comidas típicas y sorteos que se comparten en esos varios kilómetros cuadrados llenos de una historia tan antigua como espléndida.

Entre mitos originarios y naturaleza, caminos que llevan al encuentro con la historia del universo.

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Aves del Chaco: espectáculo de sonidos y colores Afuera todavía está oscuro. Con una lista y una guía de aves en mano, cámara de fotos, binoculares y los sentidos despiertos, los viajeros salen y van hasta el primer sendero, donde se instalan a la espera del amanecer, ansiosos por ver las más de 400 aves que habitan este rincón del Litoral. Así comienzan las excursiones de avistaje en la provincia. Ni bien asoman los rayos del sol se escuchan los cantos iniciales y se perciben movimientos en las copas de los árboles. De a poco, van apareciendo: caraú, chororó, pepitero gris, piojito trinador, corbatita overo, milano boreal, capuchino canela… Sin que los visitantes se den cuenta, el tiempo pasa y las hojas del anotador y la memoria de la cámara se van llenando con información e imágenes notables. Al terminar el día, exhaustos, pero con la satisfacción de haber aportado nuevos registros, la charla entre compañeros de excursión ayuda a conocer qué descubrió cada uno. Nadie se salva de emocionarse por ser testigo de tanta naturaleza.

Luego de presenciar el espectáculo colorido que brindan la ribera profunda y el verde monte, en el camino de vuelta todos repasan las aves vistas durante la jornada.

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Nobles sabores chaqueños Por toda la provincia la variedad de platos regionales es amplia.

Pescados de río, maracuyá, algarroba, mamón, jugos con hierbas frescas y mandiocas recién cosechadas conviven en la mesa chaqueña. Los que quieran conocer el detrás de escena podrán ver los utensilios; descubrir la olla negra, ayudar a juntar leña y aprender cómo tocar las paredes del horno para saber si está a temperatura. Y todo eso, con el entorno del río, el monte y la chacra

Resistencia: capital cultural, financiera y deportiva del Chaco En Resistencia un seminario, una reunión de negocios o un congreso pueden ser la excusa perfecta para descansar, descubrir arte en las calles, probar la gastronomía local y disfrutar de una excelente agenda cultural.

Ir a un evento en Resistencia siempre tiene un plus. Conocer la ciudad o algún destino que quedó pendiente en un viaje anterior. Todo eso, caminando entre la vegetación frondosa y las más de 600 esculturas que embellecen la ciudad.

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Desafío dorado en Isla del Cerrito Recomendado por los lugareños, siempre se llega a dar con un baqueano conocedor del río y con un gran capital en su haber: buenos datos. Con su ayuda, los viajeros bajan la lancha por un riacho que los conduce hasta el Paraná y se encuentran con una sorpresa: después de navegar un río tan angosto rodeado de árboles, el Paraná parece un océano. La zona impacta por la correntada y el encuentro con el río Paraguay, y a unos cincuenta metros de la costa se apaga el motor para navegar “a camalote”. En silencio, se espera el primer pique y cuando se logra atrapar al dorado se lo aprecia con alegría: mide más de 70 centímetros, así que se sacan fotos y llega el momento cumbre, la magia que se da cuando el pez se sacude en el agua y se vuelve a perder en el río. Entre anécdotas, el tiempo pasa y llega la tarde con su colorido paisaje. Al regresar al campamento se enciende el fuego, las conversaciones y las risas siguen mientras se degusta una picada y se preparan las cañas para una pesca variada de costa hasta el amanecer. En este paraíso todo tiene su encanto.

Una combinación única de la naturaleza que invita a descubrir un universo lleno de biodiversidad

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Arte a cielo abierto, naturaleza y mitología en Resistencia Resistencia es una ciudad moderna y cosmopolita que mantiene su impronta natural. Por sus calles se camina entre obras de arte que llaman la atención, no sólo por sus formas, colores y tamaños, sino también por la diversidad de sus materiales. Es la Capital Nacional de las Esculturas. La peatonal y la plaza 25 de Mayo invitan a visitar los edificios a su alrededor y realizar el Resistencia City Tour para aprender la historia de cada lugar emblemático. El marchar se vuelve lento y los visitantes se detienen a mirar de cerca, tocar y fotografiar cada escultura en sus calles. El recorrido continúa en el Fogón de los Arrieros, con su mezcla de arte y bohemia, y el museo del Hombre Chaqueño es ideal como próxima parada. Lo que más sorprende es la sala de mitología guaraní, sobre personajes populares como el Pombero, el Pata de Lana y el Lobizón. A la tarde, una opción es visitar el MusEUM, donde cada dos años se realiza la Bienal Internacional de Esculturas. Allí se encuentra la mayor cantidad de obras, de las más de 600 que hay en Resistencia. Con los últimos rayos del sol, el broche de oro lo dan las aguas danzantes. Música, arte y naturaleza irradian esa mezcla de elementos que dan vida a la capital chaqueña.

Entre bellísimas esculturas y frondosas arboledas, la ciudad de Resistencia invita a conocer la cultura local.

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Cuyo

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Mendoza


Multiaventura en el corazón de los Andes A medida que se avanza por los senderos de Mendoza el corazón late cada vez más fuerte. En pleno rafting por ríos torrentosos, disfrutando senderismo en medio de las montañas, en una cabalgata o subiendo el Aconcagua, siempre hay algo que acompaña: la naturaleza y la adrenalina de los desafíos. Deportistas, aventureros y familias se cruzan en la aventura; la cordillera los cobija con su presencia imponente y diálogos salvajes: el viento que silba entre las quebradas, el canto de los pájaros, el chocar del agua contra las rocas. A lo largo del día la luz del sol hace mutar la postal; los guías nacidos y criados entre esas montañas transmiten el amor por el entorno junto con sus historias y la emoción llega cuando aparece una caverna, una antigua mina o una cumbre. Un día o una semana, todo alcanza para plantearse una meta en soledad o en grupo; hay espacio para compartir y para la contemplación solitaria de los Andes. Dicen que cuando se logra un desafío, el espíritu de la montaña es un viejito sabio que susurra al oído: “lo lograste”. Ya de vuelta en Malargüe, Potrerillos, San Rafael, Las Heras o Luján de Cuyo, donde hacer base, los viajeros duermen con el placer de haberse superado y de saber que quedan muchas aventuras por emprender.

El aire puro, la frescura del agua del deshielo y la adrenalina se sienten a pleno, la naturaleza está viva y nos abraza.

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Senderismo en Mendoza, conversando con la naturaleza A medida que se avanza el paisaje cambia y el sol brilla sobre la vegetación. Todo rebosa de vida y, ante semejante panorama, emprender la marcha por senderos en los que la naturaleza oficia de guía es emocionante.

Un zorro colorado se cruza en el camino, el aroma a las hierbas de montaña envuelve el ambiente y las aves musicalizan el recorrido. Un descanso permite sentir a la cordillera como una vieja consejera y el murmullo del río cuenta la historia de la erosión de las rocas. Cada elemento del paisaje tiene algo que decir.

Mendoza, orígenes y tradición Los pueblos mendocinos están llenos de historias y personajes encantadores que se disfrutan en un recorrido por la vida rural de la provincia.

Entre sabores locales y costumbres ancestrales es posible recuperar el contacto con la tierra. Se despiertan aromas que remiten a los antepasados, se cocina un dulce o se elabora una conserva con los frutos de ese mismo suelo que se está pisando, mientras se va dejando atrás todo rastro de urbanidad en una vieja y pintoresca casa de campo.

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Arte de sabores, rutas gastronómicas mendocinas Mientras unas truchas y un chivito se cocinan lentamente, un sommelier recomienda un vino, el sonido del descorche se fusiona con las charlas y todos tienen ganas de compartir. Así son los momentos gourmet en Mendoza: en la previa del almuerzo o la cena los comensales mojan un pancito en aceite de oliva o prueban un queso de cabra y cada ingrediente hace al encuentro entre viñedos, de cara a la cordillera o en un restaurante. La provincia satisface a todos, en una escapada o vacaciones, en cualquier momento del año. Así, se elige entre una degustación en una bodega, maridar olivas y quesos o pasear en bicicleta. A la parrilla o al horno de barro, los elementos autóctonos son las estrellas a la hora de cocinar tal como lo hacían los inmigrantes. Los chef se sirven de los favoritos –el vino y los olivos-, pero también de los frutos. Peras, duraznos y ciruelas hacen su aporte, en un escenario de película. Hay pescados, aves y carnes rojas, conservas y dulces regionales. Saborear membrillo o alcayota conecta los paladares con la cultura local y surge la historia de las montañas, maridada con los mejores vinos. El aroma de la jarilla mojada viaja de la tierra al plato y el círculo se cierra para dejar un recuerdo imborrable.

Un recorrido gourmet enmarcado por ríos y montañas, donde los aromas y sabores mendocinos enaltecen el alma.

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Blanco invierno en Mendoza Los copos de nieve caen jugueteando. De a poco, las montañas y los techos se cubren de un manto blanco y la postal se vuelve un cuento. Son las primeras nevadas; llegó el invierno, y con él un abanico de posibilidades para aprovechar de junio a septiembre, serán cuatro meses para el recuerdo. Las Leñas, Penitentes, Vallecitos y Los Puquios cobijan a los viajeros entre los blancos y azules de la nieve y los rojizos de los atardeceres. Los centros invernales mendocinos son sinónimo de familia y amigos, y aguardan con actividades para unas vacaciones intensas. Alguien toca la nieve por primera vez, otros dan tímidos pasos en esquí, están los que bajan pistas a toda velocidad y quienes admiran el paisaje a través de una ventana, frente a un hogar a leña. Hay momentos en los que todos coinciden: en una cabalgata, tomando un chocolate caliente o después de horas de acción, disfrutando una cazuela de cordero o una trucha junto a un vino local. De día, el paisaje cordillerano invita a la diversión y la superación personal. De noche, el cielo lleno de estrellas conecta con otra parte de la naturaleza e inspira el relax merecido. La nieve transforma el panorama de los cerros y el clima, seco y cálido, anima a vivir el invierno de una forma única.

En las montañas, en los centros invernales… la nieve está al alcance de todos para un sinfín de aventuras a los pies de los Andes.

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Relax y armonía natural en Mendoza Piscinas naturales de agua sulfurosa entre montañas, olivos y viñedos. Es imposible no ceder a sumergirse en ellas en busca del placer inmediato, y sentir la temperatura en el cuerpo relaja al máximo. El descanso está asegurado: una siesta tras horas de pileta, un almuerzo regional, olivoterapia o vinoterapia y, para finalizar, caminatas entre viñedos o una cata.

Los aromas de las frutas, los olivos y las esencias usadas en los tratamientos relajan tanto como el paisaje.

Vendimia, cosecha de emociones Entre febrero y marzo Mendoza está de fiesta.

Las copas chocan en un brindis, son días a pura felicidad y orgullo por el esfuerzo de la labor de la tierra. La naturaleza y el sol acompañan estas semanas, cuando los aromas a las uvas se fusionan con los de la cocina regional, y el microclima seco ayuda a disfrutar tanto como las cuecas y los gatos que adornan la experiencia. Es momento de dar rienda suelta al asombro.

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Ciudad de Mendoza, postales de acequias y arboledas Con días soleados gran parte del año y frondosas arboledas, el abanico de propuestas culturales y naturales de Mendoza está siempre al alcance. La hospitalidad de los locales es garantía de disfrute para una escapada o vacaciones a esta ciudad cuyana que asegura el descanso, la diversión y experiencias como disfrutar un buen vino, visitar el atelier de un artista, conocer la historia sanmartiniana y admirar la arquitectura moderna. El circuito histórico cobija tesoros como el Memorial de la Bandera de los Andes, que conserva la bandera del Ejército Libertador, bordada por las patricias mendocinas. Y, para coronar una tarde, el mirador de la terraza de la Municipalidad regala vistas de la ciudad y las primeras estribaciones precordilleranas. Caminando por sus calles no se pierde el contacto con la naturaleza: los parques y las plazas son cercanos entre sí y el disfrute va de la mano con las veredas anchas y acequias que aportan el sonido del agua corriendo. Cubiertas de arboledas, brillan de verde en primavera y verano y se tiñen de ocres que alfombran las calles en otoño. Por las noches, llega el momento de entregarse al deleite de los sabores regionales y a vivir la variada actividad nocturna, con los Andes como guía.

Los encantos culturales conviven con la naturaleza en un paisaje que cambia de tonos y colores de la mano de las cuatro estaciones.

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Mendoza, un refugio natural Un escape de la rutina es bienvenido en cualquier época del año. Refrescarse en un espejo de agua, tocar la nieve, respirar el aire puro que corre entre montañas o pisar el pasto descalzo, son accesos directos a una sensación de libertad que siempre hace bien. El ritmo de esta provincia cordillerana ayuda a bajar las revoluciones. Las opciones son muchas: una caminata, un picnic en medio de un valle con el sonido del agua de deshielo de fondo o avistar la flora y fauna del paisaje montañoso y desierto. Mendoza cuenta casi con una veintena de áreas naturales protegidas y eso permite elegir entre volcanes, lagunas, bosques de algarrobos y chañares tan añosos que impactan, y paisajes llenos de rocas coloridas que marcan entornos y juegos de sombras. El zumbido del viento zonda recuerda lo salvaje de la naturaleza y, ante cada postal, los viajeros se sienten rodeados por una majestuosidad que sorprende. Los gentiles pobladores siempre están dispuestos a contar historias y los guías a ayudar a entender el entorno, en constante mutación. El aroma a tierra y jarilla y el cielo claro regalan momentos únicos e irrepetibles y hay que vivirlos a pleno, porque mañana cambiarán de colores.

Entre montañas, volcanes, desiertos y oasis, se respira un aire diferente que invita a descansar y a tomar coraje para emprender aventuras. 136


Un mundo de vinos entre el sol y la tierra mendocina Una copa de vino brilla al sol entre las uvas. Algunos quieren aprender a describir la complejidad de la bebida y otros eligen disfrutarla sin más. Todas las opciones son válidas en Mendoza, que alberga más de 100 bodegas abiertas todo el año y en especial entre fines de enero y marzo, época de vendimia. Los viajeros son recibidos para brindar en hoteles, restaurantes y espacios rurales o urbanos. Por todos lados se escucha el tintineo del chocar de los cristales y se siente gratitud por estar en donde nace aquello que se está degustando. El aprendizaje reside en descubrir los aromas de la bebida, y también el paisaje, el diseño de cada etiqueta, la gastronomía y la riqueza de la tierra. Las posibilidades van desde recorrer las zonas vitivinícolas en un bus temático, en auto o hasta en un tour y adentrarse en el proceso de elaboración, en pareja, con amigos o un grupo de viajeros recién conocido. Mientras un cordero o una trucha se cocinan, las charlas se suceden y se entra a una escena en la que uno quisiera quedarse. Los enólogos y familias productoras comparten sus secretos y la experiencia es tan noble que, terminado el viaje, esa mística prevalece como un recuerdo dispuesto a renacer, sobre todo, cada vez que se destape una botella.

En la Capital mundial del Malbec, despiertan los sentidos al degustar este elixir y sus maridajes con sabores y paisajes cuyanos. 137


Cuyo

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San Juan


Ischigualasto, tierra de dinosaurios Por la inmensidad rocosa anda un dinosaurio bajo el sol, a paso lento. La escena tuvo lugar hace millones de años, pero pareciera estar sucediendo ahora frente a los visitantes. Tal es la historia del Parque Provincial Ischigualasto, ubicado a 330 kilómetros de la ciudad de San Juan y declarado Patrimonio Mundial Natural. Allí descansan los restos fósiles de los dinosaurios más antiguos de la Argentina, en un paisaje extraordinario y de un alto valor científico. Todo el año, y en particular de abril a septiembre, se reciben viajeros en este espacio natural en donde la mente alucina con los vestigios de la vida de la era Mesozoica del Período Triásico y las geoformas, resultado de la erosión, que adoptan figuras como “el submarino” y “el hongo”. Nada ha sido alterado por la mano del hombre. Los diversos colores de la tierra se despliegan en el suelo y las paredes rocosas se imponen ante la inmensidad. La noche es otra aventura, más aun cuando hay luna llena y se ofrece un recorrido por 40 kilómetros del parque. De nuevo bajo el sol, hay paseos en mountain bike dentro del circuito o senderismo en el cerro Morado. Antes de partir, muchos viajeros dirán en silencio “hasta pronto” a los dinosaurios, conscientes de que es un lugar para volver.

Dejándose llevar por la imaginación, se puede sentir el paso de los dinosaurios más antiguos del país en este Parque Provincial declarado Patrimonio del Mundo.

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Fiesta Nacional del Sol, el amanecer de San Juan En Febrero durante cinco días, San Juan vive a pleno los festejos y eventos enmarcados en la Fiesta Nacional del Sol. Se trata de agasajar al astro por los más de doscientos días de luz que brinda por año. Hay mucho para elegir. Gastronomía típica, shows en vivo, identidad y vinos: la invitación a disfrutar está hecha.

Una celebración que tiene como lienzo las montañas, en donde se funde el marco natural y la mano del hombre.

San Juan, sabores y olivo El paisaje está inundado de verde de diferentes tonos que combinan con el cielo y el sol. A la vera del camino los olivares dan forma a un entorno encantador a lo largo de la Ruta del Olivo.

Sabrosas catas de aceite en las que se distinguen los distintos aromas y se marida con otros productos regionales. Entre árboles añejos y los frutos aún sin procesar, los productores comparten el proceso de molienda de la aceituna a la extracción del aceite, y transmiten su conocimiento sobre este alimento milenario.

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Ciudad de San Juan, pasado y presente: memoria y vida urbana El equilibrio entre la vida urbana, siestas silenciosas y noches estrelladas está presente en la ciudad de San Juan. Con el viento zonda y el aroma a semitas que tienta por el camino, andar por las amplias veredas y el paisaje entre montañas es una experiencia gratificante en estos tiempos. La ciudad invita a descubrir la arquitectura moderna del Centro Cívico, y no faltará un sanjuanino amable que asesore al viajero. Los vestigios se funden con la modernidad de una ciudad recuperada después del terremoto de 1944. Un simulador de sismos permite experimentar tamaña sensación y aprender sobre la evolución en el museo de la Memoria y Vida Urbana. Bajo su clima cálido y seco, siempre hay un espectáculo, un evento deportivo o recreativo que invita a hacer un alto. Y varios itinerarios a recorrer, como la Ruta del Vino o la Ruta del Olivo, o un city tour que llega a la casa en la que nació Domingo Faustino Sarmiento y a la celda franciscana en donde estuvo el Libertador Don José de San Martin, entre otros lugares. Una estadía permite disfrutar de estas opciones y, además, del popular paraje de la Difunta Correa y el santuario de San Expedito. Bodegas, postales naturales y cada atractivo contribuye al quehacer de esta ciudad, un oasis cosmopolita en pequeña escala.

Los encantos de una ciudad moderna con vistas a la precordillera en un ambiente de grandes arboledas y amplias veredas.

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Aromas y sabores en la ruta del vino sanjuanino Los argentinos tenemos experiencias vitivinícolas en diferentes provincias, cada una con sus particularidades, y San Juan es un escenario mágico para comprobarlo, por sus viñedos rodeados de montañas. Las bodegas reciben a viajeros que se acercan a conocer la producción local, y copa de por medio, quienes llevan adelante la producción contarán los misterios y encantos de su rutina. El syrah es la cepa estrella, crece en suelos muy soleados y cobijada por altas temperaturas. Hay que brindar por esas condiciones que se dan en la provincia, que también hacen a los visitantes pasar unos días de relax. La ruta abarca los departamentos de Caucete, Pocito, Rivadavia, Zonda, Calingasta y la Ciudad de San Juan y cruza a los viajeros con la calidez de la gente local. La gastronomía acompaña, y a medida que el paladar se familiariza con los aromas y sabores, se eligen con mayor precisión los maridajes y crece el espíritu sibarita. Todo sucede en el paisaje cuyano, en donde el arte de la cosecha y la recolección se transmite de generación en generación y la aventura no se limita a destapar una botella. Se trata de andar en bicicleta entre las parras, de tocar los viñedos, de arrancar alguna fruta, probarla y descubrir los intensos sabores apenas salen a la luz.

Entre montañas y mucho sol se descubren los vinos sanjuaninos y su cepa estrella, el syrah.

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San Juan, a través de los valles Con las tortitas de chicharrón y el termo cargado se sigue el recorrido por la provincia de San Juan, contemplando una panorámica sorprendente. Recorrer las rutas 40, 150 y 20 es aceptar la aventura de ver atardeceres, paisajes increíbles, pulperías y almacenes de campo donde aún se respira el pasado sanjuanino.

A lo largo del camino aparecen extrañas geoformas, hay que imaginar qué representan.

San Juan, caminos de fe Miles de personas avanzan en peregrinaje. Los rezos acompañan y el paisaje sanjuanino guía la procesión. Ninguno de los que participa está solo; es un enorme gentío que proviene de todo el país e incluso de Latinoamérica: es gente llena de fe. Llevan ofrendas a la Difunta Correa por su muestra de amor y fidelidad y, a San Expedito, por ayudarlos con las causas urgentes.

Acariciar las imágenes de los santos y renovar la fe provoca una conexión espiritual tan fuerte y profunda que es indescriptible.

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Parque Nacional El Leoncito, una ventana al universo El rugido del viento moldea desde hace siglos con su fuerza el Parque Nacional El Leoncito, en la localidad de Barreal, departamento de Calingasta. A 237 kilómetros de la ciudad de San Juan se llega a los observatorios que maravillan a los visitantes: CESCO y CASLEO (ambos con hospedaje). La capacidad es limitada, y conviene planear la visita porque vale la pena. La astronomía es la piedra preciosa de este lugar, con cielo diáfano más de doscientos días al año. Permite que los visitantes en cualquier momento, sobre todo de septiembre a mayo, aprendan, se asombren y contemplen un espectáculo único de la naturaleza. Las características geográficas y climáticas del parque hacen que la ciencia astral se presente aquí de una forma particular. Cualquiera siente que casi toca las estrellas con las manos y se divisa el cosmos en un contexto único. El techo del parque son las constelaciones. Un observatorio al pie de la Cordillera de los Andes no se visita todos los días, y San Juan tiene un cielo infinito y tecnología para admirar el Sistema Solar. Para completar la jornada, una visita a la estancia en donde paró Don José de San Martín, acampar y a esperar un rato… si se tiene suerte, quizás se vea una estrella fugaz.

Los cráteres de la luna dicen presente, y ante tanta maravilla es de esperar que los viajeros pierdan la noción del tiempo y del espacio.

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Ullúm, aventuras entre el cielo y la tierra Un grupo de viajeros pasa a unos metros de otros haciendo senderismo por el camino rocoso. Hacia el río San Juan, un grupito valiente avanza en kayak. Y en pleno cielo límpido, una silueta se divisa en parapente. El Dique de Ullúm parece el paraíso de los deportes de aventura de acción y queda próximo a la ciudad de San Juan. Mountain bike, trekking, enduro, longboard, windsurf o esquí acuático, parapente, un gran abanico de oportunidades donde la diversión y la adrenalina están garantizadas. Los que prefieren tranquilidad y placer desde la contemplación o una charla grata también tienen opciones. El dique, construido en la década del 80, es una obra maestra de la ingeniería y se gana todas las miradas, sobre todo al atardecer, cuando el paisaje prehistórico aumenta su gama de colores. En el enorme espejo de agua rodeado del paisaje de la precordillera se vive deporte y aventura todo el año y en pleno equilibrio con la naturaleza. Como broche de oro se disfruta de trekking con la luna llena en el cerro Tres Marías, observando el dique y la ciudad con una vista maravillosa.

A quince minutos de la urbe sanjuanina, el contacto con el sol, el viento, la tierra y el agua provoca que los sentidos se agudicen. 146


Desafíos a la velocidad del viento en San Juan El viento corre de una manera muy especial. Para el común de las personas es fuerte, pero los amantes de la acción saben que lo que ocurre es único: la provincia de San Juan es uno de los mejores lugares del mundo donde practicar windsurf, kitesurf o carrovelismo, en el dique Cuesta del Viento (Dpto. Iglesia) y en la Pampa del Leoncito (Dpto. Calingasta). La adrenalina está a la orden del día en medio de las montañas, donde las ráfagas llegan a superar los 100 kilómetros y 50 nudos por hora. Embarcarse en la aventura emociona, se mejora la técnica o se aprende desde cero con especialistas. De octubre a mayo, justo a partir del mediodía en el dique Cuesta del Viento ingresan por la quebrada las ráfagas entre la postal precordillerana y la vegetación. Es el mejor punto de Sudamérica donde practicar kite y windsurf, al igual que de noviembre a marzo en la Pampa del Leoncito, antigua laguna que dio lugar a una planicie blanca de 10 kilómetros de largo y 4 km de ancho, ideal para el carrovelismo. Alrededor de las cuatro de la tarde, en la Pampa del Leoncito, quienes practican carrovelismo llegan a deslizarse a 135 kilómetros por hora. Al alzar la vista, el cerro Mercedario se levanta imponente. A la jornada la corona el atardecer, que tiñe el cielo de colores.

En San Juan el viento es el compañero inseparable de la aventura. Kitesurf, windsurf y carrovelismo, solo hay que animarse a disfrutar. 147


Cuyo

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San Luis


descubriendo la cumbre de los comechingones Caminar por los alrededores de Villa de Merlo siempre termina siendo una invitación a sumergirse en el placer del trekking. Ascender por las abruptas laderas de la sierra de los Comechingones que marcan el límite entre las provincias de San Luis y Córdoba es un desafío que llena de adrenalina y felicidad a los viajeros en busca de autorrealización personal. Alcanzar la pequeña cumbre del cerro de las Ovejas es llegar a la máxima altura de la provincia puntana. Transitar por las planicies de las sierras, a más de 2000 msnm, hasta el viejo y perdido Pueblo Escondido, resulta una experiencia única y más que placentera, llena de aire puro y paisajes que sorprenden. Los guías baqueanos siempre están listos para emprender aventuras y contar detalles de la flora, la fauna y la tierra que se atraviesa en plena travesía por los cerros. El sonido del viento acompaña y susurra historias que se mezclan con la vegetación verde y dorada de los senderos. De enero a mayo y de septiembre a diciembre son los momentos ideales para encarar el Corredor de los Comechingones. Sólo queda decidir cuándo comenzar. Ponerse buen calzado, cargarse de agua y salir a andar por ese techo maravilloso de la provincia que regala postales encantadoras.

Echarse a andar por los picos más altos de la provincia y descubrir historias puntanas en medio de aventuras.

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Mil rojos en los farallones de Quijadas La visita al Parque Nacional Sierra de las Quijadas es una suerte de viaje al inicio de los tiempos. En este paraje de 150 mil hectáreas, donde pareciera que en cualquier momento va a aparecer volando un grupo de pterodáctilos, se teje y desteje una trama de castillos de arena esculpidos por el viento en San Luis. El parque cretácico y jurásico resguarda tesoros paleontológicos y los viajeros se quedan maravillados cuando se cruzan con una huella de dinosaurio o paredones en medio de un desierto rojo, que brotaron del fondo de la tierra cuando surgió la Cordillera de los Andes. La sensación de que la aventura recién comienza se talla en el espíritu de los visitantes cuando un guardaparques cuenta que en el lugar se encontraron restos fósiles de dos especies de pterosaurios o lagartos alados. Pecaríes de collar, maras y, más difíciles de ver, pumas, acompañan el camino. Hay senderos entre acantilados, farallones, guanacos, huellas, cornisas y terrazas. Y la comunidad huarpe recibe a las visitas con calidez al igual que la proveeduría en Quijadas, donde saciar el apetito tras horas de caminata. Las maravillas naturales siempre estarán ahí, al alcance de la emoción, cerca de la Ciudad de San Luis, Potrero de los Funes y Villa de Merlo.

Huellas de dinosaurios, cóndores y manadas de guanacos acompañan un recorrido por la naturaleza con sus formas erosionadas por los años.

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Por los senderos de la fe puntana Recorrer San Luis es también recorrer su cultura y su religión.

Iglesias antiguas, oratorios, santuarios y templos invitan por toda la provincia a renovar la fe y conectarse con lo más sagrado. La conexión espiritual está a la orden del día para los viajeros, que descubren manifestaciones de fe en travesías interreligiosas y culturales a lo largo y a lo ancho de la región.

Paisajes con literatura puntana Son muchos los pobladores de letras que embellecieron la historia de la provincia; tal es así que sus casas y sus obras son hoy atractivos para los visitantes.

Versos, novelas y artículos periodísticos reviven entre las sierras, arroyos cristalinos y el cielo limpio y puro. Los viajeros recorren los mismos lugares que inspiraron a los padres de la literatura local. Los precursores, las escritoras, la generación del cuarenta; cada itinerario es un descubrir.

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Regreso a Gondwana en Bajo de Veliz El Parque Provincial Bajo de Veliz guarda sorpresas, algunas atesoradas por más de 300 millones de años en la provincia de San Luis. Llegar aquí, a 45 kilómetros de Villa de Merlo, es como viajar al pasado más remoto, cuando Sudamérica estaba unida a África, Australia, India y Antártida, formando un continente austral llamado Gondwana. El paisaje montañoso que tenía ese paraíso se convirtió en las sierras de San Luis y miles de viajeros se acercan a sentir la historia que guardan. Dispersos por el suelo se observan fósiles de plantas, hojas, troncos y ramas que vivieron en ese ambiente del paleocontinente. El panorama inspira paz y los viajeros se emocionan por estar en un escenario tan sagrado. Con una superficie de 6 mil hectáreas, el parque alberga recursos de valor paleontológico, fósiles vegetales y animales que datan entre 290 y 300 millones de años atrás. Las evidencias del pasado se mezclan hoy con el canto de las aves, la vegetación brillante y los morteros esculpidos en la roca, testigos de las comunidades nativas como los comechingones. De recuerdo, los viajeros se llevan alguna artesanía de semillas de guayacán confeccionada por las familias que habitan el parque, como un tesoro con 300 millones de años de energía.

Descubrir millones de años de historia y viajar a un pasado remoto en las Sierras de San Luis.

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Chivitos puntanos a la mesa Saborear un chivito puntano es un gusto que se dan todos los que visitan la tierra de San Luis. Este plato se distingue por la particular forma en que es preparado en la provincia y satisface los paladares de todos los amantes del buen comer con su gusto y singular encanto. La pureza de sabores intensos y deliciosos tientan con sus aromas invadiendo salones desde parrillas, discos de arado y hornos de barro. Los más respetuosos de la tradición lo sirven con chanfaina, sangre cocinada y condimentada, y los sibaritas saben apreciar ese detalle lleno de identidad local. Dicen los puntanos que en la fina capa de grasa crocante que recubre la carne del chivito está el secreto de este manjar. Los viajeros intentan comprobarlo: muerden un bocado, sienten que se derrite en la boca como manteca y se deshace con suavidad, y dan cuenta de que es así. Es un saber culinario que comenzó a desarrollarse ya en la época colonial y al que cada generación le aporta su propia “pincelada”.

El chivito, especialidad puntana, para degustar en medio de un recorrido por las sierras.

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Historias y cuecas puntanas de una vereda sola “Sos la calle más humilde de mi tierra mercedina, en los álamos comienza y en el molino termina”, dice la letra de la cueca Calle Angosta, de Alfonso y Zavala, que también supieron entonar Los Chalchaleros y Mercedes Sosa, entre muchos artistas. Es que todos quieren rendirle homenaje a este rincón de San Luis, que se hizo famoso en todo el país. Pequeñita, de un lado los trabajadores del ferrocarril construyeron sus casas y del otro quedó descampado, por eso se dice que es “de una vereda sola”. La calle invita a relacionarse con los lugareños y experimentar la identidad cultural, con visitas a antiguas pulperías y boliches que recrean el nacimiento de este rincón entre copas y baile. Durante todo el año es posible acercarse a esta calle mítica donde los viajeros se sacan fotos en la esquina del boliche de Miranda y ante el cartel que reza el nombre de la cuadra y su modesta numeración “150-200”. Con un día alcanza, pero muchos sienten ganas de quedarse acodados a la mesa de algún viejo boliche, escuchando cuecas y brindando por este mágico lugar.

Una mítica calle invita a experimentar la cultura local, con visitas a antiguas pulperías y boliches.

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Brillos puntanos en los caminos del oro La posibilidad de ingresar a antiguas minas de oro no se da todos los días. Tampoco la experiencia de buscar ese metal precioso en el río Amarillo o visitar la gruta de Inti Huasi, donde el hombre vivía hace 8 mil años atrás. Todo eso se vivencia en la Ruta del Oro, en la provincia de San Luis. Los viajeros llegan con actitud aventurera y se disponen a descubrir el corredor, que abarca desde la localidad de Trapiche, pasando por Valle de Pancanta y La Carolina hasta Cañada Honda. Son lugares donde se entra en contacto con la naturaleza, la historia y la arquitectura, en esta zona central de las sierras donde comenzó la actividad minera. Un guía cuenta en plena excursión el inicio del trabajo en las minas. Con botas y cascos puestos, los visitantes imaginan cómo era trabajar en el lugar. En La Carolina, pueblo de una sola calle y casas de adobe y piedra, se conoce acerca de la vida del siglo XVIII en una caminata bajo el sol. Aquí se vivió la fiebre del oro y hoy su legado continúa atrayendo visitantes que se acercan a un pasado lleno de historias admirables.

Minas abandonadas, ríos en los que se buscaban pepitas y grutas históricas ayudan a armar el rompecabezas del pasado de San Luis. 157


C贸rdoba

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C贸rdoba


Huella serrana, caminando el cielo cordobés El auto va por la ruta a apenas 300 msnm. De repente sube una cuesta y vuelve a bajar rodeado de un contraste pleno entre las sierras y el cielo. Así se llega en Córdoba a los 3000 msnm, en apenas 60 kilómetros. Carlos Paz, Mina Clavero, La Cumbrecita, La Cumbre, Capilla del Monte… hay muchos puntos donde los amantes de las aventuras se dejan llevar. Una posibilidad es comenzar por la Huella Serrana en Punilla, Calamuchita y Traslasierra, donde, mientras se pasea en bicicleta, se van avistando la flora y fauna del lugar. En la Reserva Pampa de Achala, con animales y plantas endémicas, es donde vuela el 40 por ciento de la avifauna nacional, y no hay nada más emocionante que cuando se dejan ver el halcón peregrino y el cóndor, emblemas de la zona. Dan ganas de quedarse: nunca falta algún refugio, un brindis y una guitarra. Dicen que los fines de semana largos también son una fiesta en el Cerro Champaquí, en el Valle de Calamuchita, donde una subida permite alcanzar el techo de la provincia. El paisaje serrano invita a practicar senderismo, cabalgatas e incluso pesca en algunas regiones. Hay paseos de un día o veladas de fogones que se extienden hasta entrada la noche, para disfrutar sin fin del encanto de las sierras.

Travesías a pie o a caballo permiten descubrir los puntos más remotos de las sierras cordobesas, entre guitarreadas y un paisaje encantador. 159


Parque Nacional Quebrada del Condorito: majestuosidad en el corazón de las sierras Muy temprano los viajeros salen de la Ciudad de Córdoba con destino al Parque Nacional Quebrada del Condorito. Vistas increíbles de los valles y las Sierras Chicas acompañan hasta el ingreso. Una vez dentro, el recorrido hasta el Balcón Norte es de casi 6 kilómetros. Es fuerte en el área la presencia de especies y subespecies endémicas, únicas de las altas cumbres. Es así que en medio del mar de pasto aparece la orquídea de Achala, y se ven de repente un escuercito, un lagarto verde y una culebra listada. Las sonrisas brotan y los viajeros atinan a disparar sus cámaras de fotos. Casi cinco horas más tarde (menos si se hace en bicicleta) se inicia el tramo hasta el Balcón Norte y al fin: una panorámica increíble de la quebrada que da nombre al área protegida muestra el suave planeo de los majestuosos cóndores. Es el único lugar donde anida esta especie fuera del cordón andino, a menos de 100 kilómetros de la ciudad. La emoción aflora y, al pasar las aves con las alas abiertas, un guardaparque identifica si se trata de machos o hembras. Si hay luna llena, vale la pena esperar para admirar a los cóndores volando al atardecer y regresar en una caminata en la que los pastizales se vuelven plateados y las piedras de cuarzo brillan.

Un camino lleno de cuarzos y pastizales que premia con un paisaje increíble: montañas y, en pleno vuelo, los majestuosos cóndores andinos. 160


Mar de Ansenuza, la maravillosa laguna que se viste de mar La Laguna Mar Chiquita no tiene nada que ver con su nombre, este “mar”, en el centro de la Argentina, es cuatro veces más grande que el Mar Muerto y uno de los humedales salados más grandes del mundo.

En medio de atardeceres espectaculares, se descubren los secretos de este humedal con sus flamencos rosados y leyendas originarias. Los viajeros quedan anonadados ante los 2800 kilómetros cuadrados de la laguna, a cuyas aguas se adjudican propiedades curativas.

Villa Cura Brochero, tierra del santo La conexión espiritual en la Villa Cura Brochero llega cuando se ve el legado del cura beatificado y cada viajero se inspira ante el patrimonio y los relatos de la gente de la zona.

La emoción invade a todo aquel que ingresa al santuario, la sensación de paz es indescriptible y se comparte en silencio. Un templo, un museo y la que fuera casa del cura ayudan a revivir la obra de este hombre religioso y una cabalgata conduce por los caminos del santo. Todo el año es posible acercarse a renovar la fe a este rincón cordobés lleno de convicciones, solidaridad y naturaleza.

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Córdoba, tierra de festivales Durante todo el año hay algo que amerita un brindis: el folklore, la doma, la cerveza, la papa, los alfajores, el rock y las peñas. Los cordobeses tienen fiestas para todo y se les agradece.

Entre bailes, música y paisajes imponentes, se da rienda suelta a la alegría, donde la comida local aporta lo suyo para alimentar los días y las noches. La picardía cordobesa flota en el ambiente y siempre hay un río cerca donde refrescarse y descansar, antes o después de la fiesta. En cada festejo los espectadores ya son parte del evento tanto como las sierras.

Córdoba jesuítica: reviviendo el pasado La historia de hace 400 años vuelve a tomar forma en un recorrido por las principales estancias de la orden religiosa en la provincia. Allí la sorpresa es enorme al aprender detalles acerca de todo el sistema social, económico y político de los jesuitas.

Naturaleza y gastronomía acompañan este camino lleno de emociones, que renueva la fe en cada nuevo hallazgo. La Manzana Jesuítica, en Córdoba Capital, es el punto de partida para conocer este legado, declarado Patrimonio Cultural Mundial que continúa en un recorrido por Jesús María, Cruz del Eje y Alta Gracia.

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Córdoba, al ritmo de una ciudad histórica y moderna La Ciudad de Córdoba tiene famosas cualidades: hay música, baile, y un acento típico que guía a cualquier viajero. También hay historia, vida académica y naturaleza. Un combo irresistible. Un tour por el Centro histórico lleva a través de iglesias, museos, teatros y la famosa Manzana Jesuítica, declarada Patrimonio Mundial, que impacta con su impronta arquitectónica y su pasado. Una parada en los bares de la zona de Güemes invita a un almuerzo. A lo largo de la calle Belgrano las casas de antigüedades y artesanías y los conventillos, transformados en galerías, conforman una salida ideal combinada con el Paseo de las Artes, donde comer y tomar algo. El Paseo de la Cañada con sus añosas tipas, el Parque Sarmiento o el flamante Parque de las Tejas llenan de energía mientras se merienda un clásico alfajor. Para revisar la historia es ideal visitar algunos museos y el flamante Centro Cultural Córdoba, con una gran paleta artística y cultural. Cuando sale la luna el centro geográfico del país redobla la apuesta. Los cordobeses salen a compartir buenos momentos; suena el cuarteto, la cumbia, el folklore y el rock y los bailes de cada barrio son auténticos. Unas horas de sueño ¡y a seguir recorriendo!

Con un pasado aún en esplendor, nuevas galerías de artesanías, sabores y noches animadas son un combo ideal para una escapada o unas vacaciones. 163


Por los ríos de Córdoba con los pies descalzos Durante la primavera y el verano, en la provincia de Córdoba no vale mucho la pena ponerse calzado. Siempre hay algún río cerca donde refrescar los pies y simplemente disfrutar. Las sierras en el corredor sur del río San Antonio son bendecidas con la presencia del sol y miles de viajeros disfrutan del clima apacible ideal para el descanso. Las aguas cristalinas permiten ver el fondo de cada río, invitan a tocarlas y la sorpresa siempre es grata: la temperatura es justa para mitigar el calor, así que no queda más que animarse a disfrutarla. Alrededor todo es verde y musicaliza el canto de los pájaros. Es un momento que eleva el espíritu y, al finalizar el chapuzón, siempre hay alguien que espera con un mate, un libro o una mantita donde dormir una siesta. En medio de paisajes poco intervenidos por el hombre, casi todos los ríos son para ir en familia y en algunos se formaron incluso ollas y piletas naturales donde los chicos juegan con tranquilidad. Se sienten los aromas de las hierbas silvestres, el sonido del agua dejándose llevar y la calidez de la arena en los pies. Vendedores locales ofrecen productos serranos, las guitarras están a la orden del día y alguien entona unas canciones mientras cae la tarde.

Días enteros de relax en familia o entre amigos se suceden en las sierras cordobesas, donde el sol siempre acompaña.

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Encuentro con la fe en la Córdoba de las campanas En Córdoba la fe se posa en muchos rincones. Cada orden religiosa de la provincia (católica, judía, islámica, evangélica, armenia, ortodoxa y anglicana) tiene su templo y en cada uno se aprecia un patrimonio invaluable.

Recorrer el circuito interreligioso y admirar la devoción que se congrega en esta ciudad es una misión que llena de paz y alegría. Arquitectura y obras de arte conmueven tanto como el aroma a incienso y el silencio, que colaboran a la conexión espiritual en la “Córdoba de las campanas”, un lugar perfecto para reencontrarse con la fe y con uno mismo.

Vida de campo en las sierras de Córdoba El canto de un gallo despierta a los visitantes y no les importa madrugar. El aroma a pan recién horneado, el aire puro y la sensación de bienestar son energizantes, así que participar en las tareas rurales resulta motivador. Se ordeñan vacas, se acompaña a pastar a algunos animales y se alimenta a otros. Luego, llega el momento de ayudar a cocinar, que transcurre entre charlas con la cálida gente del lugar.

Comida casera, siestas a la sombra y cabalgatas esperan en las estancias, donde la vida de campo, llena de pequeños grandes placeres, acerca la conexión espiritual y el descanso. 166


De la llanura a la sierra, aromas y sabores cordobeses En un paisaje serrano, a la vera de ríos y en estancias con historia, la identidad del pueblo se descubre con sabor regional. El paladar de los viajeros no tiene descanso en Córdoba, donde la diversidad cultural de la provincia se refleja en cada ingrediente. El mate viene con gustito a peperina, y las picadas con fernet y humor cordobés. En toda la provincia hay productos regionales. Son famosos los quesos y embutidos de Colonia Caroya, se dice que las mejores parrillas están en Jesús María junto a vinos artesanales de la región y las sierras, y que la cerveza artesanal se degusta en Villa General Belgrano junto a otras especialidades centroeuropeas en Calamuchita. Al norte, en Quilino y Deán Funes se crían los mejores cabritos, y la nutria y el pejerrey se prueban en Mar Chiquita, mientras que la capital recibe a los visitantes con sabores vanguardistas, cocina de autor, criolla y regional e internacional. Hay una fuerte identidad que se refleja en la gastronomía, y cada alimento nace ligado a la idiosincrasia de la sierra. El legado jesuita se fusiona con la cocina colonial; en las cantinas y pulperías no falta buena música y amabilidad local. Es demasiado para un solo día, ¡así que habrá que quedarse unos cuantos!

Propuestas tentadoras abundan por los caminos cordobeses, con tantos productos regionales que no se sabe por dónde empezar. 167


Buenos Aires Provincia de Buenos Aires

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Buenos Aires campo adentro, descanso y tradición gauchesca Los grillos cantan, pero en la pulpería es más fuerte la voz de los paisanos que comparten historias. La narración oral brilla en los pueblos de la provincia de Buenos Aires y no hay tranquera que la detenga. Un paseo sorprende cualquier fin de semana. Cada rincón ofrece postales que parecen cuadros de Molina Campos y nunca falta el mate. Desde temprano, los viajeros aprenden sobre la labranza y los cultivos, las tareas en el tambo y la granja. La magia continúa en un viejo almacén o una pulpería con un almuerzo casero y sigue una siesta bajo un árbol. Quedarse a dormir en una estancia o un alojamiento rural también suma a la experiencia, como la diversión si se cruza una fiesta popular, una jineteada o una doma. San Miguel del Monte, San Antonio de Areco, Exaltación de la Cruz, Carmen de Areco, Cañuelas, General Madariaga, San Andrés de Giles, Chascomús, Lobos y Luján, entre otros, reciben a los viajeros. Al amanecer, el rocío hace que todo brille, el aroma de la tierra mojada se funde con el del pan recién horneado y comienza otra jornada. A la noche, las brasas de la parrilla ceden su lugar a las luciérnagas, las estrellas y las guitarreadas.

Una siesta, un asado, una caminata bajo el cielo estrellado. La tradición se mantiene viva y los gauchos comparten su historia. 169


Pueblos Turísticos, una cita con lo auténtico La velocidad queda a un lado ante la calma de los pueblos bonaerenses, que invitan a recorrer la historia local a través de antiguas estaciones de tren, viejos almacenes y personajes entrañables.

Al mediodía el aroma a leña o pastas caseras que aflora de los bodegones abre el apetito y de los almacenes salen gauchos de ley. Las caminatas entre pisos de ladrillo conducen hasta casas de té, donde suena la radio con música folklórica y no faltan los pastelitos.

Paraísos pesqueros bonaerenses Ríos, lagunas, mar; hay muchos destinos donde pescar y cada lugar tiende una invitación a perfeccionarse en el deporte. En el Río de la Plata pican bogas, armados, dorados y surubíes, y en los demás ríos nadan pejerreyes, carpas y hasta truchas.

En las más de 1500 lagunas la paciencia se nutre hasta sentir la emoción del pique, pegar el tirón y recoger. Pescar desde un muelle, en la playa o embarcado en el litoral del Atlántico es vivir otro paisaje. La costa invita a hundir los pies en la arena, el mar pide abrigo y las olas presentan otro desafío.

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Buenos Aires serrana: aventura, aldeas mágicas y relax Como el escenario de un cuento fantástico, el sur bonaerense propone un mix de paz y contemplación más turismo aventura. Hay que elegir por dónde empezar, con la confianza de que ninguna opción fallará. En Tandil, Tornquist, Balcarce, Azul, Coronel Suárez, Olavarría, Mar del Plata, Lobería, Benito Juárez, Saavedra, Puan y Coronel Pringles, la conexión natural está al alcance y la adrenalina aparece en travesías en 4x4, cabalgatas, buceo por canteras, aladelta o parapente. Se distinguen los aromas de la hierba y la música que componen los árboles cuando el viento los mece. Una escapada por Sierra de la Ventana o Tandil es ideal para la introspección en estos paisajes. En Balcarce, las sierras se combinan con lagunas, escenarios de deportes náuticos, vuelos de bautismo y golf. En la ciudad se disfruta el automovilismo y se corona el día probando el postre que lleva el nombre del lugar. En Tandil tienta probar el salame de origen y en Saldungaray y Azul, seguir las huellas del arquitecto Salamone. En Tornquinst se vive el parque provincial homónimo por donde se llega al Cerro Tres Picos, el más alto de la provincia, y la lista podría seguir… Es un abanico inmenso de opciones.

Desde el cielo en parapente, desde la pared de una escalada o tomando mate en el valle, todo es válido para disfrutar las sierras bonaerenses.

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Sabores de pampa El mismo queso que se compra cuando uno está inmerso en la rutina tiene mejor sabor cuando se prueba en el camino. Y ni hablar cuando se degusta con seres queridos, en un pueblo pintoresco, junto a un pan recién horneado y un vasito de vino. La escena se repite en la provincia de Buenos Aires con productos nobles que motivan a ir en busca de un convite de origen. Invitaciones de sabores bonaerenses para todos. En Médanos –partido de Villarino–, Villa Ventana y Saldungaray –partido de Tornquist– brilla la Ruta del Vino. La del Olivo se extiende en Coronel Dorrego, y la Ruta del Queso en el Partido de Suipacha; mientras que la Ruta del Salame tienta en Tandil y la del Jamón Crudo en Marcos Paz. Basta con uno o dos días para ceder sin culpa ante el incentivo y conocer a fondo sus sabores. Cualquier fin de semana las picadas están a la orden del día. Los aromas y sabores se expanden en torno a tablas de fiambres y frutas. Y con la panza llena, la sobremesa se extiende como la sonrisa. Algunas casas abren sus puertas para mostrar los procesos de elaboración; la Ruta del Arándano, en Zárate y San Pedro, recibe en las plantaciones y fincas con paseos en carruaje y catas de productos. Cada ruta tiene su historia, sólo hay que degustarla. ¡Buen provecho!

En pintorescos pueblos, el encuentro se da en torno a tablitas llenas de delicias para ceder sin culpa ante la tentación de sabores.

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Hacia el sur de Buenos Aires, playas en calma Las playas del sur de Buenos Aires parecen infinitas. Caminatas eternas, inmensidad dorada, bosques y dunas brindan un paisaje encantador.

Vale dejar los autos, tomar un abrigo liviano y cargar el termo con agua caliente: la vida en estos paraísos se da con ritmo natural y silvestre. Las olas se combinan con bosques y calles de tierra, y en algunos puntos el mar se mezcla con arroyos, lagunas y ríos. Un picnic entre pinos invita a dormir una siesta, otros surfean y practican kitesurf, o se entregan al ritual de la pesca en medio de paisajes inmensos.

Polo y golf: tradición deportiva en Buenos Aires Mientras el piso vibra al galope del caballo y el viento suave acompaña las caminatas por un campo de golf, se despierta de a poco el espíritu competitivo. El polo y el golf, deportes y tradiciones en perfecta combinación, atraen a todos: los que nunca jugaron y sienten curiosidad, los experimentados que quieren perfeccionarse, o los que prefieren ser espectadores.

El sol en la cara, el silencio, la belleza del entorno y la camaradería se disfrutan compartiendo la pasión por dos deportes que brillan en el país.

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Historia, cultura y tradición bonaerense Las urbes de la provincia sintetizan en singulares costumbres, sabores y patrimonios culturales, una historia hecha de memorias de inmigrantes, mestizos y criollos. La Plata, Mar del Plata, Bahía Blanca, Junín y Olavarría cautivan los sentidos; comidas típicas y festivales se mezclan con el mar; sierras conviven con museos y los paisajes acompañan.

De día o de noche, recorrerlas es tan grato que hasta se contagia ese equilibrio entre lo urbano y lo natural.

Desafío y aventura en las aguas dulces de Buenos Aires Un balneario relajante, una conversación entre amigos o en familia, un juego de cartas o una lectura bajo el sol. Una guitarreada, una caminata o salir a pescar, y si hay ganas de entrar en acción, alguna actividad náutica como kitesurf, windsurf, remo o kayak. Todo es posible en los ríos y las lagunas de la provincia de Buenos Aires, ideales para olvidarse del estrés cotidiano.

El cambio de aire es rápido pero, por suerte, el tiempo transcurre lento. El sonido del agua chocando contra la orilla marca los segundos y distribuye paz.

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Costa Atlántica, vacaciones a pura diversión Se elige la parcela de arena, se clava la sombrilla y comienza el ritual: cubrirse de protector solar, extender la lona, preparar mate. El día arranca con el ritmo que impone cada uno. Hay descanso, diversión y postales clásicas: nenes que descubren el mar, baldecitos en la arena, partidos de tejo, gente que sueña al son de la música de las olas, y ante todos ellos la inmensidad de las aguas, animadoras de la tarde. El día se vive desde temprano hasta el atardecer; la jornada de playa en Mar del Plata, Pinamar, Villa Gesell y todo el Partido de la Costa tiene muchos pasos: los chapuzones, jugar a la paleta o al truco, merendar churros o ver un recital en un parador. La tradición se vive en estos pagos, donde de generación en generación los viajeros eligen volver a estas ciudades en las que todo el país se encuentra. Hay deportes, destinos con canchas de golf y de polo, médanos y bosques. Cada temporada, percibir la brisa renueva el pacto tanto como la sensación de hundir los pies en la arena. La ceremonia termina a la noche al salir a probar frutos de mar, tomar un cafecito, recorrer una feria de artesanías o ver un espectáculo. Casino, disco, teatro, videojuegos y de vuelta la playa, en un círculo tan clásico como las viñetas de Mafalda.

Chapuzones, jugar a la paleta o al truco, merendar churros o ver un recital; la playa se vive desde la mañana hasta la caída del sol. 176


Delta bonaerense, donde el río es protagonista Los rayos del sol se abren paso entre la vegetación y la banda de sonido es la del río chocando contra la orilla. Ese mantra da la bienvenida al Delta. Buenos Aires cobija un paisaje único en Vicente López, San Isidro, San Fernando, Tigre, Escobar, Campana, Zárate, Baradero, San Pedro, Ramallo y San Nicolás. Un paseo por agua muestra las casas en altura de las islas y dan ganas de conocer la rutina, donde el descanso se expande en riachos. En una caminata se descubre la cultura local entre la flora y la fauna. Las islas de San Fernando, Capital Nacional de la Náutica, son Reserva de Biósfera y por el río Paraná se ven carpinchos, lobitos de río y gatos monteses; sitios como los restos del monte blanco y un bosque de ceibos en recuperación. En Tigre, el Puerto de Frutos luce sus artesanías. En Campana la Reserva Otamendi, con selvas del Paraná de las Palmas, brilla con sus barrancas. San Isidro luce la Reserva Municipal Ribera Norte y Villa Ocampo, antigua morada de la escritora Victoria Ocampo. El campo de pato Estrella Federal, la Isla Martín García y las plantaciones frutales de San Pedro encantan como la Fiesta Nacional de la Flor en Escobar. Todo el año el Delta rebosa de colores y es inevitable caer rendido ante su ritmo.

El tiempo pasa de otra forma y es fácil caer rendido ante el ritmo del Delta. Una navegación, lectura bajo un árbol y noches que cobijan como un manto. 177


Buenos Aires Ciudad de Buenos Aires

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Buenos Aires, donde el tango cobra vida El sonido de un bandoneón flota en la milonga. Las parejas se deslizan por la pista y otros observan copa en mano, fascinados por el ambiente. El tango, ese ritmo declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, llena el espíritu de nostalgia y poesía cuando suena una orquesta, se toma una clase de baile o se sale a una de las cientos de milongas de la Ciudad de Buenos Aires. Todas invitan a relacionarse con los porteños y extranjeros que vienen a vivir la magia del 2x4 en la Capital Mundial del Tango. Va más allá de la intimidad del baile y la pasión que genera este emblema rioplatense. Es descubrir sus códigos, ver a los bailarines llegar con su bolsita de zapatos, a los hombres con su encanto arrabalero y a las mujeres dispuestas a dejarse llevar. Es el espíritu de los conventillos, son los escenarios por los que pasaron Carlos Gardel, Roberto “el Polaco” Goyeneche y Astor Piazzolla, entre otros, y donde hoy desfilan los mejores músicos. Son las letras, que hablan de amores perdidos y las calles de la ciudad. En agosto, mes del Mundial de Tango, compiten parejas del mundo y todo el año el ritmo tiene lugar por los barrios con diversidad de espacios. Basta con acercarse, para perderse en recuerdos y cosechar nuevos.

Aprender a bailar tango, perfeccionar pasos o dejarse llevar escuchando a una orquesta: la nostalgia de arrabal emociona en la noche porteña. 179


Teatro Colón, emblema cultural de todos los argentinos Subir las escaleras de mármol y llegar al palco. Mirar el escenario, donde el telón de terciopelo engalana la postal, y admirar una función, con una acústica que está entre las mejores del mundo. Todos se visten de gala para estar a tono con artistas nacionales y de nivel internacional que desfilan en óperas y ballets. Hay que elegir si un concierto sinfónico o música de cámara; un clásico o un evento de vanguardia, y no queda más que disfrutar.

Antes de irse, vale hacer un alto para ver desde lejos la fachada una vez más: es otro espectáculo que se querrá llevar de recuerdo.

Buenos Aires vibra con pasión Hay una magia que se contagia al vivir la previa desde temprano, ver un partido de fútbol, gritar un gol desde la popular o bailar en un festival de rock junto a miles de personas. En un concierto o un espectáculo deportivo la sensación de libertad se enciende, y la Ciudad de Buenos Aires, Capital Cultural de Latinoamérica, es ideal porque concentra la mayor oferta en eventos de este tipo.

Las hinchadas entonan cantitos, todo es efervescencia hasta que salen los equipos o el artista, y el estadio vibra tanto como los corazones.

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Buenos Aires, la ciudad de los mil sabores Los aromas invaden el salón y, a minutos de sentarse, llega una panera y una salsa tentadora. A veces se elige a la carta y a veces hay que dejarse guiar por un experto que diseñó un menú en pasos. En ocasiones, un mozo aconseja el plato del día o un chef cuenta qué encontró en el mercado. Entonces, sólo resta elegir la bebida y dejar fluir la charla. La Ciudad de Buenos Aires cuenta con once restaurantes entre los cincuenta mejores de Latinoamérica. Los polos gastronómicos se lucen con clásicos y vanguardia, ofreciendo desde guisos hasta cocina de autor, parrilla o molecular. Es un lugar para experimentar sabores y métodos, desde espumas hasta cocina cruda. O ir a lo seguro, con una pizza al molde y pastas. Hay mercados donde comprar a los productores, bodegones y cocina étnica. Los desayunos y las meriendas tientan con jugos naturales, sándwiches, tortas y muffins; y los domingos el llamado brunch (mezcla de desayuno y almuerzo) regala un banquete. Las cocinas abren hasta tarde, hay dos por uno en cervezas a la tardecita y esplendor en las barras entrada la noche. Siempre aparece un lugar, un restaurante a puertas cerradas o un bar secreto al que llegar gracias al dato de un amigo.

Las sobremesas se extienden en una ciudad donde animarse a lo desconocido y divertirse: comer es una alegría para el alma y el paladar.

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Arte en cada rincón de la ciudad Si Buenos Aires es la ciudad que nunca duerme, se acepta el desafío. En una escapada o diez días, hay que exprimir al máximo las horas entre museos y centros culturales, galerías y librerías, sitios en los que encontraron inspiración desde Jorge Luis Borges hasta Roberto Arlt, y donde aún hoy se nutren Marta Minujín y Marino Santa María. Es la Capital Cultural de Latinoamérica y eso se siente ante un cuadro de Xul Solar o viendo al Planetario iluminado de noche. Se respira el arte ante un mural, con obras en cada estación de subte, esculturas en parques y polos que lo concentran, como las galerías de Recoleta y Palermo o el Distrito de las Artes, y en La Boca, con la Usina. En todo momento hay un festival de cine o música, una muestra o una feria literaria. Y para descansar, siempre aparece un bar notable, una librería donde tomar un café o una de ejemplares usados o antiguos, incluso primeras ediciones autografiadas por sus autores. Elevar la vista en el centro de la ciudad genera encuentros con diferentes estilos arquitectónicos para entregarse a la contemplación; y para pasar a la acción, cursos y talleres donde interactuar con los porteños. Todo puede pasar en la Ciudad de Buenos Aires, un museo gigante dispuesto a recibirnos.

La sorpresa se completa al escuchar a un escritor presentar su último libro, o a un artista que guía una visita por su propia muestra.

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Buenos Aires: compra, moda y diseño Un almuerzo o una merienda al sol en algún barcito porteño donde relajarse después de una mañana o una tarde de compras. Todo el año se vive el placer de revolver percheros, entrar en contacto con las texturas de los materiales y contemplar vidrieras. Sorprenderse con una prenda única, encontrarse con grandes marcas y diseñadores independientes; o recorrer ferias de artesanías, buscar muebles de época o despertar los recuerdos en una casa de antigüedades.

Un shopping, un polo de compras a cielo abierto, un moderno centro de diseño: todo invita a regalarse algunos tesoros.

Reviviendo la historia argentina en la Ciudad de Buenos Aires Frente a la Catedral Metropolitana, la Casa de Gobierno y el Cabildo aparecen escenas del pasado.

En la Plaza de Mayo, la piel se eriza y el pecho se llena de orgullo: parte de nuestra identidad flota en el aire. El casco histórico resguarda a la Manzana de las Luces y al Museo de la Ciudad; al Palacio Barolo, al café Tortoni, iglesias y calles de adoquines. Tienen mucho que contar San Telmo y La Boca, o una visita al cementerio de Recoleta o el de Chacarita, donde una estatua de Carlos Gardel sonríe con un cigarrillo en la mano que le dejó un admirador. 184


Teatro en Buenos Aires, ícono de la cultura porteña Se levanta el telón, las luces se encienden y dan paso a las primeras figuras que salen a escena entre aplausos. Hay viajeros que sacaron la entrada con tanta anticipación que les parece mentira estar frente a las estrellas que admiran desde hace tanto tiempo. El teatro es una opción tan porteña como el Obelisco, y brilla en la Ciudad de Buenos Aires los 365 días del año en más de 300 salas. Teatro de revista en la avenida Corrientes, algo de off por el Abasto, Boedo o Palermo o un espectáculo en una plaza. La Capital Latinoamericana del Teatro ofrece funciones en salas imponentes, galpones y espacios atípicos, desde un colectivo en movimiento hasta la cocina de una casa. En una misma semana se encuentran musicales, clásicos, espectáculos circenses y eventos como el Festival Internacional de Buenos Aires (FIBA), con oferta internacional, los mejores directores y las nuevas promesas. Los visitantes se sientan tan cerca de las estrellas que casi pueden tocar los trajes, muchos son los casos en los que los artistas conversan con el público y lo hacen parte del show. A la salida, es ley elegir en dónde cenar o tomar algo y compartir opiniones sobre lo recién visto, como cierre de un ritual memorable.

Tomar asiento, esperar a que se levante el telón y empiece la función: un espacio para emocionarse aguarda en cualquier teatro de la ciudad.

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Oasis verdes en la ciudad de Buenos Aires El sol pega en la cara de un viajero que almuerza en el pasto y a su lado descansa una bicicleta. Es un recreo dentro de las actividades más urbanas de la ciudad, un paréntesis en los escenarios verdes de Buenos Aires, lejos de los medios de transporte y el bullicio, sin perder el encanto de una gran metrópolis. Avistar aves en la Reserva Ecológica de la Costanera Sur, aprender sobre flora exótica en el Jardín Botánico, hacer un picnic en el Parque Saavedra, andar en rollers en el Parque 3 de Febrero o en skate en el Parque Costanera Norte. Las opciones son innumerables: sumarse a una clase de yoga, ver un ensayo de danzas o mimetizarse con la naturaleza en alguna práctica ancestral. Hay parejas, estudiantes y amigos charlando mates de por medio. La rutina de los porteños fluye, entre espectáculos de títeres y música en vivo. La moderna obra de Carlos Thays en el parque homónimo, las equilibradas formas orientales del Jardín Japonés o la creatividad del Parque de los Niños, en Núñez, son ejemplos de paisajismo. La postal muta en cada estación, floreada, con hojas amarillas o las ramas peladas. El contacto con la naturaleza aporta calma, para encontrarnos con nosotros mismos en medio del murmullo cotidiano.

Hay parejas, estudiantes, fulbitos y amigos charlando mates de por medio. La rutina de los porteños fluye, entre espectáculos y música en vivo. 186


Bares notables, donde la cultura porteña cobra vida Los viajeros se relajan ante una mesa. Se escucha hablar a los mozos con sus toques de lunfardo y el tintineo de la cristalería, mientras el aroma a café invade el salón. Hay comentarios sobre fútbol y política, estudiantes que debaten y una parejita sonriente. Alrededor hay fotos, tal vez vitrales o una mesa de billar. El clima absorbe a los visitantes, que sienten la energía de lo que pasó en el lugar durante décadas. Amores, obras de arte y cambios políticos que empezaron con una charla o una estadía solitaria en un café, con una servilleta de papel donde plasmar ideas. Los bares notables -Patrimonio Cultural de la ciudad- son 54 y están por todas partes. En uno escribió sus versos Alfonsina Storni, en otro Tanguito compuso un hit o artistas del Instituto Di Tella planearon una performance. Es herencia cultural e histórica, lugares donde empaparse de identidad porteña. Un submarino en el Café Tortoni, el té en Las Violetas, un juego en 36 Billares, ver a un ícono del rock local en La Perla, tomar el vermú en el Bar de Cao. Son tesoros donde cobijarse, lejos de la velocidad de las cafeterías modernas. Es mística pura donde generaciones intercambian sus vivencias. Es escuchar un tango que acunó a la bohemia local y pedir otra vuelta.

Cómo olvidarte en esta queja, cafetín de Buenos Aires, si sos lo único en la vida que se pareció a mi vieja… (Enrique Santos Discépolo, Cafetín de Buenos Aires). 187


Patagonia

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NeuquĂŠn


Ruta de los Siete Lagos, toda la naturaleza en un solo lugar Desde San Martín de los Andes hasta Villa La Angostura o viceversa, un paseo por la Ruta de los Siete Lagos en Neuquén permite vivir a las estrellas del viaje: los lagos Lacar, Machónico, Falkner, Villarino, Escondido, Correntoso y Espejo. La travesía sumerge, entre montañas, en densos bosques de especies autóctonas, algunos parte de los parques nacionales Lanín, Nahuel Huapi y Los Arrayanes. Son espacios de tranquilidad donde nadie se queda sin respirar aire puro en las diferentes playas del sur neuquino. En San Martín de los Andes o en Villa La Angostura, disfrutar de la encantadora arquitectura, la amabilidad de su cálida gente, del paisaje boscoso y verde, o bucear por el bosque sumergido en Villa Traful: las experiencias se desenvuelven en un entorno mágico y de ensueño. Acampar bajo el cielo estrellado, nadar, hacer alguna cabalgata, senderismo o pescar. Las playas de arena volcánica y tonos grisáceos, el bosque sumamente verde y cada lago con su tonalidad diferente aportan un ingrediente a estos paisajes inmensos que cambian de color con cada estación del año. El aroma de las rosas mosquetas y la tierra se fusionan con los cantos de los pájaros y un chapuzón o una travesía en kayak aportan momentos de película en una travesía inolvidable.

Un recorrido emblemático para disfrutar de un viaje entre bosques y lagos, donde es fácil encontrarse con uno mismo y entrar en pleno contacto con la naturaleza.

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Ruta del Pehuén, un encuentro ancestral con bosques sagrados Un recorrido por localidades como Caviahue, Copahue, Aluminé y Villa Pehuenia permite acercarse a la energía de bosques puros de araucarias o pehuenes. Durante el día vale relajarse en las termas del volcán Copahue, navegar por lagos cristalinos que dan lugar a horas de pesca y deportes náuticos, o probar todo tipo de delicias hechas con piñón mientras se conoce la cultura mítica de las comunidades locales. En invierno, la nieve también espera.

Todo es posible en esta ruta, donde los árboles sagrados forman una postal ancestral que reanima el espíritu.

Neuquén, historias del pasado Camino al Parque Arqueológico Colomichicó, la conexión con el pasado es directa: apreciar corrales, canales de riego y un histórico lavadero de ganado acerca a costumbres antiguas. Una vez llegados al sitio, el silencio impacta y la gran cantidad y variedad de pinturas rupestres sorprende: son más de 800 bloques de “piedras marcadas”.

Arte rupestre al aire libre, grabado en la piedra, huellas que conmueven y despiertan pasión en medio de un paisaje silvestre y natural. Mientras a lo lejos se divisa el volcán Domuyo, todos se lanzan al descubrimiento pleno, sacan fotos y respiran profundo imaginando la historia del lugar.

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Neuquén, caminos que atrapan y emocionan En Neuquén, la adrenalina es anfitriona de los más aventureros. Recorrer sus senderos y bosques en mountain bike es posible, acompañados de un guía o explorando hasta alcanzar lugares increíbles a los que no se llega en vehículo. Los ríos cordilleranos permiten conocer lugares inaccesibles y paisajes únicos descendiendo por las aguas de deshielo; y en kayak o en balsas de rafting por las aguas rápidas de la región la emoción llega al sentir las gotas salpicando y la fuerza de la corriente. Luego, es momento de una zambullida y volver a la balsa para continuar el recorrido entre aves, los aromas de la flora y el aire puro. Otros viajeros recorren el paisaje cabalgando y alcanzan rincones junto a guías baqueanos, algunos de ellos descendientes de una comunidad mapuche, para internarse en los bosques de lengas y araucarias y llegar a aguas termales. En un descanso, una ronda invita a compartir mate amargo, mientras se conocen historias del lugar. El día termina con un chivo o cordero al asador, los artificios que despliegan las brasas brindan el clima perfecto y es otro momento único, donde sonidos casi imperceptibles anuncian la cocción a fuego lento de un manjar, que con sus aromas, sabores y colores terminará en el paladar de los aventureros.

Cabalgatas, senderismo, rafting, mountain bike… Los paisajes patagónicos se viven por tierra y por agua, entre arroyos, bosques y montañas.

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Dinosaurios de Neuquén: tras las huellas del pasado Neuquén es ideal para transportarse a un tiempo inmemorial. Ver las réplicas de los dinosaurios carnívoros y herbívoros más grandes hallados hasta el momento sorprende tanto como imaginar sus vidas por estos pagos. Observar las huellas de otros tiempos en Villa El Chocón, Plaza Huincul y Cutral Có, a través de los restos fósiles, imágenes y réplicas a tamaño real, ayuda a visualizar y conocer ese pasado lejano.

Caminar el mismo suelo que pisaron gigantes dinosaurios hace millones de años, una oportunidad para conectarse con un pasado tan fantástico como milenario.

Neuquén, entre vinos y dinos Entre campos y barricas de roble, la Ruta del Vino en Neuquén invita a recorrer sus extensas plantaciones. Degustar una copa de pinot noir, malbec, merlot, chardonnay o semillón blanc se disfruta más sabiendo que se está en la misma tierra de donde provienen las uvas, y más aún si se combina con descubrir un pasado remoto en museos que atesoran vestigios de enormes dinosaurios.

Los aromas y sabores de la vid se maridan con historias fantásticas sobre los gigantes dinosaurios, ríos cristalinos y paseos por plantaciones frutales.

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Junín de los Andes, donde conviven la fe y la montaña En Junín de los Andes, las tradiciones mapuche y criolla contagian su fe. En el Parque Vía Christi, en el Santuario de Laura Vicuña junto con la Iglesia Nuestra Señora de las Nieves, y en el de Ceferino Namuncurá es fácil encontrar la paz y la armonía. La tranquilidad se siente en el cuerpo y en el alma, entre los sonidos de los cantos y rezos, hermosas obras escultóricas y arquitectónicas, y los aromas de la naturaleza.

El viaje es también hacia el interior de uno mismo; el corazón late de manera distinta y es inevitable querer transmitir a otros esa sensación.

Termas de Copahue, la energía de un gigante Con una energía muy especial, se alcanza un relax absoluto con aguas y fangos termales mineralizados que sanan cuerpos y espíritus. El aire de cordillera y las temperaturas de estas piletas producen diferentes sensaciones; la piel erizada indica que los sentidos están activos.

Mientas el volcán Copahue custodia cada momento, permanecer en el agua y cubrirse con el fango y las algas se lleva todo rastro de estrés. Las cascadas y los bosques enmarcan la experiencia, que se combina con ascender hasta casi el cráter del volcán caminando o a caballo y admirar la increíble panorámica. 193


Neuquén, paraíso de pesca Los viajeros arrojan sus líneas al aire buscando no interrumpir el silencio. La descarga del carretel augura la conexión con los ríos de Neuquén. En medio del paisaje patagónico, encontrar el relax de este deporte llena el alma. Diversos ambientes de la provincia permiten la pesca deportiva en las modalidades de spinning, trolling o fly casting, embarcada o por vadeo.

La trucha rompe el agua en millones de partículas cristalinas para tomar la mosca, la emoción aflora y el ritual finaliza con la devolución del animal a su hábitat.

Cumbres de Neuquén, desafiando las alturas Todo empieza al decidir alcanzar la cumbre del volcán Domuyo, el Lanín u otro pico, a lo largo de la Cordillera de los Andes y la Cordillera del Viento. Sea recorriendo entre vegetación arbustiva, profundos cañadones, arroyos de aguas calientes o andando por los senderos de un bosque de lengas, por el costado de un glaciar o sobre la nieve congelada, el silencio de la naturaleza y el roce del viento conmueven.

Vistas impresionantes y un cielo que se quiere alcanzar: llegar a la cima siempre viene con el premio de admirar la hermosa panorámica.

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Huella Andina en Neuquén: un sendero, infinitas sensaciones Levantarse temprano, desayunar mientras se prepara la mochila y ponerse en marcha para recorrer los caminos que otros trazaron, tratando de no dejar rastros. Se trata de la Huella Andina, un sendero de 577 kilómetros que une las provincias de Neuquén, Río Negro y Chubut; y que en Neuquén va de Villa Pehuenia a Villa La Angostura, pasando por Junín de los Andes, San Martín de los Andes y Villa Traful, y atravesando los parques nacionales Lanín, Nahuel Huapi y Los Arrayanes. El silencio acompaña y sólo se interrumpe por el canto de los rayaditos y cabecitas negras. Cuando menos se lo espera, un chucao escarba el suelo entre las hojas con su pechito amarillo, el “toc toc” sobre un coihue milenario alerta de la presencia de un carpintero gigante y el corazón se agita, mientras las retinas lo retienen todo: bosques, valles, montañas y espejos de aguas cristalinas. El esfuerzo vale la pena. Un poblador rural recibe en su casa, donde el aroma a tortas fritas avisa que se viene un mate. Estos habitantes originarios acercan a la cultura mapuche con sus canciones, mitos, leyendas, artesanías y hasta alguna receta: invitan a disfrutar con ellos sus experiencias de vida, que llenan los corazones.

Flora y fauna autóctonas se admiran en este camino que recorre casi 300 kilómetros de la provincia, en un encuentro con la naturaleza y con uno mismo. 195


Norte neuquino, tradiciones y naturaleza moldeadas por el viento Adentrarse en el norte neuquino es entrar en otro mundo. Lejos de la vida urbana, sorprende la tranquilidad: el cielo parece más cerca, sólo acompañan los sonidos de la naturaleza y uno se siente pequeño ante tanta inmensidad. A medida que se avanza en el recorrido, los espectáculos naturales se suceden unos tras otros y el paisaje atesora volcanes, aguas termales, profundos valles, curiosas geoformas y manifestaciones de arte rupestre, todo esto enmarcado en la Cordillera del Viento. La presencia del Domuyo, la cumbre más alta de la Patagonia, permite disfrutar del trekking y el montañismo, y a su alrededor las áreas naturales protegidas son paraísos para la observación de aves, y los ríos y lagunas invitan a pasar largas jornadas de pesca. El aire puro y los aromas de la vegetación envuelven la travesía en medio de pequeños valles y comunidades agropastoriles y de pueblos originarios. Las costumbres se conservan en el tiempo y las huellas del pasado cobran vida en yacimientos arqueológicos y museos a lo largo de todo el recorrido. No faltan las historias y la buena gastronomía para conocer antiguas tradiciones de elaboración de vinos, y las fiestas populares se viven en familia para contagiarse un poco de la alegría y la calidez de la región.

La vida de campo cobra mayor intensidad a medida que se avanza hacia al norte, donde ovejas y chivitos regalan una postal encantadora. 196


Neuquén vestida de blanco Frío, sol y adrenalina se reúnen en el invierno de Neuquén, que se disfruta en los centros de esquí y los parques de nieve, ideales para pasear en moto, descubrir paisajes caminando con raquetas o en trineos tirados por perros y vivenciar esquí y snowboard para todos los niveles y dificultades, entre el magnífico paisaje de bosques de araucarias y lengas. Inmersos en la nieve polvo de la provincia, ya preparados para la bajada inaugural de las vacaciones, llega para los viajeros el inicio de un día en el cual se tratará de recorrer la mayor cantidad de pistas acorde a la dificultad que cada uno esté listo para afrontar. A medida que comienza el ascenso, asombra el paisaje: se observan lagos, bosques y amantes del esquí que esperaron este momento todo el año. Entonces sí, una clase o una travesía permiten deslizarse a toda velocidad o a los tumbos, lo importante es divertirse y desafiarse. Luego de una jornada agotadora, nada mejor que reponer energías con platos regionales y vino caliente perfumado con clavo de olor. Mientras cae el sol, las pistas se tiñen de rojo y los esquiadores descienden con antorchas sembrando en los visitantes un recuerdo inolvidable en Cerro Chapelco, Cerro Bayo, Caviahue, Primeros Pinos y Batea Mahuida.

Tres centros de esquí y dos parques de nieve para disfrutar a pleno el invierno en familia o con amigos, entre bosques, cerros y volcanes. 197


Patagonia

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La Pampa


Colores, sabores y vivencias del campo pampeano Si hablamos de turismo rural hablamos de La Pampa. El imaginario colectivo identifica a la figura gauchesca con la geografía de esta provincia y la llanura de la región parece decir “sí, yo soy el campo”. Aquí están aseguradas la tranquilidad y la belleza de la zona, entre las tareas agrestes y el cielo estrellado. Las estancias locales tienen a la actividad productiva como principal trabajo, así que los viajeros colaboran o aprenden ya desde el amanecer cómo es la rutina por estos pagos. Los locales comparten sus tradiciones que recibieron de generación en generación y en la mayoría de los casos son los mismos dueños quienes reciben a los visitantes, orgullosos de lucir sus horizontes, su gastronomía y sus producciones. Los caldenes decoran la postal que recibe a los interesados en aprender, comer bien y conectarse con la naturaleza. La dinámica de esas tareas se combina con la calma del ambiente y siempre hay una mano que convida un mate caliente y una galleta. La jornada transcurre con gracia entre ordeñes, preparación de embutidos y arreo de animales en inmensos mantos verdes. El aroma a pan de campo a la mañana y al cordero asándose entrada la tarde acompañan la rutina, que se vive tan pura como la leche recién ordeñada.

Entre pan casero, mate, ordeñes, arreos y siestas, se comparte la tradición rural pampeana y al finalizar el día ya todos conocen el lenguaje de campo.

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Verano de tradición pampeana El trigo, la ganadería, el caballo, la doma y el folklore tienen sus fiestas en enero y febrero. Son días y noches de asados, música, peñas, naturaleza y artesanías. Los bombos, las guitarras y los cantos llenan el ambiente de melodías y así es fácil adentrarse en la vida de campo.

El olorcito a asado tienta tanto como escuchar a los payadores y los cascos de los caballos marcan el ritmo del día. Las fiestas se disfrutan a lo grande y nunca faltan las carreras, cuatreras ni los partidos de pato y polo.

Eventos con naturaleza en La Pampa Asistir a una reunión de trabajo, un seminario, un congreso o una feria es más grato cuando se tiene naturaleza cerca. Eso sucede en La Pampa, punto estratégico para realizar eventos. Santa Rosa y Toay son las reinas de la provincia en ese rubro y reciben con hospitalidad e infraestructura a los visitantes.

La calidez de los pampeanos y el buen clima permiten planear acontecimientos en cualquier momento del año. Las tareas se combinan con paisajes campestres y buena gastronomía. Disfrutar de un buen asado es el broche de oro para cerrar las obligaciones y relajarse en la pampa patagónica. 200


Parque Nacional Lihué Calel, por las sierras de la vida Lihué Calel en mapuche significa “sierra de la vida”. Tamaño nombre amerita un paisaje a la altura de las circunstancias y así es. Esta región declarada parque nacional representa al suroeste pampeano y a la pampa seca, con una flora y fauna única que da forma a un paisaje impactante entre el contraste de las sierras con la llanura. Los viajeros se llenan de sorpresas aquí cuando encuentran superficies florecidas con las endémicas margaritas pampeanas, de pétalos amarillos, y también al toparse con las serranías, pues muchos llegan convencidos de que La Pampa es un horizonte liso. Para desmentirlo aparece el Cerro de la Sociedad Científica, una de las elevaciones más altas de La Pampa. Hay pinturas rupestres, y un guía explica que supo ser zona de asentamiento de los ranqueles debido a los espejos de agua y porque al ser un lugar elevado servía para vigilar los alrededores. Una caminata por aquí regala vistas estupendas y el paisaje se corona con guanacos pastando mansamente. La sequedad del ambiente hace que los ojos de agua sean valorados como oro y comprender esos detalles hace que se disfrute aún más del contexto poco intervenido por el hombre. La historia de los pueblos originarios y las leyendas indígenas llenan de magia el recorrido.

El único lugar de serranías de la provincia sorprende. Desde allí se observa la meseta y conmueve la inmensidad, tan pura que aguarda compañía.

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Parque Luro, un sinfín de experiencias Salir a caminar, cruzarse con aves migratorias, a lo lejos ver una manada de ciervos que pasea tranquilamente y una laguna brilla bajo el sol. La combinación se da en la reserva provincial Parque Luro, que refleja la identidad pampeana en cada detalle de su naturaleza. Aquí se realizan avistajes de flora y fauna y se aprende la historia que forjó a la provincia. Tener un pantallazo general de toda La Pampa es posible en este punto que recibe a los viajeros con ambientes típicos de la región, reunidos en este espacio natural privilegiado. Hay salitrales, lagunas, médanos y el único bosque de caldén del mundo, ícono de la geografía pampeana. Es emocionante conocer la historia del lugar al ver su imponente castillo, hoy Museo Histórico Nacional, que fuera de Pedro Luro, y visitado por la aristocracia europea y argentina. Se trata de un chatêau de principios de siglo XX, primer coto de caza del país y parte del Mamúl Mapú, antiguo poblado de tehuelches y ranqueles. Es fácil olvidarse de los problemas en este remanso lleno de colores y sonidos. Los amaneceres y atardeceres son únicos y cada estación del año regala postales diferentes y espectáculos como la brama de ciervos.

En este espacio natural privilegiado hay salitrales, lagunas, médanos y el único bosque de caldén del mundo, ícono de la geografía pampeana.

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Vida silvestre en el bosque pampeano Un ave vuela y se posa sobre un caldén. Hay que mantenerse en silencio hasta que el animal sigue su camino. Aves endémicas y migratorias se reúnen en diversos rincones de la provincia para disfrutar de montes, campos y humedales. Las caminatas por los senderos alimentan la curiosidad, que siempre queda satisfecha con la aparición de algún animal y permiten una experiencia con la más profunda vida silvestre. Es mágico el encuentro con cada especie.

Las formas y los colores de cada animalito sobre el cielo pampeano generan postales únicas.

Pintorescas historias en los pueblos del río Colorado Es una grata sorpresa llegar a 25 de Mayo, Casa de Piedra, Gobernador Duval y La Adela, localidades unidas por el curso del río Colorado. Se puede elegir entre una tarde de pesca, una caminata o actividades náuticas.

Estas tierras, que fueron asentamientos de pueblos originarios, hoy regalan colores terracotas, paisajes con viñedos, zonas volcánicas y balnearios. El sonido del torrente acompaña una escapada a estos pagos llenos de leyendas vinculadas al río.

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Asado pampeano, sabor nacional La leña de caldén o piquillín cruje en el fuego. El cordero, el chancho, el chivito o la vaca se cocinan y el aroma llena el ambiente. Entre charlas y picadas, aguardar el momento sublime de almorzar o cenar un buen asado tiene un valor agregado impagable: el paisaje de La Pampa. En toda la provincia se disfruta esta típica comida que aquí luce sus particularidades. La crianza casera de cada animal da como resultado sabores únicos con los que los viajeros entran en éxtasis y también se sorprenden al probar carnes exóticas, chacinados y conservas de fauna silvestre como jabalí, ñandú, liebre, vizcacha, perdices, copetonas y martinetas. Aquí los chanchos se carnean individualmente y el resultado son chorizos, morcillas, salames, jamón crudo, bondiola, paté y hasta queso de cerdo. Entre los lácteos también se disfruta el dulce de leche y nada como untarlo en unas tortas fritas recién hechas con unos mates calentitos. Entre empanadas de ciervo y carne con vino local, la hora de la comida es una ceremonia ritual siempre acompañada de largas sobremesas. La identidad argentina se esgrime en estos sabores propios del país que hablan de los habitantes originarios, la inmigración y la cultura del gaucho.

Durante el día un buen asado campestre en platos de madera y por la noche fogones regados de payadas.

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Menonitas, un viaje a través del tiempo en Guatraché El viaje a la colonia menonita es una estadía en otro mundo; logra que los visitantes traspasen la barrera de lo cotidiano y se encuentren en otro tiempo y espacio. Desde 1985 esta comunidad religiosa, que sigue la palabra de Dios, se encuentra en la Argentina y las 10 mil hectáreas que ocupa cerca de Guatraché atraen a curiosos e interesados en las costumbres de estos descendientes de alemanes que viven en Nueva Esperanza. Con sus vestimentas, sus mobiliarios, sus herramientas y sus creencias, los menonitas realizan quesos, chacinados, productos de carpintería y metalúrgica con un sello característico y una concepción del trabajo muy arraigada. Tras un recorrido por la zona, los viajeros se quedan pensando en las visiones de progreso y la fe de cada persona. Los menonitas enseñan su estilo de vida sencillo y a muchos les parece increíble que encaren su rutina sin electricidad, autos, teléfonos ni televisión. Pasar toda una jornada en este rincón del mundo; compartir charlas e incluso silencios con los anfitriones y degustar dulces, quesos y conservas es una experiencia enriquecedora en medio de la naturaleza. La postal se torna aún más pintoresca cuando el sol cae y en cada hogar se encienden faroles.

Un encuentro que moviliza. La comunidad religiosa de Nueva Esperanza comparte sus costumbres, una vida sin lujos pero con mucha fe. 206


Parque Luro, el maravilloso espectáculo de los ciervos en brama Cada marzo y abril en la Reserva Provincial Parque Luro se da un espectáculo emocionante. Los ciervos colorados de La Pampa entran en su época de apareamiento y cientos de curiosos y amantes de los animales quieren ser testigos de esa experiencia natural, en el único rincón del país donde sucede y la única reserva de bosque de caldén del mundo. La brama llega una vez al año con contundentes sonidos de los machos que buscan atraer a las hembras. Los visitantes escuchan atentos y maravillados, miran con sus binoculares y quieren comprender más de qué se trata la ceremonia. Entonces el guía explica que en octubre se cae la cornamenta de estos animales y en marzo llega a su mayor esplendor. Durante la conquista los machos se dejan ver y pelean por quién se queda con el mayor harén. El amanecer y el atardecer son los dos momentos de la jornada en los que tiene lugar el ritual. El paisaje acompaña, las lagunas y los médanos con las figuras de los ciervos recortadas sobre el cielo anaranjado es la postal típica. El canto de las aves se fusiona con el choque de cornamentas; cada detalle es un ingrediente conmovedor. Finalmente, los machos más jóvenes dominarán los harenes y los más grandes se verán debilitados.

Cada otoño las manadas de ciervos pelean por su harén. Un concierto de sonidos intensos se despliega por el monte y los machos se dejan ver. 207


Patagonia

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Chubut


Península Valdés y las gigantes del mar Una embarcación se adentra en el mar, sólo acompañada por los sonidos de la naturaleza. Navegando por las aguas mansas y transparentes del Golfo Nuevo todos se pierden en una contemplación silenciosa, a la espera de un acercamiento. Se oye el resoplido de las ballenas, y, de repente, ellas saltan, permanecen largo rato con la cola fuera del agua, golpean la superficie del mar con las aletas, y su grandeza no puede más que sorprender. La emoción es compartida entre junio y diciembre, cuando la ballena franca austral se acerca para criar a sus pequeños ballenatos en las tranquilas aguas de Península Valdés, declarada Patrimonio Mundial, y la proximidad con estos gigantes del mar conmueve a miles de viajeros. Desde Puerto Pirámides se realizan paseos embarcados y en semisumergibles: observarlas en las profundidades, mirarlas a los ojos y apreciar su inmensidad es otra experiencia increíble. El Doradillo, a 15 kilómetros de Puerto Madryn, permite avistarlas a escasos metros de la orilla. A la noche, sólo resta disfrutar de una caminata por la playa escuchando a las ballenas, para luego disfrutar de una cena típica regional, con la sensación de saber que se presenció un espectáculo único de la naturaleza.

Una de las mejores experiencias es ver el atardecer en el mar con las ballenas de escoltas hasta el ocaso.

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Ruta 40 en Chubut: paisajes y aventuras por descubrir Probar una fruta de la planta, hallar paz en una tarde de pesca en el río, degustar un cordero o hacer un picnic en un bosque virgen por el que parece que nunca pasó nadie. La Ruta 40 en Chubut luce atractivos irresistibles. Los pobladores siempre están dispuestos a compartir una charla en su reino de lagos y montañas boscosas, que cambia de tonalidades según la época del año. La inmensidad está ahí, al alcance de las manos.

El emblemático camino pasa muy cerca de los Parques Nacionales Los Alerces y Lago Puelo, una invitación al silencio de las montañas y los lagos.

Ríos y lagos de Chubut, pesca junto a la cordillera Entre cuencas de ríos y lagos enclavados en valles montañosos, la pesca tiene un encanto particular. El desafío empieza, las especies comienzan a merodear alrededor y por suerte las aguas claras facilitan la técnica.

La naturaleza imponente acompaña la espera y en el momento del pique se intensifica el verde de la vegetación, el cielo limpio y la brisa fresca. La gratificación al obtener la pieza deseada es indescriptible, sobre todo si se trata de una trucha. Las variedades arco iris, marrón y de arroyo están a la orden del día.

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Esquel, una forma diferente de vivir la montaña Vivir la nieve en Esquel tiene algo particular. Esa ceremonia que significa levantarse temprano y prepararse para aprovechar todo el día en las pistas de esquí, se combina con las costumbres galesas y la vista panorámica de la ciudad que regala el Centro de Actividades de Montaña La Hoya. A sólo 13 kilómetros, el manto blanco permite que cualquiera conozca la nieve sin demasiados rituales y por más tiempo, ya que la temporada aquí se alarga hasta mediados de octubre. Sea en las pistas o en la confitería, el paisaje se disfruta desde cualquier lugar, no hace falta ser deportista o experto, sino tener ganas de pasarla bien y descansar. La ciudad invita a aprender esquí o snowboard, tomar un chocolate en la calidez de un espacio cerrado o jugar con chicos sintiendo la nieve en las manos. La gastronomía regional, truchas, frutas finas y chocolates ayudan a sobrellevar las bajas temperaturas. La cultura galesa se vive en las calles y es un paseo obligado el recorrido de tres horas en La Trochita, el viejo expreso patagónico que permite ver paisajes de montaña entre valles desde ese medio histórico y pintoresco. A la noche, sólo queda disfrutar de los bares y restaurantes antes de ir a dormir y recuperar fuerzas.

Entrar en contacto con la nieve tiene un encanto especial, aquí los valles nevados parecen de cuento.

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magia y encanto entre lagos y bosques milenarios Los antiguos alerces se levantan a lo largo y a lo ancho de todo el parque nacional que lleva su nombre. Son los reyes de esta reserva que conserva cientos de especies de flora y vida natural, lagos y ríos en los que se reflejan estos árboles emblemáticos de la provincia del Chubut. Son hectáreas de superficie salvaje ideales para el descanso y la aventura, para acampar o practicar senderismo en uno de los reductos de selva valdiviana de la zona, que impacta con su belleza. El clima patagónico propicia la buena salud y el crecimiento de cada alerce. Son testigos milenarios del entorno y ese misticismo se siente en el ambiente, entre los sonidos de cascadas y ríos que se descubren a lo largo del recorrido. La emoción es especial cuando se visita “El Abuelo”, uno de los árboles más antiguos del parque. Desde Puerto Limonao se realizan paseos náuticos y en tierra firme se transitan senderos que llevan a pinturas rupestres. También se practica la pesca deportiva y en temporada estival es recomendado un chapuzón. Al caer la noche, cabañas y lodges exclusivos dentro del parque reciben a quienes lo deseen. Durante todo el año y en especial en verano, los encantos del parque parecen ponerse de acuerdo para satisfacer a los viajeros.

Caminatas entre árboles con siglos de historia, una belleza que ofrece lagos, ríos y cascadas. La naturaleza se siente con fuerza y es posible conectarse con ella.

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Chubut, de paseo bajo el agua con los habitantes del mar Hay un mundo nuevo esperando a ser descubierto bajo las aguas de Puerto Madryn -Capital Nacional del Buceo-, Puerto Pirámides, Camarones, Rada Tilly o Comodoro Rivadavia. Hay que elegir: buceo o snorkel, y sumergirse para emprender la aventura.

Con curiosidad, los lobos marinos se acercan y la realidad supera cualquier expectativa. Interactuar con ellos en su hábitat natural no es cosa de todos los días.

Chubut: compartiendo el ritual del té galés Los colonos galeses llegaron a Chubut en el siglo XIX y aún hoy se mantienen vivas sus tradiciones y costumbres. La cultura galesa se respira en el aire de Puerto Madryn, Rawson, Trelew, Gaiman, Dolavon, 28 de Julio, Comodoro Rivadavia, Sarmiento, Esquel y Trevelin. Hay que estar atentos a los detalles, la arquitectura de las capillas o la entonación del coro en las ceremonias cotidianas. Cada rincón tiene su encanto.

El clásico té generoso en sus dulces y su variedad de tortas sabe mejor con una melodía celta de fondo.

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Tranquilidad y diversión en las playas de Chubut: el encanto del mar en la Patagonia Darse un chapuzón en el mar transparente. Volver a la arena, tomar un mate y maravillarse con el paisaje de la meseta. El descanso y la conexión con la naturaleza están asegurados en este rincón patagónico elegido no sólo por los viajeros, sino también por los pingüinos, las ballenas y los lobos marinos. Tanto en Puerto Madryn como en Puerto Pirámides, Playa Unión, Camarones y Rada Tilly hay relax y diversión y, en temporada estival, avistajes de fauna en lugares cercanos: desde elefantes marinos hasta delfines, toninas y orcas. Los chicos juegan y los grandes descansan; el ambiente es tranquilo y familiar y la temperatura es en verano superior a los 30º. Hay restaurantes, confiterías, gastronomía en base a pescados y frutos de mar. Y para moverse, kayak, buceo con lobos marinos, surf, kitesurf, sandboard, pesca de altura y stand up paddle, entre otras actividades. Resulta difícil decidirse, pero lo seguro es que todos encontrarán algo acorde a sus expectativas. En Rada Tilly, además, sobresalen el carrovelismo y actividades clásicas como el hockey, vóley y el futbol en la playa, y el sol y el paisaje contemplan orgullosos el bienestar de los viajeros. Si se coincide con luna llena, imperdible el trekking en el Área Natural Protegida Punta Marqués.

En Chubut el mar y el sol se combinan con avistajes de fauna, buceo, snorkel con lobos marinos y el paisaje de la meseta.

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Punta Tombo, un día especial entre pingüinos Cada año en Punta Tombo, se presenta la colonia continental de pingüinos de Magallanes más grande del mundo. En esta reserva el acercamiento con los simpáticos animales es tal que nadie queda ajeno al aprendizaje y la emoción, en el único momento en que salen del agua a la tierra: en su etapa reproductiva y para mudar su plumaje. Los visitantes recorren el sendero, cámara de fotos en mano, y en todas las direcciones sucede lo mismo: miles de estos animales se desplazan con su característica gracia, se comunican mediante graznidos y descansan en sus nidos, construidos bajo los arbustos y en túneles huecos, conviviendo con los guanacos. De septiembre hasta abril se admira este regalo de la naturaleza que se mueve a sus tiempos, y hay dos momentos en particular para visitarlos: a mediados de noviembre, cuando nacen los pichones, y a fines de enero, cuando la colonia está en su máximo esplendor gracias a la presencia de los pichones, jóvenes y los adultos. El contraste de las plumas blancas y negras con los tonos del mar y la roca de origen volcánico, deja un recuerdo imborrable.

La vista no alcanza para abarcarlos a todos. Cerca, a mediana distancia y a lo lejos, hay pingüinos, pingüinos y más pingüinos.

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Península Valdés, donde la naturaleza te sorprende La Unesco declaró al Área Natural Protegida Península Valdés como Patrimonio Mundial Natural, Sitio Ramsar y Reserva de Biósfera. Además, la fauna marina, las aves y la vegetación la eligieron por sus características y la enriquecen con su presencia. Aquí, los elefantes y lobos marinos, los pingüinos, las orcas y las ballenas parecen decirle al hombre que esas aguas son ideales para vivir. Esta área es perfecta para los avistajes del varamiento de las orcas, los lobos y elefantes marinos criando a sus cachorros y luchando por mantener su harén, o de las ballenas saltando. Todo genera asombro y emoción comprendiendo con mayor profundidad lo que sucede gracias a los guardafaunas. El contraste entre la meseta y la superficie de agua es fabuloso. Desde el Istmo Ameghino da la sensación de estar parado “entre dos mares”, pudiendo observarlo a ambos lados. En este santuario natural, el sonido de las aves, la brisa del mar que acompaña las caminatas y los aromas a cordero patagónico y frutos del mar, invitan a comer en Puerto Pirámides o en alguna estancia de la península. Todo el año la naturaleza ofrece un espectáculo inigualable. Sólo hay que chequear el calendario de fauna para admirar a nuestros animales favoritos.

En Península Valdés maravillan orcas, ballenas, pingüinos, lobos y elefantes marinos; un show que se aprecia a sólo unos pasos de distancia. 217


Patagonia

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RĂ­o Negro


Bariloche, aventura todo el año Nieves, lagos, montañas, bosques: la naturaleza dice presente en Bariloche y recibe a los viajeros con muchas excusas para entrar en acción. En la Capital Nacional del Turismo Aventura, siempre hay una travesía por emprender y también espacio para la vida de gran ciudad. Aquí está el Parque Nacional Nahuel Huapi con sus leyendas. El entorno silvestre conecta con lo natural y tienta a sumarse a una salida de rafting, a practicar escalada o rapel, a vivir lagos y ríos en kayak o a pescar. No falta quien elija una tranquila cabalgata o un paseo en bicicleta, mientras los más osados bucean o vuelan en parapente. En temporada, los deportes invernales son las estrellas y nadie se pierde de deslizarse sobre la nieve. Los visitantes se aventuran a recorrer el bosque y alcanzar un refugio donde espera un guiso reparador. Para combinar, un paseo por el centro cívico, una salida para dejarse seducir por las chocolaterías, una tarde de té en el tradicional hotel Llao Llao o una cena de gastronomía regional. Espacios donde tomar una copa y brindar por la experiencia antes de descansar sobran; y al día siguiente hay que continuar con un picnic a la orilla del lago, una clase de esquí o un chocolate con torta.

Chocolates, aventuras y vida nocturna se fusionan con el encanto de escuchar el sonido de las cascadas en medio del bosque.

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Tren Patagónico, travesía de los Andes al mar Recorrer en tren desde la Cordillera de los Andes hasta la orilla del mar es una experiencia única. Ya a bordo, las campanas de la estación y el humo de la locomotora en contraste con el cielo celeste dan la bienvenida al viaje.

Es mágico ver cómo el horizonte montañoso da paso a la estepa, cuando de repente aparece el mar con su bravura avivada por el viento. Desde Viedma hasta Bariloche, el sonido del tren acompaña y para vivir esta travesía sólo queda chequear la frecuencia, elegir fecha y partir, como los protagonistas de una película.

Valle del Río Negro: sabores en la tierra de las peras y manzanas Entre pintorescas plantaciones de peras y manzanas, viñedos australes y cervecerías, en el Alto Valle de Río Negro las tareas rurales son cosas de todos los días. En la Capital Nacional de la Manzana, es inevitable conocer una plantación, participar de la selección y el empaque.

En medio del paisaje patagónico, arrancar una fruta de un árbol y darle un mordisco ahí mismo es un placer inigualable, tanto como llevarse un sinfín de aromas de recuerdo. Caminar por viñedos y maridar las cepas con platos regionales, el postre se encuentra en fábricas de bocaditos de manzana y pera con nueces, pasas de uvas y chocolate. 220


Río Negro: el reino de la nieve La provincia de Río Negro cobija el centro de esquí más emblemático de Sudamérica. Los viajeros llegan desde todas partes a disfrutar del Cerro Catedral, que ofrece 53 pistas con 120 kilómetros esquiables para que los profesionales practiquen y los novatos se maravillen ante los primeros contactos con la nieve. El paisaje desde la cima es una panorámica que impacta y no se olvidará nunca, al igual que las lecciones de esquí. Hay algo en todo esto que se graba a fuego contra el frío, y el blanco que cubre todo emociona tanto como una taza de chocolate caliente después de practicar. Las caídas no importan ante tanta felicidad y poco a poco los inexpertos avanzan disfrutando cada vez más, mientras otros prueban nuevas técnicas y pulen las adquiridas. Los refugios permiten descansar y contemplar la naturaleza desde resguardos en medio de la montaña. Piedras Blancas ofrece aprender con excelentes instructores, y un paseo en moto de nieve o en trineos puede ser tan emocionante como una caminata con raquetas. En El Bolsón, el cerro Perito Moreno aguarda para completar las propuestas de la provincia, con excursiones y once kilómetros de pistas para esquiar. De premio, la vista de la comarca se alza maravillosa como un recuerdo más para llevarse a casa.

En un invierno mágico, esquí, caminatas con raquetas, paseos en motos o trineos tientan con una aventura en el paisaje nevado.

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Máximo bienestar en El Bolsón El Bolsón está asociado a la conexión espiritual y no en vano. Cada uno siente la circulación de energías en el cuerpo y el espíritu, y de a poco se va recuperando el equilibrio. Esta popular región de la Patagonia conecta la naturaleza con el agroturismo y las artesanías; y las leyendas de hadas y duendes con la rutina de los artistas que eligieron este lugar para quedarse. Los viajeros encuentran aquí un verdadero remanso. Visitan cultivos, se sumergen en la vida comunitaria y refuerzan una conciencia ecológica. Un masaje, una clase de tai chi chuan, una sesión de reflexología o unas horas de yoga o reiki colaboran a encontrar la paz tanto como las terapias florales, la fangoterapia, los sonidos de un gong terapéutico o pintar un mandala inspirado por los colores de las flores. No faltan tratamientos de spa o algún especialista que realice un análisis astrológico, y la alimentación saludable colabora con el bienestar gracias a las producciones orgánicas de la zona. Los aromas a lavanda, rosa mosqueta y llantén colman el ambiente, que se vive con té de frutos rojos de por medio. La paz es tal que será todo un desafío volver.

El relax y la armonía se encuentran entre naturaleza pura y terapias alternativas, a un ritmo calmo pero lleno de energía.

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El Cóndor, cielo de aves En Viedma, por el paraíso natural del Balneario El Cóndor se pasean más de 200 especies de aves, un paisaje colmado de vida. La mayor colonia de loros barranqueros del mundo hace de este su hogar, y es un espectáculo ver sus más de 35 mil nidos. La zona es tan rica que los colores llenan el ambiente de una energía que conmueve con los trinos, sobre todo cuando las siluetas se recortan a contraluz en el cielo rojizo del atardecer.

Las aves lucen su belleza ante los ojos de los viajeros, que andan silenciosos aguardando avistar alguna más.

Salinas del Gualicho, un oasis blanco El cuerpo salino más extenso del país, sobre unas de las mayores depresiones del planeta, es un verdadero espectáculo de la naturaleza.

Un manto blanco infinito se despliega ante los viajeros. Como en un paisaje lunar, una caminata por las Salinas del Gualicho nunca deja de sorprender. Con los últimos rayos del sol, el paisaje se tiñe de amarillos, rojos y violetas; y llegada la noche la experiencia se vuelve más intensa con una cena bajo el cielo estrellado, en un lugar mítico rodeado de leyendas tehuelches.

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Infinitas playas de arena en Río Negro La ciudad de Viedma es afortunada. Posee un hermoso río llamado Negro y la presencia inmediata de un mar inolvidable. A sólo 30 kilómetros, se alza la villa marítima El Cóndor, portal de ingreso a la Patagonia atlántica y punto inicial de la Ruta de los Acantilados. El pueblito costero creció impulsado por los vecinos de Viedma y Patagones, y en el refugio de sus maravillosas playas llegan el descanso y la aventura. Un poco más lejos de las costas bajas se disfruta el paisaje de los acantilados y a partir de allí, hasta las Playas del Puerto en San Antonio Oeste, nace una variedad enorme de balnearios. Los viajeros eligen entre apostaderos de lobos marinos, el faro más antiguo del sur, puntos para practicar deportes náuticos y pescar, o la oportunidad de dejar una ofrenda en el mirador que honra al santo Ceferino Namuncurá. Al nordeste, playa y naturaleza se disfrutan en Las Grutas. En un entorno bordeado por un increíble manto de caracoles, aguas cálidas invitan a bucear o pescar, e imponentes acantilados de hasta 8 metros de altura tallados por las olas cobijan las cuevas que dan nombre al lugar. Al sur, otras playas como La Isla, La Bonita, Los Suecos, Las Casitas y Punta Colorada tientan a extender la estadía.

El sonido de la rompiente de las olas, el cantar de los pájaros costeros y el agua cálida es la combinación perfecta en las playas rionegrinas.

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Delicias rionegrinas para todos los gustos Sólo hace falta curiosidad y decidir con calma y entusiasmo por dónde empezar. En medio de paisajes encantadores, la variedad gastronómica de la provincia convive con historias y aromas que encierran décadas de tradición. La frescura del valle se siente en sus peras, manzanas, sidras y cervezas. Caminar por los viñedos en la Ruta del Vino de Río Negro y participar de la cosecha acerca a lo natural, y una copa de pinot noir, merlot, malbec y viognier se marida con sabores gourmet únicos, preparados con deliciosos productos locales. De la montaña llegan deliciosas truchas y hay muchos sabores por probar. Los ahumados están presentes para degustar en bebidas y comidas. El chocolate abriga del frío en pintorescas casas de té y el curanto regala su magia ancestral. La estepa es sinónimo de cordero, y este manjar, bien adobado con ajo, perejil, romero, ají y menta, se espera entre una buena copa de vino y unos quesos combinados con charlas. En la costa, la riqueza del mar suma sus sabrosos frutos para disfrutar de largos almuerzos y cenas llenos de mariscos y pescados preparados de las más diversas formas.

Mar, estepa, valle y montaña enriquecen la gastronomía sureña con los más variados sabores. Delicias que se combinan con vinos y cervezas artesanales. 226


Vida marina en las aguas cálidas del Golfo San Matías En Río Negro, los pueblos, las embarcaciones y los grupos de viajeros parecen pequeños ante la inmensidad de los paisajes y la diversidad de especies que se avistan. A toda la belleza de las playas y sus aguas cálidas se suma la diversidad biológica de la región, en un verdadero espectáculo natural. Es una experiencia a la que se embarca desde Las Grutas, San Antonio Oeste y San Antonio Este. Allí inicia el recorrido por el mar, bajo cuya superficie bulle la vida y los guías baqueanos enseñan sobre lo que se está viendo. Reinan los delfines, lobos marinos duermen flotando, hay simpáticos pingüinos y la emblemática ballena franca austral, cuyos soplidos sorprenden a chicos y grandes. Variedad de aves migratorias pueblan este cielo y se destaca el playerito rojizo, que viene desde el Ártico canadiense. Los más osados practican buceo y observan desde besugos, sargos, meros y turcos hasta chanchitos de mar, erizos, toninas, caballitos de mar y una especie de pulpo única en la región. El día llega a su fin, pero a la mañana siguiente se seguirá admirando la fauna: siempre se quiere un bis ante este espectáculo.

Entre el aroma del mar y la tierra mojada, se es testigo de una riqueza natural sin igual en las maravillosas playas patagónicas. 227


Patagonia

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Santa Cruz


Encuentro con los gigantes de hielo El aire fresco se siente en el rostro, frente a los viajeros se despliega un paisaje infinito de tonalidades blancas, grises y celestes. Bajo los pies se siente el fluir de una historia milenaria. En el Parque Nacional Los Glaciares, no queda más que entregarse a la admiración y el asombro. Las localidades de El Calafate y El Chaltén permiten ingresar a la experiencia y, sea desde las pasarelas o realizando un trekking por el Perito Moreno, el recorrido conmueve al disfrutar el blanco de las lenguas glaciares brillando sobre el azul oscuro de los lagos. Caminar por la masa gigante de hielo y respirar profundo el aire puro conecta de una forma especial con la naturaleza. Quitarse los guantes sólo un momento y saborear el agua que fluye a través del glaciar; cada paso permite explorar la superficie entre formaciones de nieve caprichosas, cuevas y grietas turquesas. A bordo de un catamarán o de un crucero, la perspectiva cambia. La embarcación sortea icebergs que desfilan silenciosos por las tranquilas aguas, y nada como navegar al atardecer y escuchar, de repente, el estruendo de la ruptura de un glaciar, los enormes bloques de hielo se sumergen en el lago y el viaje se torna inolvidable.

El final del recorrido lleva a disfrutar de una bebida con hielo del glaciar, o a saborear el agua pura junto a un bocado de chocolate.

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Santa Cruz: historias con voz propia Como una novela clásica, cada rincón de Santa Cruz revela una historia llena de anécdotas. Gobernador Gregores, Perito Moreno, Jaramillo, Cerro Fitz Roy: en cada pueblo hay un suceso que habla de los pobladores originarios y los pioneros que se aventuraron por estas tierras.

Los detalles son tan pintorescos como el paisaje y todo está lleno de recuerdos, mitos y vivencias que se transmiten de generación en generación. Un mate sobre la mesa y la pava calentándose en la estufa que funcionaba con carbón, utensilios de antaño y fotografías en blanco y negro nos conectan con los orígenes.

Santa Cruz, refugio de aves de las Américas Las aves que se ven en Santa Cruz tienen muchos kilómetros recorridos. El macá plateado, cisnes de cuello negro, flamencos, bandurrias, gallaretas y el macá tobiano; las especies van y vienen, y sus cantos se funden con el sonido del mar y el viento. Desde el cóndor en la cordillera hasta los pingüinos que anidan en las costas y las águilas que sobrevuelan la estepa, hay representantes de todo el continente.

Aves que sobrevuelan el territorio y dan un espectáculo único. Una guía, la cámara de fotos, y disponerse a buscar.

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Surcando las míticas aguas de Santa Cruz La embarcación que hasta hace un momento parecía enorme de repente se volvió chiquita. Es que el paisaje es tan majestuoso que los viajeros se convierten en miniaturas por un rato; en los espejos de agua de Santa Cruz aparece un glaciar, un acantilado o una colonia de pingüinos y mágicamente todo cambia y deslumbra. En El Calafate y El Chaltén, en plena zona cordillerana, el descubrimiento es total. Hay diversidad de aves, siempre un faro que corona el paisaje y emoción cuando se escucha la ruptura de un glaciar. Las navegaciones son el puntapié inicial para recorrer la zona y algunas permiten desembarcos para emprender caminatas por el Bosque Andino Patagónico, hacer trekking sobre el glaciar y hasta travesías sobre el Campo de Hielo Continental. Desde la costa del Mar Argentino, Puerto Deseado y San Julián proponen panorámicas increíbles, los acantilados tallados por la erosión del viento, las aguas turquesas de la ría, los golfos y las bahías sorprenden al igual que la riqueza de la fauna marina. Sea cual sea el recorrido, las propuestas son tan variadas que cada paisaje invita a adentrarse en el universo patagónico.

Lobos marinos y aves acompañan los recorridos por las aguas patagónicas en kayak, veleros o cruceros, en escenarios cargados de leyendas.

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Senderos del viento en la Capital Nacional del Trekking Los caminos de Santa Cruz no se recorren sólo con los pies. Hay que mantener alerta a los cinco sentidos para disfrutar los aromas de la vegetación, el canto de las aves, las vistas de la Cordillera de los Andes y la suavidad de las flores. Los amantes del senderismo hallan por estos pagos serenidad y naturaleza, entre paisajes característicos de la Patagonia argentina. El Chaltén es considerada la Capital Nacional del Trekking y junto a El Calafate forman parte del Parque Nacional Los Glaciares: reciben visitas que buscan recorrer sus senderos caminando, y también en bicicleta, escaladas y navegaciones. Los altos en el camino son bienvenidos para escuchar a las copas de los árboles moviéndose con la brisa y el agua corriendo por los ríos. También vale detenerse para disfrutar de un merecido picnic y recuperar fuerzas. Entre cerros y bosques cercados por lagos, los viajeros se adentran paso a paso a lugares donde los aromas de la naturaleza se fusionan con los sonidos de la vida silvestre. Todo está ahí para ser explorado.

Por senderos que tientan a una caminata, se descubren paisajes entre agua cristalina, cantos de aves y flores de intensos colores.

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Santa Cruz, tierra de colores y contrastes Maravillosos rincones de Santa Cruz resultan los elegidos para captar con la cámara escenas de belleza indescriptible, fijando en el tiempo sensaciones que conformarán una experiencia inolvidable.

Por toda la provincia existen lugares que dejan al más eximio de los fotógrafos con la boca abierta: lagos, cerros nevados, ríos y glaciares. Los desafíos son muchos y aumentan las ganas de recorrer y fotografiar toda la región en busca de luces y sombras. Al repasar las postales obtenidas, una sonrisa refleja el recuerdo de un viaje soñado.

Alegría sobre el hielo: patinaje en Bahía Redonda El invierno muestra otra postal de El Calafate. La nieve cubre cada rincón y tiñe el paisaje de tonos azules y blancos y, con las temperaturas bajo cero renace cada año un atractivo singular: la Bahía Redonda se congela y se transforma en la pista de patinaje más grande de Sudamérica.

Grandes y chicos se lanzan a la diversión. Las risas de aquellos que se deslizan con maestría o dando sus primeros pasos colman el ambiente. En algún recreo, un chocolate caliente y un alfajor de calafate reponen la energía que se dejó sobre la pista.

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Expresiones milenarias en la Cueva de las Manos Luego de salir de la localidad de Perito Moreno y adentrándose lentamente en los paisajes áridos de la estepa patagónica, el pasado se acerca al presente y comienzan las historias sobre los primeros hombres en estos entornos silvestres. Muy cerquita, se comienza a apreciar el típico Cerro Poivre, de origen volcánico, que asombra con su forma de gorro; y el impactante paisaje del cañón del Río Pinturas anticipa la belleza de lo que se está por vivir. Ya en el sitio arqueológico Cueva de las Manos, el pasado se desliza en dibujos e impresiones de manos, guanacos, hombres y choiques que aportan datos sobre la vida cotidiana, la caza, el uso de la tierra y lo mágico de la existencia, y emociona saberse en un lugar que se remonta a más de 9000 años atrás. La belleza y estado de conservación de las pinturas rupestres, la magnificencia de los conjuntos de negativos de manos y de escenas de caza, y el escenario que rodea al sitio se combinan con un encanto cautivante, expresado en cada relato de los guías. La naturaleza y la cultura de los pueblos originarios se conjugan de manera espectacular en este espacio, declarado Patrimonio Mundial, donde la historia de la geología del planeta y el paso del hombre se reúnen.

Tras el silencio de un paisaje implacable, se mantienen intactos testimonios del pasado.

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Travesías por las tierras cambiantes de Santa Cruz Para los amantes de la aventura, realizar una travesía en 4x4 en Santa Cruz es acceder a lugares únicos. El terreno propone superar ríos, caminos angostos, huellas poco transitadas y pendientes, que vuelven más atractivo el desafío en estos pagos patagónicos, llenos de tierras vírgenes y paisajes cautivantes. Los protagonistas disfrutan panorámicas de El Calafate y el Lago Argentino desde miradores naturales. La Cordillera de los Andes con su nieve eterna y la zona de glaciares conforman una combinación única a la que se suman los imponentes cerros Fitz Roy y Torre. En la ruta no faltan el mate ni las paradas para fotografiar recuerdos de este gran viaje. Hacia el norte, desde Los Antiguos se recorre un itinerario que asciende hasta los 1500 msnm, en la zona más alta de la Patagonia Austral. Allí, el paisaje permite divisar postales tan distintas como la estepa, el bosque andino, pastizales y alta montaña, para terminar en el mirador del Monte San Lorenzo, el más alto de la provincia. La emoción llega con cada horizonte nuevo; el sonido del motor vuelve a encenderse, el viento acompaña y algunas piedras ruedan detrás de los vehículos. Son señales de que todo va bien por el camino.

Paisajes sorprendentes, obstáculos naturales y la oportunidad de descubrir nuevos caminos: todo un desafío en 4x4 para los que buscan aventuras. 236


Pesca en Santa Cruz, el desafío de las técnicas En Santa Cruz, la diversidad de ambientes permite experimentar la pesca con diferentes técnicas. Embarcados, con mosca, metidos en el agua hasta la cintura y siempre con paciencia, relajados ante la majestuosidad del paisaje en lagos, ríos y lagunas. Hay lugares muy accesibles para dedicar jornadas a este deporte con devolución y hay grandes aventuras, esas que implican cruzar caminos inhóspitos. Los pescadores enfrentan las variables climáticas de la Patagonia argentina, disfrutan cuando hay sol y respiran el aire sureño que los mantiene despiertos a la espera de un pique. El Lago Buenos Aires con sus afluentes invita a encontrar truchas marrones, arco iris y de arroyo, salmones, perca y pejerrey patagónico, al igual que los lagos Posadas y Pueyrredón. Y en Río Gallegos, truchas marrones, fontinalis y arco iris se destacan tentando a los que practican con mosca, trolling y spinning. La unión del mar con la ría, en Punta Loyola, es ideal para aficionados y el Lago Roca atrae con sus salmónidos, pero especialmente por su paisaje, a 50 km de El Calafate. Las oportunidades son muchas y, al ir a dormir, la sonrisa recordando las hazañas será enorme.

El sonido de las líneas mecidas por el viento, el correr de las aguas y el canto de las aves musicalizan largas jornadas de pesca. 237


Patagonia

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Tierra del Fuego


Atravesando Los Andes fueguinos en 4x4 Las últimas estribaciones de la Cordillera de los Andes atraviesan Tierra de Fuego mostrando cambios de paisaje en la isla. Cruzarla es una experiencia formidable, y en vehículos todo terreno permite descubrir los magníficos paisajes de la tierra más austral, por caminos apenas accesibles. Desde el Paso Garibaldi se despliega el espléndido Lago Escondido y, por detrás, la cabecera este del Lago Fagnano que corre paralelo a los Andes. El vehículo 4x4 se abre paso en el bosque utilizando antiguas sendas forestales, atravesando ríos y barrancos de increíble pendiente. El viento remarca la historia de quienes ya pasaron por aquí y la sensación de estar viviendo la naturaleza más extrema aumenta la adrenalina. La aventura se celebra con un almuerzo y un brindis. En un refugio a orillas del Lago Fagnano las copas chocan rompiendo el silencio del lugar y flota en el aire la satisfacción por haber alcanzado la meta. Cuando se apagan las voces sólo queda el sonido de un pájaro carpintero que trabaja, la música del agua corriendo y los árboles mecidos por el viento por los caminos zigzagueantes del Fin del Mundo.

Los colores verdes y ocres en otoño, los aromas del bosque y los altos precipicios del paso Garibaldi quedan grabados en el espíritu de cada aventurero.

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Surcando las aguas del Canal Beagle Sobre el Canal Beagle, el viento despierta los sentidos en un recorrido por la inmensidad más austral y el cielo adopta tonos violáceos y rojizos, envolviendo a los viajeros entre la bruma y las montañas. Navegar hasta el emblemático Faro Les Eclaireurs es una experiencia inolvidable que regala postales eternas. De pronto, centenares de cormoranes resaltan sobre las rocas y sobrevuelan alrededor de la embarcación. Se respira aire fresco y maravilla el contraste del agua con las montañas. La cercanía con la naturaleza a través de la vida marina emociona. Ante la magnificencia del entorno todos se sacan fotos y, al regreso, la vista de la ciudad desde el agua sorprende con sus múltiples tonos. En catamarán, yate o velero, cada aventura tiene sus encantos. Se llega hasta la Isla de Los Lobos, las Islas Bridges, la Isla H y la Isla Martillo, en donde se ve una pingüinera y hasta la emblemática Estancia Harberton, incluso con desembarcos. De nuevo en el puerto, un chocolate caliente o una cena regional serán un buen cierre antes de ir a dormir, sintiendo todavía el ritmo de la navegación como una canción de cuna.

El sonido del oleaje aumenta a medida que se zarpa e invita a disfrutar de las inquietas aguas del intrépido sur.

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La Antártida, más allá del Fin del Mundo Mil kilómetros separan a la Antártida de la ciudad más austral del mundo. De noviembre a marzo, los cruceros inician sus recorridos por los confines de la tierra. Los sitios históricos, las bases científicas, el flanqueo de icebergs, los glaciares y los fiordos tornan al viaje inolvidable en la provincia de Tierra del Fuego. Cada visitante se sorprende ante los protagonistas de la costa y el mar. Pingüinos, focas, ballenas, lobos y elefantes marinos; miles de ejemplares de cada especie maravillan a los espectadores. Algunos itinerarios proponen disfrutar de un baño termal en el cráter de un volcán marino. Probar la gastronomía a bordo, aprender en cada charla informativa o tomar fotografías mientras el barco bordea la Península Antártica son momentos que construyen un sueño hecho realidad. El cruce del Pasaje de Drake -que conecta los océanos Atlántico y Pacífico- es una aventura extrema por lo impredecible del clima. El hielo rodea todo, el silencio, el frío, el eco de las aves y la fauna, la biósfera en estado puro. De regreso en tierra firme, sólo queda disfrutar de la ciudad de Ushuaia mientras se repasa la aventura.

Imposible no sentirse pequeño ante tanta inmensidad, al bordear los icebergs y glaciares que se divisan en tonalidades azules, turquesas y celestes. 241


Sobrevolando la Tierra del Fuego ¿Quién no soñó con elevarse hacia el cielo, desplazarse en el aire y observar el mundo a los pies? Volar es indescriptible, y hacerlo sobre Tierra del Fuego es una experiencia única.

Desde las nubes se aprecian valles, lagunas, llanuras y turbales; las caprichosas formas del hielo, glaciares e inconquistables cumbres. El sobrevuelo es la única manera de alcanzar la Isla de los Estados y el Faro del Fin del Mundo. La excursión se corona cuando el helicóptero desciende sobre una montaña y los viajeros toman fotos y hacen un brindis en la cima, con una vista panorámica de la cordillera austral.

Sabores del Fin del Mundo Los ingredientes de la cocina fueguina crean un viaje de aromas, sabores y texturas propias del último rincón de la Argentina.

El océano llega a la mesa con mejillones, centolla y merluza negra. Los ríos aportan la trucha y la estepa el cordero asado a la cruz. Los productos del mar son una exquisitez y los platos de autor ponen su firma, maridados con vinos argentinos y cervezas artesanales. En invierno, tomar un chocolate con una torta casera cobija tanto como un hogar a leña. En verano, cenar a las diez de la noche cuando aún es de día, es algo que no se da todos los días.

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Aventura en el confín del planeta Explorar la isla a caballo, atravesar valles o seguir sus costas. Es imperdible bucear en las aguas australes, con bosques de algas, centollas y naufragios, y el mountain bike acerca al bosque subantártico. En el escenario privilegiado de Tierra del Fuego, la aventura no tiene límites. Recorrer el Parque Nacional Tierra del Fuego y algunos de sus ríos y lagos en canoas al estilo yámana y lanzarse en tirolesa a los pies de un glaciar milenario. Pisar la esponjosa turba es como caminar sobre una alfombra mullida y andar junto al mar sella el paso por el Fin del Mundo. Cruzar la Cordillera de los Andes en este extremo del planeta es único. A pocos minutos de Ushuaia se destacan los senderos en la Laguna Esmeralda, el Corazón de la Isla y -para expertos- los pasos Bridges y Beban. Conocer estancias históricas, conversar con pobladores y visitar Tolhuin, donde las montañas se fusionan con la estepa fueguina, es tan grato como coronar estas vivencias con una picada, un cordero y vino en la costa del lago, en un refugio o en el bosque. Sólo es necesario llegar al fin para decidir por dónde empezar.

Los viajeros practican senderismo hasta donde los glaciares dejaron sus cicatrices. Asoman espejos de agua y se degustan calafates silvestres en el camino.

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Las alas de la Patagonia austral La búsqueda de quienes aman las aves se transforma en una aventura sin fin en Tierra del Fuego. En la Reserva Corazón de la Isla se distingue la figura del ave más majestuosa de América, el cóndor andino, que planea entre las cumbres e invita a cruzar la cordillera.

Las montañas y la costa hacen de la observación una mágica experiencia, en donde se perciben los cantos y las danzas de las aves. Al sur, el petrel gigante sobrevuela el Canal Beagle y entre las islas se divisa la avifauna marina. Entonces aparece el anfitrión de la zona, el pingüino magallánico, estrella de todas las fotografías.

Historias del Fin del Mundo Recorrer la ciudad más austral, permite acercarse a mitos y leyendas que se resguardan en los museos, en su casco histórico y en sus paisajes. El ex presidio de Ushuaia –hoy Museo Marítimo- llena de curiosidad a los visitantes. Estar entre sus paredes frías e imaginar lo que pasó allí evoca una energía única, como ver un vagón del “tren de los presos”, utilizado para trasladarlos hasta lo que hoy es el Parque Nacional Tierra del Fuego.

Enigmáticas historias se refugian en el antiguo suelo de los yámanas, donde aún perviven antiguas crónicas de expedicionarios a la Antártida.

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Tierra del Fuego, meca de los deportes invernales Cada junio y hasta octubre, el confín austral se viste de anfitrión para ofrecer la posibilidad de practicar todas las modalidades de snowboard y esquí, las dos disciplinas ícono de las tierras fueguinas. En el Cerro Castor o en la zona de los valles Carabajal y Tierra Mayor las jornadas se extienden iluminadas por la luna austral. Las horas de diversión transcurren andando pistas de diversa dificultad enmarcadas en un paisaje desafiante.

Experimentados esquiadores pasan a toda velocidad, mientras otros se animan a dar sus primeros pasos. Cada uno, a su manera, disfruta del manto blanco.

Tierra del Fuego, la última frontera de pesca Miles de viajeros se sienten atraídos por los ríos, lagos y lagunas fueguinas que permiten disfrutar de la pesca deportiva entre noviembre y abril.

Entre el agua cristalina y los colores que regala el entorno, las líneas a la deriva y las moscas atadas con pasión resplandecen. La meca de los salmónidos es la zona del río Grande que, cargado de curvas, requiere habilidad de los pescadores para adaptarse a cada situación. Allí la trucha plateada es codiciada por su tamaño, y su astucia para la pelea hace más atractivo el desafío.

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Colores y contrastes del Fin del Mundo En Tierra del Fuego el paisaje cambia a lo largo del año. La tardía primavera trae los primeros brotes de color que en el verano inundan por completo bosques y turbales. Durante el otoño, los ñires, las lengas y los árboles bandera moldeados por el viento sureño se tornan rojos, amarillos y ocres y en invierno, el blanco avanza desde las cumbres hasta cubrirlo casi todo. Comenzar con la navegación por el Canal Beagle hasta el Faro Les Eclaireurs regala el primer contacto con el viento, los lobos marinos y los confines de esta isla, que sobre tierra firme espera con gastronomía a base de centolla, mariscos y cordero. Los centros invernales y el Cerro Castor comienzan la temporada de nieve más prolongada de Sudamérica con la bajada de antorchas y brillan el esquí y el snowboard. Y en épocas estivales, la pesca deportiva regala conexión con el entorno y uno mismo. Recorrer estancias, paseos como el del Tren del Fin del Mundo y los museos, relata el pasado inhóspito de esas latitudes. Sentirse aislado del mundo es mágico en la única capital transcordillerana del país, donde los amaneceres y atardeceres son surrealistas. En un solo día es posible sentir la lluvia, el viento, el sol y la nieve, teñidos de una sensación de paz contagiosa.

Aquí todo es mágico, bajo cielos que parecen pintados y un horizonte amplio, una paleta de colores que cambia a lo largo del año. 246


Fin del Mundo, la nieve en su máxima expresión El paisaje blanco de los valles de Tierra del Fuego comienza a bañarse con la luz del sol y los vehículos avanzan rumbo a los centros invernales entre caminos de montaña. En los centros recreativos, a lo largo de 30 kilómetros en los Valles Carbajal y Tierra Mayor, profesionales de los deportes invernales, amantes de la nieve y novatos disfrutan de paseos en trineos conducidos por perros; recorridos en motos de nieve a pura adrenalina y excursiones en vehículos 4x4. Las familias se divierten en los paseos; otros eligen el patinaje sobre hielo en pistas naturales o un trekking sobre nieve. También hay tiempo para descansar. Cada vez que buscan un remanso entre el esquí -de fondo, nórdico y de descenso- y el snowboard, los viajeros encuentran un refugio, un restaurante o un parador que les devuelva la energía con una sopa, un chocolate caliente o una copa de vino. A la noche, después de haber divisado algún cóndor o un zorro colorado, nada como un guiso de cordero cerca de un fogón o caminar con raquetas a la luz de la luna escuchando historias de antiguos habitantes bajo el cielo estrellado. Esta provincia tiene la temporada de nieve más extensa de Sudamérica y hay tantos recuerdos para llevarse que la decisión es meterlos a todos en la valija.

El aroma del chocolate caliente en el desayuno marca la hora de comenzar la jornada. No hay tiempo que perder, la nieve espera con opciones para todos. 247



Desde el Ministerio de Turismo, liderado por la Subsecretaría de Promoción Turística y en trabajo conjunto con la Subsecretaría de Desarrollo Turístico Nacional y el Consejo Federal de Turismo, han trabajado en la construcción del Libro de Experiencias Turísticas los siguientes equipos:

Subsecretaría de promoción turística Nacional

Consejo federal de turismo

Director Nacional de Promoción y Marketing Turístico

Coordinadora del Consejo Federal de Turismo

Lic. Oscar Suárez

Sra. Marcela Cuesta

Directora de Planes y Programas de Marketing Turístico

Equipo Técnico

Lic. Mora Dicembrino

Lic. Rodrigo Baez

Equipo Técnico

Srta. Leonor Abuin Tec. Natalia Álvarez Zabaleta Dg. Martín Gonçalves Srta. Natalia Goulu Tec. Adrián Guidici Dg. Malena Martín Srta. Flavia Rivas Mg. Juan Manuel Rivas Peleteiro Lic. Juan Eduardo Best Colaboradora Externa

Tec. Cecilia Ruppel

Subsecretaría de desarrollo turístico Nacional Directora de Desarrollo de la Oferta

Mg. Mariana Pérez Marquez Asesora de la Subsecretaría de Desarrollo Turístico

Lic. Florencia Aversa Equipo Técnico

Lic. Natalia Cardozo Lic. Mercedes Peyret Lic. Natalia Roberti

Lic. Ángeles di Pasquo Lic. Lara Torres

Agradecimientos A todas las autoridades y equipos técnicos provinciales que en pos de construir un país de experiencias turísticas colaboraron en la elaboración de este libro.


COLABORADORES Ministerio de Turismo y Cultura de Salta César Mariano Ovejero Ana Cornejo Estanislao Villanueva Nadia Loza Laura Alcorta Laura Castiella José Piu Sofia Jovanovics Luciana Zambón Lucas Gutierrez Ente Autárquico Tucumán Turismo Bernardo Racedo Aragon Elena Colombres Garmendia Silvia Kaufman Mariano Hevia Julia Figueroa Virginia Zerrizuela Carolina Diambra Soledad Rigazzio Agustina Banegas Subsecretaría de Turismo de Santiago del Estero

Gonzalo Gonzalez Haydée Quiroga Pilar Llorente Fernanda Diaz Patricia Matarrece Jose Donaire Gustavo Donaire Diego Diaz

Secretaría de Turismo de Santa Fe

Instituto de Turismo del Chaco

Martín Bulos Javier Dellamonica Lorena Rugna Lorena Carnevale Cristian Álvarez Ingino Laura Suasnábar

Secretaría de Turismo de Jujuy

Ministerio de Turismo de Corrientes

Ignacio Saife Patricia Alejandra Petray Jorge Sánchez Marina Vallejo Tamara Pérez Ledesma Gustavo Delon Javier Farina Marilyn Buittoni Rocío Amado

Juan Martearena Nadia Serrano Antar Carolina Rivera Gabriela Casimiro Gabriela Ridaveneira Susana Reyna Sofía van Balen Blanken

Inés Presman Mirian Mosna Horacio Pozo Amelia Ramirez Agustín Alfonzo Saúl Palacios Mercedes Alegre Vanina Maceri Ramón Gómez Hugo Sánchez Roberto Bezos

Secretaría de Turismo de Catamarca Natalia Ponferrada Luis Marcelo Sosa Jorge Arnoldo Ríos Josefina Carabajal Ramiro Gonzalo Nieto Alba Ogas Sergio Baigorrí Carlos Avila Carolina Barrionuevo Rita Barrera Marsilli

Ricardo Sosa Silvia Escat Leandro Gauna González Cristian Leon Alfredo Cesar Palumbo

Ministerio de Turismo de Entre Ríos

Secretaría de Turismo de La Rioja

Hugo Marsó Hugo Guisolfi Claudia Pagnotta

Álvaro Daniel del Pino Gustavo Agüero Pablo Barros

Ministerio de Turismo de Formosa Alberto Andrés Areco Galeano Luis Ortiz Ministerio de Turismo de Misiones Sergio Dobrusin Jorge Posdeley Ariel Kremar Francisco Aníbal Perie Fabio Zappelli Fabiana Gauto Natalia Cornazzani Hernán Daniel Maria Ema Rodriguez Eduardo Sherer

Ministerio de Turismo de Mendoza Javier Espina Alejandra Rapacioli Federico Flores Natalia Pizarro Jéssica Pessotti Mauricio Echegaray Verónica Ortigala Ana Laura Campellone Romina Cultrera Marilyn Fischer Rodrigo Lemos Eliana López Carla Mancuso Marina Milanesio Verónica Ortigala Franco Parisi Mauricio Quinteros Roberto Riedel Milva Robles Lilia Sance Mariano Stenta Juan Trejo Carolina Vicchi Enrique Villalobo.


Ministerio de Turismo y Cultura de San juan Dante Elizondo Renato Laspiur Maxi Sarome Luciana Pavese Sabrina Montilla Marcela Hinojosa San Luis Liliana Gilda Bertolucci Lucía Miranda Ramón Rodríguez Ariel Gómez Arroyuelo Marcela Hinojosa Agencia Córdoba Turismo Gustavo Santos Alejandro Lastra Gustavo Loza Edgardo Venturini Ma. De los Ángeles Samamé Ma. Julia Camillucci Ma. Carmen Bertoni Carlos Occhetti Laura Cerezo Joaquín Asen Marcelo Pagano Alejandro Strumia Roberto Utrera Walter Cejas Noelia Ovando Ana Clara Altieri Ma. Laura Pescetti Soledad Barros Lucila Leiciaga

Secretaría de Turismo de la Provincia de Buenos Aires Ignacio Crotto Santiago A. Derqui Julia Molano Lucía Esposto Ente de Turismo de la Ciudad de Buenos Aires Fernando de Andreis Sandra Rossi Solange Riesnik Pilar Santillán Subsecretaría de Turismo de Neuquén NeuquenTur Beatriz Villalobos M. Elsa Sanchez Junge Débora Calore Vanina Lopatín Patricia Tapia Valeria Arcost Silvio Fuentes Hugo Reggiani Marta García Gustavo Valenzuela Carolina Molins Rosalba Failla Matías Castro Estefanía Romero Marisol Mendoza Marisa Lepín Marianella Méndez M. Eugenia Carro Angélica Morales

Secretaría de Turismo de La Pampa

Instituto Fueguino de Turismo

Santiago Amsé Florencia Stefanazzi Federico Núñez Fabiana Rodríguez Carolina Martínez

Gianfranco Guardamagna Lucia Pérez Viviana Borrego Cecilia Colombres Victoria Ojeda Silvina Cardenas Lucas Piñero Patricio Masa Romina Fontana Graciela Dames Lais Bedoya Joel Trapani Martín Bianchi Romina Garmaz Florencia Leyes Raúl Sánchez Martín Gunter Gonzalo Ríos Rogelio Espinosa Jorge Salles Facundo Santana

Secretaría de Turismo y Áreas Protegidas de CHUBUT Carlos Alberto Zonza Nigro Magalí Volpi Mónica Montes Roberts Cynthia Garibotto Ana Sol Mayal Claudia Tabares Paula Ortega Ministerio de Turismo, Cultura y Deporte de Río Negro Mariana Giachino Carolina Ciliberto Mariela Messina Natalia Marenzana Marian José Gorozo Secretaría de Turismo de Santa Cruz Mariana Navarro Pablo Godoy Lorena Aburto Rodrigo Binet JesicaTorres Javier Marquioni

Ente Patagonia Miriam Capasso



Todas las experiencias turĂ­sticas de nuestro paĂ­s se encuentran en:



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